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Pies en tierra
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Pies en tierra
Era el último barco que zarparía de lo que quedaba de aquel reino, consumido en una guerra de poderes que escaló a la destrucción y muerte de una inmensa cantidad de gente. Los que quedabamos en el puerto eramos sobrevivientes de todo un horror que caló hondo en nuestros corazones. Muchos de nosotros deseabamos quedarnos, seguir luchando por lo que creíamos, recuperar lo que nos costó conseguir en este mundo y proteger a nuestros amigos... pero muchos habíamos ya perdido todo por lo que queríamos luchar.
La guerra lo consumió todo: Prados, ciudades, animales, barcos, la gente... los deseos... esperanzas...
Recuerdo que había personas con las que nunca traté, pero en ese barco que estaba a punto de zarpar, el mismo interactuar nos dio un poco más de esperanzas para futuro. Me ayudó mucho para que la soledad no me hiciera sentir desamparada y deprimida. Cuando estaba sola, recordaba a las personas que dieron su vida para que estuviera en este barco, abandonando este reino muerto. Recuerdo cuantos dijeron "No te preocupes, te alcanzaré", mientras sus corazones latían exactamente de la misma forma que latía papá cuando abandonamos el lugar donde nuestra tribu, cuando él decidió quedarse para que algunos de nosotros escaparamos y que los humanos no nos alcanzaran.
Se sentía como una mentira, pero al mismo tiempo decían la verdad. No comprendía esa sensación...
Cuando estuvimos en altamar, sentimos cómo un barco se acercaba del reino que abandonábamos. Nuestro barco era el único que se disponía a escapar, por lo que muchos no entendieron por qué zarpaba otro barco. Al poco tiempo, descubrimos por qué.
Las llamas no tardaron en incendiar parte del barco, mientras el abordaje llenaba la proa de gente del otro bando, empeñada en que nadie saliera vivo del reino. Fue una batalla... no. Fue una masacre que muchos intentamos detener. Recuerdo haber golpeado a 15 o a quizás 20 personas, sacandolas de nuestro barco para proteger a quienes deseabamos salir. Pero de pronto, sentí como algo chocó contra mi, algo que ardía y que dejó en el suelo, adolorida y con muchas partes de mi cuerpo que me ardían y dolían. Era un hechizo de fuego, lo supe por que muchas veces me pasó antes.
Intenté levantarme, aún con todo el dolor físico que tenía, pero nuevamente esa sensación me lanzó hacia el mastil del barco, golpeando mi cabeza contra él. Podía sentir la sangre que corría por mi cabeza, mi cuerpo con quemaduras y un dolor intenso que me impedía moverme. Solo podía sentir los corazones de los otros y los gritos de desesperanza que emanaban de los pasajeros. Los gritos cesaban casi al mismo tiempo que los corazones dejaban de latir.
Me sentía impotente, me sentía débil, inútil y enojada. Muchos de ellos no se merecían eso, solo estaban intentando vivir mejor. Casi ninguno de ellos era guerrero, casi todos eran campesinos o simples civiles que solo deseaban una mejor vida en otro reino. ¿Por que debía de terminar de esta forma? ¿Por que se les negaba la vida?
¿Por que los humanos podían negar la vida tan fácilmente...?
El barco terminó hecho pedazos con la fuerza de los atacantes, hundiendose poco a poco, mientras ellos se alejaban. Podía sentirse gritos de dicha y alegría, pero no podía entender cómo podían estar así después de todo lo que ocurrió. Ninguno de los pasajeros sobrevivió, no pude sentir nunca más uno de sus corazones latir. Sus cuerpos fueron consumidos por el agua, y dejé completamente de sentirlos.
Pronto, solo pude sentir un pedazo de madera al que me aferré. El agua, vasta en su amplitud, consumió todo lo de esa noche. Solo quedé yo, mientras me dirigía hacia un destino que desconocía.
Pude sentir cómo la noche se transformó en día, con un sol que golpeaba fuerte, y nuevamente la noche llegó, con un frío que me llegaba hasta los huesos. La sed pronto me dominó, pero el agua de mar era mala y me daba mucha más sed cuando tomaba de ella. Pronto perdí el rumbo de cuántos días estuve en el mar. Solo podía sentir ese pedazo de madera, mis quemaduras y una sed que aumentaba más y más.
A veces, durante el trayecto, pensaba en que si solo esto pude hacer para sobrevivir, o para intentar salvar a los demás. Tanta gente que había dado su vida para poder lograr que sobreviviera, para que pudiera escapar de esa maldición... Taranis, Nadah, mi señora Hotaru...
Perdí el conocimiento durante horas. No recuerdo cuanto estuve navegando. Solo recuerdo haber sentido una sensación familiar en mi cuerpo... era una sensación que siempre me daba confianza y serenidad cuando estaba sumergida en ella. ¿Acaso era tierra? ¿Había llegado a un lugar, después de tanto tiempo en el mar?
La guerra lo consumió todo: Prados, ciudades, animales, barcos, la gente... los deseos... esperanzas...
Recuerdo que había personas con las que nunca traté, pero en ese barco que estaba a punto de zarpar, el mismo interactuar nos dio un poco más de esperanzas para futuro. Me ayudó mucho para que la soledad no me hiciera sentir desamparada y deprimida. Cuando estaba sola, recordaba a las personas que dieron su vida para que estuviera en este barco, abandonando este reino muerto. Recuerdo cuantos dijeron "No te preocupes, te alcanzaré", mientras sus corazones latían exactamente de la misma forma que latía papá cuando abandonamos el lugar donde nuestra tribu, cuando él decidió quedarse para que algunos de nosotros escaparamos y que los humanos no nos alcanzaran.
Se sentía como una mentira, pero al mismo tiempo decían la verdad. No comprendía esa sensación...
Cuando estuvimos en altamar, sentimos cómo un barco se acercaba del reino que abandonábamos. Nuestro barco era el único que se disponía a escapar, por lo que muchos no entendieron por qué zarpaba otro barco. Al poco tiempo, descubrimos por qué.
Las llamas no tardaron en incendiar parte del barco, mientras el abordaje llenaba la proa de gente del otro bando, empeñada en que nadie saliera vivo del reino. Fue una batalla... no. Fue una masacre que muchos intentamos detener. Recuerdo haber golpeado a 15 o a quizás 20 personas, sacandolas de nuestro barco para proteger a quienes deseabamos salir. Pero de pronto, sentí como algo chocó contra mi, algo que ardía y que dejó en el suelo, adolorida y con muchas partes de mi cuerpo que me ardían y dolían. Era un hechizo de fuego, lo supe por que muchas veces me pasó antes.
Intenté levantarme, aún con todo el dolor físico que tenía, pero nuevamente esa sensación me lanzó hacia el mastil del barco, golpeando mi cabeza contra él. Podía sentir la sangre que corría por mi cabeza, mi cuerpo con quemaduras y un dolor intenso que me impedía moverme. Solo podía sentir los corazones de los otros y los gritos de desesperanza que emanaban de los pasajeros. Los gritos cesaban casi al mismo tiempo que los corazones dejaban de latir.
Me sentía impotente, me sentía débil, inútil y enojada. Muchos de ellos no se merecían eso, solo estaban intentando vivir mejor. Casi ninguno de ellos era guerrero, casi todos eran campesinos o simples civiles que solo deseaban una mejor vida en otro reino. ¿Por que debía de terminar de esta forma? ¿Por que se les negaba la vida?
¿Por que los humanos podían negar la vida tan fácilmente...?
