Dos entes y un objetivo

Alma guió al espíritu demoníaco que era ahora Luthys hasta un pequeño claro. Habían dado un rodeo del camino normal a la Posada. Al estar ese claro en el camino que llevaba a la Fortaleza no solía haber mucha gente, y seguía conservando lo bonito de la naturaleza que el Reino empezaba a perder. Era tranquilo y apartado, justo lo que Luthys buscaba para volver a su apariencia humana.

Los árboles no eran demasiado viejos, pero sí lo suficiente para creare un techo natural en aquel pequeño paraje. Un pequeño claro se abría cerca del borde, tan pequeño que las copas de los árboles seguían cerrándose sobre él.
Uan vez llegaron, Alma se quedó flotando junto a un árbol. Extendió su percepción por todo el bosquecillo, que era tan pequeño que casi podía entrar enteramente en ella, y se cercioró de que no había nada fuera de lugar.

< Estamos solos. Este es un buen sitio para que puedas recuperar tu forma. >

Dijo a Luthys.

Estaba contenta. Había conseguido procesar que a pesar de ser un demonio, no era una mala persona, aunque aún le resultaban términos contradictorios. DE alguna forma, se sentía bien por ayudarle.

Siguió a Alma sin rechistar, pues no quería malgastar energía inútilmente en chorradas. Ella parecía tener muy claro donde dirigirle, y eso a Luthys le alivió bastante.

Por fin llegaron a un bosquecito, precioso dicho sea de paso, y tranquilo, que era lo verdaderamente importante en aquel momento de su historia. Aquel lugar le encantaba. Estaba ansioso por descubrir más cosas de él.
Esperó hasta que Alma supo dónde colocarse ambos. Y con un leve asentimiento apenas audible, se acercó al suelo. Allí, se concentró nuevamente. Apenas le quedaban fuerzas ya, y esperaba conseguirlo sin ningún problema.

Empezó a notar como recuperaba volumen y forma, este proceso era más lento del contrario, a le vez que reconfortante. Notaba ya sus extremidades, tanto inferiores como superiores. Y, antes de darse cuenta, calló al suelo, algo más bruscamente de lo que hubiera preferido. Se notaba ahora muy cansado.

- Bien...-logró articular- ¿Dónde vamos?- Su voz era apenas un susurro, pero eso no era problema para Alma, por suerte. Bien, ahí estaba otro punto positivo de su nueva amiga. ¿Podía llamarla amiga? Si no lo era, sí que era lo más parecido a un amigo que había tenido desde hacía tiempo, por no decir desde siempre. Pues los demonios no tenían amigos, todo eran hipocresías, falsedades y mentiras. Y en el fondo, así era él.

Alma contempló, o más bien percibió, cómo la sombra que era Luthys adquiría solidez. Pronto volvió a tener la forma humana del demonio ante sus ojos, con sus cascadas de oscuridad en la espalda a modo de alas, y esos ojos rojos brillantes.

Se sorprendió a si misma pensando que realmente no daba tanto miedo. Al principio impresionaba, pero ahora empezaba a percibir matices. Como que no veía solo un par de rubíes brillantes sino que en el fondo del resplandor se podía leer como en cualquier otra mirada. Alma podía ver el cansancio, y casi le pareció distinguir la tristeza grabada en el fondo de aquellos pozos de fuego. Pero quizá sólo eran imaginaciones suyas.
Definitivamente, había algo de especial en aquel demonio, o a lo mejor es que los demonios no eran realmente como se les pintaba. Aún con todo, como no tenía forma de saberlo, la fantasma prefirió quedarse con la primera idea.

Ante la pregunta, la espectro se paró a pensar. Su próxima parada era a posada, sin duda alguna. Pero le parecía que el demonio estaría cansado. Supuso que el cambio debía de llevarle un gran esfuerzo.

< Pues... Creo que podíamos quedarnos aquí un poco, si quieres. Puedes sentarte un poco y descansar. Hay una caminata bastante larga hasta la posada, hemos dado un rodeo para poder venir aquí. >

Alma sonrió. Sí, estaba preocupada por un demonio. ¿Y qué? Era la primera vez que sentía que era realmente útil desde hacía mucho tiempo. Y Luthys no era tan malo. O al menos no lo parecía.

Escuchó la respuesta del espectro y sonrió en agradecimiento. Estaba claro que Alma estaba preocupada por él y atenta de su estado. Agradecía su presencia profundamente, pues, tal y cómo había llegado al reino, no hubiera tardado ni dos días en morir.

Hacía un tiempo, hubiera estado encantado, pero ahora la idea de morir era horrible. Se acomodó en el suelo. Estaba totalmente tumbado, y colocó sus manos bajo su cabeza, de apoyo. Tras eso, contempló a Alma durante un buen rato, en silencio. En sus labios había una sonrisilla dibujada. Pronto se dio cuenta de lo intimidante que podía resultar aquella actuación y viró su vista al cielo. Aunque, con tantos árboles, de cielo veía más bien poco. Pero no importaba, no era el cielo lo que buscaba ver, sino solamente lo que su vista fuera capaz en ese momento. Deseaba pensar en algo, pero no sabía en qué. Por esta vez, prefería alejarla a ella de sus pensamientos, ya era hora de descubrir nuevas cosas con las que ocupar su mente.

- Sí, prefiero esperar aquí. Me gusta este sitio. No sé por qué.- Tras una pausa, añadió:-¿Qué te pasó?

Era algo por lo que acababa de sentir curiosidad, ¿qué le habría pasado a la chica para convertirse en fantasma tan joven? Era cierto que él había visto fantasmas de todas las edades, pero los jóvenes eran los menos. Esperaba una buena historia.

