Censo
Últimos temas
Noticias
Afiliados normales
Mar de Jaspia es un foro basado en un mundo original con líneas argumentales que pertenecen a sus administradores y participantes. Tanto los escritos como el diseño están protegidos por una licencia Creative Commons. Algunos códigos fueron desarrollados por el equipo web de Protorol. La mayoría de nuestras imágenes son sacadas de DeviantArt y retocadas, si quieres créditos propios o te interesa alguna imagen en concreto, haznoslo saber.
KirillAdmin ♒ MP!
ChelsieAdmin ♒ MP!
LisandotMod ♒ MP!
DelinMod ♒ MP!
SophitiaColab ♒ MP!
CyrianColab ♒ MP!
Años Activos
La misión
4 participantes
Mar de Jaspia :: DUCADO DE CESSELE :: Nehmen :: Enie
Página 1 de 2.
Página 1 de 2. • 1, 2
La misión
Agarrando del brazo, suave pero firmemente, a Sophitia, e ignorando por completo a la otra muchacha, Redi caminaba a paso ligero entre la gente del muelle, sabía a dónde se dirigía, tenía prisa y la gente, sabiendo que era uno de los enviados de Valeska, se apartaba a un lado para dejarles pasar.
No tardaron más de dos minutos en llegar a la mansión de la jefa. No era necesario que llamara a la puerta, estaba abierta, casi parecía milagroso que, cuando Valeska quería y esperaba visita, la puerta estuviera abierta, pero si no tenías una cita, no era posible atravesarlas.
Sin dudar un solo paso, llevó a la pirata al salón donde siempre recibía a las visitas y, una vez dentro, por fin la soltó, dijo unas breves palabras y se marcho de allí tan rápido como pudo cerrando la puerta tras él.
- Yo me retiro, Valeska no tardará en llegar.
El lugar era amplio, pero no ostentoso. Un gran ventanal se encontraba al otro lado de la puerta, desde donde se podía distinguir perfectamente el puerto. A un lado de la habitación había dos estanterías: una de ellas contenía mapas y pergaminos de casi cualquier lugar del mundo; la otra, varias botellas de ron, pero ningún vaso ni copa a la vista. Al otro lado del salón, varios cuadros de distintos lugares de Jaspia, de los lugares más recónditos y escondidos de cada isla. En el mismo centro una pequeña mesa redonda sin sillas.
A pesar de la aparente comodidad y seguridad del salón, todo aquel que se había reunido allí con Valeska se había sentido pequeño. Un ser diminuto en comparación con aquella pequeña sala y su inquilina. Parecía casi mágico que la pirata supiera encontrar cada rincón y cada momento del día para que las luces jugaran a su favor.
En otra parte de la mansión, Valeska sonreía, era bueno hacer esperar un poco a los invitados, demostrar calma y no impaciencia. Llegar en el momento justo. Se asomó a la venta de su cuerto y extendió un brazo. Acto seguido Keiriek, su mascota, se posó en el brazo extendido. Un par de caricias después y una chuchería para el águila. Esta emprendió el vuelo de nuevo. Valeska se dio la vuelta se estiró el traje y se encaminó al salón.
No tardaron más de dos minutos en llegar a la mansión de la jefa. No era necesario que llamara a la puerta, estaba abierta, casi parecía milagroso que, cuando Valeska quería y esperaba visita, la puerta estuviera abierta, pero si no tenías una cita, no era posible atravesarlas.
Sin dudar un solo paso, llevó a la pirata al salón donde siempre recibía a las visitas y, una vez dentro, por fin la soltó, dijo unas breves palabras y se marcho de allí tan rápido como pudo cerrando la puerta tras él.
- Yo me retiro, Valeska no tardará en llegar.
El lugar era amplio, pero no ostentoso. Un gran ventanal se encontraba al otro lado de la puerta, desde donde se podía distinguir perfectamente el puerto. A un lado de la habitación había dos estanterías: una de ellas contenía mapas y pergaminos de casi cualquier lugar del mundo; la otra, varias botellas de ron, pero ningún vaso ni copa a la vista. Al otro lado del salón, varios cuadros de distintos lugares de Jaspia, de los lugares más recónditos y escondidos de cada isla. En el mismo centro una pequeña mesa redonda sin sillas.
A pesar de la aparente comodidad y seguridad del salón, todo aquel que se había reunido allí con Valeska se había sentido pequeño. Un ser diminuto en comparación con aquella pequeña sala y su inquilina. Parecía casi mágico que la pirata supiera encontrar cada rincón y cada momento del día para que las luces jugaran a su favor.
En otra parte de la mansión, Valeska sonreía, era bueno hacer esperar un poco a los invitados, demostrar calma y no impaciencia. Llegar en el momento justo. Se asomó a la venta de su cuerto y extendió un brazo. Acto seguido Keiriek, su mascota, se posó en el brazo extendido. Un par de caricias después y una chuchería para el águila. Esta emprendió el vuelo de nuevo. Valeska se dio la vuelta se estiró el traje y se encaminó al salón.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: La misión
Sin decir casi una palabra, el mensajero la tuvo agarrada del brazo durante lo que quedaba del viaje, y durante todo el recorrido a la ciudad. Casi parecía que tenía miedo que volvieran a escaparse. No lo culpaba, estaba en juego su vida, era bien sabido que Valeska no aceptaba errores. Sophitia intento explicarle, pero no hubo caso, no quería escuchar ninguna escusa, solo quería dejarla donde le habían dicho, como si de un paquete se tratara e irse lejos.
La ciudad paso de modo fugaz frente a sus ojos, la pirata hubiese querido quedarse un rato para poder mostrarle el lugar a su amiga, y sin duda si el mensajero no estuviera en representación de la reina pirata, Sophitia no habría dudado en golpearlo para que la soltara e irse a recorrer los bares. Pero no tenía opción, se sentía una niña pequeña castigada.
Llegaron por fin a la mansión de Valeska, entraron sin mas, no había guardias por todos lados, ni enormes paredones con fosas a los costados para disuadir a los hipotéticos malhechores que quisieran entrar. Ver cosas así hacia pensar que todas las historias que se contaban sobre ella eran ciertas ¿Porqué sino viviría en un lugar que a simple vista uno diría que se podía entrar por cualquier lado? Pero era lo mismo que preguntarse cómo era posible que mantuviera a la isla mas caótica de toda Jaspia bajo control como si tan fácil fuera.
El mensajero las dejo a ambas en un gran salón y se marcho como si lo persiguiera el diablo. Sophitia estaba asombrar por el lugar donde estaba, no por sus lujos, sino porque era la sala de lo mas cercano a una reina que había tenido jamas. Miro el ron que descansaba sobre una de las repisas, era tentadora la idea de beber la botella por entero para poder así dominar sus nervios. Pero tenía que controlarse, la mente en claro era algo fundamental en una situación así.
Se acerco a su amiga, le tomo una mano y le sonrió, como diciendo "Todo estará bien!", aunque no estaba segura de si se lo decía a Florangel o a ella misma. Para la hechicera no debía ser muy fácil nada de lo que estaba pasando, extraña en un continente nuevo, metida en asuntos de piratas, y a punto de entrevistarse con la misma reina. Pero no quería hablar, en cierto modo las palabras estaban de mas, habían llegado muy lejos juntas, y habían pasado muchas cosas, se entendían muy bien y con eso bastaba.
No había donde sentarse, ni nada parecido, solo podían quedarse paradas y esperar a que Valeska apareciera, los nervios la estaban poniendo intranquila, le sudaban las manos. Sería que por fin se estaba dando cuenta de con quien estaba por hacer negocios, era una locura ¿Porque se había fijado en ella? ¿Qué podía ofrecerle? Sería mejor que se calmara un poco, respiro profundo un par de veces para bajar su agitación.
La ciudad paso de modo fugaz frente a sus ojos, la pirata hubiese querido quedarse un rato para poder mostrarle el lugar a su amiga, y sin duda si el mensajero no estuviera en representación de la reina pirata, Sophitia no habría dudado en golpearlo para que la soltara e irse a recorrer los bares. Pero no tenía opción, se sentía una niña pequeña castigada.
Llegaron por fin a la mansión de Valeska, entraron sin mas, no había guardias por todos lados, ni enormes paredones con fosas a los costados para disuadir a los hipotéticos malhechores que quisieran entrar. Ver cosas así hacia pensar que todas las historias que se contaban sobre ella eran ciertas ¿Porqué sino viviría en un lugar que a simple vista uno diría que se podía entrar por cualquier lado? Pero era lo mismo que preguntarse cómo era posible que mantuviera a la isla mas caótica de toda Jaspia bajo control como si tan fácil fuera.
El mensajero las dejo a ambas en un gran salón y se marcho como si lo persiguiera el diablo. Sophitia estaba asombrar por el lugar donde estaba, no por sus lujos, sino porque era la sala de lo mas cercano a una reina que había tenido jamas. Miro el ron que descansaba sobre una de las repisas, era tentadora la idea de beber la botella por entero para poder así dominar sus nervios. Pero tenía que controlarse, la mente en claro era algo fundamental en una situación así.
Se acerco a su amiga, le tomo una mano y le sonrió, como diciendo "Todo estará bien!", aunque no estaba segura de si se lo decía a Florangel o a ella misma. Para la hechicera no debía ser muy fácil nada de lo que estaba pasando, extraña en un continente nuevo, metida en asuntos de piratas, y a punto de entrevistarse con la misma reina. Pero no quería hablar, en cierto modo las palabras estaban de mas, habían llegado muy lejos juntas, y habían pasado muchas cosas, se entendían muy bien y con eso bastaba.
No había donde sentarse, ni nada parecido, solo podían quedarse paradas y esperar a que Valeska apareciera, los nervios la estaban poniendo intranquila, le sudaban las manos. Sería que por fin se estaba dando cuenta de con quien estaba por hacer negocios, era una locura ¿Porque se había fijado en ella? ¿Qué podía ofrecerle? Sería mejor que se calmara un poco, respiro profundo un par de veces para bajar su agitación.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
Para cuando hubo terminado su transformación de pegaso a chica, el mensajero de Valeska tenía ya firmemente sujeta por un brazo a Sophitia. Lo único que evitó que le saltara encima para liberar a su amiga fue notar, a tiempo, que la pirata no presentaba resistencia alguna. Aunque intentaba dar explicaciones, que el otro no oía, se dejaba llevar.
No tuvo más remedio que seguirles, tragándose las ganas de hacerle una jugarreta – una zancadilla o algo así – al maleducado que se negaba a escuchar a su amiga y a ella la ignoraba por completo; sabía que si no se controlaba, la .perjudicada sería Sophitia. Para ayudarse en el esfuerzo, trató de concentrarse en el panorama que la rodeaba. Pese a que ya era de noche, el puerto se mantenía muy activo, con un ir y venir de marinos, estibadores y pasajeros en los muelles iluminados por faroles. Con lo poco que veía, el lugar no le parecía muy diferente ni de la Ciudad Portuaria de su reino natal ni del puerto de Trinacria al que arribara un par de días antes.
No tuvo que esforzarse demasiado tiempo, sin embargo, ya que el viaje fue brevísimo. En un abrir y cerrar de ojos llegaron a una mansión que, a ojos de Flor, era de lo más común y corriente. No tenía fortificaciones ni fosos ni guardias ni nada que diera a entender que ahí vivía una persona importante que debía ser protegida. La muchacha estaba cada vez más intrigada. ¿Cómo sería aquella Valeska que atemorizaba de tal modo al mensajero, que ésta había desaparecido como si huyera nada más dejarlas en aquél salón? Incluso la pirata, siempre aguerrida, estaba más y más nerviosa; lo notaba en su mirada, en el ritmo de su respiración, en la humedad de la mano que había tomado la suya.
Ella no necesitaba que la tranquilizaran. Extranjera en aquellas tierras, no conocía la fama de Valeska ni las leyendas que se tejçian a su alrededor ni imaginaba siquiera los alcances de su poder. No sentía temor, sólo una creciente curiosidad. Que la anfitriona tardase en aparecer no le sorprendió demasiado. Ella era una reina, de los piratas, pero reina al fin y al cabo y ella entendía que la realeza no solía ser puntual.
Mientras esperaban se le ocurrió que aquella monarca sólo quería ver a Sophitia y que su presencia podía no ser bienvenida, la actitud del mensajero lo había demostrado con claridad. Deseosa de no provocarle problemas a su amiga decidió que lo mejor era desaparecer de escena, al menos en apariencia.
- Oye, tal vez a la reina no le guste verme, así que me quedaré por aquí, pero no me dejaré ver.
Uniendo la acción a la palabra se retiró a un rincón, donde nadie pudiera tropezar con ella, y volvió a su estado natural, mimetizándose perfectamente con el ambiente. A ojos de cualquier persona corriente, Sophitia estaba sola en aquella habitación.
No tuvo más remedio que seguirles, tragándose las ganas de hacerle una jugarreta – una zancadilla o algo así – al maleducado que se negaba a escuchar a su amiga y a ella la ignoraba por completo; sabía que si no se controlaba, la .perjudicada sería Sophitia. Para ayudarse en el esfuerzo, trató de concentrarse en el panorama que la rodeaba. Pese a que ya era de noche, el puerto se mantenía muy activo, con un ir y venir de marinos, estibadores y pasajeros en los muelles iluminados por faroles. Con lo poco que veía, el lugar no le parecía muy diferente ni de la Ciudad Portuaria de su reino natal ni del puerto de Trinacria al que arribara un par de días antes.
