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Camino a la capital

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Mensaje por Auria 24/08/10, 12:49 pm

Muchas veces se decía a si misma que no era ella quien buscaba gente, sino que era la misma gente quien la buscaba ¿Era acaso que se buscaban su destino? O quizás simplemente no podían evitarlo, aunque ella prefería pensar que ellos mismos se lo buscaban, todos ellos eran impuros y merecían las cosas que les sucedían. En cierto modo, ella era una salvadora, los libraba de su pecado. Auria sonrió bajo la capucha "maldita puta mentirosa" lo único que deseaba era un poco de sangre.

Se encontraba sentada en la sucia taberna de un pueblucho alejado de la ciudad, su idea era ir a la capital, pero la noche llego y necesitaba un lugar donde dormir. Sin embargo, la misma noche le iba a demostrar que a cada momento las oportunidades no escaseaban. Nunca ocultaba su profesión como medica al llegar a un nuevo lugar, era un buen tema de conversación, y la gente solía bajar la guardia ante los “profesionales”.

Alguien entró corriendo al lugar, algo agitado ya que al parecer había corrido todo el trecho. En cuanto logro calmar su respiración balbuceó:

- Un medico, necesito un medico – El tabernero solo señalo con la cabeza a Auria, sin decir una palabra. El recién llegado la miro con la angustia pintada en el rostro – Por favor, venga conmigo.


Sin pensarlo Auria se levanto y siguió al tipo, salieron a toda prisa, fuera hacia mucho frió, era el invierno más helado que muchos habían visto en toda su vida, ambos se envolvieron en sus respectivas capas y caminaron a buen paso. Era solo un pueblito, no tenia siquiera tantas casas, por lo tanto no tardaron en llegar. El hombre le abrió la puerta dejándola pasar primero, la doctora vio el típico hogar de campesinos, un cuarto grande que hacia a la vez de comedor, sala de estar y cocina, hecho todo en madera, piedra y algo de paja, a un costado podía ver una puerta que seguramente dirigía al cuarto de los padres y los hijos. Todo el lugar era nauseabundamente familiar, dulce, lleno del amor de los padres hacia su prole, y de estos hacia ellos.

- Es mi hijo – Dijo el campesino – Tiene fiebre y no logramos que baje.

- No se preocupe, buen hombre - Dijo Auria apoyándole una mano en el hombro – Todo estará bien.

Lo primero era sacarse a los padres de encima, si la molestaban con sus estúpidas preguntas mientras trabajaba no podría hacer nada. Miro a la madre, una mujer sucia y desaliñada, producto de años de cuidar niños y trabajar la tierra, tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no arrugar la nariz. Dijo algunas palabras dulces a la preocupada señora antes de entrar al cuarto del niño, pidiéndoles que esperaran fuera.

- Voy a trabajar mejor estando tranquila, aparte, corren riesgo de enfermarse también estando en contacto con el enfermo - Ambos asintieron y agarraron a sus dos hijos mas pequeños para que no entraran al cuarto. “Con que eran cinco integrantes en total, que interesante”

Entró al cuarto, estaba completamente oscuro salvo por una vela cerca de donde descansaba el enfermo, un niño de unos catorce años, ya todo un hombre para la gente de los suburbios, de seguro ya trabajaba en los maizales. Se acerco despacio a su cama y lo contemplo, al menos por el momento como una medica a su paciente. Volaba de fiebre, estaba transpirando y al parecer tenia pesadillas, sin duda debía ser una gripe muy fuerte, pobre asqueroso y sucio niño, de seguro le costaría mucho recuperarse.

- Mejor vamos a terminar con esto pronto así pasamos a lo siguiente ¿Te parece? – El niño dormía, y entre pesadilla y pesadilla la voz de la mujer no llego a sus oídos, nunca llegaría por supuesto. No era necesario mucho esfuerzo, en cierto sentido era hermoso lo fácil que resultaba – Mira lo simple que es curarte, mi pequeño – Dijo mientras con dos dedos le cerrada la nariz y con la otra mano la boca. El chico se convulsionaba débilmente, pero la fiebre que llevaba gestándose varios días lo tenían muy débil, no lograba mas que hacer reír a Auria, quien sabia bien que no había nada que pudiera hacer.

Pronto los movimientos secaron, la mujer lo soltó contemplando feliz su trabajo, le había quitado la fiebre, ¿o no? Le seco la frente llena de transpiración y lo cobijo bien en la cama común, hasta parecía que dormía, que hermoso se veía, tan joven , tan puro, no pudo evitar besarle la frente antes de salir del cuarto.

- Listo, ya le bajo la fiebre – Dijo Auria con gesto satisfecho, la madre llorando se lo agradeció, le ofreció comida a modo de pago y pasar la noche en la casa – Muchas gracias, señora, será un placer.

Comieron entre risas y cuentos, los felices padres contaron anécdotas de sus tres hijos, de las aventuras y desventuras que habían pasado juntos, las veces que habían tenido que castigarlos por meterse en líos. La doctora reía y agregaba oportunamente algún que otro comentario, la familia entera ya la adoraba, tanto por su alegría, como por su profesionalismo, los entretuvo con la charla hasta altas horas de la noche, evitando así que fueran a ver a su hijo y corrieran riesgo de contagiarse.

- Bueno, ya es tarde, será mejor que descansemos un poco – Dijo el granjero levantándose de la mesa – Puede dormir en el sillón frente al fuego si le apetece.

- Es usted muy amable – Dijo Auria ayudando a levantar la mesa – tengan cuidado de no despertar al enfermo, de seguro es la primera vez que descansa en muchas horas.

Luego solo miro con calma como todos iban a los cuartos, los niños dormían todos juntos en la misma cama, mientras que los padres tenían su propio colchón. Siguiendo las indicaciones de la doctora, nadie molesto al niño que dormiría por siempre, siquiera sus hermanos que lo abrazaron contentos de que estuviera bien en un principio.

La noche siguió su curso, todos en la casa ya dormían, pero Auria tenia un problema, el insomnio no la dejaba pegar un ojo. Se levanto en completo silencio sin ponerse las botas para ahogar aun mas el sonido de sus pasos, se dirigió al cuarto. Abrió la puerta lentamente, centímetro a centímetro y miro dentro, todos parecían dormir, profunda y despreocupadamente dormidos.

Sus pies se movieron solos junto a la cama, contemplo durante algunos minutos a la luz de la luna la suave respiración de la familia, lagrimas de felicidad brotaron sin que pudiera detenerlas, es que lo que iba a seguir sería tan hermoso. Sacó dos bisturíes de su bolsillo, uno en cada mano con el brillo del filo como único reflejo de lo que estaba a punto de hacer. Apoyo un filo en cada cuello y con un rápido y certero movimiento los corto al unísono, salpicándose entera en el proceso. La pareja abrió los ojos y se agarraron el cuello, pero esa clase de cortes actuaban rápido y gracias a lo profundos que habían sido no pudieron gritar, ahogándose al final en un charco de su propia sangre.

Auria contemplo todo bañada en su sangre, sus ojos eran los de una persona que ha consumido su droga, completamente idos mirando el vacío. Torció la cabeza en un ángulo algo extraño, y una sonrisa se hizo presente por fin en sus gestos, pero la sangre ya se enfriaba, y era el momento de terminar con todo. Se levanto de la cama matrimonial y fue a la de los niños, parecía dormidos, pero un ligero sollozo le indico que se equivocaba.

Levanto con suavidad las colchas contemplando la bella escena, y es que el hermano mayor ya estaba azul por las horas transcurridas y sus hermanos por fin se dieron cuenta que este no estaba durmiendo, aterrados, el miedo y el asco les impedía pensar con claridad.

- Shhh, shhh, tranquilos mis niños, todo estará bien – Dijo la mujer ensangrentada, llenando de locura la mente de los pequeños, pero antes de que corrieran los agarro a ambos del cuello y apretó con toda su fuerza. Con tan solo tres y cinco años su resistencia era bastante pobre, mas que rasguñar un poco los brazos no podían hacer nada. Pronto estaban muertos también, y Auria se encargaba de arroparlos con dulzura en su camita.

Iba a marcharse por fin, al parecer ya toda la familia descansaba tranquila, pero sus gestos eran tan tristes, ¿Por qué siempre estaban tan tristes las personas cuando se marchaba? Debía ser que en verdad le tomaban aprecio. Se acerco una vez mas a cada uno de ellos para calmarlos, para que ya no estuvieran tristes, con uno de sus cuchillos mas afilados les iba dibujando una sonrisa de oreja a oreja. Ahora si podía irse...

- Adiós buena gente, que tengan dulces sueños – Dijo cerrando la puerta tras de si, tomo sus cosas y dejo el hogar, ya no tan alegre, ya no tan familiar, ni tan acogedor.

