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Cuando un árbol se mueve
3 participantes
Mar de Jaspia :: DUCADO DE ASPHER :: Rhylia :: Lytenberg
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Re: Cuando un árbol se mueve
Oscuridad, tranquila oscuridad. Vacía oscuridad.
Lentamente, Cyrian abrió los ojos aún aturdido y la luz hizo que le costara enfocar los ojos durante unos segundos. Tardó mucho en reconocer dónde estaba y, curiosamente, no fue su vista quién le situó, sino su oído.
- Descuidado, descuidado, mi pequeño Cyr. Los diablos se esconden en los detalles.- dijo una voz que conocía.
Intentó responder pero apenas era inteligible el sonido que escapó de sus labios. La proyección de Gisella acarició su cabeza con suavidad. - Shhh, tranquilo, Cyrian, no te muevas. Deja que el veneno siga su curso, te levantarás, no es esa clase de veneno. Te quieren vivo, aún. Y tratarán de evitar que escapes, encerrándote en una celda. Nada que pueda evitar que te vayas.
De nuevo el caballero gruñó algo ininteligible, pero de nuevo Gisella le entendió. - ¿Kaede? Sí, ella puede ser un problema. ¿Pero se arriesgará a hablar de su dominio de las sombras? No lo creo, aunque ya te has equivocado una vez con ella.-dijo condescendiente.- Pero aún así, quédate quieto. Que te subestimen, que no sepan qué pensar de ti, así seguirás vivo; no olvides que debes redimirte aún.
El caballero asintió muy despacio y dejó que sus ojos se volvieran a cerrar por completo, dispuesto a descansar tanto como pudiera. Ahora mismo nada estaba en sus manos, con lo que sólo podía moverse con el mundo y esperar.
Sus captores sólo oirían sus gruñidos y como volvía a dormir. Era lo que la armonía del caos le permitía hacer de momento.
Lentamente, Cyrian abrió los ojos aún aturdido y la luz hizo que le costara enfocar los ojos durante unos segundos. Tardó mucho en reconocer dónde estaba y, curiosamente, no fue su vista quién le situó, sino su oído.
- Descuidado, descuidado, mi pequeño Cyr. Los diablos se esconden en los detalles.- dijo una voz que conocía.
Intentó responder pero apenas era inteligible el sonido que escapó de sus labios. La proyección de Gisella acarició su cabeza con suavidad. - Shhh, tranquilo, Cyrian, no te muevas. Deja que el veneno siga su curso, te levantarás, no es esa clase de veneno. Te quieren vivo, aún. Y tratarán de evitar que escapes, encerrándote en una celda. Nada que pueda evitar que te vayas.
De nuevo el caballero gruñó algo ininteligible, pero de nuevo Gisella le entendió. - ¿Kaede? Sí, ella puede ser un problema. ¿Pero se arriesgará a hablar de su dominio de las sombras? No lo creo, aunque ya te has equivocado una vez con ella.-dijo condescendiente.- Pero aún así, quédate quieto. Que te subestimen, que no sepan qué pensar de ti, así seguirás vivo; no olvides que debes redimirte aún.
El caballero asintió muy despacio y dejó que sus ojos se volvieran a cerrar por completo, dispuesto a descansar tanto como pudiera. Ahora mismo nada estaba en sus manos, con lo que sólo podía moverse con el mundo y esperar.
Sus captores sólo oirían sus gruñidos y como volvía a dormir. Era lo que la armonía del caos le permitía hacer de momento.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
Estaba molesta, poco mas que furiosa y no se atrevía a expresar las razones de tal cosa, porque ella misma no las entendía. Era algo que iba mas alla del sentimiento de traición y de aprovecharse de la situación que no esperó encontrar en la Orden, pese a que su misión precisamente estaba enfocada en esa dirección.
La falta de explicaciones a su molestia, era lo que hacía que tuviera esa expresión de infantil enojo mientras la carreta en la que llevaban al prisionero se movía por la ciudad. Y callaba. Sabía, estaba completamente segura, que su silencio no era ningún tipo de castigo para ellos, que antes les hacía un favor, a pesar de sus caras de tratar de calmar las miradas que eventualmente les lanzaba. Hablarles, darles lora por todo el recorrido habría sido mejor reprimenda.
Pero no.
No era solo el enojo que dejaba ver, también era todo aquello que pasaba por su mente. Ahora que observaba a Cyrian en su pequeña y cómoda celda, lo veía mas claro. La cosa no era tan simple como tu palabra contra la nuestra, o el ladrón que lograron atrapar por un golpe de suerte. Tenía mucho que investigar, podría ir a la Plaza de Banderas y corroborar sus palabras, pero también podía decantarse por el simple hecho que cualquiera que hubiera pasado por ahí la tenía muy fácil para apropiarse de un nombre.
~ Se veía y escuchaba sincero, al menos yo fui honesta con mis respuestas, pero él ademas fue directo, franco, demasiado franco ~ Fue eso en lo ultimo que pensó antes de relajar su expresión en la carreta, y por alguna egocéntrica razón, sus compañeros creyeron que se debía a que la habían felicitado, muy incómodos, por haberlo encontrado antes que ellos. En realidad, ni siquiera escuchó tal felicitación.
También le habían dejado claro, y ella había ayudado a eso, que no lo curarían con el uso del Beso de la Dama o como fuera que se llamara, porque eso quitaría el efecto del veneno y entonces despertaría. Así que esa la razón real por la que estaba en la celda del prisionero.
Bien podía haber pedido apoyo en la enfermería, de hecho ya venía en camino, pero no esperaría mas a atender la herida de la flecha . Con cuidado que no fuera a despertar, le retiró la armadura de cuero y al desecharla, el guardia de turno estuvo presto para sacarla del lugar, no la necesitaría ahí.
Lo escuchó, lo escucharon, gruñir y eso la puso tensa, casi se alejó de él, pero seguía inconsciente. Fue ese el argumento que utilizó para enviar al guardia por mas vendas y a que apresurara a quien estuviera encargado de la enfermería.
Una vez estuvieron solos fue como si proyección y realidad se intercalaran y se mezclaran. Dulfary le acarició la cabeza para calmar su mal sueño y de forma casi simultanea con Giselle o el Sauce o quien fuera que le hablara, susurró
- Shhh, tranquilo, Cyrian, ains... tranquilo - atendió con habilidad la herida, buscando mas que cerrarla, evitar que se infectara - tranquilo... - repitió con su siguiente gruñido, con dulzura impropia para la situación entre ambos
- En qué lío te has metido, muchacho, en qué lío - parece sentir más inquietud que satisfacción por su captura, aunque era algo que solo podría mostrar mientras estuviera a solas y con él inconsciente. De resto, sería algo que se guardaría para ella, a nadie le interesaba mas que a sí misma y no le daría ese gusto ni a Cyrian, ni a los demás.
Aguardó a que llegara la persona encargada de la enfermería para, con su visto bueno, proceder a vendarlo, con la misma dedicación con que había atendido la herida. Modestia aparte, un buen vendaje.
No había mucho más que pudiera hacer ahí, en cambio la Sala de Blasones le esperaba.
La falta de explicaciones a su molestia, era lo que hacía que tuviera esa expresión de infantil enojo mientras la carreta en la que llevaban al prisionero se movía por la ciudad. Y callaba. Sabía, estaba completamente segura, que su silencio no era ningún tipo de castigo para ellos, que antes les hacía un favor, a pesar de sus caras de tratar de calmar las miradas que eventualmente les lanzaba. Hablarles, darles lora por todo el recorrido habría sido mejor reprimenda.
Pero no.
No era solo el enojo que dejaba ver, también era todo aquello que pasaba por su mente. Ahora que observaba a Cyrian en su pequeña y cómoda celda, lo veía mas claro. La cosa no era tan simple como tu palabra contra la nuestra, o el ladrón que lograron atrapar por un golpe de suerte. Tenía mucho que investigar, podría ir a la Plaza de Banderas y corroborar sus palabras, pero también podía decantarse por el simple hecho que cualquiera que hubiera pasado por ahí la tenía muy fácil para apropiarse de un nombre.
~ Se veía y escuchaba sincero, al menos yo fui honesta con mis respuestas, pero él ademas fue directo, franco, demasiado franco ~ Fue eso en lo ultimo que pensó antes de relajar su expresión en la carreta, y por alguna egocéntrica razón, sus compañeros creyeron que se debía a que la habían felicitado, muy incómodos, por haberlo encontrado antes que ellos. En realidad, ni siquiera escuchó tal felicitación.
También le habían dejado claro, y ella había ayudado a eso, que no lo curarían con el uso del Beso de la Dama o como fuera que se llamara, porque eso quitaría el efecto del veneno y entonces despertaría. Así que esa la razón real por la que estaba en la celda del prisionero.
Bien podía haber pedido apoyo en la enfermería, de hecho ya venía en camino, pero no esperaría mas a atender la herida de la flecha . Con cuidado que no fuera a despertar, le retiró la armadura de cuero y al desecharla, el guardia de turno estuvo presto para sacarla del lugar, no la necesitaría ahí.
Lo escuchó, lo escucharon, gruñir y eso la puso tensa, casi se alejó de él, pero seguía inconsciente. Fue ese el argumento que utilizó para enviar al guardia por mas vendas y a que apresurara a quien estuviera encargado de la enfermería.
Una vez estuvieron solos fue como si proyección y realidad se intercalaran y se mezclaran. Dulfary le acarició la cabeza para calmar su mal sueño y de forma casi simultanea con Giselle o el Sauce o quien fuera que le hablara, susurró
- Shhh, tranquilo, Cyrian, ains... tranquilo - atendió con habilidad la herida, buscando mas que cerrarla, evitar que se infectara - tranquilo... - repitió con su siguiente gruñido, con dulzura impropia para la situación entre ambos
- En qué lío te has metido, muchacho, en qué lío - parece sentir más inquietud que satisfacción por su captura, aunque era algo que solo podría mostrar mientras estuviera a solas y con él inconsciente. De resto, sería algo que se guardaría para ella, a nadie le interesaba mas que a sí misma y no le daría ese gusto ni a Cyrian, ni a los demás.
Aguardó a que llegara la persona encargada de la enfermería para, con su visto bueno, proceder a vendarlo, con la misma dedicación con que había atendido la herida. Modestia aparte, un buen vendaje.
No había mucho más que pudiera hacer ahí, en cambio la Sala de Blasones le esperaba.
Última edición por Dulfary el 03/05/12, 02:34 pm, editado 1 vez
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
En un lugar no muy lejano de donde era transportado el prisionero con la comitiva, junto a la Catedral, uno de sus edificios anexos era un espectáculo digno de ser contemplado.
Se trataba de una construcción que casi parecía hecha de una sola pieza con un molde, de planta circular cubierta por una cúpula. Se conocía como la Sala de Blasones. En su interior, incontables pendones y estandartes colgaban de picas, de las paredes, colgaban del techo, o estaban grabados en las losas de mármol de las paredes y del suelo. Y en cada uno, un número aún mayor de nombres; el nombre de todo miembro de la Orden que alcanzó el rango de paladín, fuera tocado o no por el Beso de la Dama.
Bien era cierto que algunos nombres habían sido tapados por bordados, o simplemente deshilachados de banderolas o picados de los muros; aquellos nombres condenados al olvido de quienes no habían sido dignos del honor que recibieron con su rango, pero la visión colorida y francamente abrumadora de la Sala no quedaba deslucida por esos pocos signos.
Sin embargo, sí había un lugar en la Sala que destacaba sobre los demás, un lugar que tenía su propia leyenda. Hacia la zona más oriental de la pared circular, justo bajo una lista particular de nombres, había una losa hecha pedazos. Y sobre ella, un martillo de guerra de aspecto peculiar, hundido por el golpe que debió romper la losa. Se trataba de un mango de madera envuelto en cuero y fieltro negro, unido a una cabeza con forma de prisma rectangular, que parecía hecha de cristal de roca rojo oscuro veteado de blanco, translúcido.
A su alrededor, se había puesto un cordón de terciopelo, rodeándola como un santuario, con una plaquita que rezaba la siguiente frase, grabada con la reverencia con la que se escriben las profecías "Hasta que la oscuridad sea purgada o su dueño la reclame".
La historia que rodeaba el suceso que había puesto la maza allí tenía muchas versiones, pero la más ampliamente aceptada por la Orden era así: un paladín sin nombre, bendecido por la Dama, había regresado de un viaje al mismísimo corazón de los Infiernos y en el camino, había perdido a sus mejores compañeros, uno de los cuales era el dueño original de la maza. Al regresar a Rhylia, y visitar la Sala, frente a varios miembros superiores de la Orden, dejó caer la maza sobre su nombre, borrándose así de los anales de la Orden mientras pronunciaba aquellas palabras, imbuido por el poder de la Dama en forma de profecía, antes de marcharse con destino desconocido para no volver a ser visto. Desde entonces, y pese a que muchos lo habían intentado, la maza no se había movido ni un ápice de como había caído en su lugar, como recordatorio constante del deber de la Orden de purgar la oscuridad del mundo. Al menos era la versión que la Orden respaldaba.
Un dato curioso era que el primer nombre legible junto al martillo era Cyrian.
Se trataba de una construcción que casi parecía hecha de una sola pieza con un molde, de planta circular cubierta por una cúpula. Se conocía como la Sala de Blasones. En su interior, incontables pendones y estandartes colgaban de picas, de las paredes, colgaban del techo, o estaban grabados en las losas de mármol de las paredes y del suelo. Y en cada uno, un número aún mayor de nombres; el nombre de todo miembro de la Orden que alcanzó el rango de paladín, fuera tocado o no por el Beso de la Dama.
Bien era cierto que algunos nombres habían sido tapados por bordados, o simplemente deshilachados de banderolas o picados de los muros; aquellos nombres condenados al olvido de quienes no habían sido dignos del honor que recibieron con su rango, pero la visión colorida y francamente abrumadora de la Sala no quedaba deslucida por esos pocos signos.
Sin embargo, sí había un lugar en la Sala que destacaba sobre los demás, un lugar que tenía su propia leyenda. Hacia la zona más oriental de la pared circular, justo bajo una lista particular de nombres, había una losa hecha pedazos. Y sobre ella, un martillo de guerra de aspecto peculiar, hundido por el golpe que debió romper la losa. Se trataba de un mango de madera envuelto en cuero y fieltro negro, unido a una cabeza con forma de prisma rectangular, que parecía hecha de cristal de roca rojo oscuro veteado de blanco, translúcido.
A su alrededor, se había puesto un cordón de terciopelo, rodeándola como un santuario, con una plaquita que rezaba la siguiente frase, grabada con la reverencia con la que se escriben las profecías "Hasta que la oscuridad sea purgada o su dueño la reclame".
La historia que rodeaba el suceso que había puesto la maza allí tenía muchas versiones, pero la más ampliamente aceptada por la Orden era así: un paladín sin nombre, bendecido por la Dama, había regresado de un viaje al mismísimo corazón de los Infiernos y en el camino, había perdido a sus mejores compañeros, uno de los cuales era el dueño original de la maza. Al regresar a Rhylia, y visitar la Sala, frente a varios miembros superiores de la Orden, dejó caer la maza sobre su nombre, borrándose así de los anales de la Orden mientras pronunciaba aquellas palabras, imbuido por el poder de la Dama en forma de profecía, antes de marcharse con destino desconocido para no volver a ser visto. Desde entonces, y pese a que muchos lo habían intentado, la maza no se había movido ni un ápice de como había caído en su lugar, como recordatorio constante del deber de la Orden de purgar la oscuridad del mundo. Al menos era la versión que la Orden respaldaba.
Un dato curioso era que el primer nombre legible junto al martillo era Cyrian.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
No era su lugar favorito dentro de la fortaleza de la Dama, pero sin duda era de los mas hermosos y de los que mas le había llamado la atención.
Recién llegó, cuando Devan le daba un recorrido que la pusiera en contexto, quedó bastante impresionada y siempre quiso volver para poder verlo con detenimiento, pero cada cosa que sucedió después fue tan rápido que simplemente no se pudo.
