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Mar de Jaspia :: DUCADO DE CESSELE :: Kuzueth :: Daosh
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Volver a empezar
Layla llevaba ya unos meses en aquel reino sin más percances ni aventuras desde que montó en aquel barco atacado por un grupo de zombies. Por un lado eso le había dado tiempo a recuperarse físicamente y también económicamente y, de paso, había podido investigar algo en las bibliotecas Trinacria que podría serle de mucha ayuda en su misión principal en la vida: quitarse el collar maldito.
El problema había sido que había estallado la guerra y, paseando por la ciudad mientras leía un libro prestado de la biblioteca, había sucedido uno de aquellos ataques sorpresa de la guerra que tenía lugar. Por suerte para Layla no había tenido más consecuencias que la pérdida del libro, pero ese libro en concreto era el que necesitaba para completar una nueva fórmula alquímica que quizá la librara del collar. Encima cuando regreso a la biblioteca resultó que era un ejemplar único y para colmo tuvo que pagarlo. Tendría que recordar todo de memoria e improvisar la última parte.
Enfadada con los causantes de la guerra, viendo todo el daño y el mal que esta podía causar y, culpando a los malditos ejércitos en liza por haberla hecho perder aquella magnífica oportunidad de librarse de su maldición, había decidido que durante un tiempo se mudaría al ducado de Cessele por dos motivos, el primero porque si no había entendido mal los rumores y noticias, eran los únicos que querían volver a tiempos de paz mediante el diálogo, pero además, uno de los ingredientes que necesitaba era una planta que solo crecía en Kuzueth.
Varios meses explorando la zona cercana a Daosh y conviviendo con aquellas gentes le había granjeado algunos amigos y había decidido ayudar en su “lucha” por la paz siempre y cuando aquello no la impidiera seguir con sus investigaciones sobre el collar y la maldición.
Aquella mañana se encontraba en la cabaña que se había agenciado a las afueras de Kuzueth realizando los últimos experimentos. Creía estar a unos minutos de su libertad, tenía todos los ingredientes la pócima llevaba varios días en preparación y solo le restaban los últimos detalles.
Sacando el caldero al porche de la casa (aquella fórmula necesitaba luz natural en su último paso), sacó la planta que había buscado durante varias semanas en Kuzueth y la deposito en el caldero cerrando los ojos con una sonrisa… una pequeña nube mágica y seria libre… PUM!! Todo salto por los aires: el caldero, algunos tablones de la cabaña, el cristal de la ventana, la propia Layla y hasta sus sueños de ser libre.
Tirada en el suelo a un metro de donde hacía solo unos instantes se encontraba, las lágrimas bajaron por sus mejillas mientras un puchero asomaba a su boca, no tanto por los sueños rotos como por el golpe recibido, seguramente solo sería un pequeño moratón pero Layla siempre se quejaba de los golpes, hasta del más mínimo de ellos
- Auch…
El problema había sido que había estallado la guerra y, paseando por la ciudad mientras leía un libro prestado de la biblioteca, había sucedido uno de aquellos ataques sorpresa de la guerra que tenía lugar. Por suerte para Layla no había tenido más consecuencias que la pérdida del libro, pero ese libro en concreto era el que necesitaba para completar una nueva fórmula alquímica que quizá la librara del collar. Encima cuando regreso a la biblioteca resultó que era un ejemplar único y para colmo tuvo que pagarlo. Tendría que recordar todo de memoria e improvisar la última parte.
Enfadada con los causantes de la guerra, viendo todo el daño y el mal que esta podía causar y, culpando a los malditos ejércitos en liza por haberla hecho perder aquella magnífica oportunidad de librarse de su maldición, había decidido que durante un tiempo se mudaría al ducado de Cessele por dos motivos, el primero porque si no había entendido mal los rumores y noticias, eran los únicos que querían volver a tiempos de paz mediante el diálogo, pero además, uno de los ingredientes que necesitaba era una planta que solo crecía en Kuzueth.
Varios meses explorando la zona cercana a Daosh y conviviendo con aquellas gentes le había granjeado algunos amigos y había decidido ayudar en su “lucha” por la paz siempre y cuando aquello no la impidiera seguir con sus investigaciones sobre el collar y la maldición.
Aquella mañana se encontraba en la cabaña que se había agenciado a las afueras de Kuzueth realizando los últimos experimentos. Creía estar a unos minutos de su libertad, tenía todos los ingredientes la pócima llevaba varios días en preparación y solo le restaban los últimos detalles.
Sacando el caldero al porche de la casa (aquella fórmula necesitaba luz natural en su último paso), sacó la planta que había buscado durante varias semanas en Kuzueth y la deposito en el caldero cerrando los ojos con una sonrisa… una pequeña nube mágica y seria libre… PUM!! Todo salto por los aires: el caldero, algunos tablones de la cabaña, el cristal de la ventana, la propia Layla y hasta sus sueños de ser libre.
Tirada en el suelo a un metro de donde hacía solo unos instantes se encontraba, las lágrimas bajaron por sus mejillas mientras un puchero asomaba a su boca, no tanto por los sueños rotos como por el golpe recibido, seguramente solo sería un pequeño moratón pero Layla siempre se quejaba de los golpes, hasta del más mínimo de ellos
- Auch…
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
Unos fuertes golpes se comenzaron a oír a lo lejos mientras disfrutaba de un estupendo desayuno en uno de los balcones con vistas al mar de su enorme mansión. Al principio, solamente murmuró maldiciones por lo bajo, suponiendo que cesarían. No siendo así, y pasando unos breves instantes sin que los golpes dejaran de oírse, Lerosse golpéo con la palma de su mano derecha la pequeña mesa en la que se posaba el desayuno finamente servido, destrozando la presentación del mismo. Rápidamente dos criadas y un criado se precipitaron para arreglar el estropicio a la vez que a su señor, que no soportaba tener un pelo mal colocado o un migaja de pan en su rostro.
- ¿Alguien puede decirme qué demonios son esos golpes y por qué no cesan? - preguntó alzando la voz malhumorado.
- Son los hombres que están trabajando en las inmediaciones de la mansión, mi señor. Usted y el alcalde dieron la orden hace tan sólo un par de días. - respondió el criado que se encontraba junto a él controlando que todos los cabellos de su amo estuvieran en su sitio.
- ¡Maldito alcade y malditos hombres! - exclamó Lerosse poniéndose en pie de repente, golpeando la mesa y haciendo caer alguna cosa de ella y empujando levemente a una de las criadas. - ¡Ni siquiera puedo disfrutar de mi desayuno de forma agradable y tranquila! ¡Maldita sea!
Paseó por la instancia lanzando maldiciones durante unos instantes y después se calmó, suspiró y dijo al criado que había explicado la procedencia de los golpes:
- Voy a salir. Preparadme.
Un rato más tarde, Lerosse Ehamon salía de su mansión. Había pedido pasear solo, lo que no significaba exactamente eso, sino el ir acompañado por dos de sus hombres, como era habitual, pero manteniéndose estos a una distancia prudencial de su amo y siempre vigilantes para que nada le ocurriera.
Hacía una mañana espléndida y le apetecía disfrutar del sol que bien habia visto entrar en su mansión a través de los enormes ventanales que ésta poseía. Mientras caminaba por Daosh hacia las afueras, adentrándose en un terreno más natural, observaba a la gente que se cruzaba en su camino. Todos eran trabajadores, gente humilde que vivía por y para trabajar y que no poseían riquezas, ya que todas se las agenciaba Lerosse, de una manera u otra. Las miradas con las que se cruzaba viraban hacia el suelo, todas conocedoras de quién era él. Ése era un gesto que lo enorgullecía, creído y egocéntrico como era él.
Una vez a las afueras de Daosh, habiendo dejado bien atrás el mar, siguió caminando ahora ya en una zona mucho más solitaria, y mucho más tranquila y silenciosa.
¡¡PUM!!
De pronto tuvo a sus dos hombres a su lado, observándo en posición de alerta para encontrar la procedencia de esa explosión que no parecía haber sido muy grave. Unos instantes después, y tras comprobar que no parecía nada de lo que preocuparse, los dos hombres volvieron a tomar distancias y Lerosse siguió caminando. A su derecha comenzó a vislumbrar lo que parecía una cabaña, y fue entonces cuando vió el humo salir de una zona pequeña en concreto y a una joven tirada en el suelo.
Por un momento dudó si acercase, porque mezclarse con la plebe no era algo que le agradase en absoluto. Sin embargo, se trataba de una joven bastante hermosa y no precisamente hija de ningun minero. Parecía haberse lastimado.
Con paso decidido y echándose el cabelo hacia atrás con la mano izquierda mientras se encaminó hacia la joven. Cuando estuvo cerca de ella, carraspeó y dijo:
- ¿La explosión que se ha oído la has provocado tú?
- ¿Alguien puede decirme qué demonios son esos golpes y por qué no cesan? - preguntó alzando la voz malhumorado.
- Son los hombres que están trabajando en las inmediaciones de la mansión, mi señor. Usted y el alcalde dieron la orden hace tan sólo un par de días. - respondió el criado que se encontraba junto a él controlando que todos los cabellos de su amo estuvieran en su sitio.
- ¡Maldito alcade y malditos hombres! - exclamó Lerosse poniéndose en pie de repente, golpeando la mesa y haciendo caer alguna cosa de ella y empujando levemente a una de las criadas. - ¡Ni siquiera puedo disfrutar de mi desayuno de forma agradable y tranquila! ¡Maldita sea!
Paseó por la instancia lanzando maldiciones durante unos instantes y después se calmó, suspiró y dijo al criado que había explicado la procedencia de los golpes:
- Voy a salir. Preparadme.
Un rato más tarde, Lerosse Ehamon salía de su mansión. Había pedido pasear solo, lo que no significaba exactamente eso, sino el ir acompañado por dos de sus hombres, como era habitual, pero manteniéndose estos a una distancia prudencial de su amo y siempre vigilantes para que nada le ocurriera.
Hacía una mañana espléndida y le apetecía disfrutar del sol que bien habia visto entrar en su mansión a través de los enormes ventanales que ésta poseía. Mientras caminaba por Daosh hacia las afueras, adentrándose en un terreno más natural, observaba a la gente que se cruzaba en su camino. Todos eran trabajadores, gente humilde que vivía por y para trabajar y que no poseían riquezas, ya que todas se las agenciaba Lerosse, de una manera u otra. Las miradas con las que se cruzaba viraban hacia el suelo, todas conocedoras de quién era él. Ése era un gesto que lo enorgullecía, creído y egocéntrico como era él.
Una vez a las afueras de Daosh, habiendo dejado bien atrás el mar, siguió caminando ahora ya en una zona mucho más solitaria, y mucho más tranquila y silenciosa.
¡¡PUM!!
De pronto tuvo a sus dos hombres a su lado, observándo en posición de alerta para encontrar la procedencia de esa explosión que no parecía haber sido muy grave. Unos instantes después, y tras comprobar que no parecía nada de lo que preocuparse, los dos hombres volvieron a tomar distancias y Lerosse siguió caminando. A su derecha comenzó a vislumbrar lo que parecía una cabaña, y fue entonces cuando vió el humo salir de una zona pequeña en concreto y a una joven tirada en el suelo.
Por un momento dudó si acercase, porque mezclarse con la plebe no era algo que le agradase en absoluto. Sin embargo, se trataba de una joven bastante hermosa y no precisamente hija de ningun minero. Parecía haberse lastimado.
Con paso decidido y echándose el cabelo hacia atrás con la mano izquierda mientras se encaminó hacia la joven. Cuando estuvo cerca de ella, carraspeó y dijo:
- ¿La explosión que se ha oído la has provocado tú?
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
Llevaba un rato tirada lloriqueando y quejándose (bueno tal vez no tanto rato pero a ella se le hizo largo, no soportaba bien el dolor, ningún tipo de dolor), cuando escuchó una voz que le preguntaba si había sido la causante de la explosión. Y súbitamente se sintió enfurecida ¿cómo podía ser que a alguien le preocupara más el origen de la explosión que preguntar si había heridos? y los había, ella misma. Vale, quizá fuera por su culpa ¿y qué? Estaba herida y en lugar de ayudar o preguntar por su salud preguntaba nimiedades, pues más valdría que hubiera seguido su camino.
- ¿Eso importa? – Su tono dejaba traslucir su enfado - ¿No es más importante preguntar primero por los daños físicos? – Incorporándose finalmente con un quejido para acabar sentada continúo lloriqueando – De todos los habitantes de la isla tenía que venir el más desagradable de todos a interesarse por mis asuntos… ¡siga su camino!
En realidad no estaba tan enfadada, bueno sí que demonios él se lo había ganado, pero no solo con él, también por el fracaso; aunque de haber sabido de quién se trataba quizá no hubiera respondido de aquella manera. A pesar de que llevaba un tiempo en la isla no se había molestado en conocer a los gobernantes y solo había ayudado al “hombre de a pie” en sus ratos libres buscando los ingredientes y las fórmulas para su “cura”, pero esta no llegó y eso la frustraba bastante.
- Si ha sido cosa mía si tanto le preocupa pero ahora déjeme en paz tengo mucho que hacer y usted seguro que no va a ayudarme.
Se puso en pie y se dio media vuelta camino a la cabaña mientras mascullaba, entre quejido y quejido, sobre que podía haber fallado, todo lo que tendría que limpiar y su mala suerte al cruzarse con aquel tipo ¿quién se había creído que era?
- ¿Eso importa? – Su tono dejaba traslucir su enfado - ¿No es más importante preguntar primero por los daños físicos? – Incorporándose finalmente con un quejido para acabar sentada continúo lloriqueando – De todos los habitantes de la isla tenía que venir el más desagradable de todos a interesarse por mis asuntos… ¡siga su camino!
