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¿Mamá?
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¿Mamá?
Las pequeñas y frías gotas de agua cayeron sobre sus mejillas despertándole. Parpadeó confundido, todavía con medio cuerpo sumergido en el mar de sueños. No fue capaz de reconocer el brillo del sol através de la lona empapada por la reciente lluvia y se movió incómodo. El suelo estaba duro, muy diferente al lecho de paja al que estaba acostumbrado. El sonido de muchas voces llegó hasta sus oidos, pero fue incapaz de reconocer alguna.
- ¿Mamá? -.
Intentó abrir los ojos, restregándoselos primero con una pequeña mano llena de barro y suciedad. Poco a poco fue despejándosele la mente, pero la turbación no desaparecía. ¿Dónde estaba?. Poco a poco se incorporó sorprendido al encontrarse entre grandes cajones de madera. Miró a su alrededor; nada le resultaba familiar.
- ¿Mamá? - Volvió a llamarla sin optener respuesta.
Hizo una mueca, reflejo del debil temor que empezaba a inundarle su pequeño corazón. Gateó hasta lo que creía que era la salida de aquella tienda formada por cajas, incómodo por el balanceo que empezó a notar bajo su cuerpecito.
Al salir, el brillo del sol le cegó. Entrecerró los ojos para contemplar lo que se abría a su alrededor y se soprendió al encontrarse sobre una superficie de madera de la que se alzaban hacia el cielo gruesos palos con enormes sábanas; ¡Un barco!
Jamás había montado en uno antes y sonrió mientras se ponía de pie.
- ¡Mamá, estamos en un barco! - Gritó, pero nadie le escuchó. A su alrededor una decena de hombres se movía de un lado para otro: unos contemplaban el mar que los rodeaba en todas direcciones cuya visión le era prácticamente imposible a Devin; otros tiraban de gruesas cuerdas y se gritaban órdenes. Pero no había ni rastro de su madrastra, ni de nadie conocido.
Fascinado aunque algo temeroso por encontrarse solo, caminó por aquella cubierta que bajo sus pies le resultó inestable. Se tambaleó y cayó al suelo, pero en seguida se levantó de nuevo para seguir mirando en todas direcciones; ni rastro de mamá.
Se sentó en el suelo, cerca de las cajas, golpeando con los piececitos la madera mojada mientras contemplaba el ir y venir de los hombres; mamá vendrá a por mí, se convenció. Disfrutando de la nueva experiencia descubrió un cangrejo a un par de metros de él:
- Cangrecito... jiji- Intentó levantase sin poder conseguirlo y gateó tras el animal atravesando media cubierta; nadie pareció percatarse de su presencia y, de hacerlo, les resultó bastante normal que un niño estuviera por allí.
Fdi: El barco es un barco mercante, de esos no demasiado grandes que se dedican a cubrir las rutas entre las islas repartiendo género y pasajeros.
- ¿Mamá? -.
Intentó abrir los ojos, restregándoselos primero con una pequeña mano llena de barro y suciedad. Poco a poco fue despejándosele la mente, pero la turbación no desaparecía. ¿Dónde estaba?. Poco a poco se incorporó sorprendido al encontrarse entre grandes cajones de madera. Miró a su alrededor; nada le resultaba familiar.
- ¿Mamá? - Volvió a llamarla sin optener respuesta.
Hizo una mueca, reflejo del debil temor que empezaba a inundarle su pequeño corazón. Gateó hasta lo que creía que era la salida de aquella tienda formada por cajas, incómodo por el balanceo que empezó a notar bajo su cuerpecito.
Al salir, el brillo del sol le cegó. Entrecerró los ojos para contemplar lo que se abría a su alrededor y se soprendió al encontrarse sobre una superficie de madera de la que se alzaban hacia el cielo gruesos palos con enormes sábanas; ¡Un barco!
Jamás había montado en uno antes y sonrió mientras se ponía de pie.
- ¡Mamá, estamos en un barco! - Gritó, pero nadie le escuchó. A su alrededor una decena de hombres se movía de un lado para otro: unos contemplaban el mar que los rodeaba en todas direcciones cuya visión le era prácticamente imposible a Devin; otros tiraban de gruesas cuerdas y se gritaban órdenes. Pero no había ni rastro de su madrastra, ni de nadie conocido.
Fascinado aunque algo temeroso por encontrarse solo, caminó por aquella cubierta que bajo sus pies le resultó inestable. Se tambaleó y cayó al suelo, pero en seguida se levantó de nuevo para seguir mirando en todas direcciones; ni rastro de mamá.
Se sentó en el suelo, cerca de las cajas, golpeando con los piececitos la madera mojada mientras contemplaba el ir y venir de los hombres; mamá vendrá a por mí, se convenció. Disfrutando de la nueva experiencia descubrió un cangrejo a un par de metros de él:
- Cangrecito... jiji- Intentó levantase sin poder conseguirlo y gateó tras el animal atravesando media cubierta; nadie pareció percatarse de su presencia y, de hacerlo, les resultó bastante normal que un niño estuviera por allí.
Fdi: El barco es un barco mercante, de esos no demasiado grandes que se dedican a cubrir las rutas entre las islas repartiendo género y pasajeros.
Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
Re: ¿Mamá?
"¿Éso... había sido un grito?"
La mañana había amanecido fresca, y el sol no había hecho nada por evitarlo. Atrapado en una prisión de jirones de nube gris, su brillo era distante e intermitente, incapaz de luchar contra la fría y húmeda brisa matutina del mar que arremolinaba un puñado de olas bajo la urca a la que empujaba con monótona lentitud.
"Había sido un grito. Un grito... ¿Un grito de niño?"
Había sangre. Había lluvia. Había un penetrante olor a muerte en el ambiente, y también a azufre. A fuego, a pesar de la lluvia. Las llamas desafiaban a la tormenta en silencio, bailando exultantes sobre las calles ruinosas sepultadas bajo nieve enrojecida por la sangre y medio derretida por el agua y el calor. El sonido del agua ahogaba su crepitar. El silencio de la muerte ahogaba el sonido del agua. Había cadáveres. Había sombras. Había...
Un rayo de sol le golpeó en los ojos, haciéndole arrugar la nariz. Inconscientemente dejó escapar un gruñido, y se arrebujó en el raído jergón de lana en el que se encontraba, volviendo la cabeza para escapar de la repentina claridad. No pudo huír de la imagen.
"Gritos. Había gritos. Había voces, susurros, aullidos y gritos de todas clases coreando el estruendo de la lluvia. Había muertos. Había hombres, mujeres, niños muertos, espadas hundidas en la nieve sanguinolenta, rezumando sangre recién derramada. Había ojos opacos que miraban fijamente a la nada, silenciosos como estatuas, atrapados en rostros congelados para siempre en obscenas muecas de dolor. Había..."
Abrió los ojos.
Al principio, no supo dónde estaba. Se sintió bastante desorientada, y confusa. Estaba oscuro, y a pesar del fresco de la mañana, hacía calor. Parecía un cajón de madera. Parecía... un ataúd. El pensamiento le hizo sentir un momento de ansia, una punzada de pánico. Alzó la cabeza de pronto, apoyando las manos en la madera que había bajo su cuerpo, bajo el jergón, y la realidad comenzó a volver a ella con brusquedad, haciendo su trabajo. Emitió un quejido, la muñeca derecha crujió levemente. Se golpeó la cabeza con algo, y alzó las manos para encontrar una lona. Presionó, empezando a sentir que había algo familiar en el sitio, y de pronto... se hizo la luz.
La chica cerró los ojos con fuerza, llevándose una mano al rostro. El sol estaba alto en el cielo, y brillaba con fuerza aunque pareciera negarle al mundo su calor. Tenía las pupilas dilatadas, acostumbradas a la oscuridad del lugar en el que se hallaba, y la repentina visión de la luz la cegó momentáneamente. No vio la silueta, no supo que había alguien a su lado hasta escuchar su voz.
- ¿Qué haces ahí? - preguntó.
Intentó ubicarla. La conocía. En aquel momento no sabía ponerle nombre, pero el sonido se correspondía con el de la voz de uno de los marineros de la patache. No había reproche en ella, sino curiosidad. Tardó algunos segundos en obtener una respuesta.
- Lo siento - musitó la joven, encontrando el contorno de su rostro por fin. - Estaba lloviendo.
No le vio asentir con la cabeza, aunque poco a poco sus pupilas se iban haciendo a la nueva fuente de luz. El marinero dejó escapar un breve suspiro, y apartó las manos de la lona, dejándola abierta. La muchacha se incorporó levemente, asomando la cabeza por encima del borde de la barcaza, y lanzó un vistazo a la cubierta. El marinero mantuvo unos instantes de silencio, igual que había hecho ella, y luego se volvió hacia la popa del barco, mirando en dirección al timonel.
- Vale - dijo. - Ten cuidado de que el capitán no te vea.
La joven sorbió desganadamente por la nariz por toda respuesta, y el marinero se alejó sin más palabras. No es que le cayese antipática. Lo entendía. Mejor que no le viesen, sí. Ni a ella. No era un polizón, pero empezaba a parecerse demasiado a uno. Las pocas monedas que había podido darle al capitán habían pagado un pasaje sólo por lástima, y en ningún caso una habitación. Seguramente el viejo marino se enfadaría bastante si supiese dónde se refugiaba de la lluvia su 'invitada'.
Sus ojos se posaron sobre la silueta de un muchacho que ya casi podía discernir, en la cubierta, no muy lejos de donde se encontraba. Era pequeño. De alguna forma, las imágenes de la pesadilla volvieron a ella un momento, y se frotó los ojos como si con éso se las fuera a quitar de encima... o fuera a entenderlas. Tenía gracia... no recordaba haber visto antes a ése chiquillo en lo que llevaban de travesía. Aunque no es que su memoria fuese lo más fiable del mundo en éstos últimos días.
Sonrió sin poder evitarlo, apoyando la cabeza sobre los brazos, en el borde de la barcaza, y quedándose mirando al niño durante un rato.
La mañana había amanecido fresca, y el sol no había hecho nada por evitarlo. Atrapado en una prisión de jirones de nube gris, su brillo era distante e intermitente, incapaz de luchar contra la fría y húmeda brisa matutina del mar que arremolinaba un puñado de olas bajo la urca a la que empujaba con monótona lentitud.
"Había sido un grito. Un grito... ¿Un grito de niño?"
Había sangre. Había lluvia. Había un penetrante olor a muerte en el ambiente, y también a azufre. A fuego, a pesar de la lluvia. Las llamas desafiaban a la tormenta en silencio, bailando exultantes sobre las calles ruinosas sepultadas bajo nieve enrojecida por la sangre y medio derretida por el agua y el calor. El sonido del agua ahogaba su crepitar. El silencio de la muerte ahogaba el sonido del agua. Había cadáveres. Había sombras. Había...
Un rayo de sol le golpeó en los ojos, haciéndole arrugar la nariz. Inconscientemente dejó escapar un gruñido, y se arrebujó en el raído jergón de lana en el que se encontraba, volviendo la cabeza para escapar de la repentina claridad. No pudo huír de la imagen.
"Gritos. Había gritos. Había voces, susurros, aullidos y gritos de todas clases coreando el estruendo de la lluvia. Había muertos. Había hombres, mujeres, niños muertos, espadas hundidas en la nieve sanguinolenta, rezumando sangre recién derramada. Había ojos opacos que miraban fijamente a la nada, silenciosos como estatuas, atrapados en rostros congelados para siempre en obscenas muecas de dolor. Había..."
Abrió los ojos.
Al principio, no supo dónde estaba. Se sintió bastante desorientada, y confusa. Estaba oscuro, y a pesar del fresco de la mañana, hacía calor. Parecía un cajón de madera. Parecía... un ataúd. El pensamiento le hizo sentir un momento de ansia, una punzada de pánico. Alzó la cabeza de pronto, apoyando las manos en la madera que había bajo su cuerpo, bajo el jergón, y la realidad comenzó a volver a ella con brusquedad, haciendo su trabajo. Emitió un quejido, la muñeca derecha crujió levemente. Se golpeó la cabeza con algo, y alzó las manos para encontrar una lona. Presionó, empezando a sentir que había algo familiar en el sitio, y de pronto... se hizo la luz.