Iba a ponerse su capa, pero cuando abrió la puerta noto que llovía a cántaros, que mala suerte que tenia, aunque todo era aprovechable. Llevando la capa en la mano comenzó a caminar por la ruta que iba a la capital, la lluvia lavaba todo rastro de su anterior trabajo, la muchacha levanto la vista dejando que el agua le bañara el rostro. Se sentía delicioso, al final había resultado ser una noche maravillosa, cuando ya estaba lo suficientemente limpia se puso por fin la capa y siguió caminando sin frenar ni una vez, sin mirar hacia atrás.

El camino era largo, sobre todo para caminar sola, sin caballo o mula que la llevara a una al menos, pero no se quejaba, al amanecer ya había recorrido un importante trecho.

El sol salía por el horizonte anunciando un día hermoso, sin una sola nube, Auria se sentó bajo un árbol a comer una manzana, su primer receso desde que saliera del pueblo.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 29/08/10, 08:46 am

Llevaba unos meses aprovechándose de forma desconsiderada de la amabilidad de las gentes del lugar, pero cabía añadir que no se arrepentía de nada. Todo lo contrario, de hecho: desde que llegara con Mayo y descubriera el sabor rural de las recetas tradicionales de las familias granjeras de Moramaile, había quedado fascinado con las pequeñas granjas de la zona. Ah, la cocina casera, nada que ver con los tugurios de mala muerte que solía frecuentar en Trinacria. Y además le salía gratis; era sorprendente cómo a veces una buena historia valía más que un puñado de monedas.

Así era como había conocido a varias familias de la zona: presentándose a la puerta, siendo cortés, rápido en detectar y comentar alagadoramente todos los pequeños detalles que la anfitriona le había dedicado a su casa para embellecerla, sentándose a la mesa a la mínima invitación y haciéndose querer a base de historias - algunas ciertas, otras menos. Les hablaba a aquellas aburridas gentes atrapadas en su monótona vida de dragones, palacios, tesoros, del bien y del mal, de bardos guerreros y duelistas poetas. Normalmente le invitaban a la comida después de eso, y en ocasiones hasta la pedían que pasara la noche con ellos. Zeiss se contentaba con el granero, y así se lo decía, pero no se negaba el desayuno a la mañana siguiente antes de volver a partir.
¿Cómo no había descubierto antes aquel medio de vida? Además, después de haber robado algo en la ciudad no había como irse al campo hasta que olvidaran un poco su cara.

Lo cierto es que aquella mañana, despues de haber pasado una agradable noche sin tener que soportar el frio de la intemperie, le estaba mas agradecido que nunca a las familias de la zona. Había partido pronto porque los granjeros se habían levantado antes del alba, le habían dado de desayunar y el no quería molestar más. Otras veces se había quedado un rato durante el día y les había ayudado con sus labores, pero no aquella vez. Le apetecía dar un paseo, y otro de sus entretenimientos era charlar con los viajeros que encontraba por el camino, y aquella mujer sentada a la sombra de un árbol tenía toda la pinta de andar de paso.

Así que eso hizo.

- Señorita, permítame que la salude. ¿De dónde viene vuestra merced y que manipulaciones del destino la han llevado a cruzar tan agradable valle?

Aquel día comenzaba grandilocuente. Se preparó a que la mujer le devolviese una mirada extrañada.
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Mensaje por Auria 30/08/10, 09:33 am

Auria se encontraba cómodamente recostada contra el árbol, caminar toda la noche la habían dejado algo cansada. Había sacado una manzana que había comprado en el pueblo, se la veía deliciosa, o quizás el hambre cambiaba su visión de las cosas, como bien sabia que solía pasar con los enfermos. Los puntos de vista eran tan variados como la cantidad de personas que lo vieran.

Distraída con sus pensamientos siquiera se dio cuenta que un extraño se acercaba, le daba pequeños mordiscos a la manzana aquí y allá, aburrida de todo, aun podía sentir el olor a sangre que salía de su ropa, ropa que por el momento tapaba con la capa para evitar preguntas indiscretas. Ese delicioso aroma hacia que la fruta tuviera aun mas rico sabor, pensaba la asesina.

Al hablar el extraño Auria no hizo mucho caso, escucho la pregunta sin mirarlo, luego dejo caer la cabeza hacia el costado, observándolo con una mirada absolutamente vacía, y una sonrisa algo retorcida en el rostro.

- Señor – Empezó inclinando la cabeza a modo de saludo- Vengo de algún lado – Dijo haciendo un gesto vago que no apuntaba a ningún lugar – Y no sé si es lo que quiere el destino, pero yo me dirijo a la capital.

Al terminar de hablar le dio otro mordisco a la manzana mientras seguía contemplándolo, casi con mirada impertinente. El joven era alto y con buena contextura física, obviamente no era un campesino, tal vez un viajero, supuso Auria, tenia los cabellos mas largos que había visto nunca, y unos ojos que no sabia si por el color o por la mirada, pero resultaban muy extraños. En resumen, no parecía una persona cualquiera.

La manzana se termino y la muchacha tiro los restos al costado del camino, se puso en pie de un solo movimiento, tomo su maletín y acomodo su espada. No había pensado en estar acompañada por el camino, aunque si la situación surgía tampoco pensaba negarse.

- ¿Busca el caballero una compañera de viaje? – Dijo mirándolo con la misma actitud vacía que la caracterizaba.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 30/08/10, 07:38 pm

De haber sabido que aquella mujer era tan "particular" posiblemente no se hubiera acercado... o lo habría hecho con mayor prisa y dando saltitos de impaciencia. En el fondo aquel tipo de personas de aspecto recio, implacable y, por qué no, encantadoramente frías eran un pequeño reto a la hora de tratar con ellas, y una alegría tanto que rieran de corazón como que se enfurecieran y comenzaran a perseguirlo a uno por el jardín... Y a Zeiss le encantaban los pequeños retos - y en ocasiones también los grandes, pero sobre ese tema habría que entrar en demasiados detalles.

De todas formas, desde lejos no se había dado cuenta de que se trataba de una mujer especial de las que ya conocía varias, con lo que se reprimendó interiormente por su falta de observación y echo la culpa al buen clima de aquel día, que desviaba su atención. Ella en cambio no parecía privarse del don humano que es la capacidad de inspeccionar visualmente y retener detalles de otros compañeros de raza. Oh, por supuesto, a Zeiss no le molestaba ni mucho menos la forma en la que le miraba: hasta le halagaba ser así su centro de atención, y quiso hacerle saber que era consciente de ello via una sonrisita medio tímida como reacción al interés de la chica. Tampoco era un problema para él su forma de hablar: sus respuestas eran muy esquivas, pero no era algo que a Zeiss le preocupara.

- Algunlado es un sitio muy bonito - respondio con la evidente intención de resultar educado -. He estado dos veces; una por negocios y otra por afición. Aunque no sé si se habrá resuelto ya el asunto que había con el pozo. Yo era de los que pensaban que no estaba envenenado.

Sonrió inocentemente, las manos cogidas a la espalda como un niño pequeño.

- ¿Y qué menesteres llaman a una algunladiense a Trinacria?... Soy un descortés, ¿verdad?, y no tengo por qué meterme en asuntos privados. Todo el mundo me lo dice, pero es más divertido así. Los paisajes mejoran con compañía ¡y! (y esto es muy importante) ¡y! con historias. Así que es cierto que me gusta encontrar compañeros de viaje, gracias por preguntar y ofrecerte voluntaria. Hace un buen día, así que yo apostaría por partir ... ya. Deja que guíe yo.

Volvió a sonreír.
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Mensaje por Auria 31/08/10, 12:24 pm

Contrario a lo que esperaba el sujeto no se marchaba, ni se ofendía con sus miradas indiscretas y su tono frío. No se había equivocado al suponer que no era un sujeto cualquiera, incluso parecía emocionado ¿Qué rayos le sucedía? Casi podría sospechar de sus intenciones, pero era pleno día, y verdaderamente no era del tipo de mujer que temía al sexo opuesto. Sería muy interesante ver como era por dentro, pero para eso había tiempo de sobra, primero tenia que ser sociable.

¿Por qué sonreía cuando lo miraba? ¿Acaso se sentía orgulloso de ser objeto de la curiosidad de alguien? Tantos años de medicina le habían enseñado muchas cosas sobre como eran las personas físicamente, pero poco y nada de su conducta. Al final, la actitud complaciente y orgullosa del sujeto le resultaba incomprensible y algo estúpidas. No contesto al chiste por esto mismo, esperando mejores momentos para actuar como alguien afable.

Tenia que admitir que la había sorprendido al contestar su propia pregunta exactamente como ella pensaba contestarla, levanto una ceja en signo de interrogación, mirándolo como sin entender como iba la cuestión. En segundo dijo montones de cosas, no estaba segura ya si contestarle, pero bueno, una charla se hace de a dos, y estaba pasando por leves minutos de buen humor.

