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Sobre reencuentros y despedidas [Florangel]
2 participantes
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Sobre reencuentros y despedidas [Florangel]
El bullicio de las calles resonaba en sus oídos, era plena tarde y las personas llenaban los pasillos de la isla de Nehmen, cada cual se encargaba de sus asuntos, era así como uno evitaba tener problemas mayores en esa isla. Por eso mismo nadie notaba a la pirata que hacía ya más de una hora que estaba parada con la espalda apoyada en la pared mirando lo que parecía ser la fachada de un edificio cualquiera, su gesto era serio, aunque por momentos se mordía el labio como si estuviera dudando de qué hacer.
¿Cuántas veces había hecho eso mismo ya? Había perdido la cuenta, seguramente más de las que le hubiese gustado admitir, y en cada ocasión pasaba lo mismo, le ponía alguna excusa a Flor para poder salir sin que sospeche, se quedaba allí parada varias horas y finalmente decidía regresar con su hermana sin haber hecho nada.
Ese día no sería distinto, con gesto malhumorado dio la vuelta y comenzó a alejarse del lugar mientras se inventaba algún pretexto de porqué ese momento no era bueno y que ya la próxima vez lo haría sí o sí.
--------------------------------------------------------
Acababa de terminar de bañarse y mientras escurría su pelo frente al espejo pensaba en cómo le contaría a Flor lo que le estaba pasando, que odiosa sensación la que sentía surgir de su interior, confiaba en ella más que en nadie en el mundo, pero últimamente... Recientemente habían muchos sentimientos que prefería no comentárselos.
Salió del cuarto de baño, habían logrado quedarse en un lugar que era de un conocido de Sophi, no era muy lujosa ni tampoco muy grande, pero era suficiente para que pudieran vivir ambas y en los meses que habían pasado allí le habían logrado dar un toque bastante hogareño al lugar.
Verdaderamente no se hallaba en ese tipo de estado entre melancólico y pensativo, por lo general no meditaba mucho sus acciones, solo las hacía y ya, primero hacer luego ver cómo se las arreglaba uno con las consecuencias. Estaba fuera de su elemento, y eso la irritaba, la ponía de un humor por momentos iracundo el cual luchaba por controlar para no terminar por descargarlo sobre su querida hermana.
Llevó la mano hacia su cintura y allí estaba, la querida daga que había hecho con su padre cuando era pequeña, el remordimiento golpeó de forma punzante directo en su corazón. La desenfundo y miró su filo durante unos segundos, probablemente lo que iba a hacer era algo normal para cualquiera, pero a ella le sonaba a traición, era la mayor muestra de ingratitud hacia la figura de su padre, quien la había criado con tanto amor.
-Flor... ¿Podrías hacerme un favor? - Dio vuelta la daga en su mano y le ofreció el arma por el mango - ¿Cortarías un poco mi cabello? Se está volviendo una mata incontrolable de nudos, ya no lo aguanto - Le dijo sonriendo un poco para darle un toque de normalidad a la charla - Es poco práctico para el trabajo...
Luego se sentó y puso la toalla con la que se había secado sobre sus hombros para que caiga allí el pelo que fuera cortando. Tal vez si no la miraba de frente sería más sencillo plantear el asunto, ya se imaginaba lo que Flor respondería, con tono despreocupado y alegre le diría “¡Pues, ve! ¿A qué esperas?”, su tarea era el intentar transmitirle porque no era tan fácil como eso.
-Hay... Hay algo que tengo que hacer... Pero no estoy segura de sí quiero hacerlo - Movía los dedos nerviosa por debajo de la toalla - Y es en verdad complicado para mí decidirme...- Hizo una pausa mientras pensaba cómo decirlo de forma más clara - Se donde esta mi madre y tengo pensado ir a verla... Por primera vez...
Bien, lo había soltado por fin y había sido tan difícil como imagino que sería.
