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Aterrizaje
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Aterrizaje
- ¡No quiero volver a saber nada de ti!
Esto fue lo último que escucho Garlimidon antes de desaparecer de la presencia de su padre, y de su maldito hechicero Jayek, el único en quien confiaba.
Instantes más tarde, se encontraba tirado en un lugar que no conocía. El clima era agradable, y la brisa fresca le acariciaba el cabello.
Vaya... veo que al final he acabado en Jasperia... pensó Garlimidon, al ver todo aquello. Para él, el agua no era más que una historia que le habían contado de pequeño. Los selenitas nunca la necesitaron, pues se alimentaban de la energía que irradiaba la propia luna.
Garlimidon se puso en pie, no sin dificultad, puesto que la gravedad en Jasperia era mayor que en su antiguo hogar. Cogió una rama de un arbol cercano, y la utilizó a modo de bastón.
Desenvainó su espada. Los grabados que tanto relucían en la luna, ahora apenas resplandecían levemente.
Entonces vio a un joven humano que le había estado espiando todo el tiempo desde detrás de una palmera.
¡Maldita sea! ¡Ven aquí, chaval, ayudame!
El niño, asustado, salió corriendo hacia el pueblo.
¡Chaval! ¡Ayudame, por favor!
El niño desapareció de la vista del mago, que, apoyándose en la rama, fue caminando lentamente hacia el pueblo. Poco a poco se iba acostumbrando al cambio, aunque no le gustaba.
Cuando llegó al foro, la gente le miraba receloso.
¿Quién eres, y de donde vienes?
Garlimidon se giró, y vio al joven de antes. Me llamo Garlimidon, y vengo de un lugar muy lejano. Necesito alojamiento
Hay una posada al final de esa calle, pared por medio con la lonja. Prueba suerte allí
Muchas gracias...
Tras llegar allí, abrió la puerta con detenimiento, cuando de repente dos personas que salían de la posada le empujaron.
¡¡¡AL LADRÓN!!! ¡QUE SE ESCAPAN!, gritaba el tabernero, desconsolado por lo sucedido.
Garlimidon miró a la luna, que estaba en su cuarto menguante. No obstante, había más de media luna en el cielo. Será suficiente, pensó. Garlimidon convocó la fuerza de la luna para crear un viento que tirara a los dos maleantes al suelo. A continuación, se levantó, y puso su espada en el cuello de uno de ellos.
- Devolvedle a este buen hombre sus pertenencias, o tu cuello sufrirá las consecuencias
- Está bien...
Los maleantes devolvieron todo al tabernero y se fueron de mala gana.
- ¡Y que sea la última vez!
El tabernero, agradecido, se dirigió a Garlimidon.
- Me llamo Xenius. Muchas gracias por tu ayuda. ¿Puedo ayudarte yo en algo?
- A decir verdad... necesito alojamiento
Esto fue lo último que escucho Garlimidon antes de desaparecer de la presencia de su padre, y de su maldito hechicero Jayek, el único en quien confiaba.
Instantes más tarde, se encontraba tirado en un lugar que no conocía. El clima era agradable, y la brisa fresca le acariciaba el cabello.
Vaya... veo que al final he acabado en Jasperia... pensó Garlimidon, al ver todo aquello. Para él, el agua no era más que una historia que le habían contado de pequeño. Los selenitas nunca la necesitaron, pues se alimentaban de la energía que irradiaba la propia luna.
Garlimidon se puso en pie, no sin dificultad, puesto que la gravedad en Jasperia era mayor que en su antiguo hogar. Cogió una rama de un arbol cercano, y la utilizó a modo de bastón.
Desenvainó su espada. Los grabados que tanto relucían en la luna, ahora apenas resplandecían levemente.
Entonces vio a un joven humano que le había estado espiando todo el tiempo desde detrás de una palmera.
¡Maldita sea! ¡Ven aquí, chaval, ayudame!
El niño, asustado, salió corriendo hacia el pueblo.
¡Chaval! ¡Ayudame, por favor!
El niño desapareció de la vista del mago, que, apoyándose en la rama, fue caminando lentamente hacia el pueblo. Poco a poco se iba acostumbrando al cambio, aunque no le gustaba.
Cuando llegó al foro, la gente le miraba receloso.
¿Quién eres, y de donde vienes?
Garlimidon se giró, y vio al joven de antes. Me llamo Garlimidon, y vengo de un lugar muy lejano. Necesito alojamiento
Hay una posada al final de esa calle, pared por medio con la lonja. Prueba suerte allí
Muchas gracias...
Tras llegar allí, abrió la puerta con detenimiento, cuando de repente dos personas que salían de la posada le empujaron.
¡¡¡AL LADRÓN!!! ¡QUE SE ESCAPAN!, gritaba el tabernero, desconsolado por lo sucedido.
Garlimidon miró a la luna, que estaba en su cuarto menguante. No obstante, había más de media luna en el cielo. Será suficiente, pensó. Garlimidon convocó la fuerza de la luna para crear un viento que tirara a los dos maleantes al suelo. A continuación, se levantó, y puso su espada en el cuello de uno de ellos.
- Devolvedle a este buen hombre sus pertenencias, o tu cuello sufrirá las consecuencias
- Está bien...
Los maleantes devolvieron todo al tabernero y se fueron de mala gana.
- ¡Y que sea la última vez!
El tabernero, agradecido, se dirigió a Garlimidon.
- Me llamo Xenius. Muchas gracias por tu ayuda. ¿Puedo ayudarte yo en algo?
- A decir verdad... necesito alojamiento
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Entré tranquilamente en la ciudad, mirando con curiosidad las tiendas y casa que se erguían a ambos lados de la calle. Se notaba que, en Shama, la gente se tomaba las cosas con mucha calma. Las cabañas eran sólidas, construidas para aguantar allí mucho tiempo, y la gente paseaba entre ellas en canoa (como yo) o vadeando, pero sin prisa.
Me eché la capucha sobre la cara, y seguí remando en dirección a la taberna del pueblo. Era una noche cálida, pero el viento soplaba fuerte, y la capucha no desentonaría más de lo que lo hubiesen hecho mis ojos bajo la luna. Dos antorchas naranjas a las que no me apetecía dar explicaciones.
Cuando llegué a la taberna, me encontré una pequeña multitud delante. Me extrañó bastante, ya que, por lo que recordaba, no era fiesta todavía en aquella aldea, y la gente pocas veces se agolpaba así. Vi a un hombre alto, delgado, y noté que estaba cansado, enfadado y confuso. Preferí no acercarme, y saludé al tabernero mientras entraba.
-Buenas noches, señor. ¿Tiene usted cama para un par de noches? Soy bailarina ambulante, y había pensado en dar algún espectáculo en la isla, en su local si me deja.
No creía encontrarla en esta isla, pero la familia es la familia, y un poco de dinero nunca venía mal. Suspiré. Empezaba a pasar calor. Revisé con una mano el contenido de la mochila, que descansaba sobre mi hombro, y me dispuse a entrar.
Fdi:Si alguien quiere entrar en la trama, bienvenido es!No prometemos mucha calma, o yo por lo menos no...
Me eché la capucha sobre la cara, y seguí remando en dirección a la taberna del pueblo. Era una noche cálida, pero el viento soplaba fuerte, y la capucha no desentonaría más de lo que lo hubiesen hecho mis ojos bajo la luna. Dos antorchas naranjas a las que no me apetecía dar explicaciones.
Cuando llegué a la taberna, me encontré una pequeña multitud delante. Me extrañó bastante, ya que, por lo que recordaba, no era fiesta todavía en aquella aldea, y la gente pocas veces se agolpaba así. Vi a un hombre alto, delgado, y noté que estaba cansado, enfadado y confuso. Preferí no acercarme, y saludé al tabernero mientras entraba.
-Buenas noches, señor. ¿Tiene usted cama para un par de noches? Soy bailarina ambulante, y había pensado en dar algún espectáculo en la isla, en su local si me deja.
No creía encontrarla en esta isla, pero la familia es la familia, y un poco de dinero nunca venía mal. Suspiré. Empezaba a pasar calor. Revisé con una mano el contenido de la mochila, que descansaba sobre mi hombro, y me dispuse a entrar.
Fdi:Si alguien quiere entrar en la trama, bienvenido es!No prometemos mucha calma, o yo por lo menos no...
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
- Por supuesto, no voy a negarle a mi salvador un alojamiento. La vida en esta isla es próspera, y tengo varias habitaciones de sobra. Puedes quedarte cuanto tiempo quieras
- Muchísimas gracias, cuando encuentre un trabajo, le juro que le pagaré
- Ya me pagaste salvando mi negocio, con eso es más que suficiente
Garlimidon notó que la puerta se abría, dejando paso a una joven de cara ovalada y ojos anaranjados. Nada más entrar, también notó que la temperatura de la habitación se elevó ligeramente.