El barco terminó hecho pedazos con la fuerza de los atacantes, hundiendose poco a poco, mientras ellos se alejaban. Podía sentirse gritos de dicha y alegría, pero no podía entender cómo podían estar así después de todo lo que ocurrió. Ninguno de los pasajeros sobrevivió, no pude sentir nunca más uno de sus corazones latir. Sus cuerpos fueron consumidos por el agua, y dejé completamente de sentirlos.
Pronto, solo pude sentir un pedazo de madera al que me aferré. El agua, vasta en su amplitud, consumió todo lo de esa noche. Solo quedé yo, mientras me dirigía hacia un destino que desconocía.
Pude sentir cómo la noche se transformó en día, con un sol que golpeaba fuerte, y nuevamente la noche llegó, con un frío que me llegaba hasta los huesos. La sed pronto me dominó, pero el agua de mar era mala y me daba mucha más sed cuando tomaba de ella. Pronto perdí el rumbo de cuántos días estuve en el mar. Solo podía sentir ese pedazo de madera, mis quemaduras y una sed que aumentaba más y más.
A veces, durante el trayecto, pensaba en que si solo esto pude hacer para sobrevivir, o para intentar salvar a los demás. Tanta gente que había dado su vida para poder lograr que sobreviviera, para que pudiera escapar de esa maldición... Taranis, Nadah, mi señora Hotaru...
Perdí el conocimiento durante horas. No recuerdo cuanto estuve navegando. Solo recuerdo haber sentido una sensación familiar en mi cuerpo... era una sensación que siempre me daba confianza y serenidad cuando estaba sumergida en ella. ¿Acaso era tierra? ¿Había llegado a un lugar, después de tanto tiempo en el mar?
Myrrh- Cantidad de envíos : 20
Re: Pies en tierra
FDI. Bueno... a ver a qué nos lleva esto . Si Kirill no es el tipo de PJ que buscas, avisa y borro. Perdon si es un poco largo.
De Nehmen a Trinacria, de Trinacria a Ur-Shalasti; había estado en Adysium y, fugazmente, en Móselec. Y en ninguno de esos lugares había encontrado a Nadyssra. Llegados a aquel punto había comenzado a concluir que quizás, después de todo, ella no quería ser encontrada.
Debía estar maquinando algo; Su Señora no era el tipo de persona que se sienta a esperar los acontecimientos, sino la que los provoca. Sus planes simplemente no debían aún incluirle a él, pero con el tiempo... con el tiempo se volverían a encontrar y Kirill haría notar su valía. Confiaba en ello.
Pero de momento no sabía dónde estaba ella; sabía en cambio que no la encontraría por mucho que buscara, que era cuestión de esperar a que la elfa se mostrara. Mientras tanto no podía quedarse pasivo como venía haciéndolo, vendiéndose como mercenario y estúpido chico de los recados que gana suficiente para sobrevivir... Kirill de por si no era una persona estudiosa, no era un investigador nato y le costaba ponerse a entrenar para mejorar su magia; necesitaba afianzar su voluntad y empujarse hacia el conocimiento. Escuchó hablar del Credo y en Ur buscó a sus miembros; pero el poder del mago no impresionó, y Kirill no consiguió hacerse tomar en serio en el seno del culto. Podía ser uno de sus miembros a la base, gente sin apenas poder sirviendo y obedeciendo... pero claro que él no quería eso. Con una insistencia inquebrantable persiguió a uno de sus miembros, más poderoso que Kirill aunque no perteneciente a las más altas esferas del Credo, y finalmente consiguió entrar como discípulo suyo.
Tan fácil y tan difícil como eso.
Este miembro del Credo era un hombre de treinta y tantos, fino como una espiga, de ojos rasgados y nariz aguileña. Su nombre era Ajar y con su magia dominaba voluntades de este mundo y llamaba las de otros, invocando demonios y doblegándolos. Kirill admiraba sus habilidades pero detestaba su personalidad y confiaba en no tener que soportarle demasiado tiempo; sólo el suficiente, hasta hacerse él más poderoso y ganarse un nombre en el Credo. Cuando llegara el momento mataría él mismo a aquel indeseable que, extrañamente, tenía pocos discípulos, a todos los cuales miraba con una mezcla de desdén y... ¿frustración?
Kirill fue a Thialir bajo sus órdenes; de alguna forma a "extender la fe" allí donde contaba con más opositores, en el radio de dominio de la Orden. Ajar creía en el miedo y mandó a Kirill a invocar un demonio en la ciudad de Ashper, quizás como prueba, quizás para alejarle de él con alguna segunda intención.
Alquiló una habitación con el dinero que su maestro le había dado para ello y salió inmediatamente a reunir los ingredientes que necesitaba para la invocación. Dejó la ciudad y caminó por la playa; en un pequeño frasco guardó agua de mar... y entonces vio a una niña en la arena.
Primero no le acordó importancia, porque pensó que sería alguna muchachita de Thialir que se había escapado para jugar junto a la playa y se había dormido allí. Pero después de un rato sin que se moviera se acercó a ella con cierta curiosidad, y con el pie la movió para verle la cara. Tenía quemaduras en los brazos y estaba empapada, y aquel era un día de invierno no especialmente caluroso. Kirill se agachó creyéndola inconsciente y comprobó si estaba viva o si era un cadáver que las olas habían traído hasta allí. Buscó su pulso y vigiló el movimiento de su pecho: respiraba, pero estaba congelada.
- Eh - llamó, sacudiéndola por el hombro -. Eh, despierta. Aquí te vas a congelar.
Se puso de rodillas junto a ella, llenándose los pantalones de arena húmeda, e intentó incorporarla un poco.
- No sé qué haces aquí, pero va a subir la marea... ¿Me escuchas?
De Nehmen a Trinacria, de Trinacria a Ur-Shalasti; había estado en Adysium y, fugazmente, en Móselec. Y en ninguno de esos lugares había encontrado a Nadyssra. Llegados a aquel punto había comenzado a concluir que quizás, después de todo, ella no quería ser encontrada.
Debía estar maquinando algo; Su Señora no era el tipo de persona que se sienta a esperar los acontecimientos, sino la que los provoca. Sus planes simplemente no debían aún incluirle a él, pero con el tiempo... con el tiempo se volverían a encontrar y Kirill haría notar su valía. Confiaba en ello.
Pero de momento no sabía dónde estaba ella; sabía en cambio que no la encontraría por mucho que buscara, que era cuestión de esperar a que la elfa se mostrara. Mientras tanto no podía quedarse pasivo como venía haciéndolo, vendiéndose como mercenario y estúpido chico de los recados que gana suficiente para sobrevivir... Kirill de por si no era una persona estudiosa, no era un investigador nato y le costaba ponerse a entrenar para mejorar su magia; necesitaba afianzar su voluntad y empujarse hacia el conocimiento. Escuchó hablar del Credo y en Ur buscó a sus miembros; pero el poder del mago no impresionó, y Kirill no consiguió hacerse tomar en serio en el seno del culto. Podía ser uno de sus miembros a la base, gente sin apenas poder sirviendo y obedeciendo... pero claro que él no quería eso. Con una insistencia inquebrantable persiguió a uno de sus miembros, más poderoso que Kirill aunque no perteneciente a las más altas esferas del Credo, y finalmente consiguió entrar como discípulo suyo.
Tan fácil y tan difícil como eso.
Este miembro del Credo era un hombre de treinta y tantos, fino como una espiga, de ojos rasgados y nariz aguileña. Su nombre era Ajar y con su magia dominaba voluntades de este mundo y llamaba las de otros, invocando demonios y doblegándolos. Kirill admiraba sus habilidades pero detestaba su personalidad y confiaba en no tener que soportarle demasiado tiempo; sólo el suficiente, hasta hacerse él más poderoso y ganarse un nombre en el Credo. Cuando llegara el momento mataría él mismo a aquel indeseable que, extrañamente, tenía pocos discípulos, a todos los cuales miraba con una mezcla de desdén y... ¿frustración?