¿Cuántas veces había hecho eso mismo ya? Había perdido la cuenta, seguramente más de las que le hubiese gustado admitir, y en cada ocasión pasaba lo mismo, le ponía alguna excusa a Flor para poder salir sin que sospeche, se quedaba allí parada varias horas y finalmente decidía regresar con su hermana sin haber hecho nada.
Ese día no sería distinto, con gesto malhumorado dio la vuelta y comenzó a alejarse del lugar mientras se inventaba algún pretexto de porqué ese momento no era bueno y que ya la próxima vez lo haría sí o sí.
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Acababa de terminar de bañarse y mientras escurría su pelo frente al espejo pensaba en cómo le contaría a Flor lo que le estaba pasando, que odiosa sensación la que sentía surgir de su interior, confiaba en ella más que en nadie en el mundo, pero últimamente... Recientemente habían muchos sentimientos que prefería no comentárselos.
Salió del cuarto de baño, habían logrado quedarse en un lugar que era de un conocido de Sophi, no era muy lujosa ni tampoco muy grande, pero era suficiente para que pudieran vivir ambas y en los meses que habían pasado allí le habían logrado dar un toque bastante hogareño al lugar.
Verdaderamente no se hallaba en ese tipo de estado entre melancólico y pensativo, por lo general no meditaba mucho sus acciones, solo las hacía y ya, primero hacer luego ver cómo se las arreglaba uno con las consecuencias. Estaba fuera de su elemento, y eso la irritaba, la ponía de un humor por momentos iracundo el cual luchaba por controlar para no terminar por descargarlo sobre su querida hermana.
Llevó la mano hacia su cintura y allí estaba, la querida daga que había hecho con su padre cuando era pequeña, el remordimiento golpeó de forma punzante directo en su corazón. La desenfundo y miró su filo durante unos segundos, probablemente lo que iba a hacer era algo normal para cualquiera, pero a ella le sonaba a traición, era la mayor muestra de ingratitud hacia la figura de su padre, quien la había criado con tanto amor.
-Flor... ¿Podrías hacerme un favor? - Dio vuelta la daga en su mano y le ofreció el arma por el mango - ¿Cortarías un poco mi cabello? Se está volviendo una mata incontrolable de nudos, ya no lo aguanto - Le dijo sonriendo un poco para darle un toque de normalidad a la charla - Es poco práctico para el trabajo...
Luego se sentó y puso la toalla con la que se había secado sobre sus hombros para que caiga allí el pelo que fuera cortando. Tal vez si no la miraba de frente sería más sencillo plantear el asunto, ya se imaginaba lo que Flor respondería, con tono despreocupado y alegre le diría “¡Pues, ve! ¿A qué esperas?”, su tarea era el intentar transmitirle porque no era tan fácil como eso.
-Hay... Hay algo que tengo que hacer... Pero no estoy segura de sí quiero hacerlo - Movía los dedos nerviosa por debajo de la toalla - Y es en verdad complicado para mí decidirme...- Hizo una pausa mientras pensaba cómo decirlo de forma más clara - Se donde esta mi madre y tengo pensado ir a verla... Por primera vez...
Bien, lo había soltado por fin y había sido tan difícil como imagino que sería.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Sobre reencuentros y despedidas [Florangel]
El viaje a Shamataw – regalo de cumpleaños de su adorada hermana del alma – había supuesto una tregua en la turbulenta etapa que estaba viviendo Florangél, pero la tregua ya había concluido y el regreso a su vida cotidiana en Nehmen había significado el regreso de las turbulencias al espíritu de la jovencita.
Flor deseaba volver a sus padres, a su hermano menor y a su ciudad natal con toda la intensidad de su alma apasionada y si no se encontraba ya en viaje es que cada uno de sus intentos había fracasado estrepitosamente, por las más variadas y hasta absurdas razones, lo que había obligado a la chica a intentar refrenar sus impulsos y a tratar de elaborar algún plan de acción.
