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Una situación complicada.

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Mensaje por Eduardo Gil Berná 20/09/15, 05:58 pm

“¿Cómo he acabado así?” Era lo único que podía preguntarme mientras estaba sentado sobre aquella ardiente ceniza, cuya temperatura me recordaba a la arena de las playas de mi tierra natal en un día de sol radiante. El rojo de la sangre que salía de mi costado empapaba mi camisa, y al caer al suelo, la mezcla de colores con el gris de la ceniza daba una sensación curiosa; allí todo era gris y negro, en aquel espeso bosque en el que apenas se podía respirar y en el que la temperatura era tan elevada y seca que resquebrajaba la piel. Apretaba mi herida con un trozo de tela arrancado de mi pantalón, mientras me mordía el labio inferior y cerraba los ojos mirando hacia arriba, en expresión de dolor. Sentado en aquel suelo, apoyado en aquel tronco, pensaba en mi casa, con mis padres y la deliciosa comida de mi madre, para después compararla con la comida cutre que yo solía cocinar, cosa que me llevó al momento en el que me mandaron a aquella tierra hinóspita en la que me encontraba...




¡¡Señor Gil!! - aquella voz sonó acompañada del sonido seco de unos nudillos contra la puerta de mi residencia.

Estaba cocinando, en aquel lugar, en Rhylia cuando ocurrió, el olor de aquella comida impregnaba toda la casa, era sábado, y aquel era mi “arroz especial”, una mezcla de ingredientes grasos y cárnicos acompañados de una salsa muy picante. Me dirigí a la puerta rápido, abriéndola antes de preguntar siquiera de quién se trataba.

¿Sí? - dije mientras abría la puerta.

Al otro lado vi a un hombre alto, muy bien vestido, con rostro severo y de rasgos corpulentos. Estaba sonriendo, parecía traer buenas noticias, cosa que me sorprendió. No esperaba nada, en absoluto, llevaba mi entrenamiento y mis deberes como caballero al día, y por supuesto también mis deberes como estudiante, pero resultaba obvio que aquel hombre no iba a hablarme de mis estudios. Llevaba una espada a la cintura, estaba casi seguro que se trataría de un miembro de la Cábala de la Espada, y no me imaginaba que noticia podía tener alguien perteneciente a ella para mí, o quizá no quería siquiera pensarlo.

Me presento, mi nombre es Palm Brinks y soy cruzado de la Cábala de la Espada. - Tras una pequeña pausa en su diálogo al sacar un papel de uno de sus bolsillos, continuó. - Me honra comunicarle que ha sido convocado para participar en la ofensa a Ur Shalasti. - Y tras una sonrisa de oreja a oreja... - Felicidades.

Aquello me impresionó, no era una noticia que me alegrase, pero no debía dejar que aquello se discerniese de mi reacción. Así que abrí los ojos como platos mientras cogía ávidamente aquel papel y lo repasaba con un rápido vistazo.

¡Esto es genial! Al fin mi primera misión como caballero, me siento muy honrado Señor Brinks, serviré lo mejor que pueda en dicha ofensa. - Mientras decía esto, intentaba demostrar la emoción típica de alguien de mi edad y mi cargo al recibir dicha noticia.

Bien, me alegra ver su reacción, ahora he de retirarme. ¡Ánimo en la batalla! Y vuelva sano y salvo. - y con una reverencia, se marchó.

¡Muchísimas gracias! - grité mientras aquel hombre me daba la espalda.

Cerré suavemente la puerta, andé hacia la mesa y la golpeé con fuerza. - ¡Mierda! - No deseaba ir a la guerra, la idea me horrorizaba, yo no apoyaba aquel conflicto, sobre todo no lo comprendía, esta no era la manera de solucionar los problemas, en absoluto. Muertos por no arreglarse mediante el diálogo...se suponía que las armas debían servir para proteger a la gente, no para someterla. Además de todo aquello había algo que realmente me mosqueaba...”¡¿Ur Shalasti?! ¡¿Qué puede haber ahí?!” Ese pensamiento me llevó a leer aquella carta. No había nada a destacar, simplemente algo protocolario, algo que intentaba hacer ver que una invasión era algo glorioso. Motivo: Confidencial. Aquello fue lo que me sacó de mis casillas.

¡Allí no hay nada! Solo es, roca, volcanes, fuego...Espero que no pase lo peor...

Si no quieres no matarás a nadie, tranquilo. - Era la voz de Lessiandon, mi espada, apoyándome como siempre.

Ojala las cosas fuesen tan fáciles...si no me queda más remedio...mis manos quedarán manchadas...

Pese a todo, agarré mi colgante y cerré los ojos. El destino estaba en manos de La Dama, si yo debía ir...estaba bien.



Me encontraba solo en la bodega del barco. Aquel barco me llevaba hacia la tierra en la que debía combatir, todos mis compañeros se encontraban en los camarotes comunes, bebiendo, comiendo, disfrutando antes de llegar al destino, pero yo era incapaz, simplemente me encontraba inmerso en una lectura mientras mi estómago cerrado no se abría por la preocupación. Lo recuerdo como un viaje tenso, no fue agradable, en absoluto.


¡Debéis llenaros de orgullo, pues vosotros sois la partida de expedición a estas tierras llenas de peligro! ¡No habeis sido elegidos por nada, ¡vosotros! ¡vosotros llenareis de honor al ducado de Aspher y a La Orden pues habéis sido elegidos como los más adecuados para esta misión! ¡Vuestra valía os ha llevado hasta aquí! ¡¡¡Sentíos orgullosos!!!

