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Segundo Puerto
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Mar de Jaspia :: DUCADO DE CESSELE :: Kuzueth :: Daosh
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Segundo Puerto
La mar, tranquila se mecía generando olas debido a las corrientes submarinas que arrullaban el ambiente. Infinitos peces voladores, saltaban y volvían a sumergirse en las profundidades del mar. Se trataba de un lugar oscuro salpicado por pequeñas pinceladas blancas de la bruma generada por las olas y los peces al saltar. El océano se abría bajo el barco volador, con su inmensidad, dejando ver pequeños islotes inhabitados, compuestos de sólo piedra y sal marina; pecas diminutas apenas notorias.
Sobre el barco, se abría otro espacio infinito, tachonado de miles de estrellas, algunas opacadas por el brillo de Enki en su fase llena, la menguante Aesir y la silueta oscura de Scathach. Un tejido mágico en el cual perder los ojos, la imaginación y hasta el corazón con un poco de romanticismo. A donde quiera que se mirara no había más que esa línea invisible en la que se unían el mar y el cielo, un azul oscuro y abisal a un negro ficticio cargado de sal y vida. Lentamente la línea imaginaria dejó de serlo, para convertirse en un fino corto que dejó filtrar la luz rojiza y llameante que adquirió pronto una tonalidad dorada y fue extendiéndose sobre el agua antes de empezar a difuminarse por el cielo, convirtiéndolo en un arcoíris de tonos malva, dorado, naranja, rojo, blanco, azul en todas sus tonalidades, desplazando perezosamente la oscuridad reinante, dando la bienvenida al amanecer, al nuevo día.
El sonido de las gaviotas rompió con la monotonía nocturna, chillidos de una nueva vida, el anuncio de encontrarse cerca de la costa o en su defecto, en el punto en que las aves se dejan caer al mar al momento de fenecer. Se trataba, pues, de la primera alternativa. Las aves salían a adquirir su sustento diario y antes su inicial asombro, luego tomaron el barco como punto de descanso para seguir en su búsqueda.
El nuevo día era cálido, pero fresco, radiante, según prometía el sol y las escasas nubes. El viento traía ya olores diferentes a la sal y al agua, traía el olor de otros barcos, de un mercado muy lejano, el auge de la vida pensante y no tan pensante de humanos, medio humanos, elfos, medio elfos, enanos, medio enanos, weregato, wereperro, y todo humanoide.
Kuzueth se asomaba en el horizonte más lejano como una nueva línea café intermitente que iba adquiriendo forma, matices y geografía, pronto se dejó ver su puerto y con este, más barcos, pequeñas canoas pesqueras, su selva verde, su pequeña ciudad, Daosh. Como el mar y el mundo, el pueblo iba despertando, a modo de pequeñas hormigas, por la distancia, las personas que en él vivían se iban dejando ver, la fila de mineros que regresaban del turno nocturno, la fila de quienes partían a su turno.
En el barco, sobre sus cabezas, el nuevo día también saludaba con todo su esplendor a los presentes, las aves cantaban que era hora de despertar, habían llegado al nuevo puerto.
Dulfary, aun dormía cuando rompió el alba, quizá un poco mas después de esta. Estaba hambrienta, se sentía cansada por dormir en donde lo hizo pero tenía la tranquilidad de darle una nueva mañana al paladín. Con pereza t lentamente, se levantó, se estiró en una dirección y otra desentumeciéndose, sonrió con la inocencia propia de su edad y se giró en redondo con la curiosidad de saber en donde estarían.
Sobre el barco, se abría otro espacio infinito, tachonado de miles de estrellas, algunas opacadas por el brillo de Enki en su fase llena, la menguante Aesir y la silueta oscura de Scathach. Un tejido mágico en el cual perder los ojos, la imaginación y hasta el corazón con un poco de romanticismo. A donde quiera que se mirara no había más que esa línea invisible en la que se unían el mar y el cielo, un azul oscuro y abisal a un negro ficticio cargado de sal y vida. Lentamente la línea imaginaria dejó de serlo, para convertirse en un fino corto que dejó filtrar la luz rojiza y llameante que adquirió pronto una tonalidad dorada y fue extendiéndose sobre el agua antes de empezar a difuminarse por el cielo, convirtiéndolo en un arcoíris de tonos malva, dorado, naranja, rojo, blanco, azul en todas sus tonalidades, desplazando perezosamente la oscuridad reinante, dando la bienvenida al amanecer, al nuevo día.
El sonido de las gaviotas rompió con la monotonía nocturna, chillidos de una nueva vida, el anuncio de encontrarse cerca de la costa o en su defecto, en el punto en que las aves se dejan caer al mar al momento de fenecer. Se trataba, pues, de la primera alternativa. Las aves salían a adquirir su sustento diario y antes su inicial asombro, luego tomaron el barco como punto de descanso para seguir en su búsqueda.
El nuevo día era cálido, pero fresco, radiante, según prometía el sol y las escasas nubes. El viento traía ya olores diferentes a la sal y al agua, traía el olor de otros barcos, de un mercado muy lejano, el auge de la vida pensante y no tan pensante de humanos, medio humanos, elfos, medio elfos, enanos, medio enanos, weregato, wereperro, y todo humanoide.
Kuzueth se asomaba en el horizonte más lejano como una nueva línea café intermitente que iba adquiriendo forma, matices y geografía, pronto se dejó ver su puerto y con este, más barcos, pequeñas canoas pesqueras, su selva verde, su pequeña ciudad, Daosh. Como el mar y el mundo, el pueblo iba despertando, a modo de pequeñas hormigas, por la distancia, las personas que en él vivían se iban dejando ver, la fila de mineros que regresaban del turno nocturno, la fila de quienes partían a su turno.
En el barco, sobre sus cabezas, el nuevo día también saludaba con todo su esplendor a los presentes, las aves cantaban que era hora de despertar, habían llegado al nuevo puerto.
Dulfary, aun dormía cuando rompió el alba, quizá un poco mas después de esta. Estaba hambrienta, se sentía cansada por dormir en donde lo hizo pero tenía la tranquilidad de darle una nueva mañana al paladín. Con pereza t lentamente, se levantó, se estiró en una dirección y otra desentumeciéndose, sonrió con la inocencia propia de su edad y se giró en redondo con la curiosidad de saber en donde estarían.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Segundo Puerto
-Buenas noches para usted también, Arzhel.
Arzhel se había retirado a descansar luego de contarme la historia de su arma. Valor mercantil y emocional, una auténtica reliquia, sin duda. Cuando el búho regresó, se quedó de centinela, mientras que yo me fui a mi camarote a descansar. Arale seguía allí, en las escaleras, completamente dormida y apoyada sobre su hombro, el cual chocaba contra una pared.
-Buenas noches, Arale -susurré y me dispuse a recostarme. Ya en soledad visual, podía debatir un poco con mi guardián-. Parece que Arale era una persona, después de todo. Idiota, pero persona.
-No creo que sea idiota. Eso me parece más ingenuidad que otra cosa, o quizás inocencia.
-¿Sirve a esa tal Dama y tiene inocencia? Eso es algo que seguramente no se ve todos los días.
-Estoy seguro de ello. Sólo por si acaso, la mantendré vigilada. Descansa tranquilo, Breigal.
-Gracias, Phab. Buenas noches.
Phabendior se sentó también en las escaleras, y se quedó observando a Arale detenidamente. Yo simplemente cerré los ojos y me dispuse a descansar. Todo estaba bajo control. El búho vigilando la cubierta, Phabendior vigilando a Arale, la bodega cerrada bajo las tres llaves de kep*, el paladín encerrado en la Sala de las Diosas, todo estaba bien. Sólo debía descansar para despertar al llegar a esa isla.
---
-Brei... Brei, despierta -me dijo una voz bastante dulce. Abrí levemente los ojos y encontré a Daliny frente a mí, acompañada de Salket, y Phabendior se encontraba del otro lado, escoltándome.
-¿Da-Daliny? -pregunté completamente escéptico, pero sin poder evitar sonreír. -¿Cómo llegaste aquí?
-Una muchacha llamada Arale me encontró en Daosh, y al verme me preguntó mi nombre. Luego me dijo si conocía a un pelirrojo llamado Breigal, y cuando respondí que sí, me guió hasta el barco. ¡Qué bueno saber que estás vivo! -exclamó llorando de felicidad, y luego me abrazó fuertemente. No me resistí para nada a su abrazo, y también la abracé, cerrando los ojos y sonriendo ampliamente. Luego de unos segundos noté que su cabello cambió de color, para hacerse rojo. Me separé de ella y noté que sus ojos también eran rojos. Luego azules, luego verdes, luego rojos... -¿Qué sucede, Brei?
-Tus ojos... Tu cabello... -Daliny sujetó su cabello para ponerlo frente a ella y poder observarlo, gracias a lo cual notó el cambio que sufría y su mirada entristeció. -No puede ser cierto... -susurré completamente abatido.
-Temo que lo es, Brei... Lo es...
El barco aterrizó en Werth, Talin estaba esperándonos, y su alegría también se disipó cuando vio que los ojos y el cabello de Daliny no adoptaban un color fijo.
-Tardaste demasiado, Brei -me dijo Talin, con un tono de reproche o, incluso, desprecio.
-¿De qué hablas? ¡No hubiese podido ser más rápido ni aún deseándolo!
-Tardaste demasiado, Brei -murmuró Daliny, repitiendo las palabras de su novio. Una horda de ángeles cubrió el horizonte y Naub' Lonks voló hacia ellos, con Athanexis montada sobre su lomo-. Muy tarde -sentenció Daliny, mientras desaparecía lentamente.
---
-¡¡¡DALINY!!! -grité cuando desperté en mi camarote, completamente sudoroso y con varias lágrimas recorriendo mi rostro. Rápidamente caí en la cuenta de que eso fue sólo un sueño, por lo que intenté calmarme, no tenía sentido preocuparse por algo así.
-Arale ya se ha despertado. -El búho entró al camarote, me miró, y luego salió por la puerta nuevamente. -Hemos llegado.
Me sequé las lágrimas, y salí para inundarme de la luz del sol, ese calor que inundaba la superficie del planeta, posibilitando que exista la vida. Me estiré para terminar de despertarme, mientras me repetía a mí mismo que sólo había sido un sueño. El barco comenzó a descender lentamente, y también disminuyó su velocidad.
-Ustedes digan. ¿Cuál es el mejor lugar para descender?
*FDI= Kep: Metal de Werth que desde su origen está dividido en dos o más partes. Si se fusionan partes de un trozo distinto, el causante de esa unión sufre una severa parálisis.
Arzhel se había retirado a descansar luego de contarme la historia de su arma. Valor mercantil y emocional, una auténtica reliquia, sin duda. Cuando el búho regresó, se quedó de centinela, mientras que yo me fui a mi camarote a descansar. Arale seguía allí, en las escaleras, completamente dormida y apoyada sobre su hombro, el cual chocaba contra una pared.
-Buenas noches, Arale -susurré y me dispuse a recostarme. Ya en soledad visual, podía debatir un poco con mi guardián-. Parece que Arale era una persona, después de todo. Idiota, pero persona.
-No creo que sea idiota. Eso me parece más ingenuidad que otra cosa, o quizás inocencia.
-¿Sirve a esa tal Dama y tiene inocencia? Eso es algo que seguramente no se ve todos los días.
-Estoy seguro de ello. Sólo por si acaso, la mantendré vigilada. Descansa tranquilo, Breigal.
-Gracias, Phab. Buenas noches.
Phabendior se sentó también en las escaleras, y se quedó observando a Arale detenidamente. Yo simplemente cerré los ojos y me dispuse a descansar. Todo estaba bajo control. El búho vigilando la cubierta, Phabendior vigilando a Arale, la bodega cerrada bajo las tres llaves de kep*, el paladín encerrado en la Sala de las Diosas, todo estaba bien. Sólo debía descansar para despertar al llegar a esa isla.
---
-Brei... Brei, despierta -me dijo una voz bastante dulce. Abrí levemente los ojos y encontré a Daliny frente a mí, acompañada de Salket, y Phabendior se encontraba del otro lado, escoltándome.
-¿Da-Daliny? -pregunté completamente escéptico, pero sin poder evitar sonreír. -¿Cómo llegaste aquí?
-Una muchacha llamada Arale me encontró en Daosh, y al verme me preguntó mi nombre. Luego me dijo si conocía a un pelirrojo llamado Breigal, y cuando respondí que sí, me guió hasta el barco. ¡Qué bueno saber que estás vivo! -exclamó llorando de felicidad, y luego me abrazó fuertemente. No me resistí para nada a su abrazo, y también la abracé, cerrando los ojos y sonriendo ampliamente. Luego de unos segundos noté que su cabello cambió de color, para hacerse rojo. Me separé de ella y noté que sus ojos también eran rojos. Luego azules, luego verdes, luego rojos... -¿Qué sucede, Brei?
-Tus ojos... Tu cabello... -Daliny sujetó su cabello para ponerlo frente a ella y poder observarlo, gracias a lo cual notó el cambio que sufría y su mirada entristeció. -No puede ser cierto... -susurré completamente abatido.
-Temo que lo es, Brei... Lo es...
El barco aterrizó en Werth, Talin estaba esperándonos, y su alegría también se disipó cuando vio que los ojos y el cabello de Daliny no adoptaban un color fijo.
-Tardaste demasiado, Brei -me dijo Talin, con un tono de reproche o, incluso, desprecio.
-¿De qué hablas? ¡No hubiese podido ser más rápido ni aún deseándolo!
-Tardaste demasiado, Brei -murmuró Daliny, repitiendo las palabras de su novio. Una horda de ángeles cubrió el horizonte y Naub' Lonks voló hacia ellos, con Athanexis montada sobre su lomo-. Muy tarde -sentenció Daliny, mientras desaparecía lentamente.
