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Liberando la mente
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Re: Liberando la mente
Pegada a la pared dejó que el tiempo corriera, lo suficiente para escuchar los pasos que iban y venían, pensando en las palabras de ambos, al menos hasta que el dolor en el brazo se dejó notar.
Tras un suspiro, se quitó el tabardo, luego la cota de mallas, quedando sólo con el acolchado y bajo este lo que se podría decir un pijama. De su bolsa de armas, firmemente sujeta en su cadera, sacó una venda y procedió a tratar de curarse, cambio el trapo empapado en licor, empapado en sangre, por la venda seca y fresca y siguió haciendo su guardia por un momento más... un momento en que su amiguito fue buscarla con sutileza, llamado al que no pudo desoír.
Doblando con toda disciplina el tabardo y la cota, dejando de lado sus pesadas botas, subió por las escaleras con el sigilo propio de un ninja y hasta más, con el sigilo de un kazekage. Se asomó a la habitación del demonio y al no verlo ahí la cruzó prácticamente en dos movimientos y salió a cubierta.
De nuevo, asomó la cabeza, una mirada a un lado, una mirada al otro, escuchó al viento, silencio total, luego pasos, pasos sigilosos, cerró los ojos oyendo la madera, los pasos iban, los pasos volvían, se ocultó tan bien como pudo y cuando otra vez todo fue silencio, esperó un momento.
un nuevo vistazo a todo el lugar, a toda la cubierta. Cuando estuvo segura que estaba absolutamente sola, según ella, salió a cubierta y se dejó inundar por el aire, por el color naranja que tenía el cielo para llevarlo a tonos oscuros y profundamente aterciopelados propios de la noche salpicada de estrellas.
Caminó con pasos cautos, aun más sigilosos hasta ubicarse en el centro de cubierta, lejos del mástil y estiró la mano con una sonrisa, tanto en sus labios como en sus ojos rojos. La otra, le soltó el cabello para dejarlo libre al viento y sus movimientos. Si había algo que Dulfary sabía hacer, era ver oportunidades en donde había problemas.
Lo había arruinado todo, pero por un instante si podía jugar con el viento, volver a estrechar, como siempre, su relación con él.
Movió la mano, con el brazo extendido, suavemente, estirando los dedos acariciando a la nada, un pie se deslizó delante del otro, apenas levantándose del suelo, como si empezara a danzar. Su brazo trazó un círculo que luego hizo un bucle, su cuerpo siguió con el movimiento haciendo un giro de 180 grados que la alejó mas del centro donde inició y que culminó con el movimiento del otro brazo.
El viento se agitó a lo largo del barco volador. El aire iba siendo cortado por ella de la misma forma en que los dedos cortan la uniformidad en el pelaje de una animal que se acaricia con mimo. Al estirar el brazo, la pierna se movió de nuevo en la misma dirección que este, flexionando la rodilla y luego, para no quedar fuera de balance, el otro pie se deslizó armónicamente para darse equilibrio. Su respiración era pausada y pronto tuvo los ojos cerrados sintiendo el movimiento del entorno.
Giró ligeramente el torso hacia la izquierda, bajando la mano izquierda, con la palma hacia abajo, y adelantó la mano derecha en una curva, el viento vibró con esto e hizo un descenso muy rápido mientras daba medio paso hacia delante con el pie derecho, subiendo la rodilla izquierda ligeramente mientras giraba la palma derecha hacia arriba y el viento ascendió haciendo figuras.
No se detuvo, siguió danzando, extendió la pierna izquierda hacia adelante apoyando la punta de los pies, desplegando los brazos para subir la palma derecha por delante del codo izquierdo hasta extender el brazo por encima de la cabeza, en lo que la mano izquierda bajaba de nuevo. Apoyada en su pierna izquierda, levantó nuevamente la mano derecha mientras la izquierda descendía, girando su cuerpo solo un poco usando como pirote su pie derecho, dio un paso al lado y entonces su manos se movieron de forma circular, encerrando entre sus brazos un poco del viento que se movía en el lugar que fue liberado al llevar cada una en dirección contraria a su cadera, a su cabeza, volvió a girar.
El viento iba reaccionando a sus movimientos, corría delante de ella, se arremolinaba en torno suyo y en ocasiones se colaba entre su cabello suelto invitándolo a bailar. La niña sonreía, concentrada en lo que parecían movimientos de artes marciales sonreía por estar jugando con el viento, siendo consiente que este cada vez tomaba mas fuerza a su alrededor, zumbado cerca a ella, aullando un poco al filtrarse entre las alas ornamentales del barco.
Sus movimientos no había dejado de ser suaves pero ahora eran más enérgicos al punto que le permitían hacer cabriolas y entonces el viento corría por entre los espacios que dejaba ella como si de un ente vivo se tratara, de otro niño se tratara.
Con un movimiento de ambas manos hacia los lados y luego hacia ella, lo atrajo hacía así, para que dejara de molestar a la estructura del barco, siendo libre y autónomo, obedeció corriendo en círculos hacia el cielo, aun bajo el control de la niña, con tal fuerza que trató de, sin lograrlo, disipar las nubes más cercanas.
Había multitud de corrientes de aire, cada una corría en su propia vía, hacían sus propias figuras al ritmo que les marcaba Dulfary, aun jugando como la niña que era, hasta que..
fdi: ella cree que está sola, pero son libres de estarla viendo
Tras un suspiro, se quitó el tabardo, luego la cota de mallas, quedando sólo con el acolchado y bajo este lo que se podría decir un pijama. De su bolsa de armas, firmemente sujeta en su cadera, sacó una venda y procedió a tratar de curarse, cambio el trapo empapado en licor, empapado en sangre, por la venda seca y fresca y siguió haciendo su guardia por un momento más... un momento en que su amiguito fue buscarla con sutileza, llamado al que no pudo desoír.
Doblando con toda disciplina el tabardo y la cota, dejando de lado sus pesadas botas, subió por las escaleras con el sigilo propio de un ninja y hasta más, con el sigilo de un kazekage. Se asomó a la habitación del demonio y al no verlo ahí la cruzó prácticamente en dos movimientos y salió a cubierta.
De nuevo, asomó la cabeza, una mirada a un lado, una mirada al otro, escuchó al viento, silencio total, luego pasos, pasos sigilosos, cerró los ojos oyendo la madera, los pasos iban, los pasos volvían, se ocultó tan bien como pudo y cuando otra vez todo fue silencio, esperó un momento.
un nuevo vistazo a todo el lugar, a toda la cubierta. Cuando estuvo segura que estaba absolutamente sola, según ella, salió a cubierta y se dejó inundar por el aire, por el color naranja que tenía el cielo para llevarlo a tonos oscuros y profundamente aterciopelados propios de la noche salpicada de estrellas.
Caminó con pasos cautos, aun más sigilosos hasta ubicarse en el centro de cubierta, lejos del mástil y estiró la mano con una sonrisa, tanto en sus labios como en sus ojos rojos. La otra, le soltó el cabello para dejarlo libre al viento y sus movimientos. Si había algo que Dulfary sabía hacer, era ver oportunidades en donde había problemas.
Lo había arruinado todo, pero por un instante si podía jugar con el viento, volver a estrechar, como siempre, su relación con él.
Movió la mano, con el brazo extendido, suavemente, estirando los dedos acariciando a la nada, un pie se deslizó delante del otro, apenas levantándose del suelo, como si empezara a danzar. Su brazo trazó un círculo que luego hizo un bucle, su cuerpo siguió con el movimiento haciendo un giro de 180 grados que la alejó mas del centro donde inició y que culminó con el movimiento del otro brazo.
El viento se agitó a lo largo del barco volador. El aire iba siendo cortado por ella de la misma forma en que los dedos cortan la uniformidad en el pelaje de una animal que se acaricia con mimo. Al estirar el brazo, la pierna se movió de nuevo en la misma dirección que este, flexionando la rodilla y luego, para no quedar fuera de balance, el otro pie se deslizó armónicamente para darse equilibrio. Su respiración era pausada y pronto tuvo los ojos cerrados sintiendo el movimiento del entorno.
Giró ligeramente el torso hacia la izquierda, bajando la mano izquierda, con la palma hacia abajo, y adelantó la mano derecha en una curva, el viento vibró con esto e hizo un descenso muy rápido mientras daba medio paso hacia delante con el pie derecho, subiendo la rodilla izquierda ligeramente mientras giraba la palma derecha hacia arriba y el viento ascendió haciendo figuras.
No se detuvo, siguió danzando, extendió la pierna izquierda hacia adelante apoyando la punta de los pies, desplegando los brazos para subir la palma derecha por delante del codo izquierdo hasta extender el brazo por encima de la cabeza, en lo que la mano izquierda bajaba de nuevo. Apoyada en su pierna izquierda, levantó nuevamente la mano derecha mientras la izquierda descendía, girando su cuerpo solo un poco usando como pirote su pie derecho, dio un paso al lado y entonces su manos se movieron de forma circular, encerrando entre sus brazos un poco del viento que se movía en el lugar que fue liberado al llevar cada una en dirección contraria a su cadera, a su cabeza, volvió a girar.
El viento iba reaccionando a sus movimientos, corría delante de ella, se arremolinaba en torno suyo y en ocasiones se colaba entre su cabello suelto invitándolo a bailar. La niña sonreía, concentrada en lo que parecían movimientos de artes marciales sonreía por estar jugando con el viento, siendo consiente que este cada vez tomaba mas fuerza a su alrededor, zumbado cerca a ella, aullando un poco al filtrarse entre las alas ornamentales del barco.
Sus movimientos no había dejado de ser suaves pero ahora eran más enérgicos al punto que le permitían hacer cabriolas y entonces el viento corría por entre los espacios que dejaba ella como si de un ente vivo se tratara, de otro niño se tratara.
Con un movimiento de ambas manos hacia los lados y luego hacia ella, lo atrajo hacía así, para que dejara de molestar a la estructura del barco, siendo libre y autónomo, obedeció corriendo en círculos hacia el cielo, aun bajo el control de la niña, con tal fuerza que trató de, sin lograrlo, disipar las nubes más cercanas.
Había multitud de corrientes de aire, cada una corría en su propia vía, hacían sus propias figuras al ritmo que les marcaba Dulfary, aun jugando como la niña que era, hasta que..
fdi: ella cree que está sola, pero son libres de estarla viendo
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Liberando la mente
Maldición. Al parecer, los tres tripulantes conscientes de ese barco habíamos tenido un serio problema con el amor. Arale y Arzhel parecían haberlo perdido. Yo... suspiré al pensar en eso. Después de todo, lo más importante era saber que ella era feliz junto a Talin. Por esa razón debía verlos juntos de nuevo.
Conocía lo suficiente a Daliny como para saber que no soportaría estar alejada de su amado durante mucho tiempo. Si uno sólo oyera hablar de su personalidad, sin verla, pensaría que era una fiel devota a Athanexis. Realmente su personalidad no parecía propia de alguien que veneraba a Sast, mucho menos de una persona que siguiera a Husge.
La tranquilidad que por fin se respiraba en el lugar me permitió pensar en ellos. En ese momento donde mi viaje tenía un rumbo fijo, no me importaba demasiado dónde estuviesen. Sólo deseaba que estén juntos. Daliny no soportaría estar alejada de él. Lo sabía, el amor que Talinthraxus despertaba en ella era exactamente el mismo que ella despertaba en mí. Nada más importaba. Ella sería capaz de entregar su cuerpo a cualquier desconocido con tal de asegurarse de que Talin estuviese a salvo. Lo adoraba, y él también la adoraba.
El viento me recordaba a ella. Su agilidad era algo realmente bello. El viento que iba y venía como si estuviese danzando, como si estuviese dirigido por una bella mano capaz de sanar heridas... Un segundo... ¿Qué sucedía allí?
Ya podía mover torpemente mi brazo derecho. Hice un gesto al búho, quien pareció comprenderme y, al taparme el ojo izquierdo, pude ver a través de ese animal mágico, que Arale, ya sin su armadura puesta, estaba danzando en la cubierta del barco. Me incorporé para verla con mis propios ojos. Esos movimientos me recordaban a Daliny. Al baile que ella, como cada seguidor de Sast, realizaba en cada aniversario de su nacimiento, para agradecer a la diosa el haberla elegido.
Cierto que los movimientos eran muy distintos, ya que era requisito para el baile de una mujer el tener el cabello bastante largo, para que éste fuese acariciado por el viento. Eso hacía muy distintos el baile de agradecimiento que Daliny realizaba y la danza que Arale estaba haciendo en ese momento en la cubierta. Cada año, Talin y yo estábamos en primera fila para verla, así como ella y yo observábamos cada nueva vida que Talinthraxus regaba con su sangre el día de su cumpleaños, o como ellos observaban mi internamiento en el volcán Cenz para ofrendarle un nuxo a la diosa.
Una bella amistad, y bastante completa. Los tres teníamos algún conocimiento de las historias de las tres diosas. Los tres conocíamos cada uno de los rituales que los devotos llevaban a cabo a cada una de las tres. Los tres... Se dibujó una melancólica sonrisa en mi rostro, al tiempo en que Arale se detenía y alzaba la vista hacia mi posición. De haber podido usar ambos brazos, la habría aplaudido por tan bella danza. Pero como no podía hacerlo, simplemente le hablé.
-Eso ha sido hermoso, Arale. La armadura te molestaba, ¿cierto? Digo, porque te veías mucho más libre y feliz que cuando tenías la armadura puesta.
FDI= Di por asumido que Dulfary se detiene porque ve que la estaban observando ^^
Conocía lo suficiente a Daliny como para saber que no soportaría estar alejada de su amado durante mucho tiempo. Si uno sólo oyera hablar de su personalidad, sin verla, pensaría que era una fiel devota a Athanexis. Realmente su personalidad no parecía propia de alguien que veneraba a Sast, mucho menos de una persona que siguiera a Husge.
La tranquilidad que por fin se respiraba en el lugar me permitió pensar en ellos. En ese momento donde mi viaje tenía un rumbo fijo, no me importaba demasiado dónde estuviesen. Sólo deseaba que estén juntos. Daliny no soportaría estar alejada de él. Lo sabía, el amor que Talinthraxus despertaba en ella era exactamente el mismo que ella despertaba en mí. Nada más importaba. Ella sería capaz de entregar su cuerpo a cualquier desconocido con tal de asegurarse de que Talin estuviese a salvo. Lo adoraba, y él también la adoraba.
El viento me recordaba a ella. Su agilidad era algo realmente bello. El viento que iba y venía como si estuviese danzando, como si estuviese dirigido por una bella mano capaz de sanar heridas... Un segundo... ¿Qué sucedía allí?
Ya podía mover torpemente mi brazo derecho. Hice un gesto al búho, quien pareció comprenderme y, al taparme el ojo izquierdo, pude ver a través de ese animal mágico, que Arale, ya sin su armadura puesta, estaba danzando en la cubierta del barco. Me incorporé para verla con mis propios ojos. Esos movimientos me recordaban a Daliny. Al baile que ella, como cada seguidor de Sast, realizaba en cada aniversario de su nacimiento, para agradecer a la diosa el haberla elegido.
Cierto que los movimientos eran muy distintos, ya que era requisito para el baile de una mujer el tener el cabello bastante largo, para que éste fuese acariciado por el viento. Eso hacía muy distintos el baile de agradecimiento que Daliny realizaba y la danza que Arale estaba haciendo en ese momento en la cubierta. Cada año, Talin y yo estábamos en primera fila para verla, así como ella y yo observábamos cada nueva vida que Talinthraxus regaba con su sangre el día de su cumpleaños, o como ellos observaban mi internamiento en el volcán Cenz para ofrendarle un nuxo a la diosa.
Una bella amistad, y bastante completa. Los tres teníamos algún conocimiento de las historias de las tres diosas. Los tres conocíamos cada uno de los rituales que los devotos llevaban a cabo a cada una de las tres. Los tres... Se dibujó una melancólica sonrisa en mi rostro, al tiempo en que Arale se detenía y alzaba la vista hacia mi posición. De haber podido usar ambos brazos, la habría aplaudido por tan bella danza. Pero como no podía hacerlo, simplemente le hablé.
-Eso ha sido hermoso, Arale. La armadura te molestaba, ¿cierto? Digo, porque te veías mucho más libre y feliz que cuando tenías la armadura puesta.
FDI= Di por asumido que Dulfary se detiene porque ve que la estaban observando ^^
Última edición por Breigal el 01/09/11, 10:13 am, editado 1 vez
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Liberando la mente
-Ésta va por ti, Agnes...