La nacossedina era impulsiva, pero para nada estúpida y por poco que se dio el trabajo de reflexionar, vislumbró lo que podía ser la causa de sus problemas de viaje y, eventualmente, la solución: la magia. El condenado hechizo que había tenido la mala idea de leer en la Academia de Magos y que había vuelto a leer en el Reino de las Cascadas, ese tenía que ser el causante de todos sus males.
Flor resolvió que si la magia la había metido en ese embrollo, la magia tenía que sacarla… Tenía que aprender suficiente magia como para deshacer el hechizo y, por lo que había podido averiguar, el mejor lugar para aprender magia en Jaspia era Adysium ¡Tenía que ir a Adysium a estudiar magia!
La muchacha sólo tenía que enfrentar dos obstáculos. Uno era el dinero, estudiar magia era caro y ella no tenía dinero ni bienes… bueno, sí tenía un bien: Doralisa, la espada que había adquirido en aquella aventura en Kuzueth - ¿qué sería de aquellos chicos? – y de la que no había querido desprenderse hasta entonces. No es que quisiera hacerlo, en realidad, pero necesitaba las dos monedas de oro que Doralisa valía; eso no iba a pagar todo, claro, pero serviría para comenzar.
El segundo obstáculo era el más difícil para Florangél: tendría que separarse de su adorada hermana del alma. Con sólo pensar en ello le entraba un escalofrío en el corazón, pero tenía que irse a Adysium sola. El dolor que le causaba tener que decirle a la pirata que se iba, hizo que la muchacha fuera retrasando el momento de dar la noticia, a lo que ayudaba el hecho de que, últimamente, Sophitia desaparecía con mucha frecuencia. Tanta que, pese a sus propias preocupaciones, a Flor ya le estaba picando la curiosidad, ¿en qué andaría metida su hermana?
Aquel día se había hecho el propósito de hablar con su hermana en cuanto ésta volviera a casa, pero Sophi había llegado directo a darse un baño, así que no tuvo más remedio que esperar, dando vueltas por la casa, nerviosa a más no poder. ¡Ahora!, se dijo a sí mismo cuando la pirata salió del baño, pero las palabras se agarraban a su lengua, porfiadas, negándose a salir.
- ¡Claro, hija! No faltaba más-. dijo agarrando la daga y poniéndose manos a la obra
La pena amenazó con asaltar a la muchacha, al pensar que quizás sería la última vez que lo hiciera y el intento por contenerla, concentrándose en su labor, hizo que no se diera cuenta del nerviosismo de la pirata.
- ¡¿Tu mamá’! – exclamó, sorprendida- ¿Dónde está? ¿Cuándo vas a ir?
Flor deseaba volver a sus padres, a su hermano menor y a su ciudad natal con toda la intensidad de su alma apasionada y si no se encontraba ya en viaje es que cada uno de sus intentos había fracasado estrepitosamente, por las más variadas y hasta absurdas razones, lo que había obligado a la chica a intentar refrenar sus impulsos y a tratar de elaborar algún plan de acción.
La nacossedina era impulsiva, pero para nada estúpida y por poco que se dio el trabajo de reflexionar, vislumbró lo que podía ser la causa de sus problemas de viaje y, eventualmente, la solución: la magia. El condenado hechizo que había tenido la mala idea de leer en la Academia de Magos y que había vuelto a leer en el Reino de las Cascadas, ese tenía que ser el causante de todos sus males.
Flor resolvió que si la magia la había metido en ese embrollo, la magia tenía que sacarla… Tenía que aprender suficiente magia como para deshacer el hechizo y, por lo que había podido averiguar, el mejor lugar para aprender magia en Jaspia era Adysium ¡Tenía que ir a Adysium a estudiar magia!