En realidad no estaba tan enfadada, bueno sí que demonios él se lo había ganado, pero no solo con él, también por el fracaso; aunque de haber sabido de quién se trataba quizá no hubiera respondido de aquella manera. A pesar de que llevaba un tiempo en la isla no se había molestado en conocer a los gobernantes y solo había ayudado al “hombre de a pie” en sus ratos libres buscando los ingredientes y las fórmulas para su “cura”, pero esta no llegó y eso la frustraba bastante.
- Si ha sido cosa mía si tanto le preocupa pero ahora déjeme en paz tengo mucho que hacer y usted seguro que no va a ayudarme.
Se puso en pie y se dio media vuelta camino a la cabaña mientras mascullaba, entre quejido y quejido, sobre que podía haber fallado, todo lo que tendría que limpiar y su mala suerte al cruzarse con aquel tipo ¿quién se había creído que era?
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
La joven se mostró bastante enfadada ante la pregunta de Lerosse. Escupió sus palabras y él se echó hacia atrás levemente para no ser salpicado. ¡Menudos modales! Quiso contestar a los malos humos de la joven, pues a él nadie le hablaba en ese tono. Pero la chica lloraba y además parecía herida, y aunque poco le importaban a él esos detalles, en estos momentos le interesaba más saber más sobre el accidente. Era obvio que la joven estaba sola y que algo estaría tramando antes de que la explosión tuviera lugar.
Lerosse contempló a la chica sin disimulo alguno, de arriba abajo, tratando de encontrar algo que le diera alguna pista sobre lo que se traía entre manos. Aquella era su zona, tenía su poder allí, y en todo momento debía estar al corriente de todo cuanto sucediera. Fuera interesante o aburrido, malo o bueno. Miró alrededor y poco pudo distingar aparte de cenizas y algo de humo todavía. Por el olor tampoco podía sacar nada en claro.
Cuando la chica volvió a hablar y se declaró culpable del incidente ocurrido, Lerosse echó un vistazo hacia atrás, para comprobar que sus hombres no estaban lejos pero sí ocultos. Le pareció verlos tras un par de árboles, como ya había pasado en otras ocasiones. Hizo un leve asentimiento con la cabeza en señal de aprobación hacia ellos y volvió a dirigir la vista hacia la chica. Avanzó un par de pasos hacia ella, pero aún estaban bastante retirados el uno del otro. No pensaba acercarse a ella hasta no saber mejor de dónde procedía y quién era. Lerosse Ehamon no se mezclaba con cualquiera.
Mantuvo el silencio unos instantes, tratando de dar con las palabras correctas para intentar ganarse la simpatía de la joven y que le contara qué había ocurrido. Iba a tener que fingir amabilidad y cortesía si quería conseguir la confianza de esa enfadada chica.
- Perdona mi brusquedad, la pregunta quizá ha sonado peor de lo que pretendía. Ya veo que te has hecho daño, pero quería asegurarme de que el ruido había venido de aquí y no de más lejos y evitarnos el posible peligro. - Demasiado enrevesada la disculpa, pero esperaba que lo suficiente entendible.
No dejaba de lanzar miradas alrededor, en busca de algo que llamara su atención. Le gustaba tenerlo todo controlado y saber todo lo que creyera interesante para él. Y esta situación lo era.
Lerosse contempló a la chica sin disimulo alguno, de arriba abajo, tratando de encontrar algo que le diera alguna pista sobre lo que se traía entre manos. Aquella era su zona, tenía su poder allí, y en todo momento debía estar al corriente de todo cuanto sucediera. Fuera interesante o aburrido, malo o bueno. Miró alrededor y poco pudo distingar aparte de cenizas y algo de humo todavía. Por el olor tampoco podía sacar nada en claro.
Cuando la chica volvió a hablar y se declaró culpable del incidente ocurrido, Lerosse echó un vistazo hacia atrás, para comprobar que sus hombres no estaban lejos pero sí ocultos. Le pareció verlos tras un par de árboles, como ya había pasado en otras ocasiones. Hizo un leve asentimiento con la cabeza en señal de aprobación hacia ellos y volvió a dirigir la vista hacia la chica. Avanzó un par de pasos hacia ella, pero aún estaban bastante retirados el uno del otro. No pensaba acercarse a ella hasta no saber mejor de dónde procedía y quién era. Lerosse Ehamon no se mezclaba con cualquiera.
Mantuvo el silencio unos instantes, tratando de dar con las palabras correctas para intentar ganarse la simpatía de la joven y que le contara qué había ocurrido. Iba a tener que fingir amabilidad y cortesía si quería conseguir la confianza de esa enfadada chica.
- Perdona mi brusquedad, la pregunta quizá ha sonado peor de lo que pretendía. Ya veo que te has hecho daño, pero quería asegurarme de que el ruido había venido de aquí y no de más lejos y evitarnos el posible peligro. - Demasiado enrevesada la disculpa, pero esperaba que lo suficiente entendible.
No dejaba de lanzar miradas alrededor, en busca de algo que llamara su atención. Le gustaba tenerlo todo controlado y saber todo lo que creyera interesante para él. Y esta situación lo era.
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
Bueno al menos una disculpa, pero con tanta palabrería se había perdido, ¿Qué demonios le pasaba a aquel tipo? A ver era obvio que la explosión había ocurrido allí, maderas ennegrecidas, ventanas rotas y una herida en el suelo, nada grave pero hasta por pincharse con un alfiler lloraría como si la estuvieran clavando una daga.
- Bueno… gracias… supongo. En fin, si he sido yo, son gajes del oficio de vez en cuando algún pequeño accidente… en fin ahora toca limpiar y volver a empezar, aunque llevara su tiempo…
Miró a su alrededor, desde luego esa noche tendría que arroparse con todas las mantas que disponía… menos mal que ya era primavera y no refrescaba tanto como en invierno. Otra vez las lágrimas asomaron en sus ojos y amenazaron con derramarse.
- Perfecto, no solo me falla la poción si no que esta noche toca helarse el culo!
No prestaba ninguna atención al tipo, estaba demasiado decepcionada, con el orgullo herido y el cuerpo magullado, y encima la perspectiva de una noche con corrientes no era su ideal. Era friolera y mucho. Lloraba mientras miraba a su alrededor el alcance de los daños y entonces se topo de nuevo con aquel tipo, no recordaba que estaba allí y pegó un respingo.
- ¿Disculpe necesitaba algo? Porque no puedo estar perdiendo el tiempo. Diga lo que necesite y váyase.
- Bueno… gracias… supongo. En fin, si he sido yo, son gajes del oficio de vez en cuando algún pequeño accidente… en fin ahora toca limpiar y volver a empezar, aunque llevara su tiempo…
Miró a su alrededor, desde luego esa noche tendría que arroparse con todas las mantas que disponía… menos mal que ya era primavera y no refrescaba tanto como en invierno. Otra vez las lágrimas asomaron en sus ojos y amenazaron con derramarse.
- Perfecto, no solo me falla la poción si no que esta noche toca helarse el culo!
No prestaba ninguna atención al tipo, estaba demasiado decepcionada, con el orgullo herido y el cuerpo magullado, y encima la perspectiva de una noche con corrientes no era su ideal. Era friolera y mucho. Lloraba mientras miraba a su alrededor el alcance de los daños y entonces se topo de nuevo con aquel tipo, no recordaba que estaba allí y pegó un respingo.
- ¿Disculpe necesitaba algo? Porque no puedo estar perdiendo el tiempo. Diga lo que necesite y váyase.
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
Lerosse permaneció impasible antes las quejas y preocupaciones de la joven. Le daba exactamente igual si esa muchacha iba a pasar frío o calor o si había trabajado mucho o poco para lo que fuera que quería hacer. Era eso precisamente lo que le mantenía allí. Tenía que saber qué estaba tratando de conseguir aquella chica. Algo le decía que sería interesante y que probablemente algo bueno podría sacar él de ella. Como casi todo por lo que se interesaba.
Sin embargo, la joven empezaba a impacientarse por tenerle allí, mirándola sin aportar nada en absoluto. Tenía que pensar algo o iba a tener que marcharse. Podría decirle quién era y que ella no tuviera más que obedecer sus órdenes. Pero estaba convencido de que actuar así solo le complicaría las cosas. Nuevamente iba a tener que fingir que era alguien amable y empático.
- Oh, disculpa mi actitud. No sé muy bien en qué puedo ayudarte pero siento que debo hacerlo. - Estaba seguro de que esa chica acabaría cayendo en sus redes, no sería la primera vez, con los años había ido mejorando su exagerada capacidad para conseguir aquello que se proponía gracias a las mentiras y manipulaciones. Sonrió y se acercó a la chica ofreciéndole una mano. Dudó unos instantes y dijo: - Mi nombre es Lerosse. Puedo ayudarte a curarte la herida y a recoger esto. No soy capaz de dejarte sola sin más con todo este destrozo.
Dudó unos instantes si mencionar su nombre o adoptar una identidad falsa, pero pensó que si aquella chica sabía quién era él bien podría decir que lo que se decía sobre él era totalmente falso. ¿Quién podría negarse a esa sonrisa extremadamente falsa que no se notaba en absoluto?
Sin embargo, la joven empezaba a impacientarse por tenerle allí, mirándola sin aportar nada en absoluto. Tenía que pensar algo o iba a tener que marcharse. Podría decirle quién era y que ella no tuviera más que obedecer sus órdenes. Pero estaba convencido de que actuar así solo le complicaría las cosas. Nuevamente iba a tener que fingir que era alguien amable y empático.
- Oh, disculpa mi actitud. No sé muy bien en qué puedo ayudarte pero siento que debo hacerlo. - Estaba seguro de que esa chica acabaría cayendo en sus redes, no sería la primera vez, con los años había ido mejorando su exagerada capacidad para conseguir aquello que se proponía gracias a las mentiras y manipulaciones. Sonrió y se acercó a la chica ofreciéndole una mano. Dudó unos instantes y dijo: - Mi nombre es Lerosse. Puedo ayudarte a curarte la herida y a recoger esto. No soy capaz de dejarte sola sin más con todo este destrozo.
Dudó unos instantes si mencionar su nombre o adoptar una identidad falsa, pero pensó que si aquella chica sabía quién era él bien podría decir que lo que se decía sobre él era totalmente falso. ¿Quién podría negarse a esa sonrisa extremadamente falsa que no se notaba en absoluto?
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
Layla se quedó callada pensando, aquel tipo parecía amable, demasiado amable para su gusto. Debido a todo lo que había vivido primero con aquel maldito duende y después con el joven de su aldea, desconfiaba del exceso de amabilidad. Para ser sinceros, desconfiaba de cualquiera que se acercara a ella, daba igual el motivo y las formas.
En un primer momento pensó en rechazar su ayuda y echarle de allí cuanto antes, no quería gente cerca que acabara haciéndola daño como siempre, además estaba el inconveniente del maldito collar, especialmente si descubría la palabra para activarlo. Se llevó una mano al collar de forma inconsciente, era siempre por sorpresa y en el momento más inesperado, no había conseguido descifrar cual sería la siguiente palabra que lo activara.
Finalmente decidió que una pequeña ayuda para recoger todo aquello no le vendría mal y tal vez consiguiera poner todo en orden y encontrar una forma de tapar la ventana antes de que se terminara el día. Un poco de ayuda nunca venía mal y siempre podía cambiar de opinión y echarle o largarse de allí.
- Es muy amable de su parte, mi nombre es Layla. Creo que tengo algunas vendas y demás dentro… si no se han estropeado con la explosión. Si quiere entrar conmigo, le puedo después invitar a… bueno realmente no se ni que tengo en casa para tomar pero algo habrá que podamos tomar mientras me ayuda. Gracias!
Se giró para encaminarse a la puerta (ahora casi inexistente) de la cabaña frenando a mitad e camino y girándose hacia Lerosse de nuevo con lágrimas amenazando con caer de manera incontrolada, le miró a los ojos
- ¿Parecen graves las heridas?
Realmente, lo más grave que tenía era una torcedura en el tobillo por la mala caída, el resto apenas eran unos arañazos, algunos moratones y un par de cortes, eso sí, su aspecto estaba un poco ennegrecido.
En un primer momento pensó en rechazar su ayuda y echarle de allí cuanto antes, no quería gente cerca que acabara haciéndola daño como siempre, además estaba el inconveniente del maldito collar, especialmente si descubría la palabra para activarlo. Se llevó una mano al collar de forma inconsciente, era siempre por sorpresa y en el momento más inesperado, no había conseguido descifrar cual sería la siguiente palabra que lo activara.
Finalmente decidió que una pequeña ayuda para recoger todo aquello no le vendría mal y tal vez consiguiera poner todo en orden y encontrar una forma de tapar la ventana antes de que se terminara el día. Un poco de ayuda nunca venía mal y siempre podía cambiar de opinión y echarle o largarse de allí.
- Es muy amable de su parte, mi nombre es Layla. Creo que tengo algunas vendas y demás dentro… si no se han estropeado con la explosión. Si quiere entrar conmigo, le puedo después invitar a… bueno realmente no se ni que tengo en casa para tomar pero algo habrá que podamos tomar mientras me ayuda. Gracias!
Se giró para encaminarse a la puerta (ahora casi inexistente) de la cabaña frenando a mitad e camino y girándose hacia Lerosse de nuevo con lágrimas amenazando con caer de manera incontrolada, le miró a los ojos
- ¿Parecen graves las heridas?
Realmente, lo más grave que tenía era una torcedura en el tobillo por la mala caída, el resto apenas eran unos arañazos, algunos moratones y un par de cortes, eso sí, su aspecto estaba un poco ennegrecido.
