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Mensaje por Miyuki 26/04/16, 10:07 am

Unos ojos color miel observan con atención como zarpa el barco, el zorro espera muy tranquilo a que la embarcación se aleje, cualquiera que la mirada con al menos un poco de interés le podría llamar la atención que un animal se sentara tan perfectamente derecho. Pero como no había nadie en los alrededores, Miyuki se podía relajar y menear sus tres colas, disfrutando de ser ella misma.

Según le había dicho su ama, en ese lugar había un objeto que ella quería, que había encargado por motivos que no era necesario que la kitsune supiera, y por culpa de esos sucios piratas el objeto no podía llegar a ella. Pero Miyuki iba a solucionar eso, se encargaría de que ese montón de truhanes le devolvieran esa pieza que su querida señora tanto anhelaba.

El zorro fue bajando del montículo desde donde había estado curioseando, sus pasos eran etéreos, parecían no tocar el suelo, y por esto mismo resultaban absolutamente silenciosos. Cuando se lo proponía sus características parecían más las de un espíritu que la de un ser terrenal, mientras los humanos quitaban las amarras, desplegaban las velas y acomodaban todo para salir, el pequeño animal se coló dentro.

Sus incisivos ojos brillaban mientras observaba los movimientos de la tripulación desde las sombras, podría haberse mostrado cuando aún estaban cerca de la costa, pero prefirió esperar a que se alejaran. Esta fue una decisión plenamente consciente y con la intención de que tuvieran la menor cantidad de chances posibles de escapar, la crueldad se estaba volviendo poco a poco un rasgo más en la personalidad de la kitsune. Aunque en verdad por dentro solo pensaba “esto será muy divertido”, mientras dejaba escapar una infantil y dulce risa.

Se concentró durante unos segundos y tomó forma humana, luego con su agilidad animal trepó por el palo de trinquete hasta llegar a la punta. Aún no sabía dónde estaba eso que buscaba, pero sería más fácil buscarlo cuando todos esos humanos estuvieran ocupados y corriendo. Sentada sobre la madera que sostenía el juanete de proa, comenzó a imaginar la pesadilla que tenía preparada para esos hombres, la delicada figura de la mujer resultaba visible en contraste con la hermosa luna de fondo, pero en cuanto algunos comenzaron a notarla se escuchó el primer grito de alerta.

-¡Fuego! - Toda la tripulación levantó la vista al entrar en alerta - ¡Fuego en la bodega! - Miyuki se quedó allí quieta, con los ojos cerrados concentrándose en que la ilusión fuera lo más realista posible, hizo primero el humo, con su característico olor, luego la sensación de que las tablas bajo sus pies se calentaban, el sonido de la madera al estar siendo devoradas por las llamas.

Ahora la risa de la kitsune podía escucharse claramente, de un salto bajó hasta la altura de la vela de trinquete, haciendo equilibrio sin tocar las sogas como si estuviera en un juego. Su cabello era tan largo que le llegaba a los pies, y flotaba con el viento marítimo como si tuviera vida propia, no era de extrañar que lo primero que pensaran los supersticiosos marineros era que se trataba de:

-¡Un demonio! ¡Es un demonio! - Empezaron a gritar mientras señalaban la misteriosa figura de Miyuki, ella no les hacía caso porque la mayor parte de su concentración estaba en aumentar las llamas, y ocupados como estaban en correr y gritar los piratas siquiera intentaban apagar el fuego, algunos incluso preferían saltar del barco.

-Jajaja, corran, corran conejitos - El gesto divertido de la kitsune era de lo más infantil, y a su entender no estaba haciendo nada malo, solo iba a recuperar el preciado objeto de su ama, y sí podía hacerlo por medio de una pequeña travesura entonces mucho mejor.
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Mensaje por Rastecinnada 27/04/16, 12:02 am