La muchacha sólo tenía que enfrentar dos obstáculos. Uno era el dinero, estudiar magia era caro y ella no tenía dinero ni bienes… bueno, sí tenía un bien: Doralisa, la espada que había adquirido en aquella aventura en Kuzueth - ¿qué sería de aquellos chicos? – y de la que no había querido desprenderse hasta entonces. No es que quisiera hacerlo, en realidad, pero necesitaba las dos monedas de oro que Doralisa valía; eso no iba a pagar todo, claro, pero serviría para comenzar.
El segundo obstáculo era el más difícil para Florangél: tendría que separarse de su adorada hermana del alma. Con sólo pensar en ello le entraba un escalofrío en el corazón, pero tenía que irse a Adysium sola. El dolor que le causaba tener que decirle a la pirata que se iba, hizo que la muchacha fuera retrasando el momento de dar la noticia, a lo que ayudaba el hecho de que, últimamente, Sophitia desaparecía con mucha frecuencia. Tanta que, pese a sus propias preocupaciones, a Flor ya le estaba picando la curiosidad, ¿en qué andaría metida su hermana?
Aquel día se había hecho el propósito de hablar con su hermana en cuanto ésta volviera a casa, pero Sophi había llegado directo a darse un baño, así que no tuvo más remedio que esperar, dando vueltas por la casa, nerviosa a más no poder. ¡Ahora!, se dijo a sí mismo cuando la pirata salió del baño, pero las palabras se agarraban a su lengua, porfiadas, negándose a salir.
- ¡Claro, hija! No faltaba más-. dijo agarrando la daga y poniéndose manos a la obra
La pena amenazó con asaltar a la muchacha, al pensar que quizás sería la última vez que lo hiciera y el intento por contenerla, concentrándose en su labor, hizo que no se diera cuenta del nerviosismo de la pirata.
- ¡¿Tu mamá’! – exclamó, sorprendida- ¿Dónde está? ¿Cuándo vas a ir?
Última edición por Florangél el 05/03/16, 09:34 pm, editado 1 vez
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Sobre reencuentros y despedidas [Florangel]
Miraba caer el cabello cortado en el piso mientras pensaba en cómo responderle a Flor la pregunta que tan tranquila formulaba “¿cuando vas a ir?”, lo cierto era que ni ella misma lo sabía, no lograba entenderse en lo absoluto y eso no le permitía tomar una decisión ya fuera por sí o por no. Lo que para ella era un incordio que llevaba torturándola durante semanas para su hermana era algo sumamente sencillo, o al menos así parecía transmitirlo.
-Vive aquí en Nehmen, solo que no en esta parte de la isla... - Cerró las manos con fuerza - Hace años que lo se, no fue difícil encontrarla... Pero nunca había pensado ir a verla - Era una verdad a medias, en realidad el interés en ir siempre había estado, sino no se hubiese preocupado en averiguar dónde estaba, pero siempre había encontrado algún motivo para posponerlo y la llegada de su hermana había sido uno de los más importantes - Siquiera se si quiero ir, mucho menos el cuando.
La angustia se sentía como tener la horca al cuello, cerrando alrededor de la garganta hasta que parecía que no te dejaría respirar. Todos los intentos que había hecho Flor hasta el momento para irse habían fallado, pero con eso solo había ganado un poco de tiempo, más tarde o más temprano lograría irse ¿Y entonces qué? Cuando eso pasara la fachada de “la casita feliz” que había mantenido hasta ese momento se terminaría, y regresaría todo a como era antes, solo que ella ya no era la misma.
-¿Cómo te llevas con tu madre, Flor? ¿Cómo es ella? - No era la primera vez que le preguntaba por su familia, así que en cierto modo ya sabía la respuesta, pero sentía la necesidad de escucharlo de nuevo, solo para comprobar que tenía razón en algo - Mi Madre no es como las demás, siquiera cerca de eso... Así que no se como se tomara mi llegada...
Suponía que una madre “normal” se pondría a llorar de la emoción, saltaría a darle un abrazo a su querida hija y la llenaría de besos, mimos y cariño, preguntándole donde había estado todo ese tiempo, y diciéndole que la había extrañado horrores. No quería ser pesimista, pero por lo que sabía de su madre era poco probable que una bienvenida así fuera posible.