Cuando Luthys se decantó por quedarse un rato y se tumbó, la fantasma se "sentó" en el aire, flotando cosa de medio metro sobre el suelo. Dejó que su percepción se extendiera por el claro mientras duró el silencio. Realmente era un lugar muy apacible y dejó que la paz que emanaba, (como pocos sitios en el reino), la inundara por dentro.

Cerró los ojos, lo que no impedía que lo siguiese viendo todo en cierto sentido, y dejó vagar su mente. Se fijó en los detalles y reparó entonces en la mirada y la sonrisa del demonio. Realmente daba un poco de miedo, pues esa expresión resultaba intimidante a primera vista. Aunque detrás de las apariencias pudo descubrir que era una sonrisa bastante normal... o eso le parecía. Sonrió a su vez, casi sin darse cuenta, y continuó con su investigación exhaustiva del lugar, intentando no centrarse en la mirada que Luthys mantenía en ella.

Se le hacía extraño que la miraran tan fijamente. No por incomodidad, sino porque llevaba tanto tiempo siendo invisible al mundo que el hecho de que alguien tuviese toda su atención centrada en ella le hacía sentirse nerviosa. Ya no recordaba lo que era pararte a pensar qué pensaría la otra persona al mirarte. Cierto, había estado con más gente en el reino que podía verla y oírla, pero era la primera vez que sentía que alguien estaba tan pendiente de ella en ese sentido, como si se estuviese formando una idea de ella a través de lo que veía. Y alma no estaba acostumbrada a que nadie se hiciese una idea de ella mirando su cuerpo translúcido.

Cuando el demonio pareció darse cuenta de su nerviosismo y retiró la mirada, Alma se tranquilizó. Sonrió de nuevo. Ante la pregunta, no pareció sorprendida, sino que se quedó callada. No es que estuviese pensando en si contárselo o no. Hasta el momento nunca había hablado de aquello con nadie pero... realmente se sentía cómoda allí, y el demonio no parecía tan malo como lo pintaban en las historias. Además, Luthys le había contado su historia, había confiado en ella sin apenas conocerla. Y ella no encontraba ningún motivo para no hacer lo mismo.

Levantó la cabeza para mirar al cielo, o algo parecido, mientras intentaba ordenar sus pensamientos. Realmente... ¿Le había pasado algo para estar así? La gente normal suele necesitar el requisito de morirse, pero ella no recordaba haber muerto...

< Si pasó algo, no logro recordarlo.> su pensamiento sonó suave y tranquilo. < Sólo sé que me sentía fuera de todo, como un mero espectador del mundo... y un día me levanté de la cama, y noté que las cosas eran diferentes. No recuerdo haber muerto, ni siquiera haber oído a mi madre llorar o haber visto mi cuerpo o mi funeral. En aquel momento tenía la impresión de que por fin tenía lo que quería. Quería formar parte de las cosas, disfrutar de la naturaleza, de lo hermoso del mundo de una forma más profunda... y aquel día sentí que todo eso era accesible para mí. Pensé que descubriría sensaciones desde un punto de vista nuevo, cercano, y eso era lo único que ocupaba mi mente. >

Todo sonó de forma organizada y tranquila, con múltiples pausas cortas mientras ponía en orden lo que diría a continuación. Al acabar, hizo una pausa aún más larga, no sólo para organizar sus pensamientos, sino también para hacer un amago de suspiro. Era una costumbre que no se le quitaba por mucho tiempo que hiciese que no necesitaba respirar. Bajó la cabeza para fijar su mirada en algún punto delante de ella, en el suelo. Su siguiente pensamiento sonó apagado y triste.

< Hasta que me cansé de mirar... y me di cuenta de que no había nadie con quien poder compartir todo aquello >

El demonio esperó pacientemente a que la chica contestara. Estaba claro que los demonios nunca piensan en lo que sus palabras pueden producirles a la gente, por lo que no dudó un momento en preguntarle algo que podría incomodar a su acompañante. Pero, era un demonio, y tenía aún ciertas características de su raza, difícilmente disimulable.

Cuando Alma comenzó a hablar, la escuchó tranquilamente. Se mantuvo impávido ante lo que la chica le contaba. La verdad es que era algo triste. Morir sin saber cómo has muerto...debía de ser horrible. Pero aún peor tenía que ser lo dicho en su última frase.

- Yo...soy un demonio. Y en mi carácter va el no saber animar a la gente.- Hizo una pausa. Aún no le había dirigido una sola mirada.- Pero, si te sirve de consuelo, ahora puedes compartirlo conmigo. Es decir, sé que no soy el compañero ideal, pero tampoco parece que tengas ningún otro.- ¡Totalmente un demonio! Eso había sido cruel.- Perdona, no quise decir eso...Emm... Bueno, en fin, creo que igual es mejor irnos ya.

Hizo ademán por levantarse, pero no pudo. Aún le faltaban fuerzas, y volvió a tumbarse. Sonrió a Alma pero con gesto de derrota. No le gustaba sentirse indefenso, y así era precisamente como se sentía ahora. Casi como cuando la perdió a ella...

- Bueno, tendré que esperar un poco más aquí.- Tras un silencio, añadió:- La verdad es que no sé cuáles son tus planes, pero, no hace falta que te quedes conmigo si no quieres. Quizá tienes gente a la que ver, o algo que hacer...

Alma continuó mirando al suelo después de terminar de hablar. Recordaba la sensación que la embargaba ahora mismo. Agachó un poco la cabeza y una cascada de pelo translúcido le "tapó" la cara, aunque sabía que no podía llorar. Agradecía el no tener cuerpo en esas circunstancias, porque te delatabas mucho menos. Aunque también era cierto que el no poder sacar los sentimientos fuera de ti era algo un tanto frustrante.

Cuando Luthys habló, Alma le miró. Al principio con sorpresa y, a medida que el demonio avanzaba en su discurso, se convirtió en gratitud, seguida de una extraña expresión de incredulidad y luego una sonrisa divertida ante sus autocorreciones.

