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Sí, sí, sí, Archie ya está aquí!
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Sí, sí, sí, Archie ya está aquí!
Nombre: Arxibald Amiz, llamado Arxibald Arcanius
Raza: Humano
Edad: 23 años
Profesión: Metamago
Descripción física:
Arxibald es un joven realtivamente alto (1'75 m, poco más o menos) y espigado. No es de naturaleza fuerte, sino más bien escaso de carnes, aunque no hasta el punto de parecer enfermizo. Cabello rubio oscuro, largo y en un extravagante peinado, que cuida exhaustivamente igual que su fino bigote y perilla. Sus ojos son pequeños y de un azul muy claro, casi siempre con una expresión burlona o de suficiencia.
Viste con ropas elegantes aunque con cierta extravagancia, con colores rojos, negros, dorados y azules, y le place portar anillos y demás clases de joyas. En concreto, lleva uno con un zafiro, regalo de su maestro, en la mano izquierda, pues cabe destacar que es zurdo.
Descripción mental:
El principal rasgo del caracter de Arxibald es que desconoce el significado de la palabra "humildad". O mejor dicho, lo conoce pero no lo aplica a su persona. Tiene un ego desmesuradamente grande, considera que es superior a los demás en cuanto es más elegante. Es más elegante, porque la manera más elegante de derrotar a un adversario es mediante magia, y porque dentro de la magia la manera más elegante es neutralizando la magia del contrario. Esa es la verdadera superioridad.
Por esa razón, desprecia a los magos peores que él, y disfruta haciendo que sus hechizos se desvanezcan en el aire, incluso humillándolos. Eso no significa que sea cruel, en absoluto. Si ve a un mago, simplemente lo tanteará para intentar averiguar si es de su nivel o no. En caso de que sea inferior, simplemente lo desdeñará, y sólo en caso de que el otro lo fuerce pasará a utilizar su magia. Aunque, eso sí, sin hacerse de rogar. Confia en el valor de la palabra, y eso significa que está dispuesto a soportar las suyas con sus habilidades, de manera que espera que también lo haga el resto.
Eso también implica que piensa que sus habilidades deben ser valoradas: no es especialmente avaricioso, pero considera que cualquier servicio que preste merece ser debidamente compensado, pues evidentemente su tiempo y su esfuerzo son valiosos, y tiene mejores cosas que hacer que ayudar a la gente porque sí. Eso no impediría, sin embargo, que sea capaz de ayudar de manera altruista: a veces la recompensa no necesariamente tiene que ser algo material, pues quizá la satisfacción de haber derrotado a otro hechicero sea suficiente pago por liberar a una aldea subyugada a él.
Sin embargo, su gran vanidad no le impide darse cuenta de que no es el más poderoso mago del mundo. Es consciente de que por muy poderoso que sea, hay otros más poderosos que él. Pero eso no implica que tengan que ser mejores: no confía únicamente en su magia, sino en su brillante intelecto y su habilidad para lisonjear a la gente, así como para evitar que lo camelen a él.
Habilidades:
· Arxibald es, ante todo, un tipo bastante brillante: es capaz de leer y escribir perfectamente, así como de entender complejos tratados de magia. Conoce, sobre el papel, los mecanismos de la magia distinta a la que él usa (por ejemplo, la magia de elfos o druidas), pero evidentemente no sabe utilizarla y en realidad, no le interesa.
· Arxibald es un metamago, un estudioso de la magia en sí misma y, concretamente, de cómo contrarrestarla. Es capaz de contrarrestar y anular la magia del contrario, sobretodo si éste emplea una clase de magia que él conoce. Si conoce el hechizo en concreto, además, es prácticamente seguro que conseguirá malograrlo. En caso contrario, la dificultad aumenta, según éste orden, de menor a mayor dificultad.
Dificultad 1 - Hechizos que Arxibald conoce y domina (hechizos básicos de mago)
Dificultad 2 - Hechizos que Arxibald conoce, pero no domina (hechizos de mago, pero de ramas diferentes)
Dificultad 3 - Hechizos que Arxibald desconoce, pero de poca potencia (hechizos débiles de ramas distintas a las del mago "clásico" p. j., la magia de un paladín, o un druida)
Dificultad 4 - Hechizos que Arxibald desconoce, y de gran potencia (ídem, pero sólo que de más complejidad)
Para ello, Arxibald puede utilizar una serie de hechizos que consumen una distintos grados de energía cada uno, pero evidentemente tienen una capacidad de contrarrestar directamente proporcional a su gasto energético. El más débil de todos contrarresta hechizos de dificultad 1 o 2 sin muchos problemas (aunque si es un hechizo de dificultad 2 poderoso, es probable que solo minimice sus efectos) y sin demasiado gasto de energía para Arxibald. Gastando más energía, puede llegar a anular del todo la magia de hechizos de nivel 2 poderosos, de nivel 3, y finalmente de nivel 4, para lo cual requiere una gran dosis de energía.
