El caballero Arzhel de Loïc

Nombre: Arzhel de Loïc

Raza: Humano

Edad: 52 años.

Descripción física: El señor Arzhel de Loïc es un caballero alto (poco más de 1.80) y delgado, de piel bronceada. Su cabello, largo y blanco, contribuye a hacerle aparentar algo más de edad de la que tiene.

De joven era apuesto, y a pesar de la edad se ha seguido conservando de buena manera: sus rasgos son armoniosos a la vista: nariz recta, ojos negros y penetrantes, cejas firmes y oscuras. De hecho, lo único que podría enturbiar su rostro es la larga cicatriz que va desde justo debajo de su oreja derecha hasta el mentón. Para esconderla decidió, además de bigote, llevar barba, que es ahora uno de sus mayores orgullos.

Acostumbra a vestir con una camisa blanca cubierta por un jubón pardo que suele llevar desabrochado. Se cubre con su larga capa negra si hace frío, y calza unas botas altas, de cuero, viejas y algo gastadas. También se toca siempre con un sombrero marrón con una pequeña pluma blanca como único toque de color. Aunque en general sus ropas son viejas, siempre suelen estar bien arregladas y limpias.

Descripción mental: El señor de Loïc es un caballero con una personalidad compleja. Es un cínico, ha vivido mucho, y su vida no ha sido un camino de rosas. Eso lo ha hecho alguien desconfiado y suspicaz. Difícilmente confiará ciegamente en alguien que no conozca muy bien, y aún así, siempre se andará con mucho cuidado. No es que no crea en la amistad, pues la camaradería es algo casi sagrado para Loïc, pero sabe que la gente, incluso la más fiel, en determinadas situaciones puede verse abocada a la traición, así que prefiere ser precavido.

Eso sí, el que la gente pueda traicionar no significa que él crea que es lo correcto, y es que el honor es una de las cosas más sagradas para Arzhel de Loïc. No hasta el punto de verse cegado y olvidar completamente la razón, pero para él, apuñalar a alguien por la espalda no es, sencillamente, una opción. El deber para con una causa o para con un camarada, es inquebrantable. Es lo único que realmente no se puede arrebatar a nadie sin su consentimiento.

Pero, por contra, el honor se mezcla con su suspicacia y una cierta fanfarronería, y lo convierten en alguien también muy susceptible. Por un comentario desafortunado, es capaz de desenvainar y retar a duelo, sin importarle las consecuencias. Y sin ningún remordimiento salvo, cuando en algunas noches, a la luz de una vela y habiendo vaciado ya varias botellas, empieza a ver las sombras de todos los hombres con los que ha acabado. En esos momentos de depresión, cada vez más frecuentes con el paso de los años, se vuelve realmente arisco y hostil, y es capaz de apuñalar al que le ponga sólo una mano en el hombro.

Por último, cabe decir que, gracias a sus orígenes, ubicados en la pequeña nobleza, pudo disfrutar de una educación esmerada y culta, de manera que sabe leer y escribir a la perfección, y tiene conocimientos de temas como literatura, historia, religión o política, por ejemplo, aunque no suela sacarlos a colación a menudo.

Armas:

· Una espada ropera, de largos gavilanes. Es algo más larga y pesada de lo normal, lo que si bien la convierte en más peligrosa, también la vuelve más difícil de manejar para alguien no acostumbrado. Es una reliquia familiar de varias generaciones atrás, pero está excepcionalmente bien trabajada y equilibrada. De una estocada, es capaz de atravesar cualquier cota de malla y otras armaduras ligeras, aunque escudos y corazas más pesadas ya se resisten un poco más. La suele llevar siempre colgando de un tahalí de cuero y no se separa nunca de ella.

· Una daga de amplio guardamano. La suele usar de manera defensiva, en lugar de escudo, para parar los golpes del rival, mientras ataca con la espada.

Habilidades:

Su más destacada habilidad es que se trata un magnífico espadachín, dentro de los límites de un ser humano. Esgrimiendo tanto espada sola como espada y daga, es un oponente formidable. Además, en un momento de apuro, sabe lanzar la daga con bastante precisión para acabar con el contrario. Es, por tanto, rápido de reflejos, y con la suficiente destreza y habilidad.

Atributos:

1- Habilidad
2- Constitución física
3- Astucia
4- Inteligencia
5- Voluntad
6- Carisma

Historia:

Era una noche oscura, sin luna. En el piso superior de una de las casas más grandes del pueblo, enfrente de la plaza, un hombre de barba y pelo largos y blancos se encontraba escribiendo febrilmente en un pergamino con una pluma de ganso, a la luz débil de una vela de sebo:

"Las memorias del caballero Arzhel de Loïc


Ahora que ya empiezo a notar el cansancio de la edad en mis miembros; ahora que mi último pelo negro se ha vuelto blanco; ahora que mi rostro está cubierto de arrugas, y mis manos de manchas de la edad, creo que es el momento de hacer un repaso por mi vida que, a fe mía, merece ser contada.