Última edición por Layla Ellis el 27/03/16, 07:08 pm, editado 1 vez (Razón : Me deje un parrafo)
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
La joven parecía mostrarse dudosa ante si permitirle el acercamiento a Lerosse o no hacerlo. Antes de decir palabra alguna, se llevó una mano al cuello. Fue en ese momento cuando Lerosse notó la presencia de un objeto colgado en esa zona de su cuerpo. Se trataba de un collar no pequeño y dorado. No sabía muy bien por qué se había llevado la chica la mano a ese objeto en ese momento, pero fue justo después cuando volvió a hablar. Lerosse imaginó que se trataba de un regalo de alguien o algo parecido.
Por fin sabía su nombre: Layla. Bonito nombre para ser una plebeya, pensó Lerosse. No sabía de dónde procedía pero a simple vista bien podría haber sido alguien de familia noble... o quizá no. Era algo que aún podría ser capaz de descubrir.
Cuando Layla se levantó para comenzar a andar hacia la cabaña, Lerosse notó que le costaba caminar y pensó que quizá le viniera bien su ayuda. Así tendría más motivos por los que parecer alguien amable.
- Permite que te ayude, Layla. - dijo apoyando uno de los brazos de la chica sobre uno de los suyos y colocándose a su lado para caminar juntos. - No creo que las heridas en sí sean muy graves, pero tienes que vigilar a la hora de caminar, es en lo que parece que has salido más perjudicada. - Intentaba hablar de forma neutral para que no se le notara quién era y todo aquello que esperaba que no se descubriera por el momento.
Entraron en la cabaña. Tal y como se temía Lerosse no era un sitio demasiado acogedor para alguien como él, pero no esperaba nada mucho mejor. Además tampoco parecía estar muy ordenado. AL menos tenía una mesa y unas cuantas sillas, nada que ver con sus preciosos muebles pero iba a tener que soportar el mal trago hasta dar con lo que andaba buscando.
Ayudó a la joven a sentarse en una de las sillas y colocó otra para que ella pudiera apoyar su pierna dolorida. Y ahora era el momento de curar las heridas a las cuáles ni siquiera había echado un vistazo. Y él no pensaba hacerlo. Echó una ojeada alrededor y miró a Layla.
- Dime donde puedo encontrar algun tipo de material para sanar tus heridas... - titubeó un instante – Será mejor que te cures mientras yo voy fuera a intentar recoger un poco el estropicio. - Esperaba así poder matar dos pájaros de un tiro: librarse de tocar las heridas que esa plebeya tuviera y que sus dos hombres recogieran lo que había en el exterior aprovechando que la chica no los vería. Así sus bellas y estupendas manos no saldrían perjudicadas.
Por fin sabía su nombre: Layla. Bonito nombre para ser una plebeya, pensó Lerosse. No sabía de dónde procedía pero a simple vista bien podría haber sido alguien de familia noble... o quizá no. Era algo que aún podría ser capaz de descubrir.
Cuando Layla se levantó para comenzar a andar hacia la cabaña, Lerosse notó que le costaba caminar y pensó que quizá le viniera bien su ayuda. Así tendría más motivos por los que parecer alguien amable.
- Permite que te ayude, Layla. - dijo apoyando uno de los brazos de la chica sobre uno de los suyos y colocándose a su lado para caminar juntos. - No creo que las heridas en sí sean muy graves, pero tienes que vigilar a la hora de caminar, es en lo que parece que has salido más perjudicada. - Intentaba hablar de forma neutral para que no se le notara quién era y todo aquello que esperaba que no se descubriera por el momento.
Entraron en la cabaña. Tal y como se temía Lerosse no era un sitio demasiado acogedor para alguien como él, pero no esperaba nada mucho mejor. Además tampoco parecía estar muy ordenado. AL menos tenía una mesa y unas cuantas sillas, nada que ver con sus preciosos muebles pero iba a tener que soportar el mal trago hasta dar con lo que andaba buscando.
Ayudó a la joven a sentarse en una de las sillas y colocó otra para que ella pudiera apoyar su pierna dolorida. Y ahora era el momento de curar las heridas a las cuáles ni siquiera había echado un vistazo. Y él no pensaba hacerlo. Echó una ojeada alrededor y miró a Layla.
- Dime donde puedo encontrar algun tipo de material para sanar tus heridas... - titubeó un instante – Será mejor que te cures mientras yo voy fuera a intentar recoger un poco el estropicio. - Esperaba así poder matar dos pájaros de un tiro: librarse de tocar las heridas que esa plebeya tuviera y que sus dos hombres recogieran lo que había en el exterior aprovechando que la chica no los vería. Así sus bellas y estupendas manos no saldrían perjudicadas.
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
Layla le dio las gracias a Lerosse cuando este se ofreció a ayudarla y le ofreció su brazo para ir hasta la casa. En honor a la verdad, su primer instinto fue apartarse y empujarlo, pero se contuvo, aquel hombre solo quería ayudarla y ya había decidido que no había nada de malo en una pequeña ayuda.
Una vez dentro de la casa, pudo comprobar que los daños no eran tan graves por dentro aunque la ventana… iba a necesitar que alguien se la cambiara. Por lo demás la cabaña era un lugar bastante austero, Lo único destacable era la cantidad de artilugios para su trabajo: probetas, tubos de ensayos, frascos de pociones, ingredientes de todo tipo, materiales como pinzas cucharas… un poco más de esoterismo y cualquiera podría pensar que en lugar de alquimista era una bruja. Por lo demás, en un rincón de una estantería se encontraban sus útiles de exploradora, cantimploras y brújulas y mapas. Debido a la explosión todo se encontraba algo desordenado, solo esperaba que no hubiera perdido nada importante.
Para Layla, la cabaña era un lugar “de paso” mientras encontraba una cura para su maldición, después… bueno lo cierto es que una vez libre no había pensado que haría con su vida, quizá siguiera ayudando al Ducado de Cessele, o podría marcharse de allí y volver… ¿A dónde? ¿A su hogar? Nada la ataba ya a ese pueblo desde que su madre muriera, solo los malos recuerdos.
- ¿Qué…? Pero… - sumida como se encontraba en sus pensamientos y en un futuro que ahora se alejaba apenas había oído a Lerosse, ¿que decía de salir fuera? ¿Acaso no iba a ayudarla con la cura? Suspiró, no era la primera vez que se curaba sola – Allí en aquel armario hay una caja verde donde guardo todo para curarme gracias. Saldré enseguida a ayudar.
Una vez sola en la cabaña, o al menos no se paró a mirar si él había terminado de salir abrió la caja y sacó unas cuantas vendas, entre otros materiales para curarse, cualquiera podría decir que la cantidad de vendas era exagerada teniendo en cuenta que solo tenía una torcedura.
Aplicó un ungüento sobre su tobillo y después se vendo. Posiblemente en un par de horas ya no dolería. Después prácticamente se embadurnó con otra pócima todo trozo de piel visible, parecía como si viera heridas que los demás no podían ver, después en los cortes no tan superficiales pero que apenas tenían importancia aplicó más vendas. Para cuando salió de la cabaña, llevaba no solo el pie vendado, también un brazo, un hombro y alguna tirita en la cara.
Le pareció ver cuando salía algún movimiento entre los árboles cercanos pero no le dio importancia, el lugar había resultado ser un sitio tranquilo, posiblemente sería algún vecino paseando o cotilleando que había ocurrido. En cualquier caso si querían algo ya se acercarían, llevaba allí el suficiente tiempo como para que supieran a que se dedicaba Layla y de vez en cuando le encargaban algún trabajo con el que iba ganando algún dinerillo.
Una vez dentro de la casa, pudo comprobar que los daños no eran tan graves por dentro aunque la ventana… iba a necesitar que alguien se la cambiara. Por lo demás la cabaña era un lugar bastante austero, Lo único destacable era la cantidad de artilugios para su trabajo: probetas, tubos de ensayos, frascos de pociones, ingredientes de todo tipo, materiales como pinzas cucharas… un poco más de esoterismo y cualquiera podría pensar que en lugar de alquimista era una bruja. Por lo demás, en un rincón de una estantería se encontraban sus útiles de exploradora, cantimploras y brújulas y mapas. Debido a la explosión todo se encontraba algo desordenado, solo esperaba que no hubiera perdido nada importante.
Para Layla, la cabaña era un lugar “de paso” mientras encontraba una cura para su maldición, después… bueno lo cierto es que una vez libre no había pensado que haría con su vida, quizá siguiera ayudando al Ducado de Cessele, o podría marcharse de allí y volver… ¿A dónde? ¿A su hogar? Nada la ataba ya a ese pueblo desde que su madre muriera, solo los malos recuerdos.
- ¿Qué…? Pero… - sumida como se encontraba en sus pensamientos y en un futuro que ahora se alejaba apenas había oído a Lerosse, ¿que decía de salir fuera? ¿Acaso no iba a ayudarla con la cura? Suspiró, no era la primera vez que se curaba sola – Allí en aquel armario hay una caja verde donde guardo todo para curarme gracias. Saldré enseguida a ayudar.
Una vez sola en la cabaña, o al menos no se paró a mirar si él había terminado de salir abrió la caja y sacó unas cuantas vendas, entre otros materiales para curarse, cualquiera podría decir que la cantidad de vendas era exagerada teniendo en cuenta que solo tenía una torcedura.
Aplicó un ungüento sobre su tobillo y después se vendo. Posiblemente en un par de horas ya no dolería. Después prácticamente se embadurnó con otra pócima todo trozo de piel visible, parecía como si viera heridas que los demás no podían ver, después en los cortes no tan superficiales pero que apenas tenían importancia aplicó más vendas. Para cuando salió de la cabaña, llevaba no solo el pie vendado, también un brazo, un hombro y alguna tirita en la cara.
Le pareció ver cuando salía algún movimiento entre los árboles cercanos pero no le dio importancia, el lugar había resultado ser un sitio tranquilo, posiblemente sería algún vecino paseando o cotilleando que había ocurrido. En cualquier caso si querían algo ya se acercarían, llevaba allí el suficiente tiempo como para que supieran a que se dedicaba Layla y de vez en cuando le encargaban algún trabajo con el que iba ganando algún dinerillo.
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
Aprovechó el que a la joven le fuera a llevar algo de tiempo tratar las heridas sufridas en el incidente para salir fuera de la cabaña. Aquel lugar no olía como su hogar, y le costaba aguantar el tipo compórtandose de manera normal dentro de aquella choza. Hizo una señal con la mano a sus hombres y cuando los tuvo a la vista les indicó por señas qué tenían que hacer y cómo. Mientras tanto, él se aseguraba de que Layla no salía de repente de la cabaña y los pillaba con las manos en la masa.
Lerosse miró el destrozo y la verdad era que poco había aprovechable en aquel lugar. Casi todo estaba calcinado, a excepción de algunos recipientes. Seguía preguntándose lo que esa chica se disponía a hacer cuando ocurrió el desastre, ya que algo le decía que no estaba cocinando estofado. Fuera lo que fuese no debía de ser muy prohibido cuando se había puesto a realizarlo fuera de la cabaña, a la vista de cualquiera que pudiera pasar por allí. Tenía que saber qué era.
Sus hombres trabajaron rápido y de manera silenciosa, estaba seguro de que no iban a defraudarle, sobre todo porque le tenían más miedo que respeto. Cuando oyó sonidos más pronunciados venir del interior de la cabaña, Lerosse hizo una señal a sus hombres para que se retiraran nuevamente y él se acercó a la pila de materiales hechos cenizas que éstos habían recogido, como si él mismo acabara de colocarlos ahí. Cuando notó a la chica fuera, se irguió y la miró sonriendo falsa y dulcemente mientras preguntaba:
- ¿Qué tal esas heridas? ¡Vaya! Veo que tenías más de lo que parecía a simple vista. - comenzó a acercarse a la puerta de la cabaña, donde la joven se encontraba – Ya he acabado practicamente con todo lo que había por aquí. Aunque la verdad es que no sé si hay algo más que fuera tuyo, porque lamentablemente no se ha salvado gran cosa.
Esperaba que ella contara algo, ¡tenía que hacerlo! Si no era nada ilegal estaba seguro de que comentaría algo. Y así él saldría de dudas, o éstas se acrecentarían y él buscaría cómo sacar provecho de la situación.
Lerosse miró el destrozo y la verdad era que poco había aprovechable en aquel lugar. Casi todo estaba calcinado, a excepción de algunos recipientes. Seguía preguntándose lo que esa chica se disponía a hacer cuando ocurrió el desastre, ya que algo le decía que no estaba cocinando estofado. Fuera lo que fuese no debía de ser muy prohibido cuando se había puesto a realizarlo fuera de la cabaña, a la vista de cualquiera que pudiera pasar por allí. Tenía que saber qué era.
Sus hombres trabajaron rápido y de manera silenciosa, estaba seguro de que no iban a defraudarle, sobre todo porque le tenían más miedo que respeto. Cuando oyó sonidos más pronunciados venir del interior de la cabaña, Lerosse hizo una señal a sus hombres para que se retiraran nuevamente y él se acercó a la pila de materiales hechos cenizas que éstos habían recogido, como si él mismo acabara de colocarlos ahí. Cuando notó a la chica fuera, se irguió y la miró sonriendo falsa y dulcemente mientras preguntaba:
- ¿Qué tal esas heridas? ¡Vaya! Veo que tenías más de lo que parecía a simple vista. - comenzó a acercarse a la puerta de la cabaña, donde la joven se encontraba – Ya he acabado practicamente con todo lo que había por aquí. Aunque la verdad es que no sé si hay algo más que fuera tuyo, porque lamentablemente no se ha salvado gran cosa.