· Evidentemente, Arxibald no sólo conoce magia defensiva; La defensa sola no vence, de manera que Arxibald sabe utilizar además la magia de manera ofensiva a un nivel, evidentemente, mucho más bajo que en su especialidad.
Conoce, principalmente, dos hechizos:
· El primero, consiste en crear una protección mágica en torno a sí mismo, aumentando notablemente su resistencia a los ataques físicos.
· El segundo, un hechizo aturdidor, que marea a y aturde (valga la redundancia) a enemigos débiles impidéndoles pelear por un espacio de tiempo, y en caso de enemigos más fuertes, les puede molestar y dificultar la lucha.
Cabe señalar que no puede utilizar estos hechizos constantemente, ni mucho menos. Y además odia hacerlo, especialmente el primero, que es el que consume más energía.
Armas:
· La única arma que Arxibald maneja es su báculo de mago, que le sirve para canalizar mejor su energía a la hora de lanzar hechizos. A parte de eso, su única habilidad especial es que, una vez por día puede golpear de manera brutal, con una fuerza similar a la de una pesada maza de armas.
Se trata de una vara de madera, rematada en su parte superior por una talla en forma casi de círculo abierto, en la que aparece una esfera luminosa cuando el hechicero decide usar magia. (En el avatar creo que se ve bastante bien :S)
Atributos:
1- Inteligencia
2- Astucia
3- Carisma
4- Habilidad
5- Constitución física
6- Voluntad
Historia:
Arxibald era el séptimo hijo de una familia de pescadores que habitaban en las costas occidentales del reino de Kaleria, ubidado en un plano diferente al "jaspiano". Al oeste de Kaleria, en medio del mar en un islote, se encontraba la antigua academia de Baluerth, una venerable institución independiente del reino, que tenía la fama de formar a los mejores magos del mundo (evidentemente, del mundo de ése plano).
Arxibald había demostrado desde bien pequeño sus innatas cualidades para la magia: creaba pequeñas ilusiones sin pensar, incluso sabía crear un pequeño escudo que repelía piedras y objetos por el estilo. Nada relevante para un auténtico mago, pero sí para un niño de muy corta edad. Sin embargo, brindarle una educación mágica era algo completamente imposible debido a la humildad de su familia. No eran extraños los casos como él, que pasados los años se convertían en titiriteros ambulantes o cosas similares por no poder aprovechar al máximo su potencial. Pero incluso dentro de éstos, Arxibald era especial, como descubriría una mañana de verano mientras paseaba por la costa.
Arxibald tenía seis años, y andaba buscando cangrejos y otros pequeños animales entre las rocas como tantas otras mañanas estivales. Sin embargo, aquel día se aventuró demasiado lejos de su casa, y caminando caminando, llegó a un acantilado que recibía el nombre del "Pico de los dracos", porque allí era donde aquellas criaturas, parecidas a los dragones pero de menor tamaño, solían combatir antes de ser extinguidas por los habitantes de Kaleria. Pero en el pico aún se producían combates, concretamente, duelos de magos. Era un lugar apartado, y por ello nadie solía acercarse allí, más sabiendo que era posible encontrarse a dos hechiceros enfrentándose, con el peligro que eso conllevaría para un espectador inesperado.
Arxibald había oído hablar del sitio, pero nunca había ido, y ahora se encontraba allí... viendo pelear dos hombres en una vorágine de magia. Uno de ellos era la quintaesencia del mago de allí: Mayor, larga barba y melena, blancas, ataviado con lujosos ropajes. El otro era más joven, de pelo negro y rostro seco, duro, no extento de profundas arrugas, y vestía con más sobriedad que el anciano.
Y el duelo era apasionante: cuando Arxibald los vio, el joven acababa de crear una inmensa bola de fuego de la nada que se dirigió al anciano. Éste, impasible, hizo un gesto con la mano izquierda y el fuego se tornó agua, un agua viva y dominada por la voluntad del hechicero que se arremolinó alrededor del joven, que allí hubiera perdido si no hubiera clavado su larga vara en el suelo, lo que produjo un destello de cegadora luz violeta que hizo esfumarse el agua.