Las botellas yacían como cadáveres en la habitación sólo iluminada por las últimas luces del ocaso. El caballero estaba sentado en un taburete frente a la ventana, y a su lado estaba la pequeña mesa en la que únicamente reposaba el adversario de ése momento, esperando ser vaciado por Arzhel en su obstinado combate.
Alzó el vaso en un brindis silencioso, y acto seguido lo vació. Había repetido el proceso muchas veces, siempre brindando por el primer hombre que mató, el más viejo de los fantasmas que lo acompañaban por las noches. Tenía diecisiete años, y no fue en la guerra, sino en una taberna. En un duelo de honor, a espada. Ni él ni su adversario querían batirse, pero un insulto proferido inconscientemente por su adversario contra la escuadra a la que Arzhel pertenecía, los vapores del vino y los gritos de los camaradas los obligaron. Era otro recluta joven, de su edad aproximadamente, y Arzhel lamentó esa muerte como si fuera una parte de su alma la que había perecido. Nunca supo su nombre.
Empezaba brindando por él, y luego por todos y cada uno de los hombres que habían caído bajo su espada en duelo o en combate personal. Menos, por supuesto, su padrastro: el único asesinato que no le inspiraba ningún remordimiento. También bebía por todos los que habían caído bajo su arma en la guerra, aunque no supiera su nombre y, en la mayoría de los casos, no los recordara. Pero eran camaradas: la bandera bajo la que se lucha es casual, y por tanto todos los hombres de armas, amigos y enemigos, merecen el mismo trato.
Seguidamente, brindaba por los camaradas muertos en la guerra: a veces junto a él, a veces en el otro extremo del campo de batalla. Por los compañeros y amigos caídos a su lado en duelos y escaramuzas, y -sobretodo, pues consideraba ésa la peor fortuna- por aquellos vencidos por la edad y las enfermedades.
Reservaba para los vivos los últimos tragos: al fin y al cabo, estar vivo solía ser -tampoco lo era siempre- motivo de celebración. Brindaba por ellos, mientras recordaba los innumerables momentos vividos a su lado.
Brindaba así por Florent el cara cortada, por Darien casco de oro, por Jarkeld el rojo y por tantos otros. Por villanos, soldados, oficiales, caballeros y espadachines. Últimamente, se había añadido a ésa lista el nombre del caballero de Moramailë.
-Va por vos, Lohengrin, camarada. Al final sí que parece estar en nuestro destino reencontrarnos.
Pero no era considerada la ofrenda como acabada hasta que no había brindado por la única mujer que realmente amó, y por el único fruto de dicho amor. Y sobretodo, por el gran amigo cuya confianza no había podido evitar defraudar.
-Y ésta va por vos, hijo mío, donde quiera que estéis... Juré que os encontraría, y lo haré -bebió, y volvió a rellenar la copa-. Y por vos, Nford, mi difunto amigo... Ya sabéis que lo siento. ¡No me miréis con esa faz torva, ya es suficiente el castigo de haberos traicionado!
Podía ver, con total claridad, la figura alta y robusta del campesino que, vestido con un blanco sudario, lo señalaba amenazador con el dedo desde la puerta del camarote.
-¡Atrás, atrás espectral visión! No soy capaz de heriros...
El hombre se hizo a un lado, y la puerta se abrió. Por ella empezaron a entrar todos, uno detrás de otro. Iba delante el joven recluta que había sido el primero en caer frente a él, y cuyo nombre ignoraba. Detrás iban los demás, algunos con sus armas desenvainadas. Otros lo señalaban con el dedo índice, al igual que seguía haciendo la blanca figura de Nford desde detrás de todos ellos.
El caballero cojió la espada y desenvainó, empezando a luchar contra los espectros que sólo él veía y dando grandes voces.
-¡Atrás! ¿Queréis que venga con vosotros, no es así? ¡Todavía no me uniré, todavía no ha llegado mi hora! -entre los fantasmas apareció, poniéndose delante de todos, la imagen de Agnes-. ¡Ah, señora mía! Sabed que vuestro encargo es lo único que me impide irme a reunir con mis camaradas.
Dicho esto, cayó al suelo de rodillas, respirando agitadamente.
Las botellas yacían como cadáveres en la habitación sólo iluminada por las últimas luces del ocaso. El caballero estaba sentado en un taburete frente a la ventana, y a su lado estaba la pequeña mesa en la que únicamente reposaba el adversario de ése momento, esperando ser vaciado por Arzhel en su obstinado combate.
Alzó el vaso en un brindis silencioso, y acto seguido lo vació. Había repetido el proceso muchas veces, siempre brindando por el primer hombre que mató, el más viejo de los fantasmas que lo acompañaban por las noches. Tenía diecisiete años, y no fue en la guerra, sino en una taberna. En un duelo de honor, a espada. Ni él ni su adversario querían batirse, pero un insulto proferido inconscientemente por su adversario contra la escuadra a la que Arzhel pertenecía, los vapores del vino y los gritos de los camaradas los obligaron. Era otro recluta joven, de su edad aproximadamente, y Arzhel lamentó esa muerte como si fuera una parte de su alma la que había perecido. Nunca supo su nombre.
Empezaba brindando por él, y luego por todos y cada uno de los hombres que habían caído bajo su espada en duelo o en combate personal. Menos, por supuesto, su padrastro: el único asesinato que no le inspiraba ningún remordimiento. También bebía por todos los que habían caído bajo su arma en la guerra, aunque no supiera su nombre y, en la mayoría de los casos, no los recordara. Pero eran camaradas: la bandera bajo la que se lucha es casual, y por tanto todos los hombres de armas, amigos y enemigos, merecen el mismo trato.
Seguidamente, brindaba por los camaradas muertos en la guerra: a veces junto a él, a veces en el otro extremo del campo de batalla. Por los compañeros y amigos caídos a su lado en duelos y escaramuzas, y -sobretodo, pues consideraba ésa la peor fortuna- por aquellos vencidos por la edad y las enfermedades.
Reservaba para los vivos los últimos tragos: al fin y al cabo, estar vivo solía ser -tampoco lo era siempre- motivo de celebración. Brindaba por ellos, mientras recordaba los innumerables momentos vividos a su lado.
Brindaba así por Florent el cara cortada, por Darien casco de oro, por Jarkeld el rojo y por tantos otros. Por villanos, soldados, oficiales, caballeros y espadachines. Últimamente, se había añadido a ésa lista el nombre del caballero de Moramailë.
-Va por vos, Lohengrin, camarada. Al final sí que parece estar en nuestro destino reencontrarnos.
Pero no era considerada la ofrenda como acabada hasta que no había brindado por la única mujer que realmente amó, y por el único fruto de dicho amor. Y sobretodo, por el gran amigo cuya confianza no había podido evitar defraudar.
-Y ésta va por vos, hijo mío, donde quiera que estéis... Juré que os encontraría, y lo haré -bebió, y volvió a rellenar la copa-. Y por vos, Nford, mi difunto amigo... Ya sabéis que lo siento. ¡No me miréis con esa faz torva, ya es suficiente el castigo de haberos traicionado!
Podía ver, con total claridad, la figura alta y robusta del campesino que, vestido con un blanco sudario, lo señalaba amenazador con el dedo desde la puerta del camarote.
-¡Atrás, atrás espectral visión! No soy capaz de heriros...
El hombre se hizo a un lado, y la puerta se abrió. Por ella empezaron a entrar todos, uno detrás de otro. Iba delante el joven recluta que había sido el primero en caer frente a él, y cuyo nombre ignoraba. Detrás iban los demás, algunos con sus armas desenvainadas. Otros lo señalaban con el dedo índice, al igual que seguía haciendo la blanca figura de Nford desde detrás de todos ellos.
El caballero cojió la espada y desenvainó, empezando a luchar contra los espectros que sólo él veía y dando grandes voces.
-¡Atrás! ¿Queréis que venga con vosotros, no es así? ¡Todavía no me uniré, todavía no ha llegado mi hora! -entre los fantasmas apareció, poniéndose delante de todos, la imagen de Agnes-. ¡Ah, señora mía! Sabed que vuestro encargo es lo único que me impide irme a reunir con mis camaradas.
Dicho esto, cayó al suelo de rodillas, respirando agitadamente.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Liberando la mente
... hasta que ocurrieron dos cosas, la primera, sentirse observada, la segunda oír voces. Pero fue el halago de Breigal lo que la hizo sonrojar.
Desde su posición, lo observó y según asimilaba sus palabras, se iba sonrojando más, hasta que tuvo que apartar la vista.
- Ah... sí, es incomoda... - admitió sin pudor alguno sobre ese punto, ni siendo consiente que a términos prácticos estaba en paños menores - Creí que estaba sola, si no, no habría ... - el grito atrajo su atención. Se giró bruscamente en dirección a la fuente y sin mirar a Breigal, emprendió la carrera hacia lo gritos.
- Como es que ataca a su amigo?? - bajó las escaleras que llevaban a los camarotes (si es que no me perdí en la descripción) de dos saltos, sus pies derraparon al tratar de detenerse en la única habitación con la puerta abierta y lo que vio la dejó quieta... el caballero estaba de rodillas, como si estuviera vencido. Meterse en la habitación, estando Arzhel en ese estado le pareció un poco grosero de su parte, pero lo más sensible de ella la impulsaba a moverse.
- Arzhel... tú... - miró diferentes puntos de la habitación, botellas vacías, un vaso tirado, su expresión de preocupación, cambió - estas borracho? - a una mueca de extrañeza.
Desde su posición, lo observó y según asimilaba sus palabras, se iba sonrojando más, hasta que tuvo que apartar la vista.
- Ah... sí, es incomoda... - admitió sin pudor alguno sobre ese punto, ni siendo consiente que a términos prácticos estaba en paños menores - Creí que estaba sola, si no, no habría ... - el grito atrajo su atención. Se giró bruscamente en dirección a la fuente y sin mirar a Breigal, emprendió la carrera hacia lo gritos.
- Como es que ataca a su amigo?? - bajó las escaleras que llevaban a los camarotes (si es que no me perdí en la descripción) de dos saltos, sus pies derraparon al tratar de detenerse en la única habitación con la puerta abierta y lo que vio la dejó quieta... el caballero estaba de rodillas, como si estuviera vencido. Meterse en la habitación, estando Arzhel en ese estado le pareció un poco grosero de su parte, pero lo más sensible de ella la impulsaba a moverse.
- Arzhel... tú... - miró diferentes puntos de la habitación, botellas vacías, un vaso tirado, su expresión de preocupación, cambió - estas borracho? - a una mueca de extrañeza.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Liberando la mente
Hubiese jurado que Arale se sonrojaba ante mis palabras. Eso era, al menos, raro, teniendo en cuenta que hasta hacía unos pocos minutos parecía querer hacerme la vida imposible. Confesó que la armadura le era incómoda. La entendía, yo debía ser de los diez seguidores de Husge a los que no les gustaba vestir una armadura. Los gritos que se dejaron oír poco después nos obligaron a dejar de prestar atención al otro. Esa era la voz de Arzhel. Salté de la plataforma y fui tras Arale, rumbo a uno de los camarotes.
Por alguna razón, no me detuve a pensar por qué Arzhel tardaba tanto en regresar, hasta ese momento, donde la respuesta llegó incluso antes que la pregunta. Él se encontraba arrodillado en el suelo, había varias botellas de vino dispersas por todo el camarote. Su espada estaba desenvainada.
-¿Muertos? -le pregunté. Realmente, me parecía evidente que Arzhel estaba borracho, y no habría demasiadas explicaciones para justificar el hecho de que su espada estuviese desenvainada. O habían aparecido muertos de su pasado como Caballero, o bien se hicieron presentes sus grandes temores.
-Son demasiadas- murmuró Phabendior. Entonces, observé las botellas...
-Cinco -respondí. Realmente desconocía la tolerancia que los humanos tenían por el alcohol, pero esa cantidad me parecía demasiado excesiva.
-Sí. Deberías hacer algo con ese hombre.
-Arzhel... Dame tu espada. -Me acerqué cautamente a él -No te servirá contra los fantasmas del alcohol, caballero. En caso de que vuelvan a aparecer, usa esto -le dije luego, ofreciéndole mi espada-. Te sorprendería el poder que tiene. Tranquilo, me quedaré a hacerte compañía si así lo deseas. O puedo dejarte solo.
Se notaba que ese pobre humano no estaba bien. Si volvía a luchar contra cosas invisibles, podía hacerse daño.
-Arale, deberíamos respetar lo que decida. -Luego acerqué mi boca a su oído para asegurarme de que Arzhel no pudiese oír.- Mi espada no le servirá para nada, no hay riesgo de que se lastime si vuelve a tener visiones.
Por alguna razón, no me detuve a pensar por qué Arzhel tardaba tanto en regresar, hasta ese momento, donde la respuesta llegó incluso antes que la pregunta. Él se encontraba arrodillado en el suelo, había varias botellas de vino dispersas por todo el camarote. Su espada estaba desenvainada.
-¿Muertos? -le pregunté. Realmente, me parecía evidente que Arzhel estaba borracho, y no habría demasiadas explicaciones para justificar el hecho de que su espada estuviese desenvainada. O habían aparecido muertos de su pasado como Caballero, o bien se hicieron presentes sus grandes temores.
-Son demasiadas- murmuró Phabendior. Entonces, observé las botellas...
-Cinco -respondí. Realmente desconocía la tolerancia que los humanos tenían por el alcohol, pero esa cantidad me parecía demasiado excesiva.
-Sí. Deberías hacer algo con ese hombre.
-Arzhel... Dame tu espada. -Me acerqué cautamente a él -No te servirá contra los fantasmas del alcohol, caballero. En caso de que vuelvan a aparecer, usa esto -le dije luego, ofreciéndole mi espada-. Te sorprendería el poder que tiene. Tranquilo, me quedaré a hacerte compañía si así lo deseas. O puedo dejarte solo.
Se notaba que ese pobre humano no estaba bien. Si volvía a luchar contra cosas invisibles, podía hacerse daño.
-Arale, deberíamos respetar lo que decida. -Luego acerqué mi boca a su oído para asegurarme de que Arzhel no pudiese oír.- Mi espada no le servirá para nada, no hay riesgo de que se lastime si vuelve a tener visiones.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Liberando la mente
El caballero se alzó, aún ligeramente tambaleante. Dejó que hablaran ambos, y tras hacer una floritura con la zurda -pues la diestra sostenía la espada aún-, inclinó la cabeza y habló. Su voz delataba los efectos del vino, aunque tampoco podía decirse que fuera el habla de un hombre completamente borracho.
-¿Borracho? ¿Muertos? Algunos, algunos... Cuando uno llega a cierta edad, señores, hace falta algo que pueda impedir a los fantasmas que salgan de sus tumbas... en el peor momento. Los fantasmas, señores, exigen sangre y cada cual los aplaca como puede...
El pelirrojo se acercó a él y le requirió la espada. Arzhel levantó la palma izquierda frente a él.
-Detenéos. Nadie, nadie ha tocado la espada de los Loïc sin mi permiso. Sólo un hombre, y no querráis saber lo que le ocurrió después. No os lo toméis a mal, maese, pero aunque os extrañe el alcohol todavía no ha tenido la virtud de derrotarme.
Era cierto. Era una batalla sorda y tenaz con el vino y los fantasmas que éste invocaba, pero por mucho que hasta el propio Arzhel supiera que era el único combate que no podría ganar -el combate contra la misma muerte-, eso no le impediría seguir peleando y alargando la batalla.
-En cuanto a empuñar la espada de otro... no os ofendáis si rehúso. Disculpad.
Pasó entre ambos con un paso sólo un poco tambaleante y salió del camarote, tras envainar la espada. Sin mirar si le seguían o no, puso rumbo a la cubierta. Le apetecía tomar el aire y refrescarse un poco con el viento bajo el cielo estrellado.
-¿Borracho? ¿Muertos? Algunos, algunos... Cuando uno llega a cierta edad, señores, hace falta algo que pueda impedir a los fantasmas que salgan de sus tumbas... en el peor momento. Los fantasmas, señores, exigen sangre y cada cual los aplaca como puede...
El pelirrojo se acercó a él y le requirió la espada. Arzhel levantó la palma izquierda frente a él.
-Detenéos. Nadie, nadie ha tocado la espada de los Loïc sin mi permiso. Sólo un hombre, y no querráis saber lo que le ocurrió después. No os lo toméis a mal, maese, pero aunque os extrañe el alcohol todavía no ha tenido la virtud de derrotarme.
Era cierto. Era una batalla sorda y tenaz con el vino y los fantasmas que éste invocaba, pero por mucho que hasta el propio Arzhel supiera que era el único combate que no podría ganar -el combate contra la misma muerte-, eso no le impediría seguir peleando y alargando la batalla.
