Yo-ho-ho {Privado Sophitia}

Estar en Thialir le daba a Sophitia una constante sensación desagradable, como un mal sabor de boca mezclado con una impresión fría en el estomago, era como si el tener tan cerca a la Orden de la Dama le diera picor en el cuello, justo a la altura en que se cerraba el nudo de la horca. Pero cuando un negocio era bueno no se podía estar uno con delicadezas ni caprichos, le habían dicho que unas telas que había conseguido por medio de un intercambio en Nehmen podían venderse por un buen precio en la zona de artesanos de Ashper.

Cierto era que su fuente de información no era de lo más confiable que había, y que ella de telas finas sabía muy poco, pero por la suma que le habían dicho valía la pena intentarlo al menos. Había llegado hacia unos tres días, y casi de inmediato se había puesto a recorrer la parte de la ciudad que albergaba a los artesanos encargados de confeccionar ropas para las familias importantes de Jaspia. Tal como le habían dicho, prácticamente se las quitaron de las manos, incluso Sophitia se había podido dar el lujo de especular un poco con las sumas.

Al final había salido del comercio con dos vestidos nuevos que estaba segura que a Flor le encantarían, y además de eso con una bolsa de dinero atada a su cintura. El barco que la dejaría de nuevo en Nehmen no zarparía hasta que hubiese comprado todo el material que había venido a buscar, por lo que la pirata tenía varios días libres mientras tanto para poder hacer lo que se le antojara. Oro y tiempo libre era una combinación muy mala en manos de Sophitia, y ella misma lo sabía perfectamente, si no tenia cuidado estaba segura que todo terminaría en una apuesta mal pensada, un robo imprevisto o simplemente lo gastaría en alcohol.

No podía permitirse el ser tan poco previsora, había algo importante que tenía que hacer con ese dinero, algo que haría muy feliz a su querida hermana. Ajusto la tira de la bolsa y se prometió a si misma que esa vez no haría ninguna tontería, Thialir era un lugar sumamente tranquilo y calmado, sobre todo a comparación de Nehmen, así que para sus adentros pensó que tal vez no sería tan difícil aguantar.

Y allí se encontraba ahora, alejada del centro de la ciudad, en una de las conocidas praderas de la isla, tenía la espalda apoyada contra una enorme roca y algunas botellas de alcohol vacías descansaban tiradas junto a sus piernas. El fuerte viento que soplaba en el lugar hacía del calor algo mucho más llevadero que cuando se estaba en las asfixiantes urbes, tenía que admitir que no se estaba tan mal. Por estar relajada y con los ojos entrecerrados siquiera se fijo en la llegada de la extraña, aunque lo cierto era que si hubiese advertido la visita su reacción no hubiese sido muy distinta.

-Jajajaja, vaya bocaza que tienes - Fue lo primero que respondió Sophi, levanto las manos y las apoyo tras su cabeza para usarlas como almohada, al parecer sin intenciones de moverse de donde estaba - Entonces, Señora Escandalosa, según entiendo si no me doy vuelta no estaría aceptando hablar ni con usted ni con sus amables lacayos ¿Cierto? - Sacó la mano derecha de atrás de la cabeza y aún sin abrir los ojos busco a tientas una de las botellas, en cuanto la encontró se la llevo a la boca, pero tan solo quedaban unas pocas gotas abandonadas en el fondo - Maldita sea mi suerte... -Tiro la botella a un lado y suspiro - Pensé que había comprado las suficientes... - Y sin duda a dos o tres hombres les hubiese alcanzado, pero la pirata podía beber como para cinco - ¿Venias aquí por algo en particular? ¿O te gusta aburrir a las personas en tu tiempo libre?