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-¡¡¡DALINY!!! -grité cuando desperté en mi camarote, completamente sudoroso y con varias lágrimas recorriendo mi rostro. Rápidamente caí en la cuenta de que eso fue sólo un sueño, por lo que intenté calmarme, no tenía sentido preocuparse por algo así.
-Arale ya se ha despertado. -El búho entró al camarote, me miró, y luego salió por la puerta nuevamente. -Hemos llegado.
Me sequé las lágrimas, y salí para inundarme de la luz del sol, ese calor que inundaba la superficie del planeta, posibilitando que exista la vida. Me estiré para terminar de despertarme, mientras me repetía a mí mismo que sólo había sido un sueño. El barco comenzó a descender lentamente, y también disminuyó su velocidad.
-Ustedes digan. ¿Cuál es el mejor lugar para descender?
*FDI= Kep: Metal de Werth que desde su origen está dividido en dos o más partes. Si se fusionan partes de un trozo distinto, el causante de esa unión sufre una severa parálisis.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Segundo Puerto
Arzhel se estiró en el jergón del pequeño camarote y logró dormirse sin más problemas. Estaba rendido, y antes de ceder a los dulces brazos del sueño, hizo un rápido repaso a todo lo que había ocurrido aquél día, que le parecía larguísimo. El abordaje, el naufragio, la larga caminata hasta la ciudad y luego, el combate en la taberna y la espectacular huida en barco.
-A fe mía, que esto parece de locos -murmuró finalmente antes de cerrar los ojos y descansar.
Las primeras luces del alba lo sorprendieron temprano, junto a los chillidos de las primeras gaviotas. Estaba acostumbrado a dormir poco y en malas condiciones y aún así descansar, de manera que se levantó inmediatamente, se desperezó, y se dispuso a, por fin, cambiarse. Guardó la sucia camisa que llevaba en el saco, del que extrajo una muda limpia y se la puso. Se calzó sus botas altas de soldado y se abrochó el jubón pardo que solía llevar para evitar cuchilladas inoportunas a la vez que para resguardarse del frío que hacía. Se colocó el tahalí del que colgaban reposaba la espada y daga y finalmente se cubrió su capa larga y negra -la suya, no la cedida por el caballero Lohengrin- y se caló su sombrero de ala ancha con la pequeña pluma blanca que tantas aventuras junto a él había vivido. Y por lo que parecía, viviría aún.
Subió silenciosamente por no despertar a sus compañeros de viaje, pues aún dormían ambos y salió a la cubierta a terminar de ver el amanecer, en lo alto del castillo de popa. Sentía el frío de la mañana, así que se resguardó bien en su capa y se caló aún más el sombrero, mientras observaba aparecer las costas de Kuzueth y veía a las gaviotas volar sobre su cabeza. Parecía que iba a ser un día espléndido, a juzgar por las pocas nubes que parecían de oro a la luz del sol naciente que miraba Arzhel, a estribor. Empezó a murmurar unos versos, mientras disfrutaba de aquél momento de paz y tranquilidad a la espera del despertar de sus compañeros.
"Áureos bajeles
navegando por el cielo,
llevad las noticias amargas
a mi doncella de hielo..."
-A fe mía, que esto parece de locos -murmuró finalmente antes de cerrar los ojos y descansar.
Las primeras luces del alba lo sorprendieron temprano, junto a los chillidos de las primeras gaviotas. Estaba acostumbrado a dormir poco y en malas condiciones y aún así descansar, de manera que se levantó inmediatamente, se desperezó, y se dispuso a, por fin, cambiarse. Guardó la sucia camisa que llevaba en el saco, del que extrajo una muda limpia y se la puso. Se calzó sus botas altas de soldado y se abrochó el jubón pardo que solía llevar para evitar cuchilladas inoportunas a la vez que para resguardarse del frío que hacía. Se colocó el tahalí del que colgaban reposaba la espada y daga y finalmente se cubrió su capa larga y negra -la suya, no la cedida por el caballero Lohengrin- y se caló su sombrero de ala ancha con la pequeña pluma blanca que tantas aventuras junto a él había vivido. Y por lo que parecía, viviría aún.
Subió silenciosamente por no despertar a sus compañeros de viaje, pues aún dormían ambos y salió a la cubierta a terminar de ver el amanecer, en lo alto del castillo de popa. Sentía el frío de la mañana, así que se resguardó bien en su capa y se caló aún más el sombrero, mientras observaba aparecer las costas de Kuzueth y veía a las gaviotas volar sobre su cabeza. Parecía que iba a ser un día espléndido, a juzgar por las pocas nubes que parecían de oro a la luz del sol naciente que miraba Arzhel, a estribor. Empezó a murmurar unos versos, mientras disfrutaba de aquél momento de paz y tranquilidad a la espera del despertar de sus compañeros.
"Áureos bajeles
navegando por el cielo,
llevad las noticias amargas
a mi doncella de hielo..."
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Segundo Puerto
Su sombra estaba inquieta. Esa era la razón por la que no había descansado muy bien. No solo era la postura, era su sombra. Su sonrisa se fue borrando, tratando de recordar lo que fuera ajeno a sus sueños.
No recordaba qué había soñado, miró las trampas, estaban intactas... no, uno de los kunai parecía haberse movido, muy ligeramente, pero no había sonada, ergo no había traspasado el hilo, el hilo, estaba perfectamente templado. Era extraño. Estaba segura de haber sentido un cosquilleo, ese que le avisaba de las cosas malas, pero había sido tenue y entonces... su sombra se había puesto sobre alerta; y esto había durado toda la noche. En completa tensión por eso no descansó, por eso ahora se sentía un poco más liviana, pero con hambre y cansancio.
Se le ocurría sólo una cosa, Breigal la había estado vigilando desde la parte superior de la escalera. Eso le daba un punto a favor, un abono mas en el beneficio de la duda: de alguna forma había respetado su sueño y su pésima guardia para con el paladín. Pudo haberse aprovechado y no lo hizo. Bajando un poco la cabeza, sonrió aun cuando no quería hacerlo.
La cota de malla fue a dar al fondo de su bolsa de armas, cuando quiso acomodarse el incomodo cinto y la espada, recordó que las había dejado en la taberna. Kuzueth... el corazón le tembló por saber que tenía que rendir cuentas, tenía la excusa perfecta.
Pero, ¿cómo escabullirse para hablar con Lohengrin y dejar sólo el paladín a merced de Breigal? Podría pedirle a Arzhel que le ayude, podría... suspiró. Debería esperar.
Ajena aun a donde estaba, Dul se apoyó contra la puerta de la "prisión" y esperó, dejando que su estomago empezara a hacer ruiditos.
Bajo el casco del barco, se veía la pequeña ciudad, aun más pequeña por la distancia desde el cielo. Alrededor de esta la playa, el puerto, los desfiladeros y la selva.
Relativamente cerca al pueblo, había una ensenada que nada tenía que ver con los muelles de pesca o el puerto de salida de barcos, un lugar discreto donde la llegada de otro barco, aun uno volador, pasaría desapercibida, seguramente un punto de encuentro o descanso para piratas y que ahora estaba libre. Las copas de los arboles circundantes eran más bien altas, lo que servía para cubrirlos aun más; sin embargo llegar al pueblo desde la playa resultaría imposible, así que tendrían, obligatoriamente, que atravesar una pequeña parte de la jungla. Aun así, seguían siendo el lugar idóneo para aterrizar.
Dulfary, no suportaba más su estomago y la quietud, así que se las arregló para dejar oculto un kunai, tras desarmar las trampas y salir a cubierta. Las sombras se encargarían de mantenerlo oculto y esta vez obedecerían por considerar a Breigal y su demonio un enemigo al cual regresar cuando estuviera mejor preparada. No importaba donde fuera, ella los encontraría.
- Ese hueco en la playa se ve bien y no llama mucho la atención, lo malo sería que toca atravesar un poco de bosque y... bueno, las criaturas en este no son muy amigables siempre - dijo alcanzando al dúo. Llevaba desde la noche anterior su tabardo, de nuevo parecía una paladina de la Dama, aunque desarmada (aparentemente).
No recordaba qué había soñado, miró las trampas, estaban intactas... no, uno de los kunai parecía haberse movido, muy ligeramente, pero no había sonada, ergo no había traspasado el hilo, el hilo, estaba perfectamente templado. Era extraño. Estaba segura de haber sentido un cosquilleo, ese que le avisaba de las cosas malas, pero había sido tenue y entonces... su sombra se había puesto sobre alerta; y esto había durado toda la noche. En completa tensión por eso no descansó, por eso ahora se sentía un poco más liviana, pero con hambre y cansancio.
Se le ocurría sólo una cosa, Breigal la había estado vigilando desde la parte superior de la escalera. Eso le daba un punto a favor, un abono mas en el beneficio de la duda: de alguna forma había respetado su sueño y su pésima guardia para con el paladín. Pudo haberse aprovechado y no lo hizo. Bajando un poco la cabeza, sonrió aun cuando no quería hacerlo.
La cota de malla fue a dar al fondo de su bolsa de armas, cuando quiso acomodarse el incomodo cinto y la espada, recordó que las había dejado en la taberna. Kuzueth... el corazón le tembló por saber que tenía que rendir cuentas, tenía la excusa perfecta.
Pero, ¿cómo escabullirse para hablar con Lohengrin y dejar sólo el paladín a merced de Breigal? Podría pedirle a Arzhel que le ayude, podría... suspiró. Debería esperar.
Ajena aun a donde estaba, Dul se apoyó contra la puerta de la "prisión" y esperó, dejando que su estomago empezara a hacer ruiditos.
Bajo el casco del barco, se veía la pequeña ciudad, aun más pequeña por la distancia desde el cielo. Alrededor de esta la playa, el puerto, los desfiladeros y la selva.
Relativamente cerca al pueblo, había una ensenada que nada tenía que ver con los muelles de pesca o el puerto de salida de barcos, un lugar discreto donde la llegada de otro barco, aun uno volador, pasaría desapercibida, seguramente un punto de encuentro o descanso para piratas y que ahora estaba libre. Las copas de los arboles circundantes eran más bien altas, lo que servía para cubrirlos aun más; sin embargo llegar al pueblo desde la playa resultaría imposible, así que tendrían, obligatoriamente, que atravesar una pequeña parte de la jungla. Aun así, seguían siendo el lugar idóneo para aterrizar.
Dulfary, no suportaba más su estomago y la quietud, así que se las arregló para dejar oculto un kunai, tras desarmar las trampas y salir a cubierta. Las sombras se encargarían de mantenerlo oculto y esta vez obedecerían por considerar a Breigal y su demonio un enemigo al cual regresar cuando estuviera mejor preparada. No importaba donde fuera, ella los encontraría.
- Ese hueco en la playa se ve bien y no llama mucho la atención, lo malo sería que toca atravesar un poco de bosque y... bueno, las criaturas en este no son muy amigables siempre - dijo alcanzando al dúo. Llevaba desde la noche anterior su tabardo, de nuevo parecía una paladina de la Dama, aunque desarmada (aparentemente).
Última edición por Dulfary el 14/09/11, 02:00 pm, editado 2 veces
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Segundo Puerto
Nos acercábamos a la costa, y el barco descendía conforme la distancia se acortaba, hasta que finalmente tocó el agua y comenzó a navegar. Todo parecía marchar bien, no había barcos amenazadores acercándose a nosotros, no había testigos de nuestra llegada. Las palabras de Arale respecto a la mejor ubicación para descender hicieron que no pudiese contener un comentario.
-Si pude traerte en mi barco, creo que podré lidiar con esas criaturas. De seguro son más amigables que tú.
El barco se detuvo en la orilla, pero había algo que aún debíamos hacer, al menos según mi opinión.
-Oigan... ¿tienen hambre? Porque yo sí. -Descendí a la bodega y tomé las llaves que estaban ubicadas a un lado de la puerta, perfectamente visibles. Con tres de esas cuatro llaves, abrí las cerraduras de la bodega y entré para sacar algunos víveres. No era demasiado, y realmente esperaba que mis huéspedes no fuesen demasiado exigentes con la comida, pues apenas había algo de carne y algún que otro pan de ginne*. Con mi espada corté un pan a la mitad y le puse un buen trozo de carne en el medio. Me serví una jarra de agua y regresé a cubierta. -Avisen cuando estén listos. -Elevé el suelo para formar una escalera que nos guiaría del barco a tierra firme. Sólo precisé del brazo izquierdo para esto, que si bien se tornó inútil, me dejaba intacto el derecho, es decir, el hábil.
FDI= Las jarras que hay en la bodega y Breigal ofrece a Dulfary y Arzhel tienen un diseño especial. Su forma es casi esférica, cuentan con cuatro asas ubicadas de tal manera que forman una cruz, de la que la jarra es el centro. Tiene una pequeña (pero no por eso incómoda) abertura para beber por ella. Está diseñada de tal manera que el líquido no volcará si la jarra se agita demasiado.
*Ginne= nombre del trigo en Werth. O sea, es pan de trigo
-Si pude traerte en mi barco, creo que podré lidiar con esas criaturas. De seguro son más amigables que tú.
El barco se detuvo en la orilla, pero había algo que aún debíamos hacer, al menos según mi opinión.
