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Y una botella de ron
4 participantes
Mar de Jaspia :: DUCADO DE CESSELE :: Nehmen :: Enie
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Re: Y una botella de ron
Las acciones de Sophitia eran acelerados, sabia lo que les podía pasar si los llegaban a agarrar, los piratas tenían su fama bien ganada al fin y al cabo. No había visto que pasaba con su amiga, daba por supuesto que estaba detrás de ella siguiendola, no por delante por que vería la espada flotante, se había preguntado de donde había sacado el arma, pero al agarrar por la cintura al herido sintió la funda de una espada vacía, eso explicaba todo.
- Si nos llegan a alcanzar, ustedes corran, yo los entretengo – Miro por primera vez a la persona que llevaba casi arrastras – Y si le pasa algo a Florangel mientras esta a tu cargo considérate muerto – Lo decía cien por ciento en serio, la maga era lo más importante en la vida de Sophitia.
Escucho la puerta de la taberna abriéndose nuevamente, maldijo en vos baja y trato de acelerar aun más el paso, pero sabia con certeza que si decidían perseguirlos no existía posibilidad alguna que caminando con un herido superaran a hombre corriendo sin carga alguna. Pero el dolor que sentía el hombre de blancos cabellos era obvio, sobre todo por los insultos, la pirata se dio cuenta que no podría forzar mas el paso.
- No seas llorón, aguántate un poco, porque te gustara menos lo que ellos te harán si te atrapan – Dijo Sophitia levantando una ceja, replicándole de modo descarado, y es que tantas heridas que ella misma había sufrido la habían hecho algo insensible hacia esas cosas, le quitaba dramatismo, sin contar con que la pirata de por si no solía ser muy considerada.
Escucho algo de barullo detrás de ellos, no estaba segura de porque podía ser, pero aprovecho la distracción para doblar en un callejón, tropezando con un montón de basura por lo brusco del giro, pero logró hacer pie a ultimo momento. Tenían que encontrar donde esconderse, se le ocurrían un par de lugares, pero había uno en concreto que estaba cerca de allí.
Un detalle fue lo que la hizo reaccionar sobre el estado del herido, la humedad en sus manos, y que no era precisamente por el sudor de este, estaba sangrando, y en grandes cantidades. Si no llegaban dentro de poco a algún lugar lo tendría que cargar en su espalda, no estaba segura de si era así de pálido siempre o si era por la perdida de sangre.
- Aguanta un poco mas, ya estamos cerca – No iban muy rápido, pero no dejaban de moverse, ni dudaban en que camino tomar, ya que la pirata sabia bien a donde iban, pero aun les faltaba un poco. Recién entonces surgió la duda de si su amiga estaba siguiendolos o no, pero no tenia modo alguno de comprobarlo, solo podía confiar en que si.
- Si nos llegan a alcanzar, ustedes corran, yo los entretengo – Miro por primera vez a la persona que llevaba casi arrastras – Y si le pasa algo a Florangel mientras esta a tu cargo considérate muerto – Lo decía cien por ciento en serio, la maga era lo más importante en la vida de Sophitia.
Escucho la puerta de la taberna abriéndose nuevamente, maldijo en vos baja y trato de acelerar aun más el paso, pero sabia con certeza que si decidían perseguirlos no existía posibilidad alguna que caminando con un herido superaran a hombre corriendo sin carga alguna. Pero el dolor que sentía el hombre de blancos cabellos era obvio, sobre todo por los insultos, la pirata se dio cuenta que no podría forzar mas el paso.
- No seas llorón, aguántate un poco, porque te gustara menos lo que ellos te harán si te atrapan – Dijo Sophitia levantando una ceja, replicándole de modo descarado, y es que tantas heridas que ella misma había sufrido la habían hecho algo insensible hacia esas cosas, le quitaba dramatismo, sin contar con que la pirata de por si no solía ser muy considerada.
Escucho algo de barullo detrás de ellos, no estaba segura de porque podía ser, pero aprovecho la distracción para doblar en un callejón, tropezando con un montón de basura por lo brusco del giro, pero logró hacer pie a ultimo momento. Tenían que encontrar donde esconderse, se le ocurrían un par de lugares, pero había uno en concreto que estaba cerca de allí.
Un detalle fue lo que la hizo reaccionar sobre el estado del herido, la humedad en sus manos, y que no era precisamente por el sudor de este, estaba sangrando, y en grandes cantidades. Si no llegaban dentro de poco a algún lugar lo tendría que cargar en su espalda, no estaba segura de si era así de pálido siempre o si era por la perdida de sangre.
- Aguanta un poco mas, ya estamos cerca – No iban muy rápido, pero no dejaban de moverse, ni dudaban en que camino tomar, ya que la pirata sabia bien a donde iban, pero aun les faltaba un poco. Recién entonces surgió la duda de si su amiga estaba siguiendolos o no, pero no tenia modo alguno de comprobarlo, solo podía confiar en que si.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
No aspiraba a alcanzar a Sophitia y el peliblanco, se conformaba con no perderles de vista y eso casi había sucedido cuando entraron en el callejón. Intentaba al menos mantener la distancia con los dos fugitivos cuando escuchó la puerta de la taberna abrirse nuevamente y una serie de imprecaciones volaron en el aire cuando quienes salían se encontraron con cuatro cuerpos tirados en la calle y un quinto intentando incorporarse.
- ¡Maldición! ¿Qué rayos pasó aquí?
- Se fueron por allá – señaló el pirata del sillazo, poniéndose por fin de pie, ardiendo en deseos de cobrar venganza.
La partida de caza no tardó en organizarse y darse cuenta de eso sacudió a Flor con la fuerza de un rayo ¡Tenía que despistarlos! No podía permitir que entraran al callejón por donde iban su amiga y el herido y a cuya esquina ella estaba llegando. Galvanizada por una mezcla de feroz determinación y adrenalina, reunió todas las fuerzas que le quedaban, se hizo visible y echó a correr.
- ¡Ahí va esa bruja! - escuchó a gritar a sus espaldas, una voz que ya conocía y que le hizo imprimir más velocidad a su carrera.
Rebasó a todo correr el callejón por el que habían entrado la pirata y el mago, con el corazón golpeándole las costillas debido al esfuerzo y entró en el siguiente. Una escalera, cerca de la esquina, llevaba a lo que alguna vez había sido un segundo piso y ahora eran sólo ruinas chamuscadas. Sin dudarlo, se metió bajo ella y volvió a mimetizarse. Justo a tiempo, por que unos instantes después sus perseguidores entraban también al callejón.
Agotada, se dejó caer sentada en el piso, ocultando la espada entre la pared y su espalda, tratando de calmar su agitada respiración para que ni un ruido la delatara. Esperaba poder descansar mientras los piratas se alejaban lo suficiente para que no pudieran oírla cuando se moviera, antes de deshacer su camino para tratar de encontrar a Sophitia y Kirill.
- ¡Maldición! ¿Qué rayos pasó aquí?
- Se fueron por allá – señaló el pirata del sillazo, poniéndose por fin de pie, ardiendo en deseos de cobrar venganza.
La partida de caza no tardó en organizarse y darse cuenta de eso sacudió a Flor con la fuerza de un rayo ¡Tenía que despistarlos! No podía permitir que entraran al callejón por donde iban su amiga y el herido y a cuya esquina ella estaba llegando. Galvanizada por una mezcla de feroz determinación y adrenalina, reunió todas las fuerzas que le quedaban, se hizo visible y echó a correr.
- ¡Ahí va esa bruja! - escuchó a gritar a sus espaldas, una voz que ya conocía y que le hizo imprimir más velocidad a su carrera.
Rebasó a todo correr el callejón por el que habían entrado la pirata y el mago, con el corazón golpeándole las costillas debido al esfuerzo y entró en el siguiente. Una escalera, cerca de la esquina, llevaba a lo que alguna vez había sido un segundo piso y ahora eran sólo ruinas chamuscadas. Sin dudarlo, se metió bajo ella y volvió a mimetizarse. Justo a tiempo, por que unos instantes después sus perseguidores entraban también al callejón.
Agotada, se dejó caer sentada en el piso, ocultando la espada entre la pared y su espalda, tratando de calmar su agitada respiración para que ni un ruido la delatara. Esperaba poder descansar mientras los piratas se alejaban lo suficiente para que no pudieran oírla cuando se moviera, antes de deshacer su camino para tratar de encontrar a Sophitia y Kirill.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
La mente de Kirill era un blanco asfixiante. Nada importaba, nada, salvo la sangre, su vida escurriéndose, y el dolor de repente significaba muchísimo menos. Lo sentía al apretar con fuerza la herida bajo su mano derecha como si así fuera a parar el caudal, y notaba que era necesario; intentaba con todas sus fuerzas desbloquear su mente, apresada por el pánico, apenas consciente de cómo conseguía poner un pie tras otro para seguir con la huida.
El dolor era lo único que pasaba a través de aquella barrera blanca. Reprimió un quejido cuando se apretó demasiado la herida, concentrándose en ella, disipando su pánico, olvidándolo; se paró en seco y cerró los ojos.
Sólo dos segundos. Dos segundos. Era todo lo que necesitaba.
Abrió de nuevo los ojos, aliviado por la sangre que ya no corría. El dolor seguía allí y se apoyó en una pared cercana hasta que remitió un poco el que él mismo se había causado. Estaban en un callejón oscuro; si Kirill hubiera estado prestando atención a lo que se escuchaba a su alrededor podría haber oído aquel "Allí va esa bruja". No lo hizo, ni se dio cuenta de que faltaba Flor.
- Vamos - dijo irguiéndose, dispuesto a seguir.
Al hacerlo se dio cuenta de que no tenía la espada; por un momento lo había olvidado. Se giró para comprobar que Flor no la había perdido, pero ella no estaba allí... nada sorprendente teniendo en cuenta la forma en que sabía fundirse en el entorno. Dudó si decirle algo al aire, pero en lugar de aquello reservó sus fuerzas para seguir caminando.
El dolor era lo único que pasaba a través de aquella barrera blanca. Reprimió un quejido cuando se apretó demasiado la herida, concentrándose en ella, disipando su pánico, olvidándolo; se paró en seco y cerró los ojos.
Sólo dos segundos. Dos segundos. Era todo lo que necesitaba.
Abrió de nuevo los ojos, aliviado por la sangre que ya no corría. El dolor seguía allí y se apoyó en una pared cercana hasta que remitió un poco el que él mismo se había causado. Estaban en un callejón oscuro; si Kirill hubiera estado prestando atención a lo que se escuchaba a su alrededor podría haber oído aquel "Allí va esa bruja". No lo hizo, ni se dio cuenta de que faltaba Flor.
- Vamos - dijo irguiéndose, dispuesto a seguir.
Al hacerlo se dio cuenta de que no tenía la espada; por un momento lo había olvidado. Se giró para comprobar que Flor no la había perdido, pero ella no estaba allí... nada sorprendente teniendo en cuenta la forma en que sabía fundirse en el entorno. Dudó si decirle algo al aire, pero en lugar de aquello reservó sus fuerzas para seguir caminando.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
La sangre fluía como si agua de río se tratara, ninguna persona normal seria capas de soportar mucho mas, Sophitia tenia una idea aproximada de cuanto tiempo faltaba para que el herido se desplomara, producto de la perdida de su preciada sangre. Pero no tenían mucho remedio ¿O si? Para esas alturas, la mayor parte del peso lo cargaba ella, ya que las piernas del mago parecían de gelatina.
Cuando le dijo de detenerse iba a reprocharle, pero lo vio cerrar los ojos, parecía estar haciendo algo, y aunque continuaba igual de pálido, y sus ropas seguían llenas de manchas rojo oscuro, cuando volvió a tomarlo por la cintura se dio cuenta que no había mas salida de sangre, la herida parecía aminorada, solo había una manera de que hubiese logrado eso.
- Oh, no, otro mago no.... – Dijo Sophitia sin tener en cuenta que podía resultar algo ofensivo – No mas magia por favor... – Tenía sus motivos para pensar como pensaba.
Pero más importante que eso era su amiga, no podía gritar su nombre, porque no sabía que tan lejos estaban sus atacantes, aunque lo bueno era que ya no los veían correr tras ellos. Tampoco la escuchaba, ni veía una espada voladora, algo andaba mal, tendría que estar siguiendola, había contado en todo momento con eso ¿Y si no era así?
No había tiempo para averiguar, ni para esperar, tendrían que seguir y confiar en que podría seguirles el rastro, rápidamente penso en un modo de que se diera cuenta por donde habían tomado, habían dos caminos delante de ellos y como el mago recién se había curado, un rastro de sangre la podía guiar hasta esa parte, tomando el de la izquierda y caminando varios metros se encontraba el lugar donde iban a refugiarse.
- Sosténte un segundo – Dijo soltándolo antes de que contestara, luego se saco la faja roja que llevaba a en la cintura casi siempre, dejando algo mas liberada la camisa, luego volvió a atarla en el marco de una ventana rota que marcaba el camino que iban a seguir – Bien, sigamos. – Dijo mientras volvía a agarrarlo y caminaba calle adentro.
La zona donde Sophitia los había llevado no era lo que se dice una “buena” zona, y eso era mucho decir considerando que la isla pirata en general no era como otras islas. No solo vivían piratas en Nehmen, también estaban las personas que intentaban ganarse la vida de un modo algo mas normal, claro que eso iba a girar siempre entorno de las necesidades de los piratas, y uno de los mayores menesteres eran las prostitutas.
