La búsqueda de un sueño

“¿Por dónde empezamos?”

Era una pregunta muy adecuada para la cual no tenía una respuesta precisa; ella tampoco conocía la isla. Guardó silenció unos instantes mientras meditaba una respuesta. Había apreciado el cambio que se había producido en Alma desde el abatimiento a algo muy parecido al ánimo y no quería echarlo todo a perder con respuestas como “No sé” o “Por cualquier parte”.

¿Cómo se busca a una persona que está a punto de morir? Ella podía ubicar fácilmente a una persona o un grupo de ellas cuando dormían simplemente siguiendo el rastro de sus sueños, como un cazador que busca a una presa, pero nunca había tenido la ocasión de acercarse a los sueños de una persona agonizante. Sabía que algunas personas morían durante el sueño, pero ¿qué sueña una persona que está próxima a abandonar el plano terrenal?

No lo sabía, no tenía una certeza y eso empezaba a angustiarla. Quería de todo corazón ayudar a Alma, quería que el proceso fuera lo más simple posible y la idea de ir de casa en casa buscando a alguien que estuviera a punto de expirar, como si fueran aves carroñeras, la desolaba. Si hubiera otra manera…

Desesperaba de encontrar una alternativa cuando la magia vino en su ayuda. No su propia magia, sino la de la isla en la que se encontraban. Había percibido esa magia desde que había soñado con la isla pero, en cierto modo, no la tenía presente. Pero esa magia, que impregnaba el aire, el agua y la tierra parecía responder al acendrado deseo de Alma y a su propia necesidad de ayuda.

No hubiera podido describir con exactitud lo que pasó, pero un sutil cambio se produjo en el ambiente y algo vibró en su interior. Y entonces lo vio… un cordón de plata rielaba en la atmósfera, un cordón de plata próximo a romperse y ella supo exactamente donde estaba.

“Por aquí” , contestó sencillamente y flotó en dirección a las luces del poblado.

Alma también sintió la magia. Pudo sentir una especie de fluctuación a su alrededor, que paró de repente. Todo parecía igual pero algo dentro de ella le decía que era distinto.

Y se alegró, porque Lis, que parecía un poco indecisa de qué rumbo tomar, se aclaró y decidió a dónde ir. Alma empezaba a tener problemas de nuevo para controlar sus pensamientos negativos, y el movimiento la ayudó.

Se dirigían a un pequeño poblado, era pequeño pero parecía acogedor. Alma no sabía que alli vivian humanos y por eso se extrañó un tanto al ver a una mujer pasar junto a una ventana con una vela en la mano. Aún no era muy tarde pero era cierto que empezaba a oscurecer. Alma miró a su alredor, buscando el sitio al que Lis se dirigía.

Finalmente entraron en una casa., casi al final del poblado. No había nadie allí, al menos a primera vista, y las luces estaban apagadas. Pero en una esquina del dormitorio, tumbado en una destartalada cama, había un hombre que dormía plácidamente. O eso parecía, porque cuando Alma se fijó mejor, se dio cuenta de que el hombre estaba muy pálido y su semblante reflejaba cansancio. El cansancio de toda una vida.

Alma miró a Lis, preguntándose si sería aquella la persona que buscaban. De repente empezó a ponerse nerviosa. ¿Cómo se supone que iba a hacer lo que tenía que hacer? No sabía absolutamente nada...

<< Lis... yo... no sé si podré hacerlo. >>

El hombre al que pertenecía el cordón de plata que había vislumbrado yacía, aparentemente dormido, en una destartalada cama. Era un hombre ya mayor y parecía estar tranquilo. Algo en su talante parecía indicar que sabía que se acercaba a su final y lo aceptaba, era un espíritu dispuesto para el viaje definitivo que debía iniciar.

“Tranquila, Alma, sí podrás. La magia de la isla te ayudará, tal como nos ayudó a llegar aquí. Yo te avisaré cuando el cordón de plata se haya roto; entonces, concéntrate profundamente y sin dudar en entrar en el cuerpo de ese hombre. Será… será como entrar en una casa cuyo dueño acababa de dejar para ocuparla por algún tiempo”

Que el hombre al que observaban estuviera preparado y dispuesto para su tránsito final, era algo que la tranquilizaba mucho; muy posiblemente, su espíritu se dirigiría de inmediato a un plano superior sin siquiera notar que ellas estaba ahí. Eso era muy bueno, pero no era de lo único que debía preocuparse. Debía averiguar cuantos habitantes había en la casa y asegurarse de que no presenciaran la encarnación de Alma. Para ello, los haría dormir tanto tiempo como fuese necesario; cuando despertaran, para ellos sería como si su deudo recién hubiera muerto.

Le explicó brevemente su plan a la fantasma, añadiendo algunas indicaciones.

“Mientras estés en ese cuerpo, ya no podremos hablar tú y yo. Cuando notes que ya has encarnado, abre los ojos y muévete para que yo note que lo has logrado. Entonces te haré dormir y tejeré un sueño para ti, espero que ese sueño te ayude a recordar y cuando él termine, será el momento de abandonar ese cuerpo y dejar que todo siga su curso.”

Recién terminaba de “hablar” cuando la puerta de la habitación se abrió y alguien entró.

Alma temblaba. Pero se concentró en la "voz" de Lis y en cada una de las palabras que le decía. Se las repitió a si misma como un eco para evitar pensar en otra cosa que no fuera lo que iba a hacer, porque si no sabía que no sería capaz.

Estaba a punto de asentir cuando notó otra presencia moviéndose por la casa, y apenas unos segundos después una niña entró en la habitación. Era pequeña, no debía tener más de once años, y entró como una tromba. Al ver al hombre postrado en la cama su semblante se volvió muy serio, y en sus ojos había una expresión asi agónica.

- ¡Thereo! - La pequeña fue corriendo al lecho, pero el hombre apenas se había percatado de su presencia. Debía de quedarle poco tiempo. La niña se arrodilló junto a él y le cogió la mano. Movía mucho la cabeza y sus ojos se estaban llenando de lágrimas. Ella también entendía lo que estaba pasando.

Por fin, el anciano pareció percatarse y las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba. PAreció que iba a decir algo, pero no tenía fuerzas.

- No te mueras, por favor...- en un intento por hacer algo que no fuese quedarse quieta, la niña se incorporó. Miró a su alrededor como buscando algo y su mirada se paró en la fantasma. Se mostró asustada al principio y luego se puso en posición defensiva delante del hombre.

- ¿Quién eres?¿Qué quieres? ¡No dejaré que te lo lleves contigo!

Alma se quedó parada. Era cierto que los niños tenían cierta predisposición a ver fantasmas. No esperaba aquella interrupción y menos aquella actitud tan amenazante.

<< No... no quiero llevarme a nadie...>> Su voz sonaba insegura y se veía que estaba casi más asustada que la propia niña. Miró a Lis de reojo, no sabía si los niños veían espíritus en viajes astrales y tampoco sabía qué hacer. SI el hombre moría antes de que la niña se fuera, tendrían un problema. No iba a meterse dentro de aquel hombre con la niña delante. No se creía capaz.

Con cualquier persona que hubiese entrado en la habitación se hubiera producido una situación dolorosa, pero que se tratara de una niña la hacía mucho más dolorosa aún. Mientras veía a la pequeña intentando hablar con el anciano, Lis empezó a sentirse como una especie de buitre, estando como estaba esperando la muerte del anciano y tuvo que luchar a brazo partido contra la desagradable sensación.

Que la niña pudiera ver a la fantasma y la enfrentara a defensa del moribundo, aparte de tomarla por sorpresa, añadió mucho más tensión a la situación como demostraban el temor y la inseguridad que apreciaba de nuevo en Alma. No sabía si la niña sería capaz de verla, pero no iba a hacer nada por averiguarlo. Situándose de manera que la chica no pudiera verla, ascendió hasta el techo haciéndole señas a Alma de que la siguiera, antes de atravesarlo y salir de la habitación. Necesitaba hablar con la fantasma a solas.

