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Ecos del pasado
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Ecos del pasado
La felicidad que sentía en aquel momento era sólo comparable al nerviosismo. Era como si hubiese vuelto a nacer. Cuando ocupó el cuerpo del hombre anciano, había sido por muy poco tiempo y para dormir, así que no había sido realmente consciente de lo que suponía volver a estar “viva”.
Se miró las manos una vez más: eran reales. Lo cierto es que Lis tenía unas manos hermosas, y le encantaba el tacto de su pelo. Llevaba la trenza a un lado, se había pasado todo el día en la cubierta, asomada al mar, haciéndosela y deshaciéndosela, probando la movilidad de los dedos, la experiencia de sentir con las manos, de ver con los ojos, de oír con los oídos.
El cambio había sido extraño al principio. Era muy raro volver a sentir, volver a depender de cosas como la gravedad o las piernas para caminar. Le había costado un poco recuperar el sentido del equilibrio, pero después, había hecho lo convenido con Lis: se había embarcado rumbo a Adysium. Después de todo en Trinacracia mucha gente la conocía y podría resultarles raro el cambio operado. Adysium era un lugar relativamente cercano, no gastaría demasiado tiempo en llegar y allí podría encontrar un sitio en el que quedarse e intentar recordar. Esperaba no tardar mucho, cada vez que pensaba en el espíritu de Lis se ponía nerviosa y se agobiaba, pero las sensaciones que la embargaban desde que entró en su cuerpo eran demasiado intensas como para preocuparse por cualquier otra cosa. Había pasado todo el trayecto disfrutando de la sensación de volver a tener un cuerpo físico, porque sabía que una vez llegara a su destino, tendría que ponerse en serio a recordar. Eso era lo que importaba: intentaría soñar con su pasado, igual que cuando Lis le ayudó en el cuerpo de Thereo, pero si eso no funcionaba, tendría que ocupar su tiempo haciendo algo… no sabía qué, pero algo que le ayudase a recordar.
Quizás podría repetir las pocas cosas de la rutina que recordaba, o podría buscar algún bosque como el que había cerca de Kalion donde pasaba las horas muertas. Cualquier pequeña conexión con su pasado podría ayudar.
Se hacía y deshacía la larga trenza, mientras no dejaba de pensar qué pensaría Luthys de verla. Obviamente, no la reconocería, y se le había pasado por la cabeza buscarlo. Pero no podía preocuparse por eso, ahora no. Encontraría su cuerpo y entonces dispondría del tiempo que tuviera para buscarle, pero no gastaría el tiempo de Lis.
Respiró hondo. El salitre del mar se le metía en los pulmones y eso le encantaba. Estaban llegando a la parte baja de la ciudad de Adysium, donde pasaría los próximos días intentando recordar. El barco se aproximó al puerto y ella empacó las pocas cosas que Lis le había proporcionado y se dispuso a desembarcar.
Una vez en el muelle intentó avanzar entre la marea de gente que iba y venía, pero no estaba acostumbrada a las multitudes, al menos no a las que no le dejaran avanzar, así que acabó en una avenida, sin saber cómo había llegado hasta allí. No era demasiado grande ni concurrida, así que no debía ser una de las principales. Las indicaciones de la posada que había preguntado no le valían ahora… así que tendría que preguntar otra vez.
Intentando evitar a la gente, contenta y nerviosa, se dispuso a parar a la primera persona que se le cruzó. Le costó tres intentos, pero a la cuarta persona que divisó andando por la pequeña avenida consiguió abordarla de la forma más cortés que supo, quitando sus nervios y su poca práctica con eso de hablar con las cuerdas vocales.
- Dis… disculpe, ¿pu… puede decirme dónde queda la… la posada más cercana?
Se miró las manos una vez más: eran reales. Lo cierto es que Lis tenía unas manos hermosas, y le encantaba el tacto de su pelo. Llevaba la trenza a un lado, se había pasado todo el día en la cubierta, asomada al mar, haciéndosela y deshaciéndosela, probando la movilidad de los dedos, la experiencia de sentir con las manos, de ver con los ojos, de oír con los oídos.
El cambio había sido extraño al principio. Era muy raro volver a sentir, volver a depender de cosas como la gravedad o las piernas para caminar. Le había costado un poco recuperar el sentido del equilibrio, pero después, había hecho lo convenido con Lis: se había embarcado rumbo a Adysium. Después de todo en Trinacracia mucha gente la conocía y podría resultarles raro el cambio operado. Adysium era un lugar relativamente cercano, no gastaría demasiado tiempo en llegar y allí podría encontrar un sitio en el que quedarse e intentar recordar. Esperaba no tardar mucho, cada vez que pensaba en el espíritu de Lis se ponía nerviosa y se agobiaba, pero las sensaciones que la embargaban desde que entró en su cuerpo eran demasiado intensas como para preocuparse por cualquier otra cosa. Había pasado todo el trayecto disfrutando de la sensación de volver a tener un cuerpo físico, porque sabía que una vez llegara a su destino, tendría que ponerse en serio a recordar. Eso era lo que importaba: intentaría soñar con su pasado, igual que cuando Lis le ayudó en el cuerpo de Thereo, pero si eso no funcionaba, tendría que ocupar su tiempo haciendo algo… no sabía qué, pero algo que le ayudase a recordar.
Quizás podría repetir las pocas cosas de la rutina que recordaba, o podría buscar algún bosque como el que había cerca de Kalion donde pasaba las horas muertas. Cualquier pequeña conexión con su pasado podría ayudar.
Se hacía y deshacía la larga trenza, mientras no dejaba de pensar qué pensaría Luthys de verla. Obviamente, no la reconocería, y se le había pasado por la cabeza buscarlo. Pero no podía preocuparse por eso, ahora no. Encontraría su cuerpo y entonces dispondría del tiempo que tuviera para buscarle, pero no gastaría el tiempo de Lis.
Respiró hondo. El salitre del mar se le metía en los pulmones y eso le encantaba. Estaban llegando a la parte baja de la ciudad de Adysium, donde pasaría los próximos días intentando recordar. El barco se aproximó al puerto y ella empacó las pocas cosas que Lis le había proporcionado y se dispuso a desembarcar.
Una vez en el muelle intentó avanzar entre la marea de gente que iba y venía, pero no estaba acostumbrada a las multitudes, al menos no a las que no le dejaran avanzar, así que acabó en una avenida, sin saber cómo había llegado hasta allí. No era demasiado grande ni concurrida, así que no debía ser una de las principales. Las indicaciones de la posada que había preguntado no le valían ahora… así que tendría que preguntar otra vez.
Intentando evitar a la gente, contenta y nerviosa, se dispuso a parar a la primera persona que se le cruzó. Le costó tres intentos, pero a la cuarta persona que divisó andando por la pequeña avenida consiguió abordarla de la forma más cortés que supo, quitando sus nervios y su poca práctica con eso de hablar con las cuerdas vocales.
- Dis… disculpe, ¿pu… puede decirme dónde queda la… la posada más cercana?