Así que en ese barrio se encontraban, las casas eran hechas en madera, la mayoría de las ventanas estaban rotas, pisos de tierra, tabernas con un humo tan espeso que apenas se podía ver, hombres dando risotadas, mujeres con poca ropa y muchos años de trabajo encima, y el alcohol corriendo por las calles como si de agua se tratara. Dentro de ese extraño ambiente que resultaba para la pirata tan pintoresco no llamaba la atención el herido, ya que podían verse por varios lugares a diversos sujetos tirados, algunos por peleas, otros por el alcohol, tal vez otros por alguna venganza cumplida.
Sea como sea, Sophitia seguía caminando ligero, sin prestar mucha atención, por que iba a cierto burdel en especial, susurro un juramento a modo de agradecimiento cuando por fin lo encontró.
- Entremos aquí – Dijo señalando uno de los lugares, en apariencia igual a cualquier otro, dos muchachas de mediana edad cuidaban la puerta, mientras le gritaban invitaciones a los que pasaban, el peliblanco no fue la excepción, pero en cuanto lo vieron sangrando lo dejaron en paz. Sophitia clavo su daga en el marco de la puerta y le dijo a una de las muchachas – Cuídame esto, primor, espero visitas.
La chica asintió sin preguntar nada, y la extraña pareja entró sin mas a lo que sería (o al menos eso esperaba Sophitia) el final de la carrera, era necesario atender esas heridas, y pronto.
Cuando le dijo de detenerse iba a reprocharle, pero lo vio cerrar los ojos, parecía estar haciendo algo, y aunque continuaba igual de pálido, y sus ropas seguían llenas de manchas rojo oscuro, cuando volvió a tomarlo por la cintura se dio cuenta que no había mas salida de sangre, la herida parecía aminorada, solo había una manera de que hubiese logrado eso.
- Oh, no, otro mago no.... – Dijo Sophitia sin tener en cuenta que podía resultar algo ofensivo – No mas magia por favor... – Tenía sus motivos para pensar como pensaba.
Pero más importante que eso era su amiga, no podía gritar su nombre, porque no sabía que tan lejos estaban sus atacantes, aunque lo bueno era que ya no los veían correr tras ellos. Tampoco la escuchaba, ni veía una espada voladora, algo andaba mal, tendría que estar siguiendola, había contado en todo momento con eso ¿Y si no era así?
No había tiempo para averiguar, ni para esperar, tendrían que seguir y confiar en que podría seguirles el rastro, rápidamente penso en un modo de que se diera cuenta por donde habían tomado, habían dos caminos delante de ellos y como el mago recién se había curado, un rastro de sangre la podía guiar hasta esa parte, tomando el de la izquierda y caminando varios metros se encontraba el lugar donde iban a refugiarse.
- Sosténte un segundo – Dijo soltándolo antes de que contestara, luego se saco la faja roja que llevaba a en la cintura casi siempre, dejando algo mas liberada la camisa, luego volvió a atarla en el marco de una ventana rota que marcaba el camino que iban a seguir – Bien, sigamos. – Dijo mientras volvía a agarrarlo y caminaba calle adentro.
La zona donde Sophitia los había llevado no era lo que se dice una “buena” zona, y eso era mucho decir considerando que la isla pirata en general no era como otras islas. No solo vivían piratas en Nehmen, también estaban las personas que intentaban ganarse la vida de un modo algo mas normal, claro que eso iba a girar siempre entorno de las necesidades de los piratas, y uno de los mayores menesteres eran las prostitutas.
Así que en ese barrio se encontraban, las casas eran hechas en madera, la mayoría de las ventanas estaban rotas, pisos de tierra, tabernas con un humo tan espeso que apenas se podía ver, hombres dando risotadas, mujeres con poca ropa y muchos años de trabajo encima, y el alcohol corriendo por las calles como si de agua se tratara. Dentro de ese extraño ambiente que resultaba para la pirata tan pintoresco no llamaba la atención el herido, ya que podían verse por varios lugares a diversos sujetos tirados, algunos por peleas, otros por el alcohol, tal vez otros por alguna venganza cumplida.
Sea como sea, Sophitia seguía caminando ligero, sin prestar mucha atención, por que iba a cierto burdel en especial, susurro un juramento a modo de agradecimiento cuando por fin lo encontró.
- Entremos aquí – Dijo señalando uno de los lugares, en apariencia igual a cualquier otro, dos muchachas de mediana edad cuidaban la puerta, mientras le gritaban invitaciones a los que pasaban, el peliblanco no fue la excepción, pero en cuanto lo vieron sangrando lo dejaron en paz. Sophitia clavo su daga en el marco de la puerta y le dijo a una de las muchachas – Cuídame esto, primor, espero visitas.
La chica asintió sin preguntar nada, y la extraña pareja entró sin mas a lo que sería (o al menos eso esperaba Sophitia) el final de la carrera, era necesario atender esas heridas, y pronto.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
Sus perseguidores entraron al callejón a todo correr y pasaron delante de la escalera sin prestarle la menor atención, después de todo nada tenía que la diferenciara de cualquier otra escala. Habían rebasado ya la esquina sin ver ni trazas de su presa cuando el Pirata del Sillazo barruntó que pasaba algo raro.
- ¡Un momento! - exclamó – No puede haber corrido tan rápido; esa bruja se vuelve invisible, seguramente está por aquí ¡Vamos a buscarla!
Para dar el ejemplo, se puso a buscar de la única manera en que se le ocurrió que se podía buscar a una persona invisible, tanteando palmo a palmo el lugar con su espada, tal como un ciego busca su camino con un bastón. Sus compañeros lo miraron vacilantes durante un momento, pensando que se había vuelto loco, pero ante la seguridad y determinación que mostraba terminaron por unirse también a la singular búsqueda.
Fin del breve descanso para Florangél. Desde la escalera oyó perfectamente lo que el pirata decía y entendió que si persistían, acabarían por encontrarla. Con todo el sigilo del que fue capaz salió de debajo de la escalera, llevando la espada delante suyo esta vez y deshizo el camino que ya había hecho.
Ni siquiera tuvo tiempo de cantar victoria. Apenas había llegado a la esquina cuando se encontró con otro grupo de achispados piratas que se habían unido a la cacería más por ganas de pelea qu epor otra cosa. Muchacha y hombres de detuvieron asombrados; ellos abrieron los ojos de par en par al ver frente así una espada voladora, ella soltó una involuntaria exclamación al encontrarse de frente con más perseguidores. El pasmo de Flor no duró mucho, sin embargo; un instinto d presa que trata de alejarse de su depredador la hizo reaccionar y hacer lo primero que se le vino a la cabeza. Arrojó la espada lejos de sí, tan lejos como pudo, para distraer a los piratas y luego se pegó a la pared y empezó a caminar, sigilosa, hasta el callejón por el que habían entrado Sophitia y el peliblanco.
La maniobra distractiva surtió efecto, al menos momentáneamente. El nuevo grupo de perseguidores miraba aún algo pasmado aquella espada que parecía tener vida propia, cuando el primer grupo de perseguidores, atraídos por el grito de Flor se les unió.
- Esa espada voló hacia nosotros, nadie la traía – explicó alguien con voz un tanto temblorosa.
Escuchar esa explicación y entender lo que había pasado fueron uno para el Pirata del Sillazo; la muy zorra había huido a sus espaldas.
- ¡Por ahí! - exclamó y guió a su hueste en la dirección en la que había caído la espada, que era la contraria la que había tomado Flor.
Satisfecha por el resultado de su maniobra entró en el callejón por el que habían ido su amiga y el mago, sin pensar mucho en el hecho de que había perdido una espada que no era suya y sin preguntarse si el par de fugitivos había notado su ausencia ni que haría para encontrarlos si no era sí. Agotada, pero con el espíritu en alto, siguió caminando automáticamente.
- ¡Un momento! - exclamó – No puede haber corrido tan rápido; esa bruja se vuelve invisible, seguramente está por aquí ¡Vamos a buscarla!
Para dar el ejemplo, se puso a buscar de la única manera en que se le ocurrió que se podía buscar a una persona invisible, tanteando palmo a palmo el lugar con su espada, tal como un ciego busca su camino con un bastón. Sus compañeros lo miraron vacilantes durante un momento, pensando que se había vuelto loco, pero ante la seguridad y determinación que mostraba terminaron por unirse también a la singular búsqueda.
Fin del breve descanso para Florangél. Desde la escalera oyó perfectamente lo que el pirata decía y entendió que si persistían, acabarían por encontrarla. Con todo el sigilo del que fue capaz salió de debajo de la escalera, llevando la espada delante suyo esta vez y deshizo el camino que ya había hecho.
Ni siquiera tuvo tiempo de cantar victoria. Apenas había llegado a la esquina cuando se encontró con otro grupo de achispados piratas que se habían unido a la cacería más por ganas de pelea qu epor otra cosa. Muchacha y hombres de detuvieron asombrados; ellos abrieron los ojos de par en par al ver frente así una espada voladora, ella soltó una involuntaria exclamación al encontrarse de frente con más perseguidores. El pasmo de Flor no duró mucho, sin embargo; un instinto d presa que trata de alejarse de su depredador la hizo reaccionar y hacer lo primero que se le vino a la cabeza. Arrojó la espada lejos de sí, tan lejos como pudo, para distraer a los piratas y luego se pegó a la pared y empezó a caminar, sigilosa, hasta el callejón por el que habían entrado Sophitia y el peliblanco.
La maniobra distractiva surtió efecto, al menos momentáneamente. El nuevo grupo de perseguidores miraba aún algo pasmado aquella espada que parecía tener vida propia, cuando el primer grupo de perseguidores, atraídos por el grito de Flor se les unió.
- Esa espada voló hacia nosotros, nadie la traía – explicó alguien con voz un tanto temblorosa.
Escuchar esa explicación y entender lo que había pasado fueron uno para el Pirata del Sillazo; la muy zorra había huido a sus espaldas.
- ¡Por ahí! - exclamó y guió a su hueste en la dirección en la que había caído la espada, que era la contraria la que había tomado Flor.
Satisfecha por el resultado de su maniobra entró en el callejón por el que habían ido su amiga y el mago, sin pensar mucho en el hecho de que había perdido una espada que no era suya y sin preguntarse si el par de fugitivos había notado su ausencia ni que haría para encontrarlos si no era sí. Agotada, pero con el espíritu en alto, siguió caminando automáticamente.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
Se sentía con más fuerzas aunque no había podido descansar más que aquellos dos segundos. "La herida no es nada," se dijo mientras caminaba "lo importante era la sangre". Ya lo tenía bajo control: la sangre no fluía y el dolor le parecía mucho menos grave en aquel momento. Podía soportarlo, incluso podía caminar sin ayuda... pero un poco más lento. Era mejor de momento que aquella chica siguiera forzando el paso, al menos hasta que se hubieran alejado un poco más.
No se fijó demasiado en la zona que atravesaban, pero sí en sus habitantes. Hombres totalmente ebrios y peleas cada dos pasos; aquel ambiente le hacía sentir superior y le ponía nervioso al mismo tiempo, pero también debía admitir que era un buen lugar en el que fundirse entre la multitud. Algo de todo aquello le hacía gracia y le ponía de un poco mejor humor.
Fue una buena sorpresa el que Sophi le llevara a un local, en el que con suerte podría sentarse un momento a recuperar el aliento. Y aunque en aquel momento no podía interesarle menos el tipo de local en cuestión del que se trataba, no le fue muy difícil averiguarlo dado el ambiente interior y la vestimenta algo ligera de la chica que encontraron a la entrada.
- ¿Trabajas aquí o qué? - preguntó Kirill frunciendo el ceño, en un comentario poco delicado pero que no daba nada por sentado.
Esperaba que Sophi no fuera a dejarle tirado en aquel momento, porque no habría sabido muy bien hacia donde moverse.
No se fijó demasiado en la zona que atravesaban, pero sí en sus habitantes. Hombres totalmente ebrios y peleas cada dos pasos; aquel ambiente le hacía sentir superior y le ponía nervioso al mismo tiempo, pero también debía admitir que era un buen lugar en el que fundirse entre la multitud. Algo de todo aquello le hacía gracia y le ponía de un poco mejor humor.
Fue una buena sorpresa el que Sophi le llevara a un local, en el que con suerte podría sentarse un momento a recuperar el aliento. Y aunque en aquel momento no podía interesarle menos el tipo de local en cuestión del que se trataba, no le fue muy difícil averiguarlo dado el ambiente interior y la vestimenta algo ligera de la chica que encontraron a la entrada.
- ¿Trabajas aquí o qué? - preguntó Kirill frunciendo el ceño, en un comentario poco delicado pero que no daba nada por sentado.
Esperaba que Sophi no fuera a dejarle tirado en aquel momento, porque no habría sabido muy bien hacia donde moverse.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
El hambiente dentro del lugar era mucho peor que el que habían visto afuera, al menos en la calle había aire puro. Dentro del burdel el humo de las pipas y los cigarrillos armados a mano no dejaba ver a mas de medio metro de distancia, las ventanas de vidrios sucios estaban tapadas con cortinas, lo cual imposibilitaba que cualquier rayo de sol entrara y molestara a la interesante fauna que se divertida dentro.
Ante la pregunta del pasmado mago Sophitia no pudo mas que echarse a reír, no mucho hombres se atrevían a preguntar algo así de directo, mucho menos a ella.