Después de una semana encerrado en aquel barco me había ganado la confiaza del pirata que me bajaba la comida a la prisión. Se llamaba Dorgul, tocaba el laúd y bebía mucho de una petaca llena de aguardiente. La novena noche en el barco estaba tan ebrio que me confió el descontento general de la tripulación: una mitad había sido contratada recientemente y la otra eran veteranos que habían estado al servicio de DuBlanc durante más de diez años. El capitán muy a menudo inclinaba la balanza, en asuntos de importancia sustancial a favor de los suyos.
- Además, nadie quiere ir a Jasperia - balbuceó Dorgul -, hay guerra ahí.
Era claro; un motín tenía que caer. Navegamos unos días sin tocar puerto en los que me permitieron salir de vez en cuando para hablar con el capitán. Hacíamos cosas sin importancia: negociábamos los porcentajes, le mentía sobre mi cliente y escuchaba las condiciones de mi liberación.
El camarote del capitán estaba lleno de tesoros y objetos extraños. Dos pájaros en una jaula de plata, calaveras pintadas, vestidos de seda y un libro que parecía sangrar por las noches. También tenía un tablero de ajedrez de madera de olmo y piezas de cristal. Detrás de su escritorio había un gran ventanal por el que entraba la blanca luz de la mañana cada vez que era invitado. Hasta entonces había paseado mis ojos por toda la tripulación y en la escalera que llevaba al puente me crucé a quien supe, sería el líder del motín. Un hombre de piel curtida por el agua y la sal, que tenía la boca cuadrada y la espalda ancha. Su nombre era Lomu y en su mirada vi la ira que le despertaba el capitán y un deseo desgarrador de querer mandar.
Esa misma noche mandé a Dorgul a buscarlo.
- Me dicen John, un placer conocerte…
- Lomu - nos miramos un momento a los ojos.
- Me imagino que sabes lo que hago en este barco - agitó la cabeza en un no -. Interesante… Soy prisionero del capitán DuBlanc desde hace dos semanas. La última vez que trabajé con él las cosas terminaron de manera poco amistosa pero no recuerdo haberte visto a ti ni a tus camaradas por lo que me imagino que estás bajo su mando hace menos de tres meses. También veo que vienes del este, de una tierra cálida y que te han vendido como esclavo dos veces…
Abrió la boca algo sorprendido. Pero resultaba evidente: era un pescador oriental, por eso la tez color durazno y los codos llenos de cortes. Se había metido en problemas y le habían hecho en el cuello el símbolo del ganado lo que significaba que ese hombre pertenecía a alguien.
- Así es, pero…, ¿cómo lo sabe?
- Amigo mío - respondí con una sonrisa acogedora -, cuando uno fue esclavo no lo olvida nunca - y mostré mi brazo izquierdo donde un falso tatuaje emulaba el suyo -. Desearía dejar atrás esa época, pero ser prisionero de este errático capitán no me ayuda demasiado. En fin…, ¿escuchaste los rumores que dicen que mi cliente me prometió cien coronas por cierto objeto que el capitán tiene ahora en su poder?
- Sí, dijeron algo sobre eso en las cocinas.
- ¿Y..?
Me miró con seriedad y decidí que no debía seguir presionando por el momento. Así que nos despedimos y empecé a citarlo a altas horas de la noche. Al principio desconfiaba pero lentamente logré incitarlo para que organizara un motín. Le dije que reclutara a los nuevos, que probara suerte con los que no querían ir a Jaspia. También le mencioné que la ocasión propicia sería la próxima vez que zarpáramos y que debería iniciar un incendio en la cubierta del barco.
Pasó una semana y atracamos en la orilla de una playa desierta. En la penumbra de mi prisión, el tiempo pasaba leve y oscuro. No había ventanas pero una pequeña rendija daba al mar y un haz de luz se desparramaba sobre la cama. Exhalé el humo de pipa, tramando una cortina grisácea. Atardecía con una lentitud espectral y las olas acariciaban la cara dorada del sol. Era el momento. Di otra pitada y pedí ver al capitán.
Uno de sus hombres me llevó hasta el camarote. Ya se hacía de noche cuando el barco zarpó.
- Capitán, tengo algo que decirle.
- Habla rápido y vuelve a tu celda.
- Bueno, supe que están planeando un motín.
- ¿Un motín? - arrugó la cara -. No te metas conmigo John.
En ese momento la puerta se abrió y apareció Lomu. Detrás de él llegaron gritos de terror, el chapoteo de hombres que abandonaban el barco. Incendio en la bodega, fue todo lo que pudo articular el recién llegado y antes de que le flaquearan las piernas se le escapó, un demonio... Mientras tanto DuBlanc había desenvainado su espada y me señaló con la punta; estaba furioso y no había palabras que fueran a calmarlo. Se abalanzó sobre mí, manoteó de entre unos estantes la cajita y me inmovilizó amenazando mi cuello con el arma.
- Ahora vamos a ver - me susurró demasiado cerca de la oreja mientras se guardaba la cajita entre la camisa y el abrigo -. Me traicionaste hace tres meses, te encuentro con un gran negocio entre manos y decido no matarte… Un motín es lo mínimo que me merezco.
Sí, un motín; pero Lomu estaba conmigo y lo que ardía era la bodega en vez de la cubierta principal…, ¿qué estaba pasando?
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Mensaje por Miyuki 27/04/16, 11:36 am

La kitsune finalmente bajo del mástil, aterrizando con absoluta delicadeza en la cubierta del barco, llevaba puesto una versión algo más moderna de los antiguos kimonos, en la parte superior se cerraba igual que en los tradicionales, y era sostenido por el obi que cerraba en torno a su pequeña cintura, las mangas eran largas y cubrían sus manos, pero la parte inferior se abría por delante, dejando a la vista parte de sus piernas. Para esa ocasión había elegido todo el conjunto en tonos de azul y violeta, contrastaba muy bien con el color claro de su cabello.

Spoiler:

En un principio los piratas solo atinaban a escapar o esconderse, y Miyuki podía caminar por el barco sin mayores impedimentos ¿Quien iba a atreverse a enfrentar a un demonio? Le causaba mucha risa que le dijeran así, si en verdad fuera un demonio ya no quedaría ni un solo ser vivo en ese barco, la kitsune era apenas un espíritu, pero si eso hacía que la respetaran más, entonces bien por ellos.

-Uno, dos, tres, cuatro - Tarareaba Miyuki mientras iba caminando por la cubierta del barco - El conejito está haciendo mochi en la luna - Uno de los marineros estaba agachado en el piso y se tapaba la cabeza con las manos asustado, la muchacha apoyó apenas un pie en su espalda y pasó por arriba de él pisandolo - Amasa, amasa, amasa, amasa ¡Oh! - Se quedó pensando un momento, movió las manos en el aire para intentar recordar cómo seguía ya que el original era un juego para niños que se hacía chocando las palmas.

Por fin uno de los hombres se animó a hacerle frente, con su sable desenfundado e intentando ignorar el pánico fue corriendo hacia Miyuki en un intento por atacarla. Ella no parecía prestarle mucha atención, no le gustaba pelear, y en realidad no tenía habilidad alguna para eso, así que se dedicó a esquivarlo mientras con las palmas de las manos iba dándole toquecitos aquí y allá como si estuviera jugando a las palmas.

-Pum, pum, pum, pum - Se alegró cuando retomó por fin el ritmo, riendo hizo varias copias de ella misma, confundiendo al pirata que se quedó quieto durante un instante sin saber a quien tenía que pegarle. Todas las figuras aplaudieron a la vez cuatro veces y en la última desaparecieron para dejar solo a la original - Bien hecho conejito - Dijo contenta desde atrás del hombre antes de empujarlo por la borda.

Luego se fue dando saltitos en dirección al camarote del capitán, la gravedad no parecía afectarla, cuando alguien intentaba atacarla ella simplemente giraba, saltaba o se agachaba, casi como si estuviera bailando. Si alguno llegaba a alcanzarla con su arma el filo solo traspasaba la figura como si estuviera hecha de humo, y rápidamente Miyuki aparecía en otro lugar, como si en realidad siempre hubiese estado allí. Mientras tanto las supuestas llamas avanzaban, y ya se las podía ver asomando por la rejilla de la cubierta principal.