Ahora, aun vestida de "civil", tenía la oportunidad perfecta para recorrerlo sin que sintiera que debería estar en otro lugar investigando o entrenando. Caminaba casi de forma distraída recorriendo el lugar, miraba un punto, miraba el otro, sus ojos fueron a los espacios donde se habían quitado los nombres y, fue casi automático, el preguntarse en donde estaría el nombre de Lohengrin y si en efecto había sido borrado o aun permanecía aunque algunos no simpatizaran con él.
El lugar era enorme, con tantos y tantos nombre que no sabía en donde buscar o por donde empezar. Eso no era impedimento para que sus pies se desplazaran despacio y con completo sigilo, estirando la mano hacia los tapices mas antiguos y deslizando el dedo por los nombres bordados con tanta dedicación.
Cuanta dedicación había en ellos y en las lozas. El lugar era hermoso, lleno de paz y casi una invitación a reflexionar sobre lo que se quería en la vida... si en verdad hiciera parte de la Orden de la Dama.
- Buscando inspiración? - preguntó una voz desde el otro lado de la enorme Sala. En un primer momento pensó que sería uno de los pobres Iniciados a quienes ponían a montar guardia de modo protocolario mas que por necesidad.
- Aristes! - dijo emocionada al verlo y terminaron encontrándose en el centro de la distancia que los separaba - Wow, qué haces aquí? Creí que estarías en... olvídalo, es tonto que estuvieras en Tricarnia. Como has estado? -
Caminando por entre los Blasones de la sala, estas preguntas y otras fueron respondidas, llevando una conversación amena, en la que además le contó que sólo estaba paso, que tenía una asignación en otra parte del archipiélago y tocaron uno o dos tópicos de las guerra, básicamente su opinión respecto a esta, sin hablar de bandos.
La única pregunta a la que no se le dio respuesta, fue a la de la inspiración. Ella no buscaba inspiración ahí, para qué engañarse, su inspiración venía de otros modelos y de su misma; además, su nombre jamás estaría en esa Sala... jamás.
- Supiste lo que ocurrió en la Biblioteca? - preguntó el, llevando las manos a la espalda
- Si, en realidad es por eso que estoy aquí, esta mañana atrapamos al intruso - no parecía aorgullosa de eso, el caballero no tardó en darse cuenta, pero mas alla de una expresión de extrañeza no la increpó sobre eso
- Creí que habías sido tu quien le prendió fuego - rió y Dulfary tras un momento se unió a su risa,que caray, la había puesto de buen humor
- Eso dirá él. Pero no, esta vez no fui yo. Aristes tu llevas más tiempo en la Orden que yo, podrías ilustrarme sobre como están organizados los nombres? Estoy buscando los que ya han fallecido - su sonrisa encantadoramente inocente no se hizo esperar.
- Qué estas buscando? - ahora si estaba intrigado.
- Sé que la abuela de Devan
- Señor Devan
- Del señor Devan, fue parte de la Orden, es algo así como la búsqueda de mis ancestros, asumo que murió -
- Ah, creí que buscabas algo relacionado con el intruso - sus pasos, al recorrer la Sala, lentamente los habían llevado hasta el cordón de terciopelo.
- Ah no, no - se apresuró a aclarar, sabiendo que había hablado de más, que sin querer... había sido ella - lo que quise decir es que como ya lo atrapamos, me tomo un tiempo para recorrer por fin este lugar. Sabes, la segunda vez que estuve aquí, estaban haciendo algo con los cordones estos, venía corriendo y bueno... el pie me dolió por días - se detuvo frente a la placa y la leyó por encima vez, en las dos veces anteriores en que estuvo la había leído y releído y vuelto a leer.
La primera vez lo tomó por la posible Oscuridad que pudiera cernirse sobre la Orden, las siguientes lo tomó por la oscuridad del mundo. Ahora que lo leía de nuevo sabía que se refería a las dos cosas ~ Pero si la Oscuridad es purgada del todo...nosotros fallamos, o tendremos que ir tras ustedes, ambas serían una tragedia ~
- Que susto, por un momento creí que me dirías que la habías movido -
- No... no soy la dueña y no creo que sea la purgadora de - ambos estallaron en risas tomándolo como purga estomacal - Esa frase debe ser la delicia de los niños que ingresan a la Orden. es curioso, parece que todas las culturas tienen una leyenda como esto, en casa una vez leí un libro, que me llevo el señor Devan, claro que no era una maza de guerra, era una espada y un yunque y quien la sacara sería el rey, es una historia bonita con magia y todo -
- Lees demasiada fantasía - se burló - Conoces la leyenda de esto? - ante la negativa de Dulfary, empezó a contarle la leyenda, lo escuchaba con fascinación, interesada en cada cosa que decía, mirando la maza, lo hermosa que era, la loza, el asunto de borrarse a sí mismo del listado de renombre la llevó a buscar con la mirada lo que pudiera quedar del nombre y entonces...
Se puso pálida
Recién llegó, cuando Devan le daba un recorrido que la pusiera en contexto, quedó bastante impresionada y siempre quiso volver para poder verlo con detenimiento, pero cada cosa que sucedió después fue tan rápido que simplemente no se pudo.
Ahora, aun vestida de "civil", tenía la oportunidad perfecta para recorrerlo sin que sintiera que debería estar en otro lugar investigando o entrenando. Caminaba casi de forma distraída recorriendo el lugar, miraba un punto, miraba el otro, sus ojos fueron a los espacios donde se habían quitado los nombres y, fue casi automático, el preguntarse en donde estaría el nombre de Lohengrin y si en efecto había sido borrado o aun permanecía aunque algunos no simpatizaran con él.
El lugar era enorme, con tantos y tantos nombre que no sabía en donde buscar o por donde empezar. Eso no era impedimento para que sus pies se desplazaran despacio y con completo sigilo, estirando la mano hacia los tapices mas antiguos y deslizando el dedo por los nombres bordados con tanta dedicación.
Cuanta dedicación había en ellos y en las lozas. El lugar era hermoso, lleno de paz y casi una invitación a reflexionar sobre lo que se quería en la vida... si en verdad hiciera parte de la Orden de la Dama.
- Buscando inspiración? - preguntó una voz desde el otro lado de la enorme Sala. En un primer momento pensó que sería uno de los pobres Iniciados a quienes ponían a montar guardia de modo protocolario mas que por necesidad.
- Aristes! - dijo emocionada al verlo y terminaron encontrándose en el centro de la distancia que los separaba - Wow, qué haces aquí? Creí que estarías en... olvídalo, es tonto que estuvieras en Tricarnia. Como has estado? -
Caminando por entre los Blasones de la sala, estas preguntas y otras fueron respondidas, llevando una conversación amena, en la que además le contó que sólo estaba paso, que tenía una asignación en otra parte del archipiélago y tocaron uno o dos tópicos de las guerra, básicamente su opinión respecto a esta, sin hablar de bandos.
La única pregunta a la que no se le dio respuesta, fue a la de la inspiración. Ella no buscaba inspiración ahí, para qué engañarse, su inspiración venía de otros modelos y de su misma; además, su nombre jamás estaría en esa Sala... jamás.
- Supiste lo que ocurrió en la Biblioteca? - preguntó el, llevando las manos a la espalda
- Si, en realidad es por eso que estoy aquí, esta mañana atrapamos al intruso - no parecía aorgullosa de eso, el caballero no tardó en darse cuenta, pero mas alla de una expresión de extrañeza no la increpó sobre eso
- Creí que habías sido tu quien le prendió fuego - rió y Dulfary tras un momento se unió a su risa,que caray, la había puesto de buen humor
- Eso dirá él. Pero no, esta vez no fui yo. Aristes tu llevas más tiempo en la Orden que yo, podrías ilustrarme sobre como están organizados los nombres? Estoy buscando los que ya han fallecido - su sonrisa encantadoramente inocente no se hizo esperar.
- Qué estas buscando? - ahora si estaba intrigado.
- Sé que la abuela de Devan
- Señor Devan
- Del señor Devan, fue parte de la Orden, es algo así como la búsqueda de mis ancestros, asumo que murió -
- Ah, creí que buscabas algo relacionado con el intruso - sus pasos, al recorrer la Sala, lentamente los habían llevado hasta el cordón de terciopelo.
- Ah no, no - se apresuró a aclarar, sabiendo que había hablado de más, que sin querer... había sido ella - lo que quise decir es que como ya lo atrapamos, me tomo un tiempo para recorrer por fin este lugar. Sabes, la segunda vez que estuve aquí, estaban haciendo algo con los cordones estos, venía corriendo y bueno... el pie me dolió por días - se detuvo frente a la placa y la leyó por encima vez, en las dos veces anteriores en que estuvo la había leído y releído y vuelto a leer.
La primera vez lo tomó por la posible Oscuridad que pudiera cernirse sobre la Orden, las siguientes lo tomó por la oscuridad del mundo. Ahora que lo leía de nuevo sabía que se refería a las dos cosas ~ Pero si la Oscuridad es purgada del todo...nosotros fallamos, o tendremos que ir tras ustedes, ambas serían una tragedia ~
- Que susto, por un momento creí que me dirías que la habías movido -
- No... no soy la dueña y no creo que sea la purgadora de - ambos estallaron en risas tomándolo como purga estomacal - Esa frase debe ser la delicia de los niños que ingresan a la Orden. es curioso, parece que todas las culturas tienen una leyenda como esto, en casa una vez leí un libro, que me llevo el señor Devan, claro que no era una maza de guerra, era una espada y un yunque y quien la sacara sería el rey, es una historia bonita con magia y todo -
- Lees demasiada fantasía - se burló - Conoces la leyenda de esto? - ante la negativa de Dulfary, empezó a contarle la leyenda, lo escuchaba con fascinación, interesada en cada cosa que decía, mirando la maza, lo hermosa que era, la loza, el asunto de borrarse a sí mismo del listado de renombre la llevó a buscar con la mirada lo que pudiera quedar del nombre y entonces...
Se puso pálida
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
Cuando despertó, el caballero estaba en una celda pequeña, oscura sin ningún resquicio de luz (lo cual podía llegar a convertirse en un problema). En un primer momento, pensó que quizás Kaede, o Arale o cualquiera que fuese el nombre de aquella aspirante a paladín, había advertido sobre las sombras; un poco más tarde, aún sin descartar esa idea, descubrió que la verdadera razón era que aquel calabozo no tenía más comunicación con el exterior que la gruesa puerta de roble con una mirilla corredera por la que era presumible que él había entrado. Ninguna ventana que pudiera darle una idea de la hora del día o la noche, ningun barrote a través del cual mirar qué había fuera.
Una celda para prisioneros que lo mejor era que nadie viera. Lógico si estaban convencidos de que era un espía.
Media sonrisa irónica se dibujó en su rostro mientras pensaba en que sin ninguna fuente de luz, iban a tener muy complicado recuperar aquel libro que se había llevado, si es que ya lo habían identificado. Esa idea le llevó a revisar en qué estado se encontraba. Tenía el brazo vendado, la herida no había sido profunda a juzgar por que podía mover el brazo casi sin molestias; aún así, incluso si no hubiera podido moverlo de nuevo, se alegraba de que no hubieran usado el Beso para sanarle. A continuación, revisó su vendaje de la herida del kunai de la noche anterior. Nadie le había cambiado el vendaje, pero no tenía aspecto de haber sangrado de nuevo, al menos no al tacto ni al olfato.
O no lo habían considerado de importancia, o nadie había revisado bajo la camisa que estaba bajo su desaparecida coraza de cuero; para sus adentros pensó en lo fácil que hubiera sido para cualquier Flor colar una ganzúa, cordel para estrangular e incluso una daga si ese era el caso. Con un suspiro resignado, admitió su mayor experiencia que él en situaciones de infiltración y contingencias y deseó haber ocultado un arma, pero no era así. Su espada, escudo y lanza no estaban, lógicamente, con él. Recordaba poco después de haber recibido el flechazo, pero sabía que las había sacado de las sombras, lo cual reducía su arsenal a una daga y su armadura completa, guardadas en unas sombras a las que ahora mismo no tenía acceso.
Por lo demás, sólo podía contar con su mente fría para buscar una oportunidad y un modo de salir, y pasear por su celda (otro bonito detalle, estaban tan seguros de sus bonitos muros y puertas que no le habían puesto grilletes ni en las muñecas ni en los pies.) para hacerse una idea de sus dimensiones. Pequeña, fue la respuesta.
Y de nuevo, el movimiento del mundo le dejó a la espera, sentado en uno de los laterales de la celda esperando las inevitables visitas de interrogadores que estaban por venir. Si tan sólo supieran con quién se la estaban jugando...
Una celda para prisioneros que lo mejor era que nadie viera. Lógico si estaban convencidos de que era un espía.
Media sonrisa irónica se dibujó en su rostro mientras pensaba en que sin ninguna fuente de luz, iban a tener muy complicado recuperar aquel libro que se había llevado, si es que ya lo habían identificado. Esa idea le llevó a revisar en qué estado se encontraba. Tenía el brazo vendado, la herida no había sido profunda a juzgar por que podía mover el brazo casi sin molestias; aún así, incluso si no hubiera podido moverlo de nuevo, se alegraba de que no hubieran usado el Beso para sanarle. A continuación, revisó su vendaje de la herida del kunai de la noche anterior. Nadie le había cambiado el vendaje, pero no tenía aspecto de haber sangrado de nuevo, al menos no al tacto ni al olfato.
O no lo habían considerado de importancia, o nadie había revisado bajo la camisa que estaba bajo su desaparecida coraza de cuero; para sus adentros pensó en lo fácil que hubiera sido para cualquier Flor colar una ganzúa, cordel para estrangular e incluso una daga si ese era el caso. Con un suspiro resignado, admitió su mayor experiencia que él en situaciones de infiltración y contingencias y deseó haber ocultado un arma, pero no era así. Su espada, escudo y lanza no estaban, lógicamente, con él. Recordaba poco después de haber recibido el flechazo, pero sabía que las había sacado de las sombras, lo cual reducía su arsenal a una daga y su armadura completa, guardadas en unas sombras a las que ahora mismo no tenía acceso.
Por lo demás, sólo podía contar con su mente fría para buscar una oportunidad y un modo de salir, y pasear por su celda (otro bonito detalle, estaban tan seguros de sus bonitos muros y puertas que no le habían puesto grilletes ni en las muñecas ni en los pies.) para hacerse una idea de sus dimensiones. Pequeña, fue la respuesta.
Y de nuevo, el movimiento del mundo le dejó a la espera, sentado en uno de los laterales de la celda esperando las inevitables visitas de interrogadores que estaban por venir. Si tan sólo supieran con quién se la estaban jugando...
Última edición por Cyrian el 08/05/12, 11:30 am, editado 1 vez
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
Se balanceó hacia un lado, se balanceó hacia el otro y no lograba equilibrar el peso de la espada en el cinto todavía. Al menos la espada de filo azul estaba en el fondo de su bolsa y no estorbando como la otra. Era ridículo. Ni siquiera la usaba.
No mas balanceos. Ni tratar de dispersarse con algo tan trivial como la espada y su equilibrio apartaba de su mente lo descubierto y todas las dudas que eso le traía. Mientras sus manos alisaban el faldón del tabardo de Iniciada se decía a sí misma que no podía ser tan ingenua de darle el beneficio de la duda, ni tan injusta de no dárselo. Pero la situación no tenía sentido y sentía que en cualquier momento le dolería la cabeza.
Estaba haciendo tiempo, miraba el sol colarse por el pequeño espacio que era la ventana de su celda, su ropa doblada correctamente, el peine con el que se había cepillado el pelo antes de atarlo en una cola alta... debía reportarse y punto. Eso le quitaría tantas ideas de la cabeza.
El grupo entero estaba frente a Darius y cuando cada uno expuso lo que hizo, Dulfary se saltó el método por el cual llegó a la posada. Con unas preguntas y otras, para cuando vino a darse cuenta había mentido sobre todo lo que conversaron y se remitió a decir que solo había logrado corroborar que era él, sin el nombre, cuando su compañero intervino.
- Creen que hable? - preguntó de forma directa Darius, aunque más era una pregunta al aire. Ante las diversas respuestas al respecto, la ausencia de opinión de Dulfary se rompió
- Puedo verlo? - con las miradas puestas todas en ella imaginó que la respuesta era no. De hecho se le dijo que lo interrogarían de la forma correcta y bajo el protocolo y procedimiento pero Darius le quiso dar una concesión - no prometo sacarle nada -
- Entonces para qué? -
- Tal vez algo me diga algo... - solo necesitaba saber en donde estaba, ya después podía acercarse por su cuenta.
