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Segundo Acto
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Segundo Acto
Había pasado ya más de un mes desde que la alegre elfa se había encontrado por primera vez con Otto, ambos habían estado de acuerdo en comenzar de inmediato con el trabajo. Un gran número de proyectos estaban planteados, una de las mesas de la casa/taller del extravagante inventor lo demostraba, estaba lleno de papeles de distintos tamaños con bocetos, números, ideas anotadas, algunos en pergaminos y prolijamente pasados, otro improvisados en carteles callejeros si la inspiración los había agarrado en plena vía.
A Loth le encantaba pasar horas y horas hablando con Otto sobre distintas cosas que podrían hacer, a veces salían a comer y se divertían hasta tarde en la noche charlando, otras veces se quedaban en el taller y la malabarista le hablaba mientras su amigo trabajaba. Se habían acostumbrado rápidamente a la compañía del otro, pasaban los días en una tranquila camaradería sin mayores complicaciones.
Esa mañana, porque las once aun podía considerarse como la mañana, había decidido desayunar, o tal vez sería almorzar, con Otto en su taller mientras le contaba sobre los progresos en los nuevos inventos que estaban llevando adelante. Tenia puesta esa mañana una camisa mitad negra, mitad roja, con una máscara que tenía los mismos colores pero invertidos con respecto a la blusa. Unos pantalones bastante holgados con tirantes negros, y unos zapatos rojos con suela de metal que hacia un bonito repiqueteo cuando caminaba.
En una canasta que usualmente se llevaba en el brazo, pero a ella le quedaba mejor en el hombro, llevaba pan recién hecho, queso, pescado ya cocinado, gachas y manzanas. Se detuvo frente a la puerta de la casa/taller y abrió sin más, entrando como si fuera su residencia, ya se había acostumbrado al lugar y muchas veces Otto estaba dormido en su estudio, o concentrado en sus experimentos y no escuchaba que llamaban, así que le había dado la libertad a Loth para que entre por sí misma.
-¡Ooootto! – Llamo mientras pasaba para la cocina – Traje de comer, ven pronto antes de que se enfríe el pan – Fue sacando todo lo que estaba en la canasta hasta que su amigo llegara, conociéndolo seguramente no había cenado nada, ni desayunado, o había agarrado algo que tuviera a mano para no perder mucho tiempo y seguir con sus amados inventos. No se podía evitar, Otto era así, apasionado por lo que hacía y a Loth le gustaba eso de él, sentía que era algo que tenían en común.
La noche había sido bastante turbulenta, de esas que uno prefiere olvidar, su novio la había convencido para que hagan unos espectáculos juntos, pero cuando llego el momento de tomar su parte de la recaudación él había querido quedarse con todo, ya que de todos modos vivían juntos y gastaban en todo juntos. Pero Loth necesitaba quedarse con su parte para así poder darle a Otto algo cuando lo necesitara, cosa que no le había contado a su pareja, básicamente porque sabía que no se lo tomaría a bien.
Todo había terminado en una fuerte discusión, siempre discutían, y luego se arreglaban, y luego discutían de nuevo, pero eso no lo hacía menos doloroso. La elfa pensaba en esto mientras partía el pan, lo mejor sería que por la noche le explicara bien en donde pasaba los días y para que estaba usando el dinero que ganaba. Pero luego pensaba en todas las noches que él se pasaba fuera sin dar explicaciones, y como gastaba el dinero en otras muchachas, y las cosas que le había dicho la noche anterior, la ira iba incrementándose en ella y en un acto de rebeldía decidía nuevamente que no, que no le diría nada, que no era problema de él. Apretó los labios hasta que tan solo parecieron dos finas líneas, mientras se llevaba con enojo el pan a la boca.
Al escuchar unos sonidos a la distancia se calmo, decidida a comportarse profesional y poner todo su esfuerzo en el trabajo que tenían por delante.
-¡Buen día, Otto! – Dijo con jovialidad al ver a su amigo – Tienes que probar este desayuno… Almuerzo… O algo así – La perspectiva de continuar con los experimentos borró todo enojo o malestar de su ánimo.
A Loth le encantaba pasar horas y horas hablando con Otto sobre distintas cosas que podrían hacer, a veces salían a comer y se divertían hasta tarde en la noche charlando, otras veces se quedaban en el taller y la malabarista le hablaba mientras su amigo trabajaba. Se habían acostumbrado rápidamente a la compañía del otro, pasaban los días en una tranquila camaradería sin mayores complicaciones.
Esa mañana, porque las once aun podía considerarse como la mañana, había decidido desayunar, o tal vez sería almorzar, con Otto en su taller mientras le contaba sobre los progresos en los nuevos inventos que estaban llevando adelante. Tenia puesta esa mañana una camisa mitad negra, mitad roja, con una máscara que tenía los mismos colores pero invertidos con respecto a la blusa. Unos pantalones bastante holgados con tirantes negros, y unos zapatos rojos con suela de metal que hacia un bonito repiqueteo cuando caminaba.
En una canasta que usualmente se llevaba en el brazo, pero a ella le quedaba mejor en el hombro, llevaba pan recién hecho, queso, pescado ya cocinado, gachas y manzanas. Se detuvo frente a la puerta de la casa/taller y abrió sin más, entrando como si fuera su residencia, ya se había acostumbrado al lugar y muchas veces Otto estaba dormido en su estudio, o concentrado en sus experimentos y no escuchaba que llamaban, así que le había dado la libertad a Loth para que entre por sí misma.
-¡Ooootto! – Llamo mientras pasaba para la cocina – Traje de comer, ven pronto antes de que se enfríe el pan – Fue sacando todo lo que estaba en la canasta hasta que su amigo llegara, conociéndolo seguramente no había cenado nada, ni desayunado, o había agarrado algo que tuviera a mano para no perder mucho tiempo y seguir con sus amados inventos. No se podía evitar, Otto era así, apasionado por lo que hacía y a Loth le gustaba eso de él, sentía que era algo que tenían en común.
La noche había sido bastante turbulenta, de esas que uno prefiere olvidar, su novio la había convencido para que hagan unos espectáculos juntos, pero cuando llego el momento de tomar su parte de la recaudación él había querido quedarse con todo, ya que de todos modos vivían juntos y gastaban en todo juntos. Pero Loth necesitaba quedarse con su parte para así poder darle a Otto algo cuando lo necesitara, cosa que no le había contado a su pareja, básicamente porque sabía que no se lo tomaría a bien.