-Oigan... ¿tienen hambre? Porque yo sí. -Descendí a la bodega y tomé las llaves que estaban ubicadas a un lado de la puerta, perfectamente visibles. Con tres de esas cuatro llaves, abrí las cerraduras de la bodega y entré para sacar algunos víveres. No era demasiado, y realmente esperaba que mis huéspedes no fuesen demasiado exigentes con la comida, pues apenas había algo de carne y algún que otro pan de ginne*. Con mi espada corté un pan a la mitad y le puse un buen trozo de carne en el medio. Me serví una jarra de agua y regresé a cubierta. -Avisen cuando estén listos. -Elevé el suelo para formar una escalera que nos guiaría del barco a tierra firme. Sólo precisé del brazo izquierdo para esto, que si bien se tornó inútil, me dejaba intacto el derecho, es decir, el hábil.
FDI= Las jarras que hay en la bodega y Breigal ofrece a Dulfary y Arzhel tienen un diseño especial. Su forma es casi esférica, cuentan con cuatro asas ubicadas de tal manera que forman una cruz, de la que la jarra es el centro. Tiene una pequeña (pero no por eso incómoda) abertura para beber por ella. Está diseñada de tal manera que el líquido no volcará si la jarra se agita demasiado.
*Ginne= nombre del trigo en Werth. O sea, es pan de trigo
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Segundo Puerto
Primero se le acercó Breigal, y luego Arale se les juntó. A pesar de que eso, la mirada del caballero no se movió del horizonte, ni contestó a la pregunta de Breigal hasta que Arale ya hubo respondido, sólo para confirmar sus palabras.
-En efecto, aquella playa parece un magnífico lugar para desembarcar -dijo de repente, girándose hacia el sitio-. Un lugar resguardado donde podremos dejar el navío sin miedo a que sea descubierto, ni a que reciba daños debido a un hipotético temporal. El tiempo no parece señalarlo -aclaró-, pero nunca se puede saber a ciencia cierta.
Reflexionó un momento sobre lo que había dicho Arale respecto a las bestias que habitaban en la jungla de Kuzueth, y se llevó la mano al mentón un momento. No era la primera vez que pisaba aquellas tierras. Ignoró el comentario de Breigal, pero le dirigió una mirada fulminante y severa. No todavía. No en el barco.
-Yo aún diría más, milady -empezó muy tenso, y mirándola solo a ella-. No es que no sean siempre amigables, sino que son pacíficos en muy contadas ocasiones. Tendremos que ir ojo avizor. ¿Habéis estado allí alguna vez, milady? -preguntó. Si no era así, tenía la obligación moral de liderar la marcha a través de la selva. Aunque de hecho, por mucho que la muchacha hubiera estado, la seguiría teniendo.
Cuando por fin atracaron, Breigal habló de desayunar, pero Arzhel hizo una seca inclinación de cabeza, rehusando. Ya comerían algo al llegar a Daosh. No tenía hambre, y comer mucho nunca era aconsejable antes de entrar en peligro. Y por su espada que entrar en la jungla de Kuzueth lo suponía.
Cuando Breigal desapareció por la puerta del camarote, hacia la bodega, Arzhel se relajó de nuevo y exhaló fuertemente por la nariz.
-A fe mía, que... -dijo a Arale, sin mirarla y dejando inacabada la frase, para luego cambiar de asunto-. Por vida de, qué ganas tengo de llegar a Daosh y reencontrarme con el caballero. Hay cosas que los miembros de otras razas nunca podrán entender... Si no hubiera tenido consecuencias para otros además de yo, hubiera desenvainado aquí mismo... Lo tomaré como una cuestión cultural y lo obviaré, pero aún así...
Terminó con una nueva exhalación, irritado. No era una bravata, pero batirse con Breigal en el barco hubiera supuesto la muerte segura de los tres. Además de que era le había salvado de, probablemente, el encarcelamiento en las mazmorras de la dama, y con ello le había parecido un tipo honrado. Pero la confianza y el respeto se perdían con cosas como aquella.
Una vez volvió Breigal, Arzhel se limió a mirarlo de una manera algo seca, pero no dijo nada. Hubiera sido inútil, y además era obvio que Arale y él no se llevaban bien. Pero tenían que atravesar la selva hasta Daosh, y abrir un nuevo conflicto no serviría de nada.
Breigal finalmene Breigal hizo aparecer una escalinata que les permitiría bajar a tierra, Arzhel pidió permiso y bajó al camarote en un momento para recoger su equipaje. Al cabo de unos minutos volvía a estar arriba, e hizo un gesto a la joven, indicándole que esperara.
-Ya bajo yo primero...
No había ni rastro de amenazas en la pequeña cala, pero se sentía con el deber de ir en vanguardia.
-En efecto, aquella playa parece un magnífico lugar para desembarcar -dijo de repente, girándose hacia el sitio-. Un lugar resguardado donde podremos dejar el navío sin miedo a que sea descubierto, ni a que reciba daños debido a un hipotético temporal. El tiempo no parece señalarlo -aclaró-, pero nunca se puede saber a ciencia cierta.
Reflexionó un momento sobre lo que había dicho Arale respecto a las bestias que habitaban en la jungla de Kuzueth, y se llevó la mano al mentón un momento. No era la primera vez que pisaba aquellas tierras. Ignoró el comentario de Breigal, pero le dirigió una mirada fulminante y severa. No todavía. No en el barco.
-Yo aún diría más, milady -empezó muy tenso, y mirándola solo a ella-. No es que no sean siempre amigables, sino que son pacíficos en muy contadas ocasiones. Tendremos que ir ojo avizor. ¿Habéis estado allí alguna vez, milady? -preguntó. Si no era así, tenía la obligación moral de liderar la marcha a través de la selva. Aunque de hecho, por mucho que la muchacha hubiera estado, la seguiría teniendo.
Cuando por fin atracaron, Breigal habló de desayunar, pero Arzhel hizo una seca inclinación de cabeza, rehusando. Ya comerían algo al llegar a Daosh. No tenía hambre, y comer mucho nunca era aconsejable antes de entrar en peligro. Y por su espada que entrar en la jungla de Kuzueth lo suponía.
Cuando Breigal desapareció por la puerta del camarote, hacia la bodega, Arzhel se relajó de nuevo y exhaló fuertemente por la nariz.
-A fe mía, que... -dijo a Arale, sin mirarla y dejando inacabada la frase, para luego cambiar de asunto-. Por vida de, qué ganas tengo de llegar a Daosh y reencontrarme con el caballero. Hay cosas que los miembros de otras razas nunca podrán entender... Si no hubiera tenido consecuencias para otros además de yo, hubiera desenvainado aquí mismo... Lo tomaré como una cuestión cultural y lo obviaré, pero aún así...
Terminó con una nueva exhalación, irritado. No era una bravata, pero batirse con Breigal en el barco hubiera supuesto la muerte segura de los tres. Además de que era le había salvado de, probablemente, el encarcelamiento en las mazmorras de la dama, y con ello le había parecido un tipo honrado. Pero la confianza y el respeto se perdían con cosas como aquella.
Una vez volvió Breigal, Arzhel se limió a mirarlo de una manera algo seca, pero no dijo nada. Hubiera sido inútil, y además era obvio que Arale y él no se llevaban bien. Pero tenían que atravesar la selva hasta Daosh, y abrir un nuevo conflicto no serviría de nada.
Breigal finalmene Breigal hizo aparecer una escalinata que les permitiría bajar a tierra, Arzhel pidió permiso y bajó al camarote en un momento para recoger su equipaje. Al cabo de unos minutos volvía a estar arriba, e hizo un gesto a la joven, indicándole que esperara.
-Ya bajo yo primero...
No había ni rastro de amenazas en la pequeña cala, pero se sentía con el deber de ir en vanguardia.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Segundo Puerto
- No creas Breigal, algunas son en extremo fieras - respondió con la mirada fija en el punto en que limita la playa y el bosque, a la espera que algo saliera de este, sin caer en cuenta que debía darse por aludida por el comentario.
- Si señor, he estado ahí, las veces suficientes para saber que no solo son los animales los que pueden traer peligros, también los caníbales - al terminar la frase lo miró una mueca exagerada de preocupación - Aunque no las suficientes para no conocer más que dos o tres de sus peligros - Comida, palabras mágicas, no lo rechazaría, no podía, en verdad sentía hambre.
Eso sí, le sorprendió un poco lo que le dijo.
- Señor Arzhel, no le ponga atención - trató de tranquilizarlo - a veces para los juegos de niños se necesitan dos y tengo que reconocer que no le he mostrado mi faceta mas madura - sonrió alegremente, casi con burla - es que la tengo - aguantando la risa, antes de retomar la seriedad.
- Son mis raíces lo que me hacer agresiva con él, pero algo en mi dice que es una muy buena persona, solo necesita alejarse del influjo de su demonio. - Al volver Breigal ya había terminado de hablar y su muestra de hospitalidad le hizo sonreír, con hambre y con camaradería hacia Arzhel
- Ves? te lo dije, no creo que sea mera hospitalidad, paciencia mi señor, paciencia... YO SI QUIERO!!! - exclamó a los cuatro vientos. Tampoco comió mucho, solo lo suficiente para que su estomago no fuera el punto delator en caso de necesitar sigilo. Comió muy rápido y una vez la escalinata estuvo lista, hizo una última cosa.
Sacó un cuchillo, dándole paso al caballero, y lo arrjó con fuerza contra el maderamen del barco.
- Por si acaso - le dijo a Breigal, con la mas encantadora de sus sonrisas, hasta sus ojos brillaron sonrientes.
La playa en la que desembarcaron, no era nada comparada con las de Shamataw, pero su arena era fina, el bamboleo de las olas era relajante y los guijarros iniciaban justo donde se marcaba la marea alta. Piedras aquí, piedras allá, palmeras, escasas, arboles a medida que se perdía la arena para convertirse en tierra. Cangrejos pequeños huyendo de los invasores, refugiándose en infinidad de agujeros practicados un poco mas dentro de la playa.
Las olas arrojaban su bruma sobre la arena y en cuanto tuvieron contacto con la escalera, contra esta, y cuando tuvieron algo más llamativo que humedecer, los pies de los viajeros.
Con un saltito desde el último escalón, que chapoteó agua a lado y lado, Dulfary tocó tierra.
- Yo también tengo un amigo caballero en este lugar, es la única razón por la que dejó como punto de anclaje al paladín, mi arma. Necesito, creo, su concejo -
- Si señor, he estado ahí, las veces suficientes para saber que no solo son los animales los que pueden traer peligros, también los caníbales - al terminar la frase lo miró una mueca exagerada de preocupación - Aunque no las suficientes para no conocer más que dos o tres de sus peligros - Comida, palabras mágicas, no lo rechazaría, no podía, en verdad sentía hambre.
Eso sí, le sorprendió un poco lo que le dijo.
- Señor Arzhel, no le ponga atención - trató de tranquilizarlo - a veces para los juegos de niños se necesitan dos y tengo que reconocer que no le he mostrado mi faceta mas madura - sonrió alegremente, casi con burla - es que la tengo - aguantando la risa, antes de retomar la seriedad.
- Son mis raíces lo que me hacer agresiva con él, pero algo en mi dice que es una muy buena persona, solo necesita alejarse del influjo de su demonio. - Al volver Breigal ya había terminado de hablar y su muestra de hospitalidad le hizo sonreír, con hambre y con camaradería hacia Arzhel
- Ves? te lo dije, no creo que sea mera hospitalidad, paciencia mi señor, paciencia... YO SI QUIERO!!! - exclamó a los cuatro vientos. Tampoco comió mucho, solo lo suficiente para que su estomago no fuera el punto delator en caso de necesitar sigilo. Comió muy rápido y una vez la escalinata estuvo lista, hizo una última cosa.
Sacó un cuchillo, dándole paso al caballero, y lo arrjó con fuerza contra el maderamen del barco.
- Por si acaso - le dijo a Breigal, con la mas encantadora de sus sonrisas, hasta sus ojos brillaron sonrientes.
La playa en la que desembarcaron, no era nada comparada con las de Shamataw, pero su arena era fina, el bamboleo de las olas era relajante y los guijarros iniciaban justo donde se marcaba la marea alta. Piedras aquí, piedras allá, palmeras, escasas, arboles a medida que se perdía la arena para convertirse en tierra. Cangrejos pequeños huyendo de los invasores, refugiándose en infinidad de agujeros practicados un poco mas dentro de la playa.
Las olas arrojaban su bruma sobre la arena y en cuanto tuvieron contacto con la escalera, contra esta, y cuando tuvieron algo más llamativo que humedecer, los pies de los viajeros.
Con un saltito desde el último escalón, que chapoteó agua a lado y lado, Dulfary tocó tierra.
- Yo también tengo un amigo caballero en este lugar, es la única razón por la que dejó como punto de anclaje al paladín, mi arma. Necesito, creo, su concejo -
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Segundo Puerto
A pesar de lo que le había dicho a Arale, imaginaba que las criaturas que habitaban esos bosques bien podrían ser escalofriantes, y la frase acotada por Arzhel me hizo estar seguro de ello. En Werth sólo existía una criatura capaz de infundir temor en los aventureros, y yo sólo las había enfrentado una vez, junto a Talin. Tenía la esperanza de que las criaturas de Kuzueth fuesen más débiles, pero en caso de no serlo, éramos 3.
Cuando subí a cubierta, mientras terminaba mi desayuno (lo cual no demoró mucho) el búho ululó mirando fijamente a Arzhel. La mirada que éste último me dirigió, y el ulular del búho, me sirvieron de cierta advertencia. Algo había hecho o dicho... No tenía manera de saber qué, pero decidí que debía estar vigilado.
Antes de bajar, Arzhel descendió al camarote para tomar sus cosas y luego fue el primero en recorrer la escalera, rumbo a la playa. Seguidamente, Arale, quien clavó un cuchillo en el barco "por si acaso".
-Sí, claro -le dije de manera seca. Saltó del último escalón esparciendo agua al pisarla con sus pies. Pisé el escalón superior de la escalera y comencé a descender de a tres escalones por vez-. Motvu.
