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Mensaje por Lita 02/09/09, 05:03 am

CRONOLOGÍA:

- Historia de la ficha

- Mensaje nº 2 de este diario.

- Se busca "Héroe"


Última edición por Lita el 02/09/09, 07:31 am, editado 1 vez
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Pamela Pormel (Lita) Empty Re: Pamela Pormel (Lita)

Mensaje por Lita 02/09/09, 05:08 am

Una figura traslúcida paseaba por entre los barriles de la bodega de carga del barco donde viajaba. Había decidido que lo mejor era permanecer allí escondida si no quería causar un accidente grave, o retrasar el viaje hasta el infinito. Ciertamente a ella le daba igual podía flotar por encima del agua, o pasear sin ahogarse por debajo de la misma, pero no era una persona (o mejor dicho fantasma) que gustara de acabar con ninguna vida.

Se encontraba bastante molesta, y hablaba, aparentemente, con un barril cercano. El hecho de no poder pasear a sus anchas por el barco, el no poder mantener una charla no con nadie más, de tener que permanecer escondida, la estaban volviendo bastante susceptible.

- ¿Te das cuenta? Si salgo a dar un simple paseo lo único que oigo son gritos y, luego se acerca la gente con sus sortilegios contra la mala suerte y los exorcismos porque “tener un fantasma a bordo trae mala suerte” – la última frase la pronunció con cierto tono de fastidio e ironía – hay que ver, ¿yo? ¿Mala suerte? ¡Lo que hay que oír! – Se cruzó de brazos ofendida – Y claro, los capitanes y marineros se despistan y se ponen a perseguirme y se olvidan de que TIENEN que tripular un barco y llevarlo a un puerto, ¡no estrellarlo contra unos arrecifes!]

Suspiró, estaba alzando demasiado el tono de voz y eso podía atraer algún curioso. Pero aquello no la relajó, tener como una compañía un barril viejo y desgastado durante los meses que estaba durando el trayecto estaban amargando su carácter y al mismo tiempo, empezaba a sentir que iba a volverse loca.

¿Y porque se había marchado? Empezaba a pensar que había sido una mala idea marcharse de aquel reino, emprender una búsqueda casi imposible, sin embargo, allí se encontraba, porque algo en su interior la había dicho que tenía que hacerlo, porque a medida que el barco se acercaba a ese nuevo reino, un presentimiento cada vez más fuerte la asaltaba, porque no quería vivir siempre en aquel estado…

- Y cómo es posible que entre toooodos los que se encuentran en este barco, que no son pocos, no haya nadie con dos dedos de frente ¿no hay nadie a quien poder acercarme si oír un “¡AAAHHH!” y una carrera acelerada?– su tono de voz se elevaba poco a poco de nuevo, era la única forma de desahogarse un poco cuando se sentía encerrada. – ¿Y de que me sirve ser invisible? Si puedo cotillear y acercarme a la gente, pero ya se me de memoria todas sus vidas, ¡ni siquiera saben ellos de que hablar!

Había sido una dura decisión, abandonar los pocos amigos que había hecho en aquel lugar, y la persona de la que se había enamorado, pero no podía esconderse toda la vida, no podía vivir esa especie de “no-vida”, no quería ser cobarde. Asique allí se encontraba, embarcada en un barco de “polizón”, rumbo a un reino del que ni siquiera recordaba el nombre “japas… jepio… jaspio…” No imporataba.

Los suspiros eran cada vez más frecuentes, los paseos más rápidos y su tono de voz más alto. Desesperada, decidió que era el momento de dar un paseo por la cubierta, o incluso ver si ya se encontraban cerca de tierra firme. Se despidió de “su acompañante” y atravesó las tablas de madera que daban al exterior del barco.

De haber tenido uno, el corazón de Lita hubiera dado un vuelvo de felicidad al ver que estaban muy cerca de una isla. Había oído rumores, el día anterior, de que ya estaban llegando al final del viaje, pero no se imaginaba que tan solo estuvieran a unos pocos minutos. No se lo pensó mucho y se encaminó flotando a la isla que veía en el horizonte, sin darse cuenta de que el barco no seguía ese rumbo, de que la isla que tenía delante no era el destino de ninguno de los pasajeros.

Ur Shalasti: Lita no sabía el nombre de la isla donde había ido a parar por su imprudencia, ni tan poco lo averiguaría pronto, pero no olvidaría que, de haber tenido un cuerpo que sufriera las penurias típicas de un ser vivo, de haber naufragado en aquella isla, posiblemente no lo hubiera contado.

En su loca carrera por llegar a tierra firme, por abandonar aquel barco de lo que ella consideraba “una panda de pirados sin cabeza”, no se dio cuenta de que las costas no parecían muy corrientes, si no, más bien, predominantemente grises debido a la actividad volcánica de los muchos volcanes que destacaban en la silueta de la isla, además esta perecía cubierta por unas nubes negras de tormenta que en realidad eran cenizas concentradas. Para cuando Lita llegó a tierra firme y se dio cuenta del panorama, era demasiado tarde para volver al barco, pues este ya se había perdido de la vista y la fantasma no se había fijado en qué dirección había continuado el barco.

Se “sentó” sobre la playa cenicienta mirando al mar, como esperando que un nuevo barco, una señal de a dónde dirigirse: tener la libertad de desplazarse a cualquier parte no quiere decir que puedas hacerlo. Si, podía surcar el mar que tenía delante, pero también podía perderse durante toda la eternidad sin llegar a ninguna parte puesto que no conocía el lugar.