No tuvo que esforzarse demasiado tiempo, sin embargo, ya que el viaje fue brevísimo. En un abrir y cerrar de ojos llegaron a una mansión que, a ojos de Flor, era de lo más común y corriente. No tenía fortificaciones ni fosos ni guardias ni nada que diera a entender que ahí vivía una persona importante que debía ser protegida. La muchacha estaba cada vez más intrigada. ¿Cómo sería aquella Valeska que atemorizaba de tal modo al mensajero, que ésta había desaparecido como si huyera nada más dejarlas en aquél salón? Incluso la pirata, siempre aguerrida, estaba más y más nerviosa; lo notaba en su mirada, en el ritmo de su respiración, en la humedad de la mano que había tomado la suya.
Ella no necesitaba que la tranquilizaran. Extranjera en aquellas tierras, no conocía la fama de Valeska ni las leyendas que se tejçian a su alrededor ni imaginaba siquiera los alcances de su poder. No sentía temor, sólo una creciente curiosidad. Que la anfitriona tardase en aparecer no le sorprendió demasiado. Ella era una reina, de los piratas, pero reina al fin y al cabo y ella entendía que la realeza no solía ser puntual.
Mientras esperaban se le ocurrió que aquella monarca sólo quería ver a Sophitia y que su presencia podía no ser bienvenida, la actitud del mensajero lo había demostrado con claridad. Deseosa de no provocarle problemas a su amiga decidió que lo mejor era desaparecer de escena, al menos en apariencia.
- Oye, tal vez a la reina no le guste verme, así que me quedaré por aquí, pero no me dejaré ver.
Uniendo la acción a la palabra se retiró a un rincón, donde nadie pudiera tropezar con ella, y volvió a su estado natural, mimetizándose perfectamente con el ambiente. A ojos de cualquier persona corriente, Sophitia estaba sola en aquella habitación.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
(FDI: Perdooooon por la tardanza)
El primero que llegó a la sala, justo después de que Florángel se mimetizara, fue Keiriek, no llegó a entrar, puesto que la ventana estaba cerrada, pero se quedó en el alfeizar de la ventana observando el interior. Poco después la mayor autoridad de la isla hizo acto de presencia en la sala. Entró casi sin hacer ruido, y observó a su alrededor, sonrió hacia la ventana y luego se fijó en Sophitia.
Se acercó a ella lentamente y rodeó la mesa, hasta quedar frente al lugar donde se encontraba la otra muchacha mimetizada.
- Bienvenida a mi casa querida.
Mientras saluda a la pirata, su mirada se centraba en el rincón donde Florángel se había quedado mimetizada, como queriendo atravesar la pared. Sabía que algo extraño había en ese lugar, su instinto, y su pequeño secreto se lo decían. Sin embargo no podía detectar nada con su vista, al menos con SOLO su vista. Por experiencia sabía que la vista no era el mejor sentido del que fiarse…
Decidió tomar una estrategia quizá un tanto arriesgada, puesto que podía equivocarse, pero sería extraño que lo hiciera. Además había visto que la pirata no había entrado sola a la casa. Lo que no sabía es si se había quedado fuera o dentro de la sala.
- Querida, me estás decepcionado, yo te invito a mi casa y tú me ofendes o me tomas por tonta. Exijo una explicación, y más vale que esta sea convincente si alguna vez quieres volver a pisar esta isla.
Su voz sonaba dulce en los oídos, pero penetraba en tu interior haciendo que te recorriera un escalofrío. El conjunto con su dura mirada que parecía atravesarte como dos cuchillas heladas provocaba un efecto bastante devastador.
El primero que llegó a la sala, justo después de que Florángel se mimetizara, fue Keiriek, no llegó a entrar, puesto que la ventana estaba cerrada, pero se quedó en el alfeizar de la ventana observando el interior. Poco después la mayor autoridad de la isla hizo acto de presencia en la sala. Entró casi sin hacer ruido, y observó a su alrededor, sonrió hacia la ventana y luego se fijó en Sophitia.
Se acercó a ella lentamente y rodeó la mesa, hasta quedar frente al lugar donde se encontraba la otra muchacha mimetizada.
- Bienvenida a mi casa querida.
Mientras saluda a la pirata, su mirada se centraba en el rincón donde Florángel se había quedado mimetizada, como queriendo atravesar la pared. Sabía que algo extraño había en ese lugar, su instinto, y su pequeño secreto se lo decían. Sin embargo no podía detectar nada con su vista, al menos con SOLO su vista. Por experiencia sabía que la vista no era el mejor sentido del que fiarse…
Decidió tomar una estrategia quizá un tanto arriesgada, puesto que podía equivocarse, pero sería extraño que lo hiciera. Además había visto que la pirata no había entrado sola a la casa. Lo que no sabía es si se había quedado fuera o dentro de la sala.
- Querida, me estás decepcionado, yo te invito a mi casa y tú me ofendes o me tomas por tonta. Exijo una explicación, y más vale que esta sea convincente si alguna vez quieres volver a pisar esta isla.
Su voz sonaba dulce en los oídos, pero penetraba en tu interior haciendo que te recorriera un escalofrío. El conjunto con su dura mirada que parecía atravesarte como dos cuchillas heladas provocaba un efecto bastante devastador.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: La misión
Siquiera llego a decirle nada a Florangel, en un abrir y cerrar de ojos la chica ya no estaba allí, y el único modo de encontrarla era llamándola, o tanteando en el aire. No podía hacer ninguna de las dos cosas, no en la situación en la que estaba.
Los nervios se le duplicaron, ¿y si Valeska se daba cuenta? Podría enojarse mucho, podía mandarla a matar sin mas por algo así. Si al menos la reina pirata fuera como cualquier humano, no habría de que preocuparse, pero ella no era normal, nadie sabia bien qué poderes tenía, ni de donde venían, pero todos estaban seguros en que no era solo una mujer.
Al pensar en todas estas cosas, Sophitia estuvo a punto de decirle a su amiga que por favor saliera de su escondite. Pero justo en ese momento entró Valeska, su piel extrañamente oscura, pero a la vez algo azul, como el agua de mar profundo, en su mirada había pura soberbia y orgullo, cuando Sophitia la vio caminar hacia ella, casi hubiese querido arrodillarse e incluso le temblaron un poco las piernas. Y es que, la leyendas que se contaban entre los marineros sobre la reina eran demasiado influyentes, tal vez prácticamente todos fueran mentira, pero nadie estaría seguro nunca, y tampoco nadie se atrevería a intentar comprobarlo.
La caminata desde la mesa hasta que llego a ella se le hizo eterna, tuvo que obligar a su lengua a que se moviera y articulara al menos un saludo.
- Gracias por recibirme, señora - ¿Como debería decirle? Señora, señorita, reina, Valeska, todo le sonaba inadecuado.
Para su horror, ella estaba mirando a un punto en la nada, como si algo de ese rincón no fuera normal. Obviamente, si Sophitia no hubiese sabido certeramente que ahí había algo, no habría notado nada raro en esa punta del cuarto.
- P-pues... e-es... - Esa mirada la ponía sumamente nerviosa, la había agarrado, sabía que Florangel estaba escondida, le echaría la culpa y la mandaría a colgar. Al menos que se supiera la verdad. Hinco una rodilla en el piso y bajo la cabeza a modo de disculpa.
- Lo siento, Señora, tiene usted toda la razón - Dijo sin negar los cargos - Vino conmigo mi fiel compañera de viaje, Florangel, pero pensó que quizás su presencia la molestaría y se mimetizo para no interrumpir.
Se levanto y sin apartar la mirada siguió explicándose, era necesario que viera que no mentía, de otro modo, todo aquello era en vano.
- Pero en modo alguno pretendíamos engañarla ni nada parecido - Sonrió, tomando por fin un poco mas de confianza en sus palabras - Vine aquí por que usted me llamo, dígame entonces, ¿En qué le puedo servir?.
Los nervios se le duplicaron, ¿y si Valeska se daba cuenta? Podría enojarse mucho, podía mandarla a matar sin mas por algo así. Si al menos la reina pirata fuera como cualquier humano, no habría de que preocuparse, pero ella no era normal, nadie sabia bien qué poderes tenía, ni de donde venían, pero todos estaban seguros en que no era solo una mujer.
Al pensar en todas estas cosas, Sophitia estuvo a punto de decirle a su amiga que por favor saliera de su escondite. Pero justo en ese momento entró Valeska, su piel extrañamente oscura, pero a la vez algo azul, como el agua de mar profundo, en su mirada había pura soberbia y orgullo, cuando Sophitia la vio caminar hacia ella, casi hubiese querido arrodillarse e incluso le temblaron un poco las piernas. Y es que, la leyendas que se contaban entre los marineros sobre la reina eran demasiado influyentes, tal vez prácticamente todos fueran mentira, pero nadie estaría seguro nunca, y tampoco nadie se atrevería a intentar comprobarlo.
La caminata desde la mesa hasta que llego a ella se le hizo eterna, tuvo que obligar a su lengua a que se moviera y articulara al menos un saludo.
- Gracias por recibirme, señora - ¿Como debería decirle? Señora, señorita, reina, Valeska, todo le sonaba inadecuado.
Para su horror, ella estaba mirando a un punto en la nada, como si algo de ese rincón no fuera normal. Obviamente, si Sophitia no hubiese sabido certeramente que ahí había algo, no habría notado nada raro en esa punta del cuarto.
- P-pues... e-es... - Esa mirada la ponía sumamente nerviosa, la había agarrado, sabía que Florangel estaba escondida, le echaría la culpa y la mandaría a colgar. Al menos que se supiera la verdad. Hinco una rodilla en el piso y bajo la cabeza a modo de disculpa.
- Lo siento, Señora, tiene usted toda la razón - Dijo sin negar los cargos - Vino conmigo mi fiel compañera de viaje, Florangel, pero pensó que quizás su presencia la molestaría y se mimetizo para no interrumpir.
Se levanto y sin apartar la mirada siguió explicándose, era necesario que viera que no mentía, de otro modo, todo aquello era en vano.
- Pero en modo alguno pretendíamos engañarla ni nada parecido - Sonrió, tomando por fin un poco mas de confianza en sus palabras - Vine aquí por que usted me llamo, dígame entonces, ¿En qué le puedo servir?.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
En cuanto la recién llegada clavó su mirada en el rincón donde se había refugiado, advirtió que ésta sabía que había alguien en ese lugar. Advirtió también que había metido la pata hasta el fondo al mimetizarse y quedarse allí. Con toda razón, ella iba a pensar que quería espiar. Y eso podía perjudicar a Sophitia. Era lo único que le preocupaba. De haber podido dimensionar hasta que punto su amiga podía resultar afectada por su indiscreción, más que preocupación hubiese sentido pánico.
El pensar en las consecuencias que sus actos podían tener para la pirata la paralizó. No tenía la menor idea de que era lo mejor que podía hacer y durante largos momentos no hizo nada. La apariencia de Valeska con esa piel como azul marina y esa mirada dura y orgullosa era intimidante y el contraste con la dulzura de su voz erizaba los cabellos. Todo indicaba amenaza, peligro y esa idea la hizo reaccionar. Estaba a punto de usar su última transformación disponible para agarrar a Sophitia y salir huyendo con ella tan lejos como fuera posible cuando la muchacha habló.
El corazón le dio un vuelco en el pecho cuando percibió la ansiedad en su voz y sintió deseos de llorar cuando la vio arrodillarse ¡Sophitia de rodillas! ¡Y por su culpa!¿Qué había hecho? Ni siquiera el verla erguirse nuevamente y oírla más confiada calmó su desazón. Tenía que intentar arreglar el estropicio que había hecho.
- Toda la culpa es mía – declaró, haciéndose visible y mirando a Valeska a la cara – No quería molestar, pero sentía mucha curiosidad. Nunca antes había visto una reina, ni pirata ni de ninguna clase, por eso me mimeticé y no me quedé fuera como debía haber sido; ni siquiera le pregunté a Sophitia si podía hacerlo, sólo lo hice. Le pido disculpas por mi impertinencia.
Temblaba interiormente, no de miedo a lo que Valeska pudiera hacerle a ella sino de temor a haberlo echado a perder todo para Sophitia. Expectante, aguardó la respuesta de la reina de los piratas.
El pensar en las consecuencias que sus actos podían tener para la pirata la paralizó. No tenía la menor idea de que era lo mejor que podía hacer y durante largos momentos no hizo nada. La apariencia de Valeska con esa piel como azul marina y esa mirada dura y orgullosa era intimidante y el contraste con la dulzura de su voz erizaba los cabellos. Todo indicaba amenaza, peligro y esa idea la hizo reaccionar. Estaba a punto de usar su última transformación disponible para agarrar a Sophitia y salir huyendo con ella tan lejos como fuera posible cuando la muchacha habló.
El corazón le dio un vuelco en el pecho cuando percibió la ansiedad en su voz y sintió deseos de llorar cuando la vio arrodillarse ¡Sophitia de rodillas! ¡Y por su culpa!¿Qué había hecho? Ni siquiera el verla erguirse nuevamente y oírla más confiada calmó su desazón. Tenía que intentar arreglar el estropicio que había hecho.