Arxibald estaba fascinado, y observaba a los dos contendientes escondido detrás de unos matojos, totalmente absorto. Era en ese momento el anciano quien pronunció unas palabras y una enorme criatura surgió de la nada: era un dragón, pero un dragón translúcido y de un extraño color azulado, que se abalanzó sobre el hechicero más joven, obligándolo a saltar a un lado para esquivar la acomentida. Entonces, alzó la mano izquierda, envuelta en hebras de oscuridad, y el dragón se convirtió en un polvo negro que se llevó el viento.
Un ígneo proyectil disparó de nuevo entonces el joven, pero el anciano hizo un gesto de hastío y lo congeló en el aire; acto seguido cuatro proyectiles como el primero volaban hacia el hechicero más joven, que invocó una gran barrera de energía azulada en que hicieron impacto y rebotaron: uno de los proyectiles se perdió hacia el mar, otros dos rebotaron hacia el anciano, y el otro se desvió directamente hacia los arbustos donde se encontraba Arxibald.
Demasiado aterrado para moverse, gritó y se encogió mientras veía venir hacia él aquella enorme flecha de fuego. Allí iba a terminar todo, pensó aterrado: quedaría reducido a cenizas, y nunca más se supo de Arxibald Armiz, fue lo único que llegó a pasarle por la cabeza mientras le caían las lágrimas. Pero el impacto no llegaba. Tardaba, mucho, y no sentía dolor, ni calor... no sentía nada extraño. Se atrevió a abrir un ojo, y vio a ambos magos mirándolo con curiosidad a unos pocos metros... y ni rastro del proyectil.
-¿Tú has hecho eso? -preguntó el más anciano
Era lo último que esperaba oír, y lo desconcertó.
-¿E-el qué? -preguntó con voz trémula
-Es evidente que lo ha hecho él, Namalo -dijo el joven de pelo negro, dirigiéndose al mayor
-Quiero estar seguro. Niño, ¿alguna vez has hecho cosas extrañas? ¿Cosas... mágicas?
Arxibald empezaba a albergar una pequeña idea de lo que podía haber pasado, pero eso no quitaba que siguiera francamente asustado.
-A-a veces -dijo asustado
-Interesante, realmente interesante -siguió el mayor mesándose la barba, pensativo-. ¿Eres consciente de lo que has...? No, no lo eres, lo has hecho sin pensar. De todos modos... ¿Cómo te llamas? -preguntó, cambiando de entonación
-Arxibald Armiz, se-señor
-¿Vives por aquí cerca, Arxibald? -preguntó con voz amable
-A-aquí e-en el pueblo -contestó, señalando la dirección
-Creo que vamos a hacer una visita a tus padres -dijo, sencillamente
En ese momento Arxibald desconocía que acababa de conocer a Namalo Arcanius, el director de la Academia de Baluerth, y a su segundo, Goderic Tamer. Ambos magos se dejaron guiar hasta la pequeña casa de su familia, y allí, mientras arxibald esperaba fuera, mantuvieron una larga conversación.
Los magos ofrecieron a la familia que Arxibald viajara a Baluerth: allí recibiría la más esmerada educación mágica y podría desarrollar su enorme potencial. A condición de que tendría que separarse de su familia. Él, Namalo Arcanius, el más prominente mago vivo, se encargaría personalmente de su cuidado y educación, cuando llegara el momento.
Así fue como Arxibald adoptó su nuevo apellido y pasó a estudiar en el primer curso de la Academia de Baluerth. Se le concedió Forneus, un tumufir (ver abajo) como familiar, con el que pronto estableció un fuerte vínculo, y recibió su educación en magia general, especializándose, con el paso del tiempo, en su talento natural: neutralizar la magia de otros, campo en el que era, sin lugar a dudas, el alumno más aventajado de la academia.
Hasta que, finalmente, a la edad correspondiente, se graduó con honores. O lo hubiera hecho, de no ser por la tragedia que ocurriría. Era la ceremonia de graduación, uno de los momentos más solemnes del año, en el aula magna de la academia. Todos los alumnos y profesores, incluidos Namalo se encotraban allí prestos a empezar. Todos, menos Goderic Tamer. Nadie sabía donde estaba, pero la ceremonia no podía dar comienzo sin el segundo mago más importante de la academia.
Pronto empezaron los cuchicheos, y la inquietud embargó a los presentes. Finalmente Namalo se levantó, y convocó una extraña criatura translúcida, una ilusión, y le ordenó que fuera a buscarlo.