- Xenius, ¿No tienes calor?
- La verdad es que si... abriré la ventana
- Eso sería fantástico.
Una vez Xenius abrió la ventana, Garlimidon miró a la joven, alzó sus manos, recitó unas palabras en un idioma desconocido y a un volumen ínfimo, y una corriente de aire fresco recorrió toda la estancia, agradando a todos los allí presentes.
- Vaya, a si que eres un ventilador con patas, ¿eh?
- Algo así, Xenius, algo así
El tabernero le había caído bien. Aparte, le había dado alojamiento indefinido, cosa que, si se hubiera puesto a trabajar, habría encontrado tarde o temprano. No obstante, Garlimidon seguía con la idea de que ésto tan sólo era temporal, y que no tardando buscaría un trabajo e intentaría conseguir su propio hogar, así como pagarle la deuda a Xenius, en quien ahora confiaba casi plenamente.
- Xenius, ¿Podrías hacerme otro favor?
- Por supuesto, amigo. ¿De que se trata?
- Quiero ganar dinero, y me gustaría poner un cartel en tu posada ofreciendo mis servicios
- ¿Y a qué esperas? ¡Estás en tu casa!
- Vengo de un lugar muy lejano. He intentado leer algunos carteles, pero no soy capaz de hacerlo. Hablaré con el maestro del pueblo a ver si me puede enseñar a leer y escribir. Mientras tanto... ¿Podrías escribirme tú el cartel? Yo te diré lo que necesito
- Sin duda, amigo, sin duda
Xenius sacó un cartel, una pluma y un tintero, y el mago comenzó a dictar:
"Mago lunar dará clases de magia por unas pocas monedas. Preguntar por Garlimidon en la posada"
Xenius colgó el cartel en el tablón de anuncios, y se puso a charlar con su recién adquirido amigo, con quien aun se sentía en deuda
- Muchísimas gracias, cuando encuentre un trabajo, le juro que le pagaré
- Ya me pagaste salvando mi negocio, con eso es más que suficiente
Garlimidon notó que la puerta se abría, dejando paso a una joven de cara ovalada y ojos anaranjados. Nada más entrar, también notó que la temperatura de la habitación se elevó ligeramente.
- Xenius, ¿No tienes calor?
- La verdad es que si... abriré la ventana
- Eso sería fantástico.
Una vez Xenius abrió la ventana, Garlimidon miró a la joven, alzó sus manos, recitó unas palabras en un idioma desconocido y a un volumen ínfimo, y una corriente de aire fresco recorrió toda la estancia, agradando a todos los allí presentes.
- Vaya, a si que eres un ventilador con patas, ¿eh?
- Algo así, Xenius, algo así
El tabernero le había caído bien. Aparte, le había dado alojamiento indefinido, cosa que, si se hubiera puesto a trabajar, habría encontrado tarde o temprano. No obstante, Garlimidon seguía con la idea de que ésto tan sólo era temporal, y que no tardando buscaría un trabajo e intentaría conseguir su propio hogar, así como pagarle la deuda a Xenius, en quien ahora confiaba casi plenamente.
- Xenius, ¿Podrías hacerme otro favor?
- Por supuesto, amigo. ¿De que se trata?
- Quiero ganar dinero, y me gustaría poner un cartel en tu posada ofreciendo mis servicios
- ¿Y a qué esperas? ¡Estás en tu casa!
- Vengo de un lugar muy lejano. He intentado leer algunos carteles, pero no soy capaz de hacerlo. Hablaré con el maestro del pueblo a ver si me puede enseñar a leer y escribir. Mientras tanto... ¿Podrías escribirme tú el cartel? Yo te diré lo que necesito
- Sin duda, amigo, sin duda
Xenius sacó un cartel, una pluma y un tintero, y el mago comenzó a dictar:
"Mago lunar dará clases de magia por unas pocas monedas. Preguntar por Garlimidon en la posada"
Xenius colgó el cartel en el tablón de anuncios, y se puso a charlar con su recién adquirido amigo, con quien aun se sentía en deuda
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Mientras entraba, observé al hombre que había formado toda aquel revuelo fijarse en mí. Leí en su mente su curiosidad hacia mí, pero en aquel momento tenía cosas más importantes en la cabeza que preocuparme por pueblerinos cotillas. Me acerqué a la barra y llamé al ayudante del posadero, un chico joven, espigado, de ojos vivaces y pelo desordenado y cobrizo.
-Perdona muchacho, ¿os quedan habitaciones libres?
-Sí, señora -el muchacho intentaba evitar mirarme a los ojos. No le culpaba, pero volvió la sensación de soledad, y endurecí el gesto. El joven lo notó, ya que añadió rápidamente- Oh, pero están en buenas condiciones, se lo aseguro, y no hay gentuza que pueda importunarla, ya me entiende. Además, son bastante económicas.
Asentí, y dejé dos platas sobre el mostrador, suficientes para pagar un par de noches en aquella posada. Tras hablar un poco más con el joven, me acodé en la barra, y observé al hombre de antes mientras hablaba con el posadero. Había algo extraño en sus pensamientos, conseguía captarlos mejor que en otros humanos, pero eran... desconcertantes.
En fin. Subí a la habitación que me había indicado el joven y dejé mis cosas. Saqué de la mochila los adornos del baile, un par de antorchas, el saquito con monedas y un mapa viejo que metí en el saquito. Cambié los pantalones, sucios del viaje, por una falda compuesta de varias telas, de color rojo brillante, y antes de salir me permití unos momentos de relax. La temperatura de la habitación subió de golpe, y posada encima de la mochila ignífuga que traía, cerré un momento los ojos entre las llamas de fuego. Si alguien entrara, lo único que vería sería una mochilla en llamas, llamas inusualmente altas... Pero no me permití correr ese riesgo, y tras unos minutos volví a mi forma humana. Siempre relajaba mucho cambiar, aunque fueran unos instantes solo. Me arreglé el cabello, coloqué una sonrisa en mi cara, y con las defensas preparadas bajé de nuevo al salón. al llegar, dije, en voz lo suficientemente alta:
-¿A alguien le interesa un baile?
Y lancé las antorchas al aire.
-Perdona muchacho, ¿os quedan habitaciones libres?
-Sí, señora -el muchacho intentaba evitar mirarme a los ojos. No le culpaba, pero volvió la sensación de soledad, y endurecí el gesto. El joven lo notó, ya que añadió rápidamente- Oh, pero están en buenas condiciones, se lo aseguro, y no hay gentuza que pueda importunarla, ya me entiende. Además, son bastante económicas.
Asentí, y dejé dos platas sobre el mostrador, suficientes para pagar un par de noches en aquella posada. Tras hablar un poco más con el joven, me acodé en la barra, y observé al hombre de antes mientras hablaba con el posadero. Había algo extraño en sus pensamientos, conseguía captarlos mejor que en otros humanos, pero eran... desconcertantes.
En fin. Subí a la habitación que me había indicado el joven y dejé mis cosas. Saqué de la mochila los adornos del baile, un par de antorchas, el saquito con monedas y un mapa viejo que metí en el saquito. Cambié los pantalones, sucios del viaje, por una falda compuesta de varias telas, de color rojo brillante, y antes de salir me permití unos momentos de relax. La temperatura de la habitación subió de golpe, y posada encima de la mochila ignífuga que traía, cerré un momento los ojos entre las llamas de fuego. Si alguien entrara, lo único que vería sería una mochilla en llamas, llamas inusualmente altas... Pero no me permití correr ese riesgo, y tras unos minutos volví a mi forma humana. Siempre relajaba mucho cambiar, aunque fueran unos instantes solo. Me arreglé el cabello, coloqué una sonrisa en mi cara, y con las defensas preparadas bajé de nuevo al salón. al llegar, dije, en voz lo suficientemente alta:
-¿A alguien le interesa un baile?
Y lancé las antorchas al aire.
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
La joven era desconcertantemente bella. Había algo en sus movimientos que me fascinaba. Se movía de una forma grácil y elegante, pero igualmente sugerente, como una lengua de fuego que crepitaba, jugueteaba y se contoneaba. En cierto momento, su mirada se cruzó con la mía, y noté que sus ojos eran anaranjados como el fuego.
Una vez hubo terminado, me acerqué a ella.
Buenas noches, bella dama. Permíteme que me presente, mi nombre es Garlimidon, y soy... procedente de la luna. Es difícil de creer, lo se, pero por favor, acompáñame un momento. Me gustaría hablar contigo en privado. No todos los días se ve a un miembro de una raza supuestamente extinta, ¿no?
Una vez hubo terminado, me acerqué a ella.
Buenas noches, bella dama. Permíteme que me presente, mi nombre es Garlimidon, y soy... procedente de la luna. Es difícil de creer, lo se, pero por favor, acompáñame un momento. Me gustaría hablar contigo en privado. No todos los días se ve a un miembro de una raza supuestamente extinta, ¿no?