Cuando intentó levantarse, Alma se irguió y se acercó. No le parecía que hubiese reposado: apenas hacía un rato que había vuelto a su forma humana. Ante la sonrisa derrotada de su acompañante, le miró fijamente y le sonrió con tristeza, en un ademán empático. Entendía lo que le pasaba. No es fácil acostumbrarte cuando las cosas cambian. El ser humano le tiene miedo al cambio, y el resto de seres presumiblemente también. Después de muchísimos años viviendo de una forma, un cambio puede obligarte a cambiar tu concepción de las cosas, o a actuar de un modo distinto, o a acostumbrarte a una nueva situación. Y eso cuesta. Cuesta mucho. Quizá demasiado. Había gente que se adaptaba rápido, pero Alma era del grupo de gente a la que le costaba horrores. Cuando se encontró con que era un espectro, no pudo evitar sentir que todo se derrumbaba a su alrededor, y cuando se dio cuenta de que prácticamente nadie podía verla y los que la veían huían, se sintió muy muy sola. Aún ahora seguía recordando los buenos momentos de su vida anterior. Aunque sólo fuesen un puñado de recuerdos, era lo único que le quedaba, aparte de los malos momentos que prefería no recordar, pero que le asaltaban de vez en cuando.

Todo aquello la ponía muy triste, y sin darse cuenta había vuelto a mirar a algún sitio más allá de las puntas de sus pies. Las últimas palabras del demonio la sacaron de su ensimismamiento.

Levantó la vista y le miró fijamente.

< No conozco apenas a nadie en este Reino y creo que tienen cosas mejores que hacer que aguantarme > Su voz no sonaba enfadada ni triste, sólo extrañamente átona. Como si distintas sensaciones se cruzasen y se hubiesen anulado mutuamente. Pensaba en Berbiz. Le hubiese gustado ver a Amneris pero no quería volver a encontrarse con aquella mujer manipuladora. Y de Terra no sabía nada.

< De todas formas, nada que pudiese tener pensado hacer sería lo suficientemente importante como para dejarte solo. >- Añadió, con voz resuelta.

Era cierto. Aquel demonio había resultado ser la mejor compañía que había encontrado en el reino. Aunque pareciese una tontería, el hecho de que hubiese confiado en ella, a pesar de su metedura de pata al conocerle, le había hecho recordar lo que era sentirse a gusto en compañía. Realmente ni siquiera estando viva había tenido muchos momentos así. Esos momentos en los que te parece que nada es del todo malo porque hay alguien capaz de escucharte, de compartirlo contigo e incluso de animarte en ocasiones. Se sentía segura con el demonio (no pudo evitar sonreír para si misma ante esta reflexión).

<< No quiero marcharme. Me quedaré contigo >> Hizo una pequeña pausa, y su voz sonó algo más nerviosa e insegura al añadir. << Bueno, al menos hasta que lleguemos a la posada. Y si no te importa claro >>
Quizá el demonio lo había dicho porque quería que se marchara...

Escuchó agradecido las palabras del espectro. Y no respondió. No al principio. Permaneció en silencio, tumbado, con los ojos cerrados.

Lo cierto era que le gustaba la compañía de Alma. Se había sentido muy solo tras la muerte de ella y el desprecio de los de su raza. Sabía que no iba a ser fácil olvidarse de todo el amor que le tenía, pero quizá sería menos complicado con alguna compañía. Sobre todo si esa compañía era alguien que podía entenderle casi a la perfección. Estaba seguro de que era eso lo que hacía que sintiera un gran deseo de que el fantasma le acompañara, pues ella era la más indicada para comprenderle.

- Sinceramente, preferiría que te quedaras, no un tiempo límite...- dijo de pronto. Después hizo una pausa- Desde que tengo tu compañía no me siento solo. Lo he pasado muy mal y aún espero tener mucha vida por delante. No quiero agotar el tiempo sin más...

Confiaba en que Alma entendiera su postura.

Alma miró al demonio mientras permanecía callado y en silencio. Algo dentro de ella se removió, inquieto. Esperaba oír algo como que le parecía bien y en el fondo temía haber hecho aquel añadido. No le apetecía marcharse. Se sentía bien co el demonio, no se sentía sola y parecía que se comprendían bien.

Por eso sus ojos brillaron (o algo parecido) cuando escuchó lo que Luthys decía. Al parecer sentía lo mismo que ella, y eso le agradaba. Llevaba mucho tiempo sin conectar con alguien y poder hablar a gusto. Y además, por primera vez en mucho tiempo se sentía útil. Estaba haciendo que Luthys no se sintiese solo y eso le hacía sentir casi viva. NO son muchos los fantasmas que puedan decir que han servido para disipar la soledad.
No pudo evitar sonreír.

< Ya te he dicho que no tengo nada que hacer. Me puedo quedar contigo todo el tiempo que quieras. Yo también he dejado de sentirme sola desde que nos encontramos en la cascada. >

Flotó otra vez y se "sentó" junto al demonio, en sentido contrario para poder mirarle de frente.

<< Ya encontraremos algo para que puedas aprovechar el tiempo. > comentó guiñándole un ojo.

Después de una pausa añadió.

< ¿Como vas?¿Mejorando?> Suponía que aún no se habría recuperado del todo pero era una buena forma de mantener la conversación activa.

Agradeció con una sonrisa las palabras del fantasma. A la pregunta de si iba mejorando, se limitó a asentir con la cabeza sonriendo. Después, cerró los ojos y suspiró.