El barco se desvaneció rápidamente, aunque no con una velocidad exagerada. Fue ganando transparencia progresivamente hasta que, al cabo de 10 segundos, ya no se lo podía ver. Ya no estaba allí, sino a miles de kilómetros de distancia. Una vez pisé la playa, pateé la escalera para disolverla. Luego dirigí la vista a mis compañeros.
-De acuerdo... ustedes serán los guías. ¿Por dónde?
El búho aguardaba en mi hombro, y seguía con su mirada fija en Arzhel, además de que ululaba amenazador de vez en cuando. Lo que faltaba, que Arzhel también quisiera estropear mi labor...
Cuando subí a cubierta, mientras terminaba mi desayuno (lo cual no demoró mucho) el búho ululó mirando fijamente a Arzhel. La mirada que éste último me dirigió, y el ulular del búho, me sirvieron de cierta advertencia. Algo había hecho o dicho... No tenía manera de saber qué, pero decidí que debía estar vigilado.
Antes de bajar, Arzhel descendió al camarote para tomar sus cosas y luego fue el primero en recorrer la escalera, rumbo a la playa. Seguidamente, Arale, quien clavó un cuchillo en el barco "por si acaso".
-Sí, claro -le dije de manera seca. Saltó del último escalón esparciendo agua al pisarla con sus pies. Pisé el escalón superior de la escalera y comencé a descender de a tres escalones por vez-. Motvu.
El barco se desvaneció rápidamente, aunque no con una velocidad exagerada. Fue ganando transparencia progresivamente hasta que, al cabo de 10 segundos, ya no se lo podía ver. Ya no estaba allí, sino a miles de kilómetros de distancia. Una vez pisé la playa, pateé la escalera para disolverla. Luego dirigí la vista a mis compañeros.
-De acuerdo... ustedes serán los guías. ¿Por dónde?
El búho aguardaba en mi hombro, y seguía con su mirada fija en Arzhel, además de que ululaba amenazador de vez en cuando. Lo que faltaba, que Arzhel también quisiera estropear mi labor...
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Segundo Puerto
El búho ululó, y cuando Arzhel se volvió hacia el animal éste lo estaba mirando fijamente. Arzhel le devolvió la mirada también, helada. Era una criatura mágica, y posiblemente le haría saber a Breigal lo que había dicho de él. Que se lo diga, pensó. No soy yo el que ha obrado de manera deshonrosa. Luego se volvió a Arale, y le respondió.
-Puede ser, milady. Pero unas palabras groseras como ésas no tienen justificación. Por otro lado, no negaré que sea buena persona y no sea carente de honor... Pero hay palabras y palabras. Y no creo que sea bajo el influjo del demonio que lo guarda que haya dicho esto.
Arzhel sintió el agua fría a través de las botas, y se dirigió a la orilla mientras se arrebujaba bien en la capa para evitar mojarse.
-¿También un amigo caballero en Kuzueth? -preguntó levantando una ceja-. Daosh es un villorio; ¿No estaremos hablando por casualidad del mismo? -la prudencia le aconsejaba ser sutil al respecto, así que pensó más bien en describirlo que en decir su nombre-. ¿Alto, vigoroso, ojos azul grisáceo, cabello corto y barba bien cuidada? ¿Aspecto curtido y veterano?
Una vez en la playa, Arzhel examinó lentamente la maleza que la rodeaba, y que tendrían que atravesar. Para llegar a Daosh tenían que seguir la costa en dirección al sur.
-Tenemos que dirigirnos al sur -les anunció, señalando la dirección-. Tenemos que ir con cuidado, no podemos arriesgarnos a perdernos en la jungla...
Empezó a caminar hacia los primeros árboles y arbustos, invitando a los demás a ir con él. No era un experto rastreador, pero sabría orientarse, pensaba.
-Puede ser, milady. Pero unas palabras groseras como ésas no tienen justificación. Por otro lado, no negaré que sea buena persona y no sea carente de honor... Pero hay palabras y palabras. Y no creo que sea bajo el influjo del demonio que lo guarda que haya dicho esto.
Arzhel sintió el agua fría a través de las botas, y se dirigió a la orilla mientras se arrebujaba bien en la capa para evitar mojarse.
-¿También un amigo caballero en Kuzueth? -preguntó levantando una ceja-. Daosh es un villorio; ¿No estaremos hablando por casualidad del mismo? -la prudencia le aconsejaba ser sutil al respecto, así que pensó más bien en describirlo que en decir su nombre-. ¿Alto, vigoroso, ojos azul grisáceo, cabello corto y barba bien cuidada? ¿Aspecto curtido y veterano?
Una vez en la playa, Arzhel examinó lentamente la maleza que la rodeaba, y que tendrían que atravesar. Para llegar a Daosh tenían que seguir la costa en dirección al sur.
-Tenemos que dirigirnos al sur -les anunció, señalando la dirección-. Tenemos que ir con cuidado, no podemos arriesgarnos a perdernos en la jungla...
Empezó a caminar hacia los primeros árboles y arbustos, invitando a los demás a ir con él. No era un experto rastreador, pero sabría orientarse, pensaba.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Segundo Puerto
Las palabras de Arzhel debieron traer a la carita de ángel de Dulfary una sonrisa de reconocimiento, seguida muy probablemente de un esfuerzo por disimular ante el grito de su sentido común al recordarle que Lohengrin no era muy querido en la Orden, excepto por Devan, y que por tanto todo podía tratarse de una trampa, seguido, con total seguridad de la risa de burla de su lado más ingenuo diciendo que eso era ridículo y que Arzhel era de confiar.
Pero las palabras de Arzhel, la descripción del hombre que ambos conocían, no llegaron a la mente de Dul, aun cuando entraron por sus oídos. No hubo sonrisa, no hubo disimulo, no hubo broma. Lo que hubo fue el envío rápido y doloroso de toda su sangre a los pies, se puso pálida, tanto que era simplemente notorio, su boca se abrió un poco, lo suficiente para denotar el grado de asombro y estupefacción en el que quedó al girarse a ver a Breigal y descubrir que el barco desapareció.
- pe… - sus palabras se atoraron en la garganta. Su vista, fija en el espacio vació que dejaba la embarcación, empezó a nublarse debido a lo entrecortado de su respiración. Algo se quebró dentro de ella.
Cuando le dijo que era “por si acaso” se refería a si él regresaba al barco sin ellos y se iba con el paladín, no a que hiciera desaparecer el barco en sus narices cortando de raíz la palabra que ella había dado de permanecer junto al hombre. El nudo en du garganta se hizo más doloroso, no se movía ni un ápice, toda la tormenta de emociones encontradas se desataba en su interior y el viento circundante a ellos amenazó, por un segundo, unirse a esto.
- Com… - su voz se quebró
Le dolía algo más que la garganta, le dolía su frágil corazón de infante, de niña que pese a las extrañas evidencias confía en la buena fe de las personas solo porque ella, pese a sus travesuras y crueldad infantil, también obra de esa de forma. Cada palabra dicha a Arzhel sobre la buena persona que debía ser Bregial en el fondo se le clavó de forma profunda, hiriéndola perversamente. Era eso lo que se le rompía, la confianza.
Cómo había podido hacerle eso? Esa era la pregunta que había intentado hacerle en segundo lugar.
Con razones de fondo o sin ellas, con fundamentos y argumentos y sin ellos, de hecho sin ellos, se sintió burlada, traicionada. Pasó saliva con muchísimo esfuerzo, estaba hiperventilando, cada vez más pálida, sus ojos, la carótida, cada vez más irritada, más roja.
-… eres…. – no pudo seguir, volvió a quebrársele la voz, pero ya no había asombro en su tono, había dolor y algo de enojo, por lo que cerró el puño con fuerza, mientras la otra mano se iba a su bolsa de armas. pero ¿qué iba a hacer? Agredirlo, lastimarlo? No, tenía todas las perder, incluso si lo lograba eso no traería de vuelta el barco y al paladín, todo lo contrario.
Al mirar a Breigal a las ojos, en los suyos las lágrimas por la impotencia y sus emociones turbadas, pugnaban por salir y la única que escapó al son del a pregunta dolida que le hacían sus ojos rojos “por qué? la secó rápidamente y con ira antes de llegar a un centímetro de su ojo.
Se sentía ofendida, tratada como si su opinión valiera tan poco como la arena de esa playa y lo que era peor, cómo si su palabra no tuviera ningún valor para ser tenido en cuenta o respetada para que ella la cumpliera desde sus escasos recursos dada la situación.
La sensación era demasiado fuerte como para medir la consecuencia de sus actos.
-Síganme, sé donde debemos ir – lo dijo casi sollozando
No intentó decir nada más dio dos pasos retrocediendo, sacó un kunai con el que se pinchó un dedo y corrió rumbo al lindero del bosque, corrió rápido con la agilidad propia de su Clan, arrancó un hoja en el momento en que cruzó junto al primer matorral, la tuvo solo un instante en sus manos y la dejó ir con el viento, en ese momento, si no la siguieron, ambos la perdieron de vista en lo tupido de la selva, pero no pasó mucho tiempo antes que volvieran a saber de ella.
El silencio que quedara en el ambiente, fue roto por un grito de su parte
Pero las palabras de Arzhel, la descripción del hombre que ambos conocían, no llegaron a la mente de Dul, aun cuando entraron por sus oídos. No hubo sonrisa, no hubo disimulo, no hubo broma. Lo que hubo fue el envío rápido y doloroso de toda su sangre a los pies, se puso pálida, tanto que era simplemente notorio, su boca se abrió un poco, lo suficiente para denotar el grado de asombro y estupefacción en el que quedó al girarse a ver a Breigal y descubrir que el barco desapareció.
- pe… - sus palabras se atoraron en la garganta. Su vista, fija en el espacio vació que dejaba la embarcación, empezó a nublarse debido a lo entrecortado de su respiración. Algo se quebró dentro de ella.
Cuando le dijo que era “por si acaso” se refería a si él regresaba al barco sin ellos y se iba con el paladín, no a que hiciera desaparecer el barco en sus narices cortando de raíz la palabra que ella había dado de permanecer junto al hombre. El nudo en du garganta se hizo más doloroso, no se movía ni un ápice, toda la tormenta de emociones encontradas se desataba en su interior y el viento circundante a ellos amenazó, por un segundo, unirse a esto.
- Com… - su voz se quebró
Le dolía algo más que la garganta, le dolía su frágil corazón de infante, de niña que pese a las extrañas evidencias confía en la buena fe de las personas solo porque ella, pese a sus travesuras y crueldad infantil, también obra de esa de forma. Cada palabra dicha a Arzhel sobre la buena persona que debía ser Bregial en el fondo se le clavó de forma profunda, hiriéndola perversamente. Era eso lo que se le rompía, la confianza.
Cómo había podido hacerle eso? Esa era la pregunta que había intentado hacerle en segundo lugar.
Con razones de fondo o sin ellas, con fundamentos y argumentos y sin ellos, de hecho sin ellos, se sintió burlada, traicionada. Pasó saliva con muchísimo esfuerzo, estaba hiperventilando, cada vez más pálida, sus ojos, la carótida, cada vez más irritada, más roja.
-… eres…. – no pudo seguir, volvió a quebrársele la voz, pero ya no había asombro en su tono, había dolor y algo de enojo, por lo que cerró el puño con fuerza, mientras la otra mano se iba a su bolsa de armas. pero ¿qué iba a hacer? Agredirlo, lastimarlo? No, tenía todas las perder, incluso si lo lograba eso no traería de vuelta el barco y al paladín, todo lo contrario.
Al mirar a Breigal a las ojos, en los suyos las lágrimas por la impotencia y sus emociones turbadas, pugnaban por salir y la única que escapó al son del a pregunta dolida que le hacían sus ojos rojos “por qué? la secó rápidamente y con ira antes de llegar a un centímetro de su ojo.
Se sentía ofendida, tratada como si su opinión valiera tan poco como la arena de esa playa y lo que era peor, cómo si su palabra no tuviera ningún valor para ser tenido en cuenta o respetada para que ella la cumpliera desde sus escasos recursos dada la situación.
La sensación era demasiado fuerte como para medir la consecuencia de sus actos.
-Síganme, sé donde debemos ir – lo dijo casi sollozando
No intentó decir nada más dio dos pasos retrocediendo, sacó un kunai con el que se pinchó un dedo y corrió rumbo al lindero del bosque, corrió rápido con la agilidad propia de su Clan, arrancó un hoja en el momento en que cruzó junto al primer matorral, la tuvo solo un instante en sus manos y la dejó ir con el viento, en ese momento, si no la siguieron, ambos la perdieron de vista en lo tupido de la selva, pero no pasó mucho tiempo antes que volvieran a saber de ella.
El silencio que quedara en el ambiente, fue roto por un grito de su parte
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Segundo Puerto
El grito de Dulfary resonó en todo el bosque. A un lado del camino, algo lejos de sus bordes, yacía algo parecido a un cuerpo muerto, junto a algo brillante y metálico, quizá una coraza. Pero no era eso lo que había sobresaltado a la valiente kazekage. Revoloteando sobre el cadáver, como buscando algo dentro de él, había dos extrañas criaturas de aspecto horripilante, que se giraron al escuchar el grito.
Parecían dos enormes insectos, similares a avispas, pero del tamaño de un potro grande. Tenían un cuerpo bulboso e hinchado, de color amarillento, y dos alas negras que producían un irritante zumbido. Pero lo peor eran sus dos patas terminadas en garras con tres dedos, y su aguijón articulado con un garfio en la punta, ademas de dos mandíbulas babeantes de las que rezumaba un liquido pegajoso. El hedor a podredumbre de la zona era casi insoportable.
