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Cuando el saber está de más
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Cuando el saber está de más
(FDI: Este tema viene de varios anteriores en los que Mayo y Delin están investigando por qué despertaron juntos en la casa de Mayo y sin recuerdos del dia anterior. Quien esté interesado en la historia que nos mande un privado a los participantes y le haremos llegar la historia completa)
Delin se alejó del embarcadero sin decir ni una sola palabra más. empezó a caminar el dirección al huerto con una extraña sensación de que era mejor no ir allí, de que saber lo que había ocurrido el día de antes, no les traería ninguna felicidad ni descanso. No podía explicar por qué, ni tampoco sabía de donde provenía aquel sentimiento, pero ahí estaba.
Y por una vez, decidió ignorar lo que su instinto le decía y continuar el dirección al huerto. Sin embargo, cuando su mirada se topaba con la alada, una extraña sensación de culpabilidad y pena lo invadía, sin saber muy bien por qué.
En silencio, caminando deprisa, pero atento a los alrededores, llegó antes de lo que creía a la cabaña del doctor. Se detuvo de golpe al ver la puerta y se quedó allí parado y mudo durante varios minutos. Minutos que se hicieron eternos cuando leves momentos del día anterior quisieron pasar por su mente, pero fué incapaz de recordarlos...
Delin se alejó del embarcadero sin decir ni una sola palabra más. empezó a caminar el dirección al huerto con una extraña sensación de que era mejor no ir allí, de que saber lo que había ocurrido el día de antes, no les traería ninguna felicidad ni descanso. No podía explicar por qué, ni tampoco sabía de donde provenía aquel sentimiento, pero ahí estaba.
Y por una vez, decidió ignorar lo que su instinto le decía y continuar el dirección al huerto. Sin embargo, cuando su mirada se topaba con la alada, una extraña sensación de culpabilidad y pena lo invadía, sin saber muy bien por qué.
En silencio, caminando deprisa, pero atento a los alrededores, llegó antes de lo que creía a la cabaña del doctor. Se detuvo de golpe al ver la puerta y se quedó allí parado y mudo durante varios minutos. Minutos que se hicieron eternos cuando leves momentos del día anterior quisieron pasar por su mente, pero fué incapaz de recordarlos...
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Cuando el saber está de más
Ren… ¿Dónde estaba Ren? ¿Qué tenía él que ver con el barco siniestrado? Durante el largo y silencioso trayecto cruzando el valle hasta el Huerto, Mayo meditó sobre esto. Después de lo que les había contado el cocinero, era fácil deducir que el muchacho había sido embarcado. La nave era un transporte de prisioneros para Soel, y Ren iba a ser convertido en uno de ellos, junto con su familia.
La familia de Ren estaba en Soel (nunca aprendería a pronunciar aquel nombre correctamente). ¿Se lo había dicho el cocinero? No podía recordarlo. Se sentía como si su cerebro estuviera lleno de algo pegajoso y pastoso que le impidiera pensar con claridad. Aquellos malditos bichos… si atrapaba al responsable, lo iba a pasar muy mal.
Y se sentía también terriblemente deprimida. Tenía un mal presentimiento, aunque no acertaba a clarificar de qué tipo. Porque Ren estaba en la clínica, ¿no? Le pareció que todo dependía de encontrar al chiquillo y entonces las tinieblas de su cabeza se disiparían como por ensalmo. Si era sincera consigo misma, eso no se lo creía. Pero tenía esperanza.
Aminoró la marcha cuando llegaron al Huerto y se quedó algo por detrás de Delin. Cuando llegó a la puerta de la cabaña, se la quedó mirando como estaba haciendo el capitán, y al fin golpeó la madera. Uno, dos, tres toques suaves.
Abrió la puerta el propio doctor. Su ayudante, Ruhig, había salido y él se había quedado solo. Solo, anotó Mayo mentalmente, y procedió a hacer la pregunta de cuya respuesta le parecía ahora que tantas cosas dependían.
Pero no. El doctor Andrzej, visiblemente sorprendido, manifestó no haber tratado a nadie la noche anterior y mucho menos haber visto a alguno de los tres. Mayo suspiró profundamente sin poderlo evitar. Miró a Delin.
-Nos queda la clínica –dijo.
La familia de Ren estaba en Soel (nunca aprendería a pronunciar aquel nombre correctamente). ¿Se lo había dicho el cocinero? No podía recordarlo. Se sentía como si su cerebro estuviera lleno de algo pegajoso y pastoso que le impidiera pensar con claridad. Aquellos malditos bichos… si atrapaba al responsable, lo iba a pasar muy mal.
Y se sentía también terriblemente deprimida. Tenía un mal presentimiento, aunque no acertaba a clarificar de qué tipo. Porque Ren estaba en la clínica, ¿no? Le pareció que todo dependía de encontrar al chiquillo y entonces las tinieblas de su cabeza se disiparían como por ensalmo. Si era sincera consigo misma, eso no se lo creía. Pero tenía esperanza.
Aminoró la marcha cuando llegaron al Huerto y se quedó algo por detrás de Delin. Cuando llegó a la puerta de la cabaña, se la quedó mirando como estaba haciendo el capitán, y al fin golpeó la madera. Uno, dos, tres toques suaves.
