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Dulce recibimiento en los muelles
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Dulce recibimiento en los muelles
La noche había empezado bien, de maravilla seria más exacto...
La luna se veía inmensa en un cielo despejado y lleno de pequeñas estrellas que no hacían sino resaltar la hermosura del cuadro general. Hacia algo de calor, corría un vientos cálidos de esos que invitan a los paseos para reflexionar y dar buen rumbo a la vida... Lastima que nada de esto podía ser apreciado dentro del aire viciado por el humo de tabaco que se juntaba sin parar dentro de la taberna.
Ya todos habíamos perdido la cuenta de cuantas rondas de cerveza habían pasado, a quien le importaba contarlas? Lo importante era beber, cantar, bailar y apostar. El mañana ya llegaría para darnos su frío abrazo e iluminarnos con su juzgadora luz... A beber como si se acabara el mundo! Solo que al final, el mundo nunca se acababa....
Pero el alcohol no lograba distraerme de mi objetivo principal... Dejar los bolsillos de todos los presentes total y completamente vacíos. Perdón? Yo no soy una vil ladrona! Soy una pirata, y pienso ganarme el dinero honradamente, apostando! De todos modos, si yo no se los quitaba seguro ese montón de borrachos se lo gastarían en alcohol y prostitutas, casi se podría decir que les hacia un favor.
En eso estaba entonces, empece por los dados, es un juego bastante simple pero hay que contar, así que siempre lo juego al principio de la noche, cuando aun puedo contar.
- Par! – Grite y di vuelta el improvisado vaso para dados sobre la mesa. Espere a tomar el ultimo sorbo de mi cerveza antes de descubrir el resultado – Es cábala – Explique, luego saque el vaso para descubrir un hermoso 4 - Ehaaaaaaaaa! He ganado otra vez! Vamos, vamos, págame!
El borracho pago mientras refunfuñaba de su mala suerte, del dios que no lo ayudaba y de la paliza que le daría la mujer cuando llegara a casa. Conté mi dinero y lo guarde con mucho cuidado, agite la bolsa para oírlo sonar – Es uno de los sonidos más bellos del mundo – Comente a mi próxima víctima mientras se sentaba.
La noche iba entrando en calor, ya se podía ver a varios tirados en donde el alcohol los había agarrado, tontos calamares de agua dulce, no saben beber. Me estaba costando ganar la ultima apuesta de la noche, se trataba de beber hasta ver quien caía primero, pero el que me había retado era enorme, un moro más grande que una puerta.
Una copa mas, y una mas, y otra.... Ains! Estoy al limite.....La ultima y.....Pum! Veo como el enorme ser cae desmayado, no creo que se levante en un rato. Sus amigos no están conformes con el resultado.
- No tengo la culpa de que su compañero sea una maldita niña bebiendo – Digo eso, pero cuando me levanto de mi silla pareciera que el mundo da vueltas.
Uno se me lanza arriba dispuesto a romperme los huesos, me corro hacia un costado de modo no grácil, pero si efectivo. Agarro la jarra que esta sobre la mesa y se la rompo en la cabeza, cae sin mas. Salta el siguiente de vaya uno a saber donde, me hace un tajo profundo en el costado, pero con un codazo en medio de la nuca se queda quieto, todo esto seria mas fácil si el piso se quedara quieto bajo mis pies.
Un momento de mareo basta, me agarran tres obreros fortachones, la paliza que me dan no tiene nombre, ya no aguanto....todo se queda oscuro...
Eso es lo ultimo que recuerdo, lo siguiente es despertarme en este sucio callejón, esta saliendo apenas el sol y me duele todo el cuerpo. Ya no tengo las monedas que había ganado, sucios borrachos ladrones. Tengo que levantarme
- Aaaarrgg! – Mucho dolor, levantarse no es una opción por ahora.
La luna se veía inmensa en un cielo despejado y lleno de pequeñas estrellas que no hacían sino resaltar la hermosura del cuadro general. Hacia algo de calor, corría un vientos cálidos de esos que invitan a los paseos para reflexionar y dar buen rumbo a la vida... Lastima que nada de esto podía ser apreciado dentro del aire viciado por el humo de tabaco que se juntaba sin parar dentro de la taberna.
Ya todos habíamos perdido la cuenta de cuantas rondas de cerveza habían pasado, a quien le importaba contarlas? Lo importante era beber, cantar, bailar y apostar. El mañana ya llegaría para darnos su frío abrazo e iluminarnos con su juzgadora luz... A beber como si se acabara el mundo! Solo que al final, el mundo nunca se acababa....
Pero el alcohol no lograba distraerme de mi objetivo principal... Dejar los bolsillos de todos los presentes total y completamente vacíos. Perdón? Yo no soy una vil ladrona! Soy una pirata, y pienso ganarme el dinero honradamente, apostando! De todos modos, si yo no se los quitaba seguro ese montón de borrachos se lo gastarían en alcohol y prostitutas, casi se podría decir que les hacia un favor.
En eso estaba entonces, empece por los dados, es un juego bastante simple pero hay que contar, así que siempre lo juego al principio de la noche, cuando aun puedo contar.
- Par! – Grite y di vuelta el improvisado vaso para dados sobre la mesa. Espere a tomar el ultimo sorbo de mi cerveza antes de descubrir el resultado – Es cábala – Explique, luego saque el vaso para descubrir un hermoso 4 - Ehaaaaaaaaa! He ganado otra vez! Vamos, vamos, págame!
El borracho pago mientras refunfuñaba de su mala suerte, del dios que no lo ayudaba y de la paliza que le daría la mujer cuando llegara a casa. Conté mi dinero y lo guarde con mucho cuidado, agite la bolsa para oírlo sonar – Es uno de los sonidos más bellos del mundo – Comente a mi próxima víctima mientras se sentaba.
La noche iba entrando en calor, ya se podía ver a varios tirados en donde el alcohol los había agarrado, tontos calamares de agua dulce, no saben beber. Me estaba costando ganar la ultima apuesta de la noche, se trataba de beber hasta ver quien caía primero, pero el que me había retado era enorme, un moro más grande que una puerta.
Una copa mas, y una mas, y otra.... Ains! Estoy al limite.....La ultima y.....Pum! Veo como el enorme ser cae desmayado, no creo que se levante en un rato. Sus amigos no están conformes con el resultado.
- No tengo la culpa de que su compañero sea una maldita niña bebiendo – Digo eso, pero cuando me levanto de mi silla pareciera que el mundo da vueltas.
Uno se me lanza arriba dispuesto a romperme los huesos, me corro hacia un costado de modo no grácil, pero si efectivo. Agarro la jarra que esta sobre la mesa y se la rompo en la cabeza, cae sin mas. Salta el siguiente de vaya uno a saber donde, me hace un tajo profundo en el costado, pero con un codazo en medio de la nuca se queda quieto, todo esto seria mas fácil si el piso se quedara quieto bajo mis pies.
Un momento de mareo basta, me agarran tres obreros fortachones, la paliza que me dan no tiene nombre, ya no aguanto....todo se queda oscuro...
Eso es lo ultimo que recuerdo, lo siguiente es despertarme en este sucio callejón, esta saliendo apenas el sol y me duele todo el cuerpo. Ya no tengo las monedas que había ganado, sucios borrachos ladrones. Tengo que levantarme
- Aaaarrgg! – Mucho dolor, levantarse no es una opción por ahora.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
¡Paf! Sólo un tenue sonido, una pequeña reverberación del aire indicaba que algo peculiar había sucedido en aquel callejón en el que, a la fría luz de la naciente madrugada, sólo era posible ver un cuerpo tendido en el sucio empedrado.
Pero las apariencias suelen engañar y esta ocasión no constituía una excepción. Porque la mujer tirada en el piso no era el único ser presente en ese lugar. Había alguien más. Y no, no eran los típicos gatos vagabundos que suelen pulular por sitios como éste.
Perfectamente mimetizada con su ambiente, invisible a los ojos humanos, una muchacha acababa de arribar al callejón.
- ¡Uf! ¡qué sucio! Vaya sitio al que vine a caer - murmuró Florangél con disgusto - Seguro que llegué a la Ciudad Portuaria.
La idea la aliviaba. Hubiese sido mucho mejor llegar a su propia casa o. al menos, a la academia pero no podía pedir tanto. Lo más importante era que había vuelto a su país y que conocía la ciudad a la que había llegado. Saliendo del callejón, no tardaría en orientarse y ubicar la posada en que antaño se alojara con su padre.
Pensar en su padre le hizo sentir un aguijonazo de nostalgia. Lo había extrañado mucho. A él y a su madre e, incluso, a su hermano. Debían haber estado muy preocupados por su desaparición. ¿Les hablaría del encuentro con la patrulla? Tal vez no fuera lo más conveniente. Pero de Arnein si que les hablaría, claro que si. ¿Qué habría sido de ella?
Sumida en sus pensamientos, caminaba hacia una de las salidas del callejón cuando un quejido interrumpió la marea de sus recuerdos y reflexiones. Sobresaltada, se detuvo mirando alrededor intentando ubicar el origen del sonido. No tardé en descubrir que venía de abajo. Exactamente, de una maltrecha mujer tendida en el suelo, cuya presencia no había advertido antes.
Solícita, se acercó a socorrer a la herida, olvidando por completo que ésta no podía verla.
- ¿Os asaltaron? - preguntó para luego conjurar una pequeña cantidad de agua en su mano; lamentablemente no tenía un vaso a mano - Bebed un poco - ofreció acercando su mano a la boca de la muchacha herida.
Sus escasísimos, casi nulos, conocimientos de primeros auxilios le indicaban que beber un poco de agua siempre beneficiaba a una persona herida.
Pero las apariencias suelen engañar y esta ocasión no constituía una excepción. Porque la mujer tirada en el piso no era el único ser presente en ese lugar. Había alguien más. Y no, no eran los típicos gatos vagabundos que suelen pulular por sitios como éste.
Perfectamente mimetizada con su ambiente, invisible a los ojos humanos, una muchacha acababa de arribar al callejón.
- ¡Uf! ¡qué sucio! Vaya sitio al que vine a caer - murmuró Florangél con disgusto - Seguro que llegué a la Ciudad Portuaria.
La idea la aliviaba. Hubiese sido mucho mejor llegar a su propia casa o. al menos, a la academia pero no podía pedir tanto. Lo más importante era que había vuelto a su país y que conocía la ciudad a la que había llegado. Saliendo del callejón, no tardaría en orientarse y ubicar la posada en que antaño se alojara con su padre.
Pensar en su padre le hizo sentir un aguijonazo de nostalgia. Lo había extrañado mucho. A él y a su madre e, incluso, a su hermano. Debían haber estado muy preocupados por su desaparición. ¿Les hablaría del encuentro con la patrulla? Tal vez no fuera lo más conveniente. Pero de Arnein si que les hablaría, claro que si. ¿Qué habría sido de ella?
Sumida en sus pensamientos, caminaba hacia una de las salidas del callejón cuando un quejido interrumpió la marea de sus recuerdos y reflexiones. Sobresaltada, se detuvo mirando alrededor intentando ubicar el origen del sonido. No tardé en descubrir que venía de abajo. Exactamente, de una maltrecha mujer tendida en el suelo, cuya presencia no había advertido antes.
Solícita, se acercó a socorrer a la herida, olvidando por completo que ésta no podía verla.
- ¿Os asaltaron? - preguntó para luego conjurar una pequeña cantidad de agua en su mano; lamentablemente no tenía un vaso a mano - Bebed un poco - ofreció acercando su mano a la boca de la muchacha herida.
Sus escasísimos, casi nulos, conocimientos de primeros auxilios le indicaban que beber un poco de agua siempre beneficiaba a una persona herida.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Aun sentía la cabeza embotada por la resaca, escuchaba los sonidos mal y le costaba concentrarse. Maldito alcohol, pensaba , no volvería a beber ni una copa... Bueno, tal vez en reuniones y eventos sociales, para no ser mal educada... O cuando tengo mucha sed en esos días de calor.... Olvídenlo.
Con mucho esfuerzo logro sentarse, inmediatamente la cabeza se hizo sentir, como castigándola por las cosas que le había echo pasar. La agarro con ambas manos y escondió la misma entre las rodillas....Necesitaba un gran balde de agua fría donde sumergirse.
Noto grandes chichones en varias partes, y también sangre seca entre los cabellos, de seguro se había echo un tajo en alguna parte. Miro sus brazos y piernas, tenían raspones algo profundos, pero no graves, lo peor eran los múltiples moretones, harían que cada movimiento fuera un sufrimiento. El tajo en las costillas había que cerrarlo rápido, antes de que se infectara.
Fue entonces cuando escucho que le ofrecían de beber, levanto su vista feliz de por fin encontrar alguien amistoso. Pero para su sorpresa no había nadie allí...
- Hoe? – Retrocedió a toda velocidad contra la pared. Miro con mas atención.... No había nada, o al menos no lo parecía. Los problemas de visión que le causaba la resaca no ayudaban a que lograra enfocar bien. Cerro los ojos unos segundos, y volvió a abrirlos intentando ver bien – Quien esta ahí?
En cuento menciono los del robo se acordó de sus dagas, de inmediato puso las manos sobre el cinturón. Ahí estaban, probablemente no consideraron que fueran de valor. Y en verdad no lo eran, estaban echas con un metal común, los mangos estaban hechos con el hueso de un animal que su padre había casado con sus propias manos. Es verdad, no tenían valor monetario, solo sentimental.
