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El día después del fuego
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El día después del fuego
Abrí los ojos. Todavía estaba entre las dos piedras, acurrucado en el fondo, con suficiente espacio para mover las piernas sin pararme. Un perezoso rayo de sol iluminaba apenas la oscuridad de aquél escondite. Mis pies y hombros estaban entumecidos y mis ojos estaban más lagañosos de lo normal. Era patético, no quería admitirlo...pero debía ser por las lágrimas. Recordar que había llorado esa noche interminable me hacía sentir nuevamente el escozor en los ojos y nuevamente sentí el agua tibia de las lágrimas agrupándose para salir sin piedad ni cuidado de la dignidad que perdía.
Tenía la esperanza que iba a despertar nuevamente, pero esta vez en mi cobija, con el amanecer acariciando mi casa y mi padre silbando, preparándose para otro día de pesca. Pero las lágrimas eran muy reales...y entonces estar en ese escondite no era un sueño. Lo de anoche no había sido una pesadilla, tampoco. Y las muertes y mi padre y....
¡Basta! No importaba cuántas veces lo pensara, había sucedido todo eso y lo único que me podía despertar de la pesadilla era escapar, de alguna u otra manera. Tenía que actuar con las enseñanzas de papá y pensar fríamente...yo debía... ¿Qué debo hacer? Papá...
Me envolví con mis brazos y quebré en llanto de nuevo, sin saber realmente cuánto tiempo...por qué...por qué tuvo que pasar todo esto... ¿Quienes eran los que nos habían atacado? No tenía mucha idea de historia ni de conflictos, pero el que atacaba un lugar pacífico como Shamataw no debía tener sentido alguno del honor. Gente cruel que aplastó todo lo que se le interponía. Y ahora mi tierra estaba invadida por esa gente. No. No podía permitirlo. Mi padre me había enseñado toda la vida que debía proteger aquello que amaba y llorando no lo iba a hacer. Tenía que hacer algo para derrotar a los invasores. Tenía que hacer algo para que quitaran sus garras de mi hogar...tan solo por el respetar lo que mi padre hubiera hecho.
En un segundo sequé mis lágrimas, y saliendo lentamente de la rendija espié si no había nadie. El terreno estaba vacío, aunque desde el cielo se podían ver líneas oscuras como rastros de algunas casas todavía humeantes y el olor metálico y agrio de la sangre derramada. Di un pequeño envión y salí del escondite. Lo iba a tener que usar más seguido, pero mientras tanto debía organizarme. Tenía que buscar sobrevivientes y explorar la isla. Debía haber sido a gran escala el ataque, así que no tenía muchas expectativas de encontrar algún lugar totalmente fuera del control enemigo. Pensaba que quizás podía buscar rastros de mi padre pero...tenía miedo del resultado. Todavía no.
Colgué el morral y ajusté la espada en mi cinturón. Empecé a correr bosque adentro con sigilo y esperaba que la buena fortuna me acompañase.
Tenía la esperanza que iba a despertar nuevamente, pero esta vez en mi cobija, con el amanecer acariciando mi casa y mi padre silbando, preparándose para otro día de pesca. Pero las lágrimas eran muy reales...y entonces estar en ese escondite no era un sueño. Lo de anoche no había sido una pesadilla, tampoco. Y las muertes y mi padre y....
¡Basta! No importaba cuántas veces lo pensara, había sucedido todo eso y lo único que me podía despertar de la pesadilla era escapar, de alguna u otra manera. Tenía que actuar con las enseñanzas de papá y pensar fríamente...yo debía... ¿Qué debo hacer? Papá...
Me envolví con mis brazos y quebré en llanto de nuevo, sin saber realmente cuánto tiempo...por qué...por qué tuvo que pasar todo esto... ¿Quienes eran los que nos habían atacado? No tenía mucha idea de historia ni de conflictos, pero el que atacaba un lugar pacífico como Shamataw no debía tener sentido alguno del honor. Gente cruel que aplastó todo lo que se le interponía. Y ahora mi tierra estaba invadida por esa gente. No. No podía permitirlo. Mi padre me había enseñado toda la vida que debía proteger aquello que amaba y llorando no lo iba a hacer. Tenía que hacer algo para derrotar a los invasores. Tenía que hacer algo para que quitaran sus garras de mi hogar...tan solo por el respetar lo que mi padre hubiera hecho.
En un segundo sequé mis lágrimas, y saliendo lentamente de la rendija espié si no había nadie. El terreno estaba vacío, aunque desde el cielo se podían ver líneas oscuras como rastros de algunas casas todavía humeantes y el olor metálico y agrio de la sangre derramada. Di un pequeño envión y salí del escondite. Lo iba a tener que usar más seguido, pero mientras tanto debía organizarme. Tenía que buscar sobrevivientes y explorar la isla. Debía haber sido a gran escala el ataque, así que no tenía muchas expectativas de encontrar algún lugar totalmente fuera del control enemigo. Pensaba que quizás podía buscar rastros de mi padre pero...tenía miedo del resultado. Todavía no.
Colgué el morral y ajusté la espada en mi cinturón. Empecé a correr bosque adentro con sigilo y esperaba que la buena fortuna me acompañase.
Sheeha- Cantidad de envíos : 8
Re: El día después del fuego
Mala suerte, no había otra explicación posible, la mala suerte la perseguía fuera a donde fuera, Sophitia estaba completamente convencida de eso. Era un día como cualquier otro en la isla, estaba en los muelles averiguando sobre un barco para salir, había pagado para que la transportaran a Moramaile, su Jefa la había mandado a llamar, al parecer se le había ocurrido algún nuevo trabajo para ella. Las noticias sobre la guerra habían llegado a sus oídos, y una parte suya estaba segura que Shamataw no iba a poder mantenerse al margen por mucho tiempo… ¡Pero maldita sea! ¡Ingenuamente la pirata pensó que tenía más tiempo, que llegaría a escapar a tiempo!
