Dos entes y un objetivo

Luthys escuchó atentamente las recomendaciones que Alma le hacía sobre qué lugar visitar ahora. Aunque comenzó a escucharla con gesto serio y atento, cuando la joven fantasma dijo lo del pegaso, él no pudo evitar soltar una carcajada. Pero, aún así, no la interrumpió, sino que la dejó seguir con las recomendaciones, indicándoselo en un gesto con su mano izquierda.

Cuando ella acabó, el demonio apoyó sus musculosos brazos en el alféizar de la ventana y miró al techo, y luego al frente...pensaba. ¿Qué le gustaría ver? Oh, diantres, le gustaría verlo todo en ese mismo instante, pero no había prisa, aún les quedaba toda la eternidad por delante.

- Bien, lo cierto es...- dijo tras unos minutos, haciendo otra muy breve pausa - que me da igual. - Añadió una leve sonrisa a esto último, separándose de la ventana a su vez. Abrió los brazos, señalando a su alrrededor y continuó: - Hay tanto que ver y tenemos tanto tiempo, que no me importa qué hacer primero. Así que, ya que tú conoces esto mejor que yo, igual deberías ser tú la que decida.- Ahora bajó el tono de voz, acercándose a Alma y susurrando con un tono risueño - Aunque, la verdad, prefreriría alejarme del hielo y del agua para empezar. Nunca fui muy amigo de ella, y creéme si te digo que más de una vez he tenido que pasar días enteros en la playa.- Gesticuló de manera divertida, intentando a la vez simular un escalofrío.

Esperaba que Alma tuviera buen gusto a la hora de elegir lugar, por el momento con la posada había tenido muy buena idea. Confiaba en que fuera una buena guía.

Esperando su respuesta, Luthys volvió al sillón del que se levantó un rato antes, y se acomodó de nuevo. No quería que su amiga fantasma se sintiera mal, pero ¿por qué iba un demonio a sacificarse por una chorrada como sentarse en un sillón tan cómodo?

La fantasma miró a Luths mientras éste le hablaba, con una sonrisa.

<< De acuerdo, elegiré. Y procuraré no elegir nada con agua o hielo. >> añadió con una sonrisita. Luego compuso un forzado gesto serio, se cruzó de brazos y clavó la mirada en la ventana.

<< Pero si luego no te gusta, no vale echarme la bronca >> Mantuvo un silencio durante cosa de un minuto y luego se volvió sacándole la lengua al demonio.

Se rió acto segudio y leugo flotó hasta quedar suspendida sobre el otro sillón, frente a Luthys. Se alegraba de que se hubiese sentado, se habría sentido mal si se hubiese quedado de pie toda la noche sólo por ella.

Se mantuvo en silencio un rato, centrándose en las sensaciones que su percepción fantasmal le hacía llegar, aunque por alguna razón no podía dejar de mirar directamente a los ojos del demonio. Aquellas hogueras encendidas le parecían cada vez menos un reflejo del infierno y más una ventana hacia el corazón del demonio. O a lo que fuera que tuviesen, porque algo tendrían, ¿no?

Aquellos círculos rojo brillante atraían su mirada casi sin que se diese cuenta. Y cuando se dio cuenta, giró la cabeza. Estaba siendo una maleducada. Recompuso su exresión, sonrió y dijo

<< Si no quieres agua ni hielo quizá será mejor el valle. Además aun no he tenido tiempo de visitarlo y será algo por descubrir para los dos. ¿Te parece bien? >>

No pudo más que sonreír ante el gesto de burla de la chica fantasma.

Permaneció sentado en el confortable sillón un buen rato, mientras Alma se encontraba flotando sobre el sillón de al lado. Luthys mostraba un gesto serio y, aunque sí de reojo, no miraba a la chica directamente. Por alguna extraña razón ella no dejaba de mirarle a la cara, así que no quería que ella sintiera también sus ojos clavados en ella, para evitar que pudiera ponerse nerviosa.

Mientras tanto, intentó imaginar cómo sería Alma de humana. ¿Habría sido igual a como era ahora? ¿Qué aspectos de ella, tanto físicos como psicológicos habrían cambiado tras su muerte? Le daba cierta curiosidad ese tema, pero no era el momento ahora de hablar de ello, quizá más adelante.

- ¡Oh! ¿El valle? ¿Hay un valle? - Esta vez sí que le sonó forzado el tono de sorpresa. Se arrepintió justo en el momento, pero ya había hablado suficiente. ¿Por qué su vena demoníaca salía de repente? Carraspeó. - Lo siento. Estaré encantado de conocer ese lugar y acompañarte en tu primera visita.- Ahora sonó bastante mejor, esperaba no haber incomodado a Alma con su respuesta anterior. Le guió un ojo y sonrió a la chica levemente, si lo hacía demasiado exagerado quizá podría darle a entender que estaba intentando quedar bien, y no era el caso.

Cada vez le gustaba menos ser un demonio. Hacia tiempo que ni siquiera su propiar personalidad de siempre salía a flote, con sus malos humos y sus borderías, ¿por qué diantres no acaba esa tortura ya? Al fin y al cabo, ya no era un demonio, al menos, a efectos prácticos...

Alma clavó sus ojos en el demonio con una expresión sorprendida y una sombra de duda en la cara. ¿ a qué había venido ese sarcasmo?
Durante un momento el tiempo pareció detenerse para la fantasma, por cuya mente pasaban miles de pensamientos.
¿Había hecho algo que ofendiese al demonio?¿había sido una broma de mal gusto?

Por suerte el tiempo pareció volver a su curso y el demonio añadió algunas otras palabras. La sombra en la expresión de Alma se suavizó poro a poco hasta casi desaparecer.

Sonrió cuando le guiño el ojo y asintió con la cabeza.