Su ama le había enseñado que lo primero era la educación, así que cuando encontró por fin a su objetivo hizo una adorable reverencia, mostrando su respeto al capitán. La imagen rebosaba de ironía, la tripulación corría en el fondo, había llamas esparciéndose y hombres ya en el agua intentando alejarse. Pero la kitsune estaba allí parada con una sonrisa encantadora como si nada pasara, o al menos eso mostraba la ilusión que era su figura humana.

-Buenas noches, Capitán - Juntó las manos y se balanceo levemente fingiendo timidez - Lamento molestarlo, pero usted tiene algo que le pertenece a mi señora ¿Podría entregármelo ahora mismo? - Claro que la pregunta era solo una formalidad, tomaría la caja sin importar lo que el humano respondiera.
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Mensaje por Rastecinnada 28/04/16, 05:15 pm

Las llamas color borravino se esparcían entrelazando en su baile los libros, el escritorio y la biblioteca. El fuego había entrado en silencio y ahora se arrastraba por las paredes goteando madera chamuscada, dejando las cicatrices del incendio a su paso. La mirada desquiciada del capitán estaba fija en mi frente mientras gritaba todos los insultos y maldiciones que conocía. Apoyó la hoja de su espada en mi mejilla, efectuó un pequeño corte y rió con sorna.
- Buenas noches, capitán - era una voz femenina y desconocida que hablaba desde la puerta. DuBlanc volteó vehemente. Dijo algo que no escuché y se incorporó sin dejar de amenazarme.
Entonces pude verla. Era una muchacha muy joven, más joven que yo. Sus ojos miraban desde una infinita lejanía color ámbar y se movía como si fuera el otoño. En el rostro inocente y pálido noté algo que no podía ser notado. Nunca había visto una persona así, como un toque de viento o un soplo de pan y que pareciera una lluvia pasajera... Refulgía, eso era. Vibraba con el fuego, como si estuviera hecha del mismo material. ¿Es que estábamos frente a un demonio? Quizá uno que tomaba la forma de una chica, cuyo vestido te permitía verle las piernas.
- No sé quién eres ni qué estás haciendo en mi barco - dijo el capitán -. Pero no pienso...
- Capitán - lo interrumpí -, es una dama. Encantado por cierto...
- ¡Cierra la boca! - me gritó -. ¿Ella no tendrá que ver contigo?
No le respondí. En cierta forma sentía que estábamos unidos por una relación increada, que podría ver en ella un secreto. Sentado desde el suelo la miré a los ojos y vi un jardín; mujeres y hombres desconocidos, bosques de plata y las mismas llamas color borravino que devoraban la embarcación. En sus ojos vi un río y vestidos y la vida eterna...
La recién llegada o no era humana o era muy poderosa.
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Mensaje por Miyuki 29/04/16, 10:18 am

Era una verdadera decepción, Miyuki pensaba que los capitanes de barcos piratas tenían que ser más altos y elegantes, con un cierto toque distinguido aunque un poco fieros, una imagen que denotara que eran humanos civilizados y a la vez rebeldes. No podía ver nada de eso en este sujeto, dejó escapar un suspiro y su mirada se posó de ahí en más de forma pesada sobre DuBlanc, cada vez tenía menos esperanza de que esa misión la mantuviera entretenida demasiado tiempo.

-Ya dije qué hago aquí ¿Es que no estabas escuchando? - Se cruzó de brazos e hizo un gesto como de niña ofendida. Solo cuando habló noto al pálido y extraño humano que estaba detrás de él, le sonrió mientras hacía otra reverencia, era el primer ser vivo en ese barco que se comportaba adecuadamente con ella - El gusto es todo mío, Caballero... - Dejó lugar en la oración para que el hombre se presentara, aunque el capitán no parecía estar conforme con la situación.

La kitsune frunció el ceño, aunque sus intentos por parecer enojada más bien la hacían ver adorable.

-Eso fue de lo más descortés, entiendo que los piratas se caracterizan por ser un montón de palurdos mal educados, pero al menos del capitán de la embarcación esperaba un mínimo de respeto - Se acomodo el imaginario pelo hacia atrás ya que por el enojo se había movido hasta su rostro - No tengo idea de quién pueda ser él, lo único que sé es que... - Una zorruna sonrisa se dibujó en su rostro mientras fijaba sus fríos ojos en el pálido muchacho - Tomó prestado algo sin pedir permiso, y que eso está-muy-mal - Las últimas tres palabras las dijo con ritmo mientras movía el dedo índice en gesto negativo.

Su Ama le había dado una descripción muy general de la situación ¿Para que más? Alguien había robado una caja, ese alguien estaba en un barco, Miyuki tenía que traerla de vuelta. No habían dicho nada sobre el cómo, ni si era necesario que quedara algún sobreviviente, así que eso dependía únicamente del humor de la kitsune.

-Aclarado ese asunto ¿Sería tan amable de darme la caja? - Extendió la mano como si el capitán fuera a dársela allí mismo - Y además me llevaré al Señor Bandido ya que el castigo se lo debe aplicar mi Ama, no usted Señor DuBlanc - Le sonrió de forma encantadora mientras las llamas de fondo continuaban creciendo, sin preocuparse por el caos general.
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Mensaje por Rastecinnada 15/07/16, 03:30 am

Soy mi profesión. Mi cuerpo profesa un arte que habla por sí sólo. Los frutos de mi arte son el amor y la desesperación. Sé de tomar sin permiso un alma, hablarle con la dulzura de un sueño y volar con su tibieza aún entre las manos. Los hombres y algunas criaturas me confunden con un ladrón. Estuve hace tiempo viajando en oriente y una hechicera predijo que mis costumbres me deparaban una muerte amarga. No eres un ladón y quizá tampoco una persona... Cinnad, pareces una trampa con el justo corazón para herir otros. Sus palabras perdieron solemnidad una vez estuvo gimiendo entre sábanas de seda.

