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Kirill Skatha
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Mayo
Kirill
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Kirill Skatha
Nombres, mote y apellido: Kirill Shaun “Mano Dorada” Skatha. Recuerda su mote con cierta nostalgia al mismo tiempo que lo rechaza; le trae recuerdos del hombre que se lo puso. De todas formas ya no lo usa, y cuando se presenta suele hacerlo simplemente como Kirill o Kirill Skatha.
Edad: 26, pero no envejece desde hace 4 años.
Raza: Originariamente humano.
Descripción física: Ver imagen
Debido a las condiciones en las que obtuvo su pretendida "inmortalidad", su piel es extremadamente pálida, lo cual le proporciona un aspecto externo similar al de algunos vampiros. Tiene la frente alta y las cejas finas y alargadas, unas pestañas poco densas y labios bien formados aunque de una palor excesiva. Su pelo de un blanco grisáceo no incluye flequillo y llega casi hasta el cuello; suele encontrarse algo enmarañado y de entre él asoman en ocasiones sus orejas redondeadas, pequeñas y altas. En claro contraste con el resto de su rostro, sus ojos son oscuros, diríase incluso que genuinamente negros, y es fácil por tanto que llamen la atención.
Kirill es alto, y aunque a lo largo de su vida se ha interesado más por el ejercicio mágico que el físico no es ningún tipo de enclenque. Después de cuatro años viajando y luchando a espada, ha desarrollado sus músculos y su resistencia física, descuidados durante mucho tiempo antes de que comenzara su peregrinación sin rumbo. La ropa que tradicionalmente viste, de colores metálicos, se conserva extraordinariamente bien a pesar de comenzar a entrar en años. En algunos de sus bordes la cubren símbolos ininteligibles cuyo única finalidad parece, en un principio, puramente decorativa.
Cuando realiza trabajos físicos premia la comodidad sobre la tradición, y viste camisas bastas y anchas y pantalones holgados sostenidos por un cinturón de cuero.
Kirill cubre religiosamente cada parte de su cuerpo, a excepción del rostro y las manos, y en cualquier momento del año se le verá con manga larga hasta las muñecas siempre que sea posible.
Descripción psicologica:
Irascible, rencoroso e incluso infantil, pero correcto y hasta agradable mientras no se le provoque de una forma u otra... aunque cualquier detalle podría bastar para molestarle, y muchas veces el ofenderle es un acto inintencionado.
Kirill es un hombre impulsivo y poco observador, arrogante y seguro, dado a ataques de furia aunque también terriblemente dócil según con quién trate y fácil de controlar para quien sabe manipularle. Desconfía de la noción de compañerismo, pero no por ello deja de ser un ser que gusta de estar acompañado, de charlar y de hacer cosas en común. Le gusta sentirse alabado y reconocido por otros y desea estatus social.
Poco empático con quien no conoce, no se rige por ningún código moral determinado ni persigue un ideal de justicia; de hecho cree en que una persona se define por sus habilidades incluso más que por sus palabras, acciones o moral. Siente remordimientos por pocas cosas, pero esto no significa en absoluto que sea un ser insensible. Lo que sí que hace es adaptarse sin darse cuenta a los códigos de otros, y podría llegar al punto de defenderlos aun sin creer realmente en ellos. No es innecesariamente cruel, pero tampoco compasivo y en absoluto fácil de conmover, y si realiza "buenas" o "malas" acciones es por sus allegados, por las circunstancias del momento o simplemente porque se encontraba de un humor u otro.
Después de haber sufrido las burlas de Raczel y habiendo sentido su confianza traicionada por Invierno, se ha dado cuenta de que en realidad no puede fiarse prácticamente de nadie. No suele reflexionar lo suficiente como para temerle a nada, pero recela con facilidad, en ocasiones casi hasta la paranoia, tanto de conocidos como de desconocidos; esto se combina paradojicamente con una gran falta de observación que puede hacer de él una persona fácil de engañar. No siendo especial amante de la soledad, en el fondo tiene ganas de apartar dudas de su mente.
