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La hora del té
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La hora del té
*FDI: No tengo ninguna regla para este tema, solo que los personajes que quieran entrar sean mujeres, nada mas.
Un pequeño zorro rojo caminaba por un frondoso bosque, era un delicioso día de primavera, una tarde maravillosa para estar fuera del hogar y disfrutar del cálido aire. El zorro daba unos pasos, se detenía a oler el camino y luego continuaba, levantaba la cabeza de vez en vez al escuchar sonidos extraños, pero enseguida comenzaba la marcha nuevamente.
No parecía un zorro común y corriente, en su mirada se notaba una inteligencia muy superior al del resto de su especie, incluso parecía como si estuviera sonriendo. Que extraño era eso en un animal, pero aun no había nadie cerca para notarlo.
Finalmente, llegó a un claro natural bastante reducido, el pasto estaba algo apisonado como si hubiese gente que pasaba por allí a menudo. Pero el zorro sabía (Si, sabia) con certeza que en ese día en especial no pasaría nadie por ahí, solo sus visitas, únicamente las personas que había visto en sus sueños y que estaba destinada a conocer.
Se detuvo en medio del claro y cerro los ojos, como si se concentrara en algo, una idea, una imagen o quizás ambas. Un leve destello inundo el lugar y donde antes había un zorro, ahora había una jovencita de finos rasgos, con un hermoso y delicado kimono naranja lleno de flores de durazno. Sus ojos eran grandes y cálidos, un pelo blanco como la nieve le caía por debajo de la cintura, no aparentaba más de unos 16 o 18 años, su piel era pálida, como si nunca tomara sol, y una mejillas sonrosadas completaban una imagen que parecía de ensueños.
Y técnicamente lo era, todo su aspecto era una ilusión, he ahí el porque de una imagen tan perfecta. Pero para la kitsune que ahora se contemplaba en un espejo recién aparecido, la imagen humana era la verdadera, cosa que el espejo se negaba a reflejar. Le devolvía la vista un hermoso zorro, pero no era lo que ella quería ver. Es que los espejos no mostraban las ilusiones.
Rápidamente deshizo el espejo con gesto algo frustrado y lo transformo en un paraguas que con un ademan puso firme en la tierra, luego extendió una manta que le permitía sentarse a unas tres personas más aparte de ella cómodamente. Por ultimo se sentó bajo el paraguas y comenzó a preparar las cosas para cuando llegaran las demás.
Estaba feliz, sabía que esas personas serían importantes ¡Ya quería conocerlas! La emoción era tal, que no pudo contenerse y comenzó a cantar de modo muy despacio una vieja canción que probablemente hace algunos cientos de años había sido olvidada. Las notas resultaban muy armoniosas al oído, y la letra narraba de tierras lejanas, lugares de fantasía, amores perdidos y aventuras que no habían sido contadas.
Desplegado frente a ella había ahora un juego de té, un poco de agua llenaba la tetera que con suave vapor llenaba el lugar de fragancias, unos pétalos de diferentes flores descansaban sobre unos recipientes tapados y unas tazas que entraban justo en las manos eran la señal final de lo que estaba por hacer la Kitsune.
Se detuvo un momento, alzo el oído, no, aun no venia nadie. La impaciencia era su peor enemigo en ese momento, pero lograba controlarse lo suficiente como para seguir con los preparativos. Unos panecillos calientes en una fuente, unas pequeñas galletas por allá, unos ricos dulces por aquí y todo estaba listo, su merienda ideal estaba completa y a la espera del resto de los invitados.
Levanto la vista ¡Por fin había llegado alguien!
- ¡Bienvenida!-
Un pequeño zorro rojo caminaba por un frondoso bosque, era un delicioso día de primavera, una tarde maravillosa para estar fuera del hogar y disfrutar del cálido aire. El zorro daba unos pasos, se detenía a oler el camino y luego continuaba, levantaba la cabeza de vez en vez al escuchar sonidos extraños, pero enseguida comenzaba la marcha nuevamente.
No parecía un zorro común y corriente, en su mirada se notaba una inteligencia muy superior al del resto de su especie, incluso parecía como si estuviera sonriendo. Que extraño era eso en un animal, pero aun no había nadie cerca para notarlo.
Finalmente, llegó a un claro natural bastante reducido, el pasto estaba algo apisonado como si hubiese gente que pasaba por allí a menudo. Pero el zorro sabía (Si, sabia) con certeza que en ese día en especial no pasaría nadie por ahí, solo sus visitas, únicamente las personas que había visto en sus sueños y que estaba destinada a conocer.
Se detuvo en medio del claro y cerro los ojos, como si se concentrara en algo, una idea, una imagen o quizás ambas. Un leve destello inundo el lugar y donde antes había un zorro, ahora había una jovencita de finos rasgos, con un hermoso y delicado kimono naranja lleno de flores de durazno. Sus ojos eran grandes y cálidos, un pelo blanco como la nieve le caía por debajo de la cintura, no aparentaba más de unos 16 o 18 años, su piel era pálida, como si nunca tomara sol, y una mejillas sonrosadas completaban una imagen que parecía de ensueños.
Y técnicamente lo era, todo su aspecto era una ilusión, he ahí el porque de una imagen tan perfecta. Pero para la kitsune que ahora se contemplaba en un espejo recién aparecido, la imagen humana era la verdadera, cosa que el espejo se negaba a reflejar. Le devolvía la vista un hermoso zorro, pero no era lo que ella quería ver. Es que los espejos no mostraban las ilusiones.
Rápidamente deshizo el espejo con gesto algo frustrado y lo transformo en un paraguas que con un ademan puso firme en la tierra, luego extendió una manta que le permitía sentarse a unas tres personas más aparte de ella cómodamente. Por ultimo se sentó bajo el paraguas y comenzó a preparar las cosas para cuando llegaran las demás.
Estaba feliz, sabía que esas personas serían importantes ¡Ya quería conocerlas! La emoción era tal, que no pudo contenerse y comenzó a cantar de modo muy despacio una vieja canción que probablemente hace algunos cientos de años había sido olvidada. Las notas resultaban muy armoniosas al oído, y la letra narraba de tierras lejanas, lugares de fantasía, amores perdidos y aventuras que no habían sido contadas.
Desplegado frente a ella había ahora un juego de té, un poco de agua llenaba la tetera que con suave vapor llenaba el lugar de fragancias, unos pétalos de diferentes flores descansaban sobre unos recipientes tapados y unas tazas que entraban justo en las manos eran la señal final de lo que estaba por hacer la Kitsune.
Se detuvo un momento, alzo el oído, no, aun no venia nadie. La impaciencia era su peor enemigo en ese momento, pero lograba controlarse lo suficiente como para seguir con los preparativos. Unos panecillos calientes en una fuente, unas pequeñas galletas por allá, unos ricos dulces por aquí y todo estaba listo, su merienda ideal estaba completa y a la espera del resto de los invitados.
Levanto la vista ¡Por fin había llegado alguien!
- ¡Bienvenida!-
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: La hora del té
Aquella música....
Una música que hacía mucho tiempo que no escuchaba, pero que le resultaba familiar. Es lo malo de haber vivido durante miles de millones de años, todo te resulta familiar. Aunque para la estrella aquella canción tenía algo... especial. Aunque eso era algo que había quedado allá, en el Águila, cuando ella bajó y cobró forma humana.
El bosque estaba precioso, nunca había visto algo semejante tan de cerca, ni había sentido de forma tan xtraña la luz y el calor de una hermana: desde la Tierra parecía que el sol brillante iluminase no sólo el cielo, sino también los ánimos. Podía sentir sus rayos rozando su blanca piel, atravesando su propio resplandor, y calentándola.
Altair tenía calor, y se había sujetado las mangas de gasa por encima de los codos. Caminaba sin prisa, disfrutando del paisaje y dejándose guiar por aquella música que le hacía recordar tiempos qeu habían scapado de su memoria como humana. Suspiró.
Siguió andando, lentamente. No se olvidaba de su misión, pero aquella mañana no podía sino dejarla a un lado para disfrutar todo aquello. ERa la primera vez desde que había llegado que realmente podía relajarse y disfrutar. Aquello no tenía ni punto de comparación con la sensación que producía siendo observado desde el cielo.
Sin darse cuenta llegó a un claro. Era un claro natural, pequeño, y había un paraguas plantado en mitad de él, con una chica de ojos grandes y pelo blanco sentada debajo, sobre una manta y con un juego de té.
La saludó de forma amistosa, y casi podría decir que efusiva, como si aquello fuera un reencuentro. La estella se sorprendió de aquello, aunque aquel recibimiento no esperado le hizo sentirse un poco más contenta, quizá porque veía los ojos brillantes de la muchacha, que parecía feliz y casi lo contagiaba.
- Gracias - dijo. - Pero, disculpadme, ¿Nos conocemos de algo?
Una música que hacía mucho tiempo que no escuchaba, pero que le resultaba familiar. Es lo malo de haber vivido durante miles de millones de años, todo te resulta familiar. Aunque para la estrella aquella canción tenía algo... especial. Aunque eso era algo que había quedado allá, en el Águila, cuando ella bajó y cobró forma humana.
El bosque estaba precioso, nunca había visto algo semejante tan de cerca, ni había sentido de forma tan xtraña la luz y el calor de una hermana: desde la Tierra parecía que el sol brillante iluminase no sólo el cielo, sino también los ánimos. Podía sentir sus rayos rozando su blanca piel, atravesando su propio resplandor, y calentándola.
Altair tenía calor, y se había sujetado las mangas de gasa por encima de los codos. Caminaba sin prisa, disfrutando del paisaje y dejándose guiar por aquella música que le hacía recordar tiempos qeu habían scapado de su memoria como humana. Suspiró.
Siguió andando, lentamente. No se olvidaba de su misión, pero aquella mañana no podía sino dejarla a un lado para disfrutar todo aquello. ERa la primera vez desde que había llegado que realmente podía relajarse y disfrutar. Aquello no tenía ni punto de comparación con la sensación que producía siendo observado desde el cielo.
Sin darse cuenta llegó a un claro. Era un claro natural, pequeño, y había un paraguas plantado en mitad de él, con una chica de ojos grandes y pelo blanco sentada debajo, sobre una manta y con un juego de té.
La saludó de forma amistosa, y casi podría decir que efusiva, como si aquello fuera un reencuentro. La estella se sorprendió de aquello, aunque aquel recibimiento no esperado le hizo sentirse un poco más contenta, quizá porque veía los ojos brillantes de la muchacha, que parecía feliz y casi lo contagiaba.
- Gracias - dijo. - Pero, disculpadme, ¿Nos conocemos de algo?
Última edición por Altair el 10/12/11, 10:59 am, editado 1 vez
Altair- Cantidad de envíos : 96
Re: La hora del té
El bosque lucía sus mejores galas en aquella espléndida tarde de primavera, pero ella lo notaba sólo a medias, dominada por una inquietud que no la había abandonado desde que entrara en él. Había sido tan adversa su primera visita a Valanderiel – la corta melena plateada que ahora le llegaba hasta los hombros en lugar de la larga trenza de antaño y una levísima renguera al andar era mudos testimonios de eso – que no podía evitar sentir temor al regresar a aquella isla y su bosque.
¿Por qué estaba ahí, pues?
No era precisamente por propia voluntad. De haber dependido de ella hubiera dejado pasar mucho tiempo antes de volver y no lo hubiese hecho sola, Pero llevaba varios días soñando con un claro en el bosque y una persona que aguardaba allí. Había procurado olvidarlo, no prestarle atención, pero el sueño volvía noche tras noche, pertinaz, cada vez más intenso y, finalmente, la noche anterior le había indicado, sin lugar a dudas, que debía acudir a aquella cita. No le decía por qué ni quién la esperaba, sólo que en la tarde del día que se avecinaba debía estar en aquel claro y que debía ir sola.
Le había comentado a Akira acerca del sueño, pero no le había dicho que la cita era aquel día ni que iba a acudir a ella. Le dolía ocultarle cosas, pero él nunca le hubiese dejado regresar sola después de todo lo que le había pasado y mucho menos cuando hacía tan poco que le habían quitado la escayola de la pierna. Así que le pidió permiso a su jefe del puesto de hierbas para tomarse la tarde libre y tras dejarle una nota explicatoria al semielfo, había emprendido la marcha, confiando en regresar antes de que él tuviera ocasión de leerla.
Procuraba orientarse, tratando de discernir donde se encontraba exactamente aquel claro, cuando escuchó la canción. Hablaba de fantasía, de amores y de aventuras y su melodía era hermosa, como la voz que la entonaba. No la había escuchado nunca antes y su armonía le encantó. De una manera extraña le evocó el sueño que la había traído y de forma casi automática comenzó a seguir el sonido.
