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Así llueva, truene o relampaguee
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Así llueva, truene o relampaguee
Lo primero que notó Léa al abrir los ojos fue que la lluvia, que había comenzado a caer a poco de su llegada el día anterior, había amainado. Mejor que mejor; una simple lluvia no iba a detenerla en su cometido de entregar los mensajes que llevaba a los habitantes del poblado y sus alrededores, pero no tenía nada en contra de evitar mojarse. Claro que los caminos iban a estar muy lodosos y la tarea de Silfo sería más pesada, pero la muchacha estaba segura de que eso sería cosa de nada para su fiel caballo.
Recién amanecía a un día frío y nuboso cuando la mensajera hizo su arribo al comedor de la posada y le metió prisas a la cocinera que apenas acababa de encender los fuegos del hogar. A Léa siempre le había gustado aprovechar al máximo al tiempo y, en los tiempos que corrían, aquello era fundamental. Era complicado viajar por las islas, con todos aquellos permisos y salvoconductos que había que presentar aquí y acullá y lo irregular que se había hecho el servicio de barcos de pasajeros, a lo que había que añadir el factor del clima; nunca se sabía cuando una tormenta iba a impedir el zarpe del barco en que habías tenido la fortuna de conseguir pasaje. Mientras antes empezara su labor, antes entregaría los mensajes que traía y recibiría los que tenían que llevar y seguiría su camino a no sabía todavía donde; eso lo determinaría al fin de la jornada. Así, luego de un buen desayuno se fue en busca de Silfo a los establos.
- ¿Qué tal pasaste la noche, muchacho? ¿Te cepillaron y te dieron agua fresco y buen pienso? - interrogó cariñosa a su cabalgadura mientras lo preparaba para el viaje - ¿Estás listo para trabajar, holgazán? Vamos a empezar llevando mensajes a las granjas de los alrededores...
En el pueblo había aún muy poca actividad cuando ella y Silfo salieron del establo, la mayoría debía estar todavía con las sábanas pegadas al cuerpo. Lo temprano de la hora no le preocupaba a la muchacha, empero; los campesinos solían levantarse antes del alba y si llegaba a sacar a alguien de la cama para recibir un mensaje, mala suerte. Ella no tenía tiempo que perder.
Recién amanecía a un día frío y nuboso cuando la mensajera hizo su arribo al comedor de la posada y le metió prisas a la cocinera que apenas acababa de encender los fuegos del hogar. A Léa siempre le había gustado aprovechar al máximo al tiempo y, en los tiempos que corrían, aquello era fundamental. Era complicado viajar por las islas, con todos aquellos permisos y salvoconductos que había que presentar aquí y acullá y lo irregular que se había hecho el servicio de barcos de pasajeros, a lo que había que añadir el factor del clima; nunca se sabía cuando una tormenta iba a impedir el zarpe del barco en que habías tenido la fortuna de conseguir pasaje. Mientras antes empezara su labor, antes entregaría los mensajes que traía y recibiría los que tenían que llevar y seguiría su camino a no sabía todavía donde; eso lo determinaría al fin de la jornada. Así, luego de un buen desayuno se fue en busca de Silfo a los establos.
- ¿Qué tal pasaste la noche, muchacho? ¿Te cepillaron y te dieron agua fresco y buen pienso? - interrogó cariñosa a su cabalgadura mientras lo preparaba para el viaje - ¿Estás listo para trabajar, holgazán? Vamos a empezar llevando mensajes a las granjas de los alrededores...
En el pueblo había aún muy poca actividad cuando ella y Silfo salieron del establo, la mayoría debía estar todavía con las sábanas pegadas al cuerpo. Lo temprano de la hora no le preocupaba a la muchacha, empero; los campesinos solían levantarse antes del alba y si llegaba a sacar a alguien de la cama para recibir un mensaje, mala suerte. Ella no tenía tiempo que perder.
Léa- Cantidad de envíos : 40
Re: Así llueva, truene o relampaguee
Lo que era temprano para algunos, era solo la continuación de la noche para otros, y entre estos se encontraba Sophitia, quien había considerado que irse a dormir a las seis de la madrugada para levantarse a las siete era una tontería, y que mucho mejor era beber algunas rondas más y aguantar hasta que salga el sol.
Abrió los ojos lentamente cuando sintió los rayos del sol pegarle en la cara, estaba apoyada sobre una mesa que estaba llena de jarras vacías, junto a ella habían varios sujetos mas, todos dormían profundamente en posiciones que solo la enorme borrachera que tenían encima permitía que fuera cómoda. Sin nada de cuidado ni cariño empujo a uno que estaba sobre una de sus piernas, apenas se quejo un poco y siguió durmiendo.
-Tenía que hacer algo… - Hablo con la voz rasposa producto de cantar hasta tarde la noche anterior – Ah… La carta…Tengo que encontrar a esa mujer…
Hacía ya tres semanas que había dejado a Flor sola, y no pasaba ni un día en el que no pensara en ella, si estaría bien, si no se habría metido en problemas… Pero trabajo era trabajo, y aunque no lo pareciera en ese preciso momento, Sophitia estaba trabajando. Había escuchado que en la isla se encontraba una escriba muy competente, y estaba decidida a mandarle una carta a su hermana para que se quedara tranquila de que todo estaba bien… Aunque a veces dudaba si no era ella la que se preocupaba mientras que Florangel se la pasaba bien sola…
Se levanto con cuidado y se dirigió con paso irregular hasta algún barril con agua para poder despertarse del todo y peinarse. Cuando considero que ya era suficiente arreglo para solo enviar una carta, salió del lugar. Le habían dicho que la muchacha se hospedaba en un lugar cerca de allí, pero cuando llego la dueña aseguro que ya se había ido.
-¡Demonios que esa muchacha madruga! – Maldijo su suerte y pregunto para qué lado se había ido.
Siguió las indicaciones en busca de la mujer, en realidad no tenía mucha idea de cómo era, tenía una descripción muy general, y le habían comentado de la maleta que llevaba, pero más allá de eso…
Abrió los ojos lentamente cuando sintió los rayos del sol pegarle en la cara, estaba apoyada sobre una mesa que estaba llena de jarras vacías, junto a ella habían varios sujetos mas, todos dormían profundamente en posiciones que solo la enorme borrachera que tenían encima permitía que fuera cómoda. Sin nada de cuidado ni cariño empujo a uno que estaba sobre una de sus piernas, apenas se quejo un poco y siguió durmiendo.
-Tenía que hacer algo… - Hablo con la voz rasposa producto de cantar hasta tarde la noche anterior – Ah… La carta…Tengo que encontrar a esa mujer…
Hacía ya tres semanas que había dejado a Flor sola, y no pasaba ni un día en el que no pensara en ella, si estaría bien, si no se habría metido en problemas… Pero trabajo era trabajo, y aunque no lo pareciera en ese preciso momento, Sophitia estaba trabajando. Había escuchado que en la isla se encontraba una escriba muy competente, y estaba decidida a mandarle una carta a su hermana para que se quedara tranquila de que todo estaba bien… Aunque a veces dudaba si no era ella la que se preocupaba mientras que Florangel se la pasaba bien sola…
Se levanto con cuidado y se dirigió con paso irregular hasta algún barril con agua para poder despertarse del todo y peinarse. Cuando considero que ya era suficiente arreglo para solo enviar una carta, salió del lugar. Le habían dicho que la muchacha se hospedaba en un lugar cerca de allí, pero cuando llego la dueña aseguro que ya se había ido.