-En cuanto a empuñar la espada de otro... no os ofendáis si rehúso. Disculpad.
Pasó entre ambos con un paso sólo un poco tambaleante y salió del camarote, tras envainar la espada. Sin mirar si le seguían o no, puso rumbo a la cubierta. Le apetecía tomar el aire y refrescarse un poco con el viento bajo el cielo estrellado.
Última edición por Arzhel de Loïc el 02/09/11, 03:06 pm, editado 1 vez
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Liberando la mente
- Arzhel, vamos, suelta esa espada, puedes hacerte daño – pidió con suavidad, pero notoriamente preocupada, para entonces, Breigal ya había pasado junto a ella intentando persuadirlo con algo más que palabras. Por supuesto, como era de esperarse de un Caballero, no dejó que tomaran su espada; no pudo evitar sonreír con gracia ante el asunto. Tal vez no estaba tan ebrio, tal vez conservaba todos sus sentidos o simplemente era que su honor y su apego al arma era más fuerte que cualquier otra cosa… a quien le había visto esas mismas actitudes?
Aun así, se adelantó a una posible respuesta hostil, en especial por sus palabras que por poco mueven temores profundos en Dulfary
- Sólo queremos ayudarte, tranquilo – avanzó un paso y miró extrañada a Breigal. Ese tipo, con esa espada, con esa habilidad, POR SUPUESTO QUE RESPETARIA LO QUE DECIDIERA SI ESTABA EBRIO!!!! Sonrió sarcástica, no era tan tonta como para… bueno, si lo era, pero aun así asintió y sólo entonces dejó descolgar desde su manga el kunai que guardaba en esta, interponiendo la aguda y afilada punta entre Breigal y ella, cuando se le acercó a susurrarle al oído.
~ atrás demonio ~ sólo lo pensó pero su mirada trató de ser clara al respecto… y lo habría sido de no ser porque Arzhel pasó entre ellos separándolos.
- Parece ser que no soy la única con un pasado pisándole los talones, eh? – se sinceró con Breigal cuando Arzhel les daba ya la espalda para irse a vaya uno a saber donde – Aun tienes más vino, hidromiel o cerveza? Es mejor que no acceda a nada de eso mientras llegamos a Kuzueth – sin esperar respuesta caminó detrás de Arzhel, a la cubierta, observándolo desde la distancia como miraba las estrellas, como se dejaba consumir por los mentados fantasmas. Ahí estaba de nuevo la expresión compasiva en demoniacos ojos rojos. El hombre tenía un buen corazón, duro, estricto disciplinado, honorable; un bueno corazón. Los cerró un momento y el viento, obediente y colaborador, fue a él para consolarlo un poco con su sutil movimiento, con imperceptibles caricias
- No me atrevo a hacer más… -
Aun así, se adelantó a una posible respuesta hostil, en especial por sus palabras que por poco mueven temores profundos en Dulfary
- Sólo queremos ayudarte, tranquilo – avanzó un paso y miró extrañada a Breigal. Ese tipo, con esa espada, con esa habilidad, POR SUPUESTO QUE RESPETARIA LO QUE DECIDIERA SI ESTABA EBRIO!!!! Sonrió sarcástica, no era tan tonta como para… bueno, si lo era, pero aun así asintió y sólo entonces dejó descolgar desde su manga el kunai que guardaba en esta, interponiendo la aguda y afilada punta entre Breigal y ella, cuando se le acercó a susurrarle al oído.
~ atrás demonio ~ sólo lo pensó pero su mirada trató de ser clara al respecto… y lo habría sido de no ser porque Arzhel pasó entre ellos separándolos.
- Parece ser que no soy la única con un pasado pisándole los talones, eh? – se sinceró con Breigal cuando Arzhel les daba ya la espalda para irse a vaya uno a saber donde – Aun tienes más vino, hidromiel o cerveza? Es mejor que no acceda a nada de eso mientras llegamos a Kuzueth – sin esperar respuesta caminó detrás de Arzhel, a la cubierta, observándolo desde la distancia como miraba las estrellas, como se dejaba consumir por los mentados fantasmas. Ahí estaba de nuevo la expresión compasiva en demoniacos ojos rojos. El hombre tenía un buen corazón, duro, estricto disciplinado, honorable; un bueno corazón. Los cerró un momento y el viento, obediente y colaborador, fue a él para consolarlo un poco con su sutil movimiento, con imperceptibles caricias
- No me atrevo a hacer más… -
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Liberando la mente
La reacción de Arzhel cuando quise quitarle su espada me recordó remotamente al padre de Daliny. Un guerrero nacido para combatir, que no se separaba de su arma bajo ninguna circunstancia. Cierto que el padre de Daliny era muy apegado a su hacha, no a su espada, pero en algún punto, comprendía esa reacción.
Los ojos de Arale volvían a mostrarse amenazadores, nuevamente me encontraba siendo amenazado por esa joven.
-Phab, creo que nos hemos equivocado de prisionero. De repente ese sujeto no parece tan insoportable.
Observé a Arzhel marcharse rumbo a cubierta, probablemente a respirar aire fresco. Las palabras de Arale me resultaron enormemente ofensivas.
-No necesito que me lo digas para tomar esa medida, chica de ojos rojos -le respondí, lo suficientemente alto como para asegurarme de que me oyera, pues ya había partido tras Arzhel. Una vez dicha esa frase, caminé rumbo a la bodega, ubicada al fondo del pasillo.
-Parece ser que ella también tiene un pasado turbio. Quizás también mató a alguien.
-Es una maniática de la vida. Una copia barata de Athanexis.
-Me recuerda a Talinthraxus cuando era niño.
-Talin es muy distinto. -Ya me encontraba en el interior de la bodega, acomodando algunas cosas, más para hacer tiempo que para cualquier otra cosa.- Ella defiende cualquier vida, como una perfecta idiota. Talin sabe que a veces no hay más opciones que asesinar.
-Quizás ella mató a alguien, y justamente es su manía por defender la vida lo que hace de su pasado algo turbio.
-Lo dicho. Una idiota -sentencié mientras cerraba las puertas de la bodega bajo tres cerraduras, mientras que dejé cuatro llaves junto a la puerta.
-Buena idea.
-Sí, no serviría tenerlas encima.
Los ojos de Arale volvían a mostrarse amenazadores, nuevamente me encontraba siendo amenazado por esa joven.
-Phab, creo que nos hemos equivocado de prisionero. De repente ese sujeto no parece tan insoportable.
Observé a Arzhel marcharse rumbo a cubierta, probablemente a respirar aire fresco. Las palabras de Arale me resultaron enormemente ofensivas.
-No necesito que me lo digas para tomar esa medida, chica de ojos rojos -le respondí, lo suficientemente alto como para asegurarme de que me oyera, pues ya había partido tras Arzhel. Una vez dicha esa frase, caminé rumbo a la bodega, ubicada al fondo del pasillo.
-Parece ser que ella también tiene un pasado turbio. Quizás también mató a alguien.
-Es una maniática de la vida. Una copia barata de Athanexis.
-Me recuerda a Talinthraxus cuando era niño.
-Talin es muy distinto. -Ya me encontraba en el interior de la bodega, acomodando algunas cosas, más para hacer tiempo que para cualquier otra cosa.- Ella defiende cualquier vida, como una perfecta idiota. Talin sabe que a veces no hay más opciones que asesinar.
-Quizás ella mató a alguien, y justamente es su manía por defender la vida lo que hace de su pasado algo turbio.
-Lo dicho. Una idiota -sentencié mientras cerraba las puertas de la bodega bajo tres cerraduras, mientras que dejé cuatro llaves junto a la puerta.
-Buena idea.
-Sí, no serviría tenerlas encima.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Liberando la mente
-La espada no se suelta nunca, milady. Es la única compañera que se mantiene firme a vuestro lado, incluso cuando estáis solo; cuando veis a los hombres bajo vuestro mando caer bajo lluvias de fuego y flechas, cuando veis acercarse a un enemigo con el arma desenvainada y vos estáis en el suelo, malherido... Entonces, la espada es la única compañera -había respondido el caballero a la muchacha
Luego el caballero había pasado silencioso entre ambos, sin darse cuenta de lo tensa que se había vuelto la situación en el camarote tras que el pelirrojo se acercase a la muchacha. Se dirigió a la cubierta, aunque pudo oír gritar unas palabras a Breigal, sobre que no necesitaba el consejo de la muchacha de ojos rojos. Pues si Breigal no necesita los consejos de la muchacha de ojos rojos, Arzhel no necesita los consejos de Breigal, pensó. Qué sabrá este tipo... Para un mago todo es muy fácil. Unas palabritas por allí, unos movimientos de varita por allá... la magia facilita demasiado las cosas. Alguien de una raza superior con conocimientos mágicos no podrá entender nunca lo duro que es ser un humano, un simple humano cuya única arma es una espada y cuya vida pende constantemente de un hilo.
En eso pensaba Arzhel mientras, desde el oscuro castillo de popa, contemblaba las estrellas. La visión era fantástica... La luna, magnífica, redonda, se alzaba como un disco de plata en medio de un enjambre de diamantes minúsculos, y se reflejaban en el agua de fondo negro como la brea, hasta el punto que no podría uno decir dónde empezaba el mar y donde terminaba el cielo.
El viento pronto pareció cambiar por completo, y una brisa, agradablemente fresca, empezó a acariciarle el rostro. Suspiró mientras creía ver en la luna el rostro de su amada Agnes.
-No, no -dijo de repente, mientras negaba con la cabeza, intentando alejar tanto a sus fantasmas como a los últimos vapores del alcohol. No se había portado bien con sus compañeros de viaje, pensó. La muchacha le había parecido preocupada por él, y no le había dicho nada. Se volvió y, para su sorpresa, la vio observándolo desde lejos, en la cubierta.
Bajo las escaleras y se acercó a ella, ya sin rastro de los efectos del vino en él.
-No sabéis cuan penoso me resulta que hayáis contemplado la escena de antes. Los fantasmas no se ahogan con vino, pues sólo se saciarán con sangre... con mi sangre. Y no me resultaría del todo ingrata la idea de unirme a ellos si no tuviera una última misión que cumplir. Mientras tanto, los aplaco con vino, que es lo más parecido a la sangre que se les puede ofrendar... -dicho esto, el tono cambió a uno más duro si era posible-. Tiene suerte nuestro amigo el pelirrojo... Tiene suerte de que no es de aquí, y no sabe lo que ha hecho al requerirme la espada...
Luego el caballero había pasado silencioso entre ambos, sin darse cuenta de lo tensa que se había vuelto la situación en el camarote tras que el pelirrojo se acercase a la muchacha. Se dirigió a la cubierta, aunque pudo oír gritar unas palabras a Breigal, sobre que no necesitaba el consejo de la muchacha de ojos rojos. Pues si Breigal no necesita los consejos de la muchacha de ojos rojos, Arzhel no necesita los consejos de Breigal, pensó. Qué sabrá este tipo... Para un mago todo es muy fácil. Unas palabritas por allí, unos movimientos de varita por allá... la magia facilita demasiado las cosas. Alguien de una raza superior con conocimientos mágicos no podrá entender nunca lo duro que es ser un humano, un simple humano cuya única arma es una espada y cuya vida pende constantemente de un hilo.
En eso pensaba Arzhel mientras, desde el oscuro castillo de popa, contemblaba las estrellas. La visión era fantástica... La luna, magnífica, redonda, se alzaba como un disco de plata en medio de un enjambre de diamantes minúsculos, y se reflejaban en el agua de fondo negro como la brea, hasta el punto que no podría uno decir dónde empezaba el mar y donde terminaba el cielo.
El viento pronto pareció cambiar por completo, y una brisa, agradablemente fresca, empezó a acariciarle el rostro. Suspiró mientras creía ver en la luna el rostro de su amada Agnes.
-No, no -dijo de repente, mientras negaba con la cabeza, intentando alejar tanto a sus fantasmas como a los últimos vapores del alcohol. No se había portado bien con sus compañeros de viaje, pensó. La muchacha le había parecido preocupada por él, y no le había dicho nada. Se volvió y, para su sorpresa, la vio observándolo desde lejos, en la cubierta.
Bajo las escaleras y se acercó a ella, ya sin rastro de los efectos del vino en él.
-No sabéis cuan penoso me resulta que hayáis contemplado la escena de antes. Los fantasmas no se ahogan con vino, pues sólo se saciarán con sangre... con mi sangre. Y no me resultaría del todo ingrata la idea de unirme a ellos si no tuviera una última misión que cumplir. Mientras tanto, los aplaco con vino, que es lo más parecido a la sangre que se les puede ofrendar... -dicho esto, el tono cambió a uno más duro si era posible-. Tiene suerte nuestro amigo el pelirrojo... Tiene suerte de que no es de aquí, y no sabe lo que ha hecho al requerirme la espada...
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Liberando la mente
Asintió a las palabras de Arzhel, sobre no soltar la espada. No era la primera persona que lo mostraba, su padre con la katana, Sheik con su lira, Dante y su espada, Kelisay y sus armas, suspiró. No tenía que explicárselo, ella lo entendía, nunca había llegado a ese nivel de codependencia con sus armas (si con el viento) pero entendía lo que decía y lo más profundo de su ser sabía que cada palabra cierta, dura y dolorosamente cierta. Al final, sólo se estaba uno y su arma.
Lo solemne de sus palabras habría calado aun más en el joven alma de la niña, de no ser por el comentario de Breigal.
~ Phab, Phab, Phab ~ no más lo pensó, pero el deseo de decirlo tuvo que morir en un suspiro y una sonrisa de sentirse satisfecha por lograr su propósito. Si lograba fastidiarlo, podría hacerlo perder control y por tanto obtener ventaja de él. ~ quien diría que las técnicas mas infantiles funcionaran jijiji ~ por supuesto, el esfuerzo por no reírse cuando le dijo en voz alta que no necesitaba su consejo para proceder, fue supremo y sólo superado por su preocupación por Arzhel. De lo que Breigal no se salvó fue de que ella se girara por un instante y le sacara la lengua.
Por fortuna, se perdió la conversación entre Phab y Breigal. En su lugar estaba en el lugar indicado, en el momento indicado, por primera vez, cosa desconcertante para ella. Cuando Arzhel dirigió una mirada a ella, trató de ocultarse para no importunarlo, sin embargo fue tarde, así que le ofreció su mejor sonrisa para hacerlo sentir mejor, si es que tal cosa era posible, sobretodo teniendo en cuenta todo cuanto le dijo.
- No te preocupes por eso, cuando uno está de malas, está de malas y quedarse con las cosas que te atormentan por dentro no ayudan en lo absoluto. No seré yo quien te reproche... - debía escoger muy bien sus palabras, no quería afectarlo aun mas, mucho menos ofenderle - Yo siempre creí que el vino solo servía para... bueno, para tomarlo en los bares y fiestas, sí le da resultado? o solo los atrae más? Arzhel, yo sé que no es de mi incumbencia, que quizá pasen muchos años antes que logre siquiera vislumbrar el por qué los fantasmas de su pasado lo persiguen, pero no puedo creer que es tan penosa es su vida que en verdad quiere ir con ellos. Yo lo que creo es que tú, a diferencia de muchos, si tienes consciencia, pero te has dejado devorar la mente por las culpas, como seguramente también lo hago yo, o es que tienes alguna clase de hechizo o maldición encima que te hace ver realmente a esos fantasmas?, no hay nada que lo ate a este mundo más allá que esa misión? Estoy segura, sin conocerlo en nada, que para alguien en el mundo, tu sangre es muy valiosa, sobre todo a dentro de tu cuerpo... - habló rápido, casi sin tomar aire entre una palabra y otra, entre una frase y otra, pero al final dudó y con eso bajó la voz y la vista.
- Lo siento, no debí... perdón - se disculpó dándose cuenta que tal vez se había pasado de la raya, que su escasa experiencia no daba para entenderlo todo.
- Desde hace cuanto son compañeros Breigal y tú? Son bastante dispares como equipo - preguntó con curiosidad.
Lo solemne de sus palabras habría calado aun más en el joven alma de la niña, de no ser por el comentario de Breigal.
~ Phab, Phab, Phab ~ no más lo pensó, pero el deseo de decirlo tuvo que morir en un suspiro y una sonrisa de sentirse satisfecha por lograr su propósito. Si lograba fastidiarlo, podría hacerlo perder control y por tanto obtener ventaja de él. ~ quien diría que las técnicas mas infantiles funcionaran jijiji ~ por supuesto, el esfuerzo por no reírse cuando le dijo en voz alta que no necesitaba su consejo para proceder, fue supremo y sólo superado por su preocupación por Arzhel. De lo que Breigal no se salvó fue de que ella se girara por un instante y le sacara la lengua.
