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Y una botella de ron
4 participantes
Mar de Jaspia :: DUCADO DE CESSELE :: Nehmen :: Enie
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Re: Y una botella de ron
¿Qué decir? El ambiente era bueno, pero le daba mala espina que la pirata le ofreciera ayuda junto con la de Flor. "Ayudaré en lo que pueda" en concreto, le sonaba bastante mal... En fin: menuda acoplada. Tanto la noche anterior como este día habrían salido mucho mejor si no hubiera aparecido a mitad; estaba seguro de ello.
A pesar de todo, y aunque se le ocurrieron un buen par de comentarios sarcásticos para responderle a Sophitia, el ambiente era lo suficientemente bueno como para que el mago se los callara. De momento prefería prestarle atención a Flor, aunque que frunciera un poco el ceño con lo que decía la hermana de ésta delató que había escuchado.
- No eres humana - concluyó Kirill aunque no como crítica, interesado por lo que le contaba Florangél y retardando el momento en que tuviera que hablar con la pirata.
Después desvió la mirada, pensativo, y se permitió un segundo de pausa para decidir cómo comenzaría la descripción. Era la primera vez en toda su vida que tenía que describir esa espada y, aunque la conocía como la palma de su mano, en aquel momento no parecía tan evidente dar indicaciones.
- Es una espada... así de larga - indicó con los brazos, dado que no sabía la medida exacta en metros -. Empuñadura como de mano y media, gavilanes en cruz, pomo ovalado - ¿Qué demonios querían que dijera? Estaba dando la descripción de medio millar de espadas en el mundo; se rindió: -... No puede ser tan difícil, no se parece nada a los sables de los piratas.
Se cruzó de brazos, dando énfasis a sus últimas palabras y dejando de hacer gestos para intentar describirla. A él le parecía una espada muy reconocible; era valiosa, estaba bien equilibrada y resultaba muy cómoda. Por eso no quería perderla así... Pensó en ello, y pudo añadir:
- Tiene unas marcas en la hoja, cerca de la empuñadura. Es como una "S" con mucha floritura.
A Kirill no le gustaba esa marca y hacía lo posible por olvidarla, pero dada la necesidad tuvo que sacar, para su propio disgusto, aquel detalle de su memoria.
Concluido aquel desagradable episodio de descripción, Kirill observó con desconfianza a Sophitia ir a abrazar al dueño del local. Después, en cuanto ésta volvió, asintió a Florangél y se levantó. Él sí sabía cómo volver a la taberna del día anterior... si se daba cuenta primero de dónde estaban exactamente ahora. Se le ocurrían un buen par de calles totalmente idénticas a esta, en lugares opuestos de la ciudad.
- ¿Vamos directos para la taberna de ayer, entonces?
A pesar de todo, y aunque se le ocurrieron un buen par de comentarios sarcásticos para responderle a Sophitia, el ambiente era lo suficientemente bueno como para que el mago se los callara. De momento prefería prestarle atención a Flor, aunque que frunciera un poco el ceño con lo que decía la hermana de ésta delató que había escuchado.
- No eres humana - concluyó Kirill aunque no como crítica, interesado por lo que le contaba Florangél y retardando el momento en que tuviera que hablar con la pirata.
Después desvió la mirada, pensativo, y se permitió un segundo de pausa para decidir cómo comenzaría la descripción. Era la primera vez en toda su vida que tenía que describir esa espada y, aunque la conocía como la palma de su mano, en aquel momento no parecía tan evidente dar indicaciones.
- Es una espada... así de larga - indicó con los brazos, dado que no sabía la medida exacta en metros -. Empuñadura como de mano y media, gavilanes en cruz, pomo ovalado - ¿Qué demonios querían que dijera? Estaba dando la descripción de medio millar de espadas en el mundo; se rindió: -... No puede ser tan difícil, no se parece nada a los sables de los piratas.
Se cruzó de brazos, dando énfasis a sus últimas palabras y dejando de hacer gestos para intentar describirla. A él le parecía una espada muy reconocible; era valiosa, estaba bien equilibrada y resultaba muy cómoda. Por eso no quería perderla así... Pensó en ello, y pudo añadir:
- Tiene unas marcas en la hoja, cerca de la empuñadura. Es como una "S" con mucha floritura.
A Kirill no le gustaba esa marca y hacía lo posible por olvidarla, pero dada la necesidad tuvo que sacar, para su propio disgusto, aquel detalle de su memoria.
Concluido aquel desagradable episodio de descripción, Kirill observó con desconfianza a Sophitia ir a abrazar al dueño del local. Después, en cuanto ésta volvió, asintió a Florangél y se levantó. Él sí sabía cómo volver a la taberna del día anterior... si se daba cuenta primero de dónde estaban exactamente ahora. Se le ocurrían un buen par de calles totalmente idénticas a esta, en lugares opuestos de la ciudad.
- ¿Vamos directos para la taberna de ayer, entonces?
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
A la pirata casi se le escapa una sonrisa con la descripción de Kirill sobre como era su espada. Por lo que comentaba era como ella creía y no tenía nada en especial, solo era una espada como tantas otras y si el mago creía que los piratas solo tenían sables le faltaba mucho por aprender.
-Con esa descripción ¿Qué tan difícil puede ser encontrarla? – Dijo sarcástica para luego echarse a reír, no lo decía de mala, sino solo por que el burlarse era en realidad su modo de relacionarse con todos, con todos menos con Flor… Pero ella era una acepción a muchas cosas.
Además, no le gustaba que le dijera a su hermana que no era humana, de alguna manera tenía que vengarse, aunque fuera de un modo infantil e indirecto. Con las manos en los bolsillos salió del lugar, pensando en qué era conveniente hacer primero.
-No creo que sea buena idea ir por el camino normal, tomemos un atajo – Ahorrarían tiempo y los verían menos, siempre era mejor no llegar por donde el enemigo esperaba que lo hicieras.
En un principio el camino de la pirata era por la calle principal, el mismo camino por el que el día anterior habían llegado, pero en seguida cambió de dirección, doblando por uno de los callejones. No era muy ancho, no entraban dos personas una al lado del otra, pero no parecía molestarle a un sujeto que dormía de lado a lado lo mas bien, Sophitia dio un salto para pasar por arriba y siguió camino, al parecer sin siquiera notarlo.
Luego de eso doblo algunas veces más, en algunos de los callejones tenían que pasar muy pegados a la pared, en otros por arriba de basura, en uno tuvieron que trepar y saltar por algo parecido a techos de unas chozas mal olientes.
-Bajemos aquí – Dijo la pirata señalando un montón de bolsas de granos que estaban detrás de una panadería. Estaban en la parte de atrás de varios negocios, entre ellos la taberna en la que todo había comenzado el día anterior – Y en la mitad de tiempo – Dijo orgullosa.
Realmente, iba a ser un golpe de suerte encontrarlos en el mismo lugar, a menos que fueran tan idiotas como para no moverse y pensar que ellos no iban a volver. Aunque, todo era posible considerando que trataban con una parva de borrachos busca pleito.
-Existen dos modos de hacer esto, el aburrido y prudente, o mi modo - Acompaña el comentario con una risa, aunque lo decía en serio – Díganme qué quieren hacer, solo estoy aquí de acompañante.
-Con esa descripción ¿Qué tan difícil puede ser encontrarla? – Dijo sarcástica para luego echarse a reír, no lo decía de mala, sino solo por que el burlarse era en realidad su modo de relacionarse con todos, con todos menos con Flor… Pero ella era una acepción a muchas cosas.
Además, no le gustaba que le dijera a su hermana que no era humana, de alguna manera tenía que vengarse, aunque fuera de un modo infantil e indirecto. Con las manos en los bolsillos salió del lugar, pensando en qué era conveniente hacer primero.
-No creo que sea buena idea ir por el camino normal, tomemos un atajo – Ahorrarían tiempo y los verían menos, siempre era mejor no llegar por donde el enemigo esperaba que lo hicieras.
En un principio el camino de la pirata era por la calle principal, el mismo camino por el que el día anterior habían llegado, pero en seguida cambió de dirección, doblando por uno de los callejones. No era muy ancho, no entraban dos personas una al lado del otra, pero no parecía molestarle a un sujeto que dormía de lado a lado lo mas bien, Sophitia dio un salto para pasar por arriba y siguió camino, al parecer sin siquiera notarlo.
Luego de eso doblo algunas veces más, en algunos de los callejones tenían que pasar muy pegados a la pared, en otros por arriba de basura, en uno tuvieron que trepar y saltar por algo parecido a techos de unas chozas mal olientes.
-Bajemos aquí – Dijo la pirata señalando un montón de bolsas de granos que estaban detrás de una panadería. Estaban en la parte de atrás de varios negocios, entre ellos la taberna en la que todo había comenzado el día anterior – Y en la mitad de tiempo – Dijo orgullosa.
Realmente, iba a ser un golpe de suerte encontrarlos en el mismo lugar, a menos que fueran tan idiotas como para no moverse y pensar que ellos no iban a volver. Aunque, todo era posible considerando que trataban con una parva de borrachos busca pleito.
-Existen dos modos de hacer esto, el aburrido y prudente, o mi modo - Acompaña el comentario con una risa, aunque lo decía en serio – Díganme qué quieren hacer, solo estoy aquí de acompañante.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
Flor no se tomó a mal el comentario de Kiriil respecto a que no era humana. Mucha gente de su tierra natal creía lo mismo y ella también había tenido sus dudas, pero una concienzuda comparación la había convencido de que lo único que la diferenciaba de un humano corriente era su don de mimetismo, así que tenía que ser humana a fin de cuentas, aunque no le hubiera molestado para nada no serlo.
- Soy humana, pero especial – fue su orgullosa respuesta.
La muchacha no sabía mucho de espadas, pero su escaso conocimiento era suficiente para darse cuenta que iba a ser muy difícil encontrarla con la descripción que Kirill estaba dando, se parecía a cualquier espada que hubiese visto en su vida. Ahora que el detalle de las marcas en la hoja si podía ser de utilidad; tocaba estar muy atenta y acercarse lo suficiente para notarlo.
Aunque la elección de Florangél hubiese sido volar para encontrar el lugar donde quedaba la taberna – le encantaba hacerlo y cualquier excusa le servía para darse el gusto – no quería desairar a su hermana y sus conocimientos de la ciudad, así que la siguió sin rechistar. La ruta, semejante, a desplazarse por un laberinto, la divirtió bastante. Nada tan aburrido como sólo caminar, no señor; con inmejorable humor, saltó por sobre cuerpos tendidos y montones de basura, se pegó a la pared y trepó y saltó de un techo a otro hasta que llegaron a destino.
- ¡Bravo, hermanita! - felicitó con un abrazo a la orgullosa pirata, para luego saltar hacia las bolsas de maíz.
Llegados al lugar de los hechos tocaba decidir qué hacer, pero Sophitia se equivocaba al decir que sólo había dos modos de hacer las cosas, porque había un tercero: el de la propia Florangél.
- ¡Yo voy a explorar! - exclamó, mimetizándose y, sin esperar a oír lo que Kirill tenía que decir, echó a andar a paso rápido hacia la parte delantera de la especie de callejón en que se encontraban. Cierto que no sabía exactamente cual de todos esos locales correspondía a la taberna, pero no iba a tardar nada en averiguarlo.
- Soy humana, pero especial – fue su orgullosa respuesta.
La muchacha no sabía mucho de espadas, pero su escaso conocimiento era suficiente para darse cuenta que iba a ser muy difícil encontrarla con la descripción que Kirill estaba dando, se parecía a cualquier espada que hubiese visto en su vida. Ahora que el detalle de las marcas en la hoja si podía ser de utilidad; tocaba estar muy atenta y acercarse lo suficiente para notarlo.
Aunque la elección de Florangél hubiese sido volar para encontrar el lugar donde quedaba la taberna – le encantaba hacerlo y cualquier excusa le servía para darse el gusto – no quería desairar a su hermana y sus conocimientos de la ciudad, así que la siguió sin rechistar. La ruta, semejante, a desplazarse por un laberinto, la divirtió bastante. Nada tan aburrido como sólo caminar, no señor; con inmejorable humor, saltó por sobre cuerpos tendidos y montones de basura, se pegó a la pared y trepó y saltó de un techo a otro hasta que llegaron a destino.
- ¡Bravo, hermanita! - felicitó con un abrazo a la orgullosa pirata, para luego saltar hacia las bolsas de maíz.
Llegados al lugar de los hechos tocaba decidir qué hacer, pero Sophitia se equivocaba al decir que sólo había dos modos de hacer las cosas, porque había un tercero: el de la propia Florangél.
- ¡Yo voy a explorar! - exclamó, mimetizándose y, sin esperar a oír lo que Kirill tenía que decir, echó a andar a paso rápido hacia la parte delantera de la especie de callejón en que se encontraban. Cierto que no sabía exactamente cual de todos esos locales correspondía a la taberna, pero no iba a tardar nada en averiguarlo.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
- Puedes ahorrarte el sarcasmo - respondió Kirill agresor, frunciendo el ceño. Verdaderamente le molestaba que se metieran con su descripción, por mala que fuera. Si querían más detalles sólo tenían que pedirlos, joder.
Sophi salió del lugar con las manos en los bolsillos y prácticamente pasándole por alto. Kirill soltó una medio risa despreciativa y fue tras ella y Flor. La justificación del uso del atajo no le acabó de cuadrar, ¿por qué iba a ser mala idea el camino principal?
- ¿Tanta prisa hay?
Pero en principio no se oponía a tomar un atajo. Sabía de sobra que Nehmen era un laberinto desordenado por el que sólo los más acostumbrados podían navegar sin perderse o caer en emboscadas. Y Kirill no temía lo segundo, pero lo primero le había ocurrido unas cuantas veces.
Y ya entendía por qué. Él no solía pasar por callejones tan estrechos que requirieran que se pusiera de lado para pasar bien, ni caminar sobre basura, ni trepar... lo cual, unido a la falta de agilidad de Kirill, resultó especialmente complicado dada la herida. Mientras Flor trepaba alegremente, el mago lo pasó mal para alzarse.