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Al ver que algunos marinos jaleaban, recogí las antorchas, prendiéndolas con un pequeño gesto de los dedos, y comencé a bailar. El fuego serpenteaba a mi alrededor, mientras giraba sin cesas, dejando que mi pelo ondease a mi espalda. El tabernero se había quedado callado, mirándome asombrado, y varias personas entraron en la taberna por curiosidad. Cuando terminé, hice una pequeña reverencia, y pasé el saquito entre la gente. Sabía que los habitantes de Shama no eran excesivamente generosos, así que me sorprendió al ver que las monedas salían ágilmente de sus manos. Tenía que empezar a pensar en hacerme anunciar...
Cuando llegué al hombre de antes, me percaté que su mirada era vieja, antigua, pero sus rasgos eran jóvenes. Parecía tener la misma edad que yo, lo que me desconcertó, y me puso a la defensiva. La gente que escondía su verdadera edad no solía esconder nada bueno tampoco.
Cuando terminé, me acodé en la barra a tomarme un zumo de fruta. Mientras miraba distraída a los jugadores de cartas de la mesa de enfrente, oí una voz suave, algo rasposa, a mi derecha. Provenía del joven.
Pequé un salto en la silla al oír sus palabras. Sólo los elfos recordaban mi raza, y la tenían por extinta. Pero la cara del joven no mostraba los rasgos delicados y exóticos propios de los elfos, y sus orejas eran humanas. Además... ¿de la luna? Me aparté ligeramente de él, y sonriendo para ocultar mi confusión, dije:
-Si se refiere a los bailarines, es cierto que quedamos pocos que hayamos aprendido bien nuestro oficio. De todas maneras, lo que me quiera decir, puede decírmelo aquí también. No suelo guardar secretos.
Sin darme cuenta, el zumo de mi mano había empezado a echar humo. Me serené, o acabaría sentándome sobre una silla en llamas y bebiendo zumo hirviendo. Miré al joven desconfiada.
Cuando llegué al hombre de antes, me percaté que su mirada era vieja, antigua, pero sus rasgos eran jóvenes. Parecía tener la misma edad que yo, lo que me desconcertó, y me puso a la defensiva. La gente que escondía su verdadera edad no solía esconder nada bueno tampoco.
Cuando terminé, me acodé en la barra a tomarme un zumo de fruta. Mientras miraba distraída a los jugadores de cartas de la mesa de enfrente, oí una voz suave, algo rasposa, a mi derecha. Provenía del joven.
Pequé un salto en la silla al oír sus palabras. Sólo los elfos recordaban mi raza, y la tenían por extinta. Pero la cara del joven no mostraba los rasgos delicados y exóticos propios de los elfos, y sus orejas eran humanas. Además... ¿de la luna? Me aparté ligeramente de él, y sonriendo para ocultar mi confusión, dije:
-Si se refiere a los bailarines, es cierto que quedamos pocos que hayamos aprendido bien nuestro oficio. De todas maneras, lo que me quiera decir, puede decírmelo aquí también. No suelo guardar secretos.
Sin darme cuenta, el zumo de mi mano había empezado a echar humo. Me serené, o acabaría sentándome sobre una silla en llamas y bebiendo zumo hirviendo. Miré al joven desconfiada.
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
Permíteme
Cogi el vaso de zumo, casi hirviendo, y le apliqué una corriente de aire que lo enfrió.
Así estará mucho mejor. Como le he dicho, provengo de la luna. Pero no se lo puedo contar a cualquiera, ya que me tendrían por loco. No obstante, supongo que una ígnea sabrá bastante sobre mantener guardados determinados secretos, ¿me equivoco?
La jóven le miró asombrado.
En la luna, estudié todo lo referente a Jasperia y sus antiguas razas. Los selenitas somos descendientes elfos y humanos que, por un error en un conjuro, acabaron en la luna. Y, salvo que estés ardiendo por dentro ahora mismo, cosa que dudo dada tu saludable apariencia y tus gráciles movimientos, eres una ígnea. Por favor, acompáñame a mi habitación y charlaremos sin... tanta gente delante
Cogi el vaso de zumo, casi hirviendo, y le apliqué una corriente de aire que lo enfrió.
Así estará mucho mejor. Como le he dicho, provengo de la luna. Pero no se lo puedo contar a cualquiera, ya que me tendrían por loco. No obstante, supongo que una ígnea sabrá bastante sobre mantener guardados determinados secretos, ¿me equivoco?
La jóven le miró asombrado.
En la luna, estudié todo lo referente a Jasperia y sus antiguas razas. Los selenitas somos descendientes elfos y humanos que, por un error en un conjuro, acabaron en la luna. Y, salvo que estés ardiendo por dentro ahora mismo, cosa que dudo dada tu saludable apariencia y tus gráciles movimientos, eres una ígnea. Por favor, acompáñame a mi habitación y charlaremos sin... tanta gente delante
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
[Fdi: El concepto desconfianza está inscrito en mi temperamento, remember xD]
Me quedé de piedra. Dejé el vaso, fresco de nuevo, sobre la barra, e ignorando al joven que tenía delante, que me miraba con insistencia, llamé al tabernero con un gesto. Cuando se acercó, dejé unas monedas en la mesa y me levanté, saliendo de la taberna.
Fuera se había levantado una brisa suave, que arrastraba el calor sofocante que había hecho durante el día. Miré mi reflejo en el agua. Mis ojos se habían oscurecido, pasando por marrones a la vista de cualquiera. Genial. Acababa de llegar a la isla y ya tenía a alguiien detrás que quería pedirme algo.
Esperé fuera hasta calmarme. La gente paseaba, nadaba o charlaba cómodamente a la puerta de sus casas. Si el joven de la luna quería decirme algo, que fuera aquí,no pensaba ir con él a solas a su habitación.
Me quedé de piedra. Dejé el vaso, fresco de nuevo, sobre la barra, e ignorando al joven que tenía delante, que me miraba con insistencia, llamé al tabernero con un gesto. Cuando se acercó, dejé unas monedas en la mesa y me levanté, saliendo de la taberna.
Fuera se había levantado una brisa suave, que arrastraba el calor sofocante que había hecho durante el día. Miré mi reflejo en el agua. Mis ojos se habían oscurecido, pasando por marrones a la vista de cualquiera. Genial. Acababa de llegar a la isla y ya tenía a alguiien detrás que quería pedirme algo.
Esperé fuera hasta calmarme. La gente paseaba, nadaba o charlaba cómodamente a la puerta de sus casas. Si el joven de la luna quería decirme algo, que fuera aquí,no pensaba ir con él a solas a su habitación.
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
Vaya, igual me he pasado un poco..., pensé.
Seguí a la chica fuera de la taberna, y me dirigí a ella
Tan sólo quiero tener alguien con quien hablar. Es decir, si a cualquiera de estos les dijera que provengo de la luna, no me creería. Pero supongo que tú no tendrás razones para desconfiar de mi procedencia, dado que la tuya es tanto o más extraña que la mía, ¿no?
La joven frunció el ceño, y continuó escuchando
Perdona, ni siquiera me he presentado. Me llamo Garlimidon, le dije, mientras le tendía la mano amigablemente
Seguí a la chica fuera de la taberna, y me dirigí a ella
Tan sólo quiero tener alguien con quien hablar. Es decir, si a cualquiera de estos les dijera que provengo de la luna, no me creería. Pero supongo que tú no tendrás razones para desconfiar de mi procedencia, dado que la tuya es tanto o más extraña que la mía, ¿no?
La joven frunció el ceño, y continuó escuchando
Perdona, ni siquiera me he presentado. Me llamo Garlimidon, le dije, mientras le tendía la mano amigablemente
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Sentada al borde de la acera, dejando que mis pies rocen el agua, noté la confusión del joven mientras se acercaba a mí. Leí en su mente la insistencia de hablar conmigo, y también una pequeña preocupación por algo. Suspiré.
-Mira, dejando a un lado el tema de que vengas de la luna, humano, no tenemos nada en común. Yo no me esfuerzo en ocultar mi procedencia, llevo en Jasperia tanto o más que muchos humanos, y no tengo de qué ocultarme. Sin embargo -hice una pausa, dudando si confiar en aquel joven o no. Pensé en las espadas, ocultas bajo la cama de la posada, y suspiré. Siempre podía llevarle a mi habitación si las cosas se ponían feas-, dado que, al parecer, conoces mi raza... Me llamo Niewen.
Giré la vista hacia la costa. El atardecer teñía de violeta el mar, y el paisaje estaba precioso. Con una idea en la cabeza, me giré de nuevo hacia Garlimidon, con una gran sonrisa en la boca, y pregunté en tono irónico:
-Deduzco que no te importará pasar un poco de calor, ¿no?