Por fortuna, se perdió la conversación entre Phab y Breigal. En su lugar estaba en el lugar indicado, en el momento indicado, por primera vez, cosa desconcertante para ella. Cuando Arzhel dirigió una mirada a ella, trató de ocultarse para no importunarlo, sin embargo fue tarde, así que le ofreció su mejor sonrisa para hacerlo sentir mejor, si es que tal cosa era posible, sobretodo teniendo en cuenta todo cuanto le dijo.
- No te preocupes por eso, cuando uno está de malas, está de malas y quedarse con las cosas que te atormentan por dentro no ayudan en lo absoluto. No seré yo quien te reproche... - debía escoger muy bien sus palabras, no quería afectarlo aun mas, mucho menos ofenderle - Yo siempre creí que el vino solo servía para... bueno, para tomarlo en los bares y fiestas, sí le da resultado? o solo los atrae más? Arzhel, yo sé que no es de mi incumbencia, que quizá pasen muchos años antes que logre siquiera vislumbrar el por qué los fantasmas de su pasado lo persiguen, pero no puedo creer que es tan penosa es su vida que en verdad quiere ir con ellos. Yo lo que creo es que tú, a diferencia de muchos, si tienes consciencia, pero te has dejado devorar la mente por las culpas, como seguramente también lo hago yo, o es que tienes alguna clase de hechizo o maldición encima que te hace ver realmente a esos fantasmas?, no hay nada que lo ate a este mundo más allá que esa misión? Estoy segura, sin conocerlo en nada, que para alguien en el mundo, tu sangre es muy valiosa, sobre todo a dentro de tu cuerpo... - habló rápido, casi sin tomar aire entre una palabra y otra, entre una frase y otra, pero al final dudó y con eso bajó la voz y la vista.
- Lo siento, no debí... perdón - se disculpó dándose cuenta que tal vez se había pasado de la raya, que su escasa experiencia no daba para entenderlo todo.
- Desde hace cuanto son compañeros Breigal y tú? Son bastante dispares como equipo - preguntó con curiosidad.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Liberando la mente
Que me sacara la lengua me hizo darme cuenta de algo: así como yo cargaba con muchos más años de los que aparentaba, ella cargaba con muchos menos. O quizás sólo quería fastidiarme por el simple gusto de fastidiar.
Una vez cerrada la puerta de la bodega, decidí subir a cubierta para que el búho de Sast comenzara a buscar en alguna de las islas. Mientras subía, pude oír pequeños fragmentos de una conversación entre mis huéspedes. Conversación que realmente no me importaba, pero fui advertido por Phab de que Arale me nombraba.
-¿Qué dijo? -pregunté a mi guardián, mientras me detenía al pie de la plataforma central, donde aún descansaba el búho brindado por la diosa de Daliny.
-Quiere saber desde cuándo son compañeros tú y Arzhel.
-Sí, eso creí. Sólo espero que le sea sincero. -Subí las escaleras y le hice un gesto con la cabeza al búho, tras lo cual levantó vuelo y se dirigió a una isla divisada a lo lejos.- Tal parece que ustedes son algo malo por aquí. Daliny y Talin pueden estar en problemas.
-Salket y Raznet son bastante fuertes. Sin duda estarán a salvo.
-Como le hayan tocado un pelo a Daliny... Sólo uno...
-Lo sé, Breigal. Lo sé.
-¿Dónde están? -grité al cielo, teniendo la esperanza absurda de que alguno de los dos pudiese oírme. Descendí rápidamente, tan rápido que pareció que me rompería la cara contra el suelo, pero no lo hice. Luego miré a mis dos acompañantes de turno. -¿Ustedes estarían dispuestos a ayudarme a encontrarlos?
Cada segundo que pasaba parecía eterno, desde que supe que los demonios eran considerados seres de oscuridad por esos lares. Cada segundo que tardara en encontrar a mis amigos podía ser la diferencia entre hallarlos vivos o muertos.
Una vez cerrada la puerta de la bodega, decidí subir a cubierta para que el búho de Sast comenzara a buscar en alguna de las islas. Mientras subía, pude oír pequeños fragmentos de una conversación entre mis huéspedes. Conversación que realmente no me importaba, pero fui advertido por Phab de que Arale me nombraba.
-¿Qué dijo? -pregunté a mi guardián, mientras me detenía al pie de la plataforma central, donde aún descansaba el búho brindado por la diosa de Daliny.
-Quiere saber desde cuándo son compañeros tú y Arzhel.
-Sí, eso creí. Sólo espero que le sea sincero. -Subí las escaleras y le hice un gesto con la cabeza al búho, tras lo cual levantó vuelo y se dirigió a una isla divisada a lo lejos.- Tal parece que ustedes son algo malo por aquí. Daliny y Talin pueden estar en problemas.
-Salket y Raznet son bastante fuertes. Sin duda estarán a salvo.
-Como le hayan tocado un pelo a Daliny... Sólo uno...
-Lo sé, Breigal. Lo sé.
-¿Dónde están? -grité al cielo, teniendo la esperanza absurda de que alguno de los dos pudiese oírme. Descendí rápidamente, tan rápido que pareció que me rompería la cara contra el suelo, pero no lo hice. Luego miré a mis dos acompañantes de turno. -¿Ustedes estarían dispuestos a ayudarme a encontrarlos?
Cada segundo que pasaba parecía eterno, desde que supe que los demonios eran considerados seres de oscuridad por esos lares. Cada segundo que tardara en encontrar a mis amigos podía ser la diferencia entre hallarlos vivos o muertos.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Liberando la mente
La ligera ingenuidad de las palabras de la muchacha le hizo soltar una carcajada. Pero no una de esas que soltaba el caballero en situaciones comprometidas, amarga y seca, sino sincera.
-Tranquila, tranquila, no debes disculparte. Eres muy joven todavía quizá para entender... No es ninguna maldición más que la de la cordura y la razón... Los cobardes, los brutos, los fanáticos, los locos y los sanguinarios están extentos de ello... Ellos no ven por las noches lo que ven los hombres con algo de lucidez... Son los fantasmas de todos los hombres que he matado, que me exigen, durante cada noche de mi vida, que page con mi sangre la que les hice derramar a ellos... Que me señalan con reproche por haber sido ellos, y no yo... Son también los fantasmas de mis camaradas, que me piden que reúna con ellos después de tantos años...
El caballero hizo una pausa, mirando al mar, y luego prosiguió.
-No es que sea penosa mi existencia, milady, pero en esos momentos en los que lo vienen a uno a visitar, sobretodo los menos amigables, uno contempla el filo de su espada con otros ojos... Pero tranquila -siguió, sonriendo a la joven-, como ya os he dicho, tengo una misión que cumplir y ése es un motivo lo suficientemente fuerte para que en lugar de rendirme a ellos, los combata con toda mi alma. Lo que único que hace falta es una razón para decirles que no, y algo que ayude a aplacarlos hasta que baje el telón con algo parecido que la sangre... Porque a los muertos hay que honrarlos, de todos modos.
No era algo habitual que el caballero hablara en esos términos con alguien, menos con alguien que acabara de conocer. Sin embargo, por mucho que se pudiera sincerar, los más íntimos -y terribles- fantasmas se los seguía guardando única y exclusivamente para él.
-¿Breigal y yo? -alzó una ceja-. Breigal y yo somos compañeros desde que ésta mañana un guardia nos exigió los salvoconductos. Mi navío naufragó cerca de Thialir, tras un combate con cierto barco sin enseña pero que sé muy bien a qué ducado pertenecía. El barco provenía de Trinacria y mi intención era llegar a Rhylia, pero debido a la tensión entre ambos ducados, carecía de salvoconducto. Yo llegué sobre un madero del barco a Thialir, y allí conocí a maese Breigal... La coincidencia de que ambos buscáramos a alguien por el archipiélago nos hizo seguir hablando, y luego llegó la patrulla. Pero sabed que de antes no nos conocíamos de nada y que no, no tengo nada en contra de los paladines, o casi. Mirad de hecho que creo ser amigo de uno y todo...
Un grito desesperado al cielo hizo girarse al caballero, que vio como se acercaba Breigal. Tras su pregunta, el caballero se encogió de hombros.
-Yo tengo que encontrar también a un muchacho... No veo por qué nuestra búsqueda no puede hacerse conjunta en un determinado momento
-Tranquila, tranquila, no debes disculparte. Eres muy joven todavía quizá para entender... No es ninguna maldición más que la de la cordura y la razón... Los cobardes, los brutos, los fanáticos, los locos y los sanguinarios están extentos de ello... Ellos no ven por las noches lo que ven los hombres con algo de lucidez... Son los fantasmas de todos los hombres que he matado, que me exigen, durante cada noche de mi vida, que page con mi sangre la que les hice derramar a ellos... Que me señalan con reproche por haber sido ellos, y no yo... Son también los fantasmas de mis camaradas, que me piden que reúna con ellos después de tantos años...
El caballero hizo una pausa, mirando al mar, y luego prosiguió.
-No es que sea penosa mi existencia, milady, pero en esos momentos en los que lo vienen a uno a visitar, sobretodo los menos amigables, uno contempla el filo de su espada con otros ojos... Pero tranquila -siguió, sonriendo a la joven-, como ya os he dicho, tengo una misión que cumplir y ése es un motivo lo suficientemente fuerte para que en lugar de rendirme a ellos, los combata con toda mi alma. Lo que único que hace falta es una razón para decirles que no, y algo que ayude a aplacarlos hasta que baje el telón con algo parecido que la sangre... Porque a los muertos hay que honrarlos, de todos modos.
No era algo habitual que el caballero hablara en esos términos con alguien, menos con alguien que acabara de conocer. Sin embargo, por mucho que se pudiera sincerar, los más íntimos -y terribles- fantasmas se los seguía guardando única y exclusivamente para él.
-¿Breigal y yo? -alzó una ceja-. Breigal y yo somos compañeros desde que ésta mañana un guardia nos exigió los salvoconductos. Mi navío naufragó cerca de Thialir, tras un combate con cierto barco sin enseña pero que sé muy bien a qué ducado pertenecía. El barco provenía de Trinacria y mi intención era llegar a Rhylia, pero debido a la tensión entre ambos ducados, carecía de salvoconducto. Yo llegué sobre un madero del barco a Thialir, y allí conocí a maese Breigal... La coincidencia de que ambos buscáramos a alguien por el archipiélago nos hizo seguir hablando, y luego llegó la patrulla. Pero sabed que de antes no nos conocíamos de nada y que no, no tengo nada en contra de los paladines, o casi. Mirad de hecho que creo ser amigo de uno y todo...
Un grito desesperado al cielo hizo girarse al caballero, que vio como se acercaba Breigal. Tras su pregunta, el caballero se encogió de hombros.
-Yo tengo que encontrar también a un muchacho... No veo por qué nuestra búsqueda no puede hacerse conjunta en un determinado momento
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Liberando la mente
Quizá Arzhel y Breigal no llegarían a imaginarse que tan joven realmente era Dulfary, cuanto experiencia podía faltarle en la vida y aun así, cuan amplia era su mente para absorber nuevas vivencias y asimilarlas de la mejor manera posible, como las palabras que le decía en ese momento Arzhel.
No se tomó a mal la risa del caballero, al contrario, ella seguía creyendo que quienes eran capaces de reír con tanta naturalidad eran personas de bien o en su defecto salvables de la oscuridad, y las palabras del caballero se lo confirmaba.
- Tantos hombres has matado? – la pregunta se la hacía más a ella misma que a él –Si incluso tus camaradas vienen por las noches a invitarte a reunirse contigo es porque yo estoy en lo correcto, no los asesinaste, solo terminaste con sus vidas, quizá por las razones equivocadas, pero no creo que por diversión; uno de mis hermanos siempre dijo que aquellos que reclaman haber sido ellos quienes perdieron y no el contrincante es porque realmente merecían perder y no lo ven mucho menos lo aceptan… supongo que en su momento no tuviste más opción que acabar con esas vidas. No importa lo que digan ellos o lo que diga el mundo, tu ciclo terminará cuando el equilibrio así lo reclame, aunque a los vivos les duela, no será antes o después, aunque seguro encontrarás a personas como yo que se resistan a aceptar o permitir que salga del ciclo de la vida – sonrió con camaradería mirándolo por un instante antes de seguir su vista al mar.
No importaba que tan dura fuera una batalla, que tantos deseos tuviera alguien por morir, ni si el asunto de una muerte escapara a su control, ella no quería que la gente muriera, a todos los esperaba alguien en casa, en algún lugar, en algún momento y si alguien sabía lo que era quedarse esperando y la forma en el alma sufría descorazonada al no regresar, era ella. No quería que otros pasaran por eso, sin importar su condición, sin importar que una muerte fuera más piadosa que una vida agónica, matar iba en contra de ella, que otros mataran también y que algunos otros se dejaran morir era un asunto que Dulfary siempre trataría de evitar.
Le daba esperanzas el que tuviera un motivo por el cual levantarse cada mañana.
- En casa nunca honramos a los muertos… - confesó – creo que al único funeral al que he asistido es al de mi madre. Por lo general mueren lejos del hogar y… los cuerpos no aparecen, solo nos enteramos, en misiones múltiples regresan con la noticia, jamás aprendí que se hacia con ellos, pero a mamá si la trajeron a casa y la incineramos – mirando al mar, se quedó pensando un momento – Tal vez estoy equivocada, de hecho sí estoy equivocada, en casa si los honramos, no se les menciona, pero se les recuerda y aprendemos de ellos aun cuando ya no están, dejan un ejemplo y cada día que vivimos gracias al sacrificio de ellos o lo que aprendimos al perderlos y por como los perdimos, se les honra, supongo que nunca lo había entendido – sonrió con orgullo, sin mirar a nadie, a nada, nial viento, pensando en Yato, en sus cartas, en su madre, en lo último que aprendió de ella…
- Existen muchos caminos para llegar a donde vamos, de hacer las cosas, por qué en lugar de enfrentarse a ellos con el vino y la espada, que mira que un día puedes hacerte daño, eh?, no les hablas, no les haces preguntas o les cuentas sobre cómo el mundo se ha movido desde que ellos se fueron? - no se le ocurrió pensar que tal vez eso ya lo había intentado.
Escuchó con atención su historia sobre la llegada a la isla, lo miraba impasible no por indiferencia sino porque estaba un poco ajena a los pormenores de la guerra, así que sus sospechas sobre el barco sin insignia despertó la curiosidad
- Entonces sí te viste arrastrado en un mal entendido, no puedo pedir disculpas en nombre de la Orden, pero si de mi grupo aun cuando Strekgel no esté de acuerdo ni en un millón de años. Todo salió muy mal esta tarde, mi compañero es algo extremista, la verdad, pero tu amigo Breigal es más imprudente que yo, y mira que eso es muuuuuuuuuuuuuuucho decir – se rió por lo bajo, ella era bastante imprudente – La imagen real de los paladines es otra, yo misma conozco a un par de estos que verdaderamente lo son, habitan en el templo de Thialir, otros tantos en Rhylia, pero el ideal – sonrió con ensueño – el ideal ~ ya no milita con ellos ~ - su silencio, al terminar la frase mentalmente, fue notorio, aunque no le importo – en fin Me parece raro que un barco navegue por las aguas de Aspher sin insignia, será que los piratas se han vuelto más osados aprovechándose del inicio de la guerra? Sería el colmo que hicieran tal cosa, claro que si yo fuera pirata… nah, no serviría para pirata -
El grito de Breigal la hizo girarse abruptamente y olvidando el asunto de sus búsqueda levantó la mano agitándola al viento para llamar su atención
- AQUÍ!!!! - le grito de vuelta, respuesta correcta a ¿dónde están?. acto seguido se giró a Arzhel para seguir conversando - El barco no es TAAN grande, cómo es que pregunta eso a todo pulmón? ese muchacho es muy extraño, nada que hacer - inquirió extrañada y confundida.
- Mi misión es otra, y este viaje a decir verdad me aleja de ella, pero como todo lo que ocurre siempre trae algo bueno, me servirá para pedir consejo… - y perdón. – De ser posible trataré de ayudarte a buscar al joven, Arzhel – Entonces le clavó la mirada a Breigal, con determinación pero sin desafió – tus amigos pueden ayudar a rescatarte de la oscuridad en la que estas sumergido? Si es así, también trataré de ayudar desde mi propia búsqueda - su ofrecimiento, pese a lo ofensivo que pudiera parecer, llevaba un tinte de genuina dulzura.
fdi: lo siento, me senté en la palabra, pero es que Dul habla hasta por los codos
No se tomó a mal la risa del caballero, al contrario, ella seguía creyendo que quienes eran capaces de reír con tanta naturalidad eran personas de bien o en su defecto salvables de la oscuridad, y las palabras del caballero se lo confirmaba.