Solo demoró unos instantes en llegar al pequeño claro - que reconoció enseguida – donde estaban dos mujeres conversando. Una tenía una larga cabellera de un castaño muy claro, vestía de blanco y ¡brillaba! ligeramente. La otra, que parecía ser la anfitriona, era una jovencita de delicados rasgos y blanco cabello, vestida con un hermoso kimono naranja.
Sorprendida de que alguien más estuviera convocada a aquella cita a la que la habían enviado sus sueños, se detuvo y se quedó mirando sin decir nada.
¿Por qué estaba ahí, pues?
No era precisamente por propia voluntad. De haber dependido de ella hubiera dejado pasar mucho tiempo antes de volver y no lo hubiese hecho sola, Pero llevaba varios días soñando con un claro en el bosque y una persona que aguardaba allí. Había procurado olvidarlo, no prestarle atención, pero el sueño volvía noche tras noche, pertinaz, cada vez más intenso y, finalmente, la noche anterior le había indicado, sin lugar a dudas, que debía acudir a aquella cita. No le decía por qué ni quién la esperaba, sólo que en la tarde del día que se avecinaba debía estar en aquel claro y que debía ir sola.
Le había comentado a Akira acerca del sueño, pero no le había dicho que la cita era aquel día ni que iba a acudir a ella. Le dolía ocultarle cosas, pero él nunca le hubiese dejado regresar sola después de todo lo que le había pasado y mucho menos cuando hacía tan poco que le habían quitado la escayola de la pierna. Así que le pidió permiso a su jefe del puesto de hierbas para tomarse la tarde libre y tras dejarle una nota explicatoria al semielfo, había emprendido la marcha, confiando en regresar antes de que él tuviera ocasión de leerla.
Procuraba orientarse, tratando de discernir donde se encontraba exactamente aquel claro, cuando escuchó la canción. Hablaba de fantasía, de amores y de aventuras y su melodía era hermosa, como la voz que la entonaba. No la había escuchado nunca antes y su armonía le encantó. De una manera extraña le evocó el sueño que la había traído y de forma casi automática comenzó a seguir el sonido.
Solo demoró unos instantes en llegar al pequeño claro - que reconoció enseguida – donde estaban dos mujeres conversando. Una tenía una larga cabellera de un castaño muy claro, vestía de blanco y ¡brillaba! ligeramente. La otra, que parecía ser la anfitriona, era una jovencita de delicados rasgos y blanco cabello, vestida con un hermoso kimono naranja.
Sorprendida de que alguien más estuviera convocada a aquella cita a la que la habían enviado sus sueños, se detuvo y se quedó mirando sin decir nada.
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
Re: La hora del té
Había sido un acto de irresponsabilidad saltar a su sombra sin tener siquiera su brújula para no perderse en demasía. Bien podía dar gracias a estar viva, a que su propia sombra no la agrediera estando en el otro plano y que el golpe que se dio al ser expulsada de forma violenta del lado de las sombreas no fue severo.
Tampoco tenía muchas opciones. La gente con la que estaba se había molestado solo porque hablar de más. Que culpa tenía ella que fuera en tan sensibles sobre sus defectos, carencias y mal comportamiento? Lo que le parecía mas contradictorio era que finalmente si resultaran ser tan hostiles, estúpidos, embaucadores, rastreros, medio piratas (en el mal sentido de la palabra) y arrogantes. Ahora bien, huir de un grupo así, cuando se esta mareado y en un barco en alta mar es puco mas complicado... fue irresponsable, pero no tenía mas opción, era eso o nadar y ahora estaba muy segura que no lograría nadar.
Desde el momento en que había saltado a su sombra y esta la había mandado al lugar más remoto al que la pudo enviar, habían pasado varias horas. Apegada a su sentido del optimismo se quedó justo donde la habían escupidos las sombras, solo que trepó a un árbol para estar a salvo de la fauna, en lo que esperaba que pasara alguien... que nunca pasó.
Recostada en una rama muy alta en el árbol, se había quedado dormida y para cuando la kitsune llegó al lugar y empezó a disponer las cosas para su fiesta de té, ella estaba más que profunda, con una pierna desgonzada fuera de la rama, la otra recogida dándole equilibrio, un brazo sobre los ojos para que el sol no la molestara y la otra terminando de darle equilibrio a su cuerpo en tan peligroso lugar.
Fue la canción la que la hizo despertar, aunque por una momento creyó que seguía soñando. Un voz en la mitad del bosque, por fin!!!. No se había equivocado al decidir esperar, pero de momento solo era una voz, cantaba, la arrullaba en su rama. Sin moverse de donde estaba, escuchó la melodía, lo que decía y una sonrisa melancólica se pintó en su semblante... por un instante se sintió extraña. Amores... hacía varias semanas que no se veía con Keli, lo extrañaba... Fantasía... ella vivía en una eterna fantasía, era eso lo que la hacía sonreír... Aventuras... suspiró, por qué sus aventuras siempre terminaban en problemas tan serios?...
Siguió escuchándola y de repente, voces. Entendía lo que decían, aunque de forma muy difusa por su somnolencia. Con cuidado para no caer, se acomodó en la rama y escuchó. Parecía tratarse de un encuentro... eso implicaba que tendría que esperar a que terminara tal encuentro para poder presentarse y pedir ayuda para salir del lugar.
Desde la altura las observó, se veían tan bien arregladas que sintió un poco de vergüenza por su atuendo, imitación muy improvisada de marinero: pantalón pesquero, camisa de botones azul claro, con las mangas arremangadas hasta el codo y los botones inferiores sueltos para poder atar los extremos de la camisa en un nudo sobre su ombligo, sus zapatillas de siempre y un simpático pañuelo rojo al cuello. Si, tendría que aguardar. Moviendo un poco la cabeza de lado a lado, se fijaba en ellas; una debía tener cosas que reflejaran la luz del sol, porque según la mirara parecía brillar y la otra... donde había visto un kimono y una sombrilla antes? Su sonrisa no se tardó un momento más en hacerse muy grande. Miyuki.
No tenía nada de raro que estuviera en la mitad de un bosque y no estaba segura de su alegría de verla era por ella misma o por salir del bosque, o por ambas. Como fuera, aguardo un momento antes de lanzarse al vacío y fue en ese instante en que llegó una tercera persona. Eso la detuvo.
Qué hacer...? Nada, bajar y compartir con ellas un rato. Pero antes, se acomodó mejor la ropa para estar mejor presentada, se soltó el cabello y le quitó un poco el exceso de sal antes de sujetárselo en una trenza, estaba lista. Saltó de una rama a otro y de esa a otra cada vez mas abajo y finalmente se dejó caer del árbol, acercándose a las presentes.
- Buen día, señoritas!! - hizo una venia y pasó la mira por todas, con una sonrisa, deteniéndose en Lisandot a la cual miró impactada, perdiendo su sonrisa de inmediato.
Tampoco tenía muchas opciones. La gente con la que estaba se había molestado solo porque hablar de más. Que culpa tenía ella que fuera en tan sensibles sobre sus defectos, carencias y mal comportamiento? Lo que le parecía mas contradictorio era que finalmente si resultaran ser tan hostiles, estúpidos, embaucadores, rastreros, medio piratas (en el mal sentido de la palabra) y arrogantes. Ahora bien, huir de un grupo así, cuando se esta mareado y en un barco en alta mar es puco mas complicado... fue irresponsable, pero no tenía mas opción, era eso o nadar y ahora estaba muy segura que no lograría nadar.
Desde el momento en que había saltado a su sombra y esta la había mandado al lugar más remoto al que la pudo enviar, habían pasado varias horas. Apegada a su sentido del optimismo se quedó justo donde la habían escupidos las sombras, solo que trepó a un árbol para estar a salvo de la fauna, en lo que esperaba que pasara alguien... que nunca pasó.
Recostada en una rama muy alta en el árbol, se había quedado dormida y para cuando la kitsune llegó al lugar y empezó a disponer las cosas para su fiesta de té, ella estaba más que profunda, con una pierna desgonzada fuera de la rama, la otra recogida dándole equilibrio, un brazo sobre los ojos para que el sol no la molestara y la otra terminando de darle equilibrio a su cuerpo en tan peligroso lugar.
Fue la canción la que la hizo despertar, aunque por una momento creyó que seguía soñando. Un voz en la mitad del bosque, por fin!!!. No se había equivocado al decidir esperar, pero de momento solo era una voz, cantaba, la arrullaba en su rama. Sin moverse de donde estaba, escuchó la melodía, lo que decía y una sonrisa melancólica se pintó en su semblante... por un instante se sintió extraña. Amores... hacía varias semanas que no se veía con Keli, lo extrañaba... Fantasía... ella vivía en una eterna fantasía, era eso lo que la hacía sonreír... Aventuras... suspiró, por qué sus aventuras siempre terminaban en problemas tan serios?...
Siguió escuchándola y de repente, voces. Entendía lo que decían, aunque de forma muy difusa por su somnolencia. Con cuidado para no caer, se acomodó en la rama y escuchó. Parecía tratarse de un encuentro... eso implicaba que tendría que esperar a que terminara tal encuentro para poder presentarse y pedir ayuda para salir del lugar.
Desde la altura las observó, se veían tan bien arregladas que sintió un poco de vergüenza por su atuendo, imitación muy improvisada de marinero: pantalón pesquero, camisa de botones azul claro, con las mangas arremangadas hasta el codo y los botones inferiores sueltos para poder atar los extremos de la camisa en un nudo sobre su ombligo, sus zapatillas de siempre y un simpático pañuelo rojo al cuello. Si, tendría que aguardar. Moviendo un poco la cabeza de lado a lado, se fijaba en ellas; una debía tener cosas que reflejaran la luz del sol, porque según la mirara parecía brillar y la otra... donde había visto un kimono y una sombrilla antes? Su sonrisa no se tardó un momento más en hacerse muy grande. Miyuki.
No tenía nada de raro que estuviera en la mitad de un bosque y no estaba segura de su alegría de verla era por ella misma o por salir del bosque, o por ambas. Como fuera, aguardo un momento antes de lanzarse al vacío y fue en ese instante en que llegó una tercera persona. Eso la detuvo.
Qué hacer...? Nada, bajar y compartir con ellas un rato. Pero antes, se acomodó mejor la ropa para estar mejor presentada, se soltó el cabello y le quitó un poco el exceso de sal antes de sujetárselo en una trenza, estaba lista. Saltó de una rama a otro y de esa a otra cada vez mas abajo y finalmente se dejó caer del árbol, acercándose a las presentes.
- Buen día, señoritas!! - hizo una venia y pasó la mira por todas, con una sonrisa, deteniéndose en Lisandot a la cual miró impactada, perdiendo su sonrisa de inmediato.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: La hora del té
Miyuki estaba rebosante de alegría, por el momento solo veía a una de las mujeres, una muchacha alta y de porte elegante, tenía unos largos cabellos color castaño hermoso, y unos ojos casi inocentes que la hacían ver como a un ser de otro lugar, de un lugar muy lejano donde los defectos humanos no eran conocidos. Eso fue lo que la imagen de la primer mujer le dijo a la kitsune...
- Aun no nos conocemos bella dama, pero nuestro encuentro fue predicho por el destino y no tardaremos en ser amigas, tengalo por seguro - Dijo Miyuki con una cálida sonrisa, tal vez incluso algo misteriosa aunque no fuera esa su intención.
Sin hacerse esperar, le señaló un lugar justo enfrente de ella sobre la manta con un delicado gesto.
- ¿Serian tan amables de acompañarme? - Dijo y la pregunta no estaba mal hecha ya que una segunda mujer estaba apenas entrando al claro, esta era algo más baja que la primera, con un pelo corto que tenia un efecto platinado muy curioso que Miyuki nunca había visto. Algo más era extraño en esa nueva visita, aunque no estaba segura de qué era - ¿Encontró fácil el llegar, Señorita de ojos dulces? - Dijo hablándole a la nueva invitada, para comenzar a entrar en confianza.
Siquiera había notado la presencia de la ya conocida Dulfary sobre el árbol, así como podía ver muchas cosas, había otras tantas muy obvias que se le pasaban completamente por alto. Aunque no era nada extraño considerando las enormes habilidades de la ninja. Un oportuno gesto de sorpresa se hizo presente en el rostro de la kitsune, que no duro ni un segundo más de lo que las reglas de buena conducta dictaban.
- ¡Pero si es la Señorita Dulfary! - Dijo abriendo los brazos a modo de bienvenida, pero los ojos de la chica se habían detenido en una de sus invitadas y al parecer toda su atención estaba puesta en eso. Seria que se conocían ¡Que feliz coincidente!