Su respuesta a los felices comentarios de Sophitia fue una expresión herida y algo rencorosa. Kirill caminaba cojeando levemente para tirar lo menos posible de la herida, y miraba a la pirata como si le culpara a ella de todo lo relacionado con aquel dolor. Con todo, no le dio tiempo a reaccionar antes de que Flor se mimetizara; la escucho alejarse, aunque no sabía hacia qué lado exactamente. Sobretodo, su atención quedó fija con un tinte de desesperación en Sophitia.
- Genial, a solas con la pirata acompañante - hizo una pausa resignada - . No sé cuál es tu modo ni el modo prudente a no ser que expliques mejor.
Esperaba con esto que Sophitia desarrollara su visión sobre el tema, y mientras tanto observó los alrededores.
- Pero creo que paso del aburrido prudente, así que dime sobretodo el "tuyo" o hago el "mío", que es entrar allí y recuperar mi espada como haga falta.
Sophi salió del lugar con las manos en los bolsillos y prácticamente pasándole por alto. Kirill soltó una medio risa despreciativa y fue tras ella y Flor. La justificación del uso del atajo no le acabó de cuadrar, ¿por qué iba a ser mala idea el camino principal?
- ¿Tanta prisa hay?
Pero en principio no se oponía a tomar un atajo. Sabía de sobra que Nehmen era un laberinto desordenado por el que sólo los más acostumbrados podían navegar sin perderse o caer en emboscadas. Y Kirill no temía lo segundo, pero lo primero le había ocurrido unas cuantas veces.
Y ya entendía por qué. Él no solía pasar por callejones tan estrechos que requirieran que se pusiera de lado para pasar bien, ni caminar sobre basura, ni trepar... lo cual, unido a la falta de agilidad de Kirill, resultó especialmente complicado dada la herida. Mientras Flor trepaba alegremente, el mago lo pasó mal para alzarse.
Su respuesta a los felices comentarios de Sophitia fue una expresión herida y algo rencorosa. Kirill caminaba cojeando levemente para tirar lo menos posible de la herida, y miraba a la pirata como si le culpara a ella de todo lo relacionado con aquel dolor. Con todo, no le dio tiempo a reaccionar antes de que Flor se mimetizara; la escucho alejarse, aunque no sabía hacia qué lado exactamente. Sobretodo, su atención quedó fija con un tinte de desesperación en Sophitia.
- Genial, a solas con la pirata acompañante - hizo una pausa resignada - . No sé cuál es tu modo ni el modo prudente a no ser que expliques mejor.
Esperaba con esto que Sophitia desarrollara su visión sobre el tema, y mientras tanto observó los alrededores.
- Pero creo que paso del aburrido prudente, así que dime sobretodo el "tuyo" o hago el "mío", que es entrar allí y recuperar mi espada como haga falta.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
Claro que las felicitaciones de Florangel solo inflaron mas el ya enorme ego de la pirata, ambas se auto felicitaban y la relación funcionaba bien así, aunque para terceros podía resultar como mínimo desastroso.
Antes de que Sophitia se recuperada del abrazo su hermana ya había corrido dentro de la taberna, no pudo evitar reírse un poco, Flor siempre hacia lo mismo, al principio le preocupaba, pero a medida que la muchacha aprendía a defenderse mejor y a manejarse en el mundo pirata, cada vez más la dejaba hacer a su antojo.
- Que te diviertas – Dijo a la nada mientras se cruzaba de brazos para esperar su regreso.
Había notado que el viaje para Kirill no había sido de lo más agradable, ella entendía de eso, le había pasado en más de una oportunidad el tener algún corte molesto estando trabajando en el barco y tener que aguantarse el dolor de los puntos tirando de la carne. Y tal vez si no se hubiese quejado de quedarse a solas con ella podría haber sido algo mas considerada.
- Que llorón eres, relájate un poco y disfruta del paseo – No pudo evitar reírse un poco – La próxima me quedo abajo y te empujo a ver si así subes mas rápido.
Sin duda la relación terminaría en llevarse o muy bien o asesinándose mutuamente, la pirata era en verdad irritante cuando quería, y casi siempre tenía ganas. Pero una vez ganado su respeto podía ser una compañera muy fiel y hasta una agradable compañía.
-Mi modo de hacer las cosas suele ser entrar, romper todo y salir corriendo, Oye! Nuestros métodos se parecen! – se le escapo una sonrisa no sarcástica al decirlo – Entonces esperemos a que vuelva Flor y nos diga cuantos son y destrocemos el lugar! Sera divertido!
Cualquier otra persona pensaría que no hablaba en serio, pero no era así, las técnicas de Sophitia carecían de sutileza o detalles, no se complicaba con planes o tácticas, se entraba, se buscaba lo que se quería conseguir y listo, fin del asunto.
Parecía una nena el día de su cumpleaños cada vez que estaba por hacer una de las suyas, mientras esperaba a que Flor regresara se volvió a atar el pelo y se arremango la camisa, ya era hora de hacer algo entretenido, estar toda la noche despierta la había dejado hastiada, quería descargarse.
-La herida no se abrió, cierto? - Le pregunto a Kirill señalando el lugar de la lesión – No quiero que eso repercuta en tu manera de pelear y te pongas en peligro.
Era lo más cercano a algo así como preocupación por parte de la pirata, también pensaba en un sentido práctico, si iban a entrar a recuperar su espada y terminaba muerto en la pelea nada de eso hubiese tenido mucho sentido. Aunque tendría una espada nueva, lo cual no estaba mal tampoco….
Antes de que Sophitia se recuperada del abrazo su hermana ya había corrido dentro de la taberna, no pudo evitar reírse un poco, Flor siempre hacia lo mismo, al principio le preocupaba, pero a medida que la muchacha aprendía a defenderse mejor y a manejarse en el mundo pirata, cada vez más la dejaba hacer a su antojo.
- Que te diviertas – Dijo a la nada mientras se cruzaba de brazos para esperar su regreso.
Había notado que el viaje para Kirill no había sido de lo más agradable, ella entendía de eso, le había pasado en más de una oportunidad el tener algún corte molesto estando trabajando en el barco y tener que aguantarse el dolor de los puntos tirando de la carne. Y tal vez si no se hubiese quejado de quedarse a solas con ella podría haber sido algo mas considerada.
- Que llorón eres, relájate un poco y disfruta del paseo – No pudo evitar reírse un poco – La próxima me quedo abajo y te empujo a ver si así subes mas rápido.
Sin duda la relación terminaría en llevarse o muy bien o asesinándose mutuamente, la pirata era en verdad irritante cuando quería, y casi siempre tenía ganas. Pero una vez ganado su respeto podía ser una compañera muy fiel y hasta una agradable compañía.
-Mi modo de hacer las cosas suele ser entrar, romper todo y salir corriendo, Oye! Nuestros métodos se parecen! – se le escapo una sonrisa no sarcástica al decirlo – Entonces esperemos a que vuelva Flor y nos diga cuantos son y destrocemos el lugar! Sera divertido!
Cualquier otra persona pensaría que no hablaba en serio, pero no era así, las técnicas de Sophitia carecían de sutileza o detalles, no se complicaba con planes o tácticas, se entraba, se buscaba lo que se quería conseguir y listo, fin del asunto.
Parecía una nena el día de su cumpleaños cada vez que estaba por hacer una de las suyas, mientras esperaba a que Flor regresara se volvió a atar el pelo y se arremango la camisa, ya era hora de hacer algo entretenido, estar toda la noche despierta la había dejado hastiada, quería descargarse.
-La herida no se abrió, cierto? - Le pregunto a Kirill señalando el lugar de la lesión – No quiero que eso repercuta en tu manera de pelear y te pongas en peligro.
Era lo más cercano a algo así como preocupación por parte de la pirata, también pensaba en un sentido práctico, si iban a entrar a recuperar su espada y terminaba muerto en la pelea nada de eso hubiese tenido mucho sentido. Aunque tendría una espada nueva, lo cual no estaba mal tampoco….
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
La empatía no era una cualidad muy desarrollada en Florangél, así que ni siquiera se le ocurrió que lo que para ella había sido una diversión, hubiera resultado algo muy cercano a un suplicio para Kirill. Ignorante de las tribulaciones de su “paciente”, corrió hacia la taberna, con la adrenalina bullendo en sus venas ante la perspectiva de jaleo y aventura.
La taberna seguía en el mismo lugar, como era de esperarse y estaba tan llena, bulliciosa y sucia como el día anterior, aún a esa temprana hora. Parecía que buena parte de la concurrencia no se había movido de ahí desde la víspera y Flor tuvo el fugaz pensamiento de que algunos moraban ahí de forma permanente, mientras se concedía un mínimo instante para elaborar algo parecido a un plan de acción.
Por muy invisible que fuera a ojos humanos, podía ser atropellada, golpeada, olida o escuchada mientras miraba las empuñaduras de las espadas en busca del diseño que había mencionado el peliblanco. Las dos últimas opciones no tenían importancia en aquel tugurio ruidoso y maloliente, pero el riesgo de que ocurriera alguna de las dos primeras era alto en un lugar con tanta gente y con tan poco espacio entre una mesa y otra, como había comprobado el día de ayer.
Rápidamente concluyó que su forma humana no iba a servirle y en un santiamén, un papagayo de vivos colores entró en la taberna y comenzó a pasarse impunemente entre los bebedores, saltando de hombros a regazos y a mesas, picoteando algunas migajas por aquí y tomando algunas gotas de licor por allá, y eludiendo con gracia a quienes pretendían capturarla, los que eran pocos, ya que los que no estaban absortos en su bebida, asumían que pertenecía a alguno de los parroquianos.
La espada no estaba en ese lugar, pero mientras buscaba había podido oír fragmentos de conversaciones, en los que se relataban diferentes versiones de la pelea del día anterior, de la espada que flotaba en el aire y – lo más importante para ella – como esa espada había sido encontrada tirada en la calle y recogida por un valiente que estaba dispuesto a enfrentar la magia a cambio del dinero que pensaba sacarle.
Averiguado lo fundamental, se disponía a salir de la taberna cuando el Pirata de la Silla hizo su aparición y no pudo evitar la tentación de darle otro susto. Gritando guturalmente “¡A él! ¡A él!” se abalanzó a picotazos sobre la cabeza del sorprendido bribón, para luego volar al encuentro de su hermana y del mago con algunos cabellos enredados en su pico.
La taberna seguía en el mismo lugar, como era de esperarse y estaba tan llena, bulliciosa y sucia como el día anterior, aún a esa temprana hora. Parecía que buena parte de la concurrencia no se había movido de ahí desde la víspera y Flor tuvo el fugaz pensamiento de que algunos moraban ahí de forma permanente, mientras se concedía un mínimo instante para elaborar algo parecido a un plan de acción.
Por muy invisible que fuera a ojos humanos, podía ser atropellada, golpeada, olida o escuchada mientras miraba las empuñaduras de las espadas en busca del diseño que había mencionado el peliblanco. Las dos últimas opciones no tenían importancia en aquel tugurio ruidoso y maloliente, pero el riesgo de que ocurriera alguna de las dos primeras era alto en un lugar con tanta gente y con tan poco espacio entre una mesa y otra, como había comprobado el día de ayer.
Rápidamente concluyó que su forma humana no iba a servirle y en un santiamén, un papagayo de vivos colores entró en la taberna y comenzó a pasarse impunemente entre los bebedores, saltando de hombros a regazos y a mesas, picoteando algunas migajas por aquí y tomando algunas gotas de licor por allá, y eludiendo con gracia a quienes pretendían capturarla, los que eran pocos, ya que los que no estaban absortos en su bebida, asumían que pertenecía a alguno de los parroquianos.
La espada no estaba en ese lugar, pero mientras buscaba había podido oír fragmentos de conversaciones, en los que se relataban diferentes versiones de la pelea del día anterior, de la espada que flotaba en el aire y – lo más importante para ella – como esa espada había sido encontrada tirada en la calle y recogida por un valiente que estaba dispuesto a enfrentar la magia a cambio del dinero que pensaba sacarle.
Averiguado lo fundamental, se disponía a salir de la taberna cuando el Pirata de la Silla hizo su aparición y no pudo evitar la tentación de darle otro susto. Gritando guturalmente “¡A él! ¡A él!” se abalanzó a picotazos sobre la cabeza del sorprendido bribón, para luego volar al encuentro de su hermana y del mago con algunos cabellos enredados en su pico.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
FDI: Aaaal fin contesto. Soy horrible. Perdoooooooon.
- "Disfruta del paseo" - repitió Kirill, incrédulo -. En esta mierda de ciudad, claro.
Si ella llamaba paseo a lo que para el mago era un tortuoso zigzagueo- subida-bajada constante... Florangél actuaba de hermana y le echaba flores a Sophitia, pero Kirill no estaba ni mucho menos dispuesto a hacer lo mismo.
- No necesito tu ayuda, y menos que me empujes desde abajo. Yo puedo encargarme de recuperar mi espada; si quieres te vas.
En realidad detrás de sus palabras y su posición ofensiva estaba la herida latiéndole en el costado. Kirill tenía dos principales motivaciones en aquel momento: el dolor, que le impulsaba a ser agresivo, y la necesidad de recuperar su espada. Aunque era dudoso cómo iba a encargarse él si justamente le faltaba su arma, de la cual dependía mayormente para el combate... Al menos ya había aceptado la ayuda de Florangél, y de momento no estaba echando a Sophitia a patadas.
- Pues mi modo de hacer las cosas va a ser lo mismo como no cooperen - respondió sin hacer caso de la sonrisa no sarcástica de la pirata. Pero con su silencio aprobó el pequeño plan, aunque no quiso responder al "será divertido" -. Y sí, está cerrada, creo. Tampoco la he mirado.
No había pensado antes que la herida podría haberse abierto. Al mencionarla Sophitia, la posibilidad se fue abriendo paso poco a poco por su mente; Kirill miró hacia la herida y palpó levemente bajo la ropa, pero no había sangre.
- Y ahora te preocupas por que se abra y me ponga en peligro, ¿no? ¿Después de llevarme arriba y abajo por las calles más estrechas de Enie?