Se miró la mano de la misma forma en que ahora se la miraba con la puerta de madera de fondo, lista para golpear como si de una vivienda se tratara.
- No tienes que pedirle permiso - le aseguró con una mueca de fastidio, el guardia de turno. En silencio se hizo a un lado para que le quitara el cerrojo a la puerta y a medida que esta se abría, sentía la imperiosa necesidad de sacar un kunai para bloquear la sombra, pero con tantas dudas en la cabeza no le importó que escapara cuando el resquicio de luz le diera la oportunidad.
Se asomó tímidamente por la puerta, jamas había visitado a prisioneros y no sabía muy bien como proceder.
Y desde la puerta lo miró. Luego al guardia. No podía creer que fuera tan pequeño ese calabozo.
No mas balanceos. Ni tratar de dispersarse con algo tan trivial como la espada y su equilibrio apartaba de su mente lo descubierto y todas las dudas que eso le traía. Mientras sus manos alisaban el faldón del tabardo de Iniciada se decía a sí misma que no podía ser tan ingenua de darle el beneficio de la duda, ni tan injusta de no dárselo. Pero la situación no tenía sentido y sentía que en cualquier momento le dolería la cabeza.
Estaba haciendo tiempo, miraba el sol colarse por el pequeño espacio que era la ventana de su celda, su ropa doblada correctamente, el peine con el que se había cepillado el pelo antes de atarlo en una cola alta... debía reportarse y punto. Eso le quitaría tantas ideas de la cabeza.
El grupo entero estaba frente a Darius y cuando cada uno expuso lo que hizo, Dulfary se saltó el método por el cual llegó a la posada. Con unas preguntas y otras, para cuando vino a darse cuenta había mentido sobre todo lo que conversaron y se remitió a decir que solo había logrado corroborar que era él, sin el nombre, cuando su compañero intervino.
- Creen que hable? - preguntó de forma directa Darius, aunque más era una pregunta al aire. Ante las diversas respuestas al respecto, la ausencia de opinión de Dulfary se rompió
- Puedo verlo? - con las miradas puestas todas en ella imaginó que la respuesta era no. De hecho se le dijo que lo interrogarían de la forma correcta y bajo el protocolo y procedimiento pero Darius le quiso dar una concesión - no prometo sacarle nada -
- Entonces para qué? -
- Tal vez algo me diga algo... - solo necesitaba saber en donde estaba, ya después podía acercarse por su cuenta.
Se miró la mano de la misma forma en que ahora se la miraba con la puerta de madera de fondo, lista para golpear como si de una vivienda se tratara.
- No tienes que pedirle permiso - le aseguró con una mueca de fastidio, el guardia de turno. En silencio se hizo a un lado para que le quitara el cerrojo a la puerta y a medida que esta se abría, sentía la imperiosa necesidad de sacar un kunai para bloquear la sombra, pero con tantas dudas en la cabeza no le importó que escapara cuando el resquicio de luz le diera la oportunidad.
Se asomó tímidamente por la puerta, jamas había visitado a prisioneros y no sabía muy bien como proceder.
Y desde la puerta lo miró. Luego al guardia. No podía creer que fuera tan pequeño ese calabozo.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
Las horas se sucedieron monótonas mientras esperaba en su celda, sentado en el suelo contra la pared lateral tan estático como cualquiera de los bloques de sillería que formaban el muro de la celda, que quizás tendría unos tres metros cuadrados, siendo muy generoso.
Casi parecía que se hubiera quedado dormido en tan incómoda posición, cosa que hubiera podido hacer de haberlo querido por otro lado, pero en realidad, se mantenía concentrado y a la espera. No sabía de cuánto tiempo dispondría cuando su primer visitante llegara para manipular las sombras, si realmente la Iniciada había dado parte de sus talentos, así que tenía que utilizar el factor sorpresa para absorber cuanta sombra pudiese e introducir su bota en su sombra para sacar la daga. Ese sería el primer paso, prioritario incluso a la fuga; por el momento, su plan de fuga era correr a ciegas y a la desesperada, y, dado que sólo tendría una oportunidad, no iba a explotarla hasta estar lo mejor preparado posible
Al cabo de un tiempo indeterminado, escuchó el inequívoco sonido de voces humanas en el exterior y el cerrojo abrirse. Lejos de ponerle en tensión, aquello sólo causó que sus ojos castaños miraran fríamente hacia la puerta, hacia la primera persona que entrara. Pese a que la luz que entró era tenue, bastaba para deslumbrarle mientras discretamente, las sombras acudían a él rodeandole, acumulándose para cuando el caballero las requiriese de nuevo, y hundía el pie en la sombra un instante, para permitir que la daga quedara en la bota. Todo aquello llevaría unos segundos, en los que seguramente la visita se adaptaba a la oscuridad reinante en el interior tanto como él a la iluminación súbita.
Cuando finalmente sus ojos se habían adaptado a la luz y regresado a la posición estática que apenas había dejado, enarcó una ceja con sorpresa al ver quién era la primera interrogadora.
- Bienvenida a mi humilde morada, Iniciada. - dijo con evidente ironía.- Por favor, tomad asiento, el suelo no es tan duro como parece.
Casi parecía que se hubiera quedado dormido en tan incómoda posición, cosa que hubiera podido hacer de haberlo querido por otro lado, pero en realidad, se mantenía concentrado y a la espera. No sabía de cuánto tiempo dispondría cuando su primer visitante llegara para manipular las sombras, si realmente la Iniciada había dado parte de sus talentos, así que tenía que utilizar el factor sorpresa para absorber cuanta sombra pudiese e introducir su bota en su sombra para sacar la daga. Ese sería el primer paso, prioritario incluso a la fuga; por el momento, su plan de fuga era correr a ciegas y a la desesperada, y, dado que sólo tendría una oportunidad, no iba a explotarla hasta estar lo mejor preparado posible
Al cabo de un tiempo indeterminado, escuchó el inequívoco sonido de voces humanas en el exterior y el cerrojo abrirse. Lejos de ponerle en tensión, aquello sólo causó que sus ojos castaños miraran fríamente hacia la puerta, hacia la primera persona que entrara. Pese a que la luz que entró era tenue, bastaba para deslumbrarle mientras discretamente, las sombras acudían a él rodeandole, acumulándose para cuando el caballero las requiriese de nuevo, y hundía el pie en la sombra un instante, para permitir que la daga quedara en la bota. Todo aquello llevaría unos segundos, en los que seguramente la visita se adaptaba a la oscuridad reinante en el interior tanto como él a la iluminación súbita.
Cuando finalmente sus ojos se habían adaptado a la luz y regresado a la posición estática que apenas había dejado, enarcó una ceja con sorpresa al ver quién era la primera interrogadora.
- Bienvenida a mi humilde morada, Iniciada. - dijo con evidente ironía.- Por favor, tomad asiento, el suelo no es tan duro como parece.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
Fue solo un segundo, pero un segundo muy largo. No sabía que habría oscuridad en el calabozo, o al menos no tanta, que la escasa luz que proyectara al abrirse generaría las sombras que se generaron, pero hubo cosa que la sorprendió mucho, más que el movimiento de la sombra, la obtención segura de una llave de salida o un arma de esta.
Y esa sorpresa le costó trabajo disimularla.
Cyrian seguía ahí.
Recomponerse le tomó mas tiempo que lo que tardó en habituarse a la oscuridad del recinto.
- Gracias, me encanta lo que has hecho para decoración, muy acogedora - los ojos se entrecerraron por lo amplio de su sonrisa y dio un paso al frente - son hermosos tus muebles, no creo que deba sentarme - se recostó a la escasa pared donde estaba la puerta.
Luego, silencio. Lo miraba, En verdad no podía creer que estuviera ahí. Le dio un vistazo detallado a la habitación, a la ausencia de ventanas,de fuentes de luz. Era inhumano, inelfico, inenano, in, in. Bajó la mirada, apenada por el comportamiento de la Orden, de una Orden que no era la suya pero por un segundo, dos segundos en tiempos diferentes, le hizo dar pena ajena.
Al bajar la vista la clavó en su bota, en la de él, primero en una, luego en la que quedaba más oculta, la que tendría la daga si ella manejara bien las sombras. La miró por mucho tiempo, lo miró a él y luego de nuevo la bota, sin que su cabeza cambiara esa posición cabizbaja inicial. No necesitaba hablar de su sospecha, solo necesitaba aclarar consigo misma, y pronto, si debía hacer algo respecto a esas sospechas.
El guardia de turno interpretó tanto el silencio como su mirada baja como una petición de privacidad y se alejó un par de pasos.
Dulfary guardó silencio durante varios segundos más antes de romperlo con un susurro.
- No esperé encontrarte aquí, para esta hora la sombra te habría llevado muy lejos - pero no había sombras hasta que ella entró - Pero... aquí estás, así que dio la misma - hablaba con calma, con demasiada serenidad, sin embargo había algo de vergüenza, de esa pena ajena
Y esa sorpresa le costó trabajo disimularla.
Cyrian seguía ahí.
Recomponerse le tomó mas tiempo que lo que tardó en habituarse a la oscuridad del recinto.
- Gracias, me encanta lo que has hecho para decoración, muy acogedora - los ojos se entrecerraron por lo amplio de su sonrisa y dio un paso al frente - son hermosos tus muebles, no creo que deba sentarme - se recostó a la escasa pared donde estaba la puerta.
Luego, silencio. Lo miraba, En verdad no podía creer que estuviera ahí. Le dio un vistazo detallado a la habitación, a la ausencia de ventanas,de fuentes de luz. Era inhumano, inelfico, inenano, in, in. Bajó la mirada, apenada por el comportamiento de la Orden, de una Orden que no era la suya pero por un segundo, dos segundos en tiempos diferentes, le hizo dar pena ajena.
Al bajar la vista la clavó en su bota, en la de él, primero en una, luego en la que quedaba más oculta, la que tendría la daga si ella manejara bien las sombras. La miró por mucho tiempo, lo miró a él y luego de nuevo la bota, sin que su cabeza cambiara esa posición cabizbaja inicial. No necesitaba hablar de su sospecha, solo necesitaba aclarar consigo misma, y pronto, si debía hacer algo respecto a esas sospechas.
El guardia de turno interpretó tanto el silencio como su mirada baja como una petición de privacidad y se alejó un par de pasos.
Dulfary guardó silencio durante varios segundos más antes de romperlo con un susurro.
- No esperé encontrarte aquí, para esta hora la sombra te habría llevado muy lejos - pero no había sombras hasta que ella entró - Pero... aquí estás, así que dio la misma - hablaba con calma, con demasiada serenidad, sin embargo había algo de vergüenza, de esa pena ajena
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
- Me habría llevado, pero aquí estoy. - confirmó asintiendo con la cabeza con su media sonrisa irónica. Pero no dijo nada al respecto de que el problema no era salir, sino lo que venía después de aquello.
No iba a decir nada más, no a ella. No después de que hubiera demostrado ser tan traicionera como el resto de la Orden, cuya dignidad sólo se había deteriorado desde sus tiempos en ella. ¿Venenos? ¿Ataques a traición? Sólo esperaba que su Maestro estuviera muerto para no tener que verlo...
...Aunque eso hiciera que se revolviera en su tumba.
- Bueno, gracias por tus comentarios sobre la decoración, es agradable que alguien se fije en todo el esfuerzo puesto en ello. - el sarcasmo prácticamente goteaba de su voz, por lo demás carente de toda emoción o calor humano. En su fuero interno, seguía evaluando sus opciones; la mirada discreta a su bota le hacía sospechar que seguramente se hubiera dado cuenta de su daga. Sabía de primera mano lo rápida que podía ser, pero ella aún no conocía su aura de sombras a fondo.
Si llegaba el caso, estaba seguro de poder frenarla lo suficiente como para salir de la celda y cerrar la puerta tras de sí, aún antes de apuñalar al guardia con la daga.
Pero sus ojos castaños, enmarcados en su silueta tenuemente iluminada por la lejana luz exterior, la miraban inmóviles, sin emoción, sin el brillo de diversión que había tenido hasta ahora, sin el ánimo que le había hecho jugar con ella e incluso salvarla en la biblioteca. La mirada de él era de quien contempla a un desconocido, cuyo destino no podía serle más indiferente.
Sus labios se cerraron, esperando que comenzara el interrogatorio, sin más falsas cortesías. Una vez más el silencio se instaló entre la kazekage y el caballero de las sombras, esperando ser roto de nuevo.
No iba a decir nada más, no a ella. No después de que hubiera demostrado ser tan traicionera como el resto de la Orden, cuya dignidad sólo se había deteriorado desde sus tiempos en ella. ¿Venenos? ¿Ataques a traición? Sólo esperaba que su Maestro estuviera muerto para no tener que verlo...
...Aunque eso hiciera que se revolviera en su tumba.
- Bueno, gracias por tus comentarios sobre la decoración, es agradable que alguien se fije en todo el esfuerzo puesto en ello. - el sarcasmo prácticamente goteaba de su voz, por lo demás carente de toda emoción o calor humano. En su fuero interno, seguía evaluando sus opciones; la mirada discreta a su bota le hacía sospechar que seguramente se hubiera dado cuenta de su daga. Sabía de primera mano lo rápida que podía ser, pero ella aún no conocía su aura de sombras a fondo.
Si llegaba el caso, estaba seguro de poder frenarla lo suficiente como para salir de la celda y cerrar la puerta tras de sí, aún antes de apuñalar al guardia con la daga.
Pero sus ojos castaños, enmarcados en su silueta tenuemente iluminada por la lejana luz exterior, la miraban inmóviles, sin emoción, sin el brillo de diversión que había tenido hasta ahora, sin el ánimo que le había hecho jugar con ella e incluso salvarla en la biblioteca. La mirada de él era de quien contempla a un desconocido, cuyo destino no podía serle más indiferente.
Sus labios se cerraron, esperando que comenzara el interrogatorio, sin más falsas cortesías. Una vez más el silencio se instaló entre la kazekage y el caballero de las sombras, esperando ser roto de nuevo.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
El silencio, largo, pesado, involuntario para ella, a propósito para él se prolongó otro poco, mas allá de lo esperable. Bien podía pasar por un técnica de interrogación, sin embargo había detalle en todo aquello: Dulfary no había ido para interrogarlo, pese a lo que todos, todos, pensaran.
Si, tenía preguntas, tenía dudas, pero ninguna de ellas tenía que ver con el incidente de la biblioteca. Tenían que ver con la loza, con su nombre, con el martillo, de acuerdo, con la maza de guerra, con lar Orden, con lo que él llamaba justicia.
Pero no podría preguntar por nada de eso, sin antes haber hecho algo un poco mas importante y ni aun así podría hacerlo en ese momento.
Dos minutos adicionales de silencio, su mirada seguía en un punto indeterminado, su expresión seguía siendo la de alguien apenado que no sabe como encarar la situación que le avergüenza y aun así da la cara.
Así que suspiró, pero aspiró poco aire, no fue su impulso normal para decir las cosas, aunque si lo mira directamente a los ojos, sin importar si Cyrian la miraba o no.
- Yo quería ofrecerte una disculpa - dijo con suavidad - vale que no fue mi flecha, no fue mi ataque, no fue mi idea, ni estuvo en mis planes; pero me descuidé y no verifiqué que no me estuvieran siguiendo, no importa que no los creyera capaz de una agresión así, a traición, eso después de todo no cambia nada de lo sucedido, debía cerciorarme que no me seguían así que es mi responsabilidad y pido perdón, porque no fue correcto, en lo mas minimo, así no debieron pasar las cosas... como debían pasar? No.tengo.iideea, pero esa no era la forma - era sincera en lo que le decía; habló sin pausa pero sin prisa.
No esperaba que le respondiera, mucho menos aun que le creyera. Ella misma aun no lograba asimilar que se hubiera actuado de esa forma. Volvió a mirar la bota y luego la vista regresó a sus ojos por un instante para apartarse al infinito entre sus ojos rojos y el rincón mas lejano del calabozo.