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
Re: Ecos del pasado
Off: Me uno, si no es molestia, si lo es dímelo y borro post
On: Una joven de tez pálida y de cabellos largos y plateados, se acerca a mí. Parece un poco pérdida y titubeante me pregunta cortésmente el paradero de una posada cercana.
-Eh….Hola,- Digo sonriente a la joven- Pues no sé – contesto mientras me rasco la cabeza- Llevo poco aquí pero, si no me falla la memoria, un poco mas debajo de la calle hay una, si quieres te acompaño, aunque e de advertirte que yo no soy muy de beber- termino entre risas.
La joven me inspira confianza, no tiene pinta de ser una psicópata o una asesina. Pero por ahora, hasta no saber más de ella, no contaré más sobre mi vida.
-Bueno, entonces ¿Qué? ¿Te puedo guiar hasta la posada?
On: Una joven de tez pálida y de cabellos largos y plateados, se acerca a mí. Parece un poco pérdida y titubeante me pregunta cortésmente el paradero de una posada cercana.
-Eh….Hola,- Digo sonriente a la joven- Pues no sé – contesto mientras me rasco la cabeza- Llevo poco aquí pero, si no me falla la memoria, un poco mas debajo de la calle hay una, si quieres te acompaño, aunque e de advertirte que yo no soy muy de beber- termino entre risas.
La joven me inspira confianza, no tiene pinta de ser una psicópata o una asesina. Pero por ahora, hasta no saber más de ella, no contaré más sobre mi vida.
-Bueno, entonces ¿Qué? ¿Te puedo guiar hasta la posada?
Emmanuel Dorian- Cantidad de envíos : 7
Re: Ecos del pasado
OFF: me anoto en esta historia, si no es molesti mis nobles compañeros
ON:
La gente de la ciudad de Adysium era vulgar y sucia, en su gran mayoria. Un gato ademas de comer y reflexionare sobre la vida suele observar a los pobladores de su ciudad, ya que los felinos son los reyes implicitos de las urbes. Acababa de comerme un filete robado por el fiel Wiz y para bajar tan poderosa comida decidi subirme a un techo y quedarme tirado mirando a los pateticos transeuntes. La mayoria parecian ser pobretones y vagabundos, y los que tenian algo mas de dinero parecian plebeyos con chucherias robadas, era humillante.
Mientras divagaba sobre la suciedad de las ciudades hijas del miedo y sus habitantes mis ojitos y bigotes gatunos fueron captados por la imagen de una bella mujer, bastante extraña. Esta parecia perdida, como todos los recien llegados, pero tenia un aire especial en sus movimientos.
La curiosidad podia mas que la pachorra asi que observe a la joven detenidamente. Esta le pregunto por una posada y el elfo le respondio haciendose el galan barato. El joven necesitaba los consejos del gran Fellini para poder seducir a la joven, pero era tan solo un pichon. Dispuesto a introducirme en una nueva aventura me quede al acecho para seguir a tan extravagantes personajes.
ON:
La gente de la ciudad de Adysium era vulgar y sucia, en su gran mayoria. Un gato ademas de comer y reflexionare sobre la vida suele observar a los pobladores de su ciudad, ya que los felinos son los reyes implicitos de las urbes. Acababa de comerme un filete robado por el fiel Wiz y para bajar tan poderosa comida decidi subirme a un techo y quedarme tirado mirando a los pateticos transeuntes. La mayoria parecian ser pobretones y vagabundos, y los que tenian algo mas de dinero parecian plebeyos con chucherias robadas, era humillante.
Mientras divagaba sobre la suciedad de las ciudades hijas del miedo y sus habitantes mis ojitos y bigotes gatunos fueron captados por la imagen de una bella mujer, bastante extraña. Esta parecia perdida, como todos los recien llegados, pero tenia un aire especial en sus movimientos.
La curiosidad podia mas que la pachorra asi que observe a la joven detenidamente. Esta le pregunto por una posada y el elfo le respondio haciendose el galan barato. El joven necesitaba los consejos del gran Fellini para poder seducir a la joven, pero era tan solo un pichon. Dispuesto a introducirme en una nueva aventura me quede al acecho para seguir a tan extravagantes personajes.
Gordito Fellini- Cantidad de envíos : 25
Re: Ecos del pasado
(fdi: sin problema ninguno XDDD)
ddi:
La amabilidad del chico la puso, curiosamente, mucho más nerviosa. No estaba acostumbrada a interarctuar con gente, y menos aún a que su estado de ánimo se reflejase inconscientemente de forma física. Eso de tener un cuerpo con reacciones que no podía controlar le resultaba demasiado... raro. Notó su pulso un poco acelerado por los nervios, y le pareció como un tambor resonando en un pozo que el muchacho sin duda podría oir. Pensar eso la puso aún más nerviosa, y cuando se quiso dar cuenta había entrado en una espiral que hizo que le latiera el corazón muy deprisa y que le sudaran las manos.
Obligándose a pensar que el cuerpo no era suyo, sino de Lis, y que seguramente aquello no podía ser bueno para ella, se forzó a respirar hondo para tranquilzarse. Se alegró de no haber perdido el habito de hacerlo mentalmente cuando era una fantasma.
Cuando el muchacho rió, ella forzó una sonrisa, que liberó algo de presión y se fue relajando poco a poco, haciéndose más natural. Se asombró de lo difícil que era hacer cosas como sonreir cuando eres consicente de cada músculo de tu cuerpo como ella lo estaba siendo. ¡Aquello era de locos! Carraspeó un poco antes de contestar.
- Lo... lo cierto es que yo tampoco bebo mucho. Sólo... sólo busco un lugar para descansar. - A medida que hablaba le resultaba más fácil hacerlo. Eso la tranquilizó un poco más. Para evitar volver a ponerse muy nerviosa, empezó a jugar con la punta de la trenza, enroscándosea y desenroscándosela de los dedos.
- Si.. si fuese tan amable, agradecería mucho que me guiara. Acabo de llegar a la ciudad y creo que no me oriento demasiado bien.
"Suele pasar cuando dependes de cosas como la vista para orientarte después de haber tenido una visión completa de loque te rodeaba en un amplio radio" pensó para sí. Ese pensamiento hizo que aflorara a sus labios una risa sincera, nada forzada. Se alegró por ello, si no pensaba era mucho más fácil, pero entonces no podía sonreir siempre que quería...
No entendía cómo la gente podía soportar eso tan a menudo. Definitivamente, llevaba demasiado teimpo siendo una fantasma, le iba a costar hacerse del todo al cuerpo de Lis, aunque esperaba que no le diera tiempo a habituarse a él. Tenía que encontrar el suyo.
ddi:
La amabilidad del chico la puso, curiosamente, mucho más nerviosa. No estaba acostumbrada a interarctuar con gente, y menos aún a que su estado de ánimo se reflejase inconscientemente de forma física. Eso de tener un cuerpo con reacciones que no podía controlar le resultaba demasiado... raro. Notó su pulso un poco acelerado por los nervios, y le pareció como un tambor resonando en un pozo que el muchacho sin duda podría oir. Pensar eso la puso aún más nerviosa, y cuando se quiso dar cuenta había entrado en una espiral que hizo que le latiera el corazón muy deprisa y que le sudaran las manos.
