La leyenda de los dragones.

La visita a aquella casa me había dejado muy pensativa. Pensaba que solo eran leyendas, pero parece ser que no. Tenía un recuerdo lejano de alguna historia que algún borracho de la taberna había contado alguna vez... pero le habían parecido simples fantasías. Pero al hablar con aquella familia le había parecido que detrás de esas leyendas se escondía una historia real.

Hace un par de días que la comida que me habían dado las mujeres bárbaras se me ha terminado, conseguí cazar algún animalillo, pero no es suficiente. Al final, ayer por la mañana llegué a una granja donde una amable familia de campesinos me acogió con mucha amabilidad. Era una casita pequeña y acogedora, bastante humilde. En ella vivían una mujer humana y su marido, que era un hombre gato con un extraño acento de lo más peculiar. (Off: ) Una pareja realmente curiosa. Y sus dos pequeños, una niña con unas orejas de gato muy curiosas y un niño con una larga cola de gato. Eran una familia encantadora. Me dieron de comer y algunas provisiones para poder continuar mi viaje, así como una cama blandita donde descansar.
Durante la cena, la pequeña pidió a su padre que contara la historia de los dragones.

<< Cuentan, que por estas tierras hay tres Santuarios, repartidos por las tres islas de Triskel. En cada uno de ellos vivía un dragón. Uno era verde, otro rojo y el último negro. Un día, estos desaparecieron sin saber por qué. Dicen, que ellos tienen las respuestas a todas las preguntas. Pero hay que andarse con cuidado, pues es muy difícil la prueba que has de pasar si quieres que ellos te ayuden. >>

Esta idea lleva rondandome la cabeza desde que la escuché. Es cierto que hay dragones. Y que es posible encontrarlos. Realmente me encantaría encontrar a alguno de ellos. Descubrir su poder, ese que fluye por mis venas. Cálidos escalofríos me recorren al pensar en ello. Una aventura emocionante, sin lugar a dudas. Ellos me podrían decir de que manera acabar con las injusticias de este mundo...

Sigo caminando. Quiero llegar a Trinacria para buscar más información sobre esta leyenda.

El viento hace ondear mi cabello. Ahora tengo un rumbo fijo. Los encontraré.

Altair caminaba de nuevo. Se había dirigido hacia Moramaille porque le había parecido un buen lugar al que dirigirse.Mientras no recordase nada, no podría saber en qué dirección seguir, así que aprovechaba para explorar.

La estrella llevaba muchos días caminando, no solía detenerse demasiado, porque todo lo que le rodeaba era nuevo, interesante, y la emocionaba tanto que hasta le quitaba el sueño. Sólo había parado en una pequeña granja con una familia de hombres y gatos, extraña pero muy simpática que le habían ofrecido algo de comer. El ceceo del padre le había resultado muy divertido y habían charlado sobre su origen y su pueblo de hombres-gato, que él llamaba Feran. (fdi: puestos a... xD) SE había marchado con la indicación de que si viajaba deprisa, podría encontrarse con una chica que andaba en la misma dirección, buscando dragones.

Altair hacía mucho que no veía dragones, y por supuesto, nunca los había visto de cerca, así que decidió ver si aquella chica era el destinatario de su mensaje y, de paso, ver si encontraban los dragones. Así aunque no fuera ella podría acompañarla un trecho. Le gustaba la perspectiva de aventuras.

sSiguiendo las indicaciones de la familia, no tardó en ver a lo lejos a la muchacha. La estrella no tenía equipaje y viajaba ligera como el aire, mientras que la bárbara llevaba un hacha enorme. Cuando estuvo cerca, la llamó.

-¡¡Eh!!- gritó, para llamar su atención - ¡¡Hola!! Estos caminos están muy solitarios, te imporataría si caminamos juntas?

Giro la cabeza al escuchar como alguien trata de llamar mi atención. Es una extraña muchacha, tiene algo... ¿Cómo es posible? ¡Brilla! Es increíble, esa chica desprende luz. Es un ser precioso, nunca había visto algo así.

-Claro, me encantaría que me acompañases- le contesto. Es una desconocida, no sé nada de ella, podría desconfiar, pero me muero de ganas de saber que extraña criatura es. Seguro que esconde una hermosa historia.

Me detengo para que pueda alcanzarme y una vez juntas proseguimos.

-¿Cuál es tu nombre?-pregunto, por cortesía, pues lo que realmente me interesa es conocer su raza. La miro con curiosidad, fijando mis ojos en la extraña gema que cuelga en su frente. Quizás ella sepa algo de la leyenda de los dragones y pueda ayudarme. O quizás solo acompañarme, lo cual ya estaría bastante bien. Estoy entusiasmada con su llegada.

Altair sonrió cuando la chica se paró y aceleró el paso para llegar junto a ella lo antes posible, por la cortesía de no hacerla esperar demasiado. Una vez reanudaron el camino, la chica emepzó una conversación, cosa que agradó mucho a la estrella.

- Mi nombre es Altair.- contestó con una leve inclinación de cabeza. - Y el vuestro, si no me equivoco, es Kara. - Altair esperó para ver la reacción de la chica y luego se explicó.

- No te apures. La familia que os acogió me ofreció comida a mí también y me habló de vos. Dijeron que ibas de camino a buscar dragones y me pareció una buena idea ir contigo. La verdad es que también quería ver si eras tú la persona a la que busco, pero supongo que otra vez me he equivocado. - se encogió de hombros. En ningún momento perdió su tono alegre - La verdad es que no creía que fueses tú, pero quería probar. A mí también me gustaría ver de cerca a un dragón, y de camino puedo seguir mi búsqueda. ¿Crees que los encontraremos por aquí?