-¡Demonios que esa muchacha madruga! – Maldijo su suerte y pregunto para qué lado se había ido.
Siguió las indicaciones en busca de la mujer, en realidad no tenía mucha idea de cómo era, tenía una descripción muy general, y le habían comentado de la maleta que llevaba, pero más allá de eso…
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Así llueva, truene o relampaguee
Para ser una mujer que detestaba la rutina, Léa seguía casi siempre la misma cuando llegaba a algún lugar a ejercer sus oficios. Primero repartía la correspondencia que traía y recogía las respuestas, si las había; luego, buscaba un lugar apropiado y ofrecía sus servicios para escribir cartas y recibir todo tipo de correspondencia.
Lo único que variaba en esa rutina era el tiempo. Había en ocasiones en que hacer la entrega de sus mensajes le llevaba dos o tres días – todo dependía de la cantidad de correspondencia y el territorio a cubrir – y otras en que con un día, e incluso una mañana, bastaba. Esta era una de esas ocasiones. Pese a que lo lodoso del terreno hacía la marcha lenta, lo próximas que estaban entre sí las granjas que la mensajera debía visitar permitió que en pocas horas cumpliera su cometido y pudiera retornar al poblado.
Tras entregar los pocos mensajes que tenía para el pueblo mismo, ya era más de mediodía y no pilló a nadie atrapado por las sábanas, la muchacha volvió a su posada a almorzar; el trabajo matutino y los aromas que emanaban de algunas de las casas que había visitado en la última hora, les habían abierto el apetito a ella y a su córcel.
A primera hora de la tarde, con el estómago lleno, estaba ya instalada en la plaza del pueblo, con una silla y una mesita que había pedido prestadas en la posada y un chiquillo le había ayudado a llevar a cambio de una moneda, Léa no creía en los esfuerzos vanos, y se dispuso a esperar a su posible clientela mientras Silfo se tomaba la tarde libre en la pesebrera.
Lo único que variaba en esa rutina era el tiempo. Había en ocasiones en que hacer la entrega de sus mensajes le llevaba dos o tres días – todo dependía de la cantidad de correspondencia y el territorio a cubrir – y otras en que con un día, e incluso una mañana, bastaba. Esta era una de esas ocasiones. Pese a que lo lodoso del terreno hacía la marcha lenta, lo próximas que estaban entre sí las granjas que la mensajera debía visitar permitió que en pocas horas cumpliera su cometido y pudiera retornar al poblado.
Tras entregar los pocos mensajes que tenía para el pueblo mismo, ya era más de mediodía y no pilló a nadie atrapado por las sábanas, la muchacha volvió a su posada a almorzar; el trabajo matutino y los aromas que emanaban de algunas de las casas que había visitado en la última hora, les habían abierto el apetito a ella y a su córcel.
A primera hora de la tarde, con el estómago lleno, estaba ya instalada en la plaza del pueblo, con una silla y una mesita que había pedido prestadas en la posada y un chiquillo le había ayudado a llevar a cambio de una moneda, Léa no creía en los esfuerzos vanos, y se dispuso a esperar a su posible clientela mientras Silfo se tomaba la tarde libre en la pesebrera.
Léa- Cantidad de envíos : 40
Re: Así llueva, truene o relampaguee
Encontrar a una persona cuando siquiera sabias como era resulto más difícil de lo que Sophitia pensaba, claro que cualquier ser con dos dedos de frente le podría haber dicho eso sin necesidad de que se pasara toda la mañana buscando, pero hacerle notar su estupidez a un pirata nunca era buena idea. Se paso largas horas caminando con dificultad por sobre el lodo, con campesinos mirándola de mala manera y niños que aparentaban estar jugando y riendo, aunque la pirata no confiaba nada en ellos y sujetaba firme su bolsa de monedas, ella también había sido una pequeña ladrona y sabia como se movían.
Sin encontrar rastro alguna de la muchacha regreso a la ciudad, al parecer iba o en carro o a caballo, porque se movía mucho más rápido que ella. Fue una vez más a la posada para verificar si había regresado y para su sorpresa así había sido, y ya se había ido. Sophitia maldijo en voz alta e hizo que algunas señoras se escandalicen, comenzaba a pensar que no valía tanto esfuerzo, que era mucho mejor esperar a regresar y ya, al fin y al cabo, Florangel de seguro se estaba divirtiendo mucho, no se fijaría en algo así, para cuando se diera cuenta de su ausencia ya estaría de vuelta…
Rumiaba estos pensamientos mientras salía de la posada, esta vez sin preguntar el paradero de la escriba, incluso aunque la dueña del lugar estaba a punto de decirle. Comenzaba a no importarle, iba caminando por las calles del pueblo con las manos en los bolsillos y actitud altanera, pateando piedras y blasfemando en varios idiomas de que había perdido todo el día buscando a esa escurridiza mujer, tiempo que podría haber invertido en cosas mejores como beber algo con sus amigos.
Con estos ánimos llego a la plaza, era una de sus típicas rabietas, pateo con fuerza una piedra que fue a impactar contra la mesa en la que la mensajera esperaba clientes, haciendo peligrar las cosas que esta sostenía. En un movimiento más bien instintivo, Sophitia se acercó rápido para sujetar la mesa, lo único que le faltaba era tener que ponerse a pelear con un comerciante para cerrar el día con broche de oro.
-Maldita sea a quien se le ocurre poner todo esto en medio de la plaza donde cualquiera…. - En medio de su quejoso comentario se percato de lo qué eran los implementos que sostenía la mesa, y al levantar la vista encontró a una mujer que parecía coincidir con la descripción - ¿Por casualidad tu nombre no es Léa? – Preguntó por las dudas –¡Vengo buscándote toda la maldita mañana, demonios!
Sin encontrar rastro alguna de la muchacha regreso a la ciudad, al parecer iba o en carro o a caballo, porque se movía mucho más rápido que ella. Fue una vez más a la posada para verificar si había regresado y para su sorpresa así había sido, y ya se había ido. Sophitia maldijo en voz alta e hizo que algunas señoras se escandalicen, comenzaba a pensar que no valía tanto esfuerzo, que era mucho mejor esperar a regresar y ya, al fin y al cabo, Florangel de seguro se estaba divirtiendo mucho, no se fijaría en algo así, para cuando se diera cuenta de su ausencia ya estaría de vuelta…
Rumiaba estos pensamientos mientras salía de la posada, esta vez sin preguntar el paradero de la escriba, incluso aunque la dueña del lugar estaba a punto de decirle. Comenzaba a no importarle, iba caminando por las calles del pueblo con las manos en los bolsillos y actitud altanera, pateando piedras y blasfemando en varios idiomas de que había perdido todo el día buscando a esa escurridiza mujer, tiempo que podría haber invertido en cosas mejores como beber algo con sus amigos.
Con estos ánimos llego a la plaza, era una de sus típicas rabietas, pateo con fuerza una piedra que fue a impactar contra la mesa en la que la mensajera esperaba clientes, haciendo peligrar las cosas que esta sostenía. En un movimiento más bien instintivo, Sophitia se acercó rápido para sujetar la mesa, lo único que le faltaba era tener que ponerse a pelear con un comerciante para cerrar el día con broche de oro.