La chica cerró los ojos con fuerza, llevándose una mano al rostro. El sol estaba alto en el cielo, y brillaba con fuerza aunque pareciera negarle al mundo su calor. Tenía las pupilas dilatadas, acostumbradas a la oscuridad del lugar en el que se hallaba, y la repentina visión de la luz la cegó momentáneamente. No vio la silueta, no supo que había alguien a su lado hasta escuchar su voz.
- ¿Qué haces ahí? - preguntó.
Intentó ubicarla. La conocía. En aquel momento no sabía ponerle nombre, pero el sonido se correspondía con el de la voz de uno de los marineros de la patache. No había reproche en ella, sino curiosidad. Tardó algunos segundos en obtener una respuesta.
- Lo siento - musitó la joven, encontrando el contorno de su rostro por fin. - Estaba lloviendo.
No le vio asentir con la cabeza, aunque poco a poco sus pupilas se iban haciendo a la nueva fuente de luz. El marinero dejó escapar un breve suspiro, y apartó las manos de la lona, dejándola abierta. La muchacha se incorporó levemente, asomando la cabeza por encima del borde de la barcaza, y lanzó un vistazo a la cubierta. El marinero mantuvo unos instantes de silencio, igual que había hecho ella, y luego se volvió hacia la popa del barco, mirando en dirección al timonel.
- Vale - dijo. - Ten cuidado de que el capitán no te vea.
La joven sorbió desganadamente por la nariz por toda respuesta, y el marinero se alejó sin más palabras. No es que le cayese antipática. Lo entendía. Mejor que no le viesen, sí. Ni a ella. No era un polizón, pero empezaba a parecerse demasiado a uno. Las pocas monedas que había podido darle al capitán habían pagado un pasaje sólo por lástima, y en ningún caso una habitación. Seguramente el viejo marino se enfadaría bastante si supiese dónde se refugiaba de la lluvia su 'invitada'.
Sus ojos se posaron sobre la silueta de un muchacho que ya casi podía discernir, en la cubierta, no muy lejos de donde se encontraba. Era pequeño. De alguna forma, las imágenes de la pesadilla volvieron a ella un momento, y se frotó los ojos como si con éso se las fuera a quitar de encima... o fuera a entenderlas. Tenía gracia... no recordaba haber visto antes a ése chiquillo en lo que llevaban de travesía. Aunque no es que su memoria fuese lo más fiable del mundo en éstos últimos días.
Sonrió sin poder evitarlo, apoyando la cabeza sobre los brazos, en el borde de la barcaza, y quedándose mirando al niño durante un rato.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
El barco seguía meciéndose bajo él. Si no conseguía levantarse y caminar sobre cubierta jamás alcanzaría al cangrejo. Pero le era imposible; siempre que se levantaba volvía a caer de culo incapaz de aguantar el equilibrio. Resignado, avanzaba dando manotazos cuando estaba cerca del animal, esperando que cambiara de dirección para poder cazarlo más facilmente... pero el crustaceo no caía en aquella trampa.
Dejó de gatear para sentarse sobre cubierta; enfurruñado, con los brazos cruzados sobre el pecho, le dirigió una penetrante mirada al animal. Sorprendentemente éste, en ese mismo instante, dejó de moverse y, sonriente, el pequeño Devin pudo llegar hasta él.
Lo cogió de una de las patas traseras elevándolo en el aire. Observándolo con atención mientras el animal se retorcía abriendo y cerrando las pinzas. El niño se echó a reir cuando descubrió como el cangrejo comnzaba a crear pompitas por la boca y lo imitó mientras lo posaba en su pequeña mano. El cangrejo en ningún momento hizo intento por defenderse y sus pinzas no buscaban donde cerrarse, parecía como si el animal estuviera hipnotizado.
Levantaba cada una de sus patas pinzándolas con los dedos, le daba la vuelta para observarlo por debajo y acercaba su rostro a la cara del cangrejo sin que éste intentara pillarle la nariz con sus grandes pinzas.
El examen acabó repentinamente cuando un cabo se soltó y varios barriles rodaron por la cubierta a punto de caer por la borda. Devin se sobresaltó mirando a su alrededor para ver que ocurría y el animal, como recien despertado de un sueño, saltó de la mano del pequeño y escapó rápidamente.
Cuando el pequeño se dio cuenta, comenzó a gatear de nuevo en la dirección del animal sin saber el peligro que corría al estar en la trayectoria de aquellos grandes barriles.
Dejó de gatear para sentarse sobre cubierta; enfurruñado, con los brazos cruzados sobre el pecho, le dirigió una penetrante mirada al animal. Sorprendentemente éste, en ese mismo instante, dejó de moverse y, sonriente, el pequeño Devin pudo llegar hasta él.
Lo cogió de una de las patas traseras elevándolo en el aire. Observándolo con atención mientras el animal se retorcía abriendo y cerrando las pinzas. El niño se echó a reir cuando descubrió como el cangrejo comnzaba a crear pompitas por la boca y lo imitó mientras lo posaba en su pequeña mano. El cangrejo en ningún momento hizo intento por defenderse y sus pinzas no buscaban donde cerrarse, parecía como si el animal estuviera hipnotizado.
Levantaba cada una de sus patas pinzándolas con los dedos, le daba la vuelta para observarlo por debajo y acercaba su rostro a la cara del cangrejo sin que éste intentara pillarle la nariz con sus grandes pinzas.
El examen acabó repentinamente cuando un cabo se soltó y varios barriles rodaron por la cubierta a punto de caer por la borda. Devin se sobresaltó mirando a su alrededor para ver que ocurría y el animal, como recien despertado de un sueño, saltó de la mano del pequeño y escapó rápidamente.
Cuando el pequeño se dio cuenta, comenzó a gatear de nuevo en la dirección del animal sin saber el peligro que corría al estar en la trayectoria de aquellos grandes barriles.
Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
Re: ¿Mamá?
Qué curioso.
A la joven no le pareció del todo extraño lo que hizo el muchacho. Había visto cosas parecidas, le decía su subconsciente, y su mente consciente hizo un severo esfuerzo por creer aquello a pies juntillas y no pararse a pensar en si podía o no saberlo realmente. Indagar en sus propios instintos, le causaba... frustración. Angustia.
No creyó que hubiera nada de milagroso en ello, y por tanto su tranquila curiosidad no varió en lo más mínimo. Tuvo la impresión de que el niño, una vez atrapado el crustáceo le haría daño de alguna forma, porque muchos niños son así y parecen encontrar placer en causarle dolor a los bichos. Pero no: Jugó con él durante un rato, y el cangrejo se mostró tan dócil como un perro. Lejos de maravillarse por el hecho, lo que pensó la pelirroja fue algo como "Caray, vaya don tiene ése chico para los animales"...
Bueno. Si es que se le podía llamar 'animal' a aquella cosa. La joven descubrió de pronto algo sobre sí misma que ignoraba: Le daban asco los cangrejos. Torció el gesto ligeramente al ver cómo se lo acercaba al rostro. No sabía por qué, pero le enervaban las largas patas de aquel bicho y sus pinzas. Ella no habría sido capaz de cogerlo. Y...
... volvió la cabeza hacia el ruido al mismo tiempo que el niño se sobresaltaba, pero los ojos de ella se clavaron directamente en su origen. Un marinero dio un grito de advertencia, pero en contra de todo lo que era prudente... el muchacho comenzó a seguir de nuevo al cangrejo que se le acababa de caer de la mano.
- Ay - murmuró, dándose cuenta del peligro que corría el chico.
Su reacción fue inusualmente rápida, al menos para alguien que acababa de ser sorprendida. Una parte de sí misma que tenía mucha más sangre fría de la que la chica podía reunir tomó las riendas de su mente, y apenas los barriles hubieron recorrido un puñado de metros, se estiró todo lo que pudo plantando las manos en el borde de la barca. La derecha estaba vendada, y la muñeca le dolió profundamente tan pronto lo hizo, pero lo ignoró. Extendió la mano, agarrándose con la izquierda hasta casi volcar la barcaza, y agarró casi en el último momento al muchacho, tirándole con brusquedad de la ropa para apartarle de la trayectoria de los barriles.
Justo en el momento en el que lo hacía, la gravedad le ganó la partida a la barcaza, y volcó ligeramente hacia el lado. Suficiente como para echarla de su interior y hacerla caer con cierto estrépito y bastante poco decoro al suelo de la cubierta, a unos centímetros de donde había derribado al muchacho. Y también a unos centímetros del cangrejo, al que no vio. Sus ojos se posaron automáticamente sobre el chico, esperando no haberle hecho demasiado daño.
- ¿Estás bien? - preguntó.
A la joven no le pareció del todo extraño lo que hizo el muchacho. Había visto cosas parecidas, le decía su subconsciente, y su mente consciente hizo un severo esfuerzo por creer aquello a pies juntillas y no pararse a pensar en si podía o no saberlo realmente. Indagar en sus propios instintos, le causaba... frustración. Angustia.
No creyó que hubiera nada de milagroso en ello, y por tanto su tranquila curiosidad no varió en lo más mínimo. Tuvo la impresión de que el niño, una vez atrapado el crustáceo le haría daño de alguna forma, porque muchos niños son así y parecen encontrar placer en causarle dolor a los bichos. Pero no: Jugó con él durante un rato, y el cangrejo se mostró tan dócil como un perro. Lejos de maravillarse por el hecho, lo que pensó la pelirroja fue algo como "Caray, vaya don tiene ése chico para los animales"...
Bueno. Si es que se le podía llamar 'animal' a aquella cosa. La joven descubrió de pronto algo sobre sí misma que ignoraba: Le daban asco los cangrejos. Torció el gesto ligeramente al ver cómo se lo acercaba al rostro. No sabía por qué, pero le enervaban las largas patas de aquel bicho y sus pinzas. Ella no habría sido capaz de cogerlo. Y...
... volvió la cabeza hacia el ruido al mismo tiempo que el niño se sobresaltaba, pero los ojos de ella se clavaron directamente en su origen. Un marinero dio un grito de advertencia, pero en contra de todo lo que era prudente... el muchacho comenzó a seguir de nuevo al cangrejo que se le acababa de caer de la mano.
- Ay - murmuró, dándose cuenta del peligro que corría el chico.
Su reacción fue inusualmente rápida, al menos para alguien que acababa de ser sorprendida. Una parte de sí misma que tenía mucha más sangre fría de la que la chica podía reunir tomó las riendas de su mente, y apenas los barriles hubieron recorrido un puñado de metros, se estiró todo lo que pudo plantando las manos en el borde de la barca. La derecha estaba vendada, y la muñeca le dolió profundamente tan pronto lo hizo, pero lo ignoró. Extendió la mano, agarrándose con la izquierda hasta casi volcar la barcaza, y agarró casi en el último momento al muchacho, tirándole con brusquedad de la ropa para apartarle de la trayectoria de los barriles.
Justo en el momento en el que lo hacía, la gravedad le ganó la partida a la barcaza, y volcó ligeramente hacia el lado. Suficiente como para echarla de su interior y hacerla caer con cierto estrépito y bastante poco decoro al suelo de la cubierta, a unos centímetros de donde había derribado al muchacho. Y también a unos centímetros del cangrejo, al que no vio. Sus ojos se posaron automáticamente sobre el chico, esperando no haberle hecho demasiado daño.
- ¿Estás bien? - preguntó.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
- Cangrecito... -.
Tras comprobar que eran únicamente barriles que se movían de un lado a otro, Devin siguió su travesía a lo largo de la cubierta. Su persecución se volvió cada vez más complicada ya que el cangrejo parecía intuir cierto peligro y avanzaba más deprisa. Devin continuó con su técnica de los manotazos, intentando hacerle cambiar de dirección sin conseguirlo.
Uno de los barriles recorrió la cubierta hasta chocar contra la baranda que crugió bajo el impacto sin llegar a romperse. Rebotó mientras un par de hombres intentaban frenarlo, pero les empujó sin compasión y ambos cayeron, mientras el otro barril, devido al golpe de una ola, cambiaba de rumbo y se dirigía directamente hacia el pequeño.
Éste, que seguía entretenido intentando cazar de nuevo al animal, sintió como tiraban de él y prácticamente rodaba hasta un rincón alejado del cangrejo.
- ¿Estás bien? -.