Mi corazón quería llorar de emoción, pero mi razón sabía que aquellas palabras no eran ciertas. Aquel fue el discurso de nuestro superior, nos mandaba como avanzadilla a aquellas tierras, básicamente eramos el “grupo de exploración”, o mejor dicho: los conejillos de indias; eramos aquellos que debíamos adentrarnos en un sitio del que no conocíamos nada además de la morfología del terreno y el clima, eramos los caballeros rasos que se adentraban para determinar como de peligroso era adentrarse allí por el número de supervivientes que regresaban. Como es obvio nadie desearía una misión avocada a la muerte como aquella, y por ello nos lo tintaban como un acto heróico propio de los más valientes, pero en realidad éramos los más idiotas, los más valientes saben a donde van y a lo que se atienen.



El clamor de los caballeros que formaban parte de mi cuerpo podía oirse a kilómetros. En la “expedición” nos encontramos con un cuerpo armado preparado para la batalla. Sabían que habíamos ido, y estaban preparados, y mucho mejor de lo que imaginamos. La batalla no duró mucho hasta que nuestros adversarios comenzaron a huir, y nosotros a perseguirlos. Éramos rápidos, debido al clima apenas ninguno de nosotros llevaba armadura, y ya que estábamos acostumbrados a ir con ella, nuestra velocidad era superior a la media de una tropa. Ingenuos fuimos, o mejor dicho, fueron, al gritar con tal clamor, creyendo nuestra victoria.

Silbidos que cortaban el aire se escucharon, silvidos de flechas surcando el viento. Aquello era llamado lluvia de flechas, y era común. Había arqueros escondidos, en distintas partes del territorio, y nuestros gritos solo hicieron que, si por la visión resultaba difícil encontrarnos, el oído fuese un medio más que suficiente. Y en un abrir y cerrar de ojos el clamor de la victoria se convirtieron en gritos y berridos llenos de miedo y agonía. Nuestras tropas se dispersaron, corrieron sin sentido, y en ese momento yo tampoco pude actuar como un cuerpo. La sangre saltaba por los aires, y antes de que las tropas a pie enemigas volviesen para rematarnos, yo huí. Aquello no lo consideré cobarde, sino necesario, mi misión estaba muy por encima de morir en aquel campo de piedra y magma. Logré ocultarme en una enorme grieta en el suelo, grieta que formaba un desfiladero, sin embargo, para cuando bajé, una flecha ya me había herido en el costado. Con la mayor celeridad la saqué de mi cuerpo y comencé a caminar lo más rápido que pude.

A las dos horas llegué a un bosque un bosque de árboles negros y color ceniza...tétrico hasta la médula.




Y llegamos al momento en el que entonces me encontraba. Sangrando, perdido, solo, con la única compañía de mis armas, mi arma, reteniendo la sangre que se vertía de mi cuerpo y sintiendo dolor. Ya me encontraba mareado, había perdido una cantidad significativa de sangre debido al esfuerzo de caminar tanto tiempo con semejante herida. Pese a todo, yo era un caballero de verdad, yo realmente confiaba en que podía salir de aquella; al fin y al cabo yo soy un mensajero de La Dama, y no podía caer allí, así que solo sujeté el colgante  y mi espada, cerrando los ojos y rezando en silencio.
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Mensaje por Lohengrin 20/09/15, 07:56 pm


Una situación complicada. 2cpvx50


Lo'hen caminaba con paso apresurado por el bosque, suguiendo sin dificultad una hilera de huellas sobre la ceniza. Unas pisadas allá, unos arbustos aplastados acá... Se agachó un momento y examinó las huellas. Un ejemplar adulto, plenamente desarrollado, sin duda sería todo un desafío. Podría hacerse un hermoso collar con los dientes de la bestia, si sobrevivía al encuentro. Prestó atención a las pequeñas perforaciones en el suelo que indicaban el tamaño de las garras de la bestia, y decidió que aquellas marcas no auguraban nada bueno.

Pero algo distinto llamó su atención. Levantó la cabeza, oteó en distintas direcciones, olfateó el aire... Y cambió el rumbo de sus pasos, alejándose del rastro de huellas. Había algo cerca. Alguien. Sus oidos le decían que ese alguien se estaba acercando por una senda ya casi desdibujada, Se plantó en medio de la senda, en toda su altura, y empuñó una de las dos jabalinas que traía, esperando al extraño. No tardó en verlo acercarse, bamboleándose a cada paso. El olor de la sangre llegaba claramente a las fosas nasales de Lo'hen, Era un hombre herido, y si Lo'hen no se engañaba, estaba en un estado muy lamentable. Sin embargo, no se movió. Esperó a pie firme en el camino, jabalina en mano y arco a la espalda, mirando altaneramente al desconocido, mientras algunas volutas de aire removían la ceniza volcánica a sus pies.

Se escuchaban otras voces a lo lejos, traídas por el viento. Un grupo de hombres, vociferantes, batiendo el bosque desordenadamente. Por lo que podía oír Lo'hen, no estaban acercándose, pero aquello podía cambiar en cualquier momento. Se preguntó si podían ser los mismos que habían herido de muerte al... extranjero que tenía frente a él, apenas a una decena de metros...


FDI: Ficha del bárbaro:  Pulse aquí.

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Mensaje por Eduardo Gil Berná 21/09/15, 07:10 pm

El cielo oscuro estaba encapotado por nubes de negra ceniza, voces se escuchaban a lo lejos y el latir de mi corazón se apresuraba. Oía pasos, pasos que se acercaban, y obviamente imaginé de quien serían: probablemente soldados de Triskel. No eran mis enemigos, no debían serlo, ningún humano debía serlo, sin embargo por obra del Engendro aquella gente se enfrentaba a mí, y también era obra suya que yo me enfrentase a ellos, sin embargo no perdí la fe siquiera en ese momento, sabía que La Dama siempre obraba favorablemente para sus sinceros servidores. Los pasos fueron acercándose, apresurados, a la dirección en la que me encontraba. Estaba seguro de que La Dama me sacaría de allí, ya fuese enviando ayuda o manejando mi espada.

