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Mensaje por Kirill 10/03/14, 12:53 am

Algo se movía dentro del Credo. Ajar había estado inquieto en aquellos últimos tiempos, pero por supuesto no le había dicho nada a Kirill. Y si el mago hubiera tenido que juzgar por las apariencias, habría jurado que Ajar tampoco sabía bien qué estaba pasando. Simplemente, algo se movía dentro del Credo; algo sigiloso, diríase incluso sibilino. Había una ligera sensación de que algo podía ocurrir en cualquier instante. Una sensación de expectación, como si el Credo llevara demasiado tiempo tranquilo y de golpe, al sentir que algo iba a pasar, todos hubieran alzado la mirada a la espera de alguna señal. Era el momento de que ocurriera algo.

Entonces ¿qué demonios estaban haciendo en una maldita fiesta de Móselec?

Era como para ponerse nervioso. Kirill se sentía como cuando había estado en Trinacria y había huido de la vista de los grandes palacios para buscar refugio en el barrio de pescadores. La opulencia era latente miraras donde miraras, con trajes hechos a medida, joyas, damas elegantes y hombres bien vestidos. Los platos eran de buena porcelana, la cubertería de plata; los suelos estaban bien alfombrados y las cortinas eran aterciopeladas. A Kirill todo aquello le hacía sentir unas leves ganas de vomitar. Era la hipocresía, lo aires... se decía a si mismo. Pero en realidad le molestaba porque sentía que le atraía y que de alguna manera lo añoraba. Notaba con demasiada claridad como había sido excluido de todo aquello, quisiera o no.

Ajar había llegado como invitado a la fiesta, sonriente y agradable, con una apariencia renovada. El viaje en barco había sido pesado y no había arrojado muchas luces respecto a por qué se dirigían a Móselec. Después de que Kirill invocara a los demonios por él en Thialir y tuviera que matarlos al perderlos de su control, Ajar había comenzado a tomarle como su aprendiz favorito, algo que el mago no se había esperado en absoluto. Los demonios habían escapado a su voluntad y con dificultades los había matado; incluso sospechaba que seguía habiendo alguno suelto. Pero cuando volvió a Ur a explicar su fracaso, Ajar dejó de mirarle de aquella forma tan extraña en que solía hacerlo. Por eso le había elegido a él como su escolta en aquella ocasión, lo cual no significaba que fuera a explicarle más de lo estrictamente necesario.  

Kirill había llegado como su escolta, sí, pero inmediatamente había sido "cedido" como parte de la seguridad de la fiesta. Cedido. Como un puto objeto. Había acompañado a Ajar al interior de la casa, donde su maestro había sacado más dinero del que Kirill hubiera tocado nunca desde que llegó a Jaspia, y alguna clase de intercambio pareció haber tenido lugar. Algo de unos ópalos. Kirill se extrañó de que Ajar hubiera venido a comprar piedras, pero no comentó nada en voz alta y se limitó a esperar.
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Mensaje por Sophitia 14/03/14, 03:22 pm

Entre la opulencia y el esplendor se escondía siempre la pestilencia y el engaño, bajo los costosos y perfumados trajes había cuerpos tan humanos como cualquiera que transpiraban por el exceso de tela, escondían los sarpullidos de los insectos tropicales, masas fofas y pálidas empolvadas para que nadie lo note. Eso era lo que veía Sophitia al mirar a toda esa gente reunida para la ocasión, un montón de seres asquerosos que no hacían más que disfrutar de su hipocresía día tras día, sin mayores problemas en su vida que meditar sobre qué color de ropa iban a usar o con que colgante de diamantes hacia juego.

La pirata se sentía agobiada, apenas podía respirar con ese ajustado vestido, los pies le dolían por los tacos, y tanto sonreír ya le estaba acalambrando la mandíbula. Odiaba eso, odiaba todo ese lugar, el estúpido vestido que le habían obligado llevar, el mantener las apariencias para que no la descubrieran, y tener que aguantar a toda esa gente que no le importaba en lo absoluto. Luego de caminar lentamente por el gran y exageradamente decorado salón, había optado por sentarse a un lado para que las ampollas que le habían salido en los pies dejaran de hacerla sufrir.

¿Cómo había terminado todo así?

Regresando dos semanas en el pasado, una información importante llego a oídos de un grupo de ladrones entre los que se encontraba Sophitia. Que se iba a realizar una enorme fiesta en Móselec, pero lo más importante, que dentro de la misma se realizarían intercambios de muchas mercancías valiosas, joyas de todo tipo, telas de las más finas, objetos invaluables y quien sabe que mas. La oportunidad era única, y los bandidos no iban a desaprovecharla, los preparativos comenzaron de inmediato.

La tarea de la pirata, junto con varios más del grupo, era infiltrarse en la fiesta y abrirles camino a un grupo más numeroso que estaría esperando afuera… No era tan difícil… Eso pensó Sophitia cuando se lo contaban, luego llego el vestido extremadamente apretado, los zapatos destroza pies, y las clases de baile tortuosas. En la actualidad, luego de las dos semanas de sufrimiento, opinaba que mejor hubiese sido intentar robar a un grupo de vikingos armados hasta los dientes que estar dentro de esas ropas.

Pero ya estaba hecho, y no podían tirar por la borda todo el trabajo y el tiempo que habían invertido para estar ahí, habían tenido que pagar a alguno de los guardias y matado a otros, conseguir las ropas, practicar los pasos, estudiar mapas, calcular salidas… No había sido nada sencillo ni improvisado, era necesario que saliera bien o estarían en problemas serios.

La actividad de Sophitia en la fiesta hasta el momento había sido mantenerse al margen, saludar amablemente solo si alguien la saludaba, e intentar no llamar mucho la atención. Por lo que tuvo que hacer un esfuerzo enorme por caminar como correspondía, hablar en tono femenino, y no tropezar con su propia falda.

Hasta el momento todo parecía estar tranquilo, sentada a un lado junto a una ventana no noto que un hombre la miraba desde atrás, y que se acercaba, algo indeciso aun, como si la muchacha le sonara de algún lado. Educado pero suspicaz se animo a hablarle.

-Perdona… - En cuanto comprueba que es Sophitia cambia el tono a uno más duro- ¿Qué coño haces tú aquí?

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Mensaje por Kirill 20/03/14, 02:26 pm

Al margen de los intercambios que iban a tener lugar en aquel palacio, la fiesta proseguía en grandes salones decorados con lujo y cierto buen gusto que Kirill se negaba a apreciar. No era en absoluto la más vulgar de las fiestas que el mago hubiera visto; al contrario, en cualquier esquina podía identificarse a personajes respetables de Cessele, probablemente ignorantes de que estaban sirviendo de tapadera para los intercambios de toda clase que estaban teniendo lugar un piso más abajo. De cualquier forma se sentía al margen de toda aquella mascarada. Ajar, sabía, no tendría problemas para valerse por sí mismo ocurriera lo que ocurriera y justamente por eso había prescindido de él. Aquello le daba nuevas libertades, si bien era consciente de que debía permanecer a mano y a la vista en todo momento. Probablemente lo más correcto fuera emplazarse en un rincón y observar lo que sucedía a su alrededor, pero debía admitir que aquel prospecto le aburría profundamente.

Las vestiduras de Kirill eran especialmente elegantes en aquella ocasión - cortesía de Ajar y del Credo - pero seguían estando dos tonos por debajo de los que portaban lores y damas en aquella fiesta. El toque formal y carente de detalles frívolos, como habría sido un pañuelo en la pechera, le concedían un aire militar o incluso, de manera acertada, de guardia personal. Las armas habían sido voluntariamente depositadas en el ropero por todos los invitados a la fiesta, pero Kirill sabía que había unas cuantas excepciones a aquella regla general. Por supuesto, habían tenido la educación de pretender que la seguridad era para proteger a los ilustres invitados si algo ocurriera, y la sensibilidad de ocultar a los guardias y su armamento todo lo posible para que no llamaran excesivamente la atención. Pero aquí y allá, según uno echara la vista, podía distinguir un hombre armado, quieto en un rincón y vestido de uniforme.