Devin parpadeó un par de veces, extrañado, contemplando el rostro de la semiefla sin entender que estaba ocurriendo y a que venía tanto jaleo.
Asintió lentamente con la cabeza antes de que sus ojos se dirigieran al borde de la cubierta; el cangrejo pareció dirigirle una última mirada antes de saltar por ella y caer al agua hundiéndose lentamente.
El pequeño hizo una mueca, algo semejante a un puchero, contemplando el lugar donde segundos antes estaba el crustáceo. Cuando se convenció de que ninguna ola volvería a impulsarlo hasta la cubierta, prestó atención a la joven que lo miraba.
- Hola- Dijo sonriente, mirándola directamente a los ojos con un brillo inocente e inquietante.
Tras comprobar que eran únicamente barriles que se movían de un lado a otro, Devin siguió su travesía a lo largo de la cubierta. Su persecución se volvió cada vez más complicada ya que el cangrejo parecía intuir cierto peligro y avanzaba más deprisa. Devin continuó con su técnica de los manotazos, intentando hacerle cambiar de dirección sin conseguirlo.
Uno de los barriles recorrió la cubierta hasta chocar contra la baranda que crugió bajo el impacto sin llegar a romperse. Rebotó mientras un par de hombres intentaban frenarlo, pero les empujó sin compasión y ambos cayeron, mientras el otro barril, devido al golpe de una ola, cambiaba de rumbo y se dirigía directamente hacia el pequeño.
Éste, que seguía entretenido intentando cazar de nuevo al animal, sintió como tiraban de él y prácticamente rodaba hasta un rincón alejado del cangrejo.
- ¿Estás bien? -.
Devin parpadeó un par de veces, extrañado, contemplando el rostro de la semiefla sin entender que estaba ocurriendo y a que venía tanto jaleo.
Asintió lentamente con la cabeza antes de que sus ojos se dirigieran al borde de la cubierta; el cangrejo pareció dirigirle una última mirada antes de saltar por ella y caer al agua hundiéndose lentamente.
El pequeño hizo una mueca, algo semejante a un puchero, contemplando el lugar donde segundos antes estaba el crustáceo. Cuando se convenció de que ninguna ola volvería a impulsarlo hasta la cubierta, prestó atención a la joven que lo miraba.
- Hola- Dijo sonriente, mirándola directamente a los ojos con un brillo inocente e inquietante.
Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
Re: ¿Mamá?
Bueno, gracias al Cielo. La semielfa suspiró.
No había nada que hacer, se había puesto nerviosa. El mero pensamiento de lo que podía haber pasado sirvió para erizarle el vello de la nuca, y la idea de que con su torpe maniobra podía haberle hecho daño al crío no ayudaba demasiado a que se relajara. No hasta que el muchacho la miró, incrédulo, con un puchero que no entendió muy bien a cuento de qué era - se le había olvidado por completo el cangrejo - y luego sonrió.
La joven le devolvió una sonrisa hecha de alivio puro y, poniéndose de rodillas, le estrechó un momento entre sus brazos sin poder evitarlo. Comprendió que el niño no entendía el peligro en el que había estado, y tal vez fuera mejor así. Le miró muy despacio, comprobando si le pasaba algo, pero no parecía estar herido ni tener magulladuras por su sacudida. Rose se sintió torpe. Bueno, estaba siendo bastante torpe. Aunque no fuera algo que pudiera verse a simple vista, las heridas de ella no le permitían moverse bien.
- Hola - contestó, mirándole a los ojos. - ¿Cómo te llamas? ¿Dónde...?
- ¿Estáis bien?
La semielfa se interrumpió para buscar el origen de la voz con la mirada, para lo cual tuvo que alzar la vista. El corpachón de un marinero protegió sus ojos del sol, pero no le permitió ver la expresión del hombre. Asintió con la cabeza. ¿Estaban bien...? Sí, éso parecía. ¿Estaban heridos? Bueno, ella sí, pero no por culpa de aquello. Volvió a mirar al chico.
- ¿Y tu mamá? - preguntó.
No había nada que hacer, se había puesto nerviosa. El mero pensamiento de lo que podía haber pasado sirvió para erizarle el vello de la nuca, y la idea de que con su torpe maniobra podía haberle hecho daño al crío no ayudaba demasiado a que se relajara. No hasta que el muchacho la miró, incrédulo, con un puchero que no entendió muy bien a cuento de qué era - se le había olvidado por completo el cangrejo - y luego sonrió.
La joven le devolvió una sonrisa hecha de alivio puro y, poniéndose de rodillas, le estrechó un momento entre sus brazos sin poder evitarlo. Comprendió que el niño no entendía el peligro en el que había estado, y tal vez fuera mejor así. Le miró muy despacio, comprobando si le pasaba algo, pero no parecía estar herido ni tener magulladuras por su sacudida. Rose se sintió torpe. Bueno, estaba siendo bastante torpe. Aunque no fuera algo que pudiera verse a simple vista, las heridas de ella no le permitían moverse bien.
- Hola - contestó, mirándole a los ojos. - ¿Cómo te llamas? ¿Dónde...?
- ¿Estáis bien?
La semielfa se interrumpió para buscar el origen de la voz con la mirada, para lo cual tuvo que alzar la vista. El corpachón de un marinero protegió sus ojos del sol, pero no le permitió ver la expresión del hombre. Asintió con la cabeza. ¿Estaban bien...? Sí, éso parecía. ¿Estaban heridos? Bueno, ella sí, pero no por culpa de aquello. Volvió a mirar al chico.
- ¿Y tu mamá? - preguntó.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
Devin se sorprendió de nuevo ante el abrazo, pero no se inmutó. Sonriente quiso presentarse a la muchacha cuando un gigante ensombrenció el sol. Por un momento el pequeño se asustó, después simplemente se maravillo. Un barco, un gigante... Tenía ganas de ver que pasaría a continuación.
El niño asintió, ¡estaba mejor que nunca!
- ¿Y tu mamá? -.
Devin hizo un puchero involuntario. Se sintió culpable por haber olvidado a su madre entretenido como estaba con el cangrejo y tanta gente nueva.
- No lo sé- Contestó encogiéndose de hombros- Yo estaba en mi cama y me desperté aquí. A lo mejor un mago me ha teletransportado... ¡O quizá haya llegado volando en sueños!... ¿Pero dónde está mamá?-.
Tan pronto se sentía feliz como triste; aquel cambio de emociones solo conseguían confundirlo más. Y, aunque quería encontrar a su madre y su rostro así lo demostraba, de sus ojos no cayó ninguna lágrima.
- No sé... - Titubeó.
El niño asintió, ¡estaba mejor que nunca!
- ¿Y tu mamá? -.
Devin hizo un puchero involuntario. Se sintió culpable por haber olvidado a su madre entretenido como estaba con el cangrejo y tanta gente nueva.
- No lo sé- Contestó encogiéndose de hombros- Yo estaba en mi cama y me desperté aquí. A lo mejor un mago me ha teletransportado... ¡O quizá haya llegado volando en sueños!... ¿Pero dónde está mamá?-.
Tan pronto se sentía feliz como triste; aquel cambio de emociones solo conseguían confundirlo más. Y, aunque quería encontrar a su madre y su rostro así lo demostraba, de sus ojos no cayó ninguna lágrima.
- No sé... - Titubeó.
Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
Re: ¿Mamá?
¿No sabía dónde estaba su madre?
Bueno, no podía estar lejos. Rose pensó que lo más seguro sería que estuviera dentro del barco. Bueno, no "lo más seguro". A la semielfa no se le ocurrió, sencillamente no se le pasó por la cabeza ninguna otra posibilidad. Era un chico que no sabía en qué parte del barco estaban sus padres, y que era piadosamente ajeno al peligro que acababa de correr. Asintió con la cabeza, y le acarició el pelo para tranquilizarle.
- No te preocupes - dijo. - Vamos a buscar a tu mamá, ¿Vale?
Luego alzó la cabeza para encontrarse con la expresión suspicaz del marinero, cuyas cejas estaban alzadas.
- ¿De quién es el niño? - preguntó.
- No se - dijo, en voz baja. - Se habrá escapado de su camarote.
Se sentiría mal, pensó. Y la verdad es que no le parecía difícil, aunque no tenía ni pajolera idea de por qué ella no se encontraba mal. Muchos pasajeros del barco experimentaban un malestar bastante fuerte debido al constante balanceo del mismo sobre las olas. Y Rose podía entenderlo... pero a ella no le afectaba. Lo cual era un alivio, porque teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba, un mareo habría terminado de ser devastador para ella.
Supuso que tenía experiencia con viajes en barco, y procuraba evitar preguntarse por qué. He ahí otra pieza de sí misma que ignoraba.
- ¿Y si no es de nadie?
Rose frunció el ceño.
- ¿Cómo no va a ser de nadie? - preguntó. - ¿Qué tipo de pregunta es ésa?
Se quedó mirando al chico. Bueno... aún no se le había ocurrido la idea de que pudiera ser así.
Bueno, no podía estar lejos. Rose pensó que lo más seguro sería que estuviera dentro del barco. Bueno, no "lo más seguro". A la semielfa no se le ocurrió, sencillamente no se le pasó por la cabeza ninguna otra posibilidad. Era un chico que no sabía en qué parte del barco estaban sus padres, y que era piadosamente ajeno al peligro que acababa de correr. Asintió con la cabeza, y le acarició el pelo para tranquilizarle.
- No te preocupes - dijo. - Vamos a buscar a tu mamá, ¿Vale?
Luego alzó la cabeza para encontrarse con la expresión suspicaz del marinero, cuyas cejas estaban alzadas.
- ¿De quién es el niño? - preguntó.
- No se - dijo, en voz baja. - Se habrá escapado de su camarote.
Se sentiría mal, pensó. Y la verdad es que no le parecía difícil, aunque no tenía ni pajolera idea de por qué ella no se encontraba mal. Muchos pasajeros del barco experimentaban un malestar bastante fuerte debido al constante balanceo del mismo sobre las olas. Y Rose podía entenderlo... pero a ella no le afectaba. Lo cual era un alivio, porque teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba, un mareo habría terminado de ser devastador para ella.
Supuso que tenía experiencia con viajes en barco, y procuraba evitar preguntarse por qué. He ahí otra pieza de sí misma que ignoraba.
- ¿Y si no es de nadie?
Rose frunció el ceño.
- ¿Cómo no va a ser de nadie? - preguntó. - ¿Qué tipo de pregunta es ésa?
Se quedó mirando al chico. Bueno... aún no se le había ocurrido la idea de que pudiera ser así.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
Se dejó acariciar el pelo, bastante despeinado, agradeciendo el contacto femenino casi siempre tan cálido y suave. Su pesar se apaciguó lo suficiente como para que se dibujara media sonrisilla que hubiera enternecido a cualquiera. Asintió.
- Vale-.
Pero el hombretón no parecía estar seguro de que las cosas fueran a ir demasiado bien.
Generalmente, Devinaplicaba la regla de ver, oir y callar, siempre que su madre hablaba con otro adulto, pero mamá no estaba y tenía un gigante delante... ¡Y era el primero que veía en su vida! No podía ignorarlo.
- ¿De quién es el niño? -.
- No se. Se habrá escapado de su camarote-.
- ¿Y si no es de nadie?-.
- ¿Cómo no va a ser de nadie? ¿Qué tipo de pregunta es ésa?-.
Devin titubeó de nuevo.
- ¿Qué quiere decir "que no soy de nadie"?- El pequeño intnuía que no ser de nadie era algo bastante malo, algo que el gigante no toleraría.
Fdi: Recuerdame que te diga una cosa por el msn =)
- Vale-.
Pero el hombretón no parecía estar seguro de que las cosas fueran a ir demasiado bien.
Generalmente, Devinaplicaba la regla de ver, oir y callar, siempre que su madre hablaba con otro adulto, pero mamá no estaba y tenía un gigante delante... ¡Y era el primero que veía en su vida! No podía ignorarlo.
- ¿De quién es el niño? -.
- No se. Se habrá escapado de su camarote-.
- ¿Y si no es de nadie?-.
- ¿Cómo no va a ser de nadie? ¿Qué tipo de pregunta es ésa?-.
Devin titubeó de nuevo.