Las criaturas contemplaron a Dulfary desde sus cuatro pares de ojos, dudando un poco en un primer momento, pero al fin, al mismo tiempo, se precipitaron zumbando hacia ella. Sin duda la carne viva habría de resultarles más sabrosa. Flanquearon a su presa, y trataron de atacar con sus aguijones, fallando por muy poco. Las criaturas trataban de mantenerse alejadas de Dulfary, pero tratando de alcanzarla de cuando en cuando, retirandose enseguida.
Nota: Voy a tratar de probar el sistema de combate, sus señorías cuentan con una o dos acciones por turno, me las dejan indicadas dentro de su respuesta, y el Narrador les dirá el resultado cuando le toque el turno. Entiendan acción como acción compleja, esto es, atacar, usar la magia, etc... las acciones mas sencillas, correr, desenfundar, hacer planes con los compañeros, etc, son gratuitas...
Durante un combate, imaginen que su Respuesta abarca un tiempo de entre diez y quince segundos... Tiempo se sobra para hacer muchas cosas !
Ejemplo: Arzhel intentó hablar con las criaturas y razonar con ellas, tratando de convencerlas de que los dejaran pasar, ante la mirada atónita de sus compañeros.
Estado del combate:
1 - Breigal llega corriendo a la escena gracias a su mayor velocidad, crea una espada de la nada (accion 1), y la arroja contra la bestia (acción 2), el arma impacta en el abdomen del bicho y se queda clavada... Breigal corre junto a Dulfary y se presta a defenderla (gratis). El bicho herido ataca con su aguijon a Breigal (accion del bicho), pero Breigal da un paso atrás (acción de defensa automatica), y el ataque de la criatura se pierde en el aire... Turno de Arzhel...
2 - Arzhel llama la atención del segundo insecto, que vuela hacia él... arroja su capa con la intención de cegarlo, pero no lo logra, y ésta cae al suelo... El caballero estira el brazo sin más, y la hoja de la ropera penetra en el cuerpo de la bestia hasta casi la empuñadura... (Un 19 en la tirada, oigan...) La avispa (en realidad es un Comearañas) trata de aguijonear a Arzhel, pero este retrocede con un salto, sacando su hoja del cuerpo del monstruo, que aletea confundido y furioso, goteando una sangre verdosa y espesa...
3 - Dulfary crea un gran remolino de aire que derriba a la Comearañas que atacaba a Arzhel, y la primera parece bastante desequilibrada y a merced del segundo ataque de Dulfary... Ella ataca con su kunai, con la intencion de cortar el aguijón, pero la comearañas lo recoge en el ultimo momento... el ataque de Dulfary sale muy desviado, y por desgracia, causa un profundo arañazo en el brazo de Breigal (Al sacar un UNO en su tirada, esta se considera un gran fracaso... Breigal, su corte es profundo, pero puede combatir...) La avispa se recupera y ataca a Dulfary... Pero el viento acude en ayuda de ésta, y la bestia falla... (Turno de Breigal, pq el Narrador no va a intervenir... )
4 - Breigal se rie del arañazo producido por el kunai de Dulfary, y ataca la criatura. Su primer tajo secciona una de las patas de la bestia, que cae al suelo. El segundo ataque, hacia la espada, no alcanza su objetivo, pero sí le hace un corte al Comearañas... Ésta trata de alejarse y en su camino se encuentra con Dulfary, a quien lanza un aguijonazo que se clava en su brazo, si bien sus ropas le ofrecen algo de proteccion. La criatua parece tener ganas de huír.
5 - Arzhel ataca dos veces a la criatura, tratando de meterle en el cuerpo la hoja de la ropera. La Comearañas logra esquivarla, pero no puede evitar un tajo horizontal en plena cara, merced a un oportuno ataque con la daga de guardamano... La criatura chilla y se abalanza sobre Arzhel, lanzando un aguijonazo a su brazo, rasgando la manga de su camisa, pero sin llegar a tocar la piel... La criatura, dolorida por el impacto de la vizcaína, cae al suelo indefensa... (Cualquier ataque sobre ella será un exito automatico, y el combate terminará con victoria de ucedes...)
Parecían dos enormes insectos, similares a avispas, pero del tamaño de un potro grande. Tenían un cuerpo bulboso e hinchado, de color amarillento, y dos alas negras que producían un irritante zumbido. Pero lo peor eran sus dos patas terminadas en garras con tres dedos, y su aguijón articulado con un garfio en la punta, ademas de dos mandíbulas babeantes de las que rezumaba un liquido pegajoso. El hedor a podredumbre de la zona era casi insoportable.
Las criaturas contemplaron a Dulfary desde sus cuatro pares de ojos, dudando un poco en un primer momento, pero al fin, al mismo tiempo, se precipitaron zumbando hacia ella. Sin duda la carne viva habría de resultarles más sabrosa. Flanquearon a su presa, y trataron de atacar con sus aguijones, fallando por muy poco. Las criaturas trataban de mantenerse alejadas de Dulfary, pero tratando de alcanzarla de cuando en cuando, retirandose enseguida.
Nota: Voy a tratar de probar el sistema de combate, sus señorías cuentan con una o dos acciones por turno, me las dejan indicadas dentro de su respuesta, y el Narrador les dirá el resultado cuando le toque el turno. Entiendan acción como acción compleja, esto es, atacar, usar la magia, etc... las acciones mas sencillas, correr, desenfundar, hacer planes con los compañeros, etc, son gratuitas...
Durante un combate, imaginen que su Respuesta abarca un tiempo de entre diez y quince segundos... Tiempo se sobra para hacer muchas cosas !
Ejemplo: Arzhel intentó hablar con las criaturas y razonar con ellas, tratando de convencerlas de que los dejaran pasar, ante la mirada atónita de sus compañeros.
Estado del combate:
1 - Breigal llega corriendo a la escena gracias a su mayor velocidad, crea una espada de la nada (accion 1), y la arroja contra la bestia (acción 2), el arma impacta en el abdomen del bicho y se queda clavada... Breigal corre junto a Dulfary y se presta a defenderla (gratis). El bicho herido ataca con su aguijon a Breigal (accion del bicho), pero Breigal da un paso atrás (acción de defensa automatica), y el ataque de la criatura se pierde en el aire... Turno de Arzhel...
2 - Arzhel llama la atención del segundo insecto, que vuela hacia él... arroja su capa con la intención de cegarlo, pero no lo logra, y ésta cae al suelo... El caballero estira el brazo sin más, y la hoja de la ropera penetra en el cuerpo de la bestia hasta casi la empuñadura... (Un 19 en la tirada, oigan...) La avispa (en realidad es un Comearañas) trata de aguijonear a Arzhel, pero este retrocede con un salto, sacando su hoja del cuerpo del monstruo, que aletea confundido y furioso, goteando una sangre verdosa y espesa...
3 - Dulfary crea un gran remolino de aire que derriba a la Comearañas que atacaba a Arzhel, y la primera parece bastante desequilibrada y a merced del segundo ataque de Dulfary... Ella ataca con su kunai, con la intencion de cortar el aguijón, pero la comearañas lo recoge en el ultimo momento... el ataque de Dulfary sale muy desviado, y por desgracia, causa un profundo arañazo en el brazo de Breigal (Al sacar un UNO en su tirada, esta se considera un gran fracaso... Breigal, su corte es profundo, pero puede combatir...) La avispa se recupera y ataca a Dulfary... Pero el viento acude en ayuda de ésta, y la bestia falla... (Turno de Breigal, pq el Narrador no va a intervenir... )
4 - Breigal se rie del arañazo producido por el kunai de Dulfary, y ataca la criatura. Su primer tajo secciona una de las patas de la bestia, que cae al suelo. El segundo ataque, hacia la espada, no alcanza su objetivo, pero sí le hace un corte al Comearañas... Ésta trata de alejarse y en su camino se encuentra con Dulfary, a quien lanza un aguijonazo que se clava en su brazo, si bien sus ropas le ofrecen algo de proteccion. La criatua parece tener ganas de huír.
5 - Arzhel ataca dos veces a la criatura, tratando de meterle en el cuerpo la hoja de la ropera. La Comearañas logra esquivarla, pero no puede evitar un tajo horizontal en plena cara, merced a un oportuno ataque con la daga de guardamano... La criatura chilla y se abalanza sobre Arzhel, lanzando un aguijonazo a su brazo, rasgando la manga de su camisa, pero sin llegar a tocar la piel... La criatura, dolorida por el impacto de la vizcaína, cae al suelo indefensa... (Cualquier ataque sobre ella será un exito automatico, y el combate terminará con victoria de ucedes...)
Última edición por Lohengrin el 17/09/11, 11:35 am, editado 8 veces
Lohengrin- Cantidad de envíos : 1179
Re: Segundo Puerto
Al descender del barco, mientras bajaba las escaleras, escuché la voz de Arale decir algo. Algo que no terminaba de entender. Y creo que probablemente no lo hubiese hecho, de no ser porque decidí levantar la vista para mirarla, y notar la enorme palidez que tenía su rostro, y el asombro en sus ojos, mientras miraba a un lado de mí, a ese lugar donde poco antes solía estar el barco.
-Imagino que no habrás esperado que lo deje aquí para que alguien me lo robe o se llene de criaturas, ¿cierto?
Arale no parecía comprender, pero no era sorpresa por la desaparición de semejante nave lo que notaba en sus ojos y su voz. Era dolor. Ese dolor se hacía tan palpable como lo era el dolor de un reoraf, que se percibía simplemente por la ausencia de su demonio guardián. La joven intentaba decirme algo, quizás buscando una explicación, pero no le salían las palabras. No pude sino quedarme mirándola, intentando explicarle con la mirada que no había nada de qué preocuparse, pero no parecía tener resultado.
En un momento, como si hubiese sido iluminado de repente, creí saber qué era lo que tanto le dolía a la joven. Una lágrima se asomó por su rostro, pero fue quitada rápidamente. Estaba furiosa, podía notarlo, podía respirarse en el aire. La manera en que pronunció su siguiente frase, evidenció que estaba completamente dolida. Se internó entre los árboles y me vi en la necesidad de seguirla. Era muy rápida, y casi la perdí de vista.
-Arale, si estás mal por tu hermano no te... -No pude terminar la frase. El grito que oí me hizo desenvainar mi espada y correr hacia esa dirección. Para cuando llegué, dos monstruos alados absurdamente enormes atacaban a la joven paladín, quien logró esquivarlos, pero aún así parecía algo demasiado complicado como para que ella sola se hiciera cargo de la situación.
¿Cómo haría para ayudarla? Sólo se me ocurría una idea. Sería incómodo, pero era lo más sensato que podía hacer en ese momento. Levanté mi brazo derecho, el cual cargaba mi espada, y de mi mano salió un destello de luz, provocando que una segunda espada saliera despedida hacia arriba, mientras la original permanecía en mi mano. Rápidamente, puse la espada verdadera en mi boca y sujeté la copia, lanzándola inmediatamente contra una de las criaturas que amenazaban a Arale. Corría hacia ella mientras atacaba a esas criaturas. No supe el motivo, y estaba seguro de que no fue mi imaginación. Llegué a ella más rápido de lo que hubiese soñado... Yo no era tan veloz hasta donde recordaba... Me detuve detrás de Arale, dándole la espalda, con mi espada en la mano derecha.
-Tu compañero estará bien, Arale... Preocúpate por nosotros tres en este momento...
FDI= Llegó rápido gracias al chaleco y el sombrero, sólo que él no sabe que tienen esa habilidad.
-Imagino que no habrás esperado que lo deje aquí para que alguien me lo robe o se llene de criaturas, ¿cierto?
Arale no parecía comprender, pero no era sorpresa por la desaparición de semejante nave lo que notaba en sus ojos y su voz. Era dolor. Ese dolor se hacía tan palpable como lo era el dolor de un reoraf, que se percibía simplemente por la ausencia de su demonio guardián. La joven intentaba decirme algo, quizás buscando una explicación, pero no le salían las palabras. No pude sino quedarme mirándola, intentando explicarle con la mirada que no había nada de qué preocuparse, pero no parecía tener resultado.
En un momento, como si hubiese sido iluminado de repente, creí saber qué era lo que tanto le dolía a la joven. Una lágrima se asomó por su rostro, pero fue quitada rápidamente. Estaba furiosa, podía notarlo, podía respirarse en el aire. La manera en que pronunció su siguiente frase, evidenció que estaba completamente dolida. Se internó entre los árboles y me vi en la necesidad de seguirla. Era muy rápida, y casi la perdí de vista.
-Arale, si estás mal por tu hermano no te... -No pude terminar la frase. El grito que oí me hizo desenvainar mi espada y correr hacia esa dirección. Para cuando llegué, dos monstruos alados absurdamente enormes atacaban a la joven paladín, quien logró esquivarlos, pero aún así parecía algo demasiado complicado como para que ella sola se hiciera cargo de la situación.
¿Cómo haría para ayudarla? Sólo se me ocurría una idea. Sería incómodo, pero era lo más sensato que podía hacer en ese momento. Levanté mi brazo derecho, el cual cargaba mi espada, y de mi mano salió un destello de luz, provocando que una segunda espada saliera despedida hacia arriba, mientras la original permanecía en mi mano. Rápidamente, puse la espada verdadera en mi boca y sujeté la copia, lanzándola inmediatamente contra una de las criaturas que amenazaban a Arale. Corría hacia ella mientras atacaba a esas criaturas. No supe el motivo, y estaba seguro de que no fue mi imaginación. Llegué a ella más rápido de lo que hubiese soñado... Yo no era tan veloz hasta donde recordaba... Me detuve detrás de Arale, dándole la espalda, con mi espada en la mano derecha.