- Sin duda eres un descortés, pero no tengo asuntos privados donde puedas meterte. Soy medica y voy a la capital a trabajar - Aclaro para zanjar el asunto – Y el paisaje mejora solo si la compañía es buena, así que esfuérzate - Los minutos de buen humor ya habían pasado, la sangre le hervía una vez mas pidiendo lo que consideraba su derecho. “Espera, espera, todo a su momento”, se calmo a si misma.

Si lo que quería era guiar que así fuera, aunque por el momento el camino era un solo y bien claro de seguir. Por suerte no tenia apuro, si les tomaba varios días era igual, nadie la esperaba, a los sumo, la perseguían.

- Como quieras, se el guía si eso te hace feliz – Dijo frunciendo los hombros, luego se colgó el maletín al hombro y comenzó a caminar – Y por cierto, me llamo Auria ¿Tu eres?...


Última edición por Auria el 01/09/10, 08:44 am, editado 1 vez
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Mensaje por Zeiss Ethesian 31/08/10, 08:49 pm

En cuanto Auria comento lo de que el paisaje solo mejoraba si me compañía era buena, Zeiss asintió aprobadoramente con la cabeza, con rostro totalmente convencido e incluso indignado.

- Te comprendo - corroboró, y comenzó a andar frente a ella -. Hay tanta mala compañía por allí suelta con la que uno puede encontrarse. Gente que comienza a parlotear y no para; como si nos interesara lo que tienen que contar. De repente te dan la espalda, comienzan a hablar, y siguen y siguen sin la menor consideración; ni siquiera le pregunta por su opinión al acompañante. Casi como si estuvieran solos; podrían estarlo y a penas se notaría la diferencia, porque ademas por su forma de hablar parece que intente minimizar las pausas y asi hablando tan seguido no hay quien les entienda. Y en cuanto pueden, desvían y comienzan a hablar de sí mismos y de sus experiencias varias - totalmente ordinarias, por cierto. En mi vida he encontrado gente peor, y eso que he conocido a mucha mala calaña a base de frecuentar posadas y tabernas, como tengo costumbre dado que mi profesión requiere mucho viaje. Y realmente los aguanto como puedo, pero ya en el punto en el que siguen hablando y parecen olvidar hasta presentarse - suspiró resignado -... es insostenible, ¿no le parece?

Se giro hacia la mujer, deteniendo la marcha, mirandola con los párpados medio cerrados y una sonrisa entre suficiente y divertida.

- Aunque de vez en cuando tienen la pequeña decencia de recordar que no están completamente solos - añadió con un teatral gesto de la mano -. ¿Puedo ofrecerte un higo seco para mordisquear por el camino?
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Mensaje por Auria 01/09/10, 11:54 am

Auria escucho el principio del largo, largo, largo monologo del hombre, al final se convirtió en parte del sonido de fondo, y la muchacha no podría recordar nunca de qué le había hablado. Miraba a los costados del camino, a veces se veía algún que otro animal corriendo, marcas de ruedas y patas de caballo en el camino, era un lugar transitado después de todo, esperaba que nadie apareciera de improviso. Al parecer con un aparecido de la nada le alcanzaba...

-.... ¿No te parece? - Fue lo primero que escucho.

- Si, si, completamente de acuerdo – Dijo distraída mirando aun al costado del camino, pero con tono completamente seguro de lo que decía.

No entendía qué le pasaba a ese sujeto, y no estaba segura de querer averiguarlo. Era como si estuviera actuando un personaje muy exagerado todo el tiempo, lo que no tenia sentido era el móvil, ¿Qué pretendía? No dejaba de hacerse esa pregunta, ¿Es que no podía pasar el viaje calmado, callado y morirse a la noche cuando estuvieran acampando como el resto de las personas?

- ¿Higo seco? – Miro el oscuro fruto en mano de hombre – De acuerdo – dijo tomándolo.

Hacia un tiempo que no comía de ese fruto en particular, nunca estaba de mas tener algo en el estomago. Iba dándole mordiscos mientras seguían caminando, sin poder evitarlo no le quitaba la vista de encima al extraño sujeto, pero tenia un motivo importante, no le había dicho cual era su nombre.

- Oye, me importa muy poco que te la quieras pasar parloteando, pero no me dijiste tu nombre – Podía ser todo lo extraño que quisiera, pero no era normal evitar mencionar una información tan básica.

Se estaba cansando del jueguito, se iba a terminar o se iba a terminar, si no fuera porque no estaba segura de cuales eran sus habilidades, probablemente ya sería un bulto al costado del camino. Auria se revolvió un poco el pelo con la mano libre, tenia que dejar de pensar esas cosas por el momento, no podía dejarse llevar por su sentir.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 01/09/10, 06:40 pm

Se quedó con el gesto congelado en el rostro, tendiéndole aún el higo seco que ella cogió de su mano. Era evidente Auria no le había estado escuchando, y Zeiss parecía verdaderamente dolido por ello. Se quedó un momento con el gesto petrificado antes de bajar la mirada y pasearla por el suelo.

- Oh, me siento poco querido - murmuró.

O al menos estuvo verdaderamente dolido durante dos segundos; pareció olvidar el asunto con inusitada rapidez. Al igual que Auria anteriormente, se distrajo en el paisaje, observándolo como lo habría hecho un poeta romántico con cierta nostalgia y un residuo de tristeza.

- ¿Oh? - se sorprendió cuando escuchó que le hablaban, pero no abandonó su gesto - Sí, que no te he dicho mi nombre ya te lo hice notar yo, pero no me escuchaste. ¡Tan magnífico monólogo malgastado...! Me duele en lo más profundo del corazón. O quizás no. El caso es que me llamo Ze... Perdón - tosió -, me he atragantado. Zecilio, como te decía. Sip, ese es el nombre que me dieron mis padres. No fue en un ataque de sentido del humor; más bien tenían mucha familia con el mismo nomre y decidieron llamarme igual.

Desvió la mirada, aun perdida en el horizonte, hacia otro punto del paisaje.

- Será mejor que vayamos por aquí, campo a través. Es más rápido. Sé que parece que retrocedemos un poco en lugar de avanzar, pero no te preocupes. Por otro lado, Auria es un nombre bonito.
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Mensaje por Auria 03/09/10, 08:46 am

Fue muy bajo, pero escucho el murmullo del hombre mientras daba los primeros mordiscos al higo seco. Consideraba que era un comentario bastante acertado, y estaba aliviada de que por fin se diera cuenta, aunque, que ella recordara, nunca le había dicho que le tenia aprecio. Por otra parte, si se enojaba y se iba no podría expurgar su alma luego, aunque nadie decía que tenia que hacerlo con todas las almas que se cruzaba, solo con las que la suerte y la oportunidad la ayudaran.

- No digas tonterías – Dijo encarándolo, acerco una mano y le acaricio el rostro en gesto dulce – Nadie dijo jamas que fueras querido para empezar – Luego lo soltó y dejo que el asunto se diluyera.

Al menos ya tenía su nombre, parecía poca cosa, pero no iba a caminar junto a un hombre completamente desconocido. Pobre, los padres habían sido unos bastardos al ponerle semejante nombre, algunos nacían con suerte, otros no tanta. Tiró lo que quedaba del fruto al costado del camino y esta vez si escucho lo que Zecilio tenia que decirle, aunque omitiendo los detalles molestos para evitar matarlo en ese mismo sitio.

- Si dices que es mejor salirnos del camino, te creo – Por el momento al menos no tenia tantos motivos para dudar del sujeto – No conozco el camino... – Y era cierto, nunca había ido a pie a la capital, antes... Antes las cosas eran muy diferentes, su familia tenia una buena posición económica, la orden la tenia en alta estima, no había tenido necesidad de hacer cosas mundanas como caminar.

Sacudió la cabeza para olvidar esas cosas estúpidas, era muy pocas las veces que recordaba como eran las cosas antes, en general estaba ocupada en asuntos del presente, o su mente se encargaba de no acordarse, quizás por su propio bien, había perdido demasiadas cosas y ganado nada a cambio.

Mientras pensaba había seguido caminando junto a Zecilio campo a través como había sugerido, el día seguía avanzando y ninguno de los dos decía mucho, de vez en vez su compañero comentaba cosas sin mucho sentido, lo cual hacia que Auria dudara incluso mas de su cordura.