-Maldita sea a quien se le ocurre poner todo esto en medio de la plaza donde cualquiera…. - En medio de su quejoso comentario se percato de lo qué eran los implementos que sostenía la mesa, y al levantar la vista encontró a una mujer que parecía coincidir con la descripción - ¿Por casualidad tu nombre no es Léa? – Preguntó por las dudas –¡Vengo buscándote toda la maldita mañana, demonios!
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Así llueva, truene o relampaguee
La plaza – un pequeño cuadrado con senderos de tierra, varios árboles frondosos, unas cuantas bancas de madera aquí y allá y una glorieta en el centro donde quizás tocara una banda o se presentara algún artista trashumante – estaba casi vacía cuando la escriba se acomodó en ella, pero poco a poco empezó a llegar gente y no tardó en tener su primer cliente. Ya había estado antes en ese poblado antes y sus habitantes sabían quien era y a que se dedicaba; ya no tenía que hacer el trabajo de promoción que solía efectuar cuando llegaba a algún sitio por primera vez.
Quizás la parte de su trabajo que más le gustaba a Léa era la de escribir cartas. Repartir mensajes a lo largo y ancho de Jasperia era emocionante, le brindaba a la mensajera una inigualable sensación de libertad, pero escribir las cartas de todos aquellos que no podían hacerlo por si mismos tenía un encanto especial. La muchacha disfrutaba enormemente tanto la sensación de importancia que la tarea le brindaba – la gente que se acercaba a pedirle esos servicios la trataba casi con reverencia – como porque le permitía conocer un sinfín de historias, algunas verdaderamente interesantes.
Aquel primer cliente era un chiquillo de unos 10 años, pelinegro y de piel quemada por el sol de las jornadas trabajando en el campo que quería contarle al padre, quien se había ido a probar suerte a las minas de Kuzueth hacía varios meses, como marchaban las cosas ahora que él era el hombre de la casa. Léa hizo su trabajo con particular esmero y sólo le cobró una pieza de acero porque hubiese sido ofender al muchachito, que empuñaba orgulloso la moneda, proponerle hacerlo gratis.
La muchacha esperaba tranquilamente a su próximo cliente cuando una piedra surgida de quien sabe donde estuvo a punto de derribar su mesa con utensilios y todo. El misterio de la aparición del proyectil se aclaró cuando una mujer de apariencia ruda, se apuró a sujetar la mesa mientras refunfuñaba algo.
- ¡¡¡ Pero a qué idiota se le ocurre andarle lanzando piedras a la gente!!! - exclamó indignada, mientras levantaba el tintero que se había volcado derramando parte de su contenido sobre una hoja de pergamino.
- Sí, es mi nombre – respondió escrutando a su interlocutora - ¿Qué quieres?
Quizás la parte de su trabajo que más le gustaba a Léa era la de escribir cartas. Repartir mensajes a lo largo y ancho de Jasperia era emocionante, le brindaba a la mensajera una inigualable sensación de libertad, pero escribir las cartas de todos aquellos que no podían hacerlo por si mismos tenía un encanto especial. La muchacha disfrutaba enormemente tanto la sensación de importancia que la tarea le brindaba – la gente que se acercaba a pedirle esos servicios la trataba casi con reverencia – como porque le permitía conocer un sinfín de historias, algunas verdaderamente interesantes.
Aquel primer cliente era un chiquillo de unos 10 años, pelinegro y de piel quemada por el sol de las jornadas trabajando en el campo que quería contarle al padre, quien se había ido a probar suerte a las minas de Kuzueth hacía varios meses, como marchaban las cosas ahora que él era el hombre de la casa. Léa hizo su trabajo con particular esmero y sólo le cobró una pieza de acero porque hubiese sido ofender al muchachito, que empuñaba orgulloso la moneda, proponerle hacerlo gratis.
La muchacha esperaba tranquilamente a su próximo cliente cuando una piedra surgida de quien sabe donde estuvo a punto de derribar su mesa con utensilios y todo. El misterio de la aparición del proyectil se aclaró cuando una mujer de apariencia ruda, se apuró a sujetar la mesa mientras refunfuñaba algo.
- ¡¡¡ Pero a qué idiota se le ocurre andarle lanzando piedras a la gente!!! - exclamó indignada, mientras levantaba el tintero que se había volcado derramando parte de su contenido sobre una hoja de pergamino.
- Sí, es mi nombre – respondió escrutando a su interlocutora - ¿Qué quieres?
Léa- Cantidad de envíos : 40
Re: Así llueva, truene o relampaguee
Sophitia no estaba acostumbrada a que la contradigan, mucho menos a que le planten cara de forma tan evidente, no pudo disimular su sorpresa cuando la escriba respondió de modo tan suelto. La miro con una sola ceja levantada, como si la mujer parada frente a ella fuera algo insólito, aun estaba evaluando si lo correcto era contestar aun peor o calmarse y disculparse.
-¡¡A esta idiota, por supuesto!! - Una vez que se aseguro que la mesa estaba firme la soltó y se puso en pie - ¿Y qué demonios voy a querer con alguien que escribe cartas? Que me escribas una, por supuesto – Le respondió como si fuera una obviedad.
Busco en uno de sus bolsillos y saco una papel arrugado y viejo, lo apoyo sobre su pecho y le paso la mano por arriba varias veces en un intento vano por alisarlo. Lo miro e hizo un gesto dubitativo, le había pedido a Nicolay que la escribiera por ella, y le había costado mucha vergüenza el poder decir las palabras en voz alta, pero como era un amigo de confianza, más un poco de alcohol, habían resultado en algo así.
La letra era complicada de descifrar, y quien la había hecho evidentemente no sabía de ortografía, el único lugar que tenía un estilo distinto era la firma, que la pirata se había encargado de hacer ella misma.
-Ya sé que no es bonita la letra ¿Crees que puedes pasarla y enviarla? – Evidentemente no se daba cuenta de todo lo demás que estaba mal, de hecho, miraba las letras como si fueran un código indescifrable – Yo la firmo al final – Aclaro – Pagare lo que sea, solo quiero que llegue lo antes posible…
Alguien que la conociera sabría ver que Sophitia se comportaba brusca porque estaba más bien bastante avergonzada, sabía que Léa tendría que leer lo escrito para pasarlo, y eso sería algo sumamente bochornoso para ella, pero lo cierto era que no tenia alternativa tampoco. Mientras la mujer se comportara de modo profesional y no se empezara a reír en su cara todo estaría bien, sino… Bueno, tenía dos puños bien listos y dispuestos a quitarle lo gracioso a la situación.
-¡¡A esta idiota, por supuesto!! - Una vez que se aseguro que la mesa estaba firme la soltó y se puso en pie - ¿Y qué demonios voy a querer con alguien que escribe cartas? Que me escribas una, por supuesto – Le respondió como si fuera una obviedad.
Busco en uno de sus bolsillos y saco una papel arrugado y viejo, lo apoyo sobre su pecho y le paso la mano por arriba varias veces en un intento vano por alisarlo. Lo miro e hizo un gesto dubitativo, le había pedido a Nicolay que la escribiera por ella, y le había costado mucha vergüenza el poder decir las palabras en voz alta, pero como era un amigo de confianza, más un poco de alcohol, habían resultado en algo así.
La letra era complicada de descifrar, y quien la había hecho evidentemente no sabía de ortografía, el único lugar que tenía un estilo distinto era la firma, que la pirata se había encargado de hacer ella misma.
