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Dulce recibimiento en los muelles
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Re: Dulce recibimiento en los muelles
Su vista no la había engañado al reconocer al mensajero ¡Era el barco que buscaban! Olvidada ya del disgusto que le había provocado que Sophitia la arrastrara del brazo, caminó a paso veloz a su lado. Estaba claro que había que darse prisa, el barco parecía próximo a partir.
El viento marino hacía revolotear su suelta cabellera y le proporcionaba una vigorizante caricia a su rostro. La emoción de la próxima aventura hacía brillar sus ojos y rebullir la sangre en sus venas. Se estaba divirtiendo enormemente y tanto su lejanía de su hogar como el hecho de ignorar realmente donde se encontraba y si algún día podría regresar a él, fueron hecho que pasaron a un absoluto segundo plano. Meros datos de la causa, por el momento, ante la perspectiva de un viaje por mar en aquel barco para conocer ¡ni más ni menos que a la reina de los piratas! junto a su recién adquirida amiga. No quería perderse nada de aquello.
Sin vacilaciones ni demoras siguió a la joven pirata a bordo del barco. Como no tenía nada que añadir a lo que aquella había dicho, subió en completo silencio, maravillándose con todo lo que veía a su alrededor.
El barco le pareció enorme y majestuoso y lo contempló con auténtica reverencia aunque sin el intenso sentimiento que denotaba su compañera. El arrobamiento que embargaba a su amiga, quien literalmente acariciaba las maderas de la embarcación, la conmovió ¡Pobrecilla! Parece que hacía mucho que había perdido su barco...
... quizás hacía tanto tiempo como ella había perdido su hogar. El traicionero pensamiento se coló de súbito en su mente, dándolo un alfilerazo de tristeza y amenazando con echar a perder la diversión del momento. Sacudió la cabeza con energía, ¡no lo permitiría! Ya habría tiempo para ponerse triste y nostálgica de nuevo, ahora estaba iniciando un magnífico viaje y quería saborear cada instante de él.
Le echó un vistazo a Sophitia quien, apoyada en la baranda, parecía haber entrado en éxtasis observando como el barco comenzaba a moverse; parecía haber olvidado completamente su presencia. Mejor así. La contemplación no era lo suyo, últimamente cuando se quedaba quieta mucho rato la asaltaban todo tipo de pensamientos deprimentes. Necesitaba actividad, movimiento. Quería ver de cerca las maniobras de los marineros. Cierta de que su amiga no la extrañaría de momento, se dirigió a la zona donde los marineros se afanaban con las velas, convenientemente mimetizada para que nadie pudiera decirle que se marchara del lugar.
El viento marino hacía revolotear su suelta cabellera y le proporcionaba una vigorizante caricia a su rostro. La emoción de la próxima aventura hacía brillar sus ojos y rebullir la sangre en sus venas. Se estaba divirtiendo enormemente y tanto su lejanía de su hogar como el hecho de ignorar realmente donde se encontraba y si algún día podría regresar a él, fueron hecho que pasaron a un absoluto segundo plano. Meros datos de la causa, por el momento, ante la perspectiva de un viaje por mar en aquel barco para conocer ¡ni más ni menos que a la reina de los piratas! junto a su recién adquirida amiga. No quería perderse nada de aquello.
Sin vacilaciones ni demoras siguió a la joven pirata a bordo del barco. Como no tenía nada que añadir a lo que aquella había dicho, subió en completo silencio, maravillándose con todo lo que veía a su alrededor.
El barco le pareció enorme y majestuoso y lo contempló con auténtica reverencia aunque sin el intenso sentimiento que denotaba su compañera. El arrobamiento que embargaba a su amiga, quien literalmente acariciaba las maderas de la embarcación, la conmovió ¡Pobrecilla! Parece que hacía mucho que había perdido su barco...
... quizás hacía tanto tiempo como ella había perdido su hogar. El traicionero pensamiento se coló de súbito en su mente, dándolo un alfilerazo de tristeza y amenazando con echar a perder la diversión del momento. Sacudió la cabeza con energía, ¡no lo permitiría! Ya habría tiempo para ponerse triste y nostálgica de nuevo, ahora estaba iniciando un magnífico viaje y quería saborear cada instante de él.
Le echó un vistazo a Sophitia quien, apoyada en la baranda, parecía haber entrado en éxtasis observando como el barco comenzaba a moverse; parecía haber olvidado completamente su presencia. Mejor así. La contemplación no era lo suyo, últimamente cuando se quedaba quieta mucho rato la asaltaban todo tipo de pensamientos deprimentes. Necesitaba actividad, movimiento. Quería ver de cerca las maniobras de los marineros. Cierta de que su amiga no la extrañaría de momento, se dirigió a la zona donde los marineros se afanaban con las velas, convenientemente mimetizada para que nadie pudiera decirle que se marchara del lugar.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Luego de un largo rato logro salir del ensimismamiento, pero el hechizo era difícil de disolver, las olas se movían hipnotizantes, el viento parecía que la ayudaría a volar en cualquier momento, el barco la mecía como una cuna a una niño pequeño. Respiro profundo por ultima vez el aire salado, lleno profundamente sus pulmones como para no olvidar jamas su olor, y por fin se separo de la baranda.
En ese exacto momento recordó que no había venido sola, se sintió algo culpable, como un anfitrión que atiende mal a su invitado. Comenzó a caminar por todo el barco buscándola, no apurada, tampoco preocupada en extremo, simplemente buscando. Aparte, mientras estaba en eso, miraba en detalle el barco, iba a estar algunos días en él, pero aun así quería saberlo todo en ese mismo momento.
Cada barco era único, eran como las personas, no encontrarías jamas dos iguales, y era trabajo del Capitán conocer cada uno de sus detalles, sus defectos y virtudes ¿Donde entraba agua? ¿Qué parte tiene flojas? ¿Cuales maderas hacen mas ruido? ¿Cuál es su fuerte? ¿Es rápido, resistente, poderoso? Había que saberlo todo, porque todos los que estaban por debajo del Capitán estaban alertas a recibir ordenes, y debían ser las correctas para lograr buenos botines, y no solo era cuestión de conseguir oro o no. Los piratas se jugaban la vida a diario, y muchas veces confiaban esa vida al Capitán, este era el responsable de todos en el barco.
Luego de deleitarse con el castillo de popa y de hablar con alguno de los marineros menos ocupados, se dirigió al palo mayor, le pareció un buen lugar para poder tener una vista general, ya que aun no había logrado ver a su compañera, entre otras cosas les había preguntado a los tripulantes si no la habían visto, pero nadie sabia nada. Y comenzó a preocuparse por que... ¡Siquiera recordaba si había subido al barco detrás de ella! Que distraída era, se reprocho.
Se quedo mirando como trabajaban prácticamente todos los marineros al unísono, intentando hacer funcionar el gran cuerpo que era el barco. Tiraban cuerdas, poleas, velas que se desplegaban, y por supuesto, los limpia pisos, trabajo importante si los hay, le había dicho su padre para intentar convencerla de que lo haga, todo esto le traía miles de recuerdos. Se miro las manos llenas de conocidos callos, varios de ellos le habían salido limpiando los pisos de su barco, ese que le habían robado! Malditos sean! Frunció el ceño un momento y murmuro una maldición, los ahorcaría uno por uno con gusto.
Un viento fuerte la despertó de ese ingrato recuerdo, Sophitia se restregó los ojos como si acabara de levantarse, miro al rededor una vez mas. ¿Dónde se había metido Florangel? Si no aparecía pronto optaría por subirse al palo mayor y echarse a mirar el horizonte en la punta.
- El aire debe sentirse muy bien allí - Penso en voz alta
En ese exacto momento recordó que no había venido sola, se sintió algo culpable, como un anfitrión que atiende mal a su invitado. Comenzó a caminar por todo el barco buscándola, no apurada, tampoco preocupada en extremo, simplemente buscando. Aparte, mientras estaba en eso, miraba en detalle el barco, iba a estar algunos días en él, pero aun así quería saberlo todo en ese mismo momento.
Cada barco era único, eran como las personas, no encontrarías jamas dos iguales, y era trabajo del Capitán conocer cada uno de sus detalles, sus defectos y virtudes ¿Donde entraba agua? ¿Qué parte tiene flojas? ¿Cuales maderas hacen mas ruido? ¿Cuál es su fuerte? ¿Es rápido, resistente, poderoso? Había que saberlo todo, porque todos los que estaban por debajo del Capitán estaban alertas a recibir ordenes, y debían ser las correctas para lograr buenos botines, y no solo era cuestión de conseguir oro o no. Los piratas se jugaban la vida a diario, y muchas veces confiaban esa vida al Capitán, este era el responsable de todos en el barco.
Luego de deleitarse con el castillo de popa y de hablar con alguno de los marineros menos ocupados, se dirigió al palo mayor, le pareció un buen lugar para poder tener una vista general, ya que aun no había logrado ver a su compañera, entre otras cosas les había preguntado a los tripulantes si no la habían visto, pero nadie sabia nada. Y comenzó a preocuparse por que... ¡Siquiera recordaba si había subido al barco detrás de ella! Que distraída era, se reprocho.
Se quedo mirando como trabajaban prácticamente todos los marineros al unísono, intentando hacer funcionar el gran cuerpo que era el barco. Tiraban cuerdas, poleas, velas que se desplegaban, y por supuesto, los limpia pisos, trabajo importante si los hay, le había dicho su padre para intentar convencerla de que lo haga, todo esto le traía miles de recuerdos. Se miro las manos llenas de conocidos callos, varios de ellos le habían salido limpiando los pisos de su barco, ese que le habían robado! Malditos sean! Frunció el ceño un momento y murmuro una maldición, los ahorcaría uno por uno con gusto.
Un viento fuerte la despertó de ese ingrato recuerdo, Sophitia se restregó los ojos como si acabara de levantarse, miro al rededor una vez mas. ¿Dónde se había metido Florangel? Si no aparecía pronto optaría por subirse al palo mayor y echarse a mirar el horizonte en la punta.
- El aire debe sentirse muy bien allí - Penso en voz alta
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Hasta ahora, sólo había vistos barcos cuando éstos estaban surtos en el puerto. Nunca había subido a uno porque no había tenido necesidad de ello, los viajes dentro de su país natal siempre habían sido por tierra y fuera de él, accidentales y por medios mágicos.
Así que estar por fin a bordo de sencillamente la fascinaba. Caminó por la cubierta observando expectante las coordinadas maniobras que los marineros realizaban para llevar el navío a mar abierto, matizadas con el ronco sonido de las voces dando y acatando órdenes. Se movía invisible y cuidadosa, procurando no tropezar con alguien y no interferir en nada, sintiendo como el aire marino sacudía su cabellera y, de cuando en cuando, pequeñas gotas de agua salada caían sobre ella al golpear las olas contra el barco.
Todo constituía una fiesta para ella, incluso los olores mezclados del mar, la brea y el sudor de los hombres que quizás en otras circunstancias le hubiese resultado difícil de soportar. Ahora, emocionada con lo que estaba viviendo, eso no le importaba, como no le importaba tener que estar saltando de un lado a otro continuamente para no estorbar en las maniobras ni tener que esforzarse en mantener el equilibrio ante el constante bamboleo del barco. Incluso se había olvidado de Sophitia y ni siquiera se le había ocurrido pensar en que ella pudiera estarla buscando, tan ocupada estaba tratando de verlo, oírlo, olerlo y tocarlo todo.
Pero como ya se ha dicho, era su primera vez a bordo y los embarcados noveles suelen enfrentar una particular contrariedad… ella no fue la excepción. El bamboleo del barco que mecía a la pirata como a un niño en su cuna, tuvo un efecto muy diferente para ella, mucho más desagradable. Los emocionantes y magníficos momentos que estaba viviendo se vieron repentinamente enturbiados por un traicionero mareo.
La atacó de súbito, a mansalva, cuando se encontraba cerca del palo mayor, y casi la hace caer en primera instancia. Logró recuperar el equilibrio aferrándose con ambas manos a un marinero que iba pasando, el que se detuvo sorprendido, lanzando una maldición, al no poder ver quien lo sujetaba ¿Un espíritu del mar estaba tratando de atraparlo?
Haber evitado la caída no mejoró las cosas para la muchacha; el mareo seguía ahí, persistente, acompañado ahora por unas inoportunas e imperiosas náuseas. ¡La baranda! Tenía que llegar a ella o su humillación sería mayúscula… aunque no la viera nadie. Corrió desesperada, con una mano cubriendo su boca, sin mirar nada ni a nadie. Chocó con otro marino, cayó al suelo junto con él, se levantó de un salto y, en unas cuantas zancadas, ganó la anhelada barandilla. Inconciente del riesgo, sacó medio cuerpo fuera del barco y arrojó al mar la leche, el pan y el queso que habían constituido su desayuno.
Así que estar por fin a bordo de sencillamente la fascinaba. Caminó por la cubierta observando expectante las coordinadas maniobras que los marineros realizaban para llevar el navío a mar abierto, matizadas con el ronco sonido de las voces dando y acatando órdenes. Se movía invisible y cuidadosa, procurando no tropezar con alguien y no interferir en nada, sintiendo como el aire marino sacudía su cabellera y, de cuando en cuando, pequeñas gotas de agua salada caían sobre ella al golpear las olas contra el barco.
Todo constituía una fiesta para ella, incluso los olores mezclados del mar, la brea y el sudor de los hombres que quizás en otras circunstancias le hubiese resultado difícil de soportar. Ahora, emocionada con lo que estaba viviendo, eso no le importaba, como no le importaba tener que estar saltando de un lado a otro continuamente para no estorbar en las maniobras ni tener que esforzarse en mantener el equilibrio ante el constante bamboleo del barco. Incluso se había olvidado de Sophitia y ni siquiera se le había ocurrido pensar en que ella pudiera estarla buscando, tan ocupada estaba tratando de verlo, oírlo, olerlo y tocarlo todo.