<< De acuerdo entonces. El próximo lugar a visitar será el valle. Pero cas mejor esperamosa mañana ¿no? >>

Intentaba amenizar un poco el silencio que se estaba volviendo pesado, casi incómodo. ¿En qué estaría pensando Luthys? ¿Estaría preocupado por la bordería, o quizá sólo estaba pensando en sus cosas y eso le traía sin cuidado? a lo mejor para él sólo había sido una broma y no se había dado cuenta de la vorágine que había desatado en la mente de la fantasma. Porque aunque a todas luces se mostrar otra vez alegre, en el fondo de su cabeza un millar de pensamientos negativos empezaban a abrirse paso lentamente, ocultando cualquier recuerdo del último rato pasado con el demonio que pudiese sofocarlos.

Si no conseguía pararlos pronto, tendría un serio problema. Así que se aferró a lo primero que se le ocurrió.

<< ¿Tú has visto algna vez un pegaso? >>

acto seguido se sintió estúpida, pero si el demonio mantenía viva la conversación, sería capaz de controlar sus pensamintos y el mundo volvería a estar en orden. Así que miró al demonio y sonrió lo más alegremente que pudo.

Se sintió mal cuando notó cierto nerviosismo en el espectro, y quiso pedirle perdón por cómo le había hablado un rato antes. Pero, como buen demonio, no lo hizo. Ahora se sentía aún más estúpido. ¿Por qué le costaba pedir perdón? Oh, no, costar era una palabra errónea en este caso: le era imposible hacerlo. Ojalá dejara atrás su interior demoníaco pronto.

Recordó entonces que con la única persona con la que pudo cambiar eso fue con ella. Y, si mal no recordaba, un ángel le dijo una vez que sólo cuando amara a alguien de verdad, su mal interior desaparecería. Pero, ¿por qué desapareció su cambio junto a ella? A pesar de que ya no estuviera, lo que ella hizo de él le gustaba, pero no lo conservó. Y, ahora, estando delante de esa joven fantasma sola y tan buena, le hizo sentirse el ser más despreciable del mundo. Y lo peor era que Alma nunca lo sabría.

- ¿Un pegaso? Pues...- se llevó dos dedos a la cara y los paseó despacio por su barbilla, típico gesto pensativo.- la verdad es que no. Ya dijiste tú antes que tampoco, ¿no?- Justo al decir eso, asomó en su boca una sonrisa auténtica del verdadero Luthys. Y, esta vez, debido a ello, también sonrió por dentro. - Es curioso porque, con todos los años que llevo viajando y con todos los lugares que he pisado, ni siquiera sé que es un pegaso. Aunque, a mí favor, y para que no pienses que soy un inculto, debes saber que me alguna vez he oído hablar de ellos... ¿De qué se trata?.

Alma se tranquilizó y se centró en la conversación.

<< un pegaso es un caballo enorme, todo blanco y con dos enormes alas. >> hizo un ademán con los brazos para enfatizar lo de grandes. << Imagínatelo, ¡Volar a caballo! ¡Cabalgar al galope entre las nubes! >> Casi se podía percibir un brillo en sus ojos translúcidos.

<< Cuando era pequeña me contaron un cuento sobre un pegaso. En realidad el cuento trataba sobre un ángel, un ángel que perdió sus alas porque rompió las reglas del cielo. Pero al fnal resultó que era inocente, y le dejaron regresar. El problema es que no podían devolverle sus alas, porque se las habían cortado, así que crearon para él un caballo hermosísimo, hecho de nubes y luz, con dos alas más grandes que las que él había perdido, como si fuese una especie de compensación, para que pudiese volver. Y ése fue el primer pegaso del mundo. Y aún hoy ese ángel galopa por el cielo a lomos de su pegaso, sin saber que gracias a él, una nueva preciosa raza animal nació. >>

Hablaba mirando alternativamente la ventana, el techo y a Luthys. Gracias a ello olvidó las dudas y los malos pensamientos, aunque éstos se mantuvieron alerta, esperando otro momento. Ésto la ayudó a tranquilizarse y a organizar sus pensamientos.

Miró a la ventana una vez acabó su historia, y pensó en su infancia. Recordó el día en que oyó aquel cuento. Por primera vez un recuerdo más nítido le asaltó a la memoria: recordó una cara. Recordó a un muchacho de no más de 16 años sonriendo, y un montón de sombras a su alrededor. No recordaba cuántos años tenía ella entonces, quizá la edad de aquel muchacho de cara redonda y amables ojos azules. él fue quien le había contado aquella historia. Aquella y tantas otras...

Aquel recuerdo tan claro la sobresaltó. Era la primera vez que recordaba algo con algo de precisión, algo de su vida pasada. Las historias esstaban en su mente, pero las caras de la gente las había olvidado hace tiempo. Incluidas ls de sus padres y la suya propia.

Recordó esa misma cara en lo que le pareció otro lugar, aunque aparte de los rasgos del muchacho todo era bastante difuso. Recordó una historia sobre un duende que la había marcado mucho. Y tenía un vago eco de retazos de una conversación sobre algo que no alcanzaba a recordar bien...

Alma sacudió la cabeza, intentando ordenar sus recuerdos, pero estos se le escaparon como agua entre los dedos. La fantasma se quedó demasiado sorprendida como para hacer una conexión entre todo, pero en cierto modo la tenía.

Una parte de Alma quería ver más allá. Más allá de la simple broma, quería poder entender lo que pasaba por la mente de ese demonio que tanto la había fascinado. Y en parte, el recuerdo de aquella historia y la conversación que tuvo después le habrían encendido una luz en su translúcida cabeza, y habría podido entender por lo que estaba pasando el demonio.

Pero estaba demasiado nerviosa, confundida y ansiosa por apartar aquel incidente de su mente, que no fue capaz de darle a aquel pequeño y borroso recuerdo la importancia que se merecía en ese momento.

