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Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
3 participantes
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Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
¡Aun estan los arqueros! No, no le ha dado ninguna flecha, no... No puedo entretenerme. Tengo que resguardar un poco mas a Roch, correr a por un médico, volver corriendo, esperar que Zeiss este fuera con la tal chica esa, y luego... Eso queda demasiado lejos para mi mente, no doy a mas.
"A ver, esto te dolera un poco..." Pesa bastante pero si le cojo de las axilas... Adrenalina ayudame "Estas aguantando muy bien, voy a traer a un medico, todo ira bien ¿vale? Aguanta un poco más por favor"
Oh, mi Dama, pesa muchísimo... Pero... Un poco más... No puedo acercarle más, está... casi pegado al muro, casi tapado, casi oculto, casi muerto... No, tengo que correr, eso puedo hacerlo, y será mucho más útil.
"Volveré en unos segundos. Aguanta" Me gustaría tener algo para taparle, el pañuelo no es suficiente, nada lo es.
Si hubiera corrido así la habría ganado y me habría tenido que sentar a esperar. Pero es solo la adrenalina, este impulso... esta presión en el estómago. ¿Por donde era? A la derecha, si. ¿Se puede salvar a Roch? Que no le pase nada a Zeiss, sería mi culpa, me sentiría tan mal, es todo mi culpa, no debía haberlo dejado entrar ahí. Recto. ¿Quien será ella? ¿Desde cuando soy altruista para slavar desconocidos? Y encima le he cargado el muerto a Zeiss. Esto... esto es demasiado difícil. Es turbio, no sé que estará pasando... No me gusta, no me gusta un pelo. Izquierda...
¡Espera! ¡Es ella! ¡Ella es la médico! Corre hacia mí, ¡No puedo tener tanta suerte!
"Perdone..."
- ¡Lo he visto! ¡La explosión! ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? - Parece tan solícita, tan amable, pues nadie aun le había ofrecido dinero.
"¡No! ¡No! Yo estoy bien, tiene que... allí hay un hombre y necesita ayuda... atención... ¡Sígame!" No puedo tener tanta suerte, no puedo tener tanta suerte, no puedo tener tanta suerte. Sigue corriendo, hacia atrás de nuevo.
¡Que cerca! Estabamos al lado, allí veo a Roch y ¡uno de los elfos! ¡Han bajado! ¿Que hacen? ¡Que no se acerquen! ¡Tienen que dejarlo en paz!
"¡Eeeh! ¡Fuera! ¡Dejadlo en paz!"
"A ver, esto te dolera un poco..." Pesa bastante pero si le cojo de las axilas... Adrenalina ayudame "Estas aguantando muy bien, voy a traer a un medico, todo ira bien ¿vale? Aguanta un poco más por favor"
Oh, mi Dama, pesa muchísimo... Pero... Un poco más... No puedo acercarle más, está... casi pegado al muro, casi tapado, casi oculto, casi muerto... No, tengo que correr, eso puedo hacerlo, y será mucho más útil.
"Volveré en unos segundos. Aguanta" Me gustaría tener algo para taparle, el pañuelo no es suficiente, nada lo es.
Si hubiera corrido así la habría ganado y me habría tenido que sentar a esperar. Pero es solo la adrenalina, este impulso... esta presión en el estómago. ¿Por donde era? A la derecha, si. ¿Se puede salvar a Roch? Que no le pase nada a Zeiss, sería mi culpa, me sentiría tan mal, es todo mi culpa, no debía haberlo dejado entrar ahí. Recto. ¿Quien será ella? ¿Desde cuando soy altruista para slavar desconocidos? Y encima le he cargado el muerto a Zeiss. Esto... esto es demasiado difícil. Es turbio, no sé que estará pasando... No me gusta, no me gusta un pelo. Izquierda...
¡Espera! ¡Es ella! ¡Ella es la médico! Corre hacia mí, ¡No puedo tener tanta suerte!
"Perdone..."
- ¡Lo he visto! ¡La explosión! ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? - Parece tan solícita, tan amable, pues nadie aun le había ofrecido dinero.
"¡No! ¡No! Yo estoy bien, tiene que... allí hay un hombre y necesita ayuda... atención... ¡Sígame!" No puedo tener tanta suerte, no puedo tener tanta suerte, no puedo tener tanta suerte. Sigue corriendo, hacia atrás de nuevo.
¡Que cerca! Estabamos al lado, allí veo a Roch y ¡uno de los elfos! ¡Han bajado! ¿Que hacen? ¡Que no se acerquen! ¡Tienen que dejarlo en paz!
"¡Eeeh! ¡Fuera! ¡Dejadlo en paz!"
Sam- Cantidad de envíos : 119
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
El primer piso parecía despejado. Los elfos (o no elfos, porque aunque Zeiss había comprobado empíricamente que en la mayoría de los casos los grupos de infractores estaban compuestos por miembros de una misma raza, como si se empeñaran en limitar la diversidad, siempre podía ser que aquella fuera una de las honrosas excepciones, y que los atacantes fueran tanto elfos como humanos o cualquier otra cosa) no habían tomado demasiadas precauciones, y de hecho no habían dejado a ningún vigía o guardia en la planta baja...
Lo cierto es que Zeiss no había visto a nadie entrar propiamente dicho en el edificio, pero daba por sentado que algún elfo tenía que rondar por allí. No tenía sentido si no que dos o tres arqueros estuvieran vigilando la entrada sin atacar a Roch. Parecían querer mantener a raya tanto a éste como a Zeiss, Sam o cualquier espectador, pero los guardias de la ciudad no tardarían en llegar e interesarse educadamente por el asunto de la explosión... así que quedarse quieto a la entrada de la casa sin más era un plan de acción de aquellos en los que uno podía reflexionar a posteriori bien sentado en una mazmorra.
Tenían que estar cubriendo a más de los suyos. Y era posible que Zeiss conociera pronto a estos amigos suyos.
Con cuidado para no hacer ruido al golpear una piedra o pisar un cristal roto, pero con algo de prisa ante la seguridad de que algún arquero entraría pronto por la puerta que tenía a sus espaldas, Zeiss inspeccionó aquella planta baja, buscando unas escaleras que no tardó en encontrar. Suponía que no había ninguna otra que llevara al piso inferior, con lo que las tomó sin dudarlo. En aquel mismo momento podría haberse encontrado con los elfos de haber decidido éstos usar las escaleras en aquel mismo instante, pero tuvo suerte, y llegó a un sótano oscuro sin más altercados. Se escuchaban murmullos no muy lejos, como de pasos.
Rápidamente se fundió con las sombras.
Lo cierto es que Zeiss no había visto a nadie entrar propiamente dicho en el edificio, pero daba por sentado que algún elfo tenía que rondar por allí. No tenía sentido si no que dos o tres arqueros estuvieran vigilando la entrada sin atacar a Roch. Parecían querer mantener a raya tanto a éste como a Zeiss, Sam o cualquier espectador, pero los guardias de la ciudad no tardarían en llegar e interesarse educadamente por el asunto de la explosión... así que quedarse quieto a la entrada de la casa sin más era un plan de acción de aquellos en los que uno podía reflexionar a posteriori bien sentado en una mazmorra.
Tenían que estar cubriendo a más de los suyos. Y era posible que Zeiss conociera pronto a estos amigos suyos.
Con cuidado para no hacer ruido al golpear una piedra o pisar un cristal roto, pero con algo de prisa ante la seguridad de que algún arquero entraría pronto por la puerta que tenía a sus espaldas, Zeiss inspeccionó aquella planta baja, buscando unas escaleras que no tardó en encontrar. Suponía que no había ninguna otra que llevara al piso inferior, con lo que las tomó sin dudarlo. En aquel mismo momento podría haberse encontrado con los elfos de haber decidido éstos usar las escaleras en aquel mismo instante, pero tuvo suerte, y llegó a un sótano oscuro sin más altercados. Se escuchaban murmullos no muy lejos, como de pasos.
Rápidamente se fundió con las sombras.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Para. Ya es hora de calmarse, empieza a pensar con sangre fría maldita sea. Claro que con un elfo armado delante,¿ me tengo que calmar ahora? Podia haberlo hecho. No, céntrate de una vez. Un poco, y piensa. Solo ha bajado uno, no, ¿cuántos habían arriba? ¿Tres? Solo queda uno con el arco, cubriendo la entrada, si, quizás el otro ha ido a avisar de que ha entrado Zeiss, ¿o no? Lo siento, ahora tengo que mirar lo que tengo delante. Un arquero, estoy casi encima suyo, no disparara, tiene una daga, desenvainada, ¿desde cuando? Iba a matar a Roch. ¿Por qué? Maldita sea ya se va a morir el solo, ¿tenían la necesidad de ver como se desangraba? ¿Y yo? Sería mil veces más fácil irme, no me importan, y ya he perdido el empleo seguro. Yo también tengo la daga en la mano, salta, tengo las dos.
Rápido, muévete, no esperaba que volvieras, no esperaba que le gritaras que se apartara como si fuera una niña pequeña. Pero se ha distraído ha tardado en girarse, mientras corro hacia ellos, mientras pienso. Rapido el muro me protege del arquero, antes no. Silban. ¿Se ha quedado atrás la médico? Ójala. ¿Y los guardias? ¿No vienen? Nunca estan cuando les necesitas.
Kamikaze. Rápido, solo aparta su daga y ponte entre Roch y el. ¿Aun respira? Si, si se puede considerar… No aguantará está hecho polvo. Polvo. Esto es solo otra pelea de bar
Solo uno, un arquero, solo tiene una daga y sus flechas que también pueden hacer de arma, pero eso es peso que lleva, y yo tengo demasiada adrenalina encima. Me va a estallar el pecho. Usa eso. Ha corrido un segundo pensando, corriendo, ya llego. Haré trampas, viene,ruedo por el suelo, solo quiero tierra, polvo,cenizas, toda la mierda del suelo. Creo que ha cerrado los ojos a tiempo, quizás no, pero igualmente me da un par de segundos.
Aparta la daga, es rápido pero poca precisión sin ver, bloquea su otro brazo, codazo al estómago. Suelto mi daga para atrapar su mano para voltearle y retorcerle el brazo en la espalda. Igual de alto que yo. Un poco más. Muy poco. Estoy pegada a el, mi otro brazo alrededor de su cuello, con la daga.
¡Agh! Iba todo demasiado bien, ¡mierda, iba genialmente bien! Pero solo estoy en el suelo, maldita tierra, mi espalda ha parado la caída, a la mierda sigo teniendo su brazo. Y a la mierda la elegancia. Su culpa por estar encima mio de espaldas. ¡Ja! ¡Ahora si que se encoge! Muchos inmortalidad y lo que tu quieras pero los huevos los tienen donde todos. Aprovecha. Ruedo y estoy encima suyo, con su brazo aun en la espalda y una daga en la mano. Que coma tierra.
“¡Roch! ¡Dime algo!” ¿Sigue vivo? “He traído a una médico para que te ayude, vamos, dime algo!”
Una sombra. ¡No! ¡Mierda no lo había visto! Ruedo otra vez, pierdo mi presa, antes de que caiga sobre mí. Pense que había entrado, ¿o es otro y si que había entrado uno? No, maldita sea, iba todo demasiado bien.
Rápido, muévete, no esperaba que volvieras, no esperaba que le gritaras que se apartara como si fuera una niña pequeña. Pero se ha distraído ha tardado en girarse, mientras corro hacia ellos, mientras pienso. Rapido el muro me protege del arquero, antes no. Silban. ¿Se ha quedado atrás la médico? Ójala. ¿Y los guardias? ¿No vienen? Nunca estan cuando les necesitas.
Kamikaze. Rápido, solo aparta su daga y ponte entre Roch y el. ¿Aun respira? Si, si se puede considerar… No aguantará está hecho polvo. Polvo. Esto es solo otra pelea de bar
Solo uno, un arquero, solo tiene una daga y sus flechas que también pueden hacer de arma, pero eso es peso que lleva, y yo tengo demasiada adrenalina encima. Me va a estallar el pecho. Usa eso. Ha corrido un segundo pensando, corriendo, ya llego. Haré trampas, viene,ruedo por el suelo, solo quiero tierra, polvo,cenizas, toda la mierda del suelo. Creo que ha cerrado los ojos a tiempo, quizás no, pero igualmente me da un par de segundos.
Aparta la daga, es rápido pero poca precisión sin ver, bloquea su otro brazo, codazo al estómago. Suelto mi daga para atrapar su mano para voltearle y retorcerle el brazo en la espalda. Igual de alto que yo. Un poco más. Muy poco. Estoy pegada a el, mi otro brazo alrededor de su cuello, con la daga.
¡Agh! Iba todo demasiado bien, ¡mierda, iba genialmente bien! Pero solo estoy en el suelo, maldita tierra, mi espalda ha parado la caída, a la mierda sigo teniendo su brazo. Y a la mierda la elegancia. Su culpa por estar encima mio de espaldas. ¡Ja! ¡Ahora si que se encoge! Muchos inmortalidad y lo que tu quieras pero los huevos los tienen donde todos. Aprovecha. Ruedo y estoy encima suyo, con su brazo aun en la espalda y una daga en la mano. Que coma tierra.
“¡Roch! ¡Dime algo!” ¿Sigue vivo? “He traído a una médico para que te ayude, vamos, dime algo!”
Una sombra. ¡No! ¡Mierda no lo había visto! Ruedo otra vez, pierdo mi presa, antes de que caiga sobre mí. Pense que había entrado, ¿o es otro y si que había entrado uno? No, maldita sea, iba todo demasiado bien.
Sam- Cantidad de envíos : 119
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Instalarse en la gran ciudad no había sido cosa fácil, de hecho, había tenido que pasar por muy malos momentos, teniendo que aceptar trabajos pobres en tabernas, hospedajes de tercera, puertos y cualquier otro lugar donde algún pobre diablo sin dinero pudiera ir y pagar con apenas un centavo o a veces tan solo algo de comida. Auria aguanto todo esto haciendo un esfuerzo estoico, que personas que la hubiesen conocido en el pasado jamas hubiesen imaginado en ella, la mayoría de la veces no mataba por el simple hecho de que necesitaba la paga para poder tener algo que comer.
Finalmente, luego de meses de trabajo, había logrado que un medico local la tomara como “pupila”, el maldito viejo seguramente tenía alguna segunda intención, pero la medica había sabido escapar a todas sus indirectas e invitaciones, manteniendo siempre un gesto dulce e ingenuo que la ayudaba a que no se diera cuenta que sabia muchisimo mas de lo que él imaginaba en eso de curar a las personas.
Lamentablemente para el pobre anciano, había caído gravemente enfermo hacia ya algunos meses, y no tenia aspecto de mejorar, la doctora se encargaba de sus cuidados, atender el consultorio mientras tanto, prepararle la comida y limpiar. No estaba segura, pero creía que el leve veneno que se le resbalaba en la comida tenían algo que ver con la impresionante desmejora del viejo doctor, pero no estaba segura, así que no cumplía mas que con su deber.
Parecía un día como cualquier otro, personas con algún que otro dolor, a lo sumo algún ebrio con heridas luego de una pelea, o una niña con dolor de panza, nada fuera de lo común. Estaba a punto de quitar un enorme trozo de madera que un marinero tenia insertado cerca de la articulación del hombro, un accidente laboral lamentable. El sonido de una explosión la saco de su ensimismamiento, hasta había parecido que el suelo temblaba, el joven se quejo por el dolor, instando a Auria a que trabajara mas rápido. Veloz como un pestañeo la doctora movió el bisturí, y el marinero dejo de hablar, mientras se tomaba la garganta intentando detener un sangrado mas que abundante. La doctora ni tan siquiera lo miro, se acerco a una de las ventanas para intentar ver qué había pasado, el muchacho ya no se agitaba, recién entonces lo observo, con gesto de fastidio.
- Ahora tendré que buscar como sacarlo de aquí, odio limpiar.... – Tomo sus herramientas y salió del lugar, cerrando bien para que nadie entrara buscándola y encontrara el cuerpo. Fue a paso acelerado, y cuando vio señales de fuego apuro mas el paso hasta correr, no estaba preocupada en realidad, pero sabía cual era el papel que se esperaba de ella, y tenía que aparentarlo tanto como pudiera.
"Perdone..."
- ¡Lo he visto! ¡La explosión! ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? – Tan aparentemente solicita, tan mentirosamente amable, sus habilidades actorales deberían haber recibido un premio hacia tiempo.
"¡No! ¡No! Yo estoy bien, tiene que... allí hay un hombre y necesita ayuda... atención... ¡Sígame!"
No necesitaba saber mas, corrió tras el muchacho hasta el lugar donde había sucedido la explosión, algunos de los restos aun humeaban, y en varios lugares podía ver flechas clavadas ¿qué demonios había pasado allí? De pronto el muchacho, o lo que creía que era un joven, ya que su desprolijidad general reflejaba una presencia masculina, pero su voz era extraña, salió corriendo, con la daga en mano ¿Es que había visto a alguien?
Entraron a lo que Auria suponía que había sido el lugar donde todo había sucedido, el muchacho era rápido como ninguno, en seguida noto al atacante elfo y se lanzo a por él. La doctora, que no se destacaba por ser buena peleadora, se escurrió del problema con todo el sigilo posible y se acerco a donde le pareció ver al enfermo.
Se acerco a toda prisa y saco sus instrumentos, el hombre obviamente estaba gravemente quemado, sin contar las heridas por todo el cuerpo, y que una jeringas de Auria se había inyectado con aire dentro en una de las venas principales. Que terrible, pobre muchacho, no se podía hacer nada por él.