El de la bota podía sentirlo sin necesidad de agacharse a ver, ese también era “valioso”, ella misma lo había echo cuando era pequeña, en su momento era un gran cuchillo, a medida que creció le fue quedando pequeño, hasta que solo le quedo como una pequeña daga para la bota.
Bueno, sabia que no estaba loca, así que, la viera o no, había una mujer ahí tratando de ayudarla. Y eso valía mucho para ella.
- Si, se podría decir que me robaron – Dijo dejándose caer una vez mas con la espalda aun contra la pared – Y aprovecharon para molerme a golpes también – Intento realizar una sonrisa pero incluso le dolía la cara, lo cual dio como resultado una mueca de dolor – Eso me pasa por no saber cuando retirarme...
Con mucho esfuerzo logro sentarse, inmediatamente la cabeza se hizo sentir, como castigándola por las cosas que le había echo pasar. La agarro con ambas manos y escondió la misma entre las rodillas....Necesitaba un gran balde de agua fría donde sumergirse.
Noto grandes chichones en varias partes, y también sangre seca entre los cabellos, de seguro se había echo un tajo en alguna parte. Miro sus brazos y piernas, tenían raspones algo profundos, pero no graves, lo peor eran los múltiples moretones, harían que cada movimiento fuera un sufrimiento. El tajo en las costillas había que cerrarlo rápido, antes de que se infectara.
Fue entonces cuando escucho que le ofrecían de beber, levanto su vista feliz de por fin encontrar alguien amistoso. Pero para su sorpresa no había nadie allí...
- Hoe? – Retrocedió a toda velocidad contra la pared. Miro con mas atención.... No había nada, o al menos no lo parecía. Los problemas de visión que le causaba la resaca no ayudaban a que lograra enfocar bien. Cerro los ojos unos segundos, y volvió a abrirlos intentando ver bien – Quien esta ahí?
En cuento menciono los del robo se acordó de sus dagas, de inmediato puso las manos sobre el cinturón. Ahí estaban, probablemente no consideraron que fueran de valor. Y en verdad no lo eran, estaban echas con un metal común, los mangos estaban hechos con el hueso de un animal que su padre había casado con sus propias manos. Es verdad, no tenían valor monetario, solo sentimental.
El de la bota podía sentirlo sin necesidad de agacharse a ver, ese también era “valioso”, ella misma lo había echo cuando era pequeña, en su momento era un gran cuchillo, a medida que creció le fue quedando pequeño, hasta que solo le quedo como una pequeña daga para la bota.
Bueno, sabia que no estaba loca, así que, la viera o no, había una mujer ahí tratando de ayudarla. Y eso valía mucho para ella.
- Si, se podría decir que me robaron – Dijo dejándose caer una vez mas con la espalda aun contra la pared – Y aprovecharon para molerme a golpes también – Intento realizar una sonrisa pero incluso le dolía la cara, lo cual dio como resultado una mueca de dolor – Eso me pasa por no saber cuando retirarme...
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Había olvidado totalmente que, por precaución, había adoptado su mimetismo natural antes de pronunciar el hechizo, así que la reacción de la muchacha la sorprendió por completo y la alarmó. ¿Pensaría que quería hacerle daño? ¿tanto la habían lastimado que ahora desconfiaba de una inofensiva muchacha como ella? Pobrecilla... Tenía que hacer algo para tranquilizarla y convencerla de que ella no era peligrosa
Entre la sorpresa que el movimiento de retroceso de la chica le había causado y el buscar rápidamente una forma de acercarse a ella sin asustarla más (estaba a punto de transformarse en un dulce, inofensivo y lindo animalito) el "¿quién está ahí?" tardó en hacer el viaje desde sus oídos a su cerebro.
Y cuando llegó, por fin entendió lo que había sucedido. "Pero que despistada soy", pensó dandóse una palmada en la frente y lanzando una carcajada justo en el momento que la muchacha parecía calmarse y le contaba lo que había pasado, "como iba a verme si estoy mimetizada". Y al darse cuenta de eso abandonó la idea de transformarse en pro de la más práctica de hacerse visible.
- Lamento haberos asustado - dijo, acecándose a la chica - Olvidé que no podiáis verme. ¿Quereis beber un poco de agua? Tal vez os haga sentir mejor? -agregó conjurando nuevamente algo de agua en sus manos unidas formando un cuenco (lo que resultó mucho más práctico que usar una sola mano)
Por supuesto, no se le ocurrió pensar que la herida podía interpretar su risa como una burla a sus desgracias.
Entre la sorpresa que el movimiento de retroceso de la chica le había causado y el buscar rápidamente una forma de acercarse a ella sin asustarla más (estaba a punto de transformarse en un dulce, inofensivo y lindo animalito) el "¿quién está ahí?" tardó en hacer el viaje desde sus oídos a su cerebro.
Y cuando llegó, por fin entendió lo que había sucedido. "Pero que despistada soy", pensó dandóse una palmada en la frente y lanzando una carcajada justo en el momento que la muchacha parecía calmarse y le contaba lo que había pasado, "como iba a verme si estoy mimetizada". Y al darse cuenta de eso abandonó la idea de transformarse en pro de la más práctica de hacerse visible.
- Lamento haberos asustado - dijo, acecándose a la chica - Olvidé que no podiáis verme. ¿Quereis beber un poco de agua? Tal vez os haga sentir mejor? -agregó conjurando nuevamente algo de agua en sus manos unidas formando un cuenco (lo que resultó mucho más práctico que usar una sola mano)
Por supuesto, no se le ocurrió pensar que la herida podía interpretar su risa como una burla a sus desgracias.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Estaba en pleno proceso de quejas y maldiciones cuando apareció ante ella una encantadora joven, tenia largos cabellos negros, una mirada dulce como la miel, y para terminar de completar la hermosa imagen, le ofrecía ayuda! Sin duda, todavía había gente que valía la pena en este mundo.
Ni por un momento se le ocurrió pensar que podía estar riéndose de sus desgracias, prefería pensar que simplemente era de carácter alegre, seria una hechicera? En cualquier caso, ella también abría encontrado graciosa su imagen...
Su camisa blanca ahora tenia manchas por varios lugares, y sus pantalones estilo babucha se habían rasgado en una pierna, pero lo interesante era el esqueleto de pez que se había posado en su cabeza.
Sophitia se sonrojo al darse cuenta de ese detalle, y con movimientos cuidadosos para que no le doliera se lo quito.
-Dioses, mi imagen es un desastre – Sonriendo tímidamente – Esto de dormir en callejones no es para mi, jajaja!
La verdad que un poco de agua no le vendría nada mal, se fijo si su petaca estaba aun en su bolsillo trasero, así la joven no tendría que sostenerla con sus manos. No, ya no estaba. Hizo un gesto de molestia, y se acerco para intentar beber al menos un poco...
Apoyándose contra la pared fue levantándose lentamente, trato de sacudirse la ropa y volvió a atarse el pelo desordenado. Ahora se sentía algo mas presentable...
-Mi nombre es Sophitia – Dijo mientras extendía la mano a modo de saludo – Te agradezco en verdad tu ayuda, puedo saber el nombre de tan buena mujer?
Era difícil encontrar personas que ayuden a piratas, estos solían tener muy mala fama (y con razón), así que no era habitual que la gente sintieran pena por ellos. También existía la posibilidad de que no se hubiese dado cuenta de que clase de persona era, mejor así, le gustaba la idea de poder hablar con personas normales para variar.
Aun estaba con la mano levantada cuando comenzó a sentir algo caliente en el costado de su cuerpo. Por los múltiples movimientos la herida del costado se le había abierto y sangraba de modo importante, la camisa antes blanca ahora estaba manchada de rojo oscuro.
-Demonios! Eso no puede ser bueno... – Agarro con ambas manos la herida para intentar parar el sangrado.
Ni por un momento se le ocurrió pensar que podía estar riéndose de sus desgracias, prefería pensar que simplemente era de carácter alegre, seria una hechicera? En cualquier caso, ella también abría encontrado graciosa su imagen...
Su camisa blanca ahora tenia manchas por varios lugares, y sus pantalones estilo babucha se habían rasgado en una pierna, pero lo interesante era el esqueleto de pez que se había posado en su cabeza.
Sophitia se sonrojo al darse cuenta de ese detalle, y con movimientos cuidadosos para que no le doliera se lo quito.
-Dioses, mi imagen es un desastre – Sonriendo tímidamente – Esto de dormir en callejones no es para mi, jajaja!
La verdad que un poco de agua no le vendría nada mal, se fijo si su petaca estaba aun en su bolsillo trasero, así la joven no tendría que sostenerla con sus manos. No, ya no estaba. Hizo un gesto de molestia, y se acerco para intentar beber al menos un poco...
Apoyándose contra la pared fue levantándose lentamente, trato de sacudirse la ropa y volvió a atarse el pelo desordenado. Ahora se sentía algo mas presentable...
-Mi nombre es Sophitia – Dijo mientras extendía la mano a modo de saludo – Te agradezco en verdad tu ayuda, puedo saber el nombre de tan buena mujer?
Era difícil encontrar personas que ayuden a piratas, estos solían tener muy mala fama (y con razón), así que no era habitual que la gente sintieran pena por ellos. También existía la posibilidad de que no se hubiese dado cuenta de que clase de persona era, mejor así, le gustaba la idea de poder hablar con personas normales para variar.
Aun estaba con la mano levantada cuando comenzó a sentir algo caliente en el costado de su cuerpo. Por los múltiples movimientos la herida del costado se le había abierto y sangraba de modo importante, la camisa antes blanca ahora estaba manchada de rojo oscuro.
-Demonios! Eso no puede ser bueno... – Agarro con ambas manos la herida para intentar parar el sangrado.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Afortunadamente, la maltrecha muchacha no se tomó a mal su carcajada y tras una breve vacilación, como si buscara algo, aceptó el agua que Florangél le ofrecía. En el intertanto, ésta aprovechó para examinarla con detención.
Se trataba de una chica hermosa, quizás algo mayor que ella, con aire resuelto y que se encontraba en lamentables condiciones. De todos modos, las manchas de su blusa y el desgarrón de sus pantalones no impidieron que Flor encontrara que el atuendo de la joven era muy elegante y bastante práctico. Mucho más que el vestido que ella acostumbraba a usar.
Observó con simpatía como la chica se sonrojaba y se quitaba el esqueleto de pez que se había enredado en su cabello y le brindó una cálida sonrisa de aliento.
- Seguramente son muy incómodos.
Le alegró ver que el agua animaba lo suficiente a la joven como para levantarse, arreglarse y presentarse. De no haber funcionado eso, no hubiera sabido que más hacer.
- Me llamo Florangél - contestó encantada de oírse llamar buena mujer - y no tienes nada que agradecerme - agregó, tomando la mano que Sophitia le extendía.
La idea de que la herida fuera una pirata no había cruzado por su cabeza. Nunca había visto un pirata en persona antes y la imagen que tenía de ellos incluía un parche en un ojo y una pata de palo; al menos una de esas cosas. Pero de haberlo sabido, su actitud no hubiera cambiado. La chica estaba herida y no había nada en ella lo suficientemente amenazante como para disuadirla de prestarle ayuda.
Cuando Sophitia se llevó la mano a su costado herido, del que manaba mucha sangre, Flor se la quedó mirando con ojos muy abiertos y muy decepcionados. El agua no había bastado, después de todo. Y pese a lo que ella misma había creído momentos antes, sí supo qué hacer. No hace mucho tiempo se había visto en una situación semejante, siendo ella la herida. Recordando aquello, decidió hacer por Sophitia lo que alguna vez Arneín había hecho por ella. Desgarrando el ruedo de su vestido obtuvo tela suficiente para improvisar una venda y se acercó a la muchacha.
- Sujeta esto sobre tu herida -indicó, pasándole el trozo de tela doblda para, a acontinuación, quitarse el cinturón y colocárselo a Sophitia para sujetar el apósito - Esto puede ayudar un poco, pero hay que buscar un médico. ¿Conoces alguno?
Ella no conocía ninguno en la que creía la Ciudad Portuaria de su país natal.
Se trataba de una chica hermosa, quizás algo mayor que ella, con aire resuelto y que se encontraba en lamentables condiciones. De todos modos, las manchas de su blusa y el desgarrón de sus pantalones no impidieron que Flor encontrara que el atuendo de la joven era muy elegante y bastante práctico. Mucho más que el vestido que ella acostumbraba a usar.
Observó con simpatía como la chica se sonrojaba y se quitaba el esqueleto de pez que se había enredado en su cabello y le brindó una cálida sonrisa de aliento.
- Seguramente son muy incómodos.
Le alegró ver que el agua animaba lo suficiente a la joven como para levantarse, arreglarse y presentarse. De no haber funcionado eso, no hubiera sabido que más hacer.
- Me llamo Florangél - contestó encantada de oírse llamar buena mujer - y no tienes nada que agradecerme - agregó, tomando la mano que Sophitia le extendía.
La idea de que la herida fuera una pirata no había cruzado por su cabeza. Nunca había visto un pirata en persona antes y la imagen que tenía de ellos incluía un parche en un ojo y una pata de palo; al menos una de esas cosas. Pero de haberlo sabido, su actitud no hubiera cambiado. La chica estaba herida y no había nada en ella lo suficientemente amenazante como para disuadirla de prestarle ayuda.