Hizo una pausa y miró a la bárbara. De repente se sonrojó por debajo de su resplandor. La emoción de pensar que se iba a embarcar en busca de dragones había podido con ella.

.- Oh, vaya. Creo que he hablado de más, ¡soy una maleducada! Empezemos de nuevo. - Se paró y le tendió la mano. - Soy Altair, una estrella encarnada. Es un placer conocerte.

Me quedo algo desconcertada tras el monólogo de la chica. Entre ese brillo y esa energía, sumado al cambio continuo de manera de referirse a mi, de vos o de tú. Parece nerviosa, contenta y algo histérica. Es muy divertida.
Durante un instante trato de separar la información y ordenarla.
Bien, por lo que parece no sabe nada de los dragones, pero quiere acompañarme.
¿A quién busca? No he entendido eso...

Me gusta su entusiasmo, supongo que eso es bueno a la hora de empezar una aventura. Espíritu.

-Esto.. bueno, yo soy Kara, Kara Naraggandu, encantada de conocerte. ¿Cómo has dicho? ¿Eres una estrella encarnada? ¡Qué curioso! Y... ¿cuál es tu historia? ¿De dónde vienes?-sonrío, tengo mucha curiosidad. Espero que me aguarde una buena historia ahora...

/FDI= Aún no he llegado a su encuentro, por lo que mi presencia no afecta aún a sus personajes. Avisaré cuando llegue.\

Atravesando el mar, me di cuenta de que navegar no era algo tan placentero como Talin lo describía. O, al menos, no lo era para mí. No me mareaba ni nada parecido, pero el viaje me resultó increíblemente aburrido, además de que el sol parecía emitir un mayor calor cuando se estaba en los mares. Estaba transpirando horrores, y no tenía ningún lugar donde asearme. Me causó cierta repugnancia pensar que los invasores, además de asesinos, eran inmundos. Tras tener ese pensamiento solté el timón, mientras un escalofrío me atravesaba.

-No puedes ser tan delicada, Daliny -me reprochaba Salket-. Es sólo un timón, no te ensuciarás por tocarlo.

-¡Tú me hiciste tocar esa inmundicia! Esas armaduras que tenían ve tú a saber qué peste...

-No exageres... ¿Crees que a Talin le atraería verte así?

-Él estaría al mando del timón si estuviese aquí, y yo no tendría que tocarlo... Aunque... También me estaría regañando...

-Ni siquiera sabes adónde nos dirigimos, por lo menos hasta encontrar un lugar para hospedarnos, deberás soportar la suciedad.

-Supongo... -Cerré los ojos con fuerza. Ni siquiera quería imaginarme a mí misma caminando en una zona lodosa, resbalando y manchando la preciosa ropa que Talin me había regalado cuando cumplimos 50 años de novios.

Pasaron minutos que parecieron horas. El mar parecía infinito. Sabía que Werth estaba lejos del resto de las porciones de tierra, pero nunca pensé que tanto. Hasta tuve la sensación de estar navegando en círculos, hasta que, a lo lejos, pude divisar una isla. Isla que, para mi alegría, no se parecía a Werth, lo que significaba que había llegado a algún lugar, después de todo.

-Finalmente llegamos, Daliny -me dijo Salket, en un tono bastante agradable.

-Sí -le respondí sonriendo ampliamente. El sueño de encontrarme con mi amado Talin estaba mucho más cerca de la realidad que hacía unos instantes.

Altair sonrió. Aquella chica se había tomado muy bien su entusiasmo y eso era bueno.No todo el mundo era capaz de aguantarla cuando se ponía eufórica como estaba en ese momento.

- Un placer, señorita Naraggandu. - reanudó la marcha - Lo cierto es que no sabría por donde empezar. Si conocéis las estrellas sabréis que procedo de la constelación del águila, cerca de la lira y del cisne. El caso es que siempre quise ser una estrella errante y poder acercarme al mundo. Vosotros las llamáis estrellas fugaces, son las que conceden deseos a la gente. pero una estrella fija como yo sólo se puede convertir en errante al final de sus días, y a mí aún me quedaba mucho para eso. A pesar de todo observé durante mucho tiempo la evolución de los humanos y otras razas, deseosa de conocerlas de cerca... Entonces me concedieron la oportunidad. Un espíritu puro, en su viaje al Otro Lado, acudió a mí y me hizo una petición. Tenía que encontrar a alguien aquí, alguien importante para ese espíritu, y entregarle esto. - Altair señaló la bolsita de su cinturón. - Tenía permiso de Ellos para hacerlo, así que se me permitía venir a la tierra a hacer esa entrega. Fue el día más feliz de mi vida - Miró al cielo con los ojos brillantes de emoción. - Por desgracia, cuando una estrella se encarna, parte de su memoria y de su esencia queda en el lugar del que procede. Al partir, calculé mal el rumbo, así que n ocaí donde debería estar la persona indicada. Además la parte de mi memoria que recuerda a quién le tengo que entregar el mensaje quedó atrás. ASíqeu ahora vago sin rumbo esperando que al encontrarme con esa persona, volverá mi memoria y lo reconoceré. Mientras tanto, me dedico a viajar por estas tierras, tanto para seguir mi búsqueda como para concer de cerca el lugar que tanto admiro.

Sonrió de nuevo.

- ¿Y cuál es la vuestra, señorita Naraggandu? ¿Qué os trae aquí a buscar dragones?