- Tantos hombres has matado? – la pregunta se la hacía más a ella misma que a él –Si incluso tus camaradas vienen por las noches a invitarte a reunirse contigo es porque yo estoy en lo correcto, no los asesinaste, solo terminaste con sus vidas, quizá por las razones equivocadas, pero no creo que por diversión; uno de mis hermanos siempre dijo que aquellos que reclaman haber sido ellos quienes perdieron y no el contrincante es porque realmente merecían perder y no lo ven mucho menos lo aceptan… supongo que en su momento no tuviste más opción que acabar con esas vidas. No importa lo que digan ellos o lo que diga el mundo, tu ciclo terminará cuando el equilibrio así lo reclame, aunque a los vivos les duela, no será antes o después, aunque seguro encontrarás a personas como yo que se resistan a aceptar o permitir que salga del ciclo de la vida – sonrió con camaradería mirándolo por un instante antes de seguir su vista al mar.
No importaba que tan dura fuera una batalla, que tantos deseos tuviera alguien por morir, ni si el asunto de una muerte escapara a su control, ella no quería que la gente muriera, a todos los esperaba alguien en casa, en algún lugar, en algún momento y si alguien sabía lo que era quedarse esperando y la forma en el alma sufría descorazonada al no regresar, era ella. No quería que otros pasaran por eso, sin importar su condición, sin importar que una muerte fuera más piadosa que una vida agónica, matar iba en contra de ella, que otros mataran también y que algunos otros se dejaran morir era un asunto que Dulfary siempre trataría de evitar.
Le daba esperanzas el que tuviera un motivo por el cual levantarse cada mañana.
- En casa nunca honramos a los muertos… - confesó – creo que al único funeral al que he asistido es al de mi madre. Por lo general mueren lejos del hogar y… los cuerpos no aparecen, solo nos enteramos, en misiones múltiples regresan con la noticia, jamás aprendí que se hacia con ellos, pero a mamá si la trajeron a casa y la incineramos – mirando al mar, se quedó pensando un momento – Tal vez estoy equivocada, de hecho sí estoy equivocada, en casa si los honramos, no se les menciona, pero se les recuerda y aprendemos de ellos aun cuando ya no están, dejan un ejemplo y cada día que vivimos gracias al sacrificio de ellos o lo que aprendimos al perderlos y por como los perdimos, se les honra, supongo que nunca lo había entendido – sonrió con orgullo, sin mirar a nadie, a nada, nial viento, pensando en Yato, en sus cartas, en su madre, en lo último que aprendió de ella…
- Existen muchos caminos para llegar a donde vamos, de hacer las cosas, por qué en lugar de enfrentarse a ellos con el vino y la espada, que mira que un día puedes hacerte daño, eh?, no les hablas, no les haces preguntas o les cuentas sobre cómo el mundo se ha movido desde que ellos se fueron? - no se le ocurrió pensar que tal vez eso ya lo había intentado.
Escuchó con atención su historia sobre la llegada a la isla, lo miraba impasible no por indiferencia sino porque estaba un poco ajena a los pormenores de la guerra, así que sus sospechas sobre el barco sin insignia despertó la curiosidad
- Entonces sí te viste arrastrado en un mal entendido, no puedo pedir disculpas en nombre de la Orden, pero si de mi grupo aun cuando Strekgel no esté de acuerdo ni en un millón de años. Todo salió muy mal esta tarde, mi compañero es algo extremista, la verdad, pero tu amigo Breigal es más imprudente que yo, y mira que eso es muuuuuuuuuuuuuuucho decir – se rió por lo bajo, ella era bastante imprudente – La imagen real de los paladines es otra, yo misma conozco a un par de estos que verdaderamente lo son, habitan en el templo de Thialir, otros tantos en Rhylia, pero el ideal – sonrió con ensueño – el ideal ~ ya no milita con ellos ~ - su silencio, al terminar la frase mentalmente, fue notorio, aunque no le importo – en fin Me parece raro que un barco navegue por las aguas de Aspher sin insignia, será que los piratas se han vuelto más osados aprovechándose del inicio de la guerra? Sería el colmo que hicieran tal cosa, claro que si yo fuera pirata… nah, no serviría para pirata -
El grito de Breigal la hizo girarse abruptamente y olvidando el asunto de sus búsqueda levantó la mano agitándola al viento para llamar su atención
- AQUÍ!!!! - le grito de vuelta, respuesta correcta a ¿dónde están?. acto seguido se giró a Arzhel para seguir conversando - El barco no es TAAN grande, cómo es que pregunta eso a todo pulmón? ese muchacho es muy extraño, nada que hacer - inquirió extrañada y confundida.
- Mi misión es otra, y este viaje a decir verdad me aleja de ella, pero como todo lo que ocurre siempre trae algo bueno, me servirá para pedir consejo… - y perdón. – De ser posible trataré de ayudarte a buscar al joven, Arzhel – Entonces le clavó la mirada a Breigal, con determinación pero sin desafió – tus amigos pueden ayudar a rescatarte de la oscuridad en la que estas sumergido? Si es así, también trataré de ayudar desde mi propia búsqueda - su ofrecimiento, pese a lo ofensivo que pudiera parecer, llevaba un tinte de genuina dulzura.
fdi: lo siento, me senté en la palabra, pero es que Dul habla hasta por los codos
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Liberando la mente
-¡¡¡NO ME REFERÍA A USTEDES!!! -respondí de manera automática cuando Arale contestó esa pregunta que nada tenía que ver con ella.
Al parecer, ambos estarían dispuestos a ayudarme, aunque las palabras de Arale realmente merecían una respuesta.
-Nadie debe salvarme de la oscuridad porque no estoy en ella. Realmente no espero que lo entiendas, pero nuestras culturas son realmente distintas. Aunque no me sorprende que lo sean... nuestros orígenes no podrían ser más diferentes.
Observé al búho, que estaba bastante lejos pero era perceptible gracias a la oscuridad de la noche. ¿Acaso debía decirles a mis huéspedes acerca de mi origen? No... eso sólo me los echaría encima, y ya no tenía ganas de combatir.
-Simplemente estoy solo. Y ellos dos son lo único que me queda. Lo cierto es que ustedes no me servirán para aplacar esa soledad. No es fácil ser el último habitante de tu hogar sin haber podido dar un funeral digno a las dos personas que más quieres.
Al parecer, ambos estarían dispuestos a ayudarme, aunque las palabras de Arale realmente merecían una respuesta.
-Nadie debe salvarme de la oscuridad porque no estoy en ella. Realmente no espero que lo entiendas, pero nuestras culturas son realmente distintas. Aunque no me sorprende que lo sean... nuestros orígenes no podrían ser más diferentes.
Observé al búho, que estaba bastante lejos pero era perceptible gracias a la oscuridad de la noche. ¿Acaso debía decirles a mis huéspedes acerca de mi origen? No... eso sólo me los echaría encima, y ya no tenía ganas de combatir.
-Simplemente estoy solo. Y ellos dos son lo único que me queda. Lo cierto es que ustedes no me servirán para aplacar esa soledad. No es fácil ser el último habitante de tu hogar sin haber podido dar un funeral digno a las dos personas que más quieres.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Liberando la mente
Uno acaba con muchos hombres, la verdad -respondió el caballero encogiéndose de hombros-. En la guerra, en duelos, en combates, en los oscuros callejones... Los primeros son de los pocos que vienen a veces amistosos: somos soldados, y sólo la suerte decidió que tuviera que matarlos en lugar de combatir a su lado como camaradas.
Aquella chica era sabia, pensó Arzhel. Joven, pero con más experiencia de la que a veces pudiera ser deseable en alguien con tan poco tiempo de vida. Escuchó con atención su discurso acerca del honrar a los fallecidos. Asintió lentamente cuando terminó, y volvió a responder.
-Como digo, milady, los fantasmas piden sangre y hay que responder; Lo más parecido a la sangre es el vino... Por otro lado, tras los honores hechos en el momento, poca cosa hay que se pueda hacer por los camaradas muertos a tu lado, aparte de recordarlos y mantener viva su memoria, brindando a su salud en solitario como tantas otras veces brindaste junto a ellos -volvió a hacer una pausa, con la mirada perdida entre las estrellas, y luego prosiguió-. Por otro lado... hay fantasmas de todo tipo... los hay que te muestran con rencor las heridas que les infligiste, aún ensangrentadas, los hay que se sientan a tu lado como en los viejos tiempos... -la mirada y la voz del caballero se volvió dura por un momento-. Y los hay que sólo te señalan silenciosamente con el dedo.
Tras acabar la narración de sus andanzas hasta llegar a Thialir, escuchó con atención lo que le decía ella.
-Oh, tienes que pedirme perdón... Al fin y al cabo, por mucho que no sea un demonio -hizo una mueca desagradable-, tampoco era un visitante legal en Thialir. Me hubiérais pedido el salvoconducto, y probablemente nos hubiéramos liado a cuchilladas también. Aunque no por motivos religiosos, que detesto. De hecho, como ya te he dicho, incluyo a los fanáticos entre la peor clase de hombres. Motivos legales, nada más. Por otro lado, como te digo, creo conocer a un paladín... Ciertas cosas me han hecho pensar mucho... -soltó una carcajada-. Cuando lleguemos a Kuzueth, ya tendré tiempo de preguntarle. Allí me dijo que se dirigía cuando nos conocimos en Moramailë.
Notó el silencio de Arale, pero por educación, prefirió no ahondar en eso. No iba a ser él quién le obligara a contar cosas que no quisiera. Pero sonrió con indulgencia cuando la otra habló de piratas, en su inocencia.
-Piratas... Puede ser, te lo concedo. Pero si quieres la opinión de un viejo soldado, los hombres que nos abordaron no tenían nada de piratas. En el más cercano de los casos serían mercenarios al servidio de Ashper, y en el más lejano, sería un barco de guerra del propio ducado -al pensar que tal vez la chica no entendiera el por qué, habló-. A Ashper no le interesa tener gentes de Trinacria por sus tierras, por mucho salvoconducto que tengan. El mejor modo de asegurarse de que no hay es hundir los barcos que pasen por allí, pero si lo hicieran con sus enseñas le estarían declarando la guerra a Triskel y al rey mismo: por eso lo hacen en navíos que simulan ser piratas, pero no lo son -hizo una pequeña pausa, y cambiando el tono de voz, dijo, divertido-. Nunca digas que no sirvas para algo... ¿Sabes? El tiempo nos puede obligar a tener que ganarnos la vida haciendo cosas que no podemos ni imaginar, o que en otro momento de nuestras vidas hubiéramos abominado.
La respuesta de la muchacha, lo dejó fuera de combate. Tuvo que hacer un esfuerzo para no reírse con toda la fuerza de sus pulmones. En su lugar, soltó una pequeña risita.
-No sé por qué, Arale, creo que no nos lo preguntaba a nosotros -le comentó divertido
Contempló neutral el intercambio de palabras entre ambos; no se consideraba el más indicado para juzgar a nadie.
-Os agradezco esas palabras, milady -enfrente del otro, volvió a dejar de lado el tuteo. Luego se volvió al pelirrojo-. Por otro lado, no penséis que la soledad... la impotencia... Los humanos también las sentimos.
Aquella chica era sabia, pensó Arzhel. Joven, pero con más experiencia de la que a veces pudiera ser deseable en alguien con tan poco tiempo de vida. Escuchó con atención su discurso acerca del honrar a los fallecidos. Asintió lentamente cuando terminó, y volvió a responder.
-Como digo, milady, los fantasmas piden sangre y hay que responder; Lo más parecido a la sangre es el vino... Por otro lado, tras los honores hechos en el momento, poca cosa hay que se pueda hacer por los camaradas muertos a tu lado, aparte de recordarlos y mantener viva su memoria, brindando a su salud en solitario como tantas otras veces brindaste junto a ellos -volvió a hacer una pausa, con la mirada perdida entre las estrellas, y luego prosiguió-. Por otro lado... hay fantasmas de todo tipo... los hay que te muestran con rencor las heridas que les infligiste, aún ensangrentadas, los hay que se sientan a tu lado como en los viejos tiempos... -la mirada y la voz del caballero se volvió dura por un momento-. Y los hay que sólo te señalan silenciosamente con el dedo.
Tras acabar la narración de sus andanzas hasta llegar a Thialir, escuchó con atención lo que le decía ella.
-Oh, tienes que pedirme perdón... Al fin y al cabo, por mucho que no sea un demonio -hizo una mueca desagradable-, tampoco era un visitante legal en Thialir. Me hubiérais pedido el salvoconducto, y probablemente nos hubiéramos liado a cuchilladas también. Aunque no por motivos religiosos, que detesto. De hecho, como ya te he dicho, incluyo a los fanáticos entre la peor clase de hombres. Motivos legales, nada más. Por otro lado, como te digo, creo conocer a un paladín... Ciertas cosas me han hecho pensar mucho... -soltó una carcajada-. Cuando lleguemos a Kuzueth, ya tendré tiempo de preguntarle. Allí me dijo que se dirigía cuando nos conocimos en Moramailë.
Notó el silencio de Arale, pero por educación, prefirió no ahondar en eso. No iba a ser él quién le obligara a contar cosas que no quisiera. Pero sonrió con indulgencia cuando la otra habló de piratas, en su inocencia.
-Piratas... Puede ser, te lo concedo. Pero si quieres la opinión de un viejo soldado, los hombres que nos abordaron no tenían nada de piratas. En el más cercano de los casos serían mercenarios al servidio de Ashper, y en el más lejano, sería un barco de guerra del propio ducado -al pensar que tal vez la chica no entendiera el por qué, habló-. A Ashper no le interesa tener gentes de Trinacria por sus tierras, por mucho salvoconducto que tengan. El mejor modo de asegurarse de que no hay es hundir los barcos que pasen por allí, pero si lo hicieran con sus enseñas le estarían declarando la guerra a Triskel y al rey mismo: por eso lo hacen en navíos que simulan ser piratas, pero no lo son -hizo una pequeña pausa, y cambiando el tono de voz, dijo, divertido-. Nunca digas que no sirvas para algo... ¿Sabes? El tiempo nos puede obligar a tener que ganarnos la vida haciendo cosas que no podemos ni imaginar, o que en otro momento de nuestras vidas hubiéramos abominado.
La respuesta de la muchacha, lo dejó fuera de combate. Tuvo que hacer un esfuerzo para no reírse con toda la fuerza de sus pulmones. En su lugar, soltó una pequeña risita.
-No sé por qué, Arale, creo que no nos lo preguntaba a nosotros -le comentó divertido
Contempló neutral el intercambio de palabras entre ambos; no se consideraba el más indicado para juzgar a nadie.
-Os agradezco esas palabras, milady -enfrente del otro, volvió a dejar de lado el tuteo. Luego se volvió al pelirrojo-. Por otro lado, no penséis que la soledad... la impotencia... Los humanos también las sentimos.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Liberando la mente
- Brindar... -dijo en voz baja - ay no sé, a mi no ha terminado de gustarme el licor, el vino sabe extraño, la cerveza es horrible y la hidromiel... bueno, esa me ha hecho hacer tonterías - se echó a reír: "el que sólo se ría, de sus picardías se acuerda". - Más de uno me ha dicho que llegará el día en que eso también me pase, que las vidas que cobre me señalen antes o después con el dedo, creo que no es eso lo que me impide comportarme como se espera de mi, pero si a todos les pasa, me alegra estar posponiendo el momento - y aun así, no era capaz de imaginar que algún día pasaría, que algún día tuviera realmente que tomar una vida.
- No lo admitiré delante de un superior, pero esta guerra es una estupidez, como todas las guerras... no sabía que Aspher hacía eso, pero si lo veo desde el punto de vista egoísta y ridículo, tiene sentido, porque... como táctica, tampoco le veo sentido, después de todo todas estas batallas tampoco lo tienen. Habiendo tantas otras cosas importantes por las cuales luchar y las cuales defender -hablaba con hastío de las guerras y eso que sólo había esta en esta. Pero había algo de lo que sí estaba segura, y lo confirmaba con las palabras de Arzhel, jamás, jamás sería Cazadora, no podría, su sombre tendría que tirar demasiado de ella para tal cosa y ni aun así.