Todo había terminado en una fuerte discusión, siempre discutían, y luego se arreglaban, y luego discutían de nuevo, pero eso no lo hacía menos doloroso. La elfa pensaba en esto mientras partía el pan, lo mejor sería que por la noche le explicara bien en donde pasaba los días y para que estaba usando el dinero que ganaba. Pero luego pensaba en todas las noches que él se pasaba fuera sin dar explicaciones, y como gastaba el dinero en otras muchachas, y las cosas que le había dicho la noche anterior, la ira iba incrementándose en ella y en un acto de rebeldía decidía nuevamente que no, que no le diría nada, que no era problema de él. Apretó los labios hasta que tan solo parecieron dos finas líneas, mientras se llevaba con enojo el pan a la boca.
Al escuchar unos sonidos a la distancia se calmo, decidida a comportarse profesional y poner todo su esfuerzo en el trabajo que tenían por delante.
-¡Buen día, Otto! – Dijo con jovialidad al ver a su amigo – Tienes que probar este desayuno… Almuerzo… O algo así – La perspectiva de continuar con los experimentos borró todo enojo o malestar de su ánimo.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: Segundo Acto
Aquella mañana tenía algo distinto en el ambiente del taller, algo... electrizante en su atmósfera. Una sensación parecida a cuando alguien cuenta un cuento de terror a niños en torno a la hoguera, una tensa expectación de lo que estaba por venir, y que a la vez preocupa que ocurra.
El taller de Otto no era el mismo que tantas veces había encontrado revuelto y hecho un desastre de piezas cortadas, ajustadas, vueltas a cortar, vueltas a ajustar, descartadas, retomadas para fundir de nuevo el material y por último, abandonadas ante un arranque de inspiración (y con frecuencia con un ingeniero dormido sobre un boceto y una hoja plagada de notas y cálculos incomprensibles e inconexos a un lado). Al contrario, la parte de taller estaba tan ordenada y limpia como la parte de almacén y la tienda.
Del mismo modo, la "cocina" (llamarla así era algo excesivamente generoso, se trataba de una pila y un hornillo que doblaba como estufa) estaba recogida y limpia, algo que sólo era así cuando Loth lo hacía por su cuenta. De hecho, incluso la mesa del desayuno estaba puesta, esperando que llegara la malabarista.
Otra señal casi alarmante de que el taller no era el mismo que de costumbre fue que cuando Loth llamó, el sonido de movimiento provenía de la habitación (que también doblaba como laboratorio privado) de la segunda planta de la nave, de donde Otto tenía la, normalmente, abandonada cama.
Casi lo menos llamativo de todo aquello era la lona que cubría distintos bultos contra uno de los costados del taller.
- ¡Buenos días, Loth! - dijo ese Otto que bien podía ser un impostor que le había robado la cara, en tono jovial, descendiendo con el pelo aún hecho un barullo por haber dormido contra la almohada. - Desayuno, desayuno. ¡La primera comida del día es importante! ¡Y más en un día tan emocionante como éste! - le guiñó un ojo a la malabarista... Y entonces su sonrisa se apagó un poco. - ¿Te encuentras bien...? Tienes la misma cara de cansancio que yo cuando me quedo la noche trabajando en mi mesa. No tan mala como la del día de la del cobre a medio fundir pero.... entiendes a lo que me refiero
El taller de Otto no era el mismo que tantas veces había encontrado revuelto y hecho un desastre de piezas cortadas, ajustadas, vueltas a cortar, vueltas a ajustar, descartadas, retomadas para fundir de nuevo el material y por último, abandonadas ante un arranque de inspiración (y con frecuencia con un ingeniero dormido sobre un boceto y una hoja plagada de notas y cálculos incomprensibles e inconexos a un lado). Al contrario, la parte de taller estaba tan ordenada y limpia como la parte de almacén y la tienda.
Del mismo modo, la "cocina" (llamarla así era algo excesivamente generoso, se trataba de una pila y un hornillo que doblaba como estufa) estaba recogida y limpia, algo que sólo era así cuando Loth lo hacía por su cuenta. De hecho, incluso la mesa del desayuno estaba puesta, esperando que llegara la malabarista.
Otra señal casi alarmante de que el taller no era el mismo que de costumbre fue que cuando Loth llamó, el sonido de movimiento provenía de la habitación (que también doblaba como laboratorio privado) de la segunda planta de la nave, de donde Otto tenía la, normalmente, abandonada cama.
Casi lo menos llamativo de todo aquello era la lona que cubría distintos bultos contra uno de los costados del taller.
- ¡Buenos días, Loth! - dijo ese Otto que bien podía ser un impostor que le había robado la cara, en tono jovial, descendiendo con el pelo aún hecho un barullo por haber dormido contra la almohada. - Desayuno, desayuno. ¡La primera comida del día es importante! ¡Y más en un día tan emocionante como éste! - le guiñó un ojo a la malabarista... Y entonces su sonrisa se apagó un poco. - ¿Te encuentras bien...? Tienes la misma cara de cansancio que yo cuando me quedo la noche trabajando en mi mesa. No tan mala como la del día de la del cobre a medio fundir pero.... entiendes a lo que me refiero
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: Segundo Acto
Distraída como estaba en sus pensamientos siquiera había notado el inusitado orden que tenía el lugar, ella solo se había concentrado en seguir con la rutina, sacar la comida, cortar el pan, el queso, buscar recipientes para las gachas... Y solo entonces se fijo seriamente en su amigo, se lo veía cansado, pero no tan cansado como era lo normal, no tenía la cara manchada con tinta, aceite o con una tuerca pegada, la malabarista se lo quedo mirando como sospechando.
-Sí, sí, solo que dormí poco pero… ¿A mí me dices que tengo cara rara? ¡Mirate! ¡Diría que hasta dormiste más de cuatro horas seguidas! – Le ofreció un gran pedazo de pan mientras hablaban, aún no era momento para contarle sobre lo que había pasado ¡Se lo veía tan contento! No quería que el ambiente optimista que se había formado entre ambos se diluyera – Si ahora te veo comer adecuadamente negare que eres Otto y llamare a los guardias – Dijo bromeando y se dispuso a acomodar las cosas que había traído en la mesa del desayuno.
-¿Por qué será un día emocionante….? No me digas que… - Dejo todo lo que estaba haciendo para agarrar la túnica de su amigo con sus pequeñas manos, se había dejado llevar por la emoción y de un plumazo cualquier otra cosa pasaba a un segundo plano – No lo puedo creer ¡Ya está listo para probarlo! – Lo soltó y aplaudió llena de alegría mientras hacía repiquetear sus zapatos contra el piso dándole ritmo a la situación.