Uno de sus únicos verdaderos intereses es el estudio de la magia en cualquiera de sus formas. Por otro lado, después de varios años sirviéndose de la espada, comienza a acostumbrarse a ella y a pensar en que la mejor opción de combate es combinarla con la magia, aunque ésta siempre será superior. Mantiene la frustración que supone para él no poder llegar a dominar jamás todas las ramas de la magia, y continúa mirando con una mezcla de admiración y envidia a los usuarios de magia de fuego, hacia los que sentirá siempre unos posos de odio irracional si demuestran demasiado su habilidad.
Su principal rasgo radica en que es incapaz de ser realmente independiente; no sabría qué hacer de su vida y, en realidad, prefiere servir a una persona que pueda reconocer como superior por su inteligencia, sus habilidades y poderes, o simplemente por su sangre y ascendencia. Sirviendo a esa persona, la defenderá ante cualquier cosa, a veces incumpliendo sus órdenes directas si lo considera indispensable para la seguridad de su señor… la última en ostentar este título fue Nadyssra, ahora desaparecida. Kirill continúa buscándola y en su ausencia va a la deriva, preguntándose qué hacer mientras realiza vagos planes en su mente. Empieza a temer que esté muerta. ¿Debería darse por libre, comenzar a actuar por su cuenta por una vez en la vida...?
Aunque pueda llegar a resultar extraño después de toda la anterior descripción, Kirill posee una fuerte fuerza de voluntad. Cuando comienza a trabajar en algo puede no parar durante días más que para comer un poco y dormir hasta que esté terminado; si consiguió ser un gran mago de fuego y luz fue por el esfuerzo que le dedicó así como por su talento, no por una inteligencia brutal.
Quizás porque no suele reflexionar en demasiada profundidad antes de actuar, es bastante directo y en ocasiones algo brusco. Suele fijarse poco en su alrededor, adoptando una actitud confiada y superior… menos cuando desconfía abiertamente de un desconocido.
Habilidades:
Ha crecido versándose en la magia y los hechizos ofensivos que radicasen en el fuego y la luz, pero perdió esos poderes para siempre. Desde hace cuatro años los remplaza por el frío y la oscuridad, en cuyos hechizos progresa con dificultades.
Antes nunca se interesó por los hechizos defensivos, pero desde hace algo más de un año recurre habitualmente a crear pequeñas barreras en el aire, cada vez más sólidas y duraderas a medida que entrena, pero que en general se mantienen lo suficiente como para parar un solo golpe. Su condición, además, le obliga a aferrarse a cada gota de su sangre, y por ello ha practicado un hechizo que le permite parar hemorragias, pero no curar las heridas ni anular el dolor que éstas le causan.
Quizás podría ir dependiendo menos de la espada que tomó cuando perdió sus poderes, pero ahora Kirill ha comenzado a acostumbrarse a ella, y combina su uso con los hechizos…
Avanzar en el control del frío ha sido para él tarea difícil y lo que sabe casi nunca lo usa. Hasta hace menos de un año prácticamente sólo podía usar sus habilidades para refrescar el ambiente; ahora al menos es capaz de crear pequeñas y punzantes esquirlas de hielo. Otra de las cosas que ha aprendido a hacer consiste en congelar el agua de pequeños charcos, lo que de todas formas le toma un tiempo. Se pregunta sinceramente de qué demonios le sirve eso.
La oscuridad, en cuanto a ella, es su actual favorita: es una magia moldeable y que tiene por propiedad básica el ser lo contrario a la vida y a la luz. Kirill solía usarla en su forma “cruda”, no moldeada, en forma de bolas de oscuridad que podían lacerar la carne, o rodeando de ella su espada para hacer con ella cortes más profundos y dolorosos. Una herida infligida con oscuridad cruda tarda más en curar, es dolorosa y escuece.
También puede utilizarse en formas algo más refinadas para crear un leve manto de oscuridad o una fuerte (aunque breve) ráfaga de viento cargada del elemento, y que por lo tanto causa cortes superficiales en la piel.
Kirill, sin ser inmortal, no morirá mientras conserve su sangre... que equivale en cantidad a la de varias personas. Siendo consciente de lo mucho que tardaría en morir le hiciesen lo que le hiciesen, Kirill teme con pavor la posibilidad de la tortura, aunque no lo admita. Al mismo tiempo, esto le lleva a tener la mala costumbre de intentar recuperar de cualquier forma la sangre que ha derramado, normalmente de la manera más convencional: simplemente recuperando en su boca la sangre que pueda haber perdido y que manche su ropa o sus manos.
