Alandre D´Arthur, la serpiente.

• Alandre D´Arthur :
  
• Raza: Semihumana-semininfa
  
• Edad: 20 años
  
• Profesión: Noble. Aunque trafica con pociones y venenos gracias a sus conocimientos de alquimia a cambio de información.
  
• Descripción física: de rasgos finos y delicados, sus curvas hacen que no puedas evitar fijarte en ella dos veces. Su pelo, del color de los cerezos en flor, es liso y suave como la seda. Suele llevarlo suelto, con dos grandes mechones salvaguardando un bonito y recortado flequillo, que a veces le tapa el ojo derecho. Un ojo brillante y claro como un zafiro, y cambiante como el mismo mar. Sí, el color de sus ojos cambia a su placer: a veces era celeste como un día de verano, sin nubes. Otras, atrayente y oscuro como las profundidades del mar. Solo cuando usa magia, un reflejo amatista se deja ver, sin poder evitarlo. De estatura media, de 1,70m,  no necesita tacones para dejar ver que es alguien superior. Eso sí, una amplia gama de vestidos decoran su armario. Por último su piel es blanca y sin imperfecciones. En resumen, una hermosa mujer que además posee una voz dulce y atrayente. A veces, incluso oscura.
  Links a imágenes de Alandre (Personaje de la imagen IA vocaloid):
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• Descripción psicológica: carismática, sabe las poses que hay que poner en cada momento. De sonrisas medidas y astucia desatada, es capaz de urdir un plan en segundos. No le da miedo moverse por las sombras, grandes amigas que cree más ciertas que la sociedad en la que vive. Sin embargo a pesar de ser noble, no trata mal a los desfavorecidos y podríamos decir que es algo humilde, aunque no duda en pisar a los que la enfrentan o se interponen en su camino sin saberlo. Fría, fuerte y constante son palabras con las que se definiría ante alguien de confianza. Gran aliada y leal hasta que se le muestre lo contrario, odia liderar a la luz. Prefiere dar consejos y estudiar las formas antes de ejecutarlos.
  Por otro lado se sabe comportar en cada momento y no le molesta reírse y pasárselo bien, si eso lo requiere. Aún no sabe cómo reaccionaría ante alguien que realmente mereciera la pena, aunque si la sacaran de ese pozo de soledad, podría ser una excelente compañía sin necesidad de fingir. Aunque ya no volvería a ser la que era, y solo se comportaría así con esa persona a solas.
  Por último, cabe destacar su inteligencia y su agudo sentido del humor. Quizás el que sea empática le ha ayudado a ser tan camaleónica, aunque hace mucho que dejó de sentir lástima.
  
• Armas y/o habilidades: Como arma, posee dos dagas de plata emponzoñadas en todo momento, enfundadas en cuero curtido. El veneno que usa es distinto dependiendo del suceso, pudiendo ocasionar todo tipo de efectos pero sin llegar nunca a la muerte o a controlar al envenenado. Aunque no posee mucha fuerza, gracias a sus conocimientos del cuerpo sabe dónde cortar y posee una gran precisión. Sin embargo, si realmente está en peligro usa su magia gracias a su grimorio. Aunque no sea un arma en sí, en él puede leer los hechizos y las recetas de alquimia.
  En cuanto a la magia, no podía negar que es un terreno difícil. Aunque lleve cuatro años estudiándola y posea un don natural para ella, aún no es una gran hechicera. A grandes rasgos, puede manejar la magia de oscuridad, ilusión y vida. Sin embargo aún está aprendiendo y aunque lleve 4 años, no puede realizar grandes hechizos de destrucción o de área, o hacer crecer un álamo en unos segundos.
  Sin embargo es una gran alquimista (su padre le enseñó de pequeña las pocas recetas que el grimorio le enseñó a él), aunque no hace venenos para conseguir matanzas masivas o para el ejército. No le interesa que sepan mucho de ella en ese sentido, así que lo único en lo que destaca de cara al público es el crear jabones, aceites y cremas de belleza. Aún así, a veces al contratar asesinos ella misma les proporciona el veneno.
  Por esta misma razón, su magia también pasa desapercibida. La mayoría de hechizos que sabe son de utilidad, imperceptibles por magos menores o seres sin magia y destinados a la manipulación. Los juegos de sombras en la cama, el embotellamiento mental, la creación de deseo… Por supuesto, también podía hacer daño con ella. Podía invocar plantas que dañaran a los enemigos y que los ataran, crear ondas de oscuridad que atacaran directamente al enemigo, desfigurar y pudrir, confundir al enemigo… Podríamos decir que tenía el nivel de una maga normal de esas ramas y caminos. Sin embargo, tenía muchísimo más potencial y seguía avanzando. Aunque quizás debería encontrar a un maestro o maestra para poder hacerlo más rápido. no quería que la nobleza lo descubriera, ya que perdería lo que había construido.
  