- Descansa en paz – Dijo mientras le cerraba los ojos cuando aun estaba con las ultimas convulsiones, recito algunos rezos a la dama y ya estaba en un lugar mejor. El joven o jovensita seguía peleando con ahincó, le hubiese gustado ayudarla.... Pero no estaba en sus manos, era una pena, pero la atendería luego, si salía con vida.
Finalmente, luego de meses de trabajo, había logrado que un medico local la tomara como “pupila”, el maldito viejo seguramente tenía alguna segunda intención, pero la medica había sabido escapar a todas sus indirectas e invitaciones, manteniendo siempre un gesto dulce e ingenuo que la ayudaba a que no se diera cuenta que sabia muchisimo mas de lo que él imaginaba en eso de curar a las personas.
Lamentablemente para el pobre anciano, había caído gravemente enfermo hacia ya algunos meses, y no tenia aspecto de mejorar, la doctora se encargaba de sus cuidados, atender el consultorio mientras tanto, prepararle la comida y limpiar. No estaba segura, pero creía que el leve veneno que se le resbalaba en la comida tenían algo que ver con la impresionante desmejora del viejo doctor, pero no estaba segura, así que no cumplía mas que con su deber.
Parecía un día como cualquier otro, personas con algún que otro dolor, a lo sumo algún ebrio con heridas luego de una pelea, o una niña con dolor de panza, nada fuera de lo común. Estaba a punto de quitar un enorme trozo de madera que un marinero tenia insertado cerca de la articulación del hombro, un accidente laboral lamentable. El sonido de una explosión la saco de su ensimismamiento, hasta había parecido que el suelo temblaba, el joven se quejo por el dolor, instando a Auria a que trabajara mas rápido. Veloz como un pestañeo la doctora movió el bisturí, y el marinero dejo de hablar, mientras se tomaba la garganta intentando detener un sangrado mas que abundante. La doctora ni tan siquiera lo miro, se acerco a una de las ventanas para intentar ver qué había pasado, el muchacho ya no se agitaba, recién entonces lo observo, con gesto de fastidio.
- Ahora tendré que buscar como sacarlo de aquí, odio limpiar.... – Tomo sus herramientas y salió del lugar, cerrando bien para que nadie entrara buscándola y encontrara el cuerpo. Fue a paso acelerado, y cuando vio señales de fuego apuro mas el paso hasta correr, no estaba preocupada en realidad, pero sabía cual era el papel que se esperaba de ella, y tenía que aparentarlo tanto como pudiera.
"Perdone..."
- ¡Lo he visto! ¡La explosión! ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? – Tan aparentemente solicita, tan mentirosamente amable, sus habilidades actorales deberían haber recibido un premio hacia tiempo.
"¡No! ¡No! Yo estoy bien, tiene que... allí hay un hombre y necesita ayuda... atención... ¡Sígame!"
No necesitaba saber mas, corrió tras el muchacho hasta el lugar donde había sucedido la explosión, algunos de los restos aun humeaban, y en varios lugares podía ver flechas clavadas ¿qué demonios había pasado allí? De pronto el muchacho, o lo que creía que era un joven, ya que su desprolijidad general reflejaba una presencia masculina, pero su voz era extraña, salió corriendo, con la daga en mano ¿Es que había visto a alguien?
Entraron a lo que Auria suponía que había sido el lugar donde todo había sucedido, el muchacho era rápido como ninguno, en seguida noto al atacante elfo y se lanzo a por él. La doctora, que no se destacaba por ser buena peleadora, se escurrió del problema con todo el sigilo posible y se acerco a donde le pareció ver al enfermo.
Se acerco a toda prisa y saco sus instrumentos, el hombre obviamente estaba gravemente quemado, sin contar las heridas por todo el cuerpo, y que una jeringas de Auria se había inyectado con aire dentro en una de las venas principales. Que terrible, pobre muchacho, no se podía hacer nada por él.
- Descansa en paz – Dijo mientras le cerraba los ojos cuando aun estaba con las ultimas convulsiones, recito algunos rezos a la dama y ya estaba en un lugar mejor. El joven o jovensita seguía peleando con ahincó, le hubiese gustado ayudarla.... Pero no estaba en sus manos, era una pena, pero la atendería luego, si salía con vida.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Unos pasos acercándose, livianos pero apresurados, arrastrando tras ellos una voz femenina sollozante. Zeiss se había escondido demasiado rápido como para ver nada, y en aquel semisilencio del crepitar de las llamas en el piso superior le pareció que su corazón retumbaba tanto como los pasos que se alejaban. El humo sólo comenzaba a acumularse y a impedir la visibilidad, añadiéndole obscuridad al ya poco iluminado ambiente, pero el ladrón no podía ignorar el peligro que suponía siquiera quedarse en aquel taller en llamas.
La voz de mujer seguía llorando y los pasos atenuándose. Zeiss salió de su escondite e hizo un esfuerzo por seguirlos, pero tuvo que congelarse de nuevo al notar que se habían detenido. Se mantuvo con el oído atento, controlando su respiración antes de proseguir con cuidado, pegado al muro, olvidando por un momento sus espaldas y centrándose casi únicamente en lo que le esperaba un poco más adelante. No podía permitirse permanecer quieto, por mucho que fuera más seguro emboscarse que realizar una aproximación.
- ¿Está aquí?
Era una voz de hombre. Como respuesta, un trémulo gemido que podría haber sido una afirmación, y un golpe seco al que siguió un nuevo chillido.
- Ábrelo ahora.
El conocido tintineo de unas llaves, sostenidas por una mano nerviosa, girando en una cerradura. Todo aquel ruido permitió que Zeiss avanzara un poco más rápido, lo suficiente como para llegar hasta la entrada de la habitación de la que venían la voz y el sonido, justo detrás de la puerta semiabierta. Pero el tiempo que le dio aquello no fue suficiente como para que pudiera entrar y esconderse en aquel cuarto, allí donde pudiera observar sin perder detalle lo que ocurría. El ladrón se agachó para intentar observar algo por la cerradura, determinado a no quedarse en la más completa ignorancia... Tenía mil cosas que averiguar antes de lanzarse, cosas que con el oído no llegaba a determinar.
La cerradura no permitía ver mucho. El hombre, fuera quien fuese, pasó por la zona de visión muy rápido y entonces Zeiss le perdió de vista; era un elfo y llevaba un arco. Su forma de vestir no era lo común en la ciudad y al moverse lo hacía con ligereza felina; su mirada además causaba una profunda impresión por su dureza. Estaba cargada de odio y desprecio.
Unos segundos de silencio. Un golpe, un nuevo grito. Silencio entonces mientras Zeiss observaba, hasta que los danzarines pasos volvieron a comenzar a resonar pausados sobre el suelo de piedra, audibles como el crepitar de las llamas, imposible de ignorar pero de alguna forma natural en aquellas circunstancias. El ladrón buscó rápidamente un escondite a su alrededor y lo encontró bajo la forma de un baúl; se echó tras él hecho un ovillo y esperó hasta que la puerta se abrió y los pasos se alejaron con rapidez.
La voz de mujer seguía llorando y los pasos atenuándose. Zeiss salió de su escondite e hizo un esfuerzo por seguirlos, pero tuvo que congelarse de nuevo al notar que se habían detenido. Se mantuvo con el oído atento, controlando su respiración antes de proseguir con cuidado, pegado al muro, olvidando por un momento sus espaldas y centrándose casi únicamente en lo que le esperaba un poco más adelante. No podía permitirse permanecer quieto, por mucho que fuera más seguro emboscarse que realizar una aproximación.
- ¿Está aquí?
Era una voz de hombre. Como respuesta, un trémulo gemido que podría haber sido una afirmación, y un golpe seco al que siguió un nuevo chillido.
- Ábrelo ahora.
El conocido tintineo de unas llaves, sostenidas por una mano nerviosa, girando en una cerradura. Todo aquel ruido permitió que Zeiss avanzara un poco más rápido, lo suficiente como para llegar hasta la entrada de la habitación de la que venían la voz y el sonido, justo detrás de la puerta semiabierta. Pero el tiempo que le dio aquello no fue suficiente como para que pudiera entrar y esconderse en aquel cuarto, allí donde pudiera observar sin perder detalle lo que ocurría. El ladrón se agachó para intentar observar algo por la cerradura, determinado a no quedarse en la más completa ignorancia... Tenía mil cosas que averiguar antes de lanzarse, cosas que con el oído no llegaba a determinar.
La cerradura no permitía ver mucho. El hombre, fuera quien fuese, pasó por la zona de visión muy rápido y entonces Zeiss le perdió de vista; era un elfo y llevaba un arco. Su forma de vestir no era lo común en la ciudad y al moverse lo hacía con ligereza felina; su mirada además causaba una profunda impresión por su dureza. Estaba cargada de odio y desprecio.
Unos segundos de silencio. Un golpe, un nuevo grito. Silencio entonces mientras Zeiss observaba, hasta que los danzarines pasos volvieron a comenzar a resonar pausados sobre el suelo de piedra, audibles como el crepitar de las llamas, imposible de ignorar pero de alguna forma natural en aquellas circunstancias. El ladrón buscó rápidamente un escondite a su alrededor y lo encontró bajo la forma de un baúl; se echó tras él hecho un ovillo y esperó hasta que la puerta se abrió y los pasos se alejaron con rapidez.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
“ Descansa en paz” ¿Qué?
“¡No!” Se supone que había venido a salvarle, se supone que había llegado bien de tiempo y que ahora todo iria bien. Obviando al elfo del suelo y al que esta de pie. No. Me duele el pecho. Y ¿Por qué ahora? De repente noto cansancio en todo los músculos. No, NO y NO. ¿Y por que reza? Da igual. Venga arriba, pero solo mis ánimo. Por mi el elfo que se quede un ratito más en el suelo.
Con un salto rápido, casi automático, se había apartado de sus enemigos, y debatía su mirada entre el cuerpo de Roch que tanto había intentado salvar y el elfo que la miraba friamente. “Como si no fuera nadie” Si en algún momento se había calmado, si sus fuerzas se habían visto disminuidas, nadie lo podría haber dicho. Aquella mirada. Indiferencia. Superioridad. Siempre la miraban así, como si no fuera más que un molesto obstáculo, un tronco más que saltar en sus preciosos y talados bosques y sin poder ni querer evitarlo le ardía la sangre en un odio irracional hacía lo que se hallaba delante. Se lanzó contra él ciega y sorda a todo, sorprendiéndolo por un momento e hiriéndole el brazo pero perdiendo terreno poco después, sus golpes más brutales que efectivos los bloqueaba con facilidad y el elfo y con un revés el cruzó la cara con el arco, tirándola al suelo. Quizás lo que le hacia falta para despejarse. Pero el elfo no quería perder la oportunidad y ya tenía la cuerda estirada, la flecha apuntando directamente a los ojos de Sam.
Con un movimiento más llevado por el susto que por la conciencia, se lanzó al elfo, a sus piernas, la flecha apenas le rozó la espalda con el movimiento. Tenía que recuperar la cordura, tenía que centrarse y hacer algo que pudiera serle de utilidad para, por poner un ejemplo, sobrevivir a aquella situación tan extraña. Roch estaba muerto, hacia tiempo que no tenía tiempo seguir metido en aquello y aun así… Caían al suelo, si es que alguna vez se había despegado de él. El otro, demasiado ocupado resintiéndose de su hombro retorcido, se apartó en el último momento, poco dispuesto a tener a Sam otra vez encima.
Apenas tocaron el suelo el elfo le golpeó con fuerza la espalda, intentando librarse del abrazo que tenía en sus piernas, pero en lugar de conseguirlo soltó un grito de dolor cuando la daga se clavó en su pierna, parte del abrazo que le había tirado al suelo. Con más suerte que puntería, el corte debía haber tocado alguna vena importante pues empezó a sangrar más de lo esperado. No tuvo tiempo de sorprenderse pues el otro se habí puesto en pie y le propino una patada en las costillas tirándola lejos de donde estaba el nuevo herido, contra la pared y dejándola momentaneámente sin aire. Pero este aquero había perdido su arco y cuando echo mano de el Sam se incorporó, dándole la espalda y subiendo a la ventana del edificio con que habia chocado, claramente abandonado no sin antes susurrar hacia sin mucho aliento “Cúrale” . Roch estaba quemado pero el elfo apenas tenía un corte en la pierna, no podían morir todos hoy. Con un último impulso desapareció en las sombras del interior del edificio.
“¡No!” Se supone que había venido a salvarle, se supone que había llegado bien de tiempo y que ahora todo iria bien. Obviando al elfo del suelo y al que esta de pie. No. Me duele el pecho. Y ¿Por qué ahora? De repente noto cansancio en todo los músculos. No, NO y NO. ¿Y por que reza? Da igual. Venga arriba, pero solo mis ánimo. Por mi el elfo que se quede un ratito más en el suelo.
Con un salto rápido, casi automático, se había apartado de sus enemigos, y debatía su mirada entre el cuerpo de Roch que tanto había intentado salvar y el elfo que la miraba friamente. “Como si no fuera nadie” Si en algún momento se había calmado, si sus fuerzas se habían visto disminuidas, nadie lo podría haber dicho. Aquella mirada. Indiferencia. Superioridad. Siempre la miraban así, como si no fuera más que un molesto obstáculo, un tronco más que saltar en sus preciosos y talados bosques y sin poder ni querer evitarlo le ardía la sangre en un odio irracional hacía lo que se hallaba delante. Se lanzó contra él ciega y sorda a todo, sorprendiéndolo por un momento e hiriéndole el brazo pero perdiendo terreno poco después, sus golpes más brutales que efectivos los bloqueaba con facilidad y el elfo y con un revés el cruzó la cara con el arco, tirándola al suelo. Quizás lo que le hacia falta para despejarse. Pero el elfo no quería perder la oportunidad y ya tenía la cuerda estirada, la flecha apuntando directamente a los ojos de Sam.
Con un movimiento más llevado por el susto que por la conciencia, se lanzó al elfo, a sus piernas, la flecha apenas le rozó la espalda con el movimiento. Tenía que recuperar la cordura, tenía que centrarse y hacer algo que pudiera serle de utilidad para, por poner un ejemplo, sobrevivir a aquella situación tan extraña. Roch estaba muerto, hacia tiempo que no tenía tiempo seguir metido en aquello y aun así… Caían al suelo, si es que alguna vez se había despegado de él. El otro, demasiado ocupado resintiéndose de su hombro retorcido, se apartó en el último momento, poco dispuesto a tener a Sam otra vez encima.
Apenas tocaron el suelo el elfo le golpeó con fuerza la espalda, intentando librarse del abrazo que tenía en sus piernas, pero en lugar de conseguirlo soltó un grito de dolor cuando la daga se clavó en su pierna, parte del abrazo que le había tirado al suelo. Con más suerte que puntería, el corte debía haber tocado alguna vena importante pues empezó a sangrar más de lo esperado. No tuvo tiempo de sorprenderse pues el otro se habí puesto en pie y le propino una patada en las costillas tirándola lejos de donde estaba el nuevo herido, contra la pared y dejándola momentaneámente sin aire. Pero este aquero había perdido su arco y cuando echo mano de el Sam se incorporó, dándole la espalda y subiendo a la ventana del edificio con que habia chocado, claramente abandonado no sin antes susurrar hacia sin mucho aliento “Cúrale” . Roch estaba quemado pero el elfo apenas tenía un corte en la pierna, no podían morir todos hoy. Con un último impulso desapareció en las sombras del interior del edificio.
Sam- Cantidad de envíos : 119
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Claro que una vez que ese sujeto....cualquiera fuera su nombre, había muerto, Auria podría haber ayudado al impetuoso jovensito que se desvivía por lograr derrotar a sus adversarios. Pero en la cabeza una pregunta surgía una y otra vez “¿Para qué?” Y como no lograba contestarla prefería quedarse en su rincón, al lado del cadáver de aquel estúpido condenado, donde nadie se fijara en ella.
El pro y el contra de intervenir. Pro, el muchacho confiaría más en ella, bajaría la guardia y le regalaría mil oportunidades de expiar su pecadora alma, los contra, corría riesgo de que los elfos se enojaran con ella y la atacaran, ella no era luchadora, era doctora, no tendría oportunidad de salvarse.
Que interesante modo de pelea tenia el muchacho, tan primitivo, era casi como ver pelear a un mono, aunque no podía nergarse que surtía efecto, uno de los elfos ya estaba en el piso y el otro parecía que iba a seguir el camino de su compañero. Es que esa raza no esta hecha para esas cosas, para tener orejas de demonios eran bastante delicados, quizás era que tenían lo peor de ambas razas, feos como los demonios, delicados como humanos enfermos.
Auria siguió observando la pelea sin inmutarse, esperando a comprobar los resultados antes de actuar, la daga de Sam había sido mas precisa de lo esperado, la pierna sangraba en abundancia “Seguramente hirió la arteria” pensó la medica, vaya golpe de suerte para el chico, si el elfo no paraba el sangrado pronto se empezaría a marear.
La doctora puso todo su esfuerzo en evitar poner cara de sorpresa cuando le dijo que lo curara... ¿Qué no eran enemigos hasta recién? ¿Para qué quería curarlo? Por un momento recordó que en la orden a veces curaban a los enemigos capturados en batalla para interrogarlos luego, claro que esa clase de cosas no se comentaban mucho fuera. Pero no parecía el caso...
- De acuerdo – Fue lo único que pudo contestar antes de que Sam saliera del lugar – Emmmm – Dijo girándose hacia el arquero herido, este la miro con aire indignado, como si le ofendiera la sola idea de que una sucia humana lo tocara por mas que fuera para sanarlo.