Kirill fue a Thialir bajo sus órdenes; de alguna forma a "extender la fe" allí donde contaba con más opositores, en el radio de dominio de la Orden. Ajar creía en el miedo y mandó a Kirill a invocar un demonio en la ciudad de Ashper, quizás como prueba, quizás para alejarle de él con alguna segunda intención.
Alquiló una habitación con el dinero que su maestro le había dado para ello y salió inmediatamente a reunir los ingredientes que necesitaba para la invocación. Dejó la ciudad y caminó por la playa; en un pequeño frasco guardó agua de mar... y entonces vio a una niña en la arena.
Primero no le acordó importancia, porque pensó que sería alguna muchachita de Thialir que se había escapado para jugar junto a la playa y se había dormido allí. Pero después de un rato sin que se moviera se acercó a ella con cierta curiosidad, y con el pie la movió para verle la cara. Tenía quemaduras en los brazos y estaba empapada, y aquel era un día de invierno no especialmente caluroso. Kirill se agachó creyéndola inconsciente y comprobó si estaba viva o si era un cadáver que las olas habían traído hasta allí. Buscó su pulso y vigiló el movimiento de su pecho: respiraba, pero estaba congelada.
- Eh - llamó, sacudiéndola por el hombro -. Eh, despierta. Aquí te vas a congelar.
Se puso de rodillas junto a ella, llenándose los pantalones de arena húmeda, e intentó incorporarla un poco.
- No sé qué haces aquí, pero va a subir la marea... ¿Me escuchas?
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Pies en tierra
Hace ya varias horas que mi cuerpo había abandonado la sensación de dolor, solo para ser reemplazada por la sensación de un alma abandonando un cuerpo, privandolo de calor al cuál regocijarse. Desde hace días que sentía cómo el calor abandonaba mi cuerpo mientras navegaba sin rumbo por el mar, mientras que el sol carecía de las capacidades de entregarme calor. Casi lo que hacía siempre era devolver el dolor en mis brazos lastimados por las quemaduras... pero antes de llegar a tierra firme, esto ya había sido abandonado.
Fue una sensación muy débil la que sentí, pero se acercó lentamente hasta mi. Sentía que mi sentido me abandonaba poco a poco, pero aún así, pude distinguir la sensación... se trataba de una persona. Lentamente se acercó, y aunque a ratos parecía solo estar ahí, pronto tocó mi muñeca, como si quisiera saber si estaba viva o no. Pronto tocó mi hombro, y dijo algo que apenas pude escuchar y reconocer.
En ese momento, quería abrir mis ojos y sentarme, agradecerle por despertarme y preguntarle en donde estaba, así como si alguien más había naufragado conmigo, aunque era improbable debido a lo que sucedió en el barco. Pero casi ni sentía mis brazos o mis piernas, y el único dolor que podía sentir era en mis ojos, aunque desconocía por qué. Apenas podía respirar, y sentía que debía dar un esfuerzo enorme para artícular alguna palabra.
Cuando se colocó a mi lado, pude reunir algo de fuerza y busqué su brazo, el que tomé por algunos segundos, antes de soltarlo por una sensación aguda en mi mano, probablemente por las quemaduras que tenía. Giré mi cabeza, intentando buscarlo.
¿Volví... a Casc...?
No alcancé a terminar la frase, cuando sentí que la poca fuerza que me quedaba me abandonaba lentamente.
Fue una sensación muy débil la que sentí, pero se acercó lentamente hasta mi. Sentía que mi sentido me abandonaba poco a poco, pero aún así, pude distinguir la sensación... se trataba de una persona. Lentamente se acercó, y aunque a ratos parecía solo estar ahí, pronto tocó mi muñeca, como si quisiera saber si estaba viva o no. Pronto tocó mi hombro, y dijo algo que apenas pude escuchar y reconocer.
En ese momento, quería abrir mis ojos y sentarme, agradecerle por despertarme y preguntarle en donde estaba, así como si alguien más había naufragado conmigo, aunque era improbable debido a lo que sucedió en el barco. Pero casi ni sentía mis brazos o mis piernas, y el único dolor que podía sentir era en mis ojos, aunque desconocía por qué. Apenas podía respirar, y sentía que debía dar un esfuerzo enorme para artícular alguna palabra.
Cuando se colocó a mi lado, pude reunir algo de fuerza y busqué su brazo, el que tomé por algunos segundos, antes de soltarlo por una sensación aguda en mi mano, probablemente por las quemaduras que tenía. Giré mi cabeza, intentando buscarlo.
¿Volví... a Casc...?
No alcancé a terminar la frase, cuando sentí que la poca fuerza que me quedaba me abandonaba lentamente.
Myrrh- Cantidad de envíos : 20
Re: Pies en tierra
Al pasar su brazo por la espalda de la pequeña para levantarla, se encontró con algo que había pasado por alto hasta entonces. Alas. Kirill se quedó de piedra al momento y por la sorpresa soltó a la joven, dejando que volviera a caer sobre la arena, como si pudiera haber tocado algo peligroso. Tardó un momento en recuperar la compostura y volver a incorporarla, preguntándose aún así interiormente qué era aquello. ¿Un demonio de algún tipo? Era la opción más probable.
- Eh, eh - habiéndola incorporado un poco, repitió la llamada a la chica sin nombre y la sacudió levemente para intentar volver a llegar a ella -. ¡Eh, no me dejes así sin llegar a decir nada!
El movimiento que la pequeña había hecho había sido tan poco revelador como las dos palabras que consiguió arrancarle antes de que volviera a quedar inconsciente; y además tenía alas. Fantástico. Tenía unos diez años, mirándola, quemaduras en los brazos y no se sabía de dónde venía. Kirill sólo pudo agarrarse a aquel verbo "volver" e imaginó que la chica se había perdido en algún sitio, caído al mar y terminado en aquella playa... era poco probable pero posible, así que adoptó aquella teoría como cierta.
La marea iba a subir despertara ella o no, con lo que Kirill la cogió en brazos, con cierta dificultad dadas sus alas, para apartarla. Pero una vez realizado este gesto, no pudo sino quedarse con la pregunta de: ¿dónde la dejo yo ahora? Giró sobre si mismo, buscando un lugar, pero no parecía que dejarla de nuevo en el suelo de la playa, sólo que un poco más lejos, fuera la más coherente de todas las ideas. Es decir, puestos a ayudar a alguien, es muy extraño dejarlo a mitad.
Kirill no sabía ni qué opciones considerar. Bajó la mirada hacia la niña y la vio muerta de frío, lo cual le provocó una leve sensación de qué algo sí debía hacer en lugar de quedarse allí parado perdiendo tiempo. Volvió a hincar una rodilla al suelo para dejar a Myrrh; se quitó la capa que usaba más para homogeneizarse con la multitud que por el clima invernal y la puso sobre ella con cierta torpeza. Aquello al menos era un inicio...
Se quedó mirándola a la cara mientras reflexionaba, sobre ella, sobre qué hacer y sobre las alas. Lo más sensato le parecía encender una hoguera y dejar a la aparente niña, fuera lo que fuera en realidad, junto a la misma; despertaría sola y Kirill podía hasta dejarle la capa sin más problemas. El único inconveniente de esa acción tan altruista y al mismo tiempo cómoda era que requería reunir la leña y prender el fuego, y eso ya era demasiado inconveniente para él.
Se sintió un poco hermanita de la caridad por hacer eso, pero finalmente decidió llevarla con él de vuelta a la ciudad. Se justificó pensando que era lo más fácil... Pero esta vez no tenía intención de quedarse sin cama durante la noche sólo porque le estaba haciendo un favor a alguien, ni mucho menos. En su habitación, tiró su manta al suelo y dejó a Myrrh sobre la misma. Después se arrepintió y le cedió también el cojín, que colocó bajo su cabeza.