Lo peor era que esa guerra existiera. Las palabras de Arzhel sobre el paladín amigo, la hizo pensar de inmediato en Lohengrin, sin embargo, al mencionar Moramailë la distrajo por completo de la asociación. Sí, lo peor era esa guerra, precisamente esa.
Sin embargo, toda introspección que hubiese hecho murió con el asunto del grito, la respuesta y la subsecuente reacción de Breigal. La contra repuesta de Arzhel la hizo caer aun más en cuenta de su errónea respuesta y le faltó muy poco para reír, de hecho, ahogó la risa, sintiéndose tonta pero sin importarle en lo absoluto tal cosa.
- Eso mismo dijo el líder de los Lobos Rojos cuando trataron de tomarse a sangre y fuego mi ciudad - estaba segura que si hacía un dibujo de sombras bajo sus pies... quizá no pasaría nada, pero su hermano estaría orgulloso de ella. Según Breigal siguió hablando, sintió como la furia tomaba fuerza en ella pero sus últimas palabras la desarmaron por completo.
Su expresión se suavizó de inmediato y dándole un fugaz vistazo a Arzhel, su curiosidad infantil quizo saber más, entender más, pero las palabras del caballero llegaron antes. Algo se había saltado, no parecía actuar, en realidad parecía sentir el peso de la soledad y el ser el último. Sí, los humanos también sentían esas emociones, pero ser el último, saber que contigo muere tu especie tu legado, algo se movió dentro de ella, algo que le hizo bajar la guardia de nuevo respecto a él, darle el beneficio de la duda sobre esa dualidad que había vislumbrado inicialmente.
No sabía qué hacer, qué pensar. ~ Necesito a alguien más sabio que yo para esto ~
- Yo... - bajó la vista - yo mejor me retiro, que tengan buena noche señores, lamento haber interrumpido tu descanso hace un rato - le dijo al reogaf y se alejó del dúo rumbo a la habitación de este
- y Breigal... - dijo apenas mirando por encima del hombro antes de retirarse del todo, no por prepotencia, sino por hacer un esfuerzo por ocultar emociones y sentimientos que bien sabía podían ser usados en su contra haciéndola vulnerable - como yo desconozco del tuyo, no conoces nada de mi origen - ni siquiera era un reproche, sólo era una aclaración.
Ahora era ella quien necesitaba aclarar las ideas y un instante de soledad le caería bastante bien, no entendía como un demonio oscuro podía experimentar la soledad, la angustia de saberse el último. Algo no encajaba ahí, algo se le estaba escapando por ser terca y estarse cerrando a la banda de un concepto.
Rumiaba la idea mientras bajaba las escaleras, rumiaba la idea cuando, recostada a la pared, se sentó entre "su" armadura y la puerta de acceso a la bodega con el paladín encerrado.
- No lo admitiré delante de un superior, pero esta guerra es una estupidez, como todas las guerras... no sabía que Aspher hacía eso, pero si lo veo desde el punto de vista egoísta y ridículo, tiene sentido, porque... como táctica, tampoco le veo sentido, después de todo todas estas batallas tampoco lo tienen. Habiendo tantas otras cosas importantes por las cuales luchar y las cuales defender -hablaba con hastío de las guerras y eso que sólo había esta en esta. Pero había algo de lo que sí estaba segura, y lo confirmaba con las palabras de Arzhel, jamás, jamás sería Cazadora, no podría, su sombre tendría que tirar demasiado de ella para tal cosa y ni aun así.
Lo peor era que esa guerra existiera. Las palabras de Arzhel sobre el paladín amigo, la hizo pensar de inmediato en Lohengrin, sin embargo, al mencionar Moramailë la distrajo por completo de la asociación. Sí, lo peor era esa guerra, precisamente esa.
Sin embargo, toda introspección que hubiese hecho murió con el asunto del grito, la respuesta y la subsecuente reacción de Breigal. La contra repuesta de Arzhel la hizo caer aun más en cuenta de su errónea respuesta y le faltó muy poco para reír, de hecho, ahogó la risa, sintiéndose tonta pero sin importarle en lo absoluto tal cosa.
- Eso mismo dijo el líder de los Lobos Rojos cuando trataron de tomarse a sangre y fuego mi ciudad - estaba segura que si hacía un dibujo de sombras bajo sus pies... quizá no pasaría nada, pero su hermano estaría orgulloso de ella. Según Breigal siguió hablando, sintió como la furia tomaba fuerza en ella pero sus últimas palabras la desarmaron por completo.
Su expresión se suavizó de inmediato y dándole un fugaz vistazo a Arzhel, su curiosidad infantil quizo saber más, entender más, pero las palabras del caballero llegaron antes. Algo se había saltado, no parecía actuar, en realidad parecía sentir el peso de la soledad y el ser el último. Sí, los humanos también sentían esas emociones, pero ser el último, saber que contigo muere tu especie tu legado, algo se movió dentro de ella, algo que le hizo bajar la guardia de nuevo respecto a él, darle el beneficio de la duda sobre esa dualidad que había vislumbrado inicialmente.
No sabía qué hacer, qué pensar. ~ Necesito a alguien más sabio que yo para esto ~
- Yo... - bajó la vista - yo mejor me retiro, que tengan buena noche señores, lamento haber interrumpido tu descanso hace un rato - le dijo al reogaf y se alejó del dúo rumbo a la habitación de este
- y Breigal... - dijo apenas mirando por encima del hombro antes de retirarse del todo, no por prepotencia, sino por hacer un esfuerzo por ocultar emociones y sentimientos que bien sabía podían ser usados en su contra haciéndola vulnerable - como yo desconozco del tuyo, no conoces nada de mi origen - ni siquiera era un reproche, sólo era una aclaración.
Ahora era ella quien necesitaba aclarar las ideas y un instante de soledad le caería bastante bien, no entendía como un demonio oscuro podía experimentar la soledad, la angustia de saberse el último. Algo no encajaba ahí, algo se le estaba escapando por ser terca y estarse cerrando a la banda de un concepto.
Rumiaba la idea mientras bajaba las escaleras, rumiaba la idea cuando, recostada a la pared, se sentó entre "su" armadura y la puerta de acceso a la bodega con el paladín encerrado.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Liberando la mente
-Hay una diferencia muy grande con esa soledad de la que usted habla, Caballero Arzhel. Si cada isla de este lugar sufriera ahora mismo la invasión que sufrió mi hogar, y cada ser humano terminase muerto, sin duda ustedes se sentirían desolados, pero su especie podría renacer. Yo creí que no contaría con esa posibilidad, que realmente con mi muerte nos habríamos borrado de la faz de la tierra para siempre. Por eso estas heridas -indiqué luego acariciando mis vendas-. Realmente no quería seguir viviendo.
Me detuve unos segundos para reflexionar. Quizás, sólo quizás, saber acerca de lo que Daliny, Talin y yo éramos en realidad los haría comprender que no éramos la clase de demonios a los que ellos parecían estar acostumbrados.
-Durante catorce años, estuve deambulando por toda la isla, dando un funeral digno a cada cuerpo muerto que encontré. Algunos estaban realmente destrozados, me costaba identificar qué funeral debía realizar para que siga fiel a su diosa incluso en la muerte. Y mientras rendía un último homenaje a cada habitante de mi hogar, buscaba a mis dos amigos. Nunca los encontré, intenté asesinarme miles de veces, pero por alguna razón Athanexis me mantuvo con vida esos catorce años. Se presentaron ante mí y me dijeron que ellos aún están vivos, tras lo cual me encomendaron la tarea de buscarlos. Me dieron el búho, el barco, estas vendas, y mi espada para que logre llevar a cabo esa misión. Mi éxito o mi fracaso deciden la salvación de mi especie. Hablando ligeramente, es imprescindible salvar a Daliny, pero si Talin muere, no estoy seguro de poder aplacar el dolor que ella sentirá. Lo ama demasiado... a veces cuesta creer que no sea ella la seguidora de Athanexis.
Arale se dispuso a marcharse y se disculpó conmigo, cosa realmente llamativa.
-No has interrumpido nada, Arale. Es más, me has dado un motivo para sonreír. Realmente necesitaba obtener fuerzas de algún lado para volver a motivarme.
No quise mencionarle que me recordó a Daliny, mucho menos a su Ceremonia de Agradecimiento. Lo último que quería era que ella se sintiera ofendida, o peor, que ofendiera a Daliny.
-Es cierto, lo desconozco. Pero tengo motivos más que suficientes para estar convencido de que son absolutamente distintos. Si tu forma de actuar es siempre así, mi hogar sería considerado un infierno. Pero créeme cuando te digo que era un paraíso hasta que fue invadido.
Me detuve unos segundos para reflexionar. Quizás, sólo quizás, saber acerca de lo que Daliny, Talin y yo éramos en realidad los haría comprender que no éramos la clase de demonios a los que ellos parecían estar acostumbrados.
-Durante catorce años, estuve deambulando por toda la isla, dando un funeral digno a cada cuerpo muerto que encontré. Algunos estaban realmente destrozados, me costaba identificar qué funeral debía realizar para que siga fiel a su diosa incluso en la muerte. Y mientras rendía un último homenaje a cada habitante de mi hogar, buscaba a mis dos amigos. Nunca los encontré, intenté asesinarme miles de veces, pero por alguna razón Athanexis me mantuvo con vida esos catorce años. Se presentaron ante mí y me dijeron que ellos aún están vivos, tras lo cual me encomendaron la tarea de buscarlos. Me dieron el búho, el barco, estas vendas, y mi espada para que logre llevar a cabo esa misión. Mi éxito o mi fracaso deciden la salvación de mi especie. Hablando ligeramente, es imprescindible salvar a Daliny, pero si Talin muere, no estoy seguro de poder aplacar el dolor que ella sentirá. Lo ama demasiado... a veces cuesta creer que no sea ella la seguidora de Athanexis.
Arale se dispuso a marcharse y se disculpó conmigo, cosa realmente llamativa.
-No has interrumpido nada, Arale. Es más, me has dado un motivo para sonreír. Realmente necesitaba obtener fuerzas de algún lado para volver a motivarme.
No quise mencionarle que me recordó a Daliny, mucho menos a su Ceremonia de Agradecimiento. Lo último que quería era que ella se sintiera ofendida, o peor, que ofendiera a Daliny.
-Es cierto, lo desconozco. Pero tengo motivos más que suficientes para estar convencido de que son absolutamente distintos. Si tu forma de actuar es siempre así, mi hogar sería considerado un infierno. Pero créeme cuando te digo que era un paraíso hasta que fue invadido.
Última edición por Breigal el 04/09/11, 01:34 pm, editado 1 vez
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Liberando la mente
El caballero sencillamente calló ante las respuestas de la muchacha. Realmente, no se consideraba nadie para dar lecciones, ni para juzgar si la guerra era justa o no, útil o no.
-Comprendo lo que queréis decir, maese -respondió al pelirrojo-. Pero vos no conocéis tampoco la manera de pensar del ser humano. El hombre es egoísta y orgulloso: en mayor o menor medida, todos lo somos, y el primer paso es reconocerlo. No queráis ahondar en ello; ¿Qué más da si es una especie o una estirpe la que se extingue con la muerte? Vuestra situación y la mía se parecen más de lo que pensáis, maese Breigal, o Phabendiar, o cómo os llaméis.
A pesar de ello, la historia del otro casi logra conmoverlo. No lo consiguió porque había oído historias parecidas muchas veces, de pueblos enteros arrasados por el hambre o la guerra, y no dejaba de ser un caso similar.
-Buenas noches pues, Arale -le dijo cuando anunció que se iba a dormir. Una vez se hubo ido, prosiguió-. Sois mago, sois guerrero y sois además de una raza de gran fuerza. Digáis lo que digáis, sigo pensando que vuestro sufrimiento no está fuera del alcance humano. Y en caso de que así fuera, no os lamentéis. A veces quién más calla, más sufre, perido entre legiones de fantasmas.
-Comprendo lo que queréis decir, maese -respondió al pelirrojo-. Pero vos no conocéis tampoco la manera de pensar del ser humano. El hombre es egoísta y orgulloso: en mayor o menor medida, todos lo somos, y el primer paso es reconocerlo. No queráis ahondar en ello; ¿Qué más da si es una especie o una estirpe la que se extingue con la muerte? Vuestra situación y la mía se parecen más de lo que pensáis, maese Breigal, o Phabendiar, o cómo os llaméis.
A pesar de ello, la historia del otro casi logra conmoverlo. No lo consiguió porque había oído historias parecidas muchas veces, de pueblos enteros arrasados por el hambre o la guerra, y no dejaba de ser un caso similar.
-Buenas noches pues, Arale -le dijo cuando anunció que se iba a dormir. Una vez se hubo ido, prosiguió-. Sois mago, sois guerrero y sois además de una raza de gran fuerza. Digáis lo que digáis, sigo pensando que vuestro sufrimiento no está fuera del alcance humano. Y en caso de que así fuera, no os lamentéis. A veces quién más calla, más sufre, perido entre legiones de fantasmas.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Liberando la mente
Sentada contra la pared, recogió las piernas y las abrazó a falta de un abrazo de alguien más. Cerró los ojos pensando en las palabras de Breigal. Su historia la había conmovida, más de lo que hubiese esperado, más de lo que podría aceptar. Le creía, cada palabra dicha, la emoción que las marcaba, le creía todo y tal vez por eso dolían un poco, pero no podía flaquear.
Una vivencia muy dura. Solo, el último. Se preguntó cómo vería ella la vida si fuera la ultima de su casa... encontraría la forma de transmitir las tradiciones y creencias, aun cuando todos esos rollos de papiro se perdieran. No dejaría morir a su clan. Primero caería ella que permitir tal cosa.
Sin soltar las piernas, apoyó la cabeza en la pared.
Le quedaba la esperanza de encontrar a sus dos amigos. Sin duda se había aferrado a esa esperanza fuertemente y eso le daba puntos. Aun creía, eso era bueno, muy bueno... Sería como el renacer de muchas mitologías que dijeron que al final sólo quedaron dos. Con la vista puesta el frente, perdida en sus pensamientos, visualizaba Klokoff. Que lejos estaba su hogar, pero podría regresar, un día, marcar rumbo este y llegar, y vería sitios conocidos con rostros nuevos, pero seguiría siendo su hogar.
- Con razón tiene un demonio por dentro, ha debido ser muy duro para él... - suspiró - que suerte tienen esos tres de vivir en una sociedad poli...glota? no... polígoma... - así lo veía ella, así lo sospechaba, si no, realmente seria el fin, una generación más y eso sería todo, al menos si no mezclan su sangre.
Había sido muy dura con él. no le producía remordimiento, había actuado según le dictaba su propia naturaleza, pero reconocía que había sido dura. Ahora entendía el por que su comentario sobre los ojos, sonrió conteniendo una risita por la respuesta que le había dado.
- Cuando sea mas grande seguro entenderé como es que debo comportarme ante eso - cerró los ojos de nuevo. Le había gustado su danza, era raro, pocos kazekage danzaban, pocos se entendían así con el viento pero si le había dado una razón para sonreír en medio de tal desolación y zozobra, se daba por bien servida aun cuando no hubiese sido su intención.
Abrió los ojos cuando de nuevo escuchó ruidos. Esta vez del otro lado de la puerta que custodiaba. Lentamente se levantó y trató de oír
- Arale, sé que estas ahí, escúchame - decía la voz del paladín. Se acercó aun más - sabes lo que debes hacer, sácame de aquí y tomemos el barco -
- No es un barco normal... - trató de advertir
- Shh abre la puerta, has lo que tengas que hacer - su expresión le extrañó. Con un demonio en el barco, el exceso de luz del paladín representaba un empujón hacia el equilibrio, entonces por qué le pedía algo tan alejado del honor?
- Yo no... -
- Pero Ella sí! - la vista de Dulfary se fue al piso de inmediato y lo que vio casi la mata del susto. Su Sombra, de forma independiente, se reflejó en el piso, en la pared como si la luz cambiara de foco, luego en la otra pared y luego se alejó reptando por la escalera
- Que rayos... - lo sabía, su Sombra haría el trabajo, sentía su anticipación a la sangre y corrió tras ella, saltando escaleras de dos en dos, atravesó la habitación de Breigal y vio la cama destendida, parte de su ropa y una muesca de corte de espada en la puerta; por lo demás, estaba vacía. Cruzó la habitación y al salir a cubierta se dio cuenta de dos cosas, la primera, la habitación no era tan normal como de costumbre, la segunda no había estrellas en lo absoluto, no había fuentes de luz, todo era una versión en grises, blancos y negros, ángulos marcados y difusos, sombras marcadas, como un negativo de fotografía.