- Por dios, no. Soy una pirata en cuerpo y alma, además, mi poco agraciado cuerpo no se compara con el de las hermosuras que hay aquí –Contesto mientras le guiñaba un ojo a una de las muchachas que pasaba y reía. Su comentario podría haber sonado irónico, pero lo cierto era que bajo la ropa su cuerpo estaba lleno de cicatrices, cosa que el mago no sabía, y en el hambiente donde ella se había criado, estas mujeres eran la representación de la belleza.
Caminaron por entre las mesas, bajos sus pies había un piso de madera lleno de tierra, en la mesa se sentaban todos los que entraban, mas una o dos chicas que pasaban de regazo en regazo. Una música estridente sonaba de fondo, y obviamente no faltaban las riñas que eran terminadas rápidamente por la dueña del lugar, una ex prostituta que con los años había logrado hacerse con su propio negocio, su pelo ya estaba grasoso, el maquillaje excesivo no cubría las marcas de los años, y el vestido rojo oscuro seguramente le había sentado mejor en otras épocas, pero era la dueña del lugar y su palabra era ley.
Habían dos sujetos desmayados en una mesa, con las manos sujetando aun la taza con alcohol, Sophitia soltó al mago con cuidado y se acerco a ello, agarrándolos de las ropas los saco de las sillas, dejándolos tirados sin mucha delicadeza en el piso. Luego se sentó con total calma e invito con un gesto al muchacho a que la acompañe. Mientras esperaba a que se acomode agarro una de las tazas dejadas por los anteriores clientes y bebió un poco, era una cerveza asquerosa, caliente y con poco sabor, pero la corrida la había dejado sedienta, así que poco le importaban esos detalles.
- Bueno, aprovecha y bebe tranquilo, cuando llegue Florangel seguiremos – Hizo señas a una de las muchachas para que le traiga mas bebida – Tengo varias preguntas pendientes ¿Quién eres? ¿De donde se conocen con Florangel? ¿Por qué los perseguían esos tipos? ¿De donde eres?
Esa ultima pregunta surgía de algo obvio, la imagen del muchacho era de cualquier cosa menos de un pirata, Sophitia podía suponer que si sabía pelear, probablemente mezclando magia con armas, pero por lo demás tenía un aspecto muy delicado, como de señorito de alta alcurnia que caía en un lugar que no le correspondía. La pirata odiaba a esa clase de niños delicados, pero como suponía era amigo de su queridisima hermana del alma, estaba dispuesta a darle una chance.
Ante la pregunta del pasmado mago Sophitia no pudo mas que echarse a reír, no mucho hombres se atrevían a preguntar algo así de directo, mucho menos a ella.
- Por dios, no. Soy una pirata en cuerpo y alma, además, mi poco agraciado cuerpo no se compara con el de las hermosuras que hay aquí –Contesto mientras le guiñaba un ojo a una de las muchachas que pasaba y reía. Su comentario podría haber sonado irónico, pero lo cierto era que bajo la ropa su cuerpo estaba lleno de cicatrices, cosa que el mago no sabía, y en el hambiente donde ella se había criado, estas mujeres eran la representación de la belleza.
Caminaron por entre las mesas, bajos sus pies había un piso de madera lleno de tierra, en la mesa se sentaban todos los que entraban, mas una o dos chicas que pasaban de regazo en regazo. Una música estridente sonaba de fondo, y obviamente no faltaban las riñas que eran terminadas rápidamente por la dueña del lugar, una ex prostituta que con los años había logrado hacerse con su propio negocio, su pelo ya estaba grasoso, el maquillaje excesivo no cubría las marcas de los años, y el vestido rojo oscuro seguramente le había sentado mejor en otras épocas, pero era la dueña del lugar y su palabra era ley.
Habían dos sujetos desmayados en una mesa, con las manos sujetando aun la taza con alcohol, Sophitia soltó al mago con cuidado y se acerco a ello, agarrándolos de las ropas los saco de las sillas, dejándolos tirados sin mucha delicadeza en el piso. Luego se sentó con total calma e invito con un gesto al muchacho a que la acompañe. Mientras esperaba a que se acomode agarro una de las tazas dejadas por los anteriores clientes y bebió un poco, era una cerveza asquerosa, caliente y con poco sabor, pero la corrida la había dejado sedienta, así que poco le importaban esos detalles.
- Bueno, aprovecha y bebe tranquilo, cuando llegue Florangel seguiremos – Hizo señas a una de las muchachas para que le traiga mas bebida – Tengo varias preguntas pendientes ¿Quién eres? ¿De donde se conocen con Florangel? ¿Por qué los perseguían esos tipos? ¿De donde eres?
Esa ultima pregunta surgía de algo obvio, la imagen del muchacho era de cualquier cosa menos de un pirata, Sophitia podía suponer que si sabía pelear, probablemente mezclando magia con armas, pero por lo demás tenía un aspecto muy delicado, como de señorito de alta alcurnia que caía en un lugar que no le correspondía. La pirata odiaba a esa clase de niños delicados, pero como suponía era amigo de su queridisima hermana del alma, estaba dispuesta a darle una chance.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
Había avanzado unos cuantos metros por el callejón cuando sus piernas exigieron imperiosamente un poco de descanso y, sin más, se sentó en la calle con la espalda apoyada contra la pared. No sabía cuanto tiempo seguirían los piratas en la dirección errada, pero contaba con que no sabrían donde buscarla luego y eso le daba un poco de tiempo para descansar.
Como mucho, sus perseguidores volverían al callejón donde se había metido antes y no pensarían siquiera en entrar donde se encontraba ahora; esperaba al menos que no se les fuera a ocurrir registrar cada callejón cercano a la taberna porque un reguero de la sangre del peliblanco marcaba claramente la ruta que había seguido la otra pareja de fugitivos.
En su mente, los piratas habían tomado características de tenaces perros de presa, con el Pirata del Sillazo como macho alfa y ver un rastro tan claro la preocupó. Acortando su anhelado descanso se puso en pie y comenzó a seguir la huella dejada por Sophitia y Kirill. Al llegar a la esquina no tuvo que esforzarse mucho para averiguar por donde habían seguido: la faja que su previsora amiga había atado a la ventana lo indicaba con claridad. Luego de desatar la faja y guardarla bajo su falda, siguió la ruta que ésta le había señalado.
El barrio al que había entrado era uno al que su madre habría llamado, con un mohín, "poco recomendable", pero a ella la reputación del lugar la tenía sin cuidado. Lo único que le interesaba era avanzar sin chocar con nadie, sin tropezar con algún cuerpo caído y sin verse metida en una nueva pelea, mientras se preguntaba como haría para ubicar a su hermana en ese andurrial.
La daga de la pirata clavada en una puerta fue la respuesta a sus preguntas. Desclavándola de un tirón ante los ojos de una asombrada mujer que no atinó a más que quedarse con la boca abierta, entró tranquilamente al local. Ni falta hizo que ocultara la daga. El lugar estaba tan oscuro que no se podía ver a más de medio metro y muy pocos podían notar la daga flotante y los que la vieron estaban demasiado metidos en sus propios asuntos - una botella de licor barato, generalmente - como para prestarle atención al fenómeno.
Flor tuvo que esperar a que sus ojos se acostumbraran a la escasa luz ambiente antes de poder localizar a su amiga y al pobrecito herido. Los descubrió sentados a una mesa, bebiendo lo que supuso sería cerveza. El peliblanco estaba vivo y la pirata, ilesa; todo había salido perfecto. De estupendo humor, pese al cansancio, se acercó a ellos.
- ¡Así que aquí se habían metido! - exclamó con voz vibrante, haciéndose visible de improviso junto a la mesa.
Como mucho, sus perseguidores volverían al callejón donde se había metido antes y no pensarían siquiera en entrar donde se encontraba ahora; esperaba al menos que no se les fuera a ocurrir registrar cada callejón cercano a la taberna porque un reguero de la sangre del peliblanco marcaba claramente la ruta que había seguido la otra pareja de fugitivos.
En su mente, los piratas habían tomado características de tenaces perros de presa, con el Pirata del Sillazo como macho alfa y ver un rastro tan claro la preocupó. Acortando su anhelado descanso se puso en pie y comenzó a seguir la huella dejada por Sophitia y Kirill. Al llegar a la esquina no tuvo que esforzarse mucho para averiguar por donde habían seguido: la faja que su previsora amiga había atado a la ventana lo indicaba con claridad. Luego de desatar la faja y guardarla bajo su falda, siguió la ruta que ésta le había señalado.
El barrio al que había entrado era uno al que su madre habría llamado, con un mohín, "poco recomendable", pero a ella la reputación del lugar la tenía sin cuidado. Lo único que le interesaba era avanzar sin chocar con nadie, sin tropezar con algún cuerpo caído y sin verse metida en una nueva pelea, mientras se preguntaba como haría para ubicar a su hermana en ese andurrial.
La daga de la pirata clavada en una puerta fue la respuesta a sus preguntas. Desclavándola de un tirón ante los ojos de una asombrada mujer que no atinó a más que quedarse con la boca abierta, entró tranquilamente al local. Ni falta hizo que ocultara la daga. El lugar estaba tan oscuro que no se podía ver a más de medio metro y muy pocos podían notar la daga flotante y los que la vieron estaban demasiado metidos en sus propios asuntos - una botella de licor barato, generalmente - como para prestarle atención al fenómeno.
Flor tuvo que esperar a que sus ojos se acostumbraran a la escasa luz ambiente antes de poder localizar a su amiga y al pobrecito herido. Los descubrió sentados a una mesa, bebiendo lo que supuso sería cerveza. El peliblanco estaba vivo y la pirata, ilesa; todo había salido perfecto. De estupendo humor, pese al cansancio, se acercó a ellos.
- ¡Así que aquí se habían metido! - exclamó con voz vibrante, haciéndose visible de improviso junto a la mesa.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
En ese momento le interesaba bastante poco comprobar si era ironía o no el comentario de la pirata. Su mirada prefirió pasearse por las paredes y la baja calaña allí reunida mientras avanzaban dificultosamente, internándose más en el local hasta encontrar una mesa "vacía". Kirill se dejó caer sobre una de las sillas liberadas y sin pensarlo pegó un buen trago a la bebida que tenía delante.
Era cerveza tibia y amarga, y cuando lo descubrió tuvo que escupir lo que no había tragado.
- Argh - torció el gesto, asqueado, se secó un resto de bebida de la barbilla con el dorso de la mano y apartó con brusquedad la jarra de cerveza. Al hacerlo observó con estupefacción cómo Sophi bebía sin problemas de la taza y comenzaba a hablar tranquilamente -. Si yo pudiera beber tranquilo algo como esto sería por haber perdido el sentido del gusto - respondió al comentario de la pirata.
Mientras esperaba que trajeran algo más decente para calmar la sed se movió algo inquieto en su asiento. Las preguntas de Sophi sólo llevarían al descubrimiento de que en realidad lo único que le unía a esa chica, Florangél, era que le debía una por sacarle de aquel lío. Pero Kirill no iba a mentir ni a inventarse cosas que no eran, así que si la realidad desilusionaba a Sophi sería su culpa por imaginarse cosas de más.
- Yo soy Kirill Skatha - desvió la mirada -... Y en cuanto a Florangél, ni siquiera sabía que se llamaba así. No sé qué te esperas como relación, pero... - "Le pegó un sillazo a un pirata y después me sacó de allí" fue lo que completó su mente -... Coincidimos en una pelea de taberna y salimos juntos de allí. Y los dos teníamos a gente detrás que nos quería devolver lo recibido. El sillazo... - sacudió la cabeza y volvió a optar por callarse esa parte.
Si Kirill hubiera sabido que Sophi lo consideraba un señorito delicado se habría apresurado a demostrarle cuán equivocada estaba, con herida y deuda o sin ellas. En lugar de eso, sin sospechar nada y bastante calmado de cara a Sophi y Flor al ser consciente de que le habían salvado el pellejo, la complació respondiendo hasta la última de sus preguntas.
- No soy de aquí... vengo de un lugar llamado Tarazed, fuera del archipiélago, pero llevo viviendo en Nehmen un tiempo - se alzó de hombros -. Algunos de los que nos seguían me conocían ya de vista.
Una moza les dejó sobre la mesa un par de jarras nuevas, pero Kirill no llegó a tocarlas. De improviso una voz que comenzaba a ser demasiado conocida sonó junto a ellos, y el mago tuvo que hacer un esfuerzo para no caerse de la silla por la sorpresa. Le costó sólo un segundo restablecerse y entonces se puso de pie.
- Me cuesta, pero tengo que darte las... - comenzó, pero entonces se dio cuenta de que había algo que iba mal. Parpadeó dos veces y miró a Florangél de pies a cabeza, pero por mucho que lo hiciera... Cuando volvió a hablar, fue con un completo desconcierto:- ¿Y mi espada?
Era cerveza tibia y amarga, y cuando lo descubrió tuvo que escupir lo que no había tragado.
- Argh - torció el gesto, asqueado, se secó un resto de bebida de la barbilla con el dorso de la mano y apartó con brusquedad la jarra de cerveza. Al hacerlo observó con estupefacción cómo Sophi bebía sin problemas de la taza y comenzaba a hablar tranquilamente -. Si yo pudiera beber tranquilo algo como esto sería por haber perdido el sentido del gusto - respondió al comentario de la pirata.
Mientras esperaba que trajeran algo más decente para calmar la sed se movió algo inquieto en su asiento. Las preguntas de Sophi sólo llevarían al descubrimiento de que en realidad lo único que le unía a esa chica, Florangél, era que le debía una por sacarle de aquel lío. Pero Kirill no iba a mentir ni a inventarse cosas que no eran, así que si la realidad desilusionaba a Sophi sería su culpa por imaginarse cosas de más.