Bastante satisfecho con aquello, encendió también el brasero de la habitación, cosa que tenía que hacer de todas formas para la invocación, y lo colocó junto a ella. Sonrió satisfecho con aquella pequeña obra e inmediatamente sacó un libro y comenzó a trabajar y dibujar un círculo en el suelo.
- Eh, eh - habiéndola incorporado un poco, repitió la llamada a la chica sin nombre y la sacudió levemente para intentar volver a llegar a ella -. ¡Eh, no me dejes así sin llegar a decir nada!
El movimiento que la pequeña había hecho había sido tan poco revelador como las dos palabras que consiguió arrancarle antes de que volviera a quedar inconsciente; y además tenía alas. Fantástico. Tenía unos diez años, mirándola, quemaduras en los brazos y no se sabía de dónde venía. Kirill sólo pudo agarrarse a aquel verbo "volver" e imaginó que la chica se había perdido en algún sitio, caído al mar y terminado en aquella playa... era poco probable pero posible, así que adoptó aquella teoría como cierta.
La marea iba a subir despertara ella o no, con lo que Kirill la cogió en brazos, con cierta dificultad dadas sus alas, para apartarla. Pero una vez realizado este gesto, no pudo sino quedarse con la pregunta de: ¿dónde la dejo yo ahora? Giró sobre si mismo, buscando un lugar, pero no parecía que dejarla de nuevo en el suelo de la playa, sólo que un poco más lejos, fuera la más coherente de todas las ideas. Es decir, puestos a ayudar a alguien, es muy extraño dejarlo a mitad.
Kirill no sabía ni qué opciones considerar. Bajó la mirada hacia la niña y la vio muerta de frío, lo cual le provocó una leve sensación de qué algo sí debía hacer en lugar de quedarse allí parado perdiendo tiempo. Volvió a hincar una rodilla al suelo para dejar a Myrrh; se quitó la capa que usaba más para homogeneizarse con la multitud que por el clima invernal y la puso sobre ella con cierta torpeza. Aquello al menos era un inicio...
Se quedó mirándola a la cara mientras reflexionaba, sobre ella, sobre qué hacer y sobre las alas. Lo más sensato le parecía encender una hoguera y dejar a la aparente niña, fuera lo que fuera en realidad, junto a la misma; despertaría sola y Kirill podía hasta dejarle la capa sin más problemas. El único inconveniente de esa acción tan altruista y al mismo tiempo cómoda era que requería reunir la leña y prender el fuego, y eso ya era demasiado inconveniente para él.
Se sintió un poco hermanita de la caridad por hacer eso, pero finalmente decidió llevarla con él de vuelta a la ciudad. Se justificó pensando que era lo más fácil... Pero esta vez no tenía intención de quedarse sin cama durante la noche sólo porque le estaba haciendo un favor a alguien, ni mucho menos. En su habitación, tiró su manta al suelo y dejó a Myrrh sobre la misma. Después se arrepintió y le cedió también el cojín, que colocó bajo su cabeza.
Bastante satisfecho con aquello, encendió también el brasero de la habitación, cosa que tenía que hacer de todas formas para la invocación, y lo colocó junto a ella. Sonrió satisfecho con aquella pequeña obra e inmediatamente sacó un libro y comenzó a trabajar y dibujar un círculo en el suelo.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Pies en tierra
No recuerdo cuándo sucedió, pero recuerdo haber recuperado la consciencia sin sentir nada a mi alrededor. No había suelo, piso, exterior, nada que me conectara al mundo real. Era como aquellas veces que me despegaba del suelo cuando intentaba volar, y no podía sentir nada más a mi alrededor.
¿Me encontraría volando...? ¿Me encontraba cayendo...?
Podía sentir una calidez viniendo de cerca. Por un minuto, pensé que me habían mandado al infierno por algún comentario que dije, pero al poco pasar, noté que ese calor era tibio, agradable todo el tiempo. Poco a poco, mi espalda pudo sentir un respaldo detrás de ella. Habían pequeños granitos de arena, y pronto algo sólido las respaldaba. Era... madera. De un árbol de pino de 87 años de edad.
Pronto, la sensación se extendió libremente por un espacio reducido, mientras que el fuego acrecentaba su intensidad, aunque no demasiado. Algo estaba encima mío, se sentía suave... era una larga tela que me cubría. El fuego era pequeño en donde estaba, y aunque no era demasiado intenso, si el calor comenzó a afectarme.
Pronto, mis brazos comenzaron a doler lentamente. Pensaba que era una sensación que me indicaba que estaba viva, o de aturdiiento, pero pronto el dolor se acrecentó mucho. Se sentía como en reversa de cuando me lanzaron el fuego. Comenzó con un dolor pequeño, como cuando llegué a la costa. Pronto, comenzó a doler como los primeros días que el sol me atacaba cuando estaba en mar abierto... y pronto el dolor se intensificaba como el día en que el barco había sido atacado.
Casi inconscientemente, me senté y cubrí mis brazos entre si, abrazandome. Sentía que quería llorar, dolían mucho. Me alejé sin darme cuenta con mis pies, hasta que choqué con la madera a mis espaldas.
¿Me encontraría volando...? ¿Me encontraba cayendo...?
Podía sentir una calidez viniendo de cerca. Por un minuto, pensé que me habían mandado al infierno por algún comentario que dije, pero al poco pasar, noté que ese calor era tibio, agradable todo el tiempo. Poco a poco, mi espalda pudo sentir un respaldo detrás de ella. Habían pequeños granitos de arena, y pronto algo sólido las respaldaba. Era... madera. De un árbol de pino de 87 años de edad.
Pronto, la sensación se extendió libremente por un espacio reducido, mientras que el fuego acrecentaba su intensidad, aunque no demasiado. Algo estaba encima mío, se sentía suave... era una larga tela que me cubría. El fuego era pequeño en donde estaba, y aunque no era demasiado intenso, si el calor comenzó a afectarme.
Pronto, mis brazos comenzaron a doler lentamente. Pensaba que era una sensación que me indicaba que estaba viva, o de aturdiiento, pero pronto el dolor se acrecentó mucho. Se sentía como en reversa de cuando me lanzaron el fuego. Comenzó con un dolor pequeño, como cuando llegué a la costa. Pronto, comenzó a doler como los primeros días que el sol me atacaba cuando estaba en mar abierto... y pronto el dolor se intensificaba como el día en que el barco había sido atacado.
Casi inconscientemente, me senté y cubrí mis brazos entre si, abrazandome. Sentía que quería llorar, dolían mucho. Me alejé sin darme cuenta con mis pies, hasta que choqué con la madera a mis espaldas.
Myrrh- Cantidad de envíos : 20
Re: Pies en tierra
No era especialmente difícil seguir las instrucciones de Ajar. Kirill recorría el libro con la mirada y verificaba que lo tenía todo, colocado ordenadamente sobre una mesa para cuando tuviera que recurrir a ello. El círculo en el suelo parecía bien hecho y el brasero ardía apaciblemente; sólo tenía que esperar a que el fuego muriera y dejara ascuas tras de sí.
Estaba repasando las palabras rituales cuando escuchó un leve gemido. Casi se había olvidado de la pequeña alada hasta entonces, demasiado metido en la invocación, pero los leves sonidos de movimiento captaron su atención. La niña se retiraba del fuego como asustada, abrazándose.
- ¿He recogido a una llorica? - dejó escapar insensiblemente Kirill.
Se acercó a ella. Vio sus quemaduras y consideró superficialmente que debería haber hecho algo al respecto de aquello.
