Celófano Óptico

Hola. Soy Minuki.

Quizás usté me lea desde hace mucho, y es obvio, por que mis historias son entretenidas. Pero ese no es el punto que nos reune ahora.

Verá (no, no la PJ)... ser una genio es estresante. Sin ir más lejos, el otro día la gente de Daosh tuvo problemas con sus redes de pesca, y no me quedó otra opción de salir a buscar utensilios para lograr aquella proeza. Tuve que ir a buscar ropa interior para hacer una red fuerte y resistente. La gente me miraba de manera rara, pero apenas vieron que rendía, me agradecieron en tres instantes. La que no me agradecerá es esa pirata, seguramente :\

Pero no todo se trata única y exclusivamente de trabajo. También hay mucha diversión. El otro día me dio un coscorrón un tipo, un rey creo... ¿que se creía? Así que fuí a su palacio, intenté pasar pero los guardias, de una patada, me echaron. Se me ocurrió esconderme en una caja, y hasta cierto punto pasé incógnita... aunque luego alguien levantó la caja, salió un signo de exclamación de mi cabeza y tuve que salir pitando, macho.

Después recordé... ¡soy una genio! No me bastó nada más que cien mil robots para invadir el palació y devolverle el coscorrón al rey. Se sintió tan bien...

Después desperté :\

Pero tampoco se pasa mal. El otro día jugué ajedrez con los Ipoq. Son seres inteligentes, aunque muy molestos de noche. No paraban de intentar comerse mi alma... ¡y sin mi permiso! ¿Por que ya la gente educada no existe? Debó quedarme en el vientre de mamá, era divertido patear a papá cuando acercaba la panza. Seguramente le saqué uno que otro diente... y desilucionarlo con que iba a ser un macho futbolista :3

Y bueno... toca aburrirse en esta isla selvática. Acabé mi almuerzo hace 15 minutos, y tengo que descansar para que la pancita no me duela, así que a aprovechar de la vista del mar en la playa.

Ah... y si se preguntan, mi user cena en estos momentos. Por eso escribo yo el inicio del tema. Ya vendrá esa floja a responder los siguientes post.

Kusueth, una enorme isla dejada a la buena de dios por los humanos, su paisaje tan salvaje, sus misterios ocultos, todo invitaba a la curiosidad, a la aventura… Sin embargo, los humanos solían asustarse con muy poca cosa, sobre todo con lo que no podían explicar. A ojos de Miyuki, esa isla era tan buena como cualquier otra, claro que los lujos de lugares como Trinacria era mucho más apreciados por la kitsune, pero eso era un gusto personal nada más.

Se encontraba explorando esa curiosa zona, le habían pedido información y el poder ir en forma de zorro resultaba muy ventajoso. Cierto, los habitantes no parecían muy agradables, Miyuki pensó seriamente en pasar a saludarlos y traerles algo de cultura y estilo a sus vidas, pero en cuanto vio sus hábitos alimenticios y reglas sociales le pareció que no iba a ser una buena idea, seguramente no sabrían apreciar sus encantos.

En eso estaba cuando llegó a la costa, y grande fue su sorpresa al descubrir a una niña allí descansando. No parecía ser como el resto de los humanos que había visto en ese día, y era muy raro verla yacer tan tranquila en un lugar donde cualquier cosa le podría pasar ¿Sería una trampa? Luego de ver tantas sogas, redes y pozos a Miyuki le parecía que esta era un engaño demasiado elaborada en comparación… Aunque aun así no descartaba la idea.

Acercándose lentamente, sin salir aun de su escondite, miro con más atención a la pequeña, era bonita para ser humana, a la kitsune le daban ganas de peinarla y ponerle vestidos lindos tan solo con verla.

-Se vería preciosa con un lazo en el pelo y un moño – dijo para si misma mientras espiaba

Convencida por fin de que no parecía una trampa, Miyuki decidió presentarse como correspondía, además, espiar es una costumbre muy fea. Concentrándose en sus ilusiones busco su forma humana favorita y claro, como no podía ser de otra manera, un lindo vestido que estuviera acorde.