Y luego estaba la gente como Kirill, guardaespaldas de los propios invitados. Por supuesto, a ellos no les habían permitido guardar sus armas; sería demasiado evidente e inquietaría a muchos invitados tener a grandes hombres armados interrumpiendo los bailes. Pero Ajar había conseguido hacer pasar a Kirill con una daga, y por supuesto nadie iba a quitarle su magia.

De todas formas dudaba que algo fuera a pasar, así que simplemente tomó la ocasión para pasearse por la sala. Una parte de él se anclaba al pasado y otra parte de él lo odiaba, y por eso no agarró un tentempié ni sonrió ni invitó a bailar a una joven que le dedicó una larga mirada. De todas formas habría estado bastante fuera de lugar ponerse a hacer todo eso. Aunque habría sido divertido.

Se posicionó en un rincón mientras observaba la fiesta. La música era agradable y bien ejecutada, y le ayudó a poner la mente en blanco. Observó cómo algunas parejas comenzaban una nueva canción y después paseó la mirada por el público.

La mayoría de mujeres ya estaban emparejadas para aquel baile, pero unas pocas conversaban sentadas en los sillones. Y allá, sentada frente a una ventana, había una figura de pelo negro azabache y vestido rojo aterciopelado. Completamente sola. Kirill se fijó en ella y le invadió una extraña sensación; se giró hacia allá y la observó durante unos instantes más. Podía ver sólo una parte de la cara y sin embargo...

El mago miró a su alrededor como para comprobar que nadie más estaba haciendo como él, fijándose en la extraña solitaria. Parecía ser el único. La volvió a mirar con gesto de sospecha y bordeó la pista de baile hasta donde ella se encontraba. Aquella extraña sensación al verla sentada allí sola...

-Perdone - comenzó, pretendiendo llamar su atención -...

Y entonces se dio cuenta. Aquella cara. Aquellos ojos, aquel pelo negro, aquellos labios... No había duda posible. Era la puta pirata de Nehmen.

- ¿Qué coño haces tú aquí? - tuvo que soltar.

Estaba maquillada y vestida, pero no había lugar a dudas: se trataba de ella. Habían peleado demasiado como para que el mago fuera a olvidarse de su cara tan facilmente; al contrario, la tenía bien gravada a fuego. Kirill la miró con un gesto de total sorpresa y pareció que unos engranajes se movían en su cabeza. ¿Por qué razón estaría aquí la pirata?
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Mensaje por Sophitia 21/03/14, 11:58 am

De todos los lugares del mundo en que podía encontrarse con ese fanfarrón, egoísta, buenos para nada, insufrible ¿Por qué tenía que ser justo ahí? En medio de una misión importante, con guardias por todos lados que podían arrestarla en cuanto el dijera una palabra, y con altas probabilidades de que la mandaran a la horca por eso.  Su cara de sorpresa era solo comparable a la de Kirill, se hizo un silencio incomodo hasta que la pirata atino a contestar algo.

-Trabajando, por supuesto, si de mí dependiera no estaría en este asqueroso lugar – Dijo en murmullos mientras sonreía para no llamar la atención de las personas, por lo que quedaba un contraste gracioso entre sus palabras y su expresión – ¿O te crees el único guardaespaldas del mundo, maguito?

Una de las grandes habilidades de Sophitia era el improvisar mentiras, capacidad que había adquirido desde pequeña cuando robaba por las calles y tenía que salvarse de los guardias de alguna manera. Podía decir sin que se le moviera un solo musculo en el rostro que era una sirena enviada por el dios del mar a Jaspia y hacerlo con aire convincente y todo. Si tan solo lograba que Kirill se creyera sus mentiras, aun podrían llevar adelante el plan, no estaba todo perdido. Y si no le creía, pues tendría que encontrar el modo de sacarlo del camino sin levantar sospechas.

-Los grandes Señores no son los únicos con buena mercancía para intercambiar, y algunos vienen en representación de Grandes Capitanes Piratas y sus botines, estoy aquí solo para asegurarme de que nadie se haga el listo y se quede con ganancias que no le pertenecen – Continuó mintiendo siempre asegurándose de poner un tono de obviedad a sus palabras – Ya de por si este trabajo apestaba, pero tu presencia me demuestra que las cosas siempre pueden ser peores.

Sacó un abanico que hacía juego con el vestido y comenzó a abanicarse, dentro del salón hacia algo  más de calor, producto del amontonamiento de gente,   la pirata estaba acostumbrada a llevar solo una capa de tela y no la infinidad que tenia puesta ahora. Miró de reojo a Kirill, iba bien vestido, se veía bien, “Lastima ese gesto de mal humor que tiene siempre, como si le estuvieran metiendo un dedo por detrás”, pensó la pirata. Tuvo que aguantarse mucho para no reírse de su propia idea.

-Supongo que estás aquí con alguno de los pomposos Señores de los Gurruminos ¿Cierto? – Intentando cambiar el foco de la charla- ¿Te diviertes?

FDI: Por lo que hablabamos ayer =) Ópalos de fuego 1374473797_530231585_1-Fotos-de--Peinado
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Mensaje por Kirill 21/03/14, 09:29 pm

A Kirill se le ocurría una razón para que Sophitia estuviera allí, vestida de aquella manera. Era la "puta" pirata, después de todo así que ¿qué tendría más sentido que eso? La duda que le quedaba era quién estaría tan fuera de juicio como para elegir a la pirata como amante; había nobles con gustos extravagantes, pero nunca había conocido a nadie tan tarado. Esto iba a preguntar en voz alta cuando Sophitia se adelantó y, con una expresión de tranquila alegría que no quedaba nada natural en ella, le informó educadamente que estaba allí por trabajo.

De guardaespaldas, más específicamente.

Como siempre que a Kirill le hacían una revelación inesperada, necesitó varios segundos para hacerse a la idea de lo que aquello suponía. Observó a Sophitia de arriba abajo mientras ella seguía diciendo cosas. "No tiene sentido" pensó al principio, pero en realidad era un empeño estúpido, porque aquello tenía pies y cabeza. Sabía lo de los intercambios, venía en representación de piratas... Él no sabía que había capitanes metidos en los trueques, eso sí, y hasta le resultaba un poco raro.

- Creí que los nobles aquí tendrían más sentido común. ¿Invitar a piratas a los intercambios?  - preguntó con desprecio.- Lo siguiente será hacerlo público para que vengan los campesinos del mercado.

Volvió a recorrer a Sophitia con la mirada, desde la falda del vestido hasta el recogido del pelo. Había pensando que todo iba a desarrollarse con normalidad, pero si había piratas de por medio, traicioneros y egoistas como eran, no sería sorprendente que intentaran algún truco para obtener mejores precios.

Sería mejor que avisara a Ajar, concluyó, y finalizar el trueque en cuanto antes.

- ¿Quieres decir que son pomposos viendo cómo vas vestida? Compárate. Los piratas no tenéis ni idea de buen gusto... Estos volantes son de prostituta.

Diciendo esto levantó un poco los volantes en los que terminaban las mangas del vestido.

- Sería normal que te delates... Si alguien se fijara en ti ya se habrían dado cuenta de que apestas a pirata, pero con esa cara es difícil no apartar la vista. ¿Vas armada? - preguntó de golpe -. Y sí, me lo estoy pasando como un niño de bien, ¿no se me ve en la cara? Lo mejor de todo ha sido encontrarme contigo.

Omitió hablar de a quién estaba acompañando en aquel evento. No era tan tonto como para ir revelando por allí que era parte del Credo Tenebroso, aunque le habría encantado ver la cara de miedo de Sophitia al contárselo... Nah. Pensándolo mejor, era tan corta de mente que ni se habría inmutado al escucharlo.
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Mensaje por Sophitia 25/03/14, 09:57 am

Negó con la cabeza mientras escuchaba el obtuso comentario de Kirill, suspiro para que quedara bien en claro lo que pensaba sobre sus tontos comentarios. Más allá de que en ese mismo momento la pirata estaba mintiendo, si era cierto que a veces se invitaban a piratas a vender mercancía, claro que solo iban los capitanes más respetados y con mejor presencia, tampoco era cierto que todos los piratas eran un montón de ignorantes muertos de hambre, más de un noble se había vuelto pirata cuando sus familias habían caído en desgracia, o por situaciones personales diversas. Pero explicarle todo eso a alguien como Kirill era tan inútil como intentar que un mono aprendiera a leer y escribir.