Hizo un pequeño gesto malhumorado, no demasiado serio, al tiempo que un loro de vivos colores llegaba volando desde la taberna. Le llamó la atención irremediablemente, claro, por lo chillón de su plumaje, y su acto reflejo fue apartarse de la trayectoria del animal. Desde la taberna se escucharon unas imprecaciones, y por una ventana asomó la cabeza del entre sorprendido y ofendido Pirata de la Silla, siguiendo con la mirada el vuelo del loro y comprobando a quién iba después de haberle agredido.
Kirill no le reconoció, por supuesto, y sólo se dedicó a mirar con sorpresa al loro.
- "Disfruta del paseo" - repitió Kirill, incrédulo -. En esta mierda de ciudad, claro.
Si ella llamaba paseo a lo que para el mago era un tortuoso zigzagueo- subida-bajada constante... Florangél actuaba de hermana y le echaba flores a Sophitia, pero Kirill no estaba ni mucho menos dispuesto a hacer lo mismo.
- No necesito tu ayuda, y menos que me empujes desde abajo. Yo puedo encargarme de recuperar mi espada; si quieres te vas.
En realidad detrás de sus palabras y su posición ofensiva estaba la herida latiéndole en el costado. Kirill tenía dos principales motivaciones en aquel momento: el dolor, que le impulsaba a ser agresivo, y la necesidad de recuperar su espada. Aunque era dudoso cómo iba a encargarse él si justamente le faltaba su arma, de la cual dependía mayormente para el combate... Al menos ya había aceptado la ayuda de Florangél, y de momento no estaba echando a Sophitia a patadas.
- Pues mi modo de hacer las cosas va a ser lo mismo como no cooperen - respondió sin hacer caso de la sonrisa no sarcástica de la pirata. Pero con su silencio aprobó el pequeño plan, aunque no quiso responder al "será divertido" -. Y sí, está cerrada, creo. Tampoco la he mirado.
No había pensado antes que la herida podría haberse abierto. Al mencionarla Sophitia, la posibilidad se fue abriendo paso poco a poco por su mente; Kirill miró hacia la herida y palpó levemente bajo la ropa, pero no había sangre.
- Y ahora te preocupas por que se abra y me ponga en peligro, ¿no? ¿Después de llevarme arriba y abajo por las calles más estrechas de Enie?
Hizo un pequeño gesto malhumorado, no demasiado serio, al tiempo que un loro de vivos colores llegaba volando desde la taberna. Le llamó la atención irremediablemente, claro, por lo chillón de su plumaje, y su acto reflejo fue apartarse de la trayectoria del animal. Desde la taberna se escucharon unas imprecaciones, y por una ventana asomó la cabeza del entre sorprendido y ofendido Pirata de la Silla, siguiendo con la mirada el vuelo del loro y comprobando a quién iba después de haberle agredido.
Kirill no le reconoció, por supuesto, y sólo se dedicó a mirar con sorpresa al loro.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
Era impresionante lo fácil que se irritaba Kirill, cuando la pirata creía que no podía enojarse mas, volvía a sorprenderla con un nuevo ataque de ira. Mientras le contestaba solo lo miraba fijamente, conteniendo la risa sin mucho éxito, bastaba que le diera con el taco de la bota en la herida para que llorara como un bebe, pero no, Flor le había prometido ayudarlo, tenia que portarse bien.
- Si, es la ciudad mas mierda de toda Jaspia, precisamente por eso se nos conoce – Reía mientras le daba la razón – Para estar herido, medio perdido y desarmado haces muchas amenazas....
Y hubiese seguido, pero tampoco tenia gracia hacer leña del árbol caído, se negó a caer en la tentación de ver cuanto mas podía enojarse Kirill y se acerco un poco mirando en donde sabia que estaba la herida bajo la ropa.
- Bueno, a menos que te saques la ropa, parece estar bien, supongo que si se hubiese abierto ya estarías llorando – Vio llegar al pájaro y sonrió, ya le estaba llamando la atención que Flor no volviera y pensaba esperar un minuto mas antes de entrar a repartir golpes – Ah, volviste! Y como esta todo den....?
Dejo la oración a medio terminar cuando uno de los piratas se asomo por la ventana, Sophitia si lo reconoció, cualquier otra persona se hubiese preocupado, pero la pirata solo se puso a reír mientras sacaba la daga.
- Dejamos la charla para después - Terminó la oración lanzando la daga con fuerza, la misma se clavó en el marco de la ventana, aunque la pirata no parece decepcionada, el sujeto miró el arma firmemente clavada y cuando volvió a mirar hacia Sophitia esta se encuentra corriendo, tomando algo de impulso.
Al llegar a la ventana se agarró de la parte de arriba del marco y paso las piernas alrededor de la cintura del pirata, tirándolo de espalda con ella arriba producto del impulso. El sujeto se debatía, y no le llevaría mucho tiempo tirar a Sophi que era más débil y mas ligera que él.
Para entonces el escándalo había alertado a varios de los clientes, algunos se acercaban, otros no tenían ganas de problemas desde temprano y no movieron ni un dedo.
- ¿Donde esta la espada? - Preguntó Sophitia mientras agarraba la mandíbula del pirata con una mano, alejando la cara lo mas posible de sus manotazos y arañazos.
- Si, es la ciudad mas mierda de toda Jaspia, precisamente por eso se nos conoce – Reía mientras le daba la razón – Para estar herido, medio perdido y desarmado haces muchas amenazas....
Y hubiese seguido, pero tampoco tenia gracia hacer leña del árbol caído, se negó a caer en la tentación de ver cuanto mas podía enojarse Kirill y se acerco un poco mirando en donde sabia que estaba la herida bajo la ropa.
- Bueno, a menos que te saques la ropa, parece estar bien, supongo que si se hubiese abierto ya estarías llorando – Vio llegar al pájaro y sonrió, ya le estaba llamando la atención que Flor no volviera y pensaba esperar un minuto mas antes de entrar a repartir golpes – Ah, volviste! Y como esta todo den....?
Dejo la oración a medio terminar cuando uno de los piratas se asomo por la ventana, Sophitia si lo reconoció, cualquier otra persona se hubiese preocupado, pero la pirata solo se puso a reír mientras sacaba la daga.
- Dejamos la charla para después - Terminó la oración lanzando la daga con fuerza, la misma se clavó en el marco de la ventana, aunque la pirata no parece decepcionada, el sujeto miró el arma firmemente clavada y cuando volvió a mirar hacia Sophitia esta se encuentra corriendo, tomando algo de impulso.
Al llegar a la ventana se agarró de la parte de arriba del marco y paso las piernas alrededor de la cintura del pirata, tirándolo de espalda con ella arriba producto del impulso. El sujeto se debatía, y no le llevaría mucho tiempo tirar a Sophi que era más débil y mas ligera que él.
Para entonces el escándalo había alertado a varios de los clientes, algunos se acercaban, otros no tenían ganas de problemas desde temprano y no movieron ni un dedo.
- ¿Donde esta la espada? - Preguntó Sophitia mientras agarraba la mandíbula del pirata con una mano, alejando la cara lo mas posible de sus manotazos y arañazos.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
Florangél se había divertido muchísimo en la taberna y se divirtió aún más con la cara de sorpresa de Kirill al ver aparecer al papagayo, así tan de repente. Chillando alegremente, revoloteó en torno a su cabeza, antes de tocar tierra y volver a su forma humana, haciéndose visible al punto, ignorante de que el Pirata de la Silla había seguido su vuelo con la mirada, aunque tampoco le hubiera importado de saberlo.
Estaba muy ufana por la información obtenida y tenía muchas ganas de entregarla, pero Sophi ni tuvo tiempo de terminar su pregunta. De un momento a otro, la pirata le había arrojado su daga a alguien y luego se había arrojado a sí misma.
- ¡Tsss, tsss… pero qué chica tan impulsiva! – comentó, mirando a Kirill con aire compungido – Ni siquiera me dejó decirle que la espada no estaba ahí. Alguien se la llevó para venderla – agregó, mirando como su hermana desaparecía taberna dentro.
Flor estaba muy orgullosa de Sophi y admiraba su capacidad para valerse por sí misma y sabía que era una chica fiera y ruda, pero también sabía que una sola contra muchos tenía muchas posibilidades de perder y no le cupo ninguna duda que era su oportunidad de ir en ayuda de su hermana.
- ¡Vamos a ayudarle! – exclamó con decisión y echó a correr hacia la taberna, sin esperar respuesta de Kirill, mimetizándose en el camino.
Entró a la taberna por la misma ventana por la que había entrado Sophitia, procurando evitar pisar a su hermana, quien forcejeaba en el suelo con el Pirata de la Silla. Estimando que su hermana tenía controlada esa situación, se dedicó a los concurrentes que se venían acercando, todos amenazas potenciales.
Un coro de sorprendidos quejidos se impuso al bullicio de la sala, cuando invisibles pies patearon a placer descuidadas canillas y mimetizados codos se hundieron en desprevenidos estómagos, sin que nadie entendiera lo que estaba pasando.
Estaba muy ufana por la información obtenida y tenía muchas ganas de entregarla, pero Sophi ni tuvo tiempo de terminar su pregunta. De un momento a otro, la pirata le había arrojado su daga a alguien y luego se había arrojado a sí misma.
- ¡Tsss, tsss… pero qué chica tan impulsiva! – comentó, mirando a Kirill con aire compungido – Ni siquiera me dejó decirle que la espada no estaba ahí. Alguien se la llevó para venderla – agregó, mirando como su hermana desaparecía taberna dentro.
Flor estaba muy orgullosa de Sophi y admiraba su capacidad para valerse por sí misma y sabía que era una chica fiera y ruda, pero también sabía que una sola contra muchos tenía muchas posibilidades de perder y no le cupo ninguna duda que era su oportunidad de ir en ayuda de su hermana.
- ¡Vamos a ayudarle! – exclamó con decisión y echó a correr hacia la taberna, sin esperar respuesta de Kirill, mimetizándose en el camino.
Entró a la taberna por la misma ventana por la que había entrado Sophitia, procurando evitar pisar a su hermana, quien forcejeaba en el suelo con el Pirata de la Silla. Estimando que su hermana tenía controlada esa situación, se dedicó a los concurrentes que se venían acercando, todos amenazas potenciales.
Un coro de sorprendidos quejidos se impuso al bullicio de la sala, cuando invisibles pies patearon a placer descuidadas canillas y mimetizados codos se hundieron en desprevenidos estómagos, sin que nadie entendiera lo que estaba pasando.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
- Hago las amenazas que quiero, y lo digo en serio.
En cuanto a estar llorando, ni llegó a escucharlo, sorprendido con la llegada del papagayo, el cual además se puso a revolotear alrededor de su cabeza sin dejar de chillar. Iba incluso a intentar agarrarlo con tal de que se quedara quieto y le dejara ver algo, cuando el loro de por sí dejó su vuelo y posándose en tierra se transformó en Florangél.
No es que aquello le sorprendiera tanto si lo pensaba detenidamente. Se cruzó de brazos y se dispuso a escuchar tranquilamente la información que había conseguido la muchacha, pero parecía que sus dos acompañantes tenían otros planes.
- Las dos sois impulsivas - comentó, viendo cómo primero Sophitia y luego su hermana se iban corriendo a la taberna.
Quizás iba a pecar de soso, pero él no saltó felizmente por la ventana, sino que pasó con cierta lentitud y una ligera mueca en el rostro al notar la herida; primero una pierna, luego la otra. Frente a él había un pequeño coro de piratas sorprendidos y aparentemente adoloridos, que miraban como buscando el origen de sus males, olvidado por el momento el desgraciado Pirata de la Silla y la mujer que se sentaba sobre él.
Viendo cómo se debatía, Kirill no tuvo ningún problema en apartar una de las manos del pirata con la mano y pisarla, haciendo que gritara y que sólo le quedara una para debatirse.
- Florangél dice que se la llevaron para venderla. ¿Y por qué va a saber él dónde está mi espada? Pero alguien aquí - Kirill, que no había reconocido al pirata del sillazo, levantó la mirada hacia el resto de los piratas y marineros - tiene que saberlo, ¿no?
Por suerte no estaba allí el pirata con el que Kirill había empezado la pelea la noche anterior, pero sí había unos cuantos que habían colaborado; algunos de los que habían sufrido a Sophitia, a Flor y a Kirill, y al menos la primera y el último fueron fácilmente reconocidos.
- ¡Joder, ayudadme! - gritó el pirata de la silla, intentando quitarse a Sophitia - ¡Son los de ayer, estáis gilipollas o qué! La puta bruja invisible y...
Kirill le pisó la mano más fuerte, poco preocupado por lo que escuchaba.
En cuanto a estar llorando, ni llegó a escucharlo, sorprendido con la llegada del papagayo, el cual además se puso a revolotear alrededor de su cabeza sin dejar de chillar. Iba incluso a intentar agarrarlo con tal de que se quedara quieto y le dejara ver algo, cuando el loro de por sí dejó su vuelo y posándose en tierra se transformó en Florangél.
No es que aquello le sorprendiera tanto si lo pensaba detenidamente. Se cruzó de brazos y se dispuso a escuchar tranquilamente la información que había conseguido la muchacha, pero parecía que sus dos acompañantes tenían otros planes.
- Las dos sois impulsivas - comentó, viendo cómo primero Sophitia y luego su hermana se iban corriendo a la taberna.
Quizás iba a pecar de soso, pero él no saltó felizmente por la ventana, sino que pasó con cierta lentitud y una ligera mueca en el rostro al notar la herida; primero una pierna, luego la otra. Frente a él había un pequeño coro de piratas sorprendidos y aparentemente adoloridos, que miraban como buscando el origen de sus males, olvidado por el momento el desgraciado Pirata de la Silla y la mujer que se sentaba sobre él.
Viendo cómo se debatía, Kirill no tuvo ningún problema en apartar una de las manos del pirata con la mano y pisarla, haciendo que gritara y que sólo le quedara una para debatirse.
- Florangél dice que se la llevaron para venderla. ¿Y por qué va a saber él dónde está mi espada? Pero alguien aquí - Kirill, que no había reconocido al pirata del sillazo, levantó la mirada hacia el resto de los piratas y marineros - tiene que saberlo, ¿no?