- ¿De qué trabajas? ¿Y a qué vas a la capital? – Pregunto con un poco de interés, cuando ya habían pasado muchas horas desde que abriera la boca por ultima vez.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 03/09/10, 10:18 am

Posiblemente Auria no le estuviera escuchando la mayoría del tiempo, pero Zeiss mantuvo su rutina hablar/callar a intervalos regulares durante todo el trayecto. La jornada se compuso por tanto de largas horas de observación del paisaje en silencio, y de otras en las que se escuchaba hablar a Zecilio a toda velocidad de fondo. Es cierto, la mayoría del tiempo se dedicaba a decir cosas sin sentido. Si no le escuchaban, tanto daba.

Pero sí que fue un detalle por parte de Auria iniciar una conversación en un punto en el que ambos estaban completamente en silencio.

- Soy ayudante de mayordomo en una casa de bien. En realidad es puro enchufe; mi padre es el mayordomo. De cualquier forma, voy hacia Trinacria porque allí es donde trabajo, pero me tome unos días para ir a visitar a una hermana enferma, casada con un granjero de la zona - Fue una suerte que Auria no le hubiera estado escuchando con demasiada atención antes, porque se había declarado tendero hacia unas cuantas horas -. Esto me convierte en un pobre hombre con poca idea de las armas, así que en realidad no soy buena compañía para tan delicada flor.

Parpadeó varias veces con inocencia, lo que de alguna forma marcó más la cursilería de su última frase.

- Y hablando del tema, pronto caerá la noche y no queremos que nos pille. El duro suelo será demasiado para vos, así que propongo que nos detengamos en una granja cercana, cuyos inquilinos ya me conocen y estarán sumamente dispuestos a acogernos.

Señaló vagamente con la cabeza hacia delante, hacia una pequeña granja con granero, anaranjada en el sol del atardecer. Prácticamente habían llegado, y no tardaron mucho más en alcanzarla. A la entrada, un perro ladró alegremente al escucharles acercarse.

- ¡Bruto, bonito! - le saludó Zecilio, abriendo los brazos.

El perro reaccionó ladrando más a la par que retrocedía un poco. Zeiss insistió un par de segundos más hasta que quedó demasiado evidente que el perro no se acercaría trotando con impaciencia hacia el joven. "No sé qué tienen últimamente los animales conmigo" se quejó lastimeramente a media voz "Ya nadie me quiere".

- ¡Zeiss! - llamó en ese momento una mujer cuyo rostro asomó junto al de su marido al escuchar el escándalo del perro - Qué alegría verte de vuelta. Y justo no está aquí Caen... Qué mala suerte.

Zeiss, que parecía aún un poco decepcionado con la actitud del perro, se giró hacia ella para dedicarle una sonrisa y una mirada inocentona de las suyas.

- No te preocupes, Marga. Volveré otro día para saludarle. Sabes que me encanta pasarme por aquí.

- Claro: te damos de comer... Aún así... En fin... Y veo que hoy vienes acompañado. Por favor, pasad, y preséntanos a la joven. Sólo estamos nosotros dos en la granja y sin Caen está bastante solitario, así que en el fondo agradecemos cualquier visita... Y sí: puedes quedarte a dormir, bribón. El granero ya que no aceptas otra cosa, pero para la muchaca prepararemos una cama. Justo íbamos a cenar.
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Mensaje por Auria 06/09/10, 08:42 am

Con que un mayordomo, bueno, tenia sentido, Zecilio era nombre de mayordomo, aunque el aspecto general del hombre desmentía su historia, algo en su mirada, o en sus movimientos quizás. En resumidas cuentas, Auria no sabia si creerle o no, pero si le estaba mintiendo haría que se arrepintiera, nadie la engañaba y salía como si nada.

- Una extraña cicatriz para un mayordomo – Dijo analizando la vieja herida con atención de medica - ¿En qué tarea domestica puedes hacerte semejante herida? – Pregunto mirándolo fijamente, en lo que respecta a lastimaduras no le iban a mentir. Por supuesto que ignoró el supuesto cumplido con una mirada de hielo absoluta, no iba a distraerla con tonterías.

La idea de pasar una noche en alguna casa fue la primer cosa coherente que le escuchaba decir, no es que no pudiera dormir a la intemperie, si era necesario podía hacerlo, pero si podía evitarlo... Aparte, al menos eso le demostraba que la idea del hombre no era aprovecharse de ella mientras dormía o algo similar, ya que entonces no hubiese propuesto algo así.

Caminaron poco mas y se toparon con la casa, Auria la miró de arriba abajo, era exactamente igual que todas las anteriores que había visitado, por un momento espero ver como tres niños pequeños salían de la misma, riendo y saludándola, agradeciéndole por haberlos curado. Volvió rápido del delirio, es sabido que si hay algo que los humanos no tienen es originalidad, todas las casas de granjeros son iguales: Útiles.

Era obvio que el perro no pensaba ir a su encuentro, no eran seres que le gustaran mucho, siempre resultaban molestos, babosos, ruidosos y sucios, ninguna de las características que consideraba buenas. Una dulce pareja salió a recibirlos, al menos era verdad que conocía a los propietarios de la vivienda. Dos de esos típicos granjeros salió a saludarlos, Auria se mantuvo al margen en un comienzo, pero en cuanto el tema giro hacia ella una sonrisa encantadora ilumino su rostro.

- Mucho gusto, mi nombre es Auria – Dijo mientras realizaba una pequeña reverencia, lo cual traiciono sus orígenes - Gracias por ofrecernos tan hermoso lugar para dormir.

Parecía otra mujer en verdad, su tono era muy ameno y dulce, sus ojos habían perdido la frialdad que la caracterizaban, era todo encanto y dulzura. Le importaba poco y nada que Zecilio notara el cambio de comportamiento, él tampoco estaba al margen del asunto, a cada minuto que pasaba le creía menos el personaje.

- No sabía que Zeiss era diminutivo de Zecilio – Susurro mientras los guiaban dentro de la casa.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 06/09/10, 06:57 pm

- La cicatriz me la hizo el gato del señor cuando yo era mas pequeño... o eso es lo que me gustaría poder contarle a la gente, porque es menos embarazoso que la verdad. De rodillas limpiando no vi unos hierros y para cuando me levanté... - Hizo un gesto de resignación, medio señalando su rostro - Me pasa por no ir con cuidado.

Si a Zeiss le sorprendió la súbita amabilidad de Auria, no dijo nada al respecto. Sí que tomó nota, en cambio, del familiar olor metálico que sintió cuando al pasar junto a ella dentro de la casa, inclinó un poco la cabeza para escuchar su susurro; la extrañeza se leyó por un segundo en sus ojos antes de que volviera a su gesto entre infantil y divertido.

- Se portaron tan bien conmigo, que me dio vergüenza decirles mi nombre real y me inventé uno como pude - se acercó un poco más a ella para susurrar -... No les digas nada al respecto, no quiero que me tomen por mentiroso.

- Por favor, sentaos - decía Marga, ofreciéndoles un asiento en el banco junto a la mesa. Zeiss le devolvió la sonrisa y se apresuró en hacerle caso.

Marga era una mujer de poco menos de cuarenta años, que se había casado muy joven y había tenido un único hijo: Caen, un joven que ella definía como apuesto, aunque es cierto que todas las madres alagan igual a sus hijos. En su rostro se veía el cansancio de toda una vida de trabajo, del alba a la puesta de sol, pero también la vitalidad necesaria para aguantarlo y seguir adelante, la satisfacción de la tarea bien realizada y una existencia sin remordimientos. La pequeña granja que tenían había prosperado gracias a ella, según les explicó el taciturno esposo a lo largo de la cena, siempre mediante cortas intervenciones dado que parecía tener dificultades a la hora de articular más desarrolladas frases. Ella se apresuró a desmentirlo, aunque cualquiera habría notado que se trataba de una mujer mucho más inteligente y vital que su marido. Le faltaba, en cambio, cierta belleza; su nariz era algo aguileña, su cabello demasiado indómito recogido en un moño alto, que no llegaba a disimular del todo su aspereza y rebeldía. Gozaba a pesar de todo de un cuerpo agradablemente rollizo y de unos labios carnosos que de por sí habrían sido la delicia de los poetas... pero que habían quedado abandonados en una granja de Moramaile, lejos de cualquiera que pudiera apreciarlos.

Así transcurrió la cena, sin mucha incidencia ni comentarios que brillaran por su ingenio. Los dos granjeros se interesaron por Auria, su profesión, los motivos de su viaje; le ofrecieron repetir de todos los platos; comentaron sobre su belleza y juventud y lamentaron de nuevo la ausencia de Caen. Ya había caído el sol cuando al fin se levantaron de la mesa, y ofrecieron guiar a la joven a su habitación para que descansara. Invitaron a Zeiss a que se dirigiera al granero por su propio pie, con lo que él se despidió con una educada reverencia.