- ¿Sabes? Es curioso que nunca haya tenido contacto con ningún fantasma hasta el momento. Siempre he sabido de vuestra existencia en el mundo, por supuesto, he visto demasiados como para no hacerlo, pero contigo es diferente. Es diferente en el sentido de que nunca creí que no todos estuvieran locos. A los pocos que he escuchado hablar, bien a posta o por error, estaban totalmente idos, habían perdido el norte.- Hizo una pausa, y en el rostro de Alma creyó ver un leve sonrojo.- Pero al conocerte a ti, he comprendido que hay otras almas, diferentes, cada cual con su historia, sus sentimientos aún, con la cabeza en su sitio... Es extraño darme cuenta de todo esto, sobre todo después de tantos años en el mundo de los vivos... Pero me gusta, es descubrir algo nuevo, es otra cosa que hace que la vida no sea siempre la misma. Supongo que esto puedes entenderlo a la perfección, pues no creo que en tu...emm...vida haya demasiados cambios que la hagan diferente cada día, ¿no? - No siguió, y el tono de su voz no pedía una respuesta. Por lo que, tras un silencio, se levantó, estiró sus brazos y respiró hondamente.- ¿Qué te parece si vamos ya a la posada esa?
Echó a andar sin esperar la respuesta de Alma, estaba claro que ya era hora de irse de allí. Por su parte, se encontraba ya perfectamente, por lo que no había motivo alguno para seguir allí de cháchara. Además, no estaba seguro de que esos guardias no hubieran dado la alarma para que les buscaran...o mejor dicho, de que le buscaran, pues al espectro no le habían visto. Eso era algo bueno, la verdad, aunque él pudiera transformarse a una simple sombra, no era lo mismo que ser un fantasma, aunque era mejor, sin lugar a dudas.

El demonio caminaba observando a su alrededor. Todo era hermoso... hasta que llegaron a un gran lago de hielo. Le llamó la atención aquel lugar, nunca había visto nada parecido. Era hermosísimo. Se alegró de no tener frío nunca, pues supuso que allí haría y mucho. Buscó a Alma con la mirada, y cuando la encontró, le sonrió emocionado. Al otro lado del lago cubierto de hielo, se alzaba un edificio, que supuso era la posada. Por eso el nombre "La posada de hielo", muy acertado. Buscó con la mirada la forma de pasar al otro lado, a la posada. No encontró nada y acto seguido preguntó a su compañera:

- ¿Cómo llegamos al otro lado?

La apreciación del demonio habría sido correcta si la fantasma hubiese podido sonrojarse. Pero sí es cierto que su expresión era exactamente la de una persona sonrojada, sin contar que le faltaba el rubor en sus mejillas casi transparentes.

Sabía que no le pedía contestación, y de hecho no habría sabido qué contestar. Ciertamente Alma se había tomado aquellas palabras casi como un halago, aunque no entendía bien ni sus propios motivos para ello.
Se incorporó con el demonio, que ahora estaba completamente restablecido y asintió ante su pregunta.
Con una sonrisa, flotó a su lado mientras se ponían en camino hacia la posada.

Durante el camino no hubo palabras. Eso a la fantasma no le molestaba, se contentaba con la simple presencia de alguien que la veía y que de vez en cuando la miraba cuando ella pensaba en voz alta algún que otro comentario sobre el paisaje. Hermoso, pero cada vez más tétrico por culpa de Zeroguld.

Cuando por fin apareció ante sus ojos el lago helado y la posada, se quedó un poco por detrás de Luthys. Había experimentado ella misma la impresión que causaba ese lugar y sonrió al recordarlo mientras imaginaba lo que se estaría pasando por la cabeza del demonio.

Estaba a punto de contestar a su pregunta cuando notó algo. Se quedó anonadada extendiendo su percepción fantasmal y se dio cuenta de algo: estaba nevando. Los copos empezaban a caer de forma lenta, pero a cada minuto se notaban más. Ella no podía sentir el frío y eso era en parte una de las causas de que no se hubiese percatado del descenso de la temperatura desde hacía un buen rato.

Se quedó mirando al cielo durante algunos minutos, observando la nieve caer y arremolinarse a su alrededor. La estampa era de veras hermosa, con el lago y la posada de hielo de fondo.

Habría suspirado. Recordaba la última vez que había visto nevar, hacía ya tanto tiempo. Recordaba el frío y que eso le daba igual porque le ayudaba a no pensar en sus problemas. A su mente acudieron imágenes de prados blancos como la leche y también los sentimientos que le provocaban.

Extendió la mano, en un gesto más instintivo que otra cosa, esperando a sentir el frío de los copos cayendo sobre su mano, pero éstos la atravesaban limpiamente. Lo contempló maravillada con un deje de melancolía en la mirada.
Hacía tanto, tanto que no veía nevar... casi lo había olvidado todo.

Entonces fue consciente de que el demonio seguía allí. Sacudió la cabeza y lo miró, con expresión culpable y avergonzada.

<< Vaya, perdona. Hacía mucho tiempo que no veía nevar y... supongo que me ha ausentado sin querer >>

Supuso que Luthys entendería a qué se refería con "ausentado", puesto que era obvio que no se había movido del sitio. Se refería a que su cabeza se había ido de la realidad durante un instante, trayendo los recuerdos dormidos.

<< Para llegar a la posada hay que cruzar el lago.>>- Se apresuró a añadir cuando recordó la pregunta que aún no había contestado.

No podía creerlo. Elevó su mano derecha hasta la altura de su pecho y dejó que algunos copos de nieve se posaran en su palma. Contempló cómo era cierto que estaba nevando, se había dado cuenta en seguida, pero pensó que sólo sería lluvia. Comprobar que estaba equivocado era como sentir un puñal atravesarte el corazón. La razón para sentirse así era simple: ella. Siempre ella.
 