Miyuki dejó que las muchachas se presentaran entre ellas unos minutos mientras ponía con una delicadeza no humana las hojas de jazmín en la tetera y comenzaba con el ritual que más le gustaba, la ceremonia de tomar té. El olor de la flor rápidamente inundo el lugar, era relajante y delicioso.
- Aun no nos conocemos bella dama, pero nuestro encuentro fue predicho por el destino y no tardaremos en ser amigas, tengalo por seguro - Dijo Miyuki con una cálida sonrisa, tal vez incluso algo misteriosa aunque no fuera esa su intención.
Sin hacerse esperar, le señaló un lugar justo enfrente de ella sobre la manta con un delicado gesto.
- ¿Serian tan amables de acompañarme? - Dijo y la pregunta no estaba mal hecha ya que una segunda mujer estaba apenas entrando al claro, esta era algo más baja que la primera, con un pelo corto que tenia un efecto platinado muy curioso que Miyuki nunca había visto. Algo más era extraño en esa nueva visita, aunque no estaba segura de qué era - ¿Encontró fácil el llegar, Señorita de ojos dulces? - Dijo hablándole a la nueva invitada, para comenzar a entrar en confianza.
Siquiera había notado la presencia de la ya conocida Dulfary sobre el árbol, así como podía ver muchas cosas, había otras tantas muy obvias que se le pasaban completamente por alto. Aunque no era nada extraño considerando las enormes habilidades de la ninja. Un oportuno gesto de sorpresa se hizo presente en el rostro de la kitsune, que no duro ni un segundo más de lo que las reglas de buena conducta dictaban.
- ¡Pero si es la Señorita Dulfary! - Dijo abriendo los brazos a modo de bienvenida, pero los ojos de la chica se habían detenido en una de sus invitadas y al parecer toda su atención estaba puesta en eso. Seria que se conocían ¡Que feliz coincidente!
Miyuki dejó que las muchachas se presentaran entre ellas unos minutos mientras ponía con una delicadeza no humana las hojas de jazmín en la tetera y comenzaba con el ritual que más le gustaba, la ceremonia de tomar té. El olor de la flor rápidamente inundo el lugar, era relajante y delicioso.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: La hora del té
La estrella le devolvió la sonrisa. Le resultaba muy agradable aquella chica. Las estrellas no creen en el destino, pero han visto lo suficiente como para saber que algunas cosas tienen que pasar, y no dudaba en que aquella fuera una de ellas. Eso la emocionó: era la primera vez que las reglas del mundo la involucraban directamente.
- Un placer, señorita Miyuki. Espero que ciertamente nos hagamos amigas enseguida, ya qeu sería un gran placer para mí.
cuando le señaló el sitio sobre la manta se dirigió allí con paso delicado y grácil, pero se detuvo y se giró al escuchar a su anfitriona hablar en plural. Allí, en el linde del claro, había aparecido otra chica, y por un momento le pareció que no se esperaba encontrarla allí, pero no el picnic. A pesar de todo la sensación duró uns egundo y le sonrió. La chica no se había presentado, así que decidió tomar la iniciativa y se inclinó levemente a modo de saludo respetuoso.
Antes de decir su nombre, un ruido a sus espaldas la hizo girarse de nuevo. Una tercera muchacha, vestida de marinero, había aparecido en el claro. Por el ruido la estrella dedujo que había saltado desde algún árbol. PArecía que Miyuki y ella se conocían, o eso supuso Altair al ver sus mutuas sonrisas, pero la de la recién llegada se esfumó al mirar en su dirección. Al principio se preguntó si era por ella, pero luego se dio cuenta de que miraba a la chica del pelo por los hombros.
Decidió mantener su sonrisa para amortguar posibles roces y realizó la misma reverencia a la recién llegada, que según parecía se llamaba Dulfary.
- Un placer conocerlas a ustedes dos también. Mi no mbre es Altair. - Se acercó a Miyuki y tomó asiento junto a ella, esperando que las demás hicieran lo mismo.
- Un placer, señorita Miyuki. Espero que ciertamente nos hagamos amigas enseguida, ya qeu sería un gran placer para mí.
cuando le señaló el sitio sobre la manta se dirigió allí con paso delicado y grácil, pero se detuvo y se giró al escuchar a su anfitriona hablar en plural. Allí, en el linde del claro, había aparecido otra chica, y por un momento le pareció que no se esperaba encontrarla allí, pero no el picnic. A pesar de todo la sensación duró uns egundo y le sonrió. La chica no se había presentado, así que decidió tomar la iniciativa y se inclinó levemente a modo de saludo respetuoso.
Antes de decir su nombre, un ruido a sus espaldas la hizo girarse de nuevo. Una tercera muchacha, vestida de marinero, había aparecido en el claro. Por el ruido la estrella dedujo que había saltado desde algún árbol. PArecía que Miyuki y ella se conocían, o eso supuso Altair al ver sus mutuas sonrisas, pero la de la recién llegada se esfumó al mirar en su dirección. Al principio se preguntó si era por ella, pero luego se dio cuenta de que miraba a la chica del pelo por los hombros.
Decidió mantener su sonrisa para amortguar posibles roces y realizó la misma reverencia a la recién llegada, que según parecía se llamaba Dulfary.
- Un placer conocerlas a ustedes dos también. Mi no mbre es Altair. - Se acercó a Miyuki y tomó asiento junto a ella, esperando que las demás hicieran lo mismo.
Altair- Cantidad de envíos : 96
Re: La hora del té
Durante el breve instante que se detuvo, indecisa, en la entrada del claro pudo apreciar la exquisita disposición para tomar el té que alguien había montado allí. En su sueño no había aparecido eso, tampoco le había mostrado quienes estaban ahí, pero tenía la certeza de que ese era el lugar y el momento en que debía estar. La chica del kimono, sin duda la anfitriona, parecía absolutamente encantada de verlas, a ella y a la chica brillante, y su cordialidad la sacó rápidamente de su sorpresa inicial.
- Encontré muy fácil llegar, señorita – contestó, sonriendo al oírse llamar “señorita de ojos dulces”
Ya roto el hielo le hizo una venia de saludo tanto a la anfitriona del encuentro como a la otra invitada, pero no alcanzó a hacer nada más porque una tercera invitada cayó, literalmente, desde el cielo y la dejó inmóvil ante la nueva sorpresa. Ni siquiera advirtió el intercambio de sonrisas con la chica del kimono ni la presentación de la joven luminosa. En su mente, por un momento, había vuelto a Cascadas.
Conocerla a ella había sido una de las cosas buenas que le habían pasado en ese lugar - por algunos momentos había vivido la ilusión de tener una hija - pero no la había vuelto a ver desde su encuentro en el Árbol de Blöen. Muchas veces se había preguntado como estaba, si ella y su pueblo habían evitado el peligro en que se encontraban, si había salido con bien de los líos en que se metía. Incluso había intentado contactarse con ella a través de sus viajes astrales pero, ¿cómo encontrar a alguien que se mueve en medio de las sombras y a través del viento?
Desde luego, jamás había esperado hallarla en Jasperia y precisamente en ese momento y en ese lugar. Su asombro fue tal que, de súbito, creyó estar todavía soñando y sintió la imperiosa necesidad de comprobar que no era así.
- ¿Dul? – interrogó, acercándose un paso a la kazakage.
- Encontré muy fácil llegar, señorita – contestó, sonriendo al oírse llamar “señorita de ojos dulces”
Ya roto el hielo le hizo una venia de saludo tanto a la anfitriona del encuentro como a la otra invitada, pero no alcanzó a hacer nada más porque una tercera invitada cayó, literalmente, desde el cielo y la dejó inmóvil ante la nueva sorpresa. Ni siquiera advirtió el intercambio de sonrisas con la chica del kimono ni la presentación de la joven luminosa. En su mente, por un momento, había vuelto a Cascadas.
Conocerla a ella había sido una de las cosas buenas que le habían pasado en ese lugar - por algunos momentos había vivido la ilusión de tener una hija - pero no la había vuelto a ver desde su encuentro en el Árbol de Blöen. Muchas veces se había preguntado como estaba, si ella y su pueblo habían evitado el peligro en que se encontraban, si había salido con bien de los líos en que se metía. Incluso había intentado contactarse con ella a través de sus viajes astrales pero, ¿cómo encontrar a alguien que se mueve en medio de las sombras y a través del viento?
Desde luego, jamás había esperado hallarla en Jasperia y precisamente en ese momento y en ese lugar. Su asombro fue tal que, de súbito, creyó estar todavía soñando y sintió la imperiosa necesidad de comprobar que no era así.
- ¿Dul? – interrogó, acercándose un paso a la kazakage.
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
Re: La hora del té
Sus ojos no se despegaban de ella, y durante el instante de incredulidad ante lo que veía, aun un poco en shock, se mordió el labio.
Tenía miedo que lo viera fuera solo una ilusión, ajena o propia, que si retiraba la vista al volverla a poner no estuviera Lisandot ahí. La última vez que la había visto, lo había hecho desde lejos y ahora que la volvía a ver se daba cuenta que no le había dado ni las gracias, ni la había buscado para contarle las novedades.
Caía en cuenta, pero no era lo que estaba pensando. Se miraron y por fin la niña resolvió que era mejor cerciorarse y le quitó la mirada en dirección a Kiyuki y su nueva amiga, en busca de una confirmación de terceros sobre lo que veía.
El corazón le latía con fuerza, con emoción. Lisandot era de las pocas personas de las que había recibido cariño casi de inmediato no mas conocerla, era tal vez la única persona de la que había sentido una calidez diferente a la de la amistad, justo en el momento en que mas lo necesitaba. Tenía que ser verdad, quería que fuera verdad. El corazón le apretaba demasiado en el pecho para que fuera de otra forma.
Apretó los dientes, conmovida, con un nudo en la garganta que le impedía decir cualquier cosa aunque hubiera querido abrir la boca y los ojos se llenaron de lágrimas. No le respondió a su pregunta.
De la formas más grosera se olvidó de las presentes y prácticamente corrió hacia Lisandot y la abrazó fuertemente, dejando que las lágrimas corrieran. Cerró los ojos y, cómo no, sorbió los mocos antes que escaparan de su nariz. En mucho tiempo, mas del que podía recordar no había llorado de autentica alegría y emoción, tanto así la alegraba reencontrarse con su amiga.
La soltó por un momento y con el dorso de la mano y parte del antebrazo se secó las lágrimas, con una sonrisa que simplemente no le cabía en el rostro.
- Lis!!! que bueno encontrarte - volvió a abrazarla y sin nada que las retuviera, las lágrimas seguían saliendo.
fdi: se han fijado que todas hablan en el mismo tono? me siento la niña diferente
Tenía miedo que lo viera fuera solo una ilusión, ajena o propia, que si retiraba la vista al volverla a poner no estuviera Lisandot ahí. La última vez que la había visto, lo había hecho desde lejos y ahora que la volvía a ver se daba cuenta que no le había dado ni las gracias, ni la había buscado para contarle las novedades.
Caía en cuenta, pero no era lo que estaba pensando. Se miraron y por fin la niña resolvió que era mejor cerciorarse y le quitó la mirada en dirección a Kiyuki y su nueva amiga, en busca de una confirmación de terceros sobre lo que veía.
El corazón le latía con fuerza, con emoción. Lisandot era de las pocas personas de las que había recibido cariño casi de inmediato no mas conocerla, era tal vez la única persona de la que había sentido una calidez diferente a la de la amistad, justo en el momento en que mas lo necesitaba. Tenía que ser verdad, quería que fuera verdad. El corazón le apretaba demasiado en el pecho para que fuera de otra forma.
Apretó los dientes, conmovida, con un nudo en la garganta que le impedía decir cualquier cosa aunque hubiera querido abrir la boca y los ojos se llenaron de lágrimas. No le respondió a su pregunta.
De la formas más grosera se olvidó de las presentes y prácticamente corrió hacia Lisandot y la abrazó fuertemente, dejando que las lágrimas corrieran. Cerró los ojos y, cómo no, sorbió los mocos antes que escaparan de su nariz. En mucho tiempo, mas del que podía recordar no había llorado de autentica alegría y emoción, tanto así la alegraba reencontrarse con su amiga.
La soltó por un momento y con el dorso de la mano y parte del antebrazo se secó las lágrimas, con una sonrisa que simplemente no le cabía en el rostro.