Pero lo cierto es que estaba preocupado, y quería hablar con Auria. Al salir de la casa, en lugar de dirigirse al granero la rodeó para alcanzar la parte de atrás hasta la habitación de invitados, en la planta baja; siempre desde la oscuridad, desde donde se apreciaba sin problemas la luz titilante del cuarto. Marga terminaba en aquel momento de hacer la cama, y se disponía a salir de nuevo por la puerta.
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Mensaje por Auria 10/09/10, 09:42 am

Era obvio que no había creído la historia de Zecilio en lo absoluto, ese tipo de herida no se hacia con errores tan estúpidos, eran demasiado profundas como para que se las hiciera el mismo, y también muy largas, eso tuvo que haber sucedido peleando, o algo similar, una herida causada por un tercero. Pero mas allá de eso, Auria no dijo ni una palabra, si le mentía por algo era, quizás tenia algunos secretos que no quería confesar y eso estaba bien, porque así ella tampoco tendría que decir la verdad.

¿Qué no quería que lo tomaran por mentiroso? Pero que gracioso era, si se la pasaba mintiendo, no estaba segura de cuál era la realidad y cual la mentira, pero si estaba segura que varia de la información que le había dado no era real. La choza estaba humildemente amueblada, con cortesía la asesina acepto sentarse, agradeciendo el gesto y disculpándose por no haber traído nada como presente, etc, etc. Todas las frases típicas que se suelen decir al llegar a un lugar nuevo.

Mientras comían escucho con atención, interviniendo cuando era correcto hacerlo, intercambiando cumplidos con la dueña de casa. Tenia mucha mas hambre de la que había pensado antes de tener la comida en frente, es que habían estado caminando todo el día casi sin probar bocado, así y todo se tomo su tiempo para terminarla, los viejos modales nunca se terminaban de dejar. La mujer parecía bastante avispada, eso podía causarle algunos problemas a largo plazo ¿Problemas para qué? Bueno, las viejas costumbres son difíciles de dejar, como bien se dijo.

Los anfitriones se comportaron extremadamente amables, cosa que solía sucederle sobre todo luego de decir que era medica, su carrera le abría las puertas del mundo incluso ahora. Y Auria devolvía cada uno de los halagos con otros de igual valor, como cabría esperar, aunque cada vez que podía desviaba la vista hacia Zecilio, intentando distinguir sus intenciones.

La asesina se levanto y se ofreció a ayudar con la mesa, para así pagar al menos de algún modo tan hermosa velada, la mujer rechazo la ayuda como era de esperarse y la guió directo al cuarto. La siguió sin mas y espero mientras armaba la cama, siempre intentando mantener una charla amena, luego la observo salir mientras le deseaba buenas noches.

Sola por primera vez en el día, Auria suspiro y se relajo, el sonriente rostro se volvió serio de la nada, sus ojos se tornaron fríos una vez mas, y un gesto de asco se instalo en su rostro para no marcharse mas. Estaba cansada del campo, ya quería llegar a la capital de una vez y estar entre las personas civilizadas, pensó mientras se quitaba por fin la capa que había llevado todo el tiempo, sus ropas aun estaba manchadas de sangre, no había tenido oportunidad de limpiarlas y ya comenzaban a oler.

- Incluso muertos te siguen molestando – Era completamente injusto, ella los redimía, los ayudaba a que descansaran en paz ¿Y ellos que le daban a cambio? Ropa apestosa, eso le daban.

Necesitaba descansar en una posada de alta calidad como las de antes, darse un buen baño y sobre todo evitar el contacto humano durante algún tiempo. Ir a la capital podía traerle unos problemas extra, como el riesgo de cruzarse con caballeros de la dama, o espías que dieran cuenta de su posición, si la encontraban con suerte su vida tendría un rápido final.

Colgó la capa del respaldo de la cama, sin notar aun la presencia del hombre, debajo tenia una camisa muy ajustada negra de mangas largas abotonadas en las muñecas, unos pantalones marrones oscuros también apretados, con un cinturas y unas botas que hacían juego. Así y todo podía notarse las manchas de sangre que teñían la ropa aquí y allá. Comenzó a desabotonarse cuando por fin noto la presencia de Zecilio.

- ¿Qué haces ahí? ¿También espías mujeres por las noches? – Dijo mirándolo fríamente, aunque cierto brillo en sus ojos dejaba entrever que estaba mas irritada de lo normal.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 14/09/10, 06:34 pm

Zeiss se aproximó y al hacerlo la luz de la habitación cayó sobre él, desvelando con mayor nitidez su figura. Sonreía como antes, con la mayor inocencia.

- Hola, Auria - saludó con timidez -. No podía dormir. ¿Puedo pasar?

Pero sin esperar a que le dieran permiso aprovechó para colarse por la ventana abierta, escurriéndose antes de que ella pudiera pensar en cerrarla. De nuevo erguido, sacudió el polvo que pudiera tener en los pantalones con un par de golpecitos con las manos y se estiró.

- Es una bonita habitación - comentó casual -. Dormirás bien hoy. Mañana nos espera un día laaaaaaaargo. Aunque parece que ya has encontrado problemas de camino hacia aquí. Por la sangre, lo digo. ¡Es horrible! ¡Pobrecita! Pero por suerte no parece tuya.

En su rostro se mostraba ahora una exagerada expresión de lastima, misericordia y comprensión. Pero en el fondo de sus ojos había algo duro, amenazante, desconfiado quizás, algo que siempre estaba allí pero que ahora se había intensificado muy levemente. Zeiss sabía esconderlo bien, pero un buen observador se habría percatado del sutil cambio.

- Por supuesto, mi curiosidad me pide una pequeña explicación al respecto. Espero que no te haga revivir ningún episodio traumático.
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Mensaje por Auria 17/09/10, 10:22 am

Zecilio entró al cuarto antes siquiera de que la muchacha pudiera echarlo, era una verdadera lastima, ahora tendría que soportar su cháchara, estaba tan cansada del día, necesitaba dormir un poco. El cansancio, su mal humor por ser espiada, el que entrara sin que le diera permiso, todo se combinaba para dar como resultado un irritación constante, y es que el hombre tenia facilidad para molestarla al parecer.

- Hola, Zecilio, me gustaría decir que es un gusto verte, pero no es el caso – Dijo sin rodeos.

El comentario sobre la sangre la tomo por sorpresa, la repentina llegada del hombre la había distraído, y por un momento había olvidado que estaba manchada. El juego de mentiras se enredaba cada vez más, y Auria no pensaba ceder ni un centímetro de territorio. En respuesta a lo que le había dicho se encogió de hombros y menciono despreocupada.

- Por supuesto que no es mía, soy doctora, y en cada pueblo por el que paso me piden que ayude a la gente – Explico prestando atención a los gestos ocultos de Zecilio – Y lamentablemente no gano tanto como para tener un guardarropa a mi disposición.

Esa explicación bastaría para el común de las personas, cierto era que Auria solía subestimar a las personas en sobremanera, y que el hombre frente a ella no era normal, pero si empezaban a desenmascarar verdades entonces ambas partes salían perdiendo, de eso estaba segura. Se sentó en la cama y se cruzo de brazos, enojarse no la ayudaría en lo absoluto, si dejaba escapar toda su ira perdería el control, y aun no estaba segura de qué era capas ese sujeto, no podía moverse hasta estar segura, su estrategia era siempre la sorpresa, no podía fiarse de su fuerza si peleaba contra un hombre.

- Lo que no entiendo es qué haces a la mitad de la noche en mi cuarto, hablándome de modo acusador sin pruebas aparentes – Comento devolviendo el golpe y cambiando de tema a la vez.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 17/09/10, 02:14 pm

Una cosa era cierta: había llegado con cierta preocupación. Su objetivo inicial era hablar con Auria para preguntarle por la sangre; por si era de ella, en el caso de que fuera demasiado tozuda como para quejarse y pedir ayuda y estuviera aguantando un dolor... y aunque sólo la conocía desde hacía una horas, se lo habría creído perfectamente de ella. La había espiado un poquito (sólo un poquito) por eso.
Pero al ver ese gesto frío, asqueado, que había venido a sustituir la sospechosa simpatía con la que se había recubierto en la comida... no, no pudo evitar sentir que algo no iba bien. ¿Eso era una médico? ¿Por qué parecía tan peligrosa? Tan extraños y de alguna forma tétricos cambios de humor...

A continuación la doctora respondió exactamente lo que él había esperado, y lo que se había preparado para no creer: justificó la sangre por su oficio. Pero a decir verdad, lo que siguió, las reprobaciones, el tono ofendido que creyó adivinar en el fondo de la tranquilidad, le parecieron a Zeiss tan vehementes y humanas, en apariencia causadas por un sentimiento de privacidad violada más que por una hipotética necesidad de guardar un oscuro secreto, que el ladrón olvidó sus sospechas iniciales. Le parecía que la sangre era más reciente que el intervalo de tiempo necesario para llegar del pueblo más cercano, pero pensó que si Auria guardaba un secreto, no debía ser nada demasiado peligroso.