Abrió la puerta el propio doctor. Su ayudante, Ruhig, había salido y él se había quedado solo. Solo, anotó Mayo mentalmente, y procedió a hacer la pregunta de cuya respuesta le parecía ahora que tantas cosas dependían.
Pero no. El doctor Andrzej, visiblemente sorprendido, manifestó no haber tratado a nadie la noche anterior y mucho menos haber visto a alguno de los tres. Mayo suspiró profundamente sin poderlo evitar. Miró a Delin.
-Nos queda la clínica –dijo.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Cuando el saber está de más
A Delin le parecía muy extraño que hubieran optado por la clínica en lugar de la cabaña de doctor por varios motivos: primero de todos le conocían y sabian que estaba de su lado, segundo era un lugar mejor para ocultar ciertas cosas y, tercer, Mayo siempre acudía a él, al menos que el espía supiera.
De todos modos, no dijo nada, siempre era una opción y no quería dejarla pasar, además suponía que Mayo necesitaba mantener una esperanza. Caminando esta vez más lentamente, como tratando de retrasar todo lo que pudiera lo que iban a encontrarse en la clínica, puso rumbo hacia la última pista que les quedaba.
Concordando con el caracter y las costumbres de brujo, su marcha era silenciosa, pero siempre estaba vigilante de los sonidos y movimientos a su alrededor, jamás bajaba la guardia.
Cuando llevaban caminando un buen rato, le pareció de nuevo sentir un recuerdo, como un flashazo del día anterior, como una sensación de haber estasdo metido en un agujero...
Se paró bruscamente, cerró los ojos y trató de retener el recuerdo en su memoria, trató de encontrar alguna nueva pista que les condujera por fin a la verdad.
De todos modos, no dijo nada, siempre era una opción y no quería dejarla pasar, además suponía que Mayo necesitaba mantener una esperanza. Caminando esta vez más lentamente, como tratando de retrasar todo lo que pudiera lo que iban a encontrarse en la clínica, puso rumbo hacia la última pista que les quedaba.
Concordando con el caracter y las costumbres de brujo, su marcha era silenciosa, pero siempre estaba vigilante de los sonidos y movimientos a su alrededor, jamás bajaba la guardia.
Cuando llevaban caminando un buen rato, le pareció de nuevo sentir un recuerdo, como un flashazo del día anterior, como una sensación de haber estasdo metido en un agujero...
Se paró bruscamente, cerró los ojos y trató de retener el recuerdo en su memoria, trató de encontrar alguna nueva pista que les condujera por fin a la verdad.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Cuando el saber está de más
Mayo tampoco acababa de entenderlo, pero era el único sitio que les quedaba por mirar. El chico tenía que estar en la clínica. Sin embargo, a medida que se aproximaban al edificio menos claro lo tenía. No era capaz de asociar la clínica con un recuerdo reciente, como le había sucedido en el embarcadero.
El retorno al embarcadero había resultado una experiencia truculenta, tremendamente desagradable. El agua sucia… el cadáver… la sangre…
¿La sangre? ¿Qué sangre?
Antes de que pudiera examinar aquel desliz mental, se dio contra la espalda de Delin, que se acababa de detener sin previo aviso y ella no lo había notado, absorta como estaba en sus propios pensamientos. Lo miró y se abstuvo de preguntar, a pesar de las ganas que tenía de saber lo que ahora sucedía.
El retorno al embarcadero había resultado una experiencia truculenta, tremendamente desagradable. El agua sucia… el cadáver… la sangre…
¿La sangre? ¿Qué sangre?
Antes de que pudiera examinar aquel desliz mental, se dio contra la espalda de Delin, que se acababa de detener sin previo aviso y ella no lo había notado, absorta como estaba en sus propios pensamientos. Lo miró y se abstuvo de preguntar, a pesar de las ganas que tenía de saber lo que ahora sucedía.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Cuando el saber está de más
Nada. No consiguió retener el recuerdo, pero si la sensación de que el rumbo que seguían no era del todo el acertado. Asique se puso en marcha de nuevo a los pocos minutos desviando ligeramente su rumbo. Esta vez SI haría caso de su instinto.
Tampoco le dijo nada a Mayo en esta ocasión, no considera necesarias las explicaciones ni las palabras inútiles, y ahora tampoco había caido en la cuenta de que normalmente la alada pedía una explicación a las cosas. Además, necesitaba pensar, necesitaba recordar. QUERIA recordar.
Se sumió tanto en la tarea de recordar, que, por unos instantes, no escuchaba nada, casi ni veia elc amino por donde pisaba y, era tal la concentración, que incluso había bajado la guardia que formaba parte de su subconsciente.
Tampoco le dijo nada a Mayo en esta ocasión, no considera necesarias las explicaciones ni las palabras inútiles, y ahora tampoco había caido en la cuenta de que normalmente la alada pedía una explicación a las cosas. Además, necesitaba pensar, necesitaba recordar. QUERIA recordar.