Recobré este recuerdo esa noche mientras el barco se incendiaba. Me había llamado bandido y cada una de sus palabras de doncella desplegaba una autoridad remota y como de ensueño. ¿A quién le pertenece tu corazón...? Ella era una mensajera de poder y de belleza. Mi primer deseo fue poseerla. Pero sabía que a los seres de un orden superior no siempre les gusta hablar; sólo esgrimo palabras: los arcos y las espadas no son para mí. Así soy fuerte. Si no soy escuchado mi derrota es segura, por eso los piratas me resultan tan peligrosos. Ellos sólo atienden a las palabras que traen oro y un hedonismo retorcido.

- Me llaman Cinnad - le dije a ella -. Estoy listo para acompañarte hasta el fin del mundo a cambio de un nombre y una sonrisa - la vi sonreir de forma encantadora, iluminada fugazmente por las llamas -. No vendo mis servicios porque no tienen precio y tampoco soy un bandido pero me parezco lo suficiente para que me confundan con uno. Sería poeta pero el papel me aburre. Prefiero jugar al juego de los hombres y llevarme tronos y favores sin derramar sangre.

«Ahora dime, hermosa mensajera. ¿A dónde nos dirigimos?


Las lunas se alzaban claramente sobre el mar quieto y la embarcación bullía de caos. Un desesperado medio motín luchaba contra sus compañeros, otros abandonaban la nave y el resto de la tripulación intentaba fútilmente calmar el hambre del incendio. Los rezagados y los temerosos eran consumidos por el gigantesco e incontrolable fulgor que había causado la muchacha.

Con los dedos comprobé bruscamente entre mis ropas y suspiré aliviado al encontrarla en su lugar. La caja que la pasión del capitán me permitió recuperar mientras me cortaba el rostro. El tesoro que una patrona y su sierva buscaban ansiosamente y que cada vez valía más.

Sonreí con levedad a la muchacha mientras le tendía mi palma abierta y vacía y esperé paciente a que me llevara con ella.


Última edición por Rastecinnada el 16/07/16, 09:19 am, editado 1 vez
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Mensaje por Miyuki 15/07/16, 03:57 pm

El humano era de los del tipo que hablaban mucho y de modo enredado, en un primer momento la kitsune solo se quedó mirándolo sonriendo de modo encantador mientras inclinaba levemente la cabeza hacia un lado. A ella también le gustaban las palabras, aunque no lograba terminar de comprender la enorme cantidad de sutiles sentidos que los humanos llegaban a darles.

-Jijijijiji, no iremos tan lejos, Señor Cinnad, solo tenemos que llegar hasta Jaspia, eso no nos tomará más de un par de días - En el fondo ella era un animal, los animales tenían otros modos de entender, utilizaban otros sentidos - Mi nombre es Miyuki y no vengo a solicitarle ningún servicio, solo a hacerlo mi prisionero - Concluyó la oración con una sonrisa radiante, absolutamente segura de que cumpliría con su misión.

Claramente sus comentarios no iban a ser del agrado del capitán, quien consideraba que se lo estaba ignorando por completo como si él no tuviera nada que ver en todo ese asunto. Rechinando los dientes miró a lo que quedaba de su tripulación, en busca de alguien que pudiera secundarlo en un ataque hacia la muchacha, pero los piratas no eran conocidos por su lealtad, y ya quedaban pocos con los cuales contar a bordo.

-Tu...Maldita zorra... - Y seguramente DuBlanc nunca sabría lo atinado de su comentario, por su parte Miyuki no podía tomarse como insulto semejante comentario, por lo que le seguía sonriendo, creyendo que tal vez el hombre sí sabía lo que era - Me importa un cuerno lo que creas que vas a hacer ¡Este es mi barco! ¡Enfrentame maldito demonio!

-A Miyu no le gusta pelear - Agarró uno de sus mechones de pelo y comenzó a jugar con él mientras hablaba - No comprendo porque tenemos que recurrir a la violencia - Se escuchó como caía lo que quedaba del palo trinquete, lo cual daba a su oración un leve matiz irónico - Pero sí insiste... - Se encogió de hombros como sí fuera algo que se escapaba a su control.

El hombre estaba totalmente fuera de sí, cargó contra la kitsune con su espada en alto, deseando atravesarla de lado a lado y sentir cómo su vida se marchitaba. Pero Miyuki no iba a darle el gusto, esquivo sus ataques sin el menor esfuerzo, en cuanto parecía que iba a alcanzarla la imagen de la muchacha aparecía apenas unos centímetros más atrás. Comenzaron así una extraña danza entre las llamas, ella solo evitaba las furiosas acometidas, él no cejaba en su esfuerzo por asesinarla, pero era humano y sus fuerzas tenían un límite.

Cuando ya no pudo más se detuvo, con la guardia apenas en alto intentando recuperar el aliento, y frente a él la muchacha de ojos color ámbar solo sonreía burlona.

-Creo que esto es todo lo divertido que podía ser, Señor DuBlanc, es hora de terminar - Golpeó con la punta de uno de los pies varias veces el piso, al tercer toque corrió hacia el capitán a una velocidad que parecía imposible y le atravesó el pecho sin siquiera pestañear por el esfuerzo - Oooh, no sabia que podía hacer eso jijiji - Quitó la mano del cuerpo sin vida - Que sorpresa, él no tenía la caja...

De sus dedos aún caía sangre cuando con paso lento pero decidido se dirigió hacia Cinnad.

-Que bonito habla usted, Señor Cinnad, me gustaría seguir escuchándolo, así que... ¿Me acompaña? - Extendió la mano ensangrentada a modo de invitación.
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Mensaje por Rastecinnada 17/07/16, 09:39 am

Al tercer golpecito en el suelo la imagen se deshizo y exhaló el aire a su alrededor. Entonces, el cuerpo de un hombre sin vida, la mano delicada empañada de sangre. Me encegueció la certeza. Dijo dos o tres palabras caminando en puntas de pie y pareciendo más que nunca una niña.