Auria no pensaba insistir, si quería morir desangrado como un idiota ella no iba a evitarlo, seguramente cuando la vista se le comenzara a nublar reconsideraría el aceptar su ayuda. Miro como el elfo se intentaba levantar, apoyadose contra la pared y evitando apoyar la pierna herida.
- Cuanta fuerza de voluntad – Dijo la doctora burlona, mientras lo seguía a una distancia precavida – Sabes...esto podría ser mucho mas fácil... – Saco una de sus cuchillas de trabajo – Solo dejame que te ayude...
El elfo reacciono de inmediato, con enojo golpeo la mano de Auria, haciéndole perder su instrumento “Que pena, con lo caros que son”, pensó la medica buscándolo preocupada, mientras estaba en esto el elfo escapo, arrastrando la pierna que dejaba un rastro de sangre a su paso.
- No llegaras muy lejos.... – Dijo Auria en una oración que podía ser interpretada tanto como un consejo amistoso, como un tétrico augurio.
El pro y el contra de intervenir. Pro, el muchacho confiaría más en ella, bajaría la guardia y le regalaría mil oportunidades de expiar su pecadora alma, los contra, corría riesgo de que los elfos se enojaran con ella y la atacaran, ella no era luchadora, era doctora, no tendría oportunidad de salvarse.
Que interesante modo de pelea tenia el muchacho, tan primitivo, era casi como ver pelear a un mono, aunque no podía nergarse que surtía efecto, uno de los elfos ya estaba en el piso y el otro parecía que iba a seguir el camino de su compañero. Es que esa raza no esta hecha para esas cosas, para tener orejas de demonios eran bastante delicados, quizás era que tenían lo peor de ambas razas, feos como los demonios, delicados como humanos enfermos.
Auria siguió observando la pelea sin inmutarse, esperando a comprobar los resultados antes de actuar, la daga de Sam había sido mas precisa de lo esperado, la pierna sangraba en abundancia “Seguramente hirió la arteria” pensó la medica, vaya golpe de suerte para el chico, si el elfo no paraba el sangrado pronto se empezaría a marear.
La doctora puso todo su esfuerzo en evitar poner cara de sorpresa cuando le dijo que lo curara... ¿Qué no eran enemigos hasta recién? ¿Para qué quería curarlo? Por un momento recordó que en la orden a veces curaban a los enemigos capturados en batalla para interrogarlos luego, claro que esa clase de cosas no se comentaban mucho fuera. Pero no parecía el caso...
- De acuerdo – Fue lo único que pudo contestar antes de que Sam saliera del lugar – Emmmm – Dijo girándose hacia el arquero herido, este la miro con aire indignado, como si le ofendiera la sola idea de que una sucia humana lo tocara por mas que fuera para sanarlo.
Auria no pensaba insistir, si quería morir desangrado como un idiota ella no iba a evitarlo, seguramente cuando la vista se le comenzara a nublar reconsideraría el aceptar su ayuda. Miro como el elfo se intentaba levantar, apoyadose contra la pared y evitando apoyar la pierna herida.
- Cuanta fuerza de voluntad – Dijo la doctora burlona, mientras lo seguía a una distancia precavida – Sabes...esto podría ser mucho mas fácil... – Saco una de sus cuchillas de trabajo – Solo dejame que te ayude...
El elfo reacciono de inmediato, con enojo golpeo la mano de Auria, haciéndole perder su instrumento “Que pena, con lo caros que son”, pensó la medica buscándolo preocupada, mientras estaba en esto el elfo escapo, arrastrando la pierna que dejaba un rastro de sangre a su paso.
- No llegaras muy lejos.... – Dijo Auria en una oración que podía ser interpretada tanto como un consejo amistoso, como un tétrico augurio.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Esperó un poco más de lo imprescindible. Sólo un par de segundos; largos segundos dadas las circunstancias.
Los pasos se habían alejado, dejando de oírse al momento; Zeiss se permitió un margen de tiempo más y entonces se levantó, corriendo hacia la puerta por cuya cerradura había intentado percibir algo justo antes. Esta vez asió el pomo y la abrió.
Se encontró impulsado a una habitación larga, estrecha y desordenada. Dos mesas cubiertas de papeles, plumas, tinta, escuadras, folletos, mapas, trozos de madera, una lámpara de aceite, clavos, correspondencia a medio escribir, y una sola silla que girada hacia un lado o el otro podría haber pertenecido a cualquiera de las dos mesas. A la izquierda de la habitación, empotrado en la pared, se revelaba un armario abierto, dentro del cual algunas figuras talladas en madera de calidad y un pequeño cofre también abierto. A sus pies, un tapiz rojo que antes habría cubierto el armario, y una mujer.
Zeiss echó para atrás su capa e hincó la rodilla en el suelo. Sus dedos buscaron una arteria en el cuello y aire expirado en sus labios y encontraron ambos. El humo comenzaba a espesar; el ladrón se agachó para coger a aquella mujer como bien pudo y con ella en los brazos y pasos vacilantes fue hacia la puerta.
La mujer era tan alta como él, y aunque fuera delgada Zeiss no era un tipo fuerte. Salir de allí iba a ser más complicado que entrar si los elfos no se habían retirado ya; lo sabía, pero la alternativa a avanzar era quedarse atrapado en el sótano y morir asfixiado, si no quemado directamente. Tosió y se le debilitaron los brazos; recolocó a la mujer e intentó correr al tiempo. Subió las escaleras de dos en dos a riesgo de quedarse sin aliento a mitad y salió del sótano de piedra para desembocar en la planta baja de madera.
El calor del fuego fue como un revés en el rostro. Las llamas no habían perdido un segundo mientras él espiaba y salvaba una vida, desconsideradas y sólo atentas a su propio engrandecimiento. Lo que quedaba del edificio después de la explosión aún no había caído sobre sí, pero no tardaría en hacerlo, y Zeiss no pudo pararse a considerar siquiera que los arqueros siguieran vigilando. Después de un segundo de sorpresa y otro de duda, tuvo que correr hacia la salida. Cuando llegó, el aire fresco del exterior fue una bendición; completamente agotado, el ladrón acabó de arrastrar a la mujer hasta detrás de unos escombros, donde quedara protegida del fuego y quizás de alguna de las flechas que los arqueros, si aún estaban allí, pudieran disparar.
Los pasos se habían alejado, dejando de oírse al momento; Zeiss se permitió un margen de tiempo más y entonces se levantó, corriendo hacia la puerta por cuya cerradura había intentado percibir algo justo antes. Esta vez asió el pomo y la abrió.
Se encontró impulsado a una habitación larga, estrecha y desordenada. Dos mesas cubiertas de papeles, plumas, tinta, escuadras, folletos, mapas, trozos de madera, una lámpara de aceite, clavos, correspondencia a medio escribir, y una sola silla que girada hacia un lado o el otro podría haber pertenecido a cualquiera de las dos mesas. A la izquierda de la habitación, empotrado en la pared, se revelaba un armario abierto, dentro del cual algunas figuras talladas en madera de calidad y un pequeño cofre también abierto. A sus pies, un tapiz rojo que antes habría cubierto el armario, y una mujer.
Zeiss echó para atrás su capa e hincó la rodilla en el suelo. Sus dedos buscaron una arteria en el cuello y aire expirado en sus labios y encontraron ambos. El humo comenzaba a espesar; el ladrón se agachó para coger a aquella mujer como bien pudo y con ella en los brazos y pasos vacilantes fue hacia la puerta.
La mujer era tan alta como él, y aunque fuera delgada Zeiss no era un tipo fuerte. Salir de allí iba a ser más complicado que entrar si los elfos no se habían retirado ya; lo sabía, pero la alternativa a avanzar era quedarse atrapado en el sótano y morir asfixiado, si no quemado directamente. Tosió y se le debilitaron los brazos; recolocó a la mujer e intentó correr al tiempo. Subió las escaleras de dos en dos a riesgo de quedarse sin aliento a mitad y salió del sótano de piedra para desembocar en la planta baja de madera.
El calor del fuego fue como un revés en el rostro. Las llamas no habían perdido un segundo mientras él espiaba y salvaba una vida, desconsideradas y sólo atentas a su propio engrandecimiento. Lo que quedaba del edificio después de la explosión aún no había caído sobre sí, pero no tardaría en hacerlo, y Zeiss no pudo pararse a considerar siquiera que los arqueros siguieran vigilando. Después de un segundo de sorpresa y otro de duda, tuvo que correr hacia la salida. Cuando llegó, el aire fresco del exterior fue una bendición; completamente agotado, el ladrón acabó de arrastrar a la mujer hasta detrás de unos escombros, donde quedara protegida del fuego y quizás de alguna de las flechas que los arqueros, si aún estaban allí, pudieran disparar.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Cada vez entiendo menos como me he metido en esto. En esta casa, tras esta columna, sin apenas poder respirar. Pero no me oyen, creo, quiero creer. Dicen que los elfos tienen como, muy buen oído, es decir, ¿hasta oir mis latidos del corazón? Porque, en serio, en serio, que estoy respirando muy bajito, cuando tienes los labios casi cerrados y pasa solo un poquito de aire, no se, no se oye mucho, tampoco entra mucho aire, y tiene que estar en algun sitio cerca! Fuera hay bastante ruido, entre el fuego y el edificio que se cae… No puede haber tardado tanto! Es decir, me ha seguido? Lo doy por hecho. Y si no? Creo que no puedo pensar ahora, puedo esperar si. Puedo.
…Joder, ha sido una buena patada.
Es una buena columna, de verdad, porque por el pasillo que vienes gira en la dirección contrario y es mas logico que esta escondida en la esquina, hay como un rastro, alguna otra persona, antes que yo, se ha escondido ahí, o se ha arrastrado más bien, yo solo he tenido que dar un pequeño salto para que no se viera… Soy demasiado simple , esperemos que lo simple funcione otra vez, y que aun le duela el brazo por imbecil.
¿Qué ha sido eso? ¿Ruido? Alerta, como si no lo estuviera, bueno… alerta! Ahí esta, y con la espalda contra la pared, era demasiado obvio, eso significa un ataque frontal porque no puedo darle la vuelta a la columna sin que me oiga, hay demasiados escombros en este sitio. A la mierda todo.
Con un movimiento cricular apartó el arma y los brazos del recién llegado, metiéndose es su zona de comfort para pegarle un codazo donde acaba el esternon, en la boca del estómago. Inevitablemente el elfo se dobló sobre si mismo, dejando la nuca a la vista de Sam, quien lo aprovecho para golpearle la base del craneo con el mango del puñal dejándolo inconsciente.
Fuera de aquí, ahora mismo.
La médico sigue ahí pero… el elfo no, bueno, eso no es malo, tiene sentido que no quisiera ser curado por el enemigo, que estupidez por su parte pero yo ya no doy más. ¿Y Zeiss? Allí… tras los escombros, bueno, los de al lado pero, ya no hay nadie verdad?
¿Cuando han salido los otros? Quizas no sea buena idea salir aun a calle abierta, se silbar, fuerte, con los dedos en la boca, me oira y quizás quede algo más discreto. O no. Por ultima vez hoy, lo hago y a la mierda todo lo demás.
“Médico, ¿Qué ha pasado?” Médico es un buen nombre, me gusta como suena.
…Joder, ha sido una buena patada.
Es una buena columna, de verdad, porque por el pasillo que vienes gira en la dirección contrario y es mas logico que esta escondida en la esquina, hay como un rastro, alguna otra persona, antes que yo, se ha escondido ahí, o se ha arrastrado más bien, yo solo he tenido que dar un pequeño salto para que no se viera… Soy demasiado simple , esperemos que lo simple funcione otra vez, y que aun le duela el brazo por imbecil.
¿Qué ha sido eso? ¿Ruido? Alerta, como si no lo estuviera, bueno… alerta! Ahí esta, y con la espalda contra la pared, era demasiado obvio, eso significa un ataque frontal porque no puedo darle la vuelta a la columna sin que me oiga, hay demasiados escombros en este sitio. A la mierda todo.
Con un movimiento cricular apartó el arma y los brazos del recién llegado, metiéndose es su zona de comfort para pegarle un codazo donde acaba el esternon, en la boca del estómago. Inevitablemente el elfo se dobló sobre si mismo, dejando la nuca a la vista de Sam, quien lo aprovecho para golpearle la base del craneo con el mango del puñal dejándolo inconsciente.
Fuera de aquí, ahora mismo.
La médico sigue ahí pero… el elfo no, bueno, eso no es malo, tiene sentido que no quisiera ser curado por el enemigo, que estupidez por su parte pero yo ya no doy más. ¿Y Zeiss? Allí… tras los escombros, bueno, los de al lado pero, ya no hay nadie verdad?
¿Cuando han salido los otros? Quizas no sea buena idea salir aun a calle abierta, se silbar, fuerte, con los dedos en la boca, me oira y quizás quede algo más discreto. O no. Por ultima vez hoy, lo hago y a la mierda todo lo demás.
“Médico, ¿Qué ha pasado?” Médico es un buen nombre, me gusta como suena.
Sam- Cantidad de envíos : 119
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Entre medio de los destrozos Auria se movía con una gracia casi felina, contemplando la destrucción del lugar con gesto absolutamente neutro, no le interesaba eso, no le importaba si había alguien herido, o quizás si, porque una persona herida era una persona casi muerta, y eso significaba la liberación de sus almas impuras.
Pero no había muertos bajos los escombros, solo había podido eliminar al pobre infeliz quemado, y el elfo se había escapado, una verdadera lastima. Auria vio como Sam terminaba con otro de los enemigos, admirada de que con tan pocos recursos pudiera arreglárselas tan bien, sería de temer si además tuviera magia o algo similar, pero no parecía ser el caso.
- Mi nombre es Auria, por cierto – Contesto primero que todo a Sam, no le gustaba que la llamaran como si fuera cualquier medico barato de pueblo – Y no ha pasado nada, el hombre que me mostraste primero no tenía posibilidad alguna de vivir, gran parte de su cuerpo estaba quemado, y la explosión le había roto varios huesos también – Su tono de vos era firme, y correcto, demostrando que era una profesional – En cuanto al elfo, no me dejo siquiera acercarme, se fue por sus propios medios, aunque le dije claramente que su herida era grave – No era exactamente la verdad, pero tampoco estaba tan lejos.
El ojo entrenado de Auria se percato de los múltiples golpes que sufría Sam, incluso podría ser que tuviera alguna fisura pequeña, parecía una buena oportunidad para llevarla a su consultorio. Aunque aun tenía que limpiar el lugar, que mala suerte tenía ese día, todo se le complicaba.
- Déjeme ver sus heridas - Mientras decía esto se acercaba a Sam, maletín en mano, amagando a revisar las contusiones, pero por el rabillo del ojo vio a alguien mas presente.
Al girarse para verlo sabía ya de antemano qué iba a encontrar, algo en ella se lo había dicho, un sexto sentido tal vez, y su cerebro amenazo con estallar en cuanto lo confirmo. Allí estaba Zeiss, tal y como lo recordaba en cada una de sus pesadillas, sin darse cuenta se llevo una mano a la cicatriz de su ojo izquierdo en forma de lagrima. El odio comenzó a subir, pasando el punto de ebullición, y la locura que normalmente lograba mantener escondida amenazaba con dominarla.
Pero no podía dejarse controlar, no en ese momento, con un enorme esfuerzo logró que su torbellino interno no se trasluciera. Tan feliz encuentro, tan hermosa oportunidad, no era algo que dejaría pasar tan solo por dejarse llevar por sus instintos mas bajos. Sacando sus manos de Sam se dirigió hasta quedar al lado de Zeiss, mirándolo fríamente, sin decirle una sola palabra se agacho para revisar el pulso de la muchacha.
- Apártese y déjeme asegurarme de que no sea nada grave – Por el momento no iba a decir nada, esperaría la reacción del ladrón antes de hacer la siguiente jugada.
Pero no había muertos bajos los escombros, solo había podido eliminar al pobre infeliz quemado, y el elfo se había escapado, una verdadera lastima. Auria vio como Sam terminaba con otro de los enemigos, admirada de que con tan pocos recursos pudiera arreglárselas tan bien, sería de temer si además tuviera magia o algo similar, pero no parecía ser el caso.
- Mi nombre es Auria, por cierto – Contesto primero que todo a Sam, no le gustaba que la llamaran como si fuera cualquier medico barato de pueblo – Y no ha pasado nada, el hombre que me mostraste primero no tenía posibilidad alguna de vivir, gran parte de su cuerpo estaba quemado, y la explosión le había roto varios huesos también – Su tono de vos era firme, y correcto, demostrando que era una profesional – En cuanto al elfo, no me dejo siquiera acercarme, se fue por sus propios medios, aunque le dije claramente que su herida era grave – No era exactamente la verdad, pero tampoco estaba tan lejos.
El ojo entrenado de Auria se percato de los múltiples golpes que sufría Sam, incluso podría ser que tuviera alguna fisura pequeña, parecía una buena oportunidad para llevarla a su consultorio. Aunque aun tenía que limpiar el lugar, que mala suerte tenía ese día, todo se le complicaba.
- Déjeme ver sus heridas - Mientras decía esto se acercaba a Sam, maletín en mano, amagando a revisar las contusiones, pero por el rabillo del ojo vio a alguien mas presente.
Al girarse para verlo sabía ya de antemano qué iba a encontrar, algo en ella se lo había dicho, un sexto sentido tal vez, y su cerebro amenazo con estallar en cuanto lo confirmo. Allí estaba Zeiss, tal y como lo recordaba en cada una de sus pesadillas, sin darse cuenta se llevo una mano a la cicatriz de su ojo izquierdo en forma de lagrima. El odio comenzó a subir, pasando el punto de ebullición, y la locura que normalmente lograba mantener escondida amenazaba con dominarla.