- Pero eso si, no ofrezco disculpas en nombre de los otros, mucho menos en nombre de orden, solo pido perdón en mi nombre – su tono perdió ese aire de sentir vergüenza volviendo a ser resuelto y categórico – No puedo hablar por ellos – ese puedo no sonó como una prohibición o un protocolo sino al correcto proceder de una persona integra, o en este casi, ingenua. Y de nuevo, la vista en sus ojos, casi altanera.
Si, tenía preguntas, tenía dudas, pero ninguna de ellas tenía que ver con el incidente de la biblioteca. Tenían que ver con la loza, con su nombre, con el martillo, de acuerdo, con la maza de guerra, con lar Orden, con lo que él llamaba justicia.
Pero no podría preguntar por nada de eso, sin antes haber hecho algo un poco mas importante y ni aun así podría hacerlo en ese momento.
Dos minutos adicionales de silencio, su mirada seguía en un punto indeterminado, su expresión seguía siendo la de alguien apenado que no sabe como encarar la situación que le avergüenza y aun así da la cara.
Así que suspiró, pero aspiró poco aire, no fue su impulso normal para decir las cosas, aunque si lo mira directamente a los ojos, sin importar si Cyrian la miraba o no.
- Yo quería ofrecerte una disculpa - dijo con suavidad - vale que no fue mi flecha, no fue mi ataque, no fue mi idea, ni estuvo en mis planes; pero me descuidé y no verifiqué que no me estuvieran siguiendo, no importa que no los creyera capaz de una agresión así, a traición, eso después de todo no cambia nada de lo sucedido, debía cerciorarme que no me seguían así que es mi responsabilidad y pido perdón, porque no fue correcto, en lo mas minimo, así no debieron pasar las cosas... como debían pasar? No.tengo.iideea, pero esa no era la forma - era sincera en lo que le decía; habló sin pausa pero sin prisa.
No esperaba que le respondiera, mucho menos aun que le creyera. Ella misma aun no lograba asimilar que se hubiera actuado de esa forma. Volvió a mirar la bota y luego la vista regresó a sus ojos por un instante para apartarse al infinito entre sus ojos rojos y el rincón mas lejano del calabozo.
- Pero eso si, no ofrezco disculpas en nombre de los otros, mucho menos en nombre de orden, solo pido perdón en mi nombre – su tono perdió ese aire de sentir vergüenza volviendo a ser resuelto y categórico – No puedo hablar por ellos – ese puedo no sonó como una prohibición o un protocolo sino al correcto proceder de una persona integra, o en este casi, ingenua. Y de nuevo, la vista en sus ojos, casi altanera.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
La mirada del caballero de las sombras no se apartó en ningún momento de la de la Iniciada; fija hasta el extremo que parecía que ni siquiera estuvera parpadeando, fría como la mirada de un reptil carnívoro mirando a una presa.
Si hubo una reacción a sus palabras, no se reflejó ni en su gesto ni en su mirada. Ni a su disculpa, ni a la débil excusa para autojustificarse que le ofrecía, al menos desde su punto de vista.
- Hermosas palabras de disculpa. - Respondió al cabo de unos instantes, su voz helada dejando bien claro que era todo lo que las consideraba... Palabras. Palabras sin valor, al fin y al cabo. En la biblioteca había creído percibir algo distinto en ella; su forma de actuar, su efecto en las sombras, su edad, su... desparpajo. Había creído entonces que no podía formar parte de la Orden que él recordaba, que ocultaba algo bajo esa fachada de Iniciada, un propósito distinto. Por ello, en lugar de simplemente eliminarla y seguir su camino, la armonía del caos, y tal vez su propia arrogancia, le había llevado a "jugar".
Del mismo modo, su modo de abordarle en la posada parecía respaldar aquella primera impresión, que aquella Iniciada no era lo que aparentaba; aunque eso resultó ser cierto, aunque no del modo en que lo esperaba Cyrian.
La emboscada, el ataque a traición y el veneno le habían hecho ver todos aquellos leves indicios bajo una luz muy distinta. En efecto, ella no encajaba en la Orden tal y como él la conocía, sino en una Orden muy lejos de aquella, capaz de anteponer obtener sus resultados a cualquier método a utilizar, renunciando a cualquier clase de honra, honor e incluso dignidad. Por esto, consideraba su disculpa como poco más que una patética treta para embaucarle.
Por eso, estaba convencido de que aquello no eran más que palabras, sin ningún valor.
Por ello, seguía observándola en silencio, sin decir nada más, sus ojos fríos, perfectamente castaños y sin emoción alguna, irreactivos al cambio de vergüenza a altanería que mostraban los de ella, esperando con paciencia ver una grieta en su disfraz, esperando ver exactamente lo que pretendía conseguir.
Si hubo una reacción a sus palabras, no se reflejó ni en su gesto ni en su mirada. Ni a su disculpa, ni a la débil excusa para autojustificarse que le ofrecía, al menos desde su punto de vista.
- Hermosas palabras de disculpa. - Respondió al cabo de unos instantes, su voz helada dejando bien claro que era todo lo que las consideraba... Palabras. Palabras sin valor, al fin y al cabo. En la biblioteca había creído percibir algo distinto en ella; su forma de actuar, su efecto en las sombras, su edad, su... desparpajo. Había creído entonces que no podía formar parte de la Orden que él recordaba, que ocultaba algo bajo esa fachada de Iniciada, un propósito distinto. Por ello, en lugar de simplemente eliminarla y seguir su camino, la armonía del caos, y tal vez su propia arrogancia, le había llevado a "jugar".
Del mismo modo, su modo de abordarle en la posada parecía respaldar aquella primera impresión, que aquella Iniciada no era lo que aparentaba; aunque eso resultó ser cierto, aunque no del modo en que lo esperaba Cyrian.
La emboscada, el ataque a traición y el veneno le habían hecho ver todos aquellos leves indicios bajo una luz muy distinta. En efecto, ella no encajaba en la Orden tal y como él la conocía, sino en una Orden muy lejos de aquella, capaz de anteponer obtener sus resultados a cualquier método a utilizar, renunciando a cualquier clase de honra, honor e incluso dignidad. Por esto, consideraba su disculpa como poco más que una patética treta para embaucarle.
Por eso, estaba convencido de que aquello no eran más que palabras, sin ningún valor.
Por ello, seguía observándola en silencio, sin decir nada más, sus ojos fríos, perfectamente castaños y sin emoción alguna, irreactivos al cambio de vergüenza a altanería que mostraban los de ella, esperando con paciencia ver una grieta en su disfraz, esperando ver exactamente lo que pretendía conseguir.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
Ella no las consideraba hermosa y, mucho menos, solo palabras. Pero no podía ni quería hacerle cambiar de opinión. Como muchas otras veces, estaba hablando por ella y para ella. La frialdad en su mirada solo confirmaba lo que otros decían con su boca, que solo era charara y que hablaba hasta por los codos.
Si no le creía, era problema de él. Si no la disculpaba era problema de ella, pero había sido sincera, tal vez poco clara pero sincera. Tras las palabras de él de nuevo se quedo en silencio, ni siquiera estaba pensando, pero había algo que sí tenía claro...
- Yo tengo mucha hambre como para aguantarte en el plancito de hombre frío que no busca hacerse el interesante y como tal y como me imaginé no me crees, pues eso era todo, de mi parte - sonaba cansada y de hecho lo estaba, no había dormido, no había comido y se había enfrascado en dos situaciones de alto consumo de energía.
Se separó de la pared en la que estaba apoyada y mientras se movía agregó en voz un poco mas baja que la que había usado, casi un susurro, un secreto entre los dos
- Ojala que lo que tienes ahí no cobre la vida de muchos en la Orden - sonrió tenuemente sin interrumpir lo que decía - ella se burlaría de nuevo por anteponer el bienestar de uno, que ademas es prisionero, a la vida de varios - más parecía hablar consigo misma que con Cyrian.
Sin embargo, cuando apoyó la mano en la puerta se detuvo de nuevo.
- Bueno sí, una cosa más - y es que no podía permanecer en silencio tanto tiempo - Yo tengo solo una pregunta: Por qué le pediste esos materiales tan raros a la persona que fabricó la maza para ti? - lo miró de lado, con curiosidad.
Si no le creía, era problema de él. Si no la disculpaba era problema de ella, pero había sido sincera, tal vez poco clara pero sincera. Tras las palabras de él de nuevo se quedo en silencio, ni siquiera estaba pensando, pero había algo que sí tenía claro...
- Yo tengo mucha hambre como para aguantarte en el plancito de hombre frío que no busca hacerse el interesante y como tal y como me imaginé no me crees, pues eso era todo, de mi parte - sonaba cansada y de hecho lo estaba, no había dormido, no había comido y se había enfrascado en dos situaciones de alto consumo de energía.
Se separó de la pared en la que estaba apoyada y mientras se movía agregó en voz un poco mas baja que la que había usado, casi un susurro, un secreto entre los dos
- Ojala que lo que tienes ahí no cobre la vida de muchos en la Orden - sonrió tenuemente sin interrumpir lo que decía - ella se burlaría de nuevo por anteponer el bienestar de uno, que ademas es prisionero, a la vida de varios - más parecía hablar consigo misma que con Cyrian.
Sin embargo, cuando apoyó la mano en la puerta se detuvo de nuevo.
- Bueno sí, una cosa más - y es que no podía permanecer en silencio tanto tiempo - Yo tengo solo una pregunta: Por qué le pediste esos materiales tan raros a la persona que fabricó la maza para ti? - lo miró de lado, con curiosidad.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
El silencio por respuesta fue cuanto la Iniciada recibió a cambio de su cansancio, con esa mirada fría, paciente clavada en ella, lo mismo que sucedió con su susurro; parecía que el caballero estuviera tratando de ver a través de ella, taladrarla con los ojos como si fueran carámbanos de hielo.
Pese a su no reacción, no dejó escapar sus palabras ni el tono en el que habían sido pronunciadas. Se preguntaba a qué "ella" podía referirse, aunque realmente, no tenía mucha importancia para él. ¿Sabía o sospechaba que había sacado un arma? No importaba; la daga no era precisamente una gran esperanza para salir de un torreón de prisioneros, pero podía ser una herramienta imprescindible cuando llegara el momento. No era más que una cuestión de matices.
Y realmente, la vida de todos los presentes en el edificio en el que se hallaba carecía de todo valor para Cyrian. Podían sobrevivir o morir todos, dependiendo de cuánto empeño pusieran en entrometerse o cuánta mala suerte tuvieran para acabar en su camino. Para el caballero de las sombras, no erán más que pequeñas velas sin importancia que podían apagarse a su paso.
Sin embargo, la última frase sí tuvo una reacción sorprendida por su parte; apenas un parpadeo perplejo, pero aquello ya era bastante comparado con su estado casi de escultura hasta el momento.
- Nunca encargué una maza. - Rompió su silencio, aunque fuera brevemente, si bien su voz carecía de emoción.- Aunque sí un martillo de guerra. Lo recibí como regalo de gente agradecida porque la Dama eliminase a sus enemigos.-¿Era sorna lo de su voz, o tal vez puro y simple desprecio?- Era una pieza muy interesante. Tenía un mango de madera, envuelto en tela negra. Su cabeza estaba tallada con un cristal de roca, rojizo, con impurezas blancas. - Recordaba lo que le contaron de la roca que conformaba la cabeza del martillo. Ese tipo de cristal era conocido por los lugareños como "Roca de sangre"; según sus leyendas, estaba empapada con la sangre de todos aquellos que habían muerto en defensa de los demás...
"Un arma para alguien dispuesto a proteger a los demás a cualquier coste" recordaba que alguien le dijo en aquel momento tan lejano...
- Se perdió en Ur, cuando me dejaron morir.- concluyó con un encogimiento de hombros.
Pese a su no reacción, no dejó escapar sus palabras ni el tono en el que habían sido pronunciadas. Se preguntaba a qué "ella" podía referirse, aunque realmente, no tenía mucha importancia para él. ¿Sabía o sospechaba que había sacado un arma? No importaba; la daga no era precisamente una gran esperanza para salir de un torreón de prisioneros, pero podía ser una herramienta imprescindible cuando llegara el momento. No era más que una cuestión de matices.
Y realmente, la vida de todos los presentes en el edificio en el que se hallaba carecía de todo valor para Cyrian. Podían sobrevivir o morir todos, dependiendo de cuánto empeño pusieran en entrometerse o cuánta mala suerte tuvieran para acabar en su camino. Para el caballero de las sombras, no erán más que pequeñas velas sin importancia que podían apagarse a su paso.
Sin embargo, la última frase sí tuvo una reacción sorprendida por su parte; apenas un parpadeo perplejo, pero aquello ya era bastante comparado con su estado casi de escultura hasta el momento.
- Nunca encargué una maza. - Rompió su silencio, aunque fuera brevemente, si bien su voz carecía de emoción.- Aunque sí un martillo de guerra. Lo recibí como regalo de gente agradecida porque la Dama eliminase a sus enemigos.-¿Era sorna lo de su voz, o tal vez puro y simple desprecio?- Era una pieza muy interesante. Tenía un mango de madera, envuelto en tela negra. Su cabeza estaba tallada con un cristal de roca, rojizo, con impurezas blancas. - Recordaba lo que le contaron de la roca que conformaba la cabeza del martillo. Ese tipo de cristal era conocido por los lugareños como "Roca de sangre"; según sus leyendas, estaba empapada con la sangre de todos aquellos que habían muerto en defensa de los demás...
"Un arma para alguien dispuesto a proteger a los demás a cualquier coste" recordaba que alguien le dijo en aquel momento tan lejano...
- Se perdió en Ur, cuando me dejaron morir.- concluyó con un encogimiento de hombros.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
Dulfary le mantenía la vista puesta en sus ojos. No importaba que la mirara con tanta frialdad, que sus ojos buscaran atravesara. No le incomodaba en lo absoluto, no tenía nada que ocultar, era una persona transparente, con un corazón noble y hablaba con la verdad... la mayoría del tiemp... no le movía nada el mentir y mantener la vista, además que en ese momento decía la verdad.
Lo curioso era el contraste. Dul sí tenía el ceño fruncido, ella si mostraba emociones en sus facciones de forma clara, pero aun así su mirada era cálida y sí estaba buscando más allá de sus ojos, aunque el Don no estuviera activo, seguía pensando que algo bueno había por ahí, algo más que esa mascara perpetua de frialdad.
Creía en sus palabras, sobre no encargar el arma, su pregunta estaba dirigida a eso, a saber de donde la sacó, y había lanzado el anzuelo casi al azar. Tomó nota de lo que quería preguntar luego, por ejemplo...
- En serio? - preguntó con asombro y sin esperar a ese momento - qué gente? qué hiciste? de quien los liberaste? - pregunto con un interes lleno de curiosidad olvidando por un momento su papel y la compostura, cosa que recuperó de inmediato, justo para cuando él siguió con la explicación de los materiales, de forma superficial
- Entonces la historia que me diste tiene un par de cosas que no cuadran, es decir, no estas muerto porque estas vivo, pero tampoco estas muerto y ahí se cae todo tu cuento, que casi me lo creí. Dale, no pongas esa cara que no hace falta - deba igual que su expresión no hubiera cambiado en lo mas mínimo o que en efecto hubiera reaccionado de alguna forma, lo había dicho y para ella era decir "y punto"; eso sí, siguió hablando de corrido - Ten en cuenta que este es el momento en que nosotros, los de la Orden, siendo yo la villana de la historia suelto mi monologo sobre mi plan y lo que pasa por mi mente, aunque siempre será un monologo porque no eres muy conversador que digamos, cosa que te hará aburrido si no fuera porque se supone que tienes que quedarte callado, para que yo suelte toda mi verborrea... ¿ verborrea? de ser Malvado ser de la Orden hacia el pobre e inocente prisionero - lo señaló a él - Sí conoces los materiales de lo que hablo pero se te cae la historia porque no estas muerto, te falló ese detalle y pensar que casi te creí y ahora me río maleficamente muaja cof cof - le dio un ataque de tos, reír como malvado simplemente no le salía. Tuvo que carraspear y todo y pedir disculpas haciendo un ademán con la mano
- Mira, me quedaron muchas preguntas de nuestra conversación anterior que ahora no te puedo hacer porque tampoco es que tenga mucho tiempo, en cualquier momento vendrán a interrogarte deverdad y no quiero que me corten a la mitad, además fijo, fijo, ni me respondes así que ni modo, por ahora me jodo, a la m... porra. Como sea, voy a ver si luego pasar por acá de nuevo - todo el tiempo le mantuvo la mirada, cambiando de posición para estar más cómoda, de vuelta su espalda a la pared, sus manos a la espalda.
