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La misión
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Mar de Jaspia :: DUCADO DE CESSELE :: Nehmen :: Enie
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Re: La misión
Ella tenía plena confianza en sus habilidades para no ser descubierta. Tenía amplia práctica en esquivar a la gente; había nacido con la cualidad de no ser vista por nadie que no perteneciera a su pueblo y sabía muy bien como evitar que la gente la atropellara o la pisoteara. Incluso el haber adquirido la capacidad de hacerse visible no la había hecho perder la práctica; no siempre le apetecía que la gente la viera, era divertido andar por ahí y observar lo que las personas hacían cuando creían que nadie las estaba mirando. Una sonrisita divertida se dibujó en su rostro al recordar alguna de esas cosas.
No ser oída tal vez fuera más complejo. No era torpe - no le sucederían cosas como caerse, derribar muebles u objetos o chocar con alguien- pero sí era impulsiva y eso podía jugarle en contra. Tendría que estar muy atenta para no delatarse con una exclamación o una risa inoportunas, por ejemplo. Sin embargo, no siendo plenamente consciente de su impulsividad, eso era algo que no la preocupaba en absoluto.
- Es un plan estupendo – afirmó totalmente convencida y tan emocionada como la pirata.
Ella no tenía sueño ni se sentía cansada, hubiera podido seguir hablando y planeando cosas la noche entera, pero podía ver con claridad que Sophitia estaba al borde del agotamiento. Era natural, después de todo ella se había llevado la parte más pesada; se merecía un buen descanso y ella no iba a impedírselo con su cháchara. Aún así, y pese a sus buenas intenciones, no pudo evitar formular una última pregunta, siguiendo una idea que se le había ocurrido de repente.
- ¿Iremos de compras antes de embarcarnos? Se supone que no debemos parecer piratas y estamos vestidas como tales.
¡Demasiado tarde! Su amiga se había quedado dormida antes de haberla escuchado siquiera; tendría que preguntarle por la mañana. Se levantó para arreglarle las cobijas y luego se metió en su propia cama. Tardó en dormirse, la emoción de la reciente aventura era demasiado intensa, pero cuando finalmente lo consiguió se hundió en un sueño profundo, en el que los sueños pasaban sin dejar huella alguna.
La luz del día recién iniciado entró por una ventanita, iluminando tenuemente una habitación en la que sólo podía verse una muchacha durmiendo.
No ser oída tal vez fuera más complejo. No era torpe - no le sucederían cosas como caerse, derribar muebles u objetos o chocar con alguien- pero sí era impulsiva y eso podía jugarle en contra. Tendría que estar muy atenta para no delatarse con una exclamación o una risa inoportunas, por ejemplo. Sin embargo, no siendo plenamente consciente de su impulsividad, eso era algo que no la preocupaba en absoluto.
- Es un plan estupendo – afirmó totalmente convencida y tan emocionada como la pirata.
Ella no tenía sueño ni se sentía cansada, hubiera podido seguir hablando y planeando cosas la noche entera, pero podía ver con claridad que Sophitia estaba al borde del agotamiento. Era natural, después de todo ella se había llevado la parte más pesada; se merecía un buen descanso y ella no iba a impedírselo con su cháchara. Aún así, y pese a sus buenas intenciones, no pudo evitar formular una última pregunta, siguiendo una idea que se le había ocurrido de repente.
- ¿Iremos de compras antes de embarcarnos? Se supone que no debemos parecer piratas y estamos vestidas como tales.
¡Demasiado tarde! Su amiga se había quedado dormida antes de haberla escuchado siquiera; tendría que preguntarle por la mañana. Se levantó para arreglarle las cobijas y luego se metió en su propia cama. Tardó en dormirse, la emoción de la reciente aventura era demasiado intensa, pero cuando finalmente lo consiguió se hundió en un sueño profundo, en el que los sueños pasaban sin dejar huella alguna.
La luz del día recién iniciado entró por una ventanita, iluminando tenuemente una habitación en la que sólo podía verse una muchacha durmiendo.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
Sophitia abrió un ojo primero, el que daba a la ventana en realidad, inmediatamente la fuerte luz de la mañana la convenció de que no era buena idea. Agarro la almohada y se la puso en la cabeza, era extraño no levantarse con dolor de cabeza y gusto a vomito en la boca, recordó que la noche anterior no había bebido ni una gota. Solo Florangel podría haber logrado algo así, debía admitir que se sentía bien empezar el día de ese modo.
Tenían que levantarse temprano "Bien, bien, arriba perezosa" quitó la almohada muy a su pesar y obligo a su cuerpo a que saliera de la cama. Sintió unos serios dolores en varias partes de su cuerpo, no había tenido tiempo aun de curarse de sus múltiples golpes. Hizo un gesto despreocupado, poca cosa ya se pasaría, se puso en pie, estiro el cuerpo y se sonó cuello y manos. Ya estaba lista para empezar...