Esperaba que ella contara algo, ¡tenía que hacerlo! Si no era nada ilegal estaba seguro de que comentaría algo. Y así él saldría de dudas, o éstas se acrecentarían y él buscaría cómo sacar provecho de la situación.
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
- ¡Vaya! Muchas gracias, sí que es rápido recogiendo. Está prácticamente todo recogido
Miró a su alrededor, buscando algo aprovechable, pero no había nada, todo el trabajo de meses tirado a la basura… o mejor dicho hecho cenizas. Suspiró.
- No hay nada que pueda volver a utilizar, muchas gracias de nuevo por la ayuda, ha sido muy amable
Layla no comentaba nada del experimento porque no quería hablar de su collar y la maldición, eso solía atraer un montón de curiosos parlanchines que hablaban sin sentido esperando dar con la palabra clave, hasta que alguno lo conseguía y entonces… un escalofrío recorrió su cuerpo, aún recordaba una vez que el que acertó aquella palabra solo quería aprovecharse y abusar de ella.
Se le quitaron las ganas de seguir trabajando en aquel desastre, tampoco tenía ningún encargo pendiente y lo único más urgente era la ventana. No conocía a nadie por allí que supiera reparar ventanas y menos ventanas en tan mal estado como la suya. Miró a Lerosse.
- ¿Conocéis a alguien que sepa reparar ventanas? – se quedo un momento pensando – después podría invitarle a tomar algo por su amabilidad
Sonrió esperando que aquel hombre conociera la isla mejor que ella y supiera de alguien que reparara ventanas.
Miró a su alrededor, buscando algo aprovechable, pero no había nada, todo el trabajo de meses tirado a la basura… o mejor dicho hecho cenizas. Suspiró.
- No hay nada que pueda volver a utilizar, muchas gracias de nuevo por la ayuda, ha sido muy amable
Layla no comentaba nada del experimento porque no quería hablar de su collar y la maldición, eso solía atraer un montón de curiosos parlanchines que hablaban sin sentido esperando dar con la palabra clave, hasta que alguno lo conseguía y entonces… un escalofrío recorrió su cuerpo, aún recordaba una vez que el que acertó aquella palabra solo quería aprovecharse y abusar de ella.
Se le quitaron las ganas de seguir trabajando en aquel desastre, tampoco tenía ningún encargo pendiente y lo único más urgente era la ventana. No conocía a nadie por allí que supiera reparar ventanas y menos ventanas en tan mal estado como la suya. Miró a Lerosse.
- ¿Conocéis a alguien que sepa reparar ventanas? – se quedo un momento pensando – después podría invitarle a tomar algo por su amabilidad
Sonrió esperando que aquel hombre conociera la isla mejor que ella y supiera de alguien que reparara ventanas.
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
La joven no soltaba prenda y Lerosse comenzaba a desesperarse. ¿Qué demonios estaría haciendo esa chica en ese lugar antes de que él llegara? ¿Qué?
Sonrió a la joven y miró alrededor. Todo destrozado, no había habido forma de sacar información de ahí. Obviamente estaba utilizando el fuego pero el motivo no lo sabía. Por otro lado, no, no le interesaba lo más mínimo la reparación de su estúpida ventana. ¿Qué más le daba a él ese detalle si era ella la que iba a pasar la noche en esa cabaña? Él dormiría plácidamente en su habitación con todas las comodidades que necesitaba y todos los lujos que poseía.
Sin embargo, tal y cómo había realizado la pregunta, sumado a cómo había actuado con él hasta ese momento, Lerosse supuso que no sabía quién era él. Lo cual le daba aún margen para hacerse con la confianza de la chica. Trató de pensar en el asunto de la dichosa ventana y en quién podría ser capaz de arreglarla. Cualquiera de sus hombres, obviamente, pero eso no le convenía porque sería cuestión de solucionar el problema de la ventana y sus caminos se separarían. Aún no era tiempo de eso.
- Quizá podamos encontrar a alguien en la ciudad, conozco a algunas personas que podrían ayudarte. - contestó con una idea en la cabeza.- Además, ¿pretendes pasar aquí la noche después de lo que ha pasado? No creo que ni tú ni la cabaña estéis en condiciones. - Hizo una pausa y con gesto de prudencia añadió: - Quizá quieras quedarte en una de las habitaciones de mi casa. No sería problema para mí, es lo menos que puedo hacer.
Confiaba en que Layla aceptara y no se hubiera equivocado acerca de lo que sabía de él. Una vez en su casa, podría ser más fácil hacerse con ella. Aunque parecía una chica independiente y que sabía cuidar de sí misma, no tenía muy claro si le resultaría fácil convencerla de acompañarlo.
Sonrió a la joven y miró alrededor. Todo destrozado, no había habido forma de sacar información de ahí. Obviamente estaba utilizando el fuego pero el motivo no lo sabía. Por otro lado, no, no le interesaba lo más mínimo la reparación de su estúpida ventana. ¿Qué más le daba a él ese detalle si era ella la que iba a pasar la noche en esa cabaña? Él dormiría plácidamente en su habitación con todas las comodidades que necesitaba y todos los lujos que poseía.
Sin embargo, tal y cómo había realizado la pregunta, sumado a cómo había actuado con él hasta ese momento, Lerosse supuso que no sabía quién era él. Lo cual le daba aún margen para hacerse con la confianza de la chica. Trató de pensar en el asunto de la dichosa ventana y en quién podría ser capaz de arreglarla. Cualquiera de sus hombres, obviamente, pero eso no le convenía porque sería cuestión de solucionar el problema de la ventana y sus caminos se separarían. Aún no era tiempo de eso.
- Quizá podamos encontrar a alguien en la ciudad, conozco a algunas personas que podrían ayudarte. - contestó con una idea en la cabeza.- Además, ¿pretendes pasar aquí la noche después de lo que ha pasado? No creo que ni tú ni la cabaña estéis en condiciones. - Hizo una pausa y con gesto de prudencia añadió: - Quizá quieras quedarte en una de las habitaciones de mi casa. No sería problema para mí, es lo menos que puedo hacer.
Confiaba en que Layla aceptara y no se hubiera equivocado acerca de lo que sabía de él. Una vez en su casa, podría ser más fácil hacerse con ella. Aunque parecía una chica independiente y que sabía cuidar de sí misma, no tenía muy claro si le resultaría fácil convencerla de acompañarlo.
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
Bueno no conocía a nadie pero sabía de gente que… ¿un momento? ¿Habitaciones? Eso sonaba a muchas, no había dicho habitación de invitados, ni en su casa… ¿acaso aquel tipo era alguien importante? Después de todo no había visto muchas casas grandes por la zona, no es que vivieran a todo lujo por allí.
- Ehhh….
Se había quedado sin palabras, mirándole de arriba abajo; ahora se daba cuenta de que sus ropas no parecían de los trabajadores de por allí, quizá era alguien importante… pero entonces ¿para que se iba a molestar en pararse y ayudar? Por su experiencia los ricos o personas importantes solían ser excéntricos y hacer como si el pueblo llano no existiera.
- Si no es mucha molestia… estaría bien no pasar frio por un día. Total ya no tengo ningún encargo pendiente y necesito pensar… – estaba hablando demasiado – Vale, vayamos al pueblo a buscar alguien que repare mi ventana, luego te invito a algo… ¿os parece?
Tampoco tenía intención de intimar con una persona que acababa de conocer y mucho menos contarle su vida… aunque no estaría de más presentarse como profesional, quién sabía si en un futuro aquel tipo no le hacía un encargo.
- Por cierto me presento correctamente, ya que vamos a pasar la noche juntos- sonrió – Me llamo Layla Ellis, alquimista y exploradora
(FDI: por cierto por si no lo he dicho o tienes dudas, puedes inventarte cualquier giro que te apetezca en cualquier momento, que yo me adapto, no tengo gran cosa pensada y Layla no se va a quitar el collar de momento xD )[/b]
- Ehhh….
Se había quedado sin palabras, mirándole de arriba abajo; ahora se daba cuenta de que sus ropas no parecían de los trabajadores de por allí, quizá era alguien importante… pero entonces ¿para que se iba a molestar en pararse y ayudar? Por su experiencia los ricos o personas importantes solían ser excéntricos y hacer como si el pueblo llano no existiera.
- Si no es mucha molestia… estaría bien no pasar frio por un día. Total ya no tengo ningún encargo pendiente y necesito pensar… – estaba hablando demasiado – Vale, vayamos al pueblo a buscar alguien que repare mi ventana, luego te invito a algo… ¿os parece?
Tampoco tenía intención de intimar con una persona que acababa de conocer y mucho menos contarle su vida… aunque no estaría de más presentarse como profesional, quién sabía si en un futuro aquel tipo no le hacía un encargo.
- Por cierto me presento correctamente, ya que vamos a pasar la noche juntos- sonrió – Me llamo Layla Ellis, alquimista y exploradora
(FDI: por cierto por si no lo he dicho o tienes dudas, puedes inventarte cualquier giro que te apetezca en cualquier momento, que yo me adapto, no tengo gran cosa pensada y Layla no se va a quitar el collar de momento xD )[/b]
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
Perfecto. Había caído en sus redes. Ahora sólo tenía que dar lo mejor de sí mismo para sacar provecho de la situación y de la chica. Aún dudaba si ella sabría quién era él o no. Pero había aceptado y eso era lo único que importaba.
- Por supuesto que no supone molestia alguna, Layla. Además, ¿cómo podría quedar limpia mi conciencia si dejara que durmieras aquí en estas condiciones? - Bien, ese era el camino. - Y no te preocupes, en mi casa tengo de todo lo que necesites, y si no lo hay podremos buscarlo. - Iba a ser difícil ocultar del todo su fanfarronería pero al menos había quedado un poco disimulada. En ese momento, la joven pronunció por fin las palabras que Lerosse estaba esperando escuchar: " Me llamo Layla Ellis, alquimista y exploradora "Alquimista. Sí, señor. Por eso los artilugios y la explosión. Layla era alquimista. Perfecto, no podría haber obtenido nada mucho mejor viniendo de boca de una joven tan... corriente.- Lerosse Ehamon, encargado de las minas de Daosh. - Le tendió una mano con una amplia sonrisa satisfecha.
Prefirió ocultar el resto de detalles sobre él mismo, ya iría descubriendo más según fueran avanzando las cosas. Miró hacia arriba y dejó escapar un leve suspiro.
- Quizá será mejor que nos vayamos, se acerca la hora de comer y poco más tenemos que hacer aquí, y mucho menos en tu estado. - Le hizo una mueca de compasión. - Vamos, no perdamos tiempo. No hace falta que lleves nada, en mi casa dispondrás de todo cuanto puedas necesitar. - Echó a andar, no sin antes buscar con la mirada a sus dos hombres, haciendo una levisima seña con la boca para que les siguieran sin mostrarse. Menos mal que tenía bien enseñados a esos hombres.
El cielo estaba bastante despejado ese día, aunque el sol no brillaba tan fuerte como parecía en un principio. Sin embargo, Lerosse prefería que fuera así para no estropear su olor a perfume con el sudor propio de los días calurosos. Ofreció su lado derecho a Layla para que ésta se apoyase en él y le fuese más fácil caminar y adecuó su paso al de la chica. Era algo que le costaba bastante esfuerzo conseguir dado que él siempre había sido muy independiente y no era muy dado al contacto físico. Excepto en el ámbito sexual, por supuesto. Eso le llevó a pensar en que a la joven le vendría bien un baño y un cambio de ropa, estaba convencido de que ganaría mucho si cambiaba su aspecto a algo más... adecuado para él.
Tras un buen rato caminando a paso lento para que Layla pudiera avanzar sin demasiadas dificultades, comenzaron a ver la entrada a la ciudad de Daosh. Se comenzaba a oír el murmullo del ruido producido por las gentes en las calles, y estaba contento de que el camino a su mansión no tuviera demasiado recorrido entre esa gente. Cuanto menos contacto con el pueblo llano tuvieran, menos posibilidades de que Layla cambiara el concepto que Lerosse estaba intentando que se formara de él.
Y por fin, su mansión quedó a la vista.
[FDI: Sí, tranquila, estaba esperando por si tenías algo pensado pero iba a seguir mi plan de todos modos aunque tuviera que adaptarlo a lo que hiceras tú. Lerosse es un cabroncete y va a intentar putear a la pobre Layla :S Lo siento xD.
Por cierto, en ningun sitio está descrito el hogar de este señor, ni siquiera yo lo he descrito en ningun momento, por lo que sientete libre de describirlo con los ojos de Layla si quieres ]
- Por supuesto que no supone molestia alguna, Layla. Además, ¿cómo podría quedar limpia mi conciencia si dejara que durmieras aquí en estas condiciones? - Bien, ese era el camino. - Y no te preocupes, en mi casa tengo de todo lo que necesites, y si no lo hay podremos buscarlo. - Iba a ser difícil ocultar del todo su fanfarronería pero al menos había quedado un poco disimulada. En ese momento, la joven pronunció por fin las palabras que Lerosse estaba esperando escuchar: " Me llamo Layla Ellis, alquimista y exploradora "Alquimista. Sí, señor. Por eso los artilugios y la explosión. Layla era alquimista. Perfecto, no podría haber obtenido nada mucho mejor viniendo de boca de una joven tan... corriente.- Lerosse Ehamon, encargado de las minas de Daosh. - Le tendió una mano con una amplia sonrisa satisfecha.
Prefirió ocultar el resto de detalles sobre él mismo, ya iría descubriendo más según fueran avanzando las cosas. Miró hacia arriba y dejó escapar un leve suspiro.