Cuando Sophitia se llevó la mano a su costado herido, del que manaba mucha sangre, Flor se la quedó mirando con ojos muy abiertos y muy decepcionados. El agua no había bastado, después de todo. Y pese a lo que ella misma había creído momentos antes, sí supo qué hacer. No hace mucho tiempo se había visto en una situación semejante, siendo ella la herida. Recordando aquello, decidió hacer por Sophitia lo que alguna vez Arneín había hecho por ella. Desgarrando el ruedo de su vestido obtuvo tela suficiente para improvisar una venda y se acercó a la muchacha.
- Sujeta esto sobre tu herida -indicó, pasándole el trozo de tela doblda para, a acontinuación, quitarse el cinturón y colocárselo a Sophitia para sujetar el apósito - Esto puede ayudar un poco, pero hay que buscar un médico. ¿Conoces alguno?
Ella no conocía ninguno en la que creía la Ciudad Portuaria de su país natal.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Florangel reacciono sumamente rápido, seria doctora? Rompió un trozo de su largo vestido e improviso una venda, Sophitia apretó el trozo de tela lo mas fuerte que pudo, se le escapo una mueca de dolor que intento acallar mordiéndose el labio inferior. Luego la muchacha le apretó la venda con un cinturón, que chica mas lista!
Soportar el dolor la agoto mas de lo que esperaba, se apoyo contra la pared en busca de apoyo, ya que el piso no se quedaba quieto, tal vez había estado sangrando mientras estaba desmayada... No lo recordaba en lo absoluto.
- No, no conozco médicos...Nunca fui a uno... – El maldito piso seguía bailando bajo sus pies – Solo necesito un lugar donde descansar, puedo curarme sola...
Siempre se había curado sola, cuando era chica era su padre el que curaba sus heridas. Cuando creció, ella misma las vendaba, desinfectaba y cosía. El porque es simple, en primer lugar, porque en alta mar no había doctores y las heridas eran comunes, y en segundo lugar, porque todos los doctores eran un montón de timadores, eso le había dicho su padre, en cuanto uno se descuida, Zhas!! Te estaban robando los dientes de oro.... Sophitia no tenia dientes de oro, pero uno nunca sabe qué podrían robarle...
- Nada de médicos – Dijo mientras se doblaba para intentar que no le doliera – Solo un lugar confortable
Sentía que ya estaba abusando de la ayuda de Florangel, ella había sido tan bondadosa de darle una mano, no podía seguir dependiendo de eso. Debía encontrar alguna taberna que alquilara cuartos o algo parecido...
-Busquemos un cuarto donde pueda hospedarme y no abra problemas... –
Entonces recordó que no tenia ni un centavo, le habían robado su bolsa... Maldita sea! Toda la suerte que había tenido la noche anterior le estaba pasando la cuenta ahora mismo, no importaba.
- Te estoy causando mucho problemas, mira, hasta rompiste tu vestido por mi culpa. Mejor déjame aquí, si duermo un rato seguro se me pasara- Era lo único que podía hacer para dejar de molestar...
Soportar el dolor la agoto mas de lo que esperaba, se apoyo contra la pared en busca de apoyo, ya que el piso no se quedaba quieto, tal vez había estado sangrando mientras estaba desmayada... No lo recordaba en lo absoluto.
- No, no conozco médicos...Nunca fui a uno... – El maldito piso seguía bailando bajo sus pies – Solo necesito un lugar donde descansar, puedo curarme sola...
Siempre se había curado sola, cuando era chica era su padre el que curaba sus heridas. Cuando creció, ella misma las vendaba, desinfectaba y cosía. El porque es simple, en primer lugar, porque en alta mar no había doctores y las heridas eran comunes, y en segundo lugar, porque todos los doctores eran un montón de timadores, eso le había dicho su padre, en cuanto uno se descuida, Zhas!! Te estaban robando los dientes de oro.... Sophitia no tenia dientes de oro, pero uno nunca sabe qué podrían robarle...
- Nada de médicos – Dijo mientras se doblaba para intentar que no le doliera – Solo un lugar confortable
Sentía que ya estaba abusando de la ayuda de Florangel, ella había sido tan bondadosa de darle una mano, no podía seguir dependiendo de eso. Debía encontrar alguna taberna que alquilara cuartos o algo parecido...
-Busquemos un cuarto donde pueda hospedarme y no abra problemas... –
Entonces recordó que no tenia ni un centavo, le habían robado su bolsa... Maldita sea! Toda la suerte que había tenido la noche anterior le estaba pasando la cuenta ahora mismo, no importaba.
- Te estoy causando mucho problemas, mira, hasta rompiste tu vestido por mi culpa. Mejor déjame aquí, si duermo un rato seguro se me pasara- Era lo único que podía hacer para dejar de molestar...
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Sophitia no estaba nada de bien, eso estaba más que claro. Florangél vio con preocupación como la muchacha se tambaleaba pese a estar apoyada en la pared y extendió los brazos, dispuesta a sostenerla si se desplomaba.
La respuesta de la chica la descorazonó. Ella misma sólo había requerido ayuda médica un par de veces en su vida, pero sabía reconocer cuando dicha ayuda era necesaria y, definitivamente, éste era el caso. La herida del costado no era de las que se curan solas y Sophitia parecía haber perdido bastante sangre.
De todos modos, la idea de buscar un lugar confortable donde descansar era buena. Con la muchacha bien acomodada en una cama, ella se ocuparía de buscar un médico. Seguramente, el señor Norton le indicaría donde encontrar uno y, mientras, se ocuparía de que Sophitia estuviera bien. Era un viejo muy gruñón, pero tenía un corazón de oro. Estaba decidido, irían a la posada del señor Norton. Iba a plantearle la idea a Sophitia cuando la expresión del rostro de ésta cambió de repente. Advirtió en seguida lo que sucedía, no tenía dinero para pagar un hospedaje. Era esperable, acababan de robarle.
La propuesta que la chica le hizo, subsiguiente a recordar que no tenía dinero, le resultó completamente inadmisible. ¿Dejar a una persona herida de gravedad durmiendo en un callejón? ¡Jamás! Florangél creía en la solidaridad y la practicaba activamente. Ella había recibido ayuda desinteresada muchas veces y no sería ella quien abandonara a su suerte a una congénere necesitada de auxilio, ¡no, señor!
La idea le produjo tal disgusto que le echó una breve mirada furiosa a Sophitia antes de recordar que ella era la herida y que tenía que serenarse y tratarla con cuidado.
- Ni hablar, no te dejaré aqui - dijo con voz firme -tengo algo de dinero y conozco una posada donde no nos cobrarán mucho. Iremos ahí.
Decidida, se acercó a Sophitia y le pasó un brazo por los hombros, para apoyarla mientras caminaban. Pero antes de ponerse en marcha tenía que resolver un pequeño detalle.
- Oye, estoy un poco desorientada. ¿Sabes hacia donde está la calle del Delfin Sonriente? Es cerca del muelle.
La respuesta de la chica la descorazonó. Ella misma sólo había requerido ayuda médica un par de veces en su vida, pero sabía reconocer cuando dicha ayuda era necesaria y, definitivamente, éste era el caso. La herida del costado no era de las que se curan solas y Sophitia parecía haber perdido bastante sangre.
De todos modos, la idea de buscar un lugar confortable donde descansar era buena. Con la muchacha bien acomodada en una cama, ella se ocuparía de buscar un médico. Seguramente, el señor Norton le indicaría donde encontrar uno y, mientras, se ocuparía de que Sophitia estuviera bien. Era un viejo muy gruñón, pero tenía un corazón de oro. Estaba decidido, irían a la posada del señor Norton. Iba a plantearle la idea a Sophitia cuando la expresión del rostro de ésta cambió de repente. Advirtió en seguida lo que sucedía, no tenía dinero para pagar un hospedaje. Era esperable, acababan de robarle.
La propuesta que la chica le hizo, subsiguiente a recordar que no tenía dinero, le resultó completamente inadmisible. ¿Dejar a una persona herida de gravedad durmiendo en un callejón? ¡Jamás! Florangél creía en la solidaridad y la practicaba activamente. Ella había recibido ayuda desinteresada muchas veces y no sería ella quien abandonara a su suerte a una congénere necesitada de auxilio, ¡no, señor!
La idea le produjo tal disgusto que le echó una breve mirada furiosa a Sophitia antes de recordar que ella era la herida y que tenía que serenarse y tratarla con cuidado.
- Ni hablar, no te dejaré aqui - dijo con voz firme -tengo algo de dinero y conozco una posada donde no nos cobrarán mucho. Iremos ahí.
Decidida, se acercó a Sophitia y le pasó un brazo por los hombros, para apoyarla mientras caminaban. Pero antes de ponerse en marcha tenía que resolver un pequeño detalle.
- Oye, estoy un poco desorientada. ¿Sabes hacia donde está la calle del Delfin Sonriente? Es cerca del muelle.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
El mundo daba vueltas, se detenía durante pocos minutos y luego comenzaba otra vez...Le costaba concentrar la mirada en un solo punto.
Increíblemente Florangel no sesgaba en sus intentos por ayudarla, se sentía conmovida por tanta bondad... No era algo que se viera seguido, mucho menos en el mundo pirata. Los hay bueno, los hay malos....Pero estos últimos in duda son mayoría.
Vio como la muchacha extendía los brazos como para sujetarla, tan mal se veía? Al parecer sus intentos por parecer bien no habían funcionado, ya sabia que la actuación no seria una opción a futuro.
- Tranquila, una pequeñez así no va a acabar conmigo, soy la gran Sophitia, la intrépida! – Dijo cruzándose de brazos y levantando el mentón, inmediatamente volvió a agarrarse la herida. El apodo se lo acababa de inventar por cierto, pero tenia que recordarlo para mas adelante.
El simple echo de hablar ya la había debilitado, trastabillo y cayo en los brazos de Florangel, su perfume era muy rico, era como exótico, como de otro mundo. Casi la mareo mas que la perdida de sangre.
Sintió como le pasaba el brazo por encima del hombro, fue maravilloso poder apoyar su peso sobre algo que no fueran sus pies. Le sonrío un poco como en señal de agradecimiento, e intento caminar de a pasos cortos.
Si conocía alguna posada barata, quizás podría devolverle el dinero luego, eso esperaba, porque en verdad no quería deberle dinero a alguien que la había ayudado tanto
A paso lento se acercaron a la salida del callejón, ya los negocios callejeros estaban abriendo y la gente comenzaba a circular. Alguno miraban con curiosidad a las dos chicas que salían de un lugar tan particular. Una con el vestido desgarrado y otra herida y con manchas de basura, era como para preguntarse... pero nadie dijo ni hizo nada.
- Delfín Sonriente? – Sophitia no sabia si había escuchado mal o si ya estaba delirando por el cansancio – No conozco ninguna calle que se llame así....Y conozco estos muelles como la palma de mi mano...
Entonces se le ocurrió...
- Acaso eres nueva en la zona? – Quizás la chica era nueva y confundía los nombres de las calles o no conocía la zona de los muelles.
Increíblemente Florangel no sesgaba en sus intentos por ayudarla, se sentía conmovida por tanta bondad... No era algo que se viera seguido, mucho menos en el mundo pirata. Los hay bueno, los hay malos....Pero estos últimos in duda son mayoría.
Vio como la muchacha extendía los brazos como para sujetarla, tan mal se veía? Al parecer sus intentos por parecer bien no habían funcionado, ya sabia que la actuación no seria una opción a futuro.
- Tranquila, una pequeñez así no va a acabar conmigo, soy la gran Sophitia, la intrépida! – Dijo cruzándose de brazos y levantando el mentón, inmediatamente volvió a agarrarse la herida. El apodo se lo acababa de inventar por cierto, pero tenia que recordarlo para mas adelante.
El simple echo de hablar ya la había debilitado, trastabillo y cayo en los brazos de Florangel, su perfume era muy rico, era como exótico, como de otro mundo. Casi la mareo mas que la perdida de sangre.
Sintió como le pasaba el brazo por encima del hombro, fue maravilloso poder apoyar su peso sobre algo que no fueran sus pies. Le sonrío un poco como en señal de agradecimiento, e intento caminar de a pasos cortos.
Si conocía alguna posada barata, quizás podría devolverle el dinero luego, eso esperaba, porque en verdad no quería deberle dinero a alguien que la había ayudado tanto
A paso lento se acercaron a la salida del callejón, ya los negocios callejeros estaban abriendo y la gente comenzaba a circular. Alguno miraban con curiosidad a las dos chicas que salían de un lugar tan particular. Una con el vestido desgarrado y otra herida y con manchas de basura, era como para preguntarse... pero nadie dijo ni hizo nada.
- Delfín Sonriente? – Sophitia no sabia si había escuchado mal o si ya estaba delirando por el cansancio – No conozco ninguna calle que se llame así....Y conozco estos muelles como la palma de mi mano...
Entonces se le ocurrió...
- Acaso eres nueva en la zona? – Quizás la chica era nueva y confundía los nombres de las calles o no conocía la zona de los muelles.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Fue un enorme alivio que la gran Sophitia, la intrépida, decidiera demostrar que ademas de intrépida era inteligente y se apoyara en ella para caminar. No resultaba un gran peso. Aunque más alta que Florangél, Sophitia no era especialmente corpulenta y Flor no era una muchacha debilucha. Se encontraba en buena forma y gozaba de buena salud.
Por supuesto, podría haberse transformado en un caballo o un asno, por ejemplo, para transportra a la herida. Pero ésta no parecía siquiera en condiciones de montar sin caerse y además... ciertas aciagas experencias le habían enseñado a no usar las transformaciones a menos que fuera estrictamente necesario. Lejanos estaban los días en que se transformaba sólo para divertirse. Tan lejanos como lejana le parecía ahora su despreocupada niñez.
