Crisol… Los dos lados del Crisol

Las trufas tardaron, pero llegaron. Eso sí, tardaron mucho. Pero cuando llegaron, como siempre, lo hicieron dentro de una bolsa de tela de color claro con un cordón blanco. Sólo sacó una. Estaba envuelta con cuidado en un papel de seda, con dobleces que quedaba en a parte plana del dulce, la de abajo se podría decir.

- No, en realidad no le di una nota, sólo se lo dije. No es que me dieran mucho tiempo de nada. Pero antes que te pongas celosa, fue porque ella pasó a despertarme como todas las mañanas desde el ataque. Creo que me va a malcriar y no es que me importe, pero me preocupa que se acostumbre a que otros en la Orden le den afecto y me manden de regreso por lo que ocurrió... - la miró y sonrío traviesa abalanzándose hacia Ireth para darle otro abrazo y suspirar - nosotras sabemos como librarnos de los obstáculos para que ninguna de las dos extrañe por mucho tiempo - rió y la soltó.

-Sabes? admiro mucho tu disciplina -agregó con una sonrisa como si la conversación aun estuviera unida o por otro lado - Mis... bueno, mi tío siempre dijo que me faltaba eso, disciplina y seriedad para entrenar y aprender - en realidad se refería a todos los maestros que había tenido previamente pero después de sus padres - si fuera tan juiciosa como tú, tal vez me metería en menos problemas y sí, acá estoy, esperando a que me entreguen una carta que debe... oye!!! que con eso de shh me desmientes sobre lo juiciosa, responsable y modelo a seguir que eres!! - protestó entre risas.

En un movimiento brusco y enérgico del brazo le extendió la trufa, tan enérgico como la sonrisa con la que la ofreció.

- Pues... yo no veo que te estés tardando - miró en varias direcciones - ni ningún testigo al que toque silenciar que se atreva a decir eso - le sacó la lengua. - La entrego y estoy libre para lo que tu quieras, o al menos eso espero y sino, nos escabullimos por la noche, seguro hay alguna panadería que abra antes de romper el alba, regresamos antes que lo note y yap! y si acaso nos agarran, nos pondrán a voltear y eso, de una forma u otra, nos sirve de entrenamiento - un plan caoticamente perfecto!.

- El encargo no dependía de mi. Solo tengo que recibir la carta del mensajero que viene en ese - señaló el barco que empezaba su proceso de atracar - barco. Debía llegar ayer pero no lo hizo, ojala que no sea un ataque de piratas o algo así. Por lo tanto, no fue mi culpa, ni lo ocurrido ayer - se encogió de hombros, sin prestar atención a cada una de las cosas que hacían por atracar

Los minutos iban pasando, las tareas en el barco se hacían cada vez más frenéticas, no por diligencia, sino por el afán propio de llegar a tierra y ver a sus familia o socios o lo que fueran a hacer en la isla. Había sido un viaje particularmente largo y parecía haber un voto interno y colectivo de guardar silencio respecto a las razones para la demora.

Por el lado de los que estaban en tierra, ya habían esperado lo mucho, bien podían esperar lo poco, pero en el muelle se fueron haciendo presente caras que para Dulfary ya eran conocidas por verse durante todo el día anterior. También las personas encargadas del puerto de recibir el barco, su manifiesto y pasajeros.

Mientras, Dulfary entraba en detalles de como se escaparían del barracón en la aldea, siendo enfática en que se alegraba que se hubieran quedado en la sede de la ciudad. Un plan detallado, tanto que quedaba la duda de cuantas veces lo había llevado a cabo desde que llegará a la pequeña y lejana aldea.

Le dio tiempo suficiente hasta que todos empezaron a dejar el barco, fijando sus ojos en el emisario de la Orden. Cómo ella, iba de civil, pero Ireth era un faro llamativo a distancia para atraerlo directo a ellas, sin necesidad de abordarlo por su cuenta y tener que entrar en detalles de contraseñas y ese tipo de, para la niña, trivialidades.

El cruce fue corto, concreto y conciso. Las saludó a la usanza y protocolo de la Orden, preguntó algo que parecía salido de la demencia senil de una persona muy anciana a lo que Dulfary respondió riéndose por un momento largo

- Lo siento, no creí que me hiciera tan gracia al escucharlo de otra persona - acto seguido, trató de controlar la risa ante el ceño fruncido y enojado del mensajero y dio su parte de contraseña a cambio de un cilindro de madera debidamente labrado con uno de los escudos de la Dama.

Correspondió al abrazo de su amiga con mucho cariño, le gustaba esa costumbre humana, entre los centauros no eran normales los abrazos, habían otras demostraciones de afecto, claro, pero ese gesto era muy humano, y el vivir tanto tiempo con ellos había terminado por acostumbrarla, sobre todo porque Arale era una persona muy cariñosa y que no tenia vergüenza en demostrar lo que sentía.

-Jaja, creo que si va a malcriarte, aunque tampoco es que este tan mal, creo que alguien con tu personalidad merece tener a al menos una persona que te consienta, o sino te volverás una amargada sin remedio como la mayoría de los de la Orden , jajaja, pero si preguntan yo no dije eso – Agrego eso ultimo mirando por arriba del hombro como si fuera a aparecer el mismísimo General tras de ella a echarle la bronca por sus modos impertinentes de hablar – Aunque si creo que la muchacha se lo está tomando muy en serio a eso de cuidarte, vas a tener que despegártela con una espátula cuando quieras estar sola, si hasta debe seguirte cuando vas al baño, jaja – Bromeo riéndose de buena gana.