- ¿Te duelen? ¿Mm? Puedo ir a por algo para tratarlas. ¿Tienes dinero para pagar un médico?
Podía pagar un ungüento, pero un médico se excedía de su presupuesto, sobretodo siendo aquella niña una desconocida; alada, pero una desconocida. Se acuclilló junto a ella e intentó cogerla del mentón para verle la cara; y para que ella le viera a él y supiera con quién hablaba.
- Te he recogido de la playa - le informó -. No sé de dónde vienes, pero estás en Thialir.
Estaba repasando las palabras rituales cuando escuchó un leve gemido. Casi se había olvidado de la pequeña alada hasta entonces, demasiado metido en la invocación, pero los leves sonidos de movimiento captaron su atención. La niña se retiraba del fuego como asustada, abrazándose.
- ¿He recogido a una llorica? - dejó escapar insensiblemente Kirill.
Se acercó a ella. Vio sus quemaduras y consideró superficialmente que debería haber hecho algo al respecto de aquello.
- ¿Te duelen? ¿Mm? Puedo ir a por algo para tratarlas. ¿Tienes dinero para pagar un médico?
Podía pagar un ungüento, pero un médico se excedía de su presupuesto, sobretodo siendo aquella niña una desconocida; alada, pero una desconocida. Se acuclilló junto a ella e intentó cogerla del mentón para verle la cara; y para que ella le viera a él y supiera con quién hablaba.
- Te he recogido de la playa - le informó -. No sé de dónde vienes, pero estás en Thialir.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Pies en tierra
No fue hasta cuando sentí la voz cuando entré en la realidad. Era alguien alto, como papá, con facciones musculares propias de un hombre. Rondaba los 20 años, pero debido a que me dolían los brazos, no podía determinar su edad real sintiendo sus huesos. Era un humano, por los latidos de su corazón...
Significaba que estaba viva, y había llegado a un lugar después del naufragio. La sensación entonces era la madera, lo cuadrado era una habitación, el fuego una chimenea y lo que me cubría era una manta. Alguien me había recogido antes entonces, ¿habría sido la persona que me estaba hablando?
Debido a estos pensamientos, apenas pude escuchar lo que decía, pero pude distinguirlo. Era un lenguaje que usaban en aquel lugar también, aunque nunca logré acostumbrarme completamente a él. Siempre tenía problema con algunas palabras rebuscadas, como "Yuxtaposición", que podía decirla bien en mi idioma natal, pero nunca en "común".
Pero... yo no soy una llorica, simplemente duele mucho ;__;
Eso me habría gustado decirle, pero por su tono de voz, y por su voz, no parecía alguien asequible a entender. Aunque fue raro, por que aún cuando lo parecía, se ofreció a atender mis quemaduras en los brazos, aunque no precisamente con un doctor. Quizás no habían en el sector, o quizás estaban ocupados. O también existía la posibilidad de que cobraran mucho, y quizás no tenía el dinero.
Negué con la cabeza cuando me preguntó por lo del doctor. Jamás tuve mucho dinero cuando estaba allá. Me hice amiga de una doctora que, cuando estaba herida, me sanaba sin cobrarme. Solo me decía que debía prometerle tener más cuidado, lo que siempre hacía pero casi nunca podía lograr.
Pero apenas se acuchilló frente a mi y tomó mi mentón, cerré mis ojos de manera instintiva. Para cuando me dí cuenta, intenté abrirlos poco a poco, para evitar que pensara que estaba siendo maleducada, sin mucho éxito.
- Thalir. - repetí, en voz baja. Entonces, el naufragio no me trajo de vuelta - Myrrh viene de otro continente, y naufragó aquí - dije, un poco nerviosa.
Significaba que estaba viva, y había llegado a un lugar después del naufragio. La sensación entonces era la madera, lo cuadrado era una habitación, el fuego una chimenea y lo que me cubría era una manta. Alguien me había recogido antes entonces, ¿habría sido la persona que me estaba hablando?
Debido a estos pensamientos, apenas pude escuchar lo que decía, pero pude distinguirlo. Era un lenguaje que usaban en aquel lugar también, aunque nunca logré acostumbrarme completamente a él. Siempre tenía problema con algunas palabras rebuscadas, como "Yuxtaposición", que podía decirla bien en mi idioma natal, pero nunca en "común".
Pero... yo no soy una llorica, simplemente duele mucho ;__;
Eso me habría gustado decirle, pero por su tono de voz, y por su voz, no parecía alguien asequible a entender. Aunque fue raro, por que aún cuando lo parecía, se ofreció a atender mis quemaduras en los brazos, aunque no precisamente con un doctor. Quizás no habían en el sector, o quizás estaban ocupados. O también existía la posibilidad de que cobraran mucho, y quizás no tenía el dinero.
Negué con la cabeza cuando me preguntó por lo del doctor. Jamás tuve mucho dinero cuando estaba allá. Me hice amiga de una doctora que, cuando estaba herida, me sanaba sin cobrarme. Solo me decía que debía prometerle tener más cuidado, lo que siempre hacía pero casi nunca podía lograr.
Pero apenas se acuchilló frente a mi y tomó mi mentón, cerré mis ojos de manera instintiva. Para cuando me dí cuenta, intenté abrirlos poco a poco, para evitar que pensara que estaba siendo maleducada, sin mucho éxito.
- Thalir. - repetí, en voz baja. Entonces, el naufragio no me trajo de vuelta - Myrrh viene de otro continente, y naufragó aquí - dije, un poco nerviosa.
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Re: Pies en tierra
- ¿Qué pasa? ¿Además me tienes miedo? ¿Mm?
Fue su interpretación inmediata cuando ella cerró los ojos. Le apretó un poco más el mentón para llamar su atención, y movió la mano levemente hacia los lados para mover su cabeza y ver si así reaccionaba y acababa de abrir los ojos. Al cabo decidió soltarla; pero siguió acuclillado mirándola, escuchando lo que decía ella.
- Ajá. ¿Y quién es esa Myrrh? ¿Familiar o algo así?
Kirill no se imaginaba que aquella especie de niña alada hablara en tercera persona, y le pareció más fácil preguntar que ponerse a elucubrar teorías. Pero hecha esta pregunta el mago ahora sí se puso de pie y se apartó un poco.
- Bueno, poco importa. La cosa es que yo tampoco puedo pagarte un médico, pero voy a por un ungüento.
Total, le sobraba un tiempo. Sin esperar mucho, se fue hasta la puerta y salió de la habitación, ni siquiera cerrando con llave tras de si o pidiéndole a ella que no tocara ninguno de los elementos para la invocación que el mago había dejado por allí. Myrrh quedó a solas con un círculo de invocación, un brasero con el fuego casi extinto, y una serie de ingredientes cada uno más extraño que el anterior ordenadamente dispuestos sobre la mesa. La mayoría habían viajado con Kirill desde Ur, mientras que otros, como el agua de mar y un mechón de crin de caballo, los había obtenido en Thialir.
Kirill no se complicó mucho la vida para encontrar un ungüento. Fue hasta un boticario cercano, el primero que encontró, y le compró la pomada que él le recomendó usando para ello poco de lo que le sobraba del dinero de Ajar. Volvió inmediatamente a la taberna, caminando en el ambiente agradablemente tranquilo de Thialir. Era un día soleado pero fresco, en el que los rayos de sol le daban colores al invierno sin quitarle nada de su frialdad penetrante. El cielo, de un azul intenso y brillante allí donde estaba más iluminado, estaba despejado, pero el sol ya se ponía y el frío se intensificaba.