No había echado marcha atrás en su propósito, pero se imponía una nueva estrategia. Desde el comienzo había decido que nadie presenciara la encarnación de Alma en el cuerpo del anciano, principalmente para que no hubiera falsas esperanzas en torno a su recuperación., pero con la niña se agregaba un factor especial. Si podía ver a la fantasma, podría también ver como el espíritu del anciano abandonaba su cuerpo y como Alma tomaba su lugar, lo que daría lugar a una experiencia demasiado traumática que no podía permitir.

“Escucha” le dijo a Alma cuando la tuvo a su lado “inspecciona la casa para ver cuantas personas hay. Mientras, yo volveré a la habitación y me mantendré lejos del alcance de la niña. Cuando el anciano muera, yo la haré dormir y te avisaré para que te encarnes; luego haré dormir al resto de los habitantes de la casa. Los despertaré a todos apenas tú hayas abandonado el cuerpo. No te preocupes, cuando la niña despierte le parecerá que el anciano ha muerto recién. No recordará que estuviste aquí, ni siquiera sabrá que ha dormido; ni ella ni ninguno de los demás. Ninguno de los ocupantes de esta casa sufrirá porque tú ocupes temporalmente el cuerpo de su pariente, te lo prometo”

Alma tardó un poco en seguir a Lis, porque no podía apartarse de aquella mirada amenazadora. PArecía que la pequeña o iba escuchar sus palabras, aunque no le extrañaba. Su actitud protectora denotaba que le tenía mucho cariño al hombre. Alma pensó por un momento lo que ella habría estado dispuesta a dar por él.

Lentamente flotó hacia el techo y se perdió a través de él, pero sentía la mirada de la pequeña fija en el lugar por donde se había marchado. Escuchó a Lis un poco ausente, pero acabó asintiendo. No sería capaz de volver a entrar en la habitación con esa niña mirándola amenazadoramente, así que asintió y se dedicó a vagar por la casa.

No vio a nadie más por allí y eso le resultó raro. ¿De dónde había salido la niña entonces? No había otra habitación en la casa que pudiera servir de dormitorio QUizá la niña y el resto de la familia viviese al lado o algo así.

De todas formas no importaba. Le mandó a Lis un pensamiento, rogando por que la niña no lo captara, para decirle que no había nadie más y esperó a que el espíritu la llamara cuando llegara el momento. No podría soportar la mirada acusadora de la niña otra vez, porque la hacía sentirse sucia....

Lis apenas asomó la cabeza a través del techo para ver que sucedía dentro de la habitación. La niña, luego de revisar la habitación para asegurase de que la fantasma se había ido, se había vuelto a arrodillar junto al moribundo y tomándole una mano, le hablaba en voz baja.

- No voy a dejar que nadie te lleve, Thereo, yo te voy a cuidar.

El anciano no parecía escucharla. Tenía los ojos cerrados y su respiración era cada vez más débil. Su rostro estaba pálido y era como si la piel se le hubiera pegado en los huesos. El fin era inminente y así pareció notarlo también la niña quien, llorando, repetía una y otra vez su ruego.

- No te mueras, no te mueras.

La niña no pareció notar el pensamiento que Alma le transmitió a Lis, como tampoco notó que ésta descendía del techo y se situaba en un rincón. Si la semihada hubiese estado en su cuerpo, hubiera estado también llorando. Por más que su trabajo la pusiera en una íntima relación con la muerte, nunca dejaba de dolerle. Y era más doloroso aún ver a una niña enfrentar un trance así sola ¿Dónde estaría la familia?

No tuvo mucho tiempo para especular porque el espíritu de Thereo acaba de abandonar su cuerpo y, roto el cordón de plata, flotaba hacia el techo y abandonaba la habitación. La niña sostenía la mano del anciano junto a su mejilla y, con los ojos cerrados, seguía repitiendo su súplica como si fuera una oración. No parecía aún haberse dado cuenta de que el anciano había muerto y Lis actuó con rapidez. Flotó velozmente alrededor de la chica, tocándola con sus ingrávidas manos hasta que consiguió que, dormida, se desplomara junto al anciano.

“Alma, ven”

Esperaba que las dudas y la inseguridad no volvieran a apoderarse de la fantasma. Era muy poco el tiempo del que disponía para realizar la encarnación y si vacilaba, perdería la oportunidad, tal vez para siempre. Dudaba que Alma quisiera volver a intentar algo así. En realidad, ni siquiera estaba segura de que ella misma quisiera volver a estar en una situación parecida, aguardando como un buitre la muerte de una persona. Era ahora o nunca.

El rato que permaneció sola no fue demasiado, pero a la fantasma le pareció una eternidad. La ansiedad crecía cada segundo que pasaba y Alma tenía que luchar por evitar pensar en qué iba a pasar cuando Lis la llamara. Intentó no pensar en ello y centrarse en los únicos momentos felices que recordaba. Lo hacía todo por aquellos momentos, por que se repitieran, y ese pensamiento le dio fuerzas y se desvaneció todo lo demás.

Cuando la voz de Lis le llegó, Alma actuó automáticamente: cruzó la habitación lo más deprisa que pudo y, sin pensar, se deslizó dentro del cuerpo del hombre. Apenas pareció una ráfaga de aire cuando pasó junto a la niña dormida.

La sensación era muy rara. No sabía cómo iba a pasar, pero de repente, todo desapareció. Por primera vez desde que recordaba, volvía a estar rodeada de negrura. Notó como su espíritu se amoldaba, ocupando su sitio, llenando de vida el cuerpo inerte del anciano, y se sintió muy cansada. Más cansada que nunca, como si acabase de despertarse de un corto sueño después de mucho tiempo sin dormir. Le costó hbaituarse a su ceguera, hasta que una parte de ella se recordó a sí misma que, si quería ver algo, tenía que abrir los ojos.

Lo hizo así, y se habituó a volver a ver las cosas con los ojos en lugar de con su percepción fantasmal. Los colores eran más nítidos y brillantes, incluso para los ojos cansados de anciano que tenía ahora, y notaba el tacto de las sábanas, y el de la mano de la niña, cuyos dedos aún estaban entrelazados con los de Theon.

Apenas fueron unos minutos, pero Alma vivía cada segundo al máximo, acostumbrándose a estar... ¿viva? no estaba segura de estarlo del todo, y se sentía extraña en aquel cuerpo ajeno, pero aún así las sensaciones eran... gratificantes, como volver a un lugar que te encantaba cuando eras niña y volver a recordar los olores, el tacto...

Entonces recordó lo que estaba haciendo y porqué, y buscó a Lis con la mirada. No se había parado a preguntarse si la vería o no, pero la encontró allí, en la esquina donde había estado. Su cuerpo era translúcido, y con su nueva visión parecía incluso desenfocada, pero allí estaba.

- Y... ¿Ahora qué?

Se sobresaltó al oír el sonido de la voz grave y cascada del hombre en su intento por hablar.

Afortunadamente, Alma no había vacilado cuando escuchó su llamada; de haber estado en su cuerpo físico hubiera exhalado un suspiro de alivio al ver la presteza con que la fantasma ocupaba el cuerpo de Thereo.

Mientras se completaba la encarnación, flotó fuera de la habitación, e incluso fuera de la casa, para estar segura de que nadie fuera a interrumpir en los próximos minutos. Mientras estuviera concentrada en tejer el sueño para Alma, no podría ocuparse en hacer dormir a quienes pudieran llegar a ver al anciano; necesitaba un margen de tiempo para tejer el inicio del sueño y que luego la chica siguiera soñando por si misma en busca de aquellos recuerdos que había perdido.

Tal como Alma había dicho, no había nadie más en la casa y cuando salió de ella, comprobó que nadie venía hacia el lugar donde se encontraban, la calle estaba desierta. En las demás casas del vecindario, con sus luces en las ventanas y sus puertas bien cerradas, las familias se disponían a tomar su cena e incluso había quien ya se preparaba para dormir. Con la certeza de que dispondría del tiempo suficiente, volvió junto a Alma.

