Delin

por **Delin** 27/08/09, 07:03 pm

- Nombre: Delin

- Raza: Humano.

- Edad: Unos 25

- Profesión: Anteriormente mercenario sin escrúpulos, soldado y espía, actualmente no ha decidido qué hacer con sus habilidades.

- Descripción física: Alto y de constitución fuerte y musculosa. Tiene el pelo moreno con algunos mechones blancos, que suele llevar bastante corto. Sus ojos son castaños y no dejan traslucir ninguna emoción, excepto cuando se encuentra delante de Muireall. Sus rasgos son, en general, bastante atractivos, pero siempre serios y duros. A lo largo de su cuerpo, que siempre lleva tapado con ropas oscuras, ajustadas y cómodas, hay varias cicatrices de su niñez.

Spoiler:

- Descripción psicológica: Aparentemente es frío, calculador y despiadado; una persona sin ningún sentimiento, sin compasión: una máquina de matar. Pero realmente son solo apariencias creadas hace mucho tiempo como método de defensa, apariencias para sobrevivir en la escuela, para poder salir de ella; un modo de vida que te imponían en aquel lugar. Realmente, y en la actualidad, es una persona parca en palabras, que no gusta de dar explicaciones y muy seria, que prefiere proteger al inocente antes que matar a sangre fría, aunque no dudará en hacerlo si es necesario para salvar a un inocente. En su interior y solo para aquellos que le conocen bien trata de ser amable, pero eso es algo que solo una persona ha conseguido sacar a relucir. Los crímenes cometidos durante su vida pasada, antes de darse cuenta que las enseñanzas de su escuela no eran las correctas, le atormentan, las voces de sus víctimas le reclaman en su interior, a veces llevándolo al borde de la locura. Pero acepta ese tormento considerándolo un castigo, una forma de redención. Junto a ese castigo, considera que la única forma de redimirse es ayudar a la gente en apuros.

- Armas y habilidades:
- Siempre lleva una espada colgada a la espalda y sabe manejarla con maestría. Se defiende con otras armas, pero no llegará nunca al nivel del manejo con la espada, en especial con la suya propia, ya que controla a la perfección el peso, el filo, la forma de realizar movimientos con ella valiéndose de sus características.
- Es un brujo, es más ágil y rápido que un humano corriente, debido a varias mutaciones que provocó en su cuerpo para ser mejor en su trabajo de mercenario y asesino. Consiguió estas mutaciones por medio de experimentos con elixires, y no son reversibles. Por lo tanto, tiene los sentidos más agudizados que un humano corriente, y es ligeramente más rápido y fuerte.
- Puede lanzar algunos hechizos para defensa y ataque (escudos, una bola de fuego pequeña, un corriente de aire que empuje, la capacidad de caer de grandes alturas…), pero nunca curativos, aunque pude hacer aparecer algunos objetos inanimados como una cuerda o una cadena, nada extraño ni nada mas allá. Para poder usar su magia necesita hacer complicados movimientos con las manos y los dedos, por lo tanto, si estas están inmovilizadas no pude lanzar ningún conjuro. Los movimientos serán más complicados cuanto más poderoso o extraño sea el hechizo.
- Siempre lleva encima elixires que le dan mayores capacidades como una velocidad aun mayor, una visión nocturna… pero para realizarlos necesita mucho tiempo e ingredientes raros y peculiares, por lo que no suele usarlos a menos que le sea realmente imprescindible.

- Historia:
La lluvia caía a raudales sobre la tierra ya demasiado húmeda. Llevaba horas lloviendo y parecía que no iba a parar nunca. La noche se volvía más oscura con aquella lluvia espesa y las nubes cubriendo todo el cielo, haciendo más difícil cualquier trayecto entre las casas del pequeño pueblo.

Parecía que el destino había conspirado para que la misma noche oscura y tormentosa se repitiera exactamente un año después: el año de su primer cumpleaños.

Los recuerdos de aquella noche se grabaron en su memoria pese a su corta edad. Jamás olvidaría las gotas de fría lluvia cayendo sobre su cuerpo y como unas manos grandes y, si aquello era posible, aún más frías que la noche, le recogían del suelo. Llevaba horas allí parado, casi sin moverse, mirando el horizonte, incluso después de que la noche hubiera caído, después de que la lluvia comenzara a caer; no se había movido. Era su cumpleaños y sus padres habían prometido llevarle a los festejos que se celebraban en la aldea cercana.