Vio la lona y fue corriendo hacia ella, y estaba a punto de tirarse encima y arrancar el toldo para ver lo que había abajo cuando se detuvo, ya conocía los experimentos de Otto, y había aprendido que el tocarlos sin permiso no solía ser buena idea. Con las manos aun levantadas miro a su amigo:
-Puedo… ¿Puedo verlo ya mismo? No puedo esperar hasta después del desayuno – Su sonrisa era tan amplia que parecía que no le alcanzaba el rostro, sostenía la punta de la lona nerviosa y solo esperaba a que le dijera que si para dar un tirón con todas sus fuerzas.
-Sí, sí, solo que dormí poco pero… ¿A mí me dices que tengo cara rara? ¡Mirate! ¡Diría que hasta dormiste más de cuatro horas seguidas! – Le ofreció un gran pedazo de pan mientras hablaban, aún no era momento para contarle sobre lo que había pasado ¡Se lo veía tan contento! No quería que el ambiente optimista que se había formado entre ambos se diluyera – Si ahora te veo comer adecuadamente negare que eres Otto y llamare a los guardias – Dijo bromeando y se dispuso a acomodar las cosas que había traído en la mesa del desayuno.
-¿Por qué será un día emocionante….? No me digas que… - Dejo todo lo que estaba haciendo para agarrar la túnica de su amigo con sus pequeñas manos, se había dejado llevar por la emoción y de un plumazo cualquier otra cosa pasaba a un segundo plano – No lo puedo creer ¡Ya está listo para probarlo! – Lo soltó y aplaudió llena de alegría mientras hacía repiquetear sus zapatos contra el piso dándole ritmo a la situación.
Vio la lona y fue corriendo hacia ella, y estaba a punto de tirarse encima y arrancar el toldo para ver lo que había abajo cuando se detuvo, ya conocía los experimentos de Otto, y había aprendido que el tocarlos sin permiso no solía ser buena idea. Con las manos aun levantadas miro a su amigo:
-Puedo… ¿Puedo verlo ya mismo? No puedo esperar hasta después del desayuno – Su sonrisa era tan amplia que parecía que no le alcanzaba el rostro, sostenía la punta de la lona nerviosa y solo esperaba a que le dijera que si para dar un tirón con todas sus fuerzas.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: Segundo Acto
Otto sonrió divertido. - Nada menos que seis horas he dormido esta noche. Hubiera dormido más pero la ocasión ameritaba limpiar todo esto un poco. - dijo bajando un poco la mirada avergonzado. No se sentía del todo cómodo con que su amiga, además de cliente, echara sobre sus pequeños hombros la tarea de cuidar del orden de su entorno de trabajo... Y, para qué engañarse, de él mismo también. Pero si Loth no había querido oír sus protestas los primeros días, desde luego, no esperaba que aquel lo hiciera.
Se detuvo con el trozo de pan a medio camino de su boca, mirándola enarcando una ceja... - ¿En serio llamarías a la guardia? No estoy TAN raro... Quiero decir, sí, está todo recogido.... y ordenado... y la cocina limpia.... y he dormido en mi cama... - Su tono iba siendo cada vez menos convencido, hasta que derrotado dejó ir un suspiro y bajó la cabeza. - Vale, entiendo porqué podrías alarmarte. - Dijo con una risita avergonzada.
Pero el brillo del entusiasmo no dejó sus ojos en ningún momento, divertido mientras dejaba que Loth se diera cuenta por ella misma de lo que el nuevo día les traía....
- EstáN listoS - matizó dejando ir una alegre carcajada cuando al fin se dió cuenta.- Bueno, no listos de "listos, llevátelos al espectáculo" ni "listos, seguro que no dan problemas"... - Se llevó la mano a la barbilla y tras pensarlo un segundo, añadió en tono comedido - Ni siquiera "listos, no volverá a cubrirte la cara de vapor y borrarte el maquillaje, inventando por accidente el Desoleizante Instantáneo" (Y de nuevo, lo siento por aquello)
- Lo que quiero decir es que anoche, a última hora de la tarde, estaban en el punto que para seguir trabajando en ellos, tenemos que hacer las primeras pruebas serias y ver como responden.- Dijo triunfal, disfrutando con los saltitos emocionados de Loth. - Y, por supuesto, me hubieras estrangulado si hiciera eso sin ti.
Al final, de nuevo, se le escapó una carcajada incapaz de contenerla. - ¡Si te dijera que hasta después del desayuno no te dejo verlo, me haría tragar la cesta con todo dentro! Anda, ¡quita la lona! - dijo masticando al fin el trozo de pan con un poco de queso.
Bajo aquel trozo de tela, tres máquinas esperaban.
La primera era con mucho la de aspecto más impresionante. Su forma básica era la de un cubo con aristas de un metro; lucía muy pesada, especialmente dado que parecía enteramente hecha de metal, de colores que variaban según la pieza. Algunas, parecían puro cobre, otras, latón, otras, estaño, pero la estructura principal parecía bronce. (Otto le había explicado alguna vez que éso sería sólo en el prototipo, porque eran metales muy fáciles de trabajar, pero eso comprometía su durabilidad... Pero eso no era problema cuando lo que necesita es hacer un ajuste tras otro.) Una de las de las caras del cubo era una rejilla que dejaba ver el laberinto de tubos que componían sus entrañas. La opuesta a esa era donde estaba la mayor párte de las palancas y válvulas, haciendo aparente que se controlaba desde ahí. La tapa superior presentaba una curiosa apertura de aspecto extraño, pero sin ninguna pista de su función. La inferior, lógicamente, no quedaba a su vista y las laterales, aunque presentaban alguna válvula, esencialmente tenían una serie de medidores.
El segundo, era una pieza metálica que parecía una tuerca del tamaño del puño de un hombre, de la que salían varias cintas de cuero con un intrincado dibujo de cobre que las recorría. Parecía alguna clase de arnés, pero su función era algo sólo evidente para el ingeniero.
El tercero era, con mucho, el menos impresionante. Se trataba de un frasco, una matraz de cristal verde oscuro, del mismo estilo que las botellas de vino, cubierto con pequeños dibujos que de cuando en cuando dejaban ir un leve destello que delataba la naturaleza mágica de estos. Estaba lleno de un líquido que parecía negro y, en lugar del típico tapón de corcho, tenía un abultado dispositivo en dos piezas, una sujetando el cuello del matraz, la otra, la tapa en sí, con una rosca con diminutos números recorriendo su longitud.
Se detuvo con el trozo de pan a medio camino de su boca, mirándola enarcando una ceja... - ¿En serio llamarías a la guardia? No estoy TAN raro... Quiero decir, sí, está todo recogido.... y ordenado... y la cocina limpia.... y he dormido en mi cama... - Su tono iba siendo cada vez menos convencido, hasta que derrotado dejó ir un suspiro y bajó la cabeza. - Vale, entiendo porqué podrías alarmarte. - Dijo con una risita avergonzada.