Por primera vez miro hacia la cama de su amiga, en cierto modo no le sorprendió el no encontrarla allí, ya se había acostumbrado a las desapariciones de esta, sobre todo a los que sucedían mientras dormía. Si se fijaba bien, podía notarse la forma de la chica sobre la cama... Se sentó con cuidado junto a ella, medio adivinando descubrió donde estaba la cabeza, y la acaricio con mucho cuidado y dulzura.
- Oye, niña - Susurro - Vamos, ya es de día, hay que levantarse para ponernos en marcha - Parecía algo extraño un gesto tierno en una persona por lo general tan ruda, y estaba bien que así fuera, no era una parte que le mostrara a muchas personas, por no decir a casi nadie.
Tenían que levantarse temprano "Bien, bien, arriba perezosa" quitó la almohada muy a su pesar y obligo a su cuerpo a que saliera de la cama. Sintió unos serios dolores en varias partes de su cuerpo, no había tenido tiempo aun de curarse de sus múltiples golpes. Hizo un gesto despreocupado, poca cosa ya se pasaría, se puso en pie, estiro el cuerpo y se sonó cuello y manos. Ya estaba lista para empezar...
Por primera vez miro hacia la cama de su amiga, en cierto modo no le sorprendió el no encontrarla allí, ya se había acostumbrado a las desapariciones de esta, sobre todo a los que sucedían mientras dormía. Si se fijaba bien, podía notarse la forma de la chica sobre la cama... Se sentó con cuidado junto a ella, medio adivinando descubrió donde estaba la cabeza, y la acaricio con mucho cuidado y dulzura.
- Oye, niña - Susurro - Vamos, ya es de día, hay que levantarse para ponernos en marcha - Parecía algo extraño un gesto tierno en una persona por lo general tan ruda, y estaba bien que así fuera, no era una parte que le mostrara a muchas personas, por no decir a casi nadie.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
No solía ser remisa para levantarse. Generalmente abría los ojos al amanecer llena de energías para enfrentar lo que para ella era, siempre, el comienzo de un apasionante día, pero esa mañana fue un poco diferente a lo usual. Aunque ella no se había dado cuenta de eso, los días anteriores también habían sido cansadores para ella y, además de eso, se había dormido muy tarde. Así que siguió durmiendo profundamente cuando los rayos del sol iluminaron la habitación.
Cuando Sophitia acarició su cabeza se movió un poco, suspirando. Su voz atravesó la capa de sueño que la envolvía y su dulzura le evocó a su madre.
- ¿Mamá? – murmuró, aún medio dormida y se incorporó restregándose los ojos – Estaba soñando…
Se interrumpió cuando su mirada tropezó con la figura de Sophitia, sentada a su lado. En un instante recordó todo y si su amiga hubiese podido verla en ese instante, hubiera notado como se ruborizaba hasta la raíz del pelo por su confusión.
- ¡Qué tonta soy! – rió - Creí que eras mamá,
Su azoramiento no duró mucho, sin embargo. Ya estaba completamente despierta y la expectativa del día que comenzaba borró todo rastro de confusión y vergüenza. Echando atrás las cobijas, salió de la cama de un salto, lanzando una andanada de preguntas sobre la pirata.
- ¿Tú dormiste bien? ¿Crees que podamos bañarnos antes de desayunar? Porque desayunaremos antes de irnos, ¿verdad? ¿Iremos de compras antes de embarcarnos? ¿Qué barco tomaremos? ¿Tardaremos mucho en llegar?
Sólo cuando terminó de hablar recordó hacerse visible para su amiga.
Cuando Sophitia acarició su cabeza se movió un poco, suspirando. Su voz atravesó la capa de sueño que la envolvía y su dulzura le evocó a su madre.
- ¿Mamá? – murmuró, aún medio dormida y se incorporó restregándose los ojos – Estaba soñando…
Se interrumpió cuando su mirada tropezó con la figura de Sophitia, sentada a su lado. En un instante recordó todo y si su amiga hubiese podido verla en ese instante, hubiera notado como se ruborizaba hasta la raíz del pelo por su confusión.
- ¡Qué tonta soy! – rió - Creí que eras mamá,
Su azoramiento no duró mucho, sin embargo. Ya estaba completamente despierta y la expectativa del día que comenzaba borró todo rastro de confusión y vergüenza. Echando atrás las cobijas, salió de la cama de un salto, lanzando una andanada de preguntas sobre la pirata.
- ¿Tú dormiste bien? ¿Crees que podamos bañarnos antes de desayunar? Porque desayunaremos antes de irnos, ¿verdad? ¿Iremos de compras antes de embarcarnos? ¿Qué barco tomaremos? ¿Tardaremos mucho en llegar?
Sólo cuando terminó de hablar recordó hacerse visible para su amiga.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
La pirata no pudo evitar reírse un poco al escuchar el comentario, a la vez, tampoco pudo obviar un gesto de ternura. A veces se le olvidaba que al fin y al cabo Florangel también era una joven, era normal que extrañara su hogar. Ella misma muchas veces pensaba en eso, no podía decir que lo extrañara, porque nunca lo había conocido, pero si le provocaba cierto sentimiento de nostalgia.