Atributos:
Voluntad: 1 ; Constitución física: 2 ; Habilidad: 3 ; Carisma: 4 ; Inteligencia: 5 ; Astucia: 6
Historia:
Hace seis años, el “Emperador” de un pequeño territorio reunió junto a él a los tres magos más poderosos de sus tierras, y a cada uno le acordó un símbolo de acuerdo a sus habilidades. Kirill Shaun Skatha fue el tercero y más joven de los elegidos, y como Mago Tercero del Imperio recibió el apodo de “Mano Dorada”. Su especialidad era la magia de fuego y luz, y a pesar de su juventud no existía en aquel reino un hechicero más dorado en aquellos dos elementos: parecía que aquel muchacho había sido bendecido con ellos como nadie antes que él, y se creía sinceramente en la Corte que con más experiencia y conocimiento superaría a otros dos Magos del Emperador. Por el momento era despreciado por ellos por su inmadurez, y es cierto que su dominio de la Magia era muy inferior, pero aprendía rápido y bien y, si bien hubiera perdido contra ellos en combate singular, esto era por no haberse preocupado aún por combinar su magia ofensiva con alguna técnica defensiva complementaria. Pero como ya se ha dicho, donde los otros dos Magos no podían escuchar se murmuraba sobre la promesa de sus habilidades; algún día, se decía, quizás más cercano de lo que parecía evidente, el amuleto de oro de la Mano Dorada que el joven llevaba en el brazo izquierdo de su túnica sería el símbolo del Mago Primero.
Bajo las órdenes del Emperador y siendo aquellos tiempos de relativa paz, él y los Magos Primero y Segundo se dedicaron a buscar el camino a la inmortalidad – sin éxito. Sus experimentos, que iban desde la búsqueda de la formula del elixir de la vida a la invocación de demonios, seguían sin dar resultado el día en el que un grupo de insurrectos llegó hasta la sala del trono habiendo liderado una inesperada rebelión. Los tres Magos, pillados completamente por sorpresa, se enfrentaban aún a los líderes de la insurrección sin tiempo siquiera para plantearse cómo habrían llegado hasta allí cuando un traidor asesinó al emperador al que protegían a sus espaldas. El Primer Mago murió en batalla en aquel mismo instante, víctima de su propia sorpresa, y el Segundo Mago se rindió dispuesto a ser encarcelado de por vida y depuesto de su magia. Mano Dorada, agotado y negándose igualmente a abandonar sus poderes o a perder la vida, hizo entonces aquello que nunca habría sospechado que haría: saltó hacia los jardines, rompiendo la vidriera de la sala del trono para escapar.
Sí: huyó, arrancando el símbolo que había sido hasta entonces su orgullo de su túnica, y se refugió en una de las múltiples grutas que había investigado con sus dos compañeros en busca de la inmortalidad. Rebosaban magia, y le permitirían así conseguir más poder; el suficiente como para llevarse un centenar de enemigos a la tumba, permitirle llegar a alguno de sus líderes para matarlo... o simplemente escapar.
Sus enemigos le encontraron antes de que pasase el tiempo suficiente; en aquel momento ni siquiera había decidido cuál de las tres alternativas elegiría. Plantó todo el combate que le fue posible en su ya agotado estado, pero a pesar de todo recibió una herida mortal. Con sus últimas fuerzas se atrincheró en la más profunda de las cuevas, en la que cayó al suelo, perdiendo su sangre mientras esperaba que sus enemigos quitasen de en medio las rocas que había hecho caer sobre la entrada. Sentía cómo su vida se iba extendiendo sobre el suelo de la caverna; sentía que no había esperanza, que iba a morir, y lo afrontaba con la indiferencia del que está demasiado cansado como para seguir luchando.
Fue entonces cuando una voz gélida le hablo, ofreciéndole un trato. “El trabajo de tu corta vida” le dijo “a cambio de tu supervivencia como una existencia casi eterna”. Ya pálido como el mármol y su mano cubierta de sangre sobre la herida, Kirill sonrió.