-Porque los nobles tienen más sentido común que tu es que nos invitan, tenemos más objetos exóticos de los que puedas imaginar y corremos con desventaja al momento de poner precios – Eso era porque el comerciar con mercancía ilegal siempre hacia que llevaran las de perder – No sé cómo se hacen las cosas de dónde vienes, pero en Jaspia siempre se hicieron así – No era que supiera de donde era el mago, pero si le llamaba la atención ese tipo de cosas, era que no tenía idea de cómo se manejaban en esa zona.

Le pego con el abanico en la mano en cuanto toco los volantes de la manga.

-Iba a llamar más la atención si venía vestida como a mí se me antojara, y como prostituta se ve tu madre, idiota, si vas a empezar a insultar haremos de esta fiesta algo inolvidable – Siempre sonriendo y sin levantar la voz , miro a Kirill de arriba abajo y agrego – Al menos pude elegir el color, de seguro a ti te vistieron, te armaron y hasta te dicen qué comer y cuando dormir, pequeño muñequito de porcelana.

Y ya habían empezado con el intercambio de insultos, todo muy normal entre ellos, pero en ese lugar tenían que comportarse, no podían simplemente empezar a pelear o arruinarían ambos sus trabajos.

-¿Que te importa si tengo armas? Las tenga o no, mi habilidad esta en usar todo como arma, pero déjalo así, tu mente es tan cerrada como una nuez, y no puedes ver más allá de tu nariz, nunca lo podrías entender – Aun tenía tiempo antes de que comenzara el golpe, pero sabía que las sospechas del mago no se disolverían fácilmente, eso significaban un par de ojos extras vigilándola, tenía que sacárselo de encima pronto - ¿Qué estuviste haciendo en este tiempo? – Era un cambio de tema brusco, una pregunta que no tenía que ver con nada y seguramente inesperada ya que minutos antes lo estaba insultando, pero los rencores de Sophitia duraban tan poco que no era raro en ella.
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Mensaje por Kirill 29/04/14, 11:35 pm

Haber sido tan abiertamente agresivo y que ella iniciara su respuesta con tal calma hizo que Kirill se sintiera... raro. Un poco desestabilizado, como si en un barco hubiera visto una ola venir por estribor, hubiera ajustado su equilibrio para hacerle frente, y justo en el último instante el golpe se hubiera recibido desde el lado contrario. No tendría mucha más consecuencia que un tropiezo, pero le dejaba a uno preguntándose qué coño estaba pasando bajo las olas.

Algo similar en aquella ocasión. Kirill recordaba a Sophitia como una engreída siempre dispuesta a la pelea, no como alguien que aguantara el tipo ante ataques, se encogiera de hombros y respondiera con una sonrisa. La imagen que tenía de ella sólo había empeorado después del tiempo que había estado sin verla, transformándola en un ser aún más despreciable e insoportable. Así que hasta que ella no empezó a llamarlo "idiota", "muñequito de porcelana" y "mente-nuez" no sintió que las cosas iban por donde era normal e incluso natural. El primer momento de incomprensión dio paso a una extraña euforia por haber obtenido lo que esperaba de la pirata: insultos. Una sonrisa aviesa y suficiente asomó en sus labios cuando notó que sus provocaciones estaban dando fruto.

- Probablemente cosas con mayor trascendencia que tú. Y es difícil no insultarte... A mí me visten, me dan de comer, y me hacen ladrar como a un perro faldero. Pero aún no he caído al nivel de un pirata. Ni voy vestido así... heh.

Repitió el gesto de levantar los volantes del vestido, ya que parecía que a ella le había molestado anteriormente. No estaba seguro, en cambio, de que a Sophitia le molestara que se metiera con su buen gusto en la elección de vestido, pero simplemente no podía evitarlo. Insistió en ello intentando provocar una respuesta más clara, como buscando intuitivamente temas que pudieran hacer reaccionar a la pirata, porque había notado con anterioridad que el tema del vestir era importante para muchas mujeres.

- Más te vale no estar armada. No queremos problemas esta noche... Mantente en tu rinconcito protegiendo a tu capitán y no hagas ruido... Ni intentes salir a la pista de baile, no sea que tropieces, desgarres el vestido y nos obsequies a todos con la vista de tu ropa interior.
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Mensaje por Sophitia 20/05/14, 10:23 am

Por momentos Kirill resultaba tan infantil que no sabía si le daba rabia o ternura, si Sophitia fuera del tipo de mujer más maternal de seguro le hubiese provocado el pellizcarle las mejillas. Ciertamente la pirata solía perder la calma con facilidad, y cuando no estaba trabajando se dedicaba a buscar pelea de modo gratuito, incluso sin que su interlocutor hiciera nada en concreto. Pero había una diferencia, ahora mismo estaba trabajando, y por lo tanto, sus niveles de resistencia a la idiotez del mago eran muy superiores.

-Pues, mejor para mi si quieres asumir que no hice nada trascendental, me ahorras muchas mentiras – Rió con lo de perrito faldero y agrego – Es una pena que no se te dé por llevar vestido, una niña tan bonita y refinada como tu sería muy popular en cualquier barco – Le guiño un ojo como si sus géneros estuvieran invertidos mientras este tocaba nuevamente los volantes de su vestido – Que de toqueteo ¿Andas buscando algo?

Habían pocas cosas que a Sophitia la hicieran enojar de verdad, pero por suerte Kirill no la conocía lo suficiente como para poder saberlo. Una de ellas era el que dijeran algo malo de Florangel, o que la trataran mal, eso en la escala de la pirata era igual a pedir una paliza gratuita. La otra era más compleja de entender, y aun no conocía a nadie que la utilizara, pero los gestos tiernos o los comentarios amables la corrían de su eje de comodidad, y simplemente no sabía cómo contestar. Por suerte para ella, en el ámbito pirata este tipo de cosas no eran habituales.

-Me asegurare de que no sepas si tengo armas, que te enteres de los problemas cuando ya sea tarde y que pienses que solo estaré en este rincón sin hacer nada – Le sonrió con satisfacción – Y quédate tranquilo, para que se viera mi ropa interior primero y principal debería llevarla puesta ¿No? – Solo bromeaba, en realidad, bajo la falda tenía un pantalón corto y ajustado, ya que no pensaba escapar con el vestido puesto, pero le resultaba más divertido el intentar abochornarlo y seguir así con el juego un rato más. Con suerte, se enojaría con ella y se iría a algún otro lado, dejándola así continuar con su tarea en paz.
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Mensaje por Kirill 29/05/14, 01:14 am

De manera equivocada, Kirill se tomó la respuesta verbal de Sophitia, aquel "¿Andas buscando algo?" que ella había lanzado como contraataque, como que tocarle los volantes del vestido le había molestado. Aquella victoria totalmente inventada hizo que los posteriores insultos que recibió le fueran más indiferentes. "La pirata tonta está molesta" pensó alegremente. Y las cosas comenzaron a cuadrar de otra manera en su mente.

- Jajaja, es patético ver cómo intentas provocarme - rió al pensar, de nuevo equivocadamente, que Sophitia estaba coqueteando con él: poner en duda su virilidad, hablar de no llevar ropa interior, llevarle a que quisiera comprobar por sí mismo si ella no llevaba armas... Todo aquello cuadraba de manera automática en la mente de Kirill. Le dedicó una sonrisita suficiente, divertida y algo coqueta a pesar de sí mismo - Ahórrate el ridículo, bonita.

Dicho lo cual decidió irse, totalmente convencido de que había dejado a Sophitia en su lugar. Probablemente había querido atraerlo haciéndose la seductora, algo que como pirata que era se le daba bastante mal a todas luces, pero Kirill no se dejaría convencer ni loco por una sucia pirata, egoista egocéntrica, chillona e insoportable como Sophitia. Y pensar todos aquellos adjetivos hizo que sintiera que realmente la odiaba, y que quizás debería volver a darse la vuelta, agarrarla del cuello del vestido y echarla de la fiesta antes de que causara problemas.