Me quedo un instante absorta en la historia que acabo de escuchar. Es hermosa. Una estrella, ¿cómo es posible? Quizás pueda ayudarla. Ooh, es tan emocionante, es una estrella. Es maravilloso, absolutamente maravilloso.
Ando metida en mi cabeza, analizando cada palabra que pronunció la estrella cuando caigo en que sus últimas frases eran preguntas hacia mí.
Me ha preguntado sobre mi historia, sobre que me trae a buscar dragones.
Mis antepasados son dragones y claro, supongo que ellos sabrán si...
-Los busco para descubrir si realmente tengo su sangre... -pero eso da igual ahora - Y, entonces, ¿habéis conocido todas las razas que han habitado el mundo? ¿Había dragones?Me gustan mucho los dragones, me habría encantado conocerlos en persona, por lo de que son mis antepasados y eso.

Quiero saber más, mi historia es poco interesante, y ya me la sé. Quiero que me cuente ella. Ahora mismo soy como una niña de cinco años que quiere que le cuenten un cuento, sin dejar de hacer preguntas para saber más y más.
Me quedo mirando fijamente los brillantes ojos de la dama luminosa, esperando más y con una sonrisa infantil que quita toda la credibilidad a mi hacha, que cuelga a mi espalda.

Altair no le dio importancia al hecho de que Kara contestara muy por encima antes de ponerse otra vez a preguntar. Le gustaba saber que no era la única emocionada con todo aquello, Kara parecía estarlo tanto o más.

- Vi dragones. - Contestó tras unos minutos intentando recordar - Sé que los vi, pero hace mucho tiempo. Y casi no lo recuerdo. Creo que es algo que se ha quedado en el Águila, junto con el recuerdo de la persona a quien tengo que entregarle mi mensaje - Comentó. - PEro sé que eran grandiosos y hermosos. Esa era la sensación que tenía al verlos, eso sí lo conservo. Ójala pudiese verlos de cerca...

Luego se volvió de nuevo a Kara, recordando algo que había dicho.

- ¿¿Tienes sangre de dragón?? ¡¡No puedo creerlo!! ¿Cómo es posible eso?

La curiosidad por saber la historia que ocultaa la bárbara le impedía pasarlo por alto. ¡Sangre de dragón! Era tan... asombroso...

A medida que me acercaba a mi ya definido destino, noté que parecía ser un bosque.

-¿Crees que en esa isla encontremos un lago o algo así? -pregunté a Salket, como quien conserva una débil esperanza que se debilita aún más con cada segundo que pasa.

-Espero que sí... Tú sabes que los viajes largos me ponen de mal humor, y no tengo ganas de soportarte...

-Procuraré comportarme -le dije suavemente. No me extrañaba que Salket supiera perfectamente para qué quería un lago. Habíamos compartido casi dos siglos de vida y, además, era demasiado obvio. No soportaba la transpiración, necesitaba asearme y cambiarme tan pronto como me fuera posible. Cuando nos fuimos acercando a la costa, busqué el ancla, recordaba que Talin me decía que eso era lo que detenía los barcos para evitar que el mar se los llevara.

Haciendo un gran esfuerzo, pude soltarla. Las cadenas que la sostenían eran enormes, y me resultaron increíblemente pesadas. Para colmo, mientras mayor era el esfuerzo realizado, más sucia me sentía. Finalmente, el barco se detuvo a pocos metros de la isla. Sólo restaba bajar en un bote y llegar a tierra firme. Sin embargo, mi plan se vio enormemente frustrado cuando descubrí que el barco no tenía ningún bote.

-Salket... -dije con un tono de absoluta desolación.- ¿Cómo llegaste aquí?

-Subiendo por la cadena del ancla. -Observé por el costado en que el ancla se encontraba, hundida en las profundidades. Yo llevaba algo de ropa. Y ahora sabía por qué estaba algo mojada cuando tuve nuevamente el control de mi propio cuerpo.

-¿No hay alguna forma de llegar a tierra sin mojarse?

-Si te sientes con puntería, podrías lanzar un arpón con cuerda a la isla, y luego bajar a través de ella.

Me acerqué al arpón que estaba ubicado en cubierta. Tenía bastante cuerda. Lo acerqué tanto como pude a la isla y disparé. Fallé, el arpón llegó a la isla, pero no hizo nada que se pareciera a clavarse en alguna parte. Comencé a tirar de la cuerda para traerlo de nuevo.

-¿Tanto deseas que esa ropa no se moje?

-Sí. -Tomé la bolsa donde había guardado la ropa seca y la até a la punta del arpón. La bolsa no pesaba más de 5 kilos, no creía que ese peso provocara que el arpón no llegue a la isla. Disparé, cerrando los ojos, y luego de unos segundos, pregunté: - ¿Llegó?

-Casi... -me dijo Salket.

-¡NO! -Abrí los ojos y contemplé, mitad aliviada y mitad furiosa, que Salket me había mentido. Su risa estridente convirtió mi furia en una sonrisa. -¡No me vuelvas a hacer eso!

-Relájate. ¿Vamos?

-Sí.

Mi mirada brilló de la emoción. Salté del barco y me zambullí en el agua. El contacto con tan armonioso elemento me hacía sentir más limpia, aunque sabía que era sólo una sensación. Salí del agua y desaté la bolsa del arpón.

-Llévalo -me dijo Salket -. Podrás defenderte si el peligro se hace presente. Pero no te preocupes, yo me ocuparé si se sale de control. -Llevé el arpón y la bolsa mientras me internaba en la isla. Tras caminar unos veinte minutos, pude ver un río recorriendo el suelo y una incontenible alegría apareció en todo mi ser.