Por suerte no estaba allí el pirata con el que Kirill había empezado la pelea la noche anterior, pero sí había unos cuantos que habían colaborado; algunos de los que habían sufrido a Sophitia, a Flor y a Kirill, y al menos la primera y el último fueron fácilmente reconocidos.
- ¡Joder, ayudadme! - gritó el pirata de la silla, intentando quitarse a Sophitia - ¡Son los de ayer, estáis gilipollas o qué! La puta bruja invisible y...
Kirill le pisó la mano más fuerte, poco preocupado por lo que escuchaba.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
Estaba de lo mas entretenida dándole golpes y debatiéndose con el pirata en el piso, la mano derecha sujetaba con firmeza la mandíbula del sujeto, pero aun así no parecía estar dispuesto a decirle nada al respecto, muchos dirían que era por como lo tenía agarrado Sophitia que no podía hablar...
Kirill llego para interrumpir su diversión, la pirata siquiera se dio cuenta cuando su hermana paso por detrás, estaba muy ocupada esquivando manotazos.
- ¡Ah! ¿No la tiene entonces? – Le dijo a Kirill tan tranquila como si estuvieran sentados tomando té – Que abusón, pisarle la mano a un hombre desarmado y en el piso... – Se burlo sonriendo, como si ella no estuviera aprovechando que el hombre estaba distraído gritando para revisarle los bolsillos y sacarle algo de dinero.
Era evidente que para él todos los piratas eran iguales, siquiera parecía darse cuenta a quien tenía enfrente, o que la gran mayoría de los que estaban presentes eran los mismos que el día anterior. Es que cuando se tiene una taberna de referencia es difícil quitarse la costumbre de ir ahí siempre, te haces conocido, se forma un grupo de camaradas, y así ya tenias algo similar a un colega.
- Espero que seas mejor reconociendo espadas que personas – Le dio un buen golpe al pirata para que se callara de una vez, quedo algo atontado. Sophi se levanto por fin y miro divertida el trabajo de su hermana, la cara de desconcierto de la mayoría de los presentes era para hacer una pintura.
Pero no todos estaban confusos, y de todos modos, el efecto no podía durar por siempre, varios de los hombres ya estaban con las armas en sus manos, y miraban con cara de pocos amigos a los únicos dos atacantes visibles, y por lo tantos, responsables de todo.
Uno de ellos no tardo en lanzarse sobre Sophitia, rodeándole la cintura con ambos brazos y golpeándola contra la pared que estaba detrás. Otros dos fueron a por Kirill, uno con una daga y otro con un sable, mas que dispuestos a abrirle la panza como a un cerdo.
La pirata dejo salir el aire al recibir el golpe, maldijo en múltiples idiomas mientras juntaba las manos por arriba de su cabeza y golpeaba con ambas en la espalda al sujeto, como si de una maza se tratara. Repitió varias veces el ataque sin mayor éxito, le había tocado uno resistente al parecer, al mismo tiempo, su contrincante repetía el golpe contra la pared.
El pirata agarro a Sophitia por los hombros y la lanzo hacia el otro lado, haciendo que aterrice sobre una mesa que quedo hecha pedazos de inmediato. Se acerco a ella que aun estaba en el piso, agarrándose la cabeza con una mano atontada, pero en cuanto estuvo al alcance la pirata le clavo una de las patas de la mesa rota en el pie. El trozo de madera tenía un clavo que sobre salía, se había enterrado profundo en el pie del tipo, pero en seguida la muchacha lo saco, solo para volverlo a clavar en a la altura de la rodilla.
Kirill llego para interrumpir su diversión, la pirata siquiera se dio cuenta cuando su hermana paso por detrás, estaba muy ocupada esquivando manotazos.
- ¡Ah! ¿No la tiene entonces? – Le dijo a Kirill tan tranquila como si estuvieran sentados tomando té – Que abusón, pisarle la mano a un hombre desarmado y en el piso... – Se burlo sonriendo, como si ella no estuviera aprovechando que el hombre estaba distraído gritando para revisarle los bolsillos y sacarle algo de dinero.
Era evidente que para él todos los piratas eran iguales, siquiera parecía darse cuenta a quien tenía enfrente, o que la gran mayoría de los que estaban presentes eran los mismos que el día anterior. Es que cuando se tiene una taberna de referencia es difícil quitarse la costumbre de ir ahí siempre, te haces conocido, se forma un grupo de camaradas, y así ya tenias algo similar a un colega.
- Espero que seas mejor reconociendo espadas que personas – Le dio un buen golpe al pirata para que se callara de una vez, quedo algo atontado. Sophi se levanto por fin y miro divertida el trabajo de su hermana, la cara de desconcierto de la mayoría de los presentes era para hacer una pintura.
Pero no todos estaban confusos, y de todos modos, el efecto no podía durar por siempre, varios de los hombres ya estaban con las armas en sus manos, y miraban con cara de pocos amigos a los únicos dos atacantes visibles, y por lo tantos, responsables de todo.
Uno de ellos no tardo en lanzarse sobre Sophitia, rodeándole la cintura con ambos brazos y golpeándola contra la pared que estaba detrás. Otros dos fueron a por Kirill, uno con una daga y otro con un sable, mas que dispuestos a abrirle la panza como a un cerdo.
La pirata dejo salir el aire al recibir el golpe, maldijo en múltiples idiomas mientras juntaba las manos por arriba de su cabeza y golpeaba con ambas en la espalda al sujeto, como si de una maza se tratara. Repitió varias veces el ataque sin mayor éxito, le había tocado uno resistente al parecer, al mismo tiempo, su contrincante repetía el golpe contra la pared.
El pirata agarro a Sophitia por los hombros y la lanzo hacia el otro lado, haciendo que aterrice sobre una mesa que quedo hecha pedazos de inmediato. Se acerco a ella que aun estaba en el piso, agarrándose la cabeza con una mano atontada, pero en cuanto estuvo al alcance la pirata le clavo una de las patas de la mesa rota en el pie. El trozo de madera tenía un clavo que sobre salía, se había enterrado profundo en el pie del tipo, pero en seguida la muchacha lo saco, solo para volverlo a clavar en a la altura de la rodilla.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
Los piratas eran rudos hombres de mar, duros como piedra, para los cuales arrostrar situaciones difíciles, e incluso calamitosas, era parte de su quehacer cotidiano. Por dolorosas que resultaran las patadas y codazos que Florangél se divertía aplicando, no eran suficiente para detenerlos como pronto la chica pudo comprobar.
Superado el desconcierto inicial, los piratas concentraron su atención en los dos únicos atacantes visibles y a por ellos fueron, afortunadamente para Flor sin prestar atención a lo que vociferaba el Pirata de la Silla sobre “la puta bruja invisible”. Soltó un incontenible grito de ira que se perdió entre la algarabía reinante cuando vio que uno de los piratas se abalanzaba sobre su hermana y tampoco se le escapó que dos de ellos, armados, se acercaban a Kirill.
De ninguna manera la muchacha iba a quedarse repartiendo puntapiés en las canillas y codazos en el estómago cuando su hermana y su paciente corrían peligro, ¡no, señor! La situación había cambiado y las tácticas y estrategias debían cambiar también; pies y codos ya no eran suficientes, así que decidió recurrir a su arma suprema: ¡la silla! Tomando la que tenía más cercana la descargó con toda su alma contra uno de los dos que asediaban a Kirill – ya había visto que su valerosa hermana se estaba encargando de su agresor – y lo dejó patidifuso en el suelo. Acto seguido, apenas dándose tiempo para respirar cargó con sus arma contra los que venían, resuelta a equiparar las cosas para sus acompañantes.
Ahora bien, darle un solo sillazo bien dado a un pirata desprevenido es una cosa. Repartir sillazos entre varios piratas, una vez perdida la sorpresa inicial, es otra bien distinta. Golpear con toda el alma resulta algo cansador a mediano plazo, aunque eso no era un obstáculo para Flor. El verdadero problema era que, perdida la sorpresa, a más de alguien se le ocurría que “algo” movía la silla y lanzaba un ataque a ciegas para probar la teoría, como descubrió dolorosamente la nacossedina cuando una soberbia patada a la altura de los omóplatos la envío sobre una de las mesas, a la que derribó con su peso y el impulso que llevaba.
Furiosa por tan aleve agresión, Florangél soltó la silla y rodó sobre sí misma para salirse de encima de la mesa caída y meterse bajo de una que estaba en pie, evitando que las muchas manos que se acercaban pudieran atraparla. ¡Golpear por la espalda a una jovencita! ¡los muy cobardes! Ah, pero eso no se iba a quedar así, si la silla ya no le servía como arma, ella tenía algo mejor de que echar mano.
Saliendo de debajo de la mesa que le había servido de refugio provisorio, Flor- león hizo su aparición en escena con un estruendoso rugido.
Superado el desconcierto inicial, los piratas concentraron su atención en los dos únicos atacantes visibles y a por ellos fueron, afortunadamente para Flor sin prestar atención a lo que vociferaba el Pirata de la Silla sobre “la puta bruja invisible”. Soltó un incontenible grito de ira que se perdió entre la algarabía reinante cuando vio que uno de los piratas se abalanzaba sobre su hermana y tampoco se le escapó que dos de ellos, armados, se acercaban a Kirill.
De ninguna manera la muchacha iba a quedarse repartiendo puntapiés en las canillas y codazos en el estómago cuando su hermana y su paciente corrían peligro, ¡no, señor! La situación había cambiado y las tácticas y estrategias debían cambiar también; pies y codos ya no eran suficientes, así que decidió recurrir a su arma suprema: ¡la silla! Tomando la que tenía más cercana la descargó con toda su alma contra uno de los dos que asediaban a Kirill – ya había visto que su valerosa hermana se estaba encargando de su agresor – y lo dejó patidifuso en el suelo. Acto seguido, apenas dándose tiempo para respirar cargó con sus arma contra los que venían, resuelta a equiparar las cosas para sus acompañantes.
Ahora bien, darle un solo sillazo bien dado a un pirata desprevenido es una cosa. Repartir sillazos entre varios piratas, una vez perdida la sorpresa inicial, es otra bien distinta. Golpear con toda el alma resulta algo cansador a mediano plazo, aunque eso no era un obstáculo para Flor. El verdadero problema era que, perdida la sorpresa, a más de alguien se le ocurría que “algo” movía la silla y lanzaba un ataque a ciegas para probar la teoría, como descubrió dolorosamente la nacossedina cuando una soberbia patada a la altura de los omóplatos la envío sobre una de las mesas, a la que derribó con su peso y el impulso que llevaba.
Furiosa por tan aleve agresión, Florangél soltó la silla y rodó sobre sí misma para salirse de encima de la mesa caída y meterse bajo de una que estaba en pie, evitando que las muchas manos que se acercaban pudieran atraparla. ¡Golpear por la espalda a una jovencita! ¡los muy cobardes! Ah, pero eso no se iba a quedar así, si la silla ya no le servía como arma, ella tenía algo mejor de que echar mano.
Saliendo de debajo de la mesa que le había servido de refugio provisorio, Flor- león hizo su aparición en escena con un estruendoso rugido.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
Cuando vio a dos hombres acercarse a por él, Kirill sonrió divertido por su audacia. Les había aguantado a ellos, a sus iguales, sus chistes estúpidos y comentarios denigrantes, y por si aquello no bastara sus ganas acumuladas de pegar a alguien habían sido espoleadas por una mañana de pena con aquella pirata prepotente y gritona. Sus ansias de venganza se iban a traducir en dos muertes dolorosas; sentía ya cómo la adrenalina se extendía por su cuerpo, produciéndole un agradable cosquilleo en las puntas de los dedos, y sus ojos adoptaron un brillo macabro. No podía esperar a clavar la espada en las tripas de aquellos dos piratas, y por ello desplazó con ansia contenida su mano hacia la empuñadura de su arma...
... Que no estaba allí. Kirill se quedó con cara de tonto durante dos segundos, comprendiendo lentamente que si estaba en aquella taberna era justamente para recuperar su espada.
- Mierda.
No tenía tiempo de hacer nada. Los dos piratas con daga y sable se abalanzaron sobre él y Kirill seguía con cara de pasmado. Casi automáticamente extendió una mano e invocó un escudo invisible contra el que rebotaron ambas armas; al retroceder un paso, el pirata del sable recibió sobre sus espaldas un inesperado sillazo. El escudo se rompió, y la expresión del mago se transformó poco a poco en un gesto de malhumor. Cuando el otro le quiso lanzar un tajo, agarró la muñeca del pirata de la daga y comenzó a debatirse con él, con los dientes apretados y los músculos en tensión. Ni el pirata ni Kirill la soltaban; el mago insistió con un puñetazo a la cara que hizo retroceder al pirata, lo agarró por los hombros e intentó tirarlo al suelo, arrebatándole la daga en el proceso.
El pirata, ahora desarmado, le devolvió una mirada iracunda. Kirill se permitió una mueca victoriosa que murió cuando el segundo pirata, tras haberle asestado una patada a Flor, volvió a avanzar para unirse a la refriega. El que había sido desarmado miró primero el sable que portaba su compañero, luego la daga del mago, y entonces fue él el que sonrió.
El mago se puso en tensión, como un animal acorralado pero dispuesto a defenderse mientras vigilaba el avance de los dos piratas; cubrió el filo con oscuridad y esperó. El que había sido desarmado se tensó también, dispuesto a agarrar a Kirill en cuanto éste le diera la espalda para defenderse del sable. Pareció un segundo eterno.
Lo que sacó a los tres combatientes de su trance fue un rugido. Se miraron perplejos y desconcertados, seguros de haber escuchado mal, a medida que volvían poco a poco a la realidad. Nada en el mundo explicaba que un león hubiera aparecido en medio de una taberna; pero el rugido había sonado tan cercano y verdadero que un instinto primigenio les llevó a quedarse lo más quietos posible. Fue entonces cuando tanto Kirill como el de la daga lo vieron.
Había un bendito león en medio de la bendita taberna.
... Que no estaba allí. Kirill se quedó con cara de tonto durante dos segundos, comprendiendo lentamente que si estaba en aquella taberna era justamente para recuperar su espada.
- Mierda.