Escuchó atento la historia que Alma contaba, y estuvo seguro de que, si ella hubiera podido llorar, lo habría hecho. Aunque a él la historia no le pareció gran cosa, debido a que el protagonista de la historia era un ángel, un maldito ángel. ¿Por qué siempre a ellos se les hacían historias bonitas? Por supuesto, se trataba de una leyenda, ya que él llevaba en el mundo suficientes años como para haberla oído antes, si hubiera sido verdad. Era lo de siempre: cogen a un ángel para explicar la llegada al mundo de cualquier ser. ¿Por qué nunca un demonio? Estaba de acuerdo con que no era la raza más apropiada para historias bonitas, pero los demonios también habían hecho cosas por el mundo. Para empezar, sin ellos, el mundo no existiría, por mucho ángeles que hubiera.

De todas formas, no iba a decirle nada de aquello a Alma, se la veía muy emocionada con la historia para romperle la magia. Ahora ya estaba seguro de lo que era un pegaso, y le parecía que sería un animal fabuloso. Al parecer, a Alma también se lo parecía.

- Una historia preciosa. ¿Dónde se pueden ver pegasos ahora? ¿Crees que a lo largo de nuestro camino veremos alguno? - No esperaba respuesta, pues intuía que su compañera estaba absorta en sus pensamientos, por lo que no insistió y quedó mirando el suelo fijamente. Por su cabeza pasaron nuevamente recuerdos de ella. A ella también le gustaban las historias donde los protagonistas eran ángeles, decía que le daban un aire más celestial a las leyendas. Y, no sólo eso, sino que él mismo aprendió bastantes historias sobre ángeles solamente para contárselas a ella y contemplar el maravilloso brillo de sus ojos al escucharlas. Sonrió. En cierta forma, el espítu de Alma y ella tenían algunas cosas en común, y una de las mejores era su inocencia.

Volvió a mirar a Alma. La observó y notó que ella seguía perdida en algún pensamiento de su mente. No quiso interrumpirla, por lo que no se movió ni habló en un buen rato. Contempló de nuevo la habitación en la que se encontraban y pensó en cuánta gente de diferentes razas y lugares se habría sentado en aquellos sillones en los que ellos se encontraban. ¿Cuánta gente había ido a ver aquel maravilloso reino antes de que él llegara? Seguramente, la cifra sería descomunal. Siguió dándole vueltas a diferentes pensamientos cortitos hasta que, sin más, preguntó:

- ¿Viste tras morir a tu familia o a tus padres alguna vez?

La primera pregunta del demonio cayó en saco roto. Alma estaba aún inmersa en su sorpresa y sus cavilaciones como para escucharla, incluso teniendo en cuenta que esas palabras eran escuchadas directamente en su mente.

Poco a poco, se fue calmando del sobresalto, aunqe aún no entendía por qué recordaba a aquel muchacho, aquel contador de historias. Intentó recordar su nombre, pero fue incapaz. Los recuerdos iban y venían a su antojo.

Hasta qeu por fin cesaron y la fantasm pudo volver al mundo real. Justo cuando se dio cuenta de que llevaba un rato ausente completamente, el demonio le hizo una pregunta que le hizo reaccionar.

A pesar de todo, le costó un poco contestar.

<< Sí. >> dijo por fin al cabo de unos minutos de silencio << Estuve un tiempo dando vueltas por el pueblo, intentando averigüar por qué nadie podía verme ni oírme. Me costó bastante entender qué había pasado. Recuerdo que al principio se preocuparon un poco, pero no tardaron en hacerse a la idea de que me había ido. >>

Hizo ademán de suspirar y miró al suelo.

<< No les culpo. Lo que mejor se me daba en vida era paar desapercibida, y a veces desaparecía sin que nadie se diera cuenta para ver una lluvia de estrellas, o para contemplar una tormenta. La verdad es que hacía años que la gente no reparaba en si estaba o no allí. >>

Se encogió de hombros. Ahora se daba cuenta de lo que había hecho y de que no estaba demasiado bien. Había intentado llenar un vacío en su interior aislándose aún más del mundo, y ahora entendía que eso no había hecho más que acrecentarlo.

Pensó en cómo debía de haberse sentido su madre cuando empzó a comportarse así. Preocupación. Tristeza. SEguramente había intentado hablar con ella, pero Alma ya no se acordaba. No había prestado atención. A pesar de ser una persona empática se había encerrado en su mundo a lamerse las heridas y se había olvidado de pensar en cómo se sentirían los demás respecto a eso.

<< Fui una estúpida. >>

Ese pensamiento casi se le escapó, y llegó a la mente del demonio entrecortado, como si la fantasma estuviese sollozando. Aunque no podía llorar, por un momento quiso ser capaz de hacerlo, por su madre, por los que podrían haber sido sus amigos si se hubiese abierto un poco más al mundo.

Durante n instante se maldijo a sí misma, pero al levantar la vista para mirar al techo, sus ojos se tropezaron con los del demonio y recordó, otra vez, dónde estaba. Hizó ademán de inspirar hondo, y se recompuso un poco.

<< Perdona. Me he dejado llevar. >>

La respuesta de Alma no pudo más que mantenerlo callado durante todo el rato en que ella estuvo hablando. Pudo notar cómo el fantasma se emocionaba aunque no pudiera llorar. Quiso levantarse y abrazarla... Aunque no lo hubiera hecho aunque hubiera podido, las cosas de los demonios.

La observó en silencio, intentando mantener su gesto serio y su corazón frío de demonio. Pero, justo antes de la última frase, se disolvieron como el humo. El gesto de Luthys se transformó en compasión por la chica, y se le hubieran saltado las lágrimas, de no ser por qué era un demonio, y nunca lloran.