- Quizá será mejor que nos vayamos, se acerca la hora de comer y poco más tenemos que hacer aquí, y mucho menos en tu estado. - Le hizo una mueca de compasión. - Vamos, no perdamos tiempo. No hace falta que lleves nada, en mi casa dispondrás de todo cuanto puedas necesitar. - Echó a andar, no sin antes buscar con la mirada a sus dos hombres, haciendo una levisima seña con la boca para que les siguieran sin mostrarse. Menos mal que tenía bien enseñados a esos hombres.
El cielo estaba bastante despejado ese día, aunque el sol no brillaba tan fuerte como parecía en un principio. Sin embargo, Lerosse prefería que fuera así para no estropear su olor a perfume con el sudor propio de los días calurosos. Ofreció su lado derecho a Layla para que ésta se apoyase en él y le fuese más fácil caminar y adecuó su paso al de la chica. Era algo que le costaba bastante esfuerzo conseguir dado que él siempre había sido muy independiente y no era muy dado al contacto físico. Excepto en el ámbito sexual, por supuesto. Eso le llevó a pensar en que a la joven le vendría bien un baño y un cambio de ropa, estaba convencido de que ganaría mucho si cambiaba su aspecto a algo más... adecuado para él.
Tras un buen rato caminando a paso lento para que Layla pudiera avanzar sin demasiadas dificultades, comenzaron a ver la entrada a la ciudad de Daosh. Se comenzaba a oír el murmullo del ruido producido por las gentes en las calles, y estaba contento de que el camino a su mansión no tuviera demasiado recorrido entre esa gente. Cuanto menos contacto con el pueblo llano tuvieran, menos posibilidades de que Layla cambiara el concepto que Lerosse estaba intentando que se formara de él.
Y por fin, su mansión quedó a la vista.
[FDI: Sí, tranquila, estaba esperando por si tenías algo pensado pero iba a seguir mi plan de todos modos aunque tuviera que adaptarlo a lo que hiceras tú. Lerosse es un cabroncete y va a intentar putear a la pobre Layla :S Lo siento xD.
Por cierto, en ningun sitio está descrito el hogar de este señor, ni siquiera yo lo he descrito en ningun momento, por lo que sientete libre de describirlo con los ojos de Layla si quieres ]
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
- Un placer conoceros
Encargado de las minas… desde luego tenía que ser alguien importante, pero entre que Layla había acudido allí con una idea muy concreta y que no se interesaba por los cotilleos locales, no sabía nada de aquel hombre, ni siquiera qué función realizaba el encargado de las minas. Lo más que sabía del lugar era que la gente estaba descontenta y asustada por la guerra, algo que era evidente en todo el reino, y que ella había decidido que ayudaría en lo posible a aquellas gentes con el tema, pero nada más.
- Solo tardaré un momento, pero no voy nunca sin mi cayado y mi bolsa personal
No le dio tiempo a rechistar, entró en la casa cojeando cogió su cayado y su bolsa personal y volvió a salir, tardó menos de un minuto. Daba igual que aquel tipo fuera archimillonario, su brújula, su cuerda “mágica”, sus cachivaches de alquimia básica y su cayado eran algo imprescindible siempre que salía, y no eran reemplazabas por nada parecido, llevaba años con ellos y no pensaba cambiar las costumbres.
Se apoyó en el brazo que Lerosse le ofrecía y dejó que la guiara, ni sabía dónde se encontraba la gente que podría ayudarla con la ventana, ni sabía dónde se encontraba la casa del encargado. Tardaron un buen rato en llegar a su destino. En un principio Layla se quedó algo confundida, aquel lugar no parecía el de un trabajador que pudiera reparar su ventana, luego se dio cuenta, habían ido primero a su casa. Asombrada como estaba por el tamaño de la mansión no dijo nada, parada en la entrada observando todo el lugar.
Lo que más le llamaba la atención era el cuidado jardín de la entrada, sus flores exóticas y llamativas, emitían un olor agradable y nada empalagoso que producían una sensación de paz, al menos para ella. Algunas de aquellas plantas incluso eran muy útiles y buscadas en su profesión. Adoraba la naturaleza, plantas y animales eran los únicos que no podían aprovecharse de su maldición y eran parte de ambas profesiones, por lo que se recreó contemplando las flores, oliéndolas, viendo los árboles floreciendo en aquella época del año… un jardín magnifico, quizá demasiado “ordenado y artificial” para pasar por una selva o bosque, como le gustaba, pero donde podría haber pasado horas. No quería parecer descortés o interesada y, aunque con cierta reticencia aparto la vista del magnífico jardín y observó el edificio. Ahora entendía porque había dicho habitaciones, aquella casa dispondría lo menos de 10 habitaciones. Mantener aquella mansión debía de ser caro, muy caro. No había nada igual en la isla. Sus paredes de color blanco como la nieve destacaban sobre el paisaje de Kuzueth todo verde de la selva. El tejado perfectamente acabado en color teja. Las ventanas parecían ser todas de madera, ninguna estaba desconchada o fuera de su lugar, parecía que aquel sitio hubiera sido pintado recientemente. Layla se sintió algo pequeña en aquel lugar. No recordaba ni una sola vez en su vida haber visto tanto lujo y, sin embargo, apenas observó nada de la construcción, el jardín y sus flores de llamativos colores, aquellas plantas de lo más extrañas, seguramente traídas de otros rincones del reino (o incluso de otros reinos), era lo que más atraía su atención.
Una vez en la entrada de la mansión, volvió de nuevo la vista a los jardines observándolos unos instantes, para luego dirigir su mirada a Lerosse.
- Es un lugar precioso y muy bien cuidado, muchas gracias por dejar que pase la noche aquí
Sonrió a su acompañante. Sin lugar a dudas aquel hombre era alguien importante que ganaba una gran cantidad de dinero y no se molestaba en ocultar que era rico, muy rico e importante.
- ¿Iremos a la ciudad esta tarde a buscar quién repare mi ventana?
Encargado de las minas… desde luego tenía que ser alguien importante, pero entre que Layla había acudido allí con una idea muy concreta y que no se interesaba por los cotilleos locales, no sabía nada de aquel hombre, ni siquiera qué función realizaba el encargado de las minas. Lo más que sabía del lugar era que la gente estaba descontenta y asustada por la guerra, algo que era evidente en todo el reino, y que ella había decidido que ayudaría en lo posible a aquellas gentes con el tema, pero nada más.
- Solo tardaré un momento, pero no voy nunca sin mi cayado y mi bolsa personal
No le dio tiempo a rechistar, entró en la casa cojeando cogió su cayado y su bolsa personal y volvió a salir, tardó menos de un minuto. Daba igual que aquel tipo fuera archimillonario, su brújula, su cuerda “mágica”, sus cachivaches de alquimia básica y su cayado eran algo imprescindible siempre que salía, y no eran reemplazabas por nada parecido, llevaba años con ellos y no pensaba cambiar las costumbres.
Se apoyó en el brazo que Lerosse le ofrecía y dejó que la guiara, ni sabía dónde se encontraba la gente que podría ayudarla con la ventana, ni sabía dónde se encontraba la casa del encargado. Tardaron un buen rato en llegar a su destino. En un principio Layla se quedó algo confundida, aquel lugar no parecía el de un trabajador que pudiera reparar su ventana, luego se dio cuenta, habían ido primero a su casa. Asombrada como estaba por el tamaño de la mansión no dijo nada, parada en la entrada observando todo el lugar.
Lo que más le llamaba la atención era el cuidado jardín de la entrada, sus flores exóticas y llamativas, emitían un olor agradable y nada empalagoso que producían una sensación de paz, al menos para ella. Algunas de aquellas plantas incluso eran muy útiles y buscadas en su profesión. Adoraba la naturaleza, plantas y animales eran los únicos que no podían aprovecharse de su maldición y eran parte de ambas profesiones, por lo que se recreó contemplando las flores, oliéndolas, viendo los árboles floreciendo en aquella época del año… un jardín magnifico, quizá demasiado “ordenado y artificial” para pasar por una selva o bosque, como le gustaba, pero donde podría haber pasado horas. No quería parecer descortés o interesada y, aunque con cierta reticencia aparto la vista del magnífico jardín y observó el edificio. Ahora entendía porque había dicho habitaciones, aquella casa dispondría lo menos de 10 habitaciones. Mantener aquella mansión debía de ser caro, muy caro. No había nada igual en la isla. Sus paredes de color blanco como la nieve destacaban sobre el paisaje de Kuzueth todo verde de la selva. El tejado perfectamente acabado en color teja. Las ventanas parecían ser todas de madera, ninguna estaba desconchada o fuera de su lugar, parecía que aquel sitio hubiera sido pintado recientemente. Layla se sintió algo pequeña en aquel lugar. No recordaba ni una sola vez en su vida haber visto tanto lujo y, sin embargo, apenas observó nada de la construcción, el jardín y sus flores de llamativos colores, aquellas plantas de lo más extrañas, seguramente traídas de otros rincones del reino (o incluso de otros reinos), era lo que más atraía su atención.
Una vez en la entrada de la mansión, volvió de nuevo la vista a los jardines observándolos unos instantes, para luego dirigir su mirada a Lerosse.
- Es un lugar precioso y muy bien cuidado, muchas gracias por dejar que pase la noche aquí
Sonrió a su acompañante. Sin lugar a dudas aquel hombre era alguien importante que ganaba una gran cantidad de dinero y no se molestaba en ocultar que era rico, muy rico e importante.
- ¿Iremos a la ciudad esta tarde a buscar quién repare mi ventana?
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
Lerosse observó que a la joven alquimista le estusiasmó el jardín de su casa. Sí, debía reconocer que había contratado buenos hombres para cuidar del jardín: estaba verdaderamente precioso. Aunque, por el precio que había pagado por tener plantas y flores tan diversas en él, más le valía ser así. Layla parecía no querer dejar de observar aquel lugar, cosa que a Lerosse extrañó pues no parecía tan asombrada por la casa en sí, la cual era verdaderamente hermosa y elegante. ¿Sería posible que no impresionara a la joven porque ella ya estaba acostumbrada a lugares como aquel? Era difícil, pero no imposible. Algo que siempre había dejado descolocado a Lerosse era el hecho de que gente pudiente prefieriera vivir como los pobres, con lo justo y necesario para vivir y no les dieran importancia a los lujos. Siempre pensó que esas gentes deberían tener alguna extraña bola en la cabeza que no les dejaba pensar con claridad y lógica.
Cuando llegaron a la puerta, Lerosse agradeció con una sonrisa y un asentimiento de cabeza el cumplido de la joven, aunque obviamente de cumplido tenía poco pues pocas cosas podrían haber visto los ojos de esa chica más bonitas que aquel lugar.
- No te preocupes, ya habrá tiempo de pensar en el arreglo de tu ventana. Ahora hay otras cosas de las que ocuparse – En ese momento un hombre y una mujer salieron a recibirlos en la puerta y les saludaron con cortesía. Se ofrecieron a sujetar las cosas que la Layla llevaba encima. - Ahora, Layla, te voy a acompañar hasta la que será tu habitación hasta que la cabaña esté en perfectas condiciones para que regreses. Y, de paso, damos tiempo a esas heridas a sanar adecuadamente.- Sonrió y comenzó a andar por el pasillo de la izquierda.
Las paredes estaban adornadas en colores rojos y dorados, con marcos con decoración muy cargada colgaban de sus paredes. Eran pinturas simples, con algun paisaje o un retrato. El suelo estaba decorado con una alfombra roja que empezaba a desteñirse y que, pensó Lerosse, pronto habría que sustituir. El pasillo era largo de unos veinte pasos, y daba a parar a una escalera, que hacía un giro hacia la iquierda para volver a andar el pasillo anterior pero en una planta superior. Lerosse pensó en situar a la joven en la habitación de al lado de la suya, pues no quería tenerla muy lejos por lo que pudiera apetecerle en cualquier momento. Aunque eso sí, aquella chica iba a tener que lavarse un poco antes de hacer nada más.
- Bueno Layla, tras esta puerta está la habitación que vas a utilizar. Crista – hizo un gesto a la criada que les acompañaba – se encargará de ponerlo todo en orden y a tu gusto, y preparará un baño para ti y curará tus heridas. Yo por mi parte, esperaré en la sala a que acabes. No tengas prisa. - Y dicho eso, se alejó por el pasillo hacia una enorme doble puerta de madera al final de éste.
[FDI: Si ves que me paso de rápido sin dejar tiempo a Layla de actuar me lo dices, es sólo por no entretenernos en chorraditas y porque Lerosse está acostumbrado a ir por libre sin que nadie le rechiste xD]
Cuando llegaron a la puerta, Lerosse agradeció con una sonrisa y un asentimiento de cabeza el cumplido de la joven, aunque obviamente de cumplido tenía poco pues pocas cosas podrían haber visto los ojos de esa chica más bonitas que aquel lugar.
- No te preocupes, ya habrá tiempo de pensar en el arreglo de tu ventana. Ahora hay otras cosas de las que ocuparse – En ese momento un hombre y una mujer salieron a recibirlos en la puerta y les saludaron con cortesía. Se ofrecieron a sujetar las cosas que la Layla llevaba encima. - Ahora, Layla, te voy a acompañar hasta la que será tu habitación hasta que la cabaña esté en perfectas condiciones para que regreses. Y, de paso, damos tiempo a esas heridas a sanar adecuadamente.- Sonrió y comenzó a andar por el pasillo de la izquierda.