Obligándose a pensar que el cuerpo no era suyo, sino de Lis, y que seguramente aquello no podía ser bueno para ella, se forzó a respirar hondo para tranquilzarse. Se alegró de no haber perdido el habito de hacerlo mentalmente cuando era una fantasma.
Cuando el muchacho rió, ella forzó una sonrisa, que liberó algo de presión y se fue relajando poco a poco, haciéndose más natural. Se asombró de lo difícil que era hacer cosas como sonreir cuando eres consicente de cada músculo de tu cuerpo como ella lo estaba siendo. ¡Aquello era de locos! Carraspeó un poco antes de contestar.
- Lo... lo cierto es que yo tampoco bebo mucho. Sólo... sólo busco un lugar para descansar. - A medida que hablaba le resultaba más fácil hacerlo. Eso la tranquilizó un poco más. Para evitar volver a ponerse muy nerviosa, empezó a jugar con la punta de la trenza, enroscándosea y desenroscándosela de los dedos.
- Si.. si fuese tan amable, agradecería mucho que me guiara. Acabo de llegar a la ciudad y creo que no me oriento demasiado bien.
"Suele pasar cuando dependes de cosas como la vista para orientarte después de haber tenido una visión completa de loque te rodeaba en un amplio radio" pensó para sí. Ese pensamiento hizo que aflorara a sus labios una risa sincera, nada forzada. Se alegró por ello, si no pensaba era mucho más fácil, pero entonces no podía sonreir siempre que quería...
No entendía cómo la gente podía soportar eso tan a menudo. Definitivamente, llevaba demasiado teimpo siendo una fantasma, le iba a costar hacerse del todo al cuerpo de Lis, aunque esperaba que no le diera tiempo a habituarse a él. Tenía que encontrar el suyo.
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
Re: Ecos del pasado
Me quedo pensativo pero sigo sonriendo. La acompaño mientras le cuento como me las he podido apañar en esta ciudad. Al llegar a la posada entramos através de lo que parece ser una puerta de cedro un tanto vieja pero bien cuidada. En la posada ya hay algunos borrachos, al verme a mi no prestan ninguna atención, pero la situación cambia Radialmente cuando entra la joven. No me gustan sus miradas, parece como si pudiera leerles las mentes y se que precisamente lo que quieren de la joven no es un saludo. Sin embargo nos dirigimos a la posadera.
Pienso: Vaya, aun encima es una pobre anciana que en una trifulca no podría hacer nada.
-Buenas señora, quisiera un zumo de Níspero y otro para la jovencita, añádale algo de azúcar.
La anciana me mira con cara extraña. No sé si es por que no esta acostumbrada a servir esto en su taberna o si simplemente se extraña de mi.
-Ahora mismo, jovencito- la anciana hace una pequeña mueca en un intento de sonreír y se va a la despensa.
Me giro hacia la joven mientras voy comentando:
-Ya verás, te va a encantar. Es el zumo más dulce que he probado nunca…
Un borracho se ha acercado ella mientras hablaba con la señora. Ha aprovechado para agarrarla y empezar a besarle el cuello mientras le tapaba la boca.
Solo puedo pensar en algo: Momento de problemas
Pienso: Vaya, aun encima es una pobre anciana que en una trifulca no podría hacer nada.
-Buenas señora, quisiera un zumo de Níspero y otro para la jovencita, añádale algo de azúcar.
La anciana me mira con cara extraña. No sé si es por que no esta acostumbrada a servir esto en su taberna o si simplemente se extraña de mi.
-Ahora mismo, jovencito- la anciana hace una pequeña mueca en un intento de sonreír y se va a la despensa.
Me giro hacia la joven mientras voy comentando:
-Ya verás, te va a encantar. Es el zumo más dulce que he probado nunca…
Un borracho se ha acercado ella mientras hablaba con la señora. Ha aprovechado para agarrarla y empezar a besarle el cuello mientras le tapaba la boca.
Solo puedo pensar en algo: Momento de problemas
Emmanuel Dorian- Cantidad de envíos : 7
Re: Ecos del pasado
Los dos jovenes se internan en una de las tabernas mas sucias de la ciudad, o el elfo es un pervertido que intenta humillar sexualemente a la bella mujer o simplemente es un pichon que no sabe nada de la vida. Su cara no es de alguien astuto asi que opto por la segunda.
Decido entrar pero bastante sigilosamente, para esconderme en un rincon y observar todo desde un buen punto de vista.
Ninguno de los dos pide alcohol, algo que descarta la idea de que el elfo intente emborracharla y asi aprovecharse de ella. La unica bebida que necesita un mujer para estar entre mis brazos es el nectar de mi saliva, pero con esta forma gatuna no creo que tenga oportunidad alguna.
Uno de los feos palurdos que habitan la taberna besa el cuello de la mujer, algo que no soporto es que se sobrepasen con las gatitas y menos a las que les e puesto el ojo asi que llamo a Wiz para que ataque los ojos del hombre con sus garras. Velozmente el mapache entra y ataca al hombre con sus pequeñas pero afiladas garras mamifericas
Decido entrar pero bastante sigilosamente, para esconderme en un rincon y observar todo desde un buen punto de vista.
Ninguno de los dos pide alcohol, algo que descarta la idea de que el elfo intente emborracharla y asi aprovecharse de ella. La unica bebida que necesita un mujer para estar entre mis brazos es el nectar de mi saliva, pero con esta forma gatuna no creo que tenga oportunidad alguna.
Uno de los feos palurdos que habitan la taberna besa el cuello de la mujer, algo que no soporto es que se sobrepasen con las gatitas y menos a las que les e puesto el ojo asi que llamo a Wiz para que ataque los ojos del hombre con sus garras. Velozmente el mapache entra y ataca al hombre con sus pequeñas pero afiladas garras mamifericas
Gordito Fellini- Cantidad de envíos : 25
Re: Ecos del pasado
FDI: Con el permiso de la anfitriona.
DDI:
¡Lisandot! No podía creerlo. De todas las personas que esperaba ver entrar en el antro de mala muerte que era el Ballenato Sereno era seguramente de las últimas. De hecho, casi se hubiese asombrado menos de ver entrar a algunas personas a quien creía muertas.
"¿Qué diablos hará aquí?". Razonó rápidamente que no podía ser casualidad: Se habían encontrado en Valandariel, pero ella no era de allí, sino de Trinacria creía recordar y en Adysium no había muchas cosas que pudiese ir buscando. Y muchas muchas menos cosas que encontrar habría en una taberna de tres al cuarto llena de borrachos desconocidos. Aparte de a él claro. "¿Pero por qué me estará buscando?". Un cierto sentimiento de angustia bastante familiar empezó a recorrerle el estómago, tratando de subir, o quizás el mejunje hecho de pescado que servían allí se le estaba rebelando en las tripas. Rápidamente observó la taberna buscando las posibles vías de escape. La vida le había enseñado que cuando a uno ponían tanto empeño en buscarlo había muchas más posibilidades de que fuese para clavarle un puñal en un ojo que para darle un abrazo amistoso. A no ser que necesitase algo de él, pero no se le ocurrió nada. Trató de tranquilizarse. Allí era "Jules Lenguabrava" y era querido. Bueno, tan querido como podía ser un juglar de tres al cuarto. No le atacaría en mitad de aquella posada. Además, iba con un tipo que no parecía para nada peligroso... Y la propia Lisandot no había sido hostil con él en ningún momento. Quizás debería tranquilizarse.