Pero no podía dejarse controlar, no en ese momento, con un enorme esfuerzo logró que su torbellino interno no se trasluciera. Tan feliz encuentro, tan hermosa oportunidad, no era algo que dejaría pasar tan solo por dejarse llevar por sus instintos mas bajos. Sacando sus manos de Sam se dirigió hasta quedar al lado de Zeiss, mirándolo fríamente, sin decirle una sola palabra se agacho para revisar el pulso de la muchacha.
- Apártese y déjeme asegurarme de que no sea nada grave – Por el momento no iba a decir nada, esperaría la reacción del ladrón antes de hacer la siguiente jugada.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
En aquel segundo de pausa, sin respiración y tras comprobar inspeccionando las alturas que no había elfos apostados, Zeiss bajó la vista y se quedó mirando a aquella mujer a la cara. No era especialmente bella, pero se la veía coqueta a pesar de las lágrimas aún húmedas en el rostro, el pelo alborotado y el labio partido. El ladrón lo pensó sin estar por ello juzgándola; sólo observándola mientras una pequeña parte de su conciencia pensaba distraidamente: "Mira, acabo de salvarte la vida".
Parecía un buen momento para despistarse. Después de todo, ya no podía ocurrir nada más... Los elfos se habían dispersado, la guardia de la ciudad llegaría de un momento a otro, el edificio, frente a él, continuó desmoronándose sin aplastar a nadie en su interior.
Por aquel pensamiento no levantó la mirada una última vez para comprobar los alrededores. Había visto la figura de un médico, una mujer, y también a Sam, que le pareció indemne. ¿Por qué debería haber mirado más? ¿Quién le habría dicho a él, de entre todos los médicos y curanderos de Trinacria, que la que había estado de rodillas junto a Roch sería Auria?
Cuando la escuchó hablar algo se inquietó dentro de él, pero sin llegar a alarmarle. Reaccionó a una voz conocida con extrañeza, porque aún no la había identificado. Sí, conocía a aquella voz. ¿Pero a cuántos médicos conocía él? ¿A cuántos exactamente?
Exactamente, sólo a una.
Abrió los ojos de par en par al verla y su cuerpo se movió en gesto protector para apartar a la mujer de su alcance. Se dejó llevar por la sorpresa del encuentro y en sus ojos brilló algo, quizás desprecio, o desconfianza, o temor... o solamente sorpresa. Fuera lo que fuera exactamente lo dejó entrever, y al momento supo que Roch, al igual que Cleid, estaba muerto.
Tardó quizás un segundo en recomponerse, en pretender que no pasaba nada, que no la conocía. Pero era demasiado tarde. "Acabo de perder" pensó. "En algo más importante que la vida de Roch o de esta mujer, acabo de perder". Alzó una ceja en pretendida sorpresa, se apartó de la mujer, tomó una expresión relajada, despreocupada. Pero en su mente las cosas no estaban ordenadas, y su corazón latía a mil por hora debajo de aquella exagerada frialdad.
- ¡Me sorprendiste, Auria! Te tomé por un elfo que venía a matarme fríamente - debía intentar arreglarlo -. Error comprensible, si se me permite comentarlo: la belleza se le adjudica a los elfos, ¿y qué mujer más hermosa que tú? Pero permíteme que no me aparte. He comprobado que la mujer está bien, y es demasiado joven para morir a manos de una médico tan bella y adorable.
No estaba reaccionando bien. No debería haber dicho "Me sorprendiste" sino "¡Auria, no me des esos sustos!". No debería haberse mostrado tan inmutable, aunque había comenzado a arreglarlo mientras alababa la belleza de la médico, sino haber exagerado los pestañeos y la familiaridad... Le asustaba lo que le había dejado entrever y necesitaba borrarlo del recuerdo de Auria, pero la sorpresa del encuentro aún le afectaba como para no dejarle reaccionar tan bien como habría necesitado.
Sam no tenía ni idea de a quién había ido a buscar.
Parecía un buen momento para despistarse. Después de todo, ya no podía ocurrir nada más... Los elfos se habían dispersado, la guardia de la ciudad llegaría de un momento a otro, el edificio, frente a él, continuó desmoronándose sin aplastar a nadie en su interior.
Por aquel pensamiento no levantó la mirada una última vez para comprobar los alrededores. Había visto la figura de un médico, una mujer, y también a Sam, que le pareció indemne. ¿Por qué debería haber mirado más? ¿Quién le habría dicho a él, de entre todos los médicos y curanderos de Trinacria, que la que había estado de rodillas junto a Roch sería Auria?
Cuando la escuchó hablar algo se inquietó dentro de él, pero sin llegar a alarmarle. Reaccionó a una voz conocida con extrañeza, porque aún no la había identificado. Sí, conocía a aquella voz. ¿Pero a cuántos médicos conocía él? ¿A cuántos exactamente?
Exactamente, sólo a una.
Abrió los ojos de par en par al verla y su cuerpo se movió en gesto protector para apartar a la mujer de su alcance. Se dejó llevar por la sorpresa del encuentro y en sus ojos brilló algo, quizás desprecio, o desconfianza, o temor... o solamente sorpresa. Fuera lo que fuera exactamente lo dejó entrever, y al momento supo que Roch, al igual que Cleid, estaba muerto.
Tardó quizás un segundo en recomponerse, en pretender que no pasaba nada, que no la conocía. Pero era demasiado tarde. "Acabo de perder" pensó. "En algo más importante que la vida de Roch o de esta mujer, acabo de perder". Alzó una ceja en pretendida sorpresa, se apartó de la mujer, tomó una expresión relajada, despreocupada. Pero en su mente las cosas no estaban ordenadas, y su corazón latía a mil por hora debajo de aquella exagerada frialdad.
- ¡Me sorprendiste, Auria! Te tomé por un elfo que venía a matarme fríamente - debía intentar arreglarlo -. Error comprensible, si se me permite comentarlo: la belleza se le adjudica a los elfos, ¿y qué mujer más hermosa que tú? Pero permíteme que no me aparte. He comprobado que la mujer está bien, y es demasiado joven para morir a manos de una médico tan bella y adorable.
No estaba reaccionando bien. No debería haber dicho "Me sorprendiste" sino "¡Auria, no me des esos sustos!". No debería haberse mostrado tan inmutable, aunque había comenzado a arreglarlo mientras alababa la belleza de la médico, sino haber exagerado los pestañeos y la familiaridad... Le asustaba lo que le había dejado entrever y necesitaba borrarlo del recuerdo de Auria, pero la sorpresa del encuentro aún le afectaba como para no dejarle reaccionar tan bien como habría necesitado.
Sam no tenía ni idea de a quién había ido a buscar.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
“Auria… Es un nombre muy bonito” No lo había oído nunca así que posiblemente se me olvidé pronto. Sobretodo por el simple hecho de que tengo la firme esperanza de no ver mucho tiempo a esta médico. Eso solo siginificaría cosas malas, sin duda. Roch… “Ya, ya… lo sé, pero como estaba aguantando pues…” ¿Qué eres? ¿Una niña pequeña? No me fastidies “Nada, nada, entiendo que usted ha hecho bien su trabajo, gracias por venir tan rápido de verdad”
Chequeo mental: Me escuece la cara, debe ser un pequeño corte, muy poco profundo, cuando me ha golpeado con el arco; me duelen casi todas las articulaciones por golpes varios y el esfuerzo, pero eso no es nada, destacaría la espalda, me saldrá un buen moratón, es decir, nada grave; las costillas, sin duda, son lo que más me duele, bueno, que decir, hacia tiempo que nadie me partía una costilla y esta patada bien ha merecido que alguno de mis huesos se partiera, las roturas de costilla al menos las tengo controlada y… No, no me he perforado ningún órgano, ¡yuhu! Ay no, menos yuhu que me duele respirar. Quizas la médico pueda hacer que se me pase antes de tiempo, pero sobreviviré perfectamente. No me hace falta que ella me lo diga… pero lo dejaría hacer su trabajo… Ammm… O no, es cierto que ella debe estar peor, veamos por quien hemos estado arriesgando tanto.
Emmm… un momento, ¿Qué ha sido eso? Zeiss y Auria ya se conocen, eso es bueno, ¿no? Bueno… Auria no ha mostrado ninguna emoción y Zeiss… ¿Demasiadas? Y si está bien no se morirá, que tonterías, no se, que…
“¡Espera Zeiss! No sabes si la chica este bien, ha estado inhalando humo tóxico, ¡Y tu también! y es posible que las partículas hayan pasado a su sangre, ¡Acaba de toser! Asi que es posible que sus vías respiratorias… “ ¿Qué estoy diciendo? Por favor que vergüenza ajena me doy, encima al lado de una médico, y no sé para que digo nada, no sé nada, no se porque me empeño en saltar con esas cosas de curación cuando NO sé nada “Que… bueno, que dejes que ella la mire, creo que…”
Ruido, gente, no. No, no es “gente”. Armaduras. Guardias. ¿Ahora? ¿En serio? Joder, que cara que tienen de llegar siempre en el momento más jodidamente inoportuno, antes habrían venido de lujo, pero cuando solo necesitamos algo de tranquilidad... además si nos quedamos aquí seremos la cabeza de turco, maldita sea, era mi paquete y Zeiss lo ha entregado, nos colgaran por ello o como poco nos tendrán horas interrogándonos. Vale, quizás estoy exagerando, pero no quiero estar aquí cuando vengan.
“Deberíamos irnos. Antes de que vengan, para que… puedas atenderla mejor, si, vamos a su consulta” Esta lo suficientemente cerca y allí podrá atender a la chica, a Zeiss si hace falta y si me da un calmante, tampoco voy a decir que no, porque las costillas es solo esperar y esperar, espero no estar haciendo mucha mueca cada vez que me levanto o me agacho, o respiro. Por la Dama, por favor que no estornudé, lo pido muy, muy, muy por favor.
“Vamos, allí podrás atenderla ¿vale? Quedarse con los guardias solo sería un mareo innecesario…” La chica... creo que podría caminar, pero igualmente puedo ofrecerle mi ayuda, diga lo que diga mi cuerpo, la cuestión es irnos rápido de aquí. Y ahí se queda Roch, me apena mucho no haber podido salvarlo. El elfo sigue dentro del otro edificio inconsciente, no le pasará nada, y no sé si eso es bueno o malo.
Chequeo mental: Me escuece la cara, debe ser un pequeño corte, muy poco profundo, cuando me ha golpeado con el arco; me duelen casi todas las articulaciones por golpes varios y el esfuerzo, pero eso no es nada, destacaría la espalda, me saldrá un buen moratón, es decir, nada grave; las costillas, sin duda, son lo que más me duele, bueno, que decir, hacia tiempo que nadie me partía una costilla y esta patada bien ha merecido que alguno de mis huesos se partiera, las roturas de costilla al menos las tengo controlada y… No, no me he perforado ningún órgano, ¡yuhu! Ay no, menos yuhu que me duele respirar. Quizas la médico pueda hacer que se me pase antes de tiempo, pero sobreviviré perfectamente. No me hace falta que ella me lo diga… pero lo dejaría hacer su trabajo… Ammm… O no, es cierto que ella debe estar peor, veamos por quien hemos estado arriesgando tanto.
Emmm… un momento, ¿Qué ha sido eso? Zeiss y Auria ya se conocen, eso es bueno, ¿no? Bueno… Auria no ha mostrado ninguna emoción y Zeiss… ¿Demasiadas? Y si está bien no se morirá, que tonterías, no se, que…
“¡Espera Zeiss! No sabes si la chica este bien, ha estado inhalando humo tóxico, ¡Y tu también! y es posible que las partículas hayan pasado a su sangre, ¡Acaba de toser! Asi que es posible que sus vías respiratorias… “ ¿Qué estoy diciendo? Por favor que vergüenza ajena me doy, encima al lado de una médico, y no sé para que digo nada, no sé nada, no se porque me empeño en saltar con esas cosas de curación cuando NO sé nada “Que… bueno, que dejes que ella la mire, creo que…”
Ruido, gente, no. No, no es “gente”. Armaduras. Guardias. ¿Ahora? ¿En serio? Joder, que cara que tienen de llegar siempre en el momento más jodidamente inoportuno, antes habrían venido de lujo, pero cuando solo necesitamos algo de tranquilidad... además si nos quedamos aquí seremos la cabeza de turco, maldita sea, era mi paquete y Zeiss lo ha entregado, nos colgaran por ello o como poco nos tendrán horas interrogándonos. Vale, quizás estoy exagerando, pero no quiero estar aquí cuando vengan.
“Deberíamos irnos. Antes de que vengan, para que… puedas atenderla mejor, si, vamos a su consulta” Esta lo suficientemente cerca y allí podrá atender a la chica, a Zeiss si hace falta y si me da un calmante, tampoco voy a decir que no, porque las costillas es solo esperar y esperar, espero no estar haciendo mucha mueca cada vez que me levanto o me agacho, o respiro. Por la Dama, por favor que no estornudé, lo pido muy, muy, muy por favor.
“Vamos, allí podrás atenderla ¿vale? Quedarse con los guardias solo sería un mareo innecesario…” La chica... creo que podría caminar, pero igualmente puedo ofrecerle mi ayuda, diga lo que diga mi cuerpo, la cuestión es irnos rápido de aquí. Y ahí se queda Roch, me apena mucho no haber podido salvarlo. El elfo sigue dentro del otro edificio inconsciente, no le pasará nada, y no sé si eso es bueno o malo.
Sam- Cantidad de envíos : 119
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Cada uno de los gestos de desconcierto de Zeiss eran como un manjar para Auria, que estando de espaldas a Sam le sonrió como un gato cuando esta al acecho de un ratón, con los ojos brillando de entusiasmo ante las perspectivas de tan fortuito encuentro.
- Oh, que lindo que me recordaras, Zeiss, pense que me habías olvidado – Fingiendo un tono algo despechado – has caso a tu compañero, la muchacha puede estar mal, no querrías que le pasara nada malo por tu obstinación, verdad? – Le sonrió dulcemente, ocultando en parte la satisfacción interna que le provocaba la situación.
Ya al lado de la muchacha le tomó el pulso, se agacho y escucho su respiración, se notaba que había pasado por un gran susto, y sumado a eso, el respirar el humo del incendio la había descompensado, pero nada que un poco de descanso no pudiera curar.
- Esta chica esta muy mal, necesitamos atenderla pronto – Dijo la medica como si en verdad estuviera preocupada por el estado de esa pobre infeliz, a ver la postura y los gestos de Sam se dio cuenta que quizás también necesitaba cuidados – Y usted tampoco se ve bien, joven, ambos necesitan atención urgente.
El ruido de la guardia sonaba no tan lejos, y anunciaba el fin de sus planes si los encontraban ahí, se perdería de dos hermosas presas y de saldar las cuentas pendientes con Zeiss, no permitiría que algo así sucediera.
- Levanta a la muchacha, Zeiss, nos vamos de aquí – Al escuchar la idea de Sam una alarma sonó en sus cabeza, el consultorio era un desastre, con un joven degollado y varias cosas mas, pero no veía muchas opciones. "Estúpida, estúpida, estúpida" se repetía a si misma, eso le pasaba por impulsiva, no tendría que haber matado a esa basura en su consultorio.
Una vez listos comenzó a guiarlos, por suerte el consultorio estaba cerca, pero en lugar de guiarlos a la puerta los llevo por la parte de atrás.
- Espero que nadie nos halla visto, cerrarían mi consultorio si me vieran escondiéndolos – Dijo para explicar el porque de por atrás y no por delante – Denme un segundo, el doctor puede estar durmiendo, esta muy enfermo y no quiero molestarlo, solo un segundo.
Fue la excusa más rápida que se le ocurrió, entró al consultorio, cerrando tras ella, corriendo a la camilla, allí estaba el muerto, exactamente como lo había dejado. Auria lo tomo de ambos brazos y lo arrastro hasta el cuarto del pobre y viejo doctor envenenado pero aun vivo y lo deposito en el placar lleno de ropa, tapándolo de modo desordenado. Luego fue a la puerta de nuevo, abriéndole a sus invitados.
- Entren en silenció, no despierten a mi jefe – Dijo en susurros, la residencia era humilde, consistía en una sala para atender a los pacientes que se compartía con la cocina, y dos cuartos, uno donde dormía Auria, y el otro donde descansaba su ex jefe.
El cuarto de la medica estaba totalmente vacío a excepción de una cama y una mesa de luz, no necesitaba nada mas, solo lo usaba para dormir. El doctor yacía con los ojos abiertos, su piel parecía algo amarilla y no respondía a ninguna clase de estimulo, aunque podía notarse que aun respiraba. La camilla aun tiene sangre cuando llegan, pero Auria se cuido de que el rastro no siguiera hacia el cuarto donde guardo el cadáver.
- Oh, que lindo que me recordaras, Zeiss, pense que me habías olvidado – Fingiendo un tono algo despechado – has caso a tu compañero, la muchacha puede estar mal, no querrías que le pasara nada malo por tu obstinación, verdad? – Le sonrió dulcemente, ocultando en parte la satisfacción interna que le provocaba la situación.
Ya al lado de la muchacha le tomó el pulso, se agacho y escucho su respiración, se notaba que había pasado por un gran susto, y sumado a eso, el respirar el humo del incendio la había descompensado, pero nada que un poco de descanso no pudiera curar.
- Esta chica esta muy mal, necesitamos atenderla pronto – Dijo la medica como si en verdad estuviera preocupada por el estado de esa pobre infeliz, a ver la postura y los gestos de Sam se dio cuenta que quizás también necesitaba cuidados – Y usted tampoco se ve bien, joven, ambos necesitan atención urgente.
