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Sueños de Pleamar
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Sueños de Pleamar
Sus pasos eran cada vez mas pesados, casi no había descansado en la travesía,tomo los caminos poco transitados, por miedo a los asaltantes, la fatiga estaba haciendo estragos, pero allí en el centro de la ciudad, pensó que su dolor valía la pena (incluso con un poco de culpa se sintió alegre de que lo escogieran a el para hablar por su aldea). En cada esquina no podía dejar de asombrarse, la cantidad de gente, sus ropajes, los comerciantes vociferando, el paso seguro de los soldados , los imponentes edificios. Pero rápidamente se dio cuenta de que el también era observado, la gente murmuraba a su paso, los comerciantes vigilaban cada uno de sus movimientos y los soldados lo miraban de reojo.
Rápidamente busco entre las calles una taberna, pero no encontraba ninguna,le pregunto a un ciudadano bastante borracho (aunque siempre desconfió de este dicho), y el señalo hacia una callejuela y le dijo que allí encontraría a la mejor cerveza, mientras reía grotescamente con su voz rasposa y en medio de un incontenible hipo.
Al fin podía descansar de las miradas de la ciudad, en aquella taberna cada persona se ocupaba de sus problemas, nadie estaba dispuesto a prestarle atención a un humilde pescador, la bella puerta de entrada cumplía con su deber de disimular la decadencia que había dentro, (se pregunto si era cierto lo que le contaban los comerciantes: que todo lo que es necesario saber, se puede saber en las tabernas)Rápidamente busco entre las calles una taberna, pero no encontraba ninguna,le pregunto a un ciudadano bastante borracho (aunque siempre desconfió de este dicho), y el señalo hacia una callejuela y le dijo que allí encontraría a la mejor cerveza, mientras reía grotescamente con su voz rasposa y en medio de un incontenible hipo.
Mientras avanzaba Droctulf miro las bebidas, en la aldea siempre fueron motivo de festejo, de reunión, en aquel lugar los solitarios o los pequeños grupos parecían beber para escapar de algo que tarde o temprano los alcanzarían, al final de la sala entre las mesas con los habitúes borrachos se encontraba una barra de madera desde donde se erguía el corpulento dueño, que fumaba y no dejaba de prestar atención a todo lo que ocurría.
Decidido se acerco al hombre y lo miro fijamente y le pidió un poco de cerveza (había aprendido que los comerciantes están más dispuestos a hablar si han ejercido su profesión con uno)
-puede decirme dónde puedo encontrar un monje, chaman o sabio, para quitar una maldicion al mar?
dejando su pipa en la mesa, vio como llenaba sus pulmones para que su voz se escuchara sobre el ruido de tantos borrachos
aquí pregunta si alguien sabe quitar maldiciones y le da igual monjes, brujos y charlatanes-
se hizo un pequeño silencio, la gran mayoria estallo en risas, algunos incluso le hacian brindis a la distancia, unos pocos lo miraron seriamente...
PD:Esta historia ocurrio 3 años antes de los sucesos actuales
Droctulf- Cantidad de envíos : 5
Re: Sueños de Pleamar
No se podía decir que había pasado una buena noche, siquiera una noche medianamente agradable, aunque sí bastante normal para una Sophitia con tres años menos de experiencia y con una enorme tenacidad para meterse en problemas. Había pasado la noche en el calabozo, simple y llanamente, sí le preguntaban a ella había sido encerrada por un motivo injusto ¿Desde cuando era ilegal apuñalar a un idiota que había intentado estafarla? En cualquier caso lo tenía bien merecido por intentar robarle a la persona equivocada, si no sabes elegir a tus objetivos mereces quedarte sin un ojo.
Pero por suerte para ella las celdas estaban bastante repletas y con la amenaza de que la querían fuera de la ciudad para la tarde la dejaron ir. Pero Sophitia no tenía apuro alguno, no iba a marcharse sin antes beber y comer algo, así que en cuanto recuperó la libertad fue directo a la taberna de un viejo conocido suyo, no la dejaría consumir gratis, pero al menos le daría del pan que las ratas no habían mordido y de la cerveza que no estaba tan diluida.
Allí se encontraba cuando vió entrar al gracioso pueblerino, la pirata se encontraba sentada en una de las esquinas de la barra, el único modo que había encontrado para poder masticar el pan duro era cortando de a partes y mojándolo en la jarra de cerveza. Masticando con dificultad se quedó mirando al recién llegado y casi se atraganta de la risa cuando escuchó la pregunta que le hacía al dueño del lugar. El pobre no tenía oportunidad alguna en esa gran ciudad, era como una pequeña pececillo de río aventurandose a la vida en el inmenso mar.
Y donde habían ingenuos siempre estaban los timadores alerta, acechando, a la espera de que algún crédulo les diera la oportunidad. En pocos minutos un sujeto se le acercó al joven que había hecho la pregunta, vestía con cierta formalidad considerando que estaba en una taberna de mala muerte, pero alguien que supiera de telas seguramente detectaría que era un traje barato solo para aparentar seriedad. Sophitia podía escuchar lo que le decía con claridad, una sonrisa de medio lado se dibujó en su rostro al confirmar sus suposiciones.
