El diario de Yuki

Este es un diario que compila pequeñas historias relacionadas con esta Celestia.

Índice:

1.- Pasado y presente de una familia
- Prólogo

Desde que ciertos dilemas aquejaron a los habitantes de la taberna, dilemas que se tradujeron en situaciones que afectaban tanto física como psicológicamente a Yuki, Satsuki decidió tranquilizar un poco el alma de la pequeña con un viaje lejos de Jaspia. Alejarla un poco de tanto estrés, y además aprovechar las vacaciones de invierno que le dieron a la pequeña en su escuela, aun cuando había comenzado las clases hace poco.

En justa regla, despertar tan temprano y gastar dos horas del día en caminar hacia los lugares de trabajo de Satsuki y la escuela de Yuki, además del poco tiempo después de la muerte de la madre de ambas, habían cambiado completamente la vida de las dos, especialmente de la pequeña.

Todo comenzó la noche anterior en la que conversó con Kirill que partiría al continente del este para investigar sobre un apellido que rondaba en la libreta de nacimiento. Fue una noche en la que leía la libreta, y se enteraba de los exámenes que siempre Eriin se encargaba de darle a Yuki. Cuando encontró el apellido, pensó en qué hacer para saber más de esto. Fue entonces cuando su espíritu recibió un contacto…

- ¿Sat? ¿Estás disponible? – una voz femenina, de mediana adultez, se contactó con ella. Una pequeña esfera delante de ella, materializada desde la nada, le conversaba.

Desde hace mucho, cuando Cyrian estuvo perdido, una de las formas para intentar contactar con él, surgió un método de búsqueda mediante los rastros de energía espiritual que deja una persona cuando pasa mucho tiempo en un lugar. Al principio, pensó que se trataba de un sistema de búsqueda, pero diversos entrenamientos posteriores le indicaron que, en realidad, se trataba de un sistema de comunicación Celestia. Cuando se tenía la suficiente experiencia y energía espiritual en el ambiente, se podía contactar con la persona.
Eso fue lo que hizo Kaarma Ikaruga, su tía, para contactarla.

- Tía Kaarma, buenas noches – le respondió, mientras cerraba la puerta del baño por dentro. Tomó un cepillo de dientes, un invento de Minuki, y comenzó a lavarse los dientes antes de irse a dormir –. Si. Estaba a punto de irme a la cama, pero me pilló en buen momento.

La esfera flotaba delante de ella, y funcionaba como un canal entre ambas.

- ¿Cómo ha estado todo, mi niña? – preguntó con curiosidad, pero también con cierta alegría de volver a contactarse con ella.

- Todo bien, tía – responde, mientras se arregla una de sus plumas en su cabeza –. Algunos dilemas, pero nada que no sea controlable.

La joven, cuando termina, saca su cepillo y cepilla sus dientes con cierto cuidado detrás de las muelas, un lugar bastante vulnerable en general.

- Y… ¿Cómo ha ido en todo? – pregunta con un tono que no puede decifrar la joven en aquel momento.

- Pues, el trabajo ha estado arduo, y levantarse temprano—

- No, no… no pregunto eso – interrumpe la Celestia ya adulta.

Por un momento, no sabe si ofenderse o no por aquel comentario, pero luego lo comprende y asiente.

- Ella está bien, tía… – arquea una ceja cuando lo dice –, espera, pensé que ninguno de ustedes quería involucrarse con ella

- Bueno, estás involucrada… es normal que nos involucremos.

Esa explicación no la convenció mucho, debido a los últimos recuerdos que tiene cuando vino a Jaspia la última vez. Es por eso que decide continuar como si aquello no hubiera sucedido.

- Encontré un nombre en la libreta de nacimiento de Yuki… ¿te suena el apellido Stratos?

- Hmm… - sonaba pensativa -, hay varios Stratos que conozco, pero nada más que historias. No he tenido contacto con la familia en si.

La joven no parecía muy complacida con su respuesta, aunque si podía sacar algo de esas historias le gustaría saber algo más del apellido, sobre todo si algún contacto con alguno de ellos con alguien de Jaspia.

- Ah, pero si deseas –continuó –, puedes visitar el registro Celestia que existe acá, con la información de los árboles genealógicos de las familias. Y puedes aprovechar de actualizar la información de Yuki. Desconozco si Yukino actualizó el árbol familiar.

El registro Celestia era un lugar de muy difícil acceso para cualquier persona normal. Contenía un banco de información espiritual de miles de familias que se habían asentado en el mundo y que la propia raza quiso crear para que su historia no fuera borrada en el caso que algo ocurriera. Desde aquel incidente de hace más de 2.000 años, fue algo que cada Celestia quiso hacer voluntariamente, así que nadie era obligado en realidad.