Aguardaba en el rincón donde había estado antes cuando el fantasma encarnado abrió los ojos. Contempló como la muchacha se acostumbraba a su nuevo estado y recordaba el objetivo de estar allí y cuando la buscó con los ojos, supo que podía verla. Pero no podría escucharla.

Contestó a su pregunta apoyando su mejilla, con los ojos cerrados, en su manos unidas, para representar la idea de dormir y se acercó al cuerpo. Flotó en círculos en torno a Alma/Thereo tocando su cabeza con sus manos translucidas, repitiendo el ritual que había hecho previamente con la niña.

Alma vio el gesto de Lis, y asintió. Recostó la cabeza de nuevo y cerró los ojos mientras intentaba tranquilizarse un poco para estar relajada. Se dejó llevar por el hechizo tejido para ella, y fue perdiendo poco a poco el sentido.
Lo último que supo antes de que el sueño la venció por completo, era que apretaba con fuerza la mano de la pequeña dormida.

Cuando abrió los ojos, su mano apretaba la esquina de una manta con mucha fuerza. La luz entraba a raudales por una ventana que la chica no podía ubicar, porque le hacía daño en los ojos. Una sombra oscura pasó por su campo borroso de visión.

- Ya va siendo hora de que te despiertes. Tienes que ayudarme con las habas, así que levántate ya, porque no pienso seguir esperando. - La voz parecía enfadada y a Alma le resultaba extrañamente familiar. Tardó un poco en acostumbrarse a la luz, lo justo para ver la silueta de una mujer alta y delgada vestida con un delantal que se giraba en la puerta antes de marcharse. - No quiero tener que volver, si no te las verás con tu padre cuando vuelva de la granja Holen.

Alma refunfuñó y salió de entre las sábanas con desgana mientras su madre salía de la habitación, cerrando la puerta tras ella. Con los ojos entrecerrados se acercó a la tina de agua que su madre debía haber dejado sobre una pequeña mesa y se echó agua en la cara y en la cabeza. Se secó con una tela mientras miraba su reflejo en el agua ondulante. Tenía los ojos hinchados y unas ojeras enormes, como si hubiese estado durmiendo durante mucho tiempo, pero no hubiese descansado. Suspiró y dejó la toalla a un lado mientras miraba por la ventana: hacía un espléndido día de verano.

La chica se quitó el fino camisón y se puso el traje de faena que había sobre la silla. Era un vestido fino, sujeto a la cintura por una pieza de cuero ajustada de un marrón que contrastaba con el verde oscuro del vestido, y no tenía mangas. Alma se ajustó la pieza antes de ponerse unas finas zapatillas de cuero y salir de la habitación.
La amplia sala con un brasero en el centro para calentar la casa en invierno estaba vacía. Alma buscó a su madre por todas partes, pero allí no había nadie. Salió afuera y se encontró con un denso bosque. Alma echó a andar entre los árboles mientras llamaba a su madre. Al poco tiempo ya estaba inmersa en la espesura. Estuvo caminando un rato, la espesura se hacía cada vez mayor hasta que las copas de los árboles eran tan tupidas y estaban tan juntas que tapaban cualquier atisbo de luz.

Alma se detuvo un segundo para mirar a su alrededor, y entonces los vio: había unos ojos mirándola desde la oscuridad, unos ojos crueles con un brillo rojizo. Dio un paso atrás, asustada. Se oyó un crujido y alrededor de los ojos apareció una cara de lobo, con las fauces abiertas y babeando. Alma echó a correr. Justo antes de darse la vuelta le pareció que el lobo sonreía. No pensaba en nada mientras se arañaba con los arbustos e intentaba encontrar un sitio donde esconderse para perder de vista al lobo. Corría con todas sus fuerzas, y aún así esperaba constantemente que el lobo se abalanzara sobre ella en cualquier momento. Oía cómo sus patas rápidas apenas acariciaban el suelo. Pero no la alcanzaba. La chica se tropezó con una raíz y cayó al suelo embarrado. El lobo apareció tras un árbol y dejó de correr, mirándola fijamente con aire burlón. Alma, desesperada, hizo lo único que se le ocurrió. Se agarró a un árbol y empezó a trepar. Se desolló las manos y las piernas, pero consiguió llegar a una rama alta. El lobo la miraba desde abajo. Estuvieron así unos minutos hasta que Alma vio un ciervo un poco más lejos, y el lobo salió corriendo en esa dirección. Alma pudo ver cómo caía sobre él sin estar presente. Se estremeció.

Se quedó subida al árbol un rato, recuperándose del susto. ¿Dónde se había metido su madre? Se sentía sola, abandonada, como se había sentido siempre. Tenía las manos en carne viva, le sangraban las rodillas de usarlas para agarrarse mejor al tronco y estaba llena de arañazos y de barro. Su vestido estaba hecho jirones y sucio. Deseó que alguien la rescatara de esa situación, de aquella negrura y de aquel lugar. Pero la sensación de que nadie iría a buscarla, de que no importaba qué le pasara se acentuaba a cada segundo que permanecía en el árbol. Al final, recogió todo su malestar y lo aplastó, lo convirtió en enfado, en ira y de ahí sacó la fuerza para bajar del árbol. No le serviría de nada quedarse allí arriba, dándole tiempo al lobo para volver a por ella. Se marchó dirección opuesta a la del lobo.

A los pocos minutos se encontró en un pequeño claro, en el centro del cual había un cadáver de ciervo despedazado. Alma supo que había sido el mismo por el que el lobo se había ido, aunque hubiese ocurrido en la dirección opuesta. SE quedó en el borde, mirando el cadáver sangrante, sin ser capaz de apartar la vista, pero con el estómago revuelto. Finalmente se apartó a un lado y vomitó.

- Los débiles y los cobardes se esconden, pero tarde o temprano los cogen y los despedazan, como a éste ciervo. - Alma se incorporó y buscó la voz. Le había parecido oirla delante de ella, pero allí no había nadie. Miró a su alrededor con desconfianza.

- Tú no eres débil. Tú tienes poder. ¿Verdad que sí? - Aquella voz la estaba poniendo nerviosa. Se giró para marcharse, y una chica salió de entre las sombras y se plantó delante de ella con una sonrisa.

- Tranquila, no voy a hacerte nada. El lobo se ha marchado hace rato. - Tenía el pelo moreno y largo, por la cintura. A Alma le resultaba familiar, pero su cara era algo borrosa, como si no la viera bien. no le importaba, le resultaba familiar y su presencia la tranquilizaba.- ¿Sabes que podrías haberte ahorrado la carrera? Sólo tenías que haberlo querido de veras, y ese lobo no habría podido hacerte daño. - Alma asintió. Sí, lo sabía. No entendía cómo no se había dado cuenta hasta ese momento. La chica sonrió, mostrando una fila de dientes blancos. - ¿Ves? No estás sola. - Le revolvió el pelo de la cabeza. Alma se sentía bien. La chica la abrazó y ALma le devolvió el abrazo, se sentía bien, ya no se sentía sola...

Cerró los ojos un momento. Empezó a oír música y una algarabía como si estuviese rodeada de gente. Cuando abrió los ojos el claro había cambiado, la chica no estaba y Alma perdió pie y cayó al suelo. La luz del atardecer se filtraba por encima de las copas de los árboles, iluminando el claro. Una chica joven tocaba la flauta y un hombre de pelo moreno y ojos negros y penetrantes el laúd. Mucha gente bailaba y daba palmas, aunque ahora todo había parado y la miraban. Algunos se reían. Estaba claro que estaba fuera de lugar: ella con sus ropas andrajosas y las manos sangrantes, en medio de aquella fiesta de gente vestida pobremente pero con ropas limpias y de fiesta. El hombre del laúd se levantó, dejó su instrumento a un lado y se le acercó con una sonrisa.