- Toda la culpa es mía – declaró, haciéndose visible y mirando a Valeska a la cara – No quería molestar, pero sentía mucha curiosidad. Nunca antes había visto una reina, ni pirata ni de ninguna clase, por eso me mimeticé y no me quedé fuera como debía haber sido; ni siquiera le pregunté a Sophitia si podía hacerlo, sólo lo hice. Le pido disculpas por mi impertinencia.
Temblaba interiormente, no de miedo a lo que Valeska pudiera hacerle a ella sino de temor a haberlo echado a perder todo para Sophitia. Expectante, aguardó la respuesta de la reina de los piratas.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
Su instinto una vez más no la había fallado. A pesar de sentirme satisfecha, se tomó su tiempo para contestar. Con deliberada calma, se acercó a la ventana, dando la espalda a ambas muchachas, abrió la ventana, acarició al águila y dejó que esta se subiera sobre su hombro. Le tendió una golosina y, solo entonces decidió darse la vuelta.
Miró a los ojos a las dos jóvenes, y no pudo evitar rememorar sus tiempos de juventud, el conjunto de ambas, con sus convicciones y curiosidades, le recordaban a como era ella… y las consecuencias que le había traído, no llevaba una mala vida pero tampoco era la que había imaginado. Añoraba los tiempos en que viajaba en su barco mientras la brisa marina acariciaba su piel y mecía sus cabellos al aire.
Miro primero fijamente y a los ojos a la joven acompañante que tenía la habilidad de camuflarse, tal vez era hechicera, no importaba, seguramente vendría muy bien para sus planes.
- Puedes quedarte, pero no molestes. - Centró su atención en la pirata – Se lo que te pasó con tu barco y sé que deseas recuperarlo. No me gusta dar rodeos asique seré clara. No me gustan las interrupciones y no las tolero.
Miro a ambas directamente a los ojos, tratando de dar a entender que si alguna de las dos la interrumpía las vidas de ambas correrían peligro o, al menos, su integridad física. Un minuto después se acercó a la estantería lentamente mientras hablaba de lo que necesitaba.
- Verás querida, tengo un pequeño trato que ofrecerte. La cosa es simple, tú me traes la información que necesito y yo a cambio te doy tu barco… digamos… de manera “oficial”, para que nadie pueda volver a dudar que ese barco te pertenece
Sabía que tendría que sobornar a un par de piratas cerrar unas cuantas bocas y, tal vez, uno o dos favores, pero no era una tarea imposible. Sabía que era un capricho que fuera ella, pero tenía sus motivos y esperaba no equivocarse.
- Deberás tener buena memoria – se giró después de coger una de las botellas de ron y se acercó hasta la mesa - no puedo permitir que escribas nada de lo que escuches. Te daré la descripción de la persona que debes seguir, no te diré ni su nombre ni tú debes pronunciarlo nunca si lo averiguas. No puedo decirte cual es la información que necesito por lo que tendrás que acordarte de todo.
Se agachó y saco de una de sus botas una pequeña daga de plata. Mediría apenas 5 centímetros por lo que fácilmente podía esconderse en una mano. Desde luego no era una daga para peleas, no atravesaría ningún material duro, pero era un recuerdo y un tesoro.
- Deberás ser discreta y jamás revelar quién te ha enviado, si lo haces, tú y tu amiguita podéis daros por muertas. Puedes hacer lo que quieras y manejarte como quieras, pero consigue la información sin revelar tu naturaleza de pirata y tendrás tu barco
Finalmente descolgó de su bolsa un pequeño saco de cuero que, por el tintineo, se podía adivinar lleno de monedas. Depositó todo en la mesa y miró a Sophitia
- ¿Y bien? ¿Aceptas el negocio?
Miró a los ojos a las dos jóvenes, y no pudo evitar rememorar sus tiempos de juventud, el conjunto de ambas, con sus convicciones y curiosidades, le recordaban a como era ella… y las consecuencias que le había traído, no llevaba una mala vida pero tampoco era la que había imaginado. Añoraba los tiempos en que viajaba en su barco mientras la brisa marina acariciaba su piel y mecía sus cabellos al aire.
Miro primero fijamente y a los ojos a la joven acompañante que tenía la habilidad de camuflarse, tal vez era hechicera, no importaba, seguramente vendría muy bien para sus planes.
- Puedes quedarte, pero no molestes. - Centró su atención en la pirata – Se lo que te pasó con tu barco y sé que deseas recuperarlo. No me gusta dar rodeos asique seré clara. No me gustan las interrupciones y no las tolero.
Miro a ambas directamente a los ojos, tratando de dar a entender que si alguna de las dos la interrumpía las vidas de ambas correrían peligro o, al menos, su integridad física. Un minuto después se acercó a la estantería lentamente mientras hablaba de lo que necesitaba.
- Verás querida, tengo un pequeño trato que ofrecerte. La cosa es simple, tú me traes la información que necesito y yo a cambio te doy tu barco… digamos… de manera “oficial”, para que nadie pueda volver a dudar que ese barco te pertenece
Sabía que tendría que sobornar a un par de piratas cerrar unas cuantas bocas y, tal vez, uno o dos favores, pero no era una tarea imposible. Sabía que era un capricho que fuera ella, pero tenía sus motivos y esperaba no equivocarse.
- Deberás tener buena memoria – se giró después de coger una de las botellas de ron y se acercó hasta la mesa - no puedo permitir que escribas nada de lo que escuches. Te daré la descripción de la persona que debes seguir, no te diré ni su nombre ni tú debes pronunciarlo nunca si lo averiguas. No puedo decirte cual es la información que necesito por lo que tendrás que acordarte de todo.
Se agachó y saco de una de sus botas una pequeña daga de plata. Mediría apenas 5 centímetros por lo que fácilmente podía esconderse en una mano. Desde luego no era una daga para peleas, no atravesaría ningún material duro, pero era un recuerdo y un tesoro.
- Deberás ser discreta y jamás revelar quién te ha enviado, si lo haces, tú y tu amiguita podéis daros por muertas. Puedes hacer lo que quieras y manejarte como quieras, pero consigue la información sin revelar tu naturaleza de pirata y tendrás tu barco
Finalmente descolgó de su bolsa un pequeño saco de cuero que, por el tintineo, se podía adivinar lleno de monedas. Depositó todo en la mesa y miró a Sophitia
- ¿Y bien? ¿Aceptas el negocio?
PNJs- Cantidad de envíos : 5
Re: La misión
Justo después de decir la ultima palabra, vio aparecer a Florangel, como suponía, estaba en la punta a la que Valeska había mirado. Que consternada se veía, no quería verla así, quería verla sonreír otra vez. Terminarían con el trato rápido, la reina le diría qué era lo que deseaba que hiciera, ella diría que si y saldrían a hacerlo.
No podía asegurar si aguardo por la respuesta segundos u horas, es que la verdad la espera se le hacia interminable. Cuando se acerco a la ventana un águila se apareció, debía ser su mascota o algo similar, parecía muy dócil, aunque no dudaba que podía ser mas que feroz llegado el caso.
Cuando vio que fijaba su mirada en Flor, temió que fuera a castigarle. Por supuesto que no dejaría que lo hiciera, la habría detenido fuera como fuera, pero si podía evitar arriesgar su vida (aunque algo así directamente era un suicidio), mejor aun. Pero no fue mas que una reprimenda, y ya tenían el permiso legal para que la joven hechicera participara de la misión.
Luego llego su turno, que sabía de su situación fue obvio desde el mismo momento en que recibió la nota de llamada. Que no soportaba la interrupciones resultaba mas que evidente con solo ver su porte. Aunque no lo hubiese aclarado Sophitia se habría quedado callada hasta que le hicieran una pregunta directa.
Fuera lo que fuera aceptaría, la tentaban con nada mas y nada menos que darle un barco, que sería suyo oficialmente, nadie se lo podría robar, y una vez que se supiera que había trabajado para Valeska, nadie se atrevería a tocarle ni un cabello.
A medida que escuchaba la explicación de la reina, sus dudas iban incrementándose. Le estaba pidiendo que fuera a buscar a alguien de quien no le daban el nombre, ni tampoco le decían qué tenía que averiguar, a menos que le dijeran dónde encontrarlo o encontrarla, con una simple descripción no le alcanzaría para poder hacer las cosas bien.
Era increíble, solo podía recordar a una jefa anterior suya que había sido casi igual de cruel, ¿acaso tenía cara de hacer magia o algo similar que siempre le pedían que haga esa clase de locuras? Aunque el pedir un barco parecía poco a comparación de encontrar cierta información indefinida de cierto sujeto sin nombre.
Era interesante que lo que mas le pareció imposible fue lo de revelar su origen pirata, se había pasado la vida diciendo a los cuatro vientos que era una, ¿Como se suponía que de la nada evitara parecerlo? ¿Tendría acaso que vestirse de dama y aprender en una tarde las reglas de educación básicas? Tenía ganas de agarrarse la cabeza con ambas manos y gritar, pero nada de nada reflejo, su cara siguió impávida, observando con calma los movimientos de Valeska.
Y llegaba por fin la pregunta final, ¿Qué opción tenía? Había demasiado para ganar, y también para perder "No existe partida en la que no halla que arriesgar para vencer", ciertamente que no, la vida misma le había demostrado que mientras mas riesgos más se ganaba al final. Miro a Florangel unos segundos, luego le diría que ella no tenía por hacerlo, que si prefería que se separaran, al menos mientras terminara con ese asunto, lo entendería perfectamente. Miro a la extraña mujer de colo del mar con decisión.
- Si, acepto el negocio - Iba a extender la mano, acostumbrada como estaba a cerrar los tratos de ese modo, luego recordó con quien hablaba y se lo pensó dos veces.
Haría bien su trabajo, dejaría bien parado su nombre, el de su padre y el de su futuro barco.
No podía asegurar si aguardo por la respuesta segundos u horas, es que la verdad la espera se le hacia interminable. Cuando se acerco a la ventana un águila se apareció, debía ser su mascota o algo similar, parecía muy dócil, aunque no dudaba que podía ser mas que feroz llegado el caso.
Cuando vio que fijaba su mirada en Flor, temió que fuera a castigarle. Por supuesto que no dejaría que lo hiciera, la habría detenido fuera como fuera, pero si podía evitar arriesgar su vida (aunque algo así directamente era un suicidio), mejor aun. Pero no fue mas que una reprimenda, y ya tenían el permiso legal para que la joven hechicera participara de la misión.
Luego llego su turno, que sabía de su situación fue obvio desde el mismo momento en que recibió la nota de llamada. Que no soportaba la interrupciones resultaba mas que evidente con solo ver su porte. Aunque no lo hubiese aclarado Sophitia se habría quedado callada hasta que le hicieran una pregunta directa.
Fuera lo que fuera aceptaría, la tentaban con nada mas y nada menos que darle un barco, que sería suyo oficialmente, nadie se lo podría robar, y una vez que se supiera que había trabajado para Valeska, nadie se atrevería a tocarle ni un cabello.
A medida que escuchaba la explicación de la reina, sus dudas iban incrementándose. Le estaba pidiendo que fuera a buscar a alguien de quien no le daban el nombre, ni tampoco le decían qué tenía que averiguar, a menos que le dijeran dónde encontrarlo o encontrarla, con una simple descripción no le alcanzaría para poder hacer las cosas bien.
Era increíble, solo podía recordar a una jefa anterior suya que había sido casi igual de cruel, ¿acaso tenía cara de hacer magia o algo similar que siempre le pedían que haga esa clase de locuras? Aunque el pedir un barco parecía poco a comparación de encontrar cierta información indefinida de cierto sujeto sin nombre.
Era interesante que lo que mas le pareció imposible fue lo de revelar su origen pirata, se había pasado la vida diciendo a los cuatro vientos que era una, ¿Como se suponía que de la nada evitara parecerlo? ¿Tendría acaso que vestirse de dama y aprender en una tarde las reglas de educación básicas? Tenía ganas de agarrarse la cabeza con ambas manos y gritar, pero nada de nada reflejo, su cara siguió impávida, observando con calma los movimientos de Valeska.
Y llegaba por fin la pregunta final, ¿Qué opción tenía? Había demasiado para ganar, y también para perder "No existe partida en la que no halla que arriesgar para vencer", ciertamente que no, la vida misma le había demostrado que mientras mas riesgos más se ganaba al final. Miro a Florangel unos segundos, luego le diría que ella no tenía por hacerlo, que si prefería que se separaran, al menos mientras terminara con ese asunto, lo entendería perfectamente. Miro a la extraña mujer de colo del mar con decisión.
- Si, acepto el negocio - Iba a extender la mano, acostumbrada como estaba a cerrar los tratos de ese modo, luego recordó con quien hablaba y se lo pensó dos veces.
Haría bien su trabajo, dejaría bien parado su nombre, el de su padre y el de su futuro barco.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
Fue tanta la tensión que experimentó mientras Valeska se tomaba su tiempo para responder, que casi gritó de frustración y ansiedad. Ni siquiera el curioso espectáculo de un águila siendo tratada como si fuera un loro, bastó para distraerla. Cuando finalmente la reina se dignó volver a prestarles atención y la miró a los ojos, sostuvo su mirada con aplomo, intentando ni dejar traslucir su ansiedad ni mostrarse insolente. Como pocas veces en su vida estaba pendiente de las consecuencias de sus acciones.