- ¿Qué quiere decir "que no soy de nadie"?- El pequeño intnuía que no ser de nadie era algo bastante malo, algo que el gigante no toleraría.
Fdi: Recuerdame que te diga una cosa por el msn =)
Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
Re: ¿Mamá?
La pelirroja clavó la mirada en Devin por un momento, compungida. Chico listo, maldita sea. La mayoría de niños de su edad (¿Cuál sería su edad?) se limitaban a pensar en las musarañas mientras otras personas hablaban, pero este le estaba poniendo atención a lo que decían. Y no quería asustarle.
Si el marinero hubiera compartido su preocupación.
- Significa que más vale que podáis encontrar a tus pa... - el hombre se interrumpió bruscamente al pasar los ojos desde el chico hasta la semielfa, que le dirigía una mirada que le sorprendió por su dureza. - Oye, el chico tiene que saberlo si le han aban...
- Sus padres deben estar a bordo - interrumpió Rose con brusquedad.
Idiota. ¿Qué quería? ¿Asustar al chico?
A ella seguía sin pasársele por la cabeza que lo que el marinero estaba pensando pudiera ser la realidad... aunque gracias a sus palabras, ahora, en el fondo sintiese la sombra del temor, comenzase a contemplar la posibilidad. El hombretón se encogió de hombros, como resignándose a que fuera ella misma la que se llevara el chasco. Había visto cosas así antes. La mar es cruel. La gente es cruel. Tal vez Rose no recordara el mundo frío y traicionero del que venía, pero el hombre que tenía frente a sí lo tenía muy presente cada día.
- Tú sabrás - anunció. - Si lo que pasa es lo que yo creo...
- Si es así, me haré cargo - dijo ella, de forma más suave y asintiendo con la cabeza.
Al menos, el marinero tenía la precaución de no mencionar directamente la sospecha frente al chico. Aquello contentó a la semielfa; no porque quisiera ocultarle aquello al muchacho, si es que fuera verdad, sino porque no había necesidad de hacerle pasar miedo si no lo era. El marinero murmuró un par de palabras que no entendió bien, y una retahíla de refunfuños sobre el humor del capitán, aderezadas con un par de comentarios sobre patadas, traseros y tiburones. Ignorándole, la pelirroja se volvió de nuevo hacia Devin, poniéndole las manos en las mejillas.
- No le hagas caso, ¿Vale? - le tranquilizó. - Venga, vamos a recorrer el barco.
Levantando las rodillas con un cierto esfuerzo para ponerse en cuclillas, le ofreció la mano al chico para que la acompañase.
- Me llamo Rose. ¿Y tú?
Si el marinero hubiera compartido su preocupación.
- Significa que más vale que podáis encontrar a tus pa... - el hombre se interrumpió bruscamente al pasar los ojos desde el chico hasta la semielfa, que le dirigía una mirada que le sorprendió por su dureza. - Oye, el chico tiene que saberlo si le han aban...
- Sus padres deben estar a bordo - interrumpió Rose con brusquedad.
Idiota. ¿Qué quería? ¿Asustar al chico?
A ella seguía sin pasársele por la cabeza que lo que el marinero estaba pensando pudiera ser la realidad... aunque gracias a sus palabras, ahora, en el fondo sintiese la sombra del temor, comenzase a contemplar la posibilidad. El hombretón se encogió de hombros, como resignándose a que fuera ella misma la que se llevara el chasco. Había visto cosas así antes. La mar es cruel. La gente es cruel. Tal vez Rose no recordara el mundo frío y traicionero del que venía, pero el hombre que tenía frente a sí lo tenía muy presente cada día.
- Tú sabrás - anunció. - Si lo que pasa es lo que yo creo...
- Si es así, me haré cargo - dijo ella, de forma más suave y asintiendo con la cabeza.
Al menos, el marinero tenía la precaución de no mencionar directamente la sospecha frente al chico. Aquello contentó a la semielfa; no porque quisiera ocultarle aquello al muchacho, si es que fuera verdad, sino porque no había necesidad de hacerle pasar miedo si no lo era. El marinero murmuró un par de palabras que no entendió bien, y una retahíla de refunfuños sobre el humor del capitán, aderezadas con un par de comentarios sobre patadas, traseros y tiburones. Ignorándole, la pelirroja se volvió de nuevo hacia Devin, poniéndole las manos en las mejillas.
- No le hagas caso, ¿Vale? - le tranquilizó. - Venga, vamos a recorrer el barco.
Levantando las rodillas con un cierto esfuerzo para ponerse en cuclillas, le ofreció la mano al chico para que la acompañase.
- Me llamo Rose. ¿Y tú?
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
Devin no apartaba la mirada del gigante. Había algo en su cabeza que, sin saber demasiado bien que quería decir aquel hombretón, le avisaba de cuanta razón tenía.
En su opinión (y fuese lo que fuese que pensara su mente), el creía que el gigante estaba loco. Y sus sospechas no hicieron más que aviviarse cuando comenzó a farfullar hablando sobre tiburones. El pequeño Devin alzó una ceja, mirándolo extrañado, a modo de contestación.
La chica lo obligó a prestarla atención cuando con las manos en sus mejillas le dijo que recorrerían el barco. Devin no tenía objección, nunca había estado en uno y aquello le pareció bastante divertido. Pensó que quizás hubiera más gigantes o incluso otros seres en aquel barco. Río por lo bajo mientras le daba la mano a la ahora conocida como Rose.
- Devin-.
Recorrieron de popa a proa todos las cubiertas del barco a las que tenían acceso, incluida parte de la bodega sin pizca de éxito. Preguntaron si sabían de unos padres que estuvieran buscando a su pequeño y todo el mundo les negó con la cabeza mirando con lástima o perplejidad al pequeño.
Devin comenzó a darse cuenta de que podía ser posible que su madre no estuviera con él en aquel barco y tampoco a kilómetros a la redonda (aunque no acababa de comprender que significaba eso).
No lloró, pero cuando su pecho comenzó a moverse más deprisa devido a su respiración, supo con certeza que algo iba mal, muy mal... y estaba solo. Ahora buscaba con más interés a pesar de que llevaban recorriendo el barco toda la mañana.
Fue entonces cuando, a la vuelta de una esquina y girando en otra, vio un corpulento cuerpo muy parecido al de su madre.
- ¡Mamáa!- Gritó y, soltándose de la mano de Rose, echó a correr.
Su estabilidad sobre las tablas de madera era mucho mejor, aunque todavía notaba el vaivén del barco lo suficiente como para chocar contra la pared. Giró una esquina y luego otra, con una sonrisa en los labios pensando que su madre iba a estar en la siguiente. Pero lo cierto es que allí no había nadie salvo un enorme hombre negro que le miraba con sus grandes ojos.
- ¿Mamá?-.
- Creo que te has confundido, chico- Dijo. Y siguió andando por el pasillo.
Devin se quedó donde estaba haciendo pucheros. Su madre no estaba, sabía que no estaba en aquel barco. Estaba solo, más solo todavía por haber perdido también a Rose.
Se hizo un ovillo en un esquinazo del pasillo, con la espalda apollada sobre la pared, haciendo pucheros. No lloró. Rose me encontrará, se dijo.
En su opinión (y fuese lo que fuese que pensara su mente), el creía que el gigante estaba loco. Y sus sospechas no hicieron más que aviviarse cuando comenzó a farfullar hablando sobre tiburones. El pequeño Devin alzó una ceja, mirándolo extrañado, a modo de contestación.
La chica lo obligó a prestarla atención cuando con las manos en sus mejillas le dijo que recorrerían el barco. Devin no tenía objección, nunca había estado en uno y aquello le pareció bastante divertido. Pensó que quizás hubiera más gigantes o incluso otros seres en aquel barco. Río por lo bajo mientras le daba la mano a la ahora conocida como Rose.
- Devin-.
Recorrieron de popa a proa todos las cubiertas del barco a las que tenían acceso, incluida parte de la bodega sin pizca de éxito. Preguntaron si sabían de unos padres que estuvieran buscando a su pequeño y todo el mundo les negó con la cabeza mirando con lástima o perplejidad al pequeño.
Devin comenzó a darse cuenta de que podía ser posible que su madre no estuviera con él en aquel barco y tampoco a kilómetros a la redonda (aunque no acababa de comprender que significaba eso).
No lloró, pero cuando su pecho comenzó a moverse más deprisa devido a su respiración, supo con certeza que algo iba mal, muy mal... y estaba solo. Ahora buscaba con más interés a pesar de que llevaban recorriendo el barco toda la mañana.
Fue entonces cuando, a la vuelta de una esquina y girando en otra, vio un corpulento cuerpo muy parecido al de su madre.
- ¡Mamáa!- Gritó y, soltándose de la mano de Rose, echó a correr.
Su estabilidad sobre las tablas de madera era mucho mejor, aunque todavía notaba el vaivén del barco lo suficiente como para chocar contra la pared. Giró una esquina y luego otra, con una sonrisa en los labios pensando que su madre iba a estar en la siguiente. Pero lo cierto es que allí no había nadie salvo un enorme hombre negro que le miraba con sus grandes ojos.
- ¿Mamá?-.
- Creo que te has confundido, chico- Dijo. Y siguió andando por el pasillo.
Devin se quedó donde estaba haciendo pucheros. Su madre no estaba, sabía que no estaba en aquel barco. Estaba solo, más solo todavía por haber perdido también a Rose.
Se hizo un ovillo en un esquinazo del pasillo, con la espalda apollada sobre la pared, haciendo pucheros. No lloró. Rose me encontrará, se dijo.
Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
Re: ¿Mamá?
Aquella urca no era tan grande. ¿Cuánto tiempo podían tardar en recorrerla entera?
A medida que la mañana transcurría, paso a paso, con lentitud, la respuesta a aquella pregunta comenzó a hacerse dolorosamente obvia: Mucho menos tiempo del que llevaban haciéndolo. Cuando Rose comenzó a plantearse de nuevo las palabras del marinero, ya habían hablado con casi todas las personas que se encontraban a bordo. A pesar de todo, siguieron caminando, aunque fuera solo por si el destino había querido que...
¿Qué? ¿Que fueran gente discreta que no conocía a otros tripulantes, a los que no habían visto en toda la travesía? ¿Que fueran polizones y estuvieran escondidos...? Quiso creer que, en ése caso, los habría visto. Lo más parecido a un polizón que había en el barco era ella...
Y nadie sabía nada. Las respuestas que obtuvieron fueron... variopintas. Tras un puñado de preguntas, nadie parecía conocer a Devin, y nadie había oído que hubiese pasajeros en busca de un hijo perdido. Algunas personas sugirieron hablar con el capitán o con alguno de los marineros, o mencionaron la posibilidad de que el chico hubiese embarcado por error. Una señora pensó que Rose era una mendiga que pretendía deshacerse de un hijo ilegítimo, y casi les expulsó de su presencia con bastante desconsideración. No fue la única que les trató con desdén, y la semielfa tuvo que hacer un esfuerzo por no perder la paciencia.
Lo cierto es que el aspecto que presentaba la joven hacía que fuera relativamente fácil tomarla por una mendiga. Sus ropas habían visto días mucho mejores, para empezar. Estaban tan descoloridas y sucias como su dueña, a quien el tono de su piel y sus rasgos casi hacían parecer una gitana. Cojeaba al caminar, aunque no se quejaba y mantenía un buen ritmo, y llevaba vendado con restos de ropa el brazo derecho. Si hubiera tenido un espejo a mano, Rose habría comprendido el por qué de la suspicacia que parecía despertar automáticamente en algunos pasajeros.
Estaba pensando en las musarañas cuando, de pronto, Devin dio un tirón de ella y soltó su mano para perseguir a una figura a la que Rose vio vagamente antes de que desapareciera. Devin la llamó 'mamá', y de pronto la semielfa se encontró sorprendida, encontrando alivio para todas las dudas que había comenzado a albergar después de todo. En cualquier caso le siguió, aunque fuera para conocer a su...
... ¿A su madre?