• Atributos:
  1. Astucia
  2. Carisma
  3. Inteligencia
  4. Habilidad
  5. Voluntad
  6.  Constitución física
  
• Historia:
  Presta atención, puesto que no lo contaré dos veces:
  Desde que nací, no tuve más familia que mi padre, el mar y los camaradas que vivían junto a nosotros en el barco. Mi infancia fue feliz, aunque no pude evitar madurar demasiado pronto. Quizás por la muerte que se abría ante mí como una temprana flor, quizás por mi naturaleza. Sin embargo, mi historia comienza con 16 años...
  Los rayos de sol se reflejaban entre el surco que formaba el casco de nuestro navío. Mi padre al timón, yo al frente de la tripulación allí donde se ve solo el mar. Aunque en esta ocasión nuestro destino era distinto.  La brisa me gritaba que ese día cambiaría mi destino, mi sino, mi sello y marca. Un matiz amatista se dejó entrever entre el celeste que conformaban mis ojos. Había llegado la hora, no había vuelta a atrás. El pasado se iba junto a la espuma que se perdía en un mar de dudas. Mi pelo indicó el volteo que hice para gritar unas palabras de ánimo a mis camaradas. Y después miré a mi padre, orgullosa de estar donde estaba. Era muy joven, pero ya confiaba en mí. Y no le decepcionaría.
  Con dureza, el ancla se clavó a las rocas de aquella cala y los cañones sonaron por doquier. En segundos en la cala solo quedó un hedor a sangre, vísceras y muerte. Con rapidez desembarcamos sin utilizar si quiera los botes, ya que la corriente estaba a nuestro favor y a nado llegamos con inusitada rapidez. Desenfundamos los sables y yo me quedé en la retaguardia, cubriendo con un arco nuestra posición. Con aún agua en las botas nos introducimos en aquella cueva. El agua que se filtraba y que inundaba el suelo marcaba el compás de la batalla, y nuestras respiraciones y gritos parecían el sordo sonido de la voz de un leviatán, gracias al eco de las rocas de basalto. Era el interior de un volcán inactivo, cuya actividad había cesado mucho tiempo atrás. Las camisas de nuestros hombres se teñían de rosas de sangre enemigas mientras que otros pocos caían heridos y se retiraban junto a mí a la retaguardia. Por alguna razón siempre se me dio bien el curar heridas, y gozaba de cierta habilidad con las a distancia.
  Tras un disparo con el que abatí a un francotirador cercano, entramos en el corazón de la roca. El sudor perlaba mi frente cubierta por un flequillo rosa pálido mojado, que intentaba apartar de mi ojo derecho cuando me quedé quieta. Frenada por un fantasma del pasado de mi familia. Ya que el símbolo de D´Arthur coronaba la estancia, grabado en la piedra a fuego. Y sin embargo poseía un color oscuro propio, como el morado de mis ojos cuando sentía peligro o realizaba una acción que requería de todo mi ser. Era mi signo mi estigma. Era lo que me confería ese aire especial, ese encanto natural y don para las plantas. Mi sangre al fin se había revelado.
  Mientras los hombres y mujeres de mi compañía saqueaban los tesoros de esmeralda y diamantes rosas, mi padre llegó a mí con un antiguo libro. Ennegrecido, con las páginas tan amarillas y carcomidas, daba la sensación de que se consumiría en cualquier momento por la humedad. Sin embargo me lo dio sin tan decir una sola palabra. Solo lo posó en mis manos.
  Al momento se transformó en un bonito diario de piel y madera de roble, con finas hojas bordadas. El símbolo de mi familia apareció en amatista, azabache y esmeralda, seductor y a la vez con un tinte de peligro en las palabras que conformaban De-Arëarthîure, o como nosotros llamábamos, D´Arthur.  El libro me mostró parte de la historia de mi pueblo, una historia tan antigua como aquel volcán. Y que por mi sangre la magia marcaba mis venas y la belleza mis arterias.  Era descendiente directa de ninfas. Un poder que renacía en mí como una flor en primavera.
  Con dulzura mi padre me contó que lo había visto en mis ojos el día en que nací, aunque hubo más indicadores. Mi madre murió en el parto, signo de que yo era la unión de vida y muerte. Signo de ninfas. El cambio del color de mis ojos ante ciertas situaciones, mi habilidad con la herboristería, al curar heridas... Y mi aire seductor. Tenía 16 años, pero mis atributos eran más que visibles. Mis bonitas y marcadas curvas, el brillo en mis ojos, mi piel y fragancia natural... Los hombres del barco (y alguna mujer) ya comenzaban a mirarme, aunque por supuesto no decían nada. Al fin y al cabo era la hija del capitán.
  Pero poco más pude saber acerca de mi pasado ya que unos cañones rompieron la esencia del momento. Un terrible temblor casi nos hizo caer a las empapadas rocas sobre las que nos erguíamos. En silencio, con tan solo el alma, el grupo de piratas se puso en una formación cuanto menos peculiar. Pero efectiva. Además contábamos con la ventaja de que mi padre estuvo aquí hacía mucho, ya que era el rito de iniciación de nuestra familia a la edad adulta.
  Así que huimos por una grieta escondida por el agua. Parecía que no existía un camino pero al introducirse en el agua el suelo bajaba y podías pasar sin problema. Al otro lado un bote con víveres nos esperaba como medio de escape. Sin embargo era muy pequeña para entrar todo el mundo y necesitaríamos un cebo, una distracción que nos salvara de los cañonazos.
  Sin saber muy bien qué pasaba, las personas de mayor confianza de mi padre y yo nos subimos a la pequeña embarcación y el resto se quedó en tierra. Fue la última vez que vi a mi padre.
  Tras unos días de calor, sed y hambre llegamos a costas del Ducado de Cessele. Quizás fue ahí cuando realmente cambió mi vida. No tardaron en traicionar los valores inculcados en el barco y venderme a un hombre. Era joven, guapa y estaba sana. Supongo que lo poco que duraron sus vidas las vivieron con las necesidades cubiertas.
