Descripción general: Ur Nagrath

Ur Nagrath

Según los escritos de un viejo erudito de Trinacria, Ur Nagrath es una referencia muy importante para conocer el origen de muchas de las islas del Archipiélago. Y sin embargo, es difícil tener la ocasión de contemplar en persona el colosal volcán, debido principalmente a la configuración de la zona en la que se halla. Aislado de las costas por fieros acantilados y del resto de la isla de Ur Shalasti por afiladas cordilleras, las habladurías no le hacen ninguna justicia: El Nagrath es un coloso de piedra negra, que casi parece cortada con martillo y cincel y rematada con brillante azabache forjado. Y a pesar de su imponente altura, en otro tiempo debió ser incluso más alta, aunque las explosiones han acabado reventando su todavía portentosa chimenea. A su alrededor aún pueden verse grandes marcas y surcos que hacen pensar en profundos ríos de lava que alguna vez emanaron de la montaña. Su cráter emana una potente luz anaranjada, casi fantasmal, que a veces revela la sombra de una especie de aguja negra que crece en su interior.

Es solo cuando uno se acerca a Ur Nagrath, que la maldad que emana el volcán empieza a hacerse patente.

El valle en el que se alza la montaña es amplio, y en una franja que se abre en abanico al oeste del Nagrath se extiende una masa oscura que parece un bosque. No obstante, visto de cerca, se aprecia que su naturaleza es bien distinta: Los árboles no están hechos de madera, ni tienen hojas al uso, sino que parece como si la vegetación hubiera sido mal parida de la tierra. Retorcidos y negruzcos, están hechos de una carne correosa y putrefacta que a veces deja entrever huesos. Sus hojas, en realidad, no son más que finas membranas que crecen entre los apéndices retorcidos, a veces uniendo en una maraña a varios de éstos horrores que gimen como si su existencia fuese un verdadero suplicio. El Bosque Aullante, lo llaman; un lugar enloquecedor que despide un aura cruel y terrible. Incluso los animales que se adentran en él se convierten pronto en obscenas y salvajes abominaciones, difíciles de describir, y puede que más de una vez su malsana semilla se haya filtrado al resto de la isla, haciendo surgir pequeños bosquezuelos parecidos que no sobreviven mucho sin la fuerte aura mágica del volcán. La "vegetación" cubre gran parte del valle, aunque puede accederse al volcán sin atravesarlo. No obstante, algunos de los escabrosos árboles se adentran un trecho en la ladera oeste del Nagrath.

El volcán, comparado con el bosque, parece una montaña perfectamente normal. Sus laderas son cenicientas, difíciles de trepar, y una densa y laberíntica red de cavernas lo atraviesa aquí y allá, extendiéndose millas y millas en el interior de la montaña, alcanzando a veces pequeñas bolsas de lava. A través de éstas cavernas, uno puede alcanzar la pared interna del cráter.

Entonces es cuando puedes mirar por primera vez la ciudad de Urnebryzia.

La ciudad, si es que se la puede llamar así, es un portento arquitectónico en el que se adivina ya no la ayuda, sino la necesidad de la magia para que la estructura se mantenga en su sitio, sobre la violenta vorágine que es el aún activo cráter. Decenas de agujas negras de roca que se asemejan a torres, delgadas y afiladas, se clavan en toda la circunferencia de la cara interna de la montaña, desafiando a la gravedad, sin ocultar en ningún momento su naturaleza mágica.

Es fácil preguntarse, mirándola, si el hecho de que el volcán no salte por los aires se debe al capricho de la naturaleza o a la presencia de éste portento en sus entrañas. La respuesta, si la hay, seguramente la tenga el llamado Credo Tenebroso, el culto a la Magia Oscura que es artífice de éste lugar.

La ciudad está estructurada de forma inteligente. Acompañadas por caminos tallados en la misma roca en la que se anclan, una miríada de pasarelas de piedra unen de forma bastante eficiente todas las agujas que se clavan, algunas de forma casi horizontal, en el cráter. En éstos arrabales residen los hombres corrientes: Iniciados, esclavos, criaturas capturadas y creadas por el Credo. El corazón de la Urnebryzia descansa en el centro de la gran chimenea del Nagrath, flotando silenciosamente a gran altura sobre el magma; una Torre dantesca, tal vez no demasiado ancha pero tan impresionantemente alta que se escapa de los confines del volcán por la parte superior de su chimenea. Aparentemente hecha de una sola piedra negra completamente lisa y pulida, nada la ancla ni sostiene al volcán, y sin embargo se mantiene erguida en perfecto equilibrio en su centro, rodeada de las docenas de agujas que conforman el resto de la ciudad. Aparentemente, es un lugar reservado sólo a los miembros de pleno derecho del Credo.

Viéndolo, uno tiene una sensación hormigueante en el pecho, como si sintiera que todos los males del mundo pudieran provenir de aquella torre, de aquel lugar.



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