-¡¡¡SÍIIIIIIIIIIIIIIIII!!! -grité de una manera bastante estridente. Desaté el cordón que mantenía mi espada (la espada de Salket, de hecho, porque yo no sabía usarla, ni me interesaba saberlo) y la dejé cerca del margen del río. Dejé la bolsa cerca, saqué una tela gruesa e inmensa que usaba para secarme, dejé el arpón convenientemente cerca, como Salket había sugerido, me desvestí y me bañé en el río. Su corriente no era muy poderosa, y yo era una nadadora excelente. Me desenvolvía con total libertad en el agua.

-Suficiente, vámonos. -Salket sonó alarmada. Mi absoluta confianza en ella hizo que saliera de golpe y me secara tan pronto como me fuera posible.

-¿Qué sucede? -le pregunté mientras buscaba alguna ropa para ponerme. No había mirado alrededor, temía encontrar algo que me asuste.

-Alguien se acerca. -Vestida con ropas rojas, colgué la espada nuevamente en mi cintura, envolví la ropa azul que llevaba con la tela gruesa, cerré la bolsa, la até al arpón, el cual sujeté por las puntas para que mi ropa quedase en el medio. Mi mano izquierda sostenía la ropa sucia y la parte baja del arpón, la mano derecha sostenía su punta.

-En marcha -susurré, y retomé el camino que recorría antes de asearme.

-¡Hola, hermosura! -escuché que dijo una voz masculina. Esa voz no era la de Talin, y él era el único hombre del que me agradaba oír un elogio. No detuve mi marcha ni me volteé a ver quién era. - ¡Oye! ¡Tú, la de rojo!

-Tu grito los debe haber atraído hacia aquí -me sermoneó Salket. Las palabras hacia mí seguían sonando, cambiando su léxico de tal manera que dejó completamente a un lado el "romanticismo" que podría haberse percibido en el saludo.

-¿Los...? -susurré.- ¿Hay más de uno?

-Tres. Se están acercando. No te detengas, pero sostén el arpón con fuerza.

-Por favor... No permitas que me lastimen...

-Soy tu guardiana. Ind nos presentó para que te proteja. ¿Tienes preparado tu arpón?

-Sí...

-En cuanto te diga, suelta la ropa sucia y empuja el arpón hacia tu derecha. Sólo abre tu palma derecha, pon tu mano izquierda en la base del arpón y deslízala hasta la derecha. ¡YA!

Obedecí a Salket y el arpón salió disparado a una velocidad que jamás creí que pudiese darle a un arma. Un hombre cayó muerto cuando su pecho fue atravesado por el proyectil. Toda mi ropa estaba en el suelo. Como supuse que Salket pretendía eliminarlos, desenvainé la espada, pero lo cierto es que no tenía idea de cómo se usaba. Di media vuelta y pude ver dos hombres acercándose a mí. Miré sus pies. No me interesaba mirarlos directamente.

-Agáchate y haz una estocada -me dijo Salket. La obedecí y esquivé la mano del primer humano y la espada se clavó en su abdomen-. Pon la espada en tu mano izquierda, salta a tu derecha y gira a la izquierda. -La obedecí y quedé de frente al tercer sujeto. -Parece asustado. Dile algo -propuso Salket, con tono jocoso. Lo miré, cerré los ojos y le sonreí.

-¿También quieres un poquito de mi amor? -le dije, cambiando de mano mi espada.

-Camina dos pasos a la derecha. Ahora uno hacia adelante. Izquierda. Camina hacia adelante. Da media vuelta, se está yendo. ¡Espera! Está sacando un pequeño puñal de entre sus ropas.

-Yo en tu lugar lo pensaría dos veces -le dije al pobre hombre-. Ese cuchillito no te servirá para vencerme. Será mejor que corras. Mis besos ya tienen dueño, ¿sí? -añadí sonriendo.- Vete y no vuelvas a molestarme.

-Misión cumplida, princesita -me dijo Salket. Abrí los ojos y noté que se había marchado.

-Gracias, Salket. -Recogí nuevamente el arpón, mi ropa, y retomé mi marcha. Varios minutos después, pude ver a dos mujeres caminando juntas. -¿Qué dices?

-Necesitamos información sobre este lugar, pero ni pienses que me haré amiga de ellas.

-La amistad correrá por mi cuenta, Salket. Se ven amigables... -Me acerqué a ellas. -¡Hola! -les dije, con una inmensa sonrisa en mi rostro. -Emmm... Mi nombre es Daliny. No conozco este lugar... ¿Les molesta si las acompaño? Acabo de pasar por una situación desagradable por allí -señalé el lugar del que provenía-. Me sentiré mejor si viajo acompañada.

/FDI= Llegué \

-Vaya... es una lástima que perdieras los recuerdos sobre criaturas tan extraordinarias... Verás, no sé realmente cómo fue, claro hace muchos años y muchas generaciones, pero según me han contado hay sangre de dragón en mi familia desde tiempos inmemorables. Hemos ido heredando cada generación un rasgo de estos antepasados. Según me han contado, al abuelo del tío del abuelo de mi padre le salieron cuernos, y al tío del abuelo del primo del abuelo de mi abuelo le creció una larga cola acabada en punta. Yo simplemente tengo la sangre más caliente, y casi nunca tengo frío, aunque tengo la esperanza de que los dragones me digan si mi sangre de dragón puede servirme para algo más... es bastante triste tener unos antepasados como los míos y que realmente no sirvan para nada. -es una idea que me atormenta, una esperanza que se va haciendo pequeña según avanzan los años... - Pero... ¿eh?
Me quedo mirando a la chica que acaba de aparecer de la nada. ¡Vaya! Estaba tan absorta en la conversación que ni siquiera me he dado cuenta de que se acercaba. Llevaba un buen rato sin mirar a mi alrededor, ni siquiera sé donde nos encontramos, espero que la estrella no haya perdido el rumbo...