La joven Miyu me ofreció una mano color vino y una sonrisa radiante. Había matado al capitán con tal delicadeza que su vida desapareció como un pensamiento pasajero. Esa noche despertó en mí una curiosidad que desconocía. De un tiempo a esta parte creer me resultaba un signo de fragilidad de la mente; por eso no atribuí los eventos que se habían sucedido a un presagio del destino sino a la innegable persistencia del azar. Miré su mano pálida y sus ojos no humanos. Prisionero nuevamente, el camino me arrastraba hasta Jaspia donde el clima de una guerra sin orden se había asentado entre los hombres. Un reino en crisis es una delicia; si en la tierra hay caos, en las almas también y quién sepa mantener la calma y el equilibrio tendrá en abundancia. Así que fijé mi mirada en la suya. Con pocos movimientos deposité la cajita en su mano ensangrentada y tomé la otra, todavía blanca como la nieve.

- Disculpa al capitán - le dije sonriendo -. No todos fuimos agraciados con el don de la cordialidad.

«Seré tu invitado sin condiciones porque eres ciertamente un misterio. Así que dime..., ¿qué es eso que veo en vos que no vi jamás? Tomo tu mano y es como tomarlas todas y al mirar tu rostro cortés veo un jardín y un cielo rojizo. Señorita, no quiero ser vulgar, ¿pero qué ilusión te hace tan encantadora?
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Mensaje por Miyuki 19/07/16, 09:29 am

De pronto todo estaba en silencio, los pocos hombres que habían en el barco se habían decidido por la opción del escape al ver como mataban a su capitán de un simple y cruel golpe. Ahora solo podía escucharse el suave crepitar de las llamas y el viento azotando las velas que aún quedaban en pie, el mismo viento que sacudía su largo cabello mientras esperaba la respuesta del hombre.

Pero en cambio recibió la tan esperada caja que había venido a buscar, sonrió agradecida y la guardó, no sabia porque era Cinnad quien la tenía, pero la kitsune daba las gracias de no tener que andar buscando por todo el barco. Con la otra mano ayudó al humano a levantarse, asegurándose de que su contacto fuera frío al tacto pero a la vez delicado, tal como debía sentirse la mano de una mujer real.

-Jajaja, no, no usted será mi prisionero sin condiciones, Señor Cinnad - Juntó las manos detrás de la espalda y le dedicó una adorable sonrisa. Luego se miró a sí misma, consideraba que en líneas generales había tomado la forma de una humana, no creía tener nada en particular - ¿Esto? - Preguntó señalando su ropa - Es una yukata ¡Es muy cómoda! La envuelves aquí y luego... oh... - Se detuvo cuando cayó en la cuenta de a qué se refería el hombre - Pueeees, eso es como magia - Concluyó la oración con una amplia sonrisa.

Luego se dió la vuelta y con un gesto deshizo la ilusión en la que había atrapado el barco, las llamas desaparecieron, las maderas rotas regresaron a estar sanas, cada parte que había sido destruida por el supuesto incendio volvió a la normalidad ya que, en realidad, nunca había cambiado. Ahora la embarcación estaba completamente en silencio, los únicos rastros que habían quedado eran algunas roturas producto de las peleas y el cuerpo ya frío de capitán DuBlanc.

-Pero el que Miyu sea tan encantadora no es una ilusión, Miyu en verdad es muy hermosa por sí sola - La palabra “modestia” no estaba en el diccionario de la kitsune, así que siquiera se planteaba el que alguien pudiera opinar distinto - Ahora bien, es usted un humano muy extraño, ve cosas que nadie debería ver.

Se quedó pensando en cómo seguir con esa intervención, demostrando nuevamente que la kitsune estaba improvisando sobre la marcha. Viajar sola era sencillo, solo tenía que saltar, pero no podía hacer eso por mucho tiempo sí tenía que llevar a ese hombre que pesaba más que ella. Vio una de las barcazas colgando a babor, hizo un gesto con el dedo y cayó al agua.

- Así es como nos iremos de aquí, Señor Cinnad - Fue caminando lentamente hasta llegar a la baranda y dando un salto que no parecía obedecer a las leyes de la gravedad bajó hasta donde la esperaba el que sería su transporte de allí en más - No se preocupe, no tendrá que remar, jijiji, ya será castigo suficiente el que recibirá al llegar - Se acomodo en el bote con toda delicadeza, como si viajara en un carruaje lujoso - Ahora cuénteme, ¿Cómo es que ve las cosas en mi mente?
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Mensaje por Rastecinnada 19/07/16, 01:10 pm

No pude evitar alegrarme ante el humor infantil de aquel ser. Me gustó. Había tal gracia en su descuido; y tanta más en esa forma de revelar lo que yo creía un secreto. Así que algo parecido a la magia. Al menos una clase con la que yo no estaba familiarizado. Me considero una persona sensible y aunque mi conocimiento sobre la magia es escaso y está basado en la observación de otros practicándola, sólo una chispa de ella despierta en mí una sensación muy particular. A través de las imágenes que proyectaba Miyu no percibía nada parecido.

- Ahora cuénteme. ¿Cómo es que ve las cosas en mi mente? - me preguntó majestuosa desde el bote. Sonreí. Ahora, desde la tranquilidad del barco abandonado, observé sus facciones. Una mezcla de curiosidad, indeferencia y sabiduría se mezclaban en sus ojos pardos. Y sin embargo parecía una niña, más pequeña de lo que su cuerpo aparentaba. Quizás tenía una fe ciega en su poder y el de su dueña, o sólo dejaba que los pensamientos brotaran de su boca, sin detener ninguno. Entonces supe que su poder y las imágenes provenían de su mente. Sólo entendiendo esto resultaba más o menos sencillo destruirla: en ese momento se me ocurrieron tres formas diferentes. Agradecí que mi único don fueran las palabras y que nunca llegaría a lastimarla.

- No veo nada en tu mente, Miyu - dije -. Veo tu corazón plasmado en las llamas y en tu voz. Sé que tu cuerpo no es de este mundo; eso lo sé. Todo a tu alrededor tiene la intensidad de un deseo. Pero..., ¿qué es exactamente este poder?