-No va a hacer falta -dijo una voz fría en la entrada de la sala
A continuación, su dueño, un encapuchado que vestía una larga túnica negra, arrojó al suelo el cuerpo sin vida de Tamer, y cundió el pánico. Los gritos se extendieron por la sala, mientras el encapuchado avanzaba impávido hacia Namalo, en el otro extremo.
-Esta vez... perdéis vos, Namalo -volvió a decir, y una horda de monstruosas criaturas y más encapuchados irrumpieron por doquier en la sala.
Algunos cayeron fulminados ante los rápidos ataques de los encapuchados y sus esbirros; otros, como Arxibald, intentaban plantar batalla lo mejor que sabían, mientras el líder de los encapuchados y Namalo empezaron un duro combate mágico.
En la confusión de la pelea, Arxibald tenía suficiente con mantenerse vivo como para preocuparse de la suerte que corría su viejo maestro, pero por lo que veía de reojo, por primera vez Namalo estaba cerca de la derrota. El encapuchado lo consiguió derribar, quedando el anciano postrado en el suelo, jadeante.
Arxibald hubiera gritado si hubiera tenido fuerzas, mientras tendido en el suelo veía al encapuchado acercarse al maestro. La pelea entorno había concluido, y sólo quedaban vivos él, y Namalo, rodeados de encapuchados.
-Hoy... se termina la Academia de Baluerth, Namalo. Y no podéis hacer nada para evitarlo... Habéis perdido
El anciano respiraba agitadamente.
-No... No... ¡No! -gritó Namalo, alzándose, y tras hacer un gesto hacia Arxibald, pronunció a continuación las que serían sus últimas palabras
Arxibald sintió como si algo lo absorbiera, y empezó a perder de vista la sala, mientras veía como la Academia se venía abajo en una vorágine de fuego y destrucción que engullía a encapuchados y a su propio conjurador: Namalo Arcanius, el último director de la Academia de Baluerth.
Otros:
· Forneus
Forneus es una extraña criatura, un ejemplar de la especie creada por los magos de Baluerth que reciben el nombre de tumufires. Los tumufires son unas criaturas del tamaño de un pequeño mono, con una larga cola terminada en punta y los pies parecidos a los de un ave acuática, con los dedos unidos por una fina membrana azul y los ojos, grandes, de color naranja con las pupilas estiradas, como los reptiles.
El cuerpo de los tumufires está cubierto de un suave y corto pelaje normalmente de un color rojizo con motas marronosas. La piel de Forneus es, sin embargo, de inusuales tonalidades azuladas. El azul cielo se va oscureciendo ligeramente a medida que se acerca a la cabeza, salpicado de motas azul marino.
· Habilidades: Los tumufires son criaturas bastante inteligentes y de naturaleza mágica. Comprenden el lenguaje de los humanos y sirven a su amo eficientemente. Tienen muy buen olfato y vista. Son además unas criaturas ágiles y sutiles, bastante habilidosas con sus manos de cuatro dedos.
Sin embargo, el rasgo más interesante para un hechicero son sus habilidades mágicas: son capaces de ocultarse a la vista, aunque deben permanecer inmóviles para ello (limitándose dicha habilidad a esconderse cuando reciben la orden del hechicero). No se sabe a ciencia cierta como lo hacen, pues se vuelven también inmateriales al hacerlo; se supone que viajan a un plano paralelo de la existencia, aunque no se sabe exactamente.
Otra utilidad que encontraban los hechiceros de Baluerth para los tumufires es en la creación de pócimas; su olfato, muy desarrollado, es útil a la hora de detectar los ingredientes de los filtros.
· Historia: Forneus fue dado a Arxibald cuando éste inició sus estudios en la academia de Baluerth, a los seis años de edad. Era el menor de una camada de tumufires y por su extraño color había sido rechazado por su madre. Arxibald lo acogió y pronto se formó entre ellos un vínculo muy fuerte, que no se ha roto nunca. Se podría decir que Arxibald aprecia a Forneus más que a mucha gente, y lo trata como lo que es: una criatura mágica y muy inteligente.
Raza: Humano
Edad: 23 años
Profesión: Metamago
Descripción física:
Arxibald es un joven realtivamente alto (1'75 m, poco más o menos) y espigado. No es de naturaleza fuerte, sino más bien escaso de carnes, aunque no hasta el punto de parecer enfermizo. Cabello rubio oscuro, largo y en un extravagante peinado, que cuida exhaustivamente igual que su fino bigote y perilla. Sus ojos son pequeños y de un azul muy claro, casi siempre con una expresión burlona o de suficiencia.