Arqueó una ceja, divertido, cuando quedó evidente que la mujer había leído sus segundas intenciones. Siguió un silencio significativo; y es que quien calla, otorga.

- De cualquier forma- respondió al fin -, he de disculparme por la intrusión. La verdad es que te creía doctora de las que diagnostican y recomiendan brebajes, no de las que se metieran en... euh... anatomía. ¡Buenas noches, Auria, descansa! Y perdona a este pobre infeliz que se ha vuelto loco de soledad hasta tal punto que tiene que colarse por las ventanas para hablar con alguien antes de dormir.

Se escurrió sobre el alfeizar y desapareció rápidamente, rumbo a su granero.
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Mensaje por Auria 20/09/10, 09:15 am

Zecilio tenia toda la razón el gesto ofendido de Auria estaba originado en un sentimiento de violación de la privacidad, aunque no de la privacidad que él creía. Ella creía que la habían espiado, que la habían escuchado mientras murmuraba sola en su cuarto, y era eso lo que la ofendía, lo que la hacia enojar de modo tan obvio. Otros secretos que pudiera tener le importaban poco y nada, por mas que le explicaran lo que era la culpa y el arrepentimiento, no eran conceptos que pudiera entender.

Siguió mirándolo con cara de sospecha mientras hablaba, y hasta cierto punto le causo gracia que pensara que era una de esas curanderas baratas que la gente suele llamar medica. Ella era una estudiosa del cuerpo humano, una profesional formada en los más altos y prestigiosos institutos. El curar a las personas lo era todo para ella, y el amar a la dama lo que le daba fuerzas para soportar todas las pruebas que le podía deparar el destino.

- Buenas noches Zecilio... – Iba a agregar algún insulto, pero creía que ya lo había maltratado mucho para un solo día, mejor dejarlo ir y ya.

Auria se recostó en la suave cama, hacia ya varios días que no dormía la noche entera en una cómoda cama, sus músculos le reclamaban un descanso, sus ojos se cerraban. Siquiera llego a quitarse la ropa, para cuando su compañero de viaje estaba llegando al granero ella ya estaba dormida, profundamente dormida.

Se removía en sueños, algo la molestaba, sueños, murmullos, recuerdos, imágenes que se mostraban reales ante sus ojos una tras otra. Un insistente sonido no la dejaba dormir, abrió los ojos asustada, una vez mas su insomnio se hacia presente, y pedía un bocado nocturno.

Miró la luna por su ventana, ya debían ser como las cuatro de la madrugada, había dormido bastante para sus cánones. Abrió la puerta del cuarto y paso a la cocina comedor, su agilidad le resultaba útil en estos casos, ni un murmullo dejo escapar, mientras miraba el lugar con lentitud, sin saber bien qué buscaba.

En pocos instantes lo descubrió, se acerco para agarrar un enorme balde de aceite para quemar, interesante, no estaba segura de para qué se usaban esas cosas en el campo, pero de donde ella venia, los infieles quemaban bien con esa clase de líquidos. Con calma fue desparramándolo por todo el cuarto,levanto la vista el dormitorio de los dueños de casa estaba arriba, subió los escalones uno a uno con una lentitud casi exasperante y roció con especial hincapié en la puerta y el pasillo de la dulce pareja. Tomo una silla y con cuidado trabo la puerta apoyando la parte superior en el pomo y la inferior bien agarrada en el piso.

Satisfecha con los resultados tomo una brasa del extinto fuego de la chimenea, soplándolo un poco para préndelo aun más. Luego, como si de un descuido se tratara lo dejo caer en el aceite. Este prendió de inmediato, las llamas comenzaron a consumir todo lo que la rodeaba, rápidamente se dirigió a su cuarto, mientras con el balde seguía repartiendo una línea que continuara hacia allí, le causaba gracia la idea de que el fuego la siguiera, finalmente se asomo una ultima vez al otro cuarto para ver como iba todo y tirar el recipiente justo al lado de la chimenea.

Tomo su maleta, y salió por la ventana, corriendo hacia el granero como si en eso le fuera la vida, ¡¡la casa se quemaba!! ¡¡Había que hacer algo o la dulce pareja de campesinos moriría!!

- Zecilio! - Grito mientras abría la puerta del granero – Zecilio, se quema la casa, ¿has algo? – Dijo mientras recuperaba el aliento desesperada.


Última edición por Auria el 04/10/10, 08:22 am, editado 1 vez
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Mensaje por Zeiss Ethesian 20/09/10, 05:28 pm

La seguridad se desvanecía al mismo tiempo que se alejaba del edificio principal... Pero no tenía una sospecha clara en la que basar sus dudas, y por lo tanto éstas no dejaban de ser un sentimiento nebuloso que pesaba sobre él. Al llegar al granero se acostó inquieto, y le costó horrores conciliar el sueño, y se despertó una vez, más tarde a pesar de que todo a su alrededor estaba en el mayor silencio, algo muy poco habitual en él.

Volvió a dormir... hasta que alrededor de las cuatro y veinte la voz de Auria le sobresaltó. Zeiss se puso en pie de un brinco, en guardia y alerta. Por el súbito movimiento la sangre le faltó en la cabeza y se mareó un par de segundos, el suficiente como para que la mujer se adentraba en el granero.

Abrió los ojos desmesuradamente. ¿La casa quemándose? "¿Qué broma es ésta?" comenzó a decir, pero de la puerta abierta se veía un fulgor anaranjado que de ninguna forma podía ser el sol.

Bajó de un salto y corrió hacia la casa, apartando de un empujón a Auria de su camino por las prisas. Vio la maleta, pero no le dio tiempo a hacer nada más; las prioridades eran otras... La casa ardía aún con cierta timidez en la que se adivinaba un futuro vigor que no tardaría en llegar. Zeiss entró corriendo por la puerta principal, pero un manto de llamas le bloqueó el paso en cuanto comenzó a adentrarse por la casa.

- ¡Marga! ¡Cleid! - llamó.

Pero aunque hubiera escuchado respuesta no podría haber atravesado el fuego. El abrevadero, la fuente estaban demasiado lejos como para poder intentar apagar el fuego, y él era un sólo hombre. ¿Por qué ardía la casa? se preguntó en su desesperación. ¿Por qué?

Salió tan deprisa como había entrado y rodeó la casa. El fuego aún no trepaba por las paredes, pero la madera crepitaba alegremente como si ya lo hiciera. De todas formas las llamas no tardarían en extenderse.

- ¡Marga! - volvió a llamar.
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Mensaje por Auria 21/09/10, 09:31 am

Auria entró rauda a tomar a Zecilio por el cuello de la camisa si era necesario, pero que hiciera algo de inmediato, al parecer estaba profundamente dormido cuando llego, por que sus reacciones eran lentas y no parecía entender muy bien qué sucedía. La doctora solo le señalo el anaranjado fulgor que se veía desde el sitio, con cara de desesperación absoluta. Cuando por fin entendió salió hecho un disparo del lugar, empujando a la muchacha en el proceso.

Estaba mal parada, así que callo sentada en el piso, se puso en pie y salió también corriendo hacia donde había ido Zecilio. La casa ya estaba ardiendo con fuerza, se podía ver por las ventanas las enormes flamas besando la madera, Auria no sabía bien que hacer, era doctora, no especialista en incendios.

- Necesitamos agua – Grito la asesina mientras el muchacho llamaba a sus amigos. Miró en los alrededores buscando un pozo o algo similar, vio uno a pocos metros y salió como un rayo hacia allí. El mayor problema era que se encontraba muy lejos como para cargar baldes y apagar en lugar, mas considerando que eran solo dos.

Auria encontró la solución provisoria, se empapo por completo de pies a cabeza y llevo otro balde mas para Zecilio que de seguro lo necesitaría. Rodeo la casa tan rápido como pudo, no estaba hecha para correr tanto, sus pulmones ya se quejaban por la actividad y se derramo bastante del liquido mientras iba.

- Toma esto – Dijo tirándole el baldazo de agua, empapándolo de pies a cabeza– Yo entrare de nuevo por la ventana de mi cuarto...

Sin esperar respuesta alguna termino de dar vuelta a la casa y se metió por la ventana, su cuarto estaba casi por completo devorado por las llamas, pero el agua la ayudaba a resistir un poco el calor. Rápidamente se dirigió al que había sido el comedor, pero cada metro que avanzaba se volvía mas difícil, se acerco a la escalera con intenciones de subirla, pero cuando apoyó la mano en la baranda dio un grito de dolor, no estaba prendida fuego, pero expedía un calor terrible. Miró los escalones, también se estaban prendiendo, si se paraba en ellos había grandes posibilidades de que se rompieran bajo su peso.