-Tu compañero estará bien, Arale... Preocúpate por nosotros tres en este momento...
FDI= Llegó rápido gracias al chaleco y el sombrero, sólo que él no sabe que tienen esa habilidad.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Segundo Puerto
Se giró a Arale, esperando respuesta, y observó que ésta quiso decir algo, pero no pudo. Siguiendo la línea de su mirada vio que contemplaba fijamente el punto donde, hasta hacía escasos momentos, estaba el barco. Lo que ocurrió a continuación fue muy extraño, y muy rápido: Se puso pálida y antes de que el caballero pudiera intentar preguntarle qué le ocurría, la chica masculló unas palabras entrecortadas a Breiga, sin hacer caso de las excusas del pelirrojo. Acto seguido sollozó, les dijo que la siguieran y huyó hacia la jungla.
Arzhel sólo dirigió una mirada de silencioso reproche a Breigal justo un instante antes de que éste empezara a correr también, persiguiendo a la muchacha. Arzhel, prudente, desenvainó la ropera y empezó a correr a su vez detrás de ambos, hasta llegar a un recodo del sendero abierto entre los árboles, donde pudo observar la espada de Breigal atravesando una extraña criatura, como una avispa monstruosa y descomunal, mientras el pelirrojo se interponía entre el otro insecto (si tan horrenda criatura podía ser catalogada como tal) y la muchacha.
Acto seguido, vio como Breigal era forzado a retroceder para esquivar el aguijonazo de la bestia herida, mientras la otra también acudía hacia la muchacha y el pelirrojo, con intenciones para nada mejores que las de su congénere.
-¡A mí! ¡A mí! -gritó con el fin de atraer a la bestia, que se giró hacia él y acudió a su llamada. Se quitó rápidamente la capa mientras afirmaba los pies a tierra, y se la arrojó al bicho procurando confundirlo y entorpecer su percepción para acto seguido retroceder ligeramente, flexionar las rodillas y extender el brazo lanzando una estocada dirigida directamente hacia la cabeza de la bestia.
FDI. Vaya: 1ª acción: lanzo la capa hacia la cabeza de la bestia; 2ª: le lanzo una estocada al mismo sitio.
Arzhel sólo dirigió una mirada de silencioso reproche a Breigal justo un instante antes de que éste empezara a correr también, persiguiendo a la muchacha. Arzhel, prudente, desenvainó la ropera y empezó a correr a su vez detrás de ambos, hasta llegar a un recodo del sendero abierto entre los árboles, donde pudo observar la espada de Breigal atravesando una extraña criatura, como una avispa monstruosa y descomunal, mientras el pelirrojo se interponía entre el otro insecto (si tan horrenda criatura podía ser catalogada como tal) y la muchacha.
Acto seguido, vio como Breigal era forzado a retroceder para esquivar el aguijonazo de la bestia herida, mientras la otra también acudía hacia la muchacha y el pelirrojo, con intenciones para nada mejores que las de su congénere.
-¡A mí! ¡A mí! -gritó con el fin de atraer a la bestia, que se giró hacia él y acudió a su llamada. Se quitó rápidamente la capa mientras afirmaba los pies a tierra, y se la arrojó al bicho procurando confundirlo y entorpecer su percepción para acto seguido retroceder ligeramente, flexionar las rodillas y extender el brazo lanzando una estocada dirigida directamente hacia la cabeza de la bestia.
FDI. Vaya: 1ª acción: lanzo la capa hacia la cabeza de la bestia; 2ª: le lanzo una estocada al mismo sitio.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Segundo Puerto
Pese a su alterado estado de animo, el zumbido de los animales no le pasó desapercibido, no al menos cuando ya estuvo cerca de ellos. Sintió nauseas, lo que le faltaba al día, se alimentaban de un cuerpo que en su momento tuvo armadura, eran horripilantes y el sentido de auto conservación de su mente lo que le hizo fue protestarle por haber aceptado un desayuno instantes atrás, para defenderla.
Aun así, la imagen fue demasiado aterradora, sobre todo cuando la atención se centró en ella, el siguiente plato en el menú. De haberse venido de frente habría podido eludirlas mas fácil, pero las criaturas parecían algo de inteligencia y la flanquearon, su agilidad jugó a favor y la suerte le sonrió como nunca antes, gritó al sentirse demasiado cerca de ser herida pero se movió en forma simultanea: se agachó y luego saltó hacia atrás evitando ambos aguijones, pero escuchó perfectamente cuando la parte más baja del tabardo se rasgó al contacto rápido y letal del segundo ataque.
Al caer, lo hizo en guardia, por fortuna pues ahí venía de nuevo al ataque, sus armas no servirían contra ellas, pero antes de siquiera darse cuenta de esto, la espada de Breigal atravesaba a una de las comearañas, lo que le dio tiempo a mover los brazos para hacer lo única que podría intentar con bichos voladores.
Sabía que el viento haría su voluntad, pero para asegurarse de estar hablar de lo mismo, hizo dos rápidas katas, pasando un brazo bajo el otro en dirección a una avispa y luego a la otra.
El viento sopló con fuerza, con fuerza antinatural afectando su vuelo y por ende entorpeciendo la maniobra de Arzhel que también venía en ayuda del dúo, afectando la efectividad de su intención de cegar al bicho, dos marañas de corrientes de aire trataban de enviar ambos seres a la tierra, quitándoles su ventaja aérea, valiéndose de su kunai no solo para defenderse del aguijón sino también para cortar esa extremidad en el primer punto blando que su filo encontrara.
fdi:
Acción 1: usar el viento como elemento de defensa enviándolas al suelo,
Acción dos: en caso de fallar ataque, repito la acción 1, sino, hacer ataque defensivo del aguijón... ¿defensa atacante? con el kuani
Aun así, la imagen fue demasiado aterradora, sobre todo cuando la atención se centró en ella, el siguiente plato en el menú. De haberse venido de frente habría podido eludirlas mas fácil, pero las criaturas parecían algo de inteligencia y la flanquearon, su agilidad jugó a favor y la suerte le sonrió como nunca antes, gritó al sentirse demasiado cerca de ser herida pero se movió en forma simultanea: se agachó y luego saltó hacia atrás evitando ambos aguijones, pero escuchó perfectamente cuando la parte más baja del tabardo se rasgó al contacto rápido y letal del segundo ataque.
Al caer, lo hizo en guardia, por fortuna pues ahí venía de nuevo al ataque, sus armas no servirían contra ellas, pero antes de siquiera darse cuenta de esto, la espada de Breigal atravesaba a una de las comearañas, lo que le dio tiempo a mover los brazos para hacer lo única que podría intentar con bichos voladores.
Sabía que el viento haría su voluntad, pero para asegurarse de estar hablar de lo mismo, hizo dos rápidas katas, pasando un brazo bajo el otro en dirección a una avispa y luego a la otra.
El viento sopló con fuerza, con fuerza antinatural afectando su vuelo y por ende entorpeciendo la maniobra de Arzhel que también venía en ayuda del dúo, afectando la efectividad de su intención de cegar al bicho, dos marañas de corrientes de aire trataban de enviar ambos seres a la tierra, quitándoles su ventaja aérea, valiéndose de su kunai no solo para defenderse del aguijón sino también para cortar esa extremidad en el primer punto blando que su filo encontrara.
fdi:
Acción 1: usar el viento como elemento de defensa enviándolas al suelo,
Acción dos: en caso de fallar ataque, repito la acción 1, sino, hacer ataque defensivo del aguijón... ¿defensa atacante? con el kuani
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Segundo Puerto
Todo parecía marchar bien. La espada se había clavado en el abdomen de la bestia y logré eludir su ataque. Arzhel parecía ser más que suficiente para derrotar a la otra criatura, y para colmo Arale lo ayudó derribándola con una corriente de aire. Luego lanzó un kunai al enemigo ubicado frente a mí, pero éste lo desvió causando que cortase de manera profunda mi brazo izquierdo. Solté una breve risa que denotaba diversión.
-Apunta mejor la próxima vez, Arale. O no intentes destrozarme. -Esa era una posibilidad que debía considerar al menos ínfimamente: que Arale hubiese planificado ese desvío.
Tenía a la criatura frente a mí, podía abalanzarme sobre ella y clavarle la espada. Si me acercaba, retrocedería, o quizás se elevaría. No importaba, no estaba solo en ese combate, y el hecho de tener al paladín como garantía me daba la seguridad de que no me dejarían morir. Corrí hacia el monstruo llevando mi espada hacia adelante para darle una estocada, y al tenerlo a corta distancia decidí golpear la espada que estaba clavada en su abdomen. Si lograba golpearla, la espada se partiría y su hoja podría quedar en el interior de la criatura, y con el movimiento posiblemente la dañaría por dentro.
No quería recurrir a la tierra, esos movimientos me dejarían inútil si no los usaba sabiamente.
FDI= ·Acción 1: Estocada a la Comearañas.
·Acción 2: Golpe a la espada clavada para romperla.
-Apunta mejor la próxima vez, Arale. O no intentes destrozarme. -Esa era una posibilidad que debía considerar al menos ínfimamente: que Arale hubiese planificado ese desvío.
Tenía a la criatura frente a mí, podía abalanzarme sobre ella y clavarle la espada. Si me acercaba, retrocedería, o quizás se elevaría. No importaba, no estaba solo en ese combate, y el hecho de tener al paladín como garantía me daba la seguridad de que no me dejarían morir. Corrí hacia el monstruo llevando mi espada hacia adelante para darle una estocada, y al tenerlo a corta distancia decidí golpear la espada que estaba clavada en su abdomen. Si lograba golpearla, la espada se partiría y su hoja podría quedar en el interior de la criatura, y con el movimiento posiblemente la dañaría por dentro.
No quería recurrir a la tierra, esos movimientos me dejarían inútil si no los usaba sabiamente.
FDI= ·Acción 1: Estocada a la Comearañas.
·Acción 2: Golpe a la espada clavada para romperla.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Segundo Puerto
Arzhel exclamó un improperio bastante desagradable cuando vio su capa salir volando por culpa del viento que parecía haber acudido con una fuerza sobrenatural, junto a su sombrero.
-¡Por las puercas enaguas de la Da...! -blasfemó, olvidándose de la paladín
Sin embargo, cuando se desembarazó del bicho que había atravesado con su espada hasta las guardas esquivando el desesperado ataque de la bestia, el viento jugó a su favor, derribándola y mandándola al suelo.
Una carcajada de Breigal lo hizo volverse, desentendiéndose de la bestia caída y sin comprender del todo, oyó las palabras de Breigal y lo vio con una herida en el brazo. Hizo una mueca: con ese viento, era bastante fácil que los cuchillos arrojadizos de la muchacha pudieran desviarse, pensó. A continuación se giró a su oponente de nuevo, y al ver que no lo atacaba supuso que estaba fuera de combate y era mejor acudir en ayuda del dúo.
Desenvainó la daga con la zurda y, a tiempo de ver como una de las patas de la avispa monstruosa caía al suelo cercenada por la espada de Breigal y cómo este le provocaba una nueva herida a la criatura. Arzhel tomó impulso y decidió golpear al engrendro poniendo toda la carne en el asador, atacándolo casi simultáneamente con espada y daga.
FDI. Desenvaino la daga (acción gratuita), y gasto las otras dos en un ataque doble a la comearañas que ataca a Breigal y Dulfary.
-¡Por las puercas enaguas de la Da...! -blasfemó, olvidándose de la paladín
Sin embargo, cuando se desembarazó del bicho que había atravesado con su espada hasta las guardas esquivando el desesperado ataque de la bestia, el viento jugó a su favor, derribándola y mandándola al suelo.
Una carcajada de Breigal lo hizo volverse, desentendiéndose de la bestia caída y sin comprender del todo, oyó las palabras de Breigal y lo vio con una herida en el brazo. Hizo una mueca: con ese viento, era bastante fácil que los cuchillos arrojadizos de la muchacha pudieran desviarse, pensó. A continuación se giró a su oponente de nuevo, y al ver que no lo atacaba supuso que estaba fuera de combate y era mejor acudir en ayuda del dúo.
Desenvainó la daga con la zurda y, a tiempo de ver como una de las patas de la avispa monstruosa caía al suelo cercenada por la espada de Breigal y cómo este le provocaba una nueva herida a la criatura. Arzhel tomó impulso y decidió golpear al engrendro poniendo toda la carne en el asador, atacándolo casi simultáneamente con espada y daga.
FDI. Desenvaino la daga (acción gratuita), y gasto las otras dos en un ataque doble a la comearañas que ataca a Breigal y Dulfary.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Segundo Puerto
No, su arma no había sido arrojada, había sido empuñada para agredir al bicho, pero había fallado al recular este, con el resultado de ganar sangre, pero no la que quería. En realidad no lo había hecho a propósito, pero eso no impidió que riera con la risa de Breigal.
- Y quien dijo que... - trató de bromear, sin perder de vista la avispa, la combinación de ambos fue un error. Por tener aun la atención en esta, fue que, cuando la criatura trató de aguijonerala se apartó girando para esquivarla, pero no fue tan rápida como evitar que la hiriera en el brazo. El dolor fue agudo, profundo, la obligó a soltar el arma que sostenía con esa mano y por primera vez pensó en la gravedad de haber sido alcanzada: veneno.
No gritó, su ego, y el calor de saber aun bajo combate se lo impidieron, pero sí que se quejó, por lo alto, se apartó de ella, dándole vía libre para huir, cosa que impidió Arzhel
En cuanto la criatura cayó al suelo, vio la única y feliz oportunidad de desprender a la criatura de su arma natural con la que había hecho daño, pues no logró ver que tan superficial era lo que le había hecho a Arzhel. No lo pensó aun con la adrenalina del combate su kunai, el del brazo sano, cercenó el aguijón con tal contundencia que salió a volar y el impulso del corte le sirvió para cortar una de las patas.