Y entonces lo vi, un hombre alto, musculoso, empuñando una jabalina frente a mi, a una distancia bastante prudente teniendo en cuenta el arma que tenía lista. He de reconocer que el tipo era enormemente intimidante, pero el aspecto del contenido no siempre es sincero sobre su continente, así que analicé la situación. Bien, era un tipo enormemente musculado, y un pensamiento vino a mi cabeza al instante "Todo el tiempo que pasó desarrollando ese cuerpo no lo pasó entendiendo las palabras y designios de La Dama sobre la espada" Estaba convencido de que en un enfrentamiento de caballeros podía ganar, sin embargo aquel no era el caso ideal, estaba herido, cosa que rebajaba mis posibilidades al extremo, además de que aquel no parecía alguien que fuese a combatir de dicha manera, cosa que se hacía notar de sobra por el arma que empuñaba.

En esta situación solo podemos confiar en la ayuda de este hombre, no parece un hombre de Triskel, deberíamos considerar la posibilidad de su ayuda antes de intentar provocar un enfrentamiento. - Lessiandon tenía toda la razón del mundo.

Así que sonreí mientras miraba a aquel hombre, una sonrisa agotada, exhausta, que parecía decir "Estoy salvado". Apoyé mi cabeza contra el tronco. En aquel momento debía haberme temblado el pulso, pero estaba sereno, no sabía porqué, pero así era, y yo me alegraba de aquello. Suspiré.

Gracias a La Dama...estoy salvado. - dije casi riendo. - Le explicaré la situación señor...Soy un caballero de Aspher que ha venido a esta isla en una expedición, sin embargo los soldados de Triskel nos tendieron una deshonrosa emboscada, atacando con arqueros escondidos tras las colinas. La mayoría de mis compañeros - y entonces no pude evitar toser, algo de sangre - están muertos...Yo aún estoy con posibilidades de salir con vida de aquí. Me ayudará, ¿verdad? Oh...le juro que si me saca de aquí con vida, nunca olvidaré su gesto... - y no me quedó más que esperar, esperar una respuesta favorable.
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Mensaje por Lohengrin 24/09/15, 07:47 am

Una situación complicada. 2cpvx50

Lo'hen vio como el hombre herido apoyaba su espalda contra el tronco de un árbol, y después se dejaba caer. Se acercó parsimoniosamente, como si nunca en su vida hubiera tenido prisa por nada... El hombre sangraba abundantemente por sus muchas heridas. Cuando el bárbaro llegó a su altura, aquel tipo empezó a parlotear en lo que parecía una jerga sin sentido. Lo'hen hablaba a duras penas la lengua común de las Islas, pero aquello ni se le parecía. Por supuesto Lo'hen no comprendió ni una sola palabra.

"... caballero de Aspher que ha venido a esta isla en una expedición, sin embargo los soldados de Triskel nos tendieron una deshonrosa emboscada, atacando con arqueros escondidos... " Además de hablar apresuradamente, casi parecía estar riéndose, sin duda un pobre loco agonizante, pensó Lo'hen. Dejó ambas jabalinas en el suelo y tomó un amenazador cuchillo con la hoja de piedra, tosco pero increiblemente afilado. Cortó la camisa del hombre allí mismo, y sin ninguna delizadeza manoseó y palpó las heridas, metiendo incluso los dedos dentro del feo orificio que había dejado la flecha, sin importarle el daño que pudiera sufrir el caballero. "Vas a morir aqui. Flecha." dijo, encogiéndose de hombros, con un fuerte acento. Levantó de nuevo la cabeza para escuchar...  Ah, los perseguidores...


Una situación complicada. P1050045


Lo'hen se levantó y se alejó unos pasos del hombre, dispuesto a continuar con su cacería, pero al rato resopló y dio la vuelta, para arrodillarse junto al... tipo aquel. Vació en el suelo un pequeño odre de agua que tenía, hasta formar un pequeño charco sobre la ceniza y la tierra, al que agregó unas pocas de las escasas hojas y raíces que había por la zona. Después lo removió con sus manos hasta formar un desagradable emplasto con el que se aplicó a tapar la herida, para luego improvisar un vendaje con la propia camisa del caballero. Por llamarlo de alguna manera, ya que apenas pasaban de ser unas tiras de tela atadas al costado. Pero la sangre fluía ahora algo más lentamente.

Después metió la mano en una especie de zurrón y extrajo un puñado de bayas que metió en la boca del caballero casi a la fuerza. "Come. Dolor se va". Cierto era que esas bayas eran parte de la receta de la droga que tomaban los hombres de su tribu para entrar en el frenesí bárbaro del combate, y que tenían algunos efectos alucinógenos, pero no era menos cierto que harían al caballero insensible al dolor durante algunas horas, aún a costa de una pequeña parte de su cordura.

Desde luego no podía decirse que fuera una cura elegante, y cualquier sanador competente se hubiera llevado las manos a la cabeza (cosas que pasan, Lis Neutral ), pero alargarían la vida del caballero unas cuantas horas, quizá lo bastante como para que encontraran otro tipo de ayuda, tal vez más experta en el arte de curar heridas que en el de provocarlas. "Arriba" , indicó el bárbaro. Tenía curiosidad por saber si el hombre menudo sobreviviría tanto a las heridas como a la improvisada cura. Bien..  y, ¿dónde estaban los otros hombres que le buscaban?


Ehm...   Dejo a su elección los posibles efectos de la droga en el cuerpo de Eduardo... Si, en los temas con Lo'hen siempre pasan estas cosas... Es por esto del choque cultural, sabe? :\
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Mensaje por Eduardo Gil Berná 25/09/15, 09:33 am

Aquel bárbaro se acercó a mi con un paso pausado, dejando las jabalinas en el suelo. Aquello me alivió, no parecía tener ningún ánimo de matarme o siquiera verme como un peligro, ante lo que suspiré con alivio. Sin embargo mi alivio se convirtió en agobio pocos segundos después, ya que cuando ya estaba demasiado cerca de mi como para poder defenderme, sacó un cuchillo en extremo rudimentario, aunque no por ello menos eficaz. Estaba claro, ¿quién mata a un hombre moribundo con una jabalina? Lo que fuese a hacer ese hombre se parecía a lo que los caballeros llamábamos misericordia, acabar con la agonizante vida de alguien que no puede salvar con una especie de daga no utilizable en combate. Sin embargo, me equivoqué, aquel hombre cortó un trozo de mi camisa para después palpar parte de la herida con él.