-Vive aquí en Nehmen, solo que no en esta parte de la isla... - Cerró las manos con fuerza - Hace años que lo se, no fue difícil encontrarla... Pero nunca había pensado ir a verla - Era una verdad a medias, en realidad el interés en ir siempre había estado, sino no se hubiese preocupado en averiguar dónde estaba, pero siempre había encontrado algún motivo para posponerlo y la llegada de su hermana había sido uno de los más importantes - Siquiera se si quiero ir, mucho menos el cuando.
La angustia se sentía como tener la horca al cuello, cerrando alrededor de la garganta hasta que parecía que no te dejaría respirar. Todos los intentos que había hecho Flor hasta el momento para irse habían fallado, pero con eso solo había ganado un poco de tiempo, más tarde o más temprano lograría irse ¿Y entonces qué? Cuando eso pasara la fachada de “la casita feliz” que había mantenido hasta ese momento se terminaría, y regresaría todo a como era antes, solo que ella ya no era la misma.
-¿Cómo te llevas con tu madre, Flor? ¿Cómo es ella? - No era la primera vez que le preguntaba por su familia, así que en cierto modo ya sabía la respuesta, pero sentía la necesidad de escucharlo de nuevo, solo para comprobar que tenía razón en algo - Mi Madre no es como las demás, siquiera cerca de eso... Así que no se como se tomara mi llegada...
Suponía que una madre “normal” se pondría a llorar de la emoción, saltaría a darle un abrazo a su querida hija y la llenaría de besos, mimos y cariño, preguntándole donde había estado todo ese tiempo, y diciéndole que la había extrañado horrores. No quería ser pesimista, pero por lo que sabía de su madre era poco probable que una bienvenida así fuera posible.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Sobre reencuentros y despedidas [Florangel]
Las manos de Flor manejaban la daga con precisión mientras cortaba el cabello de su hermana. La chica sabía que a Sophitia la tenía sin cuidado el aspecto estético del asunto, pero a ella si le importaba que se viera bien y la práctica que había adquirido en el tiempo que llevaban viviendo juntas – la que se unía a otras habilidades aprendidas junto a la pirata, como suturar heridas y tratar contusiones varias – permitía que pudiera hacerlo aunque no tuviera su mente cien por ciento en la tarea, como en ese momento.
Como era frecuente en ella, Florangél había dicho lo primero que se le había pasado por la cabeza ante la inesperada noticia que Sophi le había dado, pero al escucharla se dio cuenta que para su hermana no era cosa de ir a tomar el té un día cualquiera… si hasta ese momento lo única vez que la pirata le había hablado de su madre fue para decirle que la había abandonado al nacer.
- Y si no querías verla, ¿para qué la buscaste?
La muchacha se había preguntado alguna vez lo que sería crecer sin una madre al lado pero, aunque echaba mucho de menos a su mamá, la verdad es que ni siquiera podía imaginar lo que sería eso, por mucho que tuvieras un padre que te quisiera mucho.
- No me llevaba muy bien con mamá – dijo con tristeza – Ella es muy buena y cariñosa y preocupada por nosotros, pero tiene ideas muy tradicionales y se preocupa demasiado por todo… bueno, especialmente por mi… Ella quiere que yo sea toda una señorita y una excelente dueña de casa y que consiga un buen marido, tenga hijos y todas esas cosas… si hasta tiene guardado su traje de novia para que yo lo use cuando me case… No nos entendíamos… yo… yo quería viajar, conocer gente, tener aventuras… y todas esas cosas a ella le daban miedo … y a mí me enojaba que quisiera evitar que las hiciera
Flor no se arrepentía por las cosas que le gustaban, pero al pensar en lo mucho que su madre debía estar sufriendo con su desaparición, se había hecho el propósito de ser menos rebelde y desafiante cuando por fin regresara a casa.