- Lis!!! que bueno encontrarte - volvió a abrazarla y sin nada que las retuviera, las lágrimas seguían saliendo.
fdi: se han fijado que todas hablan en el mismo tono? me siento la niña diferente
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: La hora del té
Miyuki espero mientras el agua del té tomaba el sabor justo, sonrió a la mujer luminosa con dulzura, contenta de que se uniera a ella en el paño. Tomo la pequeña tetera, y sirvió cuatro tazas que luego ofreció a las invitadas, pero en vista de que Dul y la que ahora sabía que se llamaba Lis se iban a tardar, solo le dio su taza a Altair.
- Me causa gran regocijo que mi sencilla reunión sea en cierto modo la causante de tanta alegría - Dijo la kitsune mientras tomaba un corto sorbo del té.
Hubiese querido demostrar más felicidad, pero era una de las emociones humanas que más le costaba entender, mucho menos reproducir. Lo que si podía hacer era sonreír, y eso mismo hizo.
En verdad el día era perfecto para un encuentro al aire libre, tal como su sueño le había dicho, había viento, pero era cálido, incluso dulce uno podría decir. Miro a sus invitadas y supo que podía confiar en ellas, que esto era mas que una simple reunión.
- Queridas mías, vengan, acérquense a nosotras y cuéntenos de donde se conocen, de seguro debe ser una historia muy interesante - Dijo dando unas palmaditas en los lugares que les había reservado. Recordó entonces que se había olvidado de algo sumamente importante.
- ¡Ah! Mi tonta cabeza - Se dio una palmada en la frente - ¡Olvide presentarme! Mi nombre es Miyuki para las que no me conoces - Aclaro mirando a Dulfary - Y seré su anfitriona durante esta humilde velada.
FDI: Pero mi naranja es mas lindo (??) jajaja
- Me causa gran regocijo que mi sencilla reunión sea en cierto modo la causante de tanta alegría - Dijo la kitsune mientras tomaba un corto sorbo del té.
Hubiese querido demostrar más felicidad, pero era una de las emociones humanas que más le costaba entender, mucho menos reproducir. Lo que si podía hacer era sonreír, y eso mismo hizo.
En verdad el día era perfecto para un encuentro al aire libre, tal como su sueño le había dicho, había viento, pero era cálido, incluso dulce uno podría decir. Miro a sus invitadas y supo que podía confiar en ellas, que esto era mas que una simple reunión.
- Queridas mías, vengan, acérquense a nosotras y cuéntenos de donde se conocen, de seguro debe ser una historia muy interesante - Dijo dando unas palmaditas en los lugares que les había reservado. Recordó entonces que se había olvidado de algo sumamente importante.
- ¡Ah! Mi tonta cabeza - Se dio una palmada en la frente - ¡Olvide presentarme! Mi nombre es Miyuki para las que no me conoces - Aclaro mirando a Dulfary - Y seré su anfitriona durante esta humilde velada.
FDI: Pero mi naranja es mas lindo (??) jajaja
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: La hora del té
[fdi: lo siento, lo siento, lo siento!!! me fui devacaciones y no he podido postear antes. Lamento no haber avisado ni nada, soy una mala persona >.<]
Altair observó el reencuentro con curiosidad y esperó a que las dos chicas se sentaran con ellas antes de servirse una taza de aquel té que olía tan deliciosamente.
Hizo una inclinación de cabeza y se presentó a todas las presentes, ya que aún no había tenido la oportunidad.
- Mi nombre es Altair, y es un placer conocerlas. Ciertamente ha sido una suerte encontrarlas aquí hoy, y espero qe podamos pasar un buen rato y conocernos mejor.
Aquella pandilla le resultaba curiosa y graciosa al mismo tiempo. NO entendía muy bien qué estab apansando pero aquellas chicas le resultaban agradables y simpáticas y no pasaba nada si su miión se demoraba un poco... podría disfrutar de este rato como humana y luego continuar su búsqueda.
Altair observó el reencuentro con curiosidad y esperó a que las dos chicas se sentaran con ellas antes de servirse una taza de aquel té que olía tan deliciosamente.
Hizo una inclinación de cabeza y se presentó a todas las presentes, ya que aún no había tenido la oportunidad.
- Mi nombre es Altair, y es un placer conocerlas. Ciertamente ha sido una suerte encontrarlas aquí hoy, y espero qe podamos pasar un buen rato y conocernos mejor.
Aquella pandilla le resultaba curiosa y graciosa al mismo tiempo. NO entendía muy bien qué estab apansando pero aquellas chicas le resultaban agradables y simpáticas y no pasaba nada si su miión se demoraba un poco... podría disfrutar de este rato como humana y luego continuar su búsqueda.
Altair- Cantidad de envíos : 96
Re: La hora del té
Los segundos que la muchacha se demoró en reaccionar fueron eternos para ella. Ya se estaba convenciendo de que todo era un sueño, la expresión de su deseo de volver a verla o al menos saber algo de ella, cuando la rubia se precipitó en sus brazos llorando.
La abrazó estrechamente, tan feliz de que su presencia fuera real que la presencia de las otras dos chicas quedó relegada en el fondo de su mente. Era una notoria falta de cortesía no haberse presentado, pero había ocasiones en que la cortesía era lo menos importante de todo.
Sus ojos brillaron clarísimos en respuesta a la ancha sonrisa de la kazakage cuando se separó un momento de ella.
- Estoy muy feliz de verte – respondió con sencillez.
Cuando la chica volvió a abrazarla, se las arregló para acurrucarla pese a que era más baja que ella y apenas le llegaba al hombro, y dejó que sus propias lágrimas de alegría se unieran a las de su amiga. Tan sólo este encuentro hacía que ya valiera la pena haber vuelto a ese bosque prácticamente a escondidas de Akira. Su amado también se pondría muy feliz de saber de Dul; seguramente querría verla. La invitaría a su casa apenas terminara la presente reunión.
El tino de su anfitriona les dio el tiempo suficiente para serenarse y recomponerse. Cuando las lágrimas de ambas dejaron de fluir, besó con dulzura la mejilla de la kazakage y se separó con cuidado.
- Ven, vamos a sentarnos ahí – dijo al oír la invitación de la kitsune, tirando suavemente a la rubia de la mano.
El viento, que agitaba su corta cabellera de plata, traía hasta su nariz la exquisita fragancia del té mientras se sentaba con gracia sobre la alfombra.
- Me llamo Lisandot. Es un placer conocerlas a ambas – les dedicó una bella sonrisa a cada una al decir esto – y es un honor teneros como anfitriona, señorita Miyuki.
La reunión comenzaba con los mejores auspicios para ella. Dul estaba ahí y tanto Miyuki como Altair le parecían personas muy agradables e interesantes.
La abrazó estrechamente, tan feliz de que su presencia fuera real que la presencia de las otras dos chicas quedó relegada en el fondo de su mente. Era una notoria falta de cortesía no haberse presentado, pero había ocasiones en que la cortesía era lo menos importante de todo.
Sus ojos brillaron clarísimos en respuesta a la ancha sonrisa de la kazakage cuando se separó un momento de ella.
- Estoy muy feliz de verte – respondió con sencillez.
Cuando la chica volvió a abrazarla, se las arregló para acurrucarla pese a que era más baja que ella y apenas le llegaba al hombro, y dejó que sus propias lágrimas de alegría se unieran a las de su amiga. Tan sólo este encuentro hacía que ya valiera la pena haber vuelto a ese bosque prácticamente a escondidas de Akira. Su amado también se pondría muy feliz de saber de Dul; seguramente querría verla. La invitaría a su casa apenas terminara la presente reunión.
El tino de su anfitriona les dio el tiempo suficiente para serenarse y recomponerse. Cuando las lágrimas de ambas dejaron de fluir, besó con dulzura la mejilla de la kazakage y se separó con cuidado.
- Ven, vamos a sentarnos ahí – dijo al oír la invitación de la kitsune, tirando suavemente a la rubia de la mano.
El viento, que agitaba su corta cabellera de plata, traía hasta su nariz la exquisita fragancia del té mientras se sentaba con gracia sobre la alfombra.
- Me llamo Lisandot. Es un placer conocerlas a ambas – les dedicó una bella sonrisa a cada una al decir esto – y es un honor teneros como anfitriona, señorita Miyuki.
La reunión comenzaba con los mejores auspicios para ella. Dul estaba ahí y tanto Miyuki como Altair le parecían personas muy agradables e interesantes.
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
Re: La hora del té
Se dejó guiar de la mano cuando el abrazo se rompió. Había sido realmente hermoso el reencuentro, y muy cálido lo que sintió con la respuesta de Lisandot. El corazón le latía con alegría y por un momento fue como si volviera a estar en brazos de su madre.
Pero, no había que ser descorteses, así que sentó en el suelo, junto a las otras dos y haciendo una graciosa reverencia con la cabeza, también se presentó.
- Altair, mi nombre es Dulfary y no es porque sean mis amigas, pero has conocido dos grandes chicas hoy, las mejores, no te imaginas - sonrió con orgullo, de oreja a oreja - ah! sí, de donde nos conocemos. A tres mares de distancia, a juzgar por todo el tiempo que me tomó llegar acá, claro que el viaje en barco fue casi una tortura y eso pudo hacer que me pareciera más largo de lo que en realidad, fue, eso sin contar con los piratas, el naufragio, la sed y las pocas ganas que tenía de venir, aunque después de todo si valió la pena, sí, si, me desvió, nos conocimos en otro Reino, el cual, pobrecito, estaba o está muy mal y eso que era de lo mas de bonito. Mi sueño y el de Lis se encontraron y nos reunieron y... - suspiró con emoción contenida, no sabía como explicarle a extrañas el afecto que sentía por Lis y solo entonces se dio cuenta que había estado hablando sin pausa.
- Jeje, perdón, a veces no me mido. A que se debe esta linda fiesta Miyuki? - preguntó con suma curiosidad
Pero, no había que ser descorteses, así que sentó en el suelo, junto a las otras dos y haciendo una graciosa reverencia con la cabeza, también se presentó.
- Altair, mi nombre es Dulfary y no es porque sean mis amigas, pero has conocido dos grandes chicas hoy, las mejores, no te imaginas - sonrió con orgullo, de oreja a oreja - ah! sí, de donde nos conocemos. A tres mares de distancia, a juzgar por todo el tiempo que me tomó llegar acá, claro que el viaje en barco fue casi una tortura y eso pudo hacer que me pareciera más largo de lo que en realidad, fue, eso sin contar con los piratas, el naufragio, la sed y las pocas ganas que tenía de venir, aunque después de todo si valió la pena, sí, si, me desvió, nos conocimos en otro Reino, el cual, pobrecito, estaba o está muy mal y eso que era de lo mas de bonito. Mi sueño y el de Lis se encontraron y nos reunieron y... - suspiró con emoción contenida, no sabía como explicarle a extrañas el afecto que sentía por Lis y solo entonces se dio cuenta que había estado hablando sin pausa.
- Jeje, perdón, a veces no me mido. A que se debe esta linda fiesta Miyuki? - preguntó con suma curiosidad
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: La hora del té
Miyuki se encontraba fascinada por los gestos de extremo cariño que tenían entre si Dulfary y Lisandot, era simplemente maravilloso lo fuerte que podían ser los sentimientos humanos, era una de las cosas que mas le gustaba de ellos, el amor que había entre las mujeres era casi palpable, llenaba el corazón no solo de ellas, sino de todas las presentes, que se sentían envueltas por ese aura de cariño y confianza.
La kitsune se apuro a servir el té de las otras dos invitadas, es un modo de decir, ya que cada uno de sus movimientos eran lentos y delicados, perfectamente planeados para no derramar ni una sola gota del delicioso liquido, ni servir de mas en cada taza, o que el pulso le temblara. Volvió a llenar la de Altair, y finalmente sirvió la suya propia, dispuesta a disfrutar de su creación.
Tomo su té de un solo sorbo, como era debido con esas infusiones, mientras escuchaba los halagos de la rubia.
- Por favor, Señorita Dulfary, va a hacer que me sonroje – Dijo en parte por modestia, por otro lado, como siempre, porque consideraba que era lo que correspondía a la etiqueta.
Luego dejo que continuara con la extraña historia, de la cual como era de esperarse no entendió casi nada. Pudo captar algo sobre otro reino, que era donde se habían conocido con Lisandot, luego entendió algo así como un viaje en barco que había tenido piratas y naufragios o algo similar. Así y todo Miyuki sonrió amable, no queriendo contradecirla, al fin y al cabo, se la veía muy feliz, hubiese sido una pena detenerla para decirle que su historia eran un montón de ideas sin conexión alguna. Lo importante era la pregunta final, duda para la que se había estado preparando, eso de por si era extraño, ya que no solía planear nada.