Las paredes estaban adornadas en colores rojos y dorados, con marcos con decoración muy cargada colgaban de sus paredes. Eran pinturas simples, con algun paisaje o un retrato. El suelo estaba decorado con una alfombra roja que empezaba a desteñirse y que, pensó Lerosse, pronto habría que sustituir. El pasillo era largo de unos veinte pasos, y daba a parar a una escalera, que hacía un giro hacia la iquierda para volver a andar el pasillo anterior pero en una planta superior. Lerosse pensó en situar a la joven en la habitación de al lado de la suya, pues no quería tenerla muy lejos por lo que pudiera apetecerle en cualquier momento. Aunque eso sí, aquella chica iba a tener que lavarse un poco antes de hacer nada más.
- Bueno Layla, tras esta puerta está la habitación que vas a utilizar. Crista – hizo un gesto a la criada que les acompañaba – se encargará de ponerlo todo en orden y a tu gusto, y preparará un baño para ti y curará tus heridas. Yo por mi parte, esperaré en la sala a que acabes. No tengas prisa. - Y dicho eso, se alejó por el pasillo hacia una enorme doble puerta de madera al final de éste.
[FDI: Si ves que me paso de rápido sin dejar tiempo a Layla de actuar me lo dices, es sólo por no entretenernos en chorraditas y porque Lerosse está acostumbrado a ir por libre sin que nadie le rechiste xD]
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
Empezábamos mal, quizá solo era su natural desconfianza, pero que Lerosse pospusiera el arreglo de la ventana, sin darle ningún dato concreto la hizo desconfiar, iba a decir algo pero en ese momento aparecieron en la puerta un hombre y una mujer y se ofrecieron a llevar sus cosas, con bastante reticencia dejó que cargaran con su mochila pero se negó a separarse de su cayado, les dirigió una sonrisa, un gracias y, girándose hacia su acompañante esperó dar el asunto por concluido.
Anotó en su mente el recorrido hasta su habitación, no tenía mal sentido de la orientación entre bosques y caminos, pero era bastante posible que en aquella enorme mansión perdiera el rumbo, aun recordaba aquella vez que, en una mansión algo más pequeña, aunque ni de lejos tan cuidada y lujosa, se perdió incluso bajo los efectos de la maldición. Así pues prestó atención a los giros, a las paredes, y los detalles, para no acabar perdiéndose en aquel lugar. Desde fuera podía parecer que la joven observaba todo con admiración, pero realmente poco le importaban los lujos, era más feliz bajo el cielo, que entre 4 paredes por muy lujosas y bonitas que estas fueran.
Cuando llegaron a la habitación le dio las gracias nuevamente al encargado y entro junto con Crista a la habitación, dándole las gracias también a la doncella por la ayuda. Mientras la criada se encargaba de preparar un baño, se acercó a la ventana para descubrir que daba a la parte frontal de la casa. Desde allí podía observar el hermoso jardín. No era lo mismo que estar allí, pero al menos no se sentiría tan encerrada viendo aquel pedacito de paraíso.
Crista tuvo que llamarla varias veces para indicarla que el baño estaba preparado, había cerrado los ojos apoyada en la ventana rememorando la fórmula empleada para su intento fallido de deshacerse del maldito collar tratando de encontrar algún fallo. Aparcó aquel asunto en su mente y, con la ayuda de la criada se desvistió se quitó las vendas (con bastante asombro por parte de la criada al comprobar que muchas de las vendas cubrían apenas un rasguño), y se metió al agua.
Permaneció allí bastante tiempo, hasta que el agua empezó a quedarse helada y ya no era cómodo estar. Al salir del baño se dio cuenta de que su traje había desaparecido y sobre la cama descansaba un precioso y lujoso vestido (algo que jamás hubiera elegido ella misma, pues prefería ropas más cómodas). Hubiera preferido vestirse con sus ropas, se sentiría mucho más cómoda, pero entendía que tras el día dedicado a la alquimia y la explosión posterior, sus ropas no debían de estar muy limpias ni oler a rosas precisamente.
Cojeando se acercó a la cama y empezó a vestirse, necesitaba salir y preguntar por más vendas, pero no conseguía aclararse con el traje. Por suerte Crista volvió para ayudarla justo a tiempo de que acabara haciéndose un nudo sobre ella misma.
- Señora, permitid que os ayude, primero os curare las heridas y después os ayudaré a vestiros.
Con hábiles manos Crista vendó el pie de Layla, curó sus heridas con una pomada en la que le pareció distinguir el olor de las semillas de llantén. Después la ayudó a vestirse con aquellas lujosas ropas e incluso la peinó. Cuando Layla se miró al espejo, apenas se reconoció, Lerosse estaba siendo generoso con ella pero, por algún motivo, no se fiaba de él completamente, tenía que insistir con el tema de su ventana, cuanto antes estuviera reparada, antes volvería a sus asuntos, a su sencilla vida y, sobre todo, a sus ropas cómodas y fáciles de poner.
- Gracias por todo Crista, has sido de gran ayuda, por favor, en cuanto mi traje esté listo podrías dejarlo aquí en mi habitación? Me sentiría más cómoda con mis ropas - sonrió a la muchacha - Si me puedes indicar dónde está el señor Lerosse creo que podré llegar yo sola.
Tras las indicaciones de la criada, a la que no dejó opción de acompañarla, se encaminó al lugar donde esperaba aquel hombre, llamó a la puerta con suavidad y entró a la sala.
(FDI: No, no me importa que vayas rápido en estos temas chorrillas. Dejo a tu elección que te imagines como es el traje, al fin y al cabo será a gusto de Lerosse.)
Anotó en su mente el recorrido hasta su habitación, no tenía mal sentido de la orientación entre bosques y caminos, pero era bastante posible que en aquella enorme mansión perdiera el rumbo, aun recordaba aquella vez que, en una mansión algo más pequeña, aunque ni de lejos tan cuidada y lujosa, se perdió incluso bajo los efectos de la maldición. Así pues prestó atención a los giros, a las paredes, y los detalles, para no acabar perdiéndose en aquel lugar. Desde fuera podía parecer que la joven observaba todo con admiración, pero realmente poco le importaban los lujos, era más feliz bajo el cielo, que entre 4 paredes por muy lujosas y bonitas que estas fueran.
Cuando llegaron a la habitación le dio las gracias nuevamente al encargado y entro junto con Crista a la habitación, dándole las gracias también a la doncella por la ayuda. Mientras la criada se encargaba de preparar un baño, se acercó a la ventana para descubrir que daba a la parte frontal de la casa. Desde allí podía observar el hermoso jardín. No era lo mismo que estar allí, pero al menos no se sentiría tan encerrada viendo aquel pedacito de paraíso.
Crista tuvo que llamarla varias veces para indicarla que el baño estaba preparado, había cerrado los ojos apoyada en la ventana rememorando la fórmula empleada para su intento fallido de deshacerse del maldito collar tratando de encontrar algún fallo. Aparcó aquel asunto en su mente y, con la ayuda de la criada se desvistió se quitó las vendas (con bastante asombro por parte de la criada al comprobar que muchas de las vendas cubrían apenas un rasguño), y se metió al agua.
Permaneció allí bastante tiempo, hasta que el agua empezó a quedarse helada y ya no era cómodo estar. Al salir del baño se dio cuenta de que su traje había desaparecido y sobre la cama descansaba un precioso y lujoso vestido (algo que jamás hubiera elegido ella misma, pues prefería ropas más cómodas). Hubiera preferido vestirse con sus ropas, se sentiría mucho más cómoda, pero entendía que tras el día dedicado a la alquimia y la explosión posterior, sus ropas no debían de estar muy limpias ni oler a rosas precisamente.
Cojeando se acercó a la cama y empezó a vestirse, necesitaba salir y preguntar por más vendas, pero no conseguía aclararse con el traje. Por suerte Crista volvió para ayudarla justo a tiempo de que acabara haciéndose un nudo sobre ella misma.
- Señora, permitid que os ayude, primero os curare las heridas y después os ayudaré a vestiros.
Con hábiles manos Crista vendó el pie de Layla, curó sus heridas con una pomada en la que le pareció distinguir el olor de las semillas de llantén. Después la ayudó a vestirse con aquellas lujosas ropas e incluso la peinó. Cuando Layla se miró al espejo, apenas se reconoció, Lerosse estaba siendo generoso con ella pero, por algún motivo, no se fiaba de él completamente, tenía que insistir con el tema de su ventana, cuanto antes estuviera reparada, antes volvería a sus asuntos, a su sencilla vida y, sobre todo, a sus ropas cómodas y fáciles de poner.
- Gracias por todo Crista, has sido de gran ayuda, por favor, en cuanto mi traje esté listo podrías dejarlo aquí en mi habitación? Me sentiría más cómoda con mis ropas - sonrió a la muchacha - Si me puedes indicar dónde está el señor Lerosse creo que podré llegar yo sola.
Tras las indicaciones de la criada, a la que no dejó opción de acompañarla, se encaminó al lugar donde esperaba aquel hombre, llamó a la puerta con suavidad y entró a la sala.
(FDI: No, no me importa que vayas rápido en estos temas chorrillas. Dejo a tu elección que te imagines como es el traje, al fin y al cabo será a gusto de Lerosse.)
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
Lerosse se introdujo en la sala de estar para comprobar que todo estuviera en orden y en adecuadas condiciones para que aquella joven a la que de alguna forma había conseguido meter allí, se sintiera asombrada por tanta elegancia y exquisitez. Pidió que llevaran algunas bandejas con algún bocado para matar el hambre, que encendieran las velas para una charla tranquila y que colocaran algunas flores de adorno que además dieran un olor agradable y fresco a la habitación.
Supuso que el tiempo que Layla permanecería en la habitación que le había ofrecido se alargaría lo suficiente para darse él también un baño y cambiarse de ropa.. Se dirigió a su habitación y allí encontró a Movin, su sirviente más fiel.
- Tengo a una chica que puede venirme bien, Movin. - le dijo mientras se iba desnudando y dirigiéndose a la enorme y lujosa sala de baño que poseía. - Es alquimista, ¿qué te parece?.
- ¿Y qué planes tiene para ella, mi señor? - preguntó el criado mientras ayudaba a Lerosse a introducirse en la bañera. Dejó una tela de color blanco que hacía las veces de toalla sobre un adorno dorado que había en uno de los lados de la enorme bañera de color marfil.
- Aún no lo sé, aunque supongo que algo podrá hacer con el asunto de las minas. Quizá es posible que consiga hayar una fórmula para duplicar el tamaño de los materiales obtenidos por los mineros. O, mejor aún, quizá pueda hacer crecer más cantidad de ellos. - Suspiró emocionado. Recostó su cabeza sobre el borde la bañera y cerró los ojos.
El agua estaba a una termperatura perfecta, y bien aprendido tenía Movin el llenar de aromas agradables la sala de baño mientras él disfrutaba de esos momentos de relajación y reflexión. Tenía muy claro que una alquimista algo podría hacer para favorecer su negocio, el único problema es que desconocía el qué. Pero no importaba, si no se le ocurriría a él, a la misma chica quizá se le ocurriera.
Con un movimiento con los dedos de la mano izquierda sobre el agua, Movin supo que era momento de ayudar a enjabonarse a su señor. Y así lo hizo. Un rato después, Lerosse salía de su habitación enfundado en un traje blanco con adornos dorados. Lucía un pelo liso, sedoso y perfumado y caminaba con aires seductores y arrogantes. Llegó ante las dos puertas grandes y volvió a entrar en la sala de estar. Sus órdenes ya habían sido obedecidas y el ambiente allí era justo el que él había pedido. Sonrió y tomó asiento en una de las butacas rojas, se recostó sobre el respaldo y se puso a contemplar el paisaje que desde allí se podía observar a través de la ventana.
Unos instantes después, la dos puertas se abrieron y dejaron paso a una Layla diferente: más elegante, más hermosa, más dulce, más limpia. Se levantó de la butaca sin dejar de sonreír, estaba más que claro que el cambio de la joven le había sorprendido para bien. Se felicitó interiormente por tener tan bien enseñados a los criados, que habían sabido hacer su trabajo como él quería. Le habían dado un vestido en un tono rosa pastel, sencillo y suelto, con adornos empedrados del mismo color, que recogía su cuerpo de forma elegante y su escote de manera discreta pero sensual. Se acercó a la joven y la invitó a sentarse en la butaca que había al lado de la suya. Le ofreció coger lo que quisiera de las bandejas y le preguntó si quería beber algo. No se andó con rodeos y comenzó a hablar:
- Bueno, Layla, primero de todo felicitarte por ese cambio con el que te muestras aún más bella de lo que eres. - Lo dijo en su tono seductor, ese que tantas veces había usado. Supuso que no le sería desfavorable un cumplido para atraerla a su terreno. - Y para seguir, no te preocupes, la ventana de la cabaña corre de mi cuenta, y estará lista más pronto que tarde, tú misma podrás escoger cómo la quieres. Pero antes, ¿qué te parecería trabajar para mí? Tus dotes de alquimista podría serme de gran ayuda. Y supongo que puede venirte muy bien el dinero con el que voy a pagarte por tus servicios.
Supuso que el tiempo que Layla permanecería en la habitación que le había ofrecido se alargaría lo suficiente para darse él también un baño y cambiarse de ropa.. Se dirigió a su habitación y allí encontró a Movin, su sirviente más fiel.
- Tengo a una chica que puede venirme bien, Movin. - le dijo mientras se iba desnudando y dirigiéndose a la enorme y lujosa sala de baño que poseía. - Es alquimista, ¿qué te parece?.
- ¿Y qué planes tiene para ella, mi señor? - preguntó el criado mientras ayudaba a Lerosse a introducirse en la bañera. Dejó una tela de color blanco que hacía las veces de toalla sobre un adorno dorado que había en uno de los lados de la enorme bañera de color marfil.