No tenía tiempo de hacer nada. Los dos piratas con daga y sable se abalanzaron sobre él y Kirill seguía con cara de pasmado. Casi automáticamente extendió una mano e invocó un escudo invisible contra el que rebotaron ambas armas; al retroceder un paso, el pirata del sable recibió sobre sus espaldas un inesperado sillazo. El escudo se rompió, y la expresión del mago se transformó poco a poco en un gesto de malhumor. Cuando el otro le quiso lanzar un tajo, agarró la muñeca del pirata de la daga y comenzó a debatirse con él, con los dientes apretados y los músculos en tensión. Ni el pirata ni Kirill la soltaban; el mago insistió con un puñetazo a la cara que hizo retroceder al pirata, lo agarró por los hombros e intentó tirarlo al suelo, arrebatándole la daga en el proceso.
El pirata, ahora desarmado, le devolvió una mirada iracunda. Kirill se permitió una mueca victoriosa que murió cuando el segundo pirata, tras haberle asestado una patada a Flor, volvió a avanzar para unirse a la refriega. El que había sido desarmado miró primero el sable que portaba su compañero, luego la daga del mago, y entonces fue él el que sonrió.
El mago se puso en tensión, como un animal acorralado pero dispuesto a defenderse mientras vigilaba el avance de los dos piratas; cubrió el filo con oscuridad y esperó. El que había sido desarmado se tensó también, dispuesto a agarrar a Kirill en cuanto éste le diera la espalda para defenderse del sable. Pareció un segundo eterno.
Lo que sacó a los tres combatientes de su trance fue un rugido. Se miraron perplejos y desconcertados, seguros de haber escuchado mal, a medida que volvían poco a poco a la realidad. Nada en el mundo explicaba que un león hubiera aparecido en medio de una taberna; pero el rugido había sonado tan cercano y verdadero que un instinto primigenio les llevó a quedarse lo más quietos posible. Fue entonces cuando tanto Kirill como el de la daga lo vieron.
Había un bendito león en medio de la bendita taberna.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
El sujeto que había golpeado a Sophi se agarro la rodilla lastimada con ambas manos, agachándose adolorido, a lo que la pirata aprovecho para levantarse y asestarle un rodillazo en la cara, la que se volvió una masa llena de sangre y algunos dientes. La muchacha se aparto y se puso en guardia a la espera del siguiente, apenas podía notar la pelea de Kirill, mucho menos ayudarlo, antes de lo que canta un gallo ya tenía a otros tres contrincantes dispuestos a dejarla reducida .
Esquivo el puñetazo de uno agachándose, al pasar el brazo por encima de ella lo tomo por el otro lado y al levantarse lo arrojo lo más lejos que pudo con su fuerza. Pero mientras estaba en eso otro le dio un golpe en la parte de atrás de las rodillas, lo que hizo que se cayera al piso nuevamente.
Giro para quedar boca arriba y se tapo la cara y el pecho con los brazos y las piernas, haciéndose un ovillo mientras los dos atacantes que la rodeaban le asestaban patadas una y otra vez. Pero toda la escena se quedo helada cuando un estridente rugido hizo notar a todos los presentes que había un maldito león en medio de la taberna. Si, si, un león!
Sophitia logro sentarse mientras se limpiaba el rostro manchado de sangre con la manga de la camisa, aunque estaba hecha un desastre sonreía divertida. En cuanto a la reacción de los demás, parecían no poder creer lo que veían sus ojos, un segundo rugido* los hizo saltar en sus lugares, la potencia del animal hacia que los pocos vidrios que quedaban enteros en el lugar vibraran.
Uno de los piratas dio un grito, y ese fue el primero de una cascada de gritos y empujones para salir del lugar lo más rápido posible, escapaban por las ventanas, la puerta y hasta de los pisos de arriba y de la taberna de al lado, que también habían escuchado y no querían arriesgarse a ser el siguiente bocado de ese terrorífico león.
-¡Jajajajaja! ¡Corran, corran idiotas! – Se revolcaba de la risa Sophitia – Auch – Se agarraba las costillas adoloridas por las patadas – Eso fue maravilloso Flor, totalmente maravilloso, jajaja auch.. – No podía parar de reírse, incluso aunque le dolía.
Cuando puro contener la risa un momento logró ponerse de pie por fin, pasándose las manos por la ropa para sacudirle el polvo, aunque de poco le servía eso, ya que por los golpes y patadas que había recibido eran un verdadero desastre. La camisa se había roto en la costura que unía la manga con el hombro, le faltaban la mitad de los botones, lo que dejaba ver las vendas que usaba para fajar sus pechos. Al notar eso, Sophi termino de arrancar los botones para luego atar la camisa con un gran nudo bajo los pechos, sin importarle mucho la desprolijidad.
-Entonces… ¿A donde teníamos que ir ahora? – Recién entonces recordó que habían entrado ahí para buscar la espada, con todo el asunto de la pelea se le había olvidado que no estaban ahí por diversión.
[FDI: *se me ocurrió agregar esa acción, cualquier cosa decime y la sacamos ]
Esquivo el puñetazo de uno agachándose, al pasar el brazo por encima de ella lo tomo por el otro lado y al levantarse lo arrojo lo más lejos que pudo con su fuerza. Pero mientras estaba en eso otro le dio un golpe en la parte de atrás de las rodillas, lo que hizo que se cayera al piso nuevamente.
Giro para quedar boca arriba y se tapo la cara y el pecho con los brazos y las piernas, haciéndose un ovillo mientras los dos atacantes que la rodeaban le asestaban patadas una y otra vez. Pero toda la escena se quedo helada cuando un estridente rugido hizo notar a todos los presentes que había un maldito león en medio de la taberna. Si, si, un león!
Sophitia logro sentarse mientras se limpiaba el rostro manchado de sangre con la manga de la camisa, aunque estaba hecha un desastre sonreía divertida. En cuanto a la reacción de los demás, parecían no poder creer lo que veían sus ojos, un segundo rugido* los hizo saltar en sus lugares, la potencia del animal hacia que los pocos vidrios que quedaban enteros en el lugar vibraran.
Uno de los piratas dio un grito, y ese fue el primero de una cascada de gritos y empujones para salir del lugar lo más rápido posible, escapaban por las ventanas, la puerta y hasta de los pisos de arriba y de la taberna de al lado, que también habían escuchado y no querían arriesgarse a ser el siguiente bocado de ese terrorífico león.
-¡Jajajajaja! ¡Corran, corran idiotas! – Se revolcaba de la risa Sophitia – Auch – Se agarraba las costillas adoloridas por las patadas – Eso fue maravilloso Flor, totalmente maravilloso, jajaja auch.. – No podía parar de reírse, incluso aunque le dolía.
Cuando puro contener la risa un momento logró ponerse de pie por fin, pasándose las manos por la ropa para sacudirle el polvo, aunque de poco le servía eso, ya que por los golpes y patadas que había recibido eran un verdadero desastre. La camisa se había roto en la costura que unía la manga con el hombro, le faltaban la mitad de los botones, lo que dejaba ver las vendas que usaba para fajar sus pechos. Al notar eso, Sophi termino de arrancar los botones para luego atar la camisa con un gran nudo bajo los pechos, sin importarle mucho la desprolijidad.
-Entonces… ¿A donde teníamos que ir ahora? – Recién entonces recordó que habían entrado ahí para buscar la espada, con todo el asunto de la pelea se le había olvidado que no estaban ahí por diversión.
[FDI: *se me ocurrió agregar esa acción, cualquier cosa decime y la sacamos ]
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
Al primer rugido del león siguió otro y Flor, exultante, vio como los ocupantes de la taberna ponían pies en polvorosa ante su súbita aparición. Gozando de lo lindo del espectáculo y algo embriagada por un estupendo sentimiento de poder y fuerza, la muchacha se dejó llevar por el impulso y se dio a la caza de los fugitivos, el número de los cuales aumentó considerablemete cuando Flor – león salió a la calle, como también aumentó la contaminación acústica con los gritos de los que huían a su paso.
Luego de destrozar algunas camisas – rasgando de paso la piel de algunas espaldas, preciso es decirlo – y tomar venganza de los insultos proferidos por el Pirata de la Silla tumbándolo y medio matándolo del susto al saltar sobre él, la persecución se tornó monótona para la jovencita, quien no estaba tan descontrolada como para querer matar o comerse a nadie, así que decidió volver a la taberna.
Se sintió muy orgullosa de ver que Sophitia y Kirill no habían huído; de su hermana era esperable, claro, aparte de valiente sabía que ella era capaz de transformarse, pero lo del mago era una sorpresa agradable, casi no había esperado encontrarlo ahí. Contenta, Flor se permitió retozar un poco con la pirata – como un gigantesco gato mimoso – antes de retomar su forma humana para abocarse al motivo que los había traído ahí.
Su aspecto era sólo un poco menos deplorable que el de su hermana – su ropa no estaba destrozada, pero sí arrugada y sucia y su largo cabello azabache aparecía desgreñado – y la baja de la adrenalina de la persecución hacía patentes los dolores por los golpes recibidos, pero tenía ánimo más que suficiente para continuar la búsqueda.
- La espada no estaba aquí – recapituló – Se la llevó un tal Tobías, el Espantadamas, para vendérsela a una Madama.. algo...
No había alcanzado a escuchar el nombre de la aludida y mucho menos sabía donde podía vivir, pero estaba segura que la pirata lo sabría o tendría los medios para averiguarlo. Agarrando un emparedado abandonado sobre una de las mesas – la persecución le había abierto el apetito – empezó a comerlo mientras esperaba que Sophi decidiera el curso de acción.
Luego de destrozar algunas camisas – rasgando de paso la piel de algunas espaldas, preciso es decirlo – y tomar venganza de los insultos proferidos por el Pirata de la Silla tumbándolo y medio matándolo del susto al saltar sobre él, la persecución se tornó monótona para la jovencita, quien no estaba tan descontrolada como para querer matar o comerse a nadie, así que decidió volver a la taberna.
Se sintió muy orgullosa de ver que Sophitia y Kirill no habían huído; de su hermana era esperable, claro, aparte de valiente sabía que ella era capaz de transformarse, pero lo del mago era una sorpresa agradable, casi no había esperado encontrarlo ahí. Contenta, Flor se permitió retozar un poco con la pirata – como un gigantesco gato mimoso – antes de retomar su forma humana para abocarse al motivo que los había traído ahí.
Su aspecto era sólo un poco menos deplorable que el de su hermana – su ropa no estaba destrozada, pero sí arrugada y sucia y su largo cabello azabache aparecía desgreñado – y la baja de la adrenalina de la persecución hacía patentes los dolores por los golpes recibidos, pero tenía ánimo más que suficiente para continuar la búsqueda.
- La espada no estaba aquí – recapituló – Se la llevó un tal Tobías, el Espantadamas, para vendérsela a una Madama.. algo...
No había alcanzado a escuchar el nombre de la aludida y mucho menos sabía donde podía vivir, pero estaba segura que la pirata lo sabría o tendría los medios para averiguarlo. Agarrando un emparedado abandonado sobre una de las mesas – la persecución le había abierto el apetito – empezó a comerlo mientras esperaba que Sophi decidiera el curso de acción.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
FDI. Se requería un segundo rugido
Joder, ¡un león! Había un león de verdad. Y cuando volvió a rugir Kirill se descubrió solo, porque sus dos contrincantes huyeron como alma que lleva el diablo. Él, en cambio, mantuvo su posición en guardia, con los ojos brillante fijos en la bestia, expresión desafiante y valiente y la daga bien sujeta en la mano derecha.
Pero el león... El león pareció pasarlo por alto y saltó en pos de los fugitivos, perdiéndose de vista al salir de la taberna. Kirill relajó su gesto y volvió a quedarse algo descolocado por lo sucedido; más aún cuando escuchó a Sophitia riendo como una maníaca, tirada en el suelo, con la ropa destrozada y la gracilidad de un besugo fuera del agua. Seguían escuchándose gritos en el exterior: un pánico general que contrastaba mucho con la sensación que le daba la taberna abandonada. Pasado el efecto de la adrenalina el mago sintió una punzada en el costado; se puso de cuclillas y apretó su herida con fuerza, maldiciendo por lo bajo mientras Sophitia seguía riendo. Al relajar la presión y levantar la camisa comprobó que ahora sí había sangre, pero muy poca.
Seguía así de adolorido cuando el león volvió y, como un minino cualquiera, remoloneó con la pirata. En aquel momento Kirill al fin se tomó la molestia de comenzar a comprender las cosas; y todo quedó claro cuando finalmente Flor retomó su forma humana. El cambio no se antojó tan sorprendente para Kirill, como si de la joven animosa y entusiasta al animal en el que había decidido transmutarse no hubiera tanta diferencia.
- Ah, debí haberlo supuesto, ¿no? - comentó, observándola.
Se puso en pie y escuchó las conclusiones de la aventura: tocaba buscar a Tobías el Espantadamas y Madama algo. Gruñó por lo bajo y desvió la mirada a tiempo para ver a Sophitia terminar de arrancar los botones de su camisa; momento en el que, por supuesto, se le desviaron los ojos al pecho vendado de la pirata. Pero el mago pareció indiferente y, sin cambiar su expresión de manera alguna, retornó su mirada al local y a Flor. Aquella joven, con el pelo moreno alborotado, las ropas arrugadas, su valor y su ánimo, y su semejanza con el león en el que se había transformado minutos antes, se le antojaba no sólo más afín sino bastante atractiva, pero de una manera superficial cuyo único efecto era que le tuviera más simpatía a ella que a su hermana pirata. La cuestión ni siquiera cruzó su mente de manera consciente, pero se le quedó aquella segunda imagen de Flor como una mujer impresionante.
Su admiración debió transmitirse a su mirada al menos durante un segundo, pero tan rápido como vino se fue como si no hubiera estado allí. Con paso algo renqueante, Kirill avanzó hasta un sable que un pirata había dejado abandonado en su huida, un arma tosca y mal equilibrada al que no estaba acostumbrado, pero arma al fin y al cabo, y de acero. De vuelta a la altura de Flor, la imitó y cogió sin preocupación alguna algo de comer de una mesa; lo descubrió asqueroso y pegó un buen trago a una bebida cercana, que tuvo que escupir inmediatamente.