- ¿Estás bien, Alma?- Le tendió la mano y sonrió. Alma sintió que su corazón se encogía. Aquel hombre le era muy familiar. Asintió con la cabeza mientras cogía la mano que le ofrecían y no se creía lo que estaba pasando. ¡¡Era Luthys y podía darle la mano!! Alma le devolvió una pequeña sonrisa mientras se ponía en pie con ayuda del demonio. Sin aquellas alas negras y sin las brasas en sus ojos parecía otra persona, pero Alma sabía que era él. Con un gesto a su compañera de la flauta, la música se reanudó y la gente dejó de prestarles atención. Luthys la llevó a la orilla de un río sin soltarle la mano. Cuando llegaron la sentó en una roca y usó un pañuelo para limpiarle las heridas de las manos. Alma no podía pensar, sólo miraba al demonio fijamente, con los ojos muy abiertos. Él sonreía. Casi podía distinguir el brillo de las brasas ardientes que escondían sus ojos negros. Cuando terminó con sus manos, se incorporó.

- Deberías bañarte. El agua está fresca.- Solo entonces reparó la chica en lo desastrada que iba después de su aventura con el lobo.Se sonrojó. Luthys le acarició la mejilla, Alma se estremeció. - Mientras buscaré algo para comer. ¿No tienes hambre?- se levantó y se marchó entre los árboles. La luna brillaba llena y el bosque allí era menos tupido, así que la visión era bastante buena. Alma esperó a que se hubiese marchado para quitarse el andrajoso vestido lleno de barro y meterse en el agua. No podía dejar de pensar en Luthys, en el lobo, en la extraña muchacha. Y en su casa. Para despejarse, nadó un poco y buceó. Cuando iba a salir vio que Luthys había vuelto. Tenía una tela para que se secara en una mano y un hermoso vestido rojo en la otra. Le agradeció que le ofreciera la tela para secarse, porque fuera hacía algo de fresco y su vestido estaba demasiado sucio como para usarlo. Cuando acabó, llevaba puesto el vestido rojo y se había hecho una trenza en el pelo.

Sonreía al demonio, que la miraba desde su asiento en una roca junto al río.

- Estás magnífica. - comentó. Alma se sonrojó. Él hizo un ademán para que diera una vuelta y la pudiera ver mejor. ALma obedeció sin pensarlo dos veces.- Perfecta. Si no nos vamos ya, llegaremos tarde.- de un salto se levantó y tomó a la chica de la mano. Alma no sabía a dónde iban, pero no le importaba. Estaba con Luthys, y era corpórea. No quería que aquello terminase nunca.

Volvieron al claro, pero ya no estaba lleno de gente, sino que había una casita pequeña, de madera. Se oía música apagada y mucho ruido. Llena de curiosidad, Alma dejó que Luthys la guiara hasta el interior.

El salón de baile era magnífico y enorme. Las paredes de mármol blanco sujetaban una bóveda de cristaleras a una altura de dos pisos por encima de sus cabezas. Estaba todo lleno de gente vestida con trajes de fiesta, largas mesas llenas de comida se amontonaban junto a las paredes, dejando el espacio central para la orquesta y los bailarines. Multitud de damas y caballeros bailaban al son de la música, juntándose y separándose y cambiando de pareja. Alma arrastro al demonio a la pista de baile. Sentía la música en su interior.

Paso adelante, paso atrás, saludo. Levanta la mano, vuelta, inclinación. Paso a la izquierda, paso a la derecha, medio giro, cambio de pareja.

Paso atrás, paso adelante, brazos enlazados, vuelta. Inclinación, paso atrás, medio giro y vuelta con tu pareja.

Sólo que no era su pareja, sino su propio reflejo quien aguardaba para bailar con ella. En la habitación ya no había nadie, sólo espejos que le devolvían su reflejo. Alma seguía bailando al son de la música, que aún sonaba.

Paso, giro, vuelta. Paso, paso, reverencia.

Cuando levantó la cabeza, el reflejo del espejo le devolvió una mirada ardiente como si fueran pequeñas hogueras encendidas. Alma se sobresaltó y la música cesó de repente. Los reflejos desaparecieron. La trenza de su reflejo se había desecho, El pelo revoloteaba a su alrededor como si un fuerte viento lo meciera en todas direcciones y sus ojos se habían vuelto rojos. Alma se asustó y empujó el espejo que se rompió en mil pedazos. Pero los ojos permanecieron allí, y el lobo dio un salto hacia delante.

Alma veía los árboles a su alrededor, pero no podía escapar. Era consciente de que el animal rabioso caería sobre ella. Todo ocurría a cámara lenta, muy despacio, pero ella no podía moverse. Entonces recordó las palabras de la chica del bosque. Ella tenía el poder, y lo sabía. Sólo tenía que desearlo con todas sus fuerzas y el lobo no podría hacerle daño. Cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas que no pudiera hacerle daño.

Cuando los abrió vio cómo los dientes del animal se precipitaban hacia ella... y la atravesaban para cerrarse en torno al cuello de un ciervo que estaba justo detrás de ella.Alma se giró y dio un paso atrás, horrorizada por el espectáculo y al mismo tiempo aliviada por haberse salvado. La luna menguaba por momentos y el claro se sumía en la oscuridad, hasta que finalmente desapareció. La osuridad se llevó la visión del lobo devorando el ciervo. Alma suspiró. Las estrellas empezaron a brillar tenuemente. Alma se volvía a sentir sola, desamparada, vacía. De repente le entraron ganas de llorar.

-¿Alma? - La voz de rompió el silencio y la sobresaltó. Alma se giró y vio a la silueta oscura que se acercaba a ella. Alma dio un paso adelante, sabía quien era porque reconocío su voz.

- Mamá... Mamá... - Iba a correr hacia ella, pero la silueta se acercó un poco más y no era su madre la que la miraba.

- ¿Estás bien? Te he estado buscando. - el corazón de Alma empezó a latir muy deprisa de nuevo. Echó a correr hacia Luthys, que se había parado a unos pasos de ella. Se echó a sus brazos... pero le atravesó. Cuando se dio la vuelta se vió a sí misma abrazarle, mientras él le acariciaba el pelo y susurraba - Nunca más te dejaré sola. Nunca más.

Alma no entendía. Se miró las manos. Veía a través de ellas.

No - pensó - No, no, no... esto no puede estar pasando...

Volvió a mirar al lugar donde Luthys la abrazaba aún sin comprender. Esta vez pudo ver sus alas de negrura caer en cascada sobre su espalda... y sobre la de la chica. La cabeza apoyada en el hombro de Luthys levantó la vista y Alma vio aquellos ojos rojos que la miraban desde un rostro que le sonreía maliciosamente. Aquel rostro era el suyo.


La fantasma gritó y el sueño terminó. Alma se incorporó tan deprisa que dejó el cuerpo tras de sí. El vínculo que la unía al anciano era muy débil y en el fondo de su subconsciente al despertar quiso salir de él para no volver a experimentar aquello nunca más. Sentía un nudo en el estómago y una presión que la hacía sentirse verdaderamente mal.

Miró a Lis, sin saber qué decir o qué hacer. Sólo quería olvidar aquella pesadilla... que no sabía si habría servido para algo.

Cuando una persona sueña generalmente cree que lo ha hecho durante toda la noche, pero esto es sólo una ilusión; sólo soñamos una pequeña parte del tiempo. Lis sabía que Alma sólo necesitaría algunos minutos dentro del cuerpo de Thereo para tener el sueño que buscaba, pero no estaba muy segura de si éste le daría la información deseada, había tenido muy pocos elementos para tejerlo.

Sin un cuerpo físico, ella no podía soñar y no podía compartir el sueño de Alma, sólo podía aguardar a que ella despertara para saber como habían ido las cosas. Flotó ociosamente por el cuarto, mientras Alma dormía, sin mucho más que hacer que velar que ambas durmientes no tuvieran problemas y vigilar por si alguien llegaba.