Se mordió la lengua para no soltar una exclamación de alegría cuando su presencia fue aceptada y se esmeró en permanecer quieta y callada; no estaba acostumbrada a permanecer como mera espectadora, pero ese era el rol que se le había asignado y lo desempeñaría a cabalidad. Era lo menos que podía hacer después de haber puesto en riesgo a su amiga.
Forzada a guardar silencio, escuchó con suma atención las indicaciones que daba Valeska, con ojos que brillaban de emoción ante la idea de una aventura. La forma en que la reina pirata planteó su encargo conquistó su imaginación por completo. Encontrar una información desconocida de una persona de la que solo conocerían la descripción era una misión muy difícil, un verdadero acertijo pero, por lo mismo, le parecía apasionante. Un reto a la inteligencia y determinación de ambas que tendría como premio un barco para Sophitia y para ella, la posibilidad de regresar a casa.
Que Sophitia tuviera que ocultar su calidad de pirata era una dificultad agregada. La muchacha se enorgullecía de ello, lo admitía sin ambages y había crecido en un barco pirata y había sido educada por uno. ¿Sería capaz de comportarse como una chica corriente? Se la imaginó un momento vestida y peinada como una señorita y usando modales delicados y tuvo que morderse de nuevo la lengua para no reírse. Algo le decía que esa condición sería la más desagradable y difícil de cumplir para su amiga.
Pero para eso estaba ella. Aunque fuera sólo en eso, sabía que podía ser de gran utilidad para Sophitia. Después de todo, ella jamás había sido pirata y su madre la había educado para que fuera una perfecta dama. Que considerara mortalmente aburrido serlo y no siempre se comportara como una, era harina de otro costal.
Mirando la pequeña daga de plata y el saquito lleno de monedas, se preguntó si les serían entregados para llevar a cabo su misión. Al menos, para que Sophitia no pareciera una pirata había que empezar por cambiarle el atuendo y ninguna de las dos tenía ni un centavo para comprar nada. Súbitamente, la posibilidad de ir de compras como una chica normal y común, la llenó de ilusión e hizo brillar sus ojos casi tanto como la idea de una aventura.
No tuvo ninguna duda sobre la respuesta que daría su amiga. Le sobraban el temple y la decisión y era la oportunidad de conseguir el barco que anhelaba. Por difícil que pareciera la misión, no iba a desperdiciar la oportunidad. No Sophitia. Cuando la muchacha pronunció por fin “Si, acepto el negocio”, Florangél estuvo íntimamente convencida de que aceptaba a nombre de las dos. Ningún razonamiento de Sophitia iba a hacer que se quedara fuera de ese negocio. Su amiga la necesitaba y, además, no quería perderse la diversión.
Se mordió la lengua para no soltar una exclamación de alegría cuando su presencia fue aceptada y se esmeró en permanecer quieta y callada; no estaba acostumbrada a permanecer como mera espectadora, pero ese era el rol que se le había asignado y lo desempeñaría a cabalidad. Era lo menos que podía hacer después de haber puesto en riesgo a su amiga.
Forzada a guardar silencio, escuchó con suma atención las indicaciones que daba Valeska, con ojos que brillaban de emoción ante la idea de una aventura. La forma en que la reina pirata planteó su encargo conquistó su imaginación por completo. Encontrar una información desconocida de una persona de la que solo conocerían la descripción era una misión muy difícil, un verdadero acertijo pero, por lo mismo, le parecía apasionante. Un reto a la inteligencia y determinación de ambas que tendría como premio un barco para Sophitia y para ella, la posibilidad de regresar a casa.
Que Sophitia tuviera que ocultar su calidad de pirata era una dificultad agregada. La muchacha se enorgullecía de ello, lo admitía sin ambages y había crecido en un barco pirata y había sido educada por uno. ¿Sería capaz de comportarse como una chica corriente? Se la imaginó un momento vestida y peinada como una señorita y usando modales delicados y tuvo que morderse de nuevo la lengua para no reírse. Algo le decía que esa condición sería la más desagradable y difícil de cumplir para su amiga.
Pero para eso estaba ella. Aunque fuera sólo en eso, sabía que podía ser de gran utilidad para Sophitia. Después de todo, ella jamás había sido pirata y su madre la había educado para que fuera una perfecta dama. Que considerara mortalmente aburrido serlo y no siempre se comportara como una, era harina de otro costal.
Mirando la pequeña daga de plata y el saquito lleno de monedas, se preguntó si les serían entregados para llevar a cabo su misión. Al menos, para que Sophitia no pareciera una pirata había que empezar por cambiarle el atuendo y ninguna de las dos tenía ni un centavo para comprar nada. Súbitamente, la posibilidad de ir de compras como una chica normal y común, la llenó de ilusión e hizo brillar sus ojos casi tanto como la idea de una aventura.
No tuvo ninguna duda sobre la respuesta que daría su amiga. Le sobraban el temple y la decisión y era la oportunidad de conseguir el barco que anhelaba. Por difícil que pareciera la misión, no iba a desperdiciar la oportunidad. No Sophitia. Cuando la muchacha pronunció por fin “Si, acepto el negocio”, Florangél estuvo íntimamente convencida de que aceptaba a nombre de las dos. Ningún razonamiento de Sophitia iba a hacer que se quedara fuera de ese negocio. Su amiga la necesitaba y, además, no quería perderse la diversión.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
Le agrado enormemente que ambas permanecieran calladas y atentas a sus palabras. Y se permitió el esbozo de una sonrisa cuando la pirata aceptó el trato. En cierto modo, conocía suficientemente las pasiones humanas, se jactaba de conocer a la gente y sus actos y pensamientos lo suficiente como para saber que la muchacha no diría que no. Pero siempre conservaba la esperanza de un reto mayor y que la gente la sorprendiera.
- El hombre a quien tienes que seguir vive en Moramaile, al lado de una de las grandes haciendas de por allí. Aunque muchas veces está de viaje. Mejor si te las apañas para seguirle sin ser vista en sus múltiples viajes. Sé que es algo complicado asique tienes 2 meses de plazo. Después tendrás que traerme toda la información- Cogió la bolsa y se la dio a la joven pirata - Aquí tienes suficiente dinero para los gastos que pueda ocasionarte conseguir algún traje y uno o dos viajes.
Sabía que, al menos Sophitia, en cuanto viera a la persona a quien tenía que espiar, sabría de quien se trataba, puede que incluso la muchacha fuera lo suficientemente despierta para sacar una conclusión con su detallada descripción. No la importaba que lo supiera, si que fuera precavida, que jamás supiera de sus intenciones y que no descubriera que ella era una pirata.
- El hombre a quien tienes que seguir suele ir vestido de azul, con ropas buenas y de forma impecable. Casi nunca viaja solo, tiene un guardaespaldas y gusta de la compañía de mujeres. Es bastante discreto y tendrás que acercarte bastante para conseguir la información. Es moreno de pelo y piel y, al menos la última vez que yo le vi, su pelo era corto y siempre bien peinado, incluso demasiado se diría, nunca lleva un pelo fuera de su lugar. Es bastante bajito, pero no te dejes engañar por su estatura, porque su cuerpo es atlético y está en forma. Es muy fuerte y escurridizo, mejor no te metas en un pelea con él. A pesar de su tamaño y sus muchas manías las mujeres suelen decir que es atractivo, pero tal vez eso no sea cierto y solo les atraiga su fortuna. Si te fijas bien, podrás distinguir una pequeña cicatriz en su cuello, una cicatriz de un cuchillo, pero la suele llevar tapada debajo de su impecable camisa.
Mientras le daba la explicación cerraba los ojos de vez en cuando para tratar de hacer memoria de todos los datos que podía darle para que a la joven le fuera más fácil localizar a Vincent. Uno de los miembros destacados de su cofradía. Finalmente y pensando que no tenía más que añadir, miró de nuevo fijamente a Sophitia.
- Sellemos nuestro trato con ron y sangre
Cogió la pequeña daga plateada y se hizo un corte en la mano, le tendió la daga a Sophitia, mientras con la otra mano cogía la botella y echaba un largo trago. Miró entonces a la otra muchacha.
- Ya que ella ha decidido quedarse, también tiene que cerrar el trato.
- El hombre a quien tienes que seguir vive en Moramaile, al lado de una de las grandes haciendas de por allí. Aunque muchas veces está de viaje. Mejor si te las apañas para seguirle sin ser vista en sus múltiples viajes. Sé que es algo complicado asique tienes 2 meses de plazo. Después tendrás que traerme toda la información- Cogió la bolsa y se la dio a la joven pirata - Aquí tienes suficiente dinero para los gastos que pueda ocasionarte conseguir algún traje y uno o dos viajes.
Sabía que, al menos Sophitia, en cuanto viera a la persona a quien tenía que espiar, sabría de quien se trataba, puede que incluso la muchacha fuera lo suficientemente despierta para sacar una conclusión con su detallada descripción. No la importaba que lo supiera, si que fuera precavida, que jamás supiera de sus intenciones y que no descubriera que ella era una pirata.
- El hombre a quien tienes que seguir suele ir vestido de azul, con ropas buenas y de forma impecable. Casi nunca viaja solo, tiene un guardaespaldas y gusta de la compañía de mujeres. Es bastante discreto y tendrás que acercarte bastante para conseguir la información. Es moreno de pelo y piel y, al menos la última vez que yo le vi, su pelo era corto y siempre bien peinado, incluso demasiado se diría, nunca lleva un pelo fuera de su lugar. Es bastante bajito, pero no te dejes engañar por su estatura, porque su cuerpo es atlético y está en forma. Es muy fuerte y escurridizo, mejor no te metas en un pelea con él. A pesar de su tamaño y sus muchas manías las mujeres suelen decir que es atractivo, pero tal vez eso no sea cierto y solo les atraiga su fortuna. Si te fijas bien, podrás distinguir una pequeña cicatriz en su cuello, una cicatriz de un cuchillo, pero la suele llevar tapada debajo de su impecable camisa.
Mientras le daba la explicación cerraba los ojos de vez en cuando para tratar de hacer memoria de todos los datos que podía darle para que a la joven le fuera más fácil localizar a Vincent. Uno de los miembros destacados de su cofradía. Finalmente y pensando que no tenía más que añadir, miró de nuevo fijamente a Sophitia.
- Sellemos nuestro trato con ron y sangre
Cogió la pequeña daga plateada y se hizo un corte en la mano, le tendió la daga a Sophitia, mientras con la otra mano cogía la botella y echaba un largo trago. Miró entonces a la otra muchacha.
- Ya que ella ha decidido quedarse, también tiene que cerrar el trato.
PNJs- Cantidad de envíos : 5
Re: La misión
Observando los estados de ánimos generales, la reina se mostraba bastante conforme con el comportamiento de ambas, al parecer no tenía critica alguna por el momento, lo cual relajaba el tenso cuerpo de Sophitia. Por otro lado, Florangel parecía de lo mas... ¿contenta? ¿ansiosa? ¿orgullosa? ¡Santo dios océano! que chica tan extraña ¿O es que no sabía en lo que se estaba metiendo?
La muchacha escucho atentamente la descripción que le daba Valeska, ¿Qué sabia de Moramaile? Tenía alguna idea general, aunque nunca la había visitado por demasiado tiempo, solía desviarse hacia Trinacria que era la capital, y donde mas gente conocía. Pero se suponía que era una zona ante todo de campo, muchas plantaciones, la gente solía ir solo hasta el pantano, aunque no recordaba exactamente el por qué, mas allá del obvio motivo que a nadie le gusta ir a los pantanos.
Sophitia tomo el dinero que Valeska le ofrecía y colgó la bolsa en su cintura, eso sin duda les serviría muchísimo, en cuanto salieran de allí comprarían algo de ropa y comida. El pasaje hasta Moramaile no era necesario pagarlo, al fin y al cabo estaban en la isla pirata, había barcos de sobra en los cuales viajar de gratis a cambio de algún que otro favor o simplemente de polizones. Es que era mejor reservar las monedas para cuando las necesitaran en verdad...
Seguía preocupandole que tuviera que disfrazarse para que no descubrieran sus orígenes. No solo era una cuestión externa, no era tan fácil como simplemente cambiarse de ropa, luego debía actuar en consecuencia. Una idea se iba formando en la mente de Sophitia, pero no podría estar segura de si funcionaría hasta que no viera al sujeto y su modo de manejarse... Aunque... Podría funcionar, si era alguien que viajaba mucho, y era importante o con buen pasar económico, tal vez podría meterse de guardaespaldas o mercenaria por un corto tiempo. En tal caso, no tenía que cambiar tanto su modo de ser...
La descripción general que la reina pirata le daba ayudaba a que se creara una imagen mental bastante clara del sujeto, debía ser como cualquiera de esos idiotas de clase alta de nariz respingada y actitud fanfarrona, que odioso. Siquiera pensó en la idea de seducirlo o algo similar, ningún hombre disfrutaría de una mujer con tantas cicatrices, ni le creerían tampoco que eran resultado de accidentes normales.