Recordó, de manera profunda, las veces que ella le había hecho conducir durante horas sólo para pasar un día en la nieve. Para ella el invierno era la mejor estación del año, y qué decir de la nieve. Que el cielo le regalara una gran nevada era lo mejor que le podía pasar. La recordó con su bonito gorro de lana de colores rojo, amarillo y verde oscuro que tan bien le quedaba. Solía llevar una bufanda y unos guantes compañeros al gorro con los que, junto a su nariz roja por el frío y esa sonrisa de felicidad tan exagerada, parecía una modelo de alta categoría. Estaba bellísima. Por su parte, él no necesitaba demasiado abrigo, pero debía llevarlo si no quería llamar demasiado la atención. Le encantaba contemplarla jugar con la nieve como si de una niña se tratase, la ayudaba a hacer muñecos de nieve, y una vez logró dibujar con nieve en el parabrisas del coche un corazón con sus iniciales en el interior.
 
¡Cómo la echaba de menos!
 
De pronto oyó la voz de Alma en su cabeza, salió de su ensimismamiento y la miró.
 
- Está bien, atravesemos como sea el lago y vayámonos de aquí.- Se dio cuenta de que el tono empleado en su contestación no era para nada agradable y, aunque no le apetecía hablar en ese momento, intentó arreglar su fallo.- Lo siento. No soporto la nieve.- Mintió, pues en el fondo a él también le gustaba, por la misma razón que no le gustaba en absoluto ahora: le recordaba demasiado a ella. Pero eso no podía decírselo a Alma, no ahora, al menos.- ¿Cómo atravesamos esto?- volvió a preguntar con la vista fija en el suelo. Ni siquiera podía mirar al fantasma.

Alma se sorprendió y mucho ante la reacción de Luthys. No parecía lo más normal y además tenía la extraña impresión de que era una reacción instintiva de protección que un ataque hacia ella. Su percepción atinaba a distinguir varios sentimientos que no conseguía ubicar, aunque le había parecido distinguir atisbos de tristeza y melancolía.

<< Tranquilo >> su contestación sonó más a sugerencia que a aceptación de disculpas. De hecho no se había sentido ofendida ni mucho menos. Se preguntaba qué había podido causarle aquella alteración tan palpable.

Pero sus motivos tendría, y la fantasma pensó que quizá podría ver con lo que le había contado de él. A pesar de todo no era momento para preguntas estúpidas. Sintió que quería animarle e intentó pensar la mejor forma de hacerlo.

SE acercó a él flotando y se inclinó, poniendo su cabeza translúcida en mitad de su campo de visión, mientras le sonreía de forma divertida.

<< ¿Qué prefieres? ¿Patinaje sobre hielo o trineo humano? >>

Era una manera de responder a su pregunta y al mismo tiempo, hacer una broma para animarle. Esperaba no haber metido mucho la pata.

<< Espero que tengas buen equilibrio. En ocasiones como esta me alegro de ser una fantasma. Viva nunca habría podido dar más de dos pasos sin romperme la cabeza contra el hielo >>

Después de esto soltó una risita.

Y mentalmente cruzó los dedos para que Luthys dejara de pensar y se animara un poco.

Luthys siguió pensando en ella, viendo su rostro flotar en el interior de su mente... aún en contra de su voluntad. No quería olvidarla, pero recordarla le era tan duro...
Tras unos instantes, la cabeza de su compañera espectro apareció ante su cara. Sin poder evitarlo, bajó la vista instintivamente. Luego volvió a mirarla.
Y sonrió.

- ¿Estás bromeando?- dijo.- ¡Yo no sé patinar sobre hielo! Es decir, soy un demonio y tal, pero ¿patinar sobre hielo? Eso no entra dentro de las características de nuestra raza.- Habló en tono totalmente alegre, pues poder cambiar de sentimientos aparentes con rapidez sí entraba dentro de las características de su raza.

Agradeció muchísimo la broma de Alma, y su sonrisa, sus gestos alegres. Agradecía que le tratara bien, y que ni siquiera se molestara por sus malos modos. Agradecía haberla conocido y que no le importara seguir a su lado. Hacía tiempo que no tenía amigos, y mucho menos amigos fantasmas.

- Está bien.- Hizo pausa y añadió, con sonrisa burlona - Como creo que te voy a dejar realmente anonadada con mi destreza patinando, será mejor que vayamos como todos los humanos, ¿qué te parece?

Alma amplió su sonrisa al ver la del demonio. Al parecer había conseguido animarle un poco. Se quedó quieta un segundo, sin contestar, flotando junto a Luthys, con la cabeza vuelta para mirarle con aquella sonrisa llena de sinceridad y gratitud.

De alguna manera se sentía como hacía mucho no se había sentido. Un cosquilleo la recorrió por dentro, o al menos esa sensación, y supo que, de haber tenido un cuerpo vivo, no habría podido evitar que los músculos de su cara le dolieran de tanto sonreír, aunque hubiese querido. El sentimiento de vacío que la embargaba desde antes incluso de ser un fantasma se había quedado relegado a segundo plano, y se sorprendía al reconocer que no siempre había estado ahí. Había acabado teniéndolo como algo propio de ella, y de repente se llenaba. Y tuvo la vaga impresión de que alguna vez en su vida había habido gente junto a la cual se había sentido llena, pero no lograba ubicar las caras. Hacía mucho de aquello y el recuerdo emergía deforma muy borrosa. Quizá si se concentraba lograría recordar las caras de aquellos que nunca debió olvidar.

POr suerte su percepción era muy amplia, y captó las palabras del demonio. LE llegaron despacio, a duras penas, pero le llegaron y eso la sacó de sus pensamientos. Rápidamente los puso en orden para contestar al demonio.

<< Perdona >> - dijo en la mente de Luthys, sin variar su expresión agradecida y su sonrisa alegre.

<< Tú decides cómo quieres ir, después de todo eres el único que tiene que cruzarlo, propiamente dicho. >> bromeó << La gente normal suele intentarlo andando, pero procura mantener el equilibrio porque si te caes no podré agarrarte. >>

Sonrió de nuevo y contestó:

- Mejor, vayamos en la barca. Creo que resistiré mejor el trayecto. No es que me importe caerme, Alma, ¿olvidas que soy casi tan inmortal como tú?- Le guiñó un ojo, burlón.