Se levantó de un salto y se acercó a Alma. Muy despacio fue acercando su mano derecha hacia ella, sabía que no iba a poder tocarla, pero tenía la necesidad de hacer llegar a su compañera algún tipo de consuelo físico. Pero justo cuando estaba llegando a su rostro, apartó violentamente la mano y miró al suelo dándose la vuelta. Se sentía avergonzado. ¿Qué le estaba ocurriendo? ¿Por qué a él también le había llegado la tristeza de Alma?

Carraspeó fuerte y volvió a mirar a la chica. Ahora su gesto era serio, aunque en sus ojos aún se veía un rayito de sonrisa.

- ¿Sabes? No quiero quedarme aquí toda la noche. Al fin y al cabo, ninguno de los dos necesitamos descansar, ¿por qué perder tiempo? Lo mejor será que nos vayamos ya a ver si vemos algún pegaso en aquel valle al amanecer, ¿te parece? - Deseaba que Alma dijera que sí y acabar con esa incómoda situación de una vez. Aunque quería consolarla, una parte de sí mismo decía que pasara del tema, que no era asunto suyo y que, de todas formas, ya estaba muerta. Algo muy cruel proveniente de su lado más demoníaco. Esperaba que nunca se escaparan de sus labios palabras como aquellas mientras estuviera en compañía de Alma.

Se acercó a la ventana y la abrió, dejando entrar un soplo de aire frío desde fuera. Estaba preparado para irse ya.

Alma permanecía clavada en el asiento, como si le costara ubicar lo que acababa de pasar.

Aunque había recompuesto su expresión al recordar dónde estaba, en el fondo seguía pensando, y dándole vueltas al todo. En ese momento tenía muy presente la vida. La vida tal y como la había vivido. La vida que ahora sabía que podría haber tenido y que no tuvo..

El repentino gesto del demonio, su mano acercándose a su cara y sus ojos rojos mirándola con compasión la abrumaron y la sorprendieron. Durante un segundo olvidó que era un fantasma, olvidó que él era un demonio y que no podría tocarla.
Y deseó que él la reconfortase. Deseó abrazarlo con fuerza y llorar. Llorar por la soledad que sentía, por la rabia de no haber sabido afrontar las cosas y de no tener una segunda oportunidad. Quería sentir que su soledad se marchaba y pensar que todo se arreglaría. Durante ese momento esperó, expectante, sentir el contacto de la mano de Luthys contra su mejilla.

Entonces, el hechizó terminó. Luthys se apartó bruscamente y ella recordó dónde estaba, quién era, qué era.
Bajó la vista y levantó las manos, como queriendo demostrárselo a sí misma: podía ver el suelo a través de ellas.

Una vorágine de sentimientos la asaltó de repente y lo arrasó todo a su paso, dejando únicamente tristeza y dolor tras de sí.

El aire fresco la reconfortó un poco, y se paró a pensar qué era lo que Luthys acababa de decir. Cuando lo recordó, se encogió de hombros. Intentó que su expresión fuera agradable, pero sabía que la más agradable de sus sonrisas en aquel momento sería amarga.

<< Si es lo que prefieres, está bien. >>

Ensegida se dio cuenta de la apatía en su forma de hablar.

<< Perdona, estoy un poco aturdida. Se me pasará en seguida, no te preocupes. >> Intentó sonreir de nuevo y consiguió algo parecido a una expresión tranquila.

Mientras respiraba el aire proveniente de aquella tierra de hielo, mantenía los ojos cerrados. Odiaba sentir como los humanos. Odiaba desear abrazar y consolar a alguien. Odiaba sentir aprecio. Odiaba todo lo que le estaba pasando porque le hacían recordar aún más a ella.

Intentó por todos los medios que Alma no notara lo mal que se sentía, y tuvo la sensación de que lo estaba consiguiendo.

Cuando ella habló, él no la miró de primeras. Se limitó a suspirar pesadamente, asentir con la cabeza y decir:

- Está bien, miraré por aquí por si me he dejado algo y saldremos en dirección a ese... - Tuvo que forzar un silencio para no decir: "maldito" - valle. - Notaba cómo su furia iba creciendo poco a poco, y esperó tener la fuerza suficiente para controlarse. Al menos, le consolaba que Alma supiera lo que él era, y lo que, quisiera o no, llevaba consigo. Una de las cosas que llevaba consigo era el mal humor y los enfados bruscos y violentos característicos de los demonios. Lo mejor sería hacer que Alma fuera delante, y no se le ocurrió otra cosa que decir: - Quizá deberías salir tú primero. Según me conmentaste de este reino, las cosas no andan muy calmadas por aquí últimamente. Teniendo en cuenta que puedes atravesar paredes... podrías llegar hasta mí para avisarme de que no hay nada de lo que preocuparse en el camino a la salida.

Se había dado la vuelta en mitad de su explicación para mirar a Alma a la cara. Su rostro era una mezcla entre enfado y disculpa. Era incapaz de poder hablar con mejor tono de lo que lo había hecho, y esperaba no haber sonado demasiado grosero.

Salió de la habitación en la que se encontraban para ir al baño que allí había, mientras le daba tiempo a su compañera para contestar. No cerró la puerta de éste, ya que no iba a hacer nada que Alma no pudiese ver. Colocó sus brazos a ambos lados del lavabo y suspiró. Miró al espejo para ver su rostro reflejado y se regañó interiormente, haciéndose gestos de reproche a sí mismo. Tenía que estar solo un rato para lograr que se le pasara el gran enfado que tenía.

Alma se empezó a sentir intranquila. El tono del demonio le decía que estaba enfadado y eso abrió de nuevo la puerta a los pensamientos que antes intentaba guardar. Quizá había sido ella, o lo que había pasado.. No sabía si el demonio estaba enfadado con ella o consigo mismo, pero estaba claro qeu ella era el detonante, ella y su manía de dejarse llevar por las emociones.

Empezó a olvidarse de sus propios problemas y se centró en el demonio. Cuando la miró con aquella mezcla de enfado y de disculpa, supuso que él estaría tan confuso como ella. Si no, ¿ a qué venía todo aquello? había sido una conversación demasiado personal, había tocado demasiados puntos débiles y eso había tensado la situación hasta el punto de no poder sentirse cómodos.