De la bolsita de lino que colgaba en mi cinturón tomé la tabaquera de plata y la pipa. Preparé el tabaco y colmé el hornillo. Lo encendí y observé a Miyu. Entonces me di cuenta que no sabía su nombre real. Claro, nunca nos presentamos formalmente..., sólo insinué algo tan vago como que me llaman Cinnad.

- Mi nombre es Ástare Cinnad - sonreí al decir -, es un placer que me hayas hecho tu prisionero...
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Mensaje por Miyuki 25/07/16, 11:30 am

Ese sujeto no hacía nada de lo que se suponía que hiciera, por un lado eso resultaba entretenido para la siempre tendiente a aburrirse kitsune, por otro lado le resultaba sospechoso. Sus invisibles orejas se mantenían paradas, como a la espera de que en cualquier momento el humano pudiera sacar alguna carta ganadora de abajo de la manga, porque precisamente eso era lo que transmitía con sus modos tan serenos.

-¿En mi corazón? - La muchacha puso una mano sobre su imaginario pecho en el que no podía sentir latido alguno - Que caballero mal educado, llamarme por un diminutivo cuando apenas lo conozco y además decir que no soy de este mundo - Se cruzó de brazos muy ofendida y mirando para otro lado - Mi poder es mío, Señor Cinnad, y ya que es mi prisionero le ordeno que se quede callado, y tiene que hacer lo que yo diga, porque eso hacen los prisioneros - La muchacha tenía el ceño fruncido y los labios adorablemente apretados en un gesto que intentaba ser serio.

Se cruzó de piernas y apoyó el codo en la rodilla, intentando ignorar al humano, pero todos esos preparativos con la pipa no hicieron más que llamar su atención y en cuestión de segundos ya lo estaba mirando de nuevo, aparentemente olvidando su enojo.

-Jajaja ¿Realmente es un placer? - Sus ojos color ámbar brillaban, divertida con los comentarios sin sentido de Ástare - ¿Acaso es del tipo de humanos que le gusta ser torturado? Son más numerosos de lo que creía - Ese tipo de curiosidades de los hombres le resultaban a la vez interesantes e imposibles de entender, pero precisamente por eso había elegido vivir entre ellos - No se preocupe, en menos de un día estaremos en Jaspia, y entonces podrá sufrir tanto como quiera.

Lentamente al principio el bote comenzó a moverse, aumentando la velocidad de forma progresiva hasta llegar a lo máximo que la kitsune podría alcanzar, al menos con ese peso extra que tenía que llevar.

-De todos modos, aún no le ha explicado a Miyu como hace para saber lo que sabe, porque en el corazón no hay nada más que sangre, y en mi magia no hay nada más que magia, así que eso no tiene ningún sentido para mi - Sus ojos de depredador se fijaron en el humano - Expliqueme como puede hacer eso, Señor Cinnad.

El barco pirata quedaba cada vez más atrás, era el único punto de referencia que tenían para saber a qué velocidad iban, y pronto no sería más que una mancha negra en el horizonte. Probablemente quienes se lo hallaran harían correr la voz sobre un barco fantasma, ya que encontrarlo entero, vacío y solo con el cuerpo del capitán a bordo era como mínimo escalofriante.
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Mensaje por Rastecinnada 11/08/16, 10:35 am

- ¿Quién podría arriesgar que tu dulce compañía es una tortura? - respondí -. Yo hablo de la imagen de tu corazón; de tu corazón cierto. Del templo que llevan las personas bajo la piel en el que nacen el amor, el odio y la incertidumbre. Unos y otros lo llaman alma o mente pero sin duda mi profesión es comprenderlos.

«No conozco tu verdadera naturaleza porque un velo inesperado cubre todo lo que aparentas. Ni la costumbre ni el tiempo son mi método..., sólo una mirada resulta suficiente, pero no cuando te miro a vos. Hay años y secretos y sabidurías e ignorancias que nunca había encontrado en otro. Pero esos poderes tuyos..., no son magia como tal y tienen el color de un sueño de verano.

La pequeña embarcación cortaba el agua con su espuma veloz y azulada. Me pregunté qué tan grandes y desconocidas eran las habilidades de Miyu. ¿Puedo confiar en lo que veo? Un barco fue pasto de un incendio que nunca ocurrió y una muchacha que es etérea tal vez no está... Con las maneras de una niña inofensiva pero claramente más mortífera.

«Me disculpo si fui poco educado. Sólo conozco una forma de hablar y es bellamente. Lamento que mis palabras no hayan sido de tu agrado... Si supiera tu nombre me resultaría más fácil no volver a ofenderte.

Me recosté levemente y miré las estrellas. Mientras fumaba con lentitud pensé en el futuro que me esperaba bajo aquel nuevo cielo y lo peligroso que resultaba no estar informado. Ahora un nuevo dueño me reclamaba, pero eso estaba por cambiar. Al menos eso creía y estaba seguro de que aún los misterios más desgarradores pueden ser conquistados.
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Mensaje por Miyuki 16/08/16, 12:05 pm

La kitsune asintió satisfecha con la respuesta, ella también pensaba que su compañía no podía ser considerada de otra manera más que como una bendición, a ojos de Miyuki el estar junto a una joven tan hermosa, inteligente y educada no podía sino ser una experiencia fascinante. Así que aceptó todos los elogios con mucho orgullo, dándole la razón con su silencio.

-Creo que entiendo, dice que no puede leer mi espíritu ¿Cierto? Jajaja, es usted un pequeño muy entretenido, Señor Cinnad. No debería intentar abarcar más de lo que puede, su mente humana es limitada así como los años que puede vivir, no logrará entender mi existencia - Mientras hablaba la kitsune se cruzó de piernas y apoyó el codo en la misma - De todos modos, a Miyu le parece sumamente injusta la situación ¿Porque usted debería conocer mi verdadero yo sí no puedo conocer el suyo?- Sonrió fingiendo inocencia - Cuénteme ¿Porque robo esta caja? ¿A que se dedica cuando no está hurtando objetos valiosos? ¿A qué viene este interés en conocer “los corazones” de las personas?