Se sumió tanto en la tarea de recordar, que, por unos instantes, no escuchaba nada, casi ni veia elc amino por donde pisaba y, era tal la concentración, que incluso había bajado la guardia que formaba parte de su subconsciente.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Cuando el saber está de más
Delin no le dijo nada. Sin mediar palabra, echó a andar de nuevo. Pero no hacia la clínica. Mayo se limitó a seguirle, extrañada pero en la confianza de que iban a algún sitio. De que el trayecto tenía sentido esta vez. Siguió los pasos rápidos de Delin con apresuramiento, con una mezcla de expectación y ansiedad que la hacía sentir nauseas. El capitán no parecía siquiera mirar hacia dónde iba, pero su avance era seguro, su paso firme. Mayo se preguntó qué sería lo que tenía en mente.
Su inquietud fue creciendo a cada minuto que pasaba, hasta que llegó un punto en el que algo pareció quebrarse en su interior. Se sintió terriblemente angustiada sin comprender por qué y echó a correr. Ahora ella también sabía hacia dónde, al menos desde un rincón de su memoria. Corrió cada vez más rápido, dejando atrás a Delin momentáneamente, y no se detuvo hasta que llegó a un claro de árboles bajos de troncos resecos y hierba rala. En una zona, la tierra había sido removida recientemente.
Se quedó mirando aquel rincón sin atreverse apenas a respirar.
Su inquietud fue creciendo a cada minuto que pasaba, hasta que llegó un punto en el que algo pareció quebrarse en su interior. Se sintió terriblemente angustiada sin comprender por qué y echó a correr. Ahora ella también sabía hacia dónde, al menos desde un rincón de su memoria. Corrió cada vez más rápido, dejando atrás a Delin momentáneamente, y no se detuvo hasta que llegó a un claro de árboles bajos de troncos resecos y hierba rala. En una zona, la tierra había sido removida recientemente.
Se quedó mirando aquel rincón sin atreverse apenas a respirar.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Cuando el saber está de más
Delin ni siquier se dió cuenta de que Mayo echaba a correr y le adalantaba, asique cuando volvió en sí se sintio perdido unos instantes. No se inmutó demasiado porque gracias a su agozado oido pudo oir las pisadas de la mujer.
Al llegar junto a ella se quedó primero mirándola, con el gesto enfadado, para decirla que había sido una incosnciente por salir corriendo en un territorio donde no sabían que o quien iban a encontrar, sin embargo, otro flashazo breve en su memoria le hizo dessviar la atención.
Miró alrededor, hasta descubrir la tierra removida. Por la forma, el tamaño y lo reciente que parecía Delin tuvo claro lo que era. Y no hacía falta ser un genio para ir atando cabos con la información que habían sacado.
Se acerco hasta la tierra y se quedói alli parado, esperando, tratando de recordar algo que sabía que había vivido, pero que le parecía ajeno.
No se acercó a Mayo ni le dijo nada, pensaba que ella sabia donde se encontraban y que su silencio se debía a su dolor por la perdida. Tampoco estaba acostumbrado a dar el pesame o consolar a la gente, asique simplemente esperó.
Al llegar junto a ella se quedó primero mirándola, con el gesto enfadado, para decirla que había sido una incosnciente por salir corriendo en un territorio donde no sabían que o quien iban a encontrar, sin embargo, otro flashazo breve en su memoria le hizo dessviar la atención.
Miró alrededor, hasta descubrir la tierra removida. Por la forma, el tamaño y lo reciente que parecía Delin tuvo claro lo que era. Y no hacía falta ser un genio para ir atando cabos con la información que habían sacado.
Se acerco hasta la tierra y se quedói alli parado, esperando, tratando de recordar algo que sabía que había vivido, pero que le parecía ajeno.
No se acercó a Mayo ni le dijo nada, pensaba que ella sabia donde se encontraban y que su silencio se debía a su dolor por la perdida. Tampoco estaba acostumbrado a dar el pesame o consolar a la gente, asique simplemente esperó.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Cuando el saber está de más
Estaba mirando fijamente el pedazo de madera que sabía que había clavado ella misma allí unas horas antes. A modo de lápida, por querer marcar aquel rincón desolado. Las nauseas regresaron, con más fuerza, y Mayo cayó de rodillas. Se apoyó en el suelo con una mano mientras con la otra acariciaba la tierra removida.
Tenía el estómago tan revuelto… y mirar la tierra sólo le hacía sentir peor. Se apartó todo lo que pudo, por no manchar aquel lugar, antes de que una arcada involuntaria la hiciera doblarse sobre el suelo.
No fue comida mal digerida lo que salió de su boca. Ni bilis. Al menos al principio. Cuando vio la especie de larva inmensa que acababa de escupir, de cuerpo blando y lleno de apéndices, retorciéndose en el suelo, todo lo que había comido durante la semana anterior decidió abandonar su cuerpo de inmediato. No le consoló el hecho de que aquella cosa muriera de inmediato. Decidida a pedirle al doctor Andrzej un lavado de estómago con lejía y escobón, o quizás con un lanzallamas, en cuanto se marchasen de allí, se incorporó limpiándose la boca con la manga, se alejó del rincón y regresó ante la pequeña tumba. Y todo volvió a su memoria.