- Me alegra que lo pregunte, Señorita Dulfary – Se aclaro la garganta y continuo – Señoritas, no hay mas motivo para esta reunión que el mero echo de conocer a tan magnificas mujeres. Las tres aparecieron en mis sueños, y supe de algún modo que debía conocerlas – Puso la mano tras su cuerpo y apareció una botella de sake y un pequeño plato hondo del tamaño de una mano – Propongo que brindemos por eso, saliéndonos un poco de las presentaciones formales.
Sonrió a cada una de ellas, esperaba que entendieran sus motivos, deseaba poder confiar en ellas, y necesitaba que fuera mutuo. Sirvió apenas lo suficiente para que todas las presentes tomaran un sorbo, se lo paso a Altair, ya que había sido la primera en llegar, luego miro como pasaba por cada una hasta llegar nuevamente a ella y beber lo que quedaba, guardo la botella y el vaso en la canasta.
- De donde yo vengo, en celebraciones importantes o en las ceremonias de purificación se bebe de este vino de arroz, es un gesto importante para mi que lo hallan aceptado, muchas gracias por venir – Dijo mientras hacia una profunda reverencia – Y ahora si, pasemos a lo divertido – Junto las manos mientras decía esto y sus ojos se convirtieron en rendijas mientras sonreía – ¿Quien será la primera que se arriesgue con uno de los postres que prepare? - Señalo los diferentes pasteles que estaban repartidos por la manta.
La kitsune se apuro a servir el té de las otras dos invitadas, es un modo de decir, ya que cada uno de sus movimientos eran lentos y delicados, perfectamente planeados para no derramar ni una sola gota del delicioso liquido, ni servir de mas en cada taza, o que el pulso le temblara. Volvió a llenar la de Altair, y finalmente sirvió la suya propia, dispuesta a disfrutar de su creación.
Tomo su té de un solo sorbo, como era debido con esas infusiones, mientras escuchaba los halagos de la rubia.
- Por favor, Señorita Dulfary, va a hacer que me sonroje – Dijo en parte por modestia, por otro lado, como siempre, porque consideraba que era lo que correspondía a la etiqueta.
Luego dejo que continuara con la extraña historia, de la cual como era de esperarse no entendió casi nada. Pudo captar algo sobre otro reino, que era donde se habían conocido con Lisandot, luego entendió algo así como un viaje en barco que había tenido piratas y naufragios o algo similar. Así y todo Miyuki sonrió amable, no queriendo contradecirla, al fin y al cabo, se la veía muy feliz, hubiese sido una pena detenerla para decirle que su historia eran un montón de ideas sin conexión alguna. Lo importante era la pregunta final, duda para la que se había estado preparando, eso de por si era extraño, ya que no solía planear nada.
- Me alegra que lo pregunte, Señorita Dulfary – Se aclaro la garganta y continuo – Señoritas, no hay mas motivo para esta reunión que el mero echo de conocer a tan magnificas mujeres. Las tres aparecieron en mis sueños, y supe de algún modo que debía conocerlas – Puso la mano tras su cuerpo y apareció una botella de sake y un pequeño plato hondo del tamaño de una mano – Propongo que brindemos por eso, saliéndonos un poco de las presentaciones formales.
Sonrió a cada una de ellas, esperaba que entendieran sus motivos, deseaba poder confiar en ellas, y necesitaba que fuera mutuo. Sirvió apenas lo suficiente para que todas las presentes tomaran un sorbo, se lo paso a Altair, ya que había sido la primera en llegar, luego miro como pasaba por cada una hasta llegar nuevamente a ella y beber lo que quedaba, guardo la botella y el vaso en la canasta.
- De donde yo vengo, en celebraciones importantes o en las ceremonias de purificación se bebe de este vino de arroz, es un gesto importante para mi que lo hallan aceptado, muchas gracias por venir – Dijo mientras hacia una profunda reverencia – Y ahora si, pasemos a lo divertido – Junto las manos mientras decía esto y sus ojos se convirtieron en rendijas mientras sonreía – ¿Quien será la primera que se arriesgue con uno de los postres que prepare? - Señalo los diferentes pasteles que estaban repartidos por la manta.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: La hora del té
Altair escuchó las explicaciones de la joven mientras no dejaba de sonreír, dejándose envolver por aquel sentimiento de cariño que parecía emanar de ella y de Lis y que era tan fuerte que podía sentirlo sin estar implicada. Le resultaba impresionante y emocionante al mismo tiempo palpar desde tan cerca aquellos sentimientos que, desde el cielo, parecían tener mucho menos sentido.
Una cosa era mirarlo de lejos, otra muy distinta sentirlo en el ambiente, a tu alrededor.
LE extrañaron un poco los motivos de la anfitriona, pero ella entendía muy bien lo que era el destino, y el papel que jugaban los sueños y ese tipo de cosas en él. Así que supo que su destino había sido conocer a aquellas tres mágnificas mujeres, ya qu eno dudaba de la palabra de Dulfary, y si ese había sido su destino, entonces había una razón. Y dado que ninguna de ellas era la persona a quien tenía que entregar el paquete, quizá pudieran ayudarla de alguna manera.
Aceptó el pequeño cuenco de sake, y bebió de un sorbo. El líquido le calentó la garganta al momento, ya que era la primera vez que la estrella probaba alcohol, pero la sensación pasó pronto y le dejó sólo el ercuerdo de una agradable calidez por dentro que se unía a la calidez del ambiente. Eso la hizo sonreír aún más.
Cuando la kitsune formuló su pregunta y habló de diversión, Altair pensó que ya había prolongado su silencio demasiado tiempo.
- Bien, no sé en qué modo puede ser arriesgado probar un postre, así que supongo que estoy llamada a ser yo la primera que lo haga. ¿No les parece? - El ambiente vibró con esa risa suave como de campanillas que acompañaba la alegría de la estrella mientras alargaba la mano y cogía el pastel que le pareció tenía mejor pinta.
Antes de metérselo a la boca miró a las presentes.
- Debo admitir que las palabras de nuestra anfitriona me hacen dudar sobre si atreverme o no. ¿Alguna de ustedes podría decirme si sabe lo que me espera al morder este apetitoso pastelillo? -comentó bromeando y aprovechando para iniciar una conversación informal con la que conocer mejor a las tres chicas.
Una cosa era mirarlo de lejos, otra muy distinta sentirlo en el ambiente, a tu alrededor.
LE extrañaron un poco los motivos de la anfitriona, pero ella entendía muy bien lo que era el destino, y el papel que jugaban los sueños y ese tipo de cosas en él. Así que supo que su destino había sido conocer a aquellas tres mágnificas mujeres, ya qu eno dudaba de la palabra de Dulfary, y si ese había sido su destino, entonces había una razón. Y dado que ninguna de ellas era la persona a quien tenía que entregar el paquete, quizá pudieran ayudarla de alguna manera.
Aceptó el pequeño cuenco de sake, y bebió de un sorbo. El líquido le calentó la garganta al momento, ya que era la primera vez que la estrella probaba alcohol, pero la sensación pasó pronto y le dejó sólo el ercuerdo de una agradable calidez por dentro que se unía a la calidez del ambiente. Eso la hizo sonreír aún más.
Cuando la kitsune formuló su pregunta y habló de diversión, Altair pensó que ya había prolongado su silencio demasiado tiempo.
- Bien, no sé en qué modo puede ser arriesgado probar un postre, así que supongo que estoy llamada a ser yo la primera que lo haga. ¿No les parece? - El ambiente vibró con esa risa suave como de campanillas que acompañaba la alegría de la estrella mientras alargaba la mano y cogía el pastel que le pareció tenía mejor pinta.
Antes de metérselo a la boca miró a las presentes.
- Debo admitir que las palabras de nuestra anfitriona me hacen dudar sobre si atreverme o no. ¿Alguna de ustedes podría decirme si sabe lo que me espera al morder este apetitoso pastelillo? -comentó bromeando y aprovechando para iniciar una conversación informal con la que conocer mejor a las tres chicas.
Altair- Cantidad de envíos : 96
Re: La hora del té
El espontáneo elogio de la rubia la hizo sonrojar con una mezcla extraña de placer y modestia; le alegraba que la chica tuviera una opinión tan buena sobre su persona. Pero ese agradable sentimiento se desvaneció cuando la niña siguió hablando.
Para ella, el relato de Dulfary estaba pleno de sentido y le dolió enterarse de que había estado expuesta a tanto peligro y sufrimiento ¡Si tan sólo era una niña, por más que tuviera el aspecto de una mujer! Sin poder evitarlo, le dio un cariñoso apretón en la mano cuando terminó su breve relato. Un gesto de apoyo y consuelo, aunque la kazekage no parecía necesitar mucho de este último. Cómo si lo que había contado fuera lo más normal y corriente, lo dejaba atrás y se interesaba por el motivo de la reunión.
El té que Miyuki les había servido era realmente delicioso, pero su sabor pasó a segundo plano cuando escuchó la respuesta que la anfitriona daba a la pregunta de la rubia. ¿Así que la joven que había soñado con sus invitadas? Y ella había soñado con ese claro y una persona esperando. Eso no podía ser coincidencia. ¿Cuál sería la razón de que los sueños de esa muchacha y los suyos propios se hubieran conectado así?
Algo distraída con ese asunto, hizo los honores al brindis – con un leve carraspeo cuando el cálido líquido bajó por su garganta – y observó con una sonrisa el jugueteo de Altair con los postres. La chica parecía realmente alegre y su risa suave tenía una cualidad verdaderamente musical.
- Sin duda, tendréis una experiencia inolvidable, en cualquier sentido – contestó, siguiendo la broma.
Pero el asunto de los sueños sincronizados con Miyuki seguía dándole vueltas en la cabeza y aprovechó una breve pausa para hablar de ello.
- ¿Sabéis? – comenzó, luego de tomar un pastelito – No me sorprende que la señorita Miyuki haya organizado esta reunión porque aparecimos en sus sueños. Fue un sueño el que me trajo aquí.
Para ella, el relato de Dulfary estaba pleno de sentido y le dolió enterarse de que había estado expuesta a tanto peligro y sufrimiento ¡Si tan sólo era una niña, por más que tuviera el aspecto de una mujer! Sin poder evitarlo, le dio un cariñoso apretón en la mano cuando terminó su breve relato. Un gesto de apoyo y consuelo, aunque la kazekage no parecía necesitar mucho de este último. Cómo si lo que había contado fuera lo más normal y corriente, lo dejaba atrás y se interesaba por el motivo de la reunión.
El té que Miyuki les había servido era realmente delicioso, pero su sabor pasó a segundo plano cuando escuchó la respuesta que la anfitriona daba a la pregunta de la rubia. ¿Así que la joven que había soñado con sus invitadas? Y ella había soñado con ese claro y una persona esperando. Eso no podía ser coincidencia. ¿Cuál sería la razón de que los sueños de esa muchacha y los suyos propios se hubieran conectado así?
Algo distraída con ese asunto, hizo los honores al brindis – con un leve carraspeo cuando el cálido líquido bajó por su garganta – y observó con una sonrisa el jugueteo de Altair con los postres. La chica parecía realmente alegre y su risa suave tenía una cualidad verdaderamente musical.
- Sin duda, tendréis una experiencia inolvidable, en cualquier sentido – contestó, siguiendo la broma.
Pero el asunto de los sueños sincronizados con Miyuki seguía dándole vueltas en la cabeza y aprovechó una breve pausa para hablar de ello.
- ¿Sabéis? – comenzó, luego de tomar un pastelito – No me sorprende que la señorita Miyuki haya organizado esta reunión porque aparecimos en sus sueños. Fue un sueño el que me trajo aquí.
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
Re: La hora del té
Té. Como le gustaba el té. El que hacía su mamá era el que mas le gustaba, ese que no probaba hace tantos años. El picnic era simplemente perfecto.
Pero ahí estaba el té, listo para ella. Lo tomó con un aire casi que ceremonioso, muy diferente a como habían sido sus modales abiertos y francos hasta ahora y lo llevó hasta su boca, cerrando los ojos justo cuando hizo contacto con su boca. Degustándolo, conteniendo un suspiro.
- Dale, sonrójate con confianza, aquí nadie te hará bromas al respecto – soltó una risita por lo bajo, picara, muy picara, tan niña como era en realidad; ella si haría bromas al respecto. QUIEN SE SONROJA POR LOS HALAGOS???? Mas aun, quien lo hace por la verdad, cuando es positiva, claro?
Y a pesar de sus palabras, cuando le dijo que eran magnificas mujeres, Dul si se sonrojó, con una sonrisa ensoñadora… un día, si sobrevivía a si misma, llegaría a ser una mujer de verdad y no solo esa ilusión que tenían ellas en frente. Para Dulfary, cualquier excusa para una reunión así, era un motivo, le alegraba que sucediera y que además esto la llevara junto a Lis, sin embargo algo le quedó sonando. Se preguntaba como la vio en su sueño y de hecho
- Miyuki… - dijo tímidamente – cómo me viste en tu sueño?... – quería saber, si la vio con su maldición o sin ella.