- Yo soy Kirill Skatha - desvió la mirada -... Y en cuanto a Florangél, ni siquiera sabía que se llamaba así. No sé qué te esperas como relación, pero... - "Le pegó un sillazo a un pirata y después me sacó de allí" fue lo que completó su mente -... Coincidimos en una pelea de taberna y salimos juntos de allí. Y los dos teníamos a gente detrás que nos quería devolver lo recibido. El sillazo... - sacudió la cabeza y volvió a optar por callarse esa parte.
Si Kirill hubiera sabido que Sophi lo consideraba un señorito delicado se habría apresurado a demostrarle cuán equivocada estaba, con herida y deuda o sin ellas. En lugar de eso, sin sospechar nada y bastante calmado de cara a Sophi y Flor al ser consciente de que le habían salvado el pellejo, la complació respondiendo hasta la última de sus preguntas.
- No soy de aquí... vengo de un lugar llamado Tarazed, fuera del archipiélago, pero llevo viviendo en Nehmen un tiempo - se alzó de hombros -. Algunos de los que nos seguían me conocían ya de vista.
Una moza les dejó sobre la mesa un par de jarras nuevas, pero Kirill no llegó a tocarlas. De improviso una voz que comenzaba a ser demasiado conocida sonó junto a ellos, y el mago tuvo que hacer un esfuerzo para no caerse de la silla por la sorpresa. Le costó sólo un segundo restablecerse y entonces se puso de pie.
- Me cuesta, pero tengo que darte las... - comenzó, pero entonces se dio cuenta de que había algo que iba mal. Parpadeó dos veces y miró a Florangél de pies a cabeza, pero por mucho que lo hiciera... Cuando volvió a hablar, fue con un completo desconcierto:- ¿Y mi espada?
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
¿Qué mas podía hacer Sophitia sino reírse al ver al ex herido escupir la cerveza como si de veneno se tratara? La carcajada no se hizo esperar, y se tuvo que agarrar la panza para intentar detenerse, al final era un tipo muy gracioso.
- No, delicado caballero, hubieses aprendido que ante la necesidad y las adversidades uno no puede andar dándose el gusto de escupir las bebidas – Dijo guiñándole un ojo, mientras terminaba las ultimas gotas de la jarra. No esperaba que lo entendiera, si su teoría era correcta y era un niño refinado que se había perdido camino a casa, no tenía idea de lo que era la necesidad.
Escucho lo que Kirill tenia para contarle, coincidiendo en peleas había llegado a conocer a montones de sus amigos actuales, no era un modo muy raro de entablar amistades para la pirata. De a poco la historia iba cuadrando en su mente, lo único que no entendía era porque Florangel había entrado a esa taberna, pero no era algo que su interlocutor pudiera contestar.
- Bien, bien, entiendo, son cosas que suelen suceder en esta isla – Su siguiente bebida ya se había terminado, y sin una sola moneda en el bolsillo se proponía a pedir muchas jarras mas antes de salir – Bueno, Kirill, no tengo idea de donde vienes, pero sea donde sea que te encuentres, nos debes una a Flor y a mi, esperamos por lo tanto que llegado el momento sepas devolvernos el favor como corresponde – El tono de la pirata era como el de un hombre de negocios, había dicho ese mismo discurso en incontables ocasiones, era así como había logrado tener contactos en toda la ciudad.
Cuando Florangel apareció la pirata la saludo con una amplia sonrisa y levantando la jarra de cerveza... Obviamente no la suya, sino la que le había pertenecido Kirill y este no había llegado a beber a tiempo.
- Bienvenida Señorita ¿Disfruto el paseo? – Dijo riendo, ya había pasado la peor parte, ahora que veía a su hermana parada frente a ella podía respirar tranquila.
Pero la reacción divertida de la pirata paso rápidamente a una de extrañes ¿Por qué le preocupaba tanto una tonta espada? Obviamente Sophitia no sabía que la espada podía tener algo en particular por lo que resultara tan importante, en su mundo las espadas eran solo eso, pedazos de metal con filo.
- ¿Paso algo con la espada? Al parecer era importante para tu amigo, Florangel – Dijo poniendose en pie también.
- No, delicado caballero, hubieses aprendido que ante la necesidad y las adversidades uno no puede andar dándose el gusto de escupir las bebidas – Dijo guiñándole un ojo, mientras terminaba las ultimas gotas de la jarra. No esperaba que lo entendiera, si su teoría era correcta y era un niño refinado que se había perdido camino a casa, no tenía idea de lo que era la necesidad.
Escucho lo que Kirill tenia para contarle, coincidiendo en peleas había llegado a conocer a montones de sus amigos actuales, no era un modo muy raro de entablar amistades para la pirata. De a poco la historia iba cuadrando en su mente, lo único que no entendía era porque Florangel había entrado a esa taberna, pero no era algo que su interlocutor pudiera contestar.
- Bien, bien, entiendo, son cosas que suelen suceder en esta isla – Su siguiente bebida ya se había terminado, y sin una sola moneda en el bolsillo se proponía a pedir muchas jarras mas antes de salir – Bueno, Kirill, no tengo idea de donde vienes, pero sea donde sea que te encuentres, nos debes una a Flor y a mi, esperamos por lo tanto que llegado el momento sepas devolvernos el favor como corresponde – El tono de la pirata era como el de un hombre de negocios, había dicho ese mismo discurso en incontables ocasiones, era así como había logrado tener contactos en toda la ciudad.
Cuando Florangel apareció la pirata la saludo con una amplia sonrisa y levantando la jarra de cerveza... Obviamente no la suya, sino la que le había pertenecido Kirill y este no había llegado a beber a tiempo.
- Bienvenida Señorita ¿Disfruto el paseo? – Dijo riendo, ya había pasado la peor parte, ahora que veía a su hermana parada frente a ella podía respirar tranquila.
Pero la reacción divertida de la pirata paso rápidamente a una de extrañes ¿Por qué le preocupaba tanto una tonta espada? Obviamente Sophitia no sabía que la espada podía tener algo en particular por lo que resultara tan importante, en su mundo las espadas eran solo eso, pedazos de metal con filo.
- ¿Paso algo con la espada? Al parecer era importante para tu amigo, Florangel – Dijo poniendose en pie también.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
No pudo evitar reír al observar la reacción de Kirill ante su aparición, que no tuviera en mente sorprenderlo así no evitaba que disfrutara de haberlo conseguido.
- Gracias, fue divertido, pero algo cansador.
En realidad, había sido agotador y miraba con ojos codiciosos la silla que el peliblanco había dejado libre cuando se dio cuenta que éste se había interrumpido al hablar y la estaba mirando como si buscara algo que no estaba ahí. Claro, la espada.
Por supuesto, ella no tenía la menor idea acerca del valor, material o sentimental, que aquella arma pudiera tener para el mago, pero la verdad es que haberlo sabido no hubiera cambiado las cosas; la había arrojado por necesidad, no por gusto. No acostumbraba tomar las cosas de otros sin su permiso y disponer de ellas sin más y no le gustaba haberlo hecho, pero estimaba que no había tenido alternativa y eso moderaba mucho la culpa que pudiera sentir.
- Tuve que tirarla para despistar a los piratas que nos seguían, sino estarían aquí ahora – explicó llanamente – Lo siento.
No ofreció intentar recuperarla después – seguramente los piratas se la habían llevado y ya había tenido bastante con ellos, por ese día y varias semanas más - ni aseguró que iba a pagársela – no tenía un centavo propio y no pensaba pedirle dinero a Sophitia – ya que no acostumbraba hacer promesas vacías. Esperaba que el haberlo sacado de la taberna y librado de los piratas bastara para que el peliblanco disculpara la perdida de su espada; de todos modos, había salido ganando.
Un ruido en la mesa de al lado, distrajo su atención. Un borracho había decidido dormir la mona en el suelo y, con ello, había dejado libre una silla de la que Flor se apoderó sin tardanza para acercarla a la mesa en que estaban su amiga y el herido, sentándose con un suspiro de alivio primero y desmadejándose sobre la mesa después.
- ¿Sirven comida aquí? Me muero de hambre – preguntó con voz queda - Ah, Sophi, no pude hacer las compras...
El relajo después de la pelea y la huida habían hecho que la adrenalina que la había mantenido en pie descendiera al mínimo y con ello, sus fuerzas flaquearan y el dolor de cada uno de los golpes que había recibido empezara a manifestarse con fuerza.
- Gracias, fue divertido, pero algo cansador.
En realidad, había sido agotador y miraba con ojos codiciosos la silla que el peliblanco había dejado libre cuando se dio cuenta que éste se había interrumpido al hablar y la estaba mirando como si buscara algo que no estaba ahí. Claro, la espada.
Por supuesto, ella no tenía la menor idea acerca del valor, material o sentimental, que aquella arma pudiera tener para el mago, pero la verdad es que haberlo sabido no hubiera cambiado las cosas; la había arrojado por necesidad, no por gusto. No acostumbraba tomar las cosas de otros sin su permiso y disponer de ellas sin más y no le gustaba haberlo hecho, pero estimaba que no había tenido alternativa y eso moderaba mucho la culpa que pudiera sentir.
- Tuve que tirarla para despistar a los piratas que nos seguían, sino estarían aquí ahora – explicó llanamente – Lo siento.
No ofreció intentar recuperarla después – seguramente los piratas se la habían llevado y ya había tenido bastante con ellos, por ese día y varias semanas más - ni aseguró que iba a pagársela – no tenía un centavo propio y no pensaba pedirle dinero a Sophitia – ya que no acostumbraba hacer promesas vacías. Esperaba que el haberlo sacado de la taberna y librado de los piratas bastara para que el peliblanco disculpara la perdida de su espada; de todos modos, había salido ganando.
Un ruido en la mesa de al lado, distrajo su atención. Un borracho había decidido dormir la mona en el suelo y, con ello, había dejado libre una silla de la que Flor se apoderó sin tardanza para acercarla a la mesa en que estaban su amiga y el herido, sentándose con un suspiro de alivio primero y desmadejándose sobre la mesa después.
- ¿Sirven comida aquí? Me muero de hambre – preguntó con voz queda - Ah, Sophi, no pude hacer las compras...
El relajo después de la pelea y la huida habían hecho que la adrenalina que la había mantenido en pie descendiera al mínimo y con ello, sus fuerzas flaquearan y el dolor de cada uno de los golpes que había recibido empezara a manifestarse con fuerza.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
- Sé lo que debo y lo que no, ¿vale? - gruñó por lo bajo.
No necesitaba que se lo recordaran para tener en cuenta sus deudas; iba a pagarlas de vuelta de alguna forma, ¿vale? Y cuando lo hiciera sería por propia voluntad y nunca porque se lo exigieran. Pero lo de la espada era peor. Que Flor le revelara que había tirado su espada tan llanamente fue como un bofetón en pleno rostro para el mago, que tardó un par de segundos en asimilar lo que le decían. La siguió con la vista mientras iba a por una silla, y cuando ya cambiaba de tema y comenzaba a hablar de comida tuvo que interrumpirla.
- ¿Qué? Espera, ¿has tirado MI espada?
Prefería no creerse esa parte. No por un inexistente valor sentimental que cualquier otra persona habría sentido, sino por el valor material. Podía sustituirla, pero para empezar no podía pagarla, para seguir tendría que acostumbrarse a un arma diferente y para terminar no le parecía "bien" en absoluto que una desconocida la hubiera robado a sus espaldas sólo para acabar lanzándola por allí. Por si fuera poco, Sophi le trataba de delicado caballero.
Necesitaba darle un puñetazo a algo. Lejos de dejar que Flor se apoyara tranquilamente sobre la mesa, cogió el borde con la mano derecha y la levantó, tumbando bruscamente la mesa al suelo. Pero no resultó todo lo bien que había planeado: aquel movimiento le causó un pinchazo de dolor en el costado y el mago reaccionó inmediatamente doblándose sobre si.
- ¿Pero quién demonios os habéis creído que soy, joder? - tuvo que preguntar a pesar de todo, mirándolas alternativamente a la una y a la otra.
La herida le latía en el costado y sentía su sangre hervir en lo más profundo de su ser. Tuvo que apoyarse en la silla, ojos cerrados, para no perder el control de su hechizo. No quería acabar desangrándose en aquel tugurio.
- Joder - repitió. La próxima vez que alguien quisiera ayudarle a salir de un apuro, pensó, le atravesaría el estómago con sus propias manos antes de permitirlo, porque lo único que habían hecho era empeorar las cosas. Ojalá aquellas dos tuvieran el buen sentido de no responder a lo que les acababa de decir, porque si lo hacían sería peor; Kirill sólo necesitaba un momento para calmarse... pero no, seguro que dirían algo con toda la prepotencia del mundo -. No respondáis a esa pregunta - añadió en cuanto escuchó que una de ellas iba a decir algo - Por favor, NO respondáis a esa pregunta.
No necesitaba que se lo recordaran para tener en cuenta sus deudas; iba a pagarlas de vuelta de alguna forma, ¿vale? Y cuando lo hiciera sería por propia voluntad y nunca porque se lo exigieran. Pero lo de la espada era peor. Que Flor le revelara que había tirado su espada tan llanamente fue como un bofetón en pleno rostro para el mago, que tardó un par de segundos en asimilar lo que le decían. La siguió con la vista mientras iba a por una silla, y cuando ya cambiaba de tema y comenzaba a hablar de comida tuvo que interrumpirla.
- ¿Qué? Espera, ¿has tirado MI espada?