-Mira, dejando a un lado el tema de que vengas de la luna, humano, no tenemos nada en común. Yo no me esfuerzo en ocultar mi procedencia, llevo en Jasperia tanto o más que muchos humanos, y no tengo de qué ocultarme. Sin embargo -hice una pausa, dudando si confiar en aquel joven o no. Pensé en las espadas, ocultas bajo la cama de la posada, y suspiré. Siempre podía llevarle a mi habitación si las cosas se ponían feas-, dado que, al parecer, conoces mi raza... Me llamo Niewen.
Giré la vista hacia la costa. El atardecer teñía de violeta el mar, y el paisaje estaba precioso. Con una idea en la cabeza, me giré de nuevo hacia Garlimidon, con una gran sonrisa en la boca, y pregunté en tono irónico:
-Deduzco que no te importará pasar un poco de calor, ¿no?
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
¿Qué pretendes?, le pregunté a la sonriente joven.
Simplemente quería decirte... que me parece una gran coincidencia que tú y yo, dos personas que a priori podrían arrasar esta isla sin demasiados problemas, hayan coincidido en el mismo sitio y tiempo. No se si tú crees en el destino, o esas cosas, pero creo que es una señal. Y como yo procuro no ignorar las señales, he decidido que podríamos ser amigos
La joven le miró extrañada
¿Qué? ¿No te lo esperabas? Por una parte quiero tener aliados... y por otra parte no me apetece estar solo. Es muy duro que te echen de tu patria y no tener con quien hablar ni en quien confiar..., dije, mientras una lagrima solitaria recorría mi cara.
No tengo a donde ir, ni que hacer, no tengo misión ni dirección. Todo lo que debo hacer es sobrevivir. Y sinceramente, no estudié magia arriesgándome a que me echaran de mi patria para pasar mi vida recluido en una pequeña, paradisiaca y aburrida islita. Te estoy ofreciendo acompañarte en tu viaje, al menos por un tiempo, y ayudarte en lo que pueda serte útil
Simplemente quería decirte... que me parece una gran coincidencia que tú y yo, dos personas que a priori podrían arrasar esta isla sin demasiados problemas, hayan coincidido en el mismo sitio y tiempo. No se si tú crees en el destino, o esas cosas, pero creo que es una señal. Y como yo procuro no ignorar las señales, he decidido que podríamos ser amigos
La joven le miró extrañada
¿Qué? ¿No te lo esperabas? Por una parte quiero tener aliados... y por otra parte no me apetece estar solo. Es muy duro que te echen de tu patria y no tener con quien hablar ni en quien confiar..., dije, mientras una lagrima solitaria recorría mi cara.
No tengo a donde ir, ni que hacer, no tengo misión ni dirección. Todo lo que debo hacer es sobrevivir. Y sinceramente, no estudié magia arriesgándome a que me echaran de mi patria para pasar mi vida recluido en una pequeña, paradisiaca y aburrida islita. Te estoy ofreciendo acompañarte en tu viaje, al menos por un tiempo, y ayudarte en lo que pueda serte útil
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Mientras le escucho, aparco por momentos la idea que había cobrado forma en mi mente. Aunque no posea la lectura de mentes propia de mi padre, poder leer las emociones me dice que no miente respecto a su historia. Aunque no planeaba viajar con nadie, quién sabe, un aliado nunca viene mal. Y si pasa algo... siempre puedo usar mis katanas. Alguna vez me ha fallado la empatía.
-Mira, no tengo un destino fijo... en principio recorreré las tabernas y las ciudades, y también exploraré esta isla -decido no contarle todas mis intenciones... de momento-. Estoy buscando a mi madre, aunque sea una tarea difícil, así que estaré yendo de un lado para otro. Y.. bueno, un par de cosillas más que no vienen a cuento. Si tienes alguna habilidad que pueda servirme en los espectáculos, o que sirva para ganar dinero, también viene bien. Y, sobre todo, no llamar la atención. Demasiados piratas surcan estas islas como para tener problemas con todos.
Me di la vuelta y contemplé el mar. El sol se estaba poniendo ya del todo, y la gente seguía por las calles disfrutando del buen tiempo. Me levanté, y le dije al pasar a su lado:
-Me vuelvo dentro a recoger un par de cosas.
Cuando entré, me quedé en la puerta asombrada. ¿Y esa pelea?
-Mira, no tengo un destino fijo... en principio recorreré las tabernas y las ciudades, y también exploraré esta isla -decido no contarle todas mis intenciones... de momento-. Estoy buscando a mi madre, aunque sea una tarea difícil, así que estaré yendo de un lado para otro. Y.. bueno, un par de cosillas más que no vienen a cuento. Si tienes alguna habilidad que pueda servirme en los espectáculos, o que sirva para ganar dinero, también viene bien. Y, sobre todo, no llamar la atención. Demasiados piratas surcan estas islas como para tener problemas con todos.
Me di la vuelta y contemplé el mar. El sol se estaba poniendo ya del todo, y la gente seguía por las calles disfrutando del buen tiempo. Me levanté, y le dije al pasar a su lado:
-Me vuelvo dentro a recoger un par de cosas.
Cuando entré, me quedé en la puerta asombrada. ¿Y esa pelea?
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
Me dijo que iba a recoger un par de cosas, a si que decidí esperarla fuera.
Unos instantes después, detecté a un selenita en la zona circundante a mí.
Que coño...
Oh, pero si es Selenius, ¡el hijo del rey!
Ya no me llamo así, maldita sea. Mi nombre es Garlimidon, y ya no tengo nada que ver con ese rey del que hablas. ¿Qué quieres, Lucius?
Nada, pasaba por aquí y decidí divertirme un rato, a si que utilicé un pequeño conjuro mental e inicié una pelea en esa taberna de ahí delante. Adorable, ¿no?
¿En la taberna de Xenius? ¡Vas a pagar por esto!, dije, mientras desenfundaba mi espada.
Vaya, a si que el principito se pone furioso, dijo Lucius, mientras esquivaba un tajo horizontal. Pronunció unas inaudibles palabras, y una espada surgió de dentro de su túnica.
Pronto nos vimos enzarzados en una pelea sin cuartel. Yo utilizaba cuanta magia podía para desequilibrar la balanza a mi favor, pero los mandobles de mi oponente eran formidablemente potentes. Me obligó a retroceder hasta la playa, donde nadie podría molestarnos.
Tras intercambiar golpes, Lucius me tiró al suelo, y intentó darme el golpe de gracia, que a duras penas rechacé con mi espada.
Ahora ya no eres tan peligroso, ¿eh?, dijo Lucius.
Pronuncié palabras malditas en mi antigua patria, y una gran ola nos golpeó a los dos, aunque el que más la sufrió fue Lucius, dado que yo estaba casi tumbado y él tenía todo su peso haciendo fuerza en los brazos. Lucius tropezó, momento que yo aproveché para levantarme y darle una patada a su espada. Con mi filo en su cuello, le dije:
¿Quién te envía?
Piedad, mi señor, os lo ruego...
Me pensaré lo de la piedad. De momento, ¡HABLA!
Me envía Jayek. Me dijo que debíamos exterminar todo rastro de magia lunar, pero que tu padre no nos había permitido ejecutarte allí. No obstante, aquí no deberías haber supuesto ningún problema.
Pues ya ves que sí, dije. A continuación, y ya estando su cabeza separada de su cuerpo, le pegué una patada a la susodicha. El mar se tragó su cabeza.
Después, guardé su espada, pues podría serme útil, y miré lo que guardaba entre sus ropas. Tenía dinero como para vivir una pequeña temporada sin problemas, y un saquito con un material que yo conocía bien: Polvo lunar. Al parecer, estaba casi completamente cargado. Aquí no podría encontrar más polvo lunar, a si que lo guardé como oro en paño, y, tras lanzar el cuerpo al mar, volví a la taberna.
[FDI: El polvo lunar es, como su propio nombre indica, polvo de la luna. Está cargado con la energía de la luna, con lo que en momentos de necesidad puedo utilizar su energía. No obstante, esa energía es muy limitada, y puede servirme para unos pocos conjuros]
Unos instantes después, detecté a un selenita en la zona circundante a mí.
Que coño...
Oh, pero si es Selenius, ¡el hijo del rey!
Ya no me llamo así, maldita sea. Mi nombre es Garlimidon, y ya no tengo nada que ver con ese rey del que hablas. ¿Qué quieres, Lucius?
Nada, pasaba por aquí y decidí divertirme un rato, a si que utilicé un pequeño conjuro mental e inicié una pelea en esa taberna de ahí delante. Adorable, ¿no?
¿En la taberna de Xenius? ¡Vas a pagar por esto!, dije, mientras desenfundaba mi espada.
Vaya, a si que el principito se pone furioso, dijo Lucius, mientras esquivaba un tajo horizontal. Pronunció unas inaudibles palabras, y una espada surgió de dentro de su túnica.