Subió en la primera barca que encontró y se dispuso a comenzar el trayecto, que no fue largo. Durante él, no abrió la boca, más concentrado estaba en llegar rápido. No sabía por qué, pero no le gustaba ese lugar, prefería llegar pronto a un lugar más acogedor. Y esperaba que ese lugar fuera la posada a la que se dirigían.

Por fin cruzaron el lago helado y el demonio bajó de la barca.

- Bien, no ha sido tan difícil después de todo - sonrió y miró al gran edificio, hecho de hielo, que tenía justo delante.- Vaya, esto es hermoso.- Realmente lo era. Parecía tan frágil que miedo le dió hacer movimientos bruscos. Pensó entonces, que si se trataba de un lugar hecho de hielo, dentro no debía de estarse muy calentito. En realidad, el calor o el frío no eran aspectos que a él le molestaran en absoluto, pues no iba a notarlos, pero le llamaban la atención.

Miró a Alma, dejando ver el ansia por descubrir el interior de ese lugar.

La fantasma sonrió ante las muestras de buen humor del demonio. Al parecer había conseguido que se olvidase, al menos por un rato, de lo que le atormentaba. Eso la hizo sonreír de nuevo.

Flotó junto a Luthys mientras éste montaba en la barca y lo siguió mientras cruzaba el lago helado. La barca iba despacio, ye so les dio tiempo para admirar el paisaje y la posada. No era la primera vez que iba allí y por ello no le impresionaba tanto como al demonio, pero ciertamente el edificio de hielo, casi como de cristal, imponía bastante. Era bellísimo.

Durante el trayecto no habló ninguno de los dos. Luthys estaba demasiado ocupado admirando el lugar, y Alma no quería molestarle. Realmente era una experiencia única ver el lugar por vez primera.

Al final, llegaron al otro lado y Luthys comentó algo sobre el trayecto. Alma iba ensimismada en sus pensamientos y le costó un poco reaccionar. Sacudió la cabeza y sonrió antes de contestar.

<< Ciertamente es precioso. ¿POr qué no entras? Después de todo, es a ti a quien van a ver. Yo lo he visto por dentro pero aún no he descubierto si hay alguien aquí capaz de verme, realmente. Entra y admira su hermosura en todo su esplendor, es realmente como de cristal. Yo seré tu sombra >>

Le guiñó el ojo, a sabiendas de que estaba deseando entrar.

Sonrió a Alma con una ilusión que hacía años que no experimentaba. Asintió con la cabeza y se dispuso a entrar. Pero frenó en seco y se giró hacia su compañera:

- ¿Puede haber peligro?- Pero no dejó que contestara pues pensó que allí no debía correr demasiado peligro, pues es el lugar que había para que los viajeros descansaran.

Entonces volvió a su quehacer. Abrió la puerta y entró. El lugar estaba bastante lleno y eso no le gustaba demasiado. A decir verdad, a los demonios no les gustan las aglomeraciones. No es que aquel lugar estuviera hasta los topes de gente, pero eran más de lo que Luthys hubiera preferido. Por otra parte, olía a comida, y él no tenía hambre, como era lógico. Fue entonces cuando pensó que debía de haber pensado en alguna historia para dejar claro que era alguien normal y corriente, que simplemente no tenía hambre debido al cansancio.

Pero luego pensó, al contemplar a la gente que le rodeaba, que seguramente no harían ningún caso del detalle de su apetito. Se quedó asombrado tras comprobar la variedad de seres que había allí. No solo pudo ver humanos, también elfos, guerreros, enanos... Y luego estaban Alma, la fantasma, y él, el demonio. Era de chiste.

- ¿Qué te parece si directamente voy a por una habitación?-formuló esa pregunta en voz alta, aunque sospechaba que Alma podía ver su pensamiento sin dificultad.

Alma sonrió ante la pregunta del demonio, una sonrisa divertida y a la par tranquilizadora. Aunque no le hizo falta decir nada, porque el demonio entró en la posada antes de que pudiese hacerlo. Era obvio que había razonado por sí solo. Aunque, si había guardias, podría ser un problema. De todas formas no se preocupó demasiado. Su percepción fantasmal le decía que aquel día la posada estaba abarrotada de gente, y eso era un alivio. Nadie se fijaría en Luthys, un viajero cansado que llegaba después de un largo viaje. Se apresuró a entrar, no sin poder evitar mantener una parte de su percepción alerta por si notaba la mirada de alguien. Desde que había llegado allí no había habido muchas personas capaces de verla, pero las cuatro eran muchas más de las que se había encontrado a la vez en todos sus años de fantasma. Y ya no recordaba cuántos eran.

Cuando el demonio preguntó en voz alta, algunas de las personas que quedaban más cerca le miraron. Pude ver a una mujer que enarcaba una ceja en señal de disgusto. A la fantasma le pareció oír que criticaba por lo bajo a los que permitían que gente así de loca entrase en el reino.

La miró, indignada, pues no cesaba de mascullar entre dientes criticando a Luthys por hablar solo. Obviamente la mujer no la había visto, ni la iba a ver, pero aun así, Alma la fulminó con la mirada.

< Me parece bien. >

Luego hizo una pausa mirando al demonio y añadió.

< Luthys... recuerda que la mayoría de la gente no puede verme, ni oírme. Si quieres decirme algo, puede ser más correcto que sólo lo proyectes a mi mente desde la tuya. Si llamas la atención sobre ti, los guardias se acabarán fijando. Y si te reconocen de la entrada...>

Alma se estremeció. SI los guardias de la entrada reconocían a Luthys irían a por él. Y tenía por seguro que no siempre podría sacar su esencia de su cuerpo y huir. No después de lo que le había costado recuperarse.