Pero el brillo del entusiasmo no dejó sus ojos en ningún momento, divertido mientras dejaba que Loth se diera cuenta por ella misma de lo que el nuevo día les traía....
- EstáN listoS - matizó dejando ir una alegre carcajada cuando al fin se dió cuenta.- Bueno, no listos de "listos, llevátelos al espectáculo" ni "listos, seguro que no dan problemas"... - Se llevó la mano a la barbilla y tras pensarlo un segundo, añadió en tono comedido - Ni siquiera "listos, no volverá a cubrirte la cara de vapor y borrarte el maquillaje, inventando por accidente el Desoleizante Instantáneo" (Y de nuevo, lo siento por aquello)
- Lo que quiero decir es que anoche, a última hora de la tarde, estaban en el punto que para seguir trabajando en ellos, tenemos que hacer las primeras pruebas serias y ver como responden.- Dijo triunfal, disfrutando con los saltitos emocionados de Loth. - Y, por supuesto, me hubieras estrangulado si hiciera eso sin ti.
Al final, de nuevo, se le escapó una carcajada incapaz de contenerla. - ¡Si te dijera que hasta después del desayuno no te dejo verlo, me haría tragar la cesta con todo dentro! Anda, ¡quita la lona! - dijo masticando al fin el trozo de pan con un poco de queso.
Bajo aquel trozo de tela, tres máquinas esperaban.
La primera era con mucho la de aspecto más impresionante. Su forma básica era la de un cubo con aristas de un metro; lucía muy pesada, especialmente dado que parecía enteramente hecha de metal, de colores que variaban según la pieza. Algunas, parecían puro cobre, otras, latón, otras, estaño, pero la estructura principal parecía bronce. (Otto le había explicado alguna vez que éso sería sólo en el prototipo, porque eran metales muy fáciles de trabajar, pero eso comprometía su durabilidad... Pero eso no era problema cuando lo que necesita es hacer un ajuste tras otro.) Una de las de las caras del cubo era una rejilla que dejaba ver el laberinto de tubos que componían sus entrañas. La opuesta a esa era donde estaba la mayor párte de las palancas y válvulas, haciendo aparente que se controlaba desde ahí. La tapa superior presentaba una curiosa apertura de aspecto extraño, pero sin ninguna pista de su función. La inferior, lógicamente, no quedaba a su vista y las laterales, aunque presentaban alguna válvula, esencialmente tenían una serie de medidores.
El segundo, era una pieza metálica que parecía una tuerca del tamaño del puño de un hombre, de la que salían varias cintas de cuero con un intrincado dibujo de cobre que las recorría. Parecía alguna clase de arnés, pero su función era algo sólo evidente para el ingeniero.
El tercero era, con mucho, el menos impresionante. Se trataba de un frasco, una matraz de cristal verde oscuro, del mismo estilo que las botellas de vino, cubierto con pequeños dibujos que de cuando en cuando dejaban ir un leve destello que delataba la naturaleza mágica de estos. Estaba lleno de un líquido que parecía negro y, en lugar del típico tapón de corcho, tenía un abultado dispositivo en dos piezas, una sujetando el cuello del matraz, la otra, la tapa en sí, con una rosca con diminutos números recorriendo su longitud.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: Segundo Acto
Había sido una dura batalla la que habían tenido los primeros días, pero poco a poco el muchacho había ido cediendo terreno. En un principio Loth se contentaba con solo pasar por la casa de Otto, preguntar sobre los progresos, proponer alguna idea nueva. Pero a medida que su cariño por él aumentaba, también fue extendiendo la cantidad de tareas que realizaba, un dulce por aquí, una cena por allá, ordenar solo un poco el negocio porque “Ya que estoy aquí, ayudo en algo”. Lo cierto era que la presencia amable y algo descuidada de su amigo le provocaba el cuidarlo, y no esperaba nada a cambio por las atenciones.
-EstaNNNN ListaSSS – Matizó aún más la elfa entusiasmada y moderándose para no empezar a los saltos – jaja ¿Tampoco como “listo, esta vez es seguro que no viviremos una semana entera con la casa cubierta de estática y los pelos de punta”? jaja No te preocupes por eso, aunque tenias razón en algo, te hubiese matado de enterarme que los probabas sin mi – Y dicho eso tiro de la lona para descubrir lo que escondía.
Loth miro fascinada las tres maquinas, no se animo a tocarlas, pero camino alrededor, las observo lo mas de cerca que podía y mientras intentaba imaginar cómo podían funcionar cada una le pregunto a Otto.
-Bien ¿Cómo lo haremos? ¿Será aquí mismo? ¿Tengo que quitarme las cosas de metal o ya solucionaste ese pequeño problema? – Miro las hebillas de sus tirantes y las suelas de sus zapatos – Por suerte hoy traje ropa cómoda ¡Tengo un buen presentimiento! – Le sonrió a su amigo con afán, totalmente confiada en que saldría todo bien ¿Por qué? Porque lo había hecho Otto y él era el sujeto más inteligente que Loth había conocido.
Se había olvidado del desayuno, el cual quedo abandonado en la mesa mientras la elfa se arremangaba emocionada, cada vez estaba más cerca de poder utilizar esas cosas en sus actos, entonces se volvería mucho más conocida, se hablaría de sus presentaciones por todo Jaspia y la gente viajaría desde otras islas para verla. No era tanto el dinero lo que la motivaba, sino la idea de hacer algo que nunca nadie hubiese visto, que sus espectáculos hicieran soñar a la gente despierta, que los hiciera sentir como entrando en otro mundo.
- Me muero por ver las caras que pondrán cuando vean lo que podemos hacer... - Lo dijo como pensando en voz alta, pero compartiendo en cierto modo el sentimiento con su amigo.
-EstaNNNN ListaSSS – Matizó aún más la elfa entusiasmada y moderándose para no empezar a los saltos – jaja ¿Tampoco como “listo, esta vez es seguro que no viviremos una semana entera con la casa cubierta de estática y los pelos de punta”? jaja No te preocupes por eso, aunque tenias razón en algo, te hubiese matado de enterarme que los probabas sin mi – Y dicho eso tiro de la lona para descubrir lo que escondía.
Loth miro fascinada las tres maquinas, no se animo a tocarlas, pero camino alrededor, las observo lo mas de cerca que podía y mientras intentaba imaginar cómo podían funcionar cada una le pregunto a Otto.