- ¿Cómo es ella, Sophi? ¿Cómo se llama? ¿Qué hace?
Como era frecuente en ella, Florangél había dicho lo primero que se le había pasado por la cabeza ante la inesperada noticia que Sophi le había dado, pero al escucharla se dio cuenta que para su hermana no era cosa de ir a tomar el té un día cualquiera… si hasta ese momento lo única vez que la pirata le había hablado de su madre fue para decirle que la había abandonado al nacer.
- Y si no querías verla, ¿para qué la buscaste?
La muchacha se había preguntado alguna vez lo que sería crecer sin una madre al lado pero, aunque echaba mucho de menos a su mamá, la verdad es que ni siquiera podía imaginar lo que sería eso, por mucho que tuvieras un padre que te quisiera mucho.
- No me llevaba muy bien con mamá – dijo con tristeza – Ella es muy buena y cariñosa y preocupada por nosotros, pero tiene ideas muy tradicionales y se preocupa demasiado por todo… bueno, especialmente por mi… Ella quiere que yo sea toda una señorita y una excelente dueña de casa y que consiga un buen marido, tenga hijos y todas esas cosas… si hasta tiene guardado su traje de novia para que yo lo use cuando me case… No nos entendíamos… yo… yo quería viajar, conocer gente, tener aventuras… y todas esas cosas a ella le daban miedo … y a mí me enojaba que quisiera evitar que las hiciera
Flor no se arrepentía por las cosas que le gustaban, pero al pensar en lo mucho que su madre debía estar sufriendo con su desaparición, se había hecho el propósito de ser menos rebelde y desafiante cuando por fin regresara a casa.
- ¿Cómo es ella, Sophi? ¿Cómo se llama? ¿Qué hace?
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Sobre reencuentros y despedidas [Florangel]
Al parecer poco a poco Flor iba comprendiendo lo que significaba para la pirata el dar ese paso, que no era simplemente el ir y nada más, sino que implicaba un debate interno que aún no tenía un firme ganador. Sí de ella dependía... Si tan solo su hermana le dijera ahora “¿Sabes qué? Mejor me quedaré aquí, no vayas a ver a esa vieja bruja, vamonos en el primer barco que encontremos, sin un rumbo fijo”, entonces seguramente tiraría por el aire todo el asunto y se marcharía feliz con ella a recorrer Jaspia.
-No lo se... Es mi madre ¿No? Mi padre ya no está, y ella sería algo así como... - Trago saliva antes de continuar - Supongo que es la única familia de sangre que me queda, por eso... Quiero saber si ella tiene algún interés en mi... - Una madre normal hubiese ido a buscarla si tuviera un mínimo de cariño ¿Cierto? Pero esa mujer no era una madre común, Sophitia no creía que se aplicaran las mismas reglas ¿Entonces para que se estaba molestando en intentarlo?
Cuando sintió las manos de Flor cortando cerca de su oreja le tomo la mano con cuidado y apoyo la mejilla en el dorso, cerrando los ojos durante algunos segundos. La pirata no era muy dada a los gestos tiernos, pero en ese momento, al menos por un pequeño instante necesitaba sentirse segura de que podía abrirse con su hermana y que ella lo entendería.
-Tienes mucha suerte, de verdad que no te imaginas cuanta, la mujer de la que me hablas suena como alguien increíble, incluso aunque quisiera mandonearte - Le soltó la mano y regreso a la postura en que estaba antes - Significa que le importabas, que se preocupaba por tu bienestar y tu futuro, eso... Eso es muy tierno.
Sentía que estaba siendo injusta, no había tenido una mala vida con su padre, le había entregado mucho más amor y cariño que cualquier otra persona en el mundo. Cierto que siempre lo había hecho a su manera y con las particularidades que solo un padre pirata podía ofrecer, pero aún así Sophitia no podía decir que le hubiese faltado afecto de su parte. Sí él no había querido que conociera a su madre tal vez lo más correcto era no hacerlo.