Así pensaba Beck cuando Eructos (tenía otro nombre, pero cuando iba allí era Eructos el borracho) se levantó de su asiento y fue tambaleante hacia Lisandot. Eructos tenía la mala y fea costumbre de hostigar a todas las mujeres que entraban en la posada, pero a parte de ser un baboso y un pervertido (cuando estaba borracho, sobrio era otra persona tan distinta que resultaba chocante) no era peligroso. De hecho, era casi una tradición allí. Las mujeres que conocían la taberna primero se ocupaban de él y luego podían seguir con sus asuntos; sin embargo, para las novatas a veces era un problema. Y a los lugareños les encantaba aquello: Cuando una desconocida entraba en aquella posada. Porque sabían que habría espectáculo. En buena parte de como actuasen con Eructos dependía la acogida. Si se acobardaban Eructos se envalentonaba y les hacía proposiciones indecentes (mientras los lugareños se reían a carcajadas). Si respondían... bueno, Eructos no era un prodigio de valentía, con la palabra era fácil hacer que agachase la cabeza humillado y se retirase, y un simple guantazo hacía que se echase a llorar. Beck (o Jules) se preguntó cómo reaccionaría la valiente Lis, pero no le dio tiempo a verlo.
Cuando la centella en forma de mapache entró saltando sobre Eructos y arañándole el pecho con fiereza, su víctima se lo quitó de encima a manotazos y se encogió en un ovillo contra la barra, con obvio terror, mientras gritaba que se lo quitasen de encima. La taberna entera rugió en carcajadas por un segundo, pero los dos hombres menos ebrios del salón se levantaron de sus mesas, uno de ellos empuñando una ballesta. Jules sabía que eran Vílchar y Tom Sietesuegras, y se leía en sus rostros que veían al mapache como una pieza de caza, desde luego su piel podía valer un par de comidas con picheles de cerveza.
Si el animal era de Lis, intervendría, pues los conocía y le escucharían (a cambio de un par de poemas), pero de momento no estaba seguro. Y además, prefería no llamar la atención hasta que estuviese seguro de que el acompañante de Lisandot, el bebenísperos, no era peligroso.
DDI:
¡Lisandot! No podía creerlo. De todas las personas que esperaba ver entrar en el antro de mala muerte que era el Ballenato Sereno era seguramente de las últimas. De hecho, casi se hubiese asombrado menos de ver entrar a algunas personas a quien creía muertas.
"¿Qué diablos hará aquí?". Razonó rápidamente que no podía ser casualidad: Se habían encontrado en Valandariel, pero ella no era de allí, sino de Trinacria creía recordar y en Adysium no había muchas cosas que pudiese ir buscando. Y muchas muchas menos cosas que encontrar habría en una taberna de tres al cuarto llena de borrachos desconocidos. Aparte de a él claro. "¿Pero por qué me estará buscando?". Un cierto sentimiento de angustia bastante familiar empezó a recorrerle el estómago, tratando de subir, o quizás el mejunje hecho de pescado que servían allí se le estaba rebelando en las tripas. Rápidamente observó la taberna buscando las posibles vías de escape. La vida le había enseñado que cuando a uno ponían tanto empeño en buscarlo había muchas más posibilidades de que fuese para clavarle un puñal en un ojo que para darle un abrazo amistoso. A no ser que necesitase algo de él, pero no se le ocurrió nada. Trató de tranquilizarse. Allí era "Jules Lenguabrava" y era querido. Bueno, tan querido como podía ser un juglar de tres al cuarto. No le atacaría en mitad de aquella posada. Además, iba con un tipo que no parecía para nada peligroso... Y la propia Lisandot no había sido hostil con él en ningún momento. Quizás debería tranquilizarse.
Así pensaba Beck cuando Eructos (tenía otro nombre, pero cuando iba allí era Eructos el borracho) se levantó de su asiento y fue tambaleante hacia Lisandot. Eructos tenía la mala y fea costumbre de hostigar a todas las mujeres que entraban en la posada, pero a parte de ser un baboso y un pervertido (cuando estaba borracho, sobrio era otra persona tan distinta que resultaba chocante) no era peligroso. De hecho, era casi una tradición allí. Las mujeres que conocían la taberna primero se ocupaban de él y luego podían seguir con sus asuntos; sin embargo, para las novatas a veces era un problema. Y a los lugareños les encantaba aquello: Cuando una desconocida entraba en aquella posada. Porque sabían que habría espectáculo. En buena parte de como actuasen con Eructos dependía la acogida. Si se acobardaban Eructos se envalentonaba y les hacía proposiciones indecentes (mientras los lugareños se reían a carcajadas). Si respondían... bueno, Eructos no era un prodigio de valentía, con la palabra era fácil hacer que agachase la cabeza humillado y se retirase, y un simple guantazo hacía que se echase a llorar. Beck (o Jules) se preguntó cómo reaccionaría la valiente Lis, pero no le dio tiempo a verlo.
Cuando la centella en forma de mapache entró saltando sobre Eructos y arañándole el pecho con fiereza, su víctima se lo quitó de encima a manotazos y se encogió en un ovillo contra la barra, con obvio terror, mientras gritaba que se lo quitasen de encima. La taberna entera rugió en carcajadas por un segundo, pero los dos hombres menos ebrios del salón se levantaron de sus mesas, uno de ellos empuñando una ballesta. Jules sabía que eran Vílchar y Tom Sietesuegras, y se leía en sus rostros que veían al mapache como una pieza de caza, desde luego su piel podía valer un par de comidas con picheles de cerveza.
Si el animal era de Lis, intervendría, pues los conocía y le escucharían (a cambio de un par de poemas), pero de momento no estaba seguro. Y además, prefería no llamar la atención hasta que estuviese seguro de que el acompañante de Lisandot, el bebenísperos, no era peligroso.
Beck- Cantidad de envíos : 694
Re: Ecos del pasado
La joven sonrió y agradeció al muchacho que la acompañara, aunque cuando llegaron a la posada se planteó si quizás no habría sido una mala idea. Su acompañante pidió dos zumos de níspero y ella sonrió ante su afirmación de que era dulcisimo, pero no podía dejar de mirar a su alrededor, nerviosa. Sentía ojos posados en ella. Demasiados ojos, y se sentía muy incómoda. Más de lo que debería ya que estaba poco acostumbrada a que la gente la mirara fijamente. No sabía qué pensar de toda la gente. Le daba miedo de que pasara algo, tenía que cuidar el cuerpo de Lis com prioridad principal. Se acercó con el muchacho a una mesa y él se entretuvo hablando con una señora que debería de ser la posadera. La distracción momentánea de la única persona que le resultaba fiable la hizo ponerse aún más nerviosa y su respiración se aceleró demasiado.