-Bien ¿Cómo lo haremos? ¿Será aquí mismo? ¿Tengo que quitarme las cosas de metal o ya solucionaste ese pequeño problema? – Miro las hebillas de sus tirantes y las suelas de sus zapatos – Por suerte hoy traje ropa cómoda ¡Tengo un buen presentimiento! – Le sonrió a su amigo con afán, totalmente confiada en que saldría todo bien ¿Por qué? Porque lo había hecho Otto y él era el sujeto más inteligente que Loth había conocido.
Se había olvidado del desayuno, el cual quedo abandonado en la mesa mientras la elfa se arremangaba emocionada, cada vez estaba más cerca de poder utilizar esas cosas en sus actos, entonces se volvería mucho más conocida, se hablaría de sus presentaciones por todo Jaspia y la gente viajaría desde otras islas para verla. No era tanto el dinero lo que la motivaba, sino la idea de hacer algo que nunca nadie hubiese visto, que sus espectáculos hicieran soñar a la gente despierta, que los hiciera sentir como entrando en otro mundo.
- Me muero por ver las caras que pondrán cuando vean lo que podemos hacer... - Lo dijo como pensando en voz alta, pero compartiendo en cierto modo el sentimiento con su amigo.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: Segundo Acto
- Eh, recuerda que gracias a eso, tuviste el cabello lacio y limpio como nunca. - protestó avergonzado, aunque sabía que la elfa sólo bromeaba. Recuperando parte de su aplomo, añadió.- Y sí, creo poder asegurar que eso no volverá a suceder; he reducido mucho el uso de electricidad en esto.
- Aquí mismo, para eso he despejado todo esto. - sonrió, tan entusiasmado como su compañera, desayunando a buen ritmo. - La idea es hacer unas pruebas primero aquí, ver qué fallos, si hay alguno, presentan y corregirlos in situ si es posible. Una vez veamos que todo funciona como queremos, empezaremos con pruebas al aire libre y ver como cosas como el viento o la lluvia influyen... Y todo lo que se nos ocurra.
- No hay problema con las hebillas de los tirantes, pero sí los zapatos, al menos para la primera prueba, y si llevas algo metálico en los bolsillos, déjalo sobre la mesa. Aunque eso realmente sólo será necesario con el arnés. - Señalando al segundo de los inventos mientras apuraba su parte del desayuno, y dejaba el resto para cuando Loth se acordara de comer. - Pero comencemos por el grande, es el que más trabajo tiene, así que mientras má descansados estemos, mejor. Ayúdame a moverlo hacia el centro de la sala, por favor. Con cuidado.
El cubo pesaba tanto como aparentaba que haría; moverlo ella sola sería complicado, pero no imposible; y entre dos personas, requería sólo algo de esfuerzo. - El definitivo será algo más ligero, espero, y le pondré unas ruedas para que puedas moverlo a tu antojo... Pero al prototipo no. - dijo, tajante. Uno de los accidentes que Loth no había visto en directo, pero sí las consecuencias: un agujero en la pared con la forma aproximada del armatoste que estaban moviendo en ese momento.
"Un ligero problema con la potencia del chorro de vapor, le quité las ruedas para evitar que se repita" era la única explicación que le había dado entonces.
- Muy bien, esta es la máquina de niebla y humo, el Vapeante. - comenzó a explicar, poniéndose serio, como siempre que se concentraba. - Es esencialmente tal y como hemos hablado estos días, con un par de adendos de última hora que se me ocurrieron mientras trabajaba. Primero te digo lo que puede hacer, y luego, sus limitaciones.- Sus manos empezaron a ir de una pieza a otra, explicando cada función para que Loth supiera lo que iba a ver.- Esta es la manivela de encendido, esta otra controla si el Vapeante usará humo (vapor que subirá) o niebla (vapor que formará una película a tus pies). He añadido también unas válvulas aquí y aquí que hacen lo mismo pero funcionan como un temporizador, de forma que si no tienes ayudante no tengas que pararte, sino que los haría sola. - Se paró y miró a Loth. - Claro, requerirá práctica coordinarse con los cambios que ajustes si lo hace la máquina sola, pero es cuestión de ensayo. Es uno de los ajustes de última hora - dijo, antes de continuar.- Por esta rejilla es por donde saldrá casi todo el vapor, de un modo u otro. Es importante que esté la rejilla, y que no tenga nada ni nadie delante, o el efecto se arruinaría. - Siguió explicando cómo cargar la máquina de agua, el significado de cada medidor, los distintos ajustes que podía hacer, y como detectar un posible fallo y arreglarlo.- Y por último... Esto - puso su mano sobre el agujero en la parte superior- sirve para refrigerar, así que nunca lo tapes. Y también sirve para otra cosa, pero eso ya lo verás cuando esté en marcha. - Dijo con una sonrisa divertida, tomando aliento tras la explicación.
- Ahora, limitaciones. El Vapeante tiene capacidad para unos diez minutos de funcionamiento antes de que tengas que rellenarlo, y probablemente sea mala idea recargarlo mientras está en marcha. Haremos una prueba, por si acaso, pero espero que la máquina proteste. Hace algo de ruido, como un gran cazo de agua hirviendo. Pero el peor problema, lo da la niebla. - Otto se rascó la cabeza, mirando al aparato. - No te recomiendo usar niebla en interiores, o en escenarios formados con piedra lisa, o si pretendes hacer volteretas y todo eso después, porque el vapor se condensa en el suelo y lo empapa y podrías resbalar. Tendrías que llenar primero el suelo de serrín o algo similar para asegurarte que no resbales y eso ensuciaría el traje... Sigo trabajando en ello, de todos modos. - Se disculpó.
-Así pues.... ¿por dónde quieres que comencemos? - dijo recuperando su sonrisa radiante. De acuerdo, no era perfecto, aún, pero era suyo y, tenía ganas de verlo funcionar.
- Aquí mismo, para eso he despejado todo esto. - sonrió, tan entusiasmado como su compañera, desayunando a buen ritmo. - La idea es hacer unas pruebas primero aquí, ver qué fallos, si hay alguno, presentan y corregirlos in situ si es posible. Una vez veamos que todo funciona como queremos, empezaremos con pruebas al aire libre y ver como cosas como el viento o la lluvia influyen... Y todo lo que se nos ocurra.
- No hay problema con las hebillas de los tirantes, pero sí los zapatos, al menos para la primera prueba, y si llevas algo metálico en los bolsillos, déjalo sobre la mesa. Aunque eso realmente sólo será necesario con el arnés. - Señalando al segundo de los inventos mientras apuraba su parte del desayuno, y dejaba el resto para cuando Loth se acordara de comer. - Pero comencemos por el grande, es el que más trabajo tiene, así que mientras má descansados estemos, mejor. Ayúdame a moverlo hacia el centro de la sala, por favor. Con cuidado.
