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A la vuelta de la esquina
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A la vuelta de la esquina
FDI: Esto es la continuación de un tema que ya esta en curso, es abierto, pero cualquiera que desee entrar, que haga el favor de enviar un privado especificando sus objetivos y su relación con la trama.
El olor a sal y a puerto llenaba toda el pueblo de Daosh. Ya era noche cerrada, negra como la boca de un pez, y apenas se distinguía una delgada franja de luna en el cielo, casi cubierto de nubes.
Buscaban la posada que les habían indicado algunos de los leñadores a los que escoltara Lohengrin. Era la mejor posada del pueblo, y también la única. Dulfary había preguntado por qué motivo se llamaba "La Esquina", pero Lohengrin simplemente respondió: "No quieres saberlo"
Era una gran sala de techo bajo, oscura, y atestada de viejos muebles mal combinados, que parecían sacados de varios naufragios. Una escalera llevaba a un piso superior, y otra bajaba a lo que oparecía alguna clase de sótano. Lohengrin observó que todas las habitaciones tenían barrotes de hierro y contraventanas. Estaba repleta de gente, viejos lobos de mar, vagabundos de mirada torva, y mineros de ojos apáticos e indiferentes. Ninguna mujer a la vista, salvo la joven Dulfary.
Por suerte, el sonido de la bolsa de Lohengrin hizo que rápidamente se despejara una mesa para que ambos pudieran sentarse. Pidieron comida, y un muchacho desharrapado trajo los platos encargados. Pescado para los dos, salmón para Dulfary, y una bandeja con tres truchas fritas para Lohegrin, todo acompañado con salsa de setas y cerveza. Y un pichel lleno de agua. "No tenemos limonada, niña", se disculpó el tabernero.
Comieron, al principio en silencio. Pese a lo cochambroso del local, la comida era sorprendentemente buena. A pesar de la curiosidad que despertaban ambos, nadie parecía querer molestarles. Al cabo de un rato, Lohengrin dijo: "Me han asegurado que las habitaciones son buenas. He pedido una para cuatro personas, y pagado por las cuatro, así que sólo estaremos nosotros. Y mañana nos tendrán preparado algo para desayunar. Más pescado, posiblemente."
El olor a sal y a puerto llenaba toda el pueblo de Daosh. Ya era noche cerrada, negra como la boca de un pez, y apenas se distinguía una delgada franja de luna en el cielo, casi cubierto de nubes.
Buscaban la posada que les habían indicado algunos de los leñadores a los que escoltara Lohengrin. Era la mejor posada del pueblo, y también la única. Dulfary había preguntado por qué motivo se llamaba "La Esquina", pero Lohengrin simplemente respondió: "No quieres saberlo"
Era una gran sala de techo bajo, oscura, y atestada de viejos muebles mal combinados, que parecían sacados de varios naufragios. Una escalera llevaba a un piso superior, y otra bajaba a lo que oparecía alguna clase de sótano. Lohengrin observó que todas las habitaciones tenían barrotes de hierro y contraventanas. Estaba repleta de gente, viejos lobos de mar, vagabundos de mirada torva, y mineros de ojos apáticos e indiferentes. Ninguna mujer a la vista, salvo la joven Dulfary.
Por suerte, el sonido de la bolsa de Lohengrin hizo que rápidamente se despejara una mesa para que ambos pudieran sentarse. Pidieron comida, y un muchacho desharrapado trajo los platos encargados. Pescado para los dos, salmón para Dulfary, y una bandeja con tres truchas fritas para Lohegrin, todo acompañado con salsa de setas y cerveza. Y un pichel lleno de agua. "No tenemos limonada, niña", se disculpó el tabernero.
Comieron, al principio en silencio. Pese a lo cochambroso del local, la comida era sorprendentemente buena. A pesar de la curiosidad que despertaban ambos, nadie parecía querer molestarles. Al cabo de un rato, Lohengrin dijo: "Me han asegurado que las habitaciones son buenas. He pedido una para cuatro personas, y pagado por las cuatro, así que sólo estaremos nosotros. Y mañana nos tendrán preparado algo para desayunar. Más pescado, posiblemente."
Lohengrin- Cantidad de envíos : 1179
Re: A la vuelta de la esquina
Suspiró.
Un suspiro largo y profundo. Estaba cansada, le quería doler la cabeza, pero esa había sido toda la muestra que había dado por tal cosa en mucho tiempo desde que estuviera con Lohengrim.