Pequeñas y todo, sus armas estaba muy pero muy afiladas, así como sus reflejos que la hicieron retroceder casi de inmediato para darle vía libre a los hombres que podrían atacarla con mayor efectividad que ella.
Se dejó caer al suelo, con su mano, aun armada sujetando el lugar de la herida, sentía la sangre fluir, sin embargo no tenía tiempo de sentarse a contemplaciones. Desde su posición, estaba alerta a la llegada de más avispas de esas.
FDI:
Acción 1: cortar el aguijón
Acción dos cortar la otra pata y retroceder.
- Y quien dijo que... - trató de bromear, sin perder de vista la avispa, la combinación de ambos fue un error. Por tener aun la atención en esta, fue que, cuando la criatura trató de aguijonerala se apartó girando para esquivarla, pero no fue tan rápida como evitar que la hiriera en el brazo. El dolor fue agudo, profundo, la obligó a soltar el arma que sostenía con esa mano y por primera vez pensó en la gravedad de haber sido alcanzada: veneno.
No gritó, su ego, y el calor de saber aun bajo combate se lo impidieron, pero sí que se quejó, por lo alto, se apartó de ella, dándole vía libre para huir, cosa que impidió Arzhel
En cuanto la criatura cayó al suelo, vio la única y feliz oportunidad de desprender a la criatura de su arma natural con la que había hecho daño, pues no logró ver que tan superficial era lo que le había hecho a Arzhel. No lo pensó aun con la adrenalina del combate su kunai, el del brazo sano, cercenó el aguijón con tal contundencia que salió a volar y el impulso del corte le sirvió para cortar una de las patas.
Pequeñas y todo, sus armas estaba muy pero muy afiladas, así como sus reflejos que la hicieron retroceder casi de inmediato para darle vía libre a los hombres que podrían atacarla con mayor efectividad que ella.
Se dejó caer al suelo, con su mano, aun armada sujetando el lugar de la herida, sentía la sangre fluir, sin embargo no tenía tiempo de sentarse a contemplaciones. Desde su posición, estaba alerta a la llegada de más avispas de esas.
FDI:
Acción 1: cortar el aguijón
Acción dos cortar la otra pata y retroceder.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Segundo Puerto
La batalla había concluido. Graacias al doble ataque de Arzhel y el corte que logré propinarle. Sin embargo, cuando la bestia se dispuso a huir clavó su aguijón en el brazo de Arale. La embestida de Arzhel y el posterior ataque de Arale hicieron que la bestia huyera tan rápido como le fuese posible. ¿El aguijón?
-Tienes la oportunidad de aniquilarla y le sacas su aguijón? -pregunté indignado mientras creaba otra copia de mi espada, que luego arrojé a la bestia, dándole de lleno en el cuello, provocando su completa caída al suelo. Caminé hacia la bestia caída para decapitarla y sujeté su cabeza para examinarla. Observé unas pequeñas bolsas que tenía en su interior y las mostré a Arale. -Sobrevivirás, jovencita. Aquí está el veneno.
Solté la cabeza y tomé mi bolsa de monedas para revisarla.
-Tienes la oportunidad de aniquilarla y le sacas su aguijón? -pregunté indignado mientras creaba otra copia de mi espada, que luego arrojé a la bestia, dándole de lleno en el cuello, provocando su completa caída al suelo. Caminé hacia la bestia caída para decapitarla y sujeté su cabeza para examinarla. Observé unas pequeñas bolsas que tenía en su interior y las mostré a Arale. -Sobrevivirás, jovencita. Aquí está el veneno.
Solté la cabeza y tomé mi bolsa de monedas para revisarla.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Segundo Puerto
El animal había logrado evadir su ropera, pero no pudo evitar que la daga se hundiera en su cara. El animal acto seguido intentó atacarle, pero sólo consiguió rasgarle la manga del brazo izquierdo antes de caer al suelo. Entonces, Arale cortó su aguijón y otra de las patas, y finalmente Breigal lo terminó de atravesar con su espada.
-¡Callad, no seáis bruto! -gritó a Breigal, ya hastiado con sus palabras-. La muchacha está herida y el aguijón es la parte más peligrosa de estas bestias -dijo, moviendo el brazo izquierdo con la manga hecha jirones-. No veo que ha hecho mal.
Lo fulminó con la mirada y acudió a la muchacha a mirarle el brazo, francamente preocupado.
-Una fea picadura... Lamento no ser demasiado bueno en esta clase de cosas. Si el veneno es peligroso... No creo que lo sea, pero de todos modos... ¡Ah, diablos! Lo siento, no soy un curandero. Aunque tengo algunas vendas limpias en el saco, si requerís.
Mientras el otro decapitaba a la avispa fue a recoger la bolsa de viaje que se había quedado caída bajo un árbol. Sacó un lienzo limpio y quitó la verde sangre que manchaba las hojas de espada y daga, antes de envainarlas. A continuación escudriñó con la mirada y vio su sombrero y su capa enredados entre las ramas de un árbol próximo. Los recogió: limpió un poco con el brazo el polvo del sombrero y se lo puso, pero la capa estaba agujereada, tal vez por una rama. De todos modos, se la puso para resguardarse del frío
-Lástima de capa... -suspiró, volviendo junto al resto
-¡Callad, no seáis bruto! -gritó a Breigal, ya hastiado con sus palabras-. La muchacha está herida y el aguijón es la parte más peligrosa de estas bestias -dijo, moviendo el brazo izquierdo con la manga hecha jirones-. No veo que ha hecho mal.
Lo fulminó con la mirada y acudió a la muchacha a mirarle el brazo, francamente preocupado.
-Una fea picadura... Lamento no ser demasiado bueno en esta clase de cosas. Si el veneno es peligroso... No creo que lo sea, pero de todos modos... ¡Ah, diablos! Lo siento, no soy un curandero. Aunque tengo algunas vendas limpias en el saco, si requerís.
Mientras el otro decapitaba a la avispa fue a recoger la bolsa de viaje que se había quedado caída bajo un árbol. Sacó un lienzo limpio y quitó la verde sangre que manchaba las hojas de espada y daga, antes de envainarlas. A continuación escudriñó con la mirada y vio su sombrero y su capa enredados entre las ramas de un árbol próximo. Los recogió: limpió un poco con el brazo el polvo del sombrero y se lo puso, pero la capa estaba agujereada, tal vez por una rama. De todos modos, se la puso para resguardarse del frío
-Lástima de capa... -suspiró, volviendo junto al resto
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Segundo Puerto
La adrenalina bajaba. Eso era un gran problema, si la adrenalina bajaba, el dolor subiría. Era muy malo, empezaba a centrarse en el dolor y ni las palabras de Breigal bastaron para hacerla enojar y poder centrar en ellas y una discusión con él, su atención.
Cuando el hilo de sangre le llegó a los dedos haciéndole cosquillas en la muñeca, cerró los ojos con fuerza.
- No Arzhel - dijo suavemente - déjalo, tiene razón... - como tantos otros, como sus maestros, sus hermanos, los otros aprendices, los asesinos varios que habían pasado por su vida, pero las palabras no llegaban a lastimarala - sólo trata de distraer mi atención y... - sonrió con cierto alivio al escuchar lo del veneno, reprimiendo el fuerte impulso de echarse hacia atrás, cosa en la que ayudó el caballero a revisarle el brazo y reconocer que no era curandero - No te preocupes, algo sé hacer yo sobre eso.
No había tiempo para atender del todo la herida, mientras más rápido salieran de ese lugar, más rápido estarían lejos del peligro de todas las criaturas. Metió la mano en su bolsita de armas y sacó un bultito, el cual extendió con mucho cuidado,casi con mimo, en el suelo, sacó de este un segundo bulto que desenrolló, con un arma recién sacada de la bolsa armas cortó un pedazo de este, vendas. La sostuvo con los dientes sintiendo como se le querían escurrir las lágrimas, pero conteniendose, guardó con toda asepsia su "kit" de curación y con un rápido y acostumbrado movimiento hizo un amarre (porque de tornquete tenía muy poco) con la venda por sobre la herida, valiéndose de la mano sana y los dientes, tras lo cual cerró y abrió el puño varias veces.
Para cuando terminó, Breigal ya había logrado guardar la cabeza de la avispa en su bolsa, y Arzhel tenía su sombrero y su capa. Se levantó con agilidad como si nada hubiese pasado, recogió sus armas, las limpió contra sus pantalones antes de guardarlas y sólo entonces cayó en cuenta de la coraza.
La examinó con cuidado y no tardó mucho en descubrir signos de la Dama. Frunció el ceño extrañada. El cuerpo estaba destrozado por los diferentes carroñeros, hasta parte de las manos y los pies le faltaban, por no decir partes importantes de la cara, la garganta y el torso. Pero en la mano aun conservaba el anillo. Se irguió lentamente y trató de reconocer el terreno. ¿Qué hacia un hombre de la Dama, sólo, tan lejos? No parecían haber mas pisadas, el cuerpo en lo absoluto estaba fresco, las pisadas de animales y las de ellos mismos borraban cualquier rastro. Pero había algo mas extraño aun, el sujeto no estaba armado.
Le quitó el anillo y lo guardó en su ropa, conteniendo una arcada de vomito. Le serviría para su coartada si Lohengrin recomendaba que debía volver, pero le pasó algo curioso. Al tratar de hacer el movimiento con la mano del brazo herido, se dio cuenta que no podría hacer mayor fuerza con este. Mala cosa. Dolía.
- Es mejor movernos, a no ser que Breigal siga pensando que estos bichos son más amigables que yo - sonrió por lo bajo, sin mirarlo en lo absoluto. Sin darse cuenta aun, que Arzhel había soltado una blasfemia que hasta el más flexible dentro de la Orden habría reprochado.
Cuando el hilo de sangre le llegó a los dedos haciéndole cosquillas en la muñeca, cerró los ojos con fuerza.
- No Arzhel - dijo suavemente - déjalo, tiene razón... - como tantos otros, como sus maestros, sus hermanos, los otros aprendices, los asesinos varios que habían pasado por su vida, pero las palabras no llegaban a lastimarala - sólo trata de distraer mi atención y... - sonrió con cierto alivio al escuchar lo del veneno, reprimiendo el fuerte impulso de echarse hacia atrás, cosa en la que ayudó el caballero a revisarle el brazo y reconocer que no era curandero - No te preocupes, algo sé hacer yo sobre eso.
No había tiempo para atender del todo la herida, mientras más rápido salieran de ese lugar, más rápido estarían lejos del peligro de todas las criaturas. Metió la mano en su bolsita de armas y sacó un bultito, el cual extendió con mucho cuidado,casi con mimo, en el suelo, sacó de este un segundo bulto que desenrolló, con un arma recién sacada de la bolsa armas cortó un pedazo de este, vendas. La sostuvo con los dientes sintiendo como se le querían escurrir las lágrimas, pero conteniendose, guardó con toda asepsia su "kit" de curación y con un rápido y acostumbrado movimiento hizo un amarre (porque de tornquete tenía muy poco) con la venda por sobre la herida, valiéndose de la mano sana y los dientes, tras lo cual cerró y abrió el puño varias veces.
Para cuando terminó, Breigal ya había logrado guardar la cabeza de la avispa en su bolsa, y Arzhel tenía su sombrero y su capa. Se levantó con agilidad como si nada hubiese pasado, recogió sus armas, las limpió contra sus pantalones antes de guardarlas y sólo entonces cayó en cuenta de la coraza.
La examinó con cuidado y no tardó mucho en descubrir signos de la Dama. Frunció el ceño extrañada. El cuerpo estaba destrozado por los diferentes carroñeros, hasta parte de las manos y los pies le faltaban, por no decir partes importantes de la cara, la garganta y el torso. Pero en la mano aun conservaba el anillo. Se irguió lentamente y trató de reconocer el terreno. ¿Qué hacia un hombre de la Dama, sólo, tan lejos? No parecían haber mas pisadas, el cuerpo en lo absoluto estaba fresco, las pisadas de animales y las de ellos mismos borraban cualquier rastro. Pero había algo mas extraño aun, el sujeto no estaba armado.
Le quitó el anillo y lo guardó en su ropa, conteniendo una arcada de vomito. Le serviría para su coartada si Lohengrin recomendaba que debía volver, pero le pasó algo curioso. Al tratar de hacer el movimiento con la mano del brazo herido, se dio cuenta que no podría hacer mayor fuerza con este. Mala cosa. Dolía.
- Es mejor movernos, a no ser que Breigal siga pensando que estos bichos son más amigables que yo - sonrió por lo bajo, sin mirarlo en lo absoluto. Sin darse cuenta aun, que Arzhel había soltado una blasfemia que hasta el más flexible dentro de la Orden habría reprochado.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Segundo Puerto
Tras revisar mi bolsa, tomé seis monedas que guardé luego en mis bolsillos, y arrojé el resto al suelo, para después guardar, con mucho esfuerzo, la cabeza de la criatura en ella.
Estuve a punto de contestarle a Arzhel cuando me ordenó callar. Estuve a punto de decirle que por alguna extraña razón, supuse que una bestia muerta no podría usar su aguijón para atacar, pero Arale se me adelantó. Su herida parecía bastante seria, casi lamenté que Daliny no estuviera presente, pero bien sabía que su presencia o su ausencia no determinaría la diferencia entre la vida y la muerte.