Reprimiendo un suspiro nostálgico, sostuvo a Sophitia con fuerza y emprendió rumbo a la salida del callejón. Avanzaban a paso lento, mientras la ciudad a su alrededor se desperezaba recién despertando de su sueño nocturno. Si hubo miradas curiosas ante la facha que ambas presentaban, no tuvo tiempo de notarlo. La respuesta de Sophitia a su pregunta había que su corazón diera un brinco y dejara de prestar atención a todo lo demás.
¿No conocía la calle del Delfin Sonriente? No era posible. Era una calle muy conocida en la Ciudad Portuaria. Había ahí un par de posadas, una taberna muy popular, algunas tiendas. Si Sophitia conocía los muelles como la palma de su mano como decía, ¿cómo es que no sabía de esa calle?
Un escalofrío recorrió su columna vertebral.
¿Qué la había hecho pensar que estaba en la Ciudad Portuaria? Algo en el callejón evocó en su mente la idea de puerto, eso era... pero tal vez se había equivocado... Y si no era la Ciudad Portuaria, ¿dónde estaba? ¿en Khamar? Una vocecita en un rincón de su mente le decía que no.
Se detuvo en seco y miró a Sophitia con la duda y una naciente angustia reflejadas en sus ojos.
- Esta es la Ciudad Portuaria, ¿verdad? - preguntó con voz levemente temblorosa.
Por supuesto, podría haberse transformado en un caballo o un asno, por ejemplo, para transportra a la herida. Pero ésta no parecía siquiera en condiciones de montar sin caerse y además... ciertas aciagas experencias le habían enseñado a no usar las transformaciones a menos que fuera estrictamente necesario. Lejanos estaban los días en que se transformaba sólo para divertirse. Tan lejanos como lejana le parecía ahora su despreocupada niñez.
Reprimiendo un suspiro nostálgico, sostuvo a Sophitia con fuerza y emprendió rumbo a la salida del callejón. Avanzaban a paso lento, mientras la ciudad a su alrededor se desperezaba recién despertando de su sueño nocturno. Si hubo miradas curiosas ante la facha que ambas presentaban, no tuvo tiempo de notarlo. La respuesta de Sophitia a su pregunta había que su corazón diera un brinco y dejara de prestar atención a todo lo demás.
¿No conocía la calle del Delfin Sonriente? No era posible. Era una calle muy conocida en la Ciudad Portuaria. Había ahí un par de posadas, una taberna muy popular, algunas tiendas. Si Sophitia conocía los muelles como la palma de su mano como decía, ¿cómo es que no sabía de esa calle?
Un escalofrío recorrió su columna vertebral.
¿Qué la había hecho pensar que estaba en la Ciudad Portuaria? Algo en el callejón evocó en su mente la idea de puerto, eso era... pero tal vez se había equivocado... Y si no era la Ciudad Portuaria, ¿dónde estaba? ¿en Khamar? Una vocecita en un rincón de su mente le decía que no.
Se detuvo en seco y miró a Sophitia con la duda y una naciente angustia reflejadas en sus ojos.
- Esta es la Ciudad Portuaria, ¿verdad? - preguntó con voz levemente temblorosa.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Cada paso resultaba más doloroso que el anterior, parecía que la herida se había abierto un poco más, debía coserla pronto, y así se uniría a la larga lista de cicatrices que tenia por todo el cuerpo.
Por suerte para ella no tenia ninguna importante en el rostro, la más grande que tenia era una que partía desde la ultima costilla y terminaba en el cuello, recuerdos de porque una no tiene que acercarse a papá cuando esta en medio de una pelea contra un barco que no se dejaba robar.
Notaba a Florangel algo confundida, como si no encontrara lo que estaba buscando o si no reconociera ciertas cosas. Un dejo de preocupación se dislumbro en su mirada. Sophitia no entendía qué le pasaba, acaso se había acordado de algo? Tal vez se había arrepentido de ofrecerle ayuda.
- Oye, estas bien? – Dijo deteniéndose para poder prestarle toda su atención.
La gente se empezaba a amontonar, era una zona con mucho movimiento comercial. Las personas venían aquí en busca de comida, agua, cosas para la casa, mercenarios, cosas para el bordado, animales, esclavos, oro, joyas, etc. Y todo, absolutamente todo, por el precio mas razonable... En su mayoría eran baratijas, comida de mala calidad y esclavos viejos o tontos. Pero para el ojo del buen comprador había miles de posibilidades.
- Esta es una ciudad portuaria....Entre tantas otras....Sucede algo? – La pregunta le llamo mucho la atención, era bastante obvio que era una zona portuaria, pero un presentimiento le decía que en realidad no era esa su duda...
Sintió una puntada en el costado y un calor le recorrió toda la columna, tenia que entrar en alguna posada pronto, cualquiera estaría bien.
- A una cuadra hay un lugar donde quedarnos, luego veré como conseguir el dinero para pagarla, por eso no te preocupes. Solo ayúdame a llegar hasta allí- Señalo el rumbo e insto a la muchacha a caminar en esa dirección.
Por suerte para ella no tenia ninguna importante en el rostro, la más grande que tenia era una que partía desde la ultima costilla y terminaba en el cuello, recuerdos de porque una no tiene que acercarse a papá cuando esta en medio de una pelea contra un barco que no se dejaba robar.
Notaba a Florangel algo confundida, como si no encontrara lo que estaba buscando o si no reconociera ciertas cosas. Un dejo de preocupación se dislumbro en su mirada. Sophitia no entendía qué le pasaba, acaso se había acordado de algo? Tal vez se había arrepentido de ofrecerle ayuda.
- Oye, estas bien? – Dijo deteniéndose para poder prestarle toda su atención.
La gente se empezaba a amontonar, era una zona con mucho movimiento comercial. Las personas venían aquí en busca de comida, agua, cosas para la casa, mercenarios, cosas para el bordado, animales, esclavos, oro, joyas, etc. Y todo, absolutamente todo, por el precio mas razonable... En su mayoría eran baratijas, comida de mala calidad y esclavos viejos o tontos. Pero para el ojo del buen comprador había miles de posibilidades.
- Esta es una ciudad portuaria....Entre tantas otras....Sucede algo? – La pregunta le llamo mucho la atención, era bastante obvio que era una zona portuaria, pero un presentimiento le decía que en realidad no era esa su duda...
Sintió una puntada en el costado y un calor le recorrió toda la columna, tenia que entrar en alguna posada pronto, cualquiera estaría bien.
- A una cuadra hay un lugar donde quedarnos, luego veré como conseguir el dinero para pagarla, por eso no te preocupes. Solo ayúdame a llegar hasta allí- Señalo el rumbo e insto a la muchacha a caminar en esa dirección.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
No, no estaba bien.
Todo a su alrededor.... los comerciantes que abrían las tiendas, los compradores que madrugaban en busca de una oferta, la herida de Sophitia... todo pasó a un segundo plano ante la sospecha que crecía, como mala hierba. en su interior.
Sospecha que se se convirtió en certidumbre ante la respuesta de la joven pirata. "... una ciudad portuaria... entre tantas otras" La suya, aquella en la que había creído estar, no era una ciudad portuaria en minúsculas. No, claro que no. La suya era la Ciudad Portuaria, así, con las iniciales en mayúsculas.
Solía actuar antes de pensar mucho, o poco, en lo que iba a hacer, pero esta vez vivió el proceso inverso. La angustia que sentía ante la certeza de haber llegado de nuevo al lugar equivocado, paralizó sus piernas, sus brazos, hasta su lengua.
Súbitamente se sintió muy pequeña, muy sola, muy indefensa. Completamente perdida. Abandonada a su suerte. Separada para siempre de su familia. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, fruto del rapto de compasión por si misma que sentía en aquellos momentos y que la obligó a morderse los labios para reprimir un indigno sollozo.
Pero casi de inmediato y al mismo tiempo, comenzó a sentir una vibrante ira. Ira contra si misma por ser tan torpe en los hechizos de transportación. Ira contra los hechiceros que habían creado dichos hechizos. Ira contra el mundo que insistía en cambiar de sitio edificios, ciudades y países justo cuando ella estaba por arribar.
Tenía ganas de llorar, gritar, maldecir, patear al mundo... y entonces... el cuerpo de Sophitia se estremeció de dolor haciendo temblar el brazo con que aún la sostenía y trayéndola de vuelta a la realidad de la calle, de la gente y de la muchacha herida.
Perdida en su momentáneo marasmo, no había oído lo último que ésta había dicho. Sin moverse aún, preguntó lo mínimo que necesitaba saber en ese instante.
- ¿Cómo se llama esta ciudad?
Todo a su alrededor.... los comerciantes que abrían las tiendas, los compradores que madrugaban en busca de una oferta, la herida de Sophitia... todo pasó a un segundo plano ante la sospecha que crecía, como mala hierba. en su interior.
Sospecha que se se convirtió en certidumbre ante la respuesta de la joven pirata. "... una ciudad portuaria... entre tantas otras" La suya, aquella en la que había creído estar, no era una ciudad portuaria en minúsculas. No, claro que no. La suya era la Ciudad Portuaria, así, con las iniciales en mayúsculas.
Solía actuar antes de pensar mucho, o poco, en lo que iba a hacer, pero esta vez vivió el proceso inverso. La angustia que sentía ante la certeza de haber llegado de nuevo al lugar equivocado, paralizó sus piernas, sus brazos, hasta su lengua.
Súbitamente se sintió muy pequeña, muy sola, muy indefensa. Completamente perdida. Abandonada a su suerte. Separada para siempre de su familia. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, fruto del rapto de compasión por si misma que sentía en aquellos momentos y que la obligó a morderse los labios para reprimir un indigno sollozo.
Pero casi de inmediato y al mismo tiempo, comenzó a sentir una vibrante ira. Ira contra si misma por ser tan torpe en los hechizos de transportación. Ira contra los hechiceros que habían creado dichos hechizos. Ira contra el mundo que insistía en cambiar de sitio edificios, ciudades y países justo cuando ella estaba por arribar.
Tenía ganas de llorar, gritar, maldecir, patear al mundo... y entonces... el cuerpo de Sophitia se estremeció de dolor haciendo temblar el brazo con que aún la sostenía y trayéndola de vuelta a la realidad de la calle, de la gente y de la muchacha herida.
Perdida en su momentáneo marasmo, no había oído lo último que ésta había dicho. Sin moverse aún, preguntó lo mínimo que necesitaba saber en ese instante.
- ¿Cómo se llama esta ciudad?
Última edición por Florangél el 09/09/09, 03:22 am, editado 1 vez
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
De un momento a otro todo cambio, en cuanto Sophitia termino de decir la ultima oración se dio cuenta de que en verdad le pasaba algo malo a Florangel, y no era una de esas cosas menores. Se veía terriblemente confundida, perdida....Pero sobre todo furiosa, Sophitia no podría haber asegurado si las lagrimas que estaba amenazando con salir eran de tristeza o por el enojo.
La pirata se sintió profundamente afectada por esto, la mujer había sido muy buena con ella, y la había ayudado cuando cualquier otro la abría dejado tirada a su suerte. Un gran nudo se le formo en la garganta y por mas que peleo para des hacerlo el mismo era persistente.
- Estamos en Trinacria, ubicada en la unión de las Islas Triskel – Dijo rápido y bajo como si se le hubiese escapado un suspiro. Cuando algo la amargaba hablaba en voz baja, porque si lo hacia en tono normal se le escapaba un sollozo.
Cuando vio a Florangel por primera vez le parecía que era una mujer grande, no en altura y mucho menos por ser corpulenta, sino en su alma. Ahora se la veía pequeña y asustada, como si todo su valor se hubiese ido por un pozo.
Y ella qué podía hacer? En qué podía ayudarla para poder devolverle así lo que había echo?
Al final siempre pasaba lo mismo, dependía de la ayuda de alguien, pero cuando la necesitaban no podía hacer nada. Recordó a su padre, y todo el amor con el que la había criado... Pero cuando él la necesito no pudo hacer nada, siquiera fue capas de convertirse en la increíble capitana que se supone debería ser.
- Oye, tranquila... Mmm, no pasa nada. Sea lo que sea que te puso mal lo solucionaremos
Aun no estaba segura de qué era exactamente lo que había pasado, al parecer no sabia donde estaba o algo así... Quizás tuviera problemas de memoria, o era nueva en la ciudad.... Luego abría tiempo para preguntarle bien, ahora lo importante era ir a un cuarto.
Mientras le hablaba en tono tranquilo le paso un brazo por encima de los hombros, de a poco la llevaba hacia la posada que conoció una noche en que tenia unas monedas de mas, estaba a dos cuadras, así que no tardarían nada en llegar y era un lugar limpio y silencioso para descansar
Si la gente antes las miraba, ahora directamente eran el centro mismo de la atención. Florangel estaba pálida como carne de pez y Sophitia había manchado ya gran parte de su camisa con sangre fresca. Pero ninguna de las dos prestaba atención.
Al final llegaron al lugar, “Los Gemelos Mc.Prinn” se llamaba, y obviamente era atendido por dos gemelos idénticos que con una mezcla exacta de simpatía y mano firme dirigían la posada. Sophitia soltó un segundo a la muchacha para abrile la puerta y se hizo a un lado dejándola pasar.
- Este es lugar del que te hable.... Pasa... – Instintivamente se llevo la mano a la herida, apretándola para que deje de sangrar.