Yo nací, ahora hará cincuenta y dos años, en el seno de una noble casa de Trinacria, los Loïc, miembros de la baja nobleza caballeresca. Durante todos estos años he viajado por todo el archipiélago y he tratado con humanos, elfos y enanos. He participado en guerras crueles, y muchos hombres han caído bajo mi espada. No podía imaginar, cuando era un niño, todas las vivencias que me quedaban por delante.

A los dieciséis años me alisté en el ejército, y a los veinte ya era teniente. A los veinticinco llegué a ser capitán, antes de que un oficial se riera de mi sombrero. Por desgracia para ambos él nunca volvió a reír, a no ser que se pueda reír bajo tierra, y yo fui degradado por insubordinación a simple cabo. Vuelta a empezar, y vuelta a no ser más que carne de cañón. Al cabo de siete años, durante un combate naval contra los piratas, cerca de Nehmen, fui herido de gravedad en la cara, y me licenciaron. Volví a Trinacria, donde no había estado desde hacía más de diez años, y mi querida madre se había casado con otro noble de mayor posición tras la muerte de mi padre. Llevándose mi nuevo padrastro, por supuesto, todo mi patrimonio.

Así, me vi en la miseria: sin casa, sin apenas dinero, sin nadie en que poder confiar. Todos mis amigos o estaban igual que yo, o peor. Tuve que hacer de todo por poder sobrevivir. Un tutor mío de niño había dicho que podía tener porvenir como poeta, pues tenía cierto talento para las rimas. Intenté vivir de mis versos una temporada, pero la situación no mejoraba en absoluto. Por suerte, me permitió sobrevivir hasta que la herida de la cara cicatrizó, y entonces me dediqué a lo único que sí se me daba bien: dar estocadas. ¿Necesitaba alguien amenazar a otro alguien? Por unas pocas monedas, yo iba. ¿Algún viajero necesitaba escolta? Yo mismo. ¿Un marido necesita que alguien le de un escarmiento al amante de su mujer? Por favor.
¿Asesinar, desorejar, golpear? Yo soy su hombre.

Me hice un nombre entre toda la gente de mala fama de Trinacria, me convertí en alguien temido y respetado, siempre dentro de los bajos fondos. Cuando mi madre murió, contando yo ya casi treinta y cinco años, no me extrañó en absoluto que no recibiera absolutamente nada del legado de mi difunto padre, y todo pasara a los de ése gordo patán que era mi "padrastro".

Incluida, por supuesto, la espada de mi tatara-tatarabuelo, Gus de Loïc. Una joya familiar que había pasado de generación desde mi antepasado hasta mi padre, y que debía ser mía. Era indigno que perteneciera a alguien extraño a la familia. Sin embargo, más afrenta fue el ver a mi padrastro portándola orgulloso en su vaina cada vez que aparecía en público. Aguanté estoicamente durante dos semanas, pero hubo un día en el que nada más pudo mi voluntad y, desenvainando mi daga, salté delante suyo en la plaza y, ante el estupor general, le atravesé con ella el cuello. Luego, mientras la gente aún hacía esfuerzos por creer lo que veía cojí la espada y su vaina, y salí huyendo, perseguido por los guardias.

No era el primer asesinato que cometía en Trinacria, pero desde luego había sido el más grave. Debía huir de la ciudad, así que puse rumbo a Moramaile, buscando un lugar tranquilo y apacible en el que nadie me conociera. Tal vez pudiera dedicarme a la agricultura y dejar las armas definitivamente.

Sin embargo, llegando a un pueblo tras varias semanas de penoso camino, vi que no podría dejar tan fácilmente mi camino. Un grupo de bandidos se había instalado en una colina cercana, y bajaba regularmente al pueblo, amenazando a los campesinos con destrozar el pueblo y matarlos a todos si no accedían a darles todo lo que querían. Debían ser unos quince o veine.

Llegué al pueblo, y por la espada que llevaba al cinto me debieron tomar por alguien ducho en el manejo de las armas. No se equivocaron, eso es cierto. El caso es que me pidieron ayuda para deshacerse de esos molestos bandoleros. A cambio, claro está, me prometieron todo cuanto quisiera. Me ofrecieron, incluso, el convertirme en el alguacil del pueblo, el que vela por la seguridad de sus habitantes. A cambio, tendría un sueldo y una posición. Y podría establecerme. Convencido de que era la única salida, acepté. Cuando llegaron los bandidos, fueron lo suficientemente estúpidos para entrar todos a la plaza, sin preocuparse de nada. Empezaron a hablar a los dos hombres que habíamos puesto de cebo, pidiéndoles lo típico: grano, carne, vino. Entonces, el resto de los habitantes del pueblo y yo les salimos por detrás y por los costados, de los callejones que desembocaban a la plaza, y los rodeamos. Pillados por sorpresa ante una multitud armada, sin posibilidad de huir, murieron todos. Se hizo justicia. De eso hace diecisiete años, y aún sigo siendo el alguacil del lugar."

Bien, pensó Loïc, es un buen resumen de mi vida. Ahora sólo me queda ampliar más cada una de las partes. Aunque, de todos modos, para un primer capítulo introductorio no está mal.