Pero como ya se ha dicho, era su primera vez a bordo y los embarcados noveles suelen enfrentar una particular contrariedad… ella no fue la excepción. El bamboleo del barco que mecía a la pirata como a un niño en su cuna, tuvo un efecto muy diferente para ella, mucho más desagradable. Los emocionantes y magníficos momentos que estaba viviendo se vieron repentinamente enturbiados por un traicionero mareo.
La atacó de súbito, a mansalva, cuando se encontraba cerca del palo mayor, y casi la hace caer en primera instancia. Logró recuperar el equilibrio aferrándose con ambas manos a un marinero que iba pasando, el que se detuvo sorprendido, lanzando una maldición, al no poder ver quien lo sujetaba ¿Un espíritu del mar estaba tratando de atraparlo?
Haber evitado la caída no mejoró las cosas para la muchacha; el mareo seguía ahí, persistente, acompañado ahora por unas inoportunas e imperiosas náuseas. ¡La baranda! Tenía que llegar a ella o su humillación sería mayúscula… aunque no la viera nadie. Corrió desesperada, con una mano cubriendo su boca, sin mirar nada ni a nadie. Chocó con otro marino, cayó al suelo junto con él, se levantó de un salto y, en unas cuantas zancadas, ganó la anhelada barandilla. Inconciente del riesgo, sacó medio cuerpo fuera del barco y arrojó al mar la leche, el pan y el queso que habían constituido su desayuno.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Sophitia seguía parada al lado del palo mayor, mirando hacia todos lados en busca de la hechicera, penso que quizás se había ido al cuarto, porque fuera del barco ya había mirado en todos lados y no encontró rastro alguno. Soltó un suspiro fuerte, sin poder decidirse en que hacer, tal vez simplemente la chica no tenia ganas de verla por ahora, le extrañaría de ella esa actitud ya que siempre se había portado muy dulce y sociable.
Se cruzo de brazos parada aun en el mismo lugar en perfecto equilibrio, solo navegando en medio de una tormenta la pirata podría trastabillar, pero en un día tan hermoso como ese era imposible. Levanto la cabeza y miro el cielo de un azul profundo, había unas pocas nubes que se arremolinaban sobre sus cabezas, como no estaban lejos del puerto aun se veían algunas gaviotas, pero pronto darían la vuelta para volver a tierra donde había mucho mas que comer. Quizás fuera el ultimo día que podría disfrutar con tanta calma, no estaba segura qué era lo que la Reina tenia entre manos, suponía que no podía ser algo tan difícil si la llamaba a ella.
En cierto modo sentía una curiosidad cuasi infantil por saber, que cosa más tonta, podía estar arriesgando su pellejo en esto, o peor aun, arriesgando la vida de Florangel. Aunque era verdad que su acompañante estaba viniendo de propia voluntad, aun así no podía dejar de sentirse responsable por su bien estar, había llegado a tenerle gran cariño, le dolería terriblemente si le pasara algo.
Respiro profundo para sacarse una vez mas los malos pensamientos de la cabeza y así sonreír. Sintió el olor de típico que un par de docenas de hombres trabajadores podían dejar en el aire, también aceite, pescado, alcohol.... ¿Perfume de mujer? Abrió los ojos extrañada ¿De donde salía ese olor? Miro al rededor, pero no había mujeres cerca, obviamente no se contaba a sí misma, ya que era poco probable que oliera a mujer.
De pronto el barco dio uno de esos sacudones fuertes que a veces suceden, Sophitia no perdió la compostura, pero al parecer no paso lo mismo con un marinero que estaba cerca de ella, era extraño, se callo como hacia atrás. Inmediatamente después comenzó a maldecir y rezar al mismo tiempo... ¿No seria que?
Luego escucho otra queja y vio como otro marinero caía al piso mientras chocaba con la nada ¿Qué estaba sucediendo? Y entonces su cerebro unió ideas, casi se había olvidado que cuando se encontraron la primera vez ella estaba como invisible o algo así... Era una hechicera al fin y al cabo.
Parecía ir hacia la baranda, no sabia porque Florangel había decidido volverse no visible, pero lo averiguaría. Camino despacio, intentando mirar algo que obviamente jamas vería.
- ¿Florangel? Oye, ¿eres tu? – Hablaba en susurros, no quería que los demás pensaran que estaba loca, y si la veían hablando sola sin duda lo creerían – Emmmm, ¿Estas bien?
Intento tantear el aire en busca de la muchacha, pero era en vano, incluso podía ser que le estuviera hablando a la nada.
Se cruzo de brazos parada aun en el mismo lugar en perfecto equilibrio, solo navegando en medio de una tormenta la pirata podría trastabillar, pero en un día tan hermoso como ese era imposible. Levanto la cabeza y miro el cielo de un azul profundo, había unas pocas nubes que se arremolinaban sobre sus cabezas, como no estaban lejos del puerto aun se veían algunas gaviotas, pero pronto darían la vuelta para volver a tierra donde había mucho mas que comer. Quizás fuera el ultimo día que podría disfrutar con tanta calma, no estaba segura qué era lo que la Reina tenia entre manos, suponía que no podía ser algo tan difícil si la llamaba a ella.
En cierto modo sentía una curiosidad cuasi infantil por saber, que cosa más tonta, podía estar arriesgando su pellejo en esto, o peor aun, arriesgando la vida de Florangel. Aunque era verdad que su acompañante estaba viniendo de propia voluntad, aun así no podía dejar de sentirse responsable por su bien estar, había llegado a tenerle gran cariño, le dolería terriblemente si le pasara algo.
Respiro profundo para sacarse una vez mas los malos pensamientos de la cabeza y así sonreír. Sintió el olor de típico que un par de docenas de hombres trabajadores podían dejar en el aire, también aceite, pescado, alcohol.... ¿Perfume de mujer? Abrió los ojos extrañada ¿De donde salía ese olor? Miro al rededor, pero no había mujeres cerca, obviamente no se contaba a sí misma, ya que era poco probable que oliera a mujer.
De pronto el barco dio uno de esos sacudones fuertes que a veces suceden, Sophitia no perdió la compostura, pero al parecer no paso lo mismo con un marinero que estaba cerca de ella, era extraño, se callo como hacia atrás. Inmediatamente después comenzó a maldecir y rezar al mismo tiempo... ¿No seria que?
Luego escucho otra queja y vio como otro marinero caía al piso mientras chocaba con la nada ¿Qué estaba sucediendo? Y entonces su cerebro unió ideas, casi se había olvidado que cuando se encontraron la primera vez ella estaba como invisible o algo así... Era una hechicera al fin y al cabo.
Parecía ir hacia la baranda, no sabia porque Florangel había decidido volverse no visible, pero lo averiguaría. Camino despacio, intentando mirar algo que obviamente jamas vería.
- ¿Florangel? Oye, ¿eres tu? – Hablaba en susurros, no quería que los demás pensaran que estaba loca, y si la veían hablando sola sin duda lo creerían – Emmmm, ¿Estas bien?
Intento tantear el aire en busca de la muchacha, pero era en vano, incluso podía ser que le estuviera hablando a la nada.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Ni siquiera el vaciar su estómago de todo contenido le trajo el alivio deseado, las arcadas continuaron por largos, eternos, instantes después que ya no había nada que eliminar. Eventualmente terminaron, pero el mareo persistió.
Se quedó medio desplomada sobre la baranda, aferrada a ella con todas sus fuerzas, incapaz de moverse, temerosa de hacerlo. El bello día, con su cielo azul festoneado de blancas nubecillas y el mar haciendo juego, el garboso vuelo de las gaviotas en busca de comida, el ir y venir de los marineros en el cumplimiento de sus labores, la alegría, la excitación, la curiosidad… todo, todo había desaparecido ante la penuria que la envolvía.
La sensación que experimentaba era mil veces peor que la que sintiera cuando despertó en la cama de la posada tras beber de la botella de Sophitia. Más intensa, más persistente y completamente inesperada. Marearse estando a bordo nunca había formado parte de aquellas vibrantes fantasías que su imaginación creara, las que por lo demás se habían roto en mil pedazos.
Aferrada a la baranda como si en ello le fuera la vida, renegaba de su estúpida idea de embarcarse y suplicaba interiormente por un trozo de tierra firme. Si siquiera pudiera concentrarse lo suficiente como para tomar la forma de una de aquellas gaviotas y volar hacia los muelles… pero si lo hacía en aquellas condiciones se transformaría en una gaviota mareada, tal vez chocaría con algo o volara en la dirección equivocada. No, no parecía tan buena idea… pero deseaba, necesitaba, precisaba, salir de ese barco, salir YA…. tenía que poder concentrarse.
Lo intentaba con ahínco y poco éxito, su cabeza insistía en girar y no cooperar, cuando escuchó un susurro cerca suyo. Sophitia.
Tentada estuvo de no contestar. Se sentía profundamente mortificada, humillada a más no poder. No quería que la pirata viera el guiñapo en que se había convertido; seguramente consideraría que no era apta para acompañarla y decidiría dejarla en tierra en el primer puerto al que llegaran. Que ella misma estuviera deseando, e intentando, fervientemente dejar el barco era harina de otro costal; simplemente no quería que Sophitia la expulsara de la aventura por debilucha y blandengue.
Pero su orgullo estaba seriamente maltrecho por el pertinaz mareo y sus vanos intentos por cambiar su forma y salir de ahí; tampoco era plan quedarse el resto del viaje adherida a la barandilla y además, no podía hacer que la pirata estuviera buscándola en vano por todo el barco; no era justo.
- Soy… soy yo – contestó con vacilante – Es- estoy aquí – se volvió visible al decir esto – Yo… yo… estoy… mareada.
Si su aspecto era desaliñado al llegar al barco, ahora era francamente lamentable. Estaba derrumbada sobre la baranda, pálida y ojerosa, con gotitas de sudor frío perlando su frente y temblaba como si se muriera de frío.
Se quedó medio desplomada sobre la baranda, aferrada a ella con todas sus fuerzas, incapaz de moverse, temerosa de hacerlo. El bello día, con su cielo azul festoneado de blancas nubecillas y el mar haciendo juego, el garboso vuelo de las gaviotas en busca de comida, el ir y venir de los marineros en el cumplimiento de sus labores, la alegría, la excitación, la curiosidad… todo, todo había desaparecido ante la penuria que la envolvía.
La sensación que experimentaba era mil veces peor que la que sintiera cuando despertó en la cama de la posada tras beber de la botella de Sophitia. Más intensa, más persistente y completamente inesperada. Marearse estando a bordo nunca había formado parte de aquellas vibrantes fantasías que su imaginación creara, las que por lo demás se habían roto en mil pedazos.
Aferrada a la baranda como si en ello le fuera la vida, renegaba de su estúpida idea de embarcarse y suplicaba interiormente por un trozo de tierra firme. Si siquiera pudiera concentrarse lo suficiente como para tomar la forma de una de aquellas gaviotas y volar hacia los muelles… pero si lo hacía en aquellas condiciones se transformaría en una gaviota mareada, tal vez chocaría con algo o volara en la dirección equivocada. No, no parecía tan buena idea… pero deseaba, necesitaba, precisaba, salir de ese barco, salir YA…. tenía que poder concentrarse.
Lo intentaba con ahínco y poco éxito, su cabeza insistía en girar y no cooperar, cuando escuchó un susurro cerca suyo. Sophitia.
Tentada estuvo de no contestar. Se sentía profundamente mortificada, humillada a más no poder. No quería que la pirata viera el guiñapo en que se había convertido; seguramente consideraría que no era apta para acompañarla y decidiría dejarla en tierra en el primer puerto al que llegaran. Que ella misma estuviera deseando, e intentando, fervientemente dejar el barco era harina de otro costal; simplemente no quería que Sophitia la expulsara de la aventura por debilucha y blandengue.
Pero su orgullo estaba seriamente maltrecho por el pertinaz mareo y sus vanos intentos por cambiar su forma y salir de ahí; tampoco era plan quedarse el resto del viaje adherida a la barandilla y además, no podía hacer que la pirata estuviera buscándola en vano por todo el barco; no era justo.
- Soy… soy yo – contestó con vacilante – Es- estoy aquí – se volvió visible al decir esto – Yo… yo… estoy… mareada.
Si su aspecto era desaliñado al llegar al barco, ahora era francamente lamentable. Estaba derrumbada sobre la baranda, pálida y ojerosa, con gotitas de sudor frío perlando su frente y temblaba como si se muriera de frío.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
¡Bingo! Penso Sophitia cuando escucho la débil vos de la hechicera contestándole, había sido un golpe de pura suerte sin duda, pero funciono, y eso era lo importante. La pirata titubeo unos segundos, no estaba segura de como manejarse, esto de la magia era algo desconocido para ella y le costaba un poco acostumbrarse.
Por suerte para ella Florangel no tardo en hacerse visible, a lo que varios marineros que estaban cerca reaccionaron dando un brinco por la sorpresa, decían algunos rezos y se marchaban sin mirarla mucho. Solía decirse que si ofendías a una bruja caería sobre ti una maldición que te perseguirá toda la vida, nadie quería enojarla de ningún modo, maga, hechicera, bruja, todo era igual para el común de la gente.
Cuando por fin la pudo ver se asusto por unos instantes, la chica tenia muy mal aspecto, estaba pálida como un muerto, tenia piel de gallina, se notaba que había estado devolviendo, sudaba y se la notaba cansada. Pobre chica, Sophitia se había olvidado que las personas solían sentir mareos en sus primeros viajes, para ella era tan normal estar en un barco que no se daba cuenta de esa clase de cosas. Pero no era tonta, sabia que era una reacción común en mucho.