Al ver los barcos acercarse a lo lejos supo de inmediato que había cometido un terrible error, sentada en una taberna del muelle se quedo mirando, entre pasmada y asustada, no había tiempo para eso. Termino de un trago la jarra de cerveza y se despidió de sus compañeros de bebidas, seguramente sería un adiós definitivo. Se puso en pie y salió corriendo, aunque claro, no era la única, todo el pueblo perdió por completo el control, las madres agarraban a sus hijos y escapaban, los hombres agarraban sus armas, en un intento inútil por defender sus tierras. Sophitia podría haber ayudado, claro, pero ella era una pirata, no una heroína, y esas no eran sus tierras, su única patria era el mar. Escapó, huyo del lugar lo más rápido que pudo, con las flechas ya cayendo sobre los inocentes, y los soldados saciando su sed de sangre.
La pirata no los culpaba por eso, eran solo soldados, seguramente la mitad apenas sabia porque estaban ahí, lo cual no los justificaba, y claro no por eso iba a pegarles menos fuerte cuando se le cruzaban. Un rastrillo fue a parar a la cabeza de uno de los soldados que intento interponerse en su camino como muestra de lo que opinaba de ellos, otro se comió su puño en plena cara y un tercero una patada en la entrepierna. Sophitia no era una buena peleadora, era oportunista, sabia como moverse en los campos de batalla luego de haber sobrevivido en cientos de abordajes y peleas de taberna.
Pero no estaba en sus planes derrotar a un ejército entero ni mucho menos, solo terminaba con los que se interponían en su huida hacia la espesura del bosque, donde podría esconderse hasta que todo se tranquilice un poco.
Corría ya casi sin aliento, con las ramas pegándole en el rostro, murmurando maldiciones hasta que una raíz que no vio se le engancho en la bota y la hizo tropezar.
-¡Maldita rama de porquería! ¡Odio los bosques! – Grito aun tirada en el piso, pegándole varias veces a la raíz con el talón de la bota, mientras dejaba salir varias palabrotas mas.
Al ver los barcos acercarse a lo lejos supo de inmediato que había cometido un terrible error, sentada en una taberna del muelle se quedo mirando, entre pasmada y asustada, no había tiempo para eso. Termino de un trago la jarra de cerveza y se despidió de sus compañeros de bebidas, seguramente sería un adiós definitivo. Se puso en pie y salió corriendo, aunque claro, no era la única, todo el pueblo perdió por completo el control, las madres agarraban a sus hijos y escapaban, los hombres agarraban sus armas, en un intento inútil por defender sus tierras. Sophitia podría haber ayudado, claro, pero ella era una pirata, no una heroína, y esas no eran sus tierras, su única patria era el mar. Escapó, huyo del lugar lo más rápido que pudo, con las flechas ya cayendo sobre los inocentes, y los soldados saciando su sed de sangre.
La pirata no los culpaba por eso, eran solo soldados, seguramente la mitad apenas sabia porque estaban ahí, lo cual no los justificaba, y claro no por eso iba a pegarles menos fuerte cuando se le cruzaban. Un rastrillo fue a parar a la cabeza de uno de los soldados que intento interponerse en su camino como muestra de lo que opinaba de ellos, otro se comió su puño en plena cara y un tercero una patada en la entrepierna. Sophitia no era una buena peleadora, era oportunista, sabia como moverse en los campos de batalla luego de haber sobrevivido en cientos de abordajes y peleas de taberna.
Pero no estaba en sus planes derrotar a un ejército entero ni mucho menos, solo terminaba con los que se interponían en su huida hacia la espesura del bosque, donde podría esconderse hasta que todo se tranquilice un poco.
Corría ya casi sin aliento, con las ramas pegándole en el rostro, murmurando maldiciones hasta que una raíz que no vio se le engancho en la bota y la hizo tropezar.
-¡Maldita rama de porquería! ¡Odio los bosques! – Grito aun tirada en el piso, pegándole varias veces a la raíz con el talón de la bota, mientras dejaba salir varias palabrotas mas.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: El día después del fuego
Por varios segundos corrí sin dirección alguna. Me había planteado que tenía que encontrar otros que hubiesen escapado a la primer masacre como yo, ¿Pero dónde? No podía alejarme mucho de la espesura del bosque sin haber registrado como estaba ubicado el enemigo en la zona de las cabañas atacadas. Podían descubrirme fácilmente y terminar muerto por descuido. Y eso no tendría sentido ni honor alguno. Primero tenía que recorrer la espesura del bosque sin llegar al límite del pueblo, siempre con cuidado, y ver si alguien más tuvo mi idea, algo lógico. Lo segundo era hacerlo rápido y esconderme de nuevo con quien el o los supervivientes que me encuentre; si nosotros tuvimos la idea de escondernos aquí, los soldados no tardarán en registrar el bosque también. Sonaba a un plan.
Mientras aminoraba el sonido de mis pisadas y la velocidad, delimité mentalmente un croquis de la zona que conocía. Al oeste, más bosque. Al este, el océano y unos metros más abajo, mi pueblo, el muelle y el enemigo. Si caminaba mucho más al sur llegaría al camino que me podía llevar al lugar donde trasladábamos nuestros pescados para venderlos a distintas partes del mundo, Shama. Y al norte, noroeste más especificamente y un poco más lejos que Shama estaban los baños termales, Shakemaw. Debía evitar, por ahora, esos dos puntos. Si no estaba errado, los que nos habían atacado eran soldados de muy buenas armaduras, uniformados y atacaban de manera ordenada pero destructiva y eficaz. Era un ejército de alguna isla. Pero si era un ejército y esto era la guerra, debían haber tomado los puntos más importantes de Shamakaw. Es decir, el lugar más seguro era el oeste, por adentro de la isla...