- De verdad que mirar a así te sirve para intimidar a todo el mundo? Es la primera vez que te sale la flecha por la culata? - estaba extrañada
Lo curioso era el contraste. Dul sí tenía el ceño fruncido, ella si mostraba emociones en sus facciones de forma clara, pero aun así su mirada era cálida y sí estaba buscando más allá de sus ojos, aunque el Don no estuviera activo, seguía pensando que algo bueno había por ahí, algo más que esa mascara perpetua de frialdad.
Creía en sus palabras, sobre no encargar el arma, su pregunta estaba dirigida a eso, a saber de donde la sacó, y había lanzado el anzuelo casi al azar. Tomó nota de lo que quería preguntar luego, por ejemplo...
- En serio? - preguntó con asombro y sin esperar a ese momento - qué gente? qué hiciste? de quien los liberaste? - pregunto con un interes lleno de curiosidad olvidando por un momento su papel y la compostura, cosa que recuperó de inmediato, justo para cuando él siguió con la explicación de los materiales, de forma superficial
- Entonces la historia que me diste tiene un par de cosas que no cuadran, es decir, no estas muerto porque estas vivo, pero tampoco estas muerto y ahí se cae todo tu cuento, que casi me lo creí. Dale, no pongas esa cara que no hace falta - deba igual que su expresión no hubiera cambiado en lo mas mínimo o que en efecto hubiera reaccionado de alguna forma, lo había dicho y para ella era decir "y punto"; eso sí, siguió hablando de corrido - Ten en cuenta que este es el momento en que nosotros, los de la Orden, siendo yo la villana de la historia suelto mi monologo sobre mi plan y lo que pasa por mi mente, aunque siempre será un monologo porque no eres muy conversador que digamos, cosa que te hará aburrido si no fuera porque se supone que tienes que quedarte callado, para que yo suelte toda mi verborrea... ¿ verborrea? de ser Malvado ser de la Orden hacia el pobre e inocente prisionero - lo señaló a él - Sí conoces los materiales de lo que hablo pero se te cae la historia porque no estas muerto, te falló ese detalle y pensar que casi te creí y ahora me río maleficamente muaja cof cof - le dio un ataque de tos, reír como malvado simplemente no le salía. Tuvo que carraspear y todo y pedir disculpas haciendo un ademán con la mano
- Mira, me quedaron muchas preguntas de nuestra conversación anterior que ahora no te puedo hacer porque tampoco es que tenga mucho tiempo, en cualquier momento vendrán a interrogarte deverdad y no quiero que me corten a la mitad, además fijo, fijo, ni me respondes así que ni modo, por ahora me jodo, a la m... porra. Como sea, voy a ver si luego pasar por acá de nuevo - todo el tiempo le mantuvo la mirada, cambiando de posición para estar más cómoda, de vuelta su espalda a la pared, sus manos a la espalda.
- De verdad que mirar a así te sirve para intimidar a todo el mundo? Es la primera vez que te sale la flecha por la culata? - estaba extrañada
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
- Es una historia para otro momento, Iniciada. Y quizás para otros oídos.- se limitó a replicar, fríamente, sin apartar su mirada ante su primera batería de preguntas al respecto.
Después la dejó hablar, sin más. La escuchaba, ponía cuidado en sus palabras pero de nuevo eran eso, sólo palabras. Valía la pena recordar lo dicho, tal vez incluso deducir algo de lo que sabían en realidad antes de comenzar a hacerle preguntas, juntando los pequeños pedazos de conversación; aparte de eso, no les otorgaba ningún valor ni consideración.
Ni se dejaba llevar por los remedos de provocación que había en algunas de sus frases, como aquel comentario por su mirada. Simplemente le traía sin cuidado el efecto que produjera en ella; era consciente que su aspecto no era para nada intimidante, menos aún en aquella situación. Ella le había visto combatir, sabía que los trucos mentales no eran necesarios para él, o al menos podría. Su mirada simplemente era la de quien contempla una molestia... necesaria, por el momento.
- Mi historia es cierta, sois muy libre de creerla o no; no voy a discutir obviedades, más allá de recordaros que percepción y realidad no simpre van de la mano.- fue cuánto contestó cuando la joven terminó su disperso, inconexo y en ocasiones confuso discurso.- A mí, sin embargo, me intriga una cosa. ¿Cómo sabéis cuál era mi arma?
Y era cierto que le intrigaba. Recordaba sus heridas, recordaba haberla dejado atrás mientras intentaba evitar que aquellas aberraciones le cazaran, después de ver como sus camaradas giraban en redondo dejándoles atrás... después de comprobar que la Dama le había abandonado cuando intentó salvar a Gisella y a Thym... Aquel magnífico martillo tan peculiar se había perdido junto a sus verdaderos compañeros entre los desiertos de ceniza volcánica de la isla de Ur-Shalasti.
El caballero había visto el brillo del reconocimiento en los ojos de la Iniciada, y sus palabras lo confirmaron. Conocía su antiguo martillo de guerra, ¿pero cómo?
Después la dejó hablar, sin más. La escuchaba, ponía cuidado en sus palabras pero de nuevo eran eso, sólo palabras. Valía la pena recordar lo dicho, tal vez incluso deducir algo de lo que sabían en realidad antes de comenzar a hacerle preguntas, juntando los pequeños pedazos de conversación; aparte de eso, no les otorgaba ningún valor ni consideración.
Ni se dejaba llevar por los remedos de provocación que había en algunas de sus frases, como aquel comentario por su mirada. Simplemente le traía sin cuidado el efecto que produjera en ella; era consciente que su aspecto no era para nada intimidante, menos aún en aquella situación. Ella le había visto combatir, sabía que los trucos mentales no eran necesarios para él, o al menos podría. Su mirada simplemente era la de quien contempla una molestia... necesaria, por el momento.
- Mi historia es cierta, sois muy libre de creerla o no; no voy a discutir obviedades, más allá de recordaros que percepción y realidad no simpre van de la mano.- fue cuánto contestó cuando la joven terminó su disperso, inconexo y en ocasiones confuso discurso.- A mí, sin embargo, me intriga una cosa. ¿Cómo sabéis cuál era mi arma?
Y era cierto que le intrigaba. Recordaba sus heridas, recordaba haberla dejado atrás mientras intentaba evitar que aquellas aberraciones le cazaran, después de ver como sus camaradas giraban en redondo dejándoles atrás... después de comprobar que la Dama le había abandonado cuando intentó salvar a Gisella y a Thym... Aquel magnífico martillo tan peculiar se había perdido junto a sus verdaderos compañeros entre los desiertos de ceniza volcánica de la isla de Ur-Shalasti.
El caballero había visto el brillo del reconocimiento en los ojos de la Iniciada, y sus palabras lo confirmaron. Conocía su antiguo martillo de guerra, ¿pero cómo?
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
- Pues déjame decirte que con tu falta de habilidades para socializar y establecer relaciones con la gente, dudo que encuentres los oídos, o bueno, tal vez los encuentres pero muy seguramente no estarán tan interesados como los míos en oír y te tomaran como el bardo del momento para pasar el rato mientras esperan a alguien mas. Recomendación personal, no deberías dejar pasar el espacio para que yo si te escuche, claro que no tiene que ser ahora, entiendo que no te sientas listo o con ganas en este preciso instante pero piénsalo, a veces el mejor momento es el ahora, eh? -
Sus silencios eran incómodos, en parte por eso los llenaba ella con su voz, para que no zumbaran en sus oídos, aun cuando debería irse. Debería y no lo hacía... por qué? Él no quería hablar, ella no tenía preguntas para interrogarlo si no para conversar, cuando llegaron a interrogar ella no debería estar ahí y aun así...
Era porque no le creía? Porque por culpa de su compañero había perdido todo valor su palabra? Si era por eso trataría de dejarlo claro pero en lugar de eso no había insistido, dejándolo creer lo que quisiera. Pero sentía enojo. Ella no lo sabía, había sido una trampa también para ella.
No lo sentía justo.
Pero a nadie le importaba. Lo compartiría con Devan, pero eso no cambiaría muchas cosas. Y mientras, hablaba hasta por los codos, alejando de su tono aquello que se cocía por dentro.
- Mis... mis amigos de juego decían algo parecido. Es curioso que eso de Percepción y Realidad, aplique en este momento para los dos, al fin y al cabo ambos somos libres de creer la versión de la historia que contó cada uno, no? -
No esperaba que captara la indirecta, o que si lo hacía le importara en lo más mínimo. Pero de momento no podía hacer más, menos cuando sabía que debía irse.
- Es una historia para otro momento, Sauce. Y quizás para otro - el tono en que lo dijo era exactamente el mismo que usó él, pero sin la frialdad que lo caracterizaba, eso estaba muy lejos de ella todavía - s, cuando no haya otros oídos.-
Sus silencios eran incómodos, en parte por eso los llenaba ella con su voz, para que no zumbaran en sus oídos, aun cuando debería irse. Debería y no lo hacía... por qué? Él no quería hablar, ella no tenía preguntas para interrogarlo si no para conversar, cuando llegaron a interrogar ella no debería estar ahí y aun así...
Era porque no le creía? Porque por culpa de su compañero había perdido todo valor su palabra? Si era por eso trataría de dejarlo claro pero en lugar de eso no había insistido, dejándolo creer lo que quisiera. Pero sentía enojo. Ella no lo sabía, había sido una trampa también para ella.
No lo sentía justo.
Pero a nadie le importaba. Lo compartiría con Devan, pero eso no cambiaría muchas cosas. Y mientras, hablaba hasta por los codos, alejando de su tono aquello que se cocía por dentro.
- Mis... mis amigos de juego decían algo parecido. Es curioso que eso de Percepción y Realidad, aplique en este momento para los dos, al fin y al cabo ambos somos libres de creer la versión de la historia que contó cada uno, no? -
No esperaba que captara la indirecta, o que si lo hacía le importara en lo más mínimo. Pero de momento no podía hacer más, menos cuando sabía que debía irse.
- Es una historia para otro momento, Sauce. Y quizás para otro - el tono en que lo dijo era exactamente el mismo que usó él, pero sin la frialdad que lo caracterizaba, eso estaba muy lejos de ella todavía - s, cuando no haya otros oídos.-
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
Una persona menos reflexiva que él hubiera respondido de inmediato sobre lo poco útiles que consideraba las habilidades sociales; a fin de cuentas, aquellos en los que había entablado contacto y amistad en el pasado, o bien habían acabado muertos o bien le habían abandonado o traicionado. Incluso la misma Ethel en la que había depositado una fe y una lealtad inquebrantable ni siquiera había dudado un instante en prescindir de él... Incluso la pequeña e indefensa Rebeca afrontaba una situación terrible sólo porque habían tenido la desgracia de encontrarle.
No, estaba seguro que las dotes sociales eran algo completamente prescindible en el sendero que estaba bajo sus pies. Sólo necesitaba recordar un poco de humildad, y no volver a dejarse engañar por apariencias, ni por unos ojos, tan rojos como podían llegar a ser los suyos, que brillaban con la inocencia que había visto en Gisella en el pasado.
En cambio había un dardo que sí que no podía dejar simplemente en el tintero, sin lanzar.
- Tenéis razón, la apariencia y la realidad son disparejas para ambos. En vuestro caso, pareciérais una paladina nada corriente, una excepción a toda norma; pero en realidad, sólo es eso, una apariencia.
Por otro lado, debía admitir que estaba intrigado por el asunto del martillo de guerra. ¿Cómo sabía nada de él? Apenas estuvo un año en su cintura y sabía perfectamente que había escapado de entre sus dedos en Ur Shalasti mientras esperaba para hacer su última resistencia antes de unirse a Thym y a Gisella en la muerte... Antes de que su "amigo" cambiara el curso de los acontecimientos... Antes de que Ethel entrara en su vida.
Si era un modo de sacarle información, no entendía en qué podía ayudarles lanzar una pregunta tan al azar. Si no.... Simplemente para él no tenía sentido; aunque todo este tumulto en su interior sólo se traducía en un leve enrojecimiento de ojos.
Y en un silencio impenetrable mientras esperaba que se marchara y dejara paso al segundo interrogador. Era interesante técnica que el "amistoso" fuera el primero... Normalmente era el tercero o el cuarto para provocar un poco de alivio y relajación en el prisionero.
- Si en algún momento llega ese momento, escucharé esa historia.- Acabó diciendo a su espalda. Toda información que pudiera obtener, sería útil.
No, estaba seguro que las dotes sociales eran algo completamente prescindible en el sendero que estaba bajo sus pies. Sólo necesitaba recordar un poco de humildad, y no volver a dejarse engañar por apariencias, ni por unos ojos, tan rojos como podían llegar a ser los suyos, que brillaban con la inocencia que había visto en Gisella en el pasado.
En cambio había un dardo que sí que no podía dejar simplemente en el tintero, sin lanzar.
- Tenéis razón, la apariencia y la realidad son disparejas para ambos. En vuestro caso, pareciérais una paladina nada corriente, una excepción a toda norma; pero en realidad, sólo es eso, una apariencia.
Por otro lado, debía admitir que estaba intrigado por el asunto del martillo de guerra. ¿Cómo sabía nada de él? Apenas estuvo un año en su cintura y sabía perfectamente que había escapado de entre sus dedos en Ur Shalasti mientras esperaba para hacer su última resistencia antes de unirse a Thym y a Gisella en la muerte... Antes de que su "amigo" cambiara el curso de los acontecimientos... Antes de que Ethel entrara en su vida.
Si era un modo de sacarle información, no entendía en qué podía ayudarles lanzar una pregunta tan al azar. Si no.... Simplemente para él no tenía sentido; aunque todo este tumulto en su interior sólo se traducía en un leve enrojecimiento de ojos.
Y en un silencio impenetrable mientras esperaba que se marchara y dejara paso al segundo interrogador. Era interesante técnica que el "amistoso" fuera el primero... Normalmente era el tercero o el cuarto para provocar un poco de alivio y relajación en el prisionero.
- Si en algún momento llega ese momento, escucharé esa historia.- Acabó diciendo a su espalda. Toda información que pudiera obtener, sería útil.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
Cuando le dijo lo de la apariencia, lo que pasó a continuación fue mucho más rápido e impulsivo que su conciencia de mantener el teatro
- En serio?? - era una pregunta ansiosa, sorprendida y extrañamente llena de esperanza, en un tono de voz mucho más alto, como si acabara de darle el reconocimiento de un logro y aun no pudiera creérselo (y de hecho era así) incluso su sonrisa fue la sonrisa contenida del triunfo, que se retiene para no demostrar la emoción real y enorme que causa el alcanzar un objetivo importante. Se mordió el labio conteniendo su alegría - Bien! - se felicitó a sí misma sin darse por enterada que se pudiera tratar de una burla. Su reacción no era un contra sarcasmo, era genuino, la forma en que trató de retomar la compostura la separaba de cualquier simulación.
Incluso, carraspeó su garganta como si ella misma se llamara la atención. Pero lo sentía importante, la sensación llegó con demasiada fuerza, tal vez le faltaba que alguien se lo dijera de alguna forma, que no entendía muy bien por qué, el que fuera precisamente Cyrian, alguien de cierta forma externo, que decía conocer la Orden y podía dar una visión un poco mas fría y crítica, le daba un paso distinto a esa afirmación.
Devan había dicho que se aproximaba bastante y Lohengrin... no había comentado nada, al menos no que recordara, pero en el momento de verse las preocupaciones y los eventos eran otros y no hubo el espacio.
Se llevó de forma habitual el pelo detrás de la oreja, aunque no era mucho lo que había para sujetar, y movió la cabeza despreocupadamente y con una sonrisa.