- Piratas - murmuró, molesto; el escorbuto debía dejarles sin sentido del gusto o si no no podía entenderlo; y así lo expresó tan bajo que sólo Flor podría haberle escuchado. Después añadió, más alto: -. He escuchado alguna vez nombrar a Tobías el Espantadamas, pero no tengo ni idea de más.
Reflexionó un momento, mirando al suelo. El pescador con el que vivía probablemente supiera de quién se trataba, habiendo estado en la isla toda su vida.
- De todas formas es bastante información. Podré apañármelas para encontrarla.
Joder, ¡un león! Había un león de verdad. Y cuando volvió a rugir Kirill se descubrió solo, porque sus dos contrincantes huyeron como alma que lleva el diablo. Él, en cambio, mantuvo su posición en guardia, con los ojos brillante fijos en la bestia, expresión desafiante y valiente y la daga bien sujeta en la mano derecha.
Pero el león... El león pareció pasarlo por alto y saltó en pos de los fugitivos, perdiéndose de vista al salir de la taberna. Kirill relajó su gesto y volvió a quedarse algo descolocado por lo sucedido; más aún cuando escuchó a Sophitia riendo como una maníaca, tirada en el suelo, con la ropa destrozada y la gracilidad de un besugo fuera del agua. Seguían escuchándose gritos en el exterior: un pánico general que contrastaba mucho con la sensación que le daba la taberna abandonada. Pasado el efecto de la adrenalina el mago sintió una punzada en el costado; se puso de cuclillas y apretó su herida con fuerza, maldiciendo por lo bajo mientras Sophitia seguía riendo. Al relajar la presión y levantar la camisa comprobó que ahora sí había sangre, pero muy poca.
Seguía así de adolorido cuando el león volvió y, como un minino cualquiera, remoloneó con la pirata. En aquel momento Kirill al fin se tomó la molestia de comenzar a comprender las cosas; y todo quedó claro cuando finalmente Flor retomó su forma humana. El cambio no se antojó tan sorprendente para Kirill, como si de la joven animosa y entusiasta al animal en el que había decidido transmutarse no hubiera tanta diferencia.
- Ah, debí haberlo supuesto, ¿no? - comentó, observándola.
Se puso en pie y escuchó las conclusiones de la aventura: tocaba buscar a Tobías el Espantadamas y Madama algo. Gruñó por lo bajo y desvió la mirada a tiempo para ver a Sophitia terminar de arrancar los botones de su camisa; momento en el que, por supuesto, se le desviaron los ojos al pecho vendado de la pirata. Pero el mago pareció indiferente y, sin cambiar su expresión de manera alguna, retornó su mirada al local y a Flor. Aquella joven, con el pelo moreno alborotado, las ropas arrugadas, su valor y su ánimo, y su semejanza con el león en el que se había transformado minutos antes, se le antojaba no sólo más afín sino bastante atractiva, pero de una manera superficial cuyo único efecto era que le tuviera más simpatía a ella que a su hermana pirata. La cuestión ni siquiera cruzó su mente de manera consciente, pero se le quedó aquella segunda imagen de Flor como una mujer impresionante.
Su admiración debió transmitirse a su mirada al menos durante un segundo, pero tan rápido como vino se fue como si no hubiera estado allí. Con paso algo renqueante, Kirill avanzó hasta un sable que un pirata había dejado abandonado en su huida, un arma tosca y mal equilibrada al que no estaba acostumbrado, pero arma al fin y al cabo, y de acero. De vuelta a la altura de Flor, la imitó y cogió sin preocupación alguna algo de comer de una mesa; lo descubrió asqueroso y pegó un buen trago a una bebida cercana, que tuvo que escupir inmediatamente.
- Piratas - murmuró, molesto; el escorbuto debía dejarles sin sentido del gusto o si no no podía entenderlo; y así lo expresó tan bajo que sólo Flor podría haberle escuchado. Después añadió, más alto: -. He escuchado alguna vez nombrar a Tobías el Espantadamas, pero no tengo ni idea de más.
Reflexionó un momento, mirando al suelo. El pescador con el que vivía probablemente supiera de quién se trataba, habiendo estado en la isla toda su vida.
- De todas formas es bastante información. Podré apañármelas para encontrarla.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
Acarició a la Flor-León con mucho gusto, como si fuera un gato grande, rascando tras sus orejas, estaba en verdad orgullosa de su hermana, tanto por tener la idea, como por llevarla adelante con tan buenos resultados.
Hizo un gesto de dolor cuando Flor no la miraba, empezaba a sentir los golpes producto de la pelea, pero se veía tan contenta que no quería aguarle el momento. Y solo por esto no vio las miradas que le dirigía Kirill a su hermanita, cosa que hay que agradecer, o la pirata se hubiese encargado de dejarlo sin ojos.
-Con que Tobias – Dijo tomando su postura de pirata prepotente como si nada le doliera – Era casi predecible, ese idiota vendería a su madre con tal de tener unas monedas para poder pagarse los vicios – Lo irónico es que lo decía mientras agarraba una jarra de cerveza abandonada y la tomaba hasta no dejar una gota – Que desastre… - Agarrando otra jarra – Oye, si no te gusta no lo tomes! Pero no lo desperdicies tampoco! – Le dijo a Kirill de mala manera al verlo escupir la bebida.
Mientras tomaba muy tranquila la segunda jarra de cerveza, la pirata pensaba por donde podrían ir, había muchas Madamas algo, inclusive una que no quería ver bajo ninguna circunstancia. Era más probable encontrar a Tobias y si ya la había vendido, preguntarle donde, probablemente a los golpes.
-Se los lugares donde suele estar apostando, y las personas a las que le debe dinero, podríamos ir a preguntar a ver si paso por allí o… - Al escuchar a Kirill decir que podía solo se empezó a reír – Vamos, no seas tonto, si estas todo golpeado y sangrando. Ese no es mi problema, claro, pero estoy segura que Flor no te va a dejar ir así, y a donde vaya Flor, voy yo – Se encogió de hombros como si estuviera diciendo algo evidente.
Se acerco a la puerta principal de la taberna y miro a ambos lados, fijándose si la calle estaba despejada para que pudieran irse ya. Sentía una punzada cada vez que respiraba, y se decía a si misma que eso no era bueno, pero el alcohol pronto haría efecto y el dolor desaparecería, eso era seguro.
-Busquemos a ese infeliz así terminamos con esto de una buena vez, necesito dormir – Se refregó los ojos casados, el dolor mas el cansancio estaba haciendo estragos en su humor ya de por si variable y complejo.
Hizo un gesto de dolor cuando Flor no la miraba, empezaba a sentir los golpes producto de la pelea, pero se veía tan contenta que no quería aguarle el momento. Y solo por esto no vio las miradas que le dirigía Kirill a su hermanita, cosa que hay que agradecer, o la pirata se hubiese encargado de dejarlo sin ojos.
-Con que Tobias – Dijo tomando su postura de pirata prepotente como si nada le doliera – Era casi predecible, ese idiota vendería a su madre con tal de tener unas monedas para poder pagarse los vicios – Lo irónico es que lo decía mientras agarraba una jarra de cerveza abandonada y la tomaba hasta no dejar una gota – Que desastre… - Agarrando otra jarra – Oye, si no te gusta no lo tomes! Pero no lo desperdicies tampoco! – Le dijo a Kirill de mala manera al verlo escupir la bebida.
Mientras tomaba muy tranquila la segunda jarra de cerveza, la pirata pensaba por donde podrían ir, había muchas Madamas algo, inclusive una que no quería ver bajo ninguna circunstancia. Era más probable encontrar a Tobias y si ya la había vendido, preguntarle donde, probablemente a los golpes.
-Se los lugares donde suele estar apostando, y las personas a las que le debe dinero, podríamos ir a preguntar a ver si paso por allí o… - Al escuchar a Kirill decir que podía solo se empezó a reír – Vamos, no seas tonto, si estas todo golpeado y sangrando. Ese no es mi problema, claro, pero estoy segura que Flor no te va a dejar ir así, y a donde vaya Flor, voy yo – Se encogió de hombros como si estuviera diciendo algo evidente.
Se acerco a la puerta principal de la taberna y miro a ambos lados, fijándose si la calle estaba despejada para que pudieran irse ya. Sentía una punzada cada vez que respiraba, y se decía a si misma que eso no era bueno, pero el alcohol pronto haría efecto y el dolor desaparecería, eso era seguro.
-Busquemos a ese infeliz así terminamos con esto de una buena vez, necesito dormir – Se refregó los ojos casados, el dolor mas el cansancio estaba haciendo estragos en su humor ya de por si variable y complejo.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
La expresión de los ojos de Kirill pasó desapercibida para Flor, más porque la muchacha estaba concentrada en su emparedado, que estaba bastante comestible, que por lo fugaz de ésta. Lo que sí no pudo dejar de notar fue la reacción del peliblanco cuando intentó, igual que ella, alimentarse.
- Yo agarré el único comestible – comentó con una risa, mostrándole su emparedado - ¿Quieres un pedazo? Te puedo dar a mitad - añadió, solidaria, pensando que un paciente en recuperación debía estar bien alimentado - ¿Sigue cosida tu herida? ¿Necesita un refuerzo?
Flor misma se sentía cada vez más adolorida, pero no estaba dispuesta a dar muestras de ello; no quería que su hermana la tomara por una nenita quejosa. De haber sospechado que la pirata había resultado lesionada más allá de algunos moretones producto de los golpes recibidos, le hubiera caído encima llena de preocupación y dispuesta a arrastrarla a un médico de ser necesario, pero lo cierto es que ni siquiera se le ocurrió que pudiera estar herida de consideración. A sus ojos Sophi era tanto una mujer dulce y cariñosa como una poderosa heroína muy cercana a la invulnerabilidad. Haberla encontrado tirada en un callejón de Trinacria con una profunda herida, que ella misma había tenido que suturar, no influía para nada en la opinión que la jovencita se había formado sobre su amiga; aquello había ocurrido porque la habían atacado a traición, en la reciente reyerta la pirata estaba alerta y controlaba la situación. Por supuesto, tampoco pensó que su hermana pudiera ocultarle el sentirse mal - ¿mentirle Sophi a ella? ¡jamás! - así que toda su atención se centró en el estado actual de su protegido.
- ¡Claro que no irás solo! Estás convalesciente y, además, yo perdí la espada, así que yo ayudo a recuperarla.
Flor hablaba con total convicción. Por más que Kirill quisiera rechazar su oferta, ella insistiría y si pretendía de todos modos marcharse solo, ella lo seguiría; tenía los medios y la determinación para que él no pudiera librarse de ella.
- ¿Cómo es ese Tobías? Si me lo describes puedo entrar a esos lugares y ver si está, sin que me vean a mí – propuso, encantada de hacer labor de espionaje.
Mimetizándose, tanto para que nadie más viera su desastroso aspecto como para que no tener que simular que no le dolía todo cuando sí lo hacía, apresuró el paso para ponerse al lado de la pirata. A ella no la molestaba el malhumor de su hermana ni le sorprendía que quisiera dormir, si había pasado toda la noche en vela la pobrecita.
- Claro que tienes que dormir, si nos velaste toda la noche – dijo dándole un invisible abrazo afectuoso - Ahora yo te velaré a tí.
- Yo agarré el único comestible – comentó con una risa, mostrándole su emparedado - ¿Quieres un pedazo? Te puedo dar a mitad - añadió, solidaria, pensando que un paciente en recuperación debía estar bien alimentado - ¿Sigue cosida tu herida? ¿Necesita un refuerzo?
Flor misma se sentía cada vez más adolorida, pero no estaba dispuesta a dar muestras de ello; no quería que su hermana la tomara por una nenita quejosa. De haber sospechado que la pirata había resultado lesionada más allá de algunos moretones producto de los golpes recibidos, le hubiera caído encima llena de preocupación y dispuesta a arrastrarla a un médico de ser necesario, pero lo cierto es que ni siquiera se le ocurrió que pudiera estar herida de consideración. A sus ojos Sophi era tanto una mujer dulce y cariñosa como una poderosa heroína muy cercana a la invulnerabilidad. Haberla encontrado tirada en un callejón de Trinacria con una profunda herida, que ella misma había tenido que suturar, no influía para nada en la opinión que la jovencita se había formado sobre su amiga; aquello había ocurrido porque la habían atacado a traición, en la reciente reyerta la pirata estaba alerta y controlaba la situación. Por supuesto, tampoco pensó que su hermana pudiera ocultarle el sentirse mal - ¿mentirle Sophi a ella? ¡jamás! - así que toda su atención se centró en el estado actual de su protegido.
- ¡Claro que no irás solo! Estás convalesciente y, además, yo perdí la espada, así que yo ayudo a recuperarla.
Flor hablaba con total convicción. Por más que Kirill quisiera rechazar su oferta, ella insistiría y si pretendía de todos modos marcharse solo, ella lo seguiría; tenía los medios y la determinación para que él no pudiera librarse de ella.
- ¿Cómo es ese Tobías? Si me lo describes puedo entrar a esos lugares y ver si está, sin que me vean a mí – propuso, encantada de hacer labor de espionaje.
Mimetizándose, tanto para que nadie más viera su desastroso aspecto como para que no tener que simular que no le dolía todo cuando sí lo hacía, apresuró el paso para ponerse al lado de la pirata. A ella no la molestaba el malhumor de su hermana ni le sorprendía que quisiera dormir, si había pasado toda la noche en vela la pobrecita.
- Claro que tienes que dormir, si nos velaste toda la noche – dijo dándole un invisible abrazo afectuoso - Ahora yo te velaré a tí.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
- No, no quiero nada - respondio Kirill, tomado un poco por sorpresa por la amabilidad y preocupacion de Flor, ofreciendole comida y haciendo preguntas -. Sigue cosida. Creo.
La sorpresa habia relajado el gesto del mago, pero la siguiente frase de Flor termino de suavizarlo. Un momento mas tarde la mirada de Kirill se habia vuelto menos dura, mas tolerante, y cuando sonrio lo hizo con sinceridad y un toque de inocencia. Solto una breve carcajada.
- Supongo que es justo! No creo que nos lleve mucho encontrarla, de todos modos - le respondio a Flor.