Después de todo, él era un demonio. Los demonios no miran con compasión, ¿no? y eso era lo que Luthys había hecho apenas unos momentos antes. Había sentido pena por ella, había intentado reconfortarla...

alma recordó las palabras del demonio en la entrada del Reino. Aunque no le gustara demasiado, av eces no podía evitar controlar su caracter de demonio. Quizá ahora mismo estaba luchando contra sí mismo, por algún motivo que la fantasma no acababa de comprender.

Cuando entró en el baño, alma le vio frente al espejo. Sintió ganas de poder decir algo qeu le reconfortara, de hacer algo que pudiese ponerfin a aquel extraño momento, pero no se le ocurrió nada. A pesar de todo se acercó flotando, mirando al suelo.

<< De acuerdo. Iré delante. Si veo algo sospechoso te avisaré. Puedes quedarte aquí y esperarme, volveré en cuanto sepa si el camino está despejado. >>

Su voz snaba extrañamente triste, incómoda. Fue a girarse y flotar hasta la puerta (las costumbres son difíciles de quitar) pero entonces se dio la vuelta, con determinación en la mirada y salió de la habitación por la pared del baño qe estaba frente a la puerta del mismo.

Por el camino, "rozó" a Luthys en el hombro durante un segundo.

<< Tranquilo. Estoy contigo >>

el eco de este último pensamiento, casi inaudible, flotó en la mente del demonio cuando alma ya se había esfumado tras la pared.

La observó llegar tras él al baño. Y asintió cuando dijo que iría echar una ojeada al lugar. Intentó sonreírle pero, por más que se esforzó, no lo consiguió. Desistió de poder decirle nada más con un suspiro lanzado al desagüe del lavabo.

Notó a Alma irse atravesando la pared, y notó cómo pasó cerca de su hombro, como si pudiera rozarlo. Tras escuchar la última frase de Alma, miró su hombro, el hombro que su compañera parecía haber tocado al marcharse. Pero, como era de esperar, allí no había nada.

¿Qué esperas encontrar? ¿Una huella? - se dijo a sí mismo - Vamos, tio, ya eres mayorcito para andar portándote como un niño con la pobre chica. Debes calmar tus humos, es sólo una niña al fin y al cabo. Está perdida en un mundo donde siente que no existe. Pocos pueden sentirla, mucho menos verla como lo haces tú. Así que empieza a comportarte como un hombre. Sí, como un hombre, al menos eso lo humanos lo hacen bien. Sabes perfectamente que los demonios no saben comportarse. Pero también sabes que hace mucho tiempo que dejaste de pertencer completamente a tu raza. ¿Por qué no dejarte llevar por tus verdaderas emociones? Deja de pensar como un demonio y empieza a actuar con corazón.

Abrió el grifo y dejó correr el agua unos instantes mientras él volvía a mirarse al espejo.

Lo que su yo interno le había dicho era lo cierto, pero él sabía muy bien que no era fácil apartar lo poco que le quedaba de sus orígenes. Estaba seguro de que iba a ser bastante complicado conseguir apartarse de su yo demonio.

Juntó sus manos debajo del grifo hasta que se hubieron llenado de agua. Después echó ese agua sobre su rostro y volvió a cerrar el grifo. Se volvió a mirar en el espejo, suspiró y salió de nuevo a la habitación.

Miró alrededor por si olvidaba algo, y cogió su mochila, aquella que siempre le acompañaba fuera donde fuese. Se acercó a la ventana nuevamente y volvió a abrirla como hizo un rato antes. Pero esta vez no cerró los ojos, sino que se asomó, miró a todos los lugares a los que alcanzaba su vista y comprobó que no había nadie merodeando por allí. Lo último que necesitaba era emociones fuertes al salir fuera.

Se acercó a la cama y soltó la mochila a los pies, dejándose caer sobre ella pesadamente. Sonrió cuando lo hizo. Ya se encontraba mejor. Esperaba que Alma no tardara demasiado y le trajera buenas nuevas.

Por fin

Alma deambuló por los pasillos de hielo, extendiendo su percepción por si encontraba algo. mientras los recorría, pensaba.

Pensaba en si había hecho bien o si el demonio se habría molestado con su "contacto". Es cierto que el contacto de un fantasma con una persona no pasa de ser como un soplo de aire, como la caricia de un rayo de sol, cálido y tenue. Además... ¿y si no se había dado cuenta? Quizá estaba tan concentrado en controlarse, o en no enfadarse o en cualquier cosa como para notar algo tan leve.

Alma habría suspirado si hubiese podido. Bajó a la planta baja de la posada, e intentó descubrir a algún guardia o persona sospechosa. Nadie parecía verla, así que sin darse cuenta, volvió a sus pensamientos.

Estaba preocupada por Luthys, y también estaba preocupada por sí misma. En unos pocos días había pasado de no ser vista ni oída por nadie a entrar en la percepción de varias personas. Y, aunque eso la había desconcertado y la había obligado a controlar lo que pensaba y hacía después de tanto tiempo, no le había descolocado tanto como el demonio que la esperaba en la habitación. Por alguna razón, aquel demonio tenía un efecto extraño sobre ella. Parecía sacar todo lo que llevaba dentro, es como si le diese la seguridad para hablar de cosas que hacía tiempo que creía olvidadas.

Ralmente no era un demonio como los demás, de eso la fantasma estaba segura, incluso sin haber tenido contacto con otros demonios. Él se había enamorado, h abía luchado contra toda su raza y había salido perdiendo. había perdido todo lo que quería, todo lo que le hacía sentirse él mismo y se sentía perdido. Como ella. Sí, hacía tiempo que había olvidado esa sensación, pero estaba ahí. Era como un molesto ruido de fondo, al que te acostumbras cuando llevas días y meses oyéndolo sin parar.