¡Menudo susto me ha dadao! Ufff...Jajajaja. Creí que me iba a matar...¡¡¡¡UGH!!! - mis palabras las interrumpió el mismo hombre al introducir los dedos en aquel orificio. Nunca pensé que fuese a decir algo como esto.

Vas a morir aquí. Flecha.

Si cree que voy a morir aquí está bastante equivocado...¡¡¡Saldre de esta y seguiré sirviendo a La Dama!!! - Aquel grito probablemente pudo resonar por buena parte del bosque, ayudado por el eco que produjo el volcán.

El hombre ya se había levantado y se disponía a irse sin mediar palabra, mientras que yo permanecí serio y en silencio mirando como se marchaba, con determinación en mis ojos, seguro de que todo estaría bien. Sin embargo aquel hombre se dio la vuelta, se dirigió hacia mí, ante lo que pudo hallar mi rostro sorprendido. El hombre se agachó, mezclando la ceniza y el agua de la zona, añadiéndole unas cuantas hierbas, dando como resultado un extraño mejunje que acercó a mí para en seguida aplicarla sobre mi herida, tras ello improvisó unas vendas con mi camisa, con lo que pudo detener parcialmente la hemorragia. No podía decir que me fiase completamente de la medicina de un bárbaro, pero tenía fe y estaba seguro de que saldría de aquello.

Muchísimas gracias señoghcdsbhbhb. - de nuevo, mi frase se vio interrumpida por las acciones del bárbaro, al meterme un puñado de bayas en la boca.

Come. Dolor se va. Arriba - un tranquilizante...aquel hombre parecía entender del tema...o eso creía.

Me levanté, y al hacerlo las bayas cayeron de forma pesada en mi estómago. Se oía gente a lo lejos, pero comencé a andar junto a aquel hombre. Poco a poco me fui sintiendo algo mareado y cansado, sin embargo supuse que sería la pérdida de sangre sumados a los efectos del tranquilizante los que causaron esto. Justo después vi delante de nosotros una lagartija rosa gigante, como de unos 8 metros de largo, si hubiese sabido que aquello y lo que seguía era una alucinación...no hubiese hecho tal ridículo. Ante aquella imagen llevé mi mano a la espada que descansaba en mi cintura, sin embargo de pronto pude ver como la lagartija ardía por combustión espontánea, y justo después todos los árboles también lo hacían.

¡¡¡¡FUEGOOOOOOO!!!! -grité como un desesperado.

Comencé a correr como si no hubiese mañana para salir del bosque, solo que comencé a correr en dirección contraria. Mientras corría podía ver como un líquido de lava corría por el aire en la misma dirección que yo, y me tocó. Aquella lava estaba...¿fresquita? Se me ocurrió probarla: Metí un dedo dentro de la corriente para después metermela en la boca. ¡Era gazpacho! Aquella sOPA de tomate, aceite Y pan que hacía mi madre y que dejaba enfriar en el río; estaba riquísima, y aquello subió mis ánimos.

¡¡¡¡¡VAMOS GAZPACHOOOOOOOOO!!!!!

Hice el ridículo, Supongo que ante la pérdida de sangre los efectos alucinógenos de esa planta hicieron muchísimo más efecto del que debía.

(Off: Obviamente la lagartija, la combustión espontánea, árboles en llamas y ríos de gazpacho voladores son solo alucinaciones.)


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Mensaje por Ireth 25/09/15, 01:22 pm

[FDI: Las explicaciones de los primeros párrafos vienen a colación de este otro Tema https://mardejaspia.forosactivos.net/t787-habia-una-vez ]

Parecía que había pasado una eternidad desde que comenzó su misión en Ur Shalasti, en un comienzo eran solo dos personas que de incógnito se habían infiltrado en la isla para investigar junto con un grupo de arqueólogos unas antiguas ruinas abandonadas. Se suponía que no tenían nada importante, una misión menor, sin importancia, de haber sabido lo que encontrarían al final no las hubiesen enviado a ellas para empezar.

Hacía ya un tiempo que Arale había sido apartada para que pudiera encargarse de otra misión, en cambio Ireth se había quedado allí, trabajando en el campamento que con grandes riesgos y sacrificios habían logrado instalar. Si hubiese tenido la oportunidad de elegir, habría preferido irse con su amiga que quedarse en esa isla triste y oscura, pero en verdad no era opcional, sus superiores daban órdenes y ella cumplía, así tenía que ser. La centauro se había pasado el último mes haciendo tareas rutinarias en el pequeño refugio, generalmente la mantenían alejada de los problemas y las labores complicadas.

Lo más emocionante que había pasado era cuando por fin el equipo de expedición había llegado a modo de refuerzo para continuar con la exploración, entusiasmada y henchida de orgullo ante el discurso de su superior, por un segundo pensó ilusionada que ella sería parte del grupo, y se decepciono mucho cuando vio que la enviaban a encargarse de las guardias nocturnas del campamento nuevamente y que no mencionaban nada de que ella fuera con los demás.