Mientras iba absorto en mis pensamientos escuché unos insultos y maldiciones e inmediatamente me escondí detrás de un árbol. Era una mujer. No pude escuchar mucho más, pero por su forma de hablar no parecía local. O bien era local que había viajado mucho o era alguien que venía de otras islas. Desenvainé y me acerqué lentamente. Estaba tirada en el suelo, patiando una rama que se le había enganchado en la bota. Por un momento sentí un escalofrío: podía ser tranquilamente un enemigo. Tragué saliva.
- ¿Estás con ellos? - pregunté con frialdad, mientras internamente estaba transpirando frío. No había pensado en la posibilidad de que fuese un enemigo, pero no había mucho que pensar: debía defenderme, si eso implicaba matar también. Pero estaba en el piso. No podía atacar a alguien si no tenía posibilidad de defenderse...pero habían asesinado todo lo que amaba...no, no, no, también estaba la posibilidad que no lo fuese, que fuese apenas una extranjera...pero, ¿Si no lo era?
¡Idiota! Sin darme cuenta mi brazo izquierdo con el que sostenía la espada estaba temblando muy levemente. Sostuve mi mano con la otra y apreté como lo hacía mi padre; debía crecer más agallas y no dudar tanto. El miedo es mi arma, el miedo es mi arma, el miedo es mi arma. Me decidí, entonces, a cometer una tontería: Me acerqué a ella y con un tajo cuidadoso corté la rama en la cual estaba enganchada. De un saltito me alejé de ella y la apunté nuevamente con el arma. Ahora, si era una enemiga, estábamos de igual a igual para luchar y si no lo era, la había ayudado. No dejaba de ser una estupidez lo que había hecho, pero tranquilizó mi consciencia.
- Si eres uno de ellos, te tendré que asesinar ahora mismo - dije, fingiendo algo de seguridad - sino, mi nombre es Sheeha y acabo de sobrevivir como tú. Tenemos que hacer algo antes de que nos encuentren... - dudé un poco sobre cómo llamarla así que me remití a la formalidad básica que conocía - señorita.
Mientras aminoraba el sonido de mis pisadas y la velocidad, delimité mentalmente un croquis de la zona que conocía. Al oeste, más bosque. Al este, el océano y unos metros más abajo, mi pueblo, el muelle y el enemigo. Si caminaba mucho más al sur llegaría al camino que me podía llevar al lugar donde trasladábamos nuestros pescados para venderlos a distintas partes del mundo, Shama. Y al norte, noroeste más especificamente y un poco más lejos que Shama estaban los baños termales, Shakemaw. Debía evitar, por ahora, esos dos puntos. Si no estaba errado, los que nos habían atacado eran soldados de muy buenas armaduras, uniformados y atacaban de manera ordenada pero destructiva y eficaz. Era un ejército de alguna isla. Pero si era un ejército y esto era la guerra, debían haber tomado los puntos más importantes de Shamakaw. Es decir, el lugar más seguro era el oeste, por adentro de la isla...
Mientras iba absorto en mis pensamientos escuché unos insultos y maldiciones e inmediatamente me escondí detrás de un árbol. Era una mujer. No pude escuchar mucho más, pero por su forma de hablar no parecía local. O bien era local que había viajado mucho o era alguien que venía de otras islas. Desenvainé y me acerqué lentamente. Estaba tirada en el suelo, patiando una rama que se le había enganchado en la bota. Por un momento sentí un escalofrío: podía ser tranquilamente un enemigo. Tragué saliva.
- ¿Estás con ellos? - pregunté con frialdad, mientras internamente estaba transpirando frío. No había pensado en la posibilidad de que fuese un enemigo, pero no había mucho que pensar: debía defenderme, si eso implicaba matar también. Pero estaba en el piso. No podía atacar a alguien si no tenía posibilidad de defenderse...pero habían asesinado todo lo que amaba...no, no, no, también estaba la posibilidad que no lo fuese, que fuese apenas una extranjera...pero, ¿Si no lo era?
¡Idiota! Sin darme cuenta mi brazo izquierdo con el que sostenía la espada estaba temblando muy levemente. Sostuve mi mano con la otra y apreté como lo hacía mi padre; debía crecer más agallas y no dudar tanto. El miedo es mi arma, el miedo es mi arma, el miedo es mi arma. Me decidí, entonces, a cometer una tontería: Me acerqué a ella y con un tajo cuidadoso corté la rama en la cual estaba enganchada. De un saltito me alejé de ella y la apunté nuevamente con el arma. Ahora, si era una enemiga, estábamos de igual a igual para luchar y si no lo era, la había ayudado. No dejaba de ser una estupidez lo que había hecho, pero tranquilizó mi consciencia.
- Si eres uno de ellos, te tendré que asesinar ahora mismo - dije, fingiendo algo de seguridad - sino, mi nombre es Sheeha y acabo de sobrevivir como tú. Tenemos que hacer algo antes de que nos encuentren... - dudé un poco sobre cómo llamarla así que me remití a la formalidad básica que conocía - señorita.
Sheeha- Cantidad de envíos : 8
Re: El día después del fuego
Un ser del mar como era Sophitia no podía llevarse bien con un bosque de ninguna manera, siempre le parecieron horribles, calurosos, con insectos, la hacían perderse, no podía ver bien las estrellas… En fin, era un lugar desagradable para ella, y los evitaba siempre que podía, lo que era casi todo el tiempo, ya que se pasaba la vida en un barco o en las tabernas.
Ocupada como estaba en maldecir al bosque no escucho al muchacho acercarse, se sorprendió cuando lo vio allí parado, con su arma en mano, y una mirada que intentaba ser decidida, aunque resultaba bastante evidente que no lo era. Sophitia sonrió para sus adentros, por fuera se mantuvo seria, levanto las manos de inmediato, alejándolas de su sable envainado para demostrar que no pretendía pelear.
