Una visita, un regalo

La elfa esbozó una ténue sonrisa.

Se encogió de hombros. En realidad, no estaba muy segura de lo que iba a sugerirle. La experta en magia era Ethel. Ella... bueno, con sus conocimientos, creía que era posible. Pero no estaba al tanto de los pormenores.

Escuchó el ulular de un búho. Se preguntó en qué parte del bosquecillo estarían. Quizás debería reservar lo que iba a decir para cuando hubiesen llegado a término, pero ahora le costaba dejar a Ethel con la intriga. O no. Siempre había pensado que Ethel era muy divertida cuando tenía curiosidad. Se mordió el labio inferior, con expresión traviesa.

- Bueno - susurró. - Pienso muchas cosas, ¿Sabes?

Cuando Ethel se volvió para mirarla, Yshara avanzó el siguiente paso con rapidez, y le lanzó casi por sorpresa un beso en los labios. Le gustaban sus labios; la elfa era una mujer... un tanto solitaria. Cuando se separaron, la risa traicionó a la asesina. En aquellos momentos, riendo mientras avanzaba, una con el bosque, casi parecía una niña elfa disfrutando de un paseo.

- ¿Qué te impide atravesar la barrera? - preguntó de sopetón, tras besar a Ethel en la frente y volver a caminar tras ella. - ¿El cuerpo o la mente?

Se dio cuenta de que había formulado mal la pregunta, así que se desdijo con una sonrisa.

- Quiero decir - se corrigió. - ¿Qué parte de tí prohíbe el hechizo que entre?

El beso que le dio la sorprendió un poco, pues no se lo esperaba, sin embargo la forma en que respondió a él distaba un poco de esa sorpresa inicial. Respondió con esa ligera ansia de quien ha estado esprando el momento, pero no esta del todo seguro de como adelatarlo.

Suspiró, con alivio, cuando sus labios se separaron, pero mantuvo las manos en su cintura por un momento más.

- En este momento - dijo a su primera pregunta, mirándola con sensual picardía, una ligera acusación de ser ella quien le impedía cruzarla. Al separarse del todo y volver a caminar, dirigió los ojos por un intante a ver a Canción, por si cabía la remota posiblidad de alguin cambio en ella, aunque sin la expectativa de encontrarlo.

- Supongo que solo prohibe que cruce mi cuerpo. Incialmente creí que el hechizo lo abarcaba todo, pero cada vez que intento un ritual para llegar hasta el continente con ataques mentales o espirituales, los hago menos complejos y me requieren un menor esfuerzo, por lo que creo que se restringe a mi presencia física en el lugar. La reina debió pensar que solo con mi presencia podía hacer el daño que ella quería evitar y, bueeeno, razón no le faltó, como viste en los espejos a mi magia le cuesta atravesar la barrera para hacer clarividencia de una forma mas nítida - había entendido su pregunta, pero al especificarla aun más su amiga, guardó un momento silencio, haciendo un recuento mental de lo que podía pasar de ella.

- No estoy segura. Los intentos por cruzar la barrera fueron lo suficientemente dolorosos al cochar contra ella a nivel físico que no quise intentar hacer un cruce solo espiritual - al final, sin importar el poder, todos funcionan como las ratas skinerianas - pero al menos mi poder es capaz de cruzar y las ideas y visiones que he querido trasnmitir, con él -

El suelo se hacía cada vez mas fangoso y las sanladias de la bruja chapoteaban al caminar.

- Oh, mira, no tuve oportunidad de asustarte - se lamentó con sarcasmo y una sonrisa que desmentía su frustración. A varios metros de ellas, en diagonal del camino que llevaba, entre las ramas, se alcanzaba a divisar una edificiación, que aun no era del todo clara.