Sin darse cuenta flotó un poco más cerca de él, y se fijó mejor en todos los presentes en la sala, escrutándolos uno por uno, estirando su percepción para llegar a todos los rincones, alerta. Sería mejor que evitaran a los guardias por un tiempo, que el demonio se mezclara con la gente.

< Puedes pedir una habitación en el mostrador de ahí delante. > le indicó

Luthys miró a Alma disimuladamente y asintió con un leve movimiento de cabeza. No lo había pensado...

Así lo hizo. Se acercó al mostrador que se encontraba a unos seis o siete pasos de distancia y esperó. En seguida un joven vino a atenderle.

- Buenas, ¿quedan habitaciones?-preguntó Luthys con tono de cansancio. El joven asintió y le preguntó si antes no querría comer algo, a lo que el demonio mintió diciendo que había comido no hacía mucho y que lo único que quería era dormir largo rato.

Cuando obtuvo la llave de la habitación, se trasladó por la posada en busca de ella, con Alma detrás de sus pasos. Cuando llegó a la puerta de la habitación, miró a ambos lados del pasillo para comprobar si había alguien más. No lo había, y comprobado eso, metió la llave en la cerradura y abrió la puerta. Entró y espero un tiempo prudencial para que Alma pasara junto a él, hasta que se dio cuenta de que ella era un fantasma y que podía atravesar la puerta sin dificultad, entonces cerró la puerta tras de sí.

- Bueno, ya estamos aquí.- dijo al fin. Contempló la habitación, era realmente acogedora. Había una sala de estar, con dos sillones y una mesa. Siguió caminando por allí y llegó al dormitorio, con una cama de matrimonio y dos mesitas de noche a ambos lados de ésta. Al lado estaba el baño, pequeño pero suficiente. - Me gusta este lugar.- añadió sonriendo. - Aunque no quiero permanecer demasiado tiempo aquí. Ni aquí, ni en ningún sitio del Reino. Ya sabes, esos malditos guardias...y el problema de mi mortalidad...

Alma sonrió, aliviada, al ver que Luthys entendía a lo que se refería, pero no bajó la guardia. Le pareció percibir un par de guardias, pero cuando prestó más atención no había nadie allí.

Siguió a Luthys por los pasillos mientras buscaban la habitación, como un guardián silencioso. POr fin en la habitación se sintió más cómoda y segura, y se permitió bajar la guardia.

Inspeccionó la habitación con curiosidad: era enorme. La verdad es que tenía muchas más comodidades que una posada común. Flotó un poco arriba y abajo para fijarse en los detalles. Realmente acogedora, sencilla pero bonita.

< A mí también me gusta. Es muy agradable >

Luego miró a Luthys con una sombra de tristeza después de su exposición.

< Te entiendo... >

Le hubiese gustado decirle que los guardias no tenían por qué encontrarle allí. Que podía quedarse y no le pasaría nada. Pero no podía porque sabía que en aquel momento, cruzar las puertas del reino sin autorización podía causarle problemas. Y lo había hecho.
Se acercó a la ventana para ver la nieve que seguía cayendo suave y silenciosamente al otro lado del cristal de hielo.

dijo tras unos minutos en silencio, volviendo la cabeza al demonio. < Estaban borrachos, es posible que eso ocurra. Y si no te recuerdan es poco probable que puedas tener problemas, sólo tienes que mezclarte con la gente. >

Sabía que, a pesar de todo, el demonio no podía arriesgarse. Ahora que era mortal, si los guardias le reconocían y le apresaban no tendría escapatoria. Alma se estremeció de nuevo y volvió su vista otra vez a la nieve que se veía caer afuera.
No quería que le pasara nada a Luthys, eso era cierto. Pero también era cierto que le había dado miedo aquella afirmación.

"Ni aquí, ni en ningún sitio del Reino."

¿Significa eso que va a marcharse? - pensó. Como le había ocurrido ya en el claro un rato antes, el miedo la asaltó.

La fantasma sintió un nudo en el estómago, o su equivalente para un fantasma. Miró el reflejo de Luthys en el cristal, con sus ojos brillantes y sus cascadas de oscuridad, contrastando con la fragilidad y la transparencia del lugar.

Si se va... - siguió pensando - perderé a la única persona que me ha vuelto a hacer sentir bien desde hace mucho tiempo.

No quería que se fuese. Si él se marchaba volvería a sentirse perdida y sola, incluso más si cabe. No sabía por qué pero estaba segura de ello.

Sacudió ligeramente la cabeza para centrarse y volvió a enfocar la mirada a la nieve en lugar de al reflejo de Luthys, donde había estado fija todo el rato que había estado pensando. Intentó centrarse.

< Tienes razón. El Reino no es seguro para ti si resulta que los guardias te recuerdan y te reconocen... He visto suficiente en el poco tiempo que llevo aquí como para recomendarte que no te dejes coger. >

No miró al demonio mientras hablaba, le mandó sus pensamientos mientras su mirada seguía perdida entre la nieve. Sabía que su expresión era más seria de lo que debía ser y no quería preocupar a su acompañante. Tardó unos minutos en recomponer su expresión y girarse con una sonrisa.

< Pero bueno, disfruta de la estancia mientras estés aquí. Este lugar es muy bonito. >

El demonio recorrió de nuevo la habitación, comenzando a sentirse a gusto por momentos. Pensó en ella, y en cuánto le hubiera gustado ese lugar, esa habitación tan acogedora y amplia, situada dentro de un edificio de hielo... Oh, ella hubiera sido tan feliz como una niña pequeña viendo aquel lugar.

Apartó esos pensamientos de su mente, y fue entonces cuando Alma empezó a hablar dentro de su cabeza.