Al ver el sol en lo bajo Kirill recordó que no había comido. Cuando entró en la taberna y le invadió el asfixiante calor del hogar, pidió una sopa que había sobrado de la comida y un bocadillo; tomó la primera y se llevó el segundo consigo a la habitación.
- Ya estoy - anunció al entrar, y fue hacia la niña alada. Mostró el ungüento alzándolo hasta el nivel de sus ojos y se lo pasó -. Aquí tienes la pomada. Y esto para comer - le lanzó suavemente el bocadillo, y se sentó en la cama, desde donde la miró.
Fue su interpretación inmediata cuando ella cerró los ojos. Le apretó un poco más el mentón para llamar su atención, y movió la mano levemente hacia los lados para mover su cabeza y ver si así reaccionaba y acababa de abrir los ojos. Al cabo decidió soltarla; pero siguió acuclillado mirándola, escuchando lo que decía ella.
- Ajá. ¿Y quién es esa Myrrh? ¿Familiar o algo así?
Kirill no se imaginaba que aquella especie de niña alada hablara en tercera persona, y le pareció más fácil preguntar que ponerse a elucubrar teorías. Pero hecha esta pregunta el mago ahora sí se puso de pie y se apartó un poco.
- Bueno, poco importa. La cosa es que yo tampoco puedo pagarte un médico, pero voy a por un ungüento.
Total, le sobraba un tiempo. Sin esperar mucho, se fue hasta la puerta y salió de la habitación, ni siquiera cerrando con llave tras de si o pidiéndole a ella que no tocara ninguno de los elementos para la invocación que el mago había dejado por allí. Myrrh quedó a solas con un círculo de invocación, un brasero con el fuego casi extinto, y una serie de ingredientes cada uno más extraño que el anterior ordenadamente dispuestos sobre la mesa. La mayoría habían viajado con Kirill desde Ur, mientras que otros, como el agua de mar y un mechón de crin de caballo, los había obtenido en Thialir.
Kirill no se complicó mucho la vida para encontrar un ungüento. Fue hasta un boticario cercano, el primero que encontró, y le compró la pomada que él le recomendó usando para ello poco de lo que le sobraba del dinero de Ajar. Volvió inmediatamente a la taberna, caminando en el ambiente agradablemente tranquilo de Thialir. Era un día soleado pero fresco, en el que los rayos de sol le daban colores al invierno sin quitarle nada de su frialdad penetrante. El cielo, de un azul intenso y brillante allí donde estaba más iluminado, estaba despejado, pero el sol ya se ponía y el frío se intensificaba.
Al ver el sol en lo bajo Kirill recordó que no había comido. Cuando entró en la taberna y le invadió el asfixiante calor del hogar, pidió una sopa que había sobrado de la comida y un bocadillo; tomó la primera y se llevó el segundo consigo a la habitación.
- Ya estoy - anunció al entrar, y fue hacia la niña alada. Mostró el ungüento alzándolo hasta el nivel de sus ojos y se lo pasó -. Aquí tienes la pomada. Y esto para comer - le lanzó suavemente el bocadillo, y se sentó en la cama, desde donde la miró.
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Re: Pies en tierra
Uhm, ¿podría ser honesta? Con esas respuestas-preguntas que hace, me da un poco de miedo. Tampoco tiene que ser así conmigo, no le hice nada todavía. Podría hacerselo a futuro, pero son errores que cometo normalmente, y prometo que es sin intención. Por ejemplo, una vez, me cayó una piedra en la cabeza, me mareé y caí encima de una persona, pero no quisieron creer que fue accidente, y...
- ¿Ungüento?
Me dio la sensación de que algo me dijo antes, pero no lo capté bien. ¿Preguntó algo de Myrrh? Esa soy yo. ¿Pero como sabía mi nombre? Que yo supiera, no se lo había mencionado (Offrol: No se da cuenta que habla en tercera persona, y cosas idiomáticas la hacen pensar de que así se habla correctamente). Quizás era una de esas personas... ¿como se les dice? ¿Esas que son adivinas y que van rondando por la vida adivinando las cosas con precisión? Algo recuerdo del otro lado, pero nunca fui a que vieran mi futuro o que leyeran las cartas.
- Entonces, ¿traerá un ungüento para M--? Ehh... ¿señor?
Ya no estaba. Se estaba marchando, y algo alcancé a escuchar de que tenía que esperarlo acá. Me enseñaron a ser obedientes con la gente que te ayuda, así que eso iba a hacer. Me quedé ahí, mientras sentía como mis sentidos volvían a la normalidad. Ya podía sentir el cuarto con sus detalles en totalidad, mientras que la fogata, aunque no podía sentirla como tal, si cómo estaba hecho el lugar para ello.
Decidí sentarme en el borde de la cama, y ahí lo esperé... pensando y asimilando lo que había pasado. Si me habían encontrado, ¿habían encontrado a otras personas? No lo sabía, y aquella persona no parecía tener olores de quienes conocí en el barco, ni de quienes nos perseguían. Al parecer, no habían más supervivientes que hubieran llegado a estas costas. Quizás era la única que había sobrevivido.
La única sobreviviente...
La única,...
Nuevamente, era la única de mi grupo en sobrevivir...
Sentí cómo llegaba el sujeto que me había salvado, y cuando entró, colocó una cosa delante de mi. ¿Aquello era el ungüento? Pensé que era... bueno, distinto, algo como una planta o algo así. Lo tomé con ambas manos, y antes de darme cuenta, algo golpeó mi cara. No tardé en acariciar mi cara, aunque no era gran cosa. Algo dijo que era algo para comer. ¿También se tomó la molestia?
- Se lo agradezco mucho, mi señor...
Entonces, caí en que no sabia su nombre.
- ¿Ungüento?
Me dio la sensación de que algo me dijo antes, pero no lo capté bien. ¿Preguntó algo de Myrrh? Esa soy yo. ¿Pero como sabía mi nombre? Que yo supiera, no se lo había mencionado (Offrol: No se da cuenta que habla en tercera persona, y cosas idiomáticas la hacen pensar de que así se habla correctamente). Quizás era una de esas personas... ¿como se les dice? ¿Esas que son adivinas y que van rondando por la vida adivinando las cosas con precisión? Algo recuerdo del otro lado, pero nunca fui a que vieran mi futuro o que leyeran las cartas.
- Entonces, ¿traerá un ungüento para M--? Ehh... ¿señor?
Ya no estaba. Se estaba marchando, y algo alcancé a escuchar de que tenía que esperarlo acá. Me enseñaron a ser obedientes con la gente que te ayuda, así que eso iba a hacer. Me quedé ahí, mientras sentía como mis sentidos volvían a la normalidad. Ya podía sentir el cuarto con sus detalles en totalidad, mientras que la fogata, aunque no podía sentirla como tal, si cómo estaba hecho el lugar para ello.
Decidí sentarme en el borde de la cama, y ahí lo esperé... pensando y asimilando lo que había pasado. Si me habían encontrado, ¿habían encontrado a otras personas? No lo sabía, y aquella persona no parecía tener olores de quienes conocí en el barco, ni de quienes nos perseguían. Al parecer, no habían más supervivientes que hubieran llegado a estas costas. Quizás era la única que había sobrevivido.
La única sobreviviente...
La única,...
Nuevamente, era la única de mi grupo en sobrevivir...
Sentí cómo llegaba el sujeto que me había salvado, y cuando entró, colocó una cosa delante de mi. ¿Aquello era el ungüento? Pensé que era... bueno, distinto, algo como una planta o algo así. Lo tomé con ambas manos, y antes de darme cuenta, algo golpeó mi cara. No tardé en acariciar mi cara, aunque no era gran cosa. Algo dijo que era algo para comer. ¿También se tomó la molestia?
- Se lo agradezco mucho, mi señor...
Entonces, caí en que no sabia su nombre.