Pero no. Mejor avisar a Ajar...

Y eso fue a hacer exactamente. No creía que la pirata fuera a hacer nada que le pusiera a él o a los objetivos del Credo en peligro, pero al mismo tiempo la presencia de Sophitia era un mal agüero. Si ella no suponía un verdadero problema, quizás alguno de los otros piratas infiltrados en la fiesta lo fuera. Ajar asintió distraídamente a los comentarios de Kirill y concluyó con un lacónico:

- Pues hay piratas en la fiesta. ¿Qué podemos hacerle? Intentaré dejarlo caer en alguna conversación para averiguar si no han sido invitados... pero a nosotros debería darnos igual en cuanto cerremos el trato. Y será pronto.

Y sin darle las gracias a Kirill ni nada, se fue a seguir con la conversación de la que el mago le había sacado expresamente para aquello. Kirill se quedó un par de segundos reflexionando tras este breve intercambio entre susurros. Los ópalos, ¿eh? Ajar había dado el dinero, pero aquellos ópalos que les habían prometido aún no habían llegado. Pensando en aquello, intentó volver a localizar a Sophitia con la mirada, pero no sabía dónde estaba... Entonces Ajar le hizo un gesto y comenzó a andar junto a un par de personas, y Kirill tuvo que acudir.
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Mensaje por Sophitia 02/06/14, 10:23 am

Se quedo mirándolo con una ceja levantada, era un gesto de incredulidad que no tenía idea de como se lo iba a tomar Kirill, ¿Se podía ser tan idiota? Había tomado su sarcasmo como una insinuación, en verdad se lo había creído, la pirata pensaba para si misma que si hubiese hechos verdaderos intentos por conquistarlo no le habrían salido tan bien como había salido esto. Tanta era su sorpresa ante la estupidez del mago que siquiera pudo hacer un amague de contestarle nada, simplemente vio como se marchaba, en cuanto le dio la espalda se mordió el labio hasta casi lastimarse para que no se le escape una carcajada que se escuchara en toda la sala.

- Por la Dama, este hombre me divierte tanto... - Dijo bien bajo para si misma. Se levanto finalmente de su silla y con discreción se fue del salón de baile.

Camino entre los invitados como si fuera una mas, miro a los guardias, algunos eran conocidos, otros no, muchos habían sido sobornados, la clase alta debería encargarse de pagarles mejores sueldos a quienes estaban a cargo de protegerlos. Paso por unos pasillos mas oscuros y luego a los jardines, los típicos lugares donde las parejas prohibidas demostraban su cariño... O donde simplemente algún Señor aprovechaba para toquetear a alguna de las sirvientas.

Un sujeto agarro a Sophitia por el brazo y la atrajo hacia si, normalmente se hubiese ganado un rodillazo en la entrepierna, pero la muchacha sabia de quien se trataba, era uno de sus contactos dentro de la fiesta, un hijo menor de uno de los Duques, la tomo entre sus brazos y se acerco como si fuera a besarla, aunque en realidad solo le susurro al oído.

-Los puntos están asegurados, a las doce en punto comienza la función - Deslizo una mano por la pierna de la pirata, ella solo asintió al escuchar el mensaje, no tenia el mas mínimo interés en ese muchacho, y seguramente él tampoco en ella, pero negocios eran negocios. Se quedaron fingiendo arrumacos unos minutos mas, y luego cada uno se fue para un lado distinto.

Regresó al salón de baile luego de arreglarse un poco las ropas, pensaba para si misma que solo tendría que soportar esas incomodas vestimentas un rato mas, que pronto todo terminaría y podría irse a festejar la victoria con sus amigos. Agarro una copa con vino que le ofreció un sirviente, y la probó con cuidado, era delicioso, pero no se pasaría con el alcohol esa noche, miraría con atención a los que eran sus puntos a asegurar... Y por un momento se olvido de que Kirill estaba también en esa fiesta, y que podía ser un potencial peligro... Se acordó de nuevo que él estaba ahí cuando cruzaron miradas desde ambos extremos de la sala, ella le sonrió y levanto la copa a modo de saludo, haciendo un esfuerzo por no acordarse de las ultimas palabras del mago, lo cual haría que empezara a reírse de nuevo.
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Mensaje por Kirill 02/06/14, 09:14 pm

Casi eran las doce y Kirill debía mantenerse cerca de Ajar según este mismo le había ordenado. Él también, llegados a ese punto, se había olvidado de Sophitia y del peligro que pudiera suponer la presencia de piratas. Pero cuando Ajar le murmuró "Es la hora" y avanzó hacia una sala contigua, y Kirill levantó la mirada y vio allí a Sophitia brindando con vino en su dirección, una extraña sensación de mal agüero se apoderó de él.

No tenía tiempo para pensarlo. Tenía que ir con Ajar. Si aquel hombre le hubiera importado más le habría detenido al instante, sospechando como lo hacía en aquel momento que algo malo iba a pasar, pero en lugar de eso se mantuvo dos pasos por detrás de él

En la sala contigua uno de los hombres que había estado con Ajar antes, joven, con un pequeño bigote oscuro, echó su capa a un lado para meter la mano en un bolsillo oculto en la misma.

- De la mejor calidad que podáis encontrar... Os  lo aseguro.

En sus manos había una pequeña bolsa de terciopelo. El hombre le dio la vuelta e hizo caer una piedra del tamaño de un dedo gordo de su interior. Se la tendió a Ajar, quien primero la valoró en la palma de su mano y luego con un gesto súbito la alzó y la observó a contraluz. El otro hombre reaccionó inmediatamente: abrió los ojos de más, levantó una mano como para detenerle.

- Sé lo que hago - dijo Ajar, girando el ópalo entre sus dedos. El otro hombre dudó un segundo más antes de murmurar un "por supuesto..." y volver a su primera posición con una sonrisa inquieta en los labios. Ajar esperó un par de segundos-. ¿Qué opinas, Kirill?

Y entonces le tendió el ópalo. Kirill había estado algo distraído pensando en los piratas y esperando que la tontería de los ópalos durara poco, por lo que no hizo amago de ir a cogerlo. Ajar, sin embargo, no desistía en su gesto. Tras varios segundos, y comprendiendo que debía pasar por el aro, el aprendiz agarró aquel ópalo con impaciencia e imitó el movimiento que había hecho Ajar para mirarlo a contraluz.

"Es un ópalo, sí" estuvo a punto de responder sin más.

Pero la piedra captó un brillo, proyectando la luz filtrada por el ópalo directamente sobre el ojo de Kirill. Y al instante algo agarró su corazón; un grito invadió sus oídos, agudo, desesperado e incontrolable, algo primigenio y tan salvaje que el alma de Kirill se heló en aquel momento. Sus ojos se abrieron de par en par y sus pulmones dejaron de atraer aire. Algo se aferró a sus ojos para inmovilizarlos; sintió un extraño calor abrasante reptando por detrás de sus cuencas hacia su mente...

Y entonces Ajar se interpuso entre la luz y el ópalo. Extendía la mano hacia él, pidiendo aquella piedra de vuelta.

En cuanto sintió que podía respirar, que su corazón latía, que su mente estaba sola, las piernas le fallaron y estuvo a punto de desplomarse en el suelo. Kirill se apoyó a la pared más cercana y comenzó a temblar descontroladamente; miraba a Ajar, frente a él, girarse para aceptar la bolsa de terciopelo, toda una bolsa de piedras preciosas como aquella: "Sí... Jamás los había visto tan poderosos...".

A Kirill le costaba seguir la situación. "Eso es peligroso" pensaba con urgencia, sin ser capaz de concentrarse en otra cosa. Pocas veces, ni siquiera cuando había tenido que invocar demonios, se había dado cuenta de lo peligroso de la forma de actuar de Ajar. Por un momento una parte de él había sentido un miedo irracional; y aún ahora contemplaba a Ajar con mal disimulado asombro, preguntándose cómo, cómo, cómo él no había reaccionado en absoluto a la piedra cuando él, Kirill, se había sentido casi poseído por ella. "Ha pagado poco por un artilugio como ese..." pensó recordando la cantidad de dinero que Ajar había dado. "No saben lo que le están dando."