- Aún no lo sé, aunque supongo que algo podrá hacer con el asunto de las minas. Quizá es posible que consiga hayar una fórmula para duplicar el tamaño de los materiales obtenidos por los mineros. O, mejor aún, quizá pueda hacer crecer más cantidad de ellos. - Suspiró emocionado. Recostó su cabeza sobre el borde la bañera y cerró los ojos.
El agua estaba a una termperatura perfecta, y bien aprendido tenía Movin el llenar de aromas agradables la sala de baño mientras él disfrutaba de esos momentos de relajación y reflexión. Tenía muy claro que una alquimista algo podría hacer para favorecer su negocio, el único problema es que desconocía el qué. Pero no importaba, si no se le ocurriría a él, a la misma chica quizá se le ocurriera.
Con un movimiento con los dedos de la mano izquierda sobre el agua, Movin supo que era momento de ayudar a enjabonarse a su señor. Y así lo hizo. Un rato después, Lerosse salía de su habitación enfundado en un traje blanco con adornos dorados. Lucía un pelo liso, sedoso y perfumado y caminaba con aires seductores y arrogantes. Llegó ante las dos puertas grandes y volvió a entrar en la sala de estar. Sus órdenes ya habían sido obedecidas y el ambiente allí era justo el que él había pedido. Sonrió y tomó asiento en una de las butacas rojas, se recostó sobre el respaldo y se puso a contemplar el paisaje que desde allí se podía observar a través de la ventana.
Unos instantes después, la dos puertas se abrieron y dejaron paso a una Layla diferente: más elegante, más hermosa, más dulce, más limpia. Se levantó de la butaca sin dejar de sonreír, estaba más que claro que el cambio de la joven le había sorprendido para bien. Se felicitó interiormente por tener tan bien enseñados a los criados, que habían sabido hacer su trabajo como él quería. Le habían dado un vestido en un tono rosa pastel, sencillo y suelto, con adornos empedrados del mismo color, que recogía su cuerpo de forma elegante y su escote de manera discreta pero sensual. Se acercó a la joven y la invitó a sentarse en la butaca que había al lado de la suya. Le ofreció coger lo que quisiera de las bandejas y le preguntó si quería beber algo. No se andó con rodeos y comenzó a hablar:
- Bueno, Layla, primero de todo felicitarte por ese cambio con el que te muestras aún más bella de lo que eres. - Lo dijo en su tono seductor, ese que tantas veces había usado. Supuso que no le sería desfavorable un cumplido para atraerla a su terreno. - Y para seguir, no te preocupes, la ventana de la cabaña corre de mi cuenta, y estará lista más pronto que tarde, tú misma podrás escoger cómo la quieres. Pero antes, ¿qué te parecería trabajar para mí? Tus dotes de alquimista podría serme de gran ayuda. Y supongo que puede venirte muy bien el dinero con el que voy a pagarte por tus servicios.
Última edición por Lerosse Ehamon el 04/05/16, 12:34 pm, editado 1 vez
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
El fresco aroma de las flores se impuso por encima de todos los demás, el olor de la naturaleza era el que más le gustaba y era capaz de distinguirlo con bastante facilidad. Dio unos pasos hacia Lerosse observando la sala, el ambiente allí invitaba a relajarse y disfrutar.
Le dio las gracias a su acompañante cuando le ofreció algo de comer, fue entonces cuando su estómago le recordó amablemente que llevaba desde el día anterior sin probar bocado. Había estado tan concentrada en la preparación de su supuesta “cura” que se había olvidado hasta de comer… puede que llevara más de 24 horas sin comer. Dejó que el encargado eligiera la bebida por ella y se sentó en la butaca que le ofrecían.
Al escuchar sus halagos todas sus alarmas se pusieron en guardia y le miró con cierto recelo, se había prometido a sí misma no volver a caer en la redes de ninguna persona, que no iba a permitir nada más que una amistad lejana hasta que consiguiera quitarse el collar. Cuanto más tiempo pasaba con una persona más fácil era que finalmente activara el collar, aunque a veces había ocurrido que simplemente una persona que pasaba por su lado pronunciaba la palabra exacta y se pasaba 24 horas como una estatua, fuera donde fuera. Además, el poder normalmente corrompía a las personas, y generalmente abusaban de su confianza, o pedían cosas nada legales, o que contara sus secretos… de muchas maneras había perdido ya demasiados amigos como para seguir creyendo que era posible llevar una vida normal con ese maldito trasto.
Volvió a tocar el collar mientras escuchaba la proposición de Lerosse. Se relajó al oír que lo que aquel hombre quería era ofrecerla trabajo, vale, lo mismo quería pedir algo complicado y por eso los halagos previos.
- Si, acepto encargos siempre que no estén fuera de lo legal, sería estupendo poder colaborar mientras esté por la isla. ¿En qué estabais pensando? ¿Qué necesitáis?
Sonrió al hombre esperando más datos sobre su nuevo trabajo. Estaba claro que aquel tipo tenía dinero y le vendría bien que, por una vez, los pagos no se retrasaran indefinidamente. Tenía ahorros e iba tirando con lo que conseguía que le pagaran pero muchas veces era consciente de que la gente no tenía dinero.
Le dio las gracias a su acompañante cuando le ofreció algo de comer, fue entonces cuando su estómago le recordó amablemente que llevaba desde el día anterior sin probar bocado. Había estado tan concentrada en la preparación de su supuesta “cura” que se había olvidado hasta de comer… puede que llevara más de 24 horas sin comer. Dejó que el encargado eligiera la bebida por ella y se sentó en la butaca que le ofrecían.
Al escuchar sus halagos todas sus alarmas se pusieron en guardia y le miró con cierto recelo, se había prometido a sí misma no volver a caer en la redes de ninguna persona, que no iba a permitir nada más que una amistad lejana hasta que consiguiera quitarse el collar. Cuanto más tiempo pasaba con una persona más fácil era que finalmente activara el collar, aunque a veces había ocurrido que simplemente una persona que pasaba por su lado pronunciaba la palabra exacta y se pasaba 24 horas como una estatua, fuera donde fuera. Además, el poder normalmente corrompía a las personas, y generalmente abusaban de su confianza, o pedían cosas nada legales, o que contara sus secretos… de muchas maneras había perdido ya demasiados amigos como para seguir creyendo que era posible llevar una vida normal con ese maldito trasto.
Volvió a tocar el collar mientras escuchaba la proposición de Lerosse. Se relajó al oír que lo que aquel hombre quería era ofrecerla trabajo, vale, lo mismo quería pedir algo complicado y por eso los halagos previos.
- Si, acepto encargos siempre que no estén fuera de lo legal, sería estupendo poder colaborar mientras esté por la isla. ¿En qué estabais pensando? ¿Qué necesitáis?
Sonrió al hombre esperando más datos sobre su nuevo trabajo. Estaba claro que aquel tipo tenía dinero y le vendría bien que, por una vez, los pagos no se retrasaran indefinidamente. Tenía ahorros e iba tirando con lo que conseguía que le pagaran pero muchas veces era consciente de que la gente no tenía dinero.
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
Lerosse sonrió cuando la joven aceptó la propuesta de trabajo que la acababa de hacer. Sin embargo, su comentario acerca de la legalidad de la oferta en sí, lo obligó a tomarse las cosas con calma. Si hablaba demasiado rápido sin pensar bien en lo que iba a decir, Layla quizá rechazara la propuesta. Tenía que pensar bien las cosas, tenía que ofrecerle algo bueno y legal (o que al menos lo pareciera) para no perderla.
Mientras pensaba en silencio sin borrar la sonrisa de su rostro, Lerosse lanzaba miradas seductoras a Layla. No eran descaradas, pero sí totalmente naturales. Pocas veces una mujer pasaba tiempo en sus estancias sin ser llevada a sus aposentos en algun momento. Sin embargo, en este caso Lerosse no pretendía tal cosa, al menos por el momento. Aquella joven parecía buena y cordial, poco dada quizá a meterse en la cama con cualquiera, y a Lerosse no le interesaba molestarla en lo más mínimo. Debía complacerla todo lo posible, sin resultar exagerado, para que estuviera cómoda y no quisiera irse. Aunque no sabía bien si tenía algún lugar al que volver más allá de aquella destrozada cabaña, pero no pensaba indagar sobre el tema, porque no quería hacerle recordar a ella lugares mejores con gente a la que pudiera extrañar y lograr así que su plan se fuera al traste.
- ¿Qué sabes de minería? Tranquila, no tengo en mente ponerte a trabajar cual minero, simplemente quiero saber qué conoces para tener una idea de hacia donde situa tu cometido.
Se levantó del sillón y se acercó a la ventana que tenía a su izquierda. Daba al mar, como casi todas las ventanas de su enorme y exquisito hogar. Le gustaba el mar: el olor, el sonido, la imagen.
- Digamos que lo que quiero es algo con lo que aumentar la producción de las minas. – Rápidamente, decidió mejorar la explicación para que Layla no pusiera objeciones. - No es por un sentido monetario, sino más bien de producción en sí. Ten en cuenta que tengo a casi todo Daosh trabajando de una forma u otra a las minas, y si obtuviéramos más beneficios, los trabajadores podrían vivir mejor de lo que lo hacen.
En absoluto tenía esa intención, pero estaba claro que si vendía la oferta tal y cómo él la veía, aquella joven no iba a aceptar. Y no sólo eso, posiblemente tampoco permanecería allí más tiempo. Iba a tener que seguir fingiendo. Pero no era algo que le resultara complicado a estas alturas de la vida.
Mientras pensaba en silencio sin borrar la sonrisa de su rostro, Lerosse lanzaba miradas seductoras a Layla. No eran descaradas, pero sí totalmente naturales. Pocas veces una mujer pasaba tiempo en sus estancias sin ser llevada a sus aposentos en algun momento. Sin embargo, en este caso Lerosse no pretendía tal cosa, al menos por el momento. Aquella joven parecía buena y cordial, poco dada quizá a meterse en la cama con cualquiera, y a Lerosse no le interesaba molestarla en lo más mínimo. Debía complacerla todo lo posible, sin resultar exagerado, para que estuviera cómoda y no quisiera irse. Aunque no sabía bien si tenía algún lugar al que volver más allá de aquella destrozada cabaña, pero no pensaba indagar sobre el tema, porque no quería hacerle recordar a ella lugares mejores con gente a la que pudiera extrañar y lograr así que su plan se fuera al traste.
- ¿Qué sabes de minería? Tranquila, no tengo en mente ponerte a trabajar cual minero, simplemente quiero saber qué conoces para tener una idea de hacia donde situa tu cometido.
Se levantó del sillón y se acercó a la ventana que tenía a su izquierda. Daba al mar, como casi todas las ventanas de su enorme y exquisito hogar. Le gustaba el mar: el olor, el sonido, la imagen.
- Digamos que lo que quiero es algo con lo que aumentar la producción de las minas. – Rápidamente, decidió mejorar la explicación para que Layla no pusiera objeciones. - No es por un sentido monetario, sino más bien de producción en sí. Ten en cuenta que tengo a casi todo Daosh trabajando de una forma u otra a las minas, y si obtuviéramos más beneficios, los trabajadores podrían vivir mejor de lo que lo hacen.
En absoluto tenía esa intención, pero estaba claro que si vendía la oferta tal y cómo él la veía, aquella joven no iba a aceptar. Y no sólo eso, posiblemente tampoco permanecería allí más tiempo. Iba a tener que seguir fingiendo. Pero no era algo que le resultara complicado a estas alturas de la vida.
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
Layla esperó paciente que Lerosse le diera más detalles sobre el trabajo que quería encargarla, mientras se preguntaba que podría querer aquel hombre. No parecía la clase de hombre que necesitara nada para él, al menos nada material, pero aquellos tipos ricos solían ser excéntricos y pedir las mayores extravagancias.
La pregunta la cogió totalmente por sorpresa. ¿Qué sabía de minería? Lo cierto es que más bien poco, salvo como sacar algún ingrediente para sus fórmulas de alquimia (y no todos), no tenía ni la más mínima idea de minería. Antes de que pudiera responder Lerosse siguió explicándose lo que la dio tiempo a recuperarse de la sorpresa y poner sus ideas en orden. Lo único de momento que sacaba en claro, era que aquel hombre la dejaba confundida, no sabía que pretendía o que quería exactamente de ella. Le enviaba señales contradictorias, por un lado era cortés y amable, pero mantenía las distancias con ella y sin embargo aquellas miradas… no parecía el típico hombre rico excéntrico o medio chalado que quería aprovecharse de los demás, pero su instinto la decía que no podía ser así. Y tenía más que aprendida la lección de que las apariencias engañan.
Le siguió con la mirada cuando se acercó a la ventana sin decir nada, hasta que el encargado volvió a hablar. Aumentar la producción… entendía lo que le decía pero no sabía exactamente cómo pretendía que ella lo ayudara, no estaba muy segura de que pretendía y decidió interrumpirle. Pero justo cuando iba a hablar lo sintió. El poder del collar recorriendo su cuerpo, como sus pupilas desaparecían dejando solo unos ojos totalmente lisos, el cómo se quedaba paralizada a la espera de recibir alguna indicación…
Maldijo en su interior. Si pudiera lloraría de rabia e impotencia, solo recordar que había estado tan cerca de conseguirlo… y sin embargo una vez más allí estaba, atrapada en aquella maldición, sin poderse defender, sin poder hacer absolutamente nada para evitar lo que sucediera en las próximas 24 horas.