-Hola, esto... -no parece peligrosa, la miro a los ojos, son muy...bonitos... son... tan.... Aparto la mirada de golpe y me fijo en su pelo. Que extraño... Sus ojos son extremadamente brillantes, por un momento pensé que no podría dejar de mirarlos. - Claro, no creo que haya ningún problema en que te unas a nuestra aventura. -trato de cambiar mi expresión a una más amable, que su mirada sea extraña no quiere decir que no pueda ser una buena mujer, no es bueno juzgar sin conocer, es algo que me enseñó mi maestro... además, es posible que pueda ayudarnos. Dirijo una mirada a la estrella y después vuelvo a mirar a la chica de los cabellos verdes, ahora con una amplia sonrisa- Dinos, ¿Qué conoces de estas tierras? Andamos buscando dragones. Divertido, ¿no? Mi nombre es Kara, Kara Naraggandu.
Extiendo mi mano.

Altair escuchó su historia y sonrió.

- Creo que no deberías subestimar el don que los dragones han depositado en tí. Puede que sea menos espectacular, pero puede llegar a ser mucho más interesante y útil que todos ellos... - Altair sabía que las cosas más pequeñas podrían llegar a convertirse en las más interesantes. Eso era algo de lo que había aprendido tras tanto tiempo observando.

Entonces una chica apareció por el camino y las saludó. Naara tomó la iniciativa y Altair la miró, curiosa. Se quedó prendada de sus ojos, aunque no fijó la vista en ellos demasiado tiempo, por instinto. No habría sabido explicarlo. A pesar de ello sonrió.

- Me parece perfecto. Si te unes a nosotros tendremos más cosas de las que hablar. Mi nombre es Altair. - Le tendió la mano ella también.
Una vez reanudada la marcha no pudo más que interesarse por sus palabras.

- ¿QUé es lo que te ha ocurrido antes?

-¿Yo? Pues... Sé que por allí hay un río -señalé el lugar del que venía-, que está muy lejos de mi hogar, y que está cerca del mar... No sé mucho, realmente. -Luego la joven que me recibió se presentó bajo el nombre de Kara Naraggandu y extendió su mano. La saludé y luego hice lo propio con la otra mujer, que emitía luz, quien se presentó bajo el nombre de Altair. -Es un placer, Kara y Altair.

Una vez saludadas ambas, reemprendimos nuestra marcha. Me llamaba bastante la atención eso de buscar dragones, pero mi pregunta se vio interrumpida por otra, que llegó de los labios de Altair.

-Pues... Me crucé con tres hombres que... no saben cómo dirigirse a una dama. Y además estaban sucios... -susurré luego, recordando las ropas de esos sujetos.

"Salket... ¿Existen los dragones?" "Nunca he visto uno, pero he oído que sus historias se cuentan en todas partes."

Recordé la historia que contaban en Werth sobre Naub' Lonks, el dragón de la muerte. ¿Acaso en esta isla existían dragones? Sentía que me embargaba una gran emoción. Recordar esa historia hizo que tenga unas ganas incontenibles de contarles un poco de mi cultura.

-Yo oí sobre un dragón cuando era niña. -Bajé la mirada en cuanto comencé a hablar. -En mi hogar siempre se contaba esa historia. Se dice que el dragón Naub' Lonks era el antiguo amado de la diosa Athanexis, y fue convertido en un dragón por Ind, la creadora de las diosas. Naub' Lonks acompaña a Athanexis y es invisible para los extraños. Sólo puede ser visto por aquellos que no se enamoran de la diosa. Cuando alguien la ve, se enamora perdidamente y se acerca a ella, pero al hacerlo también se acerca al dragón, quien lo devora. Nadie sabe qué aspecto tiene. -Terminé mi relato y oí la voz de Salket: "No creo que sepan quiénes son Ind y Athanexis... Estamos a muchísimos kilómetros de Werth." -Es cierto -añadí sonriendo-. Athanexis es la diosa del amor, la sabiduría y la vida. Ind es la creadora de Werth y nuestra mayor protectora.

Observé a mis compañeras de ruta. Lo cierto es que ambas eran hermosas. Por un segundo, tuve la esperanza de que resultaran inmunes a mi maldición, pero se desvaneció en cuanto recordé que en Werth hasta las personas más bellas eran incapaces de tomarme en serio cuando me miraban a los ojos. Sólo uno lo había hecho. Y lo estaba buscando.

-Por cierto... ¿Existen dragones en este lugar?