-Ya sé que no es bonita la letra ¿Crees que puedes pasarla y enviarla? – Evidentemente no se daba cuenta de todo lo demás que estaba mal, de hecho, miraba las letras como si fueran un código indescifrable – Yo la firmo al final – Aclaro – Pagare lo que sea, solo quiero que llegue lo antes posible…
Alguien que la conociera sabría ver que Sophitia se comportaba brusca porque estaba más bien bastante avergonzada, sabía que Léa tendría que leer lo escrito para pasarlo, y eso sería algo sumamente bochornoso para ella, pero lo cierto era que no tenia alternativa tampoco. Mientras la mujer se comportara de modo profesional y no se empezara a reír en su cara todo estaría bien, sino… Bueno, tenía dos puños bien listos y dispuestos a quitarle lo gracioso a la situación.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Así llueva, truene o relampaguee
Léa se estaba preparando ya para una pelea – la catadura de la recién llegada no era de las que aguantan sin más que la traten de idiota - cuando la susodicha, luego de poner cara de sorpresa, le respondió. Lo inesperado de la respuesta casi la hizo reír, pero se aguantó la carcajada porque intuía que si se reía en la cara de la mujer, esta vez si habría una riña y las riñas no le gustaban para nada, eran de pésimo gusto y, además, una en ese lugar y momento, seguro que espantaba la posible clientela y la mensajera evitaba todo lo que podía echar a perder el negocio.
- Claro, tiene lógica – respondió, más serena ahora que la mesa estaba firme sobre sus patas y se había cerciorado que todo en su lugar. La mujer, ahora no una importuna lanzadora de piedras sino que una cliente,buscaba algo en sus bolsillos y la escriba aguardó con cierta curiosidad; la gente no acostumbraba buscar el dinero antes de que se hubiera acordado el precio y terminado el trabajo.
La muchacha recibió el papel de manos de la desconocida con cierta sorpresa - la gente acostumbraba dictarle sus cartas o pedirle que las escribiera ella luego de explicar lo que querían decir, no pasarle una ya escrita para que la copiara – pero no con rechazo. Trabajo era trabajo y copiar algo no se le iba a dar peor que escribir al dictado o escribirlas a su aire... o al menos eso pensó hasta que le echó una mirada al papel.
Sólo el profesionalismo de Léa evitó que frunciera el entrecejo – quienes pedían sus servicios de escriba eran analfabetos o casi y se cuidaba mucho de ofenderlos con gestos o palabras – ante la pésima caligrafía y peor ortografía de las palabras que podía descifrar. Porque así, en una primera mirada, había muchas que no podía descifra, pero confiaba en lograrlo después. Que la mujer que tenía enfrente fuera capaz de darse cuenta de que una carta así no podía ser enviada y le importara, le hizo ganar algunos grados del respeto de la escriba.
- El precio el servicio y lo que tarde en llegar dependerá del lugar al que tenga que llevar la carta – informó a su clienta, mientras se sentaba a la mesa y agarraba una hoja de pergamino y una pluma para comenzar a escribir. Claro que en este caso, el costo se vería elevado por el valor de la tinta y el pergamino que tenía que reponer después del piedrazo a la mesa, pero eso se lo guardó para sí.
- Claro, tiene lógica – respondió, más serena ahora que la mesa estaba firme sobre sus patas y se había cerciorado que todo en su lugar. La mujer, ahora no una importuna lanzadora de piedras sino que una cliente,buscaba algo en sus bolsillos y la escriba aguardó con cierta curiosidad; la gente no acostumbraba buscar el dinero antes de que se hubiera acordado el precio y terminado el trabajo.
La muchacha recibió el papel de manos de la desconocida con cierta sorpresa - la gente acostumbraba dictarle sus cartas o pedirle que las escribiera ella luego de explicar lo que querían decir, no pasarle una ya escrita para que la copiara – pero no con rechazo. Trabajo era trabajo y copiar algo no se le iba a dar peor que escribir al dictado o escribirlas a su aire... o al menos eso pensó hasta que le echó una mirada al papel.
Sólo el profesionalismo de Léa evitó que frunciera el entrecejo – quienes pedían sus servicios de escriba eran analfabetos o casi y se cuidaba mucho de ofenderlos con gestos o palabras – ante la pésima caligrafía y peor ortografía de las palabras que podía descifrar. Porque así, en una primera mirada, había muchas que no podía descifra, pero confiaba en lograrlo después. Que la mujer que tenía enfrente fuera capaz de darse cuenta de que una carta así no podía ser enviada y le importara, le hizo ganar algunos grados del respeto de la escriba.
- El precio el servicio y lo que tarde en llegar dependerá del lugar al que tenga que llevar la carta – informó a su clienta, mientras se sentaba a la mesa y agarraba una hoja de pergamino y una pluma para comenzar a escribir. Claro que en este caso, el costo se vería elevado por el valor de la tinta y el pergamino que tenía que reponer después del piedrazo a la mesa, pero eso se lo guardó para sí.
Léa- Cantidad de envíos : 40
Re: Así llueva, truene o relampaguee
No noto la reacción de Léa cuando vio la carta, demostraba ser una mujer muy profesional. La pirata apoyo una mano en el borde de la mesa y miro atentamente los primeros movimientos de la mujer, como comenzaba a escribir, la pluma haciendo esos signos, y la naturalidad con que los producía. Le parecía muy interesante, y una pequeña parte suya hasta la envidiaba, en su formación no había nada parecido a eso, sabia sobre las mareas, sobre mapas, sobre velocidad, viento, y cómo manejar los aparatejos de un barco. Pero el mundo de la escritura y la lectura le resultaba un mundo totalmente ajeno.
Sin delicadeza alguna se sentó en la tierra de piernas cruzadas, esperando a que la escriba concluyera la tarea, de una bolsa en la cintura saco un frasco con algo de licor y tomo directamente del pico.
-Pues, tienes que llevarla a Nehmen – La miro de reojo para ver su reacción, si resultaba ser una de esas muchacha puritanas que no querían acercarse a ese tipo de islas, ya podía ir despidiéndose de la idea de que Flor reciba su carta - ¿Tu servicio llega hasta allí? – No es como si la isla fuera imposible de abordar a menos que uno fuera pirata, ni nada por el estilo, lo que si no se podía asegurar es como ibas a salir. Pero ¿Qué isla era totalmente segura? Con la situación actual de guerra ya siquiera en las capitales se podía estar tranquilo.
No se la enviaría directamente a Flor, no confiaba en nadie, y mientras menos personas supieran su ubicación sería mejor, claro, eso suponiendo que su hermanita no estaba haciendo nada que llamara demasiado la atención… Tenía que confiar en que había seguido todos sus consejos, Flor siempre pensaba que Sophi se preocupaba demasiado, pero la pirata sabía cómo era ese lugar, como eran las personas, y una muchachita tan dulce podía ser engañada, secuestrada, vendida o usada de modos varios. En la mente de la pirata muchas veces se cruzaban múltiples ideas con respecto a todas las cosas que podían salir mal…
Luego se decía a si misma que no tenia caso el ser tan negativa, se encogía de hombros y hacia como que no le importaba, aunque mentirse a sí misma en ese tema no tenía efecto duradero.