-Oye muchacho, estaba escuchando desde el otro lado de la taberna sobre tu problemática, tienes suerte de que estuviera yo por aquí hoy, conozco a alguien que podría ayudarte - Le decía el embaucador mientras se hacía el agradable - Oiga cantinero, sirva dos jarras más de cerveza a mi amigo y a mi - Dijo pero no puso ninguna moneda sobre la mesa - Es a unas pocas cuadras de aquí, te llevaré porque si no vas con alguien que conozca no te atenderá.
La pirata escuchaba y se sonreía, era tan evidente que sería un timo, seguramente lo llevaría a algún lugar donde un secuaz lo estaba esperando, lo golpearían, le robarían lo que sea que tuviera y lo dejarían allí tirado. Era evidente que mucho no tendría, pero ese tipo de estafas rápidas no eran para sacar grandes fortunas, sino para conseguir unas pocas monedas en un pestañeo. A medida que avanzaba el discurso Sophitia iba sacando un pedazo especialmente grande de su pan duro y lo apelmazaba para hacerlo aún más sólido.
-Si eres tan amable de acompañarme verás como solucionaras tus problemas en un santiamén... - El diálogo fue interrumpido por un potente pedazo de pan viejo que fue a darle justo al costado de la cabeza - ¿Pero que demon....?
-¿A quien quieres engañar? Tu conoces tanto a un chaman como yo sé recitar los versos de la Dama - Dijo Sophitia sonriendo para luego beber un trago de su cerveza - Ya deja en paz al pobre hombre, vete a estafar a los que en verdad tienen oro en los bolsillos.
No es que la muchacha fuera una buena persona, ni tampoco se la pasaba rescatando personas de las injusticias, pero no le gustaba ver que le quitaran a los que no tenían.
Pero por suerte para ella las celdas estaban bastante repletas y con la amenaza de que la querían fuera de la ciudad para la tarde la dejaron ir. Pero Sophitia no tenía apuro alguno, no iba a marcharse sin antes beber y comer algo, así que en cuanto recuperó la libertad fue directo a la taberna de un viejo conocido suyo, no la dejaría consumir gratis, pero al menos le daría del pan que las ratas no habían mordido y de la cerveza que no estaba tan diluida.
Allí se encontraba cuando vió entrar al gracioso pueblerino, la pirata se encontraba sentada en una de las esquinas de la barra, el único modo que había encontrado para poder masticar el pan duro era cortando de a partes y mojándolo en la jarra de cerveza. Masticando con dificultad se quedó mirando al recién llegado y casi se atraganta de la risa cuando escuchó la pregunta que le hacía al dueño del lugar. El pobre no tenía oportunidad alguna en esa gran ciudad, era como una pequeña pececillo de río aventurandose a la vida en el inmenso mar.
Y donde habían ingenuos siempre estaban los timadores alerta, acechando, a la espera de que algún crédulo les diera la oportunidad. En pocos minutos un sujeto se le acercó al joven que había hecho la pregunta, vestía con cierta formalidad considerando que estaba en una taberna de mala muerte, pero alguien que supiera de telas seguramente detectaría que era un traje barato solo para aparentar seriedad. Sophitia podía escuchar lo que le decía con claridad, una sonrisa de medio lado se dibujó en su rostro al confirmar sus suposiciones.
-Oye muchacho, estaba escuchando desde el otro lado de la taberna sobre tu problemática, tienes suerte de que estuviera yo por aquí hoy, conozco a alguien que podría ayudarte - Le decía el embaucador mientras se hacía el agradable - Oiga cantinero, sirva dos jarras más de cerveza a mi amigo y a mi - Dijo pero no puso ninguna moneda sobre la mesa - Es a unas pocas cuadras de aquí, te llevaré porque si no vas con alguien que conozca no te atenderá.
La pirata escuchaba y se sonreía, era tan evidente que sería un timo, seguramente lo llevaría a algún lugar donde un secuaz lo estaba esperando, lo golpearían, le robarían lo que sea que tuviera y lo dejarían allí tirado. Era evidente que mucho no tendría, pero ese tipo de estafas rápidas no eran para sacar grandes fortunas, sino para conseguir unas pocas monedas en un pestañeo. A medida que avanzaba el discurso Sophitia iba sacando un pedazo especialmente grande de su pan duro y lo apelmazaba para hacerlo aún más sólido.
-Si eres tan amable de acompañarme verás como solucionaras tus problemas en un santiamén... - El diálogo fue interrumpido por un potente pedazo de pan viejo que fue a darle justo al costado de la cabeza - ¿Pero que demon....?
-¿A quien quieres engañar? Tu conoces tanto a un chaman como yo sé recitar los versos de la Dama - Dijo Sophitia sonriendo para luego beber un trago de su cerveza - Ya deja en paz al pobre hombre, vete a estafar a los que en verdad tienen oro en los bolsillos.
No es que la muchacha fuera una buena persona, ni tampoco se la pasaba rescatando personas de las injusticias, pero no le gustaba ver que le quitaran a los que no tenían.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
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