Los minutos se le hacían eternos en medio de la incertidumbre y de la inacción, pero su vigilia resultó no ser vana. A los pocos minutos de que la fantasma encarnara, oyó que se abría la puerta de entrada y, casi enseguida, alguien entró al dormitorio. Era una mujer de cabello oscuro y regordeta, que al ver a la niña dormida junto a Thereo dio un respingo.

- Maira, te quedaste dormida, ¡te va a dar torticolis, niña! - reprendió con voz cariñosa,

Se acercó con presteza y estiró la mano para tocar el hombro de la niña y remecerla, pero no llegó a hacerlo. Lis se encargó de dormirla antes de que concretara su propósito; con un suspiro, se desplomó frente a la niña, con la cabeza apoyada en el pecho del anciano.

No hubo más interrupciones hasta que Alma despertó de su sueño y abandonó el cuerpo de Thereo. Mirándola, se podía intuir que lo que había soñado la había afectado muchísimo. Sin duda, iba a ser muy poco agradable para la fantasma contarle su sueño, pero era necesario que lo hiciera para poder ayudarle a interpretarlo. Claro que no en ese momento ni en ese lugar. Tenía que despertar a la mujer y la niña y permitir que descubrieran que el anciano había muerto; la cosas en esa casa tenían que reanudar el curso normal.

“Sal de la casa y espérame” indicó “Voy a despertarlas y me reúno contigo”

No le tomó trabajo despertarlas casi al unísono. Se miraron la una a la otra un poco desconcertadas, antes de volver su atención al anciano.

- ¿Thereo? ¡Despierta, Thereo, despierta! - alcanzó a escuchar mientras atravesaba el techo.

Recordando que la niña había podido ver a Alma, no quiso correr el riesgo de que pudiera escucharlas si hablaban sobre el techo. Haciéndole a la fantasma una seña para que la siguiera, flotó hacia la playa.

“¿Qué soñaste, Alma?” preguntó al cabo de un rato ”Parece haberte sentado mal”

Alma siguió a Lis como una sombra. Temblaba y se sujetaba los brazos con las manos. Cuando llegaron junto a la playa y Lis preguntó, no pudo ni levantar la vista.

<< Yo… Lutys… el lobo… el baile… ella me engañó… Luthys… yo… ella… ella… >>

Sollozó. Se acercó a la orilla de la playa y se concentró en el mar. Intentaba tranquilizarse. Después de un rato empezó a hablar sin dejar de mirar a horizonte. Revivió cada detalle que podía recordar, intentando no pensar en lo que decía, no volver a acordarse de aquella pesadilla. A pesar de todo cuando habló de Luthys, de cómo lo había tenido cerca, se le quebró la voz. Tardó unos segundos en reanudar y finalizar el relato. Se volvió de nuevo a Lis.

<< Lo siento. Ha sido un sueño… extraño y demasiado real. Pero no sé… no sé que significa. >>

No quería pensar otra vez en el sueño. Pero tenía que hacerlo si quería darle sentido a algo de aquello. Aunque se resistía.

<< ¿Crees que significa algo? ¿De verdad crees que todo ese sinsentido puede ayudarme a recordar? >>

No quería recordar. Pero la mujer de su sueño se le aparecía una y otra vez como la mujer amable que se transformaba en demonio. Alma hubiese querido poder cerrar los ojos y olvidarse de todo, pero no podía. Volvió a mirar al mar mientras esperaba la respuesta de Lis. Se centró en el sonido de las olas y en la inmensidad del mar. Aquella visión llenaba su mente y la ayudaba a no pensar.

El aspecto de desconsuelo de Alma era tal que deseó vivamente que ambas estuvieran en un cuerpo físico para poder abrazarla y consolarla, pero como eso no era posible, se limitó a observarla compasivamente, sin hablar, a la espera de que se animara lo suficiente como para contarle el sueño que había tenido.

Escuchó con mucha atención lo que la fantasma relataba, tratando de distinguir los elemento reales de aquel sueño de lo que pudieran ser simbólicos. Al menos, aquel Luthys era real y muy importante para Alma, a juzgar por la forma en que hablaba de él. No era difícil imaginar que la muchacha estaba enamorada y que ese amor era lo que la había impulsado a tratar de cambiar su condición.

“Es natural que no puedas deducir su significado sola, la mayoría de las personas no puede” dijo “pero estoy convencida de que sí significa algo y que puede ayudarte a recordar”

Reflexionó un momento con la vista clavada en el océano, pero sin ver realmente, abstraída en el análisis del sueño de Alma. Ojos rojos y alas negras se referían a demonios, el lobo simbolizaba el peligro... Suspiró inaudiblemente, no creía que fuera a avanzar mucho descifrando cada símbolo por separado. Tenía que prestar atención al conjunto del sueño para comprender su real significado. Mientras más lo pensaba, más se convencía de que su encuentro con Luthys era una proyección de su deseo de estar junto a él en su forma física y de que el la encontrara hermosa y el resto, incluía recuerdos reales y la información de lo que le había pasado, el cómo y por qué su espíritu había sido separado de su cuerpo.

“Alma” dijo al cabo de algunos minutos “Creo que en tu sueño se mezclan tres planos distintos. Uno corresponde a los recuerdos de situaciones que realmente viviste, como tu madre despertándote para que la ayudaras en sus tareas. Por otra parte, todo lo que soñaste con Luthys es el reflejo de tu deseo de estar junto a él de forma corpórea, de poder tocarlo, sentirlo y hacer las cosas que hace una pareja corriente como ir a un baile ¿O quizás has acompañado a Luthys a un baile en tu calidad de fantasma?”

Esperó la respuesta de la muchacha mientras ordenaba sus ideas para continuar su interpretación de aquel sueño.

“El otro plano de ese sueño” prosiguió “se relaciona con lo que te llevó a tu condición actual. Alguien se acercó a ti, fingiendo amistad y se ganó tu confianza ocultando su verdadera naturaleza, como un lobo que se oculta para emboscar a su presa. Esa persona, la mujer de tu sueño, te indujo a hacer un viaje astral, a salir de tu cuerpo, para poder ocuparlo ella. Quizás era realmente una demonio o tal vez fuera una hechicera y usó su magia para que olvidaras todo y no regresaras tu cuerpo. Ella necesitaba un cuerpo humano y lo tomó sin más. El caso es que tu cuerpo aún vive, Alma, y que esa mujer te suplanta ante tu familia, tus amigos, todos los que te conocieron”

¿Se relacionaría aquella suplantación con aquel Luthys tan importante para Alma? No era algo que pudiera descartar del todo, pero no lo veía con claridad. Tendía a pensar que la presencia de él en ese sueño reflejaba sólo los deseos de la fantasma.

“Alma”, su voz era muy suave “sé que ese sueño te causó mucho temor y angustia y que quieres olvidarlo, pero necesitamos que te concentres en un aspecto de él. Aquella mujer, Alma, intenta volver a verla, sólo a ella. Estoy segura de que la conoces, ¿logras recordar quién es?”

Alma no quería pensar, pero se obligó a escuchar las palabras de Lis, que tanto la estaba ayudando. No le había gustado descubrir todo lo que le estaba pasando, se sentía perdida y algo dentro de ella le dolía, pero quería saber si había una manera y ahora tenía las respuestas delante de ella. Sólo tenía que avanzar un poco y todo tendría sentido. No podía rendirse ahora que empezaba a comprender...

Mantuvo la vista fija en el mar, que la tranquilizaba, mientras escuchaba y procesaba lo que Lis le estaba diciendo. Tenía sentido que parte de su sueño sólo fuera fruto de sus fantasías, sobre todo la parte de Luthys. Había anhelado tanto poder tocarle, prácticamente dese que se conocieron había deseado poder abrazarle y reconfortar su corazón lleno de pena, más de la que podía imaginar... y desde que había admitido hacia ella misma lo que sentía por él... toda esa búsqueda había nacido de su deseo de estar con él, de poder decirle cuánto significaba para ella. Pero no podía hacerlo siendo un fantasma. Había estado a punto de renunciar a esa búsqueda cuando lo encontró por casualidad en Moramaille, pero entonces había ocurrido lo del baile...