Estaban solos en ese bote, así que en verdad no tenían mucho más que hacer para pasar el rato que conversar. Miyuki tenía muchas cualidades, pero uno de sus mayores defectos era el no saber lidiar con el aburrimiento, necesitaba hacer algo nuevo y entretenido porque sino... Cosas malas solían pasar cuando la kitsune caía en el hastío.

-Ya se lo dije, mi nombre es Miyuki ¿Esperaba algo más? - La muchacha era tonta, pero no tanto. Sabía muy bien lo que algunos podían hacer con los nombres reales de los espíritus, mismo se Ama utilizaba métodos de ese tipo y se lo había advertido en más de una oportunidad - ¿Así es como se comporta en general con sus potenciales parejas humanas? Debo admitir que no comprendo del todo sus prácticas de cortejo jijijiji - Dejó escapar una risita algo traviesa para luego volver a fijar la mirada en el hombre - Es libre de no contestar a mis preguntas, pero este viaje se hará muy largo si no tenemos nada que hacer.
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Mensaje por Rastecinnada 19/08/16, 02:34 am

- Creo que todo aquello que percibo es comprensible - respondí -. Uno es, silenciosamente, todo lo que aparenta. No hay identidades falsas sino fluidez y naturalidad; no conozco existencias inexplicables o que puedan ser justificadas. Miyuki es capaz de ver cómo soy. Con algo de tiempo mi personalidad impenetrable revelaría los deseos y temores más recónditos.

«Respecto a la caja... Fue un encargo que proviene de un cliente desconocido, cuyo mensajero cruzó mar y tierra para encontrarme y contratar mis servicios en el más solemne secreto - la muchacha parecía inquieta a medida que respondía sus preguntas pero yo hablé con calma mientras el mar se abría ampliamente hasta el horizonte y la brisa salada despejaba mi ánimo cansado -. Conocer corazones es una capacidad innata, el interés apareció más tarde, con su refinamiento y la apreciación de almas admirables y encantadoras. Por eso siempre estoy robando objetos valiosos: no hay tiempo libre cuando la pasión y la curiosidad se encuentran en el mismo punto.

Vertí la ceniza por estribor y con seda limpié el hornillo. Entonces nos miramos fijamente hasta que ella rió, ligera y tibia. Se había cruzado de piernas mientras insinuaba que la estaba cortejando. Este gesto me causó tanta ternura que hablé felizmente.

- No voy a negar que me atraes, Miyuki, pero en absoluto intento seducirte. Me gustaría estar seguro de comprender a la perfección tu alma y tu mente antes de intentarlo..., - si vivo lo suficiente -. Además, estoy seguro de que una dama con tal control de sí misma y de los otros resultaría demasiado desafiante como para conquistarla en un viaje en bote.

«Así que por favor dime, bella captora, ¿me permitirás ver en tu ser lo que no debería?
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Mensaje por Miyuki 23/08/16, 12:41 pm

Escuchó la explicación y sonrió de modo zorruno, creía entender a dónde quería ir el humano, pero de ninguna manera se lo dejaría tan fácil. Entrelazo los dedos y extendió los brazos hacia atrás, como si quisiera estirar músculos que ese cuerpo imaginario en realidad no tenía.

-Oh, entonces no hay porque apurarse, con algo de tiempo mi personalidad impenetrable revelara los deseos y temores más recónditos, jijijiji - Se siguió riendo durante unos segundos y se detuvo de golpe, cambiando su gesto a uno de indiferencia - Por suerte el tiempo a mi me sobra ¿Y a usted? ¿Con cuanto tiempo cuenta?

Era una pregunta al aire, Miyuki sabía perfectamente que el hombre no contaba con mucho tiempo, no al menos para su modo de percibirlo, en lo que la kitsune tardaba en decidir qué tenía ganas de hacer, un humano podría haber vivido gran parte de su existencia. Cinnad era como un diente de león que desaparecería con un breve soplo de viento o un suspiro impaciente de la muchacha.

-Así que se trataba de un encargo, es bueno saberlo - Seguramente sin tener un nombre o descripción su Ama no estaría satisfecha, pero peor sería si no le llevaba absolutamente nada - Parece que disfruta del riesgo, Señor Cinnad, jijiji, entonces creo que esta en el lugar correcto - Un brillo divertido iluminó sus ojos mientras distintas posibilidades rondaban su mente.

Se recostó sobre el borde del bote y dejó caer un brazo por el costado, sus delicados y pálidos dedos rozaron apenas la superficie del agua, dejando una estela a su paso. Aún estaba escuchando al hombre, pero con cierta distancia, como perdida en sus pensamientos, pasar mucho tiempo lejos de su Ama siempre la ponía algo melancólica, pero por suerte pronto estaría de nuevo con ella.

-Pretende mucho para ser un prisionero, Señor Cinnad, tal vez debería coser esa bonita boca suya, así tendría algo con qué entretenerme en el camino y dejaría usted de hablar sobre cosas que no corresponden - Era claramente una amenaza, pero no fue dicha con enojo. Era más bien como si ronroneara, como cuando un gato miraba a su presa, sin intención de matarlo, pero tampoco de dejarlo ir - Miyuki le permitirá ver sólo aquello que le apetece mostrar, en el momento que desee mostrarlo, para quien sea que considere digno de mostrarselo ¿Y usted qué, Señor Cinnad? ¿Va a lograr mantenerme entretenida en lo que nos quede de viaje? - Mientras hablaba apoyaba dos dedos sobre el borde del bote, y lentamente iba moviéndolos en dirección al humano.
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Mensaje por Rastecinnada 23/08/16, 07:27 pm

- En mis viajes por tierras inverosímiles conocí seres que no podían morir. Para los hombres como yo, cuya fecha de expiración siempre acecha cercana, el tiempo resulta un tema preocupante. Yo no temo a la muerte, Miyuki, ni al tiempo que resta en mi camino por este mundo. Los problemas que apremian a aquellos consagrados en la longevidad no son parecidos a los míos, pero quizá, pueda comprenderlos… Una vida larga o eterna no conlleva necesariamente a la sabiduría ni al conocimiento.