Prefería no creerse esa parte. No por un inexistente valor sentimental que cualquier otra persona habría sentido, sino por el valor material. Podía sustituirla, pero para empezar no podía pagarla, para seguir tendría que acostumbrarse a un arma diferente y para terminar no le parecía "bien" en absoluto que una desconocida la hubiera robado a sus espaldas sólo para acabar lanzándola por allí. Por si fuera poco, Sophi le trataba de delicado caballero.
Necesitaba darle un puñetazo a algo. Lejos de dejar que Flor se apoyara tranquilamente sobre la mesa, cogió el borde con la mano derecha y la levantó, tumbando bruscamente la mesa al suelo. Pero no resultó todo lo bien que había planeado: aquel movimiento le causó un pinchazo de dolor en el costado y el mago reaccionó inmediatamente doblándose sobre si.
- ¿Pero quién demonios os habéis creído que soy, joder? - tuvo que preguntar a pesar de todo, mirándolas alternativamente a la una y a la otra.
La herida le latía en el costado y sentía su sangre hervir en lo más profundo de su ser. Tuvo que apoyarse en la silla, ojos cerrados, para no perder el control de su hechizo. No quería acabar desangrándose en aquel tugurio.
- Joder - repitió. La próxima vez que alguien quisiera ayudarle a salir de un apuro, pensó, le atravesaría el estómago con sus propias manos antes de permitirlo, porque lo único que habían hecho era empeorar las cosas. Ojalá aquellas dos tuvieran el buen sentido de no responder a lo que les acababa de decir, porque si lo hacían sería peor; Kirill sólo necesitaba un momento para calmarse... pero no, seguro que dirían algo con toda la prepotencia del mundo -. No respondáis a esa pregunta - añadió en cuanto escuchó que una de ellas iba a decir algo - Por favor, NO respondáis a esa pregunta.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
La pirata continuaba parada junto a Kirill mientras observaba divertida a su querida Florangel, tan tranquila y desenvuelta, cada vez se diferenciaba mas de aquella jovensita que la había rescatado de un callejón.
No estaba segura de si la maga se daba cuenta de los cambios, de cómo se había acostumbrado a tratar con los borrachos, de no sentirse extrañada por los ambientes a los que Sophitia la llevaba continuamente. Si había que describir lo que la pirata sentía con una palabra esa seria: Orgullo.
Iba a responderle que si servían comida pero que no le recomendaba pedirla por su propio bien, cuando Kirill la interrumpió, en realidad a ambas. El modo en que el peli blanco había comenzado el discurso hizo que el gesto de Sophitia se torciera levemente, y el modo en que dijo “MI”, directamente la habían hecho fruncir el ceño.
- Un mo... – Iba a cortarlo en seco el resto del sermón, cuando Kirill dio vuelta la mesa con violencia
Eso ya superaba los limites de la paciencia de la pirata, ese local era de una amiga de ella, no podía dejar que lo rompieran así como así, y por sobre todas las cosas, le estaba gritando a SU hermana, podía soportar que el sujeto tuviera mal genio, o que no les devolviera el favor nunca ni se mostrara agradecido, pero no que le levantara el tono a Florangel.
- ¡¡Tu no me vas a decir que es lo que tengo que hacer!! – Grito la pirata, haciendo que varias de las cabezas del lugar se giraran, era lo único que iban a hacer en el estado de ebriedad que se encontraban. Para dar vuelta la mesa le había dado la espalda a Sophitia, en un arranque de irritación extrema (típicas en ella por cierto) lo tomo por el hombro y lo obligo a girarse – ¡No se quien te crees que eres tu! ¡Pones en riesgo la vida de mi hermana, ella te ayuda sin siquiera conocerte, desvía a tus atacantes poniendo en riesgo su propio bien estar y a cambio solo perdió una estúpida espada! – Mientras decía cada una de estas cosas acompañaba la afirmación con un ligero empujón – ¡Y ahora tienes el descaro de gritarle!
Levanto un dedo, señalándolo directo a la cara, su humor era una como una olla hirviendo a presión, y una vez que explotaba era difícil detenerla.
- ¡Nadie le grita a MI hermana, me importa poco y nada quien mierda crees que eres, aquí no eres mas que una puta alma perdida, y tu vida vale menos que caca de perro, así que o bajas los humos, o te los bajo ahora mismo a golpes! – Recién entonces dejo de hablar, tomando aire para tratar de recuperarse de su creciente ira.
Sophitia sabia que el hombre era mago, por lo tanto, tenia la ventaja si se ponían a pelear mano a mano, pero poco le importaba eso, no se caracterizaba por elegir bien sus peleas cuando se enojaba, lo único que le importaba era que nadie le faltara el respeto a quien mas amaba en el mundo, si para ganar tenia que abrirle la recientemente cerrada herida a patadas, así será.
No estaba segura de si la maga se daba cuenta de los cambios, de cómo se había acostumbrado a tratar con los borrachos, de no sentirse extrañada por los ambientes a los que Sophitia la llevaba continuamente. Si había que describir lo que la pirata sentía con una palabra esa seria: Orgullo.
Iba a responderle que si servían comida pero que no le recomendaba pedirla por su propio bien, cuando Kirill la interrumpió, en realidad a ambas. El modo en que el peli blanco había comenzado el discurso hizo que el gesto de Sophitia se torciera levemente, y el modo en que dijo “MI”, directamente la habían hecho fruncir el ceño.
- Un mo... – Iba a cortarlo en seco el resto del sermón, cuando Kirill dio vuelta la mesa con violencia
Eso ya superaba los limites de la paciencia de la pirata, ese local era de una amiga de ella, no podía dejar que lo rompieran así como así, y por sobre todas las cosas, le estaba gritando a SU hermana, podía soportar que el sujeto tuviera mal genio, o que no les devolviera el favor nunca ni se mostrara agradecido, pero no que le levantara el tono a Florangel.
- ¡¡Tu no me vas a decir que es lo que tengo que hacer!! – Grito la pirata, haciendo que varias de las cabezas del lugar se giraran, era lo único que iban a hacer en el estado de ebriedad que se encontraban. Para dar vuelta la mesa le había dado la espalda a Sophitia, en un arranque de irritación extrema (típicas en ella por cierto) lo tomo por el hombro y lo obligo a girarse – ¡No se quien te crees que eres tu! ¡Pones en riesgo la vida de mi hermana, ella te ayuda sin siquiera conocerte, desvía a tus atacantes poniendo en riesgo su propio bien estar y a cambio solo perdió una estúpida espada! – Mientras decía cada una de estas cosas acompañaba la afirmación con un ligero empujón – ¡Y ahora tienes el descaro de gritarle!
Levanto un dedo, señalándolo directo a la cara, su humor era una como una olla hirviendo a presión, y una vez que explotaba era difícil detenerla.
- ¡Nadie le grita a MI hermana, me importa poco y nada quien mierda crees que eres, aquí no eres mas que una puta alma perdida, y tu vida vale menos que caca de perro, así que o bajas los humos, o te los bajo ahora mismo a golpes! – Recién entonces dejo de hablar, tomando aire para tratar de recuperarse de su creciente ira.
Sophitia sabia que el hombre era mago, por lo tanto, tenia la ventaja si se ponían a pelear mano a mano, pero poco le importaba eso, no se caracterizaba por elegir bien sus peleas cuando se enojaba, lo único que le importaba era que nadie le faltara el respeto a quien mas amaba en el mundo, si para ganar tenia que abrirle la recientemente cerrada herida a patadas, así será.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
A Flor no le sorprendió que el peliblanco reaccionara mal frente a su declaración de haber perdido la espada, ya había tenido ocasión de conocer su mal genio cuando le había ofrecido agua luego de sacarlo de la taberna. No le dio mayor importancia, en parte porque se lo esperaba y en parte porque estaba cansada y hambrienta y su único interés era alimentarse y descansar. Ya se le pasaría el arrebato, como se le había pasado la vez anterior. Con lo que no contaba era conque iba ponerse violento antes de que “se le pasara”.
Recostada en la mesa, con la cabeza apoyada en los brazos como estaba, no advirtió a tiempo la maniobra del mago. Cuando sintió que la mesa se movía bajo ella, sólo sus buenos reflejos le permitieron incorporarse de un salto, justo a tiempo para no acabar en el suelo junto al mueble. Se tambaleó un momento, sorprendida, sin saber qué había pasado pero junto con recuperar el equilibrio se dio cuenta de que Kirill había sido el autor del atentado.
- ¡Pero qué...
Fue todo lo que alcanzó a decir porque se vio interrumpida por la vehemente reacción de Sophitia, quien estaba mucho, mucho más enojada que ella. Con los ojos como platos y la boca abierta, observó como la pirata arremetía contra el mago para defenderla... porque éste le había gritado. En más de una ocasión Flor se había sentido algo molesta ante la excesiva protección que, a su juicio, su amiga le dispensaba, pero la muestra de cariño que le daba ahora le causó una profunda emoción, la que la hizo olvidar por completo su propia rabia contra el mago.
Aguantándose las ganas de darle un gran abrazo a su hermana, permaneció alerta tanto a la reacción de Kirill como a la de cualquiera que quisiera meter sus narices en el asunto. Cierto que el herido no era rival para Sophitia y que los parroquianos estaban demasiado ebrios como para hacer otra cosa que mirara, pero nunca se sabía y ella no iba a correr riesgos; por nada del mundo iba a dejar que su hermana sufriera algún daño.
Con el respaldo de la silla en la que estuviera sentada bien sujeto entre sus manos, para levantarla cuando fuera preciso, aguardó.
Recostada en la mesa, con la cabeza apoyada en los brazos como estaba, no advirtió a tiempo la maniobra del mago. Cuando sintió que la mesa se movía bajo ella, sólo sus buenos reflejos le permitieron incorporarse de un salto, justo a tiempo para no acabar en el suelo junto al mueble. Se tambaleó un momento, sorprendida, sin saber qué había pasado pero junto con recuperar el equilibrio se dio cuenta de que Kirill había sido el autor del atentado.
- ¡Pero qué...
Fue todo lo que alcanzó a decir porque se vio interrumpida por la vehemente reacción de Sophitia, quien estaba mucho, mucho más enojada que ella. Con los ojos como platos y la boca abierta, observó como la pirata arremetía contra el mago para defenderla... porque éste le había gritado. En más de una ocasión Flor se había sentido algo molesta ante la excesiva protección que, a su juicio, su amiga le dispensaba, pero la muestra de cariño que le daba ahora le causó una profunda emoción, la que la hizo olvidar por completo su propia rabia contra el mago.
Aguantándose las ganas de darle un gran abrazo a su hermana, permaneció alerta tanto a la reacción de Kirill como a la de cualquiera que quisiera meter sus narices en el asunto. Cierto que el herido no era rival para Sophitia y que los parroquianos estaban demasiado ebrios como para hacer otra cosa que mirara, pero nunca se sabía y ella no iba a correr riesgos; por nada del mundo iba a dejar que su hermana sufriera algún daño.
Con el respaldo de la silla en la que estuviera sentada bien sujeto entre sus manos, para levantarla cuando fuera preciso, aguardó.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
"No me toques" pensó cuando Sophi le giró para encararle.
- ¡¿Quién está gritando aquí?! ¡¡Yo no estaba gritando!! - le gritó de vuelta a pleno pulmón.
Pero no llevaba las de ganar en aquella pelea. Las ganas que tenía de cruzarle la cara a Sophi de un buen manotazo no sobrepasaban la urgencia de su herida; sentía su hechizo a punto de perderse de nuevo y no iba a permitir eso. Las palabras de la joven eran una pura provocación para Kirill, así que tuvo que soportarlas con los dientes apretados mientras hacía un esfuerzo por no explotar, con más y más presión acumulándose en su interior. Se volvió a apoyar en la silla y cerró los ojos, inspirando y expirando aire con fuerza.
Sophi tenía bastante razón en lo que decía, y Kirill habría sido el primer en tirar aquella estúpida espada para despistar a los perseguidores si no hubiera habido otro remedio; en cuanto se sanara su herida podría recuperarla de alguna forma. Pero el malhumor no atiende a razones, y las ganas de herir y de salir ganando suelen pasar por encima de cualquier otra circunstancia.
“Recupera el control, recupera el control, recupera el control” se repitió interiormente mientras intentaba no escuchar a Sophi, algo muy difícil teniendo en cuenta cómo chillaba. “Cierra la boca de una maldita vez”. Estuvo a punto de decirlo en voz alta, pero lo contuvo junto a otros cuantos comentarios y a la tentadora idea de aceptar la proposición de debatirlo a golpes.
La chica se calló para coger aire y Kirill celebró el haber aguantado aquella primera arremetida. Abrió los ojos por si la pausa significaba que pretendía pegarle, y al ver que no era así supuso que Sophi retomaría su griterío de un momento a otro. Si lo hacía, decidió, él se levantaba y se iba a algún lugar tranquilo.
Por el momento, esperó en silencio mirando a Sophi directamente a los ojos.
- ¡¿Quién está gritando aquí?! ¡¡Yo no estaba gritando!! - le gritó de vuelta a pleno pulmón.
Pero no llevaba las de ganar en aquella pelea. Las ganas que tenía de cruzarle la cara a Sophi de un buen manotazo no sobrepasaban la urgencia de su herida; sentía su hechizo a punto de perderse de nuevo y no iba a permitir eso. Las palabras de la joven eran una pura provocación para Kirill, así que tuvo que soportarlas con los dientes apretados mientras hacía un esfuerzo por no explotar, con más y más presión acumulándose en su interior. Se volvió a apoyar en la silla y cerró los ojos, inspirando y expirando aire con fuerza.