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Re: Pies en tierra
Hizo un pequeño mohín entre incrédulo y exasperado cuando la niña alada fue incapaz de atrapar la comida en el aire y ésta le golpeó en la cara. Parecía que a pesar del rato que había pasado ella seguía igual de apática y de incapaz de reaccionar a nada. De hecho a penas había dicho dos frases desde que la recogió en la playa... Al menos sabía que no era muda y que entendía lo que él decía.
- Kirill Skatha - completó la frase de ella, tomándola como una pregunta por la entonación final -. ¿Y tú eres? ¿De dónde sales, qué hacías en la playa tirada?
Se había sentado al lado de ella, con una pierna flexionada sobre la cama para poder girar el cuerpo hacia la niña y mirarla directamente, y ahora intentaba sacarle algo. Si se había tomado la molestia de sacarla del frío, llevarla con él, distraerse un poco de sus deberes... al menos averiguaría algo sobre ella. Aunque tampoco es que le importara mucho; ni siquiera la presencia de las alas, en última instancia, apremiaba verdaderamente su curiosidad.
- Cómete eso, anda, no lo he traído de decoración.
Mirándola bien, la pequeña parecía algo triste, aunque bien podía ser simple cansancio o el dolor por las quemaduras. Kirill debía admitir en su fuero interno que parecían dolorosas, pero no es algo que le apeteciera exteriorizar, y si ella se quejaba volvería a llamarla llorica. Distraídamente, mientras escuchaba lo que ella tuviera que decir, le hizo un gesto para que ella le devolviera la pomada. Veía difícil que comiera, hablara y lo mantuviera sujeto todo al mismo tiempo, así que por lo mismo podía pasárselo a él.
- Kirill Skatha - completó la frase de ella, tomándola como una pregunta por la entonación final -. ¿Y tú eres? ¿De dónde sales, qué hacías en la playa tirada?
Se había sentado al lado de ella, con una pierna flexionada sobre la cama para poder girar el cuerpo hacia la niña y mirarla directamente, y ahora intentaba sacarle algo. Si se había tomado la molestia de sacarla del frío, llevarla con él, distraerse un poco de sus deberes... al menos averiguaría algo sobre ella. Aunque tampoco es que le importara mucho; ni siquiera la presencia de las alas, en última instancia, apremiaba verdaderamente su curiosidad.
- Cómete eso, anda, no lo he traído de decoración.
Mirándola bien, la pequeña parecía algo triste, aunque bien podía ser simple cansancio o el dolor por las quemaduras. Kirill debía admitir en su fuero interno que parecían dolorosas, pero no es algo que le apeteciera exteriorizar, y si ella se quejaba volvería a llamarla llorica. Distraídamente, mientras escuchaba lo que ella tuviera que decir, le hizo un gesto para que ella le devolviera la pomada. Veía difícil que comiera, hablara y lo mantuviera sujeto todo al mismo tiempo, así que por lo mismo podía pasárselo a él.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Pies en tierra
- Ehh.... si, por supuesto
Asentí cuando mi señor Kirill pidió que comiera. Su tono de voz parecía a veces molesto, o algo así. Probablemente estaba haciendo otras cosas cuando me encontró en la playa, y quizás tuvo que dejarlas de lado. Por ejemplo, quizás estaba pescando algo, y a las primeras que pica el anzuelo, debe dejar la caña porque me encontró tirada en la playa... o quizás me encontró a mi cuando jaló del anzuelo, en vez de un pez.
Comí un poco del bocadillo que me entregó. Sabía bien, y de manera automática, mi estómago comenzó a gruñir por más de esa comida. Había perdido la noción del tiempo mientras navegaba, quizás había pasado dos o tres días, incluso una semana... ¿aunque se puede sobrevivir tanto sin comer? El agua salada tampoco era muy deliciosa, así que no bebía en excesos cuando estaba en altamar.
- Ah, perdoneme usted, no me presenté como corresponde - se encontraba cerca de mi, por lo que intenté ser cuidadosa. Cuando las personas me miran directo a los ojos, debo ponerlos en... si, mirandolos directamente - Mi nombre es Myrrhagna Ashtrana Lathiece, soy una Manakete
No pude evitar mover un poco mis alas cuando dije eso. Cada una medía bastante cuando las estiraba, así que estaba acostumbrada a replegarlas para ocupar el mínimo de espacio posible. Era problemático cuando le pegaba a la gente sin darme cuenta, o cuando botaba los muebles y jarrones por que me distraía ^^U
- Navegaba en un barco... pero nos atacaron, y... No recuerdo mucho, pero nos atacaron con magia, mataron a mucha gente...
Bajé un poco la cabeza cuando recordé parte de las cosas que sentía... mucha gente que era atravesada por metales, mutilada, quemada... sus gritos de dolor y desesperación eran frescos en mi mente.
En un punto, hizo un gesto, que alcancé a sentir. Le pasé el ungüento, pensando en que eso quería, ya que no creo que quería el bocadillo si me dijo que me lo comiera, y continué.
- Myrrh recibió una bola de fuego que la lanzó al agua, y como pudo, se afirmó a una tabla... del resto, desconoce lo que pasó
Asentí cuando mi señor Kirill pidió que comiera. Su tono de voz parecía a veces molesto, o algo así. Probablemente estaba haciendo otras cosas cuando me encontró en la playa, y quizás tuvo que dejarlas de lado. Por ejemplo, quizás estaba pescando algo, y a las primeras que pica el anzuelo, debe dejar la caña porque me encontró tirada en la playa... o quizás me encontró a mi cuando jaló del anzuelo, en vez de un pez.
Comí un poco del bocadillo que me entregó. Sabía bien, y de manera automática, mi estómago comenzó a gruñir por más de esa comida. Había perdido la noción del tiempo mientras navegaba, quizás había pasado dos o tres días, incluso una semana... ¿aunque se puede sobrevivir tanto sin comer? El agua salada tampoco era muy deliciosa, así que no bebía en excesos cuando estaba en altamar.
- Ah, perdoneme usted, no me presenté como corresponde - se encontraba cerca de mi, por lo que intenté ser cuidadosa. Cuando las personas me miran directo a los ojos, debo ponerlos en... si, mirandolos directamente - Mi nombre es Myrrhagna Ashtrana Lathiece, soy una Manakete
No pude evitar mover un poco mis alas cuando dije eso. Cada una medía bastante cuando las estiraba, así que estaba acostumbrada a replegarlas para ocupar el mínimo de espacio posible. Era problemático cuando le pegaba a la gente sin darme cuenta, o cuando botaba los muebles y jarrones por que me distraía ^^U
- Navegaba en un barco... pero nos atacaron, y... No recuerdo mucho, pero nos atacaron con magia, mataron a mucha gente...
Bajé un poco la cabeza cuando recordé parte de las cosas que sentía... mucha gente que era atravesada por metales, mutilada, quemada... sus gritos de dolor y desesperación eran frescos en mi mente.
En un punto, hizo un gesto, que alcancé a sentir. Le pasé el ungüento, pensando en que eso quería, ya que no creo que quería el bocadillo si me dijo que me lo comiera, y continué.
- Myrrh recibió una bola de fuego que la lanzó al agua, y como pudo, se afirmó a una tabla... del resto, desconoce lo que pasó
Myrrh- Cantidad de envíos : 20
Re: Pies en tierra
Sobra decir que Kirill se había perdido a la segunda sílaba del nombre de Myrrh.
- ¿Myrragnhashqué? - respondió en un batiburrillo extraño e incomprensible, mirando de reojo las alas de la manakete cuando estas se estiraron; una mirada distraída y en nada asombrada por la extraña naturaleza de la niña.