- Sí, supongo que no es para nada aconsejable quedarme aquí demasiado tiempo...-dijo como respuesta al espectro.- Pero quiero verlo todo, Alma. Este Reino es la mayor maravilla que yo haya visto jamás, y te aseguro que he visto mucho. No quiero irme de este lugar sin haberlo visitado. Debo hacerlo por ella.- La última frase había escapado sola de su boca.- ¿Me acompañarás?

Era lo que verdaderamente deseaba. Si ella no iba a acompañarle, él solo no sería capaz de viajar por aquel lugar. La soledad se adueñaría demasiado de él, y estaba seguro de que no lo soportaría. Por no hablar de la seguridad que la joven fantasma le proporcionaba...

Mientras esperaba la respuesta de Alma, se sentó en uno de los sillones que había en la habitación. Era bastante cómodo, la verdad, y estuvo seguro que iba a pasar ahí casi toda la noche. Era un lugar perfecto para charlar con su compañera, que era precisamente lo que tenía en mente, lo que le apetecía.
 

La expresión en la cara semitransparente de la fantasma la delató durante un momento, cuando el demonio dijo que se quedaría, que quería ver el Reino... y que quería que le acompañase. Reprimió las ganas de gritarle que por supuesto lo haría y trató de contenerse.

En cuanto pudo serenó su rostro, avergonzada de sí misma. Menos mal que no se podía poner roja. Tardó un poco en contestar, mientras miraba cómo se sentaba en el sillón.

< Si realmente quieres que te acompañe, será para mí un placer hacerlo. > Respondió al fin. < Además no he tenido oportunidad de ver todos los rincones de este Reino y sería para mí un gran honor contar con tu compañía para descubrirlos juntos. >

Pensó que quizá había sido una respuesta demasiado... ¿formal?¿forzada?¿excesivamente recargada de florituras del lenguaje?

Sacudió la cabeza para no pensar en cosas tan tontas en ese momento. Flotó hasta el sillón que había frente a Luthys.

< Parecen cómodos >

Comentó, sin saber qué otra cosa decir, mientras fijaba su vista en los sillones. Le hubiese gustado probarlos, realmente parecían muy cómodos, como no los recordaba.... claro que había muchas cosas que no alcanzaba a recordar, sobre todo relacionado con el mundo del tacto o de los sentidos "mundanos". En ocasiones como aquella le hubiese gustado tener un cuerpo que acomodar.

El demonio se acomodó, aún más si cabía, en el sillón en el que se encontraba.

- No puedes hacerte una idea de cómo son de cómodos. Y alégrate de no poder probarlos porque, querida amiga, no te podrías levantar de aquí. Suerte que quien te habla es un demonio de los buenos, y puede prescindir de toda comodidad con tal de no hacerte sentir mal...- le sonrió y se levantó, pues ciertamente no quería que ella se sintiera diferente.

Se acercó a una de las ventanas, que permanecía cerrada. Por un momento pensó en qué vería fuera, porque recordó que la posada era de hielo, y se encontraba junto a un lago helado. Por lo que se apresuró a comprobarlo. Y como era de esperar, se veía el lago, aunque no tan helado como lo hubiera estado años atrás, una pena.

Y volvió a su mente recuerdos de ella. ¿Cuánto tiempo más soportaría el dolor de su ausencia? Por otro lado, estaba seguro de que algún día debería contarle a Alma su historia. Al fin y al cabo, ella le había contado todo cuanto recordaba, y se sentía algo en deuda con ella. Si aún fuera un demonio corriente, no pensaría de ese modo, pero lo cierto era que hacía tiempo que había dejado de ser un demonio normal.

-Está bien, Alma, ¿qué es lo primero que me aconsejas ver?-le preguntó, esta vez en voz alta, mientras se giraba hacia ella.

<< Espera, no hace falta que te levantes... >>

Alma se apresuró a decirlo en cuanto Luthys hizo ademán de levantarse, pero fue un pensamiento vago y no sabía si el demonio no la habia oido o es quele había hecho caso omiso. En el fondo, se sentía agradecida. Era capaz de levantarse porque pensaba que ella se sentiría mal si se quedaba sentado.

Hacía tiempo que nadie se preocupaba así por ella. Flotó hasta estar a un metro de donde estaba el demonio y se quedó mirando por la ventana, imitándole. Le miró de reojo para comprobar que las rojas brasas que conformaban los ojos del demonio estaban clavados en algún punto frente a él. Se preguntó en qué estaría pensando, per enseguida intentó pensar en otra cosa. Se sentía como una cotilla, queriendo saber, tratando de imaginar cada cosa en la que podría estar pensando o las razones po las que podría hacer o decir tal cosa o tal otra.

Por suerte, Luthys se giró y le preguntó. Eso le dio un motivo para permanecer distraida y pensar en otra cosa.

Le miró y sonrió.

<< Te recomiendo que veas la gran cascada. Es preciosa, más grande aún que la cascada que tapa la entrada al Reino. Y el paraje de alrededor también es muy bonito... bueno, más o menos. >> Hizo una pausa, pensando en el deterioro que estaba sufriendo el reino. a pesar de todo mantuvo la sonrisa.

<< O si no, podemos ir al valle. Me han dicho que hay hasta pegasos... >> de nuevo una pausa en la que la fantasma miró hacia arriba, pensativa, mientras se llevaba un dedo a la comisura de los labios. << Nunca he visto un pegaso...¿cómo serán? >>

Entonces miró a Luthys de nuevo, con cierta expresión ruborizada.

<< Huy, perdona. Estaba pensando en voz alta. Bueno, pensando en alto... >>

Hizo un ademán para dar a entender que el demonio sabía a qué se refería y acto seguido intentó cambiar de tema.

<< Aunque quizá hay algún tipo de lugar que te guste y que haya por aquí. Este reino es muy grande y he oido maravillas de casi todos sus parajes... >>

Le miró con expresión interrogante.