En algún punto, entre la escalera y el camarote, había entrado en el plano de su sombra, pero lo más extraño no era eso, lo más extraño era que por una vez, no la atacaba a ella, atacaba a Breigal.
- Ay, no... ARZHEL!!! - llamó, sacando dos de sus cuchillos, ella sola no podría con su sombra, nunca lo había hecho, no sería esta la excepción. Sin embargo, su sombra se giró, la miro con sus ojos inexistentes y sonrió con unos labios que no se podían ver y volvió al ataque. La espada de Breigal hacía un tajo tras otro, los montículos de tierra intentaban sin éxito... cómo atrapas una sombra con la tierra?
Dulfary se barrió desestabilizando la Sombra, esta cayó y lanzó su ataque directo a la yugular de la niña quien se retiró por muy poco, sin ser suficiente, el corte se lo hizo en el hombro y sintió toda la fuerza de odio al mirarla. Fue el turno de Dul de patearla y con el golpe se alejó de ella, haciendo un rollo para atrás, con el que se incorporó entre su sombra y Breigal.
- ARZHEL!!! - ~por qué siempre termino tratando de protegerlo? ~ - Sal de aquí! - si le dijo algo, no lo oyó - Largate que no es contigo - el pelirrojo corrió y el sonido del metal del kunai contra el la sombra de kuani se dejó oír, una dos, tres veces antes que Dulfary fuera golpeada con violencia por su Sombra y esta corriera sobre Breigal, lo tumbara al suelo, atrapara su brazo y el grito de dolor corriera por todo el cielo.
Para cuando la aprendiz de kazekage pudo respirar con un poco mas de normalidad, su Sombra se plantó frente a ella ~en mis sueños este es el punto en que me hiere de gravedad y despierto, pero... es un ~ dejó escapar un grito ahogado de repulsión y nauseas, al caer delante de ella el brazo cercenado del reogaf.
- Ya lo tienes, úsalo, sácame de aquí - gritó el paladín desde la bodega. Dulfary retrocedió asustada, porque el señor Arzhel no respondió a su llamado? La sombra sobre ella se hizo un poco más densa
- Tsk Tsk, pequeña, sabes que no debes hacerlo - no necesitó reconocer la voz, su sangre se heló y fue su sombra quien miró al cielo mientras los ojos de Dul se mantenían horrorizados en el brazo - tu sombra siempre te dará problemas, deberías terminar con eso de una vez, dame el brazo a mi y yo me encargo de tu paladín.. vamos pequeña, tu sabes que no puedes hacerlo - negó con la cabeza, sin mirar al dueño de la voz masculina, pero con la vista fija en el reflejo de sombras y grises que eran sus alas extendidas en el piso - mírame, míranos - alzó la vista y no logró levantarse, tenía sujeta a su sombra, las garras de una de sus manos se enterraban en el cuello de la sombra, era exactamente como lo recordaba, alas rojizas, piel rosasea, un cuerno, aura de ira.
- No por favor... - pidió, pero su pedido fue desoído, movió el brazo para acabar con la sombra, con todo lo que ello representaba
- No! - fue un susurro ahogado, el corazón desbocado, una gota de sudor corriendo por su sien, la respiración en extremo agitada y frente a sus ojos, la pared inalterada del pasaje que conducía a la prisión de Strekgel; bajo ella, la escalera en la que se había quedado dormida. Aguantó el aire y pudo oír el ensordecedor latir de su corazón.
Una vivencia muy dura. Solo, el último. Se preguntó cómo vería ella la vida si fuera la ultima de su casa... encontraría la forma de transmitir las tradiciones y creencias, aun cuando todos esos rollos de papiro se perdieran. No dejaría morir a su clan. Primero caería ella que permitir tal cosa.
Sin soltar las piernas, apoyó la cabeza en la pared.
Le quedaba la esperanza de encontrar a sus dos amigos. Sin duda se había aferrado a esa esperanza fuertemente y eso le daba puntos. Aun creía, eso era bueno, muy bueno... Sería como el renacer de muchas mitologías que dijeron que al final sólo quedaron dos. Con la vista puesta el frente, perdida en sus pensamientos, visualizaba Klokoff. Que lejos estaba su hogar, pero podría regresar, un día, marcar rumbo este y llegar, y vería sitios conocidos con rostros nuevos, pero seguiría siendo su hogar.
- Con razón tiene un demonio por dentro, ha debido ser muy duro para él... - suspiró - que suerte tienen esos tres de vivir en una sociedad poli...glota? no... polígoma... - así lo veía ella, así lo sospechaba, si no, realmente seria el fin, una generación más y eso sería todo, al menos si no mezclan su sangre.
Había sido muy dura con él. no le producía remordimiento, había actuado según le dictaba su propia naturaleza, pero reconocía que había sido dura. Ahora entendía el por que su comentario sobre los ojos, sonrió conteniendo una risita por la respuesta que le había dado.
- Cuando sea mas grande seguro entenderé como es que debo comportarme ante eso - cerró los ojos de nuevo. Le había gustado su danza, era raro, pocos kazekage danzaban, pocos se entendían así con el viento pero si le había dado una razón para sonreír en medio de tal desolación y zozobra, se daba por bien servida aun cuando no hubiese sido su intención.
Abrió los ojos cuando de nuevo escuchó ruidos. Esta vez del otro lado de la puerta que custodiaba. Lentamente se levantó y trató de oír
- Arale, sé que estas ahí, escúchame - decía la voz del paladín. Se acercó aun más - sabes lo que debes hacer, sácame de aquí y tomemos el barco -
- No es un barco normal... - trató de advertir
- Shh abre la puerta, has lo que tengas que hacer - su expresión le extrañó. Con un demonio en el barco, el exceso de luz del paladín representaba un empujón hacia el equilibrio, entonces por qué le pedía algo tan alejado del honor?
- Yo no... -
- Pero Ella sí! - la vista de Dulfary se fue al piso de inmediato y lo que vio casi la mata del susto. Su Sombra, de forma independiente, se reflejó en el piso, en la pared como si la luz cambiara de foco, luego en la otra pared y luego se alejó reptando por la escalera
- Que rayos... - lo sabía, su Sombra haría el trabajo, sentía su anticipación a la sangre y corrió tras ella, saltando escaleras de dos en dos, atravesó la habitación de Breigal y vio la cama destendida, parte de su ropa y una muesca de corte de espada en la puerta; por lo demás, estaba vacía. Cruzó la habitación y al salir a cubierta se dio cuenta de dos cosas, la primera, la habitación no era tan normal como de costumbre, la segunda no había estrellas en lo absoluto, no había fuentes de luz, todo era una versión en grises, blancos y negros, ángulos marcados y difusos, sombras marcadas, como un negativo de fotografía.
En algún punto, entre la escalera y el camarote, había entrado en el plano de su sombra, pero lo más extraño no era eso, lo más extraño era que por una vez, no la atacaba a ella, atacaba a Breigal.
- Ay, no... ARZHEL!!! - llamó, sacando dos de sus cuchillos, ella sola no podría con su sombra, nunca lo había hecho, no sería esta la excepción. Sin embargo, su sombra se giró, la miro con sus ojos inexistentes y sonrió con unos labios que no se podían ver y volvió al ataque. La espada de Breigal hacía un tajo tras otro, los montículos de tierra intentaban sin éxito... cómo atrapas una sombra con la tierra?
Dulfary se barrió desestabilizando la Sombra, esta cayó y lanzó su ataque directo a la yugular de la niña quien se retiró por muy poco, sin ser suficiente, el corte se lo hizo en el hombro y sintió toda la fuerza de odio al mirarla. Fue el turno de Dul de patearla y con el golpe se alejó de ella, haciendo un rollo para atrás, con el que se incorporó entre su sombra y Breigal.
- ARZHEL!!! - ~por qué siempre termino tratando de protegerlo? ~ - Sal de aquí! - si le dijo algo, no lo oyó - Largate que no es contigo - el pelirrojo corrió y el sonido del metal del kunai contra el la sombra de kuani se dejó oír, una dos, tres veces antes que Dulfary fuera golpeada con violencia por su Sombra y esta corriera sobre Breigal, lo tumbara al suelo, atrapara su brazo y el grito de dolor corriera por todo el cielo.
Para cuando la aprendiz de kazekage pudo respirar con un poco mas de normalidad, su Sombra se plantó frente a ella ~en mis sueños este es el punto en que me hiere de gravedad y despierto, pero... es un ~ dejó escapar un grito ahogado de repulsión y nauseas, al caer delante de ella el brazo cercenado del reogaf.
- Ya lo tienes, úsalo, sácame de aquí - gritó el paladín desde la bodega. Dulfary retrocedió asustada, porque el señor Arzhel no respondió a su llamado? La sombra sobre ella se hizo un poco más densa
- Tsk Tsk, pequeña, sabes que no debes hacerlo - no necesitó reconocer la voz, su sangre se heló y fue su sombra quien miró al cielo mientras los ojos de Dul se mantenían horrorizados en el brazo - tu sombra siempre te dará problemas, deberías terminar con eso de una vez, dame el brazo a mi y yo me encargo de tu paladín.. vamos pequeña, tu sabes que no puedes hacerlo - negó con la cabeza, sin mirar al dueño de la voz masculina, pero con la vista fija en el reflejo de sombras y grises que eran sus alas extendidas en el piso - mírame, míranos - alzó la vista y no logró levantarse, tenía sujeta a su sombra, las garras de una de sus manos se enterraban en el cuello de la sombra, era exactamente como lo recordaba, alas rojizas, piel rosasea, un cuerno, aura de ira.
- No por favor... - pidió, pero su pedido fue desoído, movió el brazo para acabar con la sombra, con todo lo que ello representaba
- No! - fue un susurro ahogado, el corazón desbocado, una gota de sudor corriendo por su sien, la respiración en extremo agitada y frente a sus ojos, la pared inalterada del pasaje que conducía a la prisión de Strekgel; bajo ella, la escalera en la que se había quedado dormida. Aguantó el aire y pudo oír el ensordecedor latir de su corazón.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Liberando la mente
-Los invasores no parecían ser demasiado capaces de sufrir. Y lo único que lamento de ese suceso es desconocer su identidad. Si Daliny y Talin están vivos, el resto no importa. Nosotros tres podríamos acabar con los invasores.
La pregunta de Arzhel logró que ría levemente. Cierto que los humanos no veían a nuestros guardianes. A veces pensaba que los humanos necesitaban de uno, quizás de haberlos tenido no hubiesen invadido Werth, o quizás hubiesen sido capaces de obtener buenos resultados. Eran una especie impredecible.
-Breigal. Phabendior es... mi guardián. Todos los habitantes de Werth tenemos uno. Se encargan de que nuestro sufrimiento sea el menor posible. Claro que no siempre pueden hacerlo. Por lo general su tarea es simple: cuando sufrimos, ellos se encargan de castigar a quien nos hizo sufrir. Pero eso no reparará nuestro dolor, y a veces eso se torna imposible, mi caso es un ejemplo. Phabendior debería aniquilar a los invasores, pero no sabemos de dónde llegaron. Por eso traje al paladín. Su obsesión por la Dama y por considerarme un ser oscuro me hicieron pensar que esta religión podría tener alguna relación con los invasores de Werth.
En ese momento, recordé que tenía un escudo en el barco. Fui al camarote del capitán, luego de indicar a Arzhel que ya regresaba, y tomé el escudo. Arale estaba dormida en las escaleras que conducían a la sala de las diosas. Sonreí levemente y regresé junto a Arzhel.
-¿De casualidad has visto este símbolo antes? -le pregunté mostrándole el escudo. Luego de eso me quedé pensando en sus palabras, durante algunos segundos. Una estirpe. ¿Sería él el último miembro de su familia? -Respecto a lo que comentaba antes, ¿usted es el último miembro de su linaje con vida? De ser así, nos parecemos bastante en ese aspecto. Mis amigos y yo somos los últimos, cada uno en lo suyo.
La pregunta de Arzhel logró que ría levemente. Cierto que los humanos no veían a nuestros guardianes. A veces pensaba que los humanos necesitaban de uno, quizás de haberlos tenido no hubiesen invadido Werth, o quizás hubiesen sido capaces de obtener buenos resultados. Eran una especie impredecible.
-Breigal. Phabendior es... mi guardián. Todos los habitantes de Werth tenemos uno. Se encargan de que nuestro sufrimiento sea el menor posible. Claro que no siempre pueden hacerlo. Por lo general su tarea es simple: cuando sufrimos, ellos se encargan de castigar a quien nos hizo sufrir. Pero eso no reparará nuestro dolor, y a veces eso se torna imposible, mi caso es un ejemplo. Phabendior debería aniquilar a los invasores, pero no sabemos de dónde llegaron. Por eso traje al paladín. Su obsesión por la Dama y por considerarme un ser oscuro me hicieron pensar que esta religión podría tener alguna relación con los invasores de Werth.
En ese momento, recordé que tenía un escudo en el barco. Fui al camarote del capitán, luego de indicar a Arzhel que ya regresaba, y tomé el escudo. Arale estaba dormida en las escaleras que conducían a la sala de las diosas. Sonreí levemente y regresé junto a Arzhel.
-¿De casualidad has visto este símbolo antes? -le pregunté mostrándole el escudo. Luego de eso me quedé pensando en sus palabras, durante algunos segundos. Una estirpe. ¿Sería él el último miembro de su familia? -Respecto a lo que comentaba antes, ¿usted es el último miembro de su linaje con vida? De ser así, nos parecemos bastante en ese aspecto. Mis amigos y yo somos los últimos, cada uno en lo suyo.
- Spoiler:
FDI= Este es el escudo
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Liberando la mente
-Créedme, hasta los más terribles ejércitos y los más sanguinarios invasores pueden sufrir... aunque sólo sea corporalmente -respondió el caballero, con una mueca torcida en el rostro.
Por fin logró averiguar quién era el tal Phabendiar, o Phab. Así que un protector. Un demonio protector... No le encajaba mucho con la idea que tenía de los demonios, pero en fin. En cuanto el paladín mencionó aquello de que los paladines estaban obsesionados por la Dama y por considerarlo tenebroso le hizo reír, parecía increíble que él, un simple humano sin conocimientos ni mágicos ni religiosos se sintiera obligado a explicárselo.
-Todas las religiones son fanáticas... si no, no serían religiones. Y los demonios son los enemigos tradicionales de la dama... pero no es la única religión que posiblemente os consideraría enemigo... También están las cábalas de Ur y...
El sola mención de éstos últimos lo obligó a reprimir un escalofrío en presencia del pelirrojo. Había estado una vez en Ur, y no guardaba precisamente un buen recuerdo.
Entonces Breigal marchó al camarote tras pedir a Arzhel que lo esperara, y mientras aguardaba volvió su vista una vez más al firmamento y al confuso margen entre cielo y mar. Pronto regresó el pelirrojo, portando consigo un escudo, que mostró a Arzhel. Era un escudo de buena calidad, pero Arzhel no conocía ninguno de los símbolos y emblemas que había en la cubierta.
-Lamento deciros que no reconozco para nada el símbolo del escudo, y, entre vuestra merced y yo, eso significa que por lo menos no es de Trinacria ni de las Triskel -como caballero de noble cuna, Arzhel estaba familiarizado con los escudos de armas y emblemas de las Triskel y, en menor medida, del resto del archipiélago-. Y en realidad, tampoco me suena haberlo visto durante mis viajes por el resto del archipiélago... No, lamento mucho tener que deciros que no.
La otra pregunta del otro le pareció algo indiscreta, pero al fin y al cabo el otro parecía estar siendo sincero con él, así que juzgó responder diciendo toda la verdad posible.
-No, no soy el último de mi estirpe... Pero sí el único que lo sabe. Y precisamente por eso estoy metido en todo este lío.
Por fin logró averiguar quién era el tal Phabendiar, o Phab. Así que un protector. Un demonio protector... No le encajaba mucho con la idea que tenía de los demonios, pero en fin. En cuanto el paladín mencionó aquello de que los paladines estaban obsesionados por la Dama y por considerarlo tenebroso le hizo reír, parecía increíble que él, un simple humano sin conocimientos ni mágicos ni religiosos se sintiera obligado a explicárselo.
-Todas las religiones son fanáticas... si no, no serían religiones. Y los demonios son los enemigos tradicionales de la dama... pero no es la única religión que posiblemente os consideraría enemigo... También están las cábalas de Ur y...
El sola mención de éstos últimos lo obligó a reprimir un escalofrío en presencia del pelirrojo. Había estado una vez en Ur, y no guardaba precisamente un buen recuerdo.