<< Sí, he estado en un baile con él... Lo cierto es que fue hace poco, en Moramaille, pero no fui con él. Más bien le seguí... quizá por eso aparece el baile en el sueño... >>

De repente el mundo se volvió inestable y el horizonte se mecía hacia los lados, como si alguien lo estuviera acunando. No era algo que le soliera suceder, ya que su percepción no dependía de sus sentidos como la vista o el tacto (que ya no poseía) sino que era algo completamente distinto, pero todo aquello habían trastornado su mente hasta el punto de que le parecía que el mundo intentaba zafarse de ella.

No lograba recordar exactamente qué había pasado en el baile. Intentó centrarse en la mujer del sueño, intentó recordar quién podría ser. Eso mitigó un poco la inestabilidad que sentía y el mundo pareció volver a su lugar, aunque sentía como si le fuese a estallar la cabeza. Entonces la recordó.

<< La mujer del bosque... >>

Aquella chica alta y esbelta, que se movía con confianza y un aire grácil, la había encontrado un día cuando Alma se perdió por el bosque. Había sido a propósito, quería perder de vista el mundo un rato, pero aquella mujer la encontró... ¿Como le dijo que se llamaba? Alma no podía recordarlo...

<< Ella.. ella era amable conmigo, me escuchaba... me enseñó a reconocer algunas hierbas y me consolaba cuando estaba triste... recuerdo que una vez me preguntó algo sobre si tenía sueños extraños, o algo sobre dormir y estar despierta al mismo tiempo... >>

La cara de la chica le vino fugazmente a la memoria, era rubia, con el pelo por la cintura y los ojos verdes. Recordó su sonrisa amable y cómo la reconfortaba acariciándole el pelo y abrazándola...

<< No puede ser, no puede haber sido ella. El tiempo que la conocí fue el único en el que me pareció que había un sitio para mí, que no estaba sola. No me habría hecho eso, yo le importaba... >>

Miró hacia el horizonte, pero estaba mirando más allá, en sus recuerdos. Era como si la tuviera delante, sonriéndole. La mujer rubia sonreía mientras le acariciaba el pelo, ella se había dormido.

<< Lyann... >>

Aquel nombre que no debía recordar movió algo en su interior. Algo en su cabeza pareció saltar, como si se rompiera, y un recuerdo inundó su mente. Sus ojos, esa expresión burlona... Aquella vez había sido consciente de que dejaba atrás su cuerpo. Cuando su espíritu se elevó y la fantasma asimiló lo que estaba pasando, se volvió. Lyann miraba directamente a su espíritu, y su sonrisa amable se había convertido en taimada, rodeada de aquella oscuridad y con esos ojos que se habían convertido en brasas ardientes. Empezó a murmurar unas palabras manteniendo la mano con la que le acariciaba el pelo encima de su frente. Alma quiso gritar, pero no tenía voz. Entonces todo se volvió negro.

Aquellos recuerdos le trajeron el dolor. La cabeza parecía que le fuese a estallar. Se llevó las manos a la cabeza y se concentró en el mar y su sonido hasta que pareció remitir. Sentía náuseas y ganas de llorar, pero no podía hacer ninguna de las dos cosas para sentirse mejor.

<< Fue ella... >> sollozó. miró a Lis. << Lyann... yo confiaba en ella y ella me ha hecho... esto... >> Hubo un silencio que Alma no supo como llenar. Aquello era doloroso, pero era un paso, ¿no? ahora sabía quién había sido. Pero seguía sin tener un motivo, y tampoco tenía una manera de solucionarlo.

<< ¿De qué me sirve saber esto, Lis? ¿Qué voy a hacer? >>

Sintió que se le partía el corazón a medida que el relato de Alma avanzaba y se vislumbraba en él la traición de que la muchacha había sido objeto. Como aquel ente se había aprovechado de la soledad y necesidad de afecto de la chica para ganarse su confianza y despojarla de su cuerpo, de su identidad, de su vida y convertirla en un espíritu errante.

Podía ver el sufrimiento de la fantasma, un sufrimiento casi físico a despecho de su condición inmaterial y su imposibilidad de usar sus conocimientos médicos para proporcionarle algún alivio en ese aspecto tan siquiera, le provocó un sentimiento de impotencia casi tan intenso como el que experimentaba cuando la muerte le arrebataba una vida que se había esforzado en salvar.

Cuando la chica sollozó, sintió que lágrimas inmateriales llenaban sus ojos y en un movimiento instintivo, tendió sus etéreos brazos hacia la fantasma en un intento de abrazarla y consolarla. De manera inesperada y sorprendente, sus manos no atravesaron la incorpórea figura de Alma, no de inmediato al menos. Durante un breve espacio ambos espíritus, el de la viajera y el de la exiliada, hicieron contacto, en una tenue pero cálida caricia, una genuina y fugaz muestra de afecto.

Reflexionó unos momentos antes de contestar la desesperanzada pregunta de la fantasma. Lo que Alma había logrado recordar era poco, pero a ella le permitía entender mejor lo que había sucedido.

“Esa mujer te engañó para que abandonaras tu cuerpo porque no podía arrebatártelo por la fuerza y provocó que lo olvidaras todo para que no pudieras volver a reclamarlo. Si recuerdas donde está y la encuentras, podrás presentarte ante ella y reclamar tu cuerpo y ella no podrá evitarlo”

Ese era el punto, que Alma pudiera recordar más cosas, como hacía cuánto tiempo y dónde ocurrido todo; esos datos eran necesarios para poder empezar a buscar el cuerpo de la muchacha. Era evidente que el tiempo que la fantasma había estado encarnada no había sido suficiente para que ella recordara todo lo necesario, pero estaba segura de que esa era la forma correcta de recuperar esos recuerdos. Era necesario que Alma ocupara un cuerpo mucho más que unos pocos minutos; se precisaba una encarnación de horas, tal vez de días, para conseguir el resultado necesario. Ocupar un cuerpo cuyo espíritu lo hubiera abandonado al cortarse su cordón de plata no era una opción esta vez.

“Para que puedas acordarte de más cosas, Alma, es necesario que vuelvas a ocupar un cuerpo físico por un tiempo mucho mayor” explicó con cuidado “El cuerpo de alguien que ha muerto recién no servirá, así que…” una levísima interrupción, una vacilación casi imperceptible “… te ofrezco que ocupes mi cuerpo hasta que puedas recobrar tus recuerdos”

Alma se quedó pensativa, escuchando las palabras de Lis y sintiendo cómo intentaba reconfortarla. Era la primera persona que se preocupaba por ella de esa forma... después de Luthys.aunqeu con el demonio era todo mucho más... complicado.

<< Crees que sólo bastará con reclamarlo, con romper la magia que me hace olvidar y decirle: devuélvemelo para que pueda recuperarlo? >>

Sonaba demasiado fácil. No es que fuese fácil, tendría que recordar, no sabía cómo, y también tendría que encontrar a Lyann, y eso no sería fácil, pero ¿Sólo tenía que reclamarlo? Sonaba como decir abracadabra y que la montaña se abriera por la mitad. Pero si Lis tenía razón... entonces estaba un paso más cerca de conseguir su objetivo y eso sonaba... no podía explicar la sensación que le oprimía el pecho. Volver a ser humana...

Estaba ensimismada hasta que Lis sacó a colación e lprincipal problema: recordar. La idea de ocupar otro cuerpo mucho tiempo le resultaba.. repugnante casi vomitiva porque sentía que no podría hacerle a otra persona lo que ella estaba sufriendo, y le parecía la única forma de conseguir un cuerpo en el que encarnarse. Después de todo no creía que nadie dijera: sí te dejo el mío. O no lo creía hasta que Lis lo dijo.