Al menos por el momento no tenía idea de quien podía ser el sujeto, pero fuera quien fuera y estuviera donde estuviera lo encontraría, sacaría toda la información que pudiera y volvería dentro de dos meses, con su misión cumplida. Todo esto era motivo de festejo. Sellar con sangre un trato era una tradición bastante antigua, había escuchado de ello de parte de su padre, aunque nunca lo había hecho, los piratas ya no eran como los de antes.
- Seguro - Es lo único que se le ocurrió decir, tomo la daga he hizo un pequeño corte en el dedo indice, acostumbrada como estaba a los cortes, siquiera noto el pequeño dolor.
Bastante insegura con la idea le paso la daga a Florangel, no le gustaba para nada que tuviera que hacer algo así, pero si se negaban sería una descortesía, y no podían darse el lujo de faltar el respeto a Valeska.
La muchacha escucho atentamente la descripción que le daba Valeska, ¿Qué sabia de Moramaile? Tenía alguna idea general, aunque nunca la había visitado por demasiado tiempo, solía desviarse hacia Trinacria que era la capital, y donde mas gente conocía. Pero se suponía que era una zona ante todo de campo, muchas plantaciones, la gente solía ir solo hasta el pantano, aunque no recordaba exactamente el por qué, mas allá del obvio motivo que a nadie le gusta ir a los pantanos.
Sophitia tomo el dinero que Valeska le ofrecía y colgó la bolsa en su cintura, eso sin duda les serviría muchísimo, en cuanto salieran de allí comprarían algo de ropa y comida. El pasaje hasta Moramaile no era necesario pagarlo, al fin y al cabo estaban en la isla pirata, había barcos de sobra en los cuales viajar de gratis a cambio de algún que otro favor o simplemente de polizones. Es que era mejor reservar las monedas para cuando las necesitaran en verdad...
Seguía preocupandole que tuviera que disfrazarse para que no descubrieran sus orígenes. No solo era una cuestión externa, no era tan fácil como simplemente cambiarse de ropa, luego debía actuar en consecuencia. Una idea se iba formando en la mente de Sophitia, pero no podría estar segura de si funcionaría hasta que no viera al sujeto y su modo de manejarse... Aunque... Podría funcionar, si era alguien que viajaba mucho, y era importante o con buen pasar económico, tal vez podría meterse de guardaespaldas o mercenaria por un corto tiempo. En tal caso, no tenía que cambiar tanto su modo de ser...
La descripción general que la reina pirata le daba ayudaba a que se creara una imagen mental bastante clara del sujeto, debía ser como cualquiera de esos idiotas de clase alta de nariz respingada y actitud fanfarrona, que odioso. Siquiera pensó en la idea de seducirlo o algo similar, ningún hombre disfrutaría de una mujer con tantas cicatrices, ni le creerían tampoco que eran resultado de accidentes normales.
Al menos por el momento no tenía idea de quien podía ser el sujeto, pero fuera quien fuera y estuviera donde estuviera lo encontraría, sacaría toda la información que pudiera y volvería dentro de dos meses, con su misión cumplida. Todo esto era motivo de festejo. Sellar con sangre un trato era una tradición bastante antigua, había escuchado de ello de parte de su padre, aunque nunca lo había hecho, los piratas ya no eran como los de antes.
- Seguro - Es lo único que se le ocurrió decir, tomo la daga he hizo un pequeño corte en el dedo indice, acostumbrada como estaba a los cortes, siquiera noto el pequeño dolor.
Bastante insegura con la idea le paso la daga a Florangel, no le gustaba para nada que tuviera que hacer algo así, pero si se negaban sería una descortesía, y no podían darse el lujo de faltar el respeto a Valeska.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
En realidad, no sabía en lo que se estaba metiendo; hasta el momento todo era para ella como un fascinante relato de aventuras, de aquellos que tanto le gustaba leer o escuchar, sólo que ahora ella no era una mera espectadora sino que iba a desempeñar un papel importante en la trama. Lo peligroso que pudiera resultar el encargo que se les estaba encomendando o lo oscuro de las intenciones que hubiera tras él, eran factores que estaban muy lejos de su mente, dominada por la emoción de la inminente aventura.
De todos modos, saber en lo que se metía no hubiera cambiado mucho las cosas. Quizás su hubiese sentido tanto entusiasmo y emoción, quizás, pero su decisión habría permanecido incólume. Sophitia era su amiga y no la iba a dejar sola en eso y, además, debía colaborar en todo lo que pudiera si además, al final de todo, ella también iba a resultar beneficiada.
Escuchó con suma atención las instrucciones que les daba Valeska y la descripción que hacía del hombre al que debían espiar, procurando grabar en su memoria hasta el más mínimo detalle. Por supuesto, el nombre de Moramaile no le dijo absolutamente nada. Los lugares que conocía de Jaspia se reducían al callejón, la habitación de la posada y rl muelle de Trinacria, el barco, la playa de Denkenia, el muelle de Nehmen y la habitación en que se encontraba, nada más. Debía conseguir al menos un mapa si no quería estra tan perdida.
Seguir a alguien sin ser vista o acercarse lo suficiente como para obtener información sin que se notara eran tareas que no representaban gran dificultad para ella. Por supuesto, no bastaba con no ser vista; tampoco debía ser escuchada, olida ni tocada, pero que no la pudieran ver ya representaba una enorme ventaja. Quizás debiera permanecer mimetizada durante todo el tiempo que durara la misión, sería todo más fácil si parecía que Sophitia andaba sola. Se lo propondría a su amiga luego, seguramente tendrían muchas cosas que planear.
El momento de sellar el trato con sangre y ron fue para ella el momento culmine de la reunión y se sintió encantada cuando la reina la incluyó también a ella. No se hubiera rehusado por nada; no era una chica melindrosa. Ya había sufrido lesiones serias por andar aventurando y no se había amilanado; no la iba a arredrar un pequeño corte en la mano.
- Por supuesto – dijo con voz clara.
Sin vacilar tomó la daga de la mano de Sophitia, sonriéndole para calmar la inseguridad que notaba en ella y se hizo un corte en el dedo índice con decisión, extendiéndole luego el arma a Valeska. Había dolido más de lo que esperaba, pero ni pensaba en quejarse. Su mayor preocupación consistía en no atragantarse y toser cuando le tocara beber el ron.
De todos modos, saber en lo que se metía no hubiera cambiado mucho las cosas. Quizás su hubiese sentido tanto entusiasmo y emoción, quizás, pero su decisión habría permanecido incólume. Sophitia era su amiga y no la iba a dejar sola en eso y, además, debía colaborar en todo lo que pudiera si además, al final de todo, ella también iba a resultar beneficiada.
Escuchó con suma atención las instrucciones que les daba Valeska y la descripción que hacía del hombre al que debían espiar, procurando grabar en su memoria hasta el más mínimo detalle. Por supuesto, el nombre de Moramaile no le dijo absolutamente nada. Los lugares que conocía de Jaspia se reducían al callejón, la habitación de la posada y rl muelle de Trinacria, el barco, la playa de Denkenia, el muelle de Nehmen y la habitación en que se encontraba, nada más. Debía conseguir al menos un mapa si no quería estra tan perdida.
Seguir a alguien sin ser vista o acercarse lo suficiente como para obtener información sin que se notara eran tareas que no representaban gran dificultad para ella. Por supuesto, no bastaba con no ser vista; tampoco debía ser escuchada, olida ni tocada, pero que no la pudieran ver ya representaba una enorme ventaja. Quizás debiera permanecer mimetizada durante todo el tiempo que durara la misión, sería todo más fácil si parecía que Sophitia andaba sola. Se lo propondría a su amiga luego, seguramente tendrían muchas cosas que planear.
El momento de sellar el trato con sangre y ron fue para ella el momento culmine de la reunión y se sintió encantada cuando la reina la incluyó también a ella. No se hubiera rehusado por nada; no era una chica melindrosa. Ya había sufrido lesiones serias por andar aventurando y no se había amilanado; no la iba a arredrar un pequeño corte en la mano.
- Por supuesto – dijo con voz clara.
Sin vacilar tomó la daga de la mano de Sophitia, sonriéndole para calmar la inseguridad que notaba en ella y se hizo un corte en el dedo índice con decisión, extendiéndole luego el arma a Valeska. Había dolido más de lo que esperaba, pero ni pensaba en quejarse. Su mayor preocupación consistía en no atragantarse y toser cuando le tocara beber el ron.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
Le tendió la botella a Sophitia y, después de secarse con la manga, recogió la daga que te tendía la joven muchachita. La deposito con cuidado de nuevo en su funda y se acercó a la pirata. Tendiéndole la mano ensangrentada.
- Que todo lo que se ha dicho sea cumplido y si no caiga una maldición sobre el traidor.
So voz era seria, más seria que en toda la tarde que había procurado mantener un tono de voz dulce y maternal. Pero los juramentos eran sagrados y decía muy en serio lo de la maldición. Además sabía cómo conseguir que las maldiciones hicieran acto de presencia.
Se giró hacia Florángel y le tendió la misma mano, ahora con sangre no solo de ella si no también con la de la pirata. Y esperó a que esta le estrechara la mano para repetir las mismas palabras.
- Si no hay preguntas podéis marcharos, si tenéis que preguntar algo, ahora o nunca.
Volvía a utilizar so tono más dulce y maternal para la despedida. Aunque se sabía que Valeska no aceptaba que la molestaran con tonterías. Si tenían algo que preguntar mejor ahora, que además estaba de buen humor o, que se las apañaran solas después.
- Que todo lo que se ha dicho sea cumplido y si no caiga una maldición sobre el traidor.
So voz era seria, más seria que en toda la tarde que había procurado mantener un tono de voz dulce y maternal. Pero los juramentos eran sagrados y decía muy en serio lo de la maldición. Además sabía cómo conseguir que las maldiciones hicieran acto de presencia.
Se giró hacia Florángel y le tendió la misma mano, ahora con sangre no solo de ella si no también con la de la pirata. Y esperó a que esta le estrechara la mano para repetir las mismas palabras.
- Si no hay preguntas podéis marcharos, si tenéis que preguntar algo, ahora o nunca.
Volvía a utilizar so tono más dulce y maternal para la despedida. Aunque se sabía que Valeska no aceptaba que la molestaran con tonterías. Si tenían algo que preguntar mejor ahora, que además estaba de buen humor o, que se las apañaran solas después.
PNJs- Cantidad de envíos : 5
Re: La misión
El trato había terminado, llegado a ese punto no había marcha atrás. Estrecho la mano con la extraña mujer, sus sangres se mezclaron cerrando la negociación. Como buena pirata que era, Sophitia creía en las maldiciones tanto como un religioso en su dios, y si había alguien que estaba segura que podría cumplir con lo que decía, esa era Valeska, ella y sus misteriosos poderes que hacían que se le erizaran los pelos.
En cierto modo se sintió orgullosa de ver con que entereza Florangel agarraba la daga, que muchacha tan interesante, sin duda sería una compañera ideal para tan peligrosa aventura, la mantendría tranquila en los momentos difíciles y era mas que capas de pelear a su lado como una igual.
Si hubiese dependido de ella habría tomado toda la botella de ese delicioso alcohol, pero al menos esa regla de bueno modales si la conocía, tomo lo necesario y se seco con la manga por costumbre, como suponía le pasaba a casi todas las personas que eran de esta profesión.
No había preguntas, le habían dicho qué tenían qué hacer, a quién tenían que buscar, dónde, cuándo volver y lo que recibirían si lo hacían bien, la reina pirata había sido lo mas clara posible en todos estos aspectos. El resto dependía de ellas, sabía que se jugaba la vida en esto, que si se equivocaba probablemente no serían piadosos con ella, tanto la persona a la que iba a espiar, como la misma Valeska si se equivocaba, no iban a dejar cabos sueltos.
- No tengo ninguna pregunta, no tiene de qué preocuparse, todo se hará así como lo pidió - Dijo Sophitia inundándose de confianza y con una media sonrisa en la cara.
Luego miro a Florangel, en espera de si tenía alguna duda, la pirata no se consideraba la vocera del grupo y la hechicera había sido aprobada al igual que ella. Alguna vez su padre le había dicho que habían dos modos de mantener a la tripulación bajo tu mando, con miedo o con el respeto. Este ultimo era el favorito de la pirata, el respeto mutuo era el mejor modo de mantener las cosas ordenadas en el grupo.
En cierto modo se sintió orgullosa de ver con que entereza Florangel agarraba la daga, que muchacha tan interesante, sin duda sería una compañera ideal para tan peligrosa aventura, la mantendría tranquila en los momentos difíciles y era mas que capas de pelear a su lado como una igual.
Si hubiese dependido de ella habría tomado toda la botella de ese delicioso alcohol, pero al menos esa regla de bueno modales si la conocía, tomo lo necesario y se seco con la manga por costumbre, como suponía le pasaba a casi todas las personas que eran de esta profesión.
No había preguntas, le habían dicho qué tenían qué hacer, a quién tenían que buscar, dónde, cuándo volver y lo que recibirían si lo hacían bien, la reina pirata había sido lo mas clara posible en todos estos aspectos. El resto dependía de ellas, sabía que se jugaba la vida en esto, que si se equivocaba probablemente no serían piadosos con ella, tanto la persona a la que iba a espiar, como la misma Valeska si se equivocaba, no iban a dejar cabos sueltos.