Alma decidió casí sin darse cuenta que no había peligro y se encaminó de nuevo hacia la habitación, flotando por encima de las cabezas de la gente.

Era cierto, ese sentimiento estaba allí. La fantasma paró un momento y se miró sus manos translúcidas. ¿era eso lo que la acercaba tanto a Luthys? ¿acaso se sentía identificada, o quizá lo que sentía era que él le comprendería? Era un demonio, y los demonios no son muy empáticos y mucho menos amigables o sociables. Pero Luthys era distinto, le había demostrado compasión, entendimiento. Alma había visto la tristeza brillando tras las hogeras que ardían en sus ojos, había visto la turbación de su espíritu, las contradicciones que intentaba superar. Había intentado consolarla.

Casi sin darse cuenta, alma detuvo su avance y se llevó la mano a la mejilla que el demonio había estado a punto de "tocar". Algo dentro de ella se estremeció, como un eco de todo lo que había sentido durante aquel largo segundo. Se mantuvo así unos segundos, mirando al suelo, a las cabezas de la gente que pasaba debajo de ella, sin siquiera verlos.

Entonces, como repitiendo la escena, a alguien se le cayó una bandeja con vasos un poco más allá, en el bar, y el ruido del cristal al romperse devolvió a la fantasma a la realidad. se tranquilizó, volvió a echar otro vistazo entre la gente y volvió a la habitación.

Se quedó en la puerta, dudando. Aunque obviamente no podía llamar, no se atrevía a entrar, así que extendió su percepción y le mandó un mensaje telepático a Luthys.

<< ¿Puedo entrar? >> - su voz snó bastante insegura, como si temiese molestar.

Acto seguido, como si le resultara una pregunta estúpida, decidió añadir

<< Por aquí no hay problema si quieres salir, está todo despejado >>

De haber podido quedarse dormido, lo habría hecho. Envidió a los seres capaces de dormir y soñar. Aquella cama era tan cómoda y estaba tan agusto...

Los demonios podían comer, dormir y hacer todas las cosas propias de un humano, pero no resultaban igual de gratificantes para ellos. Cuando comían, notaban al poco rato cómo el alimento se deshacía dentro de su cuerpo violentamente, y era algo molesto; y cuando dormían... bueno, no eran capaces de dormirse. Por lo que deseó tener la capacidad para soñar en esos momentos. Había ciertas cosas de los demás seres que le hubiera encantado probar algún día, y dormir era una de ellas.

Tras un buen rato, oyó a Alma al otro lado de la puerta. Sonrió al oírla hablar. Por fin había desaparecido su mal humor.

- Pues claro que puedes entrar. Y me alegra que traigas buenas noticias. - Su voz sonaba mucho mejor que antes. Se sentó en la cama mientras hablaba, mirando en dirección a la puerta por la que Alma iba a penetrar. Cuando la vió, le sonrió. Necesitaba que supiera que todo volvía a estar bien, que ya no estaba enfadado.

Se levantó, cogió su mochila y se dirigió a la puerta. Cuando estaba a medio camino para accionar la manivela con su mano derecha, se giró hacia Alma y le dijo:

- ¿Preparada para ver algún pegaso? - lo dijo con un tono divertido y guiñándole un ojo.

Alivio. Eso fue lo que la fantasma sintió cuando escuchó la voz del demonio, mucho m´sa alegre y sin rastro del enfado que había tenido antes de que se marchara. Al parecer no estaba molesto por lo que había hecho antes de ir a investigar, y el estar solo un rato había mejorado su humor.

Atravesó la puerta de la habitación para encontrarse con la sonrisa de Luthys, lo que la animó todavía más. Por fin la tensión había desaparecido y todo volvía a estar en su sitio. Sonrió, contenta, ante la pregunta divertida y el guiño del demonio.

<< Por supuesto que si. nunca he estado tan preparada. >>

Le devolvió el guiño y, riendo, señaló al frente y gritó:

<< ¡Hacia la aventura! >>

Echó a flotar hacia donde había señadao, rodeando al demonio y parándose de nuevo junto a la puerta. Entonces puso una mirada compungida y, como un niño pillado en una travesura, añadió.

<< Después de tí... >>

E hizo una reverencia.

Al demonio le divirtió mucho la actitud de la joven. No pudo evitar soltar un par de carcajadas. Y se sintió genial al hacerlo. Reír era como liberar algo interior... parecía despejarse el ánimo y sentirse contento y feliz. Observó cómo había cambiado el rostro de Alma. Estaba visiblemente más tranquila y feliz, y estaba seguro de que era gracias a su cambio de humor con respecto al rato de antes.

Sonrió de nuevo antes de abrir la puerta y cuando lo hizo, susurró:

- Está bien, ahora ha llegado el momento de comportame como una persona adulta, responsable, serena y, sobre todo,...sola. - Ya que, obviamente, a Alma no podrían verla los pocos que estuvieran en la posada.

Así, Luthys caminó con un simulado aire distraído hacia la entrada a la posada. Buscó al posadero con la miraba y cuando lo encontró, limpiando una de las mesas del bar, se acercó a él.

- Disculpe, vengo a darle la llave de mi habitación. - Pero de pronto se dió cuenta, gracias al gesto del posadero, de que era madrugada, ¿qué excusa iba a poner? - Oh, eh... le pagaré toda la noche, pero no iba a quedarme, ya que tengo familia con la que encontrarme y si no salgo ahora no llegaré con suficiente tiempo. - Aunque el posadero lo miró algo extrañado, parecía estar acostumbrado a la gente extraña y sus extraños comportamientos. Así que se dirigió a la mesa donde recibía y despedía a los huéspedes y le dijo a Luthys cuánto tenía que abonar. El demonio pagó lo convenido y se despidió amablemente de el posadero, el cual le dió un apretón de manos y le deseó buen viaje. Luthys notaba mientras tanto a Alma cerca de él.