Con paso decidido y orgulloso, ya que consideraba que esa imagen le había quedado muy bien, fue hacia la extraña niña, parándose al lado sonriente.

-Buenos días Señorita – Minuki se encontraba frente a una Miyuki de unos doce años, con su largo pelo casi blanco que le llegaba hasta por debajo de la cadera, sus grandes ojos naranjas claro y una sonrisa que dejaba entrever unos colmillos que eran apenas un poco mas puntiagudos de lo normal. Llevaba un vestidos blanco y negro a rayas, con un cinturón del mismo color que realzaba lo delgada de su cintura, y bonitas figuras de cerezas por todas partes, además de unos zapatitos negros.

Desde hace rato que Minu sentía que la observaban. Desde antes que Miyuki llegara, de hecho. Con atención, miraba el firmamento, viendo cómo las nubes pasaban despreocupadamente desde el cielo. Pero no veía la forma de las nubes, aunque eso podía parecer a ratos, sino que esperaba algo que saliera detrás de ellas.

- Puedo sentirlos... me están mirando, y se están burlando de mi

- En serio, debieras beber o comer aquello que comes...

- Son extraterrestres. Es obvio que no los ves, porque eres una simple humana. Pero ellos son los responsables de las pirámides, de la cultura azteca... te atrapan en el envase largo de Krispos y no puedes sacar tu mano.

- Eso, además de paranoico, no existe en Jaspia, solamente en el mundo real =\

- ¡Es porque tú estás coludida con ellos!

Debido a que no existen los extraterrestres, Minu solamente miraba el cielo, esperando algo que nunca pasará.

Fue en eso que Miyuki apareció a su lado. La joven se sorprendió un poco, debido a que no esperaba tan repentinamente, pero solo bastó una mirada a la recién llegada para que saltara de donde estaba y se colocara a la defensiva, a algunos metros de ella.

- Sabía que alguien me espiaba - le dijo, levemente sonríendo. No esperaba la aparición tan repentina, pero si esperaba a que alguien se apareciera delante de ella (aunque en realidad, fue a su costado).

Comenzó a girar en su eje y, con su pie derecho, dibujó un circulo en la arena, que la encerraba.

- Se los he dicho una y otra vez, ¡jamás se llevarán mi oro judío!

Estaba plenamente convencida que el circulo la protegería, pero en la realidad, no tenía ninguna propiedad añadida más que era un círculo perfectamente redondo.... que a los pocos segundos, el viento y el agua comenzaban a deformar.

Sin duda Miyuki no esperaba tan extraña reacción de la pequeña, era muy poco cortes de su parte siquiera decirle “Buen día” y encima de eso acusarla de espiar y de querer robarle. La kitsune se cruzo de brazos y la miro con sus grandes ojos claros, haciendo un gesto como de ofendida pero muy infantil.

-Que feas cosas me dice, Señorita, yo ni estaba espiándola – Que en realidad si lo estaba haciendo - Ni vengo a sacarle su oro, no necesito de esos metales que utilizan para el trueque – Se contuvo por un segundo de decir “Ustedes los humanos” porque recordó que le habían dicho que los humanos no se decían a sí mismos así.

Lo que si le llamo la atención fue el circulo que la niña había marcado en el piso, no podía sentir que emanara de el ninguna esencia mágica, pero como ser espiritual que era tenía que estar segura. Se agacho y acerco con mucho cuidado el dedo a la línea, como temiendo que en cualquier momento reaccionara a su energía y le hiciera daño. Pero nada sucedió, vio con curiosidad como la marca iba desapareciendo de a poco, inclino la cabeza para luego ponerse en pie, sacando el polvo y arena imaginario que se había añadido a su ropa.

-Creo que comenzamos con el pie izquierdo, Señorita, tal vez mi sorpresiva llegada suscito una inmotivada sospecha – Sonrió de modo adorable para generar confianza – Mi nombre es Miyuki ¿Puedo saber el suyo?