-¡No quiero volver!
Ren se debatió, intentando zafarse de Mayo.
-Si no nos vamos nos cogerán y nos llevarán a Soel – siseó Mayo, desesperada, intentando mantener un mínimo de contacto visual por el rabillo del ojo con Delin, que parecía impaciente. ¿Y si se cansaba y se iba?
-¡Eso es lo que quiero! Encontraré a mi familia y los ayudaré a escapar, ya verás –replicó el niño. No parecía comprender el alcance de lo que le estaba a punto de suceder, y Mayo se estaba desesperando.
-¿No lo entiendes? Ren, no puedes ayudarles, no así. Vámonos de aquí y te prometo…
Inesperadamente, un alboroto procedente de la bodega inundó el silencio de la noche. Mayo, tomada por sorpresa, intentó arrastrar a Ren hasta el cobijo de unos toneles cercanos, pero el muchacho se escurrió de entre sus manos, cubiertas con guantes largos para camuflar mejor su apariencia, y se metió corriendo por una escotilla.
-¡Fuego! –gritó alguien que Mayo no pudo ver. Y antes de que llegase a la escotilla, la fuerza de la explosión la derribó.
Se levantó despacio. No tenía nada roto, y las heridas que podía ver o notar eran leves, o a ella se lo parecía. No les hizo mucho caso, ni a Delin tampoco. Entró en la escotilla de todos modos, o lo que quedaba de ella. Las llamas estaban devorando la nave y no quedaba tiempo. Ren había caído al pie de los estrechos escalones, y Mayo lo tomó en alzas y lo sacó apresuradamente.
Afuera se encontró con una nube de humo. Buscó a Delin.
-¡Capitán! –gritó, sujetando al niño desmayado entre sus brazos.
Tenía el estómago tan revuelto… y mirar la tierra sólo le hacía sentir peor. Se apartó todo lo que pudo, por no manchar aquel lugar, antes de que una arcada involuntaria la hiciera doblarse sobre el suelo.
No fue comida mal digerida lo que salió de su boca. Ni bilis. Al menos al principio. Cuando vio la especie de larva inmensa que acababa de escupir, de cuerpo blando y lleno de apéndices, retorciéndose en el suelo, todo lo que había comido durante la semana anterior decidió abandonar su cuerpo de inmediato. No le consoló el hecho de que aquella cosa muriera de inmediato. Decidida a pedirle al doctor Andrzej un lavado de estómago con lejía y escobón, o quizás con un lanzallamas, en cuanto se marchasen de allí, se incorporó limpiándose la boca con la manga, se alejó del rincón y regresó ante la pequeña tumba. Y todo volvió a su memoria.
-¡No quiero volver!
Ren se debatió, intentando zafarse de Mayo.
-Si no nos vamos nos cogerán y nos llevarán a Soel – siseó Mayo, desesperada, intentando mantener un mínimo de contacto visual por el rabillo del ojo con Delin, que parecía impaciente. ¿Y si se cansaba y se iba?
-¡Eso es lo que quiero! Encontraré a mi familia y los ayudaré a escapar, ya verás –replicó el niño. No parecía comprender el alcance de lo que le estaba a punto de suceder, y Mayo se estaba desesperando.
-¿No lo entiendes? Ren, no puedes ayudarles, no así. Vámonos de aquí y te prometo…
Inesperadamente, un alboroto procedente de la bodega inundó el silencio de la noche. Mayo, tomada por sorpresa, intentó arrastrar a Ren hasta el cobijo de unos toneles cercanos, pero el muchacho se escurrió de entre sus manos, cubiertas con guantes largos para camuflar mejor su apariencia, y se metió corriendo por una escotilla.
-¡Fuego! –gritó alguien que Mayo no pudo ver. Y antes de que llegase a la escotilla, la fuerza de la explosión la derribó.
Se levantó despacio. No tenía nada roto, y las heridas que podía ver o notar eran leves, o a ella se lo parecía. No les hizo mucho caso, ni a Delin tampoco. Entró en la escotilla de todos modos, o lo que quedaba de ella. Las llamas estaban devorando la nave y no quedaba tiempo. Ren había caído al pie de los estrechos escalones, y Mayo lo tomó en alzas y lo sacó apresuradamente.
Afuera se encontró con una nube de humo. Buscó a Delin.
-¡Capitán! –gritó, sujetando al niño desmayado entre sus brazos.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Cuando el saber está de más
Delin observó con sorpresa como Mayo se derrumbaba, como se apartaba de la tumba y finalmente vomitaba. No sabía como reaccionar o que decir, o como ayudarla. Asique no se acercó a ella, al menos no hasta que no descubrió la criatura que había expulsado al vomitar. Para Delin la visión no era tan desagradable como para la alada, había visto cosas mucho peores.
Recordó en ese momento que alguien les había echado algo en la bebida el dia anterior, y que por eso, seguramente, no recordaban nada. Enseguida ató cabos, asique se apartó unos metros de Mayo y se obligó a si mismo a vomitar. Tras varios intentos, otra de aquellas larvas creciditas, salió por fin de su cuerpo. Si estaba en lo cierto, ahora por fin podría recordar.