Cuando sus enemigos entraron Kirill acababa de alzarse; herido como lo habían dejado pero súbitamente impulsado por una energía inhumana, había recuperado sus fuerzas y su vitalidad. Se lanzaron a por él con desprecio, con odio e insultos y le atravesaron con una espada, pero aunque el dolor le cegó el mago no murió por aquello. La desesperación, la furia, la necesidad de venganza, le hacían olvidar totalmente sus sentidos; incapaz de recurrir a su magia, cogió aquella misma espada, aquella espada de uno de los hombres que le habían perseguido para matarle, para colgarle, para burlarse de él en su muerte y con ella liquidó al resto, aprovechando su desconcierto al ver que el hechicero permanecía en pie por mucha sangre que perdiese y muchas heridas que recibiera, al ver que estaba totalmente lívido pero seguía en pie y fuerza. Algunos intentaron huir, pero la entrada seguía mayormente bloqueada por escombros. Kirill no permitió que ninguno se escapase, y una vez hubo caído el último de ellos al suelo la voz volvió a hablarle:
“Me has dado sangre, me has dado tu poder. Te doy a cambio una vida que durará mientras la sangre que pierdas no sobrepase en cantidad a la que tú me has ofrecido”.
Como humano, Kirill podía seguir aprendiendo, pero jamás sería capaz de utilizar de nuevo los hechizos que le había cedido a aquella voz junto con su sangre. Era incapaz de usar la magia para hechizos de fuego o luz.
Habiendo perdido el motivo de su orgullo, el fuego, la luz y el símbolo de la mano dorada, y muerto el señor al que había servido, Kirill cambió sus ropas y se exilió de su reino definitivamente.
Sólo más tarde conoció a Nadyssra.
Fue en otro reino, donde la conoció cuando iba a ser apresado junto con otro noble, Sergei. También bajo el mando de Nadyssra, conocida por otros como Yshara, se encontraba la maga Invierno, y a la elfa solía verla acompañada de Ethel y su guardaespaldas Cyrian. Por circunstancias varias tuvieron que exiliarse de aquel reino, y en el camino a éste se perdieron de vista.
Otros: salida de Yshara, Ethel y Kirill de Cascadas: Creer en el Infierno.
Edad: 26, pero no envejece desde hace 4 años.
Raza: Originariamente humano.
Descripción física: Ver imagen
Debido a las condiciones en las que obtuvo su pretendida "inmortalidad", su piel es extremadamente pálida, lo cual le proporciona un aspecto externo similar al de algunos vampiros. Tiene la frente alta y las cejas finas y alargadas, unas pestañas poco densas y labios bien formados aunque de una palor excesiva. Su pelo de un blanco grisáceo no incluye flequillo y llega casi hasta el cuello; suele encontrarse algo enmarañado y de entre él asoman en ocasiones sus orejas redondeadas, pequeñas y altas. En claro contraste con el resto de su rostro, sus ojos son oscuros, diríase incluso que genuinamente negros, y es fácil por tanto que llamen la atención.
Kirill es alto, y aunque a lo largo de su vida se ha interesado más por el ejercicio mágico que el físico no es ningún tipo de enclenque. Después de cuatro años viajando y luchando a espada, ha desarrollado sus músculos y su resistencia física, descuidados durante mucho tiempo antes de que comenzara su peregrinación sin rumbo. La ropa que tradicionalmente viste, de colores metálicos, se conserva extraordinariamente bien a pesar de comenzar a entrar en años. En algunos de sus bordes la cubren símbolos ininteligibles cuyo única finalidad parece, en un principio, puramente decorativa.
Cuando realiza trabajos físicos premia la comodidad sobre la tradición, y viste camisas bastas y anchas y pantalones holgados sostenidos por un cinturón de cuero.
Kirill cubre religiosamente cada parte de su cuerpo, a excepción del rostro y las manos, y en cualquier momento del año se le verá con manga larga hasta las muñecas siempre que sea posible.
Descripción psicologica:
Irascible, rencoroso e incluso infantil, pero correcto y hasta agradable mientras no se le provoque de una forma u otra... aunque cualquier detalle podría bastar para molestarle, y muchas veces el ofenderle es un acto inintencionado.
Kirill es un hombre impulsivo y poco observador, arrogante y seguro, dado a ataques de furia aunque también terriblemente dócil según con quién trate y fácil de controlar para quien sabe manipularle. Desconfía de la noción de compañerismo, pero no por ello deja de ser un ser que gusta de estar acompañado, de charlar y de hacer cosas en común. Le gusta sentirse alabado y reconocido por otros y desea estatus social.