SAKE!! Cuando lo tuvo a su alcance lo reconoció de inmediato por su olor. Un sorbo, un motivo, un gesto de confianza y unión; había visto a los adultos hacer eso, nunca lo había hecho, era muy niña para tal cosa. El sake se lo pasó casi de inmediato, tosió, casi tiene una arcada y solo entonces recordó porque no tomaba sake. Hizo una mueca, trato de disimularla, volvió a hacerla y ya estuvo bien, o al menos lo simuló muy bien
Y ahora, pastelitos!!! Pero Altair le ganó, arrancándole una risa cristalina e inocente, cuando solo quedó la sonrisa la miró fijamente, mientras lo comía, por si caía fulminada, pero no fue así, preguntó con precaución.
- A no ser que sea un duende y te este dando algo que haga algo chistoso… te llenaras de mucha azúcar y… - miró a la kitsune, era mejor no bromear con su comida hasta que no la hubiesen probado todas.
El comentario de los sueños de Lis la dejó pensando, mientras miraba la fuente de pasteles, así que parecía que no podía decidirse… qué había soñado la noche anterior? Soñó con agua, con oro, con cofres, con piratas cantando canciones sobre los palos del mástil, con delfines rosados y con… plumas rosadas, no delfines… se sonrojó. No había bosque, no había comida ni te…
- A mi me trajo mi sombra, por una vez hizo algo bien – se burló y sintió la tensión bajo ella.
Pero ahí estaba el té, listo para ella. Lo tomó con un aire casi que ceremonioso, muy diferente a como habían sido sus modales abiertos y francos hasta ahora y lo llevó hasta su boca, cerrando los ojos justo cuando hizo contacto con su boca. Degustándolo, conteniendo un suspiro.
- Dale, sonrójate con confianza, aquí nadie te hará bromas al respecto – soltó una risita por lo bajo, picara, muy picara, tan niña como era en realidad; ella si haría bromas al respecto. QUIEN SE SONROJA POR LOS HALAGOS???? Mas aun, quien lo hace por la verdad, cuando es positiva, claro?
Y a pesar de sus palabras, cuando le dijo que eran magnificas mujeres, Dul si se sonrojó, con una sonrisa ensoñadora… un día, si sobrevivía a si misma, llegaría a ser una mujer de verdad y no solo esa ilusión que tenían ellas en frente. Para Dulfary, cualquier excusa para una reunión así, era un motivo, le alegraba que sucediera y que además esto la llevara junto a Lis, sin embargo algo le quedó sonando. Se preguntaba como la vio en su sueño y de hecho
- Miyuki… - dijo tímidamente – cómo me viste en tu sueño?... – quería saber, si la vio con su maldición o sin ella.
SAKE!! Cuando lo tuvo a su alcance lo reconoció de inmediato por su olor. Un sorbo, un motivo, un gesto de confianza y unión; había visto a los adultos hacer eso, nunca lo había hecho, era muy niña para tal cosa. El sake se lo pasó casi de inmediato, tosió, casi tiene una arcada y solo entonces recordó porque no tomaba sake. Hizo una mueca, trato de disimularla, volvió a hacerla y ya estuvo bien, o al menos lo simuló muy bien
Y ahora, pastelitos!!! Pero Altair le ganó, arrancándole una risa cristalina e inocente, cuando solo quedó la sonrisa la miró fijamente, mientras lo comía, por si caía fulminada, pero no fue así, preguntó con precaución.
- A no ser que sea un duende y te este dando algo que haga algo chistoso… te llenaras de mucha azúcar y… - miró a la kitsune, era mejor no bromear con su comida hasta que no la hubiesen probado todas.
El comentario de los sueños de Lis la dejó pensando, mientras miraba la fuente de pasteles, así que parecía que no podía decidirse… qué había soñado la noche anterior? Soñó con agua, con oro, con cofres, con piratas cantando canciones sobre los palos del mástil, con delfines rosados y con… plumas rosadas, no delfines… se sonrojó. No había bosque, no había comida ni te…
- A mi me trajo mi sombra, por una vez hizo algo bien – se burló y sintió la tensión bajo ella.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: La hora del té
Las sonrisas seguían y seguían, la kitsune se sentía como nadando en un mar de nubes esponjosas, de dulce fragancia y suavidad maravillosa. Todas habían aceptado beber del sake, y parecían felices de estar en la reunión, de compartir ese momento con ella ¿Con ella? Que felicidad de que la valoraran por ser quien era.
- Contrario a lo que cree la Señorita Dulfary, no soy un duende – Dijo riendo sinceramente – Mis pasteles solo contagian alegría, no por ser mágicos, sino por ser preparados con cariño.
Eso no era del todo cierto, no si uno pensaba en la palabra “preparar” como sinónimo de “cocinar”, Miyuki los había materializado, eran ilusiones, al igual que todo lo demás, pero ellas no lo sabían, y mientras pensaran que eran reales la sensación de dulzura sería verdadero, y la satisfacción también. Miyuki miro los postres que había preparado, buscando cual sería el adecuado para empezar, imagawayaki, uirō, anpan, dango, castella y por ultimo el mochi. Este era su favorito, lo adoraba aunque era algo difícil de comer. Lo tomo con cuidado de no llenarse del polvo blanco y le dio un buen mordisco con sus filosos colmillos, mostrándose muy satisfecha con los resultados.
- Jijijiji, no esta tan mal – Sonrió y ya sus colmillos no estaban mas, la atención de la kitsune rápidamente paso a Dulfary, y a sus inquietudes que no entendía muy bien – Pues, no lo sé con seguridad, era mas bien como tener la sensación de que iba a encontrarme con unas personas muy interesantes en este lugar, y que tenía que apurarme a llegar para preparar todo. Así que, en respuesta a su pregunta, no vi con claridad a ninguna de ustedes.
El comentario de Lisandot le causo gran sorpresa, no sabía que había más personas que podían tener el privilegio de soñar su destino, mucho menos entre los humanos. Pero no dijo nada sobre eso, la miro con gran interés y comento.
- Debo admitir que me sorprende, Señorita Lisandot – El comentario hubiese sonado mucho más serio si no hubiese sido por que tenia la cara llena de azúcar blanca del mochi - ¿Es normal que sueñe cosas así?
También podía ser que fuera casualidad, que sus propios deseos de kitsune se viesen reflejados en sus invitadas, no lo sabía con exactitud, al fin y al cabo muchas veces sentía , o le pasaban cosas que no terminaba de entender sobre sus habilidades. Al escuchar mencionar la sombra recordó mirar la suya propia, no fuera a ser que el movimiento del sol la delatara, pero aun estaba bien, no había de que temer.
Las miro a las tres, asegurándose de que todas estuvieran cómodas en todos los sentidos, si se fijaba con atención, todas tenían alguna característica extraña, para empezar, ninguna poseía el olor que se esperaba. La señorita Altair olía al infinito, a algo muy lejano que no lograba identificar con nada que conociera, Lisandot si parecía tener algo de la fragancia de los humanos, pero mucho más delicada, como si estuviera mezclada con flores y un toque de deseos. Por ultimo, la Señorita Dulfary había llamado su atención desde que la conociera en aquel bosque hace un tiempo, su olor era de humana, eso era correcto, pero no se correspondía con su imagen.
De cualquier manera, estas eras ideas que pasaban fugaces por su mente, como leves distracciones, encontrarles un sentido, o un motivo le llevaría mucho más tiempo que prefería gastar en ser buena anfitriona.
- Lo importante, es que tal como fue predicho, todas llegaron, y no podría estar más contenta... – Sirvió otro poco de té, ya que las pequeñas tazas estaban vacías – He viajado mucho, y ya estaba cansada de no encontrar a nadie, en verdad estoy contenta – Cerro los ojos para sentir mejor aquel sentimiento dulce que estaba creciendo en su interior – No es nada fácil conseguir esto ¿No creen? – Agrego y sonrió con dulzura, y algo de melancolía.
- Contrario a lo que cree la Señorita Dulfary, no soy un duende – Dijo riendo sinceramente – Mis pasteles solo contagian alegría, no por ser mágicos, sino por ser preparados con cariño.
Eso no era del todo cierto, no si uno pensaba en la palabra “preparar” como sinónimo de “cocinar”, Miyuki los había materializado, eran ilusiones, al igual que todo lo demás, pero ellas no lo sabían, y mientras pensaran que eran reales la sensación de dulzura sería verdadero, y la satisfacción también. Miyuki miro los postres que había preparado, buscando cual sería el adecuado para empezar, imagawayaki, uirō, anpan, dango, castella y por ultimo el mochi. Este era su favorito, lo adoraba aunque era algo difícil de comer. Lo tomo con cuidado de no llenarse del polvo blanco y le dio un buen mordisco con sus filosos colmillos, mostrándose muy satisfecha con los resultados.
- Jijijiji, no esta tan mal – Sonrió y ya sus colmillos no estaban mas, la atención de la kitsune rápidamente paso a Dulfary, y a sus inquietudes que no entendía muy bien – Pues, no lo sé con seguridad, era mas bien como tener la sensación de que iba a encontrarme con unas personas muy interesantes en este lugar, y que tenía que apurarme a llegar para preparar todo. Así que, en respuesta a su pregunta, no vi con claridad a ninguna de ustedes.
El comentario de Lisandot le causo gran sorpresa, no sabía que había más personas que podían tener el privilegio de soñar su destino, mucho menos entre los humanos. Pero no dijo nada sobre eso, la miro con gran interés y comento.
- Debo admitir que me sorprende, Señorita Lisandot – El comentario hubiese sonado mucho más serio si no hubiese sido por que tenia la cara llena de azúcar blanca del mochi - ¿Es normal que sueñe cosas así?
También podía ser que fuera casualidad, que sus propios deseos de kitsune se viesen reflejados en sus invitadas, no lo sabía con exactitud, al fin y al cabo muchas veces sentía , o le pasaban cosas que no terminaba de entender sobre sus habilidades. Al escuchar mencionar la sombra recordó mirar la suya propia, no fuera a ser que el movimiento del sol la delatara, pero aun estaba bien, no había de que temer.
Las miro a las tres, asegurándose de que todas estuvieran cómodas en todos los sentidos, si se fijaba con atención, todas tenían alguna característica extraña, para empezar, ninguna poseía el olor que se esperaba. La señorita Altair olía al infinito, a algo muy lejano que no lograba identificar con nada que conociera, Lisandot si parecía tener algo de la fragancia de los humanos, pero mucho más delicada, como si estuviera mezclada con flores y un toque de deseos. Por ultimo, la Señorita Dulfary había llamado su atención desde que la conociera en aquel bosque hace un tiempo, su olor era de humana, eso era correcto, pero no se correspondía con su imagen.
De cualquier manera, estas eras ideas que pasaban fugaces por su mente, como leves distracciones, encontrarles un sentido, o un motivo le llevaría mucho más tiempo que prefería gastar en ser buena anfitriona.
- Lo importante, es que tal como fue predicho, todas llegaron, y no podría estar más contenta... – Sirvió otro poco de té, ya que las pequeñas tazas estaban vacías – He viajado mucho, y ya estaba cansada de no encontrar a nadie, en verdad estoy contenta – Cerro los ojos para sentir mejor aquel sentimiento dulce que estaba creciendo en su interior – No es nada fácil conseguir esto ¿No creen? – Agrego y sonrió con dulzura, y algo de melancolía.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: La hora del té
La estrella sonrió a sus compañeras ante sus respuestas y,finalmente, eligió el mismo dulce que había elegido su anfitriona y lo mordió de forma delicada. No tuvo el cuidado suficiente, por lo que se llenó las comisuras de ls labios de polvo blanco, aunque ella no se dio cuenta.
- No sé cuán difíciles serán de conseguir, pero están sumamente deliciosos - comentó, sintiendo una sensación dulce producida por el pastel.
- Ciertamente me resulta interesante su conversación sobre los sueños. ¿Nos vieron aquí, sin saber quiénes estaríamos? ¿Y no piensan que quizá no es más que coincidencia, que podría haber aparecido cualquier otra persona aquí? - no es que la estrella creyera verdaderamente lo que acababa de decir, pero sentía curiosidad. Desde que observaba el mundo había notado la diferencia de los que creían en la vida como una serie de accidentes sin sentido y los que creían que todo tenía un sentido predeterminado. Siempre se había preguntado la razón de aquello. ¿qué les hacía creer que eran ellas justamente las que se habían aparecido en sus visiones? Aquella merienda le estaba resultando muy entretenida, sin lugar a dudas. Notaba algo extraño en algunas de sus acompañantes, en sus auras, que no todas eran humanas, aunque no las distinguía bien.