Kirill se agarró la zurda con la diestra y observó a ambas con una determinación urgente hasta que consiguió que dejaran de temblar. Entonces se dio cuenta de que no había devuelto el ópalo a Ajar, tan fuera de sí se había encontrado tras mirar a través de la piedra. Y aquel momento de debilidad, de alejar ambas manos del pomo de la espada, permitió que al segundo siguiente alguien le hubiera emboscado por la espalda.
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Mensaje por Sophitia 24/06/14, 12:49 pm

El plan consistía básicamente en tomar rehenes el tiempo suficiente como para cargar las cajas más importantes y salir de allí antes de que algo pudiera complicarse, rápido, simple y limpio, así se suponía que fuera, como un abordaje pirata, robar y huir. Para lograrlo, se habían encargado de tener gente en lugares precisos del edificio, encargarse de los vigilantes externos primero, para que no dieran señal alguna a los guardias de la ciudad, luego los que estaban dentro del salón y los cuartos principales. Claro que no podían encargarse de absolutamente todos, y que se desarrollaría más de una pelea, pero mientras fueran minoría todo estaría bien, estarían fuera del lugar antes de que fueran un verdadero peligro.

Así estaba planeado, así se suponía que sucediera, luego estaba la realidad y los imprevistos. Al sonar las campanadas de la medianoche todos los involucrados en el plan sintieron como los nervios recorrían sus cuerpos, Sophitia sonrió para sí misma, sentía que el corazón latía con fuerza, justo como le pasaba cuando se acercaban al barco enemigo en los momentos previos al abordaje. Deslizo la mano por su cintura, yendo hacia la espalda, allí pudo sentir las pequeñas hojas de metal filoso que había puesto entre las telas del corsé y del vestido, empujo con cuidado una de ellas y la escondió en la manga, mientras dejaba la copa de vino en una mesa.

Camino con cuidado por la pista de baile, buscando al que sería su rehén, el hermano mayor del sujeto con el que se había estado besando hacia un rato. La pirata no tenía nada en particular contra el hombre, pero tener de rehén al heredero de uno de los duques era una de las condiciones que puso el muchacho para participar del plan, él se encargaba de pasar a varios de los nuestros y a cambio nos encargábamos del único que se interponía en su camino hacia la herencia familiar.

La última campanada era la señal, todos actuarían al unísono, Sophitia se acerco a su objetivo quien se encontraba hablando con un grupo de personas en ese momento, en un solo movimiento le golpeo las rodillas desde atrás para hacerlo caer de cuclillas, mientras que la mano con la hoja afilada iba al cuello, sin cortar aun. Al mismo tiempo, varios de los guardias se dieron vuelta y redujeron al personal armado, otros tantos piratas tomaban también a otros políticos y diplomáticos, y que cuatro magos aseguraban el lugar con sus conjuros para que nadie escape.

-Todo terminara muy pronto, niño bonito, solo quédate quieto – Le susurro a su víctima. Los invitados espantados comenzaron a gritar, sin saber bien qué pasaba o como actuar, congelados en sus sitios.

El efecto sorpresa era fundamental, unos diez piratas estaban encargados únicamente de buscar las cajas que estaban en cuartos apartados y cargarlas lo antes posible en unos carros ya listos. Se los podía escuchar corriendo por los pasillos hacia los lugares que les habían asignado, si encontraban personas junto con el cargamento el plan era reducirlos, y si se oponían, directamente matarlos.
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Mensaje por Kirill 11/07/14, 06:52 pm

Fue un estampido contra la puerta que casi logró sacarla de sus goznes. Entraron como una tormenta y realizaron una rápida embestida como el oleaje contra el costado de un barco demasiado débil. Los dos guardaespaldas del hombre joven no lograron alcanzar a tiempo sus armas escondidas; uno recibió un puñal en el dorso de la mano, el otro fue reducido con facilidad.

Kirill sintió el frío del metal en el cuello y se inmovilizó, sorprendido. Ajar se mantuvo impávido y cerró los ojos. El hombre elegante levantó las manos en seña de sumisión.

- Todos quietos u os vais de aquí metidos en cajas; tirad las armas. Tú - señaló al joven - con nosotros. Tú - a Ajar - danos eso.

El joven obedeció con reticencia y labios fruncidos y caminó hacia los piratas. Por el resto todo permaneció inmóvil: Kirill con la daga al cuello, Ajar simplemente con los ojos cerrados, los dos guardaespaldas desprovistos de sus armas por otros dos piratas.

- Tenías razón, Kirill. Piratas - dijo Ajar-. ¿Queréis estos ópalos? - dio la vuelta a la bolsa aterciopelada y las piedras cayeron sobre su palma abierta - Tomadlos.

Lanzó los ópalos al aire. Kirill vio en ese momento cómo el hombre elegante cerraba los ojos y daba la espalda a Ajar, y comprendió en un súbito ataque de lucidez y miedo que él debía hacer lo mismo. Cerró los ojos con fuerza. No vio cómo las piedras se elevaban suavemente en el aire, cómo al llegar al cenit captaban la luz de las torchas y la magnificaban en múltiples direcciones. Los ojos de los piratas se llenaron de avaricia primero, del reflejo de los ópalos después, y finalmente de un terror desaforado. Los tres piratas gritaron.

Kirill se dio la vuelta y le propinó un puñetazo a su captor en pleno rostro. Sintió la sangre mojándole la mano y abrió los ojos; le quitó de la mano su sable y lo usó para matarlo. Los otros piratas se encontraban débiles, con la mirada perdida, asustados e incapaces de moverse, y fueron presa fácil. Su sangre se regó por el suelo.

Ajar se agachó y recogió los ópalos, a excepción de uno. Alrededor del mismo trazó un círculo con su propia sangre mientras murmuraba por lo bajo. Volvió a incorporarse y juntó ambas manos.

- No esperaba tener que pagar tanto por estos ópalos. Por salvaros la vida espero que podáis procurarme otros cargamentos que necesitaré, a un mejor precio.

Había una amenaza velada. El hombre joven miró a sus dos guardaespaldas, tan vulnerables en aquel instante como se encontraran los piratas un segundo atrás, pero se mantuvo impávido y finalmente admitió con un formalismo que Kirill no llegó a entender:

- Tenéis mi palabra.
- Y vuestra palabra queda atada a mí - sentenció Ajar - y a vuestra alma.

Dicho lo cual un aura surgió de él y se concentró en la piedra del suelo. Una forma oscura comenzó a formarse, una especie de cabeza lobuna primero, luego una garra que impulsó a la figura fuera del círculo de sangre. La sangre de los piratas comenzó a fluir hacia aquella oscuridad, que la absorbió y creció con ella.

Pocos segundos más tarde, con un aullido de ultratumba, el ser caminando sobre dos patas salió a la sala común, escoltando a Kirill, Ajar y al noble. Uno de sus ojos rojos brillaba con maldad, infundiendo miedo en aquel que lo mirara directamente.

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Mensaje por Sophitia 21/07/14, 12:00 pm

Todo parecía estar saliendo bien en líneas generales, Sophitia había olvidado la presencia de Kirill, estaba concentrada en lo que estaba haciendo y en que nadie intentara hacer nada estúpido. Una parte de ella había pasado un pensamiento fugaz, que tal vez el mago ya se había ido de la fiesta, así era mejor, estaba segura que de estar ahí opondría resistencia, y toda dificultad extra que pudieran ahorrarse resultaba un alivio.

Mantenía el filo de la daga apoyado con firmeza en el cuello del muchacho mientras miraba a sus compañeros actuar, si alguno de los invitados que estaban cerca de ella se movía mucho les gritaba una advertencia, no tenía interés alguno en matarlos, pero si llegaba a ser necesario lo haría sin remordimiento.

Ya había visto pasar varias cajas, todas las de la planta baja, y algunas cosas más de las habitaciones que estaban arriba, faltaban sobre todo las de los cuartos que estaban abajo. Miro al joven que tenía como prisionero, se lo veía aterrorizado, y pensar que hasta hace unos minutos sonreía y hacía comentarios de lo más engreídos mientras los payasos que lo acompañaban lo aplaudían con entusiasmo como si todas las idioteces que dijera fueran pura genialidad. Y ahora estaba ahí, sudando de miedo, quedándose muy quieto para que no lo lastimen, y no sabía que todo era en vano, que su destino ya estaba determinado.