Poco empático con quien no conoce, no se rige por ningún código moral determinado ni persigue un ideal de justicia; de hecho cree en que una persona se define por sus habilidades incluso más que por sus palabras, acciones o moral. Siente remordimientos por pocas cosas, pero esto no significa en absoluto que sea un ser insensible. Lo que sí que hace es adaptarse sin darse cuenta a los códigos de otros, y podría llegar al punto de defenderlos aun sin creer realmente en ellos. No es innecesariamente cruel, pero tampoco compasivo y en absoluto fácil de conmover, y si realiza "buenas" o "malas" acciones es por sus allegados, por las circunstancias del momento o simplemente porque se encontraba de un humor u otro.
Después de haber sufrido las burlas de Raczel y habiendo sentido su confianza traicionada por Invierno, se ha dado cuenta de que en realidad no puede fiarse prácticamente de nadie. No suele reflexionar lo suficiente como para temerle a nada, pero recela con facilidad, en ocasiones casi hasta la paranoia, tanto de conocidos como de desconocidos; esto se combina paradojicamente con una gran falta de observación que puede hacer de él una persona fácil de engañar. No siendo especial amante de la soledad, en el fondo tiene ganas de apartar dudas de su mente.
Uno de sus únicos verdaderos intereses es el estudio de la magia en cualquiera de sus formas. Por otro lado, después de varios años sirviéndose de la espada, comienza a acostumbrarse a ella y a pensar en que la mejor opción de combate es combinarla con la magia, aunque ésta siempre será superior. Mantiene la frustración que supone para él no poder llegar a dominar jamás todas las ramas de la magia, y continúa mirando con una mezcla de admiración y envidia a los usuarios de magia de fuego, hacia los que sentirá siempre unos posos de odio irracional si demuestran demasiado su habilidad.
Su principal rasgo radica en que es incapaz de ser realmente independiente; no sabría qué hacer de su vida y, en realidad, prefiere servir a una persona que pueda reconocer como superior por su inteligencia, sus habilidades y poderes, o simplemente por su sangre y ascendencia. Sirviendo a esa persona, la defenderá ante cualquier cosa, a veces incumpliendo sus órdenes directas si lo considera indispensable para la seguridad de su señor… la última en ostentar este título fue Nadyssra, ahora desaparecida. Kirill continúa buscándola y en su ausencia va a la deriva, preguntándose qué hacer mientras realiza vagos planes en su mente. Empieza a temer que esté muerta. ¿Debería darse por libre, comenzar a actuar por su cuenta por una vez en la vida...?
Aunque pueda llegar a resultar extraño después de toda la anterior descripción, Kirill posee una fuerte fuerza de voluntad. Cuando comienza a trabajar en algo puede no parar durante días más que para comer un poco y dormir hasta que esté terminado; si consiguió ser un gran mago de fuego y luz fue por el esfuerzo que le dedicó así como por su talento, no por una inteligencia brutal.
Quizás porque no suele reflexionar en demasiada profundidad antes de actuar, es bastante directo y en ocasiones algo brusco. Suele fijarse poco en su alrededor, adoptando una actitud confiada y superior… menos cuando desconfía abiertamente de un desconocido.
Habilidades:
Ha crecido versándose en la magia y los hechizos ofensivos que radicasen en el fuego y la luz, pero perdió esos poderes para siempre. Desde hace cuatro años los remplaza por el frío y la oscuridad, en cuyos hechizos progresa con dificultades.
Antes nunca se interesó por los hechizos defensivos, pero desde hace algo más de un año recurre habitualmente a crear pequeñas barreras en el aire, cada vez más sólidas y duraderas a medida que entrena, pero que en general se mantienen lo suficiente como para parar un solo golpe. Su condición, además, le obliga a aferrarse a cada gota de su sangre, y por ello ha practicado un hechizo que le permite parar hemorragias, pero no curar las heridas ni anular el dolor que éstas le causan.
Quizás podría ir dependiendo menos de la espada que tomó cuando perdió sus poderes, pero ahora Kirill ha comenzado a acostumbrarse a ella, y combina su uso con los hechizos…
Avanzar en el control del frío ha sido para él tarea difícil y lo que sabe casi nunca lo usa. Hasta hace menos de un año prácticamente sólo podía usar sus habilidades para refrescar el ambiente; ahora al menos es capaz de crear pequeñas y punzantes esquirlas de hielo. Otra de las cosas que ha aprendido a hacer consiste en congelar el agua de pequeños charcos, lo que de todas formas le toma un tiempo. Se pregunta sinceramente de qué demonios le sirve eso.