El ruido de la guardia sonaba no tan lejos, y anunciaba el fin de sus planes si los encontraban ahí, se perdería de dos hermosas presas y de saldar las cuentas pendientes con Zeiss, no permitiría que algo así sucediera.
- Levanta a la muchacha, Zeiss, nos vamos de aquí – Al escuchar la idea de Sam una alarma sonó en sus cabeza, el consultorio era un desastre, con un joven degollado y varias cosas mas, pero no veía muchas opciones. "Estúpida, estúpida, estúpida" se repetía a si misma, eso le pasaba por impulsiva, no tendría que haber matado a esa basura en su consultorio.
Una vez listos comenzó a guiarlos, por suerte el consultorio estaba cerca, pero en lugar de guiarlos a la puerta los llevo por la parte de atrás.
- Espero que nadie nos halla visto, cerrarían mi consultorio si me vieran escondiéndolos – Dijo para explicar el porque de por atrás y no por delante – Denme un segundo, el doctor puede estar durmiendo, esta muy enfermo y no quiero molestarlo, solo un segundo.
Fue la excusa más rápida que se le ocurrió, entró al consultorio, cerrando tras ella, corriendo a la camilla, allí estaba el muerto, exactamente como lo había dejado. Auria lo tomo de ambos brazos y lo arrastro hasta el cuarto del pobre y viejo doctor envenenado pero aun vivo y lo deposito en el placar lleno de ropa, tapándolo de modo desordenado. Luego fue a la puerta de nuevo, abriéndole a sus invitados.
- Entren en silenció, no despierten a mi jefe – Dijo en susurros, la residencia era humilde, consistía en una sala para atender a los pacientes que se compartía con la cocina, y dos cuartos, uno donde dormía Auria, y el otro donde descansaba su ex jefe.
El cuarto de la medica estaba totalmente vacío a excepción de una cama y una mesa de luz, no necesitaba nada mas, solo lo usaba para dormir. El doctor yacía con los ojos abiertos, su piel parecía algo amarilla y no respondía a ninguna clase de estimulo, aunque podía notarse que aun respiraba. La camilla aun tiene sangre cuando llegan, pero Auria se cuido de que el rastro no siguiera hacia el cuarto donde guardo el cadáver.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
"Cuánto te odio" pensó Zeiss al ver la sonrisa de Auria. Nadie en años había conseguido tomarle por sorpresa de aquella forma y él no habría ni considerado la posibilidad de que la médico lo hiciera. Desde la última vez que se vieron las tablas habían cambiado de golpe: El ladrón siempre imaginó que cuando volviera a ver a Auria en Trinacria él dominaría la ciudad y ella no, la encontraría, la vigilaría, la tomaría por sorpresa... no lo contrario. "Has tenido una suerte endemoniada, querida" pensó recuperando en parte la frialdad. Debía reconocerse en el papel de ratón... pero Auria no era un gato.
- Jamás te olvidaría, Auria, igual que tú nunca podrás olvidarme - le respondió con dulzura -. Tu insistencia y tu generosidad me abruman.
Zeiss se hizo a un lado para que comprobara el estado de la desconocida, y a sus espaldas comprobó discretamente sus dagas y afianzó su estado anímico. ¡Qué amable había sido Auria brindándole aquella oportunidad para retomar el dominio de sí! De alguna forma tendría que agradecérselo un día. Unas flores, unos pastelitos, algo así.
- Sam, eres el sentido común personificado. Creo que ninguno queremos que nos encuentren aquí, podría dar lugar a engorrosos malentendidos. ¿Te importaría mucho que nos refugiemos en tu acogedora consulta, Auria? - preguntó con obediente timidez.
Levantó él a la mujer tal como se le pidió; habría querido relegar la tarea en Sam pero parecía tener algo roto, porque le vio hacer alguna mueca. Suficientemente cansado estaba ya como para seguir a Auria a su propio terreno y llegar aún más cansado... ¿pero qué remedio? Fue una suerte para él más que para nadie que el consultorio estuviera cerca.
- Te esperaremos aquí - se despidió de Auria con gesto entre solemne y grave cuando ella mintió para pasar primero. Que era una mentira era obvio, y a Zeiss no se le ocurrían setenta razones para explicarla. Su expresión se ensombreció al instante en cuanto ella se fue, e intentó escuchar algo a través de la puerta - Sam, estate preparada y en guardia. Esa mujer me odia. Y no bromeo si te digo que es peligrosa.
Sonrió un poquito para suavizar sus palabras, pero a tiempo para la llegada de Auria volvió a alterar su expresión. De nuevo debía agradecer aquella pausa que la médico le había dado para descansar, y mentalmente se anotó un tanto sólo por los pequeños fallos que estaba teniendo Auria. Cuando pasaron y vio la sangre, dudó que procediera de una intervención cualquiera y buscó un cuerpo con la mirada. No lo encontró, pero había un par de habitaciones adyacentes.
Pasó al consultorio llevando a la mujer con más dificultades de las que realmente tenía. Le dio un golpe demasiado fuerte a la puerta cuando quiso cerrarla y casi se le cayó la mujer, con lo que le pegó un golpe al mobiliario.
- Oh, perdón. Losientolosientolosiento - se disculpó en precipitados susurros mientras dejaba a la desconocida en la camilla -. Espero no haberle despertado.
- Jamás te olvidaría, Auria, igual que tú nunca podrás olvidarme - le respondió con dulzura -. Tu insistencia y tu generosidad me abruman.
Zeiss se hizo a un lado para que comprobara el estado de la desconocida, y a sus espaldas comprobó discretamente sus dagas y afianzó su estado anímico. ¡Qué amable había sido Auria brindándole aquella oportunidad para retomar el dominio de sí! De alguna forma tendría que agradecérselo un día. Unas flores, unos pastelitos, algo así.
- Sam, eres el sentido común personificado. Creo que ninguno queremos que nos encuentren aquí, podría dar lugar a engorrosos malentendidos. ¿Te importaría mucho que nos refugiemos en tu acogedora consulta, Auria? - preguntó con obediente timidez.
Levantó él a la mujer tal como se le pidió; habría querido relegar la tarea en Sam pero parecía tener algo roto, porque le vio hacer alguna mueca. Suficientemente cansado estaba ya como para seguir a Auria a su propio terreno y llegar aún más cansado... ¿pero qué remedio? Fue una suerte para él más que para nadie que el consultorio estuviera cerca.
- Te esperaremos aquí - se despidió de Auria con gesto entre solemne y grave cuando ella mintió para pasar primero. Que era una mentira era obvio, y a Zeiss no se le ocurrían setenta razones para explicarla. Su expresión se ensombreció al instante en cuanto ella se fue, e intentó escuchar algo a través de la puerta - Sam, estate preparada y en guardia. Esa mujer me odia. Y no bromeo si te digo que es peligrosa.
Sonrió un poquito para suavizar sus palabras, pero a tiempo para la llegada de Auria volvió a alterar su expresión. De nuevo debía agradecer aquella pausa que la médico le había dado para descansar, y mentalmente se anotó un tanto sólo por los pequeños fallos que estaba teniendo Auria. Cuando pasaron y vio la sangre, dudó que procediera de una intervención cualquiera y buscó un cuerpo con la mirada. No lo encontró, pero había un par de habitaciones adyacentes.
Pasó al consultorio llevando a la mujer con más dificultades de las que realmente tenía. Le dio un golpe demasiado fuerte a la puerta cuando quiso cerrarla y casi se le cayó la mujer, con lo que le pegó un golpe al mobiliario.
- Oh, perdón. Losientolosientolosiento - se disculpó en precipitados susurros mientras dejaba a la desconocida en la camilla -. Espero no haberle despertado.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
“Rrrmmm… conmigo se equivoca , no es nada urgente” Pfff, ni que fuera la primera vez que me pasa, en un par de semanas se suelda solo “Pero si la chica se encuentra mal, mejor nos movemos rápido."
No me gusta nada, pero nada de absolutamente nada, como esta hablando Zeiss, ¿Qué le ha dado ahora? Antes del incendio ya hablaba más normal, da igual, quizás es cada vez que aparece alguien nuevo. Bueno, esta bien saber que todos queremos huir de aquí por piernas. Ha sido fácil ponerse de acuerdo. Aunque no sé porque le delega tan rápidamente la tarea a Zeiss, yo podría llevarla bien. Seguro que he hecho algún mueca rara, debería aprender a que mi cara no me delate tanto, me seria útil, eso sin duda, aunque no voy a negar que mi caja torácica se abre y se cierra con el regocijo de no tener que llevar tal peso. Aagggg, que imagen tan dolorosamente desagradable.
Por suerte esta cerca. Bueno, que yo estoy bien ¿vale? Pero Zeiss también parece mortalmente cansado y no me extraña, no debe haber sido fácil entrar ahí, con todo el humo, evitar los que le perseguían y rescatar a la chica y salir, claro. Deberia haberla cogido yo, supongo que Médico tiene más confianza con él y por eso se lo ha dicho primero. Sigo pensando que actúan raro, pero esta claro que no quedas bien con todos tus amigos siempre.
La puerta trasera, bien, me parece lógico, claro que, no nos han seguido, de eso estoy segura, pero mientras entremos y atienda a la chica, que más dará. “Bien, bien, pasa tu…” Creo que tengo hambre, ¿tendrá comida ahí?
“¿Qué… ?” Entonces todo lo actuar raro… Si, vale, en guardia. Entre dos personas que no conozco más que de hoy, gana la que lleva más horas conmigo. Lógica aplastante, eso y que Auria es un poco rara. Ya me explicara luego si estamos a solas, ahora hay que entrar con Auria. Mmmm... ¿Eso querra decir que no voy a tener calmante?
Joder. Eso es, definitivamente, mucha sangre. Es un consultorio médico si y hacen operaciones quirúrgicas… Pero he visto matanzas de cerdo con menos sangre que esto. Bueno, habrá que pasar en silen… O no. ¿Ha despertado al doctor? Los ojos los tiene abiertos pero… No diría que este despierto. Por la Dama que mala cara tiene.
“¿Que clase de enfermedad tiene?” Silencio para que si este hombre no ha reaccionado con el ruido de antes. Mejor ayudo a la chica a que se tranquilice. Se ha dejado hacer pero se la ve nerviosa mas que afectada por el humo, ahora se da cuenta de que nos la hemos llevado a un sitio con sangre y no sabe donde narices esta, ni quienes somos.
“Hola” Es mi mejor voz de tranquilizar “¿Te encuentras bien?" La frente… tiene la temperatura un poco alta, por estar demasiado tiempo cerca del fuego “Yo me llamo Sam, y aquel de allí es Zeiss. Esta médico… emmm… Bueno, esta médico te va atender, dime, ¿Cómo te llamas?” Es una chica joven, asustada pero mona, no tengo ni la mas remota idea de que hacia ahí dentro “¿Hay algo que te duela especialmente?” No, todo el cuerpo no vale.
No me gusta nada, pero nada de absolutamente nada, como esta hablando Zeiss, ¿Qué le ha dado ahora? Antes del incendio ya hablaba más normal, da igual, quizás es cada vez que aparece alguien nuevo. Bueno, esta bien saber que todos queremos huir de aquí por piernas. Ha sido fácil ponerse de acuerdo. Aunque no sé porque le delega tan rápidamente la tarea a Zeiss, yo podría llevarla bien. Seguro que he hecho algún mueca rara, debería aprender a que mi cara no me delate tanto, me seria útil, eso sin duda, aunque no voy a negar que mi caja torácica se abre y se cierra con el regocijo de no tener que llevar tal peso. Aagggg, que imagen tan dolorosamente desagradable.
Por suerte esta cerca. Bueno, que yo estoy bien ¿vale? Pero Zeiss también parece mortalmente cansado y no me extraña, no debe haber sido fácil entrar ahí, con todo el humo, evitar los que le perseguían y rescatar a la chica y salir, claro. Deberia haberla cogido yo, supongo que Médico tiene más confianza con él y por eso se lo ha dicho primero. Sigo pensando que actúan raro, pero esta claro que no quedas bien con todos tus amigos siempre.
La puerta trasera, bien, me parece lógico, claro que, no nos han seguido, de eso estoy segura, pero mientras entremos y atienda a la chica, que más dará. “Bien, bien, pasa tu…” Creo que tengo hambre, ¿tendrá comida ahí?
“¿Qué… ?” Entonces todo lo actuar raro… Si, vale, en guardia. Entre dos personas que no conozco más que de hoy, gana la que lleva más horas conmigo. Lógica aplastante, eso y que Auria es un poco rara. Ya me explicara luego si estamos a solas, ahora hay que entrar con Auria. Mmmm... ¿Eso querra decir que no voy a tener calmante?
Joder. Eso es, definitivamente, mucha sangre. Es un consultorio médico si y hacen operaciones quirúrgicas… Pero he visto matanzas de cerdo con menos sangre que esto. Bueno, habrá que pasar en silen… O no. ¿Ha despertado al doctor? Los ojos los tiene abiertos pero… No diría que este despierto. Por la Dama que mala cara tiene.
“¿Que clase de enfermedad tiene?” Silencio para que si este hombre no ha reaccionado con el ruido de antes. Mejor ayudo a la chica a que se tranquilice. Se ha dejado hacer pero se la ve nerviosa mas que afectada por el humo, ahora se da cuenta de que nos la hemos llevado a un sitio con sangre y no sabe donde narices esta, ni quienes somos.
“Hola” Es mi mejor voz de tranquilizar “¿Te encuentras bien?" La frente… tiene la temperatura un poco alta, por estar demasiado tiempo cerca del fuego “Yo me llamo Sam, y aquel de allí es Zeiss. Esta médico… emmm… Bueno, esta médico te va atender, dime, ¿Cómo te llamas?” Es una chica joven, asustada pero mona, no tengo ni la mas remota idea de que hacia ahí dentro “¿Hay algo que te duela especialmente?” No, todo el cuerpo no vale.
Sam- Cantidad de envíos : 119
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Por supuesto que nunca podría olvidarlo, como podría hacerlo si cada vez que veía su reflejo ahí estaba esa horrible marca, esa cicatriz que el muy impertinente había osado a hacerle a su hermoso rostro, merecía el peor de los castigos, la mas cruel tortura, y hundirse en el mas profundos de los abismos donde ni la dama pudiera encontrar su sucia alma.
Que predecible era Zeiss, hacer ruido ni bien había puesto dos pies dentro del lugar ¿Qué quería demostrar? ¿Qué en realidad el viejo estaba muerto? Iba a llevarse un chasco entonces, porque el viejo doctor de hecho no estaba muerto, solo con altos niveles de veneno en sangre que corroían su cuerpo muy lentamente desde adentro hacia fuera, Auria sentía con secreto regocijo como día a día como sus órganos se volvían masas babosas sin funcionamiento alguno.
- Seguramente los escucho, pero no creo que pueda contestarles – Dijo tranquilamente la doctora mientras sacaba algunos instrumentos médicos y se acercaba a la muchacha sobre la camilla – No es nada curable, lamentablemente, lo estoy cuidando hace meses y lo único que hace es empeorar. No hay remedio para la vejes.
Sabía que Zeiss ya tenía que estar planeando algo, no iba a quedarse de perezoso a que ella actuara, pero lo primero era curar a la chica, había recuperado la conciencia, eso era bueno para la muchacha, malo para Auria que pensaba terminar con el asunto mientras aun dormía. Peor para ella, la purificación le dolería más.
- No hagas que hable mucho, ahora lo que tiene que hacer es respirar profundamente y limpiarse de los humos tóxicos que inhaló – Diagnostico en tono profesional – Ahora déjame ver qué tienes ahí – Dijo acercándose a Sam.
Le levanto la camisa hasta la altura de los pechos, sin ninguna clase de delicadeza a si estaba Zeiss en la habitación, y comenzó a tocar con cuidado cada una de las costillas hasta encontrar donde era, unos hermosos moretones se estaban formando alrededor, si que le iba a doler durante un buen tiempo... Aunque tal vez no.
- Oh, pero si eres una muchachita, lamento mi error, jovensita - Le dijo con gesto culpable - Buen, esta quebrada exactamente aquí – Dijo tocando en un lugar preciso - Pero no se desplazo ni lastimo ningún órgano, así que fue una desgracia con suerte para ti – Se dio vuelta y agarro unos frascos de su maletín – Con que tomes algunos analgésicos para evitar el dolor dentro de unas cuatro semanas tendrías que estar bien.
Auria era una psicópata, había perdido la cordura hace ya varios años, y tenía en realidad poco interés en la vida humana, pero era una excelente doctora, una de las mejores de las que se habían graduado en la orden de la dama, y saber diagnosticar a una persona correctamente era una pequeña victoria personal para sus conocimientos.
Fue hacia un balde con agua limpia que había en la cocina, saco un poco con una jarrita y le hecho un polvo blanco del frasco que tenia en la mano, luego lo revolvió con fuerza y se lo paso a Sam.
- Eso te calmara el dolor, bébelo – Le recomendó Auria sonriéndole - veré si tengo algo para que coman, no se si.... No es un consultorio muy pudiente como notarán – Comento mirando el lugar de modo desaprobador - ¿Me ayuda el caballero con esto?
Dijo como en un ronroneo incitante a Zeiss, mientras mas cerca lo tuviera mejor, no dejaría que anduviera libre por ahí tramando en su contra.