- ¡Demonios! Si que te esta haciendo mal el viaje – Dijo en verdad preocupada – Ven, te ayudare de algún modo
Se acerco y la tomo por el brazo, entonces se dio cuenta de lo fría que estaba, la llevaría a la cama y le daría algún remedio para el mareo. Por suerte, al ser algo muy normal, habían varios remedios caseros muy efectivos.
De a poco la fue llevando hasta su camarote, tenia miedo que la chica se desmayara o algo similar. Cuando entraron al mismo, noto algo molesta que había solo una cama, de seguro no esperaban que tuviera una acompañante. Tendría que arreglárselas así, los cuartos no sobraban y lo que se solía hacer era colgar hamacas de las vigas del mismo barco. Pensaría en eso luego...
- Recuéstate aquí por favor, no debes preocuparte, te daré un remedio y ya veras que los mareos se te pasaran en seguida – La ayudo a acostarse en la litera con suavidad, luego le sonrío y le acaricio los cabellos – Tranquila, es lo mas normal el sentir mareos en los primeros viajes.
Se levanto rápido y fue a la salida, se dio vuelta por ultima vez antes de salir.
- Voy en busca del remedio, hasta que vuelva intenta mirar fijamente un punto, eso ayuda a calmarlos un poco- Luego cerro la puerta y corrió a la cocina.
Llego en menos de lo que pensaba, el sucio cocinero estaba pelando algunas papas cuando llego, pero no había tiempo que perder, le explico solo lo básico y el marinero supo como corresponderle con igual rapidez. Le señalo con la cabeza un frasco que había sobre una repisa - infusión de jengibre – Fue todo lo que dijo. ¡Perfecto, eso alcanzaría! Tomo el frasco y corrió al cuarto.
Por suerte para ella Florangel no tardo en hacerse visible, a lo que varios marineros que estaban cerca reaccionaron dando un brinco por la sorpresa, decían algunos rezos y se marchaban sin mirarla mucho. Solía decirse que si ofendías a una bruja caería sobre ti una maldición que te perseguirá toda la vida, nadie quería enojarla de ningún modo, maga, hechicera, bruja, todo era igual para el común de la gente.
Cuando por fin la pudo ver se asusto por unos instantes, la chica tenia muy mal aspecto, estaba pálida como un muerto, tenia piel de gallina, se notaba que había estado devolviendo, sudaba y se la notaba cansada. Pobre chica, Sophitia se había olvidado que las personas solían sentir mareos en sus primeros viajes, para ella era tan normal estar en un barco que no se daba cuenta de esa clase de cosas. Pero no era tonta, sabia que era una reacción común en mucho.
- ¡Demonios! Si que te esta haciendo mal el viaje – Dijo en verdad preocupada – Ven, te ayudare de algún modo
Se acerco y la tomo por el brazo, entonces se dio cuenta de lo fría que estaba, la llevaría a la cama y le daría algún remedio para el mareo. Por suerte, al ser algo muy normal, habían varios remedios caseros muy efectivos.
De a poco la fue llevando hasta su camarote, tenia miedo que la chica se desmayara o algo similar. Cuando entraron al mismo, noto algo molesta que había solo una cama, de seguro no esperaban que tuviera una acompañante. Tendría que arreglárselas así, los cuartos no sobraban y lo que se solía hacer era colgar hamacas de las vigas del mismo barco. Pensaría en eso luego...
- Recuéstate aquí por favor, no debes preocuparte, te daré un remedio y ya veras que los mareos se te pasaran en seguida – La ayudo a acostarse en la litera con suavidad, luego le sonrío y le acaricio los cabellos – Tranquila, es lo mas normal el sentir mareos en los primeros viajes.
Se levanto rápido y fue a la salida, se dio vuelta por ultima vez antes de salir.
- Voy en busca del remedio, hasta que vuelva intenta mirar fijamente un punto, eso ayuda a calmarlos un poco- Luego cerro la puerta y corrió a la cocina.
Llego en menos de lo que pensaba, el sucio cocinero estaba pelando algunas papas cuando llego, pero no había tiempo que perder, le explico solo lo básico y el marinero supo como corresponderle con igual rapidez. Le señalo con la cabeza un frasco que había sobre una repisa - infusión de jengibre – Fue todo lo que dijo. ¡Perfecto, eso alcanzaría! Tomo el frasco y corrió al cuarto.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Quería, con toda su alma, mostrar fuerza y entereza ante la joven pirata, pero su cuerpo no estaba dispuesto a secundarla en ese cometido; apenas sí tuvo ánimo para levantar la cabeza y sonreír vagamente cuando la muchacha se acercó a ella,
- Me es-está haciendo muy mal – corroboró con voz balbuceante mientras, con movimientos inseguros, se soltaba por fin de la baranda para tomarse del brazo de Sophitia.
Avanzó guiada, o más bien cargada, por la pirata sin tener mayor conciencia de adonde la llevaba ni del espantado revuelo que su repentina aparición había provocado entre los marineros. Todos sus pensamientos estaban centrados en esa cabeza que no dejaba de girar, en ese vacío estómago que continuaba revolviéndose, en esas piernas que repentinamente parecían haberse vuelto de lana; al intenso malestar físico se le agregaba una creciente angustia ante la posibilidad de caerse o, peor aún, de desmayarse. ¿Por qué el dichoso barco no podía estarse quieto un rato?
El corto trayecto hacia el camarote de la pirata se le hizo eterno, pero finalmente concluyó y el premio por lograrlo fue una acogedora privacidad y una no menos acogedora litera, en la que se tendió con un suspiro agradecido; Sophitia no tenía necesidad de haberlo pedido.
Saber que lo que le pasaba era normal no le sirvió de consuelo; con todas las cosas anormales que le habían ocurrido en su corta vida, ¿porqué no marearse no podía ser parte de ellas?
Intentó seguir la recomendación de Sophitia, pero mantener la mirada fija en un punto en un lugar que se mueve cuando tu cabeza insiste en dar vueltas no resultaba nada fácil. Con todo, a falta de algo mejor que hacer, siguió intentándolo y descubrió, con sorpresa, que el mareo se desvanecía levemente. ¡La pirata sabía bien lo que decía! Para cuando la muchacha regresó, a ella los ojos comenzaban a cerrársele a fuerza de intentar mantenerlos fijos en la pared.
- Me es-está haciendo muy mal – corroboró con voz balbuceante mientras, con movimientos inseguros, se soltaba por fin de la baranda para tomarse del brazo de Sophitia.
Avanzó guiada, o más bien cargada, por la pirata sin tener mayor conciencia de adonde la llevaba ni del espantado revuelo que su repentina aparición había provocado entre los marineros. Todos sus pensamientos estaban centrados en esa cabeza que no dejaba de girar, en ese vacío estómago que continuaba revolviéndose, en esas piernas que repentinamente parecían haberse vuelto de lana; al intenso malestar físico se le agregaba una creciente angustia ante la posibilidad de caerse o, peor aún, de desmayarse. ¿Por qué el dichoso barco no podía estarse quieto un rato?
El corto trayecto hacia el camarote de la pirata se le hizo eterno, pero finalmente concluyó y el premio por lograrlo fue una acogedora privacidad y una no menos acogedora litera, en la que se tendió con un suspiro agradecido; Sophitia no tenía necesidad de haberlo pedido.
Saber que lo que le pasaba era normal no le sirvió de consuelo; con todas las cosas anormales que le habían ocurrido en su corta vida, ¿porqué no marearse no podía ser parte de ellas?
Intentó seguir la recomendación de Sophitia, pero mantener la mirada fija en un punto en un lugar que se mueve cuando tu cabeza insiste en dar vueltas no resultaba nada fácil. Con todo, a falta de algo mejor que hacer, siguió intentándolo y descubrió, con sorpresa, que el mareo se desvanecía levemente. ¡La pirata sabía bien lo que decía! Para cuando la muchacha regresó, a ella los ojos comenzaban a cerrársele a fuerza de intentar mantenerlos fijos en la pared.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Esquivando a los múltiples marineros corrió de vuelta al camarote con el frasco en mano, lo cierto era que nadie moría por los mareos, pero no quería que se sintiera mal en su primer viaje. Abrió la puerta algo atolondrada y cerro tras de si.
- Volví! Como lo pensaba en la cocina.... – Dejo de hablar de repente al ver que Florangel estaba quedándose dormida, eso significaba que la mayor parte de los mareos de seguro ya se habían pasado. Pero le preocupaba que cuando se despertara se sintiera aun peor, seria mejor que tomara al menos un pequeño sorbo del brebaje y luego si descansara.
Dejo sin hacer ruido el tarro con la medicina sobre una mesa de luz que había junto a la cama, luego se sentó al lado de su compañera. Ya se veía menos pálida, sus labios habían dejado de tener ese tono azulado y no parecía estar transpirando tan copiosamente como antes. Le apoyo la palma de la mano sobre la frente para cerciorarse de que no tuviera fiebre... Al parecer no tenia, quizás una línea.
Suspiro algo más tranquila, lo mejor seria dejarla descansar, eso la ayudaría a relajarse y que los mareos se calmen un poco. Miro el cuarto con algo mas de detalle, con todo el alboroto no había siquiera mirado como era el lugar. Estaba la cama, la mesa, un cofre para guardar cosas y una mesa algo más grande suponía para escribir o algo similar.
Se acerco al cofre buscando algo que necesitaba desde hace ya dos días. Como imagino, había tres ropas de recambio, estaban siendo muy bondadosos en verdad, pero también era predecible que no la harían ir frente a la reina con esos harapos que llevaba puestos. Había unas camisas blancas de algodón, algunos pantalones y botas. No estaba segura que a Florangel le gustara esa clase de ropa, pero era mejor que nada.
Saco una camisa cualquiera y unos pantalones, se quito sus ropas viejas y rotosas, estaban absolutamente inutilizables, así que las tiro a un costado del cuarto. Estaba a punto de ponerse la nueva camisa cuando sintió una conocida molestia, miro su herida aun sin cicatrizar, ya se había olvidado de su existencia, pero parecía estar bien, los puntos no se habían salido y no parecía infectado. Satisfecha termino de vestirse y volvió junto a la cama.
Tantas emociones la tenían algo cansada, necesitaba descansar ella también, miro como dormia la hechicera, ya parecía recuperada. Se sentó en el piso y apoyo la espalda contra la cama, sin mas preámbulos los párpados comenzaron a cerrársele, se relajo y se quedo completamente dormida.
- Volví! Como lo pensaba en la cocina.... – Dejo de hablar de repente al ver que Florangel estaba quedándose dormida, eso significaba que la mayor parte de los mareos de seguro ya se habían pasado. Pero le preocupaba que cuando se despertara se sintiera aun peor, seria mejor que tomara al menos un pequeño sorbo del brebaje y luego si descansara.
Dejo sin hacer ruido el tarro con la medicina sobre una mesa de luz que había junto a la cama, luego se sentó al lado de su compañera. Ya se veía menos pálida, sus labios habían dejado de tener ese tono azulado y no parecía estar transpirando tan copiosamente como antes. Le apoyo la palma de la mano sobre la frente para cerciorarse de que no tuviera fiebre... Al parecer no tenia, quizás una línea.
Suspiro algo más tranquila, lo mejor seria dejarla descansar, eso la ayudaría a relajarse y que los mareos se calmen un poco. Miro el cuarto con algo mas de detalle, con todo el alboroto no había siquiera mirado como era el lugar. Estaba la cama, la mesa, un cofre para guardar cosas y una mesa algo más grande suponía para escribir o algo similar.
Se acerco al cofre buscando algo que necesitaba desde hace ya dos días. Como imagino, había tres ropas de recambio, estaban siendo muy bondadosos en verdad, pero también era predecible que no la harían ir frente a la reina con esos harapos que llevaba puestos. Había unas camisas blancas de algodón, algunos pantalones y botas. No estaba segura que a Florangel le gustara esa clase de ropa, pero era mejor que nada.
Saco una camisa cualquiera y unos pantalones, se quito sus ropas viejas y rotosas, estaban absolutamente inutilizables, así que las tiro a un costado del cuarto. Estaba a punto de ponerse la nueva camisa cuando sintió una conocida molestia, miro su herida aun sin cicatrizar, ya se había olvidado de su existencia, pero parecía estar bien, los puntos no se habían salido y no parecía infectado. Satisfecha termino de vestirse y volvió junto a la cama.
Tantas emociones la tenían algo cansada, necesitaba descansar ella también, miro como dormia la hechicera, ya parecía recuperada. Se sentó en el piso y apoyo la espalda contra la cama, sin mas preámbulos los párpados comenzaron a cerrársele, se relajo y se quedo completamente dormida.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
La llegada de Sophitia interrumpió bruscamente su tránsito hacia el sueño, pero como al abrir los ojos el mareo se intensificara, permaneció con éstos cerrados. Abúlica a causa del malestar que experimentaba, permaneció quieta y callada mientras la pirata se sentaba a su lado y la examinaba, sintiendo un nuevo ramalazo de nostalgia cuando ésta colocó una mano sobre su frente; su madre solía hacer eso cuando quería comprobar si tenía fiebre.
La preocupación y el afecto que su compañera le demostraba ayudaban tanto a su recuperación como el reposo en cama. También contribuía mucho que el mar estuviera calmo y apenas soplara viento; el barco se movía lentamente y con apenas un leve bamboleo, lo que le permitía a su organismo irse gradualmente.
Se sentía cada vez más confortable y tranquila así, inmóvil en la cama, con los ojos cerrados, escuchando el ir y venir de la pirata e imaginando lo que hacía, mientras el sueño comenzaba a dominarla. Salía ya de estado de vigilia cuando sintió que Sophitia se sentaba en el suelo, junto a la cama. Intentó decirle que se tendiera en la cama junto a ella, que no había problema en que lo hiciera, pero su lengua se negó a obedecerle y no logró articular palabra; un segundo después estaba dormida y, como siempre que esto ocurría, completamente mimetizada con la litera. Si la pirata hubiese despertado en ese momento para echarle un vistazo y comprobar como estaba, se hubiera llevado un susto al no verla por ninguna parte.