-Eha! Tranquilo niño, no quiero pelear – esbozó la mejor de sus sonrisas, en un intento por calmarlo, no le preocupaba en si que estuviera armado y ella no, sino que estaba asustado, y las personas asustadas podían hacer tonterías – Soy una comerciante independiente, había venido a la isla a comprar algo de mercancía y quede atrapada en todo esto –
Se asusto un poco cuando lo vio acercarse, pero logro mantener la calma y no bajó las manos en ningún momento, si quería salir de esta con la cabeza sobre el cuello tenia que actuar con calma.
-No sé ni quiénes son los que están atacando, solo tuve mala suerte – Mezclar mentira con verdades se le daba bien, y si quería ganarse su confianza era mejor no revelar que era pirata, por algún extraño motivo no contaban con una buena reputación – Mi nombre es Sophitia, un gusto Sheeha – Mientras se presentaba se puso en pie, quitándose la tierra de la ropa con las manos.
Era un muchacho muy pequeño, a ojos de la pirata ¿Sería hijo de algún campesino? No lo parecía tampoco, ningún hijo de campesino tenia espadas de ese tipo y mucho menos sabia sostenerlas como correspondía. Sea como fuere, en una situación como esa un joven solo denotaba dos posibilidades.
-¿Tu familia está en el pueblo? ¿O estás solo? – Sin duda era de la isla – Y si, tenemos que irnos lo antes posible… Pero no se bien donde estamos, ni como salir…
Por el momento Sheeha parecía la mejor opción para salir de ese lugar, si era nativo de la isla, y demostraba ser listo, podrían escapar.
Ocupada como estaba en maldecir al bosque no escucho al muchacho acercarse, se sorprendió cuando lo vio allí parado, con su arma en mano, y una mirada que intentaba ser decidida, aunque resultaba bastante evidente que no lo era. Sophitia sonrió para sus adentros, por fuera se mantuvo seria, levanto las manos de inmediato, alejándolas de su sable envainado para demostrar que no pretendía pelear.
-Eha! Tranquilo niño, no quiero pelear – esbozó la mejor de sus sonrisas, en un intento por calmarlo, no le preocupaba en si que estuviera armado y ella no, sino que estaba asustado, y las personas asustadas podían hacer tonterías – Soy una comerciante independiente, había venido a la isla a comprar algo de mercancía y quede atrapada en todo esto –
Se asusto un poco cuando lo vio acercarse, pero logro mantener la calma y no bajó las manos en ningún momento, si quería salir de esta con la cabeza sobre el cuello tenia que actuar con calma.
-No sé ni quiénes son los que están atacando, solo tuve mala suerte – Mezclar mentira con verdades se le daba bien, y si quería ganarse su confianza era mejor no revelar que era pirata, por algún extraño motivo no contaban con una buena reputación – Mi nombre es Sophitia, un gusto Sheeha – Mientras se presentaba se puso en pie, quitándose la tierra de la ropa con las manos.
Era un muchacho muy pequeño, a ojos de la pirata ¿Sería hijo de algún campesino? No lo parecía tampoco, ningún hijo de campesino tenia espadas de ese tipo y mucho menos sabia sostenerlas como correspondía. Sea como fuere, en una situación como esa un joven solo denotaba dos posibilidades.
-¿Tu familia está en el pueblo? ¿O estás solo? – Sin duda era de la isla – Y si, tenemos que irnos lo antes posible… Pero no se bien donde estamos, ni como salir…
Por el momento Sheeha parecía la mejor opción para salir de ese lugar, si era nativo de la isla, y demostraba ser listo, podrían escapar.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: El día después del fuego
La mujer afirmó ser una comerciante atrapada en el conflicto y eso no pudo hacer más que tranquilizarme. Suspiré y bajé el arma, aunque la iba a seguir teniendo desenvainada por las dudas. Su nombre era Sophitia y no parecía ser una mala persona. Era bastante más alta que yo y hablaba y se paraba con seguridad. Era joven, pero parecía tener mucha experiencia.
Cuando preguntó si estaba solo sentí un pequeño nudo en la garganta y pensé en mi padre. Desvié la mirada hacia el suelo y respondí de la manera más seca posible.
- Estoy solo. Mi padre...se quedó defendiendo el pueblo - tragué con fuerzas para que el nudo de angustias se deshiciese y cambié de tema rápidamente - pero eso ya no importa.
Sí, ya no estaba solo. En parte me hacía feliz haber encontrado a otro más que había sobrevivido a la masacre. Algo de mi plan había funcionado bien y eso me daba confianzas. Pero todavía tenía que seguir pujando para salir de esto. Esperaba que mi compañera me ayudase en eso.
- Quería encontrar otros como nosotros y escapar hacia el oeste, señorita Sophitia - le comenté a grandes rasgos - pero tenemos que hacerlo rápido antes de que los soldados empiecen a registrar el bosque. Ahora mismo escapar de la isla es imposible, ya que los muelles y los puertos ya deben estar tomados y sería suicida intentar recuperar uno.
Mi intención no era escapar, por supuesto, pero ella era una ajena, alguien quien el conflicto la tomó y quedó atrapada en la vorágine. No la iba a obligar a ser partícipe de tomar, en algún momento, de recuperar Shamataw y echar a los invasores. Para eso necesitaba gente como yo, isleños, gente que creció toda su vida viendo estas aguas y que no soportaba la idea que alguien viniese a diezmarnos.
- Podemos ir a hurtadillas y robar uno, como última opción, pero tenemos que esperar a la noche, cerca del pueblo, y a que se distraigan. Solo así tendrías mayor posibilidades de escapar, señorita Sophitia - proseguí, sintiéndome más maduro por hablar de estas cuestiones, aunque también era infantil sentirme así - mientras tanto, lo mejor es ser pacientes... ¿Ese ruido?
Levanté mi espada y me agaché un poco. Eran sonidos de...chasquidos, firmes, y rápidos, esparcidos en varias direcciones. Mi corazón se paró por un segundo. Y luego escuché voces.
- Soldados - dije, sin poder ocultar el miedo y el odio en mi voz - tengo un escondite, ¡Sigueme y ten cuidado con las ramas!