Sophi tenía bastante razón en lo que decía, y Kirill habría sido el primer en tirar aquella estúpida espada para despistar a los perseguidores si no hubiera habido otro remedio; en cuanto se sanara su herida podría recuperarla de alguna forma. Pero el malhumor no atiende a razones, y las ganas de herir y de salir ganando suelen pasar por encima de cualquier otra circunstancia.
“Recupera el control, recupera el control, recupera el control” se repitió interiormente mientras intentaba no escuchar a Sophi, algo muy difícil teniendo en cuenta cómo chillaba. “Cierra la boca de una maldita vez”. Estuvo a punto de decirlo en voz alta, pero lo contuvo junto a otros cuantos comentarios y a la tentadora idea de aceptar la proposición de debatirlo a golpes.
La chica se calló para coger aire y Kirill celebró el haber aguantado aquella primera arremetida. Abrió los ojos por si la pausa significaba que pretendía pegarle, y al ver que no era así supuso que Sophi retomaría su griterío de un momento a otro. Si lo hacía, decidió, él se levantaba y se iba a algún lugar tranquilo.
Por el momento, esperó en silencio mirando a Sophi directamente a los ojos.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
Mucho peor a que le contestaran cuando se enojaba era que no le contestaran, que se quedaran simplemente allí sentados sin hacer ni decir nada, si al menos la hubiese insultado podría haberlo insultado a su vez, si por lo menos hubiese intentado golpearla una vez, se lo habría devuelto, pero si no hacia absolutamente nada, no podía hacer nada mas que callarse y mirarlo con rabia, como si quisiera comérselo con la mirada.
Observo de reojo que Florangel tenía bien agarrada la silla, como preparándose para una inminente pelea, era encantadora incluso entonces, siempre pensando en ayudar. Pero no dejaría que las cosas llegaran a tanto ahora que Kirill no le había devuelto los insultos, la efervescencia interna de Sophitia seguía ahí, pero intentaba controlarlo.
Se agacho y tomo la mesa para volver a ponerla en su lugar, como si nada de lo anterior hubiese sucedido, las jarras rotas en el piso probablemente se quedarían ahí hasta que el constante caminar de los clientes volvieran los trozos de vidrio parte de la tierra que lo conformaban. Una vez acomodado todo, la pirata se cruzo de brazos, mirando fijamente al mago, como meditando qué era lo que iba a decir. De golpe apoyo la mano sobre la mesa frente a Kirill, demostrando que su calma era solo aparente.
- No importa que tan calmado te muestres, caballerito, sigues siendo un don nadie mal agradecido – Dijo en tono frío pero sin elevarlo ni una sola vez – Me haces acordar mucho a mi antigua jefa, y eso en verdad me enferma.
Se dio media vuelta en un solo rápido movimiento, se puso las manos en los bolsillos, y hablo sin darse la vuelta.
- Lo dije antes y lo repito, los magos solo me traen problemas – Escupió en el sucio suelo como si hubiese dicho un juramento – Me voy, ya no te soporto.
Comenzó a caminar, esperando a que Florangel la siguiera, no soportaría durante mas tiempo a ese sujeto, no le importaba si estaba herido, si los piratas de todo nehmen venían a buscarlo. La fría sonrisa de Ethel se cruzo por su mente durante unos segundos, y un escalofrío le recorrió la espalda, esa mujer había sido una de las pocas que le había hecho sentir terror, y agradecía el no haber tenido que cruzársela de nuevo.
Observo de reojo que Florangel tenía bien agarrada la silla, como preparándose para una inminente pelea, era encantadora incluso entonces, siempre pensando en ayudar. Pero no dejaría que las cosas llegaran a tanto ahora que Kirill no le había devuelto los insultos, la efervescencia interna de Sophitia seguía ahí, pero intentaba controlarlo.
Se agacho y tomo la mesa para volver a ponerla en su lugar, como si nada de lo anterior hubiese sucedido, las jarras rotas en el piso probablemente se quedarían ahí hasta que el constante caminar de los clientes volvieran los trozos de vidrio parte de la tierra que lo conformaban. Una vez acomodado todo, la pirata se cruzo de brazos, mirando fijamente al mago, como meditando qué era lo que iba a decir. De golpe apoyo la mano sobre la mesa frente a Kirill, demostrando que su calma era solo aparente.
- No importa que tan calmado te muestres, caballerito, sigues siendo un don nadie mal agradecido – Dijo en tono frío pero sin elevarlo ni una sola vez – Me haces acordar mucho a mi antigua jefa, y eso en verdad me enferma.
Se dio media vuelta en un solo rápido movimiento, se puso las manos en los bolsillos, y hablo sin darse la vuelta.
- Lo dije antes y lo repito, los magos solo me traen problemas – Escupió en el sucio suelo como si hubiese dicho un juramento – Me voy, ya no te soporto.
Comenzó a caminar, esperando a que Florangel la siguiera, no soportaría durante mas tiempo a ese sujeto, no le importaba si estaba herido, si los piratas de todo nehmen venían a buscarlo. La fría sonrisa de Ethel se cruzo por su mente durante unos segundos, y un escalofrío le recorrió la espalda, esa mujer había sido una de las pocas que le había hecho sentir terror, y agradecía el no haber tenido que cruzársela de nuevo.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
Las manos de Flor se relajaron en el respaldo de la silla cuando vio que Kirill no respondía ante la arremetida verbal de Sophitia y que esta levantaba la mesa caída como si nada hubiera pasado. La inminente riña había quedado convertida en sólo un amago y ella lo prefería mil veces así. Aunque no rehuía una pelea, no podía decirse que le divirtieran y por aquella jornada ya había tenido una ración más que suficiente de golpes dados y recibidos. Además, pese a que estaba resuelta a intervenir en ayuda de su hermana, le sabía mal atacar al herido por quien se había tomado tantas molestias en ayudar.
Claro que cuando la pirata se dio la vuelta para marcharse, con la clara intención de dejar ahí al peliblanco, su expresión de alivio se transformó en un ceño fruncido. Quería muchísimo a Sophitia – en el orden de sus afectos estaba apenas debajo de su padre y su madre – y su muestra de cariño al defenderla la había emocionado profundamente, pero nada de eso la hacía dócil o sumisa y la idea de abandonar así nada más al mago, no le parecía para nada bien.
Ella podía haber abandonado la taberna en donde se había visto envuelta en aquella riña sin que nadie la notara y probablemente a esas alturas estaría tranquila en su alojamiento descansando y alimentándose, pero había decidido ayudar al peliblanco y se sentía responsable por él, de la misma manera en que se había sentido responsable por una maltrecha pirata a la que había socorrido en un sucio callejón de Trinacria. Además, no se había esforzado tanto ni había corrido los riesgos que había corrido para dejar luego que el herido se muriera desangrado en un tugurio cualquiera. Ni pensarlo, no había trabajado tanto para nada.
- Espera, Sophi – dijo con voz clara, acercándose un paso a Kirill – Dime donde puedo llevarlo para que le curen la herida. Después de tanto jaleo, no voy a abandonarlo para que se muera aquí.
Respetaba que su hermana no soportara más al peliblanco y no pensaba obligarla a cargar con él, pero su decisión de empezar lo que había terminado era inquebrantable. Sola lo había sacado de la taberna y sola lo llevaría a algún lugar donde pudieran curarlo.
Claro que cuando la pirata se dio la vuelta para marcharse, con la clara intención de dejar ahí al peliblanco, su expresión de alivio se transformó en un ceño fruncido. Quería muchísimo a Sophitia – en el orden de sus afectos estaba apenas debajo de su padre y su madre – y su muestra de cariño al defenderla la había emocionado profundamente, pero nada de eso la hacía dócil o sumisa y la idea de abandonar así nada más al mago, no le parecía para nada bien.
Ella podía haber abandonado la taberna en donde se había visto envuelta en aquella riña sin que nadie la notara y probablemente a esas alturas estaría tranquila en su alojamiento descansando y alimentándose, pero había decidido ayudar al peliblanco y se sentía responsable por él, de la misma manera en que se había sentido responsable por una maltrecha pirata a la que había socorrido en un sucio callejón de Trinacria. Además, no se había esforzado tanto ni había corrido los riesgos que había corrido para dejar luego que el herido se muriera desangrado en un tugurio cualquiera. Ni pensarlo, no había trabajado tanto para nada.
- Espera, Sophi – dijo con voz clara, acercándose un paso a Kirill – Dime donde puedo llevarlo para que le curen la herida. Después de tanto jaleo, no voy a abandonarlo para que se muera aquí.
Respetaba que su hermana no soportara más al peliblanco y no pensaba obligarla a cargar con él, pero su decisión de empezar lo que había terminado era inquebrantable. Sola lo había sacado de la taberna y sola lo llevaría a algún lugar donde pudieran curarlo.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
FDI. Perdonad la tardanza... ya estoy de vuelta.
- ¿Don nadie...? - repitió Kirill entre dientes, achicando los ojos amenazadoramente.
Por un momento había pensado que lo peor había pasado, que podían dejarse de gilipolleces y pasar a otro tema de una puta vez, pero las palabras de Sophi habían reavivado la ira en el interior de Kirill. No habían en cambio provocado ninguna otra respuesta verbal que el mago quisiera lanzar como contraataque, con lo que carente de palabras se limitó a mirar a la pirata con furiosa incredulidad.
"¿Qué coño quiere decir con eso?" se preguntó mientras se recuperaba de la pequeña sorpresa que suponía el encontrar un discurso tan inexplicablemente mordaz en Sophi... después de que él se hubiera tragado con la mayor de las paciencias todo su anterior griterio, después de que ella hubiera parecido calmarse. Si había alguien allí que tuviera que levantarse y abandonar el lugar era él: era a él a quien le habían perdido la espada, era él el que estaba controlándose para no desangrarse en el puto suelo de aquel antro al que le habían llevado como "gran favor", para no aceptar el ridículo reto de la muchacha y matarla a golpes. Él no le había pedido ayuda a nadie y en cambio había acumulado problema tras problema aquella noche. ¿De qué se estaba quejando ella, joder? De poco más que una puta mesa que ya estaba en su sitio. Sin duda que aquello no iba a terminar así.
Un destello de malicia animal cruzó los ojos de Kirill cuando Sophi empezó a alejarse, poco después de escupir. Pensaba volver a llamar la atención de la muchacha e instintivamente apeló a la rebeldía; su mano buscó de nuevo el borde de la mesa que ella acababa de alzar, y lo levantó para volver a tirarla al suelo...
La voz de Flor le sobresaltó en aquel momento. Kirill se lanzó sobre la mesa para sujetarla, devolviéndola a su anterior posición con demasiada fuerza. Tosió secamente y se incorporó, frotándose el pecho donde se había golpeado. Comprendiendo sus palabras, miró a Flor sin saber si quedar sorprendido, agradecido o molesto... Aún malhumorado y poco dispuesto a decidir, desplazó su vista a Sophi a la espera de lo que tuviera que añadir.
- ¿Don nadie...? - repitió Kirill entre dientes, achicando los ojos amenazadoramente.
Por un momento había pensado que lo peor había pasado, que podían dejarse de gilipolleces y pasar a otro tema de una puta vez, pero las palabras de Sophi habían reavivado la ira en el interior de Kirill. No habían en cambio provocado ninguna otra respuesta verbal que el mago quisiera lanzar como contraataque, con lo que carente de palabras se limitó a mirar a la pirata con furiosa incredulidad.
"¿Qué coño quiere decir con eso?" se preguntó mientras se recuperaba de la pequeña sorpresa que suponía el encontrar un discurso tan inexplicablemente mordaz en Sophi... después de que él se hubiera tragado con la mayor de las paciencias todo su anterior griterio, después de que ella hubiera parecido calmarse. Si había alguien allí que tuviera que levantarse y abandonar el lugar era él: era a él a quien le habían perdido la espada, era él el que estaba controlándose para no desangrarse en el puto suelo de aquel antro al que le habían llevado como "gran favor", para no aceptar el ridículo reto de la muchacha y matarla a golpes. Él no le había pedido ayuda a nadie y en cambio había acumulado problema tras problema aquella noche. ¿De qué se estaba quejando ella, joder? De poco más que una puta mesa que ya estaba en su sitio. Sin duda que aquello no iba a terminar así.
Un destello de malicia animal cruzó los ojos de Kirill cuando Sophi empezó a alejarse, poco después de escupir. Pensaba volver a llamar la atención de la muchacha e instintivamente apeló a la rebeldía; su mano buscó de nuevo el borde de la mesa que ella acababa de alzar, y lo levantó para volver a tirarla al suelo...
La voz de Flor le sobresaltó en aquel momento. Kirill se lanzó sobre la mesa para sujetarla, devolviéndola a su anterior posición con demasiada fuerza. Tosió secamente y se incorporó, frotándose el pecho donde se había golpeado. Comprendiendo sus palabras, miró a Flor sin saber si quedar sorprendido, agradecido o molesto... Aún malhumorado y poco dispuesto a decidir, desplazó su vista a Sophi a la espera de lo que tuviera que añadir.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
De haber visto el gesto irritado de Kirill de seguro se hubiese sentido un poco mejor, y hasta hubiese reído, pero por desgracia estaba de espalda. .El paso de la pirata era decidido, parecía que ni una trompilla entera del rey podría detener su salida del lugar, pero no fue un ejercito lo que se le cruzó, sino dos palabras provenientes de la única persona por la cual Sophitia podía renunciar a su terco orgullo.