Si bien paso todos los días siguientes deseando el que algo pasara para que cambiaran de opinión y la enviaran también a explorar, no esperaba que su deseo se cumpliera de esa forma. Habían llegado rumores de una posible emboscada, pero era difícil el alcanzarlos a tiempo para advertirles… A menos claro que contaras con cuatro patas…

Salió Ireth acompañada con dos mensajes a caballo, eran los únicos corceles que habían quedado en el campamento, el plan era interceptarlos antes de que llegaran al lugar que según los informantes rebosaban de soldados enemigos. Pero a medida que se aproximaban resultaba más que evidente que no habían sido lo suficientemente rápidos, estaban cerca, muy cerca, pero no lo suficiente como para poder avisarles. Desde una superficie más elevada alcanzaron a ver la lluvia de flechas y a los soldados de la Orden salir corriendo, la primera intención de Ireth fue ir a pelear, no tenían oportunidad alguna, pero la sangre le hervía al ver a sus compañeros ser derrotados de semejante forma.

Los mensajeros que la acompañaban la detuvieron

-Deberíamos irnos e informar lo que paso… – El enojo de la centauro bajo de modo abrupto, miro al hombre entre asombrada y acongojada, ciertamente no ayudaría en nada corriendo hacia la muerte pero tampoco iba a irse para dejar abandonados allí a sus compañeros, tenían que intentar salvarlos, a como diera lugar.

-No iremos a ningún lado, vamos a buscar sobrevivientes – En general la mujer lograba mantener un ánimo alegre y la mente positiva, pero era la primera vez que se enfrentaba cara a cara con los resultados de esa guerra sin sentido, y no podía evitar que parte de su inocencia infantil sucumbiera ante las circunstancias. Los mensajeros se miraron y parecía que iban a negarse, pero al ver el gesto serio de Ireth prefirieron callar y seguir sus órdenes.

Descendieron por el lado opuesto en donde las tropas enemigas se habían asentado para realizar la emboscada, internándose rápidamente en el bosque. Se separaron para abarcar más terreno, Ireth buscaba mientras una sensación de inquietud le oprimía el pecho, los había visto partir hacia solo algunos días, todos hombres valientes dispuestos a dar su vida por la Dama, no merecían terminar así.

-¡¡…. Por la Dama!! –
Fueron las primeras palabras que llegaron a oídos de Ireth, rápidamente se giro hacia la dirección desde la que provenía el grito ¡Aún habían algunos soldados vivos! Se dirigió hacía allí al galope, rogando el ser la primera en llegar - ¡Fuego! - ¿Acaso se estaba quemando el bosque? Eso no tenía sentido, no sentía el olor del humo ni escuchaba el crepitar de las llamas - ¡Vamos gazpacho! - ¿Qué estaba ocurriendo con ese hombre?

Llego al lugar para encontrarse con un caballero de piel morena y cabello negro, que caminaba al parecer sin rumbo fijo, estaba herido aunque al parecer había logrado vendarse de alguna forma y su conducta era… Extraña, la centauro se encontraba algo desconcertada, aunque no por eso menos resuelta a cumplir con su cometido.

-¡Oye, tú! – Al acercarse noto a otro hombre allí, pero ese no era de la Orden, ni tampoco parecía un habitante de la isla o un soldado de Triskel, las preguntas sin respuesta se acumulaban sin parara en la mente de Ireth, y ante la incertidumbre lo único que podía hacer era ocuparse de las cosas de acuerdo a las prioridades, en primero lugar, ver si el herido podía moverse - ¿Qué tipo de herida tienes? ¿Puedes seguirme? – Le dijo a su compañero de la Orden - ¿Tú fuiste quien lo ayudo? – Le pregunto al otro sujeto.
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Mensaje por Lohengrin 09/10/15, 11:50 pm

Una situación complicada. 2cpvx50


A Lohengrin le divertía enormemente aquel hombrecillo que andaba pegado a el, y estaba deseando ver si las bayas producian algún efecto interesante. No se sintió defraudado. Aquel caballero caminaba, aparentemente sin sentir demasiado dolor; el anestésico estaba funcionando bien. Pero aquellas bayas tenían otros usos para los guerreros y los chamanes de la tribu de Lo'hen. Mezcladas con otras hierbas, permitían a los guerreros entrar en un trance de batalla, correr grandes distancias sin fatigarse, o incluso entrar en comunión con los espiritus de los animales y las cosas.

Caminaban juntos, con el caballero mirando hacia los lados, nervioso, cuando de pronto el se detuvo, con los ojos grandes como platos, contemplando algo invisible, al parecer de gran tamaño. Dio un par de pasos hacia atrás, y echó mano a su espada. Lohengrin sabia que durante el trance de batalla, los enemigos cambiaban de forma, pareciendo ser demonios, animales extraños, o cualquier otra cosa, aquello inspiraba a los guerreros a luchar con más ferocidad. Pero en aquel momento no había nada frente al hombre. Entonces, gritó: "FUEGOOOOOOOOO" , y echó a correr espantado, en direccion opuesta.  


Una situación complicada. 007967-dscn0013


Con una risotada, Lo'hen lo siguió a paso vivo, dispuesto a no perderse nada del espectáculo, preguntándose si no acabaría chocando de bruces contra algún árbol. ¡¡¡¡¡VAMOS GAZPACHOOOOOOOOO!!!!! , gritaba el hombre. Ambos corrían desordenadamente por entre los árboles, mientras Lo`hen se reía a grandes carcajadas, cuando alguien salió al paso. de los dos Era un extraño ser de cuatro patas, mitad mujer y mitad caballo ! Gracias a los relatos junto al fuego que sus chamanes solían contar, Lo'hen conocía de la existencia de los Hombres-Caballo, aunque jamás había visto uno antes. Realmente, se trataba de una Mujer-Caballo ! Los chamanes no las habían mencionado en sus historias, pero a Lo'hen le parecio bastante lógico que si existían Hombres-Caballo, hubiera también Mujeres-Caballo.

La visión de la mujer-Caballo hizo que ambos se detuvieran. Como quiera que Eduardo quedó paralizado unos instantes contemplándola, Lo'hen dio un par de vueltas alrededor de ella, apuntándola con su jabalina. Las historias hablaban de formidables guerreros, que sin embargo solían ser bastante pacíficos a menos que se les provocara. Lo'hen bajó su arma cuando se convenció de que la centaura no tenía intención de entablar combate, y se acercó confiadamente a ella.