Viste con ropas elegantes aunque con cierta extravagancia, con colores rojos, negros, dorados y azules, y le place portar anillos y demás clases de joyas. En concreto, lleva uno con un zafiro, regalo de su maestro, en la mano izquierda, pues cabe destacar que es zurdo.
Descripción mental:
El principal rasgo del caracter de Arxibald es que desconoce el significado de la palabra "humildad". O mejor dicho, lo conoce pero no lo aplica a su persona. Tiene un ego desmesuradamente grande, considera que es superior a los demás en cuanto es más elegante. Es más elegante, porque la manera más elegante de derrotar a un adversario es mediante magia, y porque dentro de la magia la manera más elegante es neutralizando la magia del contrario. Esa es la verdadera superioridad.
Por esa razón, desprecia a los magos peores que él, y disfruta haciendo que sus hechizos se desvanezcan en el aire, incluso humillándolos. Eso no significa que sea cruel, en absoluto. Si ve a un mago, simplemente lo tanteará para intentar averiguar si es de su nivel o no. En caso de que sea inferior, simplemente lo desdeñará, y sólo en caso de que el otro lo fuerce pasará a utilizar su magia. Aunque, eso sí, sin hacerse de rogar. Confia en el valor de la palabra, y eso significa que está dispuesto a soportar las suyas con sus habilidades, de manera que espera que también lo haga el resto.
Eso también implica que piensa que sus habilidades deben ser valoradas: no es especialmente avaricioso, pero considera que cualquier servicio que preste merece ser debidamente compensado, pues evidentemente su tiempo y su esfuerzo son valiosos, y tiene mejores cosas que hacer que ayudar a la gente porque sí. Eso no impediría, sin embargo, que sea capaz de ayudar de manera altruista: a veces la recompensa no necesariamente tiene que ser algo material, pues quizá la satisfacción de haber derrotado a otro hechicero sea suficiente pago por liberar a una aldea subyugada a él.
Sin embargo, su gran vanidad no le impide darse cuenta de que no es el más poderoso mago del mundo. Es consciente de que por muy poderoso que sea, hay otros más poderosos que él. Pero eso no implica que tengan que ser mejores: no confía únicamente en su magia, sino en su brillante intelecto y su habilidad para lisonjear a la gente, así como para evitar que lo camelen a él.
Habilidades:
· Arxibald es, ante todo, un tipo bastante brillante: es capaz de leer y escribir perfectamente, así como de entender complejos tratados de magia. Conoce, sobre el papel, los mecanismos de la magia distinta a la que él usa (por ejemplo, la magia de elfos o druidas), pero evidentemente no sabe utilizarla y en realidad, no le interesa.
· Arxibald es un metamago, un estudioso de la magia en sí misma y, concretamente, de cómo contrarrestarla. Es capaz de contrarrestar y anular la magia del contrario, sobretodo si éste emplea una clase de magia que él conoce. Si conoce el hechizo en concreto, además, es prácticamente seguro que conseguirá malograrlo. En caso contrario, la dificultad aumenta, según éste orden, de menor a mayor dificultad.
Dificultad 1 - Hechizos que Arxibald conoce y domina (hechizos básicos de mago)
Dificultad 2 - Hechizos que Arxibald conoce, pero no domina (hechizos de mago, pero de ramas diferentes)
Dificultad 3 - Hechizos que Arxibald desconoce, pero de poca potencia (hechizos débiles de ramas distintas a las del mago "clásico" p. j., la magia de un paladín, o un druida)
Dificultad 4 - Hechizos que Arxibald desconoce, y de gran potencia (ídem, pero sólo que de más complejidad)
Para ello, Arxibald puede utilizar una serie de hechizos que consumen una distintos grados de energía cada uno, pero evidentemente tienen una capacidad de contrarrestar directamente proporcional a su gasto energético. El más débil de todos contrarresta hechizos de dificultad 1 o 2 sin muchos problemas (aunque si es un hechizo de dificultad 2 poderoso, es probable que solo minimice sus efectos) y sin demasiado gasto de energía para Arxibald. Gastando más energía, puede llegar a anular del todo la magia de hechizos de nivel 2 poderosos, de nivel 3, y finalmente de nivel 4, para lo cual requiere una gran dosis de energía.
· Evidentemente, Arxibald no sólo conoce magia defensiva; La defensa sola no vence, de manera que Arxibald sabe utilizar además la magia de manera ofensiva a un nivel, evidentemente, mucho más bajo que en su especialidad.