Respiraba hondo intentando tranquilizarse cuando notó una mano en la boca. Quiso gritar, pero eso sólo le sirvió para aspirar el fuerte aroma a alcohol de la mano que le tapaba la boca, mareándola un poco.
Podía sentir los labios del borracho en su cuello. No, en el cuello de Lis. Eso no estaba bien. Tenía que hacer algo, pero estaba aturdida y bloqueada. Su mente le decía que tenía que hacer algo, pegar patadas, lanzar mordiscos... pero los músculos no le respondían como ella quería. Era demasiado consciente de los sentidos de aquel cuerpo. No estaba acostumbrada aún y quizá por eso sentir los labios húmedos en el cuello le resultaba tan repulsivo que casi le daban ganas de vomitar.
El cuerpo de Lis no respondía. Sentía como si no estuviese cupandolo realmente sino sólo moviéndolo como una marioneta y de repente le hubiesen cortado los hilos, con la excepción de que seguía sintiendo lo que pasaba a la marioneta. Antes de que pudiese maldecir, un animal saltó sobre la cara del hombre, arañándole y haciendo que la soltara. Lo primero que hizo fue apartarse de él y respirar hondo. El corazón le latía muy deprisa, las manos le temblaban y creía que las piernas iban a dejar de sostenerla de un momento a otro. Era demasiado consciente de cada músculo de aquel cuerpo, pero por lo menos volvían a responder.
Se incorporó intentando tranquilizarse, o al menos parecer tranquila. Si se mostraba débil ahora podría estar en problemas, y no podía arriesgarse a que le ocurriera algo a su cuerpo. Así que recopiló fuerzas y miró al hombre que forcejeaba con el animal, que ahora veía claramente que era un mapache.
- ¿Qué se cree que está haciendo? - Rezó para que no se le notara el temblor en la voz. Quizá no era el mejor momento para enfrentarse al borracho, pero si esperaba a ver su cara, seguramente amenazadora, seguro que las piernas dejaban de responderle y acabaría en el suelo como una muñeca rota. Y no podía permitirse eso mientras su cuerpo fuese prestado. - No sé de quién es ese mapache pero le agradezco enormemente su ayuda. Se lo merece, y si no lo hubiese hecho él, le habría arañado la cara yo misma, se lo aseguro
Haciendo caso omiso a los otros dos que se habían levantado, se sentó en la mesa vacía más cercana y adoptó la postura más altiva y desafiante que se veía capaz de poner. Cruzó los dedos porque aquello funcionara.
La tabernera trajo los zumos y los dejó en la mesa, mirando con desaprobación al mapache, a los borrachos y a los recién llegados. La chica se limitó a coger su vaso y darle un trago mientras jugueteaba con un dedo con la punta dela trenza, esperando que nadie se percatara de lo nerviosa que estaba.
Respiraba hondo intentando tranquilizarse cuando notó una mano en la boca. Quiso gritar, pero eso sólo le sirvió para aspirar el fuerte aroma a alcohol de la mano que le tapaba la boca, mareándola un poco.
Podía sentir los labios del borracho en su cuello. No, en el cuello de Lis. Eso no estaba bien. Tenía que hacer algo, pero estaba aturdida y bloqueada. Su mente le decía que tenía que hacer algo, pegar patadas, lanzar mordiscos... pero los músculos no le respondían como ella quería. Era demasiado consciente de los sentidos de aquel cuerpo. No estaba acostumbrada aún y quizá por eso sentir los labios húmedos en el cuello le resultaba tan repulsivo que casi le daban ganas de vomitar.
El cuerpo de Lis no respondía. Sentía como si no estuviese cupandolo realmente sino sólo moviéndolo como una marioneta y de repente le hubiesen cortado los hilos, con la excepción de que seguía sintiendo lo que pasaba a la marioneta. Antes de que pudiese maldecir, un animal saltó sobre la cara del hombre, arañándole y haciendo que la soltara. Lo primero que hizo fue apartarse de él y respirar hondo. El corazón le latía muy deprisa, las manos le temblaban y creía que las piernas iban a dejar de sostenerla de un momento a otro. Era demasiado consciente de cada músculo de aquel cuerpo, pero por lo menos volvían a responder.
Se incorporó intentando tranquilizarse, o al menos parecer tranquila. Si se mostraba débil ahora podría estar en problemas, y no podía arriesgarse a que le ocurriera algo a su cuerpo. Así que recopiló fuerzas y miró al hombre que forcejeaba con el animal, que ahora veía claramente que era un mapache.
- ¿Qué se cree que está haciendo? - Rezó para que no se le notara el temblor en la voz. Quizá no era el mejor momento para enfrentarse al borracho, pero si esperaba a ver su cara, seguramente amenazadora, seguro que las piernas dejaban de responderle y acabaría en el suelo como una muñeca rota. Y no podía permitirse eso mientras su cuerpo fuese prestado. - No sé de quién es ese mapache pero le agradezco enormemente su ayuda. Se lo merece, y si no lo hubiese hecho él, le habría arañado la cara yo misma, se lo aseguro
Haciendo caso omiso a los otros dos que se habían levantado, se sentó en la mesa vacía más cercana y adoptó la postura más altiva y desafiante que se veía capaz de poner. Cruzó los dedos porque aquello funcionara.
La tabernera trajo los zumos y los dejó en la mesa, mirando con desaprobación al mapache, a los borrachos y a los recién llegados. La chica se limitó a coger su vaso y darle un trago mientras jugueteaba con un dedo con la punta dela trenza, esperando que nadie se percatara de lo nerviosa que estaba.
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
Re: Ecos del pasado
- Spoiler:
- Time goes by... so slowly xD
¿Sabéis alguno algo de Emmanuel?
Beck- Cantidad de envíos : 694
Re: Ecos del pasado
Off: Mil perdones, es que se me pasó estoy haciendo muchas cosas últimamente lo siento, perdón enserio, no volverá a pasar
-¿Te gusta?- le pregunto a la chica intentando ignorar lo sucedido.
Un segundo despistado y se le lanzan como perros sarnosos en busca de una presa fácil. Me limito a entablar una agradable conversación con la joven, me cae bien, un tanto extraña, pero me cae bien.
Poco a poco se va acabando el zumo, ni soy de zumos, ni de alcohol, ni tampoco soy de tabernas. Aprovecho mientras la chica juega con su pelo, para también yo ordenar mis hierbas y ungüentos. Todo esta colocado perfectamente, asíque me lo guardo. No se si la chica me ha mirado mientras las ordenaba porque parecía demasiado atenta en su pelo.
-¿De dónde eres?- pregunto amablemente mientras esbozo una sonrisa agradable
No es por ser mal pensado pero como la mayoría de la gente a la que me encuentro su respuesta es “¿Te importa acaso?” me preparo para ella.
-¿Te gusta?- le pregunto a la chica intentando ignorar lo sucedido.