Y así fue los recuerdos volvieron a su mente...
Delin observaba entre preocupado y malhumorado como Ren se debatía con Mayo, estaban perdiendo mucho tiempo y armando mucho escándalo. A este paso iban a atraparles a los tres y ¿que explicaciones podía dar? Ninguna y eso le molestaba bastante.
Trató de hacer señas a Mayo para que se diera prisa, aunque fuera que se le llevara a la fuerza, pero entonces un gran alboroto empezó a oirse. El primer pensamiento de Delin fue que los habían descubierto, sin embargo el grito de fuego le llego casi a la vez que el olor a polvora.
Antes de que terminaran de gritar "fuego", estaba al lado de los barriles, tratando de conjurar un escudo para los tres y protegerse de una explosión inminente, pero no fue lo suficientemente rápido y, aunque en parte protegió a Mayo y Delin, el resultado no fue el mismo con el niño que, viendo una oportunidad, había salido corriendo.
El escudo mal conjurado por las prisas no pudo evitar que un trozo de madera del barco golpeara a Delin en la cabeza, dejándole aturdido unos instantes. Para cuando quisó ver que había pasado, Mayo había desaparecido, maldiciendo por la actitud imprudente y temeraria de Mayo, trato de buscarla entre las llamas y el humo, pero sin resultado.
Le pareció oir la voz de la alada llamándole, pero no estaba seguro, de todos modos, lo mejor ahora era marcharse de allí cuanto antes, el barco no iba a resistir mucho más y, en breve, una multitud de soldados vendrían a investigar las llamas y la explosión.
- ¡Vete! ¡Rápido! - Esperaba que por una vez, Mayo le hiciera caso. - ¡Alejate de aquí!
Mientras terminaba de hablar el mismo salto al agua del mar. Quizá desde esa posición podría distinguir donde se encontraba la tertaruda mujer. No tardo mucho en localizar una figura en el aire que parecía llevar algo o alguien en brazos. Parecía que después de todo, la noche no iba a salir tan mal del todo.¡, Mayo había huido con el crío. Además, por el motivo que fuera, Mayo le había hecho caso.
La siguió por el agua hasta tierra firme, se detuvo unos instantes a cubierto, conjuro un hechizo para aguzar aún mas sus mutados sentidos y rápidamente emprendió la marcha. Por el rumbo que seguía parecía que Mayo se encaminaba al huerto. Eso no auguraba nada bueno.
Concentraándose en no perder de vista a su amiga, y en vigilar que nadie observaba mantuvo el rumbo constante hasta que le pareció distinguir que Mayo bajaba a tierra...
Recordó en ese momento que alguien les había echado algo en la bebida el dia anterior, y que por eso, seguramente, no recordaban nada. Enseguida ató cabos, asique se apartó unos metros de Mayo y se obligó a si mismo a vomitar. Tras varios intentos, otra de aquellas larvas creciditas, salió por fin de su cuerpo. Si estaba en lo cierto, ahora por fin podría recordar.
Y así fue los recuerdos volvieron a su mente...
Delin observaba entre preocupado y malhumorado como Ren se debatía con Mayo, estaban perdiendo mucho tiempo y armando mucho escándalo. A este paso iban a atraparles a los tres y ¿que explicaciones podía dar? Ninguna y eso le molestaba bastante.
Trató de hacer señas a Mayo para que se diera prisa, aunque fuera que se le llevara a la fuerza, pero entonces un gran alboroto empezó a oirse. El primer pensamiento de Delin fue que los habían descubierto, sin embargo el grito de fuego le llego casi a la vez que el olor a polvora.
Antes de que terminaran de gritar "fuego", estaba al lado de los barriles, tratando de conjurar un escudo para los tres y protegerse de una explosión inminente, pero no fue lo suficientemente rápido y, aunque en parte protegió a Mayo y Delin, el resultado no fue el mismo con el niño que, viendo una oportunidad, había salido corriendo.
El escudo mal conjurado por las prisas no pudo evitar que un trozo de madera del barco golpeara a Delin en la cabeza, dejándole aturdido unos instantes. Para cuando quisó ver que había pasado, Mayo había desaparecido, maldiciendo por la actitud imprudente y temeraria de Mayo, trato de buscarla entre las llamas y el humo, pero sin resultado.
Le pareció oir la voz de la alada llamándole, pero no estaba seguro, de todos modos, lo mejor ahora era marcharse de allí cuanto antes, el barco no iba a resistir mucho más y, en breve, una multitud de soldados vendrían a investigar las llamas y la explosión.
- ¡Vete! ¡Rápido! - Esperaba que por una vez, Mayo le hiciera caso. - ¡Alejate de aquí!
Mientras terminaba de hablar el mismo salto al agua del mar. Quizá desde esa posición podría distinguir donde se encontraba la tertaruda mujer. No tardo mucho en localizar una figura en el aire que parecía llevar algo o alguien en brazos. Parecía que después de todo, la noche no iba a salir tan mal del todo.¡, Mayo había huido con el crío. Además, por el motivo que fuera, Mayo le había hecho caso.