Sintió como se levantaba de la cama, aunque obviamente no pudo ver la vergüenza hecha rubor en sus mejillas. Tenía ganas de darle un gran abrazo, pero siquiera sabia bien como estaba ubicada, así que simplemente respondió a sus primeros comentarios.
- !jajaja! Me han confundido con muchas cosas, pero es la primera vez que me confunden con una madre - Dijo riendo, y es que la simple idea era ridícula. Se imagino un segundo con un montón de críos corriéndole entre las piernas, no, sin duda no podría controlar algo así.
Sin darse cuenta de que aun seguía siendo invisible, la joven hechicera comenzó a largar toda una serie de preguntas una tras otra. Sophitia la "miro" azorada, sin saber donde mirar en realidad. Puso en orden las preguntas antes de contestar.
- Dormí de maravilla, estamos apuradas, así que tan solo compraremos algo de pan y queso abajo y desayunaremos mientras vamos al comercio a comprar ropas adecuadas - Tomo un poco de aire antes de continuar - Tomaremos el primer barco que podamos y si pasa por algunas islas antes mejor, no quiero que se sepa que vamos directamente desde aquí si voy a ocultar que soy pirata y tardaremos lo que tardemos.
Sabia que seguramente la reina tendría algo de apuro por recibir su hermosa información, pero era mejor que la acusara de lenta, pero precavida, y no que la descubrieran y la mataran.
Por fin podía ver a su amiga, le sonrío y se dirigió a la puerta con paso tranquilo.
- Ponte en orden y baja, ¿si? Yo empezare a pedir algo de comida - Dicho eso empezó a bajar las escaleras y fue directo a la barra. De día estaba el que imagino sería el hijo mayor de la dueña, un muchacho que apenas debía tener la mayoría de edad, su gesto aun era el de un niño, aunque una pequeña barba comenzaba a insinuarse en su rosado rostro. Sophitia se acerco y apoyando un codo sobre la tabla dijo.
- Dame algo de pan y queso, nos llevamos el desayuno – Miro atrás a ver si Florangel ya estaba.
- S-si... Si, señorita. Aquí tiene – La pirata solo dio unas monedas y no le contesto, ya tenia ganas de irse de ese lugar, tomo las cosas y las guardo en una bolsa de viaje muy simple.
Su compañera de travesias ya estaba lista, y la pirata no pudo mas que abrirle la puerta a la aventura con una sonrisa de oreja a oreja.
Sintió como se levantaba de la cama, aunque obviamente no pudo ver la vergüenza hecha rubor en sus mejillas. Tenía ganas de darle un gran abrazo, pero siquiera sabia bien como estaba ubicada, así que simplemente respondió a sus primeros comentarios.
- !jajaja! Me han confundido con muchas cosas, pero es la primera vez que me confunden con una madre - Dijo riendo, y es que la simple idea era ridícula. Se imagino un segundo con un montón de críos corriéndole entre las piernas, no, sin duda no podría controlar algo así.
Sin darse cuenta de que aun seguía siendo invisible, la joven hechicera comenzó a largar toda una serie de preguntas una tras otra. Sophitia la "miro" azorada, sin saber donde mirar en realidad. Puso en orden las preguntas antes de contestar.
- Dormí de maravilla, estamos apuradas, así que tan solo compraremos algo de pan y queso abajo y desayunaremos mientras vamos al comercio a comprar ropas adecuadas - Tomo un poco de aire antes de continuar - Tomaremos el primer barco que podamos y si pasa por algunas islas antes mejor, no quiero que se sepa que vamos directamente desde aquí si voy a ocultar que soy pirata y tardaremos lo que tardemos.
Sabia que seguramente la reina tendría algo de apuro por recibir su hermosa información, pero era mejor que la acusara de lenta, pero precavida, y no que la descubrieran y la mataran.
Por fin podía ver a su amiga, le sonrío y se dirigió a la puerta con paso tranquilo.
- Ponte en orden y baja, ¿si? Yo empezare a pedir algo de comida - Dicho eso empezó a bajar las escaleras y fue directo a la barra. De día estaba el que imagino sería el hijo mayor de la dueña, un muchacho que apenas debía tener la mayoría de edad, su gesto aun era el de un niño, aunque una pequeña barba comenzaba a insinuarse en su rosado rostro. Sophitia se acerco y apoyando un codo sobre la tabla dijo.
- Dame algo de pan y queso, nos llevamos el desayuno – Miro atrás a ver si Florangel ya estaba.
- S-si... Si, señorita. Aquí tiene – La pirata solo dio unas monedas y no le contesto, ya tenia ganas de irse de ese lugar, tomo las cosas y las guardo en una bolsa de viaje muy simple.
Su compañera de travesias ya estaba lista, y la pirata no pudo mas que abrirle la puerta a la aventura con una sonrisa de oreja a oreja.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
Quizás al principio podía parecer absurdo imaginarse a la pirata como una madre, pero Flor tenía la corazonada de que la joven tenía mucho más instinto maternal del que ella misma creía; en los pocos días que tenían de conocerse en más de una ocasión se había portado como una, a juicio de Flor.
- ¡Si, señora! – contestó con entusiasmo ante su indicación y se puso manos a la obra.