Que predecible era Zeiss, hacer ruido ni bien había puesto dos pies dentro del lugar ¿Qué quería demostrar? ¿Qué en realidad el viejo estaba muerto? Iba a llevarse un chasco entonces, porque el viejo doctor de hecho no estaba muerto, solo con altos niveles de veneno en sangre que corroían su cuerpo muy lentamente desde adentro hacia fuera, Auria sentía con secreto regocijo como día a día como sus órganos se volvían masas babosas sin funcionamiento alguno.
- Seguramente los escucho, pero no creo que pueda contestarles – Dijo tranquilamente la doctora mientras sacaba algunos instrumentos médicos y se acercaba a la muchacha sobre la camilla – No es nada curable, lamentablemente, lo estoy cuidando hace meses y lo único que hace es empeorar. No hay remedio para la vejes.
Sabía que Zeiss ya tenía que estar planeando algo, no iba a quedarse de perezoso a que ella actuara, pero lo primero era curar a la chica, había recuperado la conciencia, eso era bueno para la muchacha, malo para Auria que pensaba terminar con el asunto mientras aun dormía. Peor para ella, la purificación le dolería más.
- No hagas que hable mucho, ahora lo que tiene que hacer es respirar profundamente y limpiarse de los humos tóxicos que inhaló – Diagnostico en tono profesional – Ahora déjame ver qué tienes ahí – Dijo acercándose a Sam.
Le levanto la camisa hasta la altura de los pechos, sin ninguna clase de delicadeza a si estaba Zeiss en la habitación, y comenzó a tocar con cuidado cada una de las costillas hasta encontrar donde era, unos hermosos moretones se estaban formando alrededor, si que le iba a doler durante un buen tiempo... Aunque tal vez no.
- Oh, pero si eres una muchachita, lamento mi error, jovensita - Le dijo con gesto culpable - Buen, esta quebrada exactamente aquí – Dijo tocando en un lugar preciso - Pero no se desplazo ni lastimo ningún órgano, así que fue una desgracia con suerte para ti – Se dio vuelta y agarro unos frascos de su maletín – Con que tomes algunos analgésicos para evitar el dolor dentro de unas cuatro semanas tendrías que estar bien.
Auria era una psicópata, había perdido la cordura hace ya varios años, y tenía en realidad poco interés en la vida humana, pero era una excelente doctora, una de las mejores de las que se habían graduado en la orden de la dama, y saber diagnosticar a una persona correctamente era una pequeña victoria personal para sus conocimientos.
Fue hacia un balde con agua limpia que había en la cocina, saco un poco con una jarrita y le hecho un polvo blanco del frasco que tenia en la mano, luego lo revolvió con fuerza y se lo paso a Sam.
- Eso te calmara el dolor, bébelo – Le recomendó Auria sonriéndole - veré si tengo algo para que coman, no se si.... No es un consultorio muy pudiente como notarán – Comento mirando el lugar de modo desaprobador - ¿Me ayuda el caballero con esto?
Dijo como en un ronroneo incitante a Zeiss, mientras mas cerca lo tuviera mejor, no dejaría que anduviera libre por ahí tramando en su contra.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Mmmsi. Necesitaba pensar. Sentarse un rato en algún sitio y meditar sobre dónde estaba, qué planeaba Auria, por qué mantenía a un hombre al borde de la muerte en su consultorio y cuánto valor podían tener aquellos utensilios médicos si los robaba. También quería enterarse de si había un jardín adyacente en el que enterrar cadáveres y si la habitación de la médico tenía cortinas de color fucsia o magenta.
Se alegraba de volver a ser él mismo. Hasta aquel momento se había tomado todo aquello sorprendentemente mal... "Zeiss tonto" se reprendió interiormente como quien regaña a un gatito que acaba de ponerse a destrozar la alfombra. También exteriormente se llevó una mano a la cadera y blandió un dedo recriminador al aire; cosa rara vista desde fuera, pero que podía justificarse como autoregañina por el alboroto que el ladrón acababa de causar nada más entrar.
- Perdone las molestias, doctor - se disculpó hacia él -. No era mi intención despertarle. Estoy seguro de que está teniendo una convalecencia agradable en manos de su ayudante, pero yo espero que mi vejez no sea tan dolorosa. Siento no poder matarle yo mismo para aliviar su sufrimiento, pero no sería divertido que Auria me denunciara a las autoridades. ¿Le importa si vuelvo esta noche, digamos, a las doce?
Mientras hablaba de esta forma hacia el doctor, Sam atendía a la pobre mujer que, aturdida, aún no conseguía concatenar dos palabras. Sus ojos de mirada desenfocada atravesaron a Sam cuando ella le habló, pero el tono tranquilizador la llevó a hacer un esfuerzo y fijarse finalmente en quién la hablaba, comprendiendo, despacio, lo que se le decía y preguntaba.
- Helen - respondió con una vocecilla temerosa y asfixiada.
Pero en cuanto a qué le dolía más, era difícil decirlo. Había recibido golpes en la cara, en la tripa, en el pecho, le habían tirado del pelo, y el último en la nuca para dejarla inconsciente aún se presenciaba bajo la forma de un dolor de cabeza. Al tragar sentía un sabor metálico en su garganta seca y el labio le latía como si tuviera vida propia. Iba a intentar decir algo de todo esto, pero un ataque de tos por el humo inhalado se lo impidió, y las recomendaciones de la médico, estar en silencio y respirar, llegaron a sus oídos y calaron en su alma de obediente mujercita.
Zeiss mientras tanto cotilleó aparatosamente, muy obviamente, todo cuanto estaba a la vista en la sala del consultorio. Iba haciendo tontos comentarios para indicarlo: "Mucha sangre aquí, ¿no?", "Mira, este utensilio me recuerda a un pato, jaja", "No es muy grande esta habitación, la verdad", "Qué de botecitos raros"... Se movía de un lado para otro como el bicho inquieto que era hasta que de golpe, por unos segundos, dejó de escucharse aquel molesto murmullo de fondo que era Zeiss cotilleando. Aprovechando que Auria le daba la espalda el ladrón había pasado, esta vez sí sin hacer ruido, a la habitación en la que estaba el doctor. Había algunos armarios, una mesa, un hombre con la mirada desenfocada; poco más.
- Aaw, qué armarios tan bonitos. ¿Cómo son por dentro? - preguntó distraídamente como respuesta a la petición de ayuda de Auria, indicando por el origen de su voz dónde se había metido exactamente.
Se alegraba de volver a ser él mismo. Hasta aquel momento se había tomado todo aquello sorprendentemente mal... "Zeiss tonto" se reprendió interiormente como quien regaña a un gatito que acaba de ponerse a destrozar la alfombra. También exteriormente se llevó una mano a la cadera y blandió un dedo recriminador al aire; cosa rara vista desde fuera, pero que podía justificarse como autoregañina por el alboroto que el ladrón acababa de causar nada más entrar.
- Perdone las molestias, doctor - se disculpó hacia él -. No era mi intención despertarle. Estoy seguro de que está teniendo una convalecencia agradable en manos de su ayudante, pero yo espero que mi vejez no sea tan dolorosa. Siento no poder matarle yo mismo para aliviar su sufrimiento, pero no sería divertido que Auria me denunciara a las autoridades. ¿Le importa si vuelvo esta noche, digamos, a las doce?
Mientras hablaba de esta forma hacia el doctor, Sam atendía a la pobre mujer que, aturdida, aún no conseguía concatenar dos palabras. Sus ojos de mirada desenfocada atravesaron a Sam cuando ella le habló, pero el tono tranquilizador la llevó a hacer un esfuerzo y fijarse finalmente en quién la hablaba, comprendiendo, despacio, lo que se le decía y preguntaba.
- Helen - respondió con una vocecilla temerosa y asfixiada.
Pero en cuanto a qué le dolía más, era difícil decirlo. Había recibido golpes en la cara, en la tripa, en el pecho, le habían tirado del pelo, y el último en la nuca para dejarla inconsciente aún se presenciaba bajo la forma de un dolor de cabeza. Al tragar sentía un sabor metálico en su garganta seca y el labio le latía como si tuviera vida propia. Iba a intentar decir algo de todo esto, pero un ataque de tos por el humo inhalado se lo impidió, y las recomendaciones de la médico, estar en silencio y respirar, llegaron a sus oídos y calaron en su alma de obediente mujercita.
Zeiss mientras tanto cotilleó aparatosamente, muy obviamente, todo cuanto estaba a la vista en la sala del consultorio. Iba haciendo tontos comentarios para indicarlo: "Mucha sangre aquí, ¿no?", "Mira, este utensilio me recuerda a un pato, jaja", "No es muy grande esta habitación, la verdad", "Qué de botecitos raros"... Se movía de un lado para otro como el bicho inquieto que era hasta que de golpe, por unos segundos, dejó de escucharse aquel molesto murmullo de fondo que era Zeiss cotilleando. Aprovechando que Auria le daba la espalda el ladrón había pasado, esta vez sí sin hacer ruido, a la habitación en la que estaba el doctor. Había algunos armarios, una mesa, un hombre con la mirada desenfocada; poco más.
- Aaw, qué armarios tan bonitos. ¿Cómo son por dentro? - preguntó distraídamente como respuesta a la petición de ayuda de Auria, indicando por el origen de su voz dónde se había metido exactamente.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
¡Aarg! No veo la necesidad de tocar el punto justo, si ella lo ve y yo lo se, ya son ganas de joder. ¡Por que poco! Si me rompo alguna costillas más alta sirve la venda que ya llevo, jajaja, pero no, vaya que pena, la próxima me pinto una diana y que mi contrincante acierte. No me puedo quejar, una costilla rota es un precio bastante bajo para dos elfos raros.
La verdad, que una médico profesional me diga lo mismo que yo he deducido, me encanta. Como mínimo puedo decir que conozco bien mi cuerpo y puede que hasta estén bien mis basas de anatomía. Estaría bien saber más, ser médico es respetable, y también caro, y sin recomendaciones pocos médicos te cogen como aprendiz, sería una mejor forma de curar, jajaja. Se me va la cabeza.
“Jajaja, seguro que estaré bien pronto, ya están acostumbradas” No debería reírme. Ni estar de buen humor. No lo estoy. Bueno, aunque me río, solo… si, definitivamente necesito soltar la tensión acumulada, estoy cansada.
¡Eh! Mi calmante, mmm, que amargo… Supongo. No debería beberme las cosas que me dan sin pensar, un mal hábito pero bueno, aun queda la mitad, quizás no me calme del todo pero tampoco me hará nada malo… del todo… ¿no? Joder, vale que Auria sea peligrosa pero no creo que quiera envenenarme de muerte de repente, que yo no le he hecho nada, como mucho odiará a Zeiss, quien por cierto parece que seguirá comportándose raro mientras estemos aquí. Lógico si.
Amargo hasta el final de la jarra, mejor me tomo otro vaso de agua para diluirlo ya en mis estómago… al final es casi lo mismo que si hubiera tomado solo la mitad, pero me he calmado la sed.
“Yo la ayudo en lo que necesite” Zeiss… ¿está investigando? Presupongo, ¿Qué otra cosa puede estar haciendo sino? Ya que no sé que busca, solo puedo intentar darle algo de tiempo para que mire, en cualquier caso yo estoy en medio, si va a ver que hace me hare la torpe chocando contra ella… Una costilla rota deestabiliza mucho, jajaja “¿Desde cuando llevas en este consultorio? “
Ese hombre esta más muerto, jamás había visto la vejez atacar de esta manera tan… desagradable, solo me da impotencia. ¿Se estará enterando de lo que pasa? Por favor, que alguien me mate si llego a estar en ese estado.
“Ahora luego puedo ir a por comida si no hay aquí, creo que eso nos haría bien a todos” Aunque no creo que dejar a Zeiss y Auria solos sea buena idea, pero tengo hambre y sino puedo usarlo de excusa para buscar otras entradas e investigar o simplemente desorientar.
La verdad, que una médico profesional me diga lo mismo que yo he deducido, me encanta. Como mínimo puedo decir que conozco bien mi cuerpo y puede que hasta estén bien mis basas de anatomía. Estaría bien saber más, ser médico es respetable, y también caro, y sin recomendaciones pocos médicos te cogen como aprendiz, sería una mejor forma de curar, jajaja. Se me va la cabeza.
“Jajaja, seguro que estaré bien pronto, ya están acostumbradas” No debería reírme. Ni estar de buen humor. No lo estoy. Bueno, aunque me río, solo… si, definitivamente necesito soltar la tensión acumulada, estoy cansada.
¡Eh! Mi calmante, mmm, que amargo… Supongo. No debería beberme las cosas que me dan sin pensar, un mal hábito pero bueno, aun queda la mitad, quizás no me calme del todo pero tampoco me hará nada malo… del todo… ¿no? Joder, vale que Auria sea peligrosa pero no creo que quiera envenenarme de muerte de repente, que yo no le he hecho nada, como mucho odiará a Zeiss, quien por cierto parece que seguirá comportándose raro mientras estemos aquí. Lógico si.
Amargo hasta el final de la jarra, mejor me tomo otro vaso de agua para diluirlo ya en mis estómago… al final es casi lo mismo que si hubiera tomado solo la mitad, pero me he calmado la sed.
“Yo la ayudo en lo que necesite” Zeiss… ¿está investigando? Presupongo, ¿Qué otra cosa puede estar haciendo sino? Ya que no sé que busca, solo puedo intentar darle algo de tiempo para que mire, en cualquier caso yo estoy en medio, si va a ver que hace me hare la torpe chocando contra ella… Una costilla rota deestabiliza mucho, jajaja “¿Desde cuando llevas en este consultorio? “
Ese hombre esta más muerto, jamás había visto la vejez atacar de esta manera tan… desagradable, solo me da impotencia. ¿Se estará enterando de lo que pasa? Por favor, que alguien me mate si llego a estar en ese estado.
“Ahora luego puedo ir a por comida si no hay aquí, creo que eso nos haría bien a todos” Aunque no creo que dejar a Zeiss y Auria solos sea buena idea, pero tengo hambre y sino puedo usarlo de excusa para buscar otras entradas e investigar o simplemente desorientar.
Sam- Cantidad de envíos : 119
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Sam había tomado lo que la medica le ofrecía casi sin dudarlo, casi, eso hacia sospechar a Auria de que la muchacha algo tenia que saber, el desgraciado de Zeiss de seguro le había dicho algo. Poco importaba en realidad, su prioridad era el ladrón y si en el camino tenía que acabar con esa otra, bueno, así sería, sino la dejaría para mas tarde, estaba segura que podían entretenerse un rato juntas.
Tenia una cuchara de madera en la mano cuando Sam comenzó a hablarle, nada amenazante sin duda, pero la presencia de Auria de por si lo era, tuviera lo que tuviera en las manos. No le presto el mas mínimo de atención a lo que decís, su mirara se dirigía a Zeiss, y sus movimientos, estaba revisando si ocultaba algo...
- Estate quietatita, niña, recuerda que estas herida. – Le dijo a Sam apoyándole la mano en el pecho y obligándola a sentarse, normalmente, por las diferencias de fuerzas entre ambas mujeres, la que tendría que ganar sin duda era Sam, pero el brebaje que había bebido era un analgésico, en eso la doctora no mentía, solo que había puesto lo suficiente como para dormir a un caballo, seguramente la muchacha debía sentirse mas torpe de lo normal, y con las extremidades algo entumecidas.
Se dio vuelta sin prestarle mas atención y se dirigió al cuarto, donde encontró a Zeiss a punto de meter las narices en el placar donde estaba el cadáver. Listo, muy listo, por eso le gustaba competir con ese ladrón, no se dejaría matar tan fácilmente como otros, pero ella ganaría de modo definitivo y absoluto, enviaría su sucia alma a la Dama.
Se acerco a él como si fuera un susurro, y golpeo su mano con la cuchara, no de modo doloroso, sino como cuando una madre regaña a su niño pequeño, hizo un gesto negativo, sonriéndole encantadora.
- ¿Nadie te dijo que es de mala educación espiar en las cosas de los demás? – Apoyo la espalda en la puerta del mueble, mientras seguía sonriéndole – Tu amiga parece estar algo mareada ¿Por qué no vas a ayudarla? – Sam no estaba mal en realidad, pero el estúpido instinto de salvar a los necesitados que tenía Zeiss podía ser muy útil a veces – Y recomendaría que lo hagas rápido – Le guiño un ojo seductora.
La adrenalina de la cacería estaba tomando el control de su cuerpo, estimulaba sus sentidos, avivaba su deseo, hacía mucho tiempo que no se divertía tanto, y todo se lo debía a ese desgraciado ladrón inmundo, a su manera, Auria estaba feliz de encontrarlo, claro que eso podía ser mortal.
Tenia una cuchara de madera en la mano cuando Sam comenzó a hablarle, nada amenazante sin duda, pero la presencia de Auria de por si lo era, tuviera lo que tuviera en las manos. No le presto el mas mínimo de atención a lo que decís, su mirara se dirigía a Zeiss, y sus movimientos, estaba revisando si ocultaba algo...
- Estate quietatita, niña, recuerda que estas herida. – Le dijo a Sam apoyándole la mano en el pecho y obligándola a sentarse, normalmente, por las diferencias de fuerzas entre ambas mujeres, la que tendría que ganar sin duda era Sam, pero el brebaje que había bebido era un analgésico, en eso la doctora no mentía, solo que había puesto lo suficiente como para dormir a un caballo, seguramente la muchacha debía sentirse mas torpe de lo normal, y con las extremidades algo entumecidas.
Se dio vuelta sin prestarle mas atención y se dirigió al cuarto, donde encontró a Zeiss a punto de meter las narices en el placar donde estaba el cadáver. Listo, muy listo, por eso le gustaba competir con ese ladrón, no se dejaría matar tan fácilmente como otros, pero ella ganaría de modo definitivo y absoluto, enviaría su sucia alma a la Dama.