- No creo que haya sido tan…. – se detiene a penar –, no, mamá era olvidadiza, quizás no la agregó – no se siente orgullosa de la memoria de su madre.

Aunque por un momento, pensó en que quizás no lo hizo para evitar que ella descubriera que existía Yuki antes de su muerte.

- De todas formas, iré y actualizaré el registro si está desactualizado. Gracias por la info, tía Kaarma.

En su mente, la conversación había terminado cuando debe detenerse, por que la Celestia al otro lado atrajo su atención de manera desprevenida y completamente inesperada.

- Si deseas, puedes traer a Yuki y aprovechar de pasar unos días con nosotros. Tu tío Crescendo estará acá también, y Marth.

Por muchos segundos, esas palabras quedaron rondando en su mente, entre conexiones en blanco, recuerdos indeseables y consecuencias de lo sucedido hace un poco más de tres meses. Cierra sus ojos, y coloca sus dedos entre sus ojos, haciendo un poco de presión entre ellos. Su tía nota el largo silencio, aun cuando solo sean de segundos contados con los dedos de las manos.

- Si no de—
- Lo conversaré con ella – interrumpe, con voz seria.

La voz al otro lado calla al recibir esa respuesta, en un tono de voz impropio de la Celestia, lejos de la calma que la caracterizaba cuando se conversaba con ella. En poco tiempo, la esfera desaparece…

Pasados los pocos minutos, Satsuki vuelve a su habitación, encontrándose con la pequeña levantada. Más bien, sentada en su cama, atendiendo a Mimia, su espíritu guardiana con forma de una pequeña hada de fantasía, y acariciando su cabeza. Mimia no medía más de 30 centímetros de alto, tenía forma de una de esas pequeñas hadas con forma humanoide con alas de mariposa y un par de antenas que la hacían ver adorable. Brillaba tenuemente y sus colores eran azulados por completo.

Se acerca a ella, y la pequeña nota su rostro cansado.

- ¿Pasó algo, Sat?
Casi inmediatamente le resta importancia y se sienta a su lado, mimando su cabeza. Al usar futones como camas, se hace natural este gesto.

- No sabría decirlo… - piensa un poco, mientras la mira a los ojos -. Yuki, ¿recuerdas a la tía Kaarma, el tío Crescendo…?

La pequeña asiente, sin entender demasiado.

- Me contacté con ellos hace unos momentos – suspira, mientras se acomoda –. ¿Te caen mal? ¿Te desagradaría volver a verlos?

La joven pronto baja la mirada, y mira a Mimia, la que le regresa la mirada y acaricia sus dedos, debido a que no puede darle un abrazo.

- No me desagradan, pero… no se si me gustaría volver a verlos.

La joven asiente, y mima un poco más la cabeza de Yuki. Es palpable incluso para quien apenas las conozca que el tema para la niña es delicado, y difícil de tomar debido al pasado que las aquejó.

Hace 3 meses, un antiguo monstruo de los infiernos emergió al mundo terrestre para destruir todo, para lo que fue creado. Lohen, Cyrian, Kirill, Dul, Yukino y Sat intentaron detenerlo con todas sus fuerzas, pero una de las habilidades más temidas del ser, la absoluta regeneración de sus tejidos, impidieron esto. Solo era tiempo para que aquella batalla los consumiera y así dar paso libre para que el resto del mundo también fuera consumido.
Pero el sacrificio de la Celestia Yukino, que utilizó el poder combinado de su poder espiritual combinado con el poder de Sat terminó por desintegrar a la criatura. Sin embargo, esto requirió el sacrificio de su vida, dejando solo su cuerpo sin vida en este mundo.

Sin embargo, con su muerte, solo se descubrió algo de ella que ninguno, nisiquiera su hija Satsuki, sabían: ella tuvo otra hija más. Yuki, una pequeña de 8 años.

Debido a que era viuda, y las creencias Celestias dictan que las almas de estos seres deben permanecer siempre casadas, se consideraba a Yuki como una “hija bastarda”, nacida de la infidelidad de Yukino. Es por ello que ninguno de su familia quiso adoptarla, a excepción de Sat.

- Mamá me dijo una vez que sería inevitable que me vieran de esa forma, así que comprendo que no quisieran volver a verme más.

Satsuki suspira y sigue acariciando la cabeza de la pequeña. Piensa que no es justo que una niña tan pequeña se tenga que enfrentar no solo a la muerte de su madre, sino a la desaprobación de toda una familia que condenó a la pequeña sin más.

- Entiendo como te sientes – le responde –, y si no quieres volver a verlos más, comprenderé esa decisión.

También le desagradaba que tuviera que escoger algo tan injusto a su edad. No había escogido quedarse sin madre, casi sin familia y cambiar tantas cosas en su vida… y además a todo ello, le tocaba escoger en algo que quizás no era lo suficientemente madura todavía…