La insistencia con la que ella habia impuesto su ayuda le agrado, aunque no habria podido decir exactamente por que. Y se habria quedado en aquel estado de tranquilidad de no ser por el comentario que Sophitia, tan delicada como siempre, le solto de malisimos modos. Al escucharlo Kirill fruncio el cejo al instante y le lanzo una mirada amenazadora, pero ya sea por no haber encontrado que decir o porque no le apetecia seguir con aquello, no respondio nada. Retiro su mirada de la pirata y fruncio los labios en un gesto severo que parecia que iba a quedarse alli para siempre, reemplazando la sonrisa anterior.
La maldita pirata tenia la informacion que el necesitaba. Debia admitir que le jodia un poco saber aquello; le jodia un poco estar cerca de ella, de hecho, y no dejaba de antojarsele una mujer insoportable.
"Eres una gilipollas" penso muy fuerte. Pero se mantuvo con los labios fruncidos y consiguio no exteriorizarlo.
Dejo que las dos hermanas interactuaran como les placiera, hablando y preocupandose la una por la otra. Flor se habia mimetizado, asi que no la veia y se sintio mas dejado a solas con Sophitia La Insoportable... Y por supuesto no iba a decirle nada como "guiame por favor" o ni siquiera un "guiame, **** *****, aunque casi le habria gustado, asi que mantuvo el silencio y dejo implicito que el las seguia a donde fuera que le estuvieran guiando.
La sorpresa habia relajado el gesto del mago, pero la siguiente frase de Flor termino de suavizarlo. Un momento mas tarde la mirada de Kirill se habia vuelto menos dura, mas tolerante, y cuando sonrio lo hizo con sinceridad y un toque de inocencia. Solto una breve carcajada.
- Supongo que es justo! No creo que nos lleve mucho encontrarla, de todos modos - le respondio a Flor.
La insistencia con la que ella habia impuesto su ayuda le agrado, aunque no habria podido decir exactamente por que. Y se habria quedado en aquel estado de tranquilidad de no ser por el comentario que Sophitia, tan delicada como siempre, le solto de malisimos modos. Al escucharlo Kirill fruncio el cejo al instante y le lanzo una mirada amenazadora, pero ya sea por no haber encontrado que decir o porque no le apetecia seguir con aquello, no respondio nada. Retiro su mirada de la pirata y fruncio los labios en un gesto severo que parecia que iba a quedarse alli para siempre, reemplazando la sonrisa anterior.
La maldita pirata tenia la informacion que el necesitaba. Debia admitir que le jodia un poco saber aquello; le jodia un poco estar cerca de ella, de hecho, y no dejaba de antojarsele una mujer insoportable.
"Eres una gilipollas" penso muy fuerte. Pero se mantuvo con los labios fruncidos y consiguio no exteriorizarlo.
Dejo que las dos hermanas interactuaran como les placiera, hablando y preocupandose la una por la otra. Flor se habia mimetizado, asi que no la veia y se sintio mas dejado a solas con Sophitia La Insoportable... Y por supuesto no iba a decirle nada como "guiame por favor" o ni siquiera un "guiame, **** *****, aunque casi le habria gustado, asi que mantuvo el silencio y dejo implicito que el las seguia a donde fuera que le estuvieran guiando.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
Recibió el abrazo invisible de su hermana con mucho gusto, no lo devolvió solo por el hecho de que abrazar a la nada en medio de la calle no iba a quedar muy bien, pero dirigió una de esas sonrisas que eran solo para Florangel a donde sabía que estaba aunque no la viera. Y ese tipo de momentos eran únicamente para ellas dos, fueron solo unos segundos, pero bastaba para que la pirata recuperara un poco de su energía y siguiera adelante aunque fuera para ayudar a un mago con cara de constipado.
-Bien, Tobias mide más que yo – Les señalo cuanto más con la mano, la pasaba como por una cabeza – Es muy flaco, su pelo es castaño claro casi rubio, ojos almendra, y algo jorobado y siempre está nervioso… Aunque si yo le debiera dinero a todos los que él les debe también estaría nerviosa – Iba caminando despreocupada como si no hubiesen estado peleando con una taberna entera solo hace unos minutos, el dolor era punzante, pero por ahora no podía preocuparse por eso – No lo van a encontrar a simple vista, siempre se está escondiendo, tendremos que revisar algunos lugares.
Esta vez no tomo ningún atajo, principalmente porque ella misma no podía ponerse a trepar ahora, aunque de ser muy necesario lo haría, pero mientras pudiera evitarlo… Además, suponía que la persona que buscaban estaría en algunos de los fumaderos más conocidos, a ellos era mejor entrar por la puerta principal, no era buena idea insultar a quienes estaban en el negocio de las drogas.
Mientras caminaban no le dirigía una sola mirada a Kirill, no estaba especialmente enojada con él ni nada similar, simplemente estaba pensando por donde era conveniente que fueran , seria y metida en sus ideas se olvido por un momento de él, asegurándose solamente de tener siempre a mano a su hermana, la agarraba de una manga de la ropa porque no quería que se aleje mientras estuviera mimetizada.
-Evitaremos en la medida de lo posible las peleas de ahora en mas, Kirill, de nada sirve recuperar tu espada si te desangras en medio de una lucha, además que así los esfuerzos de mi hermana no servirán de nada… Por cierto ¿Dónde aprendiste a pelear? – Ya que estaban caminando y se suponía que andaban solos (al menos a la vista de la gente que pasaba), charlar un poco no parecía mala idea.
No había podido ver mucho de su estilo, pero por algunos pocos movimientos sueltos que había captado, le había parecido que no era para nada un improvisado, alguien le había enseñado un estilo en concreto.
-Bien, Tobias mide más que yo – Les señalo cuanto más con la mano, la pasaba como por una cabeza – Es muy flaco, su pelo es castaño claro casi rubio, ojos almendra, y algo jorobado y siempre está nervioso… Aunque si yo le debiera dinero a todos los que él les debe también estaría nerviosa – Iba caminando despreocupada como si no hubiesen estado peleando con una taberna entera solo hace unos minutos, el dolor era punzante, pero por ahora no podía preocuparse por eso – No lo van a encontrar a simple vista, siempre se está escondiendo, tendremos que revisar algunos lugares.
Esta vez no tomo ningún atajo, principalmente porque ella misma no podía ponerse a trepar ahora, aunque de ser muy necesario lo haría, pero mientras pudiera evitarlo… Además, suponía que la persona que buscaban estaría en algunos de los fumaderos más conocidos, a ellos era mejor entrar por la puerta principal, no era buena idea insultar a quienes estaban en el negocio de las drogas.
Mientras caminaban no le dirigía una sola mirada a Kirill, no estaba especialmente enojada con él ni nada similar, simplemente estaba pensando por donde era conveniente que fueran , seria y metida en sus ideas se olvido por un momento de él, asegurándose solamente de tener siempre a mano a su hermana, la agarraba de una manga de la ropa porque no quería que se aleje mientras estuviera mimetizada.
-Evitaremos en la medida de lo posible las peleas de ahora en mas, Kirill, de nada sirve recuperar tu espada si te desangras en medio de una lucha, además que así los esfuerzos de mi hermana no servirán de nada… Por cierto ¿Dónde aprendiste a pelear? – Ya que estaban caminando y se suponía que andaban solos (al menos a la vista de la gente que pasaba), charlar un poco no parecía mala idea.
No había podido ver mucho de su estilo, pero por algunos pocos movimientos sueltos que había captado, le había parecido que no era para nada un improvisado, alguien le había enseñado un estilo en concreto.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
“No creo que vaya a costar mucho reconocerlo” pensó, grabando en su memoria la descripción de Tobías y mirando atentamente a los transeúntes con quienes se cruzaban, no fuera a ser cosa que su perseguido apareciera de sopetón junto a ellos por su propia cuenta, lo cual sería muy aburrido pero no se podía descartar.
Claro que no había muchos transeúntes que mirar. Lo solitario y tranquilo de la vía, en contrapunto a lo concurridas y bulliciosas que solían ser las calles de Nehmen, intrigó a Florangél hasta que recordó que ella misma había espantado a toda alma viviente minutos antes. ¡Mejor! Así no tenía que preocuparse de que alguien la estrellara o pisara al no verla. Era estupendo que lo que había sido tan divertido resultara tan práctico también.
Conforme avanzaban, sus dolores se le olvidaban ante la perspectiva de visitar aquellos sitios de la isla pirata de los que había oído hablar aquí y allá y que la intrigaban sobremanera, pero no había tenido ocasión de conocer. Su hermana se había mostrado inflexible en lo tocante a llevarla a hacer un tour a esos lugares misteriosos - a veces la muchacha tenía la impresión de que el espíritu de su propio padre, Duncan, se apoderaba de la pirata – y ella no había tenido tiempo de ir sola, ocupada como había estado en su frustrante búsqueda de trabajo. Pero ahora nada le impediría entrar a esos sitios y ver cómo eran por dentro, siempre y cuando no encontraran a Tobías en una taberna cualquiera, claro.
Mimetizada como iba, lo lógico hubiera sido permanecer en completo silencio, pero permanecer sin hablar durante un rato largo era un esfuerzo que Flor no estaba dispuesta a realizar, ya que no se trataba para nada de un asunto confidencial.
- Yo no voy a dejar que se desangre, Sophi, no te preocupes. Siempre lo puedo coser de nuevo, así me gano el almuerzo – bromeó, mezclándose alegremente en la conversación - ¿Tuviste un maestro de esgrima, Kirill? ¿Desde pequeño? A mí me enseña mi hermana. Oye, Sophi, ¿falta mucho para que empecemos por algún lado? Ahí hay una taberna, ¿miramos dentro? – preguntó, cruzando los dedos porque el Espantadamas no se encontrara ahí.
FDI: Lamento mucho haber tardado tanto en responder.
Claro que no había muchos transeúntes que mirar. Lo solitario y tranquilo de la vía, en contrapunto a lo concurridas y bulliciosas que solían ser las calles de Nehmen, intrigó a Florangél hasta que recordó que ella misma había espantado a toda alma viviente minutos antes. ¡Mejor! Así no tenía que preocuparse de que alguien la estrellara o pisara al no verla. Era estupendo que lo que había sido tan divertido resultara tan práctico también.
Conforme avanzaban, sus dolores se le olvidaban ante la perspectiva de visitar aquellos sitios de la isla pirata de los que había oído hablar aquí y allá y que la intrigaban sobremanera, pero no había tenido ocasión de conocer. Su hermana se había mostrado inflexible en lo tocante a llevarla a hacer un tour a esos lugares misteriosos - a veces la muchacha tenía la impresión de que el espíritu de su propio padre, Duncan, se apoderaba de la pirata – y ella no había tenido tiempo de ir sola, ocupada como había estado en su frustrante búsqueda de trabajo. Pero ahora nada le impediría entrar a esos sitios y ver cómo eran por dentro, siempre y cuando no encontraran a Tobías en una taberna cualquiera, claro.
Mimetizada como iba, lo lógico hubiera sido permanecer en completo silencio, pero permanecer sin hablar durante un rato largo era un esfuerzo que Flor no estaba dispuesta a realizar, ya que no se trataba para nada de un asunto confidencial.
- Yo no voy a dejar que se desangre, Sophi, no te preocupes. Siempre lo puedo coser de nuevo, así me gano el almuerzo – bromeó, mezclándose alegremente en la conversación - ¿Tuviste un maestro de esgrima, Kirill? ¿Desde pequeño? A mí me enseña mi hermana. Oye, Sophi, ¿falta mucho para que empecemos por algún lado? Ahí hay una taberna, ¿miramos dentro? – preguntó, cruzando los dedos porque el Espantadamas no se encontrara ahí.
FDI: Lamento mucho haber tardado tanto en responder.
Última edición por Florangél el 09/03/14, 07:54 pm, editado 1 vez
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
Joder, la espada. La de líos que estaba trayéndole. Si lo hubiera sabido no la habría aceptado de su padre y se habría llevado la primera espada roñosa pero efiicaz que se hubiera encontrado en su camino; con que cortara le valía. Si se paraba a pensarlo, francamente, ¿qué le importaba a él su espada? Y al mismo tiempo, ¿cómo permitir que un pirata cualquiera se quedara con algo que era suyo y pretendiera salirse tan campante y con ganancias en el bolsillo?
- Pienso cargarme al hijodeputa de Tobías como haya vendido la espada.
Y llevarse el dinero que hubiera conseguido por ella, al menos. Total, con poder comprarse otra le valía, no necesitaba esa espada concreta... ¿no?
Nah, no estaba tan seguro de eso último. Le tenía cierto aprecio estúpido a ese pedazo de acero alargado.
-Tuve un maestro de esgrima pero no me enseñó nada.... ¿Tu hermana?
Con aquello de hablar de sí mismo, a Kirill casi se le pasó el detalle de que a Flor le había enseñado a pelear otra mujer, y de hecho su hermana. Aquel detalle le hacía bastante gracia, aunque no le quitaba el malhumor que le había metido en la cabeza Sophiti. No es que hubiera visto a Flor blandiendo una espada, en realidad - la joven parecía más aficionada a las sillas - pero por algún motivo no dudaba que fuera bastante capaz.
- Quiero conocer a tu hermana - concluyó casi sin querer y sin pensarlo mucho. "Si su hermana es la que le ha enseñado a pelear, menuda debe ser".
Por un momento pensó que, ey, lo de la espada daba más igual. Flor parecía una chica interesante y lo de la taberna, sentarse un rato y tomar algo, quizás no era mala idea. Pero el aura de malhumor seguía allí y le impedía centrarse en pensamientos como aquel. La herida tampoco ayudaba, y la voz de Sophitia al lado mucho menos.
- No vamos a averiguar nada en una taberna cualquiera. Si sabéis dónde está Madama Algo, esa a la que le quiere vender la espada, la mejor idea sería ir allí a ver si llegamos antes de que la venda.
- Pienso cargarme al hijodeputa de Tobías como haya vendido la espada.
Y llevarse el dinero que hubiera conseguido por ella, al menos. Total, con poder comprarse otra le valía, no necesitaba esa espada concreta... ¿no?
Nah, no estaba tan seguro de eso último. Le tenía cierto aprecio estúpido a ese pedazo de acero alargado.