Un segundo despistado y se le lanzan como perros sarnosos en busca de una presa fácil. Me limito a entablar una agradable conversación con la joven, me cae bien, un tanto extraña, pero me cae bien.
Poco a poco se va acabando el zumo, ni soy de zumos, ni de alcohol, ni tampoco soy de tabernas. Aprovecho mientras la chica juega con su pelo, para también yo ordenar mis hierbas y ungüentos. Todo esta colocado perfectamente, asíque me lo guardo. No se si la chica me ha mirado mientras las ordenaba porque parecía demasiado atenta en su pelo.
-¿De dónde eres?- pregunto amablemente mientras esbozo una sonrisa agradable
No es por ser mal pensado pero como la mayoría de la gente a la que me encuentro su respuesta es “¿Te importa acaso?” me preparo para ella.
Emmanuel Dorian- Cantidad de envíos : 7
Re: Ecos del pasado
- Spoiler:
- FDI: Tranquilo, si no hay prisa. Simplemente es que me gusta saber si las tramas son de ir rápido o de ir lento. Por cierto, procuraré publicar mis ausencias en el hilo de ausencias, para que si me retraso no os pille de improviso
Beck- Cantidad de envíos : 694
Re: Ecos del pasado
Wizconsin habia cumplido su tarea al salvar a la joven, en cambio su acompañante es un papanatas. Primero la lleva al lugar mas hediondo de la ciudad , (que ya de por si es hedionda) y luego se quedaba ahi sin hacer nada o preguntarle si estaba bien.¿Que calase de tipo era? Lastima que ahora yo fuera un gato pero sino le hubiera roto la cara a ese sujeto y lo hubiera arrojado fuera de la taberna, luego le cantaria una serenata a la joven y la besaria concluyendo mi tarea.
Lo unico que podia hacer en este estado era ronronear y usar Wiz como mi marioneta.
Mientras pensaba en el elfo, me di cuenta de que en la cara de los ebrios se veia el hambre y las ganas de probar un bocado de mi fiel acompañante. Estos ya habian sacado sus armas.
Para evitar la muerte de mi pobre criatura recurria a una tecnica muy divertida, el habla telepatica.
Cuando uno de los dos hombres estaba por apretar el gatillo me dispuse a "hablarle"
-Alto impuro mortal, ¿como osas levantar tu arma contra el espiritu del bosque? Esta es una de mis formas. ¡Has enfurecido a Al-khalur y su venganza sera terrible! Si deseas salir con vida de este lugar recomiendo que tomes tu arma y te vayas de aqui con todos tus amigos. Si no obedeces tendre que maldecirte a ti a toda tu herencia por cinco mil años
El pobre idiota se lo veia muy confundido, empezo a esbozar unas palabras que llamaron la atencion de los clientes. Sin guardar su arma agarro del brazo a su compañero y salio corriendo de la taberna.
Era un truco muy basico, p'ero funcionaba muy bien con los seres que no conocen la telepatia, mientras terminaba de reir y le ordenaba al mapache que esperara afuera. me prepare para ver como continuaba la escena.
Lo unico que podia hacer en este estado era ronronear y usar Wiz como mi marioneta.
Mientras pensaba en el elfo, me di cuenta de que en la cara de los ebrios se veia el hambre y las ganas de probar un bocado de mi fiel acompañante. Estos ya habian sacado sus armas.
Para evitar la muerte de mi pobre criatura recurria a una tecnica muy divertida, el habla telepatica.
Cuando uno de los dos hombres estaba por apretar el gatillo me dispuse a "hablarle"
-Alto impuro mortal, ¿como osas levantar tu arma contra el espiritu del bosque? Esta es una de mis formas. ¡Has enfurecido a Al-khalur y su venganza sera terrible! Si deseas salir con vida de este lugar recomiendo que tomes tu arma y te vayas de aqui con todos tus amigos. Si no obedeces tendre que maldecirte a ti a toda tu herencia por cinco mil años
El pobre idiota se lo veia muy confundido, empezo a esbozar unas palabras que llamaron la atencion de los clientes. Sin guardar su arma agarro del brazo a su compañero y salio corriendo de la taberna.
Era un truco muy basico, p'ero funcionaba muy bien con los seres que no conocen la telepatia, mientras terminaba de reir y le ordenaba al mapache que esperara afuera. me prepare para ver como continuaba la escena.
Gordito Fellini- Cantidad de envíos : 25
Re: Ecos del pasado
Vílchar y Tom Sietesuegras salieron corriendo de forma repentina. Jules Lenguabrava, alias Beck, que los estaba mirando se quedó muy preocupado. La cara de Tom Sietesuegras era de auténtico terror, y eso era raro. Muy raro.
Rápidamente Jules relacionó tres circunstancias:
1- Estaba en Adysium, la ciudad con más magos por habitante de toda Jaspia.
2- Un mapache acababa de entrar y atacar a un cliente borracho en una taberna en mitad de la ciudad.
3- Tom Sietesuegras había salido corriendo, como si hubiese algo horrible que sólo el percibía, tirando del brazo del confuso Vílchar.
Era tan anormal que sólo podía haber una razón lógica: Uno o más magos. Y de los pocos a los que no conocía en la taberna, el último en entrar era el bebenísperos. Lisandot tenía algunas "dotes" pero no creía que hubiese aprendido magia de forma repentina. Así que, supuso, sin pensar ni por un momento en cierto gato que había por allí, que aquel elfo de aspecto debilucho y bonachón era en realidad un mago, y por tanto, potencialmente un peligro. Se puso tan nervioso que casi se olvidó de que Eructos seguía sollozando en el suelo de la forma más patética y que normalmente, eso le hacía sonreír.
Decidió que se largaría de allí, sin saludar siquiera a Lis, por si las moscas, y empezó a recoger sus cosas agachándose bajo la mesa en la que bebía con otros dos conocidos. Luego mandaría a algún conocido a informarse de a qué se dedicaba Lisandot por la zona.
Así estaba él pensando cuando Grob el Fuerte, el aprendiz de herrero, un chaval enorme y tan fuerte que a veces la gente decía que podría hacer la labor de los remeros de todo un lado de una galera, le agarró por el hombro y le dijo:
- Pero hombre, Jules, ¿qué haces recogiendo tan rápido? ¿Te vas? ¡Pero si aún ni has cantado nada!
Empezó a excusarse, pero aquello atrajo la atención de la mesa de al lado. Se ve que la timba había acabado para tres de los seis jugadores y no tenían otra cosa que hacer que mirar a su alrededor, y enseguida empezaron.
- Pero muchacho, ¡no te vayas, que tenemos visita!
- Si cantas la canción de las tres doncellas te invito a una jarra.- dijo otro.
- ¡Mejor que cante la del remero borracho!
Algunos de los de las mesas de alrededor se giraron, curiosos. Y cuando oyeron de qué iba la conversación tres o cuatro empezaron a gritar que no se hiciese de rogar.
- Al polluelo le gusta que lo alaben, que le digamos que lo queremos oir cantar.- dijo un viejo sonriente al que le faltaban varios dientes.- ¡¡Que cante, que cante!!