Escucho la historia con atención, miro fijamente a la chica de los ojos verdes. No transmite mucha confianza... pero... Athanexis... ese nombre me suena. Espera.... No puede ser.
Recuerdo que una vez escuché una historia en la taberna...
Un chico había llegado a la aldea. Había sido un gran revuelo porque era bastante extraño, tenía el pelo de un color azul muy llamativo y parecía venir de muy lejos. Entró en la taberna una noche y tras unas cuantas cervezas empezó a contar historias mientras todos en la taberna escuchábamos con atención. Por supuesto, yo estaba en primera fila. Contó la historia de un dragón invisible a los ojos de todos los que se enamoraban de una diosa... Sí. Es exactamente lo que nos está contando Daliny.... No puede ser.
Miro fijamente a la chica. Aparto rápido la mirada. ¿Qué es eso...? No. No miente. Es la misma historia, no cabe duda.
-Yo conozco esa historia. La escuché una vez en la taberna. Un chico nos la contó. ¿Cómo puede ser posible, si vienes de tan lejos¿
No puedo evitar mirarle a los ojos. Son hermosos.. Son extraños... Son...
Ya no puedo apartar la mirada de ellos...
Cierro los ojos. ¡Qué me pasa, maldita sea! No la miraré a los ojos y ya está. No se puede desconfiar de una persona solo porque sus ojos sean bonitos...
Me tengo que centrar.
La historia del dragón.
-Lo recuerdo perfectamente. Era la misma historia...

(fdi: sorry he tenido unos días ajetreados XDD)

Altair escuchaba con atención. La historia le resultaba familiar, pero desde el cielo había visto tantas cosas, oído tantas historias, que era normal. Aún así le resultaba fascinante oírlas de nuevo.

Quizá porque estaba acostumbrada a saber muchas cosas, sin importar de cuán lejos vinieran, le sorprendió la extrañeza de Kara por conocer la misma historia. PEro recapacitó: era humana, y era normal que le extrañara, después de todo. Ella no podía girar la cabeza y ver una continente situado más allá del mar, como podía hacer ella desde el cielo.

- Quizá la persona que fue a tu taberna sea de las mismas tierras que Daliny - comentó -. O de alguna zona cercana. Os sorprendería la cantidad de historias parecidas que hay en lugares cercanos, e incluso similitudes entre historias de lugares alejados miles de millas.

Sonrió a ambas, aunque evitó los ojos de la recién llegada al grupo. Le atraían de una forma que no le acababa de gustar.

- Lo cierto, Daliny, es que los dragones han existido a lo largo de muchos siglos en muchas y distintas partes del mundo. En unos se han extinguido, en otros nunca hubo, en otros siguen alimeentando las leyendas y en otros viven escondidos como si no existieran y sólo los recuerdan los más viejos del lugar a través de sus historias. La pregunta es cuál de todas las opciones es la que tiene cabida en este lugar. ¿No?

Luego de contar mi historia, Kara mencionó que conocía esa historia. ¿Acaso era una reoraf, también? No, no veía a su demonio guardián, a menos... A menos que Altair fuese su demonio guardián. Estuve a punto de preguntarle si ella era una reoraf cuando dijo algo que se grabó tanto en mi memoria como en mi corazón. "Un chico nos la contó". ¿Era posible que ese chico fuese... Talin? Si Altair tenía razón, si esa persona que contó la historia de Naub' Lonks era de Werth, podría haber sido Talin. Después de todo, Athanexis es la diosa a la que él le rendía culto. Conocer esa historia era prácticamente una obligación religiosa para él.

-Ese... chico... -le dije, con la voz temblando por la emoción ante la posibilidad de que se tratara de mi querido Talin.- ¿Cómo...? ¿Cómo era...? ¿Tenía... cabello... y ojos... azules?

Luego Altair mencionó que los dragones habían existido en todas partes. Que en algunas partes estaban extintos, o nunca existieron en ciertos lugares, o existían y se mostraban o bien estaban ocultos.

-Espero que existan. Siempre quise ver uno. Por cierto... ¿Son humanas?

Mi pregunta podía resultar extraña, pero lo cierto es que la joven que emitía luz debía tener algo especial, y yo tenía aspecto humano, pero no lo era.

(FDI: Lo siento lo siento lo siento! Soy un desastre.. No he encontrado un rato para ponerme en todo este tiempo, perdonadme =S)

Recuerdo la imagen de aquel chico de cabello y ojos azules a la perfección. Las palabras saliendo de su boca con pasión y emoción. Recuerdo la fascinación que me había producido aquella historia, al tratar de dragones.
¿Daliny conoce a aquel chico? Ahora si que tengo curiosidad. Una curiosidad tremenda.
-Sí, era un chico con el pelo y los ojos azules. ¿Lo... lo conoces? Hace mucho tiempo que lo vi, yo era una niña. Debe ser mucho mayor que tú... - a no ser que...- Yo si que soy humana, ¿y tú?

Me quedo mirandola a los ojos, arrepintiéndome al instante, otra vez. Desvío la mirada y miro por encima de su hombro.
El viento agita nuestros cabellos, es un viento cálido que levanta algo de arena. Poco a poco el aire cada vez se mueve con más fuerza. Miro al horizonte y veo como una tormenta se avecina, llegando a gran velocidad hacia nosotras por el desierto.
Es extraño, cuando salí de la casa de los feran había un sol espléndido. Frunzo el ceño y miro hacia el cielo que empieza a oscurecerse allá a lo lejos. No es una tormenta corriente. El cielo se está cubriendo de unas nubes oscuras, rojizas, que tapan la luz del Sol, pero en medio de la tormenta se difumina una sombra oscura.

-Mirad allí -señalo con un dedo.- ¿Qué es eso?

La estrella escuchó la conversación sobre el muchacho sin interrumpir. Ante la pregunta de Dainly, sonrió.

- Creo que no puedo ocultar que no soy humana - rio. Iba a continuar cuando Kara desvió su atención hacia la extraña nube.
La observó con atención. Las nubes rojizas le resultaban raras, era más bien como si fuesen nubes densas cuyo color se debía a reflejar algo... aunque Altair no sabía que. Y la sombra cada vez se acercaba más. La tormenta se les venía encima.