A falta de algo mejor, hizo sus abluciones con agua creada por ella misma en un pequeño recipiente que encontró por allí y se acomodó el pelo lo mejor que pudo, suspirando por un buen baño de agua caliente, un peine y un espejo… y un vestido. Había sido divertido ir de pantalones y botas por unos días, pero ya extrañaba usar su atuendo habitual. ¿Comprar un vestido bonito estaría contemplado dentro de los gastos de la misión? Claro que si iba a estar mimetizada no importaba mucho como estuviera vestida, pero le gustaba la ropa bonita…
De repente se dio cuenta que había perdido mucho tiempo fantaseando, así que terminó su arreglo con rapidez y bajó corriendo la escalera, cruzó como una exhalación delante de la barra – dirigiéndole una amplia sonrisa al chico que la atendía al pasar – y se detuvo junto a Sophitia.
El día estaba espléndido, no había ni una sola nube en el cielo y, pese a lo temprano de la hora, ya hacía calor. Interiormente hizo votos para que el clima siguiera así hasta que llegaran a destino y no tuvieran que vérselas con una tormenta. Pensar en tener que pasar por otra a bordo la hacía dudar de su futuro náutico.
- ¿Hay algún mercado por aquí cerca? – le preguntó a la pirata cuando estuvieron afuera - ¿Qué tipo de ropa deberemos usar? ¿Puedo comprar un vestido?
- ¡Si, señora! – contestó con entusiasmo ante su indicación y se puso manos a la obra.
A falta de algo mejor, hizo sus abluciones con agua creada por ella misma en un pequeño recipiente que encontró por allí y se acomodó el pelo lo mejor que pudo, suspirando por un buen baño de agua caliente, un peine y un espejo… y un vestido. Había sido divertido ir de pantalones y botas por unos días, pero ya extrañaba usar su atuendo habitual. ¿Comprar un vestido bonito estaría contemplado dentro de los gastos de la misión? Claro que si iba a estar mimetizada no importaba mucho como estuviera vestida, pero le gustaba la ropa bonita…
De repente se dio cuenta que había perdido mucho tiempo fantaseando, así que terminó su arreglo con rapidez y bajó corriendo la escalera, cruzó como una exhalación delante de la barra – dirigiéndole una amplia sonrisa al chico que la atendía al pasar – y se detuvo junto a Sophitia.
El día estaba espléndido, no había ni una sola nube en el cielo y, pese a lo temprano de la hora, ya hacía calor. Interiormente hizo votos para que el clima siguiera así hasta que llegaran a destino y no tuvieran que vérselas con una tormenta. Pensar en tener que pasar por otra a bordo la hacía dudar de su futuro náutico.
- ¿Hay algún mercado por aquí cerca? – le preguntó a la pirata cuando estuvieron afuera - ¿Qué tipo de ropa deberemos usar? ¿Puedo comprar un vestido?
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
La pirata levanto la vista al cielo, estaba pintado de un hermoso azul, mezcla de rosa en unas pequeñas partes producto del sol que hace poco salia. Olio un poco el aire, y aparte de los normales olores esperables en cualquier ciudad de humanos, se podía notar que era un viento seco, no habría lluvia por ese día al menos.
Sophitia asintió contenta con el diagnostico, no le molestaban las tormentas a bordo, pero si podía evitarlas mejor, no era de buen agüero el empezar una misión con mal tiempo. Escucho las que parecían miles de preguntas, intentando no echarse a reír.
- El mercado esta cerca, pero no creo que este abierto aun, con suerte encontraremos algunos puestos abiertos - Dijo apurando el paso - Puedes usar la ropa que quieras, hermosa. Tu tarea sera pasar desapercibida, así que comprate lo que más te guste - Se puso un dedo en el mentón pensando - Y creo que yo llevare algo un poco mas formal, una mercenaria debe tener ropa presentable pero que a la vez la deje pelear.
Pensó en que sería lo mas adecuado mientras se acercaban a lo que era el comienzo del mercado, como había supuesto, eran pocos los comerciantes que abrían tan temprano. Caminaron varias cuadras, y la pirata ya comenzaba a creer que no encontrarían nada de lo que buscaban, cuando vio un poco mas adelante un lugar que le podía servir.
Se acerco rápido y busco algo que se le ajustara bien, pronto se decidió por una buenas botas, una camisa formal y unos pantalones marrones. Contemplo un momento las tres piezas y asintió conforme, era mucho mas formal que su ropa, pero le permitiría pelear llegado el caso. Pago lo que correspondía y lo guardo todo en su bolsa mientras sacaba el pan y lo rompía en dos.
- Con esto yo estoy lista - Dijo dándole la mitad del pan - Busquemos lo tuyo ahora.
Una vez terminaras las compras irían directo al puerto a subirse a un barco, cualquiera fuera, pero mientras antes mejor.
Sophitia asintió contenta con el diagnostico, no le molestaban las tormentas a bordo, pero si podía evitarlas mejor, no era de buen agüero el empezar una misión con mal tiempo. Escucho las que parecían miles de preguntas, intentando no echarse a reír.