-Ella es... Solo sé lo que se dice, aunque son fuentes bastante confiables - Es decir, clientes regulares del lugar - Se llama Sophitia, mi padre me puso su nombre por algún extraño motivo, o el que ella le dijo que era su nombre... - A la pirata se le escapó un suspiro y continuó - Es la dueña de uno de los lupanares más conocidos de Jaspia, por lo que sé, siempre trabajó de eso y fue ascendiendo posiciones hasta que terminó como jefa, fue así que mi padre la conoció. Todos me dijeron que tiene un carácter muy frío, que es una mujer de negocios y que te atraviesa con la mirada como si estuviera juzgando tu valor... - Se levantó de la nada y pateo la silla en donde hasta entonces había estado sentada - ¡Mierda! Sé que esto no saldrá bien, joder, no hay manera de que salga bien... Pero tengo que ir.
Parecía estar bastante segura de que las cosas tenían que ser de esa manera, aunque se enojara, aunque hiciera escándalo, aún cuando todo pareciera estar en contra, así y todo creía que tenía que ir, que a la larga eso sería lo mejor para ella.
-No lo se... Es mi madre ¿No? Mi padre ya no está, y ella sería algo así como... - Trago saliva antes de continuar - Supongo que es la única familia de sangre que me queda, por eso... Quiero saber si ella tiene algún interés en mi... - Una madre normal hubiese ido a buscarla si tuviera un mínimo de cariño ¿Cierto? Pero esa mujer no era una madre común, Sophitia no creía que se aplicaran las mismas reglas ¿Entonces para que se estaba molestando en intentarlo?
Cuando sintió las manos de Flor cortando cerca de su oreja le tomo la mano con cuidado y apoyo la mejilla en el dorso, cerrando los ojos durante algunos segundos. La pirata no era muy dada a los gestos tiernos, pero en ese momento, al menos por un pequeño instante necesitaba sentirse segura de que podía abrirse con su hermana y que ella lo entendería.
-Tienes mucha suerte, de verdad que no te imaginas cuanta, la mujer de la que me hablas suena como alguien increíble, incluso aunque quisiera mandonearte - Le soltó la mano y regreso a la postura en que estaba antes - Significa que le importabas, que se preocupaba por tu bienestar y tu futuro, eso... Eso es muy tierno.
Sentía que estaba siendo injusta, no había tenido una mala vida con su padre, le había entregado mucho más amor y cariño que cualquier otra persona en el mundo. Cierto que siempre lo había hecho a su manera y con las particularidades que solo un padre pirata podía ofrecer, pero aún así Sophitia no podía decir que le hubiese faltado afecto de su parte. Sí él no había querido que conociera a su madre tal vez lo más correcto era no hacerlo.
-Ella es... Solo sé lo que se dice, aunque son fuentes bastante confiables - Es decir, clientes regulares del lugar - Se llama Sophitia, mi padre me puso su nombre por algún extraño motivo, o el que ella le dijo que era su nombre... - A la pirata se le escapó un suspiro y continuó - Es la dueña de uno de los lupanares más conocidos de Jaspia, por lo que sé, siempre trabajó de eso y fue ascendiendo posiciones hasta que terminó como jefa, fue así que mi padre la conoció. Todos me dijeron que tiene un carácter muy frío, que es una mujer de negocios y que te atraviesa con la mirada como si estuviera juzgando tu valor... - Se levantó de la nada y pateo la silla en donde hasta entonces había estado sentada - ¡Mierda! Sé que esto no saldrá bien, joder, no hay manera de que salga bien... Pero tengo que ir.
Parecía estar bastante segura de que las cosas tenían que ser de esa manera, aunque se enojara, aunque hiciera escándalo, aún cuando todo pareciera estar en contra, así y todo creía que tenía que ir, que a la larga eso sería lo mejor para ella.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
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