Se la quedó mirando, con los ojos muy abiertos y una expresión de asombro en sus tranlúcidos rasgos.

<< ¿Tu... tu cuerpo? ¿Me estás diciendo que me prestarías tu cuerpo hasta que recrdara? Pero... >> No era capaz de asimilar la idea, era como un sueño pero también se snetía mal... ¿cómo iba a hacerle eso a la única persona que se preocupaba por ella?

<< Pero, Lis.. puedo tardar en recordar, tú misma lo has dicho. Y tú tienes una vida que vivir. ¿Cómo voy a usar tu cuerpo? Yo... ¿qué harías tú mientras tanto? Es... dios mio Lis, es una gran responsabilidad para mí y yo... no sé si puedo aceptarlo. >>

Eran demasiadas preguntas sin resputas, no podía aceptar sin tener la seguridad de que a Lis no le iba a pasar nada o algo parecido... después de todo estar en su cuerpo implicaba vivir su vida, y eso era algo que no sabía si iba a ser capaz de hacer, si iba apoder estar a la altura. No quería arruinar nada en la vida de aquella amable chica que había aparecido de la nada y abría una detrás de otra las puertas de la esperanza que creía cerradas hace tiempo.

“Estoy segura de eso, nadie puede ocupar un cuerpo si su dueño se opone. Por eso aquella mujer te engañó para que salieras de tu cuerpo voluntariamente y luego usó la magia para borrar tus recuerdos y que no pudieras expulsarla. Cuando la encuentras, podrás reclamar tu cuerpo, pero tendrás que hacerlo con fuerza y decisión”

Estaba segura de que Alma podría hacerlo, cuando los recuerdos volvieran a su mente… cuando ocupara su cuerpo. El asombro de la muchacha ante su propuesta se dibujaba con nitidez en su etéreo rostro, casi estaba en shock. Lis sólo asintió en silencio ante las preguntas de la fantasma, la chica necesitaba tiempo para asimilar su oferta y ella, para sopesar las consecuencias de su ofrecimiento.

No temía que Alma se apropiara de su cuerpo o que lo pusiera en peligro pero, desde luego, no era cosa de llegar y hacer el cambio. Ella no vivía sola para empezar, Akira notaría enseguida que no era ella la que estaba en su cuerpo y se inquietaría. Luego estaba su trabajo en el puesto de hierbas medicinales y los pocos pacientes que tenía como sanadora. La fantasma no podría con eso y quizás se angustiaría y eso podría frustrar todo. Tendría que hacer algunos arreglos para que el cambio resultara seguro y tranquilo para Alma y diera el resultado esperado.

“Sólo estuviste unos minutos en el cuerpo de Thereo y tuviste un sueño que ya trajo algunos recuerdos. Estoy convencida de que no tardarás mucho en rememorar cuando puedas usar un cuerpo a plenitud, viendo, escuchando, tocando, oliendo, moviéndote… Creo que sólo bastarán unos pocos días y no tendrás que vivir toda mi vida mientras, me tomaré unos días de descanso para que estés tranquila”

No se había detenido a pensar en lo que haría ella mientras su cuerpo alojara a Alma. Nunca había estado fuera de él más que unas horas y la idea de estar días como un espíritu errante era hasta cierto punto abrumadora, pero no iba a dar pie atrás en su oferta.

“Yo… te acompañaré o quizás viaje un poco, no te preocupes, Alma. No tengas miedo, estaré bien. Iré a casa y dispondré todo para que podamos hacer el cambio sin problemas ¿Conoces Trinacria? Yo vivo ahí, en la posada “El buen descanso”, la habitación 8. Nos encontraremos ahí mañana y haremos el cambio, ¿te parece?”

Aguardo la respuesta de Alma, esperando que aceptara su propuesta. No se le ocurría otra forma de ayudarla y sabía que no tendría paz hasta que lo hiciera, para eso la habían enviado sus sueños a Pulau- sihir.

No podía ser verdad. Aquella chica no podía ser tan considerada, apenas la conocía. ALma no entendía como podía poner tanta fe en ella como para dejarle su cuerpo, como para parar su vida durante el tiempo que necesitara para recordar. No podía creer que aquello estuviese pasando de verdad. Que Lis confiase tantao en ella. La miraba fijamente sin poder cambiar esa expresión de sorpresa con los ojos muy abiertos.

<< Pero.. Lis... yo... ¿En serio? >>

No podía creérselo. Era irreal.

Por fin intentó tranquilizarse. su expresión se calmó y empezó a mostrar determinación. Lis le estaba dando las respuestas y la oportunidad de recuperar lo que llevaba tanto tiempo anhleando.

<< De acuerdo, pero sólo si estás segura. La vida como espíritu es... complicada. No me gustaría que tuvieses que pasar por esto, pero si de verdad estás dispuesta prometo recordar lo más rápido que pueda y devolverte tu cuerpo pronto. >>

Lo haría. SEesforzaría y haría lo que tuviese que hacer. Pero si no lo conseguía...

<< Pero quiero que me prometas algo. No sé si seré capaz de salir yo sola, pero si tardo demasiado tiempo vuelve y reclama tu cuerpo. No quiero que tengas que vivir como fantasma mucho tiempo. Prométeme que no dejarás que ocupe tu cuerpo más tiempo del necesario, aunque no haya encontrado nada para entonces. >>

Necesitaba saber que el regreso de Lis a su cuerpo estaba garantizado. LE daba miedo estar demasiado tiempo y olvidarse de sí misma. No sabía por qué pero tenía la impresión qeu ocupar un cuerpo ajeno durante demasiado tiempo podría tener consecuencias. Malas consecuencias. Y no iba a permitir que todo aquello afectara a Lis más aún de lo que ya lo estaba haciendo.

Aguardó en silencio que Alma respondiera, observando los cambios en su expresión desde la confusión y la angustia hasta la calma y la determinación, anticipando en ellos que la respuesta sería positiva.

“Te propongo algo, Alma, fijaremos un plazo. Te prestaré mi cuerpo durante… digamos… cinco días. Al cabo de ese tiempo, me presentaré a reclamar mi cuerpo, hayas recuperado tus recuerdos o no ¿Te parece bien?”

No tenía muchos elementos para poder fijar un plazo que fuera razonable, sólo el saber que algunos minutos en el cuerpo de Thereo, soñando, ya habían producido algún resultado. Cinco días parecía un tiempo suficientemente largo para que Alma pudiera recordar algo más y lo suficientemente breve como para que fuera asimilable para la fantasma… y para ella misma.

Hecho ya el acuerdo con la muchacha, se despidió y volvió a su cama y a su cuerpo. El amanecer la encontró ya despierta, pensando en como arreglar las cosas para concretar el cambio prometido. Lo más complicado de todo sería decírselo a Akira; no tenía idea de cómo plantearle el asunto para no perturbarlo y no había llegado a ninguna conclusión cuando él regresó.

Por una vez, la noticia de que el semielfo tendría que salir de viaje durante varios días en su función de guardaespaldas, fue una buena noticia. El problema de cómo decírselo quedaba solucionado, no tendría que decirle nada. Su amado partiría al atardecer y para cuando volviera, ella ya habría recuperado su propio cuerpo; no tenía sentido inquietarlo hablándole al respecto. Lo que sí le diría era que pasaría unos días en Adysium - isla que había escogido por su cercanía y porque nadie la conocía allí – por motivos de trabajo, lo cual no era en realidad una mentira; dar cumplimiento a lo que sus sueños pedían de ella podía ser un trabajo muy arduo y complicado.

Mientras Akira descansaba, ella se afanó por hacer los preparativos necesarios para su viaje: pedir permiso en su trabajo, buscar información sobre una buena posada, comprar un pasaje de ida y vuelta en barco. Lo hizo rápido, tan rápido como le fue posible, para volver pronto junto a él, para disfrutar al máximo a su lado las horas que les quedaban antes de la separación.