Pronto nos vimos enzarzados en una pelea sin cuartel. Yo utilizaba cuanta magia podía para desequilibrar la balanza a mi favor, pero los mandobles de mi oponente eran formidablemente potentes. Me obligó a retroceder hasta la playa, donde nadie podría molestarnos.
Tras intercambiar golpes, Lucius me tiró al suelo, y intentó darme el golpe de gracia, que a duras penas rechacé con mi espada.
Ahora ya no eres tan peligroso, ¿eh?, dijo Lucius.
Pronuncié palabras malditas en mi antigua patria, y una gran ola nos golpeó a los dos, aunque el que más la sufrió fue Lucius, dado que yo estaba casi tumbado y él tenía todo su peso haciendo fuerza en los brazos. Lucius tropezó, momento que yo aproveché para levantarme y darle una patada a su espada. Con mi filo en su cuello, le dije:
¿Quién te envía?
Piedad, mi señor, os lo ruego...
Me pensaré lo de la piedad. De momento, ¡HABLA!
Me envía Jayek. Me dijo que debíamos exterminar todo rastro de magia lunar, pero que tu padre no nos había permitido ejecutarte allí. No obstante, aquí no deberías haber supuesto ningún problema.
Pues ya ves que sí, dije. A continuación, y ya estando su cabeza separada de su cuerpo, le pegué una patada a la susodicha. El mar se tragó su cabeza.
Después, guardé su espada, pues podría serme útil, y miré lo que guardaba entre sus ropas. Tenía dinero como para vivir una pequeña temporada sin problemas, y un saquito con un material que yo conocía bien: Polvo lunar. Al parecer, estaba casi completamente cargado. Aquí no podría encontrar más polvo lunar, a si que lo guardé como oro en paño, y, tras lanzar el cuerpo al mar, volví a la taberna.
[FDI: El polvo lunar es, como su propio nombre indica, polvo de la luna. Está cargado con la energía de la luna, con lo que en momentos de necesidad puedo utilizar su energía. No obstante, esa energía es muy limitada, y puede servirme para unos pocos conjuros]
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Vi al tabernero intentando poner paz en todo aquel tumulto. Los huéspedes, aparentemente tan tranquilos, se arrojaban sillas y botellas a la cabeza, y desde mi posición en la puerta podía oír el sonido de varias espadas entrechocándose. Suspiré. Me metí entre la gente, contorsionándome para esquivar los tajos, y subí a mi cuarto.
Una vez allí, saqué mi mochila, guardé todo en ella, y repasé una última vez el mapa de Shamataw. Según sus indicaciones, en el interior de la isla debería encontrar a alguien que supiera darme pistas sobre mi madre y mi raza; pero el plan de descansar un rato en el pueblo era impensable en estos momentos. De pronto, recordé el encuentro con el mago, y sonreí. ¿No quería compañía ígnea? Pues la iba a tener.
Suavemente, calenté los filos de mis espadas, hasta que refulgieron en la habitación. Me sujeté bien la mochila a la espalda, y cuando bajé, las personas más cercanas a las escaleras se apartaron, sorprendidas por el repentino calor.
Mientras bailaba entre los contendientes, empecé a asestar tajos a un lado y a otro, mientras dejaba que la adrenalina corriera por mis hirvientes venas. A los que alcanzaba con la espada rápidamente pegaban un grito y se detenían, viendo cómo sus heridas se cauterizaban gracias al calor. Era el mejor método de que una herida no se infectara, era lo último que me apetecía. El resto fueron deteniéndose poco a poco, y cuando me detuve, jadeante, con las espadas en guardia y una sonrisa felina en la cara, sólo dos personas continuaban discutiendo. Fruncí el ceño. Por lo visto, el joven de la luna se había metido en problemas.
Bah, a ver cómo salía de ellos. Si no sabía luchar, o encargarse él, iba a ser un estorbo. Enfriando un poco las espadas, las enfundé y las até a la mochila. El tabernero se me acercó, temeroso, y yo le sonreí.
-Creo que ya no tendrá más problemas por hoy. Quisiera hacerle unas preguntas. ¿Sabe de alguien que me pueda guiar hasta aquí?- dije señalando el centro de la isla.
--Bueno, mi sobrino puede guiarle, señorita... Lo que pasa es que es útil en la taberna, y no me gustaría dejarle marchar-se notaba claramente que no se fiaba de mí. En cambio, su sobrino, el chico que me había atendido antes, emanaba atención por todas sus neuronas. Era fácil leer en su mente las ganas de acompañarme, aunque sólo fuera por ver de nuevo un espectáculo como ése.
Me aparté el pelo de la cara, mostrando las orejas puntiagudas, y clavé mis ojos en la cara del tabernero, que tragó saliva:
-Mire, no creo que a su sobrino le importe venir. Además, no será más de una semana, máximo. Prometo que volverá sano y salvo.. y puede que con más ganas de trabajar, incluso. ¿De acuerdo?
Vi por el rabillo del ojo que Garlimidon estaba bien. Noté cierta confusión en su mente, y también cierta añoranza... Ya miraría a ver.
El tabernero quería pensárselo, lo leí en su mente incluso antes de que abriera la boca. Sacudí la cabeza, mostrándome conforme, pero cuando se giró pegué una suave patada al mostrador, exasperada. ¿Por qué la gente era tan desconfiada?
Me senté en una mesa a esperar, e hice señas al mago para que viniera.
Una vez allí, saqué mi mochila, guardé todo en ella, y repasé una última vez el mapa de Shamataw. Según sus indicaciones, en el interior de la isla debería encontrar a alguien que supiera darme pistas sobre mi madre y mi raza; pero el plan de descansar un rato en el pueblo era impensable en estos momentos. De pronto, recordé el encuentro con el mago, y sonreí. ¿No quería compañía ígnea? Pues la iba a tener.
Suavemente, calenté los filos de mis espadas, hasta que refulgieron en la habitación. Me sujeté bien la mochila a la espalda, y cuando bajé, las personas más cercanas a las escaleras se apartaron, sorprendidas por el repentino calor.
Mientras bailaba entre los contendientes, empecé a asestar tajos a un lado y a otro, mientras dejaba que la adrenalina corriera por mis hirvientes venas. A los que alcanzaba con la espada rápidamente pegaban un grito y se detenían, viendo cómo sus heridas se cauterizaban gracias al calor. Era el mejor método de que una herida no se infectara, era lo último que me apetecía. El resto fueron deteniéndose poco a poco, y cuando me detuve, jadeante, con las espadas en guardia y una sonrisa felina en la cara, sólo dos personas continuaban discutiendo. Fruncí el ceño. Por lo visto, el joven de la luna se había metido en problemas.
Bah, a ver cómo salía de ellos. Si no sabía luchar, o encargarse él, iba a ser un estorbo. Enfriando un poco las espadas, las enfundé y las até a la mochila. El tabernero se me acercó, temeroso, y yo le sonreí.
-Creo que ya no tendrá más problemas por hoy. Quisiera hacerle unas preguntas. ¿Sabe de alguien que me pueda guiar hasta aquí?- dije señalando el centro de la isla.
--Bueno, mi sobrino puede guiarle, señorita... Lo que pasa es que es útil en la taberna, y no me gustaría dejarle marchar-se notaba claramente que no se fiaba de mí. En cambio, su sobrino, el chico que me había atendido antes, emanaba atención por todas sus neuronas. Era fácil leer en su mente las ganas de acompañarme, aunque sólo fuera por ver de nuevo un espectáculo como ése.
Me aparté el pelo de la cara, mostrando las orejas puntiagudas, y clavé mis ojos en la cara del tabernero, que tragó saliva:
-Mire, no creo que a su sobrino le importe venir. Además, no será más de una semana, máximo. Prometo que volverá sano y salvo.. y puede que con más ganas de trabajar, incluso. ¿De acuerdo?
Vi por el rabillo del ojo que Garlimidon estaba bien. Noté cierta confusión en su mente, y también cierta añoranza... Ya miraría a ver.
El tabernero quería pensárselo, lo leí en su mente incluso antes de que abriera la boca. Sacudí la cabeza, mostrándome conforme, pero cuando se giró pegué una suave patada al mostrador, exasperada. ¿Por qué la gente era tan desconfiada?
Me senté en una mesa a esperar, e hice señas al mago para que viniera.
Última edición por Niewen el 22/08/10, 11:23 am, editado 1 vez
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
Ví que Niewen me hacía una seña, a si que me acerqué a ella. Le expliqué todo lo acontecido en la playa, y le mostré la espada. Cuando Niewen acercó su mano a la espada, empezó a brillar.
Ambos nos sorprendimos al ver tal cosa.
- Creo que es por el calor..., dije, aun sorprendido. Si había grabados, era más natural que se vieran a la luz de la luna, y no al calor. ¿Que había hecho Lucius últimamente?