-¿Quieres? – Le dijo a Léa ofreciéndole de su trago – Es licor de menta, no creo que te haga nada – A menos que la muchacha tuviera muy poca resistencia - ¿Tardarás mucho en pasar la carta? – No era que tuviera algún lugar urgente a donde ir, pero si se iba la luz ya no podría escribir.
Sin delicadeza alguna se sentó en la tierra de piernas cruzadas, esperando a que la escriba concluyera la tarea, de una bolsa en la cintura saco un frasco con algo de licor y tomo directamente del pico.
-Pues, tienes que llevarla a Nehmen – La miro de reojo para ver su reacción, si resultaba ser una de esas muchacha puritanas que no querían acercarse a ese tipo de islas, ya podía ir despidiéndose de la idea de que Flor reciba su carta - ¿Tu servicio llega hasta allí? – No es como si la isla fuera imposible de abordar a menos que uno fuera pirata, ni nada por el estilo, lo que si no se podía asegurar es como ibas a salir. Pero ¿Qué isla era totalmente segura? Con la situación actual de guerra ya siquiera en las capitales se podía estar tranquilo.
No se la enviaría directamente a Flor, no confiaba en nadie, y mientras menos personas supieran su ubicación sería mejor, claro, eso suponiendo que su hermanita no estaba haciendo nada que llamara demasiado la atención… Tenía que confiar en que había seguido todos sus consejos, Flor siempre pensaba que Sophi se preocupaba demasiado, pero la pirata sabía cómo era ese lugar, como eran las personas, y una muchachita tan dulce podía ser engañada, secuestrada, vendida o usada de modos varios. En la mente de la pirata muchas veces se cruzaban múltiples ideas con respecto a todas las cosas que podían salir mal…
Luego se decía a si misma que no tenia caso el ser tan negativa, se encogía de hombros y hacia como que no le importaba, aunque mentirse a sí misma en ese tema no tenía efecto duradero.
-¿Quieres? – Le dijo a Léa ofreciéndole de su trago – Es licor de menta, no creo que te haga nada – A menos que la muchacha tuviera muy poca resistencia - ¿Tardarás mucho en pasar la carta? – No era que tuviera algún lugar urgente a donde ir, pero si se iba la luz ya no podría escribir.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Así llueva, truene o relampaguee
La caligrafía de Léa era clara y sencilla, desprovista de los adornos y florituras que su madre Berenguela amaba y que a ella siempre le habían parecido inútiles. La larga práctica le daba a la mano de la escriba seguridad y soltura - siempre la cantidad de tinta precisa en la pluma, siempre la presión apropiada sobre el pergamino – y, normalmente, le otorgaba una velocidad muy superior a la que ahora exhibía. Lo enrevesado de la letra que tenía que descifrar y la charla con su clienta hacían que la muchacha prefiriera ir más lento, para no cometer errores que finalmente siempre terminaban costando dinero.
- Llegará ahora – contestó simplemente, luego de un breve gesto de sorpresa.
Hasta ahora, nunca le habían solicitado a la mensajera llevar una carta a la isla pirata y, por lo tanto, nunca había viajado hasta allá, pero no la arredraban ni el desconocimiento de la geografía del lugar ni su mala fama. Salvo Thialir, todas las islas le eran desconocidas al comienzo y sabía perfectamente que ningún sitio de Jasperia era completamente seguro. Como siempre sabría ubicar a la destinataria del mensaje y sabría defenderse si habría problemas.
- Te costará dos ducados y espero poder entregarla antes de cuatro días.
Léa no podía dar una fecha exacta de entrega porque había factores que ella no controlaba. De no haber estado en un archipiélago, hubiera dependido sólo de la marcha de su caballo para llegar a destino. Pero teniendo que viajar entre islas, la velocidad de su viaje dependía de la fecha de salida de los barcos, de los vientos que soplaran y, actualmente, de las dificultades ocasionadas por la guerra: registros, cambios de ruta, falta de naves haciendo la ruta de las islas...
- Gracias – dijo, tomando la botella que se le ofrecía y bebiendo de ella tranquilamente.
Las exquisiteces y miramientos la mensajera los dejaba para cuando estaba en casa, en la posada elegante en la que residía en Thialir. Cuando trabajaba, se adaptaba sin problemas a las costumbres de la gente con las que alternaba, le divertía hacerlo y era bueno para el negocio que sus potenciales clientes no la vieran como una damisela remilgada.
Contrariamente a lo que había esperado, Léa no había logrado descifrar todas las palabras que debía copiar y el intento estaba acabando con la poca paciencia que tenía. No seguiría perdiendo el tiempo, la autora de la carta tendría que aclararle lo que no entendía.
- No, pero terminaré antes si me ayudas, hay palabras que no logro entender. ¿Qué dice aquí? - preguntó, indicando una frase de la carta.
- Llegará ahora – contestó simplemente, luego de un breve gesto de sorpresa.
Hasta ahora, nunca le habían solicitado a la mensajera llevar una carta a la isla pirata y, por lo tanto, nunca había viajado hasta allá, pero no la arredraban ni el desconocimiento de la geografía del lugar ni su mala fama. Salvo Thialir, todas las islas le eran desconocidas al comienzo y sabía perfectamente que ningún sitio de Jasperia era completamente seguro. Como siempre sabría ubicar a la destinataria del mensaje y sabría defenderse si habría problemas.
- Te costará dos ducados y espero poder entregarla antes de cuatro días.
Léa no podía dar una fecha exacta de entrega porque había factores que ella no controlaba. De no haber estado en un archipiélago, hubiera dependido sólo de la marcha de su caballo para llegar a destino. Pero teniendo que viajar entre islas, la velocidad de su viaje dependía de la fecha de salida de los barcos, de los vientos que soplaran y, actualmente, de las dificultades ocasionadas por la guerra: registros, cambios de ruta, falta de naves haciendo la ruta de las islas...
- Gracias – dijo, tomando la botella que se le ofrecía y bebiendo de ella tranquilamente.
Las exquisiteces y miramientos la mensajera los dejaba para cuando estaba en casa, en la posada elegante en la que residía en Thialir. Cuando trabajaba, se adaptaba sin problemas a las costumbres de la gente con las que alternaba, le divertía hacerlo y era bueno para el negocio que sus potenciales clientes no la vieran como una damisela remilgada.
Contrariamente a lo que había esperado, Léa no había logrado descifrar todas las palabras que debía copiar y el intento estaba acabando con la poca paciencia que tenía. No seguiría perdiendo el tiempo, la autora de la carta tendría que aclararle lo que no entendía.
- No, pero terminaré antes si me ayudas, hay palabras que no logro entender. ¿Qué dice aquí? - preguntó, indicando una frase de la carta.
Léa- Cantidad de envíos : 40
Re: Así llueva, truene o relampaguee
A la pirata le gustaba esa actitud tan calmada que mostraba Léa, la observaba mientras escribía sin que le temblara el pulso, como si estuviera segura y resguardada en una biblioteca o algo similar, donde sea que trabajaran esas personas cuando no estaban haciendo trabajos de manera independiente... Sinceramente, Sophitia tenia que admitir que no tenia mucha idea de como se manejaban las personas que trabajaban de escribas.