- Eso no parece una tormenta normal... - era un comentario innecesario. A medida que se acercaba la sombra se iba concretando. La sombra que proyectaba era muy grande, pero en realidad lo que la producía era más pequeño. A Altair le pareció que las nubes estaban cambiando su forma. Parecía...

- No, no es posible...- justo en ese momento una de las nubes comenzó a moverse a gran velocidad. Altair se empezó a reir. - ¡Parece un dragón! - La estrella se quedó mirando el cielo con los ojos muy abiertos. .- ¿Podría ser una cría de dragón de verdad?? ¡¡Nunca había visto uno tan de cerca!! - LA estrella gritaba emocionad,a mientras la silueta de un pequeño dragón (pequeño relativamente xD) entraba y salía de las otras las nubes. Altair nunca se habría imaginado que un dragón pudiera estar hecho de nubes. Miró a sus compañeras, esperando por si alguna sabía qué estaba pasando

FDI: me gusto la historia y paso a unirme; si esto es molestia borro inmediatamente el post para no perturbar a las damitas

Yo y Wizconsin habiamos salido de la ciudad hace unos dias porque estaba harto de la comida que habia alli, estaba muy mal elaborada y no era fresca. Decidi que lo mejor era buscar setas en el bosque y que mi fiel mapache cazara algunas aves para que cuando encontraramos un fuego las cocinaramos, ya que ni Wiz ni yo podiamos encender uno.
Mientras Wiz andaba por un bosquecillo cercano yo me quede tomando sol en unos pastos cerca del camino. Por el camino pasaban dos mujeres, y una de ellas brillaba. Esto no era algo que se viera todos los dias asi que el envie un mensaje a mi compañero animal que las siguiera de lejos conmigo, la caza podia esperar. La mujer brillante tal vez era una hechicera o algo asi y podia ayudarme, o al menos darme informacion acerca de mi antiguo maestro.
Las seguimos por un buen rato y escuchamos su conversacion sobre dragones, algo que me podria ser sumamente util; varias leyendas decian que concedian deseos.
Luego de un rato se les unio una mujer muy bella con unos ojos muy poderrosos, cuando los miraban fijamente la chica brillante y la otra quedaban como embobadas, algo poderoso habia tras ellos y no me gustaba nada.
De repente las tres miraron el cielo y yo tambien lo hice para ver a que le dedicaban sus miradas. entre las nubes pude vizualizar un reptil volador, tal vez un dragon o algun bicho raro de Jaspia. Seguir de lejos a las jovenes me cansaba y me aburria asi que decidi hacer mi aparicion en la escena, de una manera muy artistica, (ademas escuchando de lejos me perdia algunas cosas de su charla). le indique a Wiz que nos siguiera de lejos porque seria demasiado ridiculo que apareciera un gato con un mapache atras y esto no era una obra picaresca. salia danzando de entre los pastos y me apareci en frente de las jovenes, di unas vueltas, maulle, rode por el suelo un par de veces y me puse en posicion de "acaricien mi barriguita" algo que las jovencitas no podian rechazar. Las tres eran muy bonitas y si no estuviera andando yo en cuatro patas y fuera peludo y con gorrito intentaria hacer mis celebres movimientos seductivos. Tal vez los dragones me devolvieran mi forma y ellas se darian cuenta de mi apoteosica belleza y vendrian las tres juntitas a la cama. pero siendo gato tenia que conformarme con unas caricias y que me rasquen la panzita

-También, algo parecido -contesté a Kara cuando me preguntó. Miré hacia el bosque, por si acaso ese hombre que huyó seguía cerca. Miré a Altair cuando sonrió comentando que no era humana. Sí, en ella era algo fácilmente perceptible, creía tener suerte de que en mí no fuese tan fácil notarlo. Estaba orgullosa de no ser humana, pero no creía prudente jactarme de eso en unas tierras tan plagadas de ellos.

Sonreía gratamente al saber que era, ya no posible que el joven del que Kara hablaba era Talin, sino imposible que no fuese él. Alcé la vista cundo Kara señaló al cielo, y vi la inmensa nube (o quizás eran varias de ellas) que se dirigían a nosotros.

-No es una tormenta... -comenté sin despegar mi vista de las nubes rojizas. -¿Un dragón? -Mi vista bajó para ver un gatito negro bastante curioso, con un gorrito, una bufanda y... ¿lentes? ¿Para qué querría lentes un gato?

-Ten cuidado, ese gato tiene algo raro. Míralo, revolcándose en en suelo, donde habrá caído tanto excremento...

Cerré los ojos con fuerza y sentí un escalofrío, para luego alejarme dos pasos del gato. Sentía que me importaba más mantenerlo lejos que ver al dragón.