El cubo pesaba tanto como aparentaba que haría; moverlo ella sola sería complicado, pero no imposible; y entre dos personas, requería sólo algo de esfuerzo. - El definitivo será algo más ligero, espero, y le pondré unas ruedas para que puedas moverlo a tu antojo... Pero al prototipo no. - dijo, tajante. Uno de los accidentes que Loth no había visto en directo, pero sí las consecuencias: un agujero en la pared con la forma aproximada del armatoste que estaban moviendo en ese momento.
"Un ligero problema con la potencia del chorro de vapor, le quité las ruedas para evitar que se repita" era la única explicación que le había dado entonces.
- Muy bien, esta es la máquina de niebla y humo, el Vapeante. - comenzó a explicar, poniéndose serio, como siempre que se concentraba. - Es esencialmente tal y como hemos hablado estos días, con un par de adendos de última hora que se me ocurrieron mientras trabajaba. Primero te digo lo que puede hacer, y luego, sus limitaciones.- Sus manos empezaron a ir de una pieza a otra, explicando cada función para que Loth supiera lo que iba a ver.- Esta es la manivela de encendido, esta otra controla si el Vapeante usará humo (vapor que subirá) o niebla (vapor que formará una película a tus pies). He añadido también unas válvulas aquí y aquí que hacen lo mismo pero funcionan como un temporizador, de forma que si no tienes ayudante no tengas que pararte, sino que los haría sola. - Se paró y miró a Loth. - Claro, requerirá práctica coordinarse con los cambios que ajustes si lo hace la máquina sola, pero es cuestión de ensayo. Es uno de los ajustes de última hora - dijo, antes de continuar.- Por esta rejilla es por donde saldrá casi todo el vapor, de un modo u otro. Es importante que esté la rejilla, y que no tenga nada ni nadie delante, o el efecto se arruinaría. - Siguió explicando cómo cargar la máquina de agua, el significado de cada medidor, los distintos ajustes que podía hacer, y como detectar un posible fallo y arreglarlo.- Y por último... Esto - puso su mano sobre el agujero en la parte superior- sirve para refrigerar, así que nunca lo tapes. Y también sirve para otra cosa, pero eso ya lo verás cuando esté en marcha. - Dijo con una sonrisa divertida, tomando aliento tras la explicación.
- Ahora, limitaciones. El Vapeante tiene capacidad para unos diez minutos de funcionamiento antes de que tengas que rellenarlo, y probablemente sea mala idea recargarlo mientras está en marcha. Haremos una prueba, por si acaso, pero espero que la máquina proteste. Hace algo de ruido, como un gran cazo de agua hirviendo. Pero el peor problema, lo da la niebla. - Otto se rascó la cabeza, mirando al aparato. - No te recomiendo usar niebla en interiores, o en escenarios formados con piedra lisa, o si pretendes hacer volteretas y todo eso después, porque el vapor se condensa en el suelo y lo empapa y podrías resbalar. Tendrías que llenar primero el suelo de serrín o algo similar para asegurarte que no resbales y eso ensuciaría el traje... Sigo trabajando en ello, de todos modos. - Se disculpó.
-Así pues.... ¿por dónde quieres que comencemos? - dijo recuperando su sonrisa radiante. De acuerdo, no era perfecto, aún, pero era suyo y, tenía ganas de verlo funcionar.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: Segundo Acto
Loth escuchaba con atención e iba dejando acciones a medio hacer en su apuro, primero iba a quitarse los tirantes pero en cuanto Otto dijo que no era necesario se los volvió a poner en seguida, luego se paro en un pie como para arrancarse los zapatos en un santiamén mientras revisaba con la mano libre sus bolsillos, quedando en una extraña posición aunque no parecía incomodarle, pero cuando le dijo que aún no volvió a la postura normal y de un salto fue hacia la maquina para ayudar a empujarla.
-Si, creo que unas ruedas le vendrá de maravilla a este armatoste - Comentó mientras empujaba - Aunque cuando quiera irme de la ciudad tendré que contratar un carro con dos caballos para mover todo esto ¡Pero lo que ganaremos haciendo espectáculos con estas cosas pagaran cualquier gasto que podamos tener! - No tenia duda alguna de que sería un éxito - Vas a ver, nos llamaran de las familias mas acomodadas para que les demos funciones privadas, ahí podrás explicarles también como lo hiciste y te contratarán para que hagas cosas para ellos - Porque la elfa no solo pensaba en volverse famosa ella, también quería que el mundo conociera la increíble mente que se escondía en ese modesto taller de Trinacria.
Una vez que la maquina estaba ubicada en el centro de la sala Loth puso toda su concentración en entender bien como funcionaba cada cosa que Otto señalaba, no era una chica tonta, pero con esas cosas estaba fuera de su elemento, miraba cada cosa y asentía cuando su amigo terminaba de explicar,pero sin duda necesitaría que la ayude al menos los primeros días.
-De todos modos diez minutos deberían ser mas que suficientes, las entradas y las salidas podrían tener algo de niebla, o en algún numero en particular... ¡Bueno, eso lo pensaremos después! - Dijo sonriendo sin perder el entusiasmo, lo del piso mojado podía ser un problema no solo por los posibles accidentes, sino porque además a los dueños de locales respetables no les gustaba que les ensucien el lugar, pero seguramente a su amigo algo se le ocurriría, siempre pensaba en algo.
-¿Por donde? ¡Pues por prenderlo! ¡Enciende a ver como sale la niebla y el humo! - Ahora si empezó a dar saltitos en el lugar mientras aplaudía y sus zapatos hacían un sonido como de marcha - Quiero ver que tan velado puede quedar este cuarto para darme una idea de como será en una función real - Le gustaba la idea salir de entre la espesura de la neblina haciendo vueltas y giros en el aire, pero primero tenia que fijarse si esta la ocultaba correctamente - También quiero ver qué tanto se humedece todo, para saber qué tipo de ropa utilizar y esos detalles.
-Si, creo que unas ruedas le vendrá de maravilla a este armatoste - Comentó mientras empujaba - Aunque cuando quiera irme de la ciudad tendré que contratar un carro con dos caballos para mover todo esto ¡Pero lo que ganaremos haciendo espectáculos con estas cosas pagaran cualquier gasto que podamos tener! - No tenia duda alguna de que sería un éxito - Vas a ver, nos llamaran de las familias mas acomodadas para que les demos funciones privadas, ahí podrás explicarles también como lo hiciste y te contratarán para que hagas cosas para ellos - Porque la elfa no solo pensaba en volverse famosa ella, también quería que el mundo conociera la increíble mente que se escondía en ese modesto taller de Trinacria.