Se dirigió fuera y, una vez solos, dijo:

- Bien, pequeña, tú haces de guía.- y le dedicó otra de sus maravillosas sonrisas al más puro estilo Luthys.

Ama sonrió también, y una risa clara resonó en la mente del demonio. Cuando éste estuvo preparado para salir, la fantasma asintió, se puso firme y contestó.

<< A sus órdenes capitán, no notará mi presencia, se lo aseguro >>

Y con otra risita salió de la habitación tras él.

Caminaron por los pasillos desiertos (bueno, alma flotó) y la fantasma agradeció queno hubiese demasiada gente. No le gustaba la sensación de atravesar a la gente y tampoco quería separarse demasiado de Luthys, como si eso asegurara que ese estado de buen humor durara más tiempo. Así qeu se convitió literalmente en su sombra y no se despegó de él hasta que nohubieron salido al aire libre, y aún así tampoco se despegó demasiado.

Sonrió de nuevo, una calidez extraña le recorrió el cuerpo cuando le oyó llamarla pequeña. E lugar de molestarla como habría pasado si se lo hubiese dicho otra persona, se sentía extrañamente contenta con el apelativo.

Asintió y echó unvistazo a su alrededor con su percepción fantasma. A pesar de la poca luz para ella era como si fuese de día, así que no le costó encontrar el camino que llevaba al Valle.

<< Es por allí >> dijo, señalando un camino al otro lado de las aguas semicongeladas << Pero me temo que tendrás que pasar otra vez por el hielo >>

No pudo evitar una risita, imaginándose al demonio intentando andar por el hielo y cayéndose de culo, con sus cascadas de oscuridad desparramándose sobre el suelo.

Le alegró ver a Alma de tan buen humor... aunque a su interior demoníaco no le hizo tanta gracia que se riera al señalar el camino de hielo. Se puso serio de repente y su gesto se hizo más tenso.

- Si vas a reírte mejor voy solo.- Se arrepintió en seguida e intentó arreglar su bordería.- Pero tranquila, esta vez no voy a engañarte. Esta vez voy a enseñarte cómo se hace.- Consiguió esbozar una sonrisa.

Claro, dañar el orgullo de un demonio era peligroso, pero ¿qué sabía ella? No la quiso mirar demasiado para no encontrar un rastro de desilusión en su cara. Así que comenzó a caminar, ansioso por llegar a ese valle.

Estaba todo oscuro debido a la noche. Y aquel lugar le pareció mucho más hermoso. No veía tan claro como por el día, pero había suficiente luz como para que pudiera distinguir sombras perfectamente. También había silencio, sólo se oían sus pasos, pues la pobre Alma no hacía ruido alguno, lo cual era una gran ventaja.

Oh, maldito lago de hielo... ¿por qué no aprendí nunca a pasar sobre hielo? Espero no hacer demasiado el ridículo, y no sólo para no despertar otra vez la furiosa voz, sino para no quedar tan mal frente a Alma, pensó mientras caminaba.

Llegaba el momento, llegaba el momento de saber cuán ridículo podría llegar a ser... y se estaba poniendo nervioso.

La fantasma disminuyó su sonrisa ante el tono con el que Luthys habló. Iba a murmurar una disculpa cuando él brmeó un poco y sonrió.

Alma estaba realmente descolocada,no sabía si tomarselo como una broma o como un verdadero enfado del demonio. Tenía la corazonada de que le había molestado de veras su risita, pero intentó hacer como si todo hubiese sid una broma, aunque dejó de reirse y su sonrisa resultó un poco forzada.

<< De acuerdo, enséñame cómo se hace >>

No iba a permitir que una situación como la de la habitación pasase otra vez, la tensión la ponía nerviosa y no quería perder los estribos, así que intentó tranquilizarse.

Se lo quedó mirando a una distancia un poco mayor que la que había estado guardando con él hasta el momento, esperando a ver qué pasaba y cómo podía reaccionar, mientras intentaba encerar de nuevo los pensamientos que esperaban agazapados para saltar y asfixiarla.

Demasiado tarde. A Alma se le notaba bastante que le había molestado la contestación de Luthys. Aunque no sabía qué le habría hecho sentir, no quería saberlo, pues no era algo bueno de ninguna manera.

La miró con el rabillo del ojo y vió que iba mucho más atrás de él que siempre. Suspiró labrando una disculpa en su mente que sabía que no pronunciaría. ¿Cuándo sería capaz de hacerlo?

- Bien. Ahora verás mi gran talento para andar sobre el hielo.- Lo dijo con un tono burlón y colocándose en una pose recta y simulando seriedad. Aunque estaba nervioso y no quería hacer el ridículo, lo que más deseaba en ese momento era que Alma se riera... aunque fuera de él.

Se encontraba en la orilla del lago. Podía notar el frío, tanto externo como interno, del agua. Aunque los demonios no podían sentir el frío o el calor, al adoptar forma humana sí que podían, aunque sutilmente. Ese era uno de los motivos para que empezar a atravesar el lago lo pusiera aún más nervioso.

Está bien. Vas a tener que hacerlo de todos modos, así que hazlo ahora. Y si haces el ridículo, conseguirás que Alma se ría, que es algo que también deseas, se dijo, aunque no estaba seguro de que Alma se riera después de su metedura de pata de antes.

Por fin, pasados unos instantes más, Luthys puso su pie derecho sobre el hielo. Veía perfectamente las partes derretidas ya del lago, y ninguna estaba cerca de él. Simplemente tenía que mantener el equilibrio lo suficiente como para llegar hasta la otra orilla... Y fue entonces cuando levantó la cabeza hasta ver la otra orilla. Le pareció un camino larguísimo y, sin darse cuenta, volvió a echar su pie hacia atrás. Cuando se dió cuenta, se sonrojó. Sí, podía sonrojarse y lo había hecho. Bajó la mirada para evitar que Alma le viera rojo como un tomate y volvió a poner su pie derecho sobre el hielo. Tras ese pie puso el izquierdo. Luego, nuevamente el derecho. Y así, varias veces más hasta que... se terminó cayendo al suelo.