Lo de juiciosa no era la primera vez que la centauro lo escuchaba, aunque le gustaban los elogios como a cualquiera le quitaba importancia al asunto, tal vez el nacer en una tribu, donde todos tenían una tarea asignada la cual tenían que cumplir rigurosamente si querían seguir existiendo, había influenciado un poco en ella.

-Gracias por lo de que soy responsable, pero no es para tanto, exageras, solo hago lo que vine a hacer, aprender, entrenar y ayudar, mi maestro siempre remarcaba la dedicación y el esfuerzo como dos factores importantes, si uno trabaja con afán, no hay nada que no pueda lograr y… Oye! Que el tener la capacidad de reírme un poco de mi misma y de los demás también es una virtud, jaja, si estuviera todo el tiempo sería seria la mar de aburrido andar conmigo ¿A qué no? – Agarro la trufa y se la llevo a la boca con entusiasmo, saboreando con los ojos cerrados, pero por lo mismo por fin se quedo callada unos minutos mientras su amiga le decía los detalles del plan, Ireth solo asentía.

Aunque lo de las contraseñas casi la hacen escupir todo, suerte para ella que ya casi había terminado de tragar, esos dulces humanos que se pegaban en los dientes le parecían una maravilla, era de las cosas que más le gustaban de las tantas creaciones que tenían. Y como había logrado no reírse pico a Arale varias veces para que no se riera tanto, ya que el señor no parecía muy paciente.

-Vamos ya que hay mucho que hacer todavía… - Dijo mientras agarraba un costado de la manga de la muchacha y tiraba ligeramente de ella – ¡Y recuérdame conseguir más de estos dulces!

Y sí, como la niña que era, le encantaba que la mimaran, aunque como la preadolescente que empezaba a ser antes de la maldición no lo toleraba por tiempos prolongados o demasiado en público porque ya no era tan niña.

- Sí, ella debería empezar a retomar su vida y superar lo pasado. Pero eso le tomará tiempo, ojala no sea mucho, me gusta la privacidad en el baño, sobre todo cuando me llevó cosas interesantes para leer - soltó la risa. No era cierto que se llevara cosas al baño para leer, pero tampoco le parecía mala idea.

Con el rollo en la mano y resuelto el asunto de su misión principal, cuando Ireth la tomó de la manga soltó la risa, una carcajada larga, diáfana y totalmente autentica. Con sinceridad, a quien se le ocurrían esas contraseñas?

- A donde propones ir? - preguntó mientras la arrastraba, momento en el cual miró por encima de su hombro, luego a los lados como si tratara de ubicarse, pero en realidad miraba a los rincones oscuros, aquellos donde se proyectaban sombras, buscando, alerta a que no las estuvieran observando, menos ahora que tendrían que volver a la aldea donde había más paladines.

- Tenemos tiempo, creo yo. Por cierto, estas trufas no las puedes comprar por ahí, aunque seguro uno que otro comerciante las debe tener. Lo que quiero decir es que esta bolsita de trufas, las hice yo misma, con ayuda de una vieja amiga, a la que no podrás decirle que le dije vieja no sea que moleste - rió por lo bajo

El camino de regreso sería un poco más lento, ya que la ida había sido al trote. Pero ahora la centauro no tenia apuro alguno, mientras más tiempo pudieran pasarla solas, mejor, el regresar a sus tareas cotidianas no la animaba para nada.

-¿Así que tienes una vieja amiga con la que haces estas cosas? ¿Cómo es ella? – Por algún motivo, pensaba que cualquier persona que fuera amiga de Arale tenía que ser de lo más singular, aunque era cierto que ambas tenían facilidad para relacionarse con cualquier tipo de persona – No se me da bien preparar cosas que no sean de campamento, jaja, así que un día debes hacerme más de estos con tu amiga. – Casi sonaba a una promesa, aunque nadie dijo que lo fuera.

Fueron subiendo por una parte del camino que era más estrecha, tenían que dejar pasar a algunos carros, las pobres personas no se salvaron de escuchar el parloteo de las dos muchachas en el corto tiempo que necesitaban para pasar. Por más lento que caminaron, terminaron llegando de vuelta, Ireth acompaño a su amiga a entregar lo que le habían pedido, incluso aunque no correspondía y la rubia podía ir bien sola, pero era su modo de demostrar que estaba contenta de que regresara.

Solydan la (las) esperaba en su oficina improvisara, varios soldados iban y venían, le informaban algo susurrando en su oído y luego se marchaban, había un mapa desplegado con varios puntos marcados y notas pegadas con información sobre el movimiento de otros grupos. Tomo el rollo y lo leyó, a la centauro le pareció raro que lo hiciera frente a ellas, lo normal sería que las despachara y entonces se tomara su tiempo para evaluar la información. Aún así, se quedo esperando seria a que les dijera que podían irse...

- Ya veo... - Dijo serio mientras enrollaba el pergamino - Coman algo, descansen y agarren lo que se quieran llevar, porque tienen una tarea que hacer.

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Ur Shalasti: Había una vez

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