Un aullido espeluznante la saco de sus cavilaciones, se puso en alerta sin apartar la daga, mirando hacia el lugar de donde había salido semejante sonido. Nunca en su vida había visto a un ser tan horrible, era como una especie de perro pero en dos patas, la mirada de ese ser le causo escalofríos y tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no soltar allí mismo el arma y salir corriendo. Tras la bestia estaba Kirill y otros dos sujetos que no conocía, sin duda eran quienes habían invocado al demonio.

-Ya sabía yo que me traerías problemas… - Murmuro mientras miraba fijamente al mago, apretó los dientes molesta consigo misma, lo tendría que haber anulado antes de que todo eso pasara.

Todas las miradas estaban fijas en la criatura, un silencio extraño se había adueñado del lugar, pero pronto los magos entraron en acción, comenzaron a murmurar sus hechizos, teniendo que así dejar de sostener el escudo, por lo que muchos invitados comenzaron a escapar. La confusión era total, algunos corrían, otros gritaban, otros no se querían mover de donde estaban, unos pocos piratas se animaron a ir contra el ser demoniaco.

Sophitia aprovecho el desorden general para acabar con la parte del trato que le tocaba, eliminando a su prisionero, de cualquier manera ya no servía de nada, todos estaban corriendo sin dirección alguna. Dejo caer el cuerpo sin más, para luego comenzar con el cambio de vestuario, sacudió los pies y se saco los zapatos, luego arranco la falda para poder moverse más cómoda. Debajo tenía unos pantalones ajustados, y varias cuchillas agarradas con cintas en las piernas.

Se escondió luego entre la multitud, rodeando la zona de pelea, daga en mano, intentando pasar inadvertida. Se detuvo cuando estaba a la espalda de Kirill, acercándose con cuidado, el sigilo no era lo suyo, pero entre tanta gente peleando y corriendo tampoco era tan difícil mantenerse fuera de la vista del mago. Salto de la nada sobre él, con la intención de hacerle un profundo corte en el brazo, cerca de las manos.

-Hola de nuevo, amigo Kirill – Dijo sonriendo contenta, no sabía mucho de magos, y en realidad odiaba pelear con ellos y sus trucos tramposos, pero consideraba que esto se había vuelto algo personal, y no iba a dejar que el peliblanco arruinara todo -¿Bailamos? – Le pregunto mientras se lanzaba al ataque nuevamente.
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Mensaje por Kirill 21/07/14, 03:31 pm

La bestia flexionó sus patas traseras, encogiéndose como un gato a punto de saltar, y se lanzó hacia delante cuando aún toda la sala se encontraba bajo el influjo de su mirada. Sus fauces se cerraron sobre el cuello de un pirata y sus garras le destrozaron el estómago, salpicando con sus intestinos a los nobles que se encontraban alrededor. Fue en ese momento cuando los magos, quizás los más habituados a escuchar de criaturas como aquella, concentraron sus ataques el el demonio, olvidado el escudo, y se dio la estampida general.

"Recuperemos nuestras armas", dijo Ajar, y comenzó a andar sin miedo a través de la multitud que corría en todas direcciones, precedido por la enorme bestia cuyas garras cortaban cualquier cosa que se encontrara a su alcance. Kirill, sable pirata en mano, se interpuso entre él y cualquiera que pretendiera hacerle daño, parando proyectiles con escudos mágicos. La mayoría del fuego iba concentrado en la bestia y no tuvieron mucho que temer; con los sentidos embotados por el caos general y confundido por el exceso de confianza de Ajar, Kirill agarraba a un pirata por la muñeca, lacerándosela con oscuridad, y le propinaba un tajo al cuello cuando un ataque inesperado le vino de la espalda.

Vio cómo un filo se le clavaba en la carne del brazo y se retiraba con tanta velocidad como había llegado. La sorpresa vino primero, después la sangre saliendo a presión de su brazo como una manguera, y finalmente el miedo y el dolor. Kirill gritó y dejó caer el sable, agarrándose la herida. Cerró con fuerza la mandíbula en una expresión de absoluto odio y levantó una mirada encendida hacia Sophitia. Sophitia. No pensó en ese momento en otra cosa que en el nombre de ella. La magia vibró a su alrededor, movida por la furia, dispuesta a salir a borbotones para aplastar a la pirata. El aire se enfrió alrededor de Kirill y él sonrió peligrosamente.

- Tiene gracia... que los piratas penséis que sabéis bailar.

Ella volvió a lanzarse al ataque; Kirill se movió a un lado y le dio una patada en las piernas para intentar alejarla. Toda la manga se le había empapado con su propia sangre, que salía en cantidades anormales. En su rostro podía leerse el dolor en la contracción de su mandíbula y el entrecerrar de los ojos, pero su voluntad era mayor y consiguió parar con magia el caudal de su brazo. Le dedicó una mirada al sable a sus pies y le dio una patada, alejándolo más.

- Te lo has buscado. Quien te busque no podrá reconocerte la cara después de que termine contigo. Si es que alguien se molesta en buscarte- - el aire volvió a chisporrotear alrededor; la sonrisa desapareció de sus labios -. Has firmado tu muerte, Sophitia.

Sus palabras estaban cargadas de odio, sus ojos encendidos. Ambos brazos se le llenaron de un aura oscura; levantó el izquierdo y una ráfaga de minúsculas agujas de oscuridad salió directa en dirección a la pirata. Kirill se lanzó hacia delante en pos de la ráfaga, con un filo de oscuridad apuntando a Sophitia.
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Mensaje por Sophitia 28/07/14, 10:39 am

En cierto modo se sentía aliviada, las sonrisas falsas se habían terminado, los insultos verbales, el contener la ira, el tener que fingir… Odiaba tener que mantener las apariencias, le molestaba mucho en verdad, no podía evitarlo, ya que su vida se basaba en ser tal como era más allá de que a los demás les gustara o no. Esta había sido una de sus misiones más difíciles, y este maldito mago que tenía ahora en frente se lo había complicado todo. Pero ya no mas, ahora podían sentirse libres de demostrar su mutuo odio, por eso sonreía, no tenia vergüenza alguna en demostrar su alegría en medio de un robo, con un demonio invocado y peleando contra un mago.

Nunca había visto a Kirill tan enojado, y eso que en promedio él siempre estaba enojado, pero ahora era evidente su furia, casi parecía enceguecido por la ira y eso hacia sonreír aun mas a Sophitia ¿Por qué? Porque le divertía, le gustaba esa sensación de peligro que hacía que un cosquilleo le recorriera el cuerpo entero, la hacía sentir viva. Recibió la patada en las piernas, y sirvió para que retrocediera, pero sus músculos eran resistentes tanto por las palizas que había recibido durante toda su vida, como por el constante entrenamiento al que se veían sometidas trabajando en el barco, no causaría mayores efectos.

-Nadie va a buscarme ¿Y a ti? – Eso no era cierto, al menos su hermana la buscaría si le pasaba algo, y seguramente no perdonaría a Kirill, pero una parte suya esperaba que no lo hiciera, no le gustaba pensar en la posibilidad de que Florangel se hiciera daño solo para vengarla.

Contra la magia no tenia defensa alguna más que correr y cubrirse, agarro una bandeja de plata hermosamente decorada que alguno de los meseros había dejado abandonada, la utilizo para cubrirse de los dardos oscuros mientras maldecía a los magos y sus trucos tramposos. Pero por cubrirse no vio venir a Kirill hacia ella hasta que lo tuvo demasiado cerca, lo único que se le ocurrió fue el golpearlo en la mano, no para que suelte el arma ya que el golpe no tuvo fuerza suficiente, sino para desviar el filo y que solo llegara a hacerle un tajo a la altura de las costillas.

En general con los magos servía mucho el reducir la distancia, pero con Kirill no era así, ya que podía defenderse tanto estando lejos como cerca. La pirata improvisaba sus movimientos, viendo la manera de poder detener su magia de alguna forma, lanzó dos nuevos intentos de ataque, uno hacia el brazo derecho y otro apuntando a la articulación del hombro, pensaba que tal vez si lo lastimaba más rápido de lo que podía curarse tendría alguna oportunidad.