Alma sonreía mientras veía a Luthys intentando pisar el hielo. No podía evitarlo, era como ver a un niño pequeño que intenta dar solo sus primeros pasos.

A pesar de todo estaba preocupada por la reacción del demonio. Cuando él se cayó, la fantasma no pudo evitar una risita, pero enseguida se dio cuenta de que no debía hacer eso, de que quizá a Luthys le sentaba mal o se sentía humillado. se le quitaron las ganas en cuanto lo pensó, así que se acercó flotando hasta él y le miró, preocupada.

<< ¿Te has hecho daño? >>

Luthys estaba demasiado nervioso y ella no quería ponerlo aún más. Su preoupación era sincera, ya que se había dado cuenta de que a su compañero parecía herirle el que se rieran de él, por muy de broma que fuera.

Extendió su mano hacia él, en un intento por ayudarle a levantarse, pero entonces se dio cuenta de que era una tontería. Otra vez había olvidado qué era. Se quedó con la mano extendida, mirándola, un momento. Luego se la llevó al pecho y miró de nuevo al demonio.

<< Lo siento, me hubiese gustado ayudarte >>

Le miró con una sonrisa triste.

<< Si quieres puedo buscar un trineo o algo para que te sea más fácil cruzar. >>

Añadió, trantando de ayudar en algo.

Ahí estaba él, en el suelo. Un demonio acababa de caerse al suelo delante de una chica fantasma. ¡Si alguien le hubiera visto!

Notó cómo Alma se acercó a él a preguntarle si estaba bien... y no se estaba riendo. La miró con rostro serio, gesto que cambió en seguida por una sonrisa. ¿Por qué no se había reído?

No contestó rapidamente a la pregunta primera de Alma, sino que se dispuso a levantarse. No se había hecho daño, claro estaba, pero... No, tampoco se sentía ridículo, como él esperaba, sino más bien desilusionado. Esperaba que al menos con su caída hiciera reír a Alma, y al no conseguirlo se entristeció un poco. La miró y le dijo:

- Tranquila, no me hecho daño. Ha sido una caída tonta...- y en un murmullo casi inaudible añadió - Aunque no parece haberte hecho ninguna gracia. - Carraspeó. - Emm, bien, voy a seguir. Creo que seré capaz de llegar hasta la otra orilla sin caerme más de cinco veces.

Y lo cierto es que no se volvió a caer. Quizá se debió a lo mal que se sentía por la situación o simplemente porque ya había aprendido a andar sobre hielo. Pero, logró cruzar hasta la otra orilla. Cuando lo hizo, sonrió ampliamente a Alma y dijo:

- Bueno, ¿ves? ¡Lo conseguí!

A la fantasma le descolocó un poco lo que murmuró el demonio, y tardó un poco en reaccionar. Luthys no le dio tiempo a recomponerse: se levantó y siguió camminando por el hielo.
A alma le costó un poco seguirle. ¿realmente esperaba que se hubiese reido? Le parecia desilusionado por que no lo había hecho. Y ella que pensaba que le habría molestado, y por eso se había aguantado...

Flotó unos pasos por detrás de él, intentando ver las cosas con claridad. CAsi sin darse cuenta llegaron a la orilla y pisaron tierra firme. Bueno, Luthys pisó tierra firme, ella sólo flotó.

Sonrió ante la victoria del demonio en su batalla contra el hielo.

<< Sabía que lo conseguirías. Eres fuerte, un paseo por el hielo no habría podido vencerte de ninguna de las maneras. >>

Sonrió. Pensó en decirle que la caída sí le había hecho gracia, pero parecía que el momento de hablar de ello había pasado. Se le quedó ahí, como una espinita clavada en su pensamiento, pero decidió que era mejor no hablar del tema, porque el demonio ahora parecía contento.

No había en su voz o en sus gestos ningún rastro de la desilusión que había ardido en su voz antes.Así que sonrió y se dispuso a seguir el camino.

<< Es por aquí. >>

Y se internó entre los árboles,esperando a los pocos metros a que el demonio la siguiera.

Se alegró de que Alma estuviera contenta por su hazaña, y él también lo estaba. Pensó que lo mejor sería olvidar el asunto de la gracia de su caída y pasar a otra cosa.

Siguió a Alma a través de los árboles. Por fin parecía que el hielo se acababa. Estaba oscuro debido a lo tarde que era, pero consiguió distinguir el canto de algunos pájaros nocturno y de algún que otro insecto, como un par de grillos. Se preguntó si por allí habría algun tipo de animal que no hubiera visto nunca.

Alzó la vista hacia el cielo, y contempló lo cubierto de estrellas que estaba.

- ¡Eh! - llamó en voz baja - Mira el cielo, ¿no es alucinante? - Hizo una pausa.- Una vez ella...esto...mi esposa, me enseñó un montón de nombres con los que se conocía a muchas de las estrellas que vemos ahora. Lo malo es que lo olvidé. Viviendo tantos años, hay ciertas cosas que no tienes más remedio que olvidar. - Su tono de voz sonó algo melancólico. Suspiró y siguió caminando.- Bueno, ¿está muy lejos ese valle?

La verdad es que lo lejos que estuviera le daba igual. En esos momentos se encontraba muy agusto de viajar por aquel lugar. Había tranquilidad, aire fresco, una buena iluminación gracias a las estrellas, y una buena compañía. Aunque ansiaba conocer aquel valle, no le importaba pasar un tiempo respetable caminando por ese lugar.

Iba mirándolo todo, con una muy leve sonrisa asomando en sus labios.