- El mercado esta cerca, pero no creo que este abierto aun, con suerte encontraremos algunos puestos abiertos - Dijo apurando el paso - Puedes usar la ropa que quieras, hermosa. Tu tarea sera pasar desapercibida, así que comprate lo que más te guste - Se puso un dedo en el mentón pensando - Y creo que yo llevare algo un poco mas formal, una mercenaria debe tener ropa presentable pero que a la vez la deje pelear.
Pensó en que sería lo mas adecuado mientras se acercaban a lo que era el comienzo del mercado, como había supuesto, eran pocos los comerciantes que abrían tan temprano. Caminaron varias cuadras, y la pirata ya comenzaba a creer que no encontrarían nada de lo que buscaban, cuando vio un poco mas adelante un lugar que le podía servir.
Se acerco rápido y busco algo que se le ajustara bien, pronto se decidió por una buenas botas, una camisa formal y unos pantalones marrones. Contemplo un momento las tres piezas y asintió conforme, era mucho mas formal que su ropa, pero le permitiría pelear llegado el caso. Pago lo que correspondía y lo guardo todo en su bolsa mientras sacaba el pan y lo rompía en dos.
- Con esto yo estoy lista - Dijo dándole la mitad del pan - Busquemos lo tuyo ahora.
Una vez terminaras las compras irían directo al puerto a subirse a un barco, cualquiera fuera, pero mientras antes mejor.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
La isla pirata le estaba resultando hasta cierto punto decepcionante. Hasta el momento la ciudad era muy semejante a cualquier otra ciudad portuaria, como la misma Bandari de su tierra natal. El mercado, bastante desierto y con muy pocos puestos abiertos, era como cualquier otro mercado que hubiera visto. Cierto que no hubiese podido describir con exactitud que esperaba ver o encontrar, pero desde luego no esperaba algo tan… normal.
Contenta con la idea de que podía comprar lo que quisiera – por gusto personal porque, efectivamente, iba a hacer el viaje mimetizada – acompañó a la pirata en su elección de vestuario intentando imaginar como sería “la ropa formal” de una mercenaria, cosa que no tardó en averiguar. Aprobó ampliamente la elección de su compañera, pero a su juicio le faltaba un detalle importante.
- Oye, ¿una mercenaria no debería llevar una espada o algo así? - preguntó tomando el pan que Sophitia le ofrecía y dándole un mordisco.
En los escasos puestos que había abiertos en rededor no se veía ninguna armería, pero seguro que tenía que haber más de una; en todos los mercados había una, cuanto más debía haberlos en una ciudad pirata, por mucho que no pareciera tal. El asunto le parecía realmente interesante, nunca había comprado un arma, pero pasó de inmediato a un segundo plano de su mente cuando sus ojos se posaron en una tienda de ropa en ese momento comenzaba a abrir.
- ¡Mira, ahí hay una tienda de vestidos abierta! – exclamó con entusiasmo y, acelerando el paso, se coló de rondón junto a la dependienta que disponía junto a la entrada parte de la mercancía con que pensaba atraer a presuntas compradoras.
Era una clienta con ideas muy clara sobre lo que quería y no tardó en verse dueña de un hermoso vestido verde pálido, de amplias mangas, escote discreto y con un cinturón verde oscuro, un juego de ropa interior, un par de botines de tacón bajo, un bolso, un peine y un espejo. No era particularmente coqueta, o al menos no creía serlo, pero consideraba los dos últimos objetos algo indispensable en el equipaje de una chica.
- ¡Listo! – exclamó satisfecha cuando la compra estuvo pagada y envuelta - ¿Vamos por una espada?
Contenta con la idea de que podía comprar lo que quisiera – por gusto personal porque, efectivamente, iba a hacer el viaje mimetizada – acompañó a la pirata en su elección de vestuario intentando imaginar como sería “la ropa formal” de una mercenaria, cosa que no tardó en averiguar. Aprobó ampliamente la elección de su compañera, pero a su juicio le faltaba un detalle importante.
- Oye, ¿una mercenaria no debería llevar una espada o algo así? - preguntó tomando el pan que Sophitia le ofrecía y dándole un mordisco.
En los escasos puestos que había abiertos en rededor no se veía ninguna armería, pero seguro que tenía que haber más de una; en todos los mercados había una, cuanto más debía haberlos en una ciudad pirata, por mucho que no pareciera tal. El asunto le parecía realmente interesante, nunca había comprado un arma, pero pasó de inmediato a un segundo plano de su mente cuando sus ojos se posaron en una tienda de ropa en ese momento comenzaba a abrir.
- ¡Mira, ahí hay una tienda de vestidos abierta! – exclamó con entusiasmo y, acelerando el paso, se coló de rondón junto a la dependienta que disponía junto a la entrada parte de la mercancía con que pensaba atraer a presuntas compradoras.
Era una clienta con ideas muy clara sobre lo que quería y no tardó en verse dueña de un hermoso vestido verde pálido, de amplias mangas, escote discreto y con un cinturón verde oscuro, un juego de ropa interior, un par de botines de tacón bajo, un bolso, un peine y un espejo. No era particularmente coqueta, o al menos no creía serlo, pero consideraba los dos últimos objetos algo indispensable en el equipaje de una chica.