La ígnea me explicó sus planes, y lo sucedido en la isla, aunque se reservó lo que quería hacer allí. Me comentó que el sobrino de Xenius podría ayudarnos, y que aunque él estaba deseándolo, su tío no parecía muy convencido.
Me aproximé a la barra, y le dije a Xenius:
-Has sido muy amable conmigo, pero creo que ha llegado la hora de partir. Voy a acompañar a mi amiga a su destino, y me gustaría que, como último favor, permitieras a tu sobrino acompañarnos. Después no volveré a molestarte, lo juro. Además, voy a acompañarle yo, y me hago responsable de lo que le pueda ocurrir...
Está bien, mago. Te considero un buen amigo, a si que lo haré. No obstante, quiero a mi sobrino como si fuera mi hijo, a si que cuida de él con tu vida.
Me giré hacia Niewen, y le guiñé un ojo
Ambos nos sorprendimos al ver tal cosa.
- Creo que es por el calor..., dije, aun sorprendido. Si había grabados, era más natural que se vieran a la luz de la luna, y no al calor. ¿Que había hecho Lucius últimamente?
La ígnea me explicó sus planes, y lo sucedido en la isla, aunque se reservó lo que quería hacer allí. Me comentó que el sobrino de Xenius podría ayudarnos, y que aunque él estaba deseándolo, su tío no parecía muy convencido.
Me aproximé a la barra, y le dije a Xenius:
-Has sido muy amable conmigo, pero creo que ha llegado la hora de partir. Voy a acompañar a mi amiga a su destino, y me gustaría que, como último favor, permitieras a tu sobrino acompañarnos. Después no volveré a molestarte, lo juro. Además, voy a acompañarle yo, y me hago responsable de lo que le pueda ocurrir...
Está bien, mago. Te considero un buen amigo, a si que lo haré. No obstante, quiero a mi sobrino como si fuera mi hijo, a si que cuida de él con tu vida.
Me giré hacia Niewen, y le guiñé un ojo
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Sentada todavía en la mesa, vi cómo el tabernero y Garlimidon hablaban, y leí en la mente del tabernero, mucho más desprotegida, lo que pasaba. Parece que habíamos conseguido un guía. Esperé a que el joven volviera a la mesa, y le dije:
-Mira, no sé si has pensado bien lo de acompañarme. La mayoría de las noches pienso dormir al aire libre, y durante el día caminar. No es fácil, y tampoco sabes a dónde voy exactamente -ni siquiera yo sabía donde iría exactamente-, pero allá tú
Me levanté, y volví a fijar la vista en la espada que tenía ahora Garlimidon. El filo seguía brillando, y eso despertó un recuerdo en mi memoria, pero lo deseché.
-Mira, no sé si has pensado bien lo de acompañarme. La mayoría de las noches pienso dormir al aire libre, y durante el día caminar. No es fácil, y tampoco sabes a dónde voy exactamente -ni siquiera yo sabía donde iría exactamente-, pero allá tú
Me levanté, y volví a fijar la vista en la espada que tenía ahora Garlimidon. El filo seguía brillando, y eso despertó un recuerdo en mi memoria, pero lo deseché.
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
Mira, alguien acaba de intentar matarme con una espada que, misteriosamente, reacciona cuando tú la tocas, y, al parecer, le ha mandado a Jasperia el hechicero que también me mandó aquí. Tengo 90 años. He vivido demasiado como para seguir creyendo que estas cosas ocurren por casualidad. Además, la otra opción es esperar a que Jayek mande, en lugar de al tonto del pueblo, a un guerrero preparado, y que mi cuello se separe de mi cabeza. Y no es una perspectiva muy halagüeña, que digamos.
Niewen me miró, extrañada
Quiero llegar hasta el fondo de esto. A si que te acompañaré
Niewen me miró, extrañada
Quiero llegar hasta el fondo de esto. A si que te acompañaré
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Sacudí la cabeza con desdén. Intentaba aprovecharse de mí para descubrir información para ÉL. Siempre igual. Hice una mueca con el labio superior, mi mueca favorita cuando alguien me sacaba de mis casillas (tan ordenaditas normalmente...) y pedí al camarero con un gesto la cena. Me encogí de hombros mientras musitaba al aire:
-Mira, haz lo que quieras. no acostumbro a viajar acompañada, así que no esperes mucha animación por mi parte-alcé un poco la voz, y clavé mi mirada en él, hasta que bajó la vista, incómodo- Pero cuando yo diga que quietos, es quietos, ¿me entiendes? Y si digo que me esperes en un sitio, dos cuartos de lo mismo. No quiero cargar con la muerte de un inútil que no supo hacerme caso.
Me giré hacia la pared mientras detectaba la incomodidad de Garlimidon. Sabía que mis palabras habían sonado duras, pero no pensaba retrasar mi camino por su culpa. La persona que me dio las indicaciones fue clara: sólo estarían en Shamatav durante el solsticio de verano, dos días antes y dos días después. Cinco días, en total, y luego volverían a emigrar de isla en isla. Maldita familia...
Cuando el camarero trajo la cena, un delicioso asado de pescado con verduras y trozos de carne por encima, le pagué, y empujé el plato de Garlimidon enfrente suyo.
-Come algo, anda. Mañana planeo madrugar, así que es aconsejable que nos vayamos a dormir pronto. Y para dormir bien, hay que cenar bien.
Vi que también nos había dejado dos jarras de cerveza con miel. Fantástico.
-Mira, haz lo que quieras. no acostumbro a viajar acompañada, así que no esperes mucha animación por mi parte-alcé un poco la voz, y clavé mi mirada en él, hasta que bajó la vista, incómodo- Pero cuando yo diga que quietos, es quietos, ¿me entiendes? Y si digo que me esperes en un sitio, dos cuartos de lo mismo. No quiero cargar con la muerte de un inútil que no supo hacerme caso.
Me giré hacia la pared mientras detectaba la incomodidad de Garlimidon. Sabía que mis palabras habían sonado duras, pero no pensaba retrasar mi camino por su culpa. La persona que me dio las indicaciones fue clara: sólo estarían en Shamatav durante el solsticio de verano, dos días antes y dos días después. Cinco días, en total, y luego volverían a emigrar de isla en isla. Maldita familia...
Cuando el camarero trajo la cena, un delicioso asado de pescado con verduras y trozos de carne por encima, le pagué, y empujé el plato de Garlimidon enfrente suyo.
-Come algo, anda. Mañana planeo madrugar, así que es aconsejable que nos vayamos a dormir pronto. Y para dormir bien, hay que cenar bien.
Vi que también nos había dejado dos jarras de cerveza con miel. Fantástico.
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
Me sentí un tanto incómodo por las palabras de Niewen. Tal vez lo que le dije hubiera sonado un tanto egoista, pero ella tampoco lo pone fácil...
Comí lo que me sirvieron, y subí a dormir. Desde mi ventana se veía la luna, y yo me sentía protegido por su gélida presencia. Había sido un día duro. Saqué la espada, y la acerqué a la chimenea. Las marcas brillaron de forma tenue, mucho más débilmente que cuando la cogió Niewen... ¿Que significarían?
*Toc toc toc*
- ¿Quien es?
- Soy Marius, el sobrino de Xenius. ¿Puedo pasar?
Nunca había oido su voz, y aun así me resultó extrañamente familiar. Mis sentidos me alertaron de que había un selenita cerca. Pronuncié unas breves palabras y comencé a canalizar energía lunar.
- Adelante, la puerta está abierta, dije, con la espada en mi mano y completamente cargado de energía.
La puerta se abrió, y entró un selenita mastodóntico cuya cara me sonaba...
- Selenius, ¡maldito bastardo!, dijo mientras se aproximaba a mí.
Lancé un potente chorro de aire que le tiró al suelo, aunque pronto se levantó. No obstante, para entonces yo ya había salido por la ventana, controlando el viento para conseguir una caida limpia y sin complicaciones. Mi nocturno asaltante saltó por la ventana, con una agilidad digna de un lince. Sacó una espada para la que yo hubiera necesitado las dos manos para manejar, y empezó a moverla con su mano izquierda como si no pesara nada, intentando intimidarme. Pronto comenzamos a forcejear con las espadas, y todo parecía indicar que él iba a ganar. Cuando fue a asestarme el golpe de gracia, cogí un poco de arena del suelo y se la lancé a los ojos, momento que aproveché para escabullirme y ponerme detrás de él. Intenté apuñalarle por la espalda, pero fui incapaz de perforar su piel.
¿Que coño eres? Pregunté al monstruo de piel de acero
¿No me reconoces, Selenius?
Evidentemente, no. Recordaría a un monstruo como tú si lo hubiera visto antes
Soy tu hermano, Darío. Me duele que me hayas olvidado... ¡Preparate para morir!