-Tuve un maestro de esgrima pero no me enseñó nada.... ¿Tu hermana?
Con aquello de hablar de sí mismo, a Kirill casi se le pasó el detalle de que a Flor le había enseñado a pelear otra mujer, y de hecho su hermana. Aquel detalle le hacía bastante gracia, aunque no le quitaba el malhumor que le había metido en la cabeza Sophiti. No es que hubiera visto a Flor blandiendo una espada, en realidad - la joven parecía más aficionada a las sillas - pero por algún motivo no dudaba que fuera bastante capaz.
- Quiero conocer a tu hermana - concluyó casi sin querer y sin pensarlo mucho. "Si su hermana es la que le ha enseñado a pelear, menuda debe ser".
Por un momento pensó que, ey, lo de la espada daba más igual. Flor parecía una chica interesante y lo de la taberna, sentarse un rato y tomar algo, quizás no era mala idea. Pero el aura de malhumor seguía allí y le impedía centrarse en pensamientos como aquel. La herida tampoco ayudaba, y la voz de Sophitia al lado mucho menos.
- No vamos a averiguar nada en una taberna cualquiera. Si sabéis dónde está Madama Algo, esa a la que le quiere vender la espada, la mejor idea sería ir allí a ver si llegamos antes de que la venda.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Y una botella de ron
A medida que caminaban noto algo interesante, se estaba agitando más de la cuenta considerando que tan solo era una caminata, y aun peor, no podía respirar profundamente para poder estabilizarse, sentía el aire pasar y llegar a sus pulmones con dificultad, como un jadeo, pero se preocupo bien en no delatarse con ruido alguno, suponía que era producto del golpe en la espalda, nada grave.
Notando estos cambios en su cuerpo se distrajo brevemente de la charla, por lo que se perdió varios de los comentarios, solo reaccionó cuando empezaron a demandar respuestas de hacia dónde iban, a qué lugar entrar y cuál era el mejor plan para encontrar a Tobias.
-El Caballero Cara de Cólico tiene razón en algo, no tiene sentido entrar a una taberna cualquiera –Si estaba en lo cierto, estaba en lo cierto, no iba a contradecirlo por capricho, tampoco iba a tratarlo bien por eso – Tengo en mente algunos lugares, y si, también podemos ir con esa Señora pero no te dará la información ni te dejará que la hagas perder un negocio solo porque tienes ojos bonitos, así que tú verás cómo te las arreglas.
De modo casual se agarro el costado del cuerpo y dejo el brazo allí, necesitaba un respiro, pero no estaba dispuesta a pedirlo bajo ninguna circunstancia, si aguantaba solo un poco mas conseguirían la estúpida espada y Flor quedaría libre de toda culpa, podrían irse y volver a estar las dos solas y tranquilas de nuevo, sin ese horrible hombre molestando con su testaruda personalidad.
Siguieron caminando varias cuadras mas sin mayores problemas, al llegar a una intersección que se dividía en cinco cuadras hacia diferentes direcciones, Sophitia se detuvo, mirando hacia cada una.
-Bien, si quieren podemos separarnos en dos grupos, o revisar los lugares uno por uno – Señalo una de las calles – Hacia allí está la Madama que buscas, su verdadero nombre es Annabeth, pero no te recomiendo que la llames así a menos que quieras que se enoje, lo mejor es llamarla con respeto, y puedes decirle que vas de mi parte, pero si causas algún problema diré que mentías y que no te conozco – Dijo todo eso haciendo un gigantesco esfuerzo para que no se notara lo de su respiración, parándose firme como siempre, y con gesto de mal humor.
Miro hacia otra de las calles y los recuerdos que venían de allí no le gustaba nada, así que pasó a la siguiente obviándola por completo.
-Por allí están los fumaderos de opio, que es donde de seguro Tobias va a gastar o ya está gastando su dinero, hay que ser cuidadosos cuando hablas con la gente que maneja ese negocio, o apareces una mañana muerto en un callejón – Esta vez tuvo que detenerse y disimular una respiración profunda con un suspiro – En fin ¿Qué prefieren hacer?
Notando estos cambios en su cuerpo se distrajo brevemente de la charla, por lo que se perdió varios de los comentarios, solo reaccionó cuando empezaron a demandar respuestas de hacia dónde iban, a qué lugar entrar y cuál era el mejor plan para encontrar a Tobias.
-El Caballero Cara de Cólico tiene razón en algo, no tiene sentido entrar a una taberna cualquiera –Si estaba en lo cierto, estaba en lo cierto, no iba a contradecirlo por capricho, tampoco iba a tratarlo bien por eso – Tengo en mente algunos lugares, y si, también podemos ir con esa Señora pero no te dará la información ni te dejará que la hagas perder un negocio solo porque tienes ojos bonitos, así que tú verás cómo te las arreglas.
De modo casual se agarro el costado del cuerpo y dejo el brazo allí, necesitaba un respiro, pero no estaba dispuesta a pedirlo bajo ninguna circunstancia, si aguantaba solo un poco mas conseguirían la estúpida espada y Flor quedaría libre de toda culpa, podrían irse y volver a estar las dos solas y tranquilas de nuevo, sin ese horrible hombre molestando con su testaruda personalidad.
Siguieron caminando varias cuadras mas sin mayores problemas, al llegar a una intersección que se dividía en cinco cuadras hacia diferentes direcciones, Sophitia se detuvo, mirando hacia cada una.
-Bien, si quieren podemos separarnos en dos grupos, o revisar los lugares uno por uno – Señalo una de las calles – Hacia allí está la Madama que buscas, su verdadero nombre es Annabeth, pero no te recomiendo que la llames así a menos que quieras que se enoje, lo mejor es llamarla con respeto, y puedes decirle que vas de mi parte, pero si causas algún problema diré que mentías y que no te conozco – Dijo todo eso haciendo un gigantesco esfuerzo para que no se notara lo de su respiración, parándose firme como siempre, y con gesto de mal humor.
Miro hacia otra de las calles y los recuerdos que venían de allí no le gustaba nada, así que pasó a la siguiente obviándola por completo.
-Por allí están los fumaderos de opio, que es donde de seguro Tobias va a gastar o ya está gastando su dinero, hay que ser cuidadosos cuando hablas con la gente que maneja ese negocio, o apareces una mañana muerto en un callejón – Esta vez tuvo que detenerse y disimular una respiración profunda con un suspiro – En fin ¿Qué prefieren hacer?
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Y una botella de ron
- Pero si ya conoces a mi hermana – contestó Flor con una sonora carcajada – Está caminando justo al lado tuyo. Yo no tengo hermanas de sangre, tengo a mi hermana del alma – aclaró.
La muchacha siempre había querido tener una hermana, pero había tenido que conformarse sólo con un hermano. Y no era que sus padres no hubieran intentado agrandar la familia pero - tal como supo cuando tuvo la edad para entenderlo - sus esfuerzos no habían tenido éxito y el tema era muy doloroso para su madre, como comprobó cuando ésta estalló en lágrimas al proponerle ella llevarse a una de las niñas Taive, ¡esa familia tenía tantas!, para que fuera su hermana. Esperaba que cuando supiera que tenía una hermana del alma no reaccionara igual, no tendría por qué, no era exactamente lo mismo y, de todos modos, Sophi no iba a vivir con ellos, era pirata y le pertenecía al mar.
En realidad, Florangél no tenía ningún deseo de que la búsqueda empezara en una taberna, eso no tendría nada de divertido, ya había conocido muchas de las tabernas de Nehmen y no se diferenciaban mucho unas de otras. Si había propuesto empezar por una, era simplemente porque sólo caminar la aburría y ya quería entrar en acción, pero su hermana y el peliblanco tenían razón y se resignó a seguir caminando.
- Si tu maestro de esgrima no te enseñó nada, ¿cómo aprendiste entonces? - preguntó, retomando la conversación para amenizar un poco la marcha, la que no duró mucho más. Ya que a las pocas cuadras Sophitia se detuvo en una intersección de caminos.
A Flor no le importaba si se dividían en dos grupos o revisaban los lugares uno por uno, ella no quería ir donde la Madama algo o, al menos, no quería empezar por allí. Lo de los fumaderos de opio atrapaba fuertemente su imaginación y no quería perderse la oportunidad de conocer uno si al fin resultaba que la espada de Kirill estaba en casa de Annabeth.
– ¡Yo iré por allí! - declaró entusiasta, señalando la calle de los fumaderos.
La muchacha siempre había querido tener una hermana, pero había tenido que conformarse sólo con un hermano. Y no era que sus padres no hubieran intentado agrandar la familia pero - tal como supo cuando tuvo la edad para entenderlo - sus esfuerzos no habían tenido éxito y el tema era muy doloroso para su madre, como comprobó cuando ésta estalló en lágrimas al proponerle ella llevarse a una de las niñas Taive, ¡esa familia tenía tantas!, para que fuera su hermana. Esperaba que cuando supiera que tenía una hermana del alma no reaccionara igual, no tendría por qué, no era exactamente lo mismo y, de todos modos, Sophi no iba a vivir con ellos, era pirata y le pertenecía al mar.
En realidad, Florangél no tenía ningún deseo de que la búsqueda empezara en una taberna, eso no tendría nada de divertido, ya había conocido muchas de las tabernas de Nehmen y no se diferenciaban mucho unas de otras. Si había propuesto empezar por una, era simplemente porque sólo caminar la aburría y ya quería entrar en acción, pero su hermana y el peliblanco tenían razón y se resignó a seguir caminando.
- Si tu maestro de esgrima no te enseñó nada, ¿cómo aprendiste entonces? - preguntó, retomando la conversación para amenizar un poco la marcha, la que no duró mucho más. Ya que a las pocas cuadras Sophitia se detuvo en una intersección de caminos.
A Flor no le importaba si se dividían en dos grupos o revisaban los lugares uno por uno, ella no quería ir donde la Madama algo o, al menos, no quería empezar por allí. Lo de los fumaderos de opio atrapaba fuertemente su imaginación y no quería perderse la oportunidad de conocer uno si al fin resultaba que la espada de Kirill estaba en casa de Annabeth.
– ¡Yo iré por allí! - declaró entusiasta, señalando la calle de los fumaderos.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Y una botella de ron
Mierda, era cierto. Florangel le había pillado despistado...
- Creí que tendrías otra - se justificó, mirando a Sophitia con cierto desprecio mal disimulado. Estaba claro que se había esperado a alguien más digno de admiración al pensar en la hermana de Flor.
Más aun después de que le llamara Cara de Cólico. Menuda pirata engreída. Lo cierto es que la mayoría de ellos eran una panda de gusanos detestables, con más huecos que dientes en la boca y cuya ambición en la vida se limitaba a placeres mundanos. Egoistas, traicioneros, desagradables o directamente imbéciles; y a ojos de Kirill Sophitia reunía todos esos apelativos.
- Por algo tendré cara de cólico. Siempre produces el mismo efecto en la gente, ¿no?
Encaró a Sophitia cuando ella se paró en la intersección, y con todo se le olvidó contestar a Flor. Parecía como si no la hubiera oído en absoluto, llevado por su enfado con la pirata. La miró con severidad y cierta altanería, claramente considerandose superior.
- Estaré encantado de separarme en dos grupos. Pero si digo que vengo de tu parte seguro que me echan a patadas.
Su enfado, al menos, era frío, lo cual le dejaba en cierto control de la situación. Intentó controlarse y ser razonable, porque todo aquello ya le tenía suficientemente cansado.
- Aprecio la ayuda, pero los piratas tenéis algo que aprender de educación. Iré a ver a Annabeth y veré si tiene ya la espada. Si no es así, esperaré a Tobías a la entrada - miró hacia Flor -. Florangel, si pudieras comprobar en los fumaderos si el jodido Tobías aún la tiene o si se la ha vendido a otra persona, estaría agradecido de que luego pudieras informarme.
Se apartó de Sophitia, le hizo una reverencia a Flor y se despidió con un: "os veré más tarde".
Tanta fría educación no era normal por parte de Kirill, por mucho que no hubiera podido evitar colar un insulto en todo aquello. Subconscientemente quizás estuviera tratando de marcar su superioridad frente a la pirata al demostrar que él al menos sí sabía lo que era la educación.
- Creí que tendrías otra - se justificó, mirando a Sophitia con cierto desprecio mal disimulado. Estaba claro que se había esperado a alguien más digno de admiración al pensar en la hermana de Flor.
Más aun después de que le llamara Cara de Cólico. Menuda pirata engreída. Lo cierto es que la mayoría de ellos eran una panda de gusanos detestables, con más huecos que dientes en la boca y cuya ambición en la vida se limitaba a placeres mundanos. Egoistas, traicioneros, desagradables o directamente imbéciles; y a ojos de Kirill Sophitia reunía todos esos apelativos.
- Por algo tendré cara de cólico. Siempre produces el mismo efecto en la gente, ¿no?
Encaró a Sophitia cuando ella se paró en la intersección, y con todo se le olvidó contestar a Flor. Parecía como si no la hubiera oído en absoluto, llevado por su enfado con la pirata. La miró con severidad y cierta altanería, claramente considerandose superior.
- Estaré encantado de separarme en dos grupos. Pero si digo que vengo de tu parte seguro que me echan a patadas.
Su enfado, al menos, era frío, lo cual le dejaba en cierto control de la situación. Intentó controlarse y ser razonable, porque todo aquello ya le tenía suficientemente cansado.
- Aprecio la ayuda, pero los piratas tenéis algo que aprender de educación. Iré a ver a Annabeth y veré si tiene ya la espada. Si no es así, esperaré a Tobías a la entrada - miró hacia Flor -. Florangel, si pudieras comprobar en los fumaderos si el jodido Tobías aún la tiene o si se la ha vendido a otra persona, estaría agradecido de que luego pudieras informarme.
Se apartó de Sophitia, le hizo una reverencia a Flor y se despidió con un: "os veré más tarde".
Tanta fría educación no era normal por parte de Kirill, por mucho que no hubiera podido evitar colar un insulto en todo aquello. Subconscientemente quizás estuviera tratando de marcar su superioridad frente a la pirata al demostrar que él al menos sí sabía lo que era la educación.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
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