Durmió profundamente y tuvo numerosos sueños que no logró recordar al despertar, largo rato después. Cuando por fin abrió los ojos, levemente desorientada, se sentía notablemente mejor. El balanceo del barco y el ruido de las olas pronto refrescaron su memoria: la charla con el extraño, la llegada al muelle, el momento de embarcarse, la emoción de la exploración, el mareo… Llegada a este punto, hizo un rápido inventario de si misma y descubrió con agrado que éste se había desvanecido.
Contenta, se sentó en la litera, sin recordar hacerse visible y miró alrededor.
La preocupación y el afecto que su compañera le demostraba ayudaban tanto a su recuperación como el reposo en cama. También contribuía mucho que el mar estuviera calmo y apenas soplara viento; el barco se movía lentamente y con apenas un leve bamboleo, lo que le permitía a su organismo irse gradualmente.
Se sentía cada vez más confortable y tranquila así, inmóvil en la cama, con los ojos cerrados, escuchando el ir y venir de la pirata e imaginando lo que hacía, mientras el sueño comenzaba a dominarla. Salía ya de estado de vigilia cuando sintió que Sophitia se sentaba en el suelo, junto a la cama. Intentó decirle que se tendiera en la cama junto a ella, que no había problema en que lo hiciera, pero su lengua se negó a obedecerle y no logró articular palabra; un segundo después estaba dormida y, como siempre que esto ocurría, completamente mimetizada con la litera. Si la pirata hubiese despertado en ese momento para echarle un vistazo y comprobar como estaba, se hubiera llevado un susto al no verla por ninguna parte.
Durmió profundamente y tuvo numerosos sueños que no logró recordar al despertar, largo rato después. Cuando por fin abrió los ojos, levemente desorientada, se sentía notablemente mejor. El balanceo del barco y el ruido de las olas pronto refrescaron su memoria: la charla con el extraño, la llegada al muelle, el momento de embarcarse, la emoción de la exploración, el mareo… Llegada a este punto, hizo un rápido inventario de si misma y descubrió con agrado que éste se había desvanecido.
Contenta, se sentó en la litera, sin recordar hacerse visible y miró alrededor.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
El casi imperceptible mecerse continuo del barco la hicieron dormir mucho más profundo de lo que pudiera dormir nunca en tierra, era como volver a su verdadero hogar, como cuando un espacio te llama y dice “quédate aquí conmigo”, y Sophitia estaba mas que encantada de responder afirmativamente.
Y así, soñó muchas cosas de lo mas placenteras, toda clase de hazañas maravillosas que la tenían por protagonista, se soñó como la reina de los piratas, como una heroína sin igual, peleando sobre mástiles, colgándose de sogas en llamas... No era de extrañarse por lo tanto que la muchacha sonriera levemente mientras dormía.
Pero los sueños siempre tienen un fin, y esta no iba a ser la excepción, ¡mejor que fuera así! Porque Sophitia deseaba fervientemente hacer cosas incluso mucho mejores en la vida real, y nada impediría que lo lograra. En eso estaba pensando la pirata mientras se quitaba los últimos rezagos del sueño, se desperezo con toda la calma y volteo para ver como seguía la enferma.
Para su sorpresa ya no estaba, ¡otra vez se le había escapado! Parecía que el destino no quería que pudiera pasar mas de 5 minutos en componía de su amiga. Sophitia dio un sonoro suspiro, que pena, le gustaría hablar con ella de varias cosas, como de la misión que les esperaba, de las cosas que harían.... En fin, ya no había que hacer..
Se levanto de un salto y se arreglo un poco el desordenado cabello, tampoco mucho, que no había nadie a quien gustar. Luego abrió la puerta dispuesta a ir a buscar algo para comer, ya había pasado una buena cantidad de horas desde el desayuno inexistente de la mañana y el mar siempre le abría el apetito.
Por un segundo penso en la habilidad de su amiga para hacerse invisible... pero no veía motivo alguno para que estuviera en esa forma... Así que, simplemente continuo con su idea original.
Y así, soñó muchas cosas de lo mas placenteras, toda clase de hazañas maravillosas que la tenían por protagonista, se soñó como la reina de los piratas, como una heroína sin igual, peleando sobre mástiles, colgándose de sogas en llamas... No era de extrañarse por lo tanto que la muchacha sonriera levemente mientras dormía.
Pero los sueños siempre tienen un fin, y esta no iba a ser la excepción, ¡mejor que fuera así! Porque Sophitia deseaba fervientemente hacer cosas incluso mucho mejores en la vida real, y nada impediría que lo lograra. En eso estaba pensando la pirata mientras se quitaba los últimos rezagos del sueño, se desperezo con toda la calma y volteo para ver como seguía la enferma.
Para su sorpresa ya no estaba, ¡otra vez se le había escapado! Parecía que el destino no quería que pudiera pasar mas de 5 minutos en componía de su amiga. Sophitia dio un sonoro suspiro, que pena, le gustaría hablar con ella de varias cosas, como de la misión que les esperaba, de las cosas que harían.... En fin, ya no había que hacer..
Se levanto de un salto y se arreglo un poco el desordenado cabello, tampoco mucho, que no había nadie a quien gustar. Luego abrió la puerta dispuesta a ir a buscar algo para comer, ya había pasado una buena cantidad de horas desde el desayuno inexistente de la mañana y el mar siempre le abría el apetito.
Por un segundo penso en la habilidad de su amiga para hacerse invisible... pero no veía motivo alguno para que estuviera en esa forma... Así que, simplemente continuo con su idea original.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Iba a saludar a Sophitia cuando ésta miró en su dirección, pero se quedó con la boca abierta, sin emitir palabra, al notar que la muchacha suspiraba, se incorporaba, se acomodaba un poco el pelo y se aprestaba a salir sin prestarle la menor atención, como si ella no estuviera ahí.
¿Qué le pasaba? ¿Por qué la ignoraba de esa forma? Tan sorprendida estaba por la indiferente actitud de quien hasta ese momento se había mostrado tan afectuosa y preocupada por su bienestar que ni siquiera alcanzó a formular preguntas o protestas.
Sólo el sonido de la puerta al cerrase la hizo reaccionar. Rápidamente, saltó fuera de la cama para ir tras la pirata y estuvo a punto de caerse al no tomar en cuenta el balanceo del barco. Pero la indignación que el aparente desaire de su amiga le había causado le dio la energía suficiente para recuperarse. ¡Eso no se iba a quedar así! Si Sophitia se había enojado con ella por marearse o si se había arrepentido de llevarla o si estaba molesta por vaya-a-saber-uno-que-cosa, debía decírselo directamente, a la cara. No tenía por que comportarse como si no la hubiera visto…
Como si no la hubiera visto…
¡Pero qué tonta era! Había olvidado hacerse visible cuando despertó. Sophitia seguramente había creído que ella había salido del camarote y ella pensando que la ignoraba porque estaba disgustada. ¡Tonta! ¡Más que tonta!
Cuando salió del camarote, visible de nuevo, vio que su amiga sólo le llevaba un par de metros de ventaja.
- ¡Sophitia! – llamó a voz en cuello - ¡Estoy aquí!
Preocupada de atraer la atención de Sophitia, no notó que el sol ya estaba bastante bajo en le cielo. Ni observó tampoco que, en el horizonte, gruesas y oscuras nubes comenzaban a juntarse.
¿Qué le pasaba? ¿Por qué la ignoraba de esa forma? Tan sorprendida estaba por la indiferente actitud de quien hasta ese momento se había mostrado tan afectuosa y preocupada por su bienestar que ni siquiera alcanzó a formular preguntas o protestas.
Sólo el sonido de la puerta al cerrase la hizo reaccionar. Rápidamente, saltó fuera de la cama para ir tras la pirata y estuvo a punto de caerse al no tomar en cuenta el balanceo del barco. Pero la indignación que el aparente desaire de su amiga le había causado le dio la energía suficiente para recuperarse. ¡Eso no se iba a quedar así! Si Sophitia se había enojado con ella por marearse o si se había arrepentido de llevarla o si estaba molesta por vaya-a-saber-uno-que-cosa, debía decírselo directamente, a la cara. No tenía por que comportarse como si no la hubiera visto…
Como si no la hubiera visto…
¡Pero qué tonta era! Había olvidado hacerse visible cuando despertó. Sophitia seguramente había creído que ella había salido del camarote y ella pensando que la ignoraba porque estaba disgustada. ¡Tonta! ¡Más que tonta!
Cuando salió del camarote, visible de nuevo, vio que su amiga sólo le llevaba un par de metros de ventaja.
- ¡Sophitia! – llamó a voz en cuello - ¡Estoy aquí!
Preocupada de atraer la atención de Sophitia, no notó que el sol ya estaba bastante bajo en le cielo. Ni observó tampoco que, en el horizonte, gruesas y oscuras nubes comenzaban a juntarse.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Redi había estado observando desde las sombras, como Sophitia disfrutaba del barco, casi como si se alimentara de él, como la amiga desaparecía para reaparecer después junto a la pirata echa un auténtico trapo, como esta se la llevaba al camarote y como se pasaron allí prácticamente todo el día.
Suspiró, esperaba que la joven que acompañaba a Sophitia no fuera un estorbo o un impedimento para Valeska, esta no se andaba por las ramas cuando algo estorbaba lo quitaba del medio… mejor no adelantar acontecimientos, ella había venido porque había querido que se atuviera a las consecuencias.
Como el viaje duraba unos días no tenía prisa por encontrarse con la extraña pareja, además ¿Qué les iba a decir? ¿Qué no sabía nada del encargo? ¿Qué su jefa no le había contado nada? Lo único que tenía que hacer era llevar a la pirata ante Valeska y punto. Mejor si se entretenían ellas solas hasta que amarraran en el puerto.
Salió a la cubierta del barco y se apoyó contra la barandilla, mirando el horizonte… que relajante podía llegar a ser aquello para alguien acostumbrado a la mar. Su olfato acostumbrado a detectar los cambios en los olores del mar, detectaron algo fuera de lo “normal”. Se avecinaba una de esas tormentas tropicales, una de esas que sacudían hasta los cimientos del mismo océano, duraban poco pero eran intensas. En pocas horas el cielo se cubriría de nubes y para la noche comenzaría a llover.
Sin ninguna gana de mojarse y cansado por la continua tensión que las misiones de Valeska le producían, se encaminó a su camarote. Mientras caminaba hacia el interior, sonrió para sí mismo, la primera consecuencia de la decisión de la joven que acompañaba a Sophitia, sería sobrevivir con su estómago intacto al balanceo de la dura tormenta.
Suspiró, esperaba que la joven que acompañaba a Sophitia no fuera un estorbo o un impedimento para Valeska, esta no se andaba por las ramas cuando algo estorbaba lo quitaba del medio… mejor no adelantar acontecimientos, ella había venido porque había querido que se atuviera a las consecuencias.
Como el viaje duraba unos días no tenía prisa por encontrarse con la extraña pareja, además ¿Qué les iba a decir? ¿Qué no sabía nada del encargo? ¿Qué su jefa no le había contado nada? Lo único que tenía que hacer era llevar a la pirata ante Valeska y punto. Mejor si se entretenían ellas solas hasta que amarraran en el puerto.
Salió a la cubierta del barco y se apoyó contra la barandilla, mirando el horizonte… que relajante podía llegar a ser aquello para alguien acostumbrado a la mar. Su olfato acostumbrado a detectar los cambios en los olores del mar, detectaron algo fuera de lo “normal”. Se avecinaba una de esas tormentas tropicales, una de esas que sacudían hasta los cimientos del mismo océano, duraban poco pero eran intensas. En pocas horas el cielo se cubriría de nubes y para la noche comenzaría a llover.
Sin ninguna gana de mojarse y cansado por la continua tensión que las misiones de Valeska le producían, se encaminó a su camarote. Mientras caminaba hacia el interior, sonrió para sí mismo, la primera consecuencia de la decisión de la joven que acompañaba a Sophitia, sería sobrevivir con su estómago intacto al balanceo de la dura tormenta.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Cerro la puerta tras de ella, tenia hambre, pero también estaba preocupada por el paradero de su amiga. No es que no pudiera cuidarse sola, pero esto de los barcos obviamente era nuevo para ella y temía que se metiera en problemas con la tripulación o algo, no había remedio, cuando quisiera aparecer simplemente aparecería, así era ella. Sonrió se echo a reír sola al pensar esto ultimo, ya hablaba como si la conociera de toda la vida, que bonito se sentía poder tener a alguien así, si bien se conocían desde hace muy poco, habían pasado varias cosas muy serias juntas, eso las había acercado.
Solo había caminado unos pocos metros cuando escucho tras de si la voz de su amiga, la pirata se dio vuelta sonriendo de oreja a oreja ¡allí estaba! Esta vez había aparecido muy rápido, que feliz la ponía eso. Tenia mucho mejor aspecto, mas relajada al ver que Florangel se sentía mejor no pudo evitar reírse un poco al notar como se balanceaba al caminar, acostumbrarse al movimiento del barco no era fácil.
Dio algunas grandes zancadas para llegar a ella lo antes posible, y la tomo del brazo, se mostró sinceramente feliz, no tenia por que ocultarlo.
- ¿Dónde te habías metido? – La regaño en broma mientras caminaban del brazo – Me vas a hacer salir canas verdes de los sustos que me haces pasar...