La pirata se sintió profundamente afectada por esto, la mujer había sido muy buena con ella, y la había ayudado cuando cualquier otro la abría dejado tirada a su suerte. Un gran nudo se le formo en la garganta y por mas que peleo para des hacerlo el mismo era persistente.
- Estamos en Trinacria, ubicada en la unión de las Islas Triskel – Dijo rápido y bajo como si se le hubiese escapado un suspiro. Cuando algo la amargaba hablaba en voz baja, porque si lo hacia en tono normal se le escapaba un sollozo.
Cuando vio a Florangel por primera vez le parecía que era una mujer grande, no en altura y mucho menos por ser corpulenta, sino en su alma. Ahora se la veía pequeña y asustada, como si todo su valor se hubiese ido por un pozo.
Y ella qué podía hacer? En qué podía ayudarla para poder devolverle así lo que había echo?
Al final siempre pasaba lo mismo, dependía de la ayuda de alguien, pero cuando la necesitaban no podía hacer nada. Recordó a su padre, y todo el amor con el que la había criado... Pero cuando él la necesito no pudo hacer nada, siquiera fue capas de convertirse en la increíble capitana que se supone debería ser.
- Oye, tranquila... Mmm, no pasa nada. Sea lo que sea que te puso mal lo solucionaremos
Aun no estaba segura de qué era exactamente lo que había pasado, al parecer no sabia donde estaba o algo así... Quizás tuviera problemas de memoria, o era nueva en la ciudad.... Luego abría tiempo para preguntarle bien, ahora lo importante era ir a un cuarto.
Mientras le hablaba en tono tranquilo le paso un brazo por encima de los hombros, de a poco la llevaba hacia la posada que conoció una noche en que tenia unas monedas de mas, estaba a dos cuadras, así que no tardarían nada en llegar y era un lugar limpio y silencioso para descansar
Si la gente antes las miraba, ahora directamente eran el centro mismo de la atención. Florangel estaba pálida como carne de pez y Sophitia había manchado ya gran parte de su camisa con sangre fresca. Pero ninguna de las dos prestaba atención.
Al final llegaron al lugar, “Los Gemelos Mc.Prinn” se llamaba, y obviamente era atendido por dos gemelos idénticos que con una mezcla exacta de simpatía y mano firme dirigían la posada. Sophitia soltó un segundo a la muchacha para abrile la puerta y se hizo a un lado dejándola pasar.
- Este es lugar del que te hable.... Pasa... – Instintivamente se llevo la mano a la herida, apretándola para que deje de sangrar.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Cierta ya de no haber llegado al lugar que pretendía, había abrigado la esperanza de haber arribado a alguna de las naciones cercanas a su país natal, aunque hubiese sido la temida Aleria. Pero las palabras de Sophitia, dichas en voz tan baja que tuvo que hacer un esfuerzo para escucharlas, echaron por tierra esa ilusión.
"Trinacria... ubicada en la unión de las Islas Triskel"
Jamás había oído hablar de dicho lugar. No tenía la más mínima idea de donde quedaba, pero suponía que debía estar muy, muy lejos del lugar donde se encontraba su hogar. Con amargura pensó en lo mucho que tardaría en volver a su casa. Tendría que hacerlo con los medios de transporte habituales porque volver a experimentar con un hechizo de transportación... eso jamás. Si hubiese sabido en ese momento que se encontraba en una isla y que la única manera de salir de ahí era por mar, su desconsuelo hubiese sido mucho mayor.
Abatida nuevamente, se dejó llevar por Sophitia sin prestar atención a lo que le decía, pero sin oponer resistencia, con una docilidad desusada en ella, la que sólo mostraba en momentos de quebranto... y que no solía durar mucho.
No tenía un espíritu derrotista y no se daba por vencida con facilidad, por mal que lo estuviera pasando, por difíciles que fueran las circunstancias a las que tuviera que enfrentarse. Esta ocasión no fue la excepción, pese a la conmoción que le había causado darse cuenta que había llegado a un lugar completamente desconocido.
Para cuando llegaron a la posada a la que se había dirigido la joven pirata, examinaba animosa los aspectos positivos de la situación: se había encontrado con una chica agradable, no con una tropa de soldados groseros y mal encarados; nadie le había disparado flechas ni parecía tener intenciones de hacerlo; disponía de algún dinero y, finalmente, iba a alojarse en una posada, no en una ruina abandonada.
Las cosas no estaban tan mal, después de todo. Ya averiguaría con más certeza donde se encontraba realmente y la manera de regresar a casa. Ahora... tenía que encargarse de la chica herida. Sintió un aguijonazo de culpabilidad al ver que ella se apretaba la herida al apartarse para dejarla entrar.
Instintivamente, la sostuvo temiendo que fuera caer y se acercó con paso firme al mesón de la recepción, donde montaba guardia un hombre, para ella, de mediana edad, con cabello castaño con amplias entradas en las sienes y rostro cubierto de pecas.
- Buenos sías, señor - saludó con cortesía - ¿Disponéis de un cuarto para dos personas? ¿Y podríais decirme donde encontrar un médico para mi amiga?
"Trinacria... ubicada en la unión de las Islas Triskel"
Jamás había oído hablar de dicho lugar. No tenía la más mínima idea de donde quedaba, pero suponía que debía estar muy, muy lejos del lugar donde se encontraba su hogar. Con amargura pensó en lo mucho que tardaría en volver a su casa. Tendría que hacerlo con los medios de transporte habituales porque volver a experimentar con un hechizo de transportación... eso jamás. Si hubiese sabido en ese momento que se encontraba en una isla y que la única manera de salir de ahí era por mar, su desconsuelo hubiese sido mucho mayor.
Abatida nuevamente, se dejó llevar por Sophitia sin prestar atención a lo que le decía, pero sin oponer resistencia, con una docilidad desusada en ella, la que sólo mostraba en momentos de quebranto... y que no solía durar mucho.
No tenía un espíritu derrotista y no se daba por vencida con facilidad, por mal que lo estuviera pasando, por difíciles que fueran las circunstancias a las que tuviera que enfrentarse. Esta ocasión no fue la excepción, pese a la conmoción que le había causado darse cuenta que había llegado a un lugar completamente desconocido.
Para cuando llegaron a la posada a la que se había dirigido la joven pirata, examinaba animosa los aspectos positivos de la situación: se había encontrado con una chica agradable, no con una tropa de soldados groseros y mal encarados; nadie le había disparado flechas ni parecía tener intenciones de hacerlo; disponía de algún dinero y, finalmente, iba a alojarse en una posada, no en una ruina abandonada.
Las cosas no estaban tan mal, después de todo. Ya averiguaría con más certeza donde se encontraba realmente y la manera de regresar a casa. Ahora... tenía que encargarse de la chica herida. Sintió un aguijonazo de culpabilidad al ver que ella se apretaba la herida al apartarse para dejarla entrar.
Instintivamente, la sostuvo temiendo que fuera caer y se acercó con paso firme al mesón de la recepción, donde montaba guardia un hombre, para ella, de mediana edad, con cabello castaño con amplias entradas en las sienes y rostro cubierto de pecas.
- Buenos sías, señor - saludó con cortesía - ¿Disponéis de un cuarto para dos personas? ¿Y podríais decirme donde encontrar un médico para mi amiga?
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Sentía como los bordes de la herida hormigueaban, y ya no había tanto dolor, supuso que eso significaba que el cuerpo estaba durmiendo la zona o algo similar. De modo algo torpe, y a la vez intencional, choco con uno de los sujetos que estaba saliendo. No le gustaba recurrir a esta clase de cosas, pero necesitaba el dinero, solo esperaba que no la atraparan.
- Disculpe fue mi culpa... – Sophitia hizo una torpe reverencia como apenada, el tipo no dijo nada, la miro de mala manera y siguió su camino, en un rato sentiría el bolsillo algo más liviano. Florangel se acerco y la ayudo a caminar, la miro agradecida y encaminaron hacia la barra.
Los gemelos cantineros no solían tener problemas en aceptar clientes de múltiples partes del mundo, pero eran algo precavidos en cuanto veían una situación sospechosa, al fin y al cabo no era cuestión de poner en peligro el negocio solo por alguna monedas. Nada de bravucones, ni borrachos perdidos o mujeres de la calle, solo traían problemas.
Cuando las damas estaban frente a la barra el hermano menor, solo por 3 minutos, las miro de arriba a abajo y levanto una ancha ceja. Parecían salidas de una pelea en alguna taberna de mala muerte, la del pelo largo tenia el vestido roto y des prolijo por llevar a su compañera (la que sin duda debía ser una pirata o una ladrona) quien tenia la camisa manchada con lo que debía ser una herida recién echa. Pero no sacaría conclusiones tan rápido, primero vería bien qué querían.
- Si, tengo un cuarto como para dos personas... Pero un medico es más difícil, tardara un rato en llegar...
Sophitia levanto la vista decidida, no iba a dejar que un medico le pusiera un dedo encima, no eran de fiar.
- Nada de médicos, no es tan grabe como se ve, puedo curarme sola – Puso de modo algo violento varias monedas sobre la mesa – Solo denos el cuarto – Le sostuvo la mirada al cantinero durante algunos segundos, este movía la boca de un lado a otro como pensándolo.
- De acuerdo, tomen...– Retiro la monedas y una llave quedo en su lugar - Ese cuarto tiene un recipiente con agua caliente disponible, si quieres aguja e hilo para la herida solo avisa.
Sophitia se alegro de que no tuviera mas problemas para conseguir el cuarto, tal vez la había reconocido de las veces anteriores. Pero no estaba segura, nunca pudo diferenciar a los hermanos, aunque después de varias copas todos se veían parecidos, fueran gemelos o no.
- Vamos? – Dijo sonriéndole a su compañera de modo sincero.
Subieron una pequeña escalera y en el primer piso, la segunda puerta de la derecha, era su cuarto.
Ahora vendría la parte mas difícil, coser heridas era siempre desagradable, necesitaría un trago importante.
- Disculpe fue mi culpa... – Sophitia hizo una torpe reverencia como apenada, el tipo no dijo nada, la miro de mala manera y siguió su camino, en un rato sentiría el bolsillo algo más liviano. Florangel se acerco y la ayudo a caminar, la miro agradecida y encaminaron hacia la barra.
Los gemelos cantineros no solían tener problemas en aceptar clientes de múltiples partes del mundo, pero eran algo precavidos en cuanto veían una situación sospechosa, al fin y al cabo no era cuestión de poner en peligro el negocio solo por alguna monedas. Nada de bravucones, ni borrachos perdidos o mujeres de la calle, solo traían problemas.
Cuando las damas estaban frente a la barra el hermano menor, solo por 3 minutos, las miro de arriba a abajo y levanto una ancha ceja. Parecían salidas de una pelea en alguna taberna de mala muerte, la del pelo largo tenia el vestido roto y des prolijo por llevar a su compañera (la que sin duda debía ser una pirata o una ladrona) quien tenia la camisa manchada con lo que debía ser una herida recién echa. Pero no sacaría conclusiones tan rápido, primero vería bien qué querían.
- Si, tengo un cuarto como para dos personas... Pero un medico es más difícil, tardara un rato en llegar...
Sophitia levanto la vista decidida, no iba a dejar que un medico le pusiera un dedo encima, no eran de fiar.
- Nada de médicos, no es tan grabe como se ve, puedo curarme sola – Puso de modo algo violento varias monedas sobre la mesa – Solo denos el cuarto – Le sostuvo la mirada al cantinero durante algunos segundos, este movía la boca de un lado a otro como pensándolo.
- De acuerdo, tomen...– Retiro la monedas y una llave quedo en su lugar - Ese cuarto tiene un recipiente con agua caliente disponible, si quieres aguja e hilo para la herida solo avisa.
Sophitia se alegro de que no tuviera mas problemas para conseguir el cuarto, tal vez la había reconocido de las veces anteriores. Pero no estaba segura, nunca pudo diferenciar a los hermanos, aunque después de varias copas todos se veían parecidos, fueran gemelos o no.
- Vamos? – Dijo sonriéndole a su compañera de modo sincero.
Subieron una pequeña escalera y en el primer piso, la segunda puerta de la derecha, era su cuarto.
Ahora vendría la parte mas difícil, coser heridas era siempre desagradable, necesitaría un trago importante.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
La sorpresa que se llevó al ver a la-recientemente-asaltada-y-despojada-de-todo Sophitia sacar varias monedas para pagar el cuarto le impidió protestar ante la obstinación de esta de no querer que la viera un médico. ¿De dónde había sacado el dinero si se suponía que le habían robado todo?
Miró inquisitiva a la joven mientras ésta dialogaba con el posadero, haciendo memoria. Había chocado con alguien antes que ella le ayudara a caminar ¿Tendría eso algo que ver con su repentina prosperidad? La idea la hizo acordarse de su amiga Arneín. Ella también tenía métodos “especiales” para conseguir ingresos. ¿Qué sería de ella y Erelin? No había vuelto a verlas desde…
La voz del posadero aceptando darles el cuarto interrumpió su nostálgica divagación.
- ¡Vamos! – respondió, sonriéndole a su vez y sosteniéndola para emprender el rumbo a la habitación.