Todo aquello le resultaba atrayente y sonrió pensando que nunca habría esperado formar parte de algo como aquello al viajar a la tierra.
- No sé cuán difíciles serán de conseguir, pero están sumamente deliciosos - comentó, sintiendo una sensación dulce producida por el pastel.
- Ciertamente me resulta interesante su conversación sobre los sueños. ¿Nos vieron aquí, sin saber quiénes estaríamos? ¿Y no piensan que quizá no es más que coincidencia, que podría haber aparecido cualquier otra persona aquí? - no es que la estrella creyera verdaderamente lo que acababa de decir, pero sentía curiosidad. Desde que observaba el mundo había notado la diferencia de los que creían en la vida como una serie de accidentes sin sentido y los que creían que todo tenía un sentido predeterminado. Siempre se había preguntado la razón de aquello. ¿qué les hacía creer que eran ellas justamente las que se habían aparecido en sus visiones? Aquella merienda le estaba resultando muy entretenida, sin lugar a dudas. Notaba algo extraño en algunas de sus acompañantes, en sus auras, que no todas eran humanas, aunque no las distinguía bien.
Todo aquello le resultaba atrayente y sonrió pensando que nunca habría esperado formar parte de algo como aquello al viajar a la tierra.
Altair- Cantidad de envíos : 96
Re: La hora del té
- Esto es delicioso.
El primer mordisco al exquisito pastel que había escogido le hizo pensar, inevitablemente, en Akira; él adoraba las cosas dulces. Lo saboreo pausadamente, no sólo para prolongar el goce que aquel dulzor proporcionaba sino también para aprehender cómo y de qué estaba hecho; así podría materializarlo luego para su amado.
Como era de esperarse, su declaración de que un sueño la había llevado ahí había provocado sorpresa y curiosidad.
- Sueño cosas así muchas veces, señorita Miyuki, y también tengo sueños de muchas otras clases diferentes. Yo no soñé con ninguna de ustedes en particular, señorita Altair; sólo soñé con este claro y con alguien que esperaba en él, aunque no pude ver realmente a esa persona. Sin embargo, no creo que sea sólo coincidencia que estemos las cuatro aquí; pienso que este encuentro tiene un sentido, aunque aún no logro comprender cual es.
¿Su sueño le había exigido tan imperiosamente ir a ese claro para asistir a una simple reunión social? Eso era absurdo. No estaba ahí por eso, tampoco para mitigar la soledad de su anfitriona, ni por ese inesperado y maravilloso encuentro con Dulfary. No, había algo más que aún no lograba aprehender. Pero no tenía sentido devanarse los sesos intentando comprender; había que dejar que las cosas fluyeran hasta que el significado de todo aquello se hiciera evidente. Mientras eso sucedía, ¿por qué no disfrutar de aquella encantadora merienda junto a su amiga recobrada y aquellas interesantes nuevas conocidas?
- Es cierto, señorita Miyuki, no es fácil conseguir un momento de tanta armonía como este – concordó con su anfitriona antes de beber con placer su segunda taza de té.
El primer mordisco al exquisito pastel que había escogido le hizo pensar, inevitablemente, en Akira; él adoraba las cosas dulces. Lo saboreo pausadamente, no sólo para prolongar el goce que aquel dulzor proporcionaba sino también para aprehender cómo y de qué estaba hecho; así podría materializarlo luego para su amado.
Como era de esperarse, su declaración de que un sueño la había llevado ahí había provocado sorpresa y curiosidad.
- Sueño cosas así muchas veces, señorita Miyuki, y también tengo sueños de muchas otras clases diferentes. Yo no soñé con ninguna de ustedes en particular, señorita Altair; sólo soñé con este claro y con alguien que esperaba en él, aunque no pude ver realmente a esa persona. Sin embargo, no creo que sea sólo coincidencia que estemos las cuatro aquí; pienso que este encuentro tiene un sentido, aunque aún no logro comprender cual es.
¿Su sueño le había exigido tan imperiosamente ir a ese claro para asistir a una simple reunión social? Eso era absurdo. No estaba ahí por eso, tampoco para mitigar la soledad de su anfitriona, ni por ese inesperado y maravilloso encuentro con Dulfary. No, había algo más que aún no lograba aprehender. Pero no tenía sentido devanarse los sesos intentando comprender; había que dejar que las cosas fluyeran hasta que el significado de todo aquello se hiciera evidente. Mientras eso sucedía, ¿por qué no disfrutar de aquella encantadora merienda junto a su amiga recobrada y aquellas interesantes nuevas conocidas?
- Es cierto, señorita Miyuki, no es fácil conseguir un momento de tanta armonía como este – concordó con su anfitriona antes de beber con placer su segunda taza de té.
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
Re: La hora del té
Pasteles hechos con cariño. Ya dijo. Esa era toda la excusa que necesitaba, ese era el argumento ganador. Estiró la mano y tan pronto como tomó uno, este desapareció casi de inmediato en su boca. Desde ahí, no pudo decir más.
La enorme sonrisa que lució al probarlos, se vio coronada por ese reborde de azucar pulverizada que Miyuki había estaba evitando por educación. Dul carecía de eso y estaba en una edad en la que poco o nada le importaba, así que el llenarse de polvo era parte de la delicia del postre.
- Mmmm!!! -
Aun así, las palabras de Altair no dejaban de rondar por su cabeza. No podía ser solo coincidencia, Dulfary creía en los sueños de Lisandot, mucho, y su sombra la odiaba, pero no era tan caprichosa como llevarla a un lugar donde ocurrieran cosas al azar.
Miraba a la una, a la otra y la otra siguiendo la conversación. El postre desapareció rápido, pero tras ese, venía otro, que también tuvo un mordisco grande.
- Essho es ggagro - dijo aun sin tragar, cosa que se apresuró a hacer - perdón - dijo sonrojada - sobre todo para mi, no me extraña que salga alguna ardilla superdesarrollada apoyada por un ejercito de conejos dispuestos a... bueno, olvidenlo, mejor lo disfruto - tomó un poco de té y volvió a poner la vista en Miyuki con mucha curiosidad, ya sabía de Lis que ella no sabía porqué estaban ahí, así que quien debía tener la información. Ella o Altair.
Fdi: perdón la tardanza
La enorme sonrisa que lució al probarlos, se vio coronada por ese reborde de azucar pulverizada que Miyuki había estaba evitando por educación. Dul carecía de eso y estaba en una edad en la que poco o nada le importaba, así que el llenarse de polvo era parte de la delicia del postre.
- Mmmm!!! -
Aun así, las palabras de Altair no dejaban de rondar por su cabeza. No podía ser solo coincidencia, Dulfary creía en los sueños de Lisandot, mucho, y su sombra la odiaba, pero no era tan caprichosa como llevarla a un lugar donde ocurrieran cosas al azar.
Miraba a la una, a la otra y la otra siguiendo la conversación. El postre desapareció rápido, pero tras ese, venía otro, que también tuvo un mordisco grande.
- Essho es ggagro - dijo aun sin tragar, cosa que se apresuró a hacer - perdón - dijo sonrojada - sobre todo para mi, no me extraña que salga alguna ardilla superdesarrollada apoyada por un ejercito de conejos dispuestos a... bueno, olvidenlo, mejor lo disfruto - tomó un poco de té y volvió a poner la vista en Miyuki con mucha curiosidad, ya sabía de Lis que ella no sabía porqué estaban ahí, así que quien debía tener la información. Ella o Altair.
Fdi: perdón la tardanza
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: La hora del té
Todas las presentes habían probado sus postres y se habían mostrado mas que satisfechas, miro con algo de gracia la boca llena de azúcar de Altair, y Dulfary, sobre todo la de esta última, siempre resultaba encantador pasar el rato con esa mujer, tenía la alegría y la frescura de la primavera.
- Dudó que sea coincidencia, para empezar, porque no es un bosque por el que suelan pasar viajeros, esta zona en especial esta alejada de caminos y ciudades – Tomo otro de los pasteles pero no se lo llevo a la boca - Seguramente cada una sintió a su manera la necesidad de venir, al igual que me paso a mi, pero el por qué es para mi un misterio también.
Dio luego un gran mordisco al postre, el que había elegido esa vez no tenía azúcar que amenazara con ensuciarla. La charla sobre los sueños podía llevar a toda una serie de indagaciones que la kitsune prefería evitar, no quería meterse en problemas en el momento justo en que todo estaba saliendo de maravilla.
- Jajaja – Se rio de los comentarios de Dulfary, su risa era sincera y perfecta, una imitación en cierto modo de los sonidos humanos – Si así fuera, no nos quedaría mas que invitarla a tomar el té ¿Verdad? – Se tapo la boca con la mano desocupada mientras seguía riendo.
El sol debía sentirse muy bien sobre la piel, ni muy fuerte, ni muy frío, Miyuki no pudo evitar pensar que le encantaría poder acostarse en el césped, ponerse boca arriba y sentir el suave calor en su vientre, quedarse dormida quizás, y dejarse llenar por la existencia del bosque, de su acogedora y relajante presencia.
- Creo que es buen momento para conocernos un poco mas, si les parece, por supuesto – Dijo saliendo de su ensimismamiento - ¿A qué se dedican cuando no aceptan invitaciones a merendar de extraños? – Pregunto riéndose de su propio chiste.
- Dudó que sea coincidencia, para empezar, porque no es un bosque por el que suelan pasar viajeros, esta zona en especial esta alejada de caminos y ciudades – Tomo otro de los pasteles pero no se lo llevo a la boca - Seguramente cada una sintió a su manera la necesidad de venir, al igual que me paso a mi, pero el por qué es para mi un misterio también.
Dio luego un gran mordisco al postre, el que había elegido esa vez no tenía azúcar que amenazara con ensuciarla. La charla sobre los sueños podía llevar a toda una serie de indagaciones que la kitsune prefería evitar, no quería meterse en problemas en el momento justo en que todo estaba saliendo de maravilla.
- Jajaja – Se rio de los comentarios de Dulfary, su risa era sincera y perfecta, una imitación en cierto modo de los sonidos humanos – Si así fuera, no nos quedaría mas que invitarla a tomar el té ¿Verdad? – Se tapo la boca con la mano desocupada mientras seguía riendo.
El sol debía sentirse muy bien sobre la piel, ni muy fuerte, ni muy frío, Miyuki no pudo evitar pensar que le encantaría poder acostarse en el césped, ponerse boca arriba y sentir el suave calor en su vientre, quedarse dormida quizás, y dejarse llenar por la existencia del bosque, de su acogedora y relajante presencia.
- Creo que es buen momento para conocernos un poco mas, si les parece, por supuesto – Dijo saliendo de su ensimismamiento - ¿A qué se dedican cuando no aceptan invitaciones a merendar de extraños? – Pregunto riéndose de su propio chiste.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: La hora del té
Aunque el comentario de Dul la hizo reír - la chica se tomaba con mucho humor las peripecias en que solía verse envuelta - esperaba de todo corazón que nada arruinara la merienda, que no aparecieran ni las ardillas con que la kazekage fantaseaba ni pájaros gigantes ni guerreros cayendo del cielo ni nada por el estilo. Después de todo lo que habían vivido, se merecían un poco de paz y aquel claro parecía el lugar perfecto para encontrarla.
La suave brisa susurrando entre los árboles, los rayos del sol deslizándose entre las hojas para acariciarles la piel, las voces de sus acompañantes – que se veían muy graciosas con sus caras llenas de azúcar - , el delicado aroma combinado del té y de los pétalos de flores… todo inducía a la relajación y a un estado de ensoñación.
Mordisqueando un pastelillo paseó la vista sobre las muchachas que la rodeaban y, por primera vez, sintió curiosidad por Miyuki y Altair. Pese a que la apariencia de ambas jóvenes era perfectamente humana – excepto que Altair brillaba - estaba segura de que no lo eran aunque no hubiera podido decir en que basaba esa seguridad; simplemente lo sabía. Esa certeza no tenía connotación negativa alguna, sin embargo; ella misma no era completamente humana y, además, había visto suficiente mundo como para desconfiar de un ser sólo por no pertenecer a la raza de su padre.
¿A que raza pertenecerían? Estaba a la vista que no eran enanas y tampoco era elfas, pero no podía precisar a que raza pertenecían… había tantas razas en el mundo… Divagaba ociosamente sobre el tema, cuando de improviso tuvo la sensación de que en todo aquello había mucho de ilusión… pero no tuvo ocasión de reflexionar sobre aquello. La pregunta de Miyuki cortó sus divagaciones y disipó esa extraña sensación.