Nunca llegaran. Unas manos frías fueron las que le recogieron del suelo muchas horas después de que la noche y la lluvia hubieran comenzado.

Paso varios años en casa de aquel brujo, días que se difuminarían en su memoria. Le contó que hubo un incidente. La caravana del circo que se dirigía a la aldea de al lado, había sido asaltada por una banda de rufianes y ladrones. Durante el incidente, una de las jaulas se había abierto y un enorme oso pardo había atacado y matado a sus padres, junto a otras personas.

Lo que nunca supo el pequeño Delin es que no fue un accidente, los brujos necesitaban sangre fresca que reclutar y, dada la fama que tenían, no era fácil conseguir niños jóvenes y sanos. Siempre provocaban un “accidente” donde varios niños quedaban huérfanos y, antes de que nadie se diera cuenta, estos también desaparecían. Nunca volvían al mismo pueblo, nunca repetían el accidente, y solo aquellos brujos de las altas esferas sabían de estas conjuras.

Durante cuatro años vivió en una solitaria casa, en mitad de un peligroso y laberíntico bosque, junto a un brujo que no tenía ni sentimientos, ni piedad. No fue una mala vida (sobre todo comparado con lo que vendría después), lo único que recibía era indiferencia y comida, asique tuvo que aprender a valerse por sí mismo. Tampoco le parecía extraño, no había tenido muchos recuerdos de la ternura y cariño, de abrazos y besos, de juegos y risas, de sus padres…

La escuela era un edificio oculto entre unas montañas perdidas, austero y funcional. Ningún color destacaba por encima del gris. Ningún adorno u ornamento que pudiera producir algún sentimiento, ningún mueble destinado a la comodidad.

- Ahora vivirás aquí, aprenderás lo necesario.

Acostumbrado a la parquedad de palabras del brujo, Delin tan solo asintió y caminó hacia la entrada. La puerta se abrió en el mismo instante que daba el último paso, sin darle tiempo a llamar. Le recibió un hombre con el rostro lleno de cicatrices, y los ojos azules más fríos que había visto en su corta vida. Ni un solo sonido rompió el silencio mientras era conducido a una sala donde se quedó solo y, gracias a un extraño conjuro, desnudo. Una voz que parecía salir de todos los rincones y a la vez de ninguno recitó una serie de normas y directrices, con una entonación totalmente neutra.

- Serás entrenado para convertirte en un brujo. No se permite llevar ninguna otra ropa que no sea el uniforme que te van a entregar – nuevamente y ante la sorpresa del pequeño un pequeño hatillo de ropa apareció ante sus pies – No se permite reír, ni hablar sin permiso. Se deben seguir las órdenes dictadas al pie de la letra. Debes conseguir tú solo el alimento. No se permite un uniforme arrugado o sucio. No se permite el fracaso…

La lista continuaba llena de prohibiciones y a cada nueva palabra, un pequeño nudo se iba agrandando en la garganta del niño. Su quinto cumpleaños tampoco iba a ser el primero de una serie que sería mejor olvidar.

Finalmente y tras horas en aquella sala, escuchando desnudo una voz desconocida, fue conducido por infinidad de pasillos hasta una habitación pequeña, cuyo único contenido era una cama, sin tan siquiera una almohada, una manta caliente pero rugosa, una mesa y una silla. Ni siquiera había un armario o un cajón: no estaba permitido tener ninguna pertenencia, recordó.

- Tienes 15 minutos para vestirte y bajar al patio.

La puerta se cerró antes de que el muchacho tuviera tiempo de preguntar cómo se llegaba, donde estaba o como debía conseguir un mapa. Era casi imposible no recibir un castigo el primer día de tu llegada, y estos se sucedían día tras día hasta que aprendías como llegar, como ocultarte, como escapar, como… sobrevivir.