- Claro, sin problema - la sonrisa fue mas amplia, dentro de ella el contexto se rompió por completo - pero ten en cuenta que contarte la historia va a generar mas preguntas de mi parte que respuestas en sí y mira que tú no eres muy dado a responder y así es muy aburrido, no digo que será una charla de ceremonia del té o bajo la frescura de un árbol o cualquiera de esas estu... ridic... - se quedó callada un momento, lo que le sirvió a demás para escuchar fuera. No se oían pasos, tenía un poco mas de tiempo. No encontraba una palabra acorde a su situación de Paladín Común y Corriente de la que estaba tan orgullosa, debía relajarse, hablar con calma y premeditación - triviales - lo dijo casi solemne - pero tampoco sería nada oficial. Por cierto, estas poseído por algo en particular o es un asunto de nacimiento, herencia de tus padres el que te cambien los ojos? No, no creo que estés poseído porque me habría dado cuenta... en fin - se rascó la frente - la anoto también en la cabeza y ojala que no se me olvide preguntar -
Volvió a darse la vuelta para salir, pero de nuevo se detuvo y al girarse a verlo, sus ojos lo miraron con cierta angustia. Muy a su pesar dejaba claro que no quería irse. Y que iba a decir alguna otra parrafrasada.
De hecho, la inició en su interior, pero toda la introducción la retuvo en ella, no la dejó conocer el mundo, bajo la cabeza en un punto, casi sin dejar de mirarlo, como si hubiera hecho una pausa en todo lo que debería estar hablando y negó con la cabeza con una sonrisa azorada.
- No sé qué se debe decir en estos casos - parecía avergonzada por ello - ojala que... ay no sé cómo se dice que incomodo, que mala imagen debo darle, en fin, yo sé que no es decir suerte, osea, que clase de frase es "suerte mientras te interrogan" es... inadecuado, pero de verdad, ojala no sea.. tanmalo - hizo una mueca y ahora si escuchó pasos - me tengo que ir, yo paso luego a que terminemos de hablar - eso ùltimo lo dijo atropelladamente, se dio la vuelta y salió corriendo de la celda.
Varios segundos después, regresó sobre sus pasos y... cerró la celda!
- En serio?? - era una pregunta ansiosa, sorprendida y extrañamente llena de esperanza, en un tono de voz mucho más alto, como si acabara de darle el reconocimiento de un logro y aun no pudiera creérselo (y de hecho era así) incluso su sonrisa fue la sonrisa contenida del triunfo, que se retiene para no demostrar la emoción real y enorme que causa el alcanzar un objetivo importante. Se mordió el labio conteniendo su alegría - Bien! - se felicitó a sí misma sin darse por enterada que se pudiera tratar de una burla. Su reacción no era un contra sarcasmo, era genuino, la forma en que trató de retomar la compostura la separaba de cualquier simulación.
Incluso, carraspeó su garganta como si ella misma se llamara la atención. Pero lo sentía importante, la sensación llegó con demasiada fuerza, tal vez le faltaba que alguien se lo dijera de alguna forma, que no entendía muy bien por qué, el que fuera precisamente Cyrian, alguien de cierta forma externo, que decía conocer la Orden y podía dar una visión un poco mas fría y crítica, le daba un paso distinto a esa afirmación.
Devan había dicho que se aproximaba bastante y Lohengrin... no había comentado nada, al menos no que recordara, pero en el momento de verse las preocupaciones y los eventos eran otros y no hubo el espacio.
Se llevó de forma habitual el pelo detrás de la oreja, aunque no era mucho lo que había para sujetar, y movió la cabeza despreocupadamente y con una sonrisa.
- Claro, sin problema - la sonrisa fue mas amplia, dentro de ella el contexto se rompió por completo - pero ten en cuenta que contarte la historia va a generar mas preguntas de mi parte que respuestas en sí y mira que tú no eres muy dado a responder y así es muy aburrido, no digo que será una charla de ceremonia del té o bajo la frescura de un árbol o cualquiera de esas estu... ridic... - se quedó callada un momento, lo que le sirvió a demás para escuchar fuera. No se oían pasos, tenía un poco mas de tiempo. No encontraba una palabra acorde a su situación de Paladín Común y Corriente de la que estaba tan orgullosa, debía relajarse, hablar con calma y premeditación - triviales - lo dijo casi solemne - pero tampoco sería nada oficial. Por cierto, estas poseído por algo en particular o es un asunto de nacimiento, herencia de tus padres el que te cambien los ojos? No, no creo que estés poseído porque me habría dado cuenta... en fin - se rascó la frente - la anoto también en la cabeza y ojala que no se me olvide preguntar -
Volvió a darse la vuelta para salir, pero de nuevo se detuvo y al girarse a verlo, sus ojos lo miraron con cierta angustia. Muy a su pesar dejaba claro que no quería irse. Y que iba a decir alguna otra parrafrasada.
De hecho, la inició en su interior, pero toda la introducción la retuvo en ella, no la dejó conocer el mundo, bajo la cabeza en un punto, casi sin dejar de mirarlo, como si hubiera hecho una pausa en todo lo que debería estar hablando y negó con la cabeza con una sonrisa azorada.
- No sé qué se debe decir en estos casos - parecía avergonzada por ello - ojala que... ay no sé cómo se dice que incomodo, que mala imagen debo darle, en fin, yo sé que no es decir suerte, osea, que clase de frase es "suerte mientras te interrogan" es... inadecuado, pero de verdad, ojala no sea.. tanmalo - hizo una mueca y ahora si escuchó pasos - me tengo que ir, yo paso luego a que terminemos de hablar - eso ùltimo lo dijo atropelladamente, se dio la vuelta y salió corriendo de la celda.
Varios segundos después, regresó sobre sus pasos y... cerró la celda!
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
Arale [Apellido], no era la única que desaprobaba los métodos de su compañero, ni fue la única que le dirigió una mirada de reproche e indignación al respecto. Sin embargo si fue la única en no enterarse de las repercusiones que tendría eso para su compañero.
Si lo miembros de la Orden de la Dama seguía la idea de lograr sus objetivos a cualquier precio, que el fin último justificaba los medio, qué era aquello que los diferenciaba de los seres que perseguían y las entidad en contra de las cuales actuaban? No. Su comportamiento no podía repetirse y tampoco iba a tolerarse y fue severamente sancionado al respecto.
Y por supuesto sí sería la única que ofrecería una disculpa al respecto por la sencilla razón que nadie supo de esa intención y no lo sabrían hasta que el prisionero lo comentara, si es que tal cosa llegara a ocurrir.
Por tal razón, para la pequeña comisión que se dirigía a la celda fue una sorpresa y a la vez no lo fue, el cruzarse con ella en medio del pasillo sobre que estaba ese grupo de calabozos. El grupo de cuatro, mixto, le dirigió una mirada a la Iniciada y siguió su camino hasta el lugar. El trabajo que tenían que hacer era arduo y el saber que ella había estado ahí rompía un poco con todo lo que habían estipulado sobre el trato y la estrategia respecto a ese interrogatorio.
Esperaban haberlo dejado solo y prácticamente deprivado de muchas cosas en el tiempo que tardaron en ir a hacer la primera visita. Ya no contaban con ese primer lapso de silenciosa expectativa que esperaban que tuviera y el efecto de esto en él, así fuese diferente a cualquier otro caso.
El cerrojo hizo su sonido característico de metal contra pesada y robusta madera y la puerta se abrió. Sin embargo no fue tan simple como una abertura y ya, la apertura llevó consigo el despliegue de un sello contra magia y el viaje planar. La puerta dio contra la pared, dejando dos guardias altamente preparados, listos a cualquier intento de fuga, siendo su prioridad evitar que escape, más que la seguridad del interrogador.
El tercero, permaneció en el dintel de la puerta. Por último, el interrogador se acercó hasta quedar frente a Cyrian justo en medio de la estrecha habitación. Siguió adelante en su plan inicial y se quedó en silencio por un momento, mirándolo, fijamente, luego revisó una tableta con papel y permaneció un momento mas largo en silencio.
- Bien, empecemos por lo básico. Entre la información que tenemos, registra que se identificó como Sauce – hizo una pausa como si esperara confirmación de su parte. Su tono, hasta el momento, había sido de fría cortesía – sin embargo, no sabemos si tal cosa corresponde a la realidad o si es sólo un pseudónimo –
Una nueva pausa y clavó sus ojos en los de Cyrian.
- Así que, cual es su nombre? –
Si lo miembros de la Orden de la Dama seguía la idea de lograr sus objetivos a cualquier precio, que el fin último justificaba los medio, qué era aquello que los diferenciaba de los seres que perseguían y las entidad en contra de las cuales actuaban? No. Su comportamiento no podía repetirse y tampoco iba a tolerarse y fue severamente sancionado al respecto.
Y por supuesto sí sería la única que ofrecería una disculpa al respecto por la sencilla razón que nadie supo de esa intención y no lo sabrían hasta que el prisionero lo comentara, si es que tal cosa llegara a ocurrir.
Por tal razón, para la pequeña comisión que se dirigía a la celda fue una sorpresa y a la vez no lo fue, el cruzarse con ella en medio del pasillo sobre que estaba ese grupo de calabozos. El grupo de cuatro, mixto, le dirigió una mirada a la Iniciada y siguió su camino hasta el lugar. El trabajo que tenían que hacer era arduo y el saber que ella había estado ahí rompía un poco con todo lo que habían estipulado sobre el trato y la estrategia respecto a ese interrogatorio.
Esperaban haberlo dejado solo y prácticamente deprivado de muchas cosas en el tiempo que tardaron en ir a hacer la primera visita. Ya no contaban con ese primer lapso de silenciosa expectativa que esperaban que tuviera y el efecto de esto en él, así fuese diferente a cualquier otro caso.
El cerrojo hizo su sonido característico de metal contra pesada y robusta madera y la puerta se abrió. Sin embargo no fue tan simple como una abertura y ya, la apertura llevó consigo el despliegue de un sello contra magia y el viaje planar. La puerta dio contra la pared, dejando dos guardias altamente preparados, listos a cualquier intento de fuga, siendo su prioridad evitar que escape, más que la seguridad del interrogador.
El tercero, permaneció en el dintel de la puerta. Por último, el interrogador se acercó hasta quedar frente a Cyrian justo en medio de la estrecha habitación. Siguió adelante en su plan inicial y se quedó en silencio por un momento, mirándolo, fijamente, luego revisó una tableta con papel y permaneció un momento mas largo en silencio.
- Bien, empecemos por lo básico. Entre la información que tenemos, registra que se identificó como Sauce – hizo una pausa como si esperara confirmación de su parte. Su tono, hasta el momento, había sido de fría cortesía – sin embargo, no sabemos si tal cosa corresponde a la realidad o si es sólo un pseudónimo –
Una nueva pausa y clavó sus ojos en los de Cyrian.
- Así que, cual es su nombre? –
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: Cuando un árbol se mueve
Cyrian sólo parpadeó, casi como recordatorio de que no estaba hablando con una estatua, pese a que la reacción a sus palabras era... en realidad, no era tan inesperada; a fin de cuentas era una Iniciada, un miembro de la Orden. Sin duda, esperaba encontrarse entre sus rangos algún día y el hecho de encajar con el resto de la Orden, por ruin que ésta fuera, sin duda entraba en sus planes. No era más que otro cachorro de la Orden, expuesto a sus mentiras e hipocresía, como el traicionero arquero. ¿Qué podía esperarse?
Pese a todo, su alegre reacción y, peor aún, la sincera alegría que parecía envolverla, sólo sirvió para que a sus ojos perdiera de nuevo puntos, de cara al escaso margen que la curiosidad que había despertado con el asunto del martillo de guerra le había concedido.
No hubo más respuesta, ni a sus preguntas ni a sus ¿buenos deseos? para el interrogatorio; ni una mirada cuando regresó al recordar que había dejado al "infame espía" con la puerta abierta. Aquella mañana, después de su encuentro en la biblioteca, hubiera tomado esas excentricidades, esos infantiles descuidos como refuerzos a sus sospechas de que ella no era una más. Después de los establos, en cambio, lo tomaba como un modo sutil de burlarse de él. De nuevo, ella recortaba los márgenes de su ya escaso campo de maniobra con él... Pero por el momento, seguía siendo el momento de guardar silencio; incluso hasta del asunto tan nimio como la peculiaridad de sus ojos, ese rasgo que había tenido de nacimiento y que le había granjeado no pocas miradas con curiosidad o desconfianza a lo largo de su vida...
Le sorprendió el poco margen de tiempo dejado entre el primer y segundo interrogador. Ni siquiera había tenido tiempo de empezar a aburrirse de nuevo cuando la puerta volvió a abrirse, dejando pasar al pequeño grupo, mientras tomaba aquellas medidas adicionales de seguridad, en su opinión... un poco tardías. A fin de cuentas, si podía moverse entre dimensiones, ¿no pensaban que podría habérsele ocurrido antes de su llegada? Tal vez era simplemente por evitar una salida dramática desvaneciéndose frente a los ojos de sus captores, pero aquello era demasiado teatral. Incluso para él.
Dos se quedaron fuera, más el guardia que había oído antes hablando con Arale, hacían un total de tres personas atentas a un intento de fuga en el exterior, amén de quien se había quedado en el quicio de la puerta. Cuatro personas bien armadas y esperando un intento de escape frente a él sólo con una daga oculta en la bota y la única opción de correr a ciegas una vez en el exterior. No, aquel no era el momento para hacer su jugada de huida, el movimiento del mundo le mantenía a la espera todavía.
El segundo interrogador obtuvo aún menos que el primero. Sus palabras y su mirada sólo fueron contestadas con sus ojos castaños helados clavados en él, con calma y frialdad inhumanas; ni siquiera iba a responder a preguntas cuya respuesta ya hubiera dado antes. Sólo silencio y frio, como si fuera una gárgola tallada en piedra en la celda en lugar de un prisionero.
Ante su carencia de respuesta, el interrogador se giró a sus compañeros y asintió, mientras daba un paso atrás, hacia uno de los costados de la celda. La mujer que se había quedado en la puerta se acercó al prisionero y tendió su mano en su dirección mientras murmuraba algo por debajo de su aliento. Una oración, dedujo Cyrian, al ver el efecto que se producía en su mano iluminándose con el Beso de la Dama y acercándola a él, casi con precaución, anticipándose a una posible reacción de su parte.
Pero tampoco la hubo. La Luz le tocó, incluso comenzó a sanar su herida de flecha en el hombro bajo el vendaje, pero no hubo ninguna reacción antinatural; la mujer miró al interrogador que había hecho la pregunta al entrar, negó con la cabeza y se retiró de nuevo al quicio de la puerta. Cyrian no mostró el más mínimo cambio en su expresión, aún cuando le repugnó estar bañado en la luz de la deidad que le había abandonado a la muerte tanto tiempo atrás, se limitó a ir mirando ora a un interrogador, ora al otro.
-Ya sabemos que es usted tan humano como parece. En tal caso, permítame recordarle que se encuentra usted en una situación muy peliaguda y que cualquier colaboración sólo puede jugar a su favor. Repetiré mi pregunta, ¿su nombre es Sauce o es un pseudónimo?. Para saber cómo dirigirme a usted.
De nuevo, la callada por respuesta, sólo el levísimo movimiento del parpadeo de sus ojos.
A partir de aquel momento, comenzó verdaderamente el interrogatorio. El primer interrogador, en un tono neutro, comenzó su batería de preguntas; por tercera vez, su nombre. Su objetivo. Si había obtenido lo que buscaba o sólo parte. Si lo había entregado a algún contacto. A qué bando servía o quién le había contratado.
A todas las preguntas, silencio mortal. De nuevo, la mujer intervino, aún con sólo palabras, si bien entremezclando amenazas o mejor dicho, adelantos con lo que le esperaba si determinaban que era un espía y no les daba un motivo para ser clementes o verle utilidad vivo. Y repitió la batería de preguntas; de nuevo, sin éxito.
Al cabo de unos minutos, de nuevo tomó la palabra el primer interrogador, neutral pero ofreciéndole escapatorias. "Podrías actuar como agente doble", "si capturamos a tu contratador, dejaríamos de tener tanto en tu contra", y similares, mientras repetía de nuevo. Lo cierto era que Kaede, Arale o cualquiera que fuera realmente su nombre, hacía un mejor trabajo mostrándose empática...
La sesión de interrogatorio se prolongó durante varias horas, incensantes en su golpeteo de preguntas, buscando agotarle mentalmente. No hubo violencia física, no en la primera sesión. Sí intentaron torturarle con negación de comida mientras ellos comían y bebían cuando llegaron las horas adecuadas para ello, mientras él sólo recibía preguntas y más preguntas.