Puso cara como de madre enojada, pero no resistió mucho y se echo a reír sin mas, no le salía en lo absoluto ser regañona, y la muchacha era demasiado adorable como para decirle nada. ¿Seria el mar el que la ponía de tan buen humor? No lo podría afirmar, pero apostaría un diente de oro a que al menos era uno de los motivos.
Habían estado caminando hacia la cocina a pedir algo de comer, pero entonces Sophitia se percato de un detalle. Se detuvo en seco y miro a su acompañante, ¡seguía llevando la misma ropa que tenían cuando subieron al barco! La pobre entre el mareo, y las idas y vueltas no había podido cambiarse.
- Florangel, ¿no preferirías cambiarte de ropa antes de ir a comer? Así estarás mas cómoda – Mientras decía esto recordó también el remedio para los mareos – Hay ropa limpia en el cajón que esta en el cuarto, ah! Y te recomiendo que bebas un poco del liquido que hay en el frasco que esta junto a la cama, que los mareos se hallan ido por ahora no significa que no vayan a volver....- Le sonrió y se apoyo en la baranda dando a entender que ahí la esperaría mientras tanto
Cerro los ojos para sentir mejor el olor del aire mientras esperaba, se encontraba disfrutando de las miles de sensaciones que el mar le devolvía cuando sintió un olor muy conocido. Abrió los ojos muy grandes, entre asustada y emocionada.... ¡Se acercaba una tormenta! Comenzó a reír sola, el viaje se pondría muy bueno....
Dejándose llevar por la alegria, corrió al camarote siguiendo los pasos de su compañera, abrió la puerta de un golpe encontrándola dentro. Si el movimiento normal de barco la mareaba, entonces con una tormenta fuerte....
- Será mejor que te prepares, compañera, se esta acercando una tormenta... ¡y una de las buenas! – Con el rostro hacia un esfuerzo enorme por mostrarse preocupada, pero el brillo de sus ojos delataba su emoción.
Solo había caminado unos pocos metros cuando escucho tras de si la voz de su amiga, la pirata se dio vuelta sonriendo de oreja a oreja ¡allí estaba! Esta vez había aparecido muy rápido, que feliz la ponía eso. Tenia mucho mejor aspecto, mas relajada al ver que Florangel se sentía mejor no pudo evitar reírse un poco al notar como se balanceaba al caminar, acostumbrarse al movimiento del barco no era fácil.
Dio algunas grandes zancadas para llegar a ella lo antes posible, y la tomo del brazo, se mostró sinceramente feliz, no tenia por que ocultarlo.
- ¿Dónde te habías metido? – La regaño en broma mientras caminaban del brazo – Me vas a hacer salir canas verdes de los sustos que me haces pasar...
Puso cara como de madre enojada, pero no resistió mucho y se echo a reír sin mas, no le salía en lo absoluto ser regañona, y la muchacha era demasiado adorable como para decirle nada. ¿Seria el mar el que la ponía de tan buen humor? No lo podría afirmar, pero apostaría un diente de oro a que al menos era uno de los motivos.
Habían estado caminando hacia la cocina a pedir algo de comer, pero entonces Sophitia se percato de un detalle. Se detuvo en seco y miro a su acompañante, ¡seguía llevando la misma ropa que tenían cuando subieron al barco! La pobre entre el mareo, y las idas y vueltas no había podido cambiarse.
- Florangel, ¿no preferirías cambiarte de ropa antes de ir a comer? Así estarás mas cómoda – Mientras decía esto recordó también el remedio para los mareos – Hay ropa limpia en el cajón que esta en el cuarto, ah! Y te recomiendo que bebas un poco del liquido que hay en el frasco que esta junto a la cama, que los mareos se hallan ido por ahora no significa que no vayan a volver....- Le sonrió y se apoyo en la baranda dando a entender que ahí la esperaría mientras tanto
Cerro los ojos para sentir mejor el olor del aire mientras esperaba, se encontraba disfrutando de las miles de sensaciones que el mar le devolvía cuando sintió un olor muy conocido. Abrió los ojos muy grandes, entre asustada y emocionada.... ¡Se acercaba una tormenta! Comenzó a reír sola, el viaje se pondría muy bueno....
Dejándose llevar por la alegria, corrió al camarote siguiendo los pasos de su compañera, abrió la puerta de un golpe encontrándola dentro. Si el movimiento normal de barco la mareaba, entonces con una tormenta fuerte....
- Será mejor que te prepares, compañera, se esta acercando una tormenta... ¡y una de las buenas! – Con el rostro hacia un esfuerzo enorme por mostrarse preocupada, pero el brillo de sus ojos delataba su emoción.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Aunque quizás con demasiada frecuencia no hacía lo que se esperaba de ella y le resultaba francamente difícil acatar órdenes o someterse a la disciplina, siempre respondía ante las manifestaciones de afecto. El cariño era la herramienta que sus padres habían usado para gobernarla, hasta donde era posible, a lo largo de su corta vida.
De haberla regañado en serio, quizás Sophitia se hubiera encontrado con una airada respuesta de vuelta. Pero el tono de voz que empleó, que de súbito le recordó mucho al que usaba su madre en algunas ocasiones, la hizo entender que su molestia era fingida, lo que quedó ratificado con la risa que soltó a continuación.
- Estaba en el camarote, sólo que no me viste – explicó, coreando su risa – Pero trataré de portarme mejor, el cabello verde no te sentaría bien.
Explicarle a su amiga lo del mimetismo era un asunto que no podía dilatar más. Aunque no tenía idea de que a la joven pirata la entristecían sus desapariciones, si se daba cuenta de que no podía permitir que continuase pensando que se marchaba cada vez que se mimetizaba, al quedarse dormida o por la razón que fuera, y que se preocupara por ello.
Iba a comentarle algo al respecto, cuando Sophitia se detuvo en seco y la miró. Ella, a su vez, le sostuvo la mirada, quedándose en suspenso un instante y preguntándose que había hecho esta vez. En realidad, ahora se trataba de lo que no había hecho. ¿Qué si preferiría cambiarse de ropa? Sorprendida, reparó por primera vez en que su compañera lucía un atuendo nuevo y limpio y que ella continuaba llevando el mismo vestido roto, sucio y ajado ¡Estaba hecha un adefesio! ¡Claro que quería cambiarse!
Apenas la pirata terminó de darle las indicaciones, le dio las gracias y se devolvió al camarote tan rápido como podía con el balanceo del barco. Lo primero que hizo al llegar fue beber un sorbo del frasco que le habían indicado, ¡que mal sabor tenía el condenado!, y luego buscó la ropa en el cajón. Sonrió contenta al verla, ¡eran camisas, pantalones y botas, justo lo que quería! Quizás le quedaran un poco grandes, pensó al examinar las prendas, pero eso era algo que podía solucionar fácilmente si se hacía de hilo y aguja y algún relleno para las botas.
Examinado la ropa estaba cuando Sophitia entró de golpe a la habitación, sobresaltándola. Parecía muy emocionada por algo. ¿Una tormenta? ¿Una de las buenas? Se la quedó mirando horrorizada. Por su mente no cruzaba la idea de un barco abatido por las olas, el viento y los rayos, desapareciendo en el fondo del mar. Lo que la horrorizaba era la idea del bamboleo del barco multiplicado por mil y su estómago moviéndose al compás. Se sentó en la cama, sintiendo que ya empezaba a marearse de nuevo.
- ¿Crees… crees que si me tomo todo el frasco de esa cosa servirá de algo? – preguntó con voz débil.
De haberla regañado en serio, quizás Sophitia se hubiera encontrado con una airada respuesta de vuelta. Pero el tono de voz que empleó, que de súbito le recordó mucho al que usaba su madre en algunas ocasiones, la hizo entender que su molestia era fingida, lo que quedó ratificado con la risa que soltó a continuación.
- Estaba en el camarote, sólo que no me viste – explicó, coreando su risa – Pero trataré de portarme mejor, el cabello verde no te sentaría bien.
Explicarle a su amiga lo del mimetismo era un asunto que no podía dilatar más. Aunque no tenía idea de que a la joven pirata la entristecían sus desapariciones, si se daba cuenta de que no podía permitir que continuase pensando que se marchaba cada vez que se mimetizaba, al quedarse dormida o por la razón que fuera, y que se preocupara por ello.
Iba a comentarle algo al respecto, cuando Sophitia se detuvo en seco y la miró. Ella, a su vez, le sostuvo la mirada, quedándose en suspenso un instante y preguntándose que había hecho esta vez. En realidad, ahora se trataba de lo que no había hecho. ¿Qué si preferiría cambiarse de ropa? Sorprendida, reparó por primera vez en que su compañera lucía un atuendo nuevo y limpio y que ella continuaba llevando el mismo vestido roto, sucio y ajado ¡Estaba hecha un adefesio! ¡Claro que quería cambiarse!
Apenas la pirata terminó de darle las indicaciones, le dio las gracias y se devolvió al camarote tan rápido como podía con el balanceo del barco. Lo primero que hizo al llegar fue beber un sorbo del frasco que le habían indicado, ¡que mal sabor tenía el condenado!, y luego buscó la ropa en el cajón. Sonrió contenta al verla, ¡eran camisas, pantalones y botas, justo lo que quería! Quizás le quedaran un poco grandes, pensó al examinar las prendas, pero eso era algo que podía solucionar fácilmente si se hacía de hilo y aguja y algún relleno para las botas.
Examinado la ropa estaba cuando Sophitia entró de golpe a la habitación, sobresaltándola. Parecía muy emocionada por algo. ¿Una tormenta? ¿Una de las buenas? Se la quedó mirando horrorizada. Por su mente no cruzaba la idea de un barco abatido por las olas, el viento y los rayos, desapareciendo en el fondo del mar. Lo que la horrorizaba era la idea del bamboleo del barco multiplicado por mil y su estómago moviéndose al compás. Se sentó en la cama, sintiendo que ya empezaba a marearse de nuevo.
- ¿Crees… crees que si me tomo todo el frasco de esa cosa servirá de algo? – preguntó con voz débil.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
La sangre hervía en sus venas, hacia ya mucho que no vivía una tormenta desde en un barco, recordó muchos días en los cuales se sentaba en algún bar de turno a ver pasar los chaparrones mientras suspiraba y bebía. Esta vez seria completamente diferente.
Pero pronto tuvo que volver a la realidad, vio a su compañera ponerse pálida y caer en seco sobre la cama. Se recrimino en silencio, que egoísta era, ¿como podía olvidarse del mareo de Florangel? Tonta, muy tonta, era obvio que para ella la noticia no era para nada buena.
Sin saber muy bien qué decir, se acerco a ella, se sentó a su lado y le puso una mano sobre el hombro. De algún modo tenia que levantarle el animo.
- Oye, no te preocupes, si te quedas aquí dentro no sera tanto - Le sonrió, intentando calmarla - Mmmm, no creo que el remedio funcione así, jajaja. Pero si te haría bien que tomaras un poco cada cierta cantidad de horas.
En parte (solo en parte), era cierto que estaría mejor allí dentro, evitaría los litros de agua sobre su cabeza, y el riesgo de caer por la borda. Pero no había modo de que evitara los terribles sacudones, ni tampoco los mareos, el remedio que le había traído era bueno, pero no mágico... Mágico?
- Y tu que sabes de estas cosas, ¿No tienen ningún hechizo que te ayude en esta? Comooo.... Digamos... Algo que te haga dormir... Mmmm, no se, no entiendo bien como funcionan esas cosas...
Suponía que si supiera de algún modo para quitarse los mareos ya lo habría hecho, así que descartaba esa opción.
Se levanto y abrió la puerta para ver que tan lejos estaba la tan nombrada tormenta, unas enormes nubes negras se veían claramente no muy lejos, en menos de una hora ya estaría tocando a la puerta, había que asegurar el barco.
- Florangel, sea como sea, de seguro ahora están con los preparativos del barco. Iré a ver si puedo ayudar en algo, pero en seguida regreso- Debía acostumbrarse a tratarla como a un adulta, al fin y al cabo casi no tenían diferencia de edad. Pero su dulce rostro a veces la hacían olvidarse de esos detalles, cuando la miraba veía a una hermana pequeña.
Se pellizco un cachete para dejar de pensar esas cosas en un momento así, mientras salia del cuarto.
Pero pronto tuvo que volver a la realidad, vio a su compañera ponerse pálida y caer en seco sobre la cama. Se recrimino en silencio, que egoísta era, ¿como podía olvidarse del mareo de Florangel? Tonta, muy tonta, era obvio que para ella la noticia no era para nada buena.
Sin saber muy bien qué decir, se acerco a ella, se sentó a su lado y le puso una mano sobre el hombro. De algún modo tenia que levantarle el animo.
- Oye, no te preocupes, si te quedas aquí dentro no sera tanto - Le sonrió, intentando calmarla - Mmmm, no creo que el remedio funcione así, jajaja. Pero si te haría bien que tomaras un poco cada cierta cantidad de horas.
En parte (solo en parte), era cierto que estaría mejor allí dentro, evitaría los litros de agua sobre su cabeza, y el riesgo de caer por la borda. Pero no había modo de que evitara los terribles sacudones, ni tampoco los mareos, el remedio que le había traído era bueno, pero no mágico... Mágico?
- Y tu que sabes de estas cosas, ¿No tienen ningún hechizo que te ayude en esta? Comooo.... Digamos... Algo que te haga dormir... Mmmm, no se, no entiendo bien como funcionan esas cosas...
Suponía que si supiera de algún modo para quitarse los mareos ya lo habría hecho, así que descartaba esa opción.
Se levanto y abrió la puerta para ver que tan lejos estaba la tan nombrada tormenta, unas enormes nubes negras se veían claramente no muy lejos, en menos de una hora ya estaría tocando a la puerta, había que asegurar el barco.