Entonces Breigal marchó al camarote tras pedir a Arzhel que lo esperara, y mientras aguardaba volvió su vista una vez más al firmamento y al confuso margen entre cielo y mar. Pronto regresó el pelirrojo, portando consigo un escudo, que mostró a Arzhel. Era un escudo de buena calidad, pero Arzhel no conocía ninguno de los símbolos y emblemas que había en la cubierta.
-Lamento deciros que no reconozco para nada el símbolo del escudo, y, entre vuestra merced y yo, eso significa que por lo menos no es de Trinacria ni de las Triskel -como caballero de noble cuna, Arzhel estaba familiarizado con los escudos de armas y emblemas de las Triskel y, en menor medida, del resto del archipiélago-. Y en realidad, tampoco me suena haberlo visto durante mis viajes por el resto del archipiélago... No, lamento mucho tener que deciros que no.
La otra pregunta del otro le pareció algo indiscreta, pero al fin y al cabo el otro parecía estar siendo sincero con él, así que juzgó responder diciendo toda la verdad posible.
-No, no soy el último de mi estirpe... Pero sí el único que lo sabe. Y precisamente por eso estoy metido en todo este lío.
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Liberando la mente
Ajena a la conversación del exterior, mantenía la mirada fija al frente y hacía su mejor esfuerzo por recuperar la normalidad en su agitada respiración. Abrazó con más fuerza sus piernas y hacía su mejor esfuerzo por no cerrar los ojos.
Si lo hacía, sabía que vería los ojos del ser alado y no quería, pero si mantenía los ojos abiertos, veía en sus recuerdos cada vez más difusos ese brazo amputado.
Pasado un instante, ya se sentía mejor. Necesitaba aire, pero no saldría, también estaba aburrida, no había nada que hacer mientras se cuidaba una puerta que de todas formas no se abriría.
No quería estar sola. Tomó el tabardo y su dedo, con delicadeza iba delineando cada uno de los emblemas que quedaban a su alcance. Le gustaba la textura del bordado, pero era tan incomodo de llevar. Al pasarse la mano por el cuello, en un gesto de tratar de acomodarse y relajarse, la sangre se le heló, le ardía en tres puntos, en tres líneas paralelas, como si unas garras le hubieran tratado de cortar la garganta
~tranquila.. sólo fue un sueño... ~tonc, se sobre saltó. Tonc. El sonido provenía de la puerta. Se levantó rápidamente y se acercó a la puerta.
- Stregek! - llamó suavemente y los golpes cesaron.
Si lo hacía, sabía que vería los ojos del ser alado y no quería, pero si mantenía los ojos abiertos, veía en sus recuerdos cada vez más difusos ese brazo amputado.
Pasado un instante, ya se sentía mejor. Necesitaba aire, pero no saldría, también estaba aburrida, no había nada que hacer mientras se cuidaba una puerta que de todas formas no se abriría.
No quería estar sola. Tomó el tabardo y su dedo, con delicadeza iba delineando cada uno de los emblemas que quedaban a su alcance. Le gustaba la textura del bordado, pero era tan incomodo de llevar. Al pasarse la mano por el cuello, en un gesto de tratar de acomodarse y relajarse, la sangre se le heló, le ardía en tres puntos, en tres líneas paralelas, como si unas garras le hubieran tratado de cortar la garganta
~tranquila.. sólo fue un sueño... ~tonc, se sobre saltó. Tonc. El sonido provenía de la puerta. Se levantó rápidamente y se acercó a la puerta.
- Stregek! - llamó suavemente y los golpes cesaron.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Liberando la mente
-Con cada revelación que descubro me siento más extranjero -comenté con una leve sonrisa.
No todas las religiones eran fanáticas, la que se practicaba en Werth no lo era. Aunque quizás, pensándolo un poco mejor, sí lo era: después de todo, había atacado a Stregek por insultar a las diosas de Werth. Aún así, tenía mis dudas, cualquiera hubiese reaccionado así, supuse, y la diferencia entre ellos y yo había sido simple: yo había manifestado desconocer a la Dama, ellos me tildaron de infernalista por creer en otras deidades. Hasta donde llegaba mi interpretación, eso no era fanatismo.
-Es una verdadera pena oír eso, Arzhel. Sólo espero que estén en una isla relativamente neutral. -Evidentemente las religiones humanas eran muy distintas a la que se desarrollaba en la isla Werth. Nada extraño si se tenía en cuenta los orígenes tan adversos que teníamos como especies. Arzhel manifestó desconocer el emblema del escudo, lo que significaba que muy probablemente los invasores no residían en ninguna de esas islas. -Entiendo, muchas gracias. Aunque imagino que tarde o temprano ellos regresarán. Después de todo, a pesar de la masacre que llevaron a cabo, su invasión no logró cumplir con su cometido. Regresarán, y si estamos los tres, moriremos juntos. Eso es mucho más honorable que estar separados durante el último instante de nuestras vidas. Realmente deseo que su búsqueda tenga éxito. Me ha demostrado que al menos hay personas decentes en estas islas, que si no era por usted, la imagen de este lugar hubiese sido exageradamente negativa. Le agradezco mucho su ayuda, por ayudarme se ha metido en problemas con esos hombres de la Dama. También lo ayudaré a usted en su búsqueda, es lo menos que puedo hacer.
No todas las religiones eran fanáticas, la que se practicaba en Werth no lo era. Aunque quizás, pensándolo un poco mejor, sí lo era: después de todo, había atacado a Stregek por insultar a las diosas de Werth. Aún así, tenía mis dudas, cualquiera hubiese reaccionado así, supuse, y la diferencia entre ellos y yo había sido simple: yo había manifestado desconocer a la Dama, ellos me tildaron de infernalista por creer en otras deidades. Hasta donde llegaba mi interpretación, eso no era fanatismo.
-Es una verdadera pena oír eso, Arzhel. Sólo espero que estén en una isla relativamente neutral. -Evidentemente las religiones humanas eran muy distintas a la que se desarrollaba en la isla Werth. Nada extraño si se tenía en cuenta los orígenes tan adversos que teníamos como especies. Arzhel manifestó desconocer el emblema del escudo, lo que significaba que muy probablemente los invasores no residían en ninguna de esas islas. -Entiendo, muchas gracias. Aunque imagino que tarde o temprano ellos regresarán. Después de todo, a pesar de la masacre que llevaron a cabo, su invasión no logró cumplir con su cometido. Regresarán, y si estamos los tres, moriremos juntos. Eso es mucho más honorable que estar separados durante el último instante de nuestras vidas. Realmente deseo que su búsqueda tenga éxito. Me ha demostrado que al menos hay personas decentes en estas islas, que si no era por usted, la imagen de este lugar hubiese sido exageradamente negativa. Le agradezco mucho su ayuda, por ayudarme se ha metido en problemas con esos hombres de la Dama. También lo ayudaré a usted en su búsqueda, es lo menos que puedo hacer.
Breigal- Cantidad de envíos : 135
Re: Liberando la mente
-¿Decís que vuestra religión no es fanática? -el caballero suspiró. No le iba a llevar la contraria ni a enfurecer, pero desde luego, él no opinaba lo mismo.
Escuchó una vez más la historia de los invasores. Realmente le parecía terrible, pero era sólo una guerra más en el mundo, una gota en el océano. Al hacer esta asociación volvió a mirar hacia la negra superfície del mar, que reflejaba la luna y las estrellas como si de un espejo se tratara.
-Sin duda, sin duda... -dijo de pronto-. El honor... El honor es lo único que no se puede arrebatar a un hombre sin su consentimiento. A un hombre, o a cualquier otro ser, por supuesto. El honor no entiende de raza, edad, credo ni lugar de nacimiento. Encontraréis hombres de honor en todo el archipiélago, así como también hombres faltos de él. Y también dentro de la Orden de la Dama, que ahora aborrecéis -sin evitarlo, su mente fue un momento a Lohengrin ¿se trataría realmente de un paladín?-. Si el honor os exige buscar a vuestros camaradas, debéis hacerlo. En cuanto a mí, no hace falta que me deis las gracias por nada. Al fin y al cabo yo también estaba metido en un buen lío: por motivos políticos, nada que ver con la religión, pero con posibilidades francas de ir a parar a uno de los calabozos de la ciudad.
Era cierto: que le hubiera ayudado no significaba que él mismo estuviera absento de problemas. De todos modos, era cierto que algo de suerte había tenido al encontrarse con él: había viajado por el archipiélago, conocía gente y lugares.
-Mañana llegaremos a Kuzueth... Una isla muy poco poblada, habitada mayormente por las bestias salvajes de su jungla. Para ser sincero, un lugar bastante atractivo para alguien que quiera hacer una nueva vida, sobretodo si tiene don de armas. Tengo allí un amigo, que seguramente me recibirá con los brazos abiertos... ¿Qué clase de personas son sus amigos? -tenía dudas acerca de donde pudiera estar Mizik, pues realmente podría haber ido a cualquier parte del archipiélago. Así que tal vez pudieran establecer un rumbo más fácilmente de acuerdo con los camaradas de Breigal
Escuchó una vez más la historia de los invasores. Realmente le parecía terrible, pero era sólo una guerra más en el mundo, una gota en el océano. Al hacer esta asociación volvió a mirar hacia la negra superfície del mar, que reflejaba la luna y las estrellas como si de un espejo se tratara.
-Sin duda, sin duda... -dijo de pronto-. El honor... El honor es lo único que no se puede arrebatar a un hombre sin su consentimiento. A un hombre, o a cualquier otro ser, por supuesto. El honor no entiende de raza, edad, credo ni lugar de nacimiento. Encontraréis hombres de honor en todo el archipiélago, así como también hombres faltos de él. Y también dentro de la Orden de la Dama, que ahora aborrecéis -sin evitarlo, su mente fue un momento a Lohengrin ¿se trataría realmente de un paladín?-. Si el honor os exige buscar a vuestros camaradas, debéis hacerlo. En cuanto a mí, no hace falta que me deis las gracias por nada. Al fin y al cabo yo también estaba metido en un buen lío: por motivos políticos, nada que ver con la religión, pero con posibilidades francas de ir a parar a uno de los calabozos de la ciudad.
Era cierto: que le hubiera ayudado no significaba que él mismo estuviera absento de problemas. De todos modos, era cierto que algo de suerte había tenido al encontrarse con él: había viajado por el archipiélago, conocía gente y lugares.
-Mañana llegaremos a Kuzueth... Una isla muy poco poblada, habitada mayormente por las bestias salvajes de su jungla. Para ser sincero, un lugar bastante atractivo para alguien que quiera hacer una nueva vida, sobretodo si tiene don de armas. Tengo allí un amigo, que seguramente me recibirá con los brazos abiertos... ¿Qué clase de personas son sus amigos? -tenía dudas acerca de donde pudiera estar Mizik, pues realmente podría haber ido a cualquier parte del archipiélago. Así que tal vez pudieran establecer un rumbo más fácilmente de acuerdo con los camaradas de Breigal
Arzhel de Loïc- Cantidad de envíos : 175
Re: Liberando la mente
- ... nos has traicionada.... pnetrar en la Ornde? - escuchaba las palabras cortadas de Stregek, pero no necesitaba gran inteligencia para saber qué le decía. Volvió a suspirar, esa sería una larga noche.
- Acaso que me viste hacer que fuera en contra de la Luz de la Dama? - habló con voz clara, despacio para que lograra entenderle, pero con suavidad para mantener la conversación entre ellos.
El silencio que le siguió a esto le decía que a él no le importaba, que si la reconoció como fuente de la sombra, que todo estaba perdido, que lo que le venía pierna a arriba aDevan no era más que su culpa, que...
- Apareciste de la nada y con una sombra, no ointentes engañarme - miró al suelo, como una niña regañada, se moridó el labio y empezó a explicar.
- Si, manejo el viento, no voy a negarlo, es un don de mi amilia que por alguna razón la rama de mi tío no posee, no voy a ocultarlo, no me avergüenza, de hecho me enorgullece el saber que puedo hacer uso de él para el bien y llevar la Luz de la Dama ahí donde sea necesario - el tono de su voz fue subiendo hasta que se dio cuenta y entonces lo bajó para no llamar la atención, más.
- Ayudabas al demonio y su esbirro, la sombra vino contigo - acusó.
- trataba de arreglar el asunto sin que fuera necesario oun derramamiento de sangre, con una guerra tan cerca, lo último que necesita la buena gente de Aspher es una masacre en una taberna. A veces me pregunto sino eres tú quien le falla a la Dama con esa forma extremista de pensar -
Un nuevo silencio, largo, escuchó un golpe contra la pared, el puño del paladín contra la pared. Se estaba haciendo daño, no entendía por qué.
- Qué ha pasado luego que me encerraran -
- Te capturaron... no pude hacer nada por evitarlo, así que los seguí, para evitar que te hiciera daño -
- Veo - ahora miraba fijamente la puerta. Estaban parados uno frente al otro, con una puerta de por medio - Tienes un plan? - negó en silencio, como soi acaso pudiera verla - puedes sacarme de aquí? - la imagen del brazo volvió a ella, las pericias de Breigal por ponerlo en su lugar, su sombra cortandolo de forma cruel y despiadada, la sangre en el plano de sombras, mas roja, más nitida, sintió un escalofrío - Sabes donde está la llave?
- Es magica - dijo suavemente, esperando que no la oyera
- Toda puerta mágica tiene una llave, no puedo ayudarte a conseguir la clave, tendrás que obtenerla tú o descifrar como funciona. Por qué no estas encerrada? -
- Se mostró al final condescendiente conmigo, no sé por qué... pero me preocupa más lo que trama contra tí, dice que quiere información -
- No importa, para lograr reivindicarte, sácame de aqui... - Silñencio de nuevo.
El ceño de Dulfary se frunció , el puño apretado contra la puerta e hizo su mejor esfuerzo por controlar la respiración.
- Yo no tengo abosolutamente nada por lo cual reivindicarme - acusó, molesta, en un tono más alto, pero sin gritar.
- Acaso que me viste hacer que fuera en contra de la Luz de la Dama? - habló con voz clara, despacio para que lograra entenderle, pero con suavidad para mantener la conversación entre ellos.
El silencio que le siguió a esto le decía que a él no le importaba, que si la reconoció como fuente de la sombra, que todo estaba perdido, que lo que le venía pierna a arriba aDevan no era más que su culpa, que...
- Apareciste de la nada y con una sombra, no ointentes engañarme - miró al suelo, como una niña regañada, se moridó el labio y empezó a explicar.
- Si, manejo el viento, no voy a negarlo, es un don de mi amilia que por alguna razón la rama de mi tío no posee, no voy a ocultarlo, no me avergüenza, de hecho me enorgullece el saber que puedo hacer uso de él para el bien y llevar la Luz de la Dama ahí donde sea necesario - el tono de su voz fue subiendo hasta que se dio cuenta y entonces lo bajó para no llamar la atención, más.
- Ayudabas al demonio y su esbirro, la sombra vino contigo - acusó.
- trataba de arreglar el asunto sin que fuera necesario oun derramamiento de sangre, con una guerra tan cerca, lo último que necesita la buena gente de Aspher es una masacre en una taberna. A veces me pregunto sino eres tú quien le falla a la Dama con esa forma extremista de pensar -
Un nuevo silencio, largo, escuchó un golpe contra la pared, el puño del paladín contra la pared. Se estaba haciendo daño, no entendía por qué.
- Qué ha pasado luego que me encerraran -
- Te capturaron... no pude hacer nada por evitarlo, así que los seguí, para evitar que te hiciera daño -
- Veo - ahora miraba fijamente la puerta. Estaban parados uno frente al otro, con una puerta de por medio - Tienes un plan? - negó en silencio, como soi acaso pudiera verla - puedes sacarme de aquí? - la imagen del brazo volvió a ella, las pericias de Breigal por ponerlo en su lugar, su sombra cortandolo de forma cruel y despiadada, la sangre en el plano de sombras, mas roja, más nitida, sintió un escalofrío - Sabes donde está la llave?
- Es magica - dijo suavemente, esperando que no la oyera
- Toda puerta mágica tiene una llave, no puedo ayudarte a conseguir la clave, tendrás que obtenerla tú o descifrar como funciona. Por qué no estas encerrada? -
- Se mostró al final condescendiente conmigo, no sé por qué... pero me preocupa más lo que trama contra tí, dice que quiere información -
- No importa, para lograr reivindicarte, sácame de aqui... - Silñencio de nuevo.
El ceño de Dulfary se frunció , el puño apretado contra la puerta e hizo su mejor esfuerzo por controlar la respiración.
- Yo no tengo abosolutamente nada por lo cual reivindicarme - acusó, molesta, en un tono más alto, pero sin gritar.
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