- Marga! Cleid! – Llamo sin poder subir, con esperanzas de que la pareja contestara. El calor se estaba volviendo más intenso, si no respondían pronto tendría que salir.

El agua de su ropa ya casi se había evaporado, era una imagen rara la de la mujer de oscuros cabellos gritando los nombres de las personas atrapadas, con el vapor saliendo de su cuerpo. Se apoyo la mano lastimada sobre lo que quedaba de su cuerpo mojado y sin pensarlo subió la escalera corriendo, intentando no escuchar los horribles chirridos que hacían los escalones con cada paso. Siguió corriendo hasta llegar a la puerta y pateo los restos de una silla que por algún motivo estaba frente a la puerta, pero ésta estaba completamente prendida fuego, no podía abrirla.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 10/10/10, 03:03 pm

Se le cortó la respiración con el agua helada; una reacción incontrolada, que se mantenía ajena a las verdaderas preocupaciones de Zeiss. Aquello le desorientó, pero pronto comprendió de lo que se trataba y se lo agradeció a Auria en silencio. Debía mantenerse frío, y el agua se lo había recordado.

Vio cómo Auria entraba corriendo a la casa por su ventana. ¡Maldita insensata! Cuando al fin había recuperado la calma, ella volvía a sembrar dudas; la llamó, pero ella ya había desaparecido y el crepitar de la madera en llamas ahogó su voz. Era posible que la joven muriera en aquel intento, no debía bajo ninguna circunstancia meterse en la casa... y así, Zeiss se vio dividido entre la necesidad de escalar hasta el primer piso, donde dormía la pareja, y la de perseguir a Auria para evitar que muriera en el empeño. Frustrado, con el corazón latiéndole a cien por hora, tuvo que resignarse a dar por sentado que la médico saldría a tiempo, y de un salto inició la subida hasta la ventana cerrada.

No pudo ver nada a través: las cortinas estaban echadas. Intentó abrirla, pero parecía atascada. Apretando bien los dientes para prepararse a lo que venía, cogió con rapidez su daga y le asestó con el pomo varios golpes al cristal hasta que cedió, cortándole en los nudillos; con varios golpes más acabó de desprender los cristales. Saltó hacia el interior, protegiéndo sus ojos con el brazo, y rodó por el suelo antes de volver a equilibrarse.

Entre el humo una figura soltó un chillido histérico.

- ¡Marga!

Se acercó corriendo a ella. La mujer estaba sollozando en el suelo, en camisón apolillado delante de la puerta en llamas, y al principio quiso huir de él. No pareció reconocerlo hasta que Zeiss la tomó por los hombros y la obligó a mirarle a los ojos.

- Marga, soy yo - insistió - Te voy a sacar de aquí.

Pero esto no pareció reconfortarla. Balbuceó incomprensiblemente, resistiéndose y señalando otra figura tendida en el suelo, al parecer inerte.

- Ha perdido el conocimiento - explicó Marga entre sollozos -. No consigo moverle, pesa mucho. No sé cómo sacarlo, y la puerta no se abre. Está en llamas. No sé cómo sacarle de aquí. No lo sé. No lo sé...

Zeiss sintió cómo su corazón volvía a pararse, a estrujarse ante las deciciones fatales a las que se veía forzado. O Marga, o Cleid, o a ninguno. Pero no podía salvarlos a los dos.

La cogió a la fuerza por la cintura, a pesar de sus pataleos, quejidos y gritos. Le costó reducirla, pero el calor comenzaba a ser insoportable, la puerta ardía, las vigas ardían, y la casa se desmoronaría pronto. Ni siquiera intentó tranquilizarla por las palabras. Con toda la fuerza de la que fue capaz, la arrastró hasta la ventana, la levantó un momento en volandas y procuró asirla contra él con un solo brazo, sujetándose él al marco - al marco lleno de cristales que se clavó en la palma - para minimizar la caída de la pobre mujer a la que no podía salvar de otra forma. Habría sido más fácil si ella hubiera colaborado, o si Zeiss hubiera sido un hombre más fuerte. No era el caso. En cuanto ella llegó al suelo, el ladrón se dejó caer junto a ella para comprobar si se había hecho daño.

Por suerte, estaba bien.
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Mensaje por Auria 12/10/10, 11:44 am

Auria estaba en un problema, el agua de su cuerpo ya casi se había evaporado, la mano quemada le dolía, y la puerta que se suponía tenia que abrir estaba prendida fuego. Volvió a gritar los nombres de Marga y Cleid, con la esperanza de que al menos le contestaran, que hicieran algún mínimo sonido que justificara el que estuviera allí parada intentando abrir la puerta. Pero no le respondían, una de las vigas cercanas callo cerca de la asesina, producto del fuego que la había estado carcomiendo.

La muchacha retrocedió asustada, volvió a la escalera, si moría tampoco ayudaría en nada, tenía que confiar en que Zacilio ayudaría a la pobre pareja. Puso el pie en el primer escalón, pero cuando quiso apoyar su peso este cedió, dejando lugar al vacío y rompiendo gran parte de la escalera en el proceso.

- Maldita sea – Fue todo lo que pudo decir Auria – Yo y mi estúpida idea de incendiar las cosas, hubiese sido mucho más fácil usar el cuchillo.

Inmediatamente olvido ese comentario y volvió a la puerta, si lo pensaba bien, el fuego también volvería bastante endeble la madera de ésta, con esto en mente levanto la pierna y comenzó a patearla, una, dos, tres veces a la cuarta, pensando ya que no caería después de todo, la misma cedió por fin a los golpes.

Al entrar vio el cuerpo tirado de Cleid en el piso, todo el cuarto estaba en llamas y el humo hacia difícil respirar, la ventana estaba abierta, el aire que venia del exterior avivaba las llamas. Tenía que encontrar el modo de sacar al campesino de allí, pero no estaba segura de cómo, era muy pesado como para levantarlo, y el hambriento fuego no le dejaba mucho tiempo para pensar.

Hizo lo único que se le ocurrió dadas las circunstancias, tomarlo por los hombros y tirar de él con todas sus fuerzas, lo movía centímetro a centímetro, con una lentitud desesperante, el calor les quemaba la piel a ambos, si no salían pronto, por mas que lo lograran tendrían quemaduras irrecuperables. Soltó a Cleid y se asomo por la ventana, ya estaba a pocos trecho, tan solo necesitaba levantarlo un poco para poder sacarlo por la misma. Abajo vio a Zecilio con Marga en sus brazos, entonces él había entrado por la ventana.

- ¡¡Zecilio!! ¡¡Ayúdame a bajar a Cleid!! ¡¡No puedo levantarlo sola!! – Necesitaba que al menos subiera lo suficiente como para agarrarlo, entre los dos podrían hacerlo.

Tomo una silla que había en uno de los costados del cuarto, con ella rompió lo quedaba de la ventana, intentando sacar hasta el último de los vidrios para que fuera más fácil de sacar el cuerpo inerte del hombre. Tras de ella ya casi no quedaba nada del cuarto, la casa entera estaba a punto de desmoronarse.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 12/10/10, 12:13 pm

Marga, a pesar de encontrarse desorientada por los recientes acontecimientos, parecía al menos encontrarse ilesa físicamente, o quizás era su enorme fuerza de voluntad la que superaba el pánico que sentía, y la impulsaba hacia delante.

Nada más restablecerse de la caída, apartó de un manotazo a Zeiss y se puso de pie, corriendo de nuevo hacia la casa para entrar. No ...escapó de sus labios mas que un sollozo y un gruñido repleto de fuerza y decisión; las lágrimas de sus ojos parecieron secarse al instante como si la proximidad del fuego las hubiera evaporado, sustituidas por un impulso vital casi suicida. A pesar de la falta de palabras, el único pensamiento anclado y aferrado en su mente se adivinaba como si ella lo hubiera gritado: Cleid.

Zeiss tuvo que volver a lanzarse sobre ella para reducirla y evitar que entrara en la casa. La mujer pataleaba, daba golpes con sus puños y buscaba liberarse por todos los medios. El ladrón la observó con frialdad, decidido a no dejarla ir, tan susceptible como una estatua al espíritu sacrificado de Marga y a su sufrimiento. Fue entonces cuando Auria asomó a la ventana de la que ellos acababan de salir, y Zeiss la consideró con la misma frialdad en los ojos.

No dijo nada. Aunque gritara, Auria no le oiría. De hecho, el crepitar demasiado intenso había cubierto buena parte de las palabras de la doctora, y Zeiss no intentó descifrarlas. Si no salía por su propio pie moriría, y el ladrón no podía ayudarla so pena de que fuera Marga la que al abalanzarse a las llamas sin atender a razones perdiera su vida.