- ¡Listo! – exclamó satisfecha cuando la compra estuvo pagada y envuelta - ¿Vamos por una espada?
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
Ante el comentario de Florangel se quedo pensando, lo adecuado sería que llevara una, aunque eso podía jugarle en contra si llegaba el momento de demostrar lo que sabia... es decir poco. La espada había sido parte de su entrenamiento, sabia como manejarla aunque de ningún modo se consideraría una experta, podía defenderse contra alguien con habilidades promedio.
- Supongo que tienes razón, luego vamos a comprar una espada cualquiera – Podía aclarar que era especialista en el ataque cuerpo a cuerpo y el tema quedaría solucionado.
Caminaron un poco más buscando un vestido adecuado, a Sophitia le causaba un gran placer ver a la hechicera tan feliz, la muchacha casi no podía aguantar la emoción caminando a un paso que casi parecía un trote, mirándolo todo curiosa, y conociendo cosas nuevas. Sonrió no con su clásica mirada irónica, sino con una dulzura que rápidamente oculto, casi avergonzada de su momento de debilidad. Vio entrar a muchacha a una tienda de ropa e ingresó tras ella, el lugar tenía lo que la pirata suponía serían mucho vestidos muy hermosos, a ella en particular no le llamaban la atención, aunque comenzaba a preocuparle que su amiga tardara en decidirse por uno.
Contrario a lo que había imaginado, Florangel no tardo nada en elegir uno, uno que Sophitia considero muy adecuado, discreto pero hermoso, y el cinturón le daba un toque muy bello. El bolso, el peine y el espejo fueron los regalos extras, que por cierto se merecía ya que se había arriesgado mucho en estos días. Indispensables en el equipaje de una chica, eso dependía de la chica, por supuesto.
- De acuerdo, a por la espada entonces – Dijo abriéndole la puerta – Y luego nos vamos, que ya se esta haciendo tarde.
No tuvieron que caminar mucho hasta encontrar un lugar que vendiera armas, como era esperable en una isla pirata, no eran espadas de muy buena calidad, pero eran duras y tenían filo, Sophitia no esperaba mucho mas de esa cosa. Finalmente agarro una cimitarra larga como su brazo, la miro unos minutos y asintiendo le entrego su precio al vendedor, la colgó en su cinturón y comenzó a caminar directo al puerto.
- No malgastemos ni un minuto mas, perderemos varios días ya en el viaje – La idea era tomar un barco que pasara por un par de islas antes de llegar a su destino, uno que fuera directamente desde la isla pirata sería demasiado evidente.
Ahora era Sophitia la que iba a paso apurado, tal vez la idea de subirse a un barco nuevamente le resultaba extremadamente agradable, aunque esta vez procuraría no meterse en nada que pudiera demostrar mucho de su origen, se cambiarían ni bien subieran y se comportarían como cualquier otro tripulante.
- Supongo que tienes razón, luego vamos a comprar una espada cualquiera – Podía aclarar que era especialista en el ataque cuerpo a cuerpo y el tema quedaría solucionado.
Caminaron un poco más buscando un vestido adecuado, a Sophitia le causaba un gran placer ver a la hechicera tan feliz, la muchacha casi no podía aguantar la emoción caminando a un paso que casi parecía un trote, mirándolo todo curiosa, y conociendo cosas nuevas. Sonrió no con su clásica mirada irónica, sino con una dulzura que rápidamente oculto, casi avergonzada de su momento de debilidad. Vio entrar a muchacha a una tienda de ropa e ingresó tras ella, el lugar tenía lo que la pirata suponía serían mucho vestidos muy hermosos, a ella en particular no le llamaban la atención, aunque comenzaba a preocuparle que su amiga tardara en decidirse por uno.
Contrario a lo que había imaginado, Florangel no tardo nada en elegir uno, uno que Sophitia considero muy adecuado, discreto pero hermoso, y el cinturón le daba un toque muy bello. El bolso, el peine y el espejo fueron los regalos extras, que por cierto se merecía ya que se había arriesgado mucho en estos días. Indispensables en el equipaje de una chica, eso dependía de la chica, por supuesto.
- De acuerdo, a por la espada entonces – Dijo abriéndole la puerta – Y luego nos vamos, que ya se esta haciendo tarde.
No tuvieron que caminar mucho hasta encontrar un lugar que vendiera armas, como era esperable en una isla pirata, no eran espadas de muy buena calidad, pero eran duras y tenían filo, Sophitia no esperaba mucho mas de esa cosa. Finalmente agarro una cimitarra larga como su brazo, la miro unos minutos y asintiendo le entrego su precio al vendedor, la colgó en su cinturón y comenzó a caminar directo al puerto.
- No malgastemos ni un minuto mas, perderemos varios días ya en el viaje – La idea era tomar un barco que pasara por un par de islas antes de llegar a su destino, uno que fuera directamente desde la isla pirata sería demasiado evidente.