Bueno, tardó un poco en encontrarle. Enérgico, Devin había salido corriendo, persiguiendo a la figura, y a Rose le costó alcanzarle. Aunque no tenía problemas para caminar, cojeando no podía igualar la velocidad de un jovencito lleno de energía. Afortunadamente le vio deslizarse por uno de los pasillos, y supo donde buscar. Esperó encontrarle abrazado a una señora que le estaría besuqueando insistentemente, pero en lugar de éso, cuando se adentró en el corredor, no oyó nada salvo los pasos de un marinero de piel oscura, con el que se cruzó. Dobló otra esquina y vio que Devin estaba sentado en el suelo, con la espalda contra la pared. Y de nuevo las pocas esperanzas que había recuperado al oírle llamar a su madre se desvanecieron.
- ¿Devin? - preguntó, acercándose, aunque la cara de tristeza del chico le hizo tragarse el resto de la pregunta.
Se puso en cuclillas junto a él, y no supo qué decir. No quería darle falsas esperanzas, y acababa de descubrir que una parte de ella se había rendido a la evidencia de que sus padres no estaban en aquel barco. Aunque no pudiera empezar a dilucidar por qué. Le pareció... triste. De alguna forma, se sintió un tanto identificada con aquel muchacho.
Apoyó la espalda en la pared, al lado de donde él la tenía, y se sentó trabajosamente a su lado, con las sombras del pasillo protegiéndoles de las miradas indiscretas. Y guardó silencio durante un rato. Hasta que se le ocurrió, al cabo de unos minutos, algo que decir. Algo que, se le ocurrió, tal vez alegrase un poco al pequeño.
- ¿Tienes hambre? - preguntó, echando mano de la ajada bolsa de cuero que llevaba colgada sobre un hombro.
No es que tuviese muchas provisiones, pero ni se le pasó por la cabeza no compartirlas con el jovencito.
A medida que la mañana transcurría, paso a paso, con lentitud, la respuesta a aquella pregunta comenzó a hacerse dolorosamente obvia: Mucho menos tiempo del que llevaban haciéndolo. Cuando Rose comenzó a plantearse de nuevo las palabras del marinero, ya habían hablado con casi todas las personas que se encontraban a bordo. A pesar de todo, siguieron caminando, aunque fuera solo por si el destino había querido que...
¿Qué? ¿Que fueran gente discreta que no conocía a otros tripulantes, a los que no habían visto en toda la travesía? ¿Que fueran polizones y estuvieran escondidos...? Quiso creer que, en ése caso, los habría visto. Lo más parecido a un polizón que había en el barco era ella...
Y nadie sabía nada. Las respuestas que obtuvieron fueron... variopintas. Tras un puñado de preguntas, nadie parecía conocer a Devin, y nadie había oído que hubiese pasajeros en busca de un hijo perdido. Algunas personas sugirieron hablar con el capitán o con alguno de los marineros, o mencionaron la posibilidad de que el chico hubiese embarcado por error. Una señora pensó que Rose era una mendiga que pretendía deshacerse de un hijo ilegítimo, y casi les expulsó de su presencia con bastante desconsideración. No fue la única que les trató con desdén, y la semielfa tuvo que hacer un esfuerzo por no perder la paciencia.
Lo cierto es que el aspecto que presentaba la joven hacía que fuera relativamente fácil tomarla por una mendiga. Sus ropas habían visto días mucho mejores, para empezar. Estaban tan descoloridas y sucias como su dueña, a quien el tono de su piel y sus rasgos casi hacían parecer una gitana. Cojeaba al caminar, aunque no se quejaba y mantenía un buen ritmo, y llevaba vendado con restos de ropa el brazo derecho. Si hubiera tenido un espejo a mano, Rose habría comprendido el por qué de la suspicacia que parecía despertar automáticamente en algunos pasajeros.
Estaba pensando en las musarañas cuando, de pronto, Devin dio un tirón de ella y soltó su mano para perseguir a una figura a la que Rose vio vagamente antes de que desapareciera. Devin la llamó 'mamá', y de pronto la semielfa se encontró sorprendida, encontrando alivio para todas las dudas que había comenzado a albergar después de todo. En cualquier caso le siguió, aunque fuera para conocer a su...
... ¿A su madre?
Bueno, tardó un poco en encontrarle. Enérgico, Devin había salido corriendo, persiguiendo a la figura, y a Rose le costó alcanzarle. Aunque no tenía problemas para caminar, cojeando no podía igualar la velocidad de un jovencito lleno de energía. Afortunadamente le vio deslizarse por uno de los pasillos, y supo donde buscar. Esperó encontrarle abrazado a una señora que le estaría besuqueando insistentemente, pero en lugar de éso, cuando se adentró en el corredor, no oyó nada salvo los pasos de un marinero de piel oscura, con el que se cruzó. Dobló otra esquina y vio que Devin estaba sentado en el suelo, con la espalda contra la pared. Y de nuevo las pocas esperanzas que había recuperado al oírle llamar a su madre se desvanecieron.
- ¿Devin? - preguntó, acercándose, aunque la cara de tristeza del chico le hizo tragarse el resto de la pregunta.
Se puso en cuclillas junto a él, y no supo qué decir. No quería darle falsas esperanzas, y acababa de descubrir que una parte de ella se había rendido a la evidencia de que sus padres no estaban en aquel barco. Aunque no pudiera empezar a dilucidar por qué. Le pareció... triste. De alguna forma, se sintió un tanto identificada con aquel muchacho.
Apoyó la espalda en la pared, al lado de donde él la tenía, y se sentó trabajosamente a su lado, con las sombras del pasillo protegiéndoles de las miradas indiscretas. Y guardó silencio durante un rato. Hasta que se le ocurrió, al cabo de unos minutos, algo que decir. Algo que, se le ocurrió, tal vez alegrase un poco al pequeño.
- ¿Tienes hambre? - preguntó, echando mano de la ajada bolsa de cuero que llevaba colgada sobre un hombro.
No es que tuviese muchas provisiones, pero ni se le pasó por la cabeza no compartirlas con el jovencito.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
Se despertó poco a poco en la litera del camarote. Era ya bien entrada la mañana cuando sus ojos por fin decidieron abrirse. Normalmente no dormía hasta muy tarde, pero tampoco solía dormir en una cama y, al contrario que mucha gente, las olas no la mareaban, de hecho agradecía el movimiento de vaivén del barco a modo de mecedora, por lo que había dormido durante horas como una marmota.
Después de unos minutos haciéndose la remolona por fin se levantó de la cama, acercándose hasta el pequeño ventanuco redondo por donde entraba la luz del sol. Debía de ser tarde, la neblina del amanecer se había disipado y el sol brillaba en lo alto del cielo. Ese día que quedaría sin desayuno, posiblemente a esas horas ya no podría obtener ni un trozo de pan. “Así la próxima vez no dormirás tanto, perezosa” Soltando un suspiro de resignación se vistió y peinó rápidamente, mientras repasaba mentalmente los últimos días.
Después de unos cuantos altercados y problemas, después de haberse informado mejor y de haber conseguido unas monedas gracias a un encargo de alquimia, había decidido devolver todos y cada uno de los maravedíes que el hombre de Trinacria le había dado, pensaba rechazar el encargo, pero aun no sabía que iba a decir; no le gustaba romper un contrato y mucho menos faltar a su palabra.
Meditando sobre el asunto salió de su camarote y se encaminó por los pasillos del barco. Quizá si hacía un trato con el cocinero podría obtener algo de desayuno. Estaba hambrienta (como su estómago se empeñó en demostrar al retorcerse sobre sí mismo con un sonoro ruido) la noche anterior tampoco había cenado porque no se encontraba muy bien “Comer en exceso tampoco es bueno”, se había empachado disfrutando de una opulenta comida el día anterior.
Torció una esquina de uno de los pasillos quizá demasiado pegada a la pared solo para descubrir que el suelo que se suponía debía estar vacío, estaba ocupado por dos personas agachadas, un niño y una adulta. Tropezó con ellos pisando algo en el camino (no supo distinguir si una mano un pie u otro objeto caído) y se estampó con la otra pared del pasillo.
Después de unos minutos haciéndose la remolona por fin se levantó de la cama, acercándose hasta el pequeño ventanuco redondo por donde entraba la luz del sol. Debía de ser tarde, la neblina del amanecer se había disipado y el sol brillaba en lo alto del cielo. Ese día que quedaría sin desayuno, posiblemente a esas horas ya no podría obtener ni un trozo de pan. “Así la próxima vez no dormirás tanto, perezosa” Soltando un suspiro de resignación se vistió y peinó rápidamente, mientras repasaba mentalmente los últimos días.
Después de unos cuantos altercados y problemas, después de haberse informado mejor y de haber conseguido unas monedas gracias a un encargo de alquimia, había decidido devolver todos y cada uno de los maravedíes que el hombre de Trinacria le había dado, pensaba rechazar el encargo, pero aun no sabía que iba a decir; no le gustaba romper un contrato y mucho menos faltar a su palabra.
Meditando sobre el asunto salió de su camarote y se encaminó por los pasillos del barco. Quizá si hacía un trato con el cocinero podría obtener algo de desayuno. Estaba hambrienta (como su estómago se empeñó en demostrar al retorcerse sobre sí mismo con un sonoro ruido) la noche anterior tampoco había cenado porque no se encontraba muy bien “Comer en exceso tampoco es bueno”, se había empachado disfrutando de una opulenta comida el día anterior.
Torció una esquina de uno de los pasillos quizá demasiado pegada a la pared solo para descubrir que el suelo que se suponía debía estar vacío, estaba ocupado por dos personas agachadas, un niño y una adulta. Tropezó con ellos pisando algo en el camino (no supo distinguir si una mano un pie u otro objeto caído) y se estampó con la otra pared del pasillo.
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: ¿Mamá?
Devin se sentía muy solo, porque sabía que lo estaba. Algo en su interior le decía que nunca volvería a ver a su madre, pero él se negaba a pensarlo escondiendo la cabeza entre las piernas sin soltar una sola lágrima. Además, sabía con certeza que quien lo estaba pasando peor con aquella situación era ella, su madre, y eso no podía permitirlo... pero estaba en un barco, un navío que no sabía a donde se dirigía, sólo y algo temeroso de enfrentarse a aquel mundo completamente desconocido.
Entonces sintió a Rose cerca y dejó de hacer muecas para sonreir aliviado. Estaba Rose, no estaba solo del todo. Ahora estaba ella, aunque no quería pensar cuanto tiempo pasaría antes de que ella también se fuera. Porque lo haría, tarde o temprano, lo haría.
- Sí... - Respondió asintitiendo con la cabeza mientras se llevaba la mano al estómago que. deseoso, dejó escapar unos gruñidos bastante elocuentes. Devin se echó a reir.
No pasó demasiado tiempo desde que cesó su risa hasta que dejó escapar un pequeño grito de dolor. Algo les había arollado y había caido contra la pared del pasillo.
Sin apartar la mirada de aquella recién llegada y asombrado por su aparición, tan solo parpadeó. La miró fijamente mientras se recomponía, como escrutándola.
Fdi: Siento muchísimo el retraso, pero llevo una semana que no paro ni para respirar 5 minutos completos u_u
Entonces sintió a Rose cerca y dejó de hacer muecas para sonreir aliviado. Estaba Rose, no estaba solo del todo. Ahora estaba ella, aunque no quería pensar cuanto tiempo pasaría antes de que ella también se fuera. Porque lo haría, tarde o temprano, lo haría.
- Sí... - Respondió asintitiendo con la cabeza mientras se llevaba la mano al estómago que. deseoso, dejó escapar unos gruñidos bastante elocuentes. Devin se echó a reir.
No pasó demasiado tiempo desde que cesó su risa hasta que dejó escapar un pequeño grito de dolor. Algo les había arollado y había caido contra la pared del pasillo.
Sin apartar la mirada de aquella recién llegada y asombrado por su aparición, tan solo parpadeó. La miró fijamente mientras se recomponía, como escrutándola.
Fdi: Siento muchísimo el retraso, pero llevo una semana que no paro ni para respirar 5 minutos completos u_u
Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
Re: ¿Mamá?
[F.D.I.: Bueno, me toca sentirlo a mí ahora]
La pelirroja se dio cuenta de que, cuando asomó la vista al interior de la mochila, tras descolgársela, no solo lo hizo para buscar lo que llevaba en ella, sino para darse tiempo a pensar antes de decir nada.