Eran solo dos muchachas, dos jóvenes en una isla en medio de la nada que se conocían por esas cosas del destino, cualquiera que viera la escena podría pensar hasta que resultaban adorables, algo extrañas, pero encantadoras al fin. La kitsune era la imagen misma de la gracia y la delicadeza, parecía una muñeca tamaño natural con sus perfectos modos, Minuki era una niña por lo menos exótica, pero que en sus descuidos resultaba encantadora.

-Es curioso que se encuentre en un lugar tan alejado, las personas no suelen andar solas por este sitio – Como si no fuera igual de extraño que ella estuviera allí.

- Me dijo tres cosas, ¿cómo se supone que debo responderle?

Pues, no lo sé. ¿Respondiendo en orden?

- ¡Pero no me gusta hacer las cosas así! Es como si hablara con el pasado, el presente y el futuro en un instante, se siente raro.

Con el rol de Sophi no parecía sucederte

- Cuesta, ¿está bie--? ¿Que demonios...? Este no es mi color de voz

Si, bueno... es que comencé a ocupar Opera 15, y creo que eso influyó, o Foroactivos cambió la plataforma para responder los temas

- Quizás cambió hace meses y recién te das cuenta. Eso pasa por ser dejada en tus obligaciones

>_>

- Bueno, anda intentando varios colores. Cuando lo encontremos, nos quedamos con él

No soy tu empleada...

Se quedó mirandola unos segundos mientras la escuchaba. Quisquillosa en especialmente este post, no se convencía del oro, pero también es cierto que ella no tenía nada de eso en sus bolsillos.

- Oye, me borraste el círculo - le dijo, con voz algo rara debido a que intenta adivinar cuál era el color de su voz original. Volvió a dibujar el círculo, aunque ahora hizo un sol y lo adornó con un par de nubes de arena, las cuales todas sonreían junto con el sol

- Miyuki, eh? - nuevamente con voz rara, por el color de su voz.

La miró de reojo, deteniendose un rato en sus piernas... luego subió para verla a los ojos, pero luego a sus piernas de nuevo. Como al decimo séptimo círculo de acciones, volvió a mirarla a los ojos

- Eres una Kitsune, ¿verdad? - aunque suena a pregunta, lo dice con bastante seguridad - A mi me dices que es raro ver a una persona por acá, pero generalmente los Kitsunes no vienen a la playa solos... a menos que sea verano. ¿Es verano?

Comenzó a girar por sobre si misma, mirando al cielo y mojando su dedo índice para después levantar su dedo y así determinar donde va el viento... aunque desconozco si eso sirve para determinar si es verano o no.

Pocas personas sabían que los kitsunes existían, y eran menos aun los que podían reconocerlos a simple vista. Eso puso a Miyuki a la defensiva ¿Sería una cazadora de seres extraños? ¿Una traficante de pieles? ¿Una hechicera disfrazada que quería utilizarla como ingrediente? Por precaución retrocedió un paso, claro, porque un paso de distancia de seguro la salvaría del riesgo.

-No sé de qué habla, Señorita, no se siquiera lo que es un kitsune, soy una humana común y corriente que paseaba por la playa - Se defendió de modo tan particular – Y es muy feo de su parte no decirme su nombre cuando yo ya le dije el mío – El miedo no le hacía perder los modales.

Con ese paso hacia atrás que la había envalentonado, Miyuki se cruzo de brazos y la miro algo enojada, o al menos con la ilusión de una cara enojada, aunque más parecía un berrinche de niña pequeña.

-Su círculo no sirve de nada, por cierto, así que ni se preocupe en intentar mantenerlo – Sin explicación aparente de porque una “humana común” tendría que temer a un dibujo en el piso.

Detalles, eran solo detalles, la kitsune estaba segura que su disfraz y sus mentiras eran infalibles, porque ella era muy astuta y muy inteligente. Su sonrisa de autosatisfacción interna casi era visible desde afuera de tan fuerte que era.

-¿Y qué hace por aquí? ¿Está de paseo? – Se sentó sobre sus piernas con mucho cuidado y delicadeza, acomodo bien el vestido y espero a por la respuesta de la niña mientras buscaba algo en su canasta… ¿Qué no había mencionado en ningún momento una canasta? Pero si estuvo ahí todo el tiempo, si no la vieron es porque son observadores muy descuidados.