La siguió por el agua hasta tierra firme, se detuvo unos instantes a cubierto, conjuro un hechizo para aguzar aún mas sus mutados sentidos y rápidamente emprendió la marcha. Por el rumbo que seguía parecía que Mayo se encaminaba al huerto. Eso no auguraba nada bueno.
Concentraándose en no perder de vista a su amiga, y en vigilar que nadie observaba mantuvo el rumbo constante hasta que le pareció distinguir que Mayo bajaba a tierra...
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Cuando el saber está de más
Mayo dudó tan sólo un segundo antes de alzar el vuelo y alejarse con Ren. Mientras se elevaba en una apresurada diagonal, revisó su estado. Tenía zonas de la piel ennegrecidas y grandes llagas, y ella misma podía sentir una desagradable humedad pegajosa que le estaba empapando la ropa. Pero el niño aún respiraba.
-Aguanta un poco –susurró, haciendo esfuerzos por volar más rápido a pesar de que tenía las alas doloridas. Un calambre recorrió su brazo derecho, y sujetó a Ren con más fuerza por miedo a dejarlo caer-. El doctor te curará y entonces iremos a buscar a tus padres.
Aguanta sólo un poco más, pensó, y se agarró al pensamiento como un marino a un salvavidas. Ren entreabrió los ojos. Sus párpados parecían caídos, y uno de los ojos presentaba un aspecto muy raro. Mayo intentó no pensar en ello y se concentró en volar y en no lastimar al pequeño. El peso muerto de Ren era difícil de transportar en aquella postura, pero no se atrevía a moverlo.
-Voy a ir con mis padres –musitó el niño.
-Pues claro –dijo Mayo, animándose-. Volveréis a estar juntos y tendréis un puesto en el mercado de nuevo, uno mejor que…
El cambio fue sutil, pero Mayo lo notó. Casi se olvidó de seguir batiendo las alas. Suprimiendo un sollozo, descendió con lentitud, como si al posponer el momento del aterrizaje pudiera alargar algo que ya no existía.
Dejó al niño reposando sobre la hierba reseca, un cuerpo roto y sangrante cuya corta existencia nunca justificaría el mal que había padecido. Y allí, entre los árboles secos, tomó conciencia de algo que Ren había comprendido mucho antes. Al fin se había reunido con sus padres.
Se arrodilló junto al cadáver y apoyó la cabecita en su regazo, como si fuera a servir de algún tipo de alivio, sabiendo que ya todo era inútil y negándoselo. Acarició su cabeza, cuyos rizos estaban apegotados. En una parte, el cuero cabelludo había quedado al descubierto y en carne viva. Empezó a llorar. Todo había sido inútil, y lo peor era que no había podido evitarle a Ren una muerte prematura y llena de sufrimiento. Así la encontró Delin más tarde y así permaneció durante un buen rato.
Luego habían cavado una tumba. Después de eso no se habían molestado en seguir hasta el huerto. En el refugio de Mayo se lavaron, se curaron y se cambiaron los ropajes que habían quedado tan maltrechos. Mayo no dijo ni palabra durante todo el resto de la noche, pero para ella era un alivio tener a Delin cerca. Alguien que no le permitiría perder la cabeza. Porque el dolor que estaba sintiendo la empujaba en todas direcciones y le estaba causando toda clase de pensamientos locos. Para cuando se pudieron dar un respiro, estaba tan agotada que se quedó encogida en un rincón, con una taza de leche caliente medio resbalándosele de las manos. Y hasta allí llegaban sus recuerdos.
El gemido que nació en lo más profundo de su estómago fue creciendo hasta convertirse en un alarido de dolor y furia. Otra muerte inútil, y no había podido hacer nada por él. Nada. Y ahora se veía obligada a pasar por ello dos veces. Se levantó de súbito y golpeó el árbol más cercano con el puño, haciéndolo inclinarse un par de centímetros. No contenta con ellos, comenzó a propinar patadas al reseco tronco.
-¡No es justo! –repitió a voz en cuello con cada golpe.
No, no era justo ni para Ren, ni para su familia, ni para ellos.
-Aguanta un poco –susurró, haciendo esfuerzos por volar más rápido a pesar de que tenía las alas doloridas. Un calambre recorrió su brazo derecho, y sujetó a Ren con más fuerza por miedo a dejarlo caer-. El doctor te curará y entonces iremos a buscar a tus padres.
Aguanta sólo un poco más, pensó, y se agarró al pensamiento como un marino a un salvavidas. Ren entreabrió los ojos. Sus párpados parecían caídos, y uno de los ojos presentaba un aspecto muy raro. Mayo intentó no pensar en ello y se concentró en volar y en no lastimar al pequeño. El peso muerto de Ren era difícil de transportar en aquella postura, pero no se atrevía a moverlo.
-Voy a ir con mis padres –musitó el niño.
-Pues claro –dijo Mayo, animándose-. Volveréis a estar juntos y tendréis un puesto en el mercado de nuevo, uno mejor que…
El cambio fue sutil, pero Mayo lo notó. Casi se olvidó de seguir batiendo las alas. Suprimiendo un sollozo, descendió con lentitud, como si al posponer el momento del aterrizaje pudiera alargar algo que ya no existía.