Cyrian entendió que iban a optar por una técnica más de desgaste que de doblegar su voluntad, lo cual era significativo; estaban convencidos de que tenían todo el tiempo del mundo, que la información perdida, si es que la había, no suponía un peligro real a la Orden.
Por lo que la discreta alarma se apagaría con poco tiempo y los cabos seguirían sueltos. Su rostro, una máscara imperturbable, no mostró ningún resquicio de la media sonrisa que en aquel momento le salía mostrar.
Pese a todo, su alegre reacción y, peor aún, la sincera alegría que parecía envolverla, sólo sirvió para que a sus ojos perdiera de nuevo puntos, de cara al escaso margen que la curiosidad que había despertado con el asunto del martillo de guerra le había concedido.
No hubo más respuesta, ni a sus preguntas ni a sus ¿buenos deseos? para el interrogatorio; ni una mirada cuando regresó al recordar que había dejado al "infame espía" con la puerta abierta. Aquella mañana, después de su encuentro en la biblioteca, hubiera tomado esas excentricidades, esos infantiles descuidos como refuerzos a sus sospechas de que ella no era una más. Después de los establos, en cambio, lo tomaba como un modo sutil de burlarse de él. De nuevo, ella recortaba los márgenes de su ya escaso campo de maniobra con él... Pero por el momento, seguía siendo el momento de guardar silencio; incluso hasta del asunto tan nimio como la peculiaridad de sus ojos, ese rasgo que había tenido de nacimiento y que le había granjeado no pocas miradas con curiosidad o desconfianza a lo largo de su vida...
Le sorprendió el poco margen de tiempo dejado entre el primer y segundo interrogador. Ni siquiera había tenido tiempo de empezar a aburrirse de nuevo cuando la puerta volvió a abrirse, dejando pasar al pequeño grupo, mientras tomaba aquellas medidas adicionales de seguridad, en su opinión... un poco tardías. A fin de cuentas, si podía moverse entre dimensiones, ¿no pensaban que podría habérsele ocurrido antes de su llegada? Tal vez era simplemente por evitar una salida dramática desvaneciéndose frente a los ojos de sus captores, pero aquello era demasiado teatral. Incluso para él.
Dos se quedaron fuera, más el guardia que había oído antes hablando con Arale, hacían un total de tres personas atentas a un intento de fuga en el exterior, amén de quien se había quedado en el quicio de la puerta. Cuatro personas bien armadas y esperando un intento de escape frente a él sólo con una daga oculta en la bota y la única opción de correr a ciegas una vez en el exterior. No, aquel no era el momento para hacer su jugada de huida, el movimiento del mundo le mantenía a la espera todavía.
El segundo interrogador obtuvo aún menos que el primero. Sus palabras y su mirada sólo fueron contestadas con sus ojos castaños helados clavados en él, con calma y frialdad inhumanas; ni siquiera iba a responder a preguntas cuya respuesta ya hubiera dado antes. Sólo silencio y frio, como si fuera una gárgola tallada en piedra en la celda en lugar de un prisionero.
Ante su carencia de respuesta, el interrogador se giró a sus compañeros y asintió, mientras daba un paso atrás, hacia uno de los costados de la celda. La mujer que se había quedado en la puerta se acercó al prisionero y tendió su mano en su dirección mientras murmuraba algo por debajo de su aliento. Una oración, dedujo Cyrian, al ver el efecto que se producía en su mano iluminándose con el Beso de la Dama y acercándola a él, casi con precaución, anticipándose a una posible reacción de su parte.
Pero tampoco la hubo. La Luz le tocó, incluso comenzó a sanar su herida de flecha en el hombro bajo el vendaje, pero no hubo ninguna reacción antinatural; la mujer miró al interrogador que había hecho la pregunta al entrar, negó con la cabeza y se retiró de nuevo al quicio de la puerta. Cyrian no mostró el más mínimo cambio en su expresión, aún cuando le repugnó estar bañado en la luz de la deidad que le había abandonado a la muerte tanto tiempo atrás, se limitó a ir mirando ora a un interrogador, ora al otro.
-Ya sabemos que es usted tan humano como parece. En tal caso, permítame recordarle que se encuentra usted en una situación muy peliaguda y que cualquier colaboración sólo puede jugar a su favor. Repetiré mi pregunta, ¿su nombre es Sauce o es un pseudónimo?. Para saber cómo dirigirme a usted.
De nuevo, la callada por respuesta, sólo el levísimo movimiento del parpadeo de sus ojos.
A partir de aquel momento, comenzó verdaderamente el interrogatorio. El primer interrogador, en un tono neutro, comenzó su batería de preguntas; por tercera vez, su nombre. Su objetivo. Si había obtenido lo que buscaba o sólo parte. Si lo había entregado a algún contacto. A qué bando servía o quién le había contratado.
A todas las preguntas, silencio mortal. De nuevo, la mujer intervino, aún con sólo palabras, si bien entremezclando amenazas o mejor dicho, adelantos con lo que le esperaba si determinaban que era un espía y no les daba un motivo para ser clementes o verle utilidad vivo. Y repitió la batería de preguntas; de nuevo, sin éxito.
Al cabo de unos minutos, de nuevo tomó la palabra el primer interrogador, neutral pero ofreciéndole escapatorias. "Podrías actuar como agente doble", "si capturamos a tu contratador, dejaríamos de tener tanto en tu contra", y similares, mientras repetía de nuevo. Lo cierto era que Kaede, Arale o cualquiera que fuera realmente su nombre, hacía un mejor trabajo mostrándose empática...
La sesión de interrogatorio se prolongó durante varias horas, incensantes en su golpeteo de preguntas, buscando agotarle mentalmente. No hubo violencia física, no en la primera sesión. Sí intentaron torturarle con negación de comida mientras ellos comían y bebían cuando llegaron las horas adecuadas para ello, mientras él sólo recibía preguntas y más preguntas.
Cyrian entendió que iban a optar por una técnica más de desgaste que de doblegar su voluntad, lo cual era significativo; estaban convencidos de que tenían todo el tiempo del mundo, que la información perdida, si es que la había, no suponía un peligro real a la Orden.
Por lo que la discreta alarma se apagaría con poco tiempo y los cabos seguirían sueltos. Su rostro, una máscara imperturbable, no mostró ningún resquicio de la media sonrisa que en aquel momento le salía mostrar.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
Fueron movimientos rápidos. No muy precisos, pero sí raídos. ¿Cómo era posible que se le hubiera olvidado cerrar la puerta tras salir? ¿sería un mensaje de su inconsciente sobre su deseo de darle libertad? Desechó la idea rápidamente, mientras se ponía firme y retenía la respiración al paso del grupo de verdaderos interrogadores.
No podía pensar en la libertad de un prisionero al que ella misma había sorprendido hurgando entre los anales de la Orden a saber con qué propósito.
- No importa lo frescas que estén, en toda cesta de manzanas siempre habrá una que estará podrida – eso, o algo muy parecido, había dicho su hermano Yato varios años atrás. Manteniendo la mirada al frente como el mas disciplinado de los soldados mientras el cuarteto pasaba, se recordó las razones por las que su Clan y el mismo Lohengrin la habían enviado a Jasperia y al interior de la Orden de la Dama, respectivamente.
Las palabras de Cyrian, El Sauce, daban vueltas en su cabeza y con fuerza. No compartía el método, de hecho lo reprobaba, pero ¿y si tenía razón en su versión de un Orden totalmente retorcida y abocada a la corrupción tras la fachada de Luz y bondad?
~ quiere la vida de las personas que estaban con él, no lo olvides. Si quisiera las vidas de las cabezas de la Orden o de quienes llenaban de doble moral el lugar, sería una cosa, pero a Cyrian, por lo que le entendió, no le interesaba sino la vida de aquellos que le dejaron atrás cuando pudo morir ~
Sintió compasión por él y, el estar tan metida en sus pensamientos y soliloquio interno, hizo que pasara por alta la mirada inquisidora del grupo cuando terminó de pasar frente a ella y siguió su camino hacia la celda en la que acaba de estar.
Sus pasos firmes, calmados, medidos y sigilosos, dejaron de existir en cuanto estuvo fuera del edificio. Sin la posibilidad de entrar al viento y moverse más rápido a través de este, fueron sus pies los que se pusieron en polvorosa. Necesitaba consejo y si se entretenía en el camino, ni el Viento sabría lo que podría pasar.
Proceder con cautela.
Ese fue el gran consejo que le dio su “tío” tras narrarle con lujo de detalles cada cosa que le había dicho el espía. Pero hizo énfasis en que fuera aun mas cautelosa en sus visitas si es que pensaba seguirlas haciendo y, en tal caso, ser aun más cauta con lo que él dijera o dejara de decirle, que no se dejara confundir.
- Dejarme confundir. Para dejarme confundir sería necesario que el tontarrón me hable y resuelta que si no es con cucharita no suelta palabra. Es aburrido hablar con él la mayoría del tiempo que termino hablando yo sola, no sé siquiera si me pone cuidado y la duda viene de haberle dicho al menos un par de incoherencias y que él no diga ni mu. Claro que también podría ser que no le importara. Ahora, no es que yo quiera que me confunda, como están las cosas ahora es lo peor que me puede pasar, solo me gustaría entender su posición y que algún día me crea que yo realmente no tuve que ver con esa flecha, y no es que me importe su opinión, puede pensar lo que se le dé la gana, pero es como feo, además, pobre, debe pasar mucho tiempo solo, encerrado, a oscuras… donde crees que haya aprendido a manejar las sombras? No es que crea que nuestro Clan sea el único que lo haga, pero me intriga, por que no lo sentí usarlas como arma horrorosa, como tanto dicen las historias, sino de otra manera… será que él… - dirigió su mirada interrogante a su interlocutor, el cual la miró con su cara larga e inexpresiva para quienes no saben leer.
- No me jodas, no me salgas con a ti tampoco te gusta que yo hable y hable, hable y hable. Te aguantas, me lo debes por peinarte – mientras protestaba infantilmente seguía cepillando, recibiendo por toda respuesta un burlón relincho del caballo que atendía en la caballeriza, en lo que hacía tiempo.
No era sobre el por qué del manejo de las sombras de Cyrian El Sauce, que debía investigar, debía volver a la biblioteca, tratar de entrar de nuevo a los archivos y buscar información o algo.
- Pero no, no voy a poder porque ese idiota lo echó todo a perder!! – de nuevo estaba molesta. Y si ella estaba molesta haría molestar a Cyrian también y lo atormentaría con su parloteo todo lo que fuera necesario hasta que le pidiera perdón, con tal que se callara, por haber dañado sus labores en la biblioteca. El caballo se movió y Dulfary empezó a idear la forma en que se metería en la celda, obviamente sin ser vista.
Las siguientes horas las pasó, vigilando con todo disimulo y sigilo el acceso a las celdas. Se aprendió la rutina de quienes llevaban la comida: dos carritos en total para todos los prisioneros, 12 en total, de los cuales estaban por dejar en libertad a un par, por lo que había investigado.
Recostada a una pared, retirando por fin la vista del acceso a ese pabellón, se reprochó a sí misma el ser tan buena adquiriendo una información pero no otra. Sus avances en el asunto de Lohengrin y del Clan habían sido muy poco, en comparación con lo fácil que había resultado esto.
~ Mejor me olvido del intruso, de mi venganza personal por dañarme mi acceso normal a la biblioteca sin vigilancia por temor a que la incendie y busco nuevas fuentes… No! ~ hasta frunció el ceño, retomando el sencillo plan que tenía fraguado y por el cual regresó un par de horas después cuando nuevamente fue de noche.
Vestida ahora a la usanza de su Clan, escurrirse por las sombras de la fortaleza fue muy sencillo. Llevaba consigo lo indispensable, una docena de kunai ocultos entre la ropa, su bolsita de armas y lo más importante, su brújula de sombras pues sería su ruta de escape. Hasta ahí, todo se veía relativamente normal en ella, el punto de diferencia radicaba en que por primera vez, en muchos meses, aun desde su llegada a Jasperia llevaba puesta la máscara de tela que solía mantener a medio descolgar en su cuello, le cubría la cara hasta el tabique y por debajo de los ojos. Una vez cerca del pabellón que era de su interés, saltó al viento y a través de él burló la guardia de ingreso, parte de la guardia interna y luego tuvo que valerse de su propia capacidad para pasar desapercibida, deslizándose de un pasillo a otro, trepando por las paredes para aferrarse a los ángulos formados por las paredes y los techos en los arcos de cambio de pasillos o intersecciones.
Lo más difícil fue pasar el guardia que le dio el espacio en tiempo y privacidad para conversar con Cyrian con anterioridad, eso le tomó tiempo, estaba alerta y no se movía de su posición. Ubicada en el techo, sujeta casi con los dientes y ya cansada de esa posición, descubrió por qué; quienes estaban interrogando, no habían salido.
Por fortuna cuando lo hicieron, cosa que creyó fue una eternidad y tres días después, pasar a ese callejón de celdas fue pan comido, así que caminó sin prisa alguna, en parte para desentumirse, hasta la que le interesaba y tiró del pasador, el cual hizo ruido, el cual fue apenas audible en el exterior por los pasos de los demás y los escasos pero existentes ruidos habituales de una prisión. Tiro de nuevo del pasador y una tercera vez, con más violencia, luego le metió un empellón a la puerta de madera, escuchando el quejido de la madera cuando dejó caer la frente contra esta, sin soltar el pasador.
- Me!!… lleva la que me trajo!!!!! – no fue más que un susurro, pero nacido de lo más profundo de su ira por olvidar algo tan obvio. Por supuesto que habían cerrado. No tenía llave para abrir.
No podía pensar en la libertad de un prisionero al que ella misma había sorprendido hurgando entre los anales de la Orden a saber con qué propósito.
- No importa lo frescas que estén, en toda cesta de manzanas siempre habrá una que estará podrida – eso, o algo muy parecido, había dicho su hermano Yato varios años atrás. Manteniendo la mirada al frente como el mas disciplinado de los soldados mientras el cuarteto pasaba, se recordó las razones por las que su Clan y el mismo Lohengrin la habían enviado a Jasperia y al interior de la Orden de la Dama, respectivamente.
Las palabras de Cyrian, El Sauce, daban vueltas en su cabeza y con fuerza. No compartía el método, de hecho lo reprobaba, pero ¿y si tenía razón en su versión de un Orden totalmente retorcida y abocada a la corrupción tras la fachada de Luz y bondad?
~ quiere la vida de las personas que estaban con él, no lo olvides. Si quisiera las vidas de las cabezas de la Orden o de quienes llenaban de doble moral el lugar, sería una cosa, pero a Cyrian, por lo que le entendió, no le interesaba sino la vida de aquellos que le dejaron atrás cuando pudo morir ~
Sintió compasión por él y, el estar tan metida en sus pensamientos y soliloquio interno, hizo que pasara por alta la mirada inquisidora del grupo cuando terminó de pasar frente a ella y siguió su camino hacia la celda en la que acaba de estar.
Sus pasos firmes, calmados, medidos y sigilosos, dejaron de existir en cuanto estuvo fuera del edificio. Sin la posibilidad de entrar al viento y moverse más rápido a través de este, fueron sus pies los que se pusieron en polvorosa. Necesitaba consejo y si se entretenía en el camino, ni el Viento sabría lo que podría pasar.
Proceder con cautela.
Ese fue el gran consejo que le dio su “tío” tras narrarle con lujo de detalles cada cosa que le había dicho el espía. Pero hizo énfasis en que fuera aun mas cautelosa en sus visitas si es que pensaba seguirlas haciendo y, en tal caso, ser aun más cauta con lo que él dijera o dejara de decirle, que no se dejara confundir.
- Dejarme confundir. Para dejarme confundir sería necesario que el tontarrón me hable y resuelta que si no es con cucharita no suelta palabra. Es aburrido hablar con él la mayoría del tiempo que termino hablando yo sola, no sé siquiera si me pone cuidado y la duda viene de haberle dicho al menos un par de incoherencias y que él no diga ni mu. Claro que también podría ser que no le importara. Ahora, no es que yo quiera que me confunda, como están las cosas ahora es lo peor que me puede pasar, solo me gustaría entender su posición y que algún día me crea que yo realmente no tuve que ver con esa flecha, y no es que me importe su opinión, puede pensar lo que se le dé la gana, pero es como feo, además, pobre, debe pasar mucho tiempo solo, encerrado, a oscuras… donde crees que haya aprendido a manejar las sombras? No es que crea que nuestro Clan sea el único que lo haga, pero me intriga, por que no lo sentí usarlas como arma horrorosa, como tanto dicen las historias, sino de otra manera… será que él… - dirigió su mirada interrogante a su interlocutor, el cual la miró con su cara larga e inexpresiva para quienes no saben leer.