Alrededor el caos continuaba con su curso, aunque el mago y la pirata parecían ajenos a todo eso. El extraño ser invocado combatía contra los magos y guerreros que intentaban acabar con él, varios de los encargados de robar las cajas con mercancía ya habían soltado todo y habían salido corriendo, y los primeros carros que habían sido cargados ya salían con apuro del lugar. Pero la mayor parte del grupo aun seguía en la mansión.

-¿No es mejor así, Kirill? –Dijo Sophitia, sus ropas manchadas con sangre no parecían hacer mella alguna en su buen ánimo – Es así como deberíamos habernos conocido en realidad… ¡jajaja! -Mientras hablaba acomodaba la daga en su mano, resbaladiza por el sudor y la sangre, si tenía que morir iba a ser en un barco, no en tierra firme, no le daría al mago el placer de decir que había acabado con la Pirata Sophitia.
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Mensaje por Kirill 29/07/14, 03:13 pm

Sentía la herida en el brazo con lejana intensidad. La adrenalina compensaba el dolor, el odio sustituía la fuerza perdida y los ojos de Kirill resplandecían con la pasión del rencor. Había una mueca cargada de energía en sus labios fruncidos al ver cómo Sophitia sonreía, la muy hija de puta, la misma que acababa de herirle y que había sido un fastidio desde el momento en que la conoció en Nehmen. En aquel momento tuvo la certeza de que iba a matarla.

Se lanzó con el filo de oscuridad por delante, dispuesto a hundirlo en el cuerpo de la pirata y atravesarla con su propia mano. Sin embargo un golpe preciso desvió la estocada y dejó a Kirill con las defensas abiertas; pudo echarse hacia un lado para esquivar el subsiguiente tajo al hombro, pero no así el que apuntaba a su brazo derecho, el mismo que ya había sido herido con anterioridad. El mago soltó un rugido cuando volvió a sentir el filo desgarrándole la piel, y aquello terminó de sumirlo en un estado de tanto odio e instinto asesino que ni siquiera pudo preocuparse de la sangre que brotaba empapando la alfombra de cachemira.

De un segundo al siguiente su mano izquierda se convirtió en una garra de oscuridad, con las cinco uñas lacerantes similares a las de la bestia invocada. La garra se lanzó a por Sophitia, con los dedos extendiéndose en el movimiento para herirla en pleno pecho, sin control ni estrategia. Después se lanzó a por ella otra vez, pero esta vez con el hombro por delante y un movimiento diagonal del brazo hacia arriba, para placarla tirándola contra la mesa que tenía detrás.

"DESEARAS NO HABERME CONOCIDO" gritaba su mirada encendida; pero sus pensamientos eran demasiado caóticos, se encontraban demasiado concentrados en la batalla, y sus dientes estaban demasiado apretados como para dejar escapar otro sonido más allá de un gruñido profundo como el de un animal rabioso.
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Mensaje por Sophitia 30/07/14, 01:33 pm

Al contrario de Sophitia, Kirill no parecía estar disfrutando de la pelea, no al menos en el sentido que la pirata entendía por diversión. Tenía una ira tal en su mirada, que parecía que solo estaría conforme cuando las entrañas de la muchacha estuvieras repartirás por toda la sala, pero este mismo enojo lo hacía atacar sin pensar, lo que resultaba en una ventaja para su rival.

La pirata estaba acostumbrada a pelear con hombres enojados, y en realidad, una de sus estrategias era concretamente que su rival se enojara para que hiciera sus ataques sin premeditación. Pero el mago se estaba pasando del simple enojo a directamente perder toda noción, y Sophitia se sentía como en un equilibrio muy precario entre no dejar que recupere el autocontrol y sobrevivir a las caóticas envestidas.

Por otro lado, no conocer las capacidades del mago era una enorme desventaja, no se esperaba lo de la mano, siquiera sabía que algo así existía. Lo único que pudo hacer Sophitia fue poner la bandeja de por medio, pegada a su cuerpo, pero el ataque de Kirill la traspaso como si solo fuera una delicado papel, corto la plata, también la tela y el corsé, dejando una importante herida en la carne de la muchacha. De modo instintivo llevo las manos a las heridas, sintiendo como la sangre corría por entre sus dedos, siquiera pudo amagar a hacer algo contra la envestida que vino a continuación.

Cayó sobre la mesa con gran estruendo mientras todos los objetos que estaban en ella se desparramaban, los blancos manteles se tiñeron con la sangre de ambos y Sophitia tuvo que usar toda su fuerza para evitar que la toque con sus manos que aun tenían ese aura oscura. Apoyándole un pie en el pecho lo pateo hacia atrás, pero sabiendo que la distancia no era ninguna ventaja contra un mago, acostada como estaba tomo los bordes de la mesa y estiro las piernas hacia arriba para darla vuelta y que quede entre medio de ambos.

Estando al cubierto por el momento volvió a llevar las manos a la herida para revisarla, le dejaría unas marcas bien visibles una vez que la cerrara. Dolía como el demonio, y ahora la pirata pensaba que el beber esa copa de vino no hubiese estado mal después de todo, el alcohol siempre le calmaba el sufrimiento. Sin perder el tiempo, Sophitia salió corriendo de detrás la mesa en dirección a los pilares que se encontraban cerca de las paredes, si no encontraba refugio pronto, el mago la haría polvo de un solo hechizo.
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Mensaje por Kirill 14/08/14, 05:15 pm

Horas antes, alguien había dispuesto los platos en esa mesa con primor, midiendo distancias, comprobando ángulos y asegurando la simetría. Todos estos esfuerzos quedaron totalmente destruidos cuando Sophitia cayó obre la misma mesa, desparramando platos, cubiertos y comida al suelo en una tormenta de metal que casi se sobrepuso al griterío general. Kirill observó los efectos de su ataque sólo durante un segundo, e inmediatamente volvió a avanzar hacia donde ella había caído.

La vio tirada, presa fácil, y su mente adelantó acontecimientos. Ya sentía en su mano la garganta de ella tras levantarla por el cuello, debatiéndose para obtener aire sin conseguirlo. Imaginaba ya sus ojos moribundos llenos de miedo y súplica, su boca abierta sin que nada saliera de ella. Esta imagen tan vívida le retardó medio segundo antes de que Kirill comenzara a andar otra vez hacia ella.

Sin embargo la realidad que vino a él fue una mesa interpuesta entre ambos. Kirill se sintió confuso por la maniobra, se detuvo, sintió su sangre saliendo de su brazo, perdió de vista a la pirata por un segundo entre el movimiento. Alguien pasó corriendo a su lado y le empujó; el mago se giró y al ver a una muchacha la agarró del cuello como había soñado hacer con Sophitia, pero la tiró a un lado inmediatamente.

La pirata había desaparecido. Kirill se enfureció aún más por la comprobación. Intentó detener la sangre que salía de su brazo y a duras penas lo consiguió, tan difícil le era concentrarse en aquel momento en cualquier cosa que no fuera Sophitia. Miró hacia todos lados, buscándola en la sala. Demasiada gente se movía en todas direcciones.

- ¡Tú y tu hermana tenéis algo con los muebles! - gritó - Si no te encuentro hoy, la encontraré a ella y la mataré, y cortaré cada uno de sus pedazos y se los daré de comer a las bestias. ¡Te haré llegar su cabeza con los ojos abiertos y la piel devorada por alacranes!

Gritó todo aquel discurso de odio y amenaza mientras giraba sobre si mismo caóticamente pero sin atreverse a avanzar hacia ningún lado concreto, como un animal furibundo. Buscaba a la pirata frenéticamente con la mirada, intentando que su voz llegara todo lo lejos que pudiera. Lo único que le importaba era encontrarla, y al sentir la posibilidad de que ella escapara sintió un indicio de desesperación y no dudó en usar todo tipo de falsas amenazas para hacerla volver.
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Mensaje por Sophitia 20/08/14, 09:41 am

La pirata podía sentir el frío del mármol en su espalda, estaba apoyada contra una de las columnas del salón principal, contrastaba con el calor que padecía producto de la pelea, respiraba con dificultad y por décima vez, o más, pensó en directamente arrancarse ese horrible corsé que la apretaba y no la dejaba recuperar el aire.

