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El pasado del sótano (Keller)
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El pasado del sótano (Keller)
Bueno, según he entendido esto es "información extra" acerca del personaje, pues bién, la historia en si de su día en Denke la cuelgo un poco más abajo, pero antes os pongo las tramas (de momento solo una) en las que estoy
Comenzando un nuevo camino(inmediatamente después de salir de Denkenia)
Bueno pues ahí va la historieta:
El viaje había sido tranquilo y sin incidente alguno, mas que el mareo que sufrió Sam las primeras horas. Llegué a Denkenia con la esperanza de poder irme pronto. El puerto era un lugar tranquilo, y tan sólo había dos barcos más en los muelles. Agarré a Sam y me lo llevé para ir a buscar la ciudad en esa isla, Denke.
Nos adentramos en un camino agreste, poco transitado, que cruzaba un bosque neblinoso rodeado de musgo, pantanos, hondonadas, ciénagas y demás escenografía misteriosa. No le presté atención. Después de varios minutos sin que pareciese que íbamos a encontrar nada me subí a lomos de mi pájaro. Le dije con suavidad que se diese prisa y se puso a galopar velozmente.
Vi varias siluetas informes entre los olmos y robles de aquellos lares. Pero ninguna, si tenía malas intenciones, pudo atraparme. El aire empezaba a estar viciado y temía que me había perdido, pero en la cima de una colina vislumbré por fin la ciudad, o mejor dicho, el pueblo. Denke, pese a ser la única población de la isla, era más bien pequeño, o lo parecía en la distancia.
Apenas veinte minutos después llegué al lugar y me bajé de Sam, que estaba poco cansado, pero hambriento. Abrí una de las alforjas y saqué una bolsa de grano con el que lo alimentaba últimamente. Se la acerqué a la boca y comió un poco. Se la retiré y se quejó estridentemente.
-Chitón, esto tiene que durarte hasta que encontremos algún sitio donde comprarte algo de comer, y por lo que parece, vamos a tardar mucho en salir de aquí. Dudo que en estas calles desiertas haya muchos clientes. -dije yo, casi para mí mismo, mirando la entrada a una calle desértica del pueblo. Sin entretenerme más me llevé a Sam al interior del pueblo y en una calle que parecía suficientemente grande desplegué una tela y fui poniendo mis objetos, con Sam sentado al lado. Saqué mi manual de rúnica y me puse a leer, dispuesto a esperar el tiempo que hiciera falta para vender, aunque fuera, un triste silbato.
Comenzando un nuevo camino(inmediatamente después de salir de Denkenia)
Bueno pues ahí va la historieta:
El viaje había sido tranquilo y sin incidente alguno, mas que el mareo que sufrió Sam las primeras horas. Llegué a Denkenia con la esperanza de poder irme pronto. El puerto era un lugar tranquilo, y tan sólo había dos barcos más en los muelles. Agarré a Sam y me lo llevé para ir a buscar la ciudad en esa isla, Denke.
Nos adentramos en un camino agreste, poco transitado, que cruzaba un bosque neblinoso rodeado de musgo, pantanos, hondonadas, ciénagas y demás escenografía misteriosa. No le presté atención. Después de varios minutos sin que pareciese que íbamos a encontrar nada me subí a lomos de mi pájaro. Le dije con suavidad que se diese prisa y se puso a galopar velozmente.
Vi varias siluetas informes entre los olmos y robles de aquellos lares. Pero ninguna, si tenía malas intenciones, pudo atraparme. El aire empezaba a estar viciado y temía que me había perdido, pero en la cima de una colina vislumbré por fin la ciudad, o mejor dicho, el pueblo. Denke, pese a ser la única población de la isla, era más bien pequeño, o lo parecía en la distancia.
Apenas veinte minutos después llegué al lugar y me bajé de Sam, que estaba poco cansado, pero hambriento. Abrí una de las alforjas y saqué una bolsa de grano con el que lo alimentaba últimamente. Se la acerqué a la boca y comió un poco. Se la retiré y se quejó estridentemente.
-Chitón, esto tiene que durarte hasta que encontremos algún sitio donde comprarte algo de comer, y por lo que parece, vamos a tardar mucho en salir de aquí. Dudo que en estas calles desiertas haya muchos clientes. -dije yo, casi para mí mismo, mirando la entrada a una calle desértica del pueblo. Sin entretenerme más me llevé a Sam al interior del pueblo y en una calle que parecía suficientemente grande desplegué una tela y fui poniendo mis objetos, con Sam sentado al lado. Saqué mi manual de rúnica y me puse a leer, dispuesto a esperar el tiempo que hiciera falta para vender, aunque fuera, un triste silbato.
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