Mientras subían la escala las palabras “… aguja e hilo para tu herida…” revoloteaban en su cabeza como moscas ante un trozo de pastel. ¿Sophitia cosería ella misma su herida? Un escalofrío recorrió su espalda. O… o… ¿querría que ella, Florangél, lo hiciera? El escalofrío se multiplicó. Sabía coser y lo hacía bien, como todas las labores domésticas. Su hacendosa madre le había dado un esmerado entrenamiento en esas materias. Pero no era lo mismo coser una blusa que coser a una persona, seguro que no. ¿Cómo se sentiría la aguja cuando atravesaba la piel? ¿Sería como coser cuero? Eso si lo había hecho una vez. Quizás la piel viva era más blanda que el cuero muerto…
Así divagaba cuando llegaron a la habitación. Dos camas estrechas, con sus jergones y cobertores, una silla de paja y una vetusta cómoda componían el sucinto mobiliario. Sobre la cómoda se veían una palmatoria con una vela de sebo, un jarro, una jofaina y una toalla delgada y pequeña. Todo viejo, pero en buen estado y razonablemente limpio. Las paredes, de un desvaído amarillo, no ostentaban adorno alguno.
Apenas entraron dejó a Sophitia instalada en uno de los camastros y fue a revisar el jarro. Sí contenía agua caliente. La vertió en la jofaina y, premunida con la toalla, se acercó a la herida, dispuesta a limpiar la herida.
Dejando el recipiente en el suelo, se sentó junto a la chica y le quitó la improvisada venda.
- Esto se ve mal – comentó mientras mojaba la toalla y la pasaba con suavidad sobre la herida - ¿Quieres…? – tragó saliva- ¿Quieres… que vaya a buscar la aguja y el hilo?
Miró inquisitiva a la joven mientras ésta dialogaba con el posadero, haciendo memoria. Había chocado con alguien antes que ella le ayudara a caminar ¿Tendría eso algo que ver con su repentina prosperidad? La idea la hizo acordarse de su amiga Arneín. Ella también tenía métodos “especiales” para conseguir ingresos. ¿Qué sería de ella y Erelin? No había vuelto a verlas desde…
La voz del posadero aceptando darles el cuarto interrumpió su nostálgica divagación.
- ¡Vamos! – respondió, sonriéndole a su vez y sosteniéndola para emprender el rumbo a la habitación.
Mientras subían la escala las palabras “… aguja e hilo para tu herida…” revoloteaban en su cabeza como moscas ante un trozo de pastel. ¿Sophitia cosería ella misma su herida? Un escalofrío recorrió su espalda. O… o… ¿querría que ella, Florangél, lo hiciera? El escalofrío se multiplicó. Sabía coser y lo hacía bien, como todas las labores domésticas. Su hacendosa madre le había dado un esmerado entrenamiento en esas materias. Pero no era lo mismo coser una blusa que coser a una persona, seguro que no. ¿Cómo se sentiría la aguja cuando atravesaba la piel? ¿Sería como coser cuero? Eso si lo había hecho una vez. Quizás la piel viva era más blanda que el cuero muerto…
Así divagaba cuando llegaron a la habitación. Dos camas estrechas, con sus jergones y cobertores, una silla de paja y una vetusta cómoda componían el sucinto mobiliario. Sobre la cómoda se veían una palmatoria con una vela de sebo, un jarro, una jofaina y una toalla delgada y pequeña. Todo viejo, pero en buen estado y razonablemente limpio. Las paredes, de un desvaído amarillo, no ostentaban adorno alguno.
Apenas entraron dejó a Sophitia instalada en uno de los camastros y fue a revisar el jarro. Sí contenía agua caliente. La vertió en la jofaina y, premunida con la toalla, se acercó a la herida, dispuesta a limpiar la herida.
Dejando el recipiente en el suelo, se sentó junto a la chica y le quitó la improvisada venda.
- Esto se ve mal – comentó mientras mojaba la toalla y la pasaba con suavidad sobre la herida - ¿Quieres…? – tragó saliva- ¿Quieres… que vaya a buscar la aguja y el hilo?
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
A cada paso que daban, Florangel se veía mas nerviosa, tal vez se estaría acordando de aquel problema que la preocupo tanto en plena calle. Ahora que la situación se estaba calmando, pensándolo en frío, quizás el este se veía aun más grabe.
Entraron al cuarto e inmediatamente Sophitia hizo señas para que la ayudara a acostarse, la suave cama, poder relajar los músculos, se sentía de maravilla, tenia ganas de dormir. Se le cerraban los ojos, pero no podía, si se dormía seria peor.
En un recipiente cercano había algo de agua y una toalla, menos mal que no les habían mentido, no tenia ganas de bajar a discutir. Se quito la camisa para trabajar mas cómodamente, la hizo un bollo y la tiro, tendría que lavarla bien y remendarla antes de poder volver a usarla.
La herida se veía bastante mal, dormir en basura y el constante movimiento la habían empeorado, pero no era la peor que había visto. Al sacarse la camisa dejo también al descubierto otras más feas, tenia varias en la espalda, brazos, y abdomen, de distintos tamaños, mas viejas y más nuevas, pero todas mostraban el camino andado.
Dolió machismo en el mismo instante en que comenzó a tocarle con el paño mojado, se mordió el labio y no dijo nada. Aun así se daba cuenta que Florangel estaba siendo muy dulce, la pobre estaba pálida, mejor seria que ella misma se limpiara y cosiera.
- Si, dame eso, yo terminare de limpiarla – Le quito el trapo de modo suave, no quería que pensara que lo había echo mal – Pídele al posadero hilo, aguja y una botella de su alcohol mas fuerte, si?- Le puso una mano en cada hombro la miro fijamente a los ojos – Tranquila, yo me encargo del resto.
El alcohol ayudaría a que doliera mucho menos, o eso esperaba. Agarro el paño, el agua y siguió limpiando con toda parsimonia, el agua tibia se sentía fría sobre la herida, debía ser que tenia algo de fiebre. Sintió un escalofrío, tenia que cerrarla rápido, sino tendría que hacerlo con fuego y detestaba ese método.
Entraron al cuarto e inmediatamente Sophitia hizo señas para que la ayudara a acostarse, la suave cama, poder relajar los músculos, se sentía de maravilla, tenia ganas de dormir. Se le cerraban los ojos, pero no podía, si se dormía seria peor.
En un recipiente cercano había algo de agua y una toalla, menos mal que no les habían mentido, no tenia ganas de bajar a discutir. Se quito la camisa para trabajar mas cómodamente, la hizo un bollo y la tiro, tendría que lavarla bien y remendarla antes de poder volver a usarla.
La herida se veía bastante mal, dormir en basura y el constante movimiento la habían empeorado, pero no era la peor que había visto. Al sacarse la camisa dejo también al descubierto otras más feas, tenia varias en la espalda, brazos, y abdomen, de distintos tamaños, mas viejas y más nuevas, pero todas mostraban el camino andado.
Dolió machismo en el mismo instante en que comenzó a tocarle con el paño mojado, se mordió el labio y no dijo nada. Aun así se daba cuenta que Florangel estaba siendo muy dulce, la pobre estaba pálida, mejor seria que ella misma se limpiara y cosiera.
- Si, dame eso, yo terminare de limpiarla – Le quito el trapo de modo suave, no quería que pensara que lo había echo mal – Pídele al posadero hilo, aguja y una botella de su alcohol mas fuerte, si?- Le puso una mano en cada hombro la miro fijamente a los ojos – Tranquila, yo me encargo del resto.
El alcohol ayudaría a que doliera mucho menos, o eso esperaba. Agarro el paño, el agua y siguió limpiando con toda parsimonia, el agua tibia se sentía fría sobre la herida, debía ser que tenia algo de fiebre. Sintió un escalofrío, tenia que cerrarla rápido, sino tendría que hacerlo con fuego y detestaba ese método.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
En un primer momento, sólo vio la herida abierta en el costado de Sophitia pero luego, cuando la muchacha le quitó el paño para seguirse limpiando ella misma, reparó en las cicatrices que surcaban su cuerpo. Nunca hasta ahora había visto a una persona que ostentara tantas señales de heridas sobre su piel. Y que aquella persona fuera una chica; acaso un par de años mayor que ella misma, le produjó una extraña sensación.
Una sensación que era una mixtura de desconcierto, incredulidad y... compasión.
Cuando la joven pirata le dijo que ella se encargaba del resto, no lo dudó ni por un segundo... y su sentimiento de compasión aumentó. Ella siempre había tenido cerca a alguien que la auxiliara cuando había estado enferma o herida o incluso solamente triste. Sus padres en primer lugar y luego... tantas manos amigas: Dorf, Estel, Elanor, Aleerah, Arneín... ¿que sería de todos ellos?
La nostalgia amenazaba con inundarla cuando se obligó a reaccionar. ¡Era una boba! No ella era la persona desvalida que se encontraba tirada en una cama con una fea herida en el costado. Era Sophitia. Y si la víctima era valiente, ella no lo sería menos.
- Está bien - contestó con voz firme - Volveré en un momento.
Con paso decidido se dirigió a cumplir el encargo. Mientras caminaba se formuló el propósito de ser ella quien cosiera la herida de Sophitia. Si se embriagaba con el alcohol que le traería y se dormía, todo sería más fácil. Había visto en más de una ocasión a borrachos durmiendo la mona; la mayoría no despertaba ni bajo tortura.
Si, ella cosería a Sophitia previo emborrachamiento de la misma. Quisiéralo ella o no.
Tomada firmemente dicha decisión, se acercó con aire resuelto a la barra desde donde el posadero la miraba con cierta curiosidad. No era para menos; con el pelo revuelto, el vestido roto y manchado con la sangre de Sophitia y el aire de quien se apresta a enfrentar un dragón, su aspecto llamaba la atención.
- Necesito hilo y aguja para la herida de mi amiga, señor. Y una botella del licor más fuerte que tengáis y un vaso... mejor dos - no acostumbraba beber alcohol pero, ¿quien sabe?, tal vez lo necesitara - Ah, ¿hay por aquí cerca algún puesto de hierbas medicinales?
Acababa de ocurrírsele que tal vez a Sophitia le diera fiebre. Con el aspecto que tenía su herida, no sería raro. Su madre preparaba unas tisanas muy efectivas contra la fiebre. Apenas terminara la labor de sutura, iría en busca de hierbas para prepararle algunas.
Una sensación que era una mixtura de desconcierto, incredulidad y... compasión.
Cuando la joven pirata le dijo que ella se encargaba del resto, no lo dudó ni por un segundo... y su sentimiento de compasión aumentó. Ella siempre había tenido cerca a alguien que la auxiliara cuando había estado enferma o herida o incluso solamente triste. Sus padres en primer lugar y luego... tantas manos amigas: Dorf, Estel, Elanor, Aleerah, Arneín... ¿que sería de todos ellos?
La nostalgia amenazaba con inundarla cuando se obligó a reaccionar. ¡Era una boba! No ella era la persona desvalida que se encontraba tirada en una cama con una fea herida en el costado. Era Sophitia. Y si la víctima era valiente, ella no lo sería menos.
- Está bien - contestó con voz firme - Volveré en un momento.
Con paso decidido se dirigió a cumplir el encargo. Mientras caminaba se formuló el propósito de ser ella quien cosiera la herida de Sophitia. Si se embriagaba con el alcohol que le traería y se dormía, todo sería más fácil. Había visto en más de una ocasión a borrachos durmiendo la mona; la mayoría no despertaba ni bajo tortura.
Si, ella cosería a Sophitia previo emborrachamiento de la misma. Quisiéralo ella o no.
Tomada firmemente dicha decisión, se acercó con aire resuelto a la barra desde donde el posadero la miraba con cierta curiosidad. No era para menos; con el pelo revuelto, el vestido roto y manchado con la sangre de Sophitia y el aire de quien se apresta a enfrentar un dragón, su aspecto llamaba la atención.
- Necesito hilo y aguja para la herida de mi amiga, señor. Y una botella del licor más fuerte que tengáis y un vaso... mejor dos - no acostumbraba beber alcohol pero, ¿quien sabe?, tal vez lo necesitara - Ah, ¿hay por aquí cerca algún puesto de hierbas medicinales?
Acababa de ocurrírsele que tal vez a Sophitia le diera fiebre. Con el aspecto que tenía su herida, no sería raro. Su madre preparaba unas tisanas muy efectivas contra la fiebre. Apenas terminara la labor de sutura, iría en busca de hierbas para prepararle algunas.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Cuando Florangel se retiro en busca de las cosas que le había pedido, dio un profundo suspiro. No quería demostrar lo que le dolía, o lo mareada que estaba.
Se relajo sin mas sobre el mullido colchón, cerro los ojos y dejo que la conocida desesperación la embargara, apoyo la mano contraria a la herida sobre su frente, las lagrimas recorrieron sus mejillas. Estaba cansada, estaba absolutamente cansada de que todos los días fueran así, de que el tiempo pasara y nunca lograra nada, que de cada paso que avanzaba retrocedía tres. Solo quería recuperar su barco y que las cosas volvieran a ser como eran antes.
Se seco las lagrimas y volvió a suspirar, listo, ya se sentía mejor, necesitaba a veces exteriorizar la amargura que la embargaba, pero en pocos minutos estaba mejor. Bajo la mano, la apoyo sobre su vientre y sintió el ya conocido contacto de sus heridas, recorrió una a una las diferentes marcas, mientras recordaba como habían aparecido. Sin duda nunca se casaría, no había nacido para esas cosas. Rio alto al descubrirse pensando en eso, que mujer podía ser a veces. Su amor era el mar, eso era así.
Florangel no tardaría en llegar, se termino de secar las lagrimas que quedaban, no quería que se preocupara aun mas por ella. Seria mejor que se mentalizara para lo que iba a tener que hacer en pocos minutos. Su padre le había enseñado a coserse, cuando cumplió 14 años decidió que ya estaba grande como para que los demás la curaran.