-Me parece bien el precio, también el tiempo... Luego te explicare bien donde queda el lugar a donde tienes que ir... Las direcciones son algo confusas en esa ciudad - Por no decir que la gente se guiaba mas por referencia a negocios, personas, o colores de casas que otras cosas. Era, por otro lado, algo que quedaba muy a tono con todo el resto del caos que era la isla pirata, pero la seriedad con la que Léa contestaba a sus preguntas hacia que poco a poco fuera confiando mas en sus capacidades, la suficiente seguridad como para que le dijera donde estaba su hermana tal vez...
Precisamente lo que Sophitia esperaba que no pasara, paso. Ella suponía que el imbécil de su amigo podría haber escrito lo suficientemente bien como para que no tuviera que intervenir ella misma en el armado de la carta, se hizo una nota mental de ir a golpearlo en cuanto terminara con este asunto. Se quedo mirando el lugar que la mujer le señalaba, solo veía garabatos sin sentido, reconocía alguna letra, pero nada lo suficientemente concreto como para poder interpretarlo o siquiera fingir. Apretó los puños y se mordió el labio para contener en algo su ira.
-No se leer... - Dijo las palabras con lentitud como si tuviera que arrancarlas de su garganta - No tengo la menor idea de lo que podría decir ahí - Apretó los dientes y se giro, mirando para otro lado, no podía definir si se sentía mas enojada o avergonzada, evidentemente no era culpa de Léa, pero pedirle a la pirata que fuera razonable era pretender mucho.
Tres sujetos pasaban por la plaza camino a la taberna, trabajadores cansados que habían terminado con una larga jornada y solo querían relajarse, pero tuvieron la mala idea de pasar por allí justo en el momento en el que una pirata sumamente cabreada buscaba descargarse, y aun peor, la miraron al pasar... Solo fue eso, la observaron y siguieron su camino, pero eso era todo lo que una Sophitia irritada necesitaba para prenderse en llamas.
-¿Y ustedes que miran, idiotas? ¿Nunca vieron a alguien mandando una carta? Grupo de retardados, si tienen algo que decir aquí los espero! - El grupo se la quedo mirando sin entender bien a que venía la agresión, la pirata se cruzo de brazos, y seguía enojada aunque ya no estaba segura bien del porque.
-Me parece bien el precio, también el tiempo... Luego te explicare bien donde queda el lugar a donde tienes que ir... Las direcciones son algo confusas en esa ciudad - Por no decir que la gente se guiaba mas por referencia a negocios, personas, o colores de casas que otras cosas. Era, por otro lado, algo que quedaba muy a tono con todo el resto del caos que era la isla pirata, pero la seriedad con la que Léa contestaba a sus preguntas hacia que poco a poco fuera confiando mas en sus capacidades, la suficiente seguridad como para que le dijera donde estaba su hermana tal vez...
Precisamente lo que Sophitia esperaba que no pasara, paso. Ella suponía que el imbécil de su amigo podría haber escrito lo suficientemente bien como para que no tuviera que intervenir ella misma en el armado de la carta, se hizo una nota mental de ir a golpearlo en cuanto terminara con este asunto. Se quedo mirando el lugar que la mujer le señalaba, solo veía garabatos sin sentido, reconocía alguna letra, pero nada lo suficientemente concreto como para poder interpretarlo o siquiera fingir. Apretó los puños y se mordió el labio para contener en algo su ira.
-No se leer... - Dijo las palabras con lentitud como si tuviera que arrancarlas de su garganta - No tengo la menor idea de lo que podría decir ahí - Apretó los dientes y se giro, mirando para otro lado, no podía definir si se sentía mas enojada o avergonzada, evidentemente no era culpa de Léa, pero pedirle a la pirata que fuera razonable era pretender mucho.
Tres sujetos pasaban por la plaza camino a la taberna, trabajadores cansados que habían terminado con una larga jornada y solo querían relajarse, pero tuvieron la mala idea de pasar por allí justo en el momento en el que una pirata sumamente cabreada buscaba descargarse, y aun peor, la miraron al pasar... Solo fue eso, la observaron y siguieron su camino, pero eso era todo lo que una Sophitia irritada necesitaba para prenderse en llamas.
-¿Y ustedes que miran, idiotas? ¿Nunca vieron a alguien mandando una carta? Grupo de retardados, si tienen algo que decir aquí los espero! - El grupo se la quedo mirando sin entender bien a que venía la agresión, la pirata se cruzo de brazos, y seguía enojada aunque ya no estaba segura bien del porque.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Así llueva, truene o relampaguee
- De acuerdo - Léa sonrió con satisfacción al ver que su clienta no objetaba el precio del servicio. Era un precio alto, pero se ganaría cada céntimo y que las direcciones en Nehmen fueran confusas no le preocupaba, sabría encontrar el lugar donde tenía que ir aunque tuviera que recorrer cada calle de la isla pirata.; nunca había dejado de entregar un mensaje, por imprecisas que fueran las señas que le habían dado.
Tampoco le preocupaba a la muchacha que su clienta no supiera leer ni escribir. Eso no era sorprendente, de haber sido letrada no hubiera necesitado sus servicios, lo sorprendente era el empeño que había puesto en disimularlo. ¡Lástima que no le resultara! La mensajera no recordaba clientes que se avergonzaran por su ignorancia, si acaso alguno había mostrado cierta pesadumbre, pero ninguno que se lo tomara tan a mal como la mujer que tenía enfrente.
Que su clienta se diera cuenta y le importara hizo que Léa sintiera una viva simpatía hacia ella. Por supuesto, el problema tenía solución, bastaba con que le dictara la carta para su hermana- a quien seguramente iba a tener que leerle el mensaje – pero iba a tener que esperar que se le pasara el berrinche antes de decírselo, así que dejó de lado pluma y papel y se dispuso a aguardar. No es que fuera muy paciente, pero dos ducados valían un esfuerzo extra.
Dos de los hombres increpados por la furiosa pirata se encogieron de hombros e hicieron amago de seguir su camino, pero el tercero decidió que ya había tenido suficiente soportando la prepotencia del capataz durante la jornada y no iba a aguantar que una mujer de esa catadura lo insultara sin más.
- ¿Qué te has creído, ramera? ¡A mí no me insulta una mujerzuela mugrienta! - gritó, acercándose amenazador a la mujer, sin que sus compañeros hicieran algún intento por detenerlo.
Tampoco le preocupaba a la muchacha que su clienta no supiera leer ni escribir. Eso no era sorprendente, de haber sido letrada no hubiera necesitado sus servicios, lo sorprendente era el empeño que había puesto en disimularlo. ¡Lástima que no le resultara! La mensajera no recordaba clientes que se avergonzaran por su ignorancia, si acaso alguno había mostrado cierta pesadumbre, pero ninguno que se lo tomara tan a mal como la mujer que tenía enfrente.
Que su clienta se diera cuenta y le importara hizo que Léa sintiera una viva simpatía hacia ella. Por supuesto, el problema tenía solución, bastaba con que le dictara la carta para su hermana- a quien seguramente iba a tener que leerle el mensaje – pero iba a tener que esperar que se le pasara el berrinche antes de decírselo, así que dejó de lado pluma y papel y se dispuso a aguardar. No es que fuera muy paciente, pero dos ducados valían un esfuerzo extra.
Dos de los hombres increpados por la furiosa pirata se encogieron de hombros e hicieron amago de seguir su camino, pero el tercero decidió que ya había tenido suficiente soportando la prepotencia del capataz durante la jornada y no iba a aguantar que una mujer de esa catadura lo insultara sin más.