¿Darío? Darío era un muchacho enclenque... ¿Quien te ha hecho eso?
Jayek me bendició con mi corpulencia. Todos los selenitas hemos sido bendecidos por él, incluido nuestro padre, que ahora es mucho más inteligente. Ha traido una edad dorada para nosotros, y nos ha pedido que erradiquemos a los traidores
¡Ya está bien de tonterías!, dije, mientras cogía el saquito de polvo lunar. Se lo lancé a la cara, pronuncié unas pocas palabras, del conjuro más complicado que había aprendido nunca. Sabía que era mi única esperanza, aunque nunca lo había probado con polvo lunar, sino con la luna en sí.
El polvo comenzó a absorber energía lunar de todos los seres cargados con ella a su alrededor. Me sentí muy debilitado y caí al suelo, y Darío, paralizado por el miedo, fue reduciendo su tamaño. El polvo lunar se sobrecargó, y aunque no pude verlo, oí una explosión. Cuando recobré fuerzas para levantarme, ví a mi hermano tendido en el suelo, moribundo.
¡Darío! ¿Estás bien?, dije, corriendo hacia él, con lágrimas en los ojos.
Sí... ahora estoy mucho mejor... Jayek nos lavó el cerebro a todos, tiene a todos los selenitas dominados y su único empeño es matarte... y ahora que he escapado de su control, probablemente también quiera matarme a mí...
Nunca sentí mucho aprecio por mi enclenque e inútil hermano. Era estúpido, enfermizo y me ponía de los nervios. Nunca sirvió para nada.
Tranquilo, hermano. Jayek no te matará, dije, mientras desenfundaba mi espada.
La sangre manchó la arena, y la cabeza de mi hermano rodó cuesta abajo por la playa. Su cara reflejaba la sorpresa de que le hubirea matado. Siempre me admiró.
Busqué entre sus ropas algo que me fuera de valor. Encontré algo de dinero, la insignia de la casa real de Selenia, y un reloj de arena roto.
Examiné el reloj de arena, y me dí cuenta de que no era arena, sino polvo lunar, completamente gastado. Aun así, lo recogí y lo guardé en un saquito. Por lo visto, me las iba a tener que ver con más selenitas, y si iban dopados con la magia de Jayek, podría usar la arena para quitarles su poder...
Mojé la insignia en su sangre, y esperé a que se secara. Después, la coloqué en mi capa, justo del revés. Erradicaría a todos los selenitas aunque me fuera la vida en ello.
La noche dio paso al día, y, aunque cansado, apenas conseguí pegar ojo.
Comí lo que me sirvieron, y subí a dormir. Desde mi ventana se veía la luna, y yo me sentía protegido por su gélida presencia. Había sido un día duro. Saqué la espada, y la acerqué a la chimenea. Las marcas brillaron de forma tenue, mucho más débilmente que cuando la cogió Niewen... ¿Que significarían?
*Toc toc toc*
- ¿Quien es?
- Soy Marius, el sobrino de Xenius. ¿Puedo pasar?
Nunca había oido su voz, y aun así me resultó extrañamente familiar. Mis sentidos me alertaron de que había un selenita cerca. Pronuncié unas breves palabras y comencé a canalizar energía lunar.
- Adelante, la puerta está abierta, dije, con la espada en mi mano y completamente cargado de energía.
La puerta se abrió, y entró un selenita mastodóntico cuya cara me sonaba...
- Selenius, ¡maldito bastardo!, dijo mientras se aproximaba a mí.
Lancé un potente chorro de aire que le tiró al suelo, aunque pronto se levantó. No obstante, para entonces yo ya había salido por la ventana, controlando el viento para conseguir una caida limpia y sin complicaciones. Mi nocturno asaltante saltó por la ventana, con una agilidad digna de un lince. Sacó una espada para la que yo hubiera necesitado las dos manos para manejar, y empezó a moverla con su mano izquierda como si no pesara nada, intentando intimidarme. Pronto comenzamos a forcejear con las espadas, y todo parecía indicar que él iba a ganar. Cuando fue a asestarme el golpe de gracia, cogí un poco de arena del suelo y se la lancé a los ojos, momento que aproveché para escabullirme y ponerme detrás de él. Intenté apuñalarle por la espalda, pero fui incapaz de perforar su piel.
¿Que coño eres? Pregunté al monstruo de piel de acero
¿No me reconoces, Selenius?
Evidentemente, no. Recordaría a un monstruo como tú si lo hubiera visto antes
Soy tu hermano, Darío. Me duele que me hayas olvidado... ¡Preparate para morir!
¿Darío? Darío era un muchacho enclenque... ¿Quien te ha hecho eso?
Jayek me bendició con mi corpulencia. Todos los selenitas hemos sido bendecidos por él, incluido nuestro padre, que ahora es mucho más inteligente. Ha traido una edad dorada para nosotros, y nos ha pedido que erradiquemos a los traidores
¡Ya está bien de tonterías!, dije, mientras cogía el saquito de polvo lunar. Se lo lancé a la cara, pronuncié unas pocas palabras, del conjuro más complicado que había aprendido nunca. Sabía que era mi única esperanza, aunque nunca lo había probado con polvo lunar, sino con la luna en sí.
El polvo comenzó a absorber energía lunar de todos los seres cargados con ella a su alrededor. Me sentí muy debilitado y caí al suelo, y Darío, paralizado por el miedo, fue reduciendo su tamaño. El polvo lunar se sobrecargó, y aunque no pude verlo, oí una explosión. Cuando recobré fuerzas para levantarme, ví a mi hermano tendido en el suelo, moribundo.
¡Darío! ¿Estás bien?, dije, corriendo hacia él, con lágrimas en los ojos.
Sí... ahora estoy mucho mejor... Jayek nos lavó el cerebro a todos, tiene a todos los selenitas dominados y su único empeño es matarte... y ahora que he escapado de su control, probablemente también quiera matarme a mí...
Nunca sentí mucho aprecio por mi enclenque e inútil hermano. Era estúpido, enfermizo y me ponía de los nervios. Nunca sirvió para nada.
Tranquilo, hermano. Jayek no te matará, dije, mientras desenfundaba mi espada.
La sangre manchó la arena, y la cabeza de mi hermano rodó cuesta abajo por la playa. Su cara reflejaba la sorpresa de que le hubirea matado. Siempre me admiró.
Busqué entre sus ropas algo que me fuera de valor. Encontré algo de dinero, la insignia de la casa real de Selenia, y un reloj de arena roto.
Examiné el reloj de arena, y me dí cuenta de que no era arena, sino polvo lunar, completamente gastado. Aun así, lo recogí y lo guardé en un saquito. Por lo visto, me las iba a tener que ver con más selenitas, y si iban dopados con la magia de Jayek, podría usar la arena para quitarles su poder...
Mojé la insignia en su sangre, y esperé a que se secara. Después, la coloqué en mi capa, justo del revés. Erradicaría a todos los selenitas aunque me fuera la vida en ello.
La noche dio paso al día, y, aunque cansado, apenas conseguí pegar ojo.
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Cuando llegué a la habitación me lancé encima de la cama, agotada. Tampoco había sido un día tan largo, de hecho me había acostado demasiado pronto, pero todos los acontecimientos, Garlimidon, la pelea... me habían dejado hecha puré.
Saqué de mi bolsa el mapa, y examiné la ruta a trazar al día siguiente. Pensaba llegar hasta los saltos de agua, donde me habían dicho que todavía existía un clan muy reducido de ígneos, y preguntarles sobre el asesino de mi padre y sobre mi madre. Acaricié distraída el pendiente de mi oreja mientras memorizaba el camino, y cuando guardé de nuevo el mapa, decidí salir a darme un baño.
Había anochecido, pero el agua todavía conservaba el calor del sol. Me acerqué hasta la playa, y nadé durante un buen rato, sintiendo el habitual hormigueo en el cuerpo que sentía cada vez que entraba en el agua. No era preocupante, de hecho me encantaba nadar, pero mi naturaleza se resentía si pasaba demasiado tiempo en agua profunda, y por eso, tras despejarme y relajarme un rato, salí a la arena.
Seguía sin estar segura de poder confiar en Garlimidon. Aparecer de improviso, contándome su vida como si me conociera de toda la vida... no acababa de parecerme claro. No veía ninguna doblez en sus pensamientos, por lo menos ninguna distinta de las típicas dobleces de los humanos. Aún así, decidí ser cauta con él.
Mientras me acercaba a la posada, vi un pequeño resplandor en la ventana de la habitación de Garlimidon. La marea estaba baja, así que me acerqué andando hasta allí, y de un salto me acerqué hasta el alféizar. Al agacharme, una cabeza salió volando por la ventana, aterrizando en la arena. De un salto, acabé debajo de la posada, temblando. ¿Qué narices pasaba allí?