Pero, ¿Qué debía pensar? Si habían recorrido el barco de arriba a abajo y no habían encontrado nada, no había mucho que pudiera creer. Sabía lo que significaba éso. Diablos, lo había sabido desde hacía horas, pero le daba pena decírselo al muchacho. Como si Devin no se lo hubiera figurado ya... era un niño, pero no era tonto. De hecho parecía más despierto que muchos chicos de su edad. En fin, al menos reía. Aquello le hizo sonreír a ella también.
Las provisiones que tenía eran bastante magras. No estaba muy segura de dónde había salido el puñado de piezas de acero que le habían costado, pero entre éso y el pasaje ya no llevaba nada encima. No obstante, ni se le pasó por la cabeza no compartirlo. Eligió una manzana roja y bastante hermosa, y se la acercó a Devin mientras se planteaba cómo decirle que aaay.
Alzó la cabeza hacia la otra chica, sorprendida, pero se dio cuenta enseguida de que no había sido adrede. Se había golpeado contra la pared opuesta del pasillo. No la había visto llegar, ni la había oído acercarse. Pensó en decirle que tuviera cuidado, pero lo cierto es que quienes habían elegido un mal lugar para ponere habían sido ellos. Afortunadamente, lo peor del golpe se lo llevó ella.
- ¿Estás bien? - preguntó, acuclillándose.
Se lo preguntaba a Devin, pero estaba mirando a la chica. Justo a continuación volvió la vista hacia el pequeño, y se dio cuenta de que la pregunta bien podía ir dirigida a los dos.
La pelirroja se dio cuenta de que, cuando asomó la vista al interior de la mochila, tras descolgársela, no solo lo hizo para buscar lo que llevaba en ella, sino para darse tiempo a pensar antes de decir nada.
Pero, ¿Qué debía pensar? Si habían recorrido el barco de arriba a abajo y no habían encontrado nada, no había mucho que pudiera creer. Sabía lo que significaba éso. Diablos, lo había sabido desde hacía horas, pero le daba pena decírselo al muchacho. Como si Devin no se lo hubiera figurado ya... era un niño, pero no era tonto. De hecho parecía más despierto que muchos chicos de su edad. En fin, al menos reía. Aquello le hizo sonreír a ella también.
Las provisiones que tenía eran bastante magras. No estaba muy segura de dónde había salido el puñado de piezas de acero que le habían costado, pero entre éso y el pasaje ya no llevaba nada encima. No obstante, ni se le pasó por la cabeza no compartirlo. Eligió una manzana roja y bastante hermosa, y se la acercó a Devin mientras se planteaba cómo decirle que aaay.
Alzó la cabeza hacia la otra chica, sorprendida, pero se dio cuenta enseguida de que no había sido adrede. Se había golpeado contra la pared opuesta del pasillo. No la había visto llegar, ni la había oído acercarse. Pensó en decirle que tuviera cuidado, pero lo cierto es que quienes habían elegido un mal lugar para ponere habían sido ellos. Afortunadamente, lo peor del golpe se lo llevó ella.
- ¿Estás bien? - preguntó, acuclillándose.
Se lo preguntaba a Devin, pero estaba mirando a la chica. Justo a continuación volvió la vista hacia el pequeño, y se dio cuenta de que la pregunta bien podía ir dirigida a los dos.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
Se giró hacia la pared donde estaban apoyadas las víctimas de su despiste con una mano frotándose la dolorida nariz y los ojos llenos de lágrimas que amenazaban con derramarse de manera inminente. No es que fuera muy fuerte, físicamente hablando, y no solía contener sus quejidos de dolor. Pero al ver que había pisado la mano de un niño (a juzgar por lo que veían sus ojos), el quejido se quedó clavado en su garganta.
Tardó un buen rato en conseguir que el dichoso quejido pasara hacia dentro, revolviéndole las tripas en el proceso, y dejara su garganta libre para emitir algún otro sonido que no fuera un gritito de dolor. Aun con una mano en la nariz, miró a la singular pareja que aun se encontraba en el suelo.
- Lo siento, no os había visto.
Su voz sonaba como si hubiera estado resfriada y tuviera la nariz totalmente taponada, pero tan solo se debía a su mano apretando la zona dolorida.
Y ahora que lo pensaba, no había sido solo culpa suya porque ¿qué hacían tirados en el suelo en mitad de un pasillo? Bueno, tampoco importaba mucho, al menos ella se había preocupado en preguntar si estaba bien (pregunta a la que no había respondido porque no quería mentir y, sintiendo un tremendo dolor en la nariz, no podía decir que lo estaba). Posó su mirada sobre el niño que la acompañaba y se olvidó completamente de las culpas. ¿Qué importaba? Ella le había pisado la mano al pequeño y eso tenía que doler. Aun con la mano en la nariz y enternecida, habló sin pensar.
- Puedo invitaros a comer para compensaros
¿Podía? Bueno, sí, con el dinero que tenía que devolver, pero ya se encargaría de buscar algún trabajillo para compensar la pérdida, lo que no podía hacer era dejar al niño tirado y sin ninguna compensación por el pisotón.
Tardó un buen rato en conseguir que el dichoso quejido pasara hacia dentro, revolviéndole las tripas en el proceso, y dejara su garganta libre para emitir algún otro sonido que no fuera un gritito de dolor. Aun con una mano en la nariz, miró a la singular pareja que aun se encontraba en el suelo.
- Lo siento, no os había visto.
Su voz sonaba como si hubiera estado resfriada y tuviera la nariz totalmente taponada, pero tan solo se debía a su mano apretando la zona dolorida.
Y ahora que lo pensaba, no había sido solo culpa suya porque ¿qué hacían tirados en el suelo en mitad de un pasillo? Bueno, tampoco importaba mucho, al menos ella se había preocupado en preguntar si estaba bien (pregunta a la que no había respondido porque no quería mentir y, sintiendo un tremendo dolor en la nariz, no podía decir que lo estaba). Posó su mirada sobre el niño que la acompañaba y se olvidó completamente de las culpas. ¿Qué importaba? Ella le había pisado la mano al pequeño y eso tenía que doler. Aun con la mano en la nariz y enternecida, habló sin pensar.
- Puedo invitaros a comer para compensaros
¿Podía? Bueno, sí, con el dinero que tenía que devolver, pero ya se encargaría de buscar algún trabajillo para compensar la pérdida, lo que no podía hacer era dejar al niño tirado y sin ninguna compensación por el pisotón.
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: ¿Mamá?
El pequeño Devin asintió ante la pregunta de Rose, desviando su atención de la recien llegada. Le dolía un poco la mano, pero notaba como poco a poco iba mitigándose el dolor, pronto se le pasaría aunque quizás le quedara un pequeñísimo moratón como recuerdo hasta que se le curara del todo.
Volvió a su tarea escrutadora de la recien llegada, sin quitarle el ojo de encima mientras se recomponía del tropiezo y pedía disculpas... hasta que habló de comer.
Rose le había recordado que estaba hambriento y ahora lo que más deseaba era llevarse algo a la boca, a poder ser algo que estuviera muy rico.
- Sí, tengo hambre... - Devin miró a Rose e hizo un puchero, puesto que el pequeño sabía que él siempre estaba al cargo de alguien y en aquella ocasión está parecía ser Rose... Es decir, Devin creía que para hacer cualquier cosa el permiso devía dárselo ella.
Volvió a su tarea escrutadora de la recien llegada, sin quitarle el ojo de encima mientras se recomponía del tropiezo y pedía disculpas... hasta que habló de comer.
Rose le había recordado que estaba hambriento y ahora lo que más deseaba era llevarse algo a la boca, a poder ser algo que estuviera muy rico.
- Sí, tengo hambre... - Devin miró a Rose e hizo un puchero, puesto que el pequeño sabía que él siempre estaba al cargo de alguien y en aquella ocasión está parecía ser Rose... Es decir, Devin creía que para hacer cualquier cosa el permiso devía dárselo ella.
Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
Re: ¿Mamá?
Rose abrió la boca para decir algo.
... Y la volvió a cerrar casi de inmediato. En condiciones normales, ni siquiera se habría planteado el permitir que aquella mujer les compensase lo que había pasado en modo alguno. No obstante, dadas las circunstancias, no podía ser categórica. El chico tenía hambre, y lo que ella llevaba en la mochila era cuanto menos pobre.
Se mordió el labio, sonrojándose ligeramente. Que fuera la mejor opción que tenía no significaba que no fuese a sentirse como una mendiga. Aunque, bueno, era lo que había venido siendo durante un tiempo, por mucho que lo sintiese una parte de su orgullo.
- Uhm - murmuró. - Quiero decir...
"Imbécil", se quejó una parte de sí misma. "Ten un poco de maldita presencia, maldita sea". Y suspiró; bien, de acuerdo. A veces se enfurecía a sí misma. No siempre era timidez. A veces, simplemente, se quedaba bloqueada porque una parte de sí misma sabía que tenía que reaccionar de alguna manera, pero no estaba segura de cómo. Y se sentía bastante ridícula.
- Disculpa. Te lo agradezco mucho, lo cierto es que nos harías un gran favor. - Practicó una leve reverencia a modo de agradecimiento. - Él es Devin - presentó. - Yo me llamo Rose.
Tal vez se sentía mejor dejándole claro que no era una compensación, sino un favor.
... Y la volvió a cerrar casi de inmediato. En condiciones normales, ni siquiera se habría planteado el permitir que aquella mujer les compensase lo que había pasado en modo alguno. No obstante, dadas las circunstancias, no podía ser categórica. El chico tenía hambre, y lo que ella llevaba en la mochila era cuanto menos pobre.
Se mordió el labio, sonrojándose ligeramente. Que fuera la mejor opción que tenía no significaba que no fuese a sentirse como una mendiga. Aunque, bueno, era lo que había venido siendo durante un tiempo, por mucho que lo sintiese una parte de su orgullo.
- Uhm - murmuró. - Quiero decir...
"Imbécil", se quejó una parte de sí misma. "Ten un poco de maldita presencia, maldita sea". Y suspiró; bien, de acuerdo. A veces se enfurecía a sí misma. No siempre era timidez. A veces, simplemente, se quedaba bloqueada porque una parte de sí misma sabía que tenía que reaccionar de alguna manera, pero no estaba segura de cómo. Y se sentía bastante ridícula.
- Disculpa. Te lo agradezco mucho, lo cierto es que nos harías un gran favor. - Practicó una leve reverencia a modo de agradecimiento. - Él es Devin - presentó. - Yo me llamo Rose.
Tal vez se sentía mejor dejándole claro que no era una compensación, sino un favor.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
Layla no se dio cuenta del cambio de favor por compensación. Daba igual, se sentía mejor con saber que iba a ayudar al pequeño y la muchacha. Se quitó por fin la mano de la nariz (la cual estaba colorada) y sonrió.
- Yo me llamo Layla.
Mientras esperaba a que se levantaran para encaminarse hacia el comedor del barco, se regañó interiormente a sí misma; estaba siendo demasiado imprudente últimamente. Acercarse sin más a una total desconocida y ofrecer su ayuda o su dinero estaba convirtiéndose en una costumbre demasiado habitual. Bueno, solo iba a ser una comida, por los daños al pequeño y se olvidaría, es posible que ni siquiera volviera a cruzarse con ambos.
Cuando iba a ponerse en camino se dio cuenta de un pequeño detalle ¿dónde estaba el comedor? Hasta ahora había comido con las reservas de su bolsa, y no había salido mucho de su camarote, no deseaba encontrarse con nadie y estaba cansada, muy cansada. Se quedó mirando a Rose algo avergonzada
- Esto… bueno… ¿alguien sabe dónde está el comedor?
- Yo me llamo Layla.
Mientras esperaba a que se levantaran para encaminarse hacia el comedor del barco, se regañó interiormente a sí misma; estaba siendo demasiado imprudente últimamente. Acercarse sin más a una total desconocida y ofrecer su ayuda o su dinero estaba convirtiéndose en una costumbre demasiado habitual. Bueno, solo iba a ser una comida, por los daños al pequeño y se olvidaría, es posible que ni siquiera volviera a cruzarse con ambos.
Cuando iba a ponerse en camino se dio cuenta de un pequeño detalle ¿dónde estaba el comedor? Hasta ahora había comido con las reservas de su bolsa, y no había salido mucho de su camarote, no deseaba encontrarse con nadie y estaba cansada, muy cansada. Se quedó mirando a Rose algo avergonzada
- Esto… bueno… ¿alguien sabe dónde está el comedor?