Después de varias horas contemplando las olas (¿o quizá fueron días?), la misma sensación de apremio y cercanía ´que la había llevado a emprender el viaje rumbo a un lugar totalmente desconocido, invadió su espiritual cuerpo por completo. Movida como por un resorte, se puso en pie y dejó que aquella sensación la guiara a través de las Tierras de Ceniza. Flotaba en línea recta, sin pararse a realizar sus habituales, aunque algo absurdos, gestos y movimientos que, a falta de un cuerpo físico, no eran necesarios. Con los ojos cerrados y casi como si una cuerda invisible tirara de ella, se dejó llevar durante horas hasta las profundidades de la isla mientras aquella “premonición” la guiaba.

Finalmente, cuando desapareció aquel extraño presentimiento, otro, mucho más oscuro y siniestro, que parecía rodear el lugar donde se encontraba, hizo que Lita se estremeciera. La sensación debía ser realmente poderosa y asociada más a lo mental que a lo físico dado que había podido sentirlo, sentir el miedo que provocaba en ella aquel lugar.

Ur Nagrath: De haber sabido lo que allí podía encontrar, de no haber sido un simple fantasma sin cuerpo, jamás se hubiera acercado por aquel inhóspito paraje. Sin embargo, puesto que no tenía nada que perder, se aventuró a investigar el lugar donde se encontraba.

Su aventura, aun incorpórea, por aquellas tierras no fue un simple paseo, en aquellas tierras sentía que casi podía tocar el miedo que le producían. Más de una vez sintió la necesidad de huir de allí, pero algo en su interior la retenía. Sin embargo, gracias a los dioses, a la providencia o la buena suerte, no llegó a cruzarse con ninguna de las criaturas vivas que habitaban aquellas tierras.

Varios días después ¿o habían sido semanas?, cuando no tienes un cuerpo que te indica ciertas necesidades o debilidades físicas, el tiempo era más difícil de controlar, más relativo, y en aquella oscura isla cubierta de nubes no estaba segura, muchas veces de si era de día o de noche. Llegó a uno de aquellos enormes surcos dejados por el paso de la lava y decidió seguirlo por dentro, no sabía de que se trataba exactamente, pero Lita consideraba que debía ser un antiguo rio (de agua) que simplemente se había secado, dejando su extraña forma.

¿Horas? más tarde, tras muchas vueltas, suspiros, carreras de huída y de nuevo regreso sobre sus “pasos”, Lita llegó a lo que parecía una especie de caverna, un recóndito lugar dentro de aquella enorme montaña que tan malos presagios la traía. Y allí, en el fondo de aquella oscuridad, pudo distinguir algo que la dejó helada: semienterrado entre las rocas, como si un fuerte golpe lo hubiera dejado allí clavado, se encontraba una especie de ataúd de hielo, un ataúd mágico que mantenía en perfecto estado de conservación un cuerpo que Lita conocía muy bien: el suyo.

Primeramente Lita se echó a reír como si se hubiera vuelto loca de remate, no podía creerse que aquello no fuera una alucinación. Cuando por fin se dio cuenta de que aquello era real, se acercó hasta su cuerpo, pero el hechizo que lo retenía hizo que no pudiera acercase a más de un metro del mismo; cada vez que lo intentaba una descarga mágica recorría su fantasmal cuerpo.

Pasaron varias semanas en los que la fantasma pasó de la alegría a la tristeza, del júbilo a la depresión, pasando por el miedo y la desesperación, de un momento al siguiente. Desde su posición, a un metro de la jaula mágica que encerraba su cuerpo, pudo observar que este se encontraba bastante malherido, estaba en las mismas condiciones que justo un instante antes de que su hermana lanzara el último conjuro contra ella, y eso hizo que la desesperación hiciera presencia, aunque hubiera podido unirse a él de nuevo, posiblemente hubiera muerto allí, en aquella cueva, sin atención medica de ningún tipo.

El miedo aparecía con cada extraño sonido que resonaba por las paredes de aquel lugar, haciendo que la imaginación de la mujer se disparara e imaginara cualquier tipo de horror o peligro inminente, incluso alguno de esos que también podían herirla a ella.

La tristeza la embargaba al imaginar que jamás podría volver a ser una simple humana que, a pesar de que su hermana no había acabado con su vida, su jugada había sido aún peor, una tortura eterna, un eterno vagar por el mundo. Llegó a desear que su vida hubiera terminado en aquel instante. Pero luego pensaba en algunas de las personas que había conocido en su condición actual, como Lusion, como Mayo… y eso hacía que no se sintiera tan desgraciada, que incluso sintiera alegría de saber que era posible vivir la vida así.

Finalmente, la decisión se presentó de repente, tenía que encontrar a alguien… no… PODÍA encontrar a alguien que la ayudara a recuperar su cuerpo de aquel lugar, que la ayudara a ser de nuevo Lita el bardo y no Lita la fantasma. Atravesando rocas, árboles y cenizas, llegó de nuevo a la costa y, sin detenerse de nuevo a pensar que podía perderse en la inmensidad del océano, puso rumbo fijo a la nada, en algún momento daría con alguien que la ayudara, tenía la eternidad por delante para encontrarlo.
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