«He engañado con mis palabras a criaturas que horadan la tierra mucho antes de lo que puedo imaginar, y aunque jamás veré el mundo como ellos lo hacen, si me entienden, yo también - la observé calladamente mientras se recostaba y sus dedos traslúcidos agitaban el agua -. Además - mentí en voz baja -, me queda mucho más tiempo del que crees.

Entonces habló ella, como si ronroneara; su voz claramente teñida por otra…, un animal secreto. Se iban esclareciendo las cualidades menos evidentes de la muchacha. Aunque era una amenaza, noté que estaba vacía. En verdad, no sabía si nuestro diálogo la entretenía, seguía mostrándose encantadoramente hostil pero supuse que era un papel que se sentía obligada a tomar.

- Yo también siento el hastío, damita - y sonreí con tristeza -. Me aburro de muerte. Pero no viviré tanto como Miyuki para deshacerme de esa sensación… Por eso hablo y deseo con la pasión de un río de plata. Pero tú, envejeciendo a la velocidad del éter, decidiendo con el pasar de las estaciones y la transformación de la luna... Un ritmo en armonía con el cosmos, creo yo, que se revela en las estrellas, en las montañas y los bosques.

«La melodía que determina mi vida es una chispa, como un viento pasajero, casi inasible. Desde mi punto de vista resultas inalcanzable, etérea; de toda y ninguna sustancia. Pero es gracioso: a tus ojos debo parecer una luz que se apaga velozmente. ¿Puedes acaso entender mi vida? ¿O es demasiado fugaz para que la observes?
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Mensaje por Miyuki 30/08/16, 09:06 am

El humano parecía querer hacer alarde de tener mucha experiencia, de haber conocido a muchos seres, de tener gran conocimiento... La kitsune lo escuchaba y sonreía, su rostro humano no demostraba sentimiento alguno, mientras sus colas invisibles se agitaban de un lado a otro a medida que su paciencia se reducía.

-Es usted un humano, por más que fuera un recién nacido no le quedaría mucho tiempo de vida ¿Cuanto? ¿Cuarenta años? ¿Sesenta? Esa es una existencia minúscula - Pasó su pelo hacia adelante y lo peinaba con los dedos mientras hablaban - Un árbol puede vivir más de quinientos años, algunos animales más de cien ¡Las montañas viven mucho más tiempo del que podamos calcular! ¡Siquiera yo puedo verlo con claridad!

Su mente fue hacia los primeros recuerdos que tenía, eso había sido hace mucho tiempo, todas esas islas no existían, no de esa manera al menos, y también creía recordar que los humanos lo llamaban de otra manera... Pero ya no sabía cómo, ese tipo de necesidades de los mortales de ponerle nombre a las cosas para sentirlos más de ellos era algo que no entendía.

-Jajaja mas bien parece una pequeña luciérnaga - Se tapaba la boca para reír, delicada y femenina en cada uno de sus gestos - Usted tal vez no lo sabe, pero las noches de verano en Jaspia son muy hermosas, si se aleja de las ciudades puede ver cómo, en algunos claros, se juntan cientos de luciérnagas que bailan en el aire, prendiendo y apagando sus pequeñas luces... Así es usted, así son los humanos - Junto ambas manos y cuando las separo parecían haber diminutos puntitos de luz que danzaban sin un orden fijo, titilando para luego desaparecer - Brillan mucho y muy bonito, pero solo durante un instante.

Era una ilusión sencilla, no necesitaba mucha concentración para realizarla y el poder recordar tan claramente esas hermosas noches de verano paseando por los jardines con su Ama ayudaba mucho.

-No lo entiendo ni me importa entenderlo ¿Para qué perder el tiempo intentando comprender a un ser que tal vez siquiera llegue vivo a tierra? jijijiji - Se recostó nuevamente, dejando caer su mano en el agua - Se complica mucho, Señor Cinnad. Tal vez simplemente debería hacer preguntas directas ¿O es que eso le quitaría la diversión del desafío?
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Mensaje por Rastecinnada 14/11/16, 11:19 pm

El mar azotaba la embarcación con dulzura y los ojos pardos de Miyuki me observaban con arrogancia. En su corazón hermético mis palabras no hallaban amparo; su voz refulgían con la indiferencia y la fatuidad de un dios entre los hombres. Desde nuestro encuentro hasta ahora había elevado entre nosotros un muro tan impenetrable como el dogma que guiaba su discurso. En general no revelo mis intenciones pero en el caso de esta muchacha abiertamente admití mis intereses y como consecuencia un abismo nos separaba.

- No es necesario que te presentes rapaz ante mí, no veo necesaria una batalla de palabras cuando podría ser danza. Prefiero ser claro con los claros y no tener forma, ni delatar mis movimientos con aquellos enigmáticos. ¿Qué de bello hay en hacer la justa pregunta si no deseo la justa respuesta? Me resultaría imposible rogar por una fracción de tu conocimiento si todo lo que conoces no puede expresarse con palabras.
«Las preguntas exactas sólo valen para hablar de oro y algunos nombres que precisan esa cortesía. Las preguntas verdaderas pueden ser precisas sin ser directas y atacar el corazón desde el flanco más inesperado..., ¿no crees, Miyuki, que somos auténticos al escondernos tras nuestras propias palabras?


No volví a hablar hasta que se vieron los primeros rayos del sol. Al borde azulado de aquello que empezaba cielo, terminaba mar y parecía mío, lo llamé soledad y sentí cómo palpitaban las agujas en el reloj de mi muerte. El viento brillaba de arena cuando sentí el peso del sueño sobre los párpados y los labios.

- Los mortales tenemos la costumbre de morir un poco cada día - dije -. ¿Me permitirías, señorita, descansar este cuerpo sobre tu regazo? - asintió felinamente y dormí profundo sobre el cuerpo acaso tibio de Miyuki.
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