Se acerco a él como si fuera un susurro, y golpeo su mano con la cuchara, no de modo doloroso, sino como cuando una madre regaña a su niño pequeño, hizo un gesto negativo, sonriéndole encantadora.
- ¿Nadie te dijo que es de mala educación espiar en las cosas de los demás? – Apoyo la espalda en la puerta del mueble, mientras seguía sonriéndole – Tu amiga parece estar algo mareada ¿Por qué no vas a ayudarla? – Sam no estaba mal en realidad, pero el estúpido instinto de salvar a los necesitados que tenía Zeiss podía ser muy útil a veces – Y recomendaría que lo hagas rápido – Le guiño un ojo seductora.
La adrenalina de la cacería estaba tomando el control de su cuerpo, estimulaba sus sentidos, avivaba su deseo, hacía mucho tiempo que no se divertía tanto, y todo se lo debía a ese desgraciado ladrón inmundo, a su manera, Auria estaba feliz de encontrarlo, claro que eso podía ser mortal.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Bajó los brazos después del golpecillo de Auria, secretamente contento por que ella hubiera acudido a su evidente llamada. Por un momento sus ojos brillaron divertidos y astutos, contradiciendo el papel de metomentodo algo atontado que a Zeiss tanto le gustaba mantener. En su mente el ladrón canturreó felizmente: "Hay algo en el armario, hay algo en el arma~rio".
- También es de mala educación robar cosas sin permiso, y mírame - sonrió alegremente como respuesta a la sonrisa de ella -. Y también matar a gente que no es familiar de uno, y mírate. Somos los dos unos maleducados encantadores.
Observó cómo Auria se apoyaba en la puerta del placar que él ya no tenía la más mínima intención de abrir y escuchó su propuesta. Zeiss seguía sonriendo, pero ya no era más que el remanente de la alegría anterior. Ladeó la cabeza divertido, como si ni siquiera fuera a considerar lo que la médico le decía, y se acercó a ella.
- Qué bonito guiñar de ojo - comentó distraído.
Le acarició la mejilla con el dorso de la mano en un rozamiento sin presión, esperando que Auria no tuviera un cuchillo que clavarle por su atrevimiento. El gesto en sí fue lento aunque breve, pero nada más efectuarlo Zeiss retiró la mano con rapidez y se alejó un paso. Ahora sí, pareció comenzar a pensar en lo que la médico le había dicho.
- Ayudar a mi amiga. Esperemos que no le hayas dado nada mortal para beber.
Sonrió de nuevo y se retiró con una reverencia, retrocediendo sin darle la espalda a Auria, menos por miedo o desconfianza, era evidente, que para poder seguir mirándola muy insistentemente. Sus ojos brillaban con una sospechosa sonrisa que se extendía también a sus labios. Era la mirada del secreto traidor que sólo en apariencia baja la cabeza, la del gato que espera que su presa se acerque lo suficiente; viéndole agazapado en su reverencia, uno podría dudar de si se estaba solamente retirando o más bien ganando espacio para coger carrerilla, igual que un animal se comprime sobre sí mismo antes de saltar.
- Tus recomendaciones son órdenes para mí - dijo en su reverencia -. Hoy eres la maestra de ceremonias y yo un simple peón en tus manos. Quién lo habría dicho, ¿verdad? Si quieres que vaya a ayudar a mi amiga así lo haré; sólo prométeme que no te pondrás celosa. Tú creas la situación.
Abandonó su reverencia.
- Y yo estoy a tu disposición para demostrarte que, en tu propio terreno, gano yo.
En un segundo le dio la espalda a Auria y se acercó a Sam a grandes zancadas para ayudarla a sostenerse.
- Sam - le murmuró en el oído, muy bajo para que Auria no pudiera escucharle - te necesito lúcida y no sé qué te han dado. Oblígate a vomitar antes de que sea tarde.
Sam sin duda pensaría que le daba igual a Zeiss, porque el ladrón no abandonó ni su mirada, clavada en Auria en cuanto pudo volver a dirigirla hacia ella, ni su sonrisa traidora. Como resultado su tono de voz estaba teñido de una ligera diversión por la situación, y quedaba en cualquier caso muy lejos de uno preocupado o remotamente amistoso.
- Si te encuentras mal - añadió mirando aún a Auria - no dudes en salir corriendo y buscar un médico. Pero en ningún caso llames a la guardia.
- También es de mala educación robar cosas sin permiso, y mírame - sonrió alegremente como respuesta a la sonrisa de ella -. Y también matar a gente que no es familiar de uno, y mírate. Somos los dos unos maleducados encantadores.
Observó cómo Auria se apoyaba en la puerta del placar que él ya no tenía la más mínima intención de abrir y escuchó su propuesta. Zeiss seguía sonriendo, pero ya no era más que el remanente de la alegría anterior. Ladeó la cabeza divertido, como si ni siquiera fuera a considerar lo que la médico le decía, y se acercó a ella.
- Qué bonito guiñar de ojo - comentó distraído.
Le acarició la mejilla con el dorso de la mano en un rozamiento sin presión, esperando que Auria no tuviera un cuchillo que clavarle por su atrevimiento. El gesto en sí fue lento aunque breve, pero nada más efectuarlo Zeiss retiró la mano con rapidez y se alejó un paso. Ahora sí, pareció comenzar a pensar en lo que la médico le había dicho.
- Ayudar a mi amiga. Esperemos que no le hayas dado nada mortal para beber.
Sonrió de nuevo y se retiró con una reverencia, retrocediendo sin darle la espalda a Auria, menos por miedo o desconfianza, era evidente, que para poder seguir mirándola muy insistentemente. Sus ojos brillaban con una sospechosa sonrisa que se extendía también a sus labios. Era la mirada del secreto traidor que sólo en apariencia baja la cabeza, la del gato que espera que su presa se acerque lo suficiente; viéndole agazapado en su reverencia, uno podría dudar de si se estaba solamente retirando o más bien ganando espacio para coger carrerilla, igual que un animal se comprime sobre sí mismo antes de saltar.
- Tus recomendaciones son órdenes para mí - dijo en su reverencia -. Hoy eres la maestra de ceremonias y yo un simple peón en tus manos. Quién lo habría dicho, ¿verdad? Si quieres que vaya a ayudar a mi amiga así lo haré; sólo prométeme que no te pondrás celosa. Tú creas la situación.
Abandonó su reverencia.
- Y yo estoy a tu disposición para demostrarte que, en tu propio terreno, gano yo.
En un segundo le dio la espalda a Auria y se acercó a Sam a grandes zancadas para ayudarla a sostenerse.
- Sam - le murmuró en el oído, muy bajo para que Auria no pudiera escucharle - te necesito lúcida y no sé qué te han dado. Oblígate a vomitar antes de que sea tarde.
Sam sin duda pensaría que le daba igual a Zeiss, porque el ladrón no abandonó ni su mirada, clavada en Auria en cuanto pudo volver a dirigirla hacia ella, ni su sonrisa traidora. Como resultado su tono de voz estaba teñido de una ligera diversión por la situación, y quedaba en cualquier caso muy lejos de uno preocupado o remotamente amistoso.
- Si te encuentras mal - añadió mirando aún a Auria - no dudes en salir corriendo y buscar un médico. Pero en ningún caso llames a la guardia.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Supongo que la lógica no siempre funciona porque o Auria es una médica penosa o me ha dado 5 veces más calmante del que necesito con mala intención. Que zorra. No creo que vaya a salir a comprar ahora, jajaja… ¿Esa risa de ultratumba soy yo? Claro… ¿por qué no? Creo que tenía que pensar en algo… pero no lo recuerdo bien, no sería importante. Me pesa demasiado todo, debería dejar los dulces y los brebajes desconocidos de médicos psicópatas. Al menos esta silla es cómoda, analgésico tras noche de poco dormir, mala combinación, je, seguro que se las apañarían muy bien aunque me echara un sueñecito, pero míralos que entretenidos… No, da igual, no los mires, que no me apetece girar el cuello.
Oh vaya. Que putada, con esta mierda esta noche no podré beber, putos medicamentos, y solo por una costillita, seguro que el alcohol me había quitado las molestias mucho mejor, jajaja. No te rías, que me das mal rollo. Estamos dando por hecho que de esta no nos morimos ¿no? Bueno, al menos sería tranquilo… que poco digno, es mucho mejor cuando se te salen un par de metros de intestinos y varios huesos, es mucho más… estético. Con… esto, cada pensamiento me cuesta más de procesar y aun se me cuelan imágenes de destripe, así que casi mejor no tocar más esos temas.
Debería quitarme esto o algo… pero no hay nada para comer y no llevo nada bien lo de vomitar, solo el alcohol en cantidades industriales me ayuda a hacerlo… y ahora no puedo, en serio, que putada.
Mira, un Zeiss. Je, el también se divierte, jajaja… Me gusta como me retumba el pecho. Ah, si, vomitar, ufff, es verdad… No sé… Ze-iss Ze-iss, no necesitas a nadie lúcido, yo creo que te apañas bien solo, chico que actua raro. Pero mejor intentar eso que no salir y andar y andar y buscar y buscar a un médico lejos lejos lejos. Lejos. Y eso. Je, a la guardia, que tontería, je.
Uh, una papelera, que fiesta, asi no tengo que vomitar en el suelo, siempre es más discreto. Sigo pensado que dormir es la opción más lógica, pero en la consulta esta llena de sangre da como mal rollo… ¿Cómo se hacia esto? Creo que me voy con mi papelera fuera, si consigo vomitar el aire será… agradable… La verdad, por lo que me pesa todo diría que ya hay más en mi organismo de lo que puedo tirar, pero… lo intentaré, quizás luego pueda dormir apoyada en la puerta, vámonos papelera, salgamos… poco a poco…
Oh vaya. Que putada, con esta mierda esta noche no podré beber, putos medicamentos, y solo por una costillita, seguro que el alcohol me había quitado las molestias mucho mejor, jajaja. No te rías, que me das mal rollo. Estamos dando por hecho que de esta no nos morimos ¿no? Bueno, al menos sería tranquilo… que poco digno, es mucho mejor cuando se te salen un par de metros de intestinos y varios huesos, es mucho más… estético. Con… esto, cada pensamiento me cuesta más de procesar y aun se me cuelan imágenes de destripe, así que casi mejor no tocar más esos temas.
Debería quitarme esto o algo… pero no hay nada para comer y no llevo nada bien lo de vomitar, solo el alcohol en cantidades industriales me ayuda a hacerlo… y ahora no puedo, en serio, que putada.
Mira, un Zeiss. Je, el también se divierte, jajaja… Me gusta como me retumba el pecho. Ah, si, vomitar, ufff, es verdad… No sé… Ze-iss Ze-iss, no necesitas a nadie lúcido, yo creo que te apañas bien solo, chico que actua raro. Pero mejor intentar eso que no salir y andar y andar y buscar y buscar a un médico lejos lejos lejos. Lejos. Y eso. Je, a la guardia, que tontería, je.
Uh, una papelera, que fiesta, asi no tengo que vomitar en el suelo, siempre es más discreto. Sigo pensado que dormir es la opción más lógica, pero en la consulta esta llena de sangre da como mal rollo… ¿Cómo se hacia esto? Creo que me voy con mi papelera fuera, si consigo vomitar el aire será… agradable… La verdad, por lo que me pesa todo diría que ya hay más en mi organismo de lo que puedo tirar, pero… lo intentaré, quizás luego pueda dormir apoyada en la puerta, vámonos papelera, salgamos… poco a poco…
Sam- Cantidad de envíos : 119
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
La sonrisa de satisfacción de Auria era evidente, el efecto del analgésico en Sam era tal y como lo había planeado, la muchacha no sería un problema por el momento, podía matarla en cuanto se le antojara, y por eso era mejor dejarla hasta el final y encargarse del peligroso. La doctora separo por fin la espalda de la puerta del placar, acercándose a Zeiss.
- Primero revisas mis cosas, luego me tocas sin mi permiso y ahora me acusas de envenenar a tu amiga ¿Cuántos insultos mas tendré que soportar de ti? – Dijo con tono marcadamente fingido de ofendida, burlándose de la situación - Tu amiga esta bien, solo le di algo para que se relaje....
Mientras hablaba se acercaba a la muchacha aun atontada que descansaba en la camilla, acariciándole el rostro, pasando los dedos por sus cabellos desordenados, luego paso la uña por el cuello de lado a lado, dejando una marca roja que desapareció al instante.
- Al parecer tu estúpido sentido de justicia es un imán para las mujeres – Le sonríe, Sam apenas podía moverse, agarraba un cesto suponía Auria que para vomitar, pero aunque pudiera sacar algo del liquido, el efecto no se marcharía hasta dentro de un tiempo – No sé si ponerme celosa, quería que nuestra reunión luego de tanto tiempo fuera a solas ¿Nunca aprenderás a no meter a terceros en nuestros asuntos? – Un rápido recuerdo de la pareja de campesinos vino a la mente de la doctora, aunque ya no podía acordarse de cómo eran sus rostros, toda la basura se parecía.
Apoyo nuevamente la mano en la cicatriz del ojo izquierdo, Zeiss merecía una al menos tres veces más grande en ambos ojos, le quitaría esa sonrisa estúpida de la cara y verlo llorar de dolor podía hacerla llegar al clímax. No se apartaba de la muchacha acostada, tomándola de algún modo como rehén, el cuarto era pequeño, humilde, todas sus herramientas estaban al alcance, Auria tomo un pequeño frasco que había sobre una de las mesas de trabajo.
- Podemos hacer esto mas divertido aun.... – Lanzo el frasquito a Zeiss para que lo atrape – Bébela – Ordeno con una sonrisa macabra en el rostro, sin apartarse de al lado de la muchacha.
Sentía algo de regocijo anticipado, quería ver qué hacia Zeiss, si pensar en su propio bien estar y no beber, dejando morir a la chica, o beberlo y cumplir con su papel de héroe salvador de damas en peligro. Para Auria la respuesta era obvia, iba a preferir salvarse y su alma corrupta quedaría al descubierto, como el de todos los humanos. Lo único que hacia ella en nombre de su Dama era servir de verdugo, sus mandatos divinos le servían para descubrir quienes eran los impuros.
- Primero revisas mis cosas, luego me tocas sin mi permiso y ahora me acusas de envenenar a tu amiga ¿Cuántos insultos mas tendré que soportar de ti? – Dijo con tono marcadamente fingido de ofendida, burlándose de la situación - Tu amiga esta bien, solo le di algo para que se relaje....
Mientras hablaba se acercaba a la muchacha aun atontada que descansaba en la camilla, acariciándole el rostro, pasando los dedos por sus cabellos desordenados, luego paso la uña por el cuello de lado a lado, dejando una marca roja que desapareció al instante.
- Al parecer tu estúpido sentido de justicia es un imán para las mujeres – Le sonríe, Sam apenas podía moverse, agarraba un cesto suponía Auria que para vomitar, pero aunque pudiera sacar algo del liquido, el efecto no se marcharía hasta dentro de un tiempo – No sé si ponerme celosa, quería que nuestra reunión luego de tanto tiempo fuera a solas ¿Nunca aprenderás a no meter a terceros en nuestros asuntos? – Un rápido recuerdo de la pareja de campesinos vino a la mente de la doctora, aunque ya no podía acordarse de cómo eran sus rostros, toda la basura se parecía.
Apoyo nuevamente la mano en la cicatriz del ojo izquierdo, Zeiss merecía una al menos tres veces más grande en ambos ojos, le quitaría esa sonrisa estúpida de la cara y verlo llorar de dolor podía hacerla llegar al clímax. No se apartaba de la muchacha acostada, tomándola de algún modo como rehén, el cuarto era pequeño, humilde, todas sus herramientas estaban al alcance, Auria tomo un pequeño frasco que había sobre una de las mesas de trabajo.
- Podemos hacer esto mas divertido aun.... – Lanzo el frasquito a Zeiss para que lo atrape – Bébela – Ordeno con una sonrisa macabra en el rostro, sin apartarse de al lado de la muchacha.
Sentía algo de regocijo anticipado, quería ver qué hacia Zeiss, si pensar en su propio bien estar y no beber, dejando morir a la chica, o beberlo y cumplir con su papel de héroe salvador de damas en peligro. Para Auria la respuesta era obvia, iba a preferir salvarse y su alma corrupta quedaría al descubierto, como el de todos los humanos. Lo único que hacia ella en nombre de su Dama era servir de verdugo, sus mandatos divinos le servían para descubrir quienes eran los impuros.
Auria- Cantidad de envíos : 57
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Atrapó en el aire aquel botecito; extendió el brazo y lo observó a contraluz, como si aquel estudio pudiera decirle de qué se trataba exactamente. Obviamente, no podía. La ignorancia de Zeiss era absoluta, y no podía más que intentar adivinar qué tenía en la mano.
- ¿Poniéndome a prueba? - preguntó distraídamente - Enternecedor. Debe significar que realmente me tienes en cuenta.
Bajó el brazo, aquel botecito en mano. Una lástima que Auria no fuera una persona justa, pero también, ¿cuándo es justa la vida? Si era una prueba no tenía por qué haber opción correcta, sólo opción perjudicial para él y opción neutra. Y estaba claro cuál era cuál.
- No puedes acusarme ahora de dañar nuestra idílica relación introduciendo a molestos terceros que vienen a empañar la atmósfera de perfecto romanticismo - qué frase más larga -. Eres tú la que mete a otra mujer en el juego. Pero no hay vuelta atrás, ¿verdad?