- ¿Qué te has creído, ramera? ¡A mí no me insulta una mujerzuela mugrienta! - gritó, acercándose amenazador a la mujer, sin que sus compañeros hicieran algún intento por detenerlo.
Léa- Cantidad de envíos : 40
Re: Así llueva, truene o relampaguee
No importaba mucho el porqué había empezado la pelea, la cuestión era que ya estaba en ello y que ahora no podía echarse hacia atrás o quedaría como una cobarde. Apoyo las manos en sus caderas, sonriendo de modo socarrón, no era la primera, ni sería la última, que la insultaran de esa manera, no le afectaba en lo mas mínimo.
-Espera a que tus amigos vean como una mujerzuela mugrienta te da una paliza - Dijo burlándose y haciendo enojar aun mas al hombre.
Se acerco a la pirata más que dispuesto a hacerla tragar sus palabras, no iba a permitir que ninguna mujer lo pusiera en vergüenza. Sophitia deslizo la mano hacia su espalda y saco desde debajo de la camisa una daga grande, hizo alarde del arma muy tranquila. El sujeto se detuvo un segundo, como meditando los pro y los contra, pero ya estaba en eso, y si se tiraba para atrás ahora se vería muy mal, siguió avanzando y la pirata se puso en guardia.
-¡Terry, ya déjala! – Dijo uno de sus amigos desde atrás – ¡Vámonos a beber algo que me muero de sed! – Se daban la vuelta y empezaban a caminar, en verdad no parecían interesados en el asunto, su compañero en cambio aun dudaba si marcharse o no, le regalo a Sophitia una mirada amenazante y luego siguió a los demás.
La pirata guardo la daga mientras murmuraba “Cobarde…”, y se giraba hacia Léa justo cuando recordaba el porqué había sucedido todo eso, hubiese preferido enfrentarse al hombre antes que regresar a la realidad de la carta a medio hacer de nuevo. Se cruzo de brazos como tomando valor e intentando hacer que no le importaba tanto en realidad y que era de lo más normal todo.
-Bueno… Y entonces… ¿Qué hacemos? Si ninguna de las dos lo puede leer no hay manera de pasarla – Por supuesto que la muchacha siquiera consideraba la opción de dictarla en voz alta, le resultaba imposible la simple idea de tener que repetir todas esas cosas tan empalagosas y que la escucharan… Siquiera se animaba a decirlas seguido para Flor, mucho menos a una total extraña.
En si la vergüenza era en parte por no saber leer y escribir, porque sabía que su hermana si podía y no le gustaba la idea de ser menos, cuando pensaba en la educación de Florangel es cuando más lejos de ella se sentía. Y también por tener que admitir en voz alta que podía ser dulce, que podía extrañar a alguien y que le hacía ilusión el regresar a casa y encontrar a su hermana ahí.
-¿No puedes inventarte lo que dice? Mas o menos sabes cómo va la carta, tan solo completa lo que falta con lo que crees que dice o algo así… Luego me la lees y… Y te digo si iba de eso o no … - Decir “Si, está bien” iba a ser mucho más sencillo que redactar toda la misiva.
-Espera a que tus amigos vean como una mujerzuela mugrienta te da una paliza - Dijo burlándose y haciendo enojar aun mas al hombre.
Se acerco a la pirata más que dispuesto a hacerla tragar sus palabras, no iba a permitir que ninguna mujer lo pusiera en vergüenza. Sophitia deslizo la mano hacia su espalda y saco desde debajo de la camisa una daga grande, hizo alarde del arma muy tranquila. El sujeto se detuvo un segundo, como meditando los pro y los contra, pero ya estaba en eso, y si se tiraba para atrás ahora se vería muy mal, siguió avanzando y la pirata se puso en guardia.
-¡Terry, ya déjala! – Dijo uno de sus amigos desde atrás – ¡Vámonos a beber algo que me muero de sed! – Se daban la vuelta y empezaban a caminar, en verdad no parecían interesados en el asunto, su compañero en cambio aun dudaba si marcharse o no, le regalo a Sophitia una mirada amenazante y luego siguió a los demás.
La pirata guardo la daga mientras murmuraba “Cobarde…”, y se giraba hacia Léa justo cuando recordaba el porqué había sucedido todo eso, hubiese preferido enfrentarse al hombre antes que regresar a la realidad de la carta a medio hacer de nuevo. Se cruzo de brazos como tomando valor e intentando hacer que no le importaba tanto en realidad y que era de lo más normal todo.
-Bueno… Y entonces… ¿Qué hacemos? Si ninguna de las dos lo puede leer no hay manera de pasarla – Por supuesto que la muchacha siquiera consideraba la opción de dictarla en voz alta, le resultaba imposible la simple idea de tener que repetir todas esas cosas tan empalagosas y que la escucharan… Siquiera se animaba a decirlas seguido para Flor, mucho menos a una total extraña.
En si la vergüenza era en parte por no saber leer y escribir, porque sabía que su hermana si podía y no le gustaba la idea de ser menos, cuando pensaba en la educación de Florangel es cuando más lejos de ella se sentía. Y también por tener que admitir en voz alta que podía ser dulce, que podía extrañar a alguien y que le hacía ilusión el regresar a casa y encontrar a su hermana ahí.
-¿No puedes inventarte lo que dice? Mas o menos sabes cómo va la carta, tan solo completa lo que falta con lo que crees que dice o algo así… Luego me la lees y… Y te digo si iba de eso o no … - Decir “Si, está bien” iba a ser mucho más sencillo que redactar toda la misiva.
- Spoiler:
- Me disculpo por la demora u__u me costo mucho pensar como continuar. Perdón!
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Así llueva, truene o relampaguee
La tarde caminaba rápida al encuentro de la noche – los días de invierno eran muy cortos – y más gente retornaba al calor del fuego de sus hogares, o buscaba un rato de diversión en una taberna, tras la jornada de trabajo. Algunos transeúntes se detuvieron, curiosos, a observar el alboroto y Léa observó junto a ellos. No acostumbraba a meterse en peleas ajenas y mucho menos para defender a quien la había iniciado – que se tratara de una mujer no influía en nada en su criterio – pero los negocios eran los negocios y alguien dispuesto a pagar sin regatear dos ducados por sus servicios no aparecía todos los días, y por defender su futura paga estaba dispuesta a hacer una momentánea revisión de sus normas, tanto más cuanto parecía que ya no tendría otros clientes en aquel viaje.
Sin embargo, la intervención de la muchacha no fue necesaria. Su clienta resultó ser, literalmente, una mujer de armas tomar y la pelea terminó antes de empezar realmente. Mientas se resolvía la situación, la escriba se entretuvo especulando acerca de la ocupación de la mujer. Lo que había podido entender de la carta hablaba de oro y un viaje; seguro que no se dedicaba a un oficio honrado, en esos no se recibía la paga en oro. Prostituta tampoco era, de eso estaba segura; bonita era, pero no tenía ni una pizca de seducción femenina y tampoco se la imaginaba sometiéndose para el placer de un hombre. ¿Sería contrabandista, asaltante de caminos, pirata? Probablemente sí. La mensajera no tenía escrúpulos en prestar sus servicios a alguien que desempeñara algunos de esos oficios, siempre y cuando no la mezclaran en sus actividades y el pago fuera oportuno.