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: ¿Mamá?
Devin ya no prestaba atención a la conversación que las mayores mantenían, simplemente las seguía esperanzado con la única idea en la cabeza de que fuesen a donde fuesen habría algo que llevarse a la boca.
Siguió caminando por delante de ambas muchachas hasta que salieron de nuevo a cubierta. El radiante sol que había despertado a Devin volvía a esconderse detrás de unas espesas nubes que amenazaban nuevas lluvias. El pequeño las miraba con interés cuando de pronto chocó contra algo y calló al suelo.
Miró hacía arriba para ver que era aquel obstáculo y descubrió a un hombre que lo miraba con un gesto serio, con los brazos cruzados. Cuando ambas mujeres se acercaron, éste dejó de mirarle esperando quizás una explicación.
Fdi: He metido al capitán para dar un poco más de juego hasta que pase lo que tenga que pasar y hablé de lo que se supone que hay por los mares de jaspia. Además, así podeis avanzar si veis que tardo demasiado en contestar porque un niño tiene más bien pocas cosas que decir.
Siguió caminando por delante de ambas muchachas hasta que salieron de nuevo a cubierta. El radiante sol que había despertado a Devin volvía a esconderse detrás de unas espesas nubes que amenazaban nuevas lluvias. El pequeño las miraba con interés cuando de pronto chocó contra algo y calló al suelo.
Miró hacía arriba para ver que era aquel obstáculo y descubrió a un hombre que lo miraba con un gesto serio, con los brazos cruzados. Cuando ambas mujeres se acercaron, éste dejó de mirarle esperando quizás una explicación.
Fdi: He metido al capitán para dar un poco más de juego hasta que pase lo que tenga que pasar y hablé de lo que se supone que hay por los mares de jaspia. Además, así podeis avanzar si veis que tardo demasiado en contestar porque un niño tiene más bien pocas cosas que decir.
Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
Re: ¿Mamá?
Layla. Bonito nombre. Diablos, se había hecho daño en la nariz. Rose se sintió responsable. Deberían ser ellos quienes estuvieran disculpándose, no al contrario, y sin embargo...
... escuchó el golpe a su espalda, justo después de perder de vista a Devin durante un instante, y se volvió de inmediato para encontrarse con los ojillos oscuros de un hombre al que conocía de antes, y cuya presencia le hizo palidecer ligeramente. No porque fuera alguien a quien debía temer, sino por Devin. El corazón le dió un vuelco. De hecho, estaba mirando a Devin.
Y luego las miró a ellas, tanto a una como a otra, como si estuviera esperando una explicación. Una que la pelirroja no tenía, y que el pánico le impedía inventar.
¿Pánico? Bueno, Rose tenía bastante claro que su estancia en aquel barco había sido cortesía de aquel hombre, un favor, si debía llamárselo así. Había estirado demasiado su suerte, y posiblemente no le quedara mucha paciencia con ella. Pero, maldita fuera, el niño. No podía dejar que, si el capitán decidía que ya había tenido bastante de ella, el chico fuera detrás.
- Capitán - musitó, seria. - ¿Qué...?
- ¿De dónde ha salido éste niño - preguntó el hombre, con la brusquedad que acostumbraba. - ¿Es tuyo? - agregó, mirando a Layla.
... escuchó el golpe a su espalda, justo después de perder de vista a Devin durante un instante, y se volvió de inmediato para encontrarse con los ojillos oscuros de un hombre al que conocía de antes, y cuya presencia le hizo palidecer ligeramente. No porque fuera alguien a quien debía temer, sino por Devin. El corazón le dió un vuelco. De hecho, estaba mirando a Devin.
Y luego las miró a ellas, tanto a una como a otra, como si estuviera esperando una explicación. Una que la pelirroja no tenía, y que el pánico le impedía inventar.
¿Pánico? Bueno, Rose tenía bastante claro que su estancia en aquel barco había sido cortesía de aquel hombre, un favor, si debía llamárselo así. Había estirado demasiado su suerte, y posiblemente no le quedara mucha paciencia con ella. Pero, maldita fuera, el niño. No podía dejar que, si el capitán decidía que ya había tenido bastante de ella, el chico fuera detrás.
- Capitán - musitó, seria. - ¿Qué...?
- ¿De dónde ha salido éste niño - preguntó el hombre, con la brusquedad que acostumbraba. - ¿Es tuyo? - agregó, mirando a Layla.
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
Se quedó contemplando la escena que tenía ante sus ojos extrañada. Conocía al tipo con el que se había chocado Devin, era el capitán, se lo habían indicado así los marineros. Sin embargo, no parecía de muy buen humor, incluso peor de lo que los tripulantes le habían comentado. “Tampoco es para tanto” pensó, al fin y al cabo los niños eran… eso niños.
La voz de Rose la sacó de sus pensamientos y acto seguido, ante la pregunta del capitán se quedó muda de la sorpresa ¿suyo? ¿Aquel niño? De pronto el entendimiento se hizo paso en su mente: era casi imposible que Rose y Devin estuvieran emparentados y tal vez, andaban por los pasillos en busca de su madre.
- Pues no, mío no es
Echó un rápido vistazo a Rose y Devin para volver de nuevo sobre el rostro del capitán. Sintió que había dicho algo malo al no reconocer al niño como suyo, sin embargo no era una mentira. Impulsada por un extraño sentimiento de culpa que no sabía de donde procedía se apresuró a añadir.
- Pero está a nuestro cargo, es nuestra responsabilidad.
¿Pero por qué había dicho aquello? ¿Y si el niño se había colado en el barco sin pagar pasaje? ¿Y si se metía en un lio? ¿Y si…? Bah! Ya no tenía solución, a lo dicho valor. Si su madre estaba en el barco problema solucionado, estaba con ellas por un rato, si no… ya lo irían viendo sobre la situación.
- ¿Ocurre algo Capitán?
La voz de Rose la sacó de sus pensamientos y acto seguido, ante la pregunta del capitán se quedó muda de la sorpresa ¿suyo? ¿Aquel niño? De pronto el entendimiento se hizo paso en su mente: era casi imposible que Rose y Devin estuvieran emparentados y tal vez, andaban por los pasillos en busca de su madre.
- Pues no, mío no es
Echó un rápido vistazo a Rose y Devin para volver de nuevo sobre el rostro del capitán. Sintió que había dicho algo malo al no reconocer al niño como suyo, sin embargo no era una mentira. Impulsada por un extraño sentimiento de culpa que no sabía de donde procedía se apresuró a añadir.
- Pero está a nuestro cargo, es nuestra responsabilidad.
¿Pero por qué había dicho aquello? ¿Y si el niño se había colado en el barco sin pagar pasaje? ¿Y si se metía en un lio? ¿Y si…? Bah! Ya no tenía solución, a lo dicho valor. Si su madre estaba en el barco problema solucionado, estaba con ellas por un rato, si no… ya lo irían viendo sobre la situación.
- ¿Ocurre algo Capitán?
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: ¿Mamá?
"Duele."
Alma llevaba demasiado tiempo sin poder pensar en otra cosa. Su mente divagaba mientras su esencia, por así llamarlo ya que no tenía cuerpo, flotaba sin rumbo fijo de un lado a otro. Ya no era capaz de pararse a admirar los parajes por los que pasaba: apenas unos segundos después de pensar lo bello que era aquel prado, o lo cristalino de aquel otro río, el nudo de su pecho se acentuaba. Hacía tiempo que se sentía mal por no poder compartir aquella belleza con la gente, pero ahora aquella certeza le asaltaba con una intensidad que nunca había tenido. No era lo mismo pensar que no podía compartirlo porque nadie la veía que pensar que no podía compartirlo porque era incapaz de mantener a la gente a su lado.
No, no era lo mismo.
Desde que era una fantasma Alma tenía tendencia a divagar, a pensar más de la cuenta en las cosas. Y desde antes de serlo, tenía el defecto de culparse de sus errores mientras no pudiese subsanarlos. Eso explicaba que estuviese allí ahora, perdida flotando sobre el mar, sin saber qué dirección tomar, pensando por enésima vez en Luthys, en lo que le había hecho y en todo lo que había pasado en aquel día, aunque hacía bastante tiempo que había ocurrido todo aquello. Días, semanas, meses. No sabría decir si años, había perdido la noción del tiempo, como siempre. Para ella era como si hubiese ocurrido el día anterior, aunque cada vez se sentía más culpable porque cada vez que lo pensaba encontraba más errores y era menos capaz de recordar los momentos buenos.
Aquella noche en el valle se había abierto un agujero que la estaba absorbiendo cada vez más en una espiral de oscuridad. Las emociones seguían acumulándose, hasta el punto que a veces ni siquiera las sentía. Si hubiese sido una persona de carne y hueso habrían dicho que parecía un muerto viviente, como si su espíritu estuviese en otra parte. Había llegado a ese punto en el que los fantasmas empezaban a perder la razón, y de hecho no sabía si estaba loca o no.
Sólo sabía que seguía huyendo. Y que hacía lo posible por no pensar.
No fue consciente de que flotaba directamente hacia un barco hasta que éste la traspasó. Aunque estaba acostumbrada a la sensación de traspasar objetos y paredes, aquella vez le sobresaltó. Una especie de calambre, muy débil, traspasó su apatía y le hizo volver a centrar su atención en su percepción, regresando poco a poco a la realidad. Se sentía como cuando abres los ojos directamente al sol de media tarde después de haber estado durmiendo, le costaba un poco distinguir las cosas.
A medida que le legaba la información de dónde estaba se espabilaba un poco más deprisa. Parecía estar en un barco, la tripulación iba y venía… Estuvo a punto de dejarse caer de nuevo en la inconsciencia y dejarlo pasar de largo, pero algo la impelía a continuar investigando.
Se llevó una buena sorpresa al descubrir al capitán, justo enfrente de ella. Daba la impresión de que estaba hablando con dos tripulantes más del barco. O lo estaba antes de que Alma apareciese, porque ahora estaba en silencio, mirando a la fantasma directamente a los ojos, con expresión ceñuda.
Alma llevaba demasiado tiempo sin poder pensar en otra cosa. Su mente divagaba mientras su esencia, por así llamarlo ya que no tenía cuerpo, flotaba sin rumbo fijo de un lado a otro. Ya no era capaz de pararse a admirar los parajes por los que pasaba: apenas unos segundos después de pensar lo bello que era aquel prado, o lo cristalino de aquel otro río, el nudo de su pecho se acentuaba. Hacía tiempo que se sentía mal por no poder compartir aquella belleza con la gente, pero ahora aquella certeza le asaltaba con una intensidad que nunca había tenido. No era lo mismo pensar que no podía compartirlo porque nadie la veía que pensar que no podía compartirlo porque era incapaz de mantener a la gente a su lado.
No, no era lo mismo.
Desde que era una fantasma Alma tenía tendencia a divagar, a pensar más de la cuenta en las cosas. Y desde antes de serlo, tenía el defecto de culparse de sus errores mientras no pudiese subsanarlos. Eso explicaba que estuviese allí ahora, perdida flotando sobre el mar, sin saber qué dirección tomar, pensando por enésima vez en Luthys, en lo que le había hecho y en todo lo que había pasado en aquel día, aunque hacía bastante tiempo que había ocurrido todo aquello. Días, semanas, meses. No sabría decir si años, había perdido la noción del tiempo, como siempre. Para ella era como si hubiese ocurrido el día anterior, aunque cada vez se sentía más culpable porque cada vez que lo pensaba encontraba más errores y era menos capaz de recordar los momentos buenos.
Aquella noche en el valle se había abierto un agujero que la estaba absorbiendo cada vez más en una espiral de oscuridad. Las emociones seguían acumulándose, hasta el punto que a veces ni siquiera las sentía. Si hubiese sido una persona de carne y hueso habrían dicho que parecía un muerto viviente, como si su espíritu estuviese en otra parte. Había llegado a ese punto en el que los fantasmas empezaban a perder la razón, y de hecho no sabía si estaba loca o no.
Sólo sabía que seguía huyendo. Y que hacía lo posible por no pensar.