Bromeaba, ni siquiera pensando en ganar tiempo, simplemente porque era su naturaleza. Pero mientras hablaba repitió un pensamiento en su mente. "Una lástima que Auria no sea una persona justa..." ¿No lo era? ¿No estaba acaso trayendo al mundo su ridícula forma de justicia?
No... era sólo su forma de afrontar algo. Liberaba, no traía justicia. Beber aquello sería perjudicial para él tanto como para Sam; lo que quiera que le hiciera le dejaría fuera de juego, y a Sam a merced de Auria. No tomarlo era la opción sabia en la que al menos uno se salvaba y podía intentar salvar al otro.
Él y Auria no eran tan diferentes, por tener en común lo increíblemente opuestos que resultaban. Sus diferencias les unían muchísimo más que sus similitudes. Zeiss no podía ignorar aquello, y habría deseado que existiera una forma de explicárselo con una mirada, no con palabras. Mil palabras no podrían explicárselo. Era algo que debía sentirse. Algo que Auria estaba lejos de comprender, y que Zeiss tenía la oportunidad de demostrarle en aquel momento...
Su sonrisa fue traviesa, triunfadora; la del niño malo que por desafiar las reglas siente que ya ha ganado. Alzó su brazo y bebió. Lo bebió de un trago, rápido, tan rápido que inevitablemente debía seguir un momento de silencio a aquel movimiento de su nuez, un segundo de calma tras una iniciativa demasiado atrevida que le diera poder al momento. Pero ese silencio no existió. Zeiss aprovechó la sorpresa que esperaba causar; rompiendo su movimiento, no habiendo bajado siquiera el brazo, se agachó, hizo un barrido de piernas que hizo que Auria cayera al suelo. Saltó adelante como un gato y apoyó una daga en su cuello, de cuclillas sobre ella sujetándola por las muñecas con la otra mano.
- Aaaw, juro que esto no estaba planeado. Yo sólo iba a beberme el botecito, de verdad. Pero de camino no pude evitarlo. Y a pesar de todo no te voy a matar.
"Debería dejarla inconsciente... antes de que lo que sea que he tomado me afecte". Buscó en su saca con la mano del cuchillo, sin soltarlo. Necesitaba encontrar algo.
- Mientras aún te puedo escuchar - comentó-, demuéstrame que no has entendido lo que acabo de hacer.
- ¿Poniéndome a prueba? - preguntó distraídamente - Enternecedor. Debe significar que realmente me tienes en cuenta.
Bajó el brazo, aquel botecito en mano. Una lástima que Auria no fuera una persona justa, pero también, ¿cuándo es justa la vida? Si era una prueba no tenía por qué haber opción correcta, sólo opción perjudicial para él y opción neutra. Y estaba claro cuál era cuál.
- No puedes acusarme ahora de dañar nuestra idílica relación introduciendo a molestos terceros que vienen a empañar la atmósfera de perfecto romanticismo - qué frase más larga -. Eres tú la que mete a otra mujer en el juego. Pero no hay vuelta atrás, ¿verdad?
Bromeaba, ni siquiera pensando en ganar tiempo, simplemente porque era su naturaleza. Pero mientras hablaba repitió un pensamiento en su mente. "Una lástima que Auria no sea una persona justa..." ¿No lo era? ¿No estaba acaso trayendo al mundo su ridícula forma de justicia?
No... era sólo su forma de afrontar algo. Liberaba, no traía justicia. Beber aquello sería perjudicial para él tanto como para Sam; lo que quiera que le hiciera le dejaría fuera de juego, y a Sam a merced de Auria. No tomarlo era la opción sabia en la que al menos uno se salvaba y podía intentar salvar al otro.
Él y Auria no eran tan diferentes, por tener en común lo increíblemente opuestos que resultaban. Sus diferencias les unían muchísimo más que sus similitudes. Zeiss no podía ignorar aquello, y habría deseado que existiera una forma de explicárselo con una mirada, no con palabras. Mil palabras no podrían explicárselo. Era algo que debía sentirse. Algo que Auria estaba lejos de comprender, y que Zeiss tenía la oportunidad de demostrarle en aquel momento...
Su sonrisa fue traviesa, triunfadora; la del niño malo que por desafiar las reglas siente que ya ha ganado. Alzó su brazo y bebió. Lo bebió de un trago, rápido, tan rápido que inevitablemente debía seguir un momento de silencio a aquel movimiento de su nuez, un segundo de calma tras una iniciativa demasiado atrevida que le diera poder al momento. Pero ese silencio no existió. Zeiss aprovechó la sorpresa que esperaba causar; rompiendo su movimiento, no habiendo bajado siquiera el brazo, se agachó, hizo un barrido de piernas que hizo que Auria cayera al suelo. Saltó adelante como un gato y apoyó una daga en su cuello, de cuclillas sobre ella sujetándola por las muñecas con la otra mano.
- Aaaw, juro que esto no estaba planeado. Yo sólo iba a beberme el botecito, de verdad. Pero de camino no pude evitarlo. Y a pesar de todo no te voy a matar.
"Debería dejarla inconsciente... antes de que lo que sea que he tomado me afecte". Buscó en su saca con la mano del cuchillo, sin soltarlo. Necesitaba encontrar algo.
- Mientras aún te puedo escuchar - comentó-, demuéstrame que no has entendido lo que acabo de hacer.
Zeiss Ethesian- Cantidad de envíos : 174
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Me apetece salir de aquí, el último vistazo que he echado Zeiss se estaba bebiendo otro botecito, cualquiera diría que se puede aprender algo viéndome a mi salir tambaleándome con toda la dignidad que puedo manejar para irme de este cuarto. ¿No llevaba yo una papelera? Da igual, no voy a volver atrás, solo quiero un poco de aire. Mmm… me encanta abrir puertas dejando… dejando todo mi peso sobre ellas. Creo que he engordado o hay demasiada gravedad.
Aire. Diría que incluso hace un poquito de viento, no, no, de brisa, me gusta la brisa. Al menos he salido. Son muy raros allá dentro, creo que… juegan. No soy una maestra del ajedrez pero creo que no quiero ser un peon que sacrificar. Aire. Podía acercarme al mar, a que me de el aire. Me apetecería un baño… ¿crees que me hundiría? Es un riesgo interesante, podría ver si consigo que la gente apueste, yo apostare que no y los demás que si, y o ganaría dinero o, ya sabes, dormiré muy bien.
Maldita sea, no sé vomitar así, solo me da nauseas meterme los dedos en la boca, pero no sale más que saliva, joder. Sabes si vamos a apostar con nuestra salud prefiero que sea pillando una cerveza, me apetece mucho más que esa brisa y hay las mismas posibilidades de ahogarme. Quien sabe, puede que vomite, aunque el alcohol antes me hace perder el conocimiento que echar todo lo que llevo dentro, que más dará.
No recuerdo haberme sentado.
¿Qué estaba pensando? Cerveza, claro. ¿Por qué no algo más fuerte? Vámonos de aquí. No recuerdo… ¿Dónde estaba la taberna más cercana? No te levantes hasta tenerlo claro, mejor. No lo tengo claro, levántate por si acaso, seguro si caminas un poco te acordarás, o te despejarás, o te toparas de cara con la cerveza que tanto esperas. Sin duda.
¿Crees que olvidas algo? Seguro que nada importante. ¡Claro! En la calle recta a esta pero que no cruza, la del otro lado de esos edificios… ¿Cómo era? Per… Lapa… Pari… Da igual, ójala este abierta tan pronto, quiero que esta sensación de mierda sea por una razón más conocida, si, el alcohol será la razón perfecta.
Me pesa muchísimo el pelo, debería cortármelo. Y los párpados, pero no sería buena idea… cortármelos. La cabeza entera, y el pecho. Caminando seguro que se me pasa, ¿no crees? Yo creo que si. Esta eso de la sangre, y de que el movimiento… va más rápido y entonces se pasa con más facilidad… y llegaré antes a la taberna. No recuerdo haberme parado. Pfff, que más dará.
¡Eh, allí está! Oh no… que mierda, está cerrada. ¿Es que nadie me oye golpear la puerta? Quizás si golpeo con esta piedra… “¿Haaaay alguieeeeen?” Puerta asquerosa. Tendrían que cerrar las contraventanas, sobre el cristal no se hace ruido bien. Oh. ¡Oh! Je, ahora ya se puede entrar por la ventana.
Aire. Diría que incluso hace un poquito de viento, no, no, de brisa, me gusta la brisa. Al menos he salido. Son muy raros allá dentro, creo que… juegan. No soy una maestra del ajedrez pero creo que no quiero ser un peon que sacrificar. Aire. Podía acercarme al mar, a que me de el aire. Me apetecería un baño… ¿crees que me hundiría? Es un riesgo interesante, podría ver si consigo que la gente apueste, yo apostare que no y los demás que si, y o ganaría dinero o, ya sabes, dormiré muy bien.
Maldita sea, no sé vomitar así, solo me da nauseas meterme los dedos en la boca, pero no sale más que saliva, joder. Sabes si vamos a apostar con nuestra salud prefiero que sea pillando una cerveza, me apetece mucho más que esa brisa y hay las mismas posibilidades de ahogarme. Quien sabe, puede que vomite, aunque el alcohol antes me hace perder el conocimiento que echar todo lo que llevo dentro, que más dará.
No recuerdo haberme sentado.
¿Qué estaba pensando? Cerveza, claro. ¿Por qué no algo más fuerte? Vámonos de aquí. No recuerdo… ¿Dónde estaba la taberna más cercana? No te levantes hasta tenerlo claro, mejor. No lo tengo claro, levántate por si acaso, seguro si caminas un poco te acordarás, o te despejarás, o te toparas de cara con la cerveza que tanto esperas. Sin duda.
¿Crees que olvidas algo? Seguro que nada importante. ¡Claro! En la calle recta a esta pero que no cruza, la del otro lado de esos edificios… ¿Cómo era? Per… Lapa… Pari… Da igual, ójala este abierta tan pronto, quiero que esta sensación de mierda sea por una razón más conocida, si, el alcohol será la razón perfecta.
Me pesa muchísimo el pelo, debería cortármelo. Y los párpados, pero no sería buena idea… cortármelos. La cabeza entera, y el pecho. Caminando seguro que se me pasa, ¿no crees? Yo creo que si. Esta eso de la sangre, y de que el movimiento… va más rápido y entonces se pasa con más facilidad… y llegaré antes a la taberna. No recuerdo haberme parado. Pfff, que más dará.
¡Eh, allí está! Oh no… que mierda, está cerrada. ¿Es que nadie me oye golpear la puerta? Quizás si golpeo con esta piedra… “¿Haaaay alguieeeeen?” Puerta asquerosa. Tendrían que cerrar las contraventanas, sobre el cristal no se hace ruido bien. Oh. ¡Oh! Je, ahora ya se puede entrar por la ventana.
Sam- Cantidad de envíos : 119
Re: Los buenos mensajeros no se entretienen en las entregas
Contemplar como miraba la pequeña botella no hacía más que arrancarle un gesto de ternura ¿Qué pretendería lograr? Si seguramente no era capaz de diferenciar siquiera entre las drogas mas básicas. Jugaba con el bisturí sobre el cuello de la muchacha inconsciente en la camilla, su piel era tan fina, tan delicada, bastaba un mínimo de presión y la sangre saldría, se liberaría de su cuerpo mortal.
Siempre había sentido fascinación por la sangre, por su color, su consistencia, lo caliente que se sentía al salir del cuerpo. Años diseccionando cadáveres mientras estudiaba, muchos más años curando heridos en la orden, sus manos manchadas de ese oscuro liquido siempre había sido algo natural para ella. Pero desde que se había escapado, desde que había pasado a ser una prófuga la sangre había pasado de ser algo natural a ser un placer.
-Esta mujer es un objeto, lo que te mantiene lejos, siquiera puede ser llamada humana ya, es solo un cadáver – Una sonrisa amorosa se escapo de sus labios – Así que como vez, estamos solos.
Había visto a la otra rata salir del lugar arrastrándose, le daba algo de curiosidad saber hasta dónde llegaría con el cuerpo en ese estado ¿Buscaría a un guardia? No, no iba a hacerlo, ellos tampoco estaban libres de culpa, la situación en que los había encontrado no era exactamente normal.
La sonrisa traviesa fue lo primero que le advirtió que algo tenía pensado, pero no podía saber qué, la doctora frunció el ceño, todo lo que sabía del mundo le decía que Zeiss no iba a beber el contenido del frasco, que su egoísmo humano lo llevaría a querer salvar su vida por encima de querer ayudar a otros. El movimiento que hizo al llevar el liquido a sus labios fue vivido con extraordinaria lentitud por Auria, lo contemplaba sorprendida, sin caer en lo que estaba por pasar.
El golpe por supuesto la tomo desprevenida, aunque eso no impidió que cortada la vena aorta profundamente, la muchacha abrió los ojos tomandose el cuello con desesperación, como si pudiera así detener el sangrado. La medica no pudo evitar caer Zeiss tenia sus muñecas fuertemente sujetadas, la obligaba a soltar el bisturí.
-¡Suéltame! – Gritaba mientras no dejaba de moverse con toda su fuerza. La sangre de la moribunda muchacha los salpicaba, mientras se retorcía en sus espasmos finales – Era solo agua, solo eso, no va a hacerte nada – Las lagrimas empezaban a surgir, lloraba asustada y desconsolada – No me maten, no me lastimen, seré buena , por favor – Los sollozos iban en aumento y pronto se convirtieron en risas, en carcajadas desencajadas – Claro que entendí, una vez más quisiste hacerte el héroe, y ahora la bonita muchachita nos baña con su sangre mientras su vida fluye lejos de ella… ¿No es excitante?
Las lágrimas aun no se habían secado de su rostro, pero su sonrisa burlona parecía desmentir su terror anterior. Dentro de ella sentía una terrible molestia, un dolor muy profundo que venia de algo muy lejos, de algo que había visto, algo que la habían obligado a presenciar… Pero no recordaba qué era…. Algo tiraba por salir, y algo empujaba para que no saliera. Esa contradicción interna la estaba volviendo loca, necesitaba calmarse y estabilizarse.
-¿Por qué? ¿Por qué tu presencia es tan repulsiva y atrayente para mí? ¿Qué le haces a mi mente? – Parecía luchar entre el odio y el desconcierto, quería sacárselo de encima y clavarle el bisturí hasta lo mas profundo de su ser, pero en fuerza física no tenía modo de ganarle. Finalmente dejo de sacudirse, solo le quedaba esperar a por su suerte.
Siempre había sentido fascinación por la sangre, por su color, su consistencia, lo caliente que se sentía al salir del cuerpo. Años diseccionando cadáveres mientras estudiaba, muchos más años curando heridos en la orden, sus manos manchadas de ese oscuro liquido siempre había sido algo natural para ella. Pero desde que se había escapado, desde que había pasado a ser una prófuga la sangre había pasado de ser algo natural a ser un placer.
-Esta mujer es un objeto, lo que te mantiene lejos, siquiera puede ser llamada humana ya, es solo un cadáver – Una sonrisa amorosa se escapo de sus labios – Así que como vez, estamos solos.
Había visto a la otra rata salir del lugar arrastrándose, le daba algo de curiosidad saber hasta dónde llegaría con el cuerpo en ese estado ¿Buscaría a un guardia? No, no iba a hacerlo, ellos tampoco estaban libres de culpa, la situación en que los había encontrado no era exactamente normal.
La sonrisa traviesa fue lo primero que le advirtió que algo tenía pensado, pero no podía saber qué, la doctora frunció el ceño, todo lo que sabía del mundo le decía que Zeiss no iba a beber el contenido del frasco, que su egoísmo humano lo llevaría a querer salvar su vida por encima de querer ayudar a otros. El movimiento que hizo al llevar el liquido a sus labios fue vivido con extraordinaria lentitud por Auria, lo contemplaba sorprendida, sin caer en lo que estaba por pasar.
El golpe por supuesto la tomo desprevenida, aunque eso no impidió que cortada la vena aorta profundamente, la muchacha abrió los ojos tomandose el cuello con desesperación, como si pudiera así detener el sangrado. La medica no pudo evitar caer Zeiss tenia sus muñecas fuertemente sujetadas, la obligaba a soltar el bisturí.
-¡Suéltame! – Gritaba mientras no dejaba de moverse con toda su fuerza. La sangre de la moribunda muchacha los salpicaba, mientras se retorcía en sus espasmos finales – Era solo agua, solo eso, no va a hacerte nada – Las lagrimas empezaban a surgir, lloraba asustada y desconsolada – No me maten, no me lastimen, seré buena , por favor – Los sollozos iban en aumento y pronto se convirtieron en risas, en carcajadas desencajadas – Claro que entendí, una vez más quisiste hacerte el héroe, y ahora la bonita muchachita nos baña con su sangre mientras su vida fluye lejos de ella… ¿No es excitante?
Las lágrimas aun no se habían secado de su rostro, pero su sonrisa burlona parecía desmentir su terror anterior. Dentro de ella sentía una terrible molestia, un dolor muy profundo que venia de algo muy lejos, de algo que había visto, algo que la habían obligado a presenciar… Pero no recordaba qué era…. Algo tiraba por salir, y algo empujaba para que no saliera. Esa contradicción interna la estaba volviendo loca, necesitaba calmarse y estabilizarse.
-¿Por qué? ¿Por qué tu presencia es tan repulsiva y atrayente para mí? ¿Qué le haces a mi mente? – Parecía luchar entre el odio y el desconcierto, quería sacárselo de encima y clavarle el bisturí hasta lo mas profundo de su ser, pero en fuerza física no tenía modo de ganarle. Finalmente dejo de sacudirse, solo le quedaba esperar a por su suerte.
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