Y hablaba en un lenguaje sencillo y bastante comprensible. "¿Tu fuiste quien lo ayudó?" Lo'hen, luego de echar un vistazo a Eduardo, sonrió ampliamente y dijo: . "Kotkaa. Mujer-Caballo Very Happy " , visiblemente contento por su hallazgo. "Mujer-Caballo", repitió. Dejando momentaneamente a Eduardo, dio una vuelta alrededor de ella, observándola sin ningún disimulo, palmeando su grupa primero. Al pasar junto a sus cuartos traseros notó que la centaura ceñía espada.  Contuvo luego el impulso de levantar su cola para mirar dejabo de ella, quizá previniéndose de una posible coz, y al terminar de dar la vuelta completa luego mirandola a la cara. "Mujer-Caballo Very Happy " Luego señalo a Eduardo con su jabalina, como para presentarselo.

"Hombre herido. Ve lo que no es" , intentó explicar. Luego, se rió sonoramente,como si toda aquella situación le hiciera mucha gracia. "Mucha sangre." Tras unos minutos de confusión, de nuevo Lo'hen interrumpió. "Mucho ruido. Hombres se acercan". En efecto, tanto los gritos del caballero y la centaura, como las risas del caballero, habían atraído la atención de los hombres que habían emboscado a los caballeros de la Dama. Si bien estaban aún algo lejos, no tardarían en darles alcance. Lo'hen no tenía ganas de combatir a unos señores que no conocía de nada, pero se quedó alli. De alguna manera, el raro caballero y la Mujer-Caballo le inspiraban una rara mezcla de curiosidad y simpatía


Última edición por Lohengrin el 10/10/15, 11:05 am, editado 2 veces
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Mensaje por Administración 09/10/15, 11:50 pm

El miembro 'Lohengrin' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

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Una situación complicada. Empty Re: Una situación complicada.

Mensaje por Eduardo Gil Berná 30/10/15, 11:42 am

Recuerdo bien, pese a las alucinaciones, aquellos momentos. De un momento a otro, todo mi alrededor se volvió gris, literalmente,; el incendio cesó, los ríos desaparecieron, el sol pareció apagarse, el cielo se despejó, apareció la luna. Mi mente de pronto pareció despejada, mi herida sanó, mi espada refulgía con gran luz, pero en aquel momento fue incapaz de hablarme como hacía siempre. De pronto estaba solo en el bosque, solo, absolutamente, no había un solo animal o una sola persona, y de pronto me di cuenta de que todo estaba quieto; nada se movía, no había viento, las hojas no se movían, el humo del volcán se encontraba completamente estátco. Estaba solo, pero algo estaba mal, sentí de pronto como toda mi carga ideológica se caía, bueno, casi toda; todo lo que tenía que ver con La Dama, y no con mi convicción personal original, se fue, no estaba en mi mente, como si todo lo que hubiese adquirido de esa religión, de pronto, no estuviese.

Y entonces apareció. De entre los árboles apareció un hombre, un hombre encorvado, anciano, vestido de negro, con la piel gris y el rostro lleno de cicatrices; tenía unas cejas pobladas, unos dientes desordenados y una sonrisa inquietante en su rostro que se encontraba bajo una nariz ganchuda que se encontraba entre unos ojos de color negro intenso, con un pelo blanco sobre su cabeza, que faltaba por algunas zonas. Se detuvo ante mí y rió un poco, y entonces habló.

Hola Edu. - Sus palabras mostraban familiaridad, como si fuese alguien que me conocía bien.

¿Quién eres?

¿Quién? - y emitió una leve carcajada, tranquila, sosegada - Yo soy, en definitiva, tu padre, ya que he sido padre de tus padres...

¿Cómo? - balbuceé algo nervioso.

Lo que oyes Edu, soy yo, yo....yo he tenido muchos nombres, así que... - y volvió a reir - pero que estupidez, dejaré de jugar contigo, sé muy bien que tanta vuelta pone nervioso a un joven de espíritu directo como tú...Ahora mismo yo soy conocido como el..."Engendro Oscuro" - y la sonrisa en su rostro aumentó - He venido aquí para reconducirte por el camino correcto, ya que me parece que lo puedes estar olvidando...lo que tú realmente quieres, lo que tú realmente eres...

No pude evitar sobresaltarme, dudar, y poco más tarde, aceptar. Estaba ante un dios, el dios que se supone que lo había creado todo, el dios más horrible y horrendo que podía haber, ya que de los dos existentes, él era el malo. Pero por alguna razón yo estaba tranquilo, sabía que él no iba a hacerme daño, por alguna razón, y estaba curioso de sus palabras, desde luego...Decidí escucharle, decidí prestarle atención ya que me encontraba perdido, no tenía la seguridad que solía tener. Entonces otra voz sonó.

Hola Eduardo. - entonces miré y me di cuenta. Al lado de la divinidad apareció una bella mujer en un vestido blanco con unos largos cabellos rubios y poseedora de gran belleza. Soy a la que llamais La Dama, estoy aquí para salvarte de los engaños de este sucio hombre. - yo estaba tan impresionado que siquiera podía articular palabra.

Ya tenías que llegar...No te metas demasiado en mi camino.. - y ambos intercambiaron una fulmimante mirada. Tras ello, ambos me miraron. - Como decía...No reniegues de tu propia naturaleza, Edu...Vamos, admite que el rollo de la religión de La Dama no te va...Están en guerra, sí, pero quieren la paz, la felicidad de todos y...¿Eso te va a tí? Sé como eres, lo sé, amas el conflicto, el combate entre dos hombres, que uno imponga su voluntad sobre otro, lo sé...Amas la batalla, y es normal, porque tu padre es Batalla, el hijo de un dios así no debería abogar por la paz, ya sabes...

¿Qué? - mi confusión era total.