Pero una voz de mujer gritando su nombre fuera, en la plaza, lo sacó de su ensimismamiento. "¿Quién será a estas horas?", pensó. Pero si es de noche todavía. Miró entonces a la ventana y vio que no, que ya empezaban a entrar por ella los rayos de sol. "Qué tarde... o qué temprano se me ha hecho".

Se asomó a ver quién era la que lo llamaba y pudo ver a la señora Ponjater.

-¡Señor de Loïc! ¡Señor de Loïc! ¡Es terrible!
-¡Ahora bajo!

Mientras se ponía el jubón y bajaba por las escaleras, pensó en lo desgraciada que era aquella familia. El padre, Nford, era un tipo enorme, pero muy alegre y muy buena persona. Siempre ofrecía ayuda a quién necesitaba arreglar algo, pues tenía muy buenas manos. En más de una ocasión le había ayudado a él con las viejas vigas de la casa. Habían sido buenos amigos. Hasta que, haría menos de un año, habían llegado los reclutadores y se lo habían llevado a él y a su hijo mayor, así como a otros tantos hombres del pueblo. Y, la tarde pasada, cuando vieron un mensajero del ejército preguntando por la casa de los Ponjater, no hacía falta ser muy inteligente para adivinar que, padre, hijo, o ambos, como fue el caso, habían muerto. En un naufragio, se decía por el pueblo.

-Lo siento muchísimo, Agnes. Os quería ir a visitar hoy mismo una vez supe lo de vuestro marido y vuestro hijo mayor... -empezó a decir Loïc una vez en la plaza. Se fijó en que la mujer parecía haber estado llorando recientemente.
-Sí... Y, ahora, Mizik...
-¿Mizik? ¿Qué le ha ocurrido a Mizik? -preguntó. Siempre le había sido simpático ese niño. Muy soñador, es cierto. A veces parecía vivir en otro mundo, pero le caía bien.
-Se ha... se ha ido
-¡¿Cómo?!
-Hoy por la mañana faltaba un pedazo de queso y varios trozos de pan, y yo tenía esto en las manos -enseñó un mechón de pelo negro-. Es suyo sin duda. Una madre lo reconoce. Se ha ido.
-Pero... ¿Por qué...?
-No lo sé, señor de Loïc. Idlo a buscar, señor, os lo ruego. Os lo pido como la mujer de Nford Ponjater, que era amigo vuestro. No traicionéis a su memoria. No dejéis morir a su hijo pequeño, a su hijo favorito... Es sólo un crío

Arzhel se mesaba la barba pensativo.

-¿Tenéis alguna idea de a dónde puede haber ido?
-Sinceramente, no. Aunque supongo que habrá ido hacia el norte, a Trinacria. Tal como es él... ¿Lo iréis a buscar entonces, señor de Loïc?

Se hizo una pequeña pausa en la que ambos se miraron a los ojos, y Loïc, poniéndose la mano derecha sobre el corazón, dijo:

-Iré a buscarlo, y os juro que lo encontraré y os lo traeré de vuelta, señora Ponjater. Os lo juro por mi honor.

Otros:

· Tiene un caballo llamado Dagodeiwos, un magnífico animal, de pelaje bayo, que era la estrella de las cuadras familiares. Lo robó durante su huida de los establos de la mansión familiar de Trinacira (ver historia). A pesar de que el caballo también tiene sus años, sigue siendo una buena montura y un espléndido animal.

Para que se hagan una idea:



* Bueno, más que nada creé este personaje porque, en realidad, ya había dudado antes si presentar a este o a Mizik, y como el bardo está allí en Shamataw, sin saber como puede acabar la cosa (y ese tema irá para largo), pues me gustaría poder participar con este otro personaje, si es del gusto de vuestras mercedes, claro está.

El Caballero de Loïc es enteramente de mi gusto y me alegra que hayas decidido traer un nuevo personaje a estos mares. Tienes también mi beneplácito, ¡a intepretar se ha dicho!

Agradezco que el personaje sea del agrado de sus señorías.

Ciertamente, maese Lohengrin, debo admitir que Alatriste es una de las fuentes de las que bebe este personaje, como no podía ser de otro modo siendo un espadachín. Me gusta -otra cosa es que lo consiga- que los personajes no sean planos, sino con recovecos, luces y sombras.

Desde luego, el caballero de Loïc estaría encantado de conocer y tratar a tan hábil espadachín como Lohengrin, e intercambiar conocimientos de armas tanto teóricos como prácticos, desde luego. Aunque también le advierte que no se confíe, pues a pesar de su aspecto de hombre viejo sus habilidades con la ropera (como bien decís, realmente extraña) siguen siendo formidables.

Me encanta !! En concreto las memorias de Arzhel y sus momentos oscuros en la bebida. Me alegro de que te hayas hecho tu tambien otro PJ porque... si, nadie sabe como acabara Shamataw =).

Pues me alegro que te alegre y que te guste, kirill

Sabía yo que me hacía falta un pj por comentar.

Que buen pj, me gusta, sería bonito cruzarse en algun momento, de veras. Un saludito y.... que lindo pj!!!