El corazón parecía salirse de mi pecho, Teníamos que escapar, escapar ahora.
Cuando preguntó si estaba solo sentí un pequeño nudo en la garganta y pensé en mi padre. Desvié la mirada hacia el suelo y respondí de la manera más seca posible.
- Estoy solo. Mi padre...se quedó defendiendo el pueblo - tragué con fuerzas para que el nudo de angustias se deshiciese y cambié de tema rápidamente - pero eso ya no importa.
Sí, ya no estaba solo. En parte me hacía feliz haber encontrado a otro más que había sobrevivido a la masacre. Algo de mi plan había funcionado bien y eso me daba confianzas. Pero todavía tenía que seguir pujando para salir de esto. Esperaba que mi compañera me ayudase en eso.
- Quería encontrar otros como nosotros y escapar hacia el oeste, señorita Sophitia - le comenté a grandes rasgos - pero tenemos que hacerlo rápido antes de que los soldados empiecen a registrar el bosque. Ahora mismo escapar de la isla es imposible, ya que los muelles y los puertos ya deben estar tomados y sería suicida intentar recuperar uno.
Mi intención no era escapar, por supuesto, pero ella era una ajena, alguien quien el conflicto la tomó y quedó atrapada en la vorágine. No la iba a obligar a ser partícipe de tomar, en algún momento, de recuperar Shamataw y echar a los invasores. Para eso necesitaba gente como yo, isleños, gente que creció toda su vida viendo estas aguas y que no soportaba la idea que alguien viniese a diezmarnos.
- Podemos ir a hurtadillas y robar uno, como última opción, pero tenemos que esperar a la noche, cerca del pueblo, y a que se distraigan. Solo así tendrías mayor posibilidades de escapar, señorita Sophitia - proseguí, sintiéndome más maduro por hablar de estas cuestiones, aunque también era infantil sentirme así - mientras tanto, lo mejor es ser pacientes... ¿Ese ruido?
Levanté mi espada y me agaché un poco. Eran sonidos de...chasquidos, firmes, y rápidos, esparcidos en varias direcciones. Mi corazón se paró por un segundo. Y luego escuché voces.
- Soldados - dije, sin poder ocultar el miedo y el odio en mi voz - tengo un escondite, ¡Sigueme y ten cuidado con las ramas!
El corazón parecía salirse de mi pecho, Teníamos que escapar, escapar ahora.
Sheeha- Cantidad de envíos : 8
Re: El día después del fuego
Como lo imaginaba, el niño estaba asustado y solo, si le pagaran por cada vez que Sophitia se había encontrado huérfanos de las guerras… Y claro que le importaba, de seguro lo único que quería hacer en ese momento era llorar, y poder darle sepultura digna al cuerpo de su padre, la pirata sabia de esas cosas.
-Entiendo, muchacho, tu padre se comporto como un valiente, no tienes que estar mal, sino orgulloso – En su opinión había sido un tonto, podría haberse quedado con su hijo, y en lugar de eso lo dejo solo en un enorme y cruel mundo. Pero no era lo que Sheeha necesitaba escuchar en ese momento, parecía resuelto a sobrevivir, y eso era lo que Sophitia rescataba del asunto.
Bien, hablaba de escapar, eso le gustaba, aunque no tanto la parte de buscar a otros, es decir, mientras más fueran, mas llamarían la atención y mas difícil seria huir. No es que Sophitia fuera malvada, pero el salvarse el pellejo era la parte fundamental de su plan, el asunto estaba en cómo convencer al muchacho de que el plan que ella tenía era mucho mejor que su plan. Tiempo al tiempo.
-Por favor, sin el Señorita, que no soy nada de eso. Dime Sophitia o Sophi – No le gustaban todas esas formalidad tontas, y si iban a pasar ese día juntos, mejor que se acostumbrara a sus modos – Y tu plan de esperar a la noche me parece bien solo que…
Escuchó los ruidos también, no había tiempo de ponerse a discutir los detalles, asintió cuando le dijo que la siga y fue tras él, agachada intentando no hacer demasiado escándalo, aunque por el ruido que hacían los atacantes probablemente no se darían cuenta que estaban allí. Si es que soldados con armaduras no se llevan bien con los arbustos, enredaderas y árboles, avanzaban a paso lento, cortando con sus espadas las ramas que les molestaban.
-Oye niño, no quiero hundirte las ilusiones pero… No se si encontraremos a muchos mas pobladores… - En parte era cierto, no creía que fueran a encontrarlos, la mayoría ya estarían o muertos o capturados – Tu mejor opción es sacar tu trasero de aquí lo más rápido que puedas, si me permites la opinión – Hablaba en tono bajo, aunque no tanto como para que le costara escucharla.
-Entiendo, muchacho, tu padre se comporto como un valiente, no tienes que estar mal, sino orgulloso – En su opinión había sido un tonto, podría haberse quedado con su hijo, y en lugar de eso lo dejo solo en un enorme y cruel mundo. Pero no era lo que Sheeha necesitaba escuchar en ese momento, parecía resuelto a sobrevivir, y eso era lo que Sophitia rescataba del asunto.
Bien, hablaba de escapar, eso le gustaba, aunque no tanto la parte de buscar a otros, es decir, mientras más fueran, mas llamarían la atención y mas difícil seria huir. No es que Sophitia fuera malvada, pero el salvarse el pellejo era la parte fundamental de su plan, el asunto estaba en cómo convencer al muchacho de que el plan que ella tenía era mucho mejor que su plan. Tiempo al tiempo.