Dejó al niño reposando sobre la hierba reseca, un cuerpo roto y sangrante cuya corta existencia nunca justificaría el mal que había padecido. Y allí, entre los árboles secos, tomó conciencia de algo que Ren había comprendido mucho antes. Al fin se había reunido con sus padres.
Se arrodilló junto al cadáver y apoyó la cabecita en su regazo, como si fuera a servir de algún tipo de alivio, sabiendo que ya todo era inútil y negándoselo. Acarició su cabeza, cuyos rizos estaban apegotados. En una parte, el cuero cabelludo había quedado al descubierto y en carne viva. Empezó a llorar. Todo había sido inútil, y lo peor era que no había podido evitarle a Ren una muerte prematura y llena de sufrimiento. Así la encontró Delin más tarde y así permaneció durante un buen rato.
Luego habían cavado una tumba. Después de eso no se habían molestado en seguir hasta el huerto. En el refugio de Mayo se lavaron, se curaron y se cambiaron los ropajes que habían quedado tan maltrechos. Mayo no dijo ni palabra durante todo el resto de la noche, pero para ella era un alivio tener a Delin cerca. Alguien que no le permitiría perder la cabeza. Porque el dolor que estaba sintiendo la empujaba en todas direcciones y le estaba causando toda clase de pensamientos locos. Para cuando se pudieron dar un respiro, estaba tan agotada que se quedó encogida en un rincón, con una taza de leche caliente medio resbalándosele de las manos. Y hasta allí llegaban sus recuerdos.
El gemido que nació en lo más profundo de su estómago fue creciendo hasta convertirse en un alarido de dolor y furia. Otra muerte inútil, y no había podido hacer nada por él. Nada. Y ahora se veía obligada a pasar por ello dos veces. Se levantó de súbito y golpeó el árbol más cercano con el puño, haciéndolo inclinarse un par de centímetros. No contenta con ellos, comenzó a propinar patadas al reseco tronco.
-¡No es justo! –repitió a voz en cuello con cada golpe.
No, no era justo ni para Ren, ni para su familia, ni para ellos.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Cuando el saber está de más
Delin seguía dejando que los recuerdos fluyeran en su mente mientras paseaba alrededor de la tumba. Una de las veces que pasaba cerca de la alada, el grito que está profirió esta, le devolvió al presente de golpe. Se apartó de ella de un salto en un acto reflejo y se puso en guardia algo aturdido. Si había un inconveniente de tener los sentidos algo mutados era que los sonidos demasiado agudos y cercanos podían afectarle demasiado.
Al ver que no había peligro se relajó visiblemente, pero no entendia la actitud de Mayo, quizás también porque no entendía lo que decía. ¿por qué estaba golpeando el árbol? Entonces se dió cuenta de nuevo de la tumba, de quien estaba enterredo y lo que solía pasar cuando un ser querido moría.
Delin se apoyó contra un árbol cercano, si decir ni hacer nada para detener a la alada, no era lo suyo animar ni apoyar ni ayudar. Además, por segunda vez, los remordimientos por una nueva víctima le acosaban. Sus voces internas le decían que no servía para nada más que causar dolor y muerte, le decían que no era capaz ni de ayudar a un simple niño.
Ahora entendía por qué había despertado con Mayo, a pesar de que ninguno había dicho nada desde que se volvieran a reunir allí. Ella no quería quedarse sola, el no se sentía con capacidad para afrontar la mentira de su vida y reunirse con sus soldados en la posada.
Al ver que no había peligro se relajó visiblemente, pero no entendia la actitud de Mayo, quizás también porque no entendía lo que decía. ¿por qué estaba golpeando el árbol? Entonces se dió cuenta de nuevo de la tumba, de quien estaba enterredo y lo que solía pasar cuando un ser querido moría.
Delin se apoyó contra un árbol cercano, si decir ni hacer nada para detener a la alada, no era lo suyo animar ni apoyar ni ayudar. Además, por segunda vez, los remordimientos por una nueva víctima le acosaban. Sus voces internas le decían que no servía para nada más que causar dolor y muerte, le decían que no era capaz ni de ayudar a un simple niño.
Ahora entendía por qué había despertado con Mayo, a pesar de que ninguno había dicho nada desde que se volvieran a reunir allí. Ella no quería quedarse sola, el no se sentía con capacidad para afrontar la mentira de su vida y reunirse con sus soldados en la posada.
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Cuando el saber está de más
Mayo siguió golpeando el pobre tronco seco hasta que lo derribó. Tampoco tuvo que hacer un enorme esfuerzo, puesto que las raíces estaban medio sueltas y podridas para empezar. El árbol cedió y quedó en una diagonal extraña, y parecía como si lo hubieran suspendido desde el cielo con hilos invisibles atados a la desnuda copa. Al movimiento irregular siguió la pérdida de equilibrio de Mayo, que cayó sobre el tronco como un fardo.