Y a la casa le quedaban pocos segundos. Lo dijo bajo dadas las circunstancias, en un tono normal que habría servido para cualquier escenario más silencioso:

- Si no sales de allí, morirás.

Pero todo el significado de sus palabras estaba contenido en la amenaza de sus ojos.
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Mensaje por Auria 13/10/10, 10:14 am

Al no ver a Zecilio asomándose por la ventana, la doctora volvió a mirar por la misma, pudo ver con bastante claridad cuál era el problema que enfrentaba, Marga tiraba, empujaba e incluso golpeaba débilmente en un intento infructuoso por liberarse y poder correr a las llamas, arriesgando en el proceso su propia vida. Auria torció la boca en un gesto complicado, esto dificultaba todo, y no le quedaba más tiempo.

Se acerco a Cleid y le tomo el pulso, tal vez ya no estaba en el mundo de los vivos y estaban pasando por todas esas dificultades sin motivo alguno. Apoyo los dedos e intento ponerse en su papel de doctora para encontrar lo más rápido posible los latidos de su corazón. Allí estaban, muy débiles, pero estaban, el campesino aun estaba vivo, y Auria no pudo evitar sonreír de modo cruel.

- Las llamas purificaran tu espíritu, que la dama este contigo vayas a donde vayas – Rezo, beso sus propios dedos y los apoyo en los labios del hombre – ¡Adiosito!

Luego se dio vuelta, ya no podía esperar más tiempo, salió por la ventana y se colgó de las manos, la madera del marco cedió, al igual que su mano lastimada y callo al piso de espaldas, sintió un dolor agudo y perdió el aliento producto del golpe. Aun acostada en el piso, sin poder levantarse por algunos segundos, vio como la casa comenzaba a caerse y las llamas devoraban los cimientos. Aun sin poder recuperar del todo el aliento se sentó, estaba confundida, no entendía bien qué pasaba, pero la mujer a su lado lloraba desesperada y algo tenía que hacer.

Sin decir palabra alguna, la abrazo, en parte para ayudar a Zacilio a sostenerla, en parte para consolarla, aunque lógicamente su llanto era imposible de contener.

- Quédate con ella, iré a por mi maletín, allí tengo un cédante – Apoyando aun la mano contra su pecho fue a paso ligero al granero, donde había dejado sus herramientas de trabajo. Lo encontró a un costado de la puerta, aun no podía correr por el golpe, pero volvió tan pronto como pudo.

La mujer estaba destruida, la perdida de su marido era demasiado para ella, Auria no podía imaginarse ni tan siquiera como debía sentirse. Nunca había amado, jamás había sentido nada parecido, el pasar tu vida junto a una persona importante para ti, que un hombre la amara y pensara en su bien estar. ¡Tonterías!

- Ten, dale esto – Le dijo a Zecilio entregándole un frasco que ya estaba medio vacío – Es una mezcla de algunas hiervas calmantes, la dejara un poco confundida y más tranquila.

Con eso dejaría de llorar, y si bien no olvidaría tan horrible noche, no había droga que lograra semejante maravilla, al menos descansaría un poco.
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Mensaje por Zeiss Ethesian 23/10/10, 10:59 am

Para cuando Auria se dejó caer y la casa se derrumbó sobre si, la expresión de Zeiss había vuelto a cambiar. Mantuvo a Marga sujeta unos segundos más, pero más como un abrazo para reconfortarla que para mantenerla quieta: ella, destrozada, había dejado de forcejear al ver caer la casa y ahora se dedicaba exclusivamente a llorar y gritar. El ladrón, a pesar de haber cerrado los ojos con fuerza, supo que Auria se había unido a aquella prisión-abrazo cuando la notó agarrar ella también a Marga.

Al sentirlo abrió los ojos y observó a la médico con expresión neutra. Si en aquel momento varios pensamientos se entrechocaban en su mente, era sólo en un segundo plano, y en el primero su consciencia estaba carente de reflexiones. Asintió a su propuesta, y mientras Auria iba a por el maletín consiguió depositar a Marga en el suelo. A la mujer le fallaban las piernas, y parecía totalmente inconsciente de lo que ocurría en aquel momento a su alrededor. Zeiss intentó llegar a ella, cogiéndola por un hombre y llamándola varias veces, pero no parecía reaccionar a nada más que al dolor.

La vuelta de Auria interrumpió aquel infructuoso intento. Asintió de nuevo ante lo que le decía la médico y tomó el frasco, que abrió con cuidado con un brazo aun sobre los hombros de Marga.

- Marga - volvió a llamarla, con más fuerza que ternura -. Escúchame. Tienes a tu hijo, a Caen. Debes ser fuerte por él. Cuando vuelva, descubrirá que ha perdido un padre. Tienes que tomarte este frasco: mira. Te sentará bien... Déjame...

Pero no pudo seguir hablando. Llegado aquel punto, Marga se sacudió a Zeiss de encima y de un fuerte manotazo casi lanzó el frasco al suelo. El ladrón se quedó perplejo, algo apartado, mientras la mujer comenzaba a gritarle cosas que, por lo inesperado, Zeiss no llegó a entender como frases a medida que las decía. Sólo más tarde iba reconstruyendo su significado, reconectando las palabras en su mente: él había matado a Cleid; entre los dos podrían haberlo sacado, pero Zeiss se negó; ¿acaso no se habían portado bien con él, todo para esto? ¿Para que la retuviera e impidiera que le salvara? ¡Y ahora estaba muerto!
Cuando estas palabras penetraron a través de la sorpresa de Zeiss y llegaron a su entendimiento, la expresión del ladrón volvió a endurecerse. Tontamente se había quedado con el frasco en la mano, manteniendo el contenido que Marga no había derramado por el suelo. Con gran impasibilidad, se lo impuso a Auria y dándole la espalda a Marga se dirigió al granero. Se había dejado algunas cosas allí.
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Mensaje por Auria 25/10/10, 09:20 am

Auria contemplaba la escena desde fuera, no podía meterse en ese momento, Marga estaba en un estado deplorable, y la interrupción de una extraña podía alterarla muchisimo. No era la primera vez que la doctora veía cosas parecidas, la campesina tenía la misma expresión que había visto en las caras de las esposas de muchos soldados que nunca volverían a casa, o de maridos que no habían aguantado la enfermedad y habían cedido al final a la muerte, el rostro de hijos, hermanas, madres, todos pasaban por mente de la asesina y se mezclaban con los de otros tantos que no habían muerto de causas tan naturales, pero estos se entre cruzaban con los otros, y al final no había diferencia.

- Debes creer que esta en un mejor lugar, que la dama lo cuidara allí donde este – Susurro Auria de modo apenas audible, no estaba diciéndoselo a Marga, ni a Zecilio, era un acto reflejo, una expresión que había repetido miles de veces, en cientos de situaciones diferentes que al final eran todas iguales, todos eran iguales una vez que estaban muertos.

Entonces vio lo que siguió, como la granjera le echaba la culpa de lo sucedido a él, una reacción completamente normal, pensaba Auria, era lo que solían decir las víctimas de esa clase de cosas, otro de los motivos por los cuales los detestaba. Pero la gran diferencia era que Zecilio se lo tomaba en serio, que idiota, no debía prestar atención a los delirios de una mujer en pleno dolor, nunca decían coherencias. Pero así y todo se veía profundamente consternado, la doctora tomo el frasco torciendo el gesto y dejo que se fuera al granero sin seguirlo por el momento, solo se quedo allí contemplando como se iba.

- Señora Marga, comprendo su dolor, pero debe tomar un poco de esto, necesita descansar – Dijo acercándole el frasco nuevamente, pero agarrándolo bien fuerte por las dudas de la mujer volviera a golpearlo – Tendrá que vivir con la idea de que las cosas pudieron ser diferentes, pero no lo fueron, y todos somos culpables.

Luego de esto dejo el frasco en la mano de la granjera aunque esta no quisiera, luego se puso en pie, con algo de dolor por los golpes y comenzó a caminar hacia donde se había ido Zecilio. Su maletín había quedado convenientemente abierto, cualquier cosa en venenos que Marga necesitara para terminar con su sufrimiento estaba allí. Pero un problema a la vez, ahora debía ver como solucionar los conflictos de su compañero de viaje si quería llegar a la capital algún día.

- ¿Zecilio? – Dijo entrando despacio al granero – Oye, imagino que estarás muy dolido, pero debes entender que Marga esta muy mal, no creo que dijera en serio esas cosas, solo se dejo llevar por el dolor.

Era lo más cercano que podía lograr a ser “buena”, no podía arriesgarse a que Zecilio se deprimiera o algo similar, no se irían nunca de allí si eso pasaba, o quizás se pusiera violento y entonces ¿Cómo haría Auria para detenerlo? Tenía que lograr que su mente se calmara y se pusiera estable, sería mucho más útil así.
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