De entre las nubes surge una figura. La figura más hermosa que puedan ver mis ojos. Un dragón. Sin lugar a dudas, es un dragón. Noto como un grito de alegría se forma en mi garganta e intento reprimirlo en un suspiro, más parecido a un gemido.
Es majestuoso, no es tan grande como imaginaba, pero la elegancia de su figura, estremecedora a la par que acogedora supera con creces mi imaginación. Es de color blanco y muestra una textura blanda. Está formado de nubes. Por un momento pienso si es posible que en realidad no esté viendo la criatura que llevo desde niña soñando ver, y solo es un espejismo en el cielo. Pero no. Ese dragón vuela entre las nubes. Y además, es más bello que las nubes. Se mueve más rápido, serpenteante sobre nosotras dirigiendo su cabeza siempre hacia el norte… Aunque, ¿qué hace? Parece que vuelve a nuestra posición y hace un giro encima de nosotras para luego volver a dirigirse al norte. ¿Puede ser?
-Quiere que le sigamos.
Acto seguido y sin esperar respuesta ni escuchar lo que dicen las otras salgo corriendo pero…
Algo se enreda en mis pies y caigo al suelo estrepitosamente levantando algo de polvo del suelo.
-¡Mierda! ¿Qué es…?
Tengo una bola peluda enredada entre mis pies. Cuando consigo ponerme en pie me doy cuenta de que el culpable de mi tropiezo es un… ¿gato?, con un… sombrero de mago y una… bufanda… ¿Pero qué es esto? ¡Lleva gafas! Miro a las otras chicas y luego al cielo. Parece que el dragón sigue esperando a que le sigamos. Estoy completamente desconcertada.
-Tenemos que… -digo señalando el dragón- ¿de dónde ha salido este gato? –señalando ahora al animalito que parece haberse vuelto a poner en pie tras el tropiezo. Entonces me agacho y lo miro de más cerca. En realidad es una monada- ¿estás bien, gatito gordito? –pero el dragón…, me vuelvo a levantar- tenemos que seguir al dragón. Quiere que le sigamos.

Altair se quedó boquiabierta contemplando al dragón. Lo vio moverse sobre ellas y dirigirse al norte, y repetir la operación varias veces. Pensó lo mismo que Kara, pero su compañera se adelantó a decirlo y hasta actuar. No se percató del gato hasta que Kara tropezó con él y rodaron por el suelo. Se acercó corriendo.

- ¿Estás bien, Kara?

Se agachó para ayudarla a levantarse y entonces se percató de la bola gorda de pelo con bufanda, gorro y lentes. Curiosa, se agachó y acercó su nariz a la del gato. Entonces se echó a reir.

- ¡¡¡Que adorable!!! ¿De donde sale usted, señor gato? - le tocó la punta de la nariz con el dedo y le rascó la barbilla.

Entonces Kara volvió su atención al dragón. Miró a ambos animales alternativamente.

- Pero... no podemos dejar aquí al señor gato, ¿no? Quiero decir, tendrá que ser de alguien, no vamos a dejarlo aquí. ¿y si se ha hecho daño en la caida?

Altair tenía tantas ganas de seguir al dragón como Kara, pero no podía dejar desamparado a aquel gatito panzón y disfrazado.

mi plan estaba funcionando, salvo por la chica del pelos extraños me habian tomado simpatia, pero esto era obvio ya que era la bola de pelos mas adorable de la isla.
Daliniy parecia sospechar de mi, pero mientras yo siguiera con mi estrategia de "gordito y contento" nada iba a pasar.
El dragon parecia querer que lo siguieran asi que ronronee un poquito, me lami las patitas y acaricie la pierna de la chica brillante intentando hacer que me llevara ya que estaba cansado y no tenia ganas de andar corriendo. Puse en practica mis maullidos y miradas enternecedoras, sumadas a un movimiento con mi patita negra hacia ella; con esto debia alcanzar. Ninguna mujer se resiste a mis encantos, pero como me gustaria ser humano para ponerles las garras encima de sus cuerpos turgentes y brillantes.
Controle que Wiz me siguiera y me puse a utilizar mi poder mental para ver lo que pensaba esa mujercita desconfiada, metiendome dentro de ella sabria que tramaba.

El gato debía tener un dueño muy excéntrico, pues no conocía otro que tuviese bufanda, gafas y sombrero. Aparte de eso, el haber caminado quién sabe por cuánto tiempo a la deriva... Sin duda cargaría con demasiada tierra, y otra clase de desechos... Salket tenía razón.

"Bien, que lo lleve. Pero ese gato no me inspira confianza."

-Claro, podemos llevarlo. No creo que haya nada de malo- comenté mirando al dragón, y poniéndome en marcha-. Sólo espero que no nos cause problemas...

"¿Crees que su dueño estará cerca?" "No sé... Bien podría ser alguna especie de centinela. Pero tranquila, al menor indicio de estar haciendo algo raro, lo despellejo." "Luego limpia tu espada, por favor..."

*FDI= Lo que está entre comillas son pensamientos. La letra verde es la voz de Salket. Se parece mucho a la de Daliny, pero con la diferencia de que la de Daliny suena dulce y la de Salket suena más seria.

Ha escuchado todo sin dejar de mirar al cielo. Parece que tenemos un nuevo compañero. Esperemos que el gato ande a buen ritmo porque en breve echaré a correr y no habrá quien me detenga hasta que sepa a donde nos lleva ese dragón...

-Bien, entonces, movámonos.

Echo a andar, sin esperar a nadie, sin mirar atrás. No voy a pararme ahora que tras caminar sin descanso durante días por primera vez encuentro una pista. Tengo que verlos de cerca. Tengo que saber si realmente son como en mi imaginación. Estoy completamente segura de que el dragón de nubes es nuestro guía, él nos dirige, lo sé.

Entonces veo como el dragón gira otra vez. Da una vuelta de campana y parece caer en picado contra el suelo. Y ahora levantará el vuelo... pero no. Sigue hacia abajo y se estrella contra el suelo formando niebla blanca y muy espesa que nos envuelve. Casi se puede cortar con mi hacha... Entonces un fuerte viento se levanta. Pero no es un viento normal... para nada. Las bocanadas de aire llevan tal velocidad que me parece que voy a salir volando. Me agacho y trato de agarrarme a algo que pueda encontrar en el suelo. La arena se levanta y cierro los ojos para que no se meta dentro.
¿Qué ocurre? ¿Qué está ocurriendo?