Se quedó quieta apenas unos segundos, y mientras tanto su cuerpo empezó a registrar el dolor físico acumulado. No había sido buena idea golpear el árbol con la mano herida, ni mucho menos continuar el ejercicio con el resto de su cuerpo, que no estaba precisamente en las mejores condiciones. Las heridas sufridas habían sido de cierta consideración, y tan sólo seguía en pie gracias a la protección parcial pero potente que le había brindado el escudo del capitán. Se puso en pie como pudo. No, no había sido buena idea. Al parecer, era incapaz totalmente de tener buenas ideas. ¿Para qué molestarse en pensar? Y así, sin pensar, cegada por una mezcla de exasperación, aflicción y cólera, se lanzó sobre el impávido Delin.
-¿Y tú por qué no dices nada? ¿Crees que esto es normal? ¿Que no vale la pena lamentarlo? Supongo que te parecerá poca cosa, total SÓLO ERA UN NIÑO!
Golpeó el tronco junto a la oreja mismo del capitán, y luego lo tomó por los hombros y empezó a sacudirlo, como para demandar una reacción, mientras que su tono de voz iba aumentando.
-Los niños en este maldito país se quedan sin familia y luego se suicidan. ¿Es que no lo ves? Aquí te lo quitan todo, hasta las ganas de vivir. Esto es lo que han conseguido. ¡Ren quería morirse!
Se dejó caer al suelo y apoyó la frente en la pierna del capitán. De pronto se sintió muy agotada y sin ganas de nada.
-Lo ha hecho muy bien, ¿verdad? –dijo entre sollozos, y ya no pudo articular nada más.
Se quedó quieta apenas unos segundos, y mientras tanto su cuerpo empezó a registrar el dolor físico acumulado. No había sido buena idea golpear el árbol con la mano herida, ni mucho menos continuar el ejercicio con el resto de su cuerpo, que no estaba precisamente en las mejores condiciones. Las heridas sufridas habían sido de cierta consideración, y tan sólo seguía en pie gracias a la protección parcial pero potente que le había brindado el escudo del capitán. Se puso en pie como pudo. No, no había sido buena idea. Al parecer, era incapaz totalmente de tener buenas ideas. ¿Para qué molestarse en pensar? Y así, sin pensar, cegada por una mezcla de exasperación, aflicción y cólera, se lanzó sobre el impávido Delin.
-¿Y tú por qué no dices nada? ¿Crees que esto es normal? ¿Que no vale la pena lamentarlo? Supongo que te parecerá poca cosa, total SÓLO ERA UN NIÑO!
Golpeó el tronco junto a la oreja mismo del capitán, y luego lo tomó por los hombros y empezó a sacudirlo, como para demandar una reacción, mientras que su tono de voz iba aumentando.
-Los niños en este maldito país se quedan sin familia y luego se suicidan. ¿Es que no lo ves? Aquí te lo quitan todo, hasta las ganas de vivir. Esto es lo que han conseguido. ¡Ren quería morirse!
Se dejó caer al suelo y apoyó la frente en la pierna del capitán. De pronto se sintió muy agotada y sin ganas de nada.
-Lo ha hecho muy bien, ¿verdad? –dijo entre sollozos, y ya no pudo articular nada más.
Mayo- Cantidad de envíos : 225
Re: Cuando el saber está de más
Sumido en sus propios remordimientos no se dió cuenta de que Mayo se había caido y de que su herida había vuelto a abrirse. Solo cuando ella se acercó y empezó a gritarle fue consciente de esos hechos.
De todos modos Delin no se movio, no pestañeó, ni dijo nada, incluso aunque el puñetazo hubiera chocado contra su cara, hubiera permanecido igual. De hecho hubiera preferido que Mayo no golpeara el árbol, quizá eso acallara sus voces internas, aunque fuera tan solo por un momento. Tampoco abrió la boca porque pensó que él era el menos indicado para reprochar nada y el más culpable de lo sucedido.
Finalmente cuando Mayo se apoyó en su pierna y empezó a sollozar, Delin se agachó, aun sin decir nada, la apartó ligeramente de él y la cogió en brazos para dirigirse hacía su casa. Nuevamente, y si era necesario, pasaría la noche allí.
Si Mayo le hubiera mirado a los ojos durante unos breves instantes, hubiera podido comprobar que no eran inexpresivos como acotumbraban a ser, que el remordimiento y el dolor se reflejaron en ellos.
De todos modos Delin no se movio, no pestañeó, ni dijo nada, incluso aunque el puñetazo hubiera chocado contra su cara, hubiera permanecido igual. De hecho hubiera preferido que Mayo no golpeara el árbol, quizá eso acallara sus voces internas, aunque fuera tan solo por un momento. Tampoco abrió la boca porque pensó que él era el menos indicado para reprochar nada y el más culpable de lo sucedido.
Finalmente cuando Mayo se apoyó en su pierna y empezó a sollozar, Delin se agachó, aun sin decir nada, la apartó ligeramente de él y la cogió en brazos para dirigirse hacía su casa. Nuevamente, y si era necesario, pasaría la noche allí.
Si Mayo le hubiera mirado a los ojos durante unos breves instantes, hubiera podido comprobar que no eran inexpresivos como acotumbraban a ser, que el remordimiento y el dolor se reflejaron en ellos.
Delin- Cantidad de envíos : 622
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