- Florangel, sea como sea, de seguro ahora están con los preparativos del barco. Iré a ver si puedo ayudar en algo, pero en seguida regreso- Debía acostumbrarse a tratarla como a un adulta, al fin y al cabo casi no tenían diferencia de edad. Pero su dulce rostro a veces la hacían olvidarse de esos detalles, cuando la miraba veía a una hermana pequeña.
Se pellizco un cachete para dejar de pensar esas cosas en un momento así, mientras salia del cuarto.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Aún en medio de su tribulación se daba cuenta de lo excitada y emocionada que estaba Sophitia ante la idea de la próxima tormenta. Sintió curiosidad y, ¿por qué no decirlo?, más que una pizca de envidia. Iba a ocurrir algo tan emocionante como una tormenta en alta mar y ella se lo iba a perder… por un mareo. Claro que no era un mareo común, sólo aquella vez que había sido herida con una flecha cuando volaba en forma de halcón y había sufrido varias fracturas producto de la caída, se había sentido peor que ahora. De todos modos, empezaba a sentirse enojada consigo misma por sentirse tan amilanada, no estaba acostumbrada a ello. ¡Tenía que haber una manera de superar ese trance!
Agradeció sinceramente que la pirata hiciera una pausa en su anticipado goce de la inminente tormenta y se acercara a tranquilizarla; aunque, en ese momento, sus palabras no le sirvieron de mucho, el gesto en si mismo fue reconfortante.
- No, no conozco ninguno.
Saber que el frasco entero no la protegería del mareo fue decepcionante y no conocía ningún hechizo para dormir (¿por qué no le habrían enseñado algo tan útil en la Academia en lugar de hacerla practicar el hechizo de traslación que tantos problemas le había causado?) No solía tener problemas para dormirse cuando tenía sueño pero, lamentablemente, ese día había dormido demasiado y estaba completamente despabilada.
Con todo, las palabras de Sophitia no cayeron en terreno infértil. Cuando la joven se marchó para ir a ayudar en los preparativos para enfrentar la tormenta, la idea de la magia siguió dando vueltas en su mente. No conocía hechizos anti mareos ni que lo hicieran dormir, pero sus otras habilidades tenían que servirle de algo. Si como Florangél no podía resistir la tormenta sin marearse, si tomaba la forma de otro ser tal vez si pudiera. Resistiendo la tentación de poner manos a la obra con el primer animal que se le vino a la cabeza, no sabía cuanto podía durar la tormenta y sólo se podía transformar tres veces seguidas, durante tres horas en total, se tendió en la cama, luego de cambiarse de ropa y se puso a repasar sus conocimientos de zoología para elegir el animal más adecuado, tomando una sorbo de la infusión de jengibre de cuando en cuando.
Agradeció sinceramente que la pirata hiciera una pausa en su anticipado goce de la inminente tormenta y se acercara a tranquilizarla; aunque, en ese momento, sus palabras no le sirvieron de mucho, el gesto en si mismo fue reconfortante.
- No, no conozco ninguno.
Saber que el frasco entero no la protegería del mareo fue decepcionante y no conocía ningún hechizo para dormir (¿por qué no le habrían enseñado algo tan útil en la Academia en lugar de hacerla practicar el hechizo de traslación que tantos problemas le había causado?) No solía tener problemas para dormirse cuando tenía sueño pero, lamentablemente, ese día había dormido demasiado y estaba completamente despabilada.
Con todo, las palabras de Sophitia no cayeron en terreno infértil. Cuando la joven se marchó para ir a ayudar en los preparativos para enfrentar la tormenta, la idea de la magia siguió dando vueltas en su mente. No conocía hechizos anti mareos ni que lo hicieran dormir, pero sus otras habilidades tenían que servirle de algo. Si como Florangél no podía resistir la tormenta sin marearse, si tomaba la forma de otro ser tal vez si pudiera. Resistiendo la tentación de poner manos a la obra con el primer animal que se le vino a la cabeza, no sabía cuanto podía durar la tormenta y sólo se podía transformar tres veces seguidas, durante tres horas en total, se tendió en la cama, luego de cambiarse de ropa y se puso a repasar sus conocimientos de zoología para elegir el animal más adecuado, tomando una sorbo de la infusión de jengibre de cuando en cuando.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Sophitia se dirigió con paso acelerado a donde suponía que iba a estar todo el embrollo, al mástil principal. El capitán se encontraba yendo de un lado a otro, gritando ordenes para que nadie se librara de la obligación de ayudar. Y la muchacha precisamente lo que mas quería era ser útil.
El simple echo de ver a los marineros colgados de las vergas, cerrando apresurados las velas, tomando las jarcias y tensandolas o soltándolas dependiendo de lo que necesitaran, la llenaban de emoción. El viento ya había incrementado notablemente, y el día se veía oscurecido por las enormes nubes.
Hablo brevemente con el capitán antes de que este aceptara, en situaciones normales no accedería a que una extraña se uniera así como así a su tripulación, pero la tormenta estaba tocando la puerta, y mientras más manos ayudaran, más posibilidades habían de pasar sin percances.
Rápidamente se trepo con destreza al trinquete y agarro una de las jarcias que tenia cerca, colgándose de la misma bajo de un salto de nuevo al suelo y junto con varios hombres lograron amarrarla. Se repartió en diferentes tareas durante largo rato, saltando, atando, desatando, corriendo y trepando. Cuando el principio de la tormenta comenzó a caer gran parte del trabajo estaba terminado, caía sobre todos una fina pero constante lluvia que calaba hasta los huesos.
Solo quedaba esperar, todo lo que hubiese que hacer tenia que hacerse cuando la misma estaba desarrollándose. Sophitia silbaba bajo en medio del bullicio general mientras ataba unos barriles, se aseguraba que el nudo fuera lo suficientemente fuerte para que no se soltaran y salieran rodando por la borda. El capitán paso cerca de allí y le señalo que ya estaba bien, una pocas palmadas en el hombro fueron la única señal de lo que seria un "gracias".
La pirata se incorporo feliz de haber podido participar y se dirigió al camarote donde esperaba encontrar a su compañera. El movimiento del barco ya resultaba bastante vertiginoso, las olas se volvían a cada momento más enormes producto del viento y golpeaban el barco sin reserva ni piedad.
Abrió la puerta despacio, no sabia si Florangel estaría dormida o no. Se encontraba totalmente mojada, chorreaba literalmente agua, pero una sonrisa adornaba su rostro.
El simple echo de ver a los marineros colgados de las vergas, cerrando apresurados las velas, tomando las jarcias y tensandolas o soltándolas dependiendo de lo que necesitaran, la llenaban de emoción. El viento ya había incrementado notablemente, y el día se veía oscurecido por las enormes nubes.
Hablo brevemente con el capitán antes de que este aceptara, en situaciones normales no accedería a que una extraña se uniera así como así a su tripulación, pero la tormenta estaba tocando la puerta, y mientras más manos ayudaran, más posibilidades habían de pasar sin percances.
Rápidamente se trepo con destreza al trinquete y agarro una de las jarcias que tenia cerca, colgándose de la misma bajo de un salto de nuevo al suelo y junto con varios hombres lograron amarrarla. Se repartió en diferentes tareas durante largo rato, saltando, atando, desatando, corriendo y trepando. Cuando el principio de la tormenta comenzó a caer gran parte del trabajo estaba terminado, caía sobre todos una fina pero constante lluvia que calaba hasta los huesos.
Solo quedaba esperar, todo lo que hubiese que hacer tenia que hacerse cuando la misma estaba desarrollándose. Sophitia silbaba bajo en medio del bullicio general mientras ataba unos barriles, se aseguraba que el nudo fuera lo suficientemente fuerte para que no se soltaran y salieran rodando por la borda. El capitán paso cerca de allí y le señalo que ya estaba bien, una pocas palmadas en el hombro fueron la única señal de lo que seria un "gracias".
La pirata se incorporo feliz de haber podido participar y se dirigió al camarote donde esperaba encontrar a su compañera. El movimiento del barco ya resultaba bastante vertiginoso, las olas se volvían a cada momento más enormes producto del viento y golpeaban el barco sin reserva ni piedad.
Abrió la puerta despacio, no sabia si Florangel estaría dormida o no. Se encontraba totalmente mojada, chorreaba literalmente agua, pero una sonrisa adornaba su rostro.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
A diferencia de su capacidad de mimetismo, connatural a todos los miembros de su pueblo, no había nacido con la habilidad de transformarse en cualquier animal que conociera, directa o indirectamente. Esa le había sido otorgada cuando tenía poco más de nueve años, pero se había adaptado rápidamente a ella y ya no recordaba como era vivir sin esa capacidad.
Tendida en el camastro, notando con desazón como el barco se movía cada vez con mayor fuerza y su estómago comenzaba a agitarse de nuevo, repasaba la lista de animales que conocía, personalmente o por referencias, tratando de elegir el más adecuado para eludir los efectos del zarandeo de la embarcación producto de la tempestad.
No las tenía todas consigo, sin embargo. Espontáneamente, pensaba en transformarse frente a toda situación que requiriera recursos especiales, pero en esta ocasión esa no parecía ser la mejor alternativa. Para empezar, no estaba realmente segura de que los animales no se marearan. Luego, no sabía cuanto podía durar la tormenta; había leído sobre algunas que habían durado toda una noche, no podía estar transformada tanto tiempo, su poder tenía limitaciones temporales. Y finalmente, para usar al máximo esa habilidad, tenía que estar físicamente bien, condición que no se cumplía en esta oportunidad. El violento mareo había dejado huellas que el sueño no había podido borrar, sobre todo porque el barco, como es natural continuaba moviéndose bajo sus pies, cada vez más. No podía estar segura de cuanto podía sostener una transformación. Definitivamente, la transformación no era una buena solución.
Desalentada, tomó otro sorbo de la infusión de jengibre. ¡Qué tremenda perdida de tiempo había sido su paso por la Academia de Magos! No sólo se había metido en el peor lío de su vida intentando hacer un hechizo de traslación, si no que tampoco le habían enseñado nada que le pudiera ser útil en una circunstancia tan difícil como la que estaba viviendo. Nada que le permitiera evitar los mareos o dormirse a voluntad o hacer amainar la tormenta o hacer que el barco volara. En este brete no necesitaba agua, ya había demasiada y pronto habría más, ni fuego, ni luz, ni alarmas ni escudos ni…
… burbujas.
Espera un momento… burbujas ¡Eso era! Se sentó de golpe en la cama, emocionada, y lo brusco del movimiento la hizo marearse, obligándola a tenderse de nuevo, pero estaba tan contenta que no le importó. ¡Había encontrado la solución! Mejor dicho, había encontrado su salvación. Una burbuja mágica era lo que necesitaba, la envolvería por completo y la haría flotar sobre el piso, unos centímetros tan sólo, pero sería suficiente; si no tocaba el suelo, no se marearía. Además podía mantenerla todo el tiempo que quisiera, no tenía límite temporal y no necesitaba mucha energía para crearla y mantenerla. Incluso podría salir a cubierta durante la tormenta, prácticamente sin mojarse. ¡Era fantástico, maravilloso!
Se sentó en la cama, con más cuidado esta vez y recitó el hechizo para crear la burbuja en torno suyo, Cuando Sophitia regresó, ella se encontraba flotando en medio de una especie de halo, con los ojos brillantes de alegría y una radiante sonrisa adornando su rostro.
- ¡Mira! – exclamó – Ya encontré la manera de no marearme.
Tendida en el camastro, notando con desazón como el barco se movía cada vez con mayor fuerza y su estómago comenzaba a agitarse de nuevo, repasaba la lista de animales que conocía, personalmente o por referencias, tratando de elegir el más adecuado para eludir los efectos del zarandeo de la embarcación producto de la tempestad.
No las tenía todas consigo, sin embargo. Espontáneamente, pensaba en transformarse frente a toda situación que requiriera recursos especiales, pero en esta ocasión esa no parecía ser la mejor alternativa. Para empezar, no estaba realmente segura de que los animales no se marearan. Luego, no sabía cuanto podía durar la tormenta; había leído sobre algunas que habían durado toda una noche, no podía estar transformada tanto tiempo, su poder tenía limitaciones temporales. Y finalmente, para usar al máximo esa habilidad, tenía que estar físicamente bien, condición que no se cumplía en esta oportunidad. El violento mareo había dejado huellas que el sueño no había podido borrar, sobre todo porque el barco, como es natural continuaba moviéndose bajo sus pies, cada vez más. No podía estar segura de cuanto podía sostener una transformación. Definitivamente, la transformación no era una buena solución.
Desalentada, tomó otro sorbo de la infusión de jengibre. ¡Qué tremenda perdida de tiempo había sido su paso por la Academia de Magos! No sólo se había metido en el peor lío de su vida intentando hacer un hechizo de traslación, si no que tampoco le habían enseñado nada que le pudiera ser útil en una circunstancia tan difícil como la que estaba viviendo. Nada que le permitiera evitar los mareos o dormirse a voluntad o hacer amainar la tormenta o hacer que el barco volara. En este brete no necesitaba agua, ya había demasiada y pronto habría más, ni fuego, ni luz, ni alarmas ni escudos ni…
… burbujas.
Espera un momento… burbujas ¡Eso era! Se sentó de golpe en la cama, emocionada, y lo brusco del movimiento la hizo marearse, obligándola a tenderse de nuevo, pero estaba tan contenta que no le importó. ¡Había encontrado la solución! Mejor dicho, había encontrado su salvación. Una burbuja mágica era lo que necesitaba, la envolvería por completo y la haría flotar sobre el piso, unos centímetros tan sólo, pero sería suficiente; si no tocaba el suelo, no se marearía. Además podía mantenerla todo el tiempo que quisiera, no tenía límite temporal y no necesitaba mucha energía para crearla y mantenerla. Incluso podría salir a cubierta durante la tormenta, prácticamente sin mojarse. ¡Era fantástico, maravilloso!