- No me jodas, no me salgas con a ti tampoco te gusta que yo hable y hable, hable y hable. Te aguantas, me lo debes por peinarte – mientras protestaba infantilmente seguía cepillando, recibiendo por toda respuesta un burlón relincho del caballo que atendía en la caballeriza, en lo que hacía tiempo.
No era sobre el por qué del manejo de las sombras de Cyrian El Sauce, que debía investigar, debía volver a la biblioteca, tratar de entrar de nuevo a los archivos y buscar información o algo.
- Pero no, no voy a poder porque ese idiota lo echó todo a perder!! – de nuevo estaba molesta. Y si ella estaba molesta haría molestar a Cyrian también y lo atormentaría con su parloteo todo lo que fuera necesario hasta que le pidiera perdón, con tal que se callara, por haber dañado sus labores en la biblioteca. El caballo se movió y Dulfary empezó a idear la forma en que se metería en la celda, obviamente sin ser vista.
Las siguientes horas las pasó, vigilando con todo disimulo y sigilo el acceso a las celdas. Se aprendió la rutina de quienes llevaban la comida: dos carritos en total para todos los prisioneros, 12 en total, de los cuales estaban por dejar en libertad a un par, por lo que había investigado.
Recostada a una pared, retirando por fin la vista del acceso a ese pabellón, se reprochó a sí misma el ser tan buena adquiriendo una información pero no otra. Sus avances en el asunto de Lohengrin y del Clan habían sido muy poco, en comparación con lo fácil que había resultado esto.
~ Mejor me olvido del intruso, de mi venganza personal por dañarme mi acceso normal a la biblioteca sin vigilancia por temor a que la incendie y busco nuevas fuentes… No! ~ hasta frunció el ceño, retomando el sencillo plan que tenía fraguado y por el cual regresó un par de horas después cuando nuevamente fue de noche.
Vestida ahora a la usanza de su Clan, escurrirse por las sombras de la fortaleza fue muy sencillo. Llevaba consigo lo indispensable, una docena de kunai ocultos entre la ropa, su bolsita de armas y lo más importante, su brújula de sombras pues sería su ruta de escape. Hasta ahí, todo se veía relativamente normal en ella, el punto de diferencia radicaba en que por primera vez, en muchos meses, aun desde su llegada a Jasperia llevaba puesta la máscara de tela que solía mantener a medio descolgar en su cuello, le cubría la cara hasta el tabique y por debajo de los ojos. Una vez cerca del pabellón que era de su interés, saltó al viento y a través de él burló la guardia de ingreso, parte de la guardia interna y luego tuvo que valerse de su propia capacidad para pasar desapercibida, deslizándose de un pasillo a otro, trepando por las paredes para aferrarse a los ángulos formados por las paredes y los techos en los arcos de cambio de pasillos o intersecciones.
Lo más difícil fue pasar el guardia que le dio el espacio en tiempo y privacidad para conversar con Cyrian con anterioridad, eso le tomó tiempo, estaba alerta y no se movía de su posición. Ubicada en el techo, sujeta casi con los dientes y ya cansada de esa posición, descubrió por qué; quienes estaban interrogando, no habían salido.
Por fortuna cuando lo hicieron, cosa que creyó fue una eternidad y tres días después, pasar a ese callejón de celdas fue pan comido, así que caminó sin prisa alguna, en parte para desentumirse, hasta la que le interesaba y tiró del pasador, el cual hizo ruido, el cual fue apenas audible en el exterior por los pasos de los demás y los escasos pero existentes ruidos habituales de una prisión. Tiro de nuevo del pasador y una tercera vez, con más violencia, luego le metió un empellón a la puerta de madera, escuchando el quejido de la madera cuando dejó caer la frente contra esta, sin soltar el pasador.
- Me!!… lleva la que me trajo!!!!! – no fue más que un susurro, pero nacido de lo más profundo de su ira por olvidar algo tan obvio. Por supuesto que habían cerrado. No tenía llave para abrir.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
Los interrogadores sí estaban consiguiendo algo durante las últimas horas... Estaban consiguiendo que Cyrian tuviera jaqueca. Al cabo de un rato, sus preguntas, amenazas y ofertas se habían ido convirtiendo en poco más que un incesante zumbido para sus oídos, tan molesto como el de un insecto, pero nada más.
Pese a que sentía el deseo de tomar su daga y hundirla en la garganta de alguno de los interrogadores, sólo para recuperar el precioso tesoro que era el silencio absoluto que le acompañaba antes de su llegada, e incluso en su imaginación llegó a hacerlo varias veces, era un deseo al que no iba a ceder; era demasiado disciplinado para algo así.
Simplemente, tan inexpresivo como un muro de sillería, continuó observandoles a los ojos ora a uno, ora al otro interrogador cuando se intercambiaban, esperando, paciente.
El Mundo no había dejado de moverse, sólo necesitaba una pizca de hastío, una relajación, un exceso de confianza para buscar su oportunidad, o una chispa de urgencia que delatara que el tiempo de interrogatorio se acababa y habían decidido deshacerse de él. Señales que aquel primer día no tenían porqué aparecer siquiera. El tiempo simplemente seguiría corriendo.
Pasara lo que pasara, cuando por fin se hizo el silencio a su alrededor, lo único de lo que estaba seguro era que el mundo iba a seguirse moviendo.
Y Gisella se había implicado demasiado en enseñarle a moverse con él.
Pese a que sentía el deseo de tomar su daga y hundirla en la garganta de alguno de los interrogadores, sólo para recuperar el precioso tesoro que era el silencio absoluto que le acompañaba antes de su llegada, e incluso en su imaginación llegó a hacerlo varias veces, era un deseo al que no iba a ceder; era demasiado disciplinado para algo así.
Simplemente, tan inexpresivo como un muro de sillería, continuó observandoles a los ojos ora a uno, ora al otro interrogador cuando se intercambiaban, esperando, paciente.
El Mundo no había dejado de moverse, sólo necesitaba una pizca de hastío, una relajación, un exceso de confianza para buscar su oportunidad, o una chispa de urgencia que delatara que el tiempo de interrogatorio se acababa y habían decidido deshacerse de él. Señales que aquel primer día no tenían porqué aparecer siquiera. El tiempo simplemente seguiría corriendo.
Pasara lo que pasara, cuando por fin se hizo el silencio a su alrededor, lo único de lo que estaba seguro era que el mundo iba a seguirse moviendo.
Y Gisella se había implicado demasiado en enseñarle a moverse con él.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
Re: Cuando un árbol se mueve
Es primera noche de interrogatorio no se le dejó dormir, tampoco se le dio comida alguna, o agua. Le negaban lo más básico y a cambio tenía una retahíla de preguntas. Lo de la siguiente noche, una tertulia con Dulfary, no pintaba mejor para el prisionero pero nadie lo sabía. Por fortuna, no había tenido la precaución de tomar la llave para llevar a cabo su plan de venganza.
Como fuera, ese primer día de preguntas y deprivación no dio resultado pero llegado el punto en que los interrogadores debían descansar y no solo seguir relevándose entre sí, se le dejó a él también descansar, aunque el asunto de la comida y la bebida seguía en curso y seguiría igual hasta que no obtuvieran al menos alguna respuesta, no dándole, ni ofreciéndole ninguna de las dos. Si en algún momento se le mencionó, no se volvería a hacer.
No es propio de una Orden como la de la Dama, el torturar a sus prisioneros y aun así, se contemplaba como el paso a seguir por obtener respuestas en un tiempo de guerra donde una infiltración a sus archivos era tan peligrosa.
En realidad era para ese punto, tan vergonzoso, que ellos necesitaban descansar.
Como fuera, ese primer día de preguntas y deprivación no dio resultado pero llegado el punto en que los interrogadores debían descansar y no solo seguir relevándose entre sí, se le dejó a él también descansar, aunque el asunto de la comida y la bebida seguía en curso y seguiría igual hasta que no obtuvieran al menos alguna respuesta, no dándole, ni ofreciéndole ninguna de las dos. Si en algún momento se le mencionó, no se volvería a hacer.
No es propio de una Orden como la de la Dama, el torturar a sus prisioneros y aun así, se contemplaba como el paso a seguir por obtener respuestas en un tiempo de guerra donde una infiltración a sus archivos era tan peligrosa.
En realidad era para ese punto, tan vergonzoso, que ellos necesitaban descansar.
Narrador- Cantidad de envíos : 157
Re: Cuando un árbol se mueve
Tenía un dilema que en realidad no era tan complicado. Ir por la llaves o volver a su celda o hablarle por la ranura bajo la puerta hasta que alguien la descubriera. Su cabeza, con cierta frustración dio contra su pecho y con eso la mirada se fijó en que la puerta no tenía esa ranura inferior por la cual hablar, pero si estaba la compuerta para hacer pasar los alimentos.
Esta estaba cerrada. Siempre podía abrirla y atentar contra su paciencia un rato, pero desde ahí no vería si se quedaba dormido y no podría decirle con conocimiento de causa que se despertara. Se dio la vuelta, girando sobre su eje, de tal forma que pudo recostar la espalda a la pared.
Una infiltración casi perfecta, para nada. No sabía si enojarse o reírse, y mientras lo decidía se dio cuenta de algo que le pareció particularmente extraño. Las compuertas de alimentación y mensajes de las demás celdas, excepto las que estaban vacías y por tanto sus puertas sin cerrar, estaban abiertas.
- Qué raro... por qué cierra su propia puertica? - Se le ocurrió pensar que podía ser para que la luz no entrara y no se fuera a escapar por la sombra. Pero estaba casi segura que a esta hora ya tendría anclas planares en esa celda. Miró a ambos lados del pasillo y se paró nuevamente frente a la puerta que le interesaba.
Ubicándose en cuclillas, trató de tirar de la compuerta. Esta cedió un poco, pero hizo algo de ruido. No era mucho, pero dentro del silencio raramente interrumpido de esos pasillos de piedra, a Dulfary se le antojó todo un escándalo.
Se quedó quieta por un momento. Su respiración tan lenta que apenas era perceptible, sin girar la cabeza a ver si venía alguien o no, una perfecta estatua mientras esperaba una respuesta externa al su estrépito.
Pero no hubo nada.
Toc, toc, toc ... llamó a la portezuela y luego tiró de esta con fuerza. El ruido fue menor y mucho más rápido, el raspar de la madera sobre madera y luego sobre metal, no fue suficiente para destemplarle los dientes, pero esta vez si movió la mirada hacia el principio del pasillo aguardando por sombras que delataran el efecto de su maniobra.
Esta estaba cerrada. Siempre podía abrirla y atentar contra su paciencia un rato, pero desde ahí no vería si se quedaba dormido y no podría decirle con conocimiento de causa que se despertara. Se dio la vuelta, girando sobre su eje, de tal forma que pudo recostar la espalda a la pared.
Una infiltración casi perfecta, para nada. No sabía si enojarse o reírse, y mientras lo decidía se dio cuenta de algo que le pareció particularmente extraño. Las compuertas de alimentación y mensajes de las demás celdas, excepto las que estaban vacías y por tanto sus puertas sin cerrar, estaban abiertas.
- Qué raro... por qué cierra su propia puertica? - Se le ocurrió pensar que podía ser para que la luz no entrara y no se fuera a escapar por la sombra. Pero estaba casi segura que a esta hora ya tendría anclas planares en esa celda. Miró a ambos lados del pasillo y se paró nuevamente frente a la puerta que le interesaba.
Ubicándose en cuclillas, trató de tirar de la compuerta. Esta cedió un poco, pero hizo algo de ruido. No era mucho, pero dentro del silencio raramente interrumpido de esos pasillos de piedra, a Dulfary se le antojó todo un escándalo.
Se quedó quieta por un momento. Su respiración tan lenta que apenas era perceptible, sin girar la cabeza a ver si venía alguien o no, una perfecta estatua mientras esperaba una respuesta externa al su estrépito.
Pero no hubo nada.
Toc, toc, toc ... llamó a la portezuela y luego tiró de esta con fuerza. El ruido fue menor y mucho más rápido, el raspar de la madera sobre madera y luego sobre metal, no fue suficiente para destemplarle los dientes, pero esta vez si movió la mirada hacia el principio del pasillo aguardando por sombras que delataran el efecto de su maniobra.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: Cuando un árbol se mueve
Efectivamente, dormía. De hecho, se había quedado dormido, tan pronto los interrogadores le dejaron sólo, aunque no había mostrado un rastro de agotamiento en ningún momento; y era bien sencillo el motivo: no estaba agotado. Pero sabía que todo aquello acababa de comenzar y que iba a necesitar tantas de sus energías como pudiera reunir.
Del mismo modo que sospechaba que si su primera intención era agotarle, en algún momento acudirían a interrumpir su sueño, más pronto que tarde, por lo que cada segundo de descanso iba a ser valioso.
Había aprendido poco de aquella primera sesión, sus interrogadores habían sido muy cuidadosos con sus preguntas, pero aún así... palabras claves en sus amenazas y ofertas servían como indicios sobre los cuales meditar. Por ejemplo, sabía que se encontraba en el interior de la fortaleza de la Dama aún, es decir, Lytenberg cerca de los núcleos urbanos. En uno de los torreones y por debajo del nivel del suelo. Era mucho más de lo que esperaba descubrir en sólo la primera sesión intensa de interrogatorio, por lo que descansaba satisfecho.
Si bien, fue un descanso breve, ya que la interrupción tardó poco en producirse. Primero, un rasquido de metal contra piedra, muy breve, casi furtivo, pero suficiente para que abriera sus ojos sin moverse. No le cabía ninguna duda de que había sido contra su puerta.
Esperó en silencio, y no tardó en sentir como llamaban a la portezuela (Tentadora la idea de contestar con un "no hay nadie..") y la abrían esta vez mucho más silenciosamente, con un gesto rápido. Se inclinó para mirar el rostro que estaba en la oscuridad del otro lado, que sin embargo para sus ojos encerrados en aquella negrura absoluta era lo suficientemente clara para, a la oscilante luz de las antorchas, distinguir a su interlocutor. O mejor dicho, interlocutora.
Y la miró en silencio, esperando que hablara; y si la conocía un poco después de sus encuentros, sabía que no tardaría en hacerlo.
Del mismo modo que sospechaba que si su primera intención era agotarle, en algún momento acudirían a interrumpir su sueño, más pronto que tarde, por lo que cada segundo de descanso iba a ser valioso.
Había aprendido poco de aquella primera sesión, sus interrogadores habían sido muy cuidadosos con sus preguntas, pero aún así... palabras claves en sus amenazas y ofertas servían como indicios sobre los cuales meditar. Por ejemplo, sabía que se encontraba en el interior de la fortaleza de la Dama aún, es decir, Lytenberg cerca de los núcleos urbanos. En uno de los torreones y por debajo del nivel del suelo. Era mucho más de lo que esperaba descubrir en sólo la primera sesión intensa de interrogatorio, por lo que descansaba satisfecho.
Si bien, fue un descanso breve, ya que la interrupción tardó poco en producirse. Primero, un rasquido de metal contra piedra, muy breve, casi furtivo, pero suficiente para que abriera sus ojos sin moverse. No le cabía ninguna duda de que había sido contra su puerta.
Esperó en silencio, y no tardó en sentir como llamaban a la portezuela (Tentadora la idea de contestar con un "no hay nadie..") y la abrían esta vez mucho más silenciosamente, con un gesto rápido. Se inclinó para mirar el rostro que estaba en la oscuridad del otro lado, que sin embargo para sus ojos encerrados en aquella negrura absoluta era lo suficientemente clara para, a la oscilante luz de las antorchas, distinguir a su interlocutor. O mejor dicho, interlocutora.
Y la miró en silencio, esperando que hablara; y si la conocía un poco después de sus encuentros, sabía que no tardaría en hacerlo.
Cyrian- Cantidad de envíos : 305
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