“Espera, Sophi”, dijo Florangel, y la pirata se detuvo en seco, no dio ni un solo paso mas mientras escuchaba lo que le decía al mago. No había remedio, suspiro resignada, si su hermana quería ayudarlo no tendría mas opción que ayudarlo también. Dio la vuelta en redondo y volvió a la mesa, sin haber detectado en lo absoluto las anteriores intenciones que tenía Kirill con la mesa.
- Bueno, tampoco es como si fuera un cachorro abandonado o algo similar.... – Podía ser que aceptara el quedarse, que aceptara no hacer un escándalo, ni pelear, pero al menos tenía que poder bromear – Aunque...
No continuo con el comentario, con eso alcanzaba, se sentía mejor y eso era lo que importaba. Pero la cuestión así estaba, no podía hacer nada mas, a menos que quisiera ponerse a discutir con Flor, y no lo deseaba. Varias de las personas que antes estaban mirando ahora habían regresado a sus actividades, que consistían en su mayoría en seguir bebiendo hasta caer inconscientes o muertos.
- Bien, bien, entonces dinos ¿Qué propones hacer, Florangel? – Se sentó con toda la calma, se cruzó de brazos y piernas a la espera de una respuesta, Sophitia no pensaba mover ni un dedo para ayudar a Kirill a menos que su hermana se lo pidiera expresamente.
Sabía donde podía haber un médico, sabía donde podían ir a descansar para que se recupere de sus heridas, pero no iba cooperar, era como una niña caprichosa que no quiere caminar y los padres terminan por arrastrarla todo el camino.
“Espera, Sophi”, dijo Florangel, y la pirata se detuvo en seco, no dio ni un solo paso mas mientras escuchaba lo que le decía al mago. No había remedio, suspiro resignada, si su hermana quería ayudarlo no tendría mas opción que ayudarlo también. Dio la vuelta en redondo y volvió a la mesa, sin haber detectado en lo absoluto las anteriores intenciones que tenía Kirill con la mesa.
- Bueno, tampoco es como si fuera un cachorro abandonado o algo similar.... – Podía ser que aceptara el quedarse, que aceptara no hacer un escándalo, ni pelear, pero al menos tenía que poder bromear – Aunque...
No continuo con el comentario, con eso alcanzaba, se sentía mejor y eso era lo que importaba. Pero la cuestión así estaba, no podía hacer nada mas, a menos que quisiera ponerse a discutir con Flor, y no lo deseaba. Varias de las personas que antes estaban mirando ahora habían regresado a sus actividades, que consistían en su mayoría en seguir bebiendo hasta caer inconscientes o muertos.
- Bien, bien, entonces dinos ¿Qué propones hacer, Florangel? – Se sentó con toda la calma, se cruzó de brazos y piernas a la espera de una respuesta, Sophitia no pensaba mover ni un dedo para ayudar a Kirill a menos que su hermana se lo pidiera expresamente.
Sabía donde podía haber un médico, sabía donde podían ir a descansar para que se recupere de sus heridas, pero no iba cooperar, era como una niña caprichosa que no quiere caminar y los padres terminan por arrastrarla todo el camino.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
De no haber estado tan cansada y ya bastante fastidiada con todo el asunto, Flor se hubiera reído de
buena gana al ver al peliblanco lanzándose a sujetar la mesa que él mismo había querido tirar. Pero como estaba cansada y fastidiada, sacudió la cabeza y lo miró con aire reprobador.
- Sí que eres infantil, ¿no?
Ya había tenido ocasión de comprobar el mal genio del mago, cuando le había ofrecido el agua y llevarlo a un médico, así que su reacción no la sorprendía mucho, pero le parecía muy ridículo que una persona ya mayor se portara como un crío caprichoso. Su estima acerca de la madurez y el buen criterio del herido, ya no muy alta, descendió varios grados cuando notó que se había golpeado y probablemente se había lastimado más. “Tenía que haber seguido andando cuando me echó” pensó molesta “ahora estaría descansando en mi camita” Pero ya era demasiado tarde para echarse atrás, así que mientras antes encontrara alguien que atendiera al peliblanco, tanto mejor.
Le alegró que la pirata detuviera su camino cuando ella habló, pero no le alegró tanto su comportamiento posterior. ¿Es que no había sido suficientemente clara al pedirle que le indicara donde llevar al herido para que lo curaran? ¿Qué más explicaciones quería? Sí, Sophitia se estaba portando también como una niña caprichosa, lo cual Flor normalmente hubiera pasado por alto alegremente, pero estaba muy cansada y se estaba frustrando y su no muy amplia paciencia se estaba acercando peligrosamente a su límite. Sin embargo, se trataba de su querida hermana del alma, la que siempre estaba dispuesta a defenderla y protegerla, así que respiró hondo, intentando controlar su creciente irritación, antes de hablar.
- Lo ideal sería llevarlo a un médico, claro, pero si eso es muy complicado, podemos llevarlo a nuestro alojamiento y ahí lo coso yo, ya lo hice contigo.
No estaba alardeando, hablaba completamente en serio. Con los brazos cruzados y el rostro serio esperó la respuesta de Sophitia.
buena gana al ver al peliblanco lanzándose a sujetar la mesa que él mismo había querido tirar. Pero como estaba cansada y fastidiada, sacudió la cabeza y lo miró con aire reprobador.
- Sí que eres infantil, ¿no?
Ya había tenido ocasión de comprobar el mal genio del mago, cuando le había ofrecido el agua y llevarlo a un médico, así que su reacción no la sorprendía mucho, pero le parecía muy ridículo que una persona ya mayor se portara como un crío caprichoso. Su estima acerca de la madurez y el buen criterio del herido, ya no muy alta, descendió varios grados cuando notó que se había golpeado y probablemente se había lastimado más. “Tenía que haber seguido andando cuando me echó” pensó molesta “ahora estaría descansando en mi camita” Pero ya era demasiado tarde para echarse atrás, así que mientras antes encontrara alguien que atendiera al peliblanco, tanto mejor.
Le alegró que la pirata detuviera su camino cuando ella habló, pero no le alegró tanto su comportamiento posterior. ¿Es que no había sido suficientemente clara al pedirle que le indicara donde llevar al herido para que lo curaran? ¿Qué más explicaciones quería? Sí, Sophitia se estaba portando también como una niña caprichosa, lo cual Flor normalmente hubiera pasado por alto alegremente, pero estaba muy cansada y se estaba frustrando y su no muy amplia paciencia se estaba acercando peligrosamente a su límite. Sin embargo, se trataba de su querida hermana del alma, la que siempre estaba dispuesta a defenderla y protegerla, así que respiró hondo, intentando controlar su creciente irritación, antes de hablar.
- Lo ideal sería llevarlo a un médico, claro, pero si eso es muy complicado, podemos llevarlo a nuestro alojamiento y ahí lo coso yo, ya lo hice contigo.
No estaba alardeando, hablaba completamente en serio. Con los brazos cruzados y el rostro serio esperó la respuesta de Sophitia.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
Kirill también estaba cansado. No tenía sueño exactamente - aquella mujer le enervaba demasiado para eso -, pero lo absurdo e incoherente de la situación le hundían el ánimo y le daban ganas de simplemente dejar estar todo, encontrar el camino de vuelta hasta su casa, dormir y recuperarse y quizás al día siguiente buscar su espada y a Sophi...
- ¿Quieres callarte y dejarme en paz de una puta vez? - le dijo en cuanto escuchó que volvía a meterse con él tratándolo de cachorro. No lo dijo con buenas formas, pero es que Sophi no se merecía buenas formas.
"¿Qué coño le he hecho yo?" se preguntó. Le dolía la cabeza. Hacía un rato que había decidido no contestar a las provocaciones de la muchacha y era demasiado tarde como para cambiar de estrategia. Sólo quería que le dejaran en paz... Aunque lo único que conseguía con aquella forma era sentirse extrañamente impotente y desesperanzado cada vez que Sophi volvía a decirle algo. Daría un brazo sólo por que se callara de una vez por todas y no volviera a despegar los labios en toda la noche.
Por comparación a Sophi no tenía nada contra Flor, la cual además se perfilaba de alguna forma como salvadora de la situación. Parecía que podía hacer más o menos callar a su amiga y se ofrecía a ayudar con la herida, con lo que Kirill estaba bastante más dispuesto a plegarse ante ella. De hecho hasta había olvidado que era ella la que le había perdido la espada y que su primer ataque de furia lo había provocado la ligereza con la que la joven se lo había comunicado: todo en su mente se reordenaba para venir a ser culpa de aquella segunda aparecida. No, lo de infantil no le molestaba demasiado comparado con todo lo demás.
- ¿Y tu compañera qué es? ¿Madura? - le preguntó con una mezcla de agotamiento y malhumor retenido.
No vio la reprobación de su mirada. Sólo leyó cansancio y aquello le gustó, porque era como se sentía él. Se giró un poco para mirar hacia Flor y no hacia Sophi, a la cual proyectó ignorar por mucho que hiciera aspavientos y gritara hasta ahogar todas las conversaciones del local. Aunque sin duda prefería que se quedara sentadita donde estaba y callada en todo lo posible. Si tenía que hablar con Flor, bien, pero esperaba que no le dirigiera más la palabra... estaba bastante cansado de ella y sólo llevaba conociéndola, ¿cuánto? ¿Una hora? Qué mujer más insoportable. Se preguntó cómo era posible que ella y Flor fueran juntas.
- ¿Quieres callarte y dejarme en paz de una puta vez? - le dijo en cuanto escuchó que volvía a meterse con él tratándolo de cachorro. No lo dijo con buenas formas, pero es que Sophi no se merecía buenas formas.
"¿Qué coño le he hecho yo?" se preguntó. Le dolía la cabeza. Hacía un rato que había decidido no contestar a las provocaciones de la muchacha y era demasiado tarde como para cambiar de estrategia. Sólo quería que le dejaran en paz... Aunque lo único que conseguía con aquella forma era sentirse extrañamente impotente y desesperanzado cada vez que Sophi volvía a decirle algo. Daría un brazo sólo por que se callara de una vez por todas y no volviera a despegar los labios en toda la noche.
Por comparación a Sophi no tenía nada contra Flor, la cual además se perfilaba de alguna forma como salvadora de la situación. Parecía que podía hacer más o menos callar a su amiga y se ofrecía a ayudar con la herida, con lo que Kirill estaba bastante más dispuesto a plegarse ante ella. De hecho hasta había olvidado que era ella la que le había perdido la espada y que su primer ataque de furia lo había provocado la ligereza con la que la joven se lo había comunicado: todo en su mente se reordenaba para venir a ser culpa de aquella segunda aparecida. No, lo de infantil no le molestaba demasiado comparado con todo lo demás.
- ¿Y tu compañera qué es? ¿Madura? - le preguntó con una mezcla de agotamiento y malhumor retenido.
No vio la reprobación de su mirada. Sólo leyó cansancio y aquello le gustó, porque era como se sentía él. Se giró un poco para mirar hacia Flor y no hacia Sophi, a la cual proyectó ignorar por mucho que hiciera aspavientos y gritara hasta ahogar todas las conversaciones del local. Aunque sin duda prefería que se quedara sentadita donde estaba y callada en todo lo posible. Si tenía que hablar con Flor, bien, pero esperaba que no le dirigiera más la palabra... estaba bastante cansado de ella y sólo llevaba conociéndola, ¿cuánto? ¿Una hora? Qué mujer más insoportable. Se preguntó cómo era posible que ella y Flor fueran juntas.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
El conseguir una reacción por parte del mago ya era suficiente para Sophitia, quien sonrió satisfecha de verlo fastidiado y molesto. Hizo un gesto muy poco femenino en respuesta del insulto, pero no dijo nada mas, como dando por concluido el asunto, es que al mirar de reojo a su amiga se daba cuenta que estaba jugando al borde de un precipicio, nunca se habían peleado, y no sería esta la primera vez, mucho menos por culpa de un sujeto como ese.
La idea de ver a Kirill lloriqueando sobre una mesa mientras Florangel lo cosía de modo artesanal era muy tentadora, y sin duda la pirata se lo pensó seriamente, pero entonces su hermana pasaría un mal rato, ya que curar humanos no era algo que ejerciera habitualmente, sino que lo usaban como ultimo recurso. Aparte, no tenía sentido seguir torturándolo en ese estado, mejor era que se recuperada y solucionaran sus diferencias como correspondía, es decir, a los golpes y en lo posible sin magia.
-De acuerdo... – Dijo por fin a regañadientes – Conozco a un ... Medico que puede curarle una herida de ese tipo – Hasta ese momento había estado mirando el techo con los brazos cruzados tras la cabeza mientras se hamacaba en la silla, dando a entender que si fuera por ella no haría nada. Dejo de hamacarse y bajo la mirada hasta encontrarse con la de Florangel – Dejo en claro que esto únicamente lo hago para ahorrarte problemas, hermana – Tomo una de las jarras para ver si le podía sacar algo mas de contenido, pero fue en vano – Eso si, tendremos que pagar, y le va a doler - Comento mirando de reojo.
Quería que todo quedara bien en claro, para que luego no le echaran la culpa de los resultados. Daba por sentado que ya que ella lo llevaría hasta el lugar, Kirill se pagaría su propio tratamiento. A la pirata no le causaba ninguna gracia el tener que ir a ver a un medico, no importaba que no fuera para ella, sabía que eran un montón de timadores, ladrones sin vergüenza que se aprovechaban de que uno estaba en apuros para cobrar sumas exorbitantes, por supuesto, nada de esto estaba basado en el prejuicio.