Conoce, principalmente, dos hechizos:
· El primero, consiste en crear una protección mágica en torno a sí mismo, aumentando notablemente su resistencia a los ataques físicos.
· El segundo, un hechizo aturdidor, que marea a y aturde (valga la redundancia) a enemigos débiles impidéndoles pelear por un espacio de tiempo, y en caso de enemigos más fuertes, les puede molestar y dificultar la lucha.
Cabe señalar que no puede utilizar estos hechizos constantemente, ni mucho menos. Y además odia hacerlo, especialmente el primero, que es el que consume más energía.
Armas:
· La única arma que Arxibald maneja es su báculo de mago, que le sirve para canalizar mejor su energía a la hora de lanzar hechizos. A parte de eso, su única habilidad especial es que, una vez por día puede golpear de manera brutal, con una fuerza similar a la de una pesada maza de armas.
Se trata de una vara de madera, rematada en su parte superior por una talla en forma casi de círculo abierto, en la que aparece una esfera luminosa cuando el hechicero decide usar magia. (En el avatar creo que se ve bastante bien :S)
Atributos:
1- Inteligencia
2- Astucia
3- Carisma
4- Habilidad
5- Constitución física
6- Voluntad
Historia:
Arxibald era el séptimo hijo de una familia de pescadores que habitaban en las costas occidentales del reino de Kaleria, ubidado en un plano diferente al "jaspiano". Al oeste de Kaleria, en medio del mar en un islote, se encontraba la antigua academia de Baluerth, una venerable institución independiente del reino, que tenía la fama de formar a los mejores magos del mundo (evidentemente, del mundo de ése plano).
Arxibald había demostrado desde bien pequeño sus innatas cualidades para la magia: creaba pequeñas ilusiones sin pensar, incluso sabía crear un pequeño escudo que repelía piedras y objetos por el estilo. Nada relevante para un auténtico mago, pero sí para un niño de muy corta edad. Sin embargo, brindarle una educación mágica era algo completamente imposible debido a la humildad de su familia. No eran extraños los casos como él, que pasados los años se convertían en titiriteros ambulantes o cosas similares por no poder aprovechar al máximo su potencial. Pero incluso dentro de éstos, Arxibald era especial, como descubriría una mañana de verano mientras paseaba por la costa.
Arxibald tenía seis años, y andaba buscando cangrejos y otros pequeños animales entre las rocas como tantas otras mañanas estivales. Sin embargo, aquel día se aventuró demasiado lejos de su casa, y caminando caminando, llegó a un acantilado que recibía el nombre del "Pico de los dracos", porque allí era donde aquellas criaturas, parecidas a los dragones pero de menor tamaño, solían combatir antes de ser extinguidas por los habitantes de Kaleria. Pero en el pico aún se producían combates, concretamente, duelos de magos. Era un lugar apartado, y por ello nadie solía acercarse allí, más sabiendo que era posible encontrarse a dos hechiceros enfrentándose, con el peligro que eso conllevaría para un espectador inesperado.
Arxibald había oído hablar del sitio, pero nunca había ido, y ahora se encontraba allí... viendo pelear dos hombres en una vorágine de magia. Uno de ellos era la quintaesencia del mago de allí: Mayor, larga barba y melena, blancas, ataviado con lujosos ropajes. El otro era más joven, de pelo negro y rostro seco, duro, no extento de profundas arrugas, y vestía con más sobriedad que el anciano.
Y el duelo era apasionante: cuando Arxibald los vio, el joven acababa de crear una inmensa bola de fuego de la nada que se dirigió al anciano. Éste, impasible, hizo un gesto con la mano izquierda y el fuego se tornó agua, un agua viva y dominada por la voluntad del hechicero que se arremolinó alrededor del joven, que allí hubiera perdido si no hubiera clavado su larga vara en el suelo, lo que produjo un destello de cegadora luz violeta que hizo esfumarse el agua.
Arxibald estaba fascinado, y observaba a los dos contendientes escondido detrás de unos matojos, totalmente absorto. Era en ese momento el anciano quien pronunció unas palabras y una enorme criatura surgió de la nada: era un dragón, pero un dragón translúcido y de un extraño color azulado, que se abalanzó sobre el hechicero más joven, obligándolo a saltar a un lado para esquivar la acomentida. Entonces, alzó la mano izquierda, envuelta en hebras de oscuridad, y el dragón se convirtió en un polvo negro que se llevó el viento.