- No tengo ninguna pregunta, no tiene de qué preocuparse, todo se hará así como lo pidió - Dijo Sophitia inundándose de confianza y con una media sonrisa en la cara.
Luego miro a Florangel, en espera de si tenía alguna duda, la pirata no se consideraba la vocera del grupo y la hechicera había sido aprobada al igual que ella. Alguna vez su padre le había dicho que habían dos modos de mantener a la tripulación bajo tu mando, con miedo o con el respeto. Este ultimo era el favorito de la pirata, el respeto mutuo era el mejor modo de mantener las cosas ordenadas en el grupo.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
El apretón de manos con el intercambio de sangres, el trago de ron, la maldición… todo aquello constituía para ella una ceremonia muy solemne. Casi con reverencia estrechó la mano de Valeska y luego bebió de la botella. El líquido ardió al bajar por su garganta e hizo que sus mejillas enrojecieran y sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no tosió ni se atragantó.
Bastante satisfecha por ese logro, imitó a sus compañeras y se limpió la boca con la manga – inopinadamente, la cara espantada de su madre apareció dentro de su cabeza- devolviéndole luego la botella a Valeska. A diferencia de Sophitia, estaba contenta de haber tenido que beber un solo trago.
Florangél no creía en maldiciones, pero si creía en la magia. Una persona no podía hacerle daño a otra sólo diciendo “te maldigo”, pensaba, pero sí que podía hacérselo si a eso añadía un conjuro bien detallado con el perjuicio que pretendía causar. Por eso se tomó en serio la maldición de la reina pirata; sabía que esa frase sería mera palabrería si Valeska no podía respaldarla con hechos llegado el momento y la mujer que tenía delante no parecía ser, en absoluto, una persona que hablara por hablar.
¿Preguntas? ¡Oh, sí! Ella tenía muchas, muchísimas, miles de preguntas. Pero ninguna de ellas para ser formulada a la reina pirata. Eran preguntas con las que asaltaría a su amiga, luego, para satisfacer su curiosidad. Por ahora, si Sophitia había quedado conforme con las explicaciones que Valeska había dado, ella también.
- Tampoco yo tengo preguntas, señora – contestó, atendiendo a la mirada de Sophitia.
¿Sería todo? ¿O faltaría alguna formalidad, alguna ceremonia de despedida? Impaciente, aguardó la respuesta de Valeska.
Bastante satisfecha por ese logro, imitó a sus compañeras y se limpió la boca con la manga – inopinadamente, la cara espantada de su madre apareció dentro de su cabeza- devolviéndole luego la botella a Valeska. A diferencia de Sophitia, estaba contenta de haber tenido que beber un solo trago.
Florangél no creía en maldiciones, pero si creía en la magia. Una persona no podía hacerle daño a otra sólo diciendo “te maldigo”, pensaba, pero sí que podía hacérselo si a eso añadía un conjuro bien detallado con el perjuicio que pretendía causar. Por eso se tomó en serio la maldición de la reina pirata; sabía que esa frase sería mera palabrería si Valeska no podía respaldarla con hechos llegado el momento y la mujer que tenía delante no parecía ser, en absoluto, una persona que hablara por hablar.
¿Preguntas? ¡Oh, sí! Ella tenía muchas, muchísimas, miles de preguntas. Pero ninguna de ellas para ser formulada a la reina pirata. Eran preguntas con las que asaltaría a su amiga, luego, para satisfacer su curiosidad. Por ahora, si Sophitia había quedado conforme con las explicaciones que Valeska había dado, ella también.
- Tampoco yo tengo preguntas, señora – contestó, atendiendo a la mirada de Sophitia.
¿Sería todo? ¿O faltaría alguna formalidad, alguna ceremonia de despedida? Impaciente, aguardó la respuesta de Valeska.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
Valeska sacó un pañuelo limpio de uno de los pliegues de su vestido y limpió la sangre de su mano, tanto la suya como la de las dos muchachitas, cuidando de no mezclar demasiado las tres manchas. El apretón de manos con sangre era una mera formalidad, un truco para obtener una gota de sangre; gota que guardaría por si aquellas dos decidían traicionarla, conocía unos cuantos magos capaces de hacer maravillas con tan solo una gota de sangre.
- Esta bien, podéis marcharos.
Y buena suerte, pensó. No solo por ellas, si no porque necesitaba la información que iban a traerla.
Recogió la botella de ron, volvió a pegar un trago y la depositó de nuevo en su sitio en el armario. Después se acercó a la ventana y dejó que el águila volara libremente. No volvió a darse la vuelta hasta mucho rato después de que ambas muchachas se hubieron marchado.
(FDI: Cuando lleguéis de vuelta a Moramaille meteré de nuevo a los personajes y eso, aunque os seguiré durante el viaje de vuelta por si veo que puedo meter al narrador)
PNJs- Cantidad de envíos : 5
Re: La misión
(FDI: Entendido, gracias!)
La reunión por fin había terminado, aun así, los músculos de Sophitia no se terminaron de relajar hasta que luego de asentir con la cabeza y salir del cuarto por fin se considero lejos de la mirada de la reina pirata. El estrés la había agotado mucho mas que cien peleas en alta mar, estaba aliviada de poder irse, pero cuando volviera no sería así, regresaría con la cabeza en alto, y la información que le habían pedido segura en su memoria.
Atravesó a buen paso el portón de la casa, sin decir ni una palabra, no es que estuviera enojada, aunque por fuera podía parecerlo, simplemente estaba pensativa, lo cual no era normal de ver en ella. Sus pies la dirigieron al centro de la ciudad sin que se diera cuenta, recién pasados todos esos minutos logró reaccionar.
- Ammmm, disculpa el silencio, Flor... - Miro distraída las personas que iban y venían - ... Este asunto... Me da vueltas por la cabeza sin parar... - Necesitaba detenerse un momento, no su cuerpo, sino su mente.
Quería hablar con la hechicera de todo el asunto, pero no era el lugar correcto ni mucho menos, aunque la isla entera no parecía el lugar correcto, no quería que las escucharan, arruinar todo cuando aun siquiera habían pasado unos minutos sería el colmo. Pero al mismo tiempo necesitaba saber qué pensaba su compañera, si se le había ocurrido algún plan, si se había arrepentido y prefería ir por su cuenta, si estaba de acuerdo con como habían salido las cosas en general.
- Ven, busquemos un lugar donde estar tranquilas - Y con tranquilas se refería a ningún lugar donde hubieran mas personas que ellas mismas, las tabernas y lugares parecidos no eran adecuados.
Ya había pasado un buen tiempo desde que habían probado bocado por ultima vez, lo mejor sería comer algo en algún lugar que no tuviera muchas personas...
- Te parece si comemos algo? - Le dijo sonriendo, tanta seriedad podía preocupar a Florangel, y no quería verla así.
La reunión por fin había terminado, aun así, los músculos de Sophitia no se terminaron de relajar hasta que luego de asentir con la cabeza y salir del cuarto por fin se considero lejos de la mirada de la reina pirata. El estrés la había agotado mucho mas que cien peleas en alta mar, estaba aliviada de poder irse, pero cuando volviera no sería así, regresaría con la cabeza en alto, y la información que le habían pedido segura en su memoria.
Atravesó a buen paso el portón de la casa, sin decir ni una palabra, no es que estuviera enojada, aunque por fuera podía parecerlo, simplemente estaba pensativa, lo cual no era normal de ver en ella. Sus pies la dirigieron al centro de la ciudad sin que se diera cuenta, recién pasados todos esos minutos logró reaccionar.
- Ammmm, disculpa el silencio, Flor... - Miro distraída las personas que iban y venían - ... Este asunto... Me da vueltas por la cabeza sin parar... - Necesitaba detenerse un momento, no su cuerpo, sino su mente.
Quería hablar con la hechicera de todo el asunto, pero no era el lugar correcto ni mucho menos, aunque la isla entera no parecía el lugar correcto, no quería que las escucharan, arruinar todo cuando aun siquiera habían pasado unos minutos sería el colmo. Pero al mismo tiempo necesitaba saber qué pensaba su compañera, si se le había ocurrido algún plan, si se había arrepentido y prefería ir por su cuenta, si estaba de acuerdo con como habían salido las cosas en general.
- Ven, busquemos un lugar donde estar tranquilas - Y con tranquilas se refería a ningún lugar donde hubieran mas personas que ellas mismas, las tabernas y lugares parecidos no eran adecuados.
Ya había pasado un buen tiempo desde que habían probado bocado por ultima vez, lo mejor sería comer algo en algún lugar que no tuviera muchas personas...
- Te parece si comemos algo? - Le dijo sonriendo, tanta seriedad podía preocupar a Florangel, y no quería verla así.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
Si Florangél hubiese tenido estudios de magia más avanzados, posiblemente le hubiera preocupado muchísimo que parte de la sangre de Sophitia y de ella misma quedase en poder de Valeska. Pero sus estudios se habían interrumpido en un nivel muy inicial, así que sólo vio como una gentileza el que la reina pirata se preocupara de limpiar sus heridas. Con una inclinación de cabeza, a modo de despedida, siguió a su amiga fuera del salón.
Desde su punto de vista la reunión había sido interesante, emocionante y esperanzadora. ¡Sophitia tendría por fin un barco y ella, la manera de regresar a casa! Tan feliz la hacía la idea que no reparó en el mutismo de su amiga mientras abandonaban la casona. Caminaba como entre nubes, tejiendo en su mente planes que les permitieran llevar a cabo con éxito su misión.
No tenía experiencia en labores de espionaje formal – alguna que otra vez se había colado por ahí a escuchar lo que no debía - pero no era tonta y se daba cuenta de que era esencial que lograran acercarse mucho y durante mucho tiempo al sujeto en cuestión sin levantar sospechas. El punto era, claro, el cómo lograrlo. Ella podía mantenerse permanentemente mimetizada e ir donde quisiera, pero Sophitia no.
¿Cómo lograr que se acercara lo suficiente al señor X para que pudiera conseguir la información que necesitaba? Lo único que se le ocurría era entrar a su servicio, lo que llevaba a otro problema: ¿qué servicio ocupaba un señor que viajaba mucho? ¿ocuparía mucamas o cocineras en su séquito? No se le ocurría otra cosa que pudiera hacer la pirata. Que la chica no supiera de tareas domésticas no era obstáculo, bien podía hacerlas ella. ¿Pero tendría plazas para servicio de ese tipo el señor? ¿Querría Sophitia siquiera simular que era una camarera o una cocinera?
Miró con curiosidad a Sophitia cuando dijo que le daba vueltas la cabeza, ¿tendría fiebre? Iba a tocarle la frente para comprobarlo cuando su amiga propuso que fueran a comer algo. No tuvo que pensar la respuesta, un rugido de su estómago estuvo a punto de contestar por ella.
- ¡Claro! es una idea estupenda. ¿Dónde vamos?
Desde su punto de vista la reunión había sido interesante, emocionante y esperanzadora. ¡Sophitia tendría por fin un barco y ella, la manera de regresar a casa! Tan feliz la hacía la idea que no reparó en el mutismo de su amiga mientras abandonaban la casona. Caminaba como entre nubes, tejiendo en su mente planes que les permitieran llevar a cabo con éxito su misión.
No tenía experiencia en labores de espionaje formal – alguna que otra vez se había colado por ahí a escuchar lo que no debía - pero no era tonta y se daba cuenta de que era esencial que lograran acercarse mucho y durante mucho tiempo al sujeto en cuestión sin levantar sospechas. El punto era, claro, el cómo lograrlo. Ella podía mantenerse permanentemente mimetizada e ir donde quisiera, pero Sophitia no.
¿Cómo lograr que se acercara lo suficiente al señor X para que pudiera conseguir la información que necesitaba? Lo único que se le ocurría era entrar a su servicio, lo que llevaba a otro problema: ¿qué servicio ocupaba un señor que viajaba mucho? ¿ocuparía mucamas o cocineras en su séquito? No se le ocurría otra cosa que pudiera hacer la pirata. Que la chica no supiera de tareas domésticas no era obstáculo, bien podía hacerlas ella. ¿Pero tendría plazas para servicio de ese tipo el señor? ¿Querría Sophitia siquiera simular que era una camarera o una cocinera?
Miró con curiosidad a Sophitia cuando dijo que le daba vueltas la cabeza, ¿tendría fiebre? Iba a tocarle la frente para comprobarlo cuando su amiga propuso que fueran a comer algo. No tuvo que pensar la respuesta, un rugido de su estómago estuvo a punto de contestar por ella.
- ¡Claro! es una idea estupenda. ¿Dónde vamos?
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
El optimismo y la despreocupación de Florangel eran contagiosos, uno nunca podía estar seguro si era extremadamente positiva ante todo o si simplemente era ingenua. Por supuesto que para Sophitia era como una luz resplandeciente, demasiadas personas que no valían ni un penique la habían rodeado siempre, era como una brisa de aire fresco el encontrarse a una persona así.
La hechicera parecía estar al margen de todo eso, de las preocupaciones, del enorme problema que se les venia encima. Pero, pensó la pirata, estaba perfecto que así fuera, aun no era tiempo de preocuparse, siquiera habían llegado a la isla, ya tendrían para disgustos luego.
- A donde tu quieras, querida . Dijo mientras la agarraba del brazo y reía. Es que la había logrado poner de buen humor, y eso era algo que había que festejar.