“Primero pasa la aguja por fuego o agua hervida, luego pásale el hilo, toma un buen trago del licor mas fuerte que tengas a mano y a coser se ha dicho” Así se lo habían explicado y así lo hizo siempre. Hasta el momento no había tenido mayores problemas mas que alguna fiebre pasajera.
Sintió mucho frío de pronto, tomo la frazada que tenia una de las camas y se envolvió lentamente para que la herida no le tirara, parecía que nada le devolvía el calor al cuerpo.
Se relajo sin mas sobre el mullido colchón, cerro los ojos y dejo que la conocida desesperación la embargara, apoyo la mano contraria a la herida sobre su frente, las lagrimas recorrieron sus mejillas. Estaba cansada, estaba absolutamente cansada de que todos los días fueran así, de que el tiempo pasara y nunca lograra nada, que de cada paso que avanzaba retrocedía tres. Solo quería recuperar su barco y que las cosas volvieran a ser como eran antes.
Se seco las lagrimas y volvió a suspirar, listo, ya se sentía mejor, necesitaba a veces exteriorizar la amargura que la embargaba, pero en pocos minutos estaba mejor. Bajo la mano, la apoyo sobre su vientre y sintió el ya conocido contacto de sus heridas, recorrió una a una las diferentes marcas, mientras recordaba como habían aparecido. Sin duda nunca se casaría, no había nacido para esas cosas. Rio alto al descubrirse pensando en eso, que mujer podía ser a veces. Su amor era el mar, eso era así.
Florangel no tardaría en llegar, se termino de secar las lagrimas que quedaban, no quería que se preocupara aun mas por ella. Seria mejor que se mentalizara para lo que iba a tener que hacer en pocos minutos. Su padre le había enseñado a coserse, cuando cumplió 14 años decidió que ya estaba grande como para que los demás la curaran.
“Primero pasa la aguja por fuego o agua hervida, luego pásale el hilo, toma un buen trago del licor mas fuerte que tengas a mano y a coser se ha dicho” Así se lo habían explicado y así lo hizo siempre. Hasta el momento no había tenido mayores problemas mas que alguna fiebre pasajera.
Sintió mucho frío de pronto, tomo la frazada que tenia una de las camas y se envolvió lentamente para que la herida no le tirara, parecía que nada le devolvía el calor al cuerpo.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
- Aguarda un momento - fue todo lo que dijo el posadero antes de desaparecer por una puerta ubicada en la pared posterior del mesón, para reaparecer poco después con todo lo solicitado. ¿Sería que tendría una provisión de toda aquello siempre a mano- Aqui tienes; dile a tu amiga que lo cargaré en su cuenta... ¿Qué más era? Ah, si. Un puesto de hierbas medicinales. Hay uno tres calles más abajo, tomando hacia la izquierda al salir de aquí.
- Gracias - contestó simplemente, haciendo una pequeña venia y tomando lo pedido. Premunida de aguja, hilo, alcohol, vasos e información; además de una gran dosis de ansiedad, mezclada con una firme decisión, regresó a la habitación donde esperaba Sophitia.
Nada más abrir la puerta la vió encogida sobre la cama, envuelta en una frazada. Estaba muy pálida y parecía temblar. El corazón le dio un brinco al verla así; parecía muy enferma, ¿la herida se le habría infectado?. Sobreponiéndose a la zozobra que la situación le causaba, se acercó a Sophitia mostrando la apariencia más firma y serena que pudo adoptar. Ella podía oponerse a que la cosiera la herida si la veía débil y vacilante.
- Aqui estoy con lo encargado - anunció con voz tranquila - ¿Sabes? Si te emborrachas con el contenido de esta botella, te dormirás y yo podré coser tu herida sin problemas; tengo práctica con la aguja - Le pareció mejor no mencionar que esa práctica era sólo con telas y ropas; no quería que Sophitia se inquietara más de la cuenta...
Mientras hablaba, había puesto su carga sobre la otra cama, destapado la botella y servido un vaso lleno de alcohol que ahora le accercaba a la muchacha, con aire resuelto.
- Anda, bebe - aunque amable, su tono no admitía réplica.
- Gracias - contestó simplemente, haciendo una pequeña venia y tomando lo pedido. Premunida de aguja, hilo, alcohol, vasos e información; además de una gran dosis de ansiedad, mezclada con una firme decisión, regresó a la habitación donde esperaba Sophitia.
Nada más abrir la puerta la vió encogida sobre la cama, envuelta en una frazada. Estaba muy pálida y parecía temblar. El corazón le dio un brinco al verla así; parecía muy enferma, ¿la herida se le habría infectado?. Sobreponiéndose a la zozobra que la situación le causaba, se acercó a Sophitia mostrando la apariencia más firma y serena que pudo adoptar. Ella podía oponerse a que la cosiera la herida si la veía débil y vacilante.
- Aqui estoy con lo encargado - anunció con voz tranquila - ¿Sabes? Si te emborrachas con el contenido de esta botella, te dormirás y yo podré coser tu herida sin problemas; tengo práctica con la aguja - Le pareció mejor no mencionar que esa práctica era sólo con telas y ropas; no quería que Sophitia se inquietara más de la cuenta...
Mientras hablaba, había puesto su carga sobre la otra cama, destapado la botella y servido un vaso lleno de alcohol que ahora le accercaba a la muchacha, con aire resuelto.
- Anda, bebe - aunque amable, su tono no admitía réplica.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Vio entrar a Florangel al cuarto, y escucho que le hablaba, pero era como si su cerebro embotado tardara en reaccionar. Así que en un comienzo solo se la quedo mirando sin decir nada. Se arropo mas fuerte en la frazada, probablemente la manchara un poco, pero eso le importaba poco por ahora.
Por suerte había conseguido todo, las tres cosas se veían de bastante buena calidad, la aguja el menos estaba limpia, al igual que el hilo. Y si bien el alcohol no era el mas fino, serviría perfectamente a sus propósitos, al fin y al cabo no quería degustarlo, solo emborracharse.
Que se dejara coser? Pero si ella sabia bien hacerlo sola. Aparte, miro a Florangel un momento, se veía tan dulce con esa cara seria, en verdad el nombre le quedaba a la perfección.
- Cómo iría a permitir que semejante damisela se manchara las manos con mi sangre?
Miro el vaso y una sonrisa se dibujo en sus labios, no despectiva, no irónica, solo de gracia. Lo agarro, y lo tomo de un solo trago, sin respirar de por medio, a continuación agarro la botella tomo otro sorbo del pico, para luego echar un poco en la herida. Hizo una mueca de dolor, aunque sabia que hubiese dolido mucho mas si no hubiera tomado algo antes, pero con eso al menos iba a parar posibles infecciones.
- Deberás, no tienes que hacerlo si no quieres, estoy acostumbrara a hacer esta clase de cosas -–Se enderezo un poco sobre la cama con la botella aun en la mano a modo de trofeo – El mar no perdona a los débiles!
Luego volvió a ponerse cómoda y echo a reír, al parecer el alcohol ya estaba haciendo efecto, debía ser por la falta de sangre. Tomo otro trago aun más largo, sentía el cuerpo cada vez menos suyo, y los párpados le pesaban. Era extraño marearse al primer trago, se sentía como una niña bebiendo por primera vez.
- Señorita, creo que... Necesito....mmmm...descansar... – El cuarto ya daba vueltas antes de beber, ahora era un torbellino.
Se recostó sobre el hombro de Florangel como si fuera la almohada mas cómoda del mundo y se quedo así, los dedos se le aflojaron y la botella callo al piso, derramando gran parte del contenido.
Por suerte había conseguido todo, las tres cosas se veían de bastante buena calidad, la aguja el menos estaba limpia, al igual que el hilo. Y si bien el alcohol no era el mas fino, serviría perfectamente a sus propósitos, al fin y al cabo no quería degustarlo, solo emborracharse.
Que se dejara coser? Pero si ella sabia bien hacerlo sola. Aparte, miro a Florangel un momento, se veía tan dulce con esa cara seria, en verdad el nombre le quedaba a la perfección.
- Cómo iría a permitir que semejante damisela se manchara las manos con mi sangre?
Miro el vaso y una sonrisa se dibujo en sus labios, no despectiva, no irónica, solo de gracia. Lo agarro, y lo tomo de un solo trago, sin respirar de por medio, a continuación agarro la botella tomo otro sorbo del pico, para luego echar un poco en la herida. Hizo una mueca de dolor, aunque sabia que hubiese dolido mucho mas si no hubiera tomado algo antes, pero con eso al menos iba a parar posibles infecciones.
- Deberás, no tienes que hacerlo si no quieres, estoy acostumbrara a hacer esta clase de cosas -–Se enderezo un poco sobre la cama con la botella aun en la mano a modo de trofeo – El mar no perdona a los débiles!
Luego volvió a ponerse cómoda y echo a reír, al parecer el alcohol ya estaba haciendo efecto, debía ser por la falta de sangre. Tomo otro trago aun más largo, sentía el cuerpo cada vez menos suyo, y los párpados le pesaban. Era extraño marearse al primer trago, se sentía como una niña bebiendo por primera vez.
- Señorita, creo que... Necesito....mmmm...descansar... – El cuarto ya daba vueltas antes de beber, ahora era un torbellino.
Se recostó sobre el hombro de Florangel como si fuera la almohada mas cómoda del mundo y se quedo así, los dedos se le aflojaron y la botella callo al piso, derramando gran parte del contenido.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
El alcohol ahogó prontamente el intento de resistencia de Sophitia. Mejor así. No es que la sedujera la perspectiva de coser a una persona, pero sabía que lo llevaría mejor que si sólo se quedaba como simple espectadora de lo que pasara.
Con mucho cuidado recostó a la pirata en la cama y descubrió la zona herida, la que seguía sangrando. La labor de costura no se podía retardar más. En alguna parte había leído, o quizás le habían dicho alguna vez, que para suturar una herida era conveniente pasar la aguja por fuego primero. Así que creo una pequeña llamita, prendió la vela de sebo y pasó por ahí la aguja, quemándose un poco los dedos en el proceso.
Luego vino la tarea de enhebrar el hilo, lo que no resulta fácil con las manos temblorosas y los dedos quemados. Uno... dos... tres intentos y por fin estuvo listo. La hora de la verdad había llegado.
Haciendo de tripas corazón se acercó a la chica tendida en la cama y su sangrante herida y se dispuso a iniciar la labor... pero sus manos temblaban demasiado y, durante un segundo, su mente quedó en blanco.
"¡Vamos! ¿Qué te pasa? Sólo vas a coser un desgarrón en un trozo de terciopelo. Eso es, un trozo de terciopelo. No es la piel de una chica, es sólo un trozo de terciopelo. Una cortina de terciopelo color carne con un feo desgarrón. Es fácil, lo has hecho antes. Nada pasará, a la cortina no le dolerá. Las cortinas no sienten dolor. Y esta es una cortina, no una chica. Una cortina de terciopelo, una cortina....."
Autoengañándose así, consiguió por fin serenar su pulso. Se aseguró de haber hecho un nudo en el hilo para que no se saliera, limpió de sangre la herida con la toalla mojada, dejó a un lado dicha toalla y, afrontando con una mano los labios de la herida, comenzó el zurcido con la otra. El primer punto salió mal, muy superficial, por lo que debió repetirlo; el segundo le quedó muy apretado y el tercero, demasiado suelto. Pero finalmente, logró la presión requerida tanto para meter la aguja como para tirar el hilo y para cuando terminó (momento en que soltó todo el aire que había estado reteniendo en los pulmones), había logrado una sutura bastante decente para ser la primera vez. ¿Cuántos puntos había hecho? Muchos, eso era lo único que podía decir.
Cansada y sudorosa como si hubiese corrido una carrera de obstáculos, tapó a Sophitia con la frazada, recogió la botella del suelo y se tomó de un trago el poco alcohol que aún contenía.
Con mucho cuidado recostó a la pirata en la cama y descubrió la zona herida, la que seguía sangrando. La labor de costura no se podía retardar más. En alguna parte había leído, o quizás le habían dicho alguna vez, que para suturar una herida era conveniente pasar la aguja por fuego primero. Así que creo una pequeña llamita, prendió la vela de sebo y pasó por ahí la aguja, quemándose un poco los dedos en el proceso.
Luego vino la tarea de enhebrar el hilo, lo que no resulta fácil con las manos temblorosas y los dedos quemados. Uno... dos... tres intentos y por fin estuvo listo. La hora de la verdad había llegado.
Haciendo de tripas corazón se acercó a la chica tendida en la cama y su sangrante herida y se dispuso a iniciar la labor... pero sus manos temblaban demasiado y, durante un segundo, su mente quedó en blanco.
"¡Vamos! ¿Qué te pasa? Sólo vas a coser un desgarrón en un trozo de terciopelo. Eso es, un trozo de terciopelo. No es la piel de una chica, es sólo un trozo de terciopelo. Una cortina de terciopelo color carne con un feo desgarrón. Es fácil, lo has hecho antes. Nada pasará, a la cortina no le dolerá. Las cortinas no sienten dolor. Y esta es una cortina, no una chica. Una cortina de terciopelo, una cortina....."