La sal del ambiente escosía, pero de eso no se había quejado. De la misma forma que se había guardado para su pronostico de lluvia y posible tormenta... al menos por un rato. En cuanto su lengua descansó lo suficiente, unos diz o doce minutos, volvió a hablar como lorita, sobre el pueble, sobre sal, sobre su opinión percpepción y juicio del ambiente que se respiraba ahi y en todos los lugares costeros. Eso a cambio de la información sobre el por qué del nombre de la posada.
En realidad quería saberlo, pero por un momento se le antojó que tal vez su nuevo amigo no supiera la respuesta y solo se estuviera haciendo el interesante al decir que era ella quien no querría saber. Tampoco quería hacerlo sentir incomodo, si es que esa era la razón, así que no preguntó más. Por el momento.
El lugar, si obviaba las miradas lascivas e intimidantes que le lanzaban algunos de los hombres presentes, era de lo mas agradable. Se sentía incomoda y eso ayudó a su suspiro. Al ingresar atrajo todas las miradas hacia ella y un silencio incomodo que se fue reanuando poco a poco, por eso lo primero que hizo fue mirar a Lohengrim, tratando de asegurarse que no era un chiste. Como fuera, había entrado y restado toda la importancia que podía al entorno cuando el "mesero" la llamó niña, sacandole una sonrisa a ella y luego estuvo concentrada en su comida, muy concetrada en su comida
Por suspuesto, agradeció en el alma que él dijera que habían habitaciones. Sonrió agradecida y apuró el agua, cruznado la mirada sin querer con uno de los marinos, que de inmediato le guiñó el ojo y ella, inocentemente, al bajar el vaso le sonrió antes de volver a mirar a Lohen.
- El pescado es muy bueno, fuente de proteina y fosforo - soltó la risa, sin hacer mucho escandalo - eso dicen en mi casa, que es bueno para el cuerpo y la cabeza. Ya en varios días el manú me parecerá hastiante, pero por ahora es un gran banquete - en especial si el que pagaba era el caballero.
Un suspiro largo y profundo. Estaba cansada, le quería doler la cabeza, pero esa había sido toda la muestra que había dado por tal cosa en mucho tiempo desde que estuviera con Lohengrim.
La sal del ambiente escosía, pero de eso no se había quejado. De la misma forma que se había guardado para su pronostico de lluvia y posible tormenta... al menos por un rato. En cuanto su lengua descansó lo suficiente, unos diz o doce minutos, volvió a hablar como lorita, sobre el pueble, sobre sal, sobre su opinión percpepción y juicio del ambiente que se respiraba ahi y en todos los lugares costeros. Eso a cambio de la información sobre el por qué del nombre de la posada.
En realidad quería saberlo, pero por un momento se le antojó que tal vez su nuevo amigo no supiera la respuesta y solo se estuviera haciendo el interesante al decir que era ella quien no querría saber. Tampoco quería hacerlo sentir incomodo, si es que esa era la razón, así que no preguntó más. Por el momento.
El lugar, si obviaba las miradas lascivas e intimidantes que le lanzaban algunos de los hombres presentes, era de lo mas agradable. Se sentía incomoda y eso ayudó a su suspiro. Al ingresar atrajo todas las miradas hacia ella y un silencio incomodo que se fue reanuando poco a poco, por eso lo primero que hizo fue mirar a Lohengrim, tratando de asegurarse que no era un chiste. Como fuera, había entrado y restado toda la importancia que podía al entorno cuando el "mesero" la llamó niña, sacandole una sonrisa a ella y luego estuvo concentrada en su comida, muy concetrada en su comida
Por suspuesto, agradeció en el alma que él dijera que habían habitaciones. Sonrió agradecida y apuró el agua, cruznado la mirada sin querer con uno de los marinos, que de inmediato le guiñó el ojo y ella, inocentemente, al bajar el vaso le sonrió antes de volver a mirar a Lohen.
- El pescado es muy bueno, fuente de proteina y fosforo - soltó la risa, sin hacer mucho escandalo - eso dicen en mi casa, que es bueno para el cuerpo y la cabeza. Ya en varios días el manú me parecerá hastiante, pero por ahora es un gran banquete - en especial si el que pagaba era el caballero.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: A la vuelta de la esquina
MENSAJE DE LA MODERACIÓN:
Tema cerrado por inactividad. Se traslada al Limbo de Temas.
Para recuperarlo mandar un mp a un moderador, gracias.
Tema cerrado por inactividad. Se traslada al Limbo de Temas.
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Chelsie- Cantidad de envíos : 1022
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