Y cuando los demás empezaron a corear, supo que no había manera de librarse. Ya había llamado la atención, y si Lisandot le había venido a visitar con un mago rarito, ya no había forma de que no le viese. Así que al menos se contentó pensando que ni el más loco y poderoso mago le intentaría hechizar en medio de una taberna tan repleta de gente ebria y entusiasta. Sonriendo, se metió en su papel.
- Es que creo que no apreciais bastante mis rimas.- Dijo fingiendo sentirse indignado.- Llevo aquí toda la mañana y nadie me ha pedido ninguna. No señor. Y ahora que me tengo que ir a hacer cosas importantes, ahora sí, ¿no? ¡Pues no!
- ¡Pero qué cosas importantes vas a tener tú que hacer! - Se burló en voz alta Grob, y unos cuantos le rieron la gracia.
- No sé de que te ríes tú, que he oído que hace meses que no metes tu espada en ningún horno que merezca la pena.- Otros cuantos corearon la gracia, y unos cuantos metieron cizaña, pero Jules sabía que Grob era un buen tipo y sin ni media gota de mal genio, así que se permitió subirse a la mesa dándole la espalda mientras cogía su laud y comenzaba a tocar un ritmo sencillo y repetitivo.- Pero oye, he oído que el que sí que se éxito en sus ventas es el carnicero.
Brillaba el sol en lo alto la mañana
y el tendero en su mercancía se afanaba,
Llegó una doncella, fresca y hermosa,
y preguntó si tendría carne sabrosa
Respondió él, "en buen momento me pillas
tengo rica ternera, tengo suave lechón,
y para las más atrevidas, tengo una morcilla."
La taberna entera rompió en rugidos de risa y aprobación, al darse cuenta de que había optado por una historia picante. Prepararon sus jarras, porque era costumbre chocarlas para acallar lo que no debía decirse en público.
Pero ella era ingenua, y preguntó indecisa
"¿Otras damas la toman, y la han degustado?"
A lo que él asintió, con una gran sonrisa,
y afirmó que a ninguna se le había indigestado.
Siguió el carnicero socarrón, afirmando
que era la favorita de la mismísima Dama, (Todos los presentes chocaron las jarras al momento, para acallar la blasfemia, pero casi todos se rieron)
que en la trastienda estaba guardada
y que si quería, él se la enseñaba.
Asintió ella, decidida, y así lo hicieron,
y cuando le preguntasen en adelante diría,
que no habría en adelante ningún día,
en que aquella morcilla sin probar quedaría.
Los clientes rompieron en vítores y carcajadas. Y alguien le pasó una jarra de cerveza, mientras otro le palmeaba la espalda con fuerza. Mientras tanto, él se giró y le echó un vistazo a Lisandot con sonrisa socarrona, de falso bribón. Por dentro se preguntaba cómo reaccionaría al reconocerle.
Rápidamente Jules relacionó tres circunstancias:
1- Estaba en Adysium, la ciudad con más magos por habitante de toda Jaspia.
2- Un mapache acababa de entrar y atacar a un cliente borracho en una taberna en mitad de la ciudad.
3- Tom Sietesuegras había salido corriendo, como si hubiese algo horrible que sólo el percibía, tirando del brazo del confuso Vílchar.
Era tan anormal que sólo podía haber una razón lógica: Uno o más magos. Y de los pocos a los que no conocía en la taberna, el último en entrar era el bebenísperos. Lisandot tenía algunas "dotes" pero no creía que hubiese aprendido magia de forma repentina. Así que, supuso, sin pensar ni por un momento en cierto gato que había por allí, que aquel elfo de aspecto debilucho y bonachón era en realidad un mago, y por tanto, potencialmente un peligro. Se puso tan nervioso que casi se olvidó de que Eructos seguía sollozando en el suelo de la forma más patética y que normalmente, eso le hacía sonreír.
Decidió que se largaría de allí, sin saludar siquiera a Lis, por si las moscas, y empezó a recoger sus cosas agachándose bajo la mesa en la que bebía con otros dos conocidos. Luego mandaría a algún conocido a informarse de a qué se dedicaba Lisandot por la zona.
Así estaba él pensando cuando Grob el Fuerte, el aprendiz de herrero, un chaval enorme y tan fuerte que a veces la gente decía que podría hacer la labor de los remeros de todo un lado de una galera, le agarró por el hombro y le dijo:
- Pero hombre, Jules, ¿qué haces recogiendo tan rápido? ¿Te vas? ¡Pero si aún ni has cantado nada!
Empezó a excusarse, pero aquello atrajo la atención de la mesa de al lado. Se ve que la timba había acabado para tres de los seis jugadores y no tenían otra cosa que hacer que mirar a su alrededor, y enseguida empezaron.
- Pero muchacho, ¡no te vayas, que tenemos visita!
- Si cantas la canción de las tres doncellas te invito a una jarra.- dijo otro.
- ¡Mejor que cante la del remero borracho!
Algunos de los de las mesas de alrededor se giraron, curiosos. Y cuando oyeron de qué iba la conversación tres o cuatro empezaron a gritar que no se hiciese de rogar.
- Al polluelo le gusta que lo alaben, que le digamos que lo queremos oir cantar.- dijo un viejo sonriente al que le faltaban varios dientes.- ¡¡Que cante, que cante!!
Y cuando los demás empezaron a corear, supo que no había manera de librarse. Ya había llamado la atención, y si Lisandot le había venido a visitar con un mago rarito, ya no había forma de que no le viese. Así que al menos se contentó pensando que ni el más loco y poderoso mago le intentaría hechizar en medio de una taberna tan repleta de gente ebria y entusiasta. Sonriendo, se metió en su papel.
- Es que creo que no apreciais bastante mis rimas.- Dijo fingiendo sentirse indignado.- Llevo aquí toda la mañana y nadie me ha pedido ninguna. No señor. Y ahora que me tengo que ir a hacer cosas importantes, ahora sí, ¿no? ¡Pues no!
- ¡Pero qué cosas importantes vas a tener tú que hacer! - Se burló en voz alta Grob, y unos cuantos le rieron la gracia.
- No sé de que te ríes tú, que he oído que hace meses que no metes tu espada en ningún horno que merezca la pena.- Otros cuantos corearon la gracia, y unos cuantos metieron cizaña, pero Jules sabía que Grob era un buen tipo y sin ni media gota de mal genio, así que se permitió subirse a la mesa dándole la espalda mientras cogía su laud y comenzaba a tocar un ritmo sencillo y repetitivo.- Pero oye, he oído que el que sí que se éxito en sus ventas es el carnicero.
Brillaba el sol en lo alto la mañana
y el tendero en su mercancía se afanaba,
Llegó una doncella, fresca y hermosa,
y preguntó si tendría carne sabrosa
Respondió él, "en buen momento me pillas
tengo rica ternera, tengo suave lechón,
y para las más atrevidas, tengo una morcilla."
La taberna entera rompió en rugidos de risa y aprobación, al darse cuenta de que había optado por una historia picante. Prepararon sus jarras, porque era costumbre chocarlas para acallar lo que no debía decirse en público.