-Si te sirve de algo, estas vendas pueden curarte rápidamente. Lo único que precisas si tienes esto es sentir amor por alguien. Si quieres una, sólo dímelo. -Me quité las vendas del brazo derecho usando los dientes y luego la usé para cubrir la herida provocada por el kunai de Arale. En mi brazo derecho se dejaron ver las quemaduras y los cortes que tenían su origen en la invasión a Werth. -Esto dolerá dentro de unas horas -comenté sonriente, mientras me cubría la herida.
Mientras Arzhel se lamentaba por su capa, luego de vestirla junto al sombrero, y Arale hacía mención a lo que deberíamos hacer, eché una mirada al cadáver que había en el suelo. Negué con la cabeza mientras chasqueaba la lengua repetidas veces.
-Sigo pensando que son más amigables, pero no son demasiado agradables a la vista. Y hasta donde sé no eres venenosa -comenté sonriendo-. Bueno, ya podemos marchar.
Estuve a punto de contestarle a Arzhel cuando me ordenó callar. Estuve a punto de decirle que por alguna extraña razón, supuse que una bestia muerta no podría usar su aguijón para atacar, pero Arale se me adelantó. Su herida parecía bastante seria, casi lamenté que Daliny no estuviera presente, pero bien sabía que su presencia o su ausencia no determinaría la diferencia entre la vida y la muerte.
-Si te sirve de algo, estas vendas pueden curarte rápidamente. Lo único que precisas si tienes esto es sentir amor por alguien. Si quieres una, sólo dímelo. -Me quité las vendas del brazo derecho usando los dientes y luego la usé para cubrir la herida provocada por el kunai de Arale. En mi brazo derecho se dejaron ver las quemaduras y los cortes que tenían su origen en la invasión a Werth. -Esto dolerá dentro de unas horas -comenté sonriente, mientras me cubría la herida.
Mientras Arzhel se lamentaba por su capa, luego de vestirla junto al sombrero, y Arale hacía mención a lo que deberíamos hacer, eché una mirada al cadáver que había en el suelo. Negué con la cabeza mientras chasqueaba la lengua repetidas veces.
-Sigo pensando que son más amigables, pero no son demasiado agradables a la vista. Y hasta donde sé no eres venenosa -comenté sonriendo-. Bueno, ya podemos marchar.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Segundo Puerto
Las palabras de Arale fueron lo único que evitaron que Arzhel hubiera ido más allá, y no dijo nada.
Una vez recuperados capa y sombrero se acercó a Arale, arrodillada junto al cadáver, desubriéndose en señal de respeto. A la izquerda del mismo había un escudo boca abajo, que el caballero tomó respetuosamente. Su sorpresa fue mayúscula al creer reconocer el símbolo de la Dama en el escudo. Podía ser otro emblema, desde luego, pues estaba muy borrado por la falta de cuidados y la intemperie, pero en realidad sería ciertamente una excusa. Había también una coraza oxidada, y los restos ensangrentados de lo que, un día lejano, pudo ser un hábito.
Miró inquisitivamente a Arale, que tomaba el anillo del muerto. En otras circunstancias hubiera puesto el grito en el cielo, pero se trataba de un paladín, y tal vez fuera normal entre ellos recoger los anillos de los caídos, no a modo de agravio, sino con el objetivo de honrarlos. Entre la soldadesca normal no era, de hecho, tan extraño.
Volvió a dejar el escudo donde estaba y finalmente hizo una inclinación de cabeza, acercándose hacia donde estaba Breigal.
-Así es, Arale, será mejor que nos movamos. Aunque fuisteis vos quien nos pidió que os siguiéramos, si mal no recuerdo -dijo con una sonrisa, ignorando el comentario de Breigal. Aquella era una situación tan extraña que... Bah, era irrisorio pelearse por nimiedades así, al fin y al cabo. Y más cuando la propia muchacha parecía disfrutar provocando al pelirrojo, así que se limitó a dirigirle una sonrisa cómplice a la muchacha y a tender la mano derecha a Breigal.
-Os presento mis excusas si os he ofendido anteriormente -dijo, refiriéndose a las palabras pronunciadas tras el combate-. Somos camaradas, al fin y al cabo. Por cierto, si os duele -dijo girándose a Arale también- llevo algunas vendas limpias en el saco. No tienen propiedades mágicas pero... Pero es lo único que puedo hacer. Como veis, se me da mejor infligir heridas que curarlas.
Una vez recuperados capa y sombrero se acercó a Arale, arrodillada junto al cadáver, desubriéndose en señal de respeto. A la izquerda del mismo había un escudo boca abajo, que el caballero tomó respetuosamente. Su sorpresa fue mayúscula al creer reconocer el símbolo de la Dama en el escudo. Podía ser otro emblema, desde luego, pues estaba muy borrado por la falta de cuidados y la intemperie, pero en realidad sería ciertamente una excusa. Había también una coraza oxidada, y los restos ensangrentados de lo que, un día lejano, pudo ser un hábito.
Miró inquisitivamente a Arale, que tomaba el anillo del muerto. En otras circunstancias hubiera puesto el grito en el cielo, pero se trataba de un paladín, y tal vez fuera normal entre ellos recoger los anillos de los caídos, no a modo de agravio, sino con el objetivo de honrarlos. Entre la soldadesca normal no era, de hecho, tan extraño.
Volvió a dejar el escudo donde estaba y finalmente hizo una inclinación de cabeza, acercándose hacia donde estaba Breigal.
-Así es, Arale, será mejor que nos movamos. Aunque fuisteis vos quien nos pidió que os siguiéramos, si mal no recuerdo -dijo con una sonrisa, ignorando el comentario de Breigal. Aquella era una situación tan extraña que... Bah, era irrisorio pelearse por nimiedades así, al fin y al cabo. Y más cuando la propia muchacha parecía disfrutar provocando al pelirrojo, así que se limitó a dirigirle una sonrisa cómplice a la muchacha y a tender la mano derecha a Breigal.
-Os presento mis excusas si os he ofendido anteriormente -dijo, refiriéndose a las palabras pronunciadas tras el combate-. Somos camaradas, al fin y al cabo. Por cierto, si os duele -dijo girándose a Arale también- llevo algunas vendas limpias en el saco. No tienen propiedades mágicas pero... Pero es lo único que puedo hacer. Como veis, se me da mejor infligir heridas que curarlas.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Segundo Puerto
Vendas mágicas que funcionan si uno es capaz de amar?? Lo miró extrañada. Ella amaba a Kelisay. Punto. O no? La duda fue lo que la hizo sonreír y declinar la oferta. No le sumó ni le restó puntos, había escuchado sus palabras justo antes de correr y por su estabilidad emocional había decidido, sin darse cuenta, confiar en estas.
- Gracias, creo que con mi amarre podré defender hasta que pueda sentarme con calma a desinfectar la herida. Además, comparada con otras es solo un rasguño - sonrió abiertamente pensando en el par de cicatrices que tenía en el bajo vientre junto al hígado.
- Lo siento, no suelo fallar cuando estoy atacando, pero debo admitir que te moviste a tiempo para defenderte - bromeó como si el fallo de su ataque no fuera el no darle a la avispa, si no el no darle correctamente a él.
Alisó su tabardo y les dirigió una mirada ambos, pero se la mantuvo a Breigal con cierta picardia.
- Eso es lo que parece - le sacó la lengua y empezó a dirigir al grupo rumbo al claro donde esperaba, de todo corazón encontrar a Lohengrin.
Comparado con las avispas, el resto del camino fue muy tranquilo, con pequeños sobre saltos por las carreras de pequeños roedores, y escalas cortas cada vez que Dulfary tuvo que detenerse a tomar aire, disimulando lo mejor posible el escozor y dolor que le causaba su herida. Movía el puño de vez en cuando, parecía un movimiento casual para la movilidad, pero en realidad lo que hacía era recoger la siguiente gota dentro del hilo de sangre para hacerla desaparecer absorbida por la tela de su ropa.
Las paradas fueron cortas, casi de segundos, en ningún momento pidió tiempo o descanso. No solo se trataba del consejo que necesitaba, era que el rastro de sangre y su olor sin duda no tardaría en atraer mas atención de la que en realidad deseaban ellos.
- Gracias, creo que con mi amarre podré defender hasta que pueda sentarme con calma a desinfectar la herida. Además, comparada con otras es solo un rasguño - sonrió abiertamente pensando en el par de cicatrices que tenía en el bajo vientre junto al hígado.
- Lo siento, no suelo fallar cuando estoy atacando, pero debo admitir que te moviste a tiempo para defenderte - bromeó como si el fallo de su ataque no fuera el no darle a la avispa, si no el no darle correctamente a él.
Alisó su tabardo y les dirigió una mirada ambos, pero se la mantuvo a Breigal con cierta picardia.
- Eso es lo que parece - le sacó la lengua y empezó a dirigir al grupo rumbo al claro donde esperaba, de todo corazón encontrar a Lohengrin.
Comparado con las avispas, el resto del camino fue muy tranquilo, con pequeños sobre saltos por las carreras de pequeños roedores, y escalas cortas cada vez que Dulfary tuvo que detenerse a tomar aire, disimulando lo mejor posible el escozor y dolor que le causaba su herida. Movía el puño de vez en cuando, parecía un movimiento casual para la movilidad, pero en realidad lo que hacía era recoger la siguiente gota dentro del hilo de sangre para hacerla desaparecer absorbida por la tela de su ropa.
Las paradas fueron cortas, casi de segundos, en ningún momento pidió tiempo o descanso. No solo se trataba del consejo que necesitaba, era que el rastro de sangre y su olor sin duda no tardaría en atraer mas atención de la que en realidad deseaban ellos.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Segundo Puerto
Arale parecía estar bien. Sobreviviría, de eso no tenía dudas, pero la herida parecía sangrar demasiado. Esperaba que el trayecto a la ciudad se hiciera rápido. Podría soportar varios combates más, estaba seguro, pero Arale no me inspiraba esa confianza. Estaba más que convencido de que esa armadura le resultaba incómoda. El comentario de Arale me hizo reír, hacía tiempo que no lo hacía.
-¿Qué puedo decir? Soy alguien que tiene buenos reflejos. -Observé a Arzhel cuando me tendió su mano ofreciendo sus disculpas. Terminé de fijar mi venda y estreché su mano firmemente. -Descuida. No eres el primero que me habla de esa manera, y no serás el último.
-Es una niña -me comentó Phab cuando Arale me sacó la lengua, antes de continuar dirigiéndonos-. Y no está bien.
Durante el trayecto, observé a la paladín detenidamente, y noté que repetía un gesto con su puño regularmente. Bien, si ella se negaba a aceptar ayuda, supuse que sabía lo que hacía.
-¿Qué puedo decir? Soy alguien que tiene buenos reflejos. -Observé a Arzhel cuando me tendió su mano ofreciendo sus disculpas. Terminé de fijar mi venda y estreché su mano firmemente. -Descuida. No eres el primero que me habla de esa manera, y no serás el último.
-Es una niña -me comentó Phab cuando Arale me sacó la lengua, antes de continuar dirigiéndonos-. Y no está bien.
Durante el trayecto, observé a la paladín detenidamente, y noté que repetía un gesto con su puño regularmente. Bien, si ella se negaba a aceptar ayuda, supuse que sabía lo que hacía.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Segundo Puerto
Arzhel se limitó a guardar silencio tras las palabras de Breigal y responder al apretón, y siguió en silencio mientras emprendían el camino detrás de Arale, perdido en sus pensamientos.
Para empezar, no estaban yendo hacia Daosh, eso estaba claro si su orientación no le fallaba. Pero esperaba que Arale supiera a dónde iban, pues había decidido que se podía confiar en ella, en la medida en que se puede confiar de una persona, claro.
Por otro lado, estaba su relación con Breigal... Le había salvado, estaba en deuda con él, y eso era inquebrantable, pero los contínuos roces con Arale lo desconcertaban... Parecían riñas de niños, más que peleas de adultos, y aunque no le agradaban, llegó a la conclusión de que lo único que podía hacer era no tomárselas a la tremenda y fingir que no las oía.
Lo tercero que ocupaba su mente era el cadáver que habían encontrado: todo parecía indicar que era un paladín, desde el símbolo del escudo hasta el anillo y, la más evidente, la reacción de Arale. Miró inquieto entre la espesura: algo terrible tenía que tener su guarida por allí cerca, si había conseguido dejar en ese estado a todo un señor paladín. Y tras enfrentarse tan sólo a las avispas gigantes que acababan de dejar atrás Dulfary y Breigal habían resultado heridos, si bien no parecía que fuera de gravedad. Suspiró, tenía suerte de haber salido con únicamente un desgarrón en la manga de la camisa y un agujero en la capa.
Para empezar, no estaban yendo hacia Daosh, eso estaba claro si su orientación no le fallaba. Pero esperaba que Arale supiera a dónde iban, pues había decidido que se podía confiar en ella, en la medida en que se puede confiar de una persona, claro.
Por otro lado, estaba su relación con Breigal... Le había salvado, estaba en deuda con él, y eso era inquebrantable, pero los contínuos roces con Arale lo desconcertaban... Parecían riñas de niños, más que peleas de adultos, y aunque no le agradaban, llegó a la conclusión de que lo único que podía hacer era no tomárselas a la tremenda y fingir que no las oía.
Lo tercero que ocupaba su mente era el cadáver que habían encontrado: todo parecía indicar que era un paladín, desde el símbolo del escudo hasta el anillo y, la más evidente, la reacción de Arale. Miró inquieto entre la espesura: algo terrible tenía que tener su guarida por allí cerca, si había conseguido dejar en ese estado a todo un señor paladín. Y tras enfrentarse tan sólo a las avispas gigantes que acababan de dejar atrás Dulfary y Breigal habían resultado heridos, si bien no parecía que fuera de gravedad. Suspiró, tenía suerte de haber salido con únicamente un desgarrón en la manga de la camisa y un agujero en la capa.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
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