Miro los diferentes lugares que se le presentaban, su primera idea era ir a las lúgubres tabernas que solía visitar, de paso vería a varios viejos amigos y todo eso. Miro a Florangel dispuesta a proponerselo, mas luego pensó que no estaría mal hacer algo un poco mas civilizado para variar, mas.... ¿de chicas? La simple idea le generaba rechazo, no, era un paso demasiado grande para ella aun.... Un lugar intermedio estaría bien....
Se fijo en una casa de comidas mas bien tranquilo que había a pocos metros, parecía un lugar decente, donde gente trabajadora iba a comer y no la sucia escoria de borrachos que solía ver Sophitia.
-¿Qué te parece ahí? -
La hechicera parecía estar al margen de todo eso, de las preocupaciones, del enorme problema que se les venia encima. Pero, pensó la pirata, estaba perfecto que así fuera, aun no era tiempo de preocuparse, siquiera habían llegado a la isla, ya tendrían para disgustos luego.
- A donde tu quieras, querida . Dijo mientras la agarraba del brazo y reía. Es que la había logrado poner de buen humor, y eso era algo que había que festejar.
Miro los diferentes lugares que se le presentaban, su primera idea era ir a las lúgubres tabernas que solía visitar, de paso vería a varios viejos amigos y todo eso. Miro a Florangel dispuesta a proponerselo, mas luego pensó que no estaría mal hacer algo un poco mas civilizado para variar, mas.... ¿de chicas? La simple idea le generaba rechazo, no, era un paso demasiado grande para ella aun.... Un lugar intermedio estaría bien....
Se fijo en una casa de comidas mas bien tranquilo que había a pocos metros, parecía un lugar decente, donde gente trabajadora iba a comer y no la sucia escoria de borrachos que solía ver Sophitia.
-¿Qué te parece ahí? -
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
- Eso es trampa, ¿cómo voy a elegir yo si ni siquiera conozco este lugar? – contestó, haciendo eco a la risa de su amiga.
Le alegraba ver que no estaba enferma y que recuperaba el buen humor; Sophitia se preocupaba demasiado. La capacidad de analizar las consecuencias a largo plazo de sus acciones y decisiones no estaba muy desarrollada en Florangél. Ella simplemente vivía el momento, intensamente, con todo lo bueno y malo que trajera. ¿Para qué preocuparse ahora por lo que pudiera pasar en Moramaille o aún en el viaje de ida hacia esa isla si ahora estaban en Nehemen, en una linda noche junto al mar, a las puertas de una emocionante aventura que además podía ayudarles a su amiga y a ella a cumplir sus anhelos? Preocuparse por lo que pudiera pasar después hacía que uno se perdiera de todo lo bueno que estuviera pasando ahora; era una mala costumbre.
Sin embargo, preocuparse no era lo mismo que hacer planes, claro está. No es que ella tuviera mucha práctica en planear, sin embargo. Las cosas solían sucederle de improviso y se enfrentaba a ellas tan bien como su imaginación y su determinación se lo permitían, lo que no era poco. En ocasiones, sí, lograba planear lo que iba a hacer, pero o sus planes eran muy breves o eran muy inexactos y al final el resultado era el mismo que si no hubiese planeado nada. Con todo, no se desalentaba y se había dado el trabajo de urdir algunos planes, o esbozos de planes más bien, para la misión que debían realizar y tenía tantas ganas de contárselos a Sophitia como de comer algún guiso sabroso y calentito. Seguro que ambas pensando juntas elaborarían un plan genial.
Miró algo sorprendida el lugar que la pirata le señalaba; el lugar que le indicaba se veía muy bien, pero por alguna razón había imaginado que ella elegiría una taberna.
- Tiene buena pinta, ¡entremos!
Caminaba mientras hablaba y en un santiamén, ya había traspuesto el umbral y miraba hacia un comedor de paredes blancas, bien iluminado, amoblado con mesas y taburetes de madera, con una puerta en la pared de enfrente que daba a la cocina. Estaba bastante lleno a esa hora, con un público de hombre y mujeres de aspecto cansado después de la jornada del día. El ambiente estaba lleno de sonidos - de cubiertos al chocar contra la vajilla, de personas charlando, de una que otra risa – y de apetitosos olores que provenían tanto de los platos que estaban en las mesas como de aquellos que traía de tanto en tanto una mesera de edad mediana.
- ¡Mira, ahí hay una mesa libre!
Le alegraba ver que no estaba enferma y que recuperaba el buen humor; Sophitia se preocupaba demasiado. La capacidad de analizar las consecuencias a largo plazo de sus acciones y decisiones no estaba muy desarrollada en Florangél. Ella simplemente vivía el momento, intensamente, con todo lo bueno y malo que trajera. ¿Para qué preocuparse ahora por lo que pudiera pasar en Moramaille o aún en el viaje de ida hacia esa isla si ahora estaban en Nehemen, en una linda noche junto al mar, a las puertas de una emocionante aventura que además podía ayudarles a su amiga y a ella a cumplir sus anhelos? Preocuparse por lo que pudiera pasar después hacía que uno se perdiera de todo lo bueno que estuviera pasando ahora; era una mala costumbre.
Sin embargo, preocuparse no era lo mismo que hacer planes, claro está. No es que ella tuviera mucha práctica en planear, sin embargo. Las cosas solían sucederle de improviso y se enfrentaba a ellas tan bien como su imaginación y su determinación se lo permitían, lo que no era poco. En ocasiones, sí, lograba planear lo que iba a hacer, pero o sus planes eran muy breves o eran muy inexactos y al final el resultado era el mismo que si no hubiese planeado nada. Con todo, no se desalentaba y se había dado el trabajo de urdir algunos planes, o esbozos de planes más bien, para la misión que debían realizar y tenía tantas ganas de contárselos a Sophitia como de comer algún guiso sabroso y calentito. Seguro que ambas pensando juntas elaborarían un plan genial.
Miró algo sorprendida el lugar que la pirata le señalaba; el lugar que le indicaba se veía muy bien, pero por alguna razón había imaginado que ella elegiría una taberna.
- Tiene buena pinta, ¡entremos!
Caminaba mientras hablaba y en un santiamén, ya había traspuesto el umbral y miraba hacia un comedor de paredes blancas, bien iluminado, amoblado con mesas y taburetes de madera, con una puerta en la pared de enfrente que daba a la cocina. Estaba bastante lleno a esa hora, con un público de hombre y mujeres de aspecto cansado después de la jornada del día. El ambiente estaba lleno de sonidos - de cubiertos al chocar contra la vajilla, de personas charlando, de una que otra risa – y de apetitosos olores que provenían tanto de los platos que estaban en las mesas como de aquellos que traía de tanto en tanto una mesera de edad mediana.
- ¡Mira, ahí hay una mesa libre!
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
El lugar parecía de lo mas agradable, estaba pintado en unos lindos tonos cálidos, las mesas estaban limpias al igual que el piso, la comida se veía y se olía deliciosa y prácticamente no se estaba bebiendo alcohol, mas que algo de vino o una garra de cerveza para acompañar el plato.
Sin duda el cambio era importante, Sophitia casi se sentía desubicada entrando a un lugar así, pero su amiga se lo merecía, se lo merecía más que nadie. La pirata sonrió al verla tan contenta, comerían en ese lugar, pedirían un cuarto y a la mañana ni bien saliera el sol se marcharían a cumplir con la misión.
- Siéntate, ponte cómoda que yo pediré las cosas en la barra - Dijo dándole un pequeño empujón en la cintura.
Fue sin mas directamente a donde estaba la que suponía la dueña del lugar. Se trataba de una mujer de contextura robusta, de pechos grandes bien cubiertos por el vestido y caderas anchas típicas de las mujeres que pasaron por varios hijos. Tenía por lo general una sonrisa gentil de mejillas rosadas, pero este no era el caso, ya que Sophitia tenía toda la imagen de ser una pirata, y eso no le gustaba.
- ¿Puedo ayudarla? - Dijo nerviosa.
- Si, por favor quiero dos comidas del día, que sea con alguna clase de jugo para acompañar. Y un cuarto por una noche, dos camas - Dijo la pirata haciendo caso omiso de la poca cortesía de la dueña. Esa noche no quería pelear, se comportaría como una buena chica... Solo por hoy....
La muchacha simplemente dejo el dinero sobre la barra y volvió junto a Florangel, no debía tentar a su mal humor. Se sentó en la mesa que habían elegido y espero la comida, que por suerte no tardo mucho en llegar, junto al jugo y la llave de un cuarto del segundo piso.
- Por hoy disfrutemos, mañana mismo empieza todo - Levanto el vaso para brindar - Porque la misión sea un éxito, y por nuestro futuro barco - Dijo sonriendo absolutamente feliz. Luego tomo un poco del liquido, no era cerveza.... ¡Pero estaba bien!
Sin duda el cambio era importante, Sophitia casi se sentía desubicada entrando a un lugar así, pero su amiga se lo merecía, se lo merecía más que nadie. La pirata sonrió al verla tan contenta, comerían en ese lugar, pedirían un cuarto y a la mañana ni bien saliera el sol se marcharían a cumplir con la misión.
- Siéntate, ponte cómoda que yo pediré las cosas en la barra - Dijo dándole un pequeño empujón en la cintura.
Fue sin mas directamente a donde estaba la que suponía la dueña del lugar. Se trataba de una mujer de contextura robusta, de pechos grandes bien cubiertos por el vestido y caderas anchas típicas de las mujeres que pasaron por varios hijos. Tenía por lo general una sonrisa gentil de mejillas rosadas, pero este no era el caso, ya que Sophitia tenía toda la imagen de ser una pirata, y eso no le gustaba.
- ¿Puedo ayudarla? - Dijo nerviosa.
- Si, por favor quiero dos comidas del día, que sea con alguna clase de jugo para acompañar. Y un cuarto por una noche, dos camas - Dijo la pirata haciendo caso omiso de la poca cortesía de la dueña. Esa noche no quería pelear, se comportaría como una buena chica... Solo por hoy....
La muchacha simplemente dejo el dinero sobre la barra y volvió junto a Florangel, no debía tentar a su mal humor. Se sentó en la mesa que habían elegido y espero la comida, que por suerte no tardo mucho en llegar, junto al jugo y la llave de un cuarto del segundo piso.
- Por hoy disfrutemos, mañana mismo empieza todo - Levanto el vaso para brindar - Porque la misión sea un éxito, y por nuestro futuro barco - Dijo sonriendo absolutamente feliz. Luego tomo un poco del liquido, no era cerveza.... ¡Pero estaba bien!
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
Se acomodó en la mesa sin protestar y siguió a Sophitia con la mirada cuando ésta se dirigió a la barra a encargar la comida. Desde donde estaba, no podía oír lo que la mujer que atendía le decía a la pirata, pero sí pudo ver como su sonrisa se había borrado como por encanto y había sido reemplazada por un gesto de desconfianza y temor al acercarse ésta.
Frunció el ceño contrariada al observar ese cambio en el rostro de la dueña y tensó sus músculos, dispuesta a levantarse e ir en defensa de su amiga a la menor insinuación de que ella pudiera ser víctima de insultos o se intentara echarla del lugar, pero la calma que Sophitia mostraba la convenció que nada de eso iba a pasar. Para cuando la muchacha regresó a la mesa, Florangél estaba nuevamente relajada y alegre.
- Este lugar es muy agradable, pero parece que la dueña tiene mal genio; no me gustó la cara que puso cuando te vio – comentó cuando Sophitia se hubo sentado – Ojalá la comida sea buena.
Con cada segundo que pasaba sentía que su hambre aumentaba y recibió con verdadero alborozo la comida cuando llegó ¡Dos platos de humeante cocido que olían a delicias! Y un jarro de exquisito jugo de melocotón. Se sirvió un vaso y acompañó entusiasta el brindis de la pirata.
- ¡Por el éxito de la misión, por nuestro futuro barco y porque somos amigas!
Se bebió todo el contenido del vaso de un solo y largo trago y, durante los minutos siguientes dedicó toda su atención a la comida. Ésta sabía tan bien como olía y cada cucharada que engullía era un auténtico placer. Terminaba ya su plato cuando levantó la vista para mirar a Sophitia con los ojos brillantes y las mejillas arreboladas por el calor que la cena le había provocado.
- ¿Has pensado ya en algún plan? Porque a mí ya se me ocurrió una idea: ir mimetizada para que todo el mundo piense que vas sola.
Hablaba con toda naturalidad y libertad. La idea de que alguien pudiera estar interesado en escuchar lo que hablaban no se le había ocurrido y, por lo demás, tampoco estaba gritando como para que todos los que estaban en el comedor pudieran oírla.
Frunció el ceño contrariada al observar ese cambio en el rostro de la dueña y tensó sus músculos, dispuesta a levantarse e ir en defensa de su amiga a la menor insinuación de que ella pudiera ser víctima de insultos o se intentara echarla del lugar, pero la calma que Sophitia mostraba la convenció que nada de eso iba a pasar. Para cuando la muchacha regresó a la mesa, Florangél estaba nuevamente relajada y alegre.
- Este lugar es muy agradable, pero parece que la dueña tiene mal genio; no me gustó la cara que puso cuando te vio – comentó cuando Sophitia se hubo sentado – Ojalá la comida sea buena.