No fue consciente de que flotaba directamente hacia un barco hasta que éste la traspasó. Aunque estaba acostumbrada a la sensación de traspasar objetos y paredes, aquella vez le sobresaltó. Una especie de calambre, muy débil, traspasó su apatía y le hizo volver a centrar su atención en su percepción, regresando poco a poco a la realidad. Se sentía como cuando abres los ojos directamente al sol de media tarde después de haber estado durmiendo, le costaba un poco distinguir las cosas.
A medida que le legaba la información de dónde estaba se espabilaba un poco más deprisa. Parecía estar en un barco, la tripulación iba y venía… Estuvo a punto de dejarse caer de nuevo en la inconsciencia y dejarlo pasar de largo, pero algo la impelía a continuar investigando.
Se llevó una buena sorpresa al descubrir al capitán, justo enfrente de ella. Daba la impresión de que estaba hablando con dos tripulantes más del barco. O lo estaba antes de que Alma apareciese, porque ahora estaba en silencio, mirando a la fantasma directamente a los ojos, con expresión ceñuda.
Última edición por Alma Swann el 08/06/10, 10:14 am, editado 1 vez
Alma Swann- Cantidad de envíos : 300
Re: ¿Mamá?
El capitán frunció visiblemente el ceño, con un gruñido.
Cuando posó los ojos sobre Rose, la pelirroja bajó la vista con cierto rubor en las mejillas. Podía leer en ellos la misma pregunta que le había hecho a Layla, y se imaginó que era fácil pensar que el niño pudiera ser de una de las dos. Tal vez no fuera tan descabellado, pero nunca se había imaginado a sí misma como...
... y entonces Layla contestó.
La joven volvió a alzar la mirada, esta vez para dirigírsela a ella. ¿Responsabilidad?, se preguntó para sí misma. Caray. No iba a reprocharle nada en absoluto por negar que el chico fuera suyo, faltaría más, pero no esperaba... bueno, no esperaba que entendiera que había un problema en lo que estaba pasando. Y menos, que pareciera estar dispuesta a ayudarles con él. Se lo agradeció en silencio, pero vista la expresión del capitán, enseguida supo que era mala idea.
- ¿Bajo vuestra responsabilidad? - preguntó, cruzando los brazos. - Pues sí que ocurre. ¿Por qué no he visto y ninguna de las dos me dijo nada de un niño cuando...?
- Capitán - interrumpió Rose. - Un momento. La verdad es que...
- Capitán.
... la verdad.
Bueno, sí. La intención que tenía Rose cuando interrumpió al hombre era contarle la verdad. Ya se sentía demasiado mezquina habiendo 'enredado' (bajo su punto de vista) a la muchacha para que les invitase a un almuerzo como para, encima, añadirle a sus problemas la responsabilidad por hacerse cargo del chico. Estaba segura de que el capitán no reaccionaría bien. Y con razón. Estaba dispuesta a contarle lo que había sucedido y a apelar a su humanidad, algo que, estaba segura, le valdría sólo para que les abandonase en el siguiente puerto en lugar de tirarles a los tiburones.
Y lo habría hecho, se lo habría contado, de no ser por la urgencia que había en aquella palabra. La pelirroja no pudo evitar callarse, ni mirar al marinero que acababa de aparecer en el pasillo. Era un hombre alto, moreno, al que había visto antes. Pero nunca le había visto serio, ni pálido, y ahora presentaba ambos rasgos.
- ¿Qué pasa? - preguntó el capitán, volviéndose hacia él.
- Capitán - repitió el marinero. - Debería subir a cubierta.
El hombre guardó silencio un instante. Se le escapó una mirada de reojo, cierto. Hacia Layla. Hacia Rose. Hacia el niño. En sus ojos se podía ver una intención subrepticia de decir "no, espera", pero realmente había algo sumamente apremiante en el tono, en el aspecto del marinero. Finalmente, asintió con la cabeza.
- Bien - dijo. - Vosotras. Venid conmigo.
[F.D.I.: No se muevan, que traen al narrador]
Cuando posó los ojos sobre Rose, la pelirroja bajó la vista con cierto rubor en las mejillas. Podía leer en ellos la misma pregunta que le había hecho a Layla, y se imaginó que era fácil pensar que el niño pudiera ser de una de las dos. Tal vez no fuera tan descabellado, pero nunca se había imaginado a sí misma como...
... y entonces Layla contestó.
La joven volvió a alzar la mirada, esta vez para dirigírsela a ella. ¿Responsabilidad?, se preguntó para sí misma. Caray. No iba a reprocharle nada en absoluto por negar que el chico fuera suyo, faltaría más, pero no esperaba... bueno, no esperaba que entendiera que había un problema en lo que estaba pasando. Y menos, que pareciera estar dispuesta a ayudarles con él. Se lo agradeció en silencio, pero vista la expresión del capitán, enseguida supo que era mala idea.
- ¿Bajo vuestra responsabilidad? - preguntó, cruzando los brazos. - Pues sí que ocurre. ¿Por qué no he visto y ninguna de las dos me dijo nada de un niño cuando...?
- Capitán - interrumpió Rose. - Un momento. La verdad es que...
- Capitán.
... la verdad.
Bueno, sí. La intención que tenía Rose cuando interrumpió al hombre era contarle la verdad. Ya se sentía demasiado mezquina habiendo 'enredado' (bajo su punto de vista) a la muchacha para que les invitase a un almuerzo como para, encima, añadirle a sus problemas la responsabilidad por hacerse cargo del chico. Estaba segura de que el capitán no reaccionaría bien. Y con razón. Estaba dispuesta a contarle lo que había sucedido y a apelar a su humanidad, algo que, estaba segura, le valdría sólo para que les abandonase en el siguiente puerto en lugar de tirarles a los tiburones.
Y lo habría hecho, se lo habría contado, de no ser por la urgencia que había en aquella palabra. La pelirroja no pudo evitar callarse, ni mirar al marinero que acababa de aparecer en el pasillo. Era un hombre alto, moreno, al que había visto antes. Pero nunca le había visto serio, ni pálido, y ahora presentaba ambos rasgos.
- ¿Qué pasa? - preguntó el capitán, volviéndose hacia él.
- Capitán - repitió el marinero. - Debería subir a cubierta.
El hombre guardó silencio un instante. Se le escapó una mirada de reojo, cierto. Hacia Layla. Hacia Rose. Hacia el niño. En sus ojos se podía ver una intención subrepticia de decir "no, espera", pero realmente había algo sumamente apremiante en el tono, en el aspecto del marinero. Finalmente, asintió con la cabeza.
- Bien - dijo. - Vosotras. Venid conmigo.
[F.D.I.: No se muevan, que traen al narrador]
Rose Riadh- Cantidad de envíos : 256
Re: ¿Mamá?
El capitán subió a la cubierta acompañado por las dos mujeres y el pequeño Devin. Todos seguían al joven marinero que se frotaba las manos inquieto, ansioso porque el capitán viera lo que parecía tan importante.
El cielo se había oscurecido considerablemente; una espesa niebla parecía haber salido de la nada y, entre ésta y las grises nubes rebosantes de lluvia, habían cubierto el brillo del sol. En un principio ni si quiera el capitán, acostumbrado a esas constantes y espesas brumas, distinguió nada en el horizonte que pudiera ser digno de su preocupación.
- Allí, mi capitán- El marinero, con una mano temblorosa, señaló a un punto lejano del otro lado del sol.
En aquel lugar, una mancha oscura se acercaba rápidamente. Las dos mujeres, con los ojos poco habituados al mar, ni si quiera pudieron distinguirla (la mirada de Devin ni si quiera superaba la baranda de cubierta), pero el capitán soltó un taco mientras quitaba el catalejo de uno de los marineros cercanos.
- ¿Tenemos tiempo para dejarlo atrás?-.
- Es imposible, capitán. La última vez fue pura suerte encontrarnos cerca de la costa. Ahora estamos en mar abierto y la niebla nos ha impedido verlo antes-.
- ¡¡Todo a estribor!!- Hizo una pausa agarrando por la pechera al marinero- ¡Haced lo posible por alejarnos de ese maldito barco!-.
Por fin, y tras la información del capitán, ambas mujeres pudieron distinguirlo; un navío de tres mástiles se acercaba rápidamente, ganando terreno al navío mercante a pasos agigantados con las velas desplegadas, hinchadas bajo un fuerte viento inexistente.
En aquel barco, Alma era observada por un capitán de piel blanca, casi translúcida. Sus ropas, de elegante y costoso porte, caían casi perfectas sobre un cuerpo delgado que dejaba a la vista partes de hueso y músculo carentes de sangre.
- ¿Quién demonios eres tú?- Preguntó el no-muerto con una voz atronadora.
Sin darle a penas tiempo para contestar y con un simple gesto de la mano, un par de marineros, igual de vivos que el capitán, agarraron a Alma por los brazos. Ésta los miró sorprendida; “me están agarrando”, pensó incrédula.
- ¿Sorprendida? – Una fuerte risotada sirvió de pausa- En este barco prima la magia de los muertos y tú pequeña lo estás tanto como nosotros… ¡Llevadla a los calabozos!-.
Arrastrada por aquellos marineros, Alma fue conducida hasta los calabozos cuyos barrotes fue incapaz de atravesar.
- Ya era hora de que hubiera una mujer a bordo… - Con una mirada entre lasciva y divertida se marchó dejando a la joven Alma sola en aquel frío y oscuro lugar.
Fdi: El barco de los no-muertos se está acercando al barco mercante, en este momento. El siguiente post del narrador lo pongo después de que todos posteemos una vez y así Alma no está sola demasiado tiempo =)
El cielo se había oscurecido considerablemente; una espesa niebla parecía haber salido de la nada y, entre ésta y las grises nubes rebosantes de lluvia, habían cubierto el brillo del sol. En un principio ni si quiera el capitán, acostumbrado a esas constantes y espesas brumas, distinguió nada en el horizonte que pudiera ser digno de su preocupación.
- Allí, mi capitán- El marinero, con una mano temblorosa, señaló a un punto lejano del otro lado del sol.
En aquel lugar, una mancha oscura se acercaba rápidamente. Las dos mujeres, con los ojos poco habituados al mar, ni si quiera pudieron distinguirla (la mirada de Devin ni si quiera superaba la baranda de cubierta), pero el capitán soltó un taco mientras quitaba el catalejo de uno de los marineros cercanos.
- ¿Tenemos tiempo para dejarlo atrás?-.
- Es imposible, capitán. La última vez fue pura suerte encontrarnos cerca de la costa. Ahora estamos en mar abierto y la niebla nos ha impedido verlo antes-.
- ¡¡Todo a estribor!!- Hizo una pausa agarrando por la pechera al marinero- ¡Haced lo posible por alejarnos de ese maldito barco!-.
Por fin, y tras la información del capitán, ambas mujeres pudieron distinguirlo; un navío de tres mástiles se acercaba rápidamente, ganando terreno al navío mercante a pasos agigantados con las velas desplegadas, hinchadas bajo un fuerte viento inexistente.
En aquel barco, Alma era observada por un capitán de piel blanca, casi translúcida. Sus ropas, de elegante y costoso porte, caían casi perfectas sobre un cuerpo delgado que dejaba a la vista partes de hueso y músculo carentes de sangre.
- ¿Quién demonios eres tú?- Preguntó el no-muerto con una voz atronadora.
Sin darle a penas tiempo para contestar y con un simple gesto de la mano, un par de marineros, igual de vivos que el capitán, agarraron a Alma por los brazos. Ésta los miró sorprendida; “me están agarrando”, pensó incrédula.
- ¿Sorprendida? – Una fuerte risotada sirvió de pausa- En este barco prima la magia de los muertos y tú pequeña lo estás tanto como nosotros… ¡Llevadla a los calabozos!-.
Arrastrada por aquellos marineros, Alma fue conducida hasta los calabozos cuyos barrotes fue incapaz de atravesar.
- Ya era hora de que hubiera una mujer a bordo… - Con una mirada entre lasciva y divertida se marchó dejando a la joven Alma sola en aquel frío y oscuro lugar.
Fdi: El barco de los no-muertos se está acercando al barco mercante, en este momento. El siguiente post del narrador lo pongo después de que todos posteemos una vez y así Alma no está sola demasiado tiempo =)
Narrador- Cantidad de envíos : 157
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