Ahora era Sophitia la que iba a paso apurado, tal vez la idea de subirse a un barco nuevamente le resultaba extremadamente agradable, aunque esta vez procuraría no meterse en nada que pudiera demostrar mucho de su origen, se cambiarían ni bien subieran y se comportarían como cualquier otro tripulante.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: La misión
Sabía poco y nada de armas, la gente corriente no solía usarlas en su tierra natal y ni siquiera en Cascadas; había visto, normalmente de lejos, las espadas que llevaban los soldados y algunas ilustraciones y pare de contar. Por lo tanto, no tenía un criterio formado para juzgar la mercancía que ofrecía el puesto de armas que habían encontrado muy ceca de donde acababan de adquirir la ropa.
Ante sus ojos admirados, se extendía la mayor variedad de armas que viera nunca – lo que no era mucho decir – y todas le parecieron estupendas y muy peligrosas. Mientras Sophitia escogía, se entretuvo tomando unas cuantas para sopesarlas y probar como se sentía el tomarlas. Blandía un sable en el aire, enfrentando a un imaginario enemigo cuando la pirata eligió una cimitarra, la pagó y se dirigió a la salida. Dejando rápidamente el arma sobre el mesón, le dirigió una brillante sonrisa al dueño, que la miraba disgustado, y alcanzó a su amiga.
Caminó a paso rápido a su lado, masticando el pan y el queso que constituían su desayuno y no tardaron en llegar al puerto. Pese a que aún era temprano, este bullía de actividad. Algunos barcos acababan de atracar y los estibadores se afanaban en su descarga, mientras que otros levaban anclas y ponían proa a mar abierto. Luego de algunas rápidas averiguaciones encontraron, entre todos esos, el barco apropiado para sus propósitos.
Surto en un extremo del puerto, se encontraba el Tritón. Era un barco de tres mástiles, de aspecto bastante añoso, aunque algo en su catadura hacía confiar en que no se hundiría ni a corto ni a mediano plazo. Partía en una hora más hacía Moramaile, pasando antes por Kuzueth, Rhylia y Tinaraith. Era perfecto para sus planes, nadie podría averiguar el origen de su viaje.
Se detuvo un momento cuando llegaron frente al barco, experimentando una ominosa sensación al observar su marcado bamboleo. Algo en ella, su estómago talvez, protestó vigorosamente pero acalló la protesta con un valeroso esfuerzo. ¿Qué clase de marinera iba a ser si se dejaba amedrentar por un mareíto de nada?
- ¿Crees que deba hacer el viaje mimetizada? – le preguntó a Sophitia, intentando dejar de pensar en el balanceo del Tritón.
Ante sus ojos admirados, se extendía la mayor variedad de armas que viera nunca – lo que no era mucho decir – y todas le parecieron estupendas y muy peligrosas. Mientras Sophitia escogía, se entretuvo tomando unas cuantas para sopesarlas y probar como se sentía el tomarlas. Blandía un sable en el aire, enfrentando a un imaginario enemigo cuando la pirata eligió una cimitarra, la pagó y se dirigió a la salida. Dejando rápidamente el arma sobre el mesón, le dirigió una brillante sonrisa al dueño, que la miraba disgustado, y alcanzó a su amiga.
Caminó a paso rápido a su lado, masticando el pan y el queso que constituían su desayuno y no tardaron en llegar al puerto. Pese a que aún era temprano, este bullía de actividad. Algunos barcos acababan de atracar y los estibadores se afanaban en su descarga, mientras que otros levaban anclas y ponían proa a mar abierto. Luego de algunas rápidas averiguaciones encontraron, entre todos esos, el barco apropiado para sus propósitos.
Surto en un extremo del puerto, se encontraba el Tritón. Era un barco de tres mástiles, de aspecto bastante añoso, aunque algo en su catadura hacía confiar en que no se hundiría ni a corto ni a mediano plazo. Partía en una hora más hacía Moramaile, pasando antes por Kuzueth, Rhylia y Tinaraith. Era perfecto para sus planes, nadie podría averiguar el origen de su viaje.
Se detuvo un momento cuando llegaron frente al barco, experimentando una ominosa sensación al observar su marcado bamboleo. Algo en ella, su estómago talvez, protestó vigorosamente pero acalló la protesta con un valeroso esfuerzo. ¿Qué clase de marinera iba a ser si se dejaba amedrentar por un mareíto de nada?
- ¿Crees que deba hacer el viaje mimetizada? – le preguntó a Sophitia, intentando dejar de pensar en el balanceo del Tritón.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: La misión
El puerto estaba en su auge, los barcos llegaban y se iban, los marineros descargaban la mercancía, legalmente conseguida por supuesto, y se subía otra tanta, que obviamente también se vendería legalmente. Por aquí o por allá se escuchaban improperios, maldiciones y alguna que otra pelea, lo que Sophitia consideraba normal, ni mas ni menos.
Fue caminando por los muelles, revisando uno a uno los barcos que estaba por zarpar, hablaba con algún que otro marinero para saber a donde iba el barco, a quienes llevaban o por que iban para allí. Iba variando las preguntas para no llamar tanto la atención, aunque no pudo evitar que algún que otro camarada la reconociera, intercambiando algunos saludos y buenos deseos en el proceso, con promesas de seguir la charla otro día con unas cervezas de por medios.