-Por favor, sin el Señorita, que no soy nada de eso. Dime Sophitia o Sophi – No le gustaban todas esas formalidad tontas, y si iban a pasar ese día juntos, mejor que se acostumbrara a sus modos – Y tu plan de esperar a la noche me parece bien solo que…
Escuchó los ruidos también, no había tiempo de ponerse a discutir los detalles, asintió cuando le dijo que la siga y fue tras él, agachada intentando no hacer demasiado escándalo, aunque por el ruido que hacían los atacantes probablemente no se darían cuenta que estaban allí. Si es que soldados con armaduras no se llevan bien con los arbustos, enredaderas y árboles, avanzaban a paso lento, cortando con sus espadas las ramas que les molestaban.
-Oye niño, no quiero hundirte las ilusiones pero… No se si encontraremos a muchos mas pobladores… - En parte era cierto, no creía que fueran a encontrarlos, la mayoría ya estarían o muertos o capturados – Tu mejor opción es sacar tu trasero de aquí lo más rápido que puedas, si me permites la opinión – Hablaba en tono bajo, aunque no tanto como para que le costara escucharla.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: El día después del fuego
[FDI: Lamento la tardanza, sin internet desde el miércoles D: ]
La comerciante y yo avanzábamos agachados, con sigilo pero rápido. El ruido de las espadas cortando lianas y abriéndose paso entre la naturaleza era lento, pero era un murmullo que no cesaba. Los soldados estaban explorando, aún sin saber de nuestra presencia. Y era mejor, todavía, que no supiesen.
Escuché lo que dijo y en parte sabía que era cierto, que era lo más lógico pero:
- Es verdad...pero no siento que sea correcto abandonar a mi gente - mi padre me hubiese dado la razón, mas su voz resonó de otra manera en mi cabeza "aún así, sigues siendo un estorbo, te sacrificarías de manera inútil". Tenía razón en ese aspecto, pero, él también lo hizo...
Un momento, él también lo hizo. Mi padre se sacrificó, pero, ¿A beneficio de qué? Bloqueó la lluvia de flechas, y pudo haber escapado conmigo, a pesar de todo ¿Qué le impidió hacerlo? ¿El honor de escapar? Él dijo que ya había escapado de una guerra y que no protegió a la gente que apreciaba, ¿Y entonces porque me dejó solo? Tal vez pensaba que yo podía protegerme solo o tal vez no se sacrificó y sigue luchando y se refería a que en algún momento me iba a alcanzar. Por un momento mi rostro se iluminó. Eso tenía más sentido, sino mi padre había cometido un error grave. Y mi padre no se equivocaba de una manera tan negligente.
Me había quedado callado de repente, ensimismado en mi pensamientos que a veces se aclaraban y otras veces se oscurecían. Me di cuenta que había sido un silencio muy cortante a su propuesta y volví a hablar:
- Aún así, te ayudaré en lo que pueda a escapar, seño- digo, Sophitia - me corregí, al recordar que parecía que esa formalidad no era correcta en ella - después de todo, eres una comerciante que se vio involucrada en esto por azar. Pero para eso necesitaré tu ayuda.
Llegamos al claro del bosque y con agilidad me acerqué a la roca del escondite. Hice señas para que se acercara. El sonido del invasor estaba más lejos, pero seguía ahí. Había que ser rápidos.
- Tú primera - señalé con la espada la grieta entre ambas piedras - adentro hay un escondite...oh - entonces me surgió una duda, al verla. Una duda apremiante. Yo era delgado, más delgado que cualquiera, y podía entrar por ahí perfectamente. Ella era de mayor tamaño que yo - ¿Puedes entrar?
La comerciante y yo avanzábamos agachados, con sigilo pero rápido. El ruido de las espadas cortando lianas y abriéndose paso entre la naturaleza era lento, pero era un murmullo que no cesaba. Los soldados estaban explorando, aún sin saber de nuestra presencia. Y era mejor, todavía, que no supiesen.
Escuché lo que dijo y en parte sabía que era cierto, que era lo más lógico pero:
- Es verdad...pero no siento que sea correcto abandonar a mi gente - mi padre me hubiese dado la razón, mas su voz resonó de otra manera en mi cabeza "aún así, sigues siendo un estorbo, te sacrificarías de manera inútil". Tenía razón en ese aspecto, pero, él también lo hizo...
Un momento, él también lo hizo. Mi padre se sacrificó, pero, ¿A beneficio de qué? Bloqueó la lluvia de flechas, y pudo haber escapado conmigo, a pesar de todo ¿Qué le impidió hacerlo? ¿El honor de escapar? Él dijo que ya había escapado de una guerra y que no protegió a la gente que apreciaba, ¿Y entonces porque me dejó solo? Tal vez pensaba que yo podía protegerme solo o tal vez no se sacrificó y sigue luchando y se refería a que en algún momento me iba a alcanzar. Por un momento mi rostro se iluminó. Eso tenía más sentido, sino mi padre había cometido un error grave. Y mi padre no se equivocaba de una manera tan negligente.
Me había quedado callado de repente, ensimismado en mi pensamientos que a veces se aclaraban y otras veces se oscurecían. Me di cuenta que había sido un silencio muy cortante a su propuesta y volví a hablar:
- Aún así, te ayudaré en lo que pueda a escapar, seño- digo, Sophitia - me corregí, al recordar que parecía que esa formalidad no era correcta en ella - después de todo, eres una comerciante que se vio involucrada en esto por azar. Pero para eso necesitaré tu ayuda.
Llegamos al claro del bosque y con agilidad me acerqué a la roca del escondite. Hice señas para que se acercara. El sonido del invasor estaba más lejos, pero seguía ahí. Había que ser rápidos.
- Tú primera - señalé con la espada la grieta entre ambas piedras - adentro hay un escondite...oh - entonces me surgió una duda, al verla. Una duda apremiante. Yo era delgado, más delgado que cualquiera, y podía entrar por ahí perfectamente. Ella era de mayor tamaño que yo - ¿Puedes entrar?