(FDI: No abuses mucho de ella, puedes si quieres extenderte, Layla solo puede seguir órdenes durante 24 horas, ya si eso luego me extiendo yo explicando lo que va pensando xD)
La pregunta la cogió totalmente por sorpresa. ¿Qué sabía de minería? Lo cierto es que más bien poco, salvo como sacar algún ingrediente para sus fórmulas de alquimia (y no todos), no tenía ni la más mínima idea de minería. Antes de que pudiera responder Lerosse siguió explicándose lo que la dio tiempo a recuperarse de la sorpresa y poner sus ideas en orden. Lo único de momento que sacaba en claro, era que aquel hombre la dejaba confundida, no sabía que pretendía o que quería exactamente de ella. Le enviaba señales contradictorias, por un lado era cortés y amable, pero mantenía las distancias con ella y sin embargo aquellas miradas… no parecía el típico hombre rico excéntrico o medio chalado que quería aprovecharse de los demás, pero su instinto la decía que no podía ser así. Y tenía más que aprendida la lección de que las apariencias engañan.
Le siguió con la mirada cuando se acercó a la ventana sin decir nada, hasta que el encargado volvió a hablar. Aumentar la producción… entendía lo que le decía pero no sabía exactamente cómo pretendía que ella lo ayudara, no estaba muy segura de que pretendía y decidió interrumpirle. Pero justo cuando iba a hablar lo sintió. El poder del collar recorriendo su cuerpo, como sus pupilas desaparecían dejando solo unos ojos totalmente lisos, el cómo se quedaba paralizada a la espera de recibir alguna indicación…
Maldijo en su interior. Si pudiera lloraría de rabia e impotencia, solo recordar que había estado tan cerca de conseguirlo… y sin embargo una vez más allí estaba, atrapada en aquella maldición, sin poderse defender, sin poder hacer absolutamente nada para evitar lo que sucediera en las próximas 24 horas.
(FDI: No abuses mucho de ella, puedes si quieres extenderte, Layla solo puede seguir órdenes durante 24 horas, ya si eso luego me extiendo yo explicando lo que va pensando xD)
Layla Ellis- Cantidad de envíos : 39
Re: Volver a empezar
Lerosse miraba por la ventana y disfrutaba de la imagen que esta le ofrecía. Tener unas vistas así del mar era una verdadera gozada. Hacía un día estupendo, con el cielo despejado y un sol brillante que se reflejaba en el agua y le otorgaba un aspecto especial. Siguió en la misma posición un rato, esperando la respuesta de Layla. Aunque le costara reconocerlo, estaba nervioso. Pocas cosas en la vida le ponían nervioso, y una de ellas eran situaciones como esa, en las que tenía la posibilidad de obtener un gran beneficio pero podría perderlo si no hacía las cosas bien.
Al no obtener respuesta alguna por parte de la joven, se giró, evitando mirarla a toda costa. No sabía muy bien qué decir para no perder su oportunidad. Quizá si le ofrecía una motivación añadida podría convencerla de manera más fácil. La cuestión era que no sabía qué podría motivar a esa joven, porque aunque sí sabía que podría motivarle a él, estaba seguro de que nada tendrían que ver las motivaciones de cada uno.
- Imagino que tu silencio significa que estás valorando la oferta. - Dijo sin mirarla. - Decirte que por supuesto contarás de todas las comodidades que desees, sólo tienes que pedir cuánto necesites y se intentará conseguir lo más rápido posible.
Se acercó a una mesita que tenía a su izquierda, y cogió una copa de vino. Tragó lentamente. ¿Por qué Layla se lo pensaba tanto? ¿Acaso no quería ese trabajo? ¿Estaría esperando algo más? No estaba dispuesto a rogar a nadie por algo que ni siquiera estaba seguro de que pudiera conseguir. Lerosse Ehamon nunca rogaba, no iba a empezar ahora.
Sin embargo, aquel asunto le llamaba mucho la atención, sobre todo por el hecho de que sacar algo de provecho era incierto, pues no sabía si esa joven podría hacer algo a su favor en las minas. Y si podía lograrlo, ¿hasta dónde podía llegar?
Miró por fin a Layla, la cual no se había movido en todo el rato, ni pronunciado palabra alguna. Cuando Lerosse fijó sus ojos en los de la joven, notó que algo había cambiado en ella. La pupila de sus ojos había desaparecido. ¿Estaría enferma?
- Señorita, ¿se encuentra bien?. Esperó algun movimiento, alguna palabra, algún ruido que indicara que todo estaba bien. Nada. Lerosse se quedó boquiabierto delante de la joven. ¿Iba a perderla así? ¿De verdad la vida podía ser tan injusta de ponerle un jugoso pastel a su alcance y quitárselo con la misma rapidez con la que había llegado?
Comenzó a dar vueltas por la habitación, sin saber muy bien qué hacer para que la chica volviera a la normalidad. La culpa es de los pobres., pensó para sí, Si se alimentaran tan bien como él lo hacía no les ocurrirían cosas tan extrañas. ¡Malditos pobres y malditos sus piojos!
De pronto pensó que igual la joven sólo estaba cansada y necesitaba dormir antes de poder continuar con su vida. Pronunció un nombre en voz alta y en seguida las puertas de la sala se abrieron de par en par dejando paso a dos hombres y una mujer.
- Lleváosla, ahora. Colocadle una ropa cómoda y acostadla en la cama.. - Los criados hicieron lo propio y ambos hombres cargaron a Layla mientras la mujer se colocaba detrás de ellos para seguirles. - Espera - dijo Lerosse a la mujer antes de que se marchara. - No sé qué le ocurre pero quiero que la vigiles en todo momento. No me fío de nadie. Los pobres sois la escoria de la vida, y no estoy dispuesto a permitir que se me intente tomar el pelo en mi propia casa. ¡Ahora márchate, ya te he dicho que quiero que la vigiles!. - Pronunció la última frase con un grito amenazador y la mujer salió despavorida de la sala tras los hombres que llevaban a Layla en brazos.
Al no obtener respuesta alguna por parte de la joven, se giró, evitando mirarla a toda costa. No sabía muy bien qué decir para no perder su oportunidad. Quizá si le ofrecía una motivación añadida podría convencerla de manera más fácil. La cuestión era que no sabía qué podría motivar a esa joven, porque aunque sí sabía que podría motivarle a él, estaba seguro de que nada tendrían que ver las motivaciones de cada uno.
- Imagino que tu silencio significa que estás valorando la oferta. - Dijo sin mirarla. - Decirte que por supuesto contarás de todas las comodidades que desees, sólo tienes que pedir cuánto necesites y se intentará conseguir lo más rápido posible.
Se acercó a una mesita que tenía a su izquierda, y cogió una copa de vino. Tragó lentamente. ¿Por qué Layla se lo pensaba tanto? ¿Acaso no quería ese trabajo? ¿Estaría esperando algo más? No estaba dispuesto a rogar a nadie por algo que ni siquiera estaba seguro de que pudiera conseguir. Lerosse Ehamon nunca rogaba, no iba a empezar ahora.
Sin embargo, aquel asunto le llamaba mucho la atención, sobre todo por el hecho de que sacar algo de provecho era incierto, pues no sabía si esa joven podría hacer algo a su favor en las minas. Y si podía lograrlo, ¿hasta dónde podía llegar?
Miró por fin a Layla, la cual no se había movido en todo el rato, ni pronunciado palabra alguna. Cuando Lerosse fijó sus ojos en los de la joven, notó que algo había cambiado en ella. La pupila de sus ojos había desaparecido. ¿Estaría enferma?
- Señorita, ¿se encuentra bien?. Esperó algun movimiento, alguna palabra, algún ruido que indicara que todo estaba bien. Nada. Lerosse se quedó boquiabierto delante de la joven. ¿Iba a perderla así? ¿De verdad la vida podía ser tan injusta de ponerle un jugoso pastel a su alcance y quitárselo con la misma rapidez con la que había llegado?
Comenzó a dar vueltas por la habitación, sin saber muy bien qué hacer para que la chica volviera a la normalidad. La culpa es de los pobres., pensó para sí, Si se alimentaran tan bien como él lo hacía no les ocurrirían cosas tan extrañas. ¡Malditos pobres y malditos sus piojos!
De pronto pensó que igual la joven sólo estaba cansada y necesitaba dormir antes de poder continuar con su vida. Pronunció un nombre en voz alta y en seguida las puertas de la sala se abrieron de par en par dejando paso a dos hombres y una mujer.
- Lleváosla, ahora. Colocadle una ropa cómoda y acostadla en la cama.. - Los criados hicieron lo propio y ambos hombres cargaron a Layla mientras la mujer se colocaba detrás de ellos para seguirles. - Espera - dijo Lerosse a la mujer antes de que se marchara. - No sé qué le ocurre pero quiero que la vigiles en todo momento. No me fío de nadie. Los pobres sois la escoria de la vida, y no estoy dispuesto a permitir que se me intente tomar el pelo en mi propia casa. ¡Ahora márchate, ya te he dicho que quiero que la vigiles!. - Pronunció la última frase con un grito amenazador y la mujer salió despavorida de la sala tras los hombres que llevaban a Layla en brazos.
Lerosse Ehamon- Cantidad de envíos : 34
Re: Volver a empezar
Layla espero sentada maldiciendo en su mente mientras Lerosse estaba asomado por la ventana, se había olvidado por completo del motivo por el que se encontraba allí y de la oferta de trabajo, solo podía pensar en el odio que sentía por aquel malnacido que le puso el collar. A pesar de todo. Esperaba el momento en que él se diera cuenta de que podía hacer lo que quisiera con ella y empezaría su calvario.
Cuando por fin el encargado volvió a hablar recordó que estaba esperando una respuesta y en su mente le pidió perdón por no poder responder, solo de pensar en aquellas larga 24 horas se sentía agotada, por lo que ante a orden de “tienes que pedir lo que necesites” automáticamente respondió pero en un hilo de voz apenas audible.
- Quitarme el collar
Ojalá fuera tan fácil como pedirlo y que se cumpliera, por un día podía ser que la maldición se invirtiera y fueran los demás los que la obedecieran a ella y no al revés. Pero eso era tan imposible como quitarse el collar.
- Si
Otro murmullo apenas audible, encontrarse bien se encontraba, otra cosa es que estuviera rabiosa y frustrada con la situación, pero físicamente estaba perfectamente. Lerosse pareció no oírla en ninguna de las ocasiones y empezó a dar vueltas por la habitación. ¿Llegaría ya el momento de la verdad? Por suerte para ella, parecía que tendría un receso porque el hombre mando llamar a sus criados y acostarla.
La joven se dejó hacer, era como un saquito, no pestañeo, no se movió, no opuso resistencia, al menos iba a estar tirada en la cama un buen rato, lo malo era lo del cambio de ropa, no la gustaba nada que la desnudaran desconocidos, pero se resigno; de todos modos, tampoco era la primera vez que le ocurría.
Le pareció oír que su acompañante gritaba a la criada cuando los dos hombres se la llevaban pero no alcanzó a distinguir que la decía ni porque estaba tan enfadado. Se preguntó que habría hecho esa pobre mujer para despertar la ira de aquel hombre.
Una vez en la habitación, la desnudaron la pusieron un pijama cómodo y la tendieron en la cama. Por supuesto no se movió ni pestañeo ni opuso resistencia. Si hubiera podido se hubiera ruborizado, pero tampoco eso podía hacerlo sin recibir una orden.
Así pues se quedó allí tirada en la posición en la que la habían dejado, mirando fijamente al mismo lugar y deseando por una parte que pasaran las próximas 24 horas así, aunque eso supusiera tener dolor de todo al levantarse, tantas horas en la misma posición eran un poco tortura.
Cuando por fin el encargado volvió a hablar recordó que estaba esperando una respuesta y en su mente le pidió perdón por no poder responder, solo de pensar en aquellas larga 24 horas se sentía agotada, por lo que ante a orden de “tienes que pedir lo que necesites” automáticamente respondió pero en un hilo de voz apenas audible.
- Quitarme el collar
Ojalá fuera tan fácil como pedirlo y que se cumpliera, por un día podía ser que la maldición se invirtiera y fueran los demás los que la obedecieran a ella y no al revés. Pero eso era tan imposible como quitarse el collar.
- Si
Otro murmullo apenas audible, encontrarse bien se encontraba, otra cosa es que estuviera rabiosa y frustrada con la situación, pero físicamente estaba perfectamente. Lerosse pareció no oírla en ninguna de las ocasiones y empezó a dar vueltas por la habitación. ¿Llegaría ya el momento de la verdad? Por suerte para ella, parecía que tendría un receso porque el hombre mando llamar a sus criados y acostarla.
La joven se dejó hacer, era como un saquito, no pestañeo, no se movió, no opuso resistencia, al menos iba a estar tirada en la cama un buen rato, lo malo era lo del cambio de ropa, no la gustaba nada que la desnudaran desconocidos, pero se resigno; de todos modos, tampoco era la primera vez que le ocurría.
Le pareció oír que su acompañante gritaba a la criada cuando los dos hombres se la llevaban pero no alcanzó a distinguir que la decía ni porque estaba tan enfadado. Se preguntó que habría hecho esa pobre mujer para despertar la ira de aquel hombre.
Una vez en la habitación, la desnudaron la pusieron un pijama cómodo y la tendieron en la cama. Por supuesto no se movió ni pestañeo ni opuso resistencia. Si hubiera podido se hubiera ruborizado, pero tampoco eso podía hacerlo sin recibir una orden.
Así pues se quedó allí tirada en la posición en la que la habían dejado, mirando fijamente al mismo lugar y deseando por una parte que pasaran las próximas 24 horas así, aunque eso supusiera tener dolor de todo al levantarse, tantas horas en la misma posición eran un poco tortura.
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