Se sentó en la cama, con más cuidado esta vez y recitó el hechizo para crear la burbuja en torno suyo, Cuando Sophitia regresó, ella se encontraba flotando en medio de una especie de halo, con los ojos brillantes de alegría y una radiante sonrisa adornando su rostro.
- ¡Mira! – exclamó – Ya encontré la manera de no marearme.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Abrió la puerta lentamente, pensando que tal vez su amiga estuviera dormida. Miro rápido, y tuvo que volver a mirar, por que no podía creer lo que veía. Florangel se encontraba flotando, no solo eso, parecía estar rodeada por una especie de burbuja gigante.
De seguro la expresión que tenia en el rostro debía ser muy chistosa, le costo un poco quitarla. Entro y cerro la puerta tras de si ya que el viento amenazaba con tirar todo lo que había en el cuarto.
- Es... Es... Muy interesante - Se acerco he intento tocarla, pero se lo pensó de nuevo, si era una burbuja mejor no tocarla - ¡Es en verdad increíble! ¡Muy buena idea!
Sophitia pensaba que nunca se le abría ocurrido, era muy original en verdad. Si evitaba el movimiento constante del barco, de seguro no se marearía tanto, aunque no podía evitar tener varias dudas al respecto, en parte por su falta de conocimiento con respecto a todo lo que fuera magia.
- ¿Y manejas tu a donde quieres que vaya? ¿No te ira a llevar un viento o algo así? - Se imaginaba con temor a su amiga siendo llevada por uno de los vientos fuertes de la tormenta y cayendo por la borda.
Mientras decía esto se quito la ropa empapada, dejándose solo los vendajes que siempre llevaba bajo la ropa y que ocultaban en cierto modo sus pechos y sus curvas femeninas. Lo colgó bien estirado sobre la mesa pensando en que se seque en algún momento y fue al cajón a buscar ropa seca.
- La tormenta acaba de comenzar en serio, creo que va a tardarse varias horas todo esto - Dijo mientras se ponía la camisa y el pantalón nuevos.
Quería que su amiga estuviera prevenida de que esto recién comenzaba, no sabia cuanto duraba el hechizo ni nada de eso, pero era bueno que estuviera bajo aviso.
- ¿Y como se supone que te abrase cuando me asuste de un trueno? - Dijo bromeando para alivianar el ambiente.
De seguro la expresión que tenia en el rostro debía ser muy chistosa, le costo un poco quitarla. Entro y cerro la puerta tras de si ya que el viento amenazaba con tirar todo lo que había en el cuarto.
- Es... Es... Muy interesante - Se acerco he intento tocarla, pero se lo pensó de nuevo, si era una burbuja mejor no tocarla - ¡Es en verdad increíble! ¡Muy buena idea!
Sophitia pensaba que nunca se le abría ocurrido, era muy original en verdad. Si evitaba el movimiento constante del barco, de seguro no se marearía tanto, aunque no podía evitar tener varias dudas al respecto, en parte por su falta de conocimiento con respecto a todo lo que fuera magia.
- ¿Y manejas tu a donde quieres que vaya? ¿No te ira a llevar un viento o algo así? - Se imaginaba con temor a su amiga siendo llevada por uno de los vientos fuertes de la tormenta y cayendo por la borda.
Mientras decía esto se quito la ropa empapada, dejándose solo los vendajes que siempre llevaba bajo la ropa y que ocultaban en cierto modo sus pechos y sus curvas femeninas. Lo colgó bien estirado sobre la mesa pensando en que se seque en algún momento y fue al cajón a buscar ropa seca.
- La tormenta acaba de comenzar en serio, creo que va a tardarse varias horas todo esto - Dijo mientras se ponía la camisa y el pantalón nuevos.
Quería que su amiga estuviera prevenida de que esto recién comenzaba, no sabia cuanto duraba el hechizo ni nada de eso, pero era bueno que estuviera bajo aviso.
- ¿Y como se supone que te abrase cuando me asuste de un trueno? - Dijo bromeando para alivianar el ambiente.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
La cara de Sophitia al verla flotando en medio de la burbuja le arrancó una franca carcajada., era realmente graciosa. Le encantaba observar el asombro y la expectación de la gente cuando hacía gala de alguna sus habilidades mágicas y no sólo la cara si no todo el comportamiento de su amiga la satisfizo ampliamente.
- Si puedo manejarla para ir donde yo quiera – explicó –no tanto como si caminara, pero si lo suficiente. Y una ráfaga de viento si podría llevarme, pero lo mismo me podría pasar sin la burbuja y con ella puedo flotar en el agua.
Por un momento se vio a sí misma flotando en su burbuja sobre las olas y la imagen le pareció fascinante, pero poseía la suficiente sensatez como para no intentar el experimento en ese preciso instante. El oleaje y el viento podrían arrastrarla demasiado lejos como para que pudiera volver; pero cuando la tormenta pasara…
Observó con curiosidad los vendajes que envolvían el cuerpo de su compañera, ocultando sus formas. ¿Lo haría para evitar que los piratas varones la molestaran? Seguramente que si. ¿Tendría que hacer ella lo mismo? Claro que ella no era muy exuberante y lo parecía menos aún con la ropa que llevaba puesta, que le quedaba bastante holgada. Había tenido que ceñirse los pantalones con el cinturón de su vestido y doblar las mangas de la camisa y las bastillas de los pantalones, como medida provisional hasta que encontrara hilo y aguja para poder ajustar la ropa a su talla y estatura.
La noticia de que la tormenta iba a durar varias horas le confirmó lo acertado de su elección. Mantener el hechizo durante un tiempo largo sería cansador, pero podría hacerlo; lo bueno era que no necesitaba estar despierta para lograrlo, podría tenderse (que no sentarse) y dormir y el hechizo se mantendría hasta que ella lo rompiera o estuviera demasiado exhausta y sin energía alguna para sostenerlo.
La idea de Sophitia asustada por un trueno y buscando su consuelo la hizo reír de nuevo. Flotó hasta ella, deshizo la burbuja, abrazó a la pirata y la conjuró de nuevo, haciendo que las envolviera a las dos.
- Es muy fácil, lo hacemos así – contestó riendo, mientras ambas flotaban por la habitación.
- Si puedo manejarla para ir donde yo quiera – explicó –no tanto como si caminara, pero si lo suficiente. Y una ráfaga de viento si podría llevarme, pero lo mismo me podría pasar sin la burbuja y con ella puedo flotar en el agua.
Por un momento se vio a sí misma flotando en su burbuja sobre las olas y la imagen le pareció fascinante, pero poseía la suficiente sensatez como para no intentar el experimento en ese preciso instante. El oleaje y el viento podrían arrastrarla demasiado lejos como para que pudiera volver; pero cuando la tormenta pasara…
Observó con curiosidad los vendajes que envolvían el cuerpo de su compañera, ocultando sus formas. ¿Lo haría para evitar que los piratas varones la molestaran? Seguramente que si. ¿Tendría que hacer ella lo mismo? Claro que ella no era muy exuberante y lo parecía menos aún con la ropa que llevaba puesta, que le quedaba bastante holgada. Había tenido que ceñirse los pantalones con el cinturón de su vestido y doblar las mangas de la camisa y las bastillas de los pantalones, como medida provisional hasta que encontrara hilo y aguja para poder ajustar la ropa a su talla y estatura.
La noticia de que la tormenta iba a durar varias horas le confirmó lo acertado de su elección. Mantener el hechizo durante un tiempo largo sería cansador, pero podría hacerlo; lo bueno era que no necesitaba estar despierta para lograrlo, podría tenderse (que no sentarse) y dormir y el hechizo se mantendría hasta que ella lo rompiera o estuviera demasiado exhausta y sin energía alguna para sostenerlo.
La idea de Sophitia asustada por un trueno y buscando su consuelo la hizo reír de nuevo. Flotó hasta ella, deshizo la burbuja, abrazó a la pirata y la conjuró de nuevo, haciendo que las envolviera a las dos.
- Es muy fácil, lo hacemos así – contestó riendo, mientras ambas flotaban por la habitación.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Entonces podía controlarla un poco, eso la dejaba más tranquila, mientras se quedara dentro del cuarto no le pasaría nada. De todos modos no pensaba salir, con semejante vendaval, seguramente hasta la mayoría de los marineros se habían metido en algún refugio.
Solo quedaba esperar, tal vez la noche entera, era una buena oportunidad para poder hablar un poco, y conocerse más. Cuando se ponía a pensarlo sabia muy poco de su amiga, si bien era cierto que habían estado algo ocupadas corriendo de un lado para el otro, eso no era escusa.
Estaba a punto de decirle algo al respecto cuando vio como Florangel desacia la burbuja y la volvía a conjurar al rededor de ambas, abrazándola en el proceso. Su calidez la sorprendió, se quedo pasmada por una muestra de cariño tan desinteresada. Sentía que el corazón le latía, hacia mucho que había olvidado a su corazón, pero sorprendentemente ahí estaba, dispuesto a latir con fuerza como si fuera una adolecente. Era increíble lo mucho que podía generar un gesto tan simple.
- Je! Si... si... tienes razón - el nerviosismo era tangible en su tono de voz, sin contar que sus mejillas se habían enrojecido levemente.
Le devolvió el abrazo con verdadero afecto, feliz de revivir dentro suyo sentimientos tan puros que creía perdidos en el mar de su desastrosa vida.
Luego presto atención a la burbuja, resultaba aun más interesante desde dentro, la sensación de estar flotando era en verdad extraña. Le parecía fantástico que Florangel fuera capas de hacer cosas como esa, simplemente fantástico.
Una vez más se había distraído del que era su objetivo original. ¿Seria que su mente no podía mantenerse concentrada en algo por mas de unos minutos? Un motivo muy bueno de por que jamás podría ser hechicera.
- Estaremos aquí durante algunas horas, y la verdad, me gustaría saber más de ti, Florangel - Dijo Sophitia - En el poco tiempo que llevamos de estar juntas he llegado a considerarte como a una gran amiga, y bueno... Por eso quería... Saber algo más de tu vida...
No le salia muy bien hablar de temas serios y personales, sus mejillas enrojecieron aun más de lo que estaban ya de antes y miro al piso de la burbuja algo avergonzada de meterse en la intimidad ajena, en un terreno que no conocía bien.
Solo quedaba esperar, tal vez la noche entera, era una buena oportunidad para poder hablar un poco, y conocerse más. Cuando se ponía a pensarlo sabia muy poco de su amiga, si bien era cierto que habían estado algo ocupadas corriendo de un lado para el otro, eso no era escusa.
Estaba a punto de decirle algo al respecto cuando vio como Florangel desacia la burbuja y la volvía a conjurar al rededor de ambas, abrazándola en el proceso. Su calidez la sorprendió, se quedo pasmada por una muestra de cariño tan desinteresada. Sentía que el corazón le latía, hacia mucho que había olvidado a su corazón, pero sorprendentemente ahí estaba, dispuesto a latir con fuerza como si fuera una adolecente. Era increíble lo mucho que podía generar un gesto tan simple.
- Je! Si... si... tienes razón - el nerviosismo era tangible en su tono de voz, sin contar que sus mejillas se habían enrojecido levemente.
Le devolvió el abrazo con verdadero afecto, feliz de revivir dentro suyo sentimientos tan puros que creía perdidos en el mar de su desastrosa vida.
Luego presto atención a la burbuja, resultaba aun más interesante desde dentro, la sensación de estar flotando era en verdad extraña. Le parecía fantástico que Florangel fuera capas de hacer cosas como esa, simplemente fantástico.
Una vez más se había distraído del que era su objetivo original. ¿Seria que su mente no podía mantenerse concentrada en algo por mas de unos minutos? Un motivo muy bueno de por que jamás podría ser hechicera.
- Estaremos aquí durante algunas horas, y la verdad, me gustaría saber más de ti, Florangel - Dijo Sophitia - En el poco tiempo que llevamos de estar juntas he llegado a considerarte como a una gran amiga, y bueno... Por eso quería... Saber algo más de tu vida...
No le salia muy bien hablar de temas serios y personales, sus mejillas enrojecieron aun más de lo que estaban ya de antes y miro al piso de la burbuja algo avergonzada de meterse en la intimidad ajena, en un terreno que no conocía bien.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Su infancia había sido pródiga en caricias y abrazos; tanto su madre como su padre, especialmente él, eran personas afectuosas y muy demostrativas y ella había aprendido a brindar afecto de la misma manera. Pero la experiencia le había enseñado que no todo el mundo recibía bien esas efusiones, que había gente que se incomodaba, se avergonzaba o incluso se ofendía. De hecho, en la Academia de Magos no sólo había aprendido a hacer hechizos, fallidos o no; también había aprendido a reprimir su espontánea manera de mostrar simpatía y afecto, reemplazándola por formas más superficiales.
El nerviosismo que Sophitia mostró ante su abrazo no la sorprendió realmente, había visto reacciones así antes, pero la decepcionó en cierta medida y la hizo recriminarse por haberse dejado llevar por el impulso; la pirata había sido muy buena con ella y no quería incomodarla. El abrazo de vuelta fue inesperado, por lo tanto, y cálido y grato. Desde que dejara la casa de sus padres había estado muy desprovista de mimos y ternezas. Una vez más, volvía a sentir a la pirata como a una hermana, una largamente añorada.
En ese instante particular de su vida, flotando con su amiga por la habitación, dentro de la burbuja, se sentía simplemente feliz. El mareo se había ido para no volver, la tormenta no podía ya afectarla y la sensación de flotar siempre había sido magnífica. No pensaba en el pasado ni en el porvenir, ni en lo que, sin buscarlo, había dejado atrás ni en lo que encontraría más adelante. Vivía, y disfrutaba, el momento, sin más.