Sheeha- Cantidad de envíos : 8
Re: El día después del fuego
¿Correcto? En su opinión el muchacho estaba muy confundido, lo único correcto en la vida era sobrevivir, el cómo era muy subjetivo. Era cierto también que Sophitia nunca había tenido algo parecido a “su gente”, bien, se podría considerar a una tripulación como de pertenencia, pero nunca había estado mucho en ninguna, y los piratas no eran reconocidos por sus altos niveles de lealtad. Negó con la cabeza al escuchar eso, si el chico seguía por esos caminos solo terminaría muerto, ya había visto a muchos seudos valientes terminar como alfileteros en los campos de batalla o en disputas callejeras.
-No me voy a meter en tu vida, ya eres grande como para decidir si quieres vivir o dejarte matar – No era algo que le incumbiera, siempre y cuando le dijera por donde escapar, era libre de elegir la muerte.
Llegaron al claro y en cuanto vio el lugar donde se suponía que se iban a meter lo supo, no había manera que ella entrara ahí, se quedo parada al lado, rascándose el brazo mientras pensaba, si estuviera de mal humor le diría al chico que entrara él, haría ruidos para que los soldados fueran y escaparía en medio de la confusión… Por suerte para Sheeha, la pirata estaba de relativo buen ánimo.
-Tendrás que pensar en otra cosa, a lo mucho entro hasta la cintura, pero un torso en medio del bosque llama igual la atención que un cuerpo entero… - Escupió a un lado - ¿A cuánto estamos de la playa?
Si tan solo tuviera un barco, de cualquier tamaño, de cualquier forma y estilo, así fuera una cascara de nuez, no importaba, había viento, podría sacarlos a ambos de allí rápidamente. Pero si la cosa fuera tan sencilla, ya lo hubiese hecho sola.
-También podemos rendirnos y que nos hagan prisioneros… Pero la verdad, los soldados no son de tratar bien a quienes capturan, prefiero seguir con mis costillas enteras – Era muy chico para que le dijera lo que en realidad harían con ellos si los agarraban… Pero era una opción, claro, una no muy agradable pero… Si oponían resistencia simplemente los matarían.
-No me voy a meter en tu vida, ya eres grande como para decidir si quieres vivir o dejarte matar – No era algo que le incumbiera, siempre y cuando le dijera por donde escapar, era libre de elegir la muerte.
Llegaron al claro y en cuanto vio el lugar donde se suponía que se iban a meter lo supo, no había manera que ella entrara ahí, se quedo parada al lado, rascándose el brazo mientras pensaba, si estuviera de mal humor le diría al chico que entrara él, haría ruidos para que los soldados fueran y escaparía en medio de la confusión… Por suerte para Sheeha, la pirata estaba de relativo buen ánimo.
-Tendrás que pensar en otra cosa, a lo mucho entro hasta la cintura, pero un torso en medio del bosque llama igual la atención que un cuerpo entero… - Escupió a un lado - ¿A cuánto estamos de la playa?
Si tan solo tuviera un barco, de cualquier tamaño, de cualquier forma y estilo, así fuera una cascara de nuez, no importaba, había viento, podría sacarlos a ambos de allí rápidamente. Pero si la cosa fuera tan sencilla, ya lo hubiese hecho sola.
-También podemos rendirnos y que nos hagan prisioneros… Pero la verdad, los soldados no son de tratar bien a quienes capturan, prefiero seguir con mis costillas enteras – Era muy chico para que le dijera lo que en realidad harían con ellos si los agarraban… Pero era una opción, claro, una no muy agradable pero… Si oponían resistencia simplemente los matarían.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: El día después del fuego
La situación no pintaba bien. No pintaba para nada bien. Había entendido por qué mi padre decía que ese refugio era solo para mí. Y ahora estaba haciendo el idiota enfrente de alguien a quien quería salvar. Alguien bastante sincero, de hecho...vivir o dejarme matar. No me iba a dejar morir tan fácil (supongo), pero era cierto que todavía era apenas un niño con una espada...que nunca había derramado la sangre de nadie y que lo único que había abierto en mi vida con algo afilado eran pescados. La pesada realidad cayó sobre mis hombros: no iba a poder salvar a nadie. Podía intentarlo, pero era más probable que terminase muerto. Y mi padre había hecho algo para que yo sobreviviese, y era muy probable que me estuviese esperando. Pero para eso tenía que valorar más mi propia vida y encontrarlo y que me ayudara. Esa ilusión de que estaba vivo, por más que en el fondo no era cierto, me daba control suficiente como para no estar paralizado de miedo y pensar más racionalmente.
- La playa más cercana está a...200 o 300 metros - respondí, con la mano en la barbilla - ¿Quieres intentar ir ya? ¿No prefieres esperar a la noche? Podemos ocultarnos más bosque aden-
Me callé porque quería escuchar con más atención. El ruido de naturaleza cercenada y pisadas metálicas en suelo de tierra no parecía acercarse más, pero más bien parecía que se extendía alrededor nuestro, por el oeste y hacia el norte. No, si queríamos ir bosque adentro nos arriesgábamos a que los soldados nos encontrasen.
- No, nos chocaremos con alguna escuadra de soldados si vamos para ese lado, escucha - avisé, apuntando con el índice el círculo del cual se escuchaban los ruidos - No podemos dejar que nos capturan todavía, Sophitia. No nos queda más opción de ir a la playa.
En mi cabeza rechazaba totalmente el ser capturado por esos asesinos. Me quitarían mi espada y...no sé que nos pasaría. No entendía qué iba a pasar del todo y en las historias que a veces contaban en el pueblo sobre guerras legendarias nunca contaban los detalles de los prisioneros de guerra. Aún así, no hacía falta conocer o ser un genio para entender que no iba a terminar bien. La comerciante parecía tomarlo como una opción para sobrevivir, sin embargo...
- Y si nos quedamos sin más opciones...tendremos que dejar que nos capturen - la adrenalina de todo esto me permitía actuar sin pensar bien lo que pasaría, y si no pensaba bien en lo que pasaría, no sentía ni nervios ni tanto miedo. Suspiré y miré a Sophitia. Quería fingir que podía controlar la situación como un adulto, pero era en vano. Mis ojos no mentían en lo que interiormente me estaba pasando - vamos, por favor.