- De acuerdo – Dijo poniéndose en pie de golpe – Si vamos a ir, partamos de una vez, y sino, tenemos que conseguir un cuarto donde Florangel pueda curarte como corresponde. Tu decides – No lo miraba en ningún momento, si llegaba a hacerlo no iba a poder evitar hacer algún chiste o comentario ofensivo nuevamente.
La idea de ver a Kirill lloriqueando sobre una mesa mientras Florangel lo cosía de modo artesanal era muy tentadora, y sin duda la pirata se lo pensó seriamente, pero entonces su hermana pasaría un mal rato, ya que curar humanos no era algo que ejerciera habitualmente, sino que lo usaban como ultimo recurso. Aparte, no tenía sentido seguir torturándolo en ese estado, mejor era que se recuperada y solucionaran sus diferencias como correspondía, es decir, a los golpes y en lo posible sin magia.
-De acuerdo... – Dijo por fin a regañadientes – Conozco a un ... Medico que puede curarle una herida de ese tipo – Hasta ese momento había estado mirando el techo con los brazos cruzados tras la cabeza mientras se hamacaba en la silla, dando a entender que si fuera por ella no haría nada. Dejo de hamacarse y bajo la mirada hasta encontrarse con la de Florangel – Dejo en claro que esto únicamente lo hago para ahorrarte problemas, hermana – Tomo una de las jarras para ver si le podía sacar algo mas de contenido, pero fue en vano – Eso si, tendremos que pagar, y le va a doler - Comento mirando de reojo.
Quería que todo quedara bien en claro, para que luego no le echaran la culpa de los resultados. Daba por sentado que ya que ella lo llevaría hasta el lugar, Kirill se pagaría su propio tratamiento. A la pirata no le causaba ninguna gracia el tener que ir a ver a un medico, no importaba que no fuera para ella, sabía que eran un montón de timadores, ladrones sin vergüenza que se aprovechaban de que uno estaba en apuros para cobrar sumas exorbitantes, por supuesto, nada de esto estaba basado en el prejuicio.
- De acuerdo – Dijo poniéndose en pie de golpe – Si vamos a ir, partamos de una vez, y sino, tenemos que conseguir un cuarto donde Florangel pueda curarte como corresponde. Tu decides – No lo miraba en ningún momento, si llegaba a hacerlo no iba a poder evitar hacer algún chiste o comentario ofensivo nuevamente.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
Se encogió de hombros, sin decir nada, ante la pregunta del mago. No iba a discutir el carácter de su amiga con él y, sin importar lo que Sophitia hiciera o dijera, no vacilaría en irse en su contra si sentía que ofendía o dañaba a su amiga de cualquier manera. Sin embargo, que estuviera dispuesta a defender a la pirata frente al peliblanco, no significaba para nada que no acabara enojándose con ella si dilataba demasiado la situación y, para su impaciencia, se estaba demorando mucho en contestar.
- Ya lo sé.
Tenía perfectamente claro que si de ella dependiera, Sophitia hubiera dejado al peliblanco en aquel lugar y se hubiese marchado sin siquiera mirar atrás. No pretendía imponerle la presencia del herido ni obligarle a cargar con él de ninguna manera. Daba por hecho que si había que pagar, el mago tendría que hacerlo ya que ni ella ni la pirata tenían responsabilidad alguna en la herida que éste tenía y tampoco necesitaba que su amiga la acompañara a parte alguna. Con que le diera las indicaciones, ella solita sabría como llegar con el herido hasta ahí y quizás hasta consiguiera que le diera alguna medicina que le aliviara los dolores que sentía en diversos lugares de su cuerpo, allí donde los golpes de pies y puños recibidos se estaban convirtiendo en sendos moretones. Esperaba que el dichoso lugar estuviera bien cerca, barruntaba que más que sostener al peliblanco para que pudiera caminar como había hecho al comienzo, tendrían que apoyarse el uno al otro ya que sentía las piernas muy poco firmes.
- No tienes que ir tú también, no tienes para que seguir aguantándolo.
Su voz no sonaba molesta, sólo cansada. Volviéndose a mirar al peliblanco, apremió una respuesta.
- Bueno, ¿qué quieres? ¿El médico o yo?
- Ya lo sé.
Tenía perfectamente claro que si de ella dependiera, Sophitia hubiera dejado al peliblanco en aquel lugar y se hubiese marchado sin siquiera mirar atrás. No pretendía imponerle la presencia del herido ni obligarle a cargar con él de ninguna manera. Daba por hecho que si había que pagar, el mago tendría que hacerlo ya que ni ella ni la pirata tenían responsabilidad alguna en la herida que éste tenía y tampoco necesitaba que su amiga la acompañara a parte alguna. Con que le diera las indicaciones, ella solita sabría como llegar con el herido hasta ahí y quizás hasta consiguiera que le diera alguna medicina que le aliviara los dolores que sentía en diversos lugares de su cuerpo, allí donde los golpes de pies y puños recibidos se estaban convirtiendo en sendos moretones. Esperaba que el dichoso lugar estuviera bien cerca, barruntaba que más que sostener al peliblanco para que pudiera caminar como había hecho al comienzo, tendrían que apoyarse el uno al otro ya que sentía las piernas muy poco firmes.
- No tienes que ir tú también, no tienes para que seguir aguantándolo.
Su voz no sonaba molesta, sólo cansada. Volviéndose a mirar al peliblanco, apremió una respuesta.
- Bueno, ¿qué quieres? ¿El médico o yo?
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
"¿Doler más que escucharte chillar histéricamente? " pensó Kirill, pero en lugar de decirlo apoyó brazo y cabeza sobre la mesa y cerró los ojos para intentar relajarse un poco y descansar un momento. Francamente, estaba agotado y sólo pensaba en irse a dormir, no por verdadera somnolencia sino por cansancio físico y ganas de acabar con todo aquello, con tratamiento para su herida o sin él... pero haciendo eso se arriesgaba a que se deshiciera su hechizo. Sería una forma muy tonta de morir... o al menos de perder vida.
Escuchó a Sophi hablar, pero la pasó por alto. Lo que Flor tuviera que decir, en cambio, le importaba más, así que abrió los ojos y giró la cabeza hacia ella, aún apoyado sobre la mesa, para mirarla cuando comenzó a hablar.
"Fantástico" pensó al escuchar lo que decía. La miró fijamente un momento manteniendo la posición y a continuación desvió la mirada sin haber respondido. No parecía que aquello de "no tienes para qué seguir aguantándolo" fuese ningún tipo de broma, y aunque no se sentía especialmente receptivo no dejaba de entender que Flor también lo veía como un insoportable. De repente se sentía aún más cansado.
"A nadie" hubiese dicho en aquel momento. "Me voy a casa, el viejo sabrá qué hacer".
- Pagaré una habitación - contestó en cambio entre dientes, habiéndose reincorporado en la silla -. Y te pagaré a ti si me coses o... lo que sea. No quiero deber nada.
Le debía una a Flor, pero ellas le debían una a él por lo de su espada... no quería que la balanza se desequilibrara hacia cualquier lado y sentirse atado a personas que no le soportaban. No estaba hecho de oro, pero tendría que permitirse aquel absurdo despilfarro. En cuanto estuviera mejor se conseguiría algún arma y de alguna forma recuperaría su espada... Se puso de pie y fue a pedir y pagar una habitación en aquel tugurio pestilente en el que pillaría pulgas, y en cuanto hubo pagado volvió con las dos muchachas, siempre caminando con cuidado pero con toda la dignidad que le era posible. La presencia de Sophitia le motivaba a la hora de no demostrar dolor.
Escuchó a Sophi hablar, pero la pasó por alto. Lo que Flor tuviera que decir, en cambio, le importaba más, así que abrió los ojos y giró la cabeza hacia ella, aún apoyado sobre la mesa, para mirarla cuando comenzó a hablar.
"Fantástico" pensó al escuchar lo que decía. La miró fijamente un momento manteniendo la posición y a continuación desvió la mirada sin haber respondido. No parecía que aquello de "no tienes para qué seguir aguantándolo" fuese ningún tipo de broma, y aunque no se sentía especialmente receptivo no dejaba de entender que Flor también lo veía como un insoportable. De repente se sentía aún más cansado.
"A nadie" hubiese dicho en aquel momento. "Me voy a casa, el viejo sabrá qué hacer".
- Pagaré una habitación - contestó en cambio entre dientes, habiéndose reincorporado en la silla -. Y te pagaré a ti si me coses o... lo que sea. No quiero deber nada.
Le debía una a Flor, pero ellas le debían una a él por lo de su espada... no quería que la balanza se desequilibrara hacia cualquier lado y sentirse atado a personas que no le soportaban. No estaba hecho de oro, pero tendría que permitirse aquel absurdo despilfarro. En cuanto estuviera mejor se conseguiría algún arma y de alguna forma recuperaría su espada... Se puso de pie y fue a pedir y pagar una habitación en aquel tugurio pestilente en el que pillaría pulgas, y en cuanto hubo pagado volvió con las dos muchachas, siempre caminando con cuidado pero con toda la dignidad que le era posible. La presencia de Sophitia le motivaba a la hora de no demostrar dolor.
Última edición por Kirill el 16/10/11, 07:03 am, editado 1 vez
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
Sophitia no pensaba dilatar mas la situación, todos sus cometidos se habían cumplido, las cláusulas para participar de todo eso estaba bien claras, no tenía por que molestar mas... Por el momento al menos. Aparte, notaba los gestos de dolor que de vez en vez se le escapaban a su hermana, no permitiría que siguiera sintiendo malestar, mucho menos por culpa suya.
Miro conteniendo la risa como Kirill iba a pagar el cuarto, con un gesto divertido por dos motivos, primero por que caminaba como si estuviera parado en un piso de vidrio o algo similar, con un cuidado envuelto en dignidad que resultaba hilarante. Y en segundo lugar porque estaba pidiendo un cuarto en un prostibulo con dos mujeres, de seguro el señorito delicado no hubiese imaginado tener que estar en una situación así en su vida.
- Bien, bien, vamos – Dijo señalando hacia donde estaban los cuartos – Ah, esperen un segundo.
Fue rápido hacia la barra, esquivando a algunos ebrios tirados y algunas peleas, como era habitual en el lugar. Le dijo a quien servía los tragos algo al oído, el escándalo del lugar iba en aumento y no permitía hablar de otra manera, este asintió y le paso una botella algo polvorienta. La pirata le agradeció, saludo con un gesto de la mano y volvió con el grupo.
- Sin esto nos la veremos complicadas – Hubiese agregado “Sobre todo yo para soportar a este maguito llorón toda la noche”, pero había decidió ser pacifica y pensaba cumplir.
Fue caminando atrás del herido y Florangel, mientras subía una escalera de unos pocos escalones que separaba lo que sería una especie de comedor, de la zona de los cuartos. Frente a ellos habían solo cuatro cuartos, abrieron el que le correspondía, eran bastante pequeños, la lógica decía que allí no podían entrar mas de tres personas como mucho . Una cama que en realidad era paja con algo parecido a una manta encima, nada de mesa, solo una silla vieja en un costado probablemente usada para dejar la ropa mas que para sentarse.
- Uff, hogar dulce hogar – Dijo Sophitia riendo, luego tan solo se puso en un costado para no molestar mientras sus compañeros de cuarto se acomodaban. Saco el corcho de la botella que había traído con los dientes, lo escupió a un costado y le dio un trago, comprobando la calidad – Es asqueroso, pero te servirá para el dolor – Dijo pasándosela a Kirill.
Miro conteniendo la risa como Kirill iba a pagar el cuarto, con un gesto divertido por dos motivos, primero por que caminaba como si estuviera parado en un piso de vidrio o algo similar, con un cuidado envuelto en dignidad que resultaba hilarante. Y en segundo lugar porque estaba pidiendo un cuarto en un prostibulo con dos mujeres, de seguro el señorito delicado no hubiese imaginado tener que estar en una situación así en su vida.
- Bien, bien, vamos – Dijo señalando hacia donde estaban los cuartos – Ah, esperen un segundo.
Fue rápido hacia la barra, esquivando a algunos ebrios tirados y algunas peleas, como era habitual en el lugar. Le dijo a quien servía los tragos algo al oído, el escándalo del lugar iba en aumento y no permitía hablar de otra manera, este asintió y le paso una botella algo polvorienta. La pirata le agradeció, saludo con un gesto de la mano y volvió con el grupo.
- Sin esto nos la veremos complicadas – Hubiese agregado “Sobre todo yo para soportar a este maguito llorón toda la noche”, pero había decidió ser pacifica y pensaba cumplir.
Fue caminando atrás del herido y Florangel, mientras subía una escalera de unos pocos escalones que separaba lo que sería una especie de comedor, de la zona de los cuartos. Frente a ellos habían solo cuatro cuartos, abrieron el que le correspondía, eran bastante pequeños, la lógica decía que allí no podían entrar mas de tres personas como mucho . Una cama que en realidad era paja con algo parecido a una manta encima, nada de mesa, solo una silla vieja en un costado probablemente usada para dejar la ropa mas que para sentarse.
- Uff, hogar dulce hogar – Dijo Sophitia riendo, luego tan solo se puso en un costado para no molestar mientras sus compañeros de cuarto se acomodaban. Saco el corcho de la botella que había traído con los dientes, lo escupió a un costado y le dio un trago, comprobando la calidad – Es asqueroso, pero te servirá para el dolor – Dijo pasándosela a Kirill.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
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