Autoengañándose así, consiguió por fin serenar su pulso. Se aseguró de haber hecho un nudo en el hilo para que no se saliera, limpió de sangre la herida con la toalla mojada, dejó a un lado dicha toalla y, afrontando con una mano los labios de la herida, comenzó el zurcido con la otra. El primer punto salió mal, muy superficial, por lo que debió repetirlo; el segundo le quedó muy apretado y el tercero, demasiado suelto. Pero finalmente, logró la presión requerida tanto para meter la aguja como para tirar el hilo y para cuando terminó (momento en que soltó todo el aire que había estado reteniendo en los pulmones), había logrado una sutura bastante decente para ser la primera vez. ¿Cuántos puntos había hecho? Muchos, eso era lo único que podía decir.
Cansada y sudorosa como si hubiese corrido una carrera de obstáculos, tapó a Sophitia con la frazada, recogió la botella del suelo y se tomó de un trago el poco alcohol que aún contenía.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Sintió levemente como Florangel la recostaba, pero era como si solo su mente siguiera aun despierta, todo su cuerpo ya no sentía dolor, escuchaba poco, y aunque hubiese querido hablar no podría haberlo echo. Lo ultimo que sintió fue el contacto con la almohada, y luego entro en un profundo sueño.
Las imágenes se sucedían una tras de otra, veía a su padre aquella noche que murió, se lo veía tan viejo en su cama, toda la vigorosa apariencia que solía tener había desaparecido, parecía un viejo con todas las letras. Podía escuchar sus últimos suspiros, algunos balbuceos y ya no estaba.
Las miradas de sus ex compañeros piratas, planeando, manipulando, haciéndole la vida diaria imposible, no entendía por qué se portaban así con ella. Los días, las semanas sin botín en las arcas solo los enfurece mas, pero ella no tiene la culpa de que los barcos no aparezcan. Desde cuando creen que una mujer en el barco es de mala suerte?
- No es mi culpa..... Porqué lo hacen? – murmuraba en sueños.
Su padre la miraba con desaprobación, sus amigos planeaban el motín, los barcos no llegaban. Todo en un torbellino imposible de detener, seria tragada por la corriente.
Sudaba copiosamente, y se revolvía en la cama. Cuando se movía muy fuerte los puntos le tiraban, se agarraba al costado dolorida y luego volvía a relajarse.
- Ya no quiero seguir... – Dijo con un suspiro de alivio.
Veía el día en que su padre le mostró un retrato que él mismo había echo de su madre, era muy hermosa, había sacado su mirada, y su cabello. Cuando el padre hablaba de ella se le iluminaba la mirada, un marinero y una prostituta, no había historia de amor más triste...
- Madre....
De a poco abrió los ojos, ya estaba oscureciendo, y ellas habían llegado a la mañana, había dormido mucho. Se toco el costado, sintió los puntos, al final Florangel la había cosido, sonrío, que mujer increíble.
Miro el cuarto en busca de su compañera, pero aun le costaba enfocar, tendría que moverse un poco....
- Florangel? – Dijo mientras intentaba incorporarse muy despacio.
Las imágenes se sucedían una tras de otra, veía a su padre aquella noche que murió, se lo veía tan viejo en su cama, toda la vigorosa apariencia que solía tener había desaparecido, parecía un viejo con todas las letras. Podía escuchar sus últimos suspiros, algunos balbuceos y ya no estaba.
Las miradas de sus ex compañeros piratas, planeando, manipulando, haciéndole la vida diaria imposible, no entendía por qué se portaban así con ella. Los días, las semanas sin botín en las arcas solo los enfurece mas, pero ella no tiene la culpa de que los barcos no aparezcan. Desde cuando creen que una mujer en el barco es de mala suerte?
- No es mi culpa..... Porqué lo hacen? – murmuraba en sueños.
Su padre la miraba con desaprobación, sus amigos planeaban el motín, los barcos no llegaban. Todo en un torbellino imposible de detener, seria tragada por la corriente.
Sudaba copiosamente, y se revolvía en la cama. Cuando se movía muy fuerte los puntos le tiraban, se agarraba al costado dolorida y luego volvía a relajarse.
- Ya no quiero seguir... – Dijo con un suspiro de alivio.
Veía el día en que su padre le mostró un retrato que él mismo había echo de su madre, era muy hermosa, había sacado su mirada, y su cabello. Cuando el padre hablaba de ella se le iluminaba la mirada, un marinero y una prostituta, no había historia de amor más triste...
- Madre....
De a poco abrió los ojos, ya estaba oscureciendo, y ellas habían llegado a la mañana, había dormido mucho. Se toco el costado, sintió los puntos, al final Florangel la había cosido, sonrío, que mujer increíble.
Miro el cuarto en busca de su compañera, pero aun le costaba enfocar, tendría que moverse un poco....
- Florangel? – Dijo mientras intentaba incorporarse muy despacio.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Primero fue abrir los ojos... lentamente, muy lentamente porque pesaban como lápidas de granito. Luego, fue un dolor que le taladró la cabeza desde la frente hasta la nuca y, al mismo tiempo, una sensación de sequedad en la boca que la hacía creer que había tragado arena. E inmediatamente después de comprobar empíricamente las desastrosas condiciones en que se encontraba, se dio cuenta de que estaba tendida en una cama, en un rincón de una habitación desconocida.
"¿Cómo rayos llegué hasta aquí?"
Sobresaltada, intentó sentarse de golpe pero su cabeza protestó violentamente, obligándola a tenderse de nuevo, mientras la habitación ensayaba un giro a su alrededor. Su estómago, solidario, se unió a la protesta de la cabeza, revolviéndose y enviando a sus labios una vaharada de bilis y alcohol que abrasó su garganta y la hizo toser.
Alcohol... la botella... la costura... Sophitia...
Se había tomado un trago, largo, del alcohol que había en la botella luego de coser a Sophitia. Recordaba eso. Recordaba también que el alcohol había hecho un camino candente desde sus labios a su estómago, arrancándole toses y lágrimas. No recordaba como había llegado a la cama ni cuando se había dormido.
Recordando sus deberes de enfermera hizo un esfuerzo por incorporarse lenta, muy lentamente, procurando que su cabeza no se desprendiera de sus hombros y fue a echarle un vistazo a la herida.
Para su alivio y a alegría comprobó, a primera vista, que seguía viva. En efecto, Sophitia se agitaba y murmuraba en sueños. Con toda la delicadeza que sus entorpecidos manos le permitían, la destapó para observar la herida; continuaba cerrada y había dejado de sangrar. No había nada de que preocuparse.
Bueno, sí había de qué preocuparse. La cabeza se le partía y la sed la martirizaba. ¿Cómo podía haber gente que encontrara divertido emborracharse? Apuró hasta la última gota de agua que quedaba en el jarro, la que su estómago, rebelde, estuvo a punto de mandarla de vuelta, y luego se arrastró de vuelta hacia la cama tirándose en ella como un costal de papas.
Permaneció en un inquieto duermevela hasta que la voz de Sophitia llegó a sus oídos.
- Aqui estoy - contestó con voz algo ronca mientras se erguía con parsimonia. Su cabeza seguía en su sitio y le dolía un poquito menos.
"¿Cómo rayos llegué hasta aquí?"
Sobresaltada, intentó sentarse de golpe pero su cabeza protestó violentamente, obligándola a tenderse de nuevo, mientras la habitación ensayaba un giro a su alrededor. Su estómago, solidario, se unió a la protesta de la cabeza, revolviéndose y enviando a sus labios una vaharada de bilis y alcohol que abrasó su garganta y la hizo toser.
Alcohol... la botella... la costura... Sophitia...
Se había tomado un trago, largo, del alcohol que había en la botella luego de coser a Sophitia. Recordaba eso. Recordaba también que el alcohol había hecho un camino candente desde sus labios a su estómago, arrancándole toses y lágrimas. No recordaba como había llegado a la cama ni cuando se había dormido.
Recordando sus deberes de enfermera hizo un esfuerzo por incorporarse lenta, muy lentamente, procurando que su cabeza no se desprendiera de sus hombros y fue a echarle un vistazo a la herida.
Para su alivio y a alegría comprobó, a primera vista, que seguía viva. En efecto, Sophitia se agitaba y murmuraba en sueños. Con toda la delicadeza que sus entorpecidos manos le permitían, la destapó para observar la herida; continuaba cerrada y había dejado de sangrar. No había nada de que preocuparse.
Bueno, sí había de qué preocuparse. La cabeza se le partía y la sed la martirizaba. ¿Cómo podía haber gente que encontrara divertido emborracharse? Apuró hasta la última gota de agua que quedaba en el jarro, la que su estómago, rebelde, estuvo a punto de mandarla de vuelta, y luego se arrastró de vuelta hacia la cama tirándose en ella como un costal de papas.
Permaneció en un inquieto duermevela hasta que la voz de Sophitia llegó a sus oídos.
- Aqui estoy - contestó con voz algo ronca mientras se erguía con parsimonia. Su cabeza seguía en su sitio y le dolía un poquito menos.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: Dulce recibimiento en los muelles
Se levanto lentamente, mientras se agarraba la herida para que los puntos no le tiraran. Aun le dolía un poco, pero su compañera había echo un gran trabajo, ya no tendría mas problemas con eso.
Vio a Florangel en la cama de al lado, intentaba incorporarse, pero al parecer le estaba costando bastante, abría estado bebiendo también? No todos le tienen resistencia al alcohol, o tal vez solo estaba cansada.
- Te debo una, amiga. Y una muy grande – Dijo y rió.
Al sentarse por completo, Sophitia pudo sentir el familiar dolor de cabeza que suelen dejar las resacas, pero era algo a lo que estaba tan acostumbrada que casi ni cuenta se daba. Con algo de agua se sentiría mejor.
Se levanto poco a poco y se acerco a la tina que antes contenía agua caliente. Solo le quedaba un poco en el fondo, por ahora tendría que alcanzar. Se mojo la cara, cuello, y pelo, luego se lo de modo prolijo. Agarro su camisa del suelo y la miro con ojo critico...
- Esto esta inutilizable... – Dijo mientras se la ponia, tendría que trabajar un poco si quería una nueva.
Fue entonces cuando su estomago hizo un ostentoso y largo sonido, como quejándose de que nadie se acordara de él. Sophitia lo miro con el ceño fruncido, pero tenia razón, no habían probado bocado en todo el día, Florangel seguramente también tendría mucha hambre.
- Espérame aquí, si? Traeré comida – Se acomodo un poco mas la camisa en un vano intento de que la mancha se notara menos – Ahora te toca a ti descansar.
Salió del cuarto antes de que pudiera decir nada, no fuera a ser que le dijera que “No era necesario”, o algo similar. Bajo la escalera lo más rápido que podía y fue derecho a la barra mientras revisaba las monedas que le quedaban. Con eso solo le alcanzaría para la cena, el cuarto estaba pagado ya, así que tendrían que irse por la mañana. Bien, solo era cuestión de conseguir mas monedas.
- Deme algo de comer, lo que sea que tengan hoy, y agua también – Le dijo al dueño. Este la miro de arriba a abajo, debía ser el hermano del otro, por eso la contemplaba extrañado. Pero en seguida le trajo las cosas y no hizo comentarios, ya hablaría con su hermano mas tarde.
Le dio algo similar a un guiso con carne, dos rodajas de pan y una jarra de agua. Sophitia pago y llevo las cosas de modo algo torpe al cuarto. Su compañera la esperaba, sonaba extraño decirlo, ya que hacia mucho que estaba caminando sola por la vida.
Vio a Florangel en la cama de al lado, intentaba incorporarse, pero al parecer le estaba costando bastante, abría estado bebiendo también? No todos le tienen resistencia al alcohol, o tal vez solo estaba cansada.
- Te debo una, amiga. Y una muy grande – Dijo y rió.
Al sentarse por completo, Sophitia pudo sentir el familiar dolor de cabeza que suelen dejar las resacas, pero era algo a lo que estaba tan acostumbrada que casi ni cuenta se daba. Con algo de agua se sentiría mejor.
Se levanto poco a poco y se acerco a la tina que antes contenía agua caliente. Solo le quedaba un poco en el fondo, por ahora tendría que alcanzar. Se mojo la cara, cuello, y pelo, luego se lo de modo prolijo. Agarro su camisa del suelo y la miro con ojo critico...
- Esto esta inutilizable... – Dijo mientras se la ponia, tendría que trabajar un poco si quería una nueva.
Fue entonces cuando su estomago hizo un ostentoso y largo sonido, como quejándose de que nadie se acordara de él. Sophitia lo miro con el ceño fruncido, pero tenia razón, no habían probado bocado en todo el día, Florangel seguramente también tendría mucha hambre.
- Espérame aquí, si? Traeré comida – Se acomodo un poco mas la camisa en un vano intento de que la mancha se notara menos – Ahora te toca a ti descansar.
Salió del cuarto antes de que pudiera decir nada, no fuera a ser que le dijera que “No era necesario”, o algo similar. Bajo la escalera lo más rápido que podía y fue derecho a la barra mientras revisaba las monedas que le quedaban. Con eso solo le alcanzaría para la cena, el cuarto estaba pagado ya, así que tendrían que irse por la mañana. Bien, solo era cuestión de conseguir mas monedas.
- Deme algo de comer, lo que sea que tengan hoy, y agua también – Le dijo al dueño. Este la miro de arriba a abajo, debía ser el hermano del otro, por eso la contemplaba extrañado. Pero en seguida le trajo las cosas y no hizo comentarios, ya hablaría con su hermano mas tarde.
Le dio algo similar a un guiso con carne, dos rodajas de pan y una jarra de agua. Sophitia pago y llevo las cosas de modo algo torpe al cuarto. Su compañera la esperaba, sonaba extraño decirlo, ya que hacia mucho que estaba caminando sola por la vida.
Sophitia- Cantidad de envíos : 955
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