Un ígneo proyectil disparó de nuevo entonces el joven, pero el anciano hizo un gesto de hastío y lo congeló en el aire; acto seguido cuatro proyectiles como el primero volaban hacia el hechicero más joven, que invocó una gran barrera de energía azulada en que hicieron impacto y rebotaron: uno de los proyectiles se perdió hacia el mar, otros dos rebotaron hacia el anciano, y el otro se desvió directamente hacia los arbustos donde se encontraba Arxibald.
Demasiado aterrado para moverse, gritó y se encogió mientras veía venir hacia él aquella enorme flecha de fuego. Allí iba a terminar todo, pensó aterrado: quedaría reducido a cenizas, y nunca más se supo de Arxibald Armiz, fue lo único que llegó a pasarle por la cabeza mientras le caían las lágrimas. Pero el impacto no llegaba. Tardaba, mucho, y no sentía dolor, ni calor... no sentía nada extraño. Se atrevió a abrir un ojo, y vio a ambos magos mirándolo con curiosidad a unos pocos metros... y ni rastro del proyectil.
-¿Tú has hecho eso? -preguntó el más anciano
Era lo último que esperaba oír, y lo desconcertó.
-¿E-el qué? -preguntó con voz trémula
-Es evidente que lo ha hecho él, Namalo -dijo el joven de pelo negro, dirigiéndose al mayor
-Quiero estar seguro. Niño, ¿alguna vez has hecho cosas extrañas? ¿Cosas... mágicas?
Arxibald empezaba a albergar una pequeña idea de lo que podía haber pasado, pero eso no quitaba que siguiera francamente asustado.
-A-a veces -dijo asustado
-Interesante, realmente interesante -siguió el mayor mesándose la barba, pensativo-. ¿Eres consciente de lo que has...? No, no lo eres, lo has hecho sin pensar. De todos modos... ¿Cómo te llamas? -preguntó, cambiando de entonación
-Arxibald Armiz, se-señor
-¿Vives por aquí cerca, Arxibald? -preguntó con voz amable
-A-aquí e-en el pueblo -contestó, señalando la dirección
-Creo que vamos a hacer una visita a tus padres -dijo, sencillamente
En ese momento Arxibald desconocía que acababa de conocer a Namalo Arcanius, el director de la Academia de Baluerth, y a su segundo, Goderic Tamer. Ambos magos se dejaron guiar hasta la pequeña casa de su familia, y allí, mientras arxibald esperaba fuera, mantuvieron una larga conversación.
Los magos ofrecieron a la familia que Arxibald viajara a Baluerth: allí recibiría la más esmerada educación mágica y podría desarrollar su enorme potencial. A condición de que tendría que separarse de su familia. Él, Namalo Arcanius, el más prominente mago vivo, se encargaría personalmente de su cuidado y educación, cuando llegara el momento.
Así fue como Arxibald adoptó su nuevo apellido y pasó a estudiar en el primer curso de la Academia de Baluerth. Se le concedió Forneus, un tumufir (ver abajo) como familiar, con el que pronto estableció un fuerte vínculo, y recibió su educación en magia general, especializándose, con el paso del tiempo, en su talento natural: neutralizar la magia de otros, campo en el que era, sin lugar a dudas, el alumno más aventajado de la academia.
Hasta que, finalmente, a la edad correspondiente, se graduó con honores. O lo hubiera hecho, de no ser por la tragedia que ocurriría. Era la ceremonia de graduación, uno de los momentos más solemnes del año, en el aula magna de la academia. Todos los alumnos y profesores, incluidos Namalo se encotraban allí prestos a empezar. Todos, menos Goderic Tamer. Nadie sabía donde estaba, pero la ceremonia no podía dar comienzo sin el segundo mago más importante de la academia.
Pronto empezaron los cuchicheos, y la inquietud embargó a los presentes. Finalmente Namalo se levantó, y convocó una extraña criatura translúcida, una ilusión, y le ordenó que fuera a buscarlo.
-No va a hacer falta -dijo una voz fría en la entrada de la sala
A continuación, su dueño, un encapuchado que vestía una larga túnica negra, arrojó al suelo el cuerpo sin vida de Tamer, y cundió el pánico. Los gritos se extendieron por la sala, mientras el encapuchado avanzaba impávido hacia Namalo, en el otro extremo.
-Esta vez... perdéis vos, Namalo -volvió a decir, y una horda de monstruosas criaturas y más encapuchados irrumpieron por doquier en la sala.
Algunos cayeron fulminados ante los rápidos ataques de los encapuchados y sus esbirros; otros, como Arxibald, intentaban plantar batalla lo mejor que sabían, mientras el líder de los encapuchados y Namalo empezaron un duro combate mágico.