Una vez que la maquina estaba ubicada en el centro de la sala Loth puso toda su concentración en entender bien como funcionaba cada cosa que Otto señalaba, no era una chica tonta, pero con esas cosas estaba fuera de su elemento, miraba cada cosa y asentía cuando su amigo terminaba de explicar,pero sin duda necesitaría que la ayude al menos los primeros días.
-De todos modos diez minutos deberían ser mas que suficientes, las entradas y las salidas podrían tener algo de niebla, o en algún numero en particular... ¡Bueno, eso lo pensaremos después! - Dijo sonriendo sin perder el entusiasmo, lo del piso mojado podía ser un problema no solo por los posibles accidentes, sino porque además a los dueños de locales respetables no les gustaba que les ensucien el lugar, pero seguramente a su amigo algo se le ocurriría, siempre pensaba en algo.
-¿Por donde? ¡Pues por prenderlo! ¡Enciende a ver como sale la niebla y el humo! - Ahora si empezó a dar saltitos en el lugar mientras aplaudía y sus zapatos hacían un sonido como de marcha - Quiero ver que tan velado puede quedar este cuarto para darme una idea de como será en una función real - Le gustaba la idea salir de entre la espesura de la neblina haciendo vueltas y giros en el aire, pero primero tenia que fijarse si esta la ocultaba correctamente - También quiero ver qué tanto se humedece todo, para saber qué tipo de ropa utilizar y esos detalles.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
Re: Segundo Acto
- Podría hacer que durara algo más, pero el tamaño del Vapeante también crecería y mucho. - Explicó el ingeniero, haciendo una última revisión de medidores y ajustes, para ver que todo estuviera en orden antes de comenzar.- No es que sepa demasiado de teatro ni troupes de artistas, pero me imaginé que no querrías envolverte en humo todo el tiempo, de ahí que pensara en esta cantidad razonable de tiempo y... - se tocó un lado de la nariz, como si compartiera un secreto.- por lo que pensé en los temporizadores para pararlo y ponerlo en marcha. ¡Imagina terminar una pirueta y aterrizar atravesando una nube de humo, sin que tu ayudante haga nada!
Hablaba de un ayudante en general, pero sabía que Loth contaba con él; y en un principio, aunque el mundo del espectáculo no era algo que le atrajera demasiado, era algo a lo que estaba más que dispuesto. Por dos razones; la primera, asegurarse que todo lo que le hacía a su amiga funcionaba en condiciones y correctamente hasta que ella lo dominara al punto de poder enseñarle a otra persona a manejarlo; la segunda tenía que ver con las aspiraciones de la chica. Cada puerta que los espectáculos aderezados con sus inventos les abrieran, sería una puerta que le ayudaría a llegar a cumplir su objetivo de averiguar el paradero de Wolfgang.
- Muy bien, empecemos por el humo. Así verás lo otro que añadí en el último momento. - Tomó una pieza de metal redondo de una mesita auxiliar del rincón, que bien podía ser la tapa de un cazo... De hecho, tenía un parecido sospechoso con el cazo de cobre que había olvidado en el taller de Otto un par de días atrás.
Con un gesto, le indicó que diera un paso atrás, por seguridad. Mientras revisaba, de nuevo, los indicadores, hizo girar la pequeña espita que conectaba los mecanismos de su Toga de Vapor, por precaución, haciendo un leve sonido de presión que Loth había acabado por reconocer.
Con un asentimiento, satisfecho con todo lo que estaba viendo, puso la mano sobre la palanca de encendido, tomó aire profundamente y la activó.
No pasó nada.
Un gesto de extrañeza se pintó en el rostro de Otto. Estaba preparado para demasiado humo, para un chorro de agua... por la Dama, ¡estaba preparado para que estallara en pedazos! ¡Pero no para que no funcionara en absoluto!
- No entiendo... - empezó a disculparse en tono compungido, cuando de repente volvió a iluminarse...- ¡¡Oh, claro!!
- Activó una diminuta palanquita que estaba junto a la otra...- El seguro para evitar encendidos por accidente. Por si los baches de los caminos.
De inmediato el Vapeante cobró vida. Terrorífica vida. El vapor en su ascenso dio lugar a un pitido desagradable y un feo traqueteo sacudió toda la estructura de la máquina, pero no duró más que unos instantes, antes de empezar a hacer el ruido de agua hirviendo del que le advirtió el inventor antes y empezar a soltar humo...
Una inmensa bocanada de humo blanco y cálido empezó a brotar de la rejilla de la cámara, como si una pequeña nube del cielo se hubiera perdido y encontrado su camino en el taller, comenzando a ascender rápidamente. Tras esta, una segunda, más grande, y luego, un chorro de humo más continuado, elevándose. Tan denso como el humo de una hoguera de leña húmeda, pero no lo suficiente para esconderla por completo. O no dejarla ver desde dentro...
- Err...sí, esto pasa si enciendes la máquina y luego... quitas el seguro. Es mejor hacerlo al revés, te ahorras el ruido desagradable y las primeras volutas. - Se explicó, rascandose con un dedo el oído dolorido, y dando un paso a un lado para que la malabarista pudiera contemplarla en marcha.
Hablaba de un ayudante en general, pero sabía que Loth contaba con él; y en un principio, aunque el mundo del espectáculo no era algo que le atrajera demasiado, era algo a lo que estaba más que dispuesto. Por dos razones; la primera, asegurarse que todo lo que le hacía a su amiga funcionaba en condiciones y correctamente hasta que ella lo dominara al punto de poder enseñarle a otra persona a manejarlo; la segunda tenía que ver con las aspiraciones de la chica. Cada puerta que los espectáculos aderezados con sus inventos les abrieran, sería una puerta que le ayudaría a llegar a cumplir su objetivo de averiguar el paradero de Wolfgang.
- Muy bien, empecemos por el humo. Así verás lo otro que añadí en el último momento. - Tomó una pieza de metal redondo de una mesita auxiliar del rincón, que bien podía ser la tapa de un cazo... De hecho, tenía un parecido sospechoso con el cazo de cobre que había olvidado en el taller de Otto un par de días atrás.
Con un gesto, le indicó que diera un paso atrás, por seguridad. Mientras revisaba, de nuevo, los indicadores, hizo girar la pequeña espita que conectaba los mecanismos de su Toga de Vapor, por precaución, haciendo un leve sonido de presión que Loth había acabado por reconocer.
Con un asentimiento, satisfecho con todo lo que estaba viendo, puso la mano sobre la palanca de encendido, tomó aire profundamente y la activó.