¿A qué se dedicaba? A los sueños, buena parte de su tiempo. A soñar y materializar sus sueños, a conseguir que otros soñaran, a viajar en sueños, a seguir los imperativos de sus sueños, como en esa precisa ocasión. Pero eso formaba parte de su mundo privado, así que sólo habló de su ocupación pública y conocida.
- Soy sanadora, aunque por ahora también me dedico a vender hierbas medicinales.
La suave brisa susurrando entre los árboles, los rayos del sol deslizándose entre las hojas para acariciarles la piel, las voces de sus acompañantes – que se veían muy graciosas con sus caras llenas de azúcar - , el delicado aroma combinado del té y de los pétalos de flores… todo inducía a la relajación y a un estado de ensoñación.
Mordisqueando un pastelillo paseó la vista sobre las muchachas que la rodeaban y, por primera vez, sintió curiosidad por Miyuki y Altair. Pese a que la apariencia de ambas jóvenes era perfectamente humana – excepto que Altair brillaba - estaba segura de que no lo eran aunque no hubiera podido decir en que basaba esa seguridad; simplemente lo sabía. Esa certeza no tenía connotación negativa alguna, sin embargo; ella misma no era completamente humana y, además, había visto suficiente mundo como para desconfiar de un ser sólo por no pertenecer a la raza de su padre.
¿A que raza pertenecerían? Estaba a la vista que no eran enanas y tampoco era elfas, pero no podía precisar a que raza pertenecían… había tantas razas en el mundo… Divagaba ociosamente sobre el tema, cuando de improviso tuvo la sensación de que en todo aquello había mucho de ilusión… pero no tuvo ocasión de reflexionar sobre aquello. La pregunta de Miyuki cortó sus divagaciones y disipó esa extraña sensación.
¿A qué se dedicaba? A los sueños, buena parte de su tiempo. A soñar y materializar sus sueños, a conseguir que otros soñaran, a viajar en sueños, a seguir los imperativos de sus sueños, como en esa precisa ocasión. Pero eso formaba parte de su mundo privado, así que sólo habló de su ocupación pública y conocida.
- Soy sanadora, aunque por ahora también me dedico a vender hierbas medicinales.
Lisandot- Cantidad de envíos : 941
Re: La hora del té
Altair también rió ante el comentario de Dul y la respuesta de Miyuki. No quiso comentar nada, mientras miraba a cada una de las presentes, con curiosidad.
Quizá sí era cierto que algo la había llevado a pasar por allí. Quizá las presentes pudiesen ayudarla, o a lo mejor ella podía ayudarlas a ellas. tenía la impresión de que se le escapaba algo, algo que habría sabido en su forma original... De todas formas no podía haber sido porque alguna de ellas fuera la destinataria de su mensaje. Después de meditarlo se dio cuenta de que no podían ser ellas, o ya se habría dado cuenta.
Dejó de darle vueltas ante la pregunta de Miyuki. ¿A qué se dedicaba? Buena pregunta... SE preguntó cómo sonaría si decía que su misión en la vida era observar el universo, o si decía que estaba allí para ayudar a realizar el deseo de alguien que vivió en el mundo hacía tiempo. Sonrió para sí misma y cogió otro pastelillo, mientras escuchaba a Lis, que había tomado la palabra. Por un momento le pareció entrever la misma actitud que ella, como si hubiese algo más que no estaba contando.
La estrella no dijo nada ni divagó al respecto. Sabía que las cosas, tarde o temprano, salen a la luz si tienen que hacerlo, y si había algo que la estrella tenía era paciencia.
- Yo no tengo una ocupación como tal. - comentó. Le pareció que debía empezar poco a poco. - La verdad es que ahora mismo estoy haciéndole un favor a alguien. tengo que encontrar a una persona pero... no recuerdo quién es.
Quizá sí era cierto que algo la había llevado a pasar por allí. Quizá las presentes pudiesen ayudarla, o a lo mejor ella podía ayudarlas a ellas. tenía la impresión de que se le escapaba algo, algo que habría sabido en su forma original... De todas formas no podía haber sido porque alguna de ellas fuera la destinataria de su mensaje. Después de meditarlo se dio cuenta de que no podían ser ellas, o ya se habría dado cuenta.
Dejó de darle vueltas ante la pregunta de Miyuki. ¿A qué se dedicaba? Buena pregunta... SE preguntó cómo sonaría si decía que su misión en la vida era observar el universo, o si decía que estaba allí para ayudar a realizar el deseo de alguien que vivió en el mundo hacía tiempo. Sonrió para sí misma y cogió otro pastelillo, mientras escuchaba a Lis, que había tomado la palabra. Por un momento le pareció entrever la misma actitud que ella, como si hubiese algo más que no estaba contando.
La estrella no dijo nada ni divagó al respecto. Sabía que las cosas, tarde o temprano, salen a la luz si tienen que hacerlo, y si había algo que la estrella tenía era paciencia.
- Yo no tengo una ocupación como tal. - comentó. Le pareció que debía empezar poco a poco. - La verdad es que ahora mismo estoy haciéndole un favor a alguien. tengo que encontrar a una persona pero... no recuerdo quién es.
Altair- Cantidad de envíos : 96
Re: La hora del té
Si se hubiese puesto en su faceta perspicaz habría notado que no todos decían la verdad en su máxima expresión. De hecho, en medio de su inocencia se alegró porque Lis estuviera dedicada a algo mas tranquilo como la curación y la venta de hierbas, que ser parte de una resistencia destinada a perecer, en el mejor de los casos.
Vender hierbas.
- No lo recuerdas? - preguntó extrañada, a Altair. Eso era raro - Te dispersas tonto como yo en las cosas que hay que hacer o... - trató de elegir con cuidado las palabras que diría - tuviste algún percance y ... bueno, no lo puedes recordar? - no había curiosidad morbosa en su pregunta o en su interés, solo preocupación por tal rareza.
Carraspeó un poco apenada y de forma involuntaria miró a Lisandot, como si esperara la aprobación o reproche de parte de ella, ante su intromisión, tal cual como lo haría con una madre.
- Yo, además de preguntar muchas cosas, me dedico a meterme en problemas - sonrió con orgullo y luego le dirigió la sonrisa a Miyuki con cierta complicidad - de cualquier tamaño, color, sabor y textura. Claro que eso es solo la mitad del tiempo, la otra mitad, trato de conocer bien estas tierras, y buscar información que coincida o difiera - dijo con la imitación de un tono solemne de quien le dio la tarea - con la que tienen los míos para ver si deben venir o no - otro bocado, otro trago de té - así que mientras me meto en problemas, aprendo y continuo, de forma auto didacta, con mi entrenamiento como miembro de mi clan - de nuevo esa sonrisa de infantil orgullo.
Vender hierbas.
- No lo recuerdas? - preguntó extrañada, a Altair. Eso era raro - Te dispersas tonto como yo en las cosas que hay que hacer o... - trató de elegir con cuidado las palabras que diría - tuviste algún percance y ... bueno, no lo puedes recordar? - no había curiosidad morbosa en su pregunta o en su interés, solo preocupación por tal rareza.
Carraspeó un poco apenada y de forma involuntaria miró a Lisandot, como si esperara la aprobación o reproche de parte de ella, ante su intromisión, tal cual como lo haría con una madre.
- Yo, además de preguntar muchas cosas, me dedico a meterme en problemas - sonrió con orgullo y luego le dirigió la sonrisa a Miyuki con cierta complicidad - de cualquier tamaño, color, sabor y textura. Claro que eso es solo la mitad del tiempo, la otra mitad, trato de conocer bien estas tierras, y buscar información que coincida o difiera - dijo con la imitación de un tono solemne de quien le dio la tarea - con la que tienen los míos para ver si deben venir o no - otro bocado, otro trago de té - así que mientras me meto en problemas, aprendo y continuo, de forma auto didacta, con mi entrenamiento como miembro de mi clan - de nuevo esa sonrisa de infantil orgullo.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: La hora del té
Considerando que se trataba tan solo de una reunión de mujeres, de extrañas que por algún motivo habían sentido la necesidad de conocerse, había una buena cantidad de mentiras, Miyuki era un zorro, nadie mejor para saber de engaños. Pero por el momento así estaba bien ¿Verdad? Nadie podía señalar a la otra, todas tenían sus verdades a medias.
- Supongo que es mi turno ahora - Dijo dejando por un momento el té – Me dedico a... – Medito unos segundos pensando en como explicar lo que hacia – Viajar... Si, sería el termino más cercano – Agrego mientras agarraba de nuevo su taza – No tengo hogar, ni conocidos, ni algún lugar a donde ir, tan solo viajo, abierta a lo que me depara el destino.
Mientras pensaba apoyaba un dedo sobre el mentor y desviaba la mirada hacia arriba, si tenía que ponerlo en términos humanos, no hacía nada, viajaba y seguía viajando, se detenía solo cuando encontraba alguien particularmente interesante. Tal vez también podía sonar algo deprimente, sabía que para muchas personas el estar solos resultaba un problema, Miyuki no conocía esa clase de sensación de soledad y abandono.
- Pero a comparación, sus actividades resultan mucho más interesantes que las mías– Dijo sonriendo ampliamente – ¿Dónde aprendió sus artes curativas, Señorita Lisandot?
Dulfary hizo la pregunta que ella misma iba a hacer a continuación, claro que con un poco menos de cortesía, pero se notaba que la muchacha no lo hacia mal intencionada ni mucho menos.
- Es verdad, cuéntenos si no le molesta, Señorita Altair ¿Cómo puede ser que no lo recuerde? – Tomo un sorbo más del té y luego sirvió más, empezando por supuesto por las invitadas y en último lugar ella misma.
De las tres historias, la más llamativa era sin duda la de la rubia, también, por su naturaleza quizás, había sido la más sincera. Generaba algunas dudas en la kitsune, aunque no estaba segura hasta donde le dejaría saber, cuando de organizaciones se trataba el tema podía ser complejo.
- Su clan debe ser muy amplio para llegar incluso hasta este montón de islas alejadas de todo – Comento Miyuki interesada hasta cierto punto – Tengo una idea bastante cercana de en qué clase de problemas se mete, Señorita Dulfary – Dijo mientras comenzaba a reír, ya no de modo actuado, sino sincero.
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FDI: No tengo modo alguno de disculparme!!!! Perdón, perdón, perdón, perdón por tardar tanto, no me di cuenta que era mi turno, y si no era por Lis seguía sin darme cuenta. Perdonen, no volverá a pasar.
- Supongo que es mi turno ahora - Dijo dejando por un momento el té – Me dedico a... – Medito unos segundos pensando en como explicar lo que hacia – Viajar... Si, sería el termino más cercano – Agrego mientras agarraba de nuevo su taza – No tengo hogar, ni conocidos, ni algún lugar a donde ir, tan solo viajo, abierta a lo que me depara el destino.
Mientras pensaba apoyaba un dedo sobre el mentor y desviaba la mirada hacia arriba, si tenía que ponerlo en términos humanos, no hacía nada, viajaba y seguía viajando, se detenía solo cuando encontraba alguien particularmente interesante. Tal vez también podía sonar algo deprimente, sabía que para muchas personas el estar solos resultaba un problema, Miyuki no conocía esa clase de sensación de soledad y abandono.
- Pero a comparación, sus actividades resultan mucho más interesantes que las mías– Dijo sonriendo ampliamente – ¿Dónde aprendió sus artes curativas, Señorita Lisandot?
Dulfary hizo la pregunta que ella misma iba a hacer a continuación, claro que con un poco menos de cortesía, pero se notaba que la muchacha no lo hacia mal intencionada ni mucho menos.
- Es verdad, cuéntenos si no le molesta, Señorita Altair ¿Cómo puede ser que no lo recuerde? – Tomo un sorbo más del té y luego sirvió más, empezando por supuesto por las invitadas y en último lugar ella misma.
De las tres historias, la más llamativa era sin duda la de la rubia, también, por su naturaleza quizás, había sido la más sincera. Generaba algunas dudas en la kitsune, aunque no estaba segura hasta donde le dejaría saber, cuando de organizaciones se trataba el tema podía ser complejo.
- Su clan debe ser muy amplio para llegar incluso hasta este montón de islas alejadas de todo – Comento Miyuki interesada hasta cierto punto – Tengo una idea bastante cercana de en qué clase de problemas se mete, Señorita Dulfary – Dijo mientras comenzaba a reír, ya no de modo actuado, sino sincero.
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FDI: No tengo modo alguno de disculparme!!!! Perdón, perdón, perdón, perdón por tardar tanto, no me di cuenta que era mi turno, y si no era por Lis seguía sin darme cuenta. Perdonen, no volverá a pasar.
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