La oscuridad, en cuanto a ella, es su actual favorita: es una magia moldeable y que tiene por propiedad básica el ser lo contrario a la vida y a la luz. Kirill solía usarla en su forma “cruda”, no moldeada, en forma de bolas de oscuridad que podían lacerar la carne, o rodeando de ella su espada para hacer con ella cortes más profundos y dolorosos. Una herida infligida con oscuridad cruda tarda más en curar, es dolorosa y escuece.
También puede utilizarse en formas algo más refinadas para crear un leve manto de oscuridad o una fuerte (aunque breve) ráfaga de viento cargada del elemento, y que por lo tanto causa cortes superficiales en la piel.
Kirill, sin ser inmortal, no morirá mientras conserve su sangre... que equivale en cantidad a la de varias personas. Siendo consciente de lo mucho que tardaría en morir le hiciesen lo que le hiciesen, Kirill teme con pavor la posibilidad de la tortura, aunque no lo admita. Al mismo tiempo, esto le lleva a tener la mala costumbre de intentar recuperar de cualquier forma la sangre que ha derramado, normalmente de la manera más convencional: simplemente recuperando en su boca la sangre que pueda haber perdido y que manche su ropa o sus manos.
Atributos:
Voluntad: 1 ; Constitución física: 2 ; Habilidad: 3 ; Carisma: 4 ; Inteligencia: 5 ; Astucia: 6
Historia:
Hace seis años, el “Emperador” de un pequeño territorio reunió junto a él a los tres magos más poderosos de sus tierras, y a cada uno le acordó un símbolo de acuerdo a sus habilidades. Kirill Shaun Skatha fue el tercero y más joven de los elegidos, y como Mago Tercero del Imperio recibió el apodo de “Mano Dorada”. Su especialidad era la magia de fuego y luz, y a pesar de su juventud no existía en aquel reino un hechicero más dorado en aquellos dos elementos: parecía que aquel muchacho había sido bendecido con ellos como nadie antes que él, y se creía sinceramente en la Corte que con más experiencia y conocimiento superaría a otros dos Magos del Emperador. Por el momento era despreciado por ellos por su inmadurez, y es cierto que su dominio de la Magia era muy inferior, pero aprendía rápido y bien y, si bien hubiera perdido contra ellos en combate singular, esto era por no haberse preocupado aún por combinar su magia ofensiva con alguna técnica defensiva complementaria. Pero como ya se ha dicho, donde los otros dos Magos no podían escuchar se murmuraba sobre la promesa de sus habilidades; algún día, se decía, quizás más cercano de lo que parecía evidente, el amuleto de oro de la Mano Dorada que el joven llevaba en el brazo izquierdo de su túnica sería el símbolo del Mago Primero.
Bajo las órdenes del Emperador y siendo aquellos tiempos de relativa paz, él y los Magos Primero y Segundo se dedicaron a buscar el camino a la inmortalidad – sin éxito. Sus experimentos, que iban desde la búsqueda de la formula del elixir de la vida a la invocación de demonios, seguían sin dar resultado el día en el que un grupo de insurrectos llegó hasta la sala del trono habiendo liderado una inesperada rebelión. Los tres Magos, pillados completamente por sorpresa, se enfrentaban aún a los líderes de la insurrección sin tiempo siquiera para plantearse cómo habrían llegado hasta allí cuando un traidor asesinó al emperador al que protegían a sus espaldas. El Primer Mago murió en batalla en aquel mismo instante, víctima de su propia sorpresa, y el Segundo Mago se rindió dispuesto a ser encarcelado de por vida y depuesto de su magia. Mano Dorada, agotado y negándose igualmente a abandonar sus poderes o a perder la vida, hizo entonces aquello que nunca habría sospechado que haría: saltó hacia los jardines, rompiendo la vidriera de la sala del trono para escapar.