No pasó nada.
Un gesto de extrañeza se pintó en el rostro de Otto. Estaba preparado para demasiado humo, para un chorro de agua... por la Dama, ¡estaba preparado para que estallara en pedazos! ¡Pero no para que no funcionara en absoluto!
- No entiendo... - empezó a disculparse en tono compungido, cuando de repente volvió a iluminarse...- ¡¡Oh, claro!!
- Activó una diminuta palanquita que estaba junto a la otra...- El seguro para evitar encendidos por accidente. Por si los baches de los caminos.
De inmediato el Vapeante cobró vida. Terrorífica vida. El vapor en su ascenso dio lugar a un pitido desagradable y un feo traqueteo sacudió toda la estructura de la máquina, pero no duró más que unos instantes, antes de empezar a hacer el ruido de agua hirviendo del que le advirtió el inventor antes y empezar a soltar humo...
Una inmensa bocanada de humo blanco y cálido empezó a brotar de la rejilla de la cámara, como si una pequeña nube del cielo se hubiera perdido y encontrado su camino en el taller, comenzando a ascender rápidamente. Tras esta, una segunda, más grande, y luego, un chorro de humo más continuado, elevándose. Tan denso como el humo de una hoguera de leña húmeda, pero no lo suficiente para esconderla por completo. O no dejarla ver desde dentro...
- Err...sí, esto pasa si enciendes la máquina y luego... quitas el seguro. Es mejor hacerlo al revés, te ahorras el ruido desagradable y las primeras volutas. - Se explicó, rascandose con un dedo el oído dolorido, y dando un paso a un lado para que la malabarista pudiera contemplarla en marcha.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: Segundo Acto
La expectativa se acumulaba en Loth, haciendo que la impaciencia fuera subiendo lentamente, no se consideraba una persona apurada ni algo similar, pero habían estado hablando tanto de esa máquina y el tenerla ahora materializada frente a ella hacía que no quisiera esperar un minuto más. Su mente se pauso momentáneamente y se fijo en los detalles del momento “¡Con que ahí estaba la tapa! La había estado buscando durante horas.” Tenía que acordarse de no dejar cosas en el taller si no quería que se volvieran parte de algún experimento.
Se aparto exactamente un paso hacia atrás tal como le señalaba su amigo, pero ni un centímetro más, no quería perderse de nada, y cuando Otto por fin dejo los rodeos y activo el dispositivo la elfa se tapo la boca con ambas manos de la emoción y rápidamente también se quedo desconcertada ¡Nada pasaba! Miro al inventor, luego a la maquina, luego de nuevo al muchacho, casi como si le hubiese mentido de modo cruel y le pidiera explicaciones.
-Otto…. – Era una mujer grande, a pesar de su pequeño tamaño, no correspondía que estuviera a punto de hacer un berrinche - ¿El seguro de que…? – Sus palabras fueron calladas por los extraños sonidos de la maquina, los sensibles sonidos de Loth parecía que iban a explotar. La elfa se puso las manos en las orejas mientras caminaba hacia atrás, alejándose de la maquina, el ruido la había agarrado desprevenida.
Pero en cuanto paso, las volutas de humo comenzaron a salir y los ojos de la elfa se iluminaron, con absoluta fascinación se acerco nuevamente y movió las manos entre el vapor como queriendo agarrarlo, aunque en realidad revisaba cuanto se dispersaba con el movimiento.
-Esto es… ¡Esto es fantástico! – No lo dijo, lo grito, aun sus oídos no se acostumbraban del todo y además estaba muy emocionada. Comenzó a dar saltos lo más alto que podía como queriendo llegar al humo que se había ido más arriba - ¡Es increíble! Mira como se forma, eres un genio.
No llegaba a ocultarla del todo, pero seguramente si la dejaba andar unos minutos ya cubriría lo suficiente como para hacer el acto que imaginaba. Miro a su amigo con una mezcla de admiración y entusiasmo por las posibilidades que se abrían ante ellos. En un rápido movimiento se puso junto a él y le dio un fuerte abrazo, quedando colgada en realidad de su cuello.
-Gracias, gracias, gracias, gracias – dijo sin soltarlo – ¡Ya quiero usarlo en alguna de las presentaciones! Hoy saldremos a comer afuera para festejar, y tomaremos, y tal vez hasta te haré bailar y todo – Hablaba sin pensar, dejándose llevar por la alegría.
Se aparto exactamente un paso hacia atrás tal como le señalaba su amigo, pero ni un centímetro más, no quería perderse de nada, y cuando Otto por fin dejo los rodeos y activo el dispositivo la elfa se tapo la boca con ambas manos de la emoción y rápidamente también se quedo desconcertada ¡Nada pasaba! Miro al inventor, luego a la maquina, luego de nuevo al muchacho, casi como si le hubiese mentido de modo cruel y le pidiera explicaciones.
-Otto…. – Era una mujer grande, a pesar de su pequeño tamaño, no correspondía que estuviera a punto de hacer un berrinche - ¿El seguro de que…? – Sus palabras fueron calladas por los extraños sonidos de la maquina, los sensibles sonidos de Loth parecía que iban a explotar. La elfa se puso las manos en las orejas mientras caminaba hacia atrás, alejándose de la maquina, el ruido la había agarrado desprevenida.
Pero en cuanto paso, las volutas de humo comenzaron a salir y los ojos de la elfa se iluminaron, con absoluta fascinación se acerco nuevamente y movió las manos entre el vapor como queriendo agarrarlo, aunque en realidad revisaba cuanto se dispersaba con el movimiento.
-Esto es… ¡Esto es fantástico! – No lo dijo, lo grito, aun sus oídos no se acostumbraban del todo y además estaba muy emocionada. Comenzó a dar saltos lo más alto que podía como queriendo llegar al humo que se había ido más arriba - ¡Es increíble! Mira como se forma, eres un genio.
No llegaba a ocultarla del todo, pero seguramente si la dejaba andar unos minutos ya cubriría lo suficiente como para hacer el acto que imaginaba. Miro a su amigo con una mezcla de admiración y entusiasmo por las posibilidades que se abrían ante ellos. En un rápido movimiento se puso junto a él y le dio un fuerte abrazo, quedando colgada en realidad de su cuello.
-Gracias, gracias, gracias, gracias – dijo sin soltarlo – ¡Ya quiero usarlo en alguna de las presentaciones! Hoy saldremos a comer afuera para festejar, y tomaremos, y tal vez hasta te haré bailar y todo – Hablaba sin pensar, dejándose llevar por la alegría.
Loth Adelain- Cantidad de envíos : 22
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