- La playa más cercana está a...200 o 300 metros - respondí, con la mano en la barbilla - ¿Quieres intentar ir ya? ¿No prefieres esperar a la noche? Podemos ocultarnos más bosque aden-
Me callé porque quería escuchar con más atención. El ruido de naturaleza cercenada y pisadas metálicas en suelo de tierra no parecía acercarse más, pero más bien parecía que se extendía alrededor nuestro, por el oeste y hacia el norte. No, si queríamos ir bosque adentro nos arriesgábamos a que los soldados nos encontrasen.
- No, nos chocaremos con alguna escuadra de soldados si vamos para ese lado, escucha - avisé, apuntando con el índice el círculo del cual se escuchaban los ruidos - No podemos dejar que nos capturan todavía, Sophitia. No nos queda más opción de ir a la playa.
En mi cabeza rechazaba totalmente el ser capturado por esos asesinos. Me quitarían mi espada y...no sé que nos pasaría. No entendía qué iba a pasar del todo y en las historias que a veces contaban en el pueblo sobre guerras legendarias nunca contaban los detalles de los prisioneros de guerra. Aún así, no hacía falta conocer o ser un genio para entender que no iba a terminar bien. La comerciante parecía tomarlo como una opción para sobrevivir, sin embargo...
- Y si nos quedamos sin más opciones...tendremos que dejar que nos capturen - la adrenalina de todo esto me permitía actuar sin pensar bien lo que pasaría, y si no pensaba bien en lo que pasaría, no sentía ni nervios ni tanto miedo. Suspiré y miré a Sophitia. Quería fingir que podía controlar la situación como un adulto, pero era en vano. Mis ojos no mentían en lo que interiormente me estaba pasando - vamos, por favor.
Sheeha- Cantidad de envíos : 8
Re: El día después del fuego
Perfecto, la costa no estaba tan lejos, si eran discretos podían llegar y luego… Y luego… ¿Y luego qué? Si los soldados tenían dos dedos de frente habían prendido fuego la mayoría de los barcos para que la gente no escapara, era una estrategia básica. Pero existía la esperanza de que se les escapara alguno, que al menos algún bote pequeño se hubiese salvado, si esa era su única esperanza ¡La tomaba!
-Mismo podemos aprovechar a que aun esta todo fresco y los soldados no instalaron un sistema de guardias, la confusión puede ser mejor abrigo que la oscuridad de la noche … - O al menos eso esperaba.
Tenía una espada, era cierto, e intentaba mantenerse firme, pero Sophitia sabía lo que eran en realidad los hombres rudos, y quien estaba frente a ella era solo un niño, un chico que de la noche a la mañana se había quedado solo en el mundo, seguramente siquiera había tenido que usar la violencia alguna vez, en su tranquila vida como campesino o pescador.
-Niño, si vas a tener la espada en la mano, mas te vale estar listo para usarla, porque de nada va a servir que te tiemble el pulso cuando nos ataquen – Se acerco a él y le dio unas palmadas en la espalda a modo amistoso – Vamos, cálmate y piensa las cosas con tranquilidad ¿Hay alguna posibilidad de que algún barco se salvara del ataque?
¿Qué tanto tenía que decirle? Al parecer estaba tan confundido que no había notado los múltiples indicios de que Sophitia era cualquier cosa menos un comerciante. Llevaba una daga escondida bajo la camisa en el cinturón, si era necesario lo usaría contra los soldados, pero prefería evitar la confrontación, llevaba las de perder… Pero al mismo tiempo no quería que agarraran al muchacho, le hacía acordar en ciertos aspectos a ella misma, a cuando su padre murió…
-Si, mejor vámonos – Lo agarro de la mano libre y comenzó a correr lejos del escondite, siguiendo las indicaciones de Sheeha para encontrar la costa más rápidamente – Se de barcos – Comentó la pirata mientras corrían – Puedo manejar el que sea siempre y cuando este mas o menos entero, solo necesito que no se hunda… - Vamos, que no fuera un colador con vela, ese era el único requisito.
-Mismo podemos aprovechar a que aun esta todo fresco y los soldados no instalaron un sistema de guardias, la confusión puede ser mejor abrigo que la oscuridad de la noche … - O al menos eso esperaba.
Tenía una espada, era cierto, e intentaba mantenerse firme, pero Sophitia sabía lo que eran en realidad los hombres rudos, y quien estaba frente a ella era solo un niño, un chico que de la noche a la mañana se había quedado solo en el mundo, seguramente siquiera había tenido que usar la violencia alguna vez, en su tranquila vida como campesino o pescador.
-Niño, si vas a tener la espada en la mano, mas te vale estar listo para usarla, porque de nada va a servir que te tiemble el pulso cuando nos ataquen – Se acerco a él y le dio unas palmadas en la espalda a modo amistoso – Vamos, cálmate y piensa las cosas con tranquilidad ¿Hay alguna posibilidad de que algún barco se salvara del ataque?
¿Qué tanto tenía que decirle? Al parecer estaba tan confundido que no había notado los múltiples indicios de que Sophitia era cualquier cosa menos un comerciante. Llevaba una daga escondida bajo la camisa en el cinturón, si era necesario lo usaría contra los soldados, pero prefería evitar la confrontación, llevaba las de perder… Pero al mismo tiempo no quería que agarraran al muchacho, le hacía acordar en ciertos aspectos a ella misma, a cuando su padre murió…
-Si, mejor vámonos – Lo agarro de la mano libre y comenzó a correr lejos del escondite, siguiendo las indicaciones de Sheeha para encontrar la costa más rápidamente – Se de barcos – Comentó la pirata mientras corrían – Puedo manejar el que sea siempre y cuando este mas o menos entero, solo necesito que no se hunda… - Vamos, que no fuera un colador con vela, ese era el único requisito.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
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