Se asomo apenas un poco para poder ver a Kirill, parecía gallina descabezada girando hacia todos lados desconcertado, sin saber de dónde saldría el ataque, hasta cierto punto Sophitia lo disfruto, seguramente el mago en su egocentrismo siempre pensó que sería muy fácil acabar con ella, iba a demostrarle que no le saldría gratis el pelear con esta pirata.

Estaba desenfundando dos de sus cuchillos, pensando en cómo acercarse sin que la viera, cuando escucho las amenazas. Un sudor frío le recorrió la espalda, el rostro de Florangel se dibujo con nitidez en su memoria, su sonrisa, su voz, el abrazo que le dio antes de que saliera para hacer esa misión… Apretó la mandíbula con tanta fuerza que pensó que sus dientes se astillarían, si ese desgraciado se atrevía a tocarla, si a ese malnacido se le pasaba por la cabeza siquiera tocarle un solo pelo a su hermana… No se lo permitiría ¡De ninguna manera!

La diferencia que tenían con Kirill es que Sophitia aun estando enojada no perdía por completo la consciencia de sus actos, tampoco perdía de vista la posibilidad muy real de que el mago la asesine. Evaluó varias ideas rápidamente antes de decidirse por la que parecía menos suicida, tomo del suelo un mantel de alguna mesa perdida y le dio varias vueltas en su brazo izquierdo para que no se le caiga.

Espero hasta que el mago estuviera mirando hacia otro lado y corrió hacia una de las mesas, intentando acercarse un poco más a su enemigo, entre el caos que era toda la sala, la pirata solo veía a Kirill todo lo demás se sentía alejado y fugaz. Respiro profundo una, dos, tres veces antes de lanzarse contra el mago con toda la velocidad de la que era capaz, moviendo el mantel por delante de ella para ocultar así el cuchillo que llevaba en su mano derecha.

-¡No metas a Flor en esto, cobarde! – Exclamo con toda la rabia que hasta ese momento había tenido que contener, el filo de su arma apuntaba al abdomen del hombre, mientras que con la manta le interrumpía la vista todo lo que podía.

Quedaba poco ya de la fiesta, muchos de los invitados habían logrado escapar, mientras que otros menos afortunados habían muerto en el intento, sus cuerpos descansaban desperdigados por todos lados, ricos y pobres por igual, duques y piratas que al fin y al cabo no eran más que humanos.
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Mensaje por Kirill 22/08/14, 08:09 pm

Pasaron los segundos y Sophitia no había aparecido a pesar de sus amenazas. Kirill apretó los dientes, furioso ante la idea de que la pirata había escapado, y giró sobre sí otra vez. Pero mirara donde mirara, Sophitia simplemente no estaba allí.

- ¡Mierda! ¡Puta pirata de mierda! - se exclamó con disgusto, dándole una patada a una vasija que estaba medio rota en el suelo.

Ya comenzaba a aceptar que aquel no sería el día en que matara a la pirata, y con eso empezó a sentir más el dolor del brazo. También se dio cuenta, todo al mismo tiempo, de que quedaba poca gente en el comedor, de que Ajar estaría esperándole en algún sitio, de que en aquel momento de calma relativa se escuchaban pasos apresurados de más de una persona viniendo hacia la sala.

-¡No metas a Flor en esto, cobarde!

Quizás si Sophitia no hubiera gritado habría pillado a Kirill totalmente desprevenido y habría asestado aquel golpe a su estómago, pero por suerte dejó escapar su rabia un segundo demasiado pronto. El mantel que llevaba le impedía ver qué planeaba ella exactamente, y su reacción ante la confusión fue invocar un escudo mágico justo delante de sí para detenerla.

La mitad de los sentidos de Kirill estaban aún atentos al creciente dolor de su brazo y a los sonidos de pasos acercándose. Le costaba reaccionar y por eso no atacó a Sophitia otra vez, aprovechando el rebote con el escudo mágico que sin duda bajaría su defensa durante un segundo. Se quedó extrañamente quieto, intentando percibir algo que en ese momento se hizo demasiado claro. Una de las puertas se abrió con estruendo para dar paso a varios hombres armados y uniformados como correspondía a la guardia de la ciudad.

- ¡Piratas! ¡Quietos!

Kirill miró a Sophitia. Por un momento la furia desapareció de su rostro y lo que la sustituyó fue más bien una duda pueril. La miró como el subordinado que en una situación poco clara mira a otro de misma condición y le pregunta: "¿Qué hacemos? ¿Les atacamos a ellos o...?". Al mismo tiempo escuchó el gruñido de la bestia que Ajar había invocado, y por el rabillo del ojo la vio saltar directa contra la guardia de la ciudad, que apenas comenzaba a avanzar al interior de la sala.

Habría querido al menos transmitirle una última amenaza a Sophitia, o una promesa de venganza, pero no tuvo tiempo de hacerlo. Ella tendría que huir si quería evitar el calabozo y a él le estaría esperando Ajar. Si la guardia le detenía perdería el tiempo y tendría que dar explicaciones. Achicó los ojos ante lo evidente, frustrado por aquella interrupción, y sin decir nada comenzó a correr hacia donde Ajar había ido.
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Mensaje por Sophitia 01/09/14, 10:01 am

Esa daga estaba impregnada con toda su furia, la misma que había contenido para no atacar de modo imprudente, llevaba toda su frustración por saber internamente que no podría defender a Flor de todos los posibles peligros, y también todo el odio que sentía hacia Kirill. Pero claro, los sentimientos no atraviesan escudos mágicos, la pirata sintió como su arma revotaba contra la nada, el golpe fue tan abrupto que sintió un punzante dolor en la muñeca, que le hizo soltar el arma.

Si Kirill hubiese atacado en ese momento de seguro habría sido mortal, la muchacha estaba sin su arma, como único escudo llevaba el mantel, y buscaba recuperar el equilibrio cuando los guardias de la ciudad entraron en la sala con todo el estruendo de la ley. Sophitia chasqueo la lengua, frustrada por la interrupción y miro a Kirill a su vez preguntando con la mirada qué hacer, pelear entre ellos con los soldados allí no parecía tener mucho sentido, pero no iba a retroceder a menos de que el mago lo hiciera.

Les alcanzó con un instante para ponerse de acuerdo, el oportunismo de la guardia sirvió para distraer a la enorme bestia invocada por el jefe de Kirill, internamente Sophitia agradeció la llegada de los hombres, tomo rápidamente su arma del piso y comenzó a correr en dirección contraria a la del mago, solo miro una vez hacia atrás, mientras veía desaparecer la espalda de su contrincante por el otro lado del salón se juro a sí misma el terminar esa pelea en otro momento.

Salió a los jardines y dio un largo rodeo hacia una puerta trasera donde unos pocos de sus compañeros aun estaban esperando a los últimos rezagados. De un ágil salto se subió en un caballo junto con otro hombre, la idea era que se dividieran en distintos grupos y salieran en diferentes direcciones, para luego reagruparse todos en un punto prefijado. Aunque dados los acontecimientos imprevistos, todos tenían la misma duda dando vueltas por su cabeza “¿Cuántos lograrían llegar al punto de reunión?”.

Ya se escuchaban los pasos de la guardia acercándose, espolearon al caballo para que saliera trotando de allí, lo más lejos posible de esa fiesta, de las peleas, del demonio y de Kirill. El movimiento del animal la hacía recordar a Sophitia las consecuencias de su pelea, podía sentir el dolor punzando en su costado, y el cálido deslizar de la sangre por su pierna.

-Vas a pagar esto, maguito, sangre por sangre – Susurro mientras se sostenía la herida en un vano intento porque le doliera menos.

Los bandidos se perdieron en la noche, o al menos algunos de ellos, los pocos sobrevivientes que quedaron en el destruido salón de fiesta fueron encarcelados, juzgados sin juicio y colgados en una plaza pública a modo de ejemplo. Pero para entonces todos aquellos que si habían logrado escapar se encontraban ya muy lejos de la isla…
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