Con cada segundo que pasaba sentía que su hambre aumentaba y recibió con verdadero alborozo la comida cuando llegó ¡Dos platos de humeante cocido que olían a delicias! Y un jarro de exquisito jugo de melocotón. Se sirvió un vaso y acompañó entusiasta el brindis de la pirata.
- ¡Por el éxito de la misión, por nuestro futuro barco y porque somos amigas!
Se bebió todo el contenido del vaso de un solo y largo trago y, durante los minutos siguientes dedicó toda su atención a la comida. Ésta sabía tan bien como olía y cada cucharada que engullía era un auténtico placer. Terminaba ya su plato cuando levantó la vista para mirar a Sophitia con los ojos brillantes y las mejillas arreboladas por el calor que la cena le había provocado.
- ¿Has pensado ya en algún plan? Porque a mí ya se me ocurrió una idea: ir mimetizada para que todo el mundo piense que vas sola.
Hablaba con toda naturalidad y libertad. La idea de que alguien pudiera estar interesado en escuchar lo que hablaban no se le había ocurrido y, por lo demás, tampoco estaba gritando como para que todos los que estaban en el comedor pudieran oírla.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
No pudo mas que sonreír al escuchar el brindis de Florangel, sin duda que festejaba mucho más por ese ultimo punto que por todos los demás. El conseguir una amiga podía ser algo extremadamente complicado para ella, no es necesario ni explicarlo, el motivo es obvio. Pero de la nada esta muchacha había surgido, y había alegrado su mundo, era un excelente motivo para celebrar.
Se tomo su tiempo para comer la deliciosa cena, el estar pensando en otras cosas hacia que se quedara con el tenedor a medio camino en más de una oportunidad. Pero solo pocos minutos después que su amiga, termino su plato, estaba lista para poner toda su atención a la charla.
Escucho el plan, no del todo tranquila de que no hubiese nadie escuchando, pero como no daban nombres, ni detalle alguno, podían estar hablando de cualquier tema, nada las comprometía. No era mala la idea de Florangel, solo podía agregarle algunos detalles.
- No esta mal, tengo que averiguar primero un par de cosas sobre este tipo. Si contrata guardaespaldas o mercenarios, entonces podría hacer que me contrate... Pero no podré planear mucho hasta que no vea como se maneja- Termino de beber el jugo pensativa.
Tomo la llave del cuarto que había quedado sobre la mesa, y jugo con ellas un momento.
- Creo que es mejor ir al cuarto y seguir allí, aparte, no nos conviene dormirnos tarde - Se puso en pie mientras decía esto ultimo y enfilo hacia el dormitorio.
Tenía algunas dudas sobre el mimetismo de la chica, tenía que preguntarle varias cosas. Abrió la puerta de la habitación, era sencilla, pero limpia, con dos camas, dos mesitas de dormir y unos cajones para guardar cosas varias. Se sentó en una de las literas y se quitó la botas, tenia el cuerpo muy cansado por el largo y estresante día.
- No desconfió en lo absoluto de tus habilidades - Dijo atajándose Sophitia - ¿Pero estas segura que podrás seguirme estando invisible y esquivar a todos los que estén al rededor? Si alguno te tocara se acabaría el juego...
Se masajeaba los pies mientras preguntaba, al final, se dejo caer en el colchón agotada, escuchando la respuesta.
Se tomo su tiempo para comer la deliciosa cena, el estar pensando en otras cosas hacia que se quedara con el tenedor a medio camino en más de una oportunidad. Pero solo pocos minutos después que su amiga, termino su plato, estaba lista para poner toda su atención a la charla.
Escucho el plan, no del todo tranquila de que no hubiese nadie escuchando, pero como no daban nombres, ni detalle alguno, podían estar hablando de cualquier tema, nada las comprometía. No era mala la idea de Florangel, solo podía agregarle algunos detalles.
- No esta mal, tengo que averiguar primero un par de cosas sobre este tipo. Si contrata guardaespaldas o mercenarios, entonces podría hacer que me contrate... Pero no podré planear mucho hasta que no vea como se maneja- Termino de beber el jugo pensativa.
Tomo la llave del cuarto que había quedado sobre la mesa, y jugo con ellas un momento.
- Creo que es mejor ir al cuarto y seguir allí, aparte, no nos conviene dormirnos tarde - Se puso en pie mientras decía esto ultimo y enfilo hacia el dormitorio.
Tenía algunas dudas sobre el mimetismo de la chica, tenía que preguntarle varias cosas. Abrió la puerta de la habitación, era sencilla, pero limpia, con dos camas, dos mesitas de dormir y unos cajones para guardar cosas varias. Se sentó en una de las literas y se quitó la botas, tenia el cuerpo muy cansado por el largo y estresante día.
- No desconfió en lo absoluto de tus habilidades - Dijo atajándose Sophitia - ¿Pero estas segura que podrás seguirme estando invisible y esquivar a todos los que estén al rededor? Si alguno te tocara se acabaría el juego...
Se masajeaba los pies mientras preguntaba, al final, se dejo caer en el colchón agotada, escuchando la respuesta.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
Miró con los ojos muy abiertos a Sophitia cuando le expuso su idea ¡Por supuesto! ¿Cómo no se le había ocurrido? Mercenaria o guardaespaldas eran ocupaciones mucho más apropiadas para su amiga que de mucama o cocinera como ella había pensado.
- Y yo que imaginaba que podrías entrar al servicio doméstico del señor, a limpiarle sus trajes o preparar su comida, ¡qué boba soy!- rió.
Sin duda, había sido muy absurdo imaginar que Sophitia siquiera iba a consentir en parecer algún tipo de sirvienta. Volvió a reír cuando la oyó decir que no les convenía dormirse tarde.
- ¡Vaya! Estás hablando como mi madre – comentó mientras la seguía a la habitación que les habían dado.
El dormitorio era sencillo, pero muchísimo mejor que el de aquella posada de Trinacria que había sido su primer albergue al llegara Jasperia; la encontró incluso bonita. Todo estaba más limpio y en mejor estado y las camas se veían cómodas. Se sentó en la cama que quedó libre e, imitando a su amiga, se quitó las botas y se masajeó los pies; no estaba acostumbrada a ese tipo de calzado y hacía ya rato que sus pies reclamaban, aunque con la emoción de la naciente aventura no les había prestado atención.
Lejos de molestarla o tomarla como una falta de confianza en sus capacidades, la pregunta que le hizo su amiga le pareció perfectamente razonable. Después de todo, ella sólo podía desaparecer de la vista de la gente, no se esfumaba en el aire.
- Bueno, la gente sí podría tocarme y oírme, desde luego. Tendré que ser muy sigilosa y estar muy atenta para no tener problemas. Tampoco es necesario que ande pegada a ti, creo yo. Puedo seguirte a distancia, sobre todo si hay mucha gente cerca y colarme a aquellos lugares en que tú no puedas entrar.
Evitar que la gente la tocara o tropezara con ella era relativamente fácil, tenía ya práctica en ello. Que no la oyeran, era un poco más difícil, pero estaba segura de que si se mantenía alerta podría lograrlo.
- Y yo que imaginaba que podrías entrar al servicio doméstico del señor, a limpiarle sus trajes o preparar su comida, ¡qué boba soy!- rió.
Sin duda, había sido muy absurdo imaginar que Sophitia siquiera iba a consentir en parecer algún tipo de sirvienta. Volvió a reír cuando la oyó decir que no les convenía dormirse tarde.
- ¡Vaya! Estás hablando como mi madre – comentó mientras la seguía a la habitación que les habían dado.
El dormitorio era sencillo, pero muchísimo mejor que el de aquella posada de Trinacria que había sido su primer albergue al llegara Jasperia; la encontró incluso bonita. Todo estaba más limpio y en mejor estado y las camas se veían cómodas. Se sentó en la cama que quedó libre e, imitando a su amiga, se quitó las botas y se masajeó los pies; no estaba acostumbrada a ese tipo de calzado y hacía ya rato que sus pies reclamaban, aunque con la emoción de la naciente aventura no les había prestado atención.
Lejos de molestarla o tomarla como una falta de confianza en sus capacidades, la pregunta que le hizo su amiga le pareció perfectamente razonable. Después de todo, ella sólo podía desaparecer de la vista de la gente, no se esfumaba en el aire.
- Bueno, la gente sí podría tocarme y oírme, desde luego. Tendré que ser muy sigilosa y estar muy atenta para no tener problemas. Tampoco es necesario que ande pegada a ti, creo yo. Puedo seguirte a distancia, sobre todo si hay mucha gente cerca y colarme a aquellos lugares en que tú no puedas entrar.
Evitar que la gente la tocara o tropezara con ella era relativamente fácil, tenía ya práctica en ello. Que no la oyeran, era un poco más difícil, pero estaba segura de que si se mantenía alerta podría lograrlo.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
Claro, las personas podrían tocarla y oírla si no tenía cuidado. Sophitia no pudo evitar poner un fugaz gesto inquieto al escuchar la respuesta, no le preocupaba tanto el fallar con la misión, sino mas bien que capturaran a su amiga espiando y la colgaran a modo de castigo.
Por otro lado, tenia razón en que no tenía porque estar cerca de ella todo el tiempo, podría llevar una vida tranquila la mayor parte del tiempo e ir en busca de información cuando la pirata no pudiera colarse, en lineas generales el plan sonaba bien. Resultaba un alivio contar con la ayuda de Florangel...
- De acuerdo - Dijo golpeando el puño sobre su mano abierta - Por el momento el plan esta bien, en cuanto veamos al tipo podremos decidir mejor - Agrego con una sonrisa emocionada.
De pronto fue consciente del cansancio que tenia, no habían tenido actividad física excesiva, ni nada semejante, pero la presión de hablar con Valeska y pensar en el plan a llevar acabo habían resultado muy estresantes. Sophitia llevo una de sus manos al hombro contrario y lo masajeo, intentando deshacer los nudos.
- Mañana partiremos en el primer barco que consigamos, así que descansa mucho, ¿De acuerdo preciosa? - Desistió con los masajes y se estiro en la cama - Quién sabe cuándo tendremos la oportunidad de dormir nuevamente sin preocuparnos por nada - Sin quererlo se le escapo un bostezo.
La joven pirata cerro los ojos y el sueño no tardo en llegar, su respiración se volvió lenta y regular, su cuerpo se relajo y al final el mundo real quedo muy atrás. Tal vez por estar con la panza aun llena, no pudo evitar tener sueños, miles de personas y recuerdos pasaron y se mezclaron sin coherencia alguna. Que extraño era soñar, era como si un niño agarrara los recuerdos de uno y los formara a su antojo, como si de arcilla se tratara.
La noche dio paso al día y antes de que lo quisieran la mayoría de los perezosos, el sol ya se hacia presente en el cielo.
Por otro lado, tenia razón en que no tenía porque estar cerca de ella todo el tiempo, podría llevar una vida tranquila la mayor parte del tiempo e ir en busca de información cuando la pirata no pudiera colarse, en lineas generales el plan sonaba bien. Resultaba un alivio contar con la ayuda de Florangel...
- De acuerdo - Dijo golpeando el puño sobre su mano abierta - Por el momento el plan esta bien, en cuanto veamos al tipo podremos decidir mejor - Agrego con una sonrisa emocionada.
De pronto fue consciente del cansancio que tenia, no habían tenido actividad física excesiva, ni nada semejante, pero la presión de hablar con Valeska y pensar en el plan a llevar acabo habían resultado muy estresantes. Sophitia llevo una de sus manos al hombro contrario y lo masajeo, intentando deshacer los nudos.
- Mañana partiremos en el primer barco que consigamos, así que descansa mucho, ¿De acuerdo preciosa? - Desistió con los masajes y se estiro en la cama - Quién sabe cuándo tendremos la oportunidad de dormir nuevamente sin preocuparnos por nada - Sin quererlo se le escapo un bostezo.
La joven pirata cerro los ojos y el sueño no tardo en llegar, su respiración se volvió lenta y regular, su cuerpo se relajo y al final el mundo real quedo muy atrás. Tal vez por estar con la panza aun llena, no pudo evitar tener sueños, miles de personas y recuerdos pasaron y se mezclaron sin coherencia alguna. Que extraño era soñar, era como si un niño agarrara los recuerdos de uno y los formara a su antojo, como si de arcilla se tratara.
La noche dio paso al día y antes de que lo quisieran la mayoría de los perezosos, el sol ya se hacia presente en el cielo.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Página 1 de 2. • 1, 2
Mar de Jaspia :: DUCADO DE CESSELE :: Nehmen :: Enie
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
14/11/24, 09:56 pm por Alma Swann
» El Vals de los Enmascarados
11/11/24, 09:24 am por Luthys
» Adonde me lleven los sueños
04/04/18, 08:55 pm por Lisandot
» Sentimientos encontrados
22/02/18, 10:03 pm por Songèrie
» El fin de un viaje y el comienzo de otro.
04/02/18, 03:16 pm por Florangél
» Vini, saquei, marchi
30/01/18, 06:23 pm por Narrador
» Rumbo a Moselec (Trama 3)
30/01/18, 06:01 pm por Narrador
» Trama 3 . Se reclutan piratas y maleantes varios
30/01/18, 05:58 pm por Narrador
» Vestigios del pasado
30/08/17, 06:51 pm por Auria