Por fin, su clienta regresó y pudieron retomar el asunto de la carta. Para Léa, la solución era simple: que le dictara la carta y ya, pero pronto se dio cuenta que para su interlocutora, por la razón que fuera, el dictado no era una opción. La solución que la mujer proponía era inusual, pero no descabellado y menos, imposible; deducir lo que faltaba por el contexto no iba a ser difícil para la escriba.
- Está bien – asintió y se entregó a la tarea. Completar lo que faltaba resultó harto más sencillo que tratar de descifrar lo que no entendía y Léa tardó sólo unos minutos en completar su labor - ¿Lista? - preguntó cuando hubo terminado y comenzó a leer la carta. No podía garantizar que hubiera adivinado exactamente las palabras que no había descifrado, pero estaba bastante segura de haber captado el sentido de aquella amorosa carta filial.
Sin embargo, la intervención de la muchacha no fue necesaria. Su clienta resultó ser, literalmente, una mujer de armas tomar y la pelea terminó antes de empezar realmente. Mientas se resolvía la situación, la escriba se entretuvo especulando acerca de la ocupación de la mujer. Lo que había podido entender de la carta hablaba de oro y un viaje; seguro que no se dedicaba a un oficio honrado, en esos no se recibía la paga en oro. Prostituta tampoco era, de eso estaba segura; bonita era, pero no tenía ni una pizca de seducción femenina y tampoco se la imaginaba sometiéndose para el placer de un hombre. ¿Sería contrabandista, asaltante de caminos, pirata? Probablemente sí. La mensajera no tenía escrúpulos en prestar sus servicios a alguien que desempeñara algunos de esos oficios, siempre y cuando no la mezclaran en sus actividades y el pago fuera oportuno.
Por fin, su clienta regresó y pudieron retomar el asunto de la carta. Para Léa, la solución era simple: que le dictara la carta y ya, pero pronto se dio cuenta que para su interlocutora, por la razón que fuera, el dictado no era una opción. La solución que la mujer proponía era inusual, pero no descabellado y menos, imposible; deducir lo que faltaba por el contexto no iba a ser difícil para la escriba.
- Está bien – asintió y se entregó a la tarea. Completar lo que faltaba resultó harto más sencillo que tratar de descifrar lo que no entendía y Léa tardó sólo unos minutos en completar su labor - ¿Lista? - preguntó cuando hubo terminado y comenzó a leer la carta. No podía garantizar que hubiera adivinado exactamente las palabras que no había descifrado, pero estaba bastante segura de haber captado el sentido de aquella amorosa carta filial.
Léa- Cantidad de envíos : 40
Re: Así llueva, truene o relampaguee
Era un alivio para Sophitia el que la mujer aceptara su propuesta, no conocía a otra escriba por la zona y si tenía que buscar en otros pueblos o islas le iba a llevar demasiado tiempo, quería que su hermana estuviera al tanto de la situación lo antes posible para dejarla tranquila. Mientras Léa terminaba con su tarea, la pirata se dedico a limpiar sus uñas con la punta de la daga en un intento de calmar su nerviosismo en aumento. Pero aun faltaba la peor parte… ¡Que se la lea en voz alta!
A medida que la mujer iba avanzando en la lectura la inquietud de la pirata aumentaba, y en las partes que resultaban especialmente cursis para lo que ella estaba acostumbrada directamente sentía que las mejillas se le ponían levemente coloradas. Era bochornoso al extremo el enviar algo así, y solo podía pensar que ojala ninguno de sus compañeros pasara por ahí en ese momento para hacer preguntas y burlarse de ella.
-Sí, sí, sí, está bien así - Dijo apurada, queriendo que todo termine pronto – Déjame que la firme y ya… - Tomo la pluma y con mucha más agilidad de la que se esperaría en una pirata hizo una bonita firma con ribetes y todo. Luego llevo su mano a uno de los bolsillos de la chaqueta y saco dos ducados para pagarle a la escriba – Ahora es importante que sepas algo de Nehmen, no debes preguntar por Florangel de modo directo… Tienes que preguntar por Kur en la taberna “El mal paso” que está en el puerto, el dueño del lugar te lo va a señalar, seguramente estará ebrio durmiendo en alguna mesa. Debes dársela a él, y decirle que es una carta de Sophitia. Eso es todo, él se encargara del resto.
Cualquiera diría que era tomar demasiadas precauciones por algo tan trivial, pero la pirata no confiaba en nadie, y cuando se trataba de que su hermana estuviera a salvo tomaría todos los recaudos que fueran necesarios y mas también. Si alguno de sus enemigos sabía que Florangel estaba sola en Nehmen… No quería ni pensar en la posibilidad.
-Por favor, que nadie más que tu y Kur sepa para quien es la carta o pondrás en riesgo la seguridad de ella – Le pidió con seriedad, algo raro en ella, en general sus modos eran o de enojo, irritación, o despreocupada alegría, pero era importante que a Léa le quedara bien clara esa parte.
Ya concluidas las tratativas, el pago y todo lo demás, podía sentirse más relajada y dejarse llevar un poco mas por su habitual talante amistoso.
-¿Dónde pasas la noche? ¿No quieres ir a beber algo? – Le pregunto sonriendo de modo travieso, le gustaba la idea de conocer un poco más a quien iba a llevar un mensaje tan importante para ella.
A medida que la mujer iba avanzando en la lectura la inquietud de la pirata aumentaba, y en las partes que resultaban especialmente cursis para lo que ella estaba acostumbrada directamente sentía que las mejillas se le ponían levemente coloradas. Era bochornoso al extremo el enviar algo así, y solo podía pensar que ojala ninguno de sus compañeros pasara por ahí en ese momento para hacer preguntas y burlarse de ella.
-Sí, sí, sí, está bien así - Dijo apurada, queriendo que todo termine pronto – Déjame que la firme y ya… - Tomo la pluma y con mucha más agilidad de la que se esperaría en una pirata hizo una bonita firma con ribetes y todo. Luego llevo su mano a uno de los bolsillos de la chaqueta y saco dos ducados para pagarle a la escriba – Ahora es importante que sepas algo de Nehmen, no debes preguntar por Florangel de modo directo… Tienes que preguntar por Kur en la taberna “El mal paso” que está en el puerto, el dueño del lugar te lo va a señalar, seguramente estará ebrio durmiendo en alguna mesa. Debes dársela a él, y decirle que es una carta de Sophitia. Eso es todo, él se encargara del resto.
Cualquiera diría que era tomar demasiadas precauciones por algo tan trivial, pero la pirata no confiaba en nadie, y cuando se trataba de que su hermana estuviera a salvo tomaría todos los recaudos que fueran necesarios y mas también. Si alguno de sus enemigos sabía que Florangel estaba sola en Nehmen… No quería ni pensar en la posibilidad.
-Por favor, que nadie más que tu y Kur sepa para quien es la carta o pondrás en riesgo la seguridad de ella – Le pidió con seriedad, algo raro en ella, en general sus modos eran o de enojo, irritación, o despreocupada alegría, pero era importante que a Léa le quedara bien clara esa parte.
Ya concluidas las tratativas, el pago y todo lo demás, podía sentirse más relajada y dejarse llevar un poco mas por su habitual talante amistoso.
-¿Dónde pasas la noche? ¿No quieres ir a beber algo? – Le pregunto sonriendo de modo travieso, le gustaba la idea de conocer un poco más a quien iba a llevar un mensaje tan importante para ella.
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