  Por mi parte, los vestidos bonitos y ligeros nunca me faltaron en mi nuevo empleo. Obtenía hierbas con facilidad para cremas y fragancias para dar un mejor "espectáculo" así que podía mejorar la alquimia que ahora me relataba el grimorio. En el trabajo la magia de la ilusión daba rienda suelta a la sangre, ahora despertada. Y en cuanto a la oscuridad... Digamos que se cobró la vida y se llevó las almas de aquellos que un día me traicionaron.
  Estaba aprendiendo miles de aspectos de la vida que nunca había logrado sentir: avaricia, codicia, lascivia, traición, política... Al principio me producían arcadas. Después aprendí que, sabiendo que todo aquello era una basura y estando por encima, constituía una de las armas más poderosas contra los poderosos. Monedas para obtener información y robarles poder.
  Así conseguí pasar de ser una prostituta casi de lujo en un antiguo burdel de paso a ser una concubina de uno esos nobles. Sin embargo quería más. Aún echaba de menos la libertad del mar, el vivir sin cadenas. Así que urdí un entramado plan.
  Sabía que mi casa había tenido peso en el pasado, así que aunque alarmante, mi unión con el noble en matrimonio no era del todo descabellado.  Ya lo había enamorado, de ahí que hubiera salido del burdel y que contara con habitación propia. Solo faltaba un plus. Algo que le empujara a pensar que sería una gran madre de sus hijos y buena señora de la casa. Cosa que me daban arcadas, pero de eso ya se encargaría después. Cada problema a su tiempo, me solía decir.
  Poco a poco intimé con las doncellas, con una carisma y actitud afable acompañada de un perfume embriagador. Al mes todos los empleados me conocían y me respetaban a pesar de mi papel allí. También hacía por estudiar en los ratos libres, para conocer mejor la historia y filósofos conocidos, los modales y gestos indicados. Para mejorar la conversación y presencia. Poco a poco modelé mi esencia en la de una reina. Así tras la acción de cama, la conversación con el noble mejoraba día a día y casi siempre acababa derivando en la casa D´Arthur.
  Pero aún quedaba el golpe final: los niños. Esas criaturitas infernales,  que gracias a la alquimia había esquivado. No, no me quedaría embarazada, sino que demostraría que podía criarlos en la imagen de otros. Por ello, gracias a la magia oscura y de vida envenené a un niño, el sobrino del noble. Fue sencillo, planté unas flores bonitas y atrayentes para las mentes débiles, con espinas que inyectaban veneno al contacto y solo tuve que esperar unos días.
  El revuelo que causó la desgracia hizo a todo el mundo enterarse. Pero ya estaba preparada. Aún así tardé en bajar, me arreglé y con lágrimas de cocodrilo bajé hiperventilando a la sala que habían habilitado para el joven varón, con un frasquito en la mano. Firme aunque claramente preocupada (válgame el sarcasmo) examiné al chico. Su lengua era azul y se estaba hinchando mientras que perdía pulso. Era un diagnóstico sencillo y rápido. Entonces busqué los ojos del noble y conseguí la complicidad que buscaba, ya que me dio el permiso para darle el antídoto.
  Extrañada investigué la causa. Rápidamente busqué las flores y las encontré. Acto seguido encontré con facilidad al jardinero gracias a las amistades que me había ganado allí, ya que este estaba a punto de fugarse. La sangre regó el jardín, y después el hacha se reflejó en mis ojos. Entonces les expliqué el por qué de mis conocimientos de alquimia y de las flores y plantas (en el barco ella era la curandera y le habían enseñado desde pequeña, algo completamente plausible). Por supuesto el niño se curó.
  Meses después se celebró su boda ya que tenía el beneplácito del hermano del noble por haber salvado a su primogénito, y al fin volvieron a reconocer a la casa D´Arthur. Así la nobleza, aunque recelosa, me aceptó.
  Empecé a aprender a tocar el piano. Siempre había cantado bien, otra señal de que poseía un ancestro ninfa, pero ahora sabía cuándo respirar, los gestos que hacer. Había pasado de una deliciosa voz a un inolvidable espectáculo. Y así fui seduciendo a muchos nobles y compartiendo secretos de alquimia para crear cremas de belleza con las damas. Poco a poco me gané un nombre y una reputación en los altos círculos. Y mi marido se quedaba atrás.
  Siempre nos invitaban a las fiestas, nos daban buenos sitios para nuestra posición (éramos nobles, pero no consejeros ni reyes). Nos trataban mejor que bien. Perdón, lo corrijo, me trataban mejor que bien. Y así es que decidí asesinar a mi marido.
  Un trágico final de una salida a la caza de un zorro en unas fincas privadas. La ballesta se había disparado sola, por desgracia. El gatillo se había disparado sin querer, por el uso. Muy desgastado dijeron. La magia oscura me resultaba realmente útil, y nadie miró si se trataba de magia ya que no lo pedí.
  Afligida, le di un precioso entierro y un mes entero de luto. El negro siente me sentó bien, resaltaba el color vivo de mis ojos azules y el de mi pelo. Y contrasta con mi piel así que siempre me sentí a gusto con él.  Sin embargo ansiaba algo más... Y algo menos. Nunca tuve la voluntad de liderar, de gobernar sobre las masas. Era astuta, carismática, inteligente. Despiadada. Pero nunca tuve la voluntad ni el saber llevar de la mano al pueblo. Era la consejera ideal, no una reina. Y eso intentaría, ser la consejera de un Ducado que realmente lo necesitara. De un Ducado que me supusiera un reto. Del Ducado que me vio renacer.
  Mi meta era llegar a ser la mano derecha de aquel que gobernaba el Ducado de Cessele. No como mujer o amante, sino como aliada, como estratega. Como consejera.
  