En la confusión de la pelea, Arxibald tenía suficiente con mantenerse vivo como para preocuparse de la suerte que corría su viejo maestro, pero por lo que veía de reojo, por primera vez Namalo estaba cerca de la derrota. El encapuchado lo consiguió derribar, quedando el anciano postrado en el suelo, jadeante.
Arxibald hubiera gritado si hubiera tenido fuerzas, mientras tendido en el suelo veía al encapuchado acercarse al maestro. La pelea entorno había concluido, y sólo quedaban vivos él, y Namalo, rodeados de encapuchados.
-Hoy... se termina la Academia de Baluerth, Namalo. Y no podéis hacer nada para evitarlo... Habéis perdido
El anciano respiraba agitadamente.
-No... No... ¡No! -gritó Namalo, alzándose, y tras hacer un gesto hacia Arxibald, pronunció a continuación las que serían sus últimas palabras
Arxibald sintió como si algo lo absorbiera, y empezó a perder de vista la sala, mientras veía como la Academia se venía abajo en una vorágine de fuego y destrucción que engullía a encapuchados y a su propio conjurador: Namalo Arcanius, el último director de la Academia de Baluerth.
Otros:
· Forneus
Forneus es una extraña criatura, un ejemplar de la especie creada por los magos de Baluerth que reciben el nombre de tumufires. Los tumufires son unas criaturas del tamaño de un pequeño mono, con una larga cola terminada en punta y los pies parecidos a los de un ave acuática, con los dedos unidos por una fina membrana azul y los ojos, grandes, de color naranja con las pupilas estiradas, como los reptiles.
El cuerpo de los tumufires está cubierto de un suave y corto pelaje normalmente de un color rojizo con motas marronosas. La piel de Forneus es, sin embargo, de inusuales tonalidades azuladas. El azul cielo se va oscureciendo ligeramente a medida que se acerca a la cabeza, salpicado de motas azul marino.
· Habilidades: Los tumufires son criaturas bastante inteligentes y de naturaleza mágica. Comprenden el lenguaje de los humanos y sirven a su amo eficientemente. Tienen muy buen olfato y vista. Son además unas criaturas ágiles y sutiles, bastante habilidosas con sus manos de cuatro dedos.
Sin embargo, el rasgo más interesante para un hechicero son sus habilidades mágicas: son capaces de ocultarse a la vista, aunque deben permanecer inmóviles para ello (limitándose dicha habilidad a esconderse cuando reciben la orden del hechicero). No se sabe a ciencia cierta como lo hacen, pues se vuelven también inmateriales al hacerlo; se supone que viajan a un plano paralelo de la existencia, aunque no se sabe exactamente.
Otra utilidad que encontraban los hechiceros de Baluerth para los tumufires es en la creación de pócimas; su olfato, muy desarrollado, es útil a la hora de detectar los ingredientes de los filtros.
· Historia: Forneus fue dado a Arxibald cuando éste inició sus estudios en la academia de Baluerth, a los seis años de edad. Era el menor de una camada de tumufires y por su extraño color había sido rechazado por su madre. Arxibald lo acogió y pronto se formó entre ellos un vínculo muy fuerte, que no se ha roto nunca. Se podría decir que Arxibald aprecia a Forneus más que a mucha gente, y lo trata como lo que es: una criatura mágica y muy inteligente.
Arxibald Arcanius- Cantidad de envíos : 12
Re: Sí, sí, sí, Archie ya está aquí!
¡Al fin! Ya dije que me encanta su avatar, pero vista la ficha he de añadir lo mismo en cuanto a psicología . Me gusta que haya aparecido un disipador de magia para enfrentarse a cualquier mago y me parece que las habilidades estan bien delimitadas y no son excesivamente poderosas (le dan ventaja contra usuarios de magia, obviamente, pero si me lo imagino siendo atacado por cinco bandidos... le veo en un apuro, jeje).
En cuanto a Forneus, va a ser robado.
¡Bienvenido, Archie!
En cuanto a Forneus, va a ser robado.
¡Bienvenido, Archie!
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Sí, sí, sí, Archie ya está aquí!
Me encanta el pj, su sentid de la vanidad y el familiar, que será robado después de ser robado
Tienes mi aprobación
Tienes mi aprobación
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Sí, sí, sí, Archie ya está aquí!
Me alegro que os haya gustado ^^ Aunque por lo que veo os ha gustado más Forneus... ya haré que críe (?)
Arxibald Arcanius- Cantidad de envíos : 12
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