Sí: huyó, arrancando el símbolo que había sido hasta entonces su orgullo de su túnica, y se refugió en una de las múltiples grutas que había investigado con sus dos compañeros en busca de la inmortalidad. Rebosaban magia, y le permitirían así conseguir más poder; el suficiente como para llevarse un centenar de enemigos a la tumba, permitirle llegar a alguno de sus líderes para matarlo... o simplemente escapar.
Sus enemigos le encontraron antes de que pasase el tiempo suficiente; en aquel momento ni siquiera había decidido cuál de las tres alternativas elegiría. Plantó todo el combate que le fue posible en su ya agotado estado, pero a pesar de todo recibió una herida mortal. Con sus últimas fuerzas se atrincheró en la más profunda de las cuevas, en la que cayó al suelo, perdiendo su sangre mientras esperaba que sus enemigos quitasen de en medio las rocas que había hecho caer sobre la entrada. Sentía cómo su vida se iba extendiendo sobre el suelo de la caverna; sentía que no había esperanza, que iba a morir, y lo afrontaba con la indiferencia del que está demasiado cansado como para seguir luchando.
Fue entonces cuando una voz gélida le hablo, ofreciéndole un trato. “El trabajo de tu corta vida” le dijo “a cambio de tu supervivencia como una existencia casi eterna”. Ya pálido como el mármol y su mano cubierta de sangre sobre la herida, Kirill sonrió.
Cuando sus enemigos entraron Kirill acababa de alzarse; herido como lo habían dejado pero súbitamente impulsado por una energía inhumana, había recuperado sus fuerzas y su vitalidad. Se lanzaron a por él con desprecio, con odio e insultos y le atravesaron con una espada, pero aunque el dolor le cegó el mago no murió por aquello. La desesperación, la furia, la necesidad de venganza, le hacían olvidar totalmente sus sentidos; incapaz de recurrir a su magia, cogió aquella misma espada, aquella espada de uno de los hombres que le habían perseguido para matarle, para colgarle, para burlarse de él en su muerte y con ella liquidó al resto, aprovechando su desconcierto al ver que el hechicero permanecía en pie por mucha sangre que perdiese y muchas heridas que recibiera, al ver que estaba totalmente lívido pero seguía en pie y fuerza. Algunos intentaron huir, pero la entrada seguía mayormente bloqueada por escombros. Kirill no permitió que ninguno se escapase, y una vez hubo caído el último de ellos al suelo la voz volvió a hablarle:
“Me has dado sangre, me has dado tu poder. Te doy a cambio una vida que durará mientras la sangre que pierdas no sobrepase en cantidad a la que tú me has ofrecido”.
Como humano, Kirill podía seguir aprendiendo, pero jamás sería capaz de utilizar de nuevo los hechizos que le había cedido a aquella voz junto con su sangre. Era incapaz de usar la magia para hechizos de fuego o luz.
Habiendo perdido el motivo de su orgullo, el fuego, la luz y el símbolo de la mano dorada, y muerto el señor al que había servido, Kirill cambió sus ropas y se exilió de su reino definitivamente.
Sólo más tarde conoció a Nadyssra.
Fue en otro reino, donde la conoció cuando iba a ser apresado junto con otro noble, Sergei. También bajo el mando de Nadyssra, conocida por otros como Yshara, se encontraba la maga Invierno, y a la elfa solía verla acompañada de Ethel y su guardaespaldas Cyrian. Por circunstancias varias tuvieron que exiliarse de aquel reino, y en el camino a éste se perdieron de vista.
Otros: salida de Yshara, Ethel y Kirill de Cascadas: Creer en el Infierno.
Última edición por Kirill el 22/01/12, 08:18 pm, editado 5 veces
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Kirill Skatha
Pues que decir? Que me gusta este Kirill, aunque cada vez me parece mas peligroso, sobre todo por las compañías con las que se junta. Me alegro de que lo hayas traido por aqui
Delin- Cantidad de envíos : 622
Re: Kirill Skatha
Si todo el mundo le quiere pero le teme!! Me gusta mucho el pj y espero que podamos coincidir de nueva cuenta (prometo no desmayarme esta vez xDD) aunque creo que ahora me dará más yuyu que antes jijiji
Anaïs- Cantidad de envíos : 164
Re: Kirill Skatha
Nada que hacer, Kirill, es Kirill.
Por qué será que siento (mi pj) atracción por los pjs así?? ^^
Por qué será que siento (mi pj) atracción por los pjs así?? ^^
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
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