Lo entendió mejor cuando ella volvió a hablar en tercera persona. Con dificultad, la idea de que se refería a si misma con su nombre se hizo paso en su mente como una serpiente reptando entre la niebla. Ahora sí la miró más extrañado, no sabiendo muy bien si tomárselo a risa o darla por tonta. El segundo de silencio se extendió mientras Kirill entrecerraba los ojos y comenzaba a preguntarse si no estaría más bien dándole por tonto a él.
- Vale, un barco... Tiene sentido - concedió a pesar de todo -... Así que no venías de la misma Thialir, con lo que enviarte de vuelta adondesea...
Dejó la frase en el aire, sin acabar, por una distracción. Una breve mirada lanzada casualmente le indicó que el fuego en el brasero ya apenas ardía, con lo que Kirill pensó, recordándolo de golpe, que quizás podría realizar la invocación aquella misma noche y salir en el primer barco de la mañana. Aquello le hizo pensar; volvió a mirar a Myrrh de arriba abajo y determinó que era poco probable que ella fuera hacia Ur... pero muchos barcos hacían escalas en otras islas.
- ¿Hacia dónde ibas cuando estabas en el barco? Sabes que eres rara, ¿verdad? Espero que tengas un plan de acción.
- ¿Myrragnhashqué? - respondió en un batiburrillo extraño e incomprensible, mirando de reojo las alas de la manakete cuando estas se estiraron; una mirada distraída y en nada asombrada por la extraña naturaleza de la niña.
Lo entendió mejor cuando ella volvió a hablar en tercera persona. Con dificultad, la idea de que se refería a si misma con su nombre se hizo paso en su mente como una serpiente reptando entre la niebla. Ahora sí la miró más extrañado, no sabiendo muy bien si tomárselo a risa o darla por tonta. El segundo de silencio se extendió mientras Kirill entrecerraba los ojos y comenzaba a preguntarse si no estaría más bien dándole por tonto a él.
- Vale, un barco... Tiene sentido - concedió a pesar de todo -... Así que no venías de la misma Thialir, con lo que enviarte de vuelta adondesea...
Dejó la frase en el aire, sin acabar, por una distracción. Una breve mirada lanzada casualmente le indicó que el fuego en el brasero ya apenas ardía, con lo que Kirill pensó, recordándolo de golpe, que quizás podría realizar la invocación aquella misma noche y salir en el primer barco de la mañana. Aquello le hizo pensar; volvió a mirar a Myrrh de arriba abajo y determinó que era poco probable que ella fuera hacia Ur... pero muchos barcos hacían escalas en otras islas.
- ¿Hacia dónde ibas cuando estabas en el barco? Sabes que eres rara, ¿verdad? Espero que tengas un plan de acción.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
Re: Pies en tierra
Cuando lo escuché apelotonar palabras al principio, pensé que quizás había hablado muy rápido, y por eso no entendió. Generalmente, los nombres humanos no tienen una complicación extra, pero mi nombre era muy largo, incluso para estándares Manaketes. Además de eso, es parte de nuestra herencia decir nuestros dos apellidos, como forma de demostrar aprecio por nuestros padres. Eran pocos humanos que hacían lo mismo, así que comprendí su confusión.
¿Quizás pensaba que Ashtrana Lathiece se decía todo junto, hilando ideas?
- No, Myrrh no viene de ese lugar, mi señor Kirill - le añadí cuando dijo lo de Thialir
No deseé interrumpir sus pensamientos. La primera impresión que me dio de mi señor Kirill era que era alguien muy serio, y poco paciente. No quería molestarlo, impacientandolo o tomando todo en bromas, aunque mamá decía que tenía dificultad para entenderlas o para hacerlas. Le daba un poco de razón, pero yo creo que podía hacer buenas bromas cuando podía. Es que a veces no se me ocurrían de inmediato, o pensaba demasiado en ellas cuando quería hacer una, pero...
- ¿Eh? - me dí cuenta que me habló, interrumpiendo mis pensamientos sobre bromas. No pude evitar rascarme la cabeza cuando dijo que me encontraba rara - Bueno... no iba a ningún lugar en particular. Escapabamos con las personas que ibamos en el barco, de...
Me pregunté si era buena idea contarselo, o si realmente quería saberlo. Tampoco quería contarle una historia que no quería saber o entrometerse. Después de todo, no era su obligación, así como tampoco traerme a su habitación. No quería que se sintiera obligado a más cosas.
¿Quizás pensaba que Ashtrana Lathiece se decía todo junto, hilando ideas?
- No, Myrrh no viene de ese lugar, mi señor Kirill - le añadí cuando dijo lo de Thialir
No deseé interrumpir sus pensamientos. La primera impresión que me dio de mi señor Kirill era que era alguien muy serio, y poco paciente. No quería molestarlo, impacientandolo o tomando todo en bromas, aunque mamá decía que tenía dificultad para entenderlas o para hacerlas. Le daba un poco de razón, pero yo creo que podía hacer buenas bromas cuando podía. Es que a veces no se me ocurrían de inmediato, o pensaba demasiado en ellas cuando quería hacer una, pero...
- ¿Eh? - me dí cuenta que me habló, interrumpiendo mis pensamientos sobre bromas. No pude evitar rascarme la cabeza cuando dijo que me encontraba rara - Bueno... no iba a ningún lugar en particular. Escapabamos con las personas que ibamos en el barco, de...
Me pregunté si era buena idea contarselo, o si realmente quería saberlo. Tampoco quería contarle una historia que no quería saber o entrometerse. Después de todo, no era su obligación, así como tampoco traerme a su habitación. No quería que se sintiera obligado a más cosas.
Myrrh- Cantidad de envíos : 20
Re: Pies en tierra
- ¿De...? - animó inmediatamente Kirill, azuzado por la duda de Myrrh.
Qué demonios, en realidad no le importaba en lo más mínimo. Lo que no le gustaba era que dejara la frase tan a mitad, como dudando si podía decirlo o no. ¡Claro que puedes decirlo! ¡Dilo! Kirill ya se encargaría de despreciar la información más adelante y de hacerle notar a Myrrh que, como él no sabía de quién hablaba ella, claro que no le interesaba. Pero mientras tanto debía insistir: ¿Escapábamos de...?
Kirill seguía con su oscura mirada fija, muy fija en la pobre y pequeña Myrrh. No era amenazadora, pero estaba tan atento a ella que podía ser desconcertante e incluso inquietante. Y entonces, de golpe y sin ningún motivo, se puso en pie y se fue hasta el brasero, dando probablemente la sensación de que ni Myrrh ni lo que ella tuviera que decir le interesaban ya. Le dio una patadita y con el golpe saltaron unas pocas chispas, produciendo un leve crepitar.
- A ver, cuenta.
Qué demonios, en realidad no le importaba en lo más mínimo. Lo que no le gustaba era que dejara la frase tan a mitad, como dudando si podía decirlo o no. ¡Claro que puedes decirlo! ¡Dilo! Kirill ya se encargaría de despreciar la información más adelante y de hacerle notar a Myrrh que, como él no sabía de quién hablaba ella, claro que no le interesaba. Pero mientras tanto debía insistir: ¿Escapábamos de...?
Kirill seguía con su oscura mirada fija, muy fija en la pobre y pequeña Myrrh. No era amenazadora, pero estaba tan atento a ella que podía ser desconcertante e incluso inquietante. Y entonces, de golpe y sin ningún motivo, se puso en pie y se fue hasta el brasero, dando probablemente la sensación de que ni Myrrh ni lo que ella tuviera que decir le interesaban ya. Le dio una patadita y con el golpe saltaron unas pocas chispas, produciendo un leve crepitar.
- A ver, cuenta.
Kirill- Cantidad de envíos : 779
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