Claro...Creías que solo había dos dioses, ¿verdad? Tu maldita religión te ocultó la verdad....Si, nosotros dos somos los primeros, los primeros de los dioses, pero no los únicos...Hay muchos, muchos más, no solo los que tienen religión...sino cientos más, de millones de aspectos. Son almas que han llegado al punto máximo en alguna naturaleza y se ha convertido en lo que son...son los dioses los que dominan la vida, los que mueven los sentimientos, pensamientos y voluntades de los hombres...Y tú, más bien, tu alma...Es hija de uno de ellos, de Batalla, el promotor del conflicto físico y la guerra, de eso que tanto adoras...

Es cierto, no miente. - respondió aquello ante una mirada que dirigí en busca de corroboración. - Pero hay dioses buenos y dioses malos, hazte a la idea, y Batalla no es de los buenos...Sin embargo Justicia si lo es, y ella también te engendró, Justicia es madre de tu alma. Piénsalo ¿porqué si no odias los asesinatos por la espalda? ¿Porqué odias todas las injusticias del mundo? Es cierto que te gusta el conflicto, es cierto que tu padre es ese demonio, pero...Estás a tiempo de renegar de ello, Eduardo, no tienes porqué seguir los pasos de tu padre, puedes renunciar y tirar la espada, puedes elegir servirme solo a mí y a tu madre, puedes elegir el camino correcto.

Pfffffffff, ¿dioses buenos? ¿camino correcto? Solo tú eres la princesita que dice que es lo que está bien y que es lo que está mal, señalándome con ese dedo incriminatorio... - lo dijo sin siquiera mirarla. - Vamos Edu, en serio, las palabras de esta egocéntrica solo buscan controlarte como ganado, yo te doy la libertad, ignora a tu madre y a esta imbécil y síguenos a tu padre y a mí...Vamos.

¡No hagas caso a sus... - ese tono de voz alto me alteró.

¡¡¡¡¡¡BASTA!!!!!! - grité a ambos dioses con furor - No dudo de las palabras de ninguno de los dos, sé que no hay mentira en ninguno, La Dama no hubiese permitido esas mentiras... - y ella sonrió y miró con satisfacción - ¡Pero eso no significa que esté de tu parte! - y entonces el Engendro rió complacido - ¡¡¡Ni de la tuya!!! - y el silencio se hizo - Sí engendro, tienes razón, amo la espada, amo la batalla, la amo con toda mi alma, amo a los individuos que luchan por su voluntad hasta las últimas consecuencias, lo adoro, ¡lo amo! Sin embargo....Odio los asesinatos, es cierto Dama, odio las injusticias, odio que los combates no sean equivalente, odio que la victoria de una de las partes dependa de otras condiciones además de la habilidad de cada uno, ¡me parece deleznable y asqueroso! Sí, ambos tenéis razón, pero podéis ahorraros de una vez el intentar llevarme a uno de vuestros dos lados, podéis dejarlo de una vez por todas, porque no lo vais a conseguir. - y desenvainé mi espada - Soy hijo de dos dioses, ¿no es así? Eso significa que no soy un ingsignificante humano normal, ¡soy un héroe! Y como tal tengo capacidad de ser algo más. Voy a luchar por lo que quiero, voy a luchar por la justa batalla, y mi espada se abrirá camino cumpliendo mi voluntad. ¡Voy a convertirme en un dios! ¡Así que basta de ordenes! - y mi mirada se dirigió al hombre - Me pareces repugnante y asqueroso, aunque eres el que ha proporcionando a este mundo mi gran amor, y por ello siempre estaré agradecido por tí, ¡pero el agradecimiento no significa deuda! - y entonces miré a La Dama - Tus métodos me parecen los correctos, y nobles tus objetivos, pero desgraciadamente vas contra mi voluntad, estás en contra del conflicto, y eso no puedo tolerarlo. El conflicto no desaparecerá nunca, aunque sea yo quien tenga que luchar por mantenerlo vivo. Escucha Dama, mientras el conflicto exista lucharé por tí, trabajaré por hacer de la guerra y el conflicto lo más justo posible, pero en cuanto amenaces con destruir eso...No dudaré en apuntar mi espada hacia tí. - La cara de la diosa se mostró helada y seria, y la del dios dudaba entre la molestia y la satisfación.

El aire se podía cortar con un cuchillo, pero yo sonreí, sabía que tenía la situación en mis manos, aquello dependía de mí, y me sentía poderoso, me sentí mucho más poderoso de lo que me había sentido hacía mucho, mucho tiempo, mi mirada era fuerte y mi espada no dudaba. Me convertiría en un dios, y no dudaría en combatir a la Dama si ella enviase a sus huestes contra mí.

¿Dios de la justa batalla? ¿Acaso quieres acabar con tu padre? ¿Ocupar su lugar?

Así es. - dije emocionado, con una sonrisa en mi rostro.

Joder chico, eres como un grano en el culo, maldita sea. Meh, mientras exista la posibilidad de que apuntes tu espada contra esa perra, yo estoy contento, de todas formas confío lo suficiente en tu padre como para que no se deje aplastar por un mocoso como tú. - y se giró, alejándose de aquel lugar, emitiendo al poco una carcajada - Aunque me emociona la cantidad de movida que vas a causar...Héroe Gris.

La diosa nisiquiera me dirigió la palabra, simplemente se giró, marchándose de aquel lugar. Ambos dioses se desvanecieron.

Entonces el mundo cobró color de nuevo, las hojas y el humo comenzaron a moverse, mi cuerpo empezó a sangrar, ruidos comenzaron a sonar, vi dos siluetas, la de una mujer encima de un caballo y la de un hombre.

Cumpliré mi voluntad...Seré un dios, no puedo perder...

Fue lo último que recuerdo antes de caer desmallado al suelo. Esas palabras que dije justo antes de caer rendido al suelo fueron las que resonarían por siempre en mi cabeza.