Al final encontró exactamente lo que había estado buscando, leyó en la proa “Tritón”, estaba algo viejo, pero tenia el bello encanto de las cosas antiguas. Busco unos segundos y enseguida identifico el que debía ser el capitán, con Florangel siguiéndola de cerca fue a su encuentro, era menester el arreglar primero con el que estuviera al mando.
- No creo que sea necesario aun, mejor disfruta del viaje – Dijo Sophitia sonriéndole a su amiga
Claro que para ella era fácil decirlo, ya que amaba los barcos y no sufría de mareos ni en las tormentas más torrenciales, pero en ese momento estaba más ocupada pensando en arreglar con el capitán los términos del viaje. Por suerte para ellas resultó ser un sujeto bastante agradable, un hombre ya entrado en años, con pipa siempre prendida en la boca, sonrisa fácil, y ojos perspicaces.
Arreglaron el viaje por muchas menos monedas que las que le habrían cobrado en otros lugares, subieron sin mas ceremonia y se pusieron cómodas en un pequeño cuarto que los marineros fueron amables de dejarles para ellas, al fin y al cabo, seguían siendo mujeres, y seguía siendo inseguro que durmieran solas.
Como habían previsto se cambiaron y guardaron las anteriores ropas, minutos antes de que el barco zarpara ya estaban listas para comenzar con su misión. Una especie de nerviosismo y emoción embargaba a la pirata, era un poco la maravillosa energía que la dominaba cada vez que se daba a la mar, y otro poco el saber que por fin tenia algo importante que hacer con su vida. Se corrigió al instante, tenía dos cosas que hacer y ambas eran importantes como nunca nada lo había sido.
Comenzó a sentir el movimiento del barco saliendo del puerto, no pudo aguantarse, salió corriendo del camarote, y se dirigió a la proa para no perderse de nada. Mentalmente repasaba cada uno de los movimientos de los marineros, sin mirarlos siquiera, sabiendo perfectamente qué se hacia primero, que amarra se ataba y cual se soltaba para que todo marchara bien, era como un gran reloj, un maravilloso reloj humano.
Con Florangel a su lado, ambas muchachas se embarcaron a por la siguiente aventura, confiando tal vez demasiado en su buena suerte, con ánimos y felicidad reflejados en sus rostros.
Fue caminando por los muelles, revisando uno a uno los barcos que estaba por zarpar, hablaba con algún que otro marinero para saber a donde iba el barco, a quienes llevaban o por que iban para allí. Iba variando las preguntas para no llamar tanto la atención, aunque no pudo evitar que algún que otro camarada la reconociera, intercambiando algunos saludos y buenos deseos en el proceso, con promesas de seguir la charla otro día con unas cervezas de por medios.
Al final encontró exactamente lo que había estado buscando, leyó en la proa “Tritón”, estaba algo viejo, pero tenia el bello encanto de las cosas antiguas. Busco unos segundos y enseguida identifico el que debía ser el capitán, con Florangel siguiéndola de cerca fue a su encuentro, era menester el arreglar primero con el que estuviera al mando.
- No creo que sea necesario aun, mejor disfruta del viaje – Dijo Sophitia sonriéndole a su amiga
Claro que para ella era fácil decirlo, ya que amaba los barcos y no sufría de mareos ni en las tormentas más torrenciales, pero en ese momento estaba más ocupada pensando en arreglar con el capitán los términos del viaje. Por suerte para ellas resultó ser un sujeto bastante agradable, un hombre ya entrado en años, con pipa siempre prendida en la boca, sonrisa fácil, y ojos perspicaces.
Arreglaron el viaje por muchas menos monedas que las que le habrían cobrado en otros lugares, subieron sin mas ceremonia y se pusieron cómodas en un pequeño cuarto que los marineros fueron amables de dejarles para ellas, al fin y al cabo, seguían siendo mujeres, y seguía siendo inseguro que durmieran solas.
Como habían previsto se cambiaron y guardaron las anteriores ropas, minutos antes de que el barco zarpara ya estaban listas para comenzar con su misión. Una especie de nerviosismo y emoción embargaba a la pirata, era un poco la maravillosa energía que la dominaba cada vez que se daba a la mar, y otro poco el saber que por fin tenia algo importante que hacer con su vida. Se corrigió al instante, tenía dos cosas que hacer y ambas eran importantes como nunca nada lo había sido.
Comenzó a sentir el movimiento del barco saliendo del puerto, no pudo aguantarse, salió corriendo del camarote, y se dirigió a la proa para no perderse de nada. Mentalmente repasaba cada uno de los movimientos de los marineros, sin mirarlos siquiera, sabiendo perfectamente qué se hacia primero, que amarra se ataba y cual se soltaba para que todo marchara bien, era como un gran reloj, un maravilloso reloj humano.
Con Florangel a su lado, ambas muchachas se embarcaron a por la siguiente aventura, confiando tal vez demasiado en su buena suerte, con ánimos y felicidad reflejados en sus rostros.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
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