Pero ella era ingenua, y preguntó indecisa
"¿Otras damas la toman, y la han degustado?"
A lo que él asintió, con una gran sonrisa,
y afirmó que a ninguna se le había indigestado.
Siguió el carnicero socarrón, afirmando
que era la favorita de la mismísima Dama, (Todos los presentes chocaron las jarras al momento, para acallar la blasfemia, pero casi todos se rieron)
que en la trastienda estaba guardada
y que si quería, él se la enseñaba.
Asintió ella, decidida, y así lo hicieron,
y cuando le preguntasen en adelante diría,
que no habría en adelante ningún día,
en que aquella morcilla sin probar quedaría.
Los clientes rompieron en vítores y carcajadas. Y alguien le pasó una jarra de cerveza, mientras otro le palmeaba la espalda con fuerza. Mientras tanto, él se giró y le echó un vistazo a Lisandot con sonrisa socarrona, de falso bribón. Por dentro se preguntaba cómo reaccionaría al reconocerle.
Beck- Cantidad de envíos : 694
Re: Ecos del pasado
Centró su atención en el zumo y en su compañero, lanzando miradas de reojo a los demás sólo de vez en cuando. EL corazón le latía muy deprisa y le empezaban a sudar las manos por los nervios, así que hizo todo lo posible por respirar hondo sin que se notara mucho.
- Sí, es muy dulce, está muy bueno. - sonrió, nerviosa. Aún no dominaba del todo los músculos de la cara y le quedó demasiado forzada, pero se apresuró a dar otro sorbo a su vaso para evitar que se le notara. La siguiente pregutna fue mucho más... incómoda.
¿Cómo contestar a aquello? No sabía de donde era Lis, y tampoco se atrvía a dar demasiados datos. Cualquiera de esas personas podría volver a encontrarse con Lis o haberla conocido de antes y no quería hacerla pasar por mentirosa. Los nervios no la dejaban pensar, y no se le ocurriía una manera cortés de desviar la pregunta, pero entonces otro milagro similar ald el tejón acudió en su ayuda.
Uno de los hombres de la agresión, qeu parecía fuerte y agresivo, salió corriendo de la taberna, arrastrando tras de sí al otro. No lo entendió muy bien, pero fijarse en aquello le dio tiempo a la gente para empezar a pedirle aa un bardo que al parecer se encontraba allí, que cantara algo. Eso le daba una excusa para no contestar y eludir el tema como si nada, aí que se unió al coro de la gente que pedía unac canción.
- Me encantan los trovadores, hace mucho que no escucho a ninguno - comentó a su acompañante.
Pero , cuando por fin empezó a cantar, la chica n opudo sino quedar decepcionada. Apenas empezó la canción se sintió avergonzada, se puso roja y bajó la vista a su copa. SE sentía fuera de lugar completamente: aquella canción no se consideraba a propiada para oídos de señoritas, y no sabía si debería hacer como que no pasaba nada o qué hacer en general.. Todo empezaba a ser confuso para ella, como si se almacenara todo y no fuese capaz de controlar los pensamientos. Le dio un sorbo al zumo intentando tranquilizarse de nuevo, y sin atreverse a mirar al semielfo a la cara.
¿QUé le estaba pasando? Sentía como si lo estuviese haciendo todo mal, al revés de como deberían ser las cosas o algo así. Se obligó a tararear una canción mentalmente para no escuchar la canción del juglar. NO sabía si rezar para que su acompañante retomara la conversación, porque se veía incapaz de reaccionar ante nada.
Para cuando acabó la canción, los pensaminetos de la chica le habían llevado a una espiral de culpabilidad, miedos y vergüenza de la que no sabía como salir. Empezó a sentirse mareada.
- Creo... creo que debería salir un momento...
SE apoyó en la mesa para levantarse. Su mirada se cruzó con la del juglar, sintió que le subía más rubor a la cara y apartó la mirada, apurada.
Apenas dio dos pasos en dirección a la puerta cuando el mareo volvió todo un torbellino de colores y formas difusas que giraban. ALargó la mano y se encontró por suerte con una viga de las que sujetaban el techo, se llevó una mano a la cabeza y sintió que se desmayaba, así que se dejó caer por la viga hasta quedar sentada en el suelo.
- Sí, es muy dulce, está muy bueno. - sonrió, nerviosa. Aún no dominaba del todo los músculos de la cara y le quedó demasiado forzada, pero se apresuró a dar otro sorbo a su vaso para evitar que se le notara. La siguiente pregutna fue mucho más... incómoda.
¿Cómo contestar a aquello? No sabía de donde era Lis, y tampoco se atrvía a dar demasiados datos. Cualquiera de esas personas podría volver a encontrarse con Lis o haberla conocido de antes y no quería hacerla pasar por mentirosa. Los nervios no la dejaban pensar, y no se le ocurriía una manera cortés de desviar la pregunta, pero entonces otro milagro similar ald el tejón acudió en su ayuda.
Uno de los hombres de la agresión, qeu parecía fuerte y agresivo, salió corriendo de la taberna, arrastrando tras de sí al otro. No lo entendió muy bien, pero fijarse en aquello le dio tiempo a la gente para empezar a pedirle aa un bardo que al parecer se encontraba allí, que cantara algo. Eso le daba una excusa para no contestar y eludir el tema como si nada, aí que se unió al coro de la gente que pedía unac canción.
- Me encantan los trovadores, hace mucho que no escucho a ninguno - comentó a su acompañante.
Pero , cuando por fin empezó a cantar, la chica n opudo sino quedar decepcionada. Apenas empezó la canción se sintió avergonzada, se puso roja y bajó la vista a su copa. SE sentía fuera de lugar completamente: aquella canción no se consideraba a propiada para oídos de señoritas, y no sabía si debería hacer como que no pasaba nada o qué hacer en general.. Todo empezaba a ser confuso para ella, como si se almacenara todo y no fuese capaz de controlar los pensamientos. Le dio un sorbo al zumo intentando tranquilizarse de nuevo, y sin atreverse a mirar al semielfo a la cara.
¿QUé le estaba pasando? Sentía como si lo estuviese haciendo todo mal, al revés de como deberían ser las cosas o algo así. Se obligó a tararear una canción mentalmente para no escuchar la canción del juglar. NO sabía si rezar para que su acompañante retomara la conversación, porque se veía incapaz de reaccionar ante nada.
Para cuando acabó la canción, los pensaminetos de la chica le habían llevado a una espiral de culpabilidad, miedos y vergüenza de la que no sabía como salir. Empezó a sentirse mareada.
- Creo... creo que debería salir un momento...
SE apoyó en la mesa para levantarse. Su mirada se cruzó con la del juglar, sintió que le subía más rubor a la cara y apartó la mirada, apurada.
Apenas dio dos pasos en dirección a la puerta cuando el mareo volvió todo un torbellino de colores y formas difusas que giraban. ALargó la mano y se encontró por suerte con una viga de las que sujetaban el techo, se llevó una mano a la cabeza y sintió que se desmayaba, así que se dejó caer por la viga hasta quedar sentada en el suelo.
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
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