(P.D.: Todo lo que sucede en ese mundo gris es fruto de la alucinación.)
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Mensaje por Ireth 03/11/15, 10:27 am

El caballero de la orden parecía totalmente ido de la situación, no reaccionaba ante sus preguntas, no parecía enfocarla siquiera con la vista, al parecer estaba totalmente inmerso en algún tipo de alucinación o tan atontado que no podía articular ningún tipo de respuesta. En cambio el otro hombre parecía bastante despierto y hasta animado, a la centauro le despertó cierta simpatía el verlo allí tan tranquilo y sonriente en medio de una situación que resultaba tan complicada.

Cuando vivía con su tribu había conocido en un par de oportunidades a clanes humanos que moraban en los bosques alejados de las ciudades, solían tener intercambios con ellos de materia prima e incluso cuando tenían una amenaza en común podían unirse para enfrentarla. Sin embargo, todos ellos tenían un contacto mínimo con otras poblaciones humanas como para al menos saber la lengua común, este hombre en cambio parecía conocer solo palabras sueltas.

-Jaja Si, mujer-caballo - Le dijo sonriendo, se señaló y agregó - Ireth - A modo de presentación - ¿Tu? - No le importaba a qué bando podría pertenecer, o de dónde había salido, si se mostraba pacífico y si había ayudado al caballero de la Orden quería saber su nombre y cuando estuvieran más tranquilos agradecerle como correspondía, si lograba que la siguiera hasta el campamento tal vez podrían entenderse mejor.

Pero como sea que fuere no podían quedarse allí más tiempo, los enemigos iban cerrando un perímetro avanzando metro a metro, rematando a los heridos y buscando soldados escondidos. Ireth entendía que dentro de las “reglas” de la guerra estaban haciendo lo que se esperaba de ellos, pero no podía evitar que una sensación de ira recorriera su cuerpo, sin embargo, su parte racional no perdía el control del asunto.

-Ayudame a subirlo - Le dijo al hombre señalando primero al caballero y luego a sus cuartos traseros, en verdad no le gustaba que alguien se subiera a ella, pero era el modo más rápido para que se fueran de allí, esperaba que se portara bien y no se moviera mucho. Lo acomodaron medio acostado hacia adelante e Ireth utilizó las cuerdas que usaba para sostener sus armas para agarrarle las manos, ya que obviamente no tenía riendas - ¡Corre! - Le dijo al bárbaro y comenzó a trotar, parecía tener una condición física excelente, así que confiaba en que podría seguirle el ritmo aunque estuviera a pie, de cualquier manera, si veía que se retrasaba bajaba la velocidad para no perderlo.

Siguió avanzando hasta alejarse lo más posible de la zona donde se había desarrollado la contienda, se encontraría con los otros dos guardias en una parte más alejada aún, sólo para asegurarse de que no serían sorprendidos nuevamente por los soldados enemigos. Pero, aunque llegaran sanos y salvos al campamento ¿Estaban mucho más seguros allí? No tenían un gran número de soldados, ni defensas adecuadas, ni parecía que la Orden fuera a enviarles mas hombres, eran más bien un grupo de exploración, no un frente de batalla.

-¿Qué hacías aquí? - Le pregunto al bárbaro mientras escapaban, miró al caballero de la Orden y el vendaje que llevaba, si bien era algo provisorio, seguramente no estaría vivo si no fuera por eso, la mano de la Dama actuaba de formas extrañas y utilizaba a veces agentes de lo más peculiares - Gracias - Dijo y le sonrió, no creía que necesitara más explicación, la bondad en los corazones de los hombres era algo maravilloso, y era lo que la motivaba a luchar cada día.
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Mensaje por Lohengrin 15/11/15, 07:24 am

Y entonces, el gracioso cayó al suelo después de balbucear incoherencias durante unos momentos. Lo'hen no pudo contener una carcajada al verlo. La mujer-caballo parecía mostrar cierta preocupación por el, tal vez fueran conocidos. Ya tendría tiempo de averiguarlo.

"Kotkaa. Yo Lo'hen, del clan Utkaa." Pensaba explicar brevemente el motivo de su viaje, pero aquel no era el momento. "Ireth, mujer-caballo. Correr." De manera que, como ella le había pedido, levantó sin dificultad el cuerpo de Eduardo y lo colocó a lo largo del... ¿lomo? de Ireth. Lo aseguró fuertemente utilizando las correas de cuero de las que pendían las armas de Ireth. Costaría mucho desatarlo. Durante el proceso, Lo'hen no pudo evitar observar con mucha curiosidad las distintas partes de la amigable mujer caballo, examinando con atención la parte de su espalda donde terminaba la mujer y comenzaba el caballo. La unión de ambas partes era perfecta. e incluso pasó con disimulo la yema de los dedos por la zona. ¡Se le ocurrían tantas preguntas que hacer!

Pero la apremiante situación no lo permitía, la mujer-caballo comenzó un ligero galope para escapar de la zona, y Lo'hen, aún cargado con todas sus armas, pudo seguirla sin ninguna dificultad. ¿Hacia dónde se dirigían? "Viaje de sabiduría." , explicó Lo'hen, a las preguntas de Ireth. "Mi pueblo quiere saber sobre el mundo. También busco un hermano-animal" Desde luego, la centauro podría ser muchas cosas, pero desde luego, no calificaba como hermano-animal, así que Lo'hen descartó rápidamente ese pensamiento. Aumentaron un poco el ritmo para escapar de sus perseguidores, y Lo'hen corrió sin perder ni un solo momento la huella de la centaura, gracias a sus tatuajes mágicos. Cuando se detuvieron, ambos estaban completamente frescos y descansados.

Cuando ella dijo "Gracias", Lo'hen respondió con la misma palabra, a la manera de su tribu. "Gracias". Aún sin comprender del todo el significado de la palabra, le pareció que debía significar algo parecido a "amigo", así que sonrió ampliamente también. Pero aún no habían salido del bosque.
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