• Bando: Ducado de Cessele, pero no duda en comerciar con piratas y maleantes.
  
• Otros:
  ~Orientación sexual~
  -Es bisexual.
  ~Gustos~
  -Estudiar historia, magia y alquimia.
  -Jugar al ajedrez.
  -Las plantas.
  -El compartir lecho con otras personas.
  -La brisa marina.
  -El humor inteligente.
  -Los dulces.
  -Hacer ejercicios de estiramiento y mantenimiento.
  -Las personas poco comunes, con ideas alocadas.
  -Los duelos de inteligencia.
  -Crear y pensar estrategias.
  -Los bosques.
  -La música.
  ~Disgustos~
  -La nobleza y su actitud en general.
  -Los vagos.
  -Que le roben un beso.
  -Que no la tomen en serio.
  -Que no la escuchen.
  -El matrimonio.
  -Cualquier cosa que la encadene o le quite libertad.
  -Los que no son capaces de seguirla (en inteligencia).
  -Los débiles.
  ~Fobias~
  -Tener que liderar algo grande.
  -No ser capaz de resolver algo por sí misma (es decir, tener que suplicar ayuda como única opción sin estar haciendo teatro).
  -Que le roben el grimorio.
  NOTA: conforme vaya modelando al personaje en los roles esta lista será más extensa. Esto es solo algo orientativo.
  

Puede manejar la magia de oscuridad, ilusión y vida. Sin embargo aún está aprendiendo y aunque lleve 4 años, no puede grandes hechizos de destrucción o de área. O hacer crecer un álamo en unos segundos. Sin embargo, con ella es capaz de defenderse, aunque normalmente le acompañan guardias.