Hacía ya un par de horas que el semielfo se había marchado – siempre le dolía que él tuviera que partir en uno de aquellos viajes, por más que ahora hubiese resultado tan conveniente – cuando, tras preparar un sencillo equipaje para Alma, se tendió en la cama y salió de su cuerpo, esperando la llegada de la fantasma.

Cinco días... la fantasma no sabía si sería tiempo suficiente para recordar, pero ella misma había dicho a Lis que fijase un plazo y si eso era lo que la chica estaba dispuesta a aguantar fuera de su cuerpo, no iba a ser ella la que le pidiese más. No quería correr riesgos con Lis, era demasiado buena. Estaba haciendo demasiado por ella, y temía que cinco días ocupando su cuerpo fuesen hasta demasiados para ella.

Esperaba equivocarse. Se obligó a sonreir y asintió.

<< De acuerdo. Cinco días. Ni uno más, o te buscaré para devolvértelo >>

Intentó bromear para sentirse más segura al respecto. Una vez acordado todo, Lis se marchó a poner en orden sus asuntos. Alma se entretuvo de camino a Trinacracia para darle tiempo, evitando pensar en lo malo que podía pasar, y centrándose en recordar. Tendría que estar mentalizada para aprovechar los cinco días en el cuerpo de Lis. Tenía que recordar y podría,... podría buscar a Luthys y explicárselo todo. Necesitaba encontrar su cuerpo. Esperaba que, como había dicho Lis, con reclamarlo fuese suficiente.

Su mente se recreó con recuerdos de Luthys. De alguna manera, la esperanza hizo que empezase a recordar los detalles más pequeños y no las situaciones generales que habían acabado en desastre. Se recordó sentada junto a él, leyendo el libro de la biblioteca... Obvió todo lo malo para recordar el momento, el único momento, el momento en el que había deseado con cada fibra de su ser que el tiempo se detuviera. El momento donde había decidido dejarlo todo para buscar su cuerpo.

EL momento en el que se dio cuenta de que estaba enamorada de él.

Mantuvo aquel recuerdo en su memoria, mientras recorría los caminos y buscaba la dirección que le había dado Lis. Había llegado a Trinacracia poco antes del amanecer y no le fue difícil encontrarla, pero decidió dar una vuelta por la ciudad, había quedado con Lis por la mañana. Quería darle un poco más de tiempo aunque estaba completamente excitada por la perspectiva de recordar. Paseó por las calles sin rumbo fijo, pero manteniendo siempre la referencia de dónde estaba la casa de Lis.

Por fin, cuando sintió que la espera iba a poder con ella, decidió ir con la chica. Cuando llegó, ella la esperaba en su forma astral. Alma sonrió, nerviosa.

<< Hola. Ya estoy lista. Creo.. >>

Esperó a las indicaciones de Lis. Suponía que el proceso sería parecido a lo que había hecho con Thereo, pero estaba demasiado nerviosa como para atreverse a dar ningún paso ella sola. Los nervios siempre la traicionaban y la hacían dar pasos en falso.

<< Muchísimas gracias por esto, Lis >>

El tiempo que tardó Alma en llegar se le hizo interminable. Estaba acostumbrada a hacer viajes astrales, pero siempre tenía un objetivo preciso para ellos. Era la primera vez que sólo esperaba a alguien y era también la primera vez que permanecería cinco días completos fuera de su cuerpo.

Lo inusual de la situación llenaba su mente de dudas y temores. La inquietaba como emplearía aquellos cinco días sin un objetivo definido, no tenía la certidumbre completa de que podría regresar sin problemas a su cuerpo tras ese lapso de tiempo, pero lo que más preocupación le causaba eran los riesgos que su cuerpo podía correr mientras Alma lo ocupara.

Lo que le había dicho a la fantasma era cierto, podía recobrar su cuerpo con sólo reclamarlo y la demonio no podría hacer nada frente a eso. Pero sabía muy poco acerca de la muchacha - lo poco que la chica sabía acerca de sí misma - y no podía estar segura de que no corriera peligros de otro tipo. Si su cuerpo resultaba herido o enfermo durante ese intercambio… si resultaba muerto…

Aunque estaba en estado espiritual, tembló ante la idea. Si su cuerpo moría, estando ella fuera… vagaría para siempre en el plano en que estaba… nunca podría ascender a otros planos… nunca tendría descanso…

El tren de sus pensamientos la hacía sentir cada vez más miedo por lo que venía pero, ni aún así, iba a echar pie atrás en su decisión. El cambio se haría tal y como había prometido. Para tranquilizarse, para evitar llegar a un estado de pánico, procuró cambiar la dirección de sus ideas. Imaginó que podría visitar a Akira y acompañarlo en sus sueños, viajar a aquellos lugares en que difícilmente lo haría en su cuerpo físico, por lo peligrosos, como aquel volcán en Ur…

Para cuando Alma por fin llegó, estaba tan tranquila y dueña de sí como casi siempre. Luego de saludarla con cariño, le explicó los preparativos que había hecho para cuando ocupara su cuerpo y le mostró los pasajes, el equipaje y un pequeño bolso con dinero y le reiteró las indicaciones para encarnarse en ella, las mismas que cuando lo hiciera en Thereo.

“Me sentiré más que recompensada cuando nos reunamos tú y yo, en nuestros cuerpos físicos, y celebremos el éxito de nuestra empresa”, contestó a su agradecimiento, “Yo viajaré un poco mientras espero y nos encontraremos de nuevo aquí, dentro de cinco días, ¿de acuerdo?”

Le sonrió a la muchacha y, luego de darle un etéreo “abrazo”, esperó que Alma ocupara el que había sido, hasta el momento, su cuerpo.

(fdi: doy por hecho que Lis no es viible en su forma astral... no? o para alguien como Alma que puede ver fantasmas (ha sido una, que coño XD) sí es posible? si lo es dimelo y modifico esa pequeña parte XD)

Alma no pudo menos que sonreir y devolverle el espectral abrazo a Lis. Se juró que cuando recuperase su cuerpo haría algo apra compensarla, lo que fuera. Quizá comprarle un regalo cuando tuviera dinero. O ayudarla con su trabajo.. o...

Dejó de pensar. El momento había llegado. Siguiendo las indicaciones de Lis se las apañó para entrar en su cuerpo, aunque estaba muy nerviosa y le costó varios intentos. La sensación era distinta a la que había tenido al ocupar el cuerpo del anciano moribundo, quizás porque esta vez notaba inconscientemente la unión con el alma de Lis.

Le costó abrir los ojos. Con Thereo sólo había entrado, no había hecho falta haersea ese cuerpo, entenderlo. Se obligó a concentrarse, a organizar sus ideas y sus recuerdos de cómo funcionaba el cuerpo para poder moverlo. Tardó un rato, pero por fin abrió los ojos y se incorporó. Se quedó sentada en la cama mientras se hacía con el control total, probando a abrir y cerrar los dedos de las manos, a mover un poco los pies, a girar la abeza lentamente... Se hacía poco a poco. Ya no veía a Lis aunque sabía que estaba allí. Tenía que estarlo, vigilando que todo saliera bien. No creía que se fuese hasta ver que lo controlaba, y por ello se esforzó más.

Al cabo de lo que parecieron horas ya había conseguido levantarse de la cama y caminar por la habitación.No le había preguntado a Lis nada sobre cómo llegar a Adysium, ni nada, y en ese momento se arrepintió. Estuvo tentada de salir del cuepro y hablar con ella, pero no sabía si sería capaz, y no tenía más tiempo que perder. Miró a su alrededor y vio el macuto que Lis le había preparado. Lo abrió y echó un vistazo al contenido: no tardó en encontrar los billetes de barco. Había pensado en todo.

- Gracias Lis. Muchísimas gracias. - No sabía si la chica seguía allí o no, pero no pudo evitar decirlo. SE cargó el macuto al hombro y decidió que tenía que encontrar el puerto, para empezar.

Con una sonrisa y un último vistazo a la habitación de Lis, salió en busca del puerto, y de sus recuerdos perdidos.