Sophitia la arrancó del limbo en que se encontraba con su petición de saber más de ella. Tan ida estaba que tardó un momento en responder, mientras su cerebro procesaba la solicitud y, al mismo tiempo, registraba lo abochornada que parecía su amiga al formularla.
- Claro, claro – respondió al cabo – Siempre que luego me hables de ti. Mmmm… si esto va a durar horas, será mejor que nos pongamos cómodas. Yo no puedo sentarme en esta burbuja, así que tiéndete tú en la cama y yo flotaré a tu lado, en posición horizontal.
Uniendo la acción a la palabra, deshizo la burbuja, devolviendo a Sophitia al suelo y luego volvió a conjurarla alrededor suyo con rapidez (el barco se movía con frenesí). Maniobrando hasta colocarse en posición horizontal junto a la cama, esperó hasta que la pirata se hubo recostado y luego giró para ponerse de costado y mirarla.
- Anda, pregunta – la invitó con una sonrisa - ¿Qué quieres saber?
El nerviosismo que Sophitia mostró ante su abrazo no la sorprendió realmente, había visto reacciones así antes, pero la decepcionó en cierta medida y la hizo recriminarse por haberse dejado llevar por el impulso; la pirata había sido muy buena con ella y no quería incomodarla. El abrazo de vuelta fue inesperado, por lo tanto, y cálido y grato. Desde que dejara la casa de sus padres había estado muy desprovista de mimos y ternezas. Una vez más, volvía a sentir a la pirata como a una hermana, una largamente añorada.
En ese instante particular de su vida, flotando con su amiga por la habitación, dentro de la burbuja, se sentía simplemente feliz. El mareo se había ido para no volver, la tormenta no podía ya afectarla y la sensación de flotar siempre había sido magnífica. No pensaba en el pasado ni en el porvenir, ni en lo que, sin buscarlo, había dejado atrás ni en lo que encontraría más adelante. Vivía, y disfrutaba, el momento, sin más.
Sophitia la arrancó del limbo en que se encontraba con su petición de saber más de ella. Tan ida estaba que tardó un momento en responder, mientras su cerebro procesaba la solicitud y, al mismo tiempo, registraba lo abochornada que parecía su amiga al formularla.
- Claro, claro – respondió al cabo – Siempre que luego me hables de ti. Mmmm… si esto va a durar horas, será mejor que nos pongamos cómodas. Yo no puedo sentarme en esta burbuja, así que tiéndete tú en la cama y yo flotaré a tu lado, en posición horizontal.
Uniendo la acción a la palabra, deshizo la burbuja, devolviendo a Sophitia al suelo y luego volvió a conjurarla alrededor suyo con rapidez (el barco se movía con frenesí). Maniobrando hasta colocarse en posición horizontal junto a la cama, esperó hasta que la pirata se hubo recostado y luego giró para ponerse de costado y mirarla.
- Anda, pregunta – la invitó con una sonrisa - ¿Qué quieres saber?
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
La situación no podía ser más extrañas, se encontraban ambas flotando por el cuarto, abrazadas y con una tormenta de los mil demonios fuera. Aun así, Sophitia no hubiese cambiado ese momento por ningún otro... Quizás por uno igual pero sin un diluvio fuera.
- Por supuesto, preguntame lo que quieras, no tengo secretos para ti - Dijo separándose apenas del abrazo y mostrando una sonrisa radiante.
La pirata volvió al inquietante piso, era muy extraño pasar de una superficie quieta y tranquila como era la burbuja, al suelo del barco que no dejaba de moverse sin cesar. Por un momento sintió una oleada de mareo, fue un segundo, pero le sirvió para darse una idea de lo que sentían los que lo sufrían a diario.
Se dejo caer en la cama, era bastante confortable considerando que era de un barco. Se recosto y puso los brazos bajo la cabeza, podría haber usado la almohada, pero le resultaba más cómodo así. Y miro con gesto divertido como su amiga se ponía en posición horizontal en el aire.
- Bueno, me gustaría saber algo de tu familia, y tus amigos del lugar donde vivías, y de como llegaste aquí exactamente -Algunas preguntas generales era el mejor modo de empezar.
Se acomodo bien en la cama, esperando escuchar una larga y magnifica historia,después de todo, la vida de una maga debía ser de lo más interesante.
- Por supuesto, preguntame lo que quieras, no tengo secretos para ti - Dijo separándose apenas del abrazo y mostrando una sonrisa radiante.
La pirata volvió al inquietante piso, era muy extraño pasar de una superficie quieta y tranquila como era la burbuja, al suelo del barco que no dejaba de moverse sin cesar. Por un momento sintió una oleada de mareo, fue un segundo, pero le sirvió para darse una idea de lo que sentían los que lo sufrían a diario.
Se dejo caer en la cama, era bastante confortable considerando que era de un barco. Se recosto y puso los brazos bajo la cabeza, podría haber usado la almohada, pero le resultaba más cómodo así. Y miro con gesto divertido como su amiga se ponía en posición horizontal en el aire.
- Bueno, me gustaría saber algo de tu familia, y tus amigos del lugar donde vivías, y de como llegaste aquí exactamente -Algunas preguntas generales era el mejor modo de empezar.
Se acomodo bien en la cama, esperando escuchar una larga y magnifica historia,después de todo, la vida de una maga debía ser de lo más interesante.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Hubo un tiempo en que hablar de sus habilidades mágicas le resultaba complejo. Explicarle lo del mimetismo de su pueblo a los foráneos resultaba fastidioso y su capacidad de transformación era un secreto familiar que sus padres esperaban fervientemente que se mantuviera el mayor tiempo posible, siempre temerosos de que se metiera en problemas o de que la rechazaran por ser diferente.
Pero había pasado mucho tiempo desde aquello, según le parecía. No hablar de sus habilidades no había evitado que se metiera en problemas, problemas graves y en los lugares a los que había ido a parar con su hechizo de traslación fallido era una extranjera y, por lo tanto, expuesta a ser rechazada por esa sola condición.
No había razón alguna para no contarle todo acerca de sí misma a Sophitia, quien se había mostrado como una amiga afectuosa y leal en las pocas horas en que se conocían. De hecho, era justo y necesario que le informara de algunas cosas.
- Bueno, ojalá no te aburras, ahí voy. Yo nací en un lugar llamado el Lago Nacossed, es una ciudad que está sobre un lago, entre un pantano y un desierto. Todos los que nacimos allí tenemos un don que se llama mimetismo. Es como si nos volviéramos invisibles, pero en realidad lo que ocurre es que nos mimetizamos con lo que está alrededor y… así, ¿ves?
Uniendo la acción a la palabra abandonó su estado visible y se mimetizó con el piso del camarote para volver a aparecer al cabo de algunos instantes.
- Para que los que no son de nuestro pueblo, los foráneos, puedan vernos, tienen que beber agua del lago. Yo soy la única entre los míos que puede hacerse visible a voluntad, ¿sabes?, y también puedo cambiar el color de mis ojos, cabellos y piel.
Al decir esto, una Florángel rubia, de blanca tez y ojos azules apareció, brevemente, flotando en medio de la burbuja para luego retornar a su apariencia habitual.
- La gente de mi pueblo siempre me ha considerado rara, y eso que hay cosas que no saben, así que nunca he tenido muchos amigos ahí.
Pero había pasado mucho tiempo desde aquello, según le parecía. No hablar de sus habilidades no había evitado que se metiera en problemas, problemas graves y en los lugares a los que había ido a parar con su hechizo de traslación fallido era una extranjera y, por lo tanto, expuesta a ser rechazada por esa sola condición.
No había razón alguna para no contarle todo acerca de sí misma a Sophitia, quien se había mostrado como una amiga afectuosa y leal en las pocas horas en que se conocían. De hecho, era justo y necesario que le informara de algunas cosas.
- Bueno, ojalá no te aburras, ahí voy. Yo nací en un lugar llamado el Lago Nacossed, es una ciudad que está sobre un lago, entre un pantano y un desierto. Todos los que nacimos allí tenemos un don que se llama mimetismo. Es como si nos volviéramos invisibles, pero en realidad lo que ocurre es que nos mimetizamos con lo que está alrededor y… así, ¿ves?
Uniendo la acción a la palabra abandonó su estado visible y se mimetizó con el piso del camarote para volver a aparecer al cabo de algunos instantes.
- Para que los que no son de nuestro pueblo, los foráneos, puedan vernos, tienen que beber agua del lago. Yo soy la única entre los míos que puede hacerse visible a voluntad, ¿sabes?, y también puedo cambiar el color de mis ojos, cabellos y piel.
Al decir esto, una Florángel rubia, de blanca tez y ojos azules apareció, brevemente, flotando en medio de la burbuja para luego retornar a su apariencia habitual.
- La gente de mi pueblo siempre me ha considerado rara, y eso que hay cosas que no saben, así que nunca he tenido muchos amigos ahí.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Escucho atentamente el comienzo de la historia de Florangel, por fuera trataba de mantener un gesto entre concentrado y serio, mas por dentro sonreía alegremente al darse cuenta que la muchacha confiaba firmemente en ella.
- ¿Asi que eres como un camaleón o algo así? - Luego de decir esto le sonrió para dar a entender que era solo una broma - Bueno, ahora que sé como es eso al menos no me preocupare tanto cuando desaparezcas, jajaja!
Se quedo por demás sorprendida al ver los cambios físicos que podía realizar Florangel, y lo hacia ver tan fácil! Que mujer increíble, era lo único que podía pensar, el asombro y la admiración se reflejaban en su mirada.
Problemas en la infancia, esa historia si la conocía, tal vez los magos no eran tan diferente del resto de las personas después de todo. Los maltratos que había tenido que pasar Sophitia de pequeña tampoco habían sido de los mejores, y explicaba en gran parte el porque de su carácter general.
- La gente te considera rara hagas lo que hagas, te lo digo por experiencia. Yo no soy maga, ni nada, y aun así las burlas y el desprecio eran normales. Imagínate, fuera a donde fuera pensaban que era una pequeña ladrona por ser pirata. "Vete de aquí, rata callejera", me decían las personas. - Recordaba la cara de aquellas personas como deformadas por el tiempo, y por su mirada infantil. Eran como gigantes de gesto agresivo que la culpaban de todo, no siempre era su culpa - Les sonreía para convencerlos de que yo no era, pero eso no siempre funcionaba, y los golpes son los mejores modos de convencer a alguien de que diga la verdad.
Se encogio de hombros como quitándole importancia al asunto, y pensó que lo único que le faltaba a la conversación era una deliciosa cerveza fría. La primera que había tomado cuando era aun pequeña se la había quitado de las manos a un amigo de su padre, estaba demasiado borracho como para terminarla. Le había parecido asquerosa, se rió al recordar esto, sea como fuere, al final nunca la había dejado.
- El que ríe al ultimo, ríe mejor dicen. En este caso es verdad, ya que de todos modos me iban a llamar ladrona, digamos que mis almuerzos siempre eran gratuitos en las ciudades portuarias.
Recordó de pronto largas tardes saltando por los techos de las ciudades, siempre lugares nuevos a donde el barco de su padre anclaba. Fueron momentos buenos y malos, como todo en su vida, era agridulce, su sabor favorito.
- Pero dijiste que hay cosas que no saben... ¿Qué cosa no saben? - En cierto modo quería saber qué tanto confiaba su amiga en ella. Por supuesto que no la culparía si prefería guardarse ciertas cosas.
- ¿Asi que eres como un camaleón o algo así? - Luego de decir esto le sonrió para dar a entender que era solo una broma - Bueno, ahora que sé como es eso al menos no me preocupare tanto cuando desaparezcas, jajaja!
Se quedo por demás sorprendida al ver los cambios físicos que podía realizar Florangel, y lo hacia ver tan fácil! Que mujer increíble, era lo único que podía pensar, el asombro y la admiración se reflejaban en su mirada.
Problemas en la infancia, esa historia si la conocía, tal vez los magos no eran tan diferente del resto de las personas después de todo. Los maltratos que había tenido que pasar Sophitia de pequeña tampoco habían sido de los mejores, y explicaba en gran parte el porque de su carácter general.
- La gente te considera rara hagas lo que hagas, te lo digo por experiencia. Yo no soy maga, ni nada, y aun así las burlas y el desprecio eran normales. Imagínate, fuera a donde fuera pensaban que era una pequeña ladrona por ser pirata. "Vete de aquí, rata callejera", me decían las personas. - Recordaba la cara de aquellas personas como deformadas por el tiempo, y por su mirada infantil. Eran como gigantes de gesto agresivo que la culpaban de todo, no siempre era su culpa - Les sonreía para convencerlos de que yo no era, pero eso no siempre funcionaba, y los golpes son los mejores modos de convencer a alguien de que diga la verdad.
Se encogio de hombros como quitándole importancia al asunto, y pensó que lo único que le faltaba a la conversación era una deliciosa cerveza fría. La primera que había tomado cuando era aun pequeña se la había quitado de las manos a un amigo de su padre, estaba demasiado borracho como para terminarla. Le había parecido asquerosa, se rió al recordar esto, sea como fuere, al final nunca la había dejado.
- El que ríe al ultimo, ríe mejor dicen. En este caso es verdad, ya que de todos modos me iban a llamar ladrona, digamos que mis almuerzos siempre eran gratuitos en las ciudades portuarias.
Recordó de pronto largas tardes saltando por los techos de las ciudades, siempre lugares nuevos a donde el barco de su padre anclaba. Fueron momentos buenos y malos, como todo en su vida, era agridulce, su sabor favorito.
- Pero dijiste que hay cosas que no saben... ¿Qué cosa no saben? - En cierto modo quería saber qué tanto confiaba su amiga en ella. Por supuesto que no la culparía si prefería guardarse ciertas cosas.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
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