Volví a mi habitación, y desenfundé mis espadas. Colocándolas al lado de mi cama, extendí mi capa, ignífuga, al igual que toda mi ropa, sobre la cama, y me tumbé encima. si alguien entraba, se las iba a tener que ingeniar con ua lengua de fuego armada.
Conseguí dormir casi toda la noche, y al día siguiente vi que nadie había entrado en mi habitación. "Extraño". Me lavé y me peiné, vistiéndome de manera apropiada para el viaje: pantalones de cuero negros y un top escarlata que cubría uno de mis hombros, dejando el otro libre. Até la capa a la mochila, coloqué las espadas en un cinto especial y bajé a la posada a desayunar. Al pasar por la puerta del mago, llamé con los nudillos para despertarle, y seguí hacia el bar. No tenía intención de ser su niñera.
Cuando acabé de desayunar, llamé al camarero con un pequeño gesto de las manos.
Saqué de mi bolsa el mapa, y examiné la ruta a trazar al día siguiente. Pensaba llegar hasta los saltos de agua, donde me habían dicho que todavía existía un clan muy reducido de ígneos, y preguntarles sobre el asesino de mi padre y sobre mi madre. Acaricié distraída el pendiente de mi oreja mientras memorizaba el camino, y cuando guardé de nuevo el mapa, decidí salir a darme un baño.
Había anochecido, pero el agua todavía conservaba el calor del sol. Me acerqué hasta la playa, y nadé durante un buen rato, sintiendo el habitual hormigueo en el cuerpo que sentía cada vez que entraba en el agua. No era preocupante, de hecho me encantaba nadar, pero mi naturaleza se resentía si pasaba demasiado tiempo en agua profunda, y por eso, tras despejarme y relajarme un rato, salí a la arena.
Seguía sin estar segura de poder confiar en Garlimidon. Aparecer de improviso, contándome su vida como si me conociera de toda la vida... no acababa de parecerme claro. No veía ninguna doblez en sus pensamientos, por lo menos ninguna distinta de las típicas dobleces de los humanos. Aún así, decidí ser cauta con él.
Mientras me acercaba a la posada, vi un pequeño resplandor en la ventana de la habitación de Garlimidon. La marea estaba baja, así que me acerqué andando hasta allí, y de un salto me acerqué hasta el alféizar. Al agacharme, una cabeza salió volando por la ventana, aterrizando en la arena. De un salto, acabé debajo de la posada, temblando. ¿Qué narices pasaba allí?
Volví a mi habitación, y desenfundé mis espadas. Colocándolas al lado de mi cama, extendí mi capa, ignífuga, al igual que toda mi ropa, sobre la cama, y me tumbé encima. si alguien entraba, se las iba a tener que ingeniar con ua lengua de fuego armada.
Conseguí dormir casi toda la noche, y al día siguiente vi que nadie había entrado en mi habitación. "Extraño". Me lavé y me peiné, vistiéndome de manera apropiada para el viaje: pantalones de cuero negros y un top escarlata que cubría uno de mis hombros, dejando el otro libre. Até la capa a la mochila, coloqué las espadas en un cinto especial y bajé a la posada a desayunar. Al pasar por la puerta del mago, llamé con los nudillos para despertarle, y seguí hacia el bar. No tenía intención de ser su niñera.
Cuando acabé de desayunar, llamé al camarero con un pequeño gesto de las manos.
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
Cuando Niewen bajó, yo ya estaba terminando de desayunar. La saludé brevemente, y subí a mi habitación a prepararme. Me puse ropa cómoda (Las túnicas son geniales, en serio, pero si voy a tener que viajar y hacer actividad física, solo me iban a estorbar), y aunque dejé mi espada allí, cogí la otra. Cogí lo justo para viajar: el saquito de polvo lunar, algo de dinero por si las moscas, y la insignia de Selenia, que guardé en un bolsillo.
Cuando bajé, Niewen y el sobrino de Xenius estaban preparados para marchar. Fue entonces cuando recaí en preguntar algo que no se me había ocurrido hasta entonces...
Niewen... ¿a donde vamos?
Cuando bajé, Niewen y el sobrino de Xenius estaban preparados para marchar. Fue entonces cuando recaí en preguntar algo que no se me había ocurrido hasta entonces...
Niewen... ¿a donde vamos?
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
-No te preocupes, en una semana o así espero que vuelvas-el muchacho estaba nervioso, lo notaba, pero sonreí para tranquilizarle-Sé dónde voy, lo que no sé es cómo llegar.
En ese momento, Garlimidon entró en la sala. Me giré hacia él, y al oír su pregunta, contesté con una sonrisa cautelosa:
-Vamos al interior, cerca de los Saltos. Takos nos va a guiar, y el posadero guardará tus cosas hasta que vuelvas.
Me despedí del posadero con un gesto y la bendición de la Dama. No creía en los dioses humanos, ni tan siquiera en los dioses élficos, pero es bueno tener contenta a la gente.
Al salir del poblado, nos dirigimos hacia una línea de frondosos árboles que delimitaba la aldea, y me detuve a esperar a Garlimidon.
En ese momento, Garlimidon entró en la sala. Me giré hacia él, y al oír su pregunta, contesté con una sonrisa cautelosa:
-Vamos al interior, cerca de los Saltos. Takos nos va a guiar, y el posadero guardará tus cosas hasta que vuelvas.
Me despedí del posadero con un gesto y la bendición de la Dama. No creía en los dioses humanos, ni tan siquiera en los dioses élficos, pero es bueno tener contenta a la gente.
Al salir del poblado, nos dirigimos hacia una línea de frondosos árboles que delimitaba la aldea, y me detuve a esperar a Garlimidon.
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
Salí de la posada despidiéndome de Xenius. Perseguí a Niewen, la cual se fue sin mí, y la alcancé al poco rato, en los bordes de la aldea.
¿Por qué no me has esperado?
¿Por qué no me has esperado?
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
Re: Aterrizaje
Mientras esperábamos bajo los árboles noté a Garlimidon correr hacia mí. Al escuchar su pregunta, el sobrino del tabernero me miró un instante, y silbando alegremente, se alejó unos pasos, suficiente para no oírnos. El tabernero le había enseñado a ser discreto, y eso me gustaba. no como otros.
-¿Decías? Mira, si no quieres venir, no hace falta que vengas. Yo ya te dije que el viaje era importante -mi mirada reflejaba dureza, pero no me interesaba mantener mucha relación con aquel mago. Nunca sabes cuándo fiarte de la gente, y de los magos todavía menos-. De todas formas, te estoy esperando, ¿no? Así que no te quejes tanto. Nos queda un buen día de viaje, si andamos rápido.
Seguimos caminando por el bosquecillo, y noté en la mente del muchacho la curiosidad por o que habíamos hablado. Presentí cierta frustación y rabia en la mente de Garlimidon, pero andaba demasiado ocupada mirando por dónde andaba como para hacerle mucho caso. Intentaba absorber todo el calor posible del ambiente, pero eso no contribuía a mejorar mi ánimo, y mis ojos se oscurecieron enseguida.
Giré la cabeza hacia el mago, que caminaba detrás de mí, y le dije:
-Vamos a ver, ¿qué sucede contigo?
-¿Decías? Mira, si no quieres venir, no hace falta que vengas. Yo ya te dije que el viaje era importante -mi mirada reflejaba dureza, pero no me interesaba mantener mucha relación con aquel mago. Nunca sabes cuándo fiarte de la gente, y de los magos todavía menos-. De todas formas, te estoy esperando, ¿no? Así que no te quejes tanto. Nos queda un buen día de viaje, si andamos rápido.
Seguimos caminando por el bosquecillo, y noté en la mente del muchacho la curiosidad por o que habíamos hablado. Presentí cierta frustación y rabia en la mente de Garlimidon, pero andaba demasiado ocupada mirando por dónde andaba como para hacerle mucho caso. Intentaba absorber todo el calor posible del ambiente, pero eso no contribuía a mejorar mi ánimo, y mis ojos se oscurecieron enseguida.
Giré la cabeza hacia el mago, que caminaba detrás de mí, y le dije:
-Vamos a ver, ¿qué sucede contigo?
Niewen- Cantidad de envíos : 76
Re: Aterrizaje
Hombre, saliste de la taberna sin mí, y te fuiste hasta la otra punta del pueblo. Podías haberte ido sin mí, y esperarme allá a donde quiera que estemos yendo, que ni siquiera has tenido la confianza de decirme donde es...
Niewen me miró a los ojos, inquieta y molesta, cuando de repente empezaron a brillar con su tono azul pálido, casi enfermizo. Había un selenita cerca...
Niewen me miró a los ojos, inquieta y molesta, cuando de repente empezaron a brillar con su tono azul pálido, casi enfermizo. Había un selenita cerca...
Garlimidon- Cantidad de envíos : 82
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