Jamás olvidaría su primer castigo, todos y cada uno de aquellos latigazos en su pequeño cuerpo. “No debes llorar”, sabía que no estaba permitido, y aprendió pronto que romper las normas salía caro. Una sola lágrima escapó de sus ojos y le valió otra serie de latigazos. No había descanso, ni tiempo de recuperación, solo sobrevivían los fuertes, los más fuertes.

Durante años, los castigos se sucedían a diario, puede que fuera un retraso, puede que fuera una pequeña mancha en el gris traje, puede que fuera una pequeña sonrisa, una mirada desviada a un compañero, un fracaso en las tareas impuestas… daba igual, romper la ley de aquel lugar era una pesadilla.

A veces le obligaban a permanecer de pie sin tan siquiera pestañear durante más horas de las que un ser humano podía resistir, a veces era una visita al laboratorio de los brujos “experimentados”, donde eras el conejillo de indias de un nuevo elixir que se les había ocurrido probar, a veces eran golpes, hierros al rojo, encierros en salas en las que apenas cabías, semanas sin probar bocado… tenían una gran variedad y una imaginación cruel y sangrienta para aquellos castigos.

La vida diaria ya era dura sin necesidad de castigos. Los levantaban antes del amanecer y tenias que llegar impecables, a la zona asignada, recorriendo un laberinto de pasillos y habitaciones en los que tenías que aprender a orientarte. Los tenían horas corriendo sin descanso por estrechos acantilados, pendientes rocosas, llanuras interminables o desierto agotadores. El rato que te daban para comer, era la supervivencia del más fuerte, o del más rápido, siempre había alumnos que se quedaban sin probar bocado. Los entrenamientos de fuerza y armas eran brutales y, muchas veces, a vida o muerte, los maestros no se detenían si no lo hacías perfecto. Había días donde la enseñanza consistía en la brujería en si misma, igualmente, no colocar las manos en la posición correcta, fallar los hechizos era un castigo; y las manos pequeñas de un niño eran incapaces de adoptar aquellas formas retorcidas. Había clases de resistencia a los elementos, de natación... te enseñaban todo para ser una máquina hueca de sentimientos y escrúpulos, que no tenía miedo de nada ni de nadie. Lo peor era la extraña máquina que habían creado los brujos, prueba final de cada curso, era la que más muertes causaba entre los alumnos. Algo que era mejor no volver a recordar.

Cada día que pasaba veías como desaparecían los compañeros: la norma, no preguntar, si no te dejaban sentir, tampoco te debía de importar quien faltaba o moría. Y los peores casitgos venía con cualquier muestra de sentimientos. Y llegabas a pensar que realmente era así como debía ser, que los sentimientos eran malos, que eran un pecado, un peligro, una mala influencia.

Delin tuvo suerte, suerte de que los experimentos no acabaran con él, suerte de aprender a parecer una máscara, suerte de que las palizas no le dejaran tan agotado como para no poder moverse y recibir una nueva paliza, suerte de sobrevivir.

Cuando llegó su 20 cumpleaños, por fin dejó aquel infierno, pero solo para sumirse en el suyo propio. Los sentimientos de aquel joven brujo no se habían apagado completamente, y eso le hacía sentir inferior, inútil, defectuoso.

Pasaron varios años en que su vida consistía en un encargo tras otro. Una muerte tras otra, un éxito tras otro, pero seguía sintiendo que era un fracaso. Asique cuando se le presentó la propuesta de ser un soldado de un tirano, aceptó sin miramientos, cometiendo aún más barbaridades que en los años anteriores. Buscaba, con aquel nuevo trabajo, erradicar todo sentimiento, toda emoción.

Así llegó al reino de las Cascadas y se puso bajo el mando del tirano Zergould. En poco tiempo sus habilidades y crímenes en favor del soberano, le valieron el ascenso hasta llegar a capitán. Participó incluso en la famosa batalla de Elithird donde, sin saber exactamente como, cometió su primer error en un trabajo. Mató a un superior, dejando escapar a una de sus víctimas, una víctima importante. Llevaba meses pensado que había conseguido erradicar su defecto, sin embargo, poco a poco, escuchando comentarios de las víctimas, estos volvieron a aparecer. En un tarea rutinaria de arresto, conoció a un grupo de gente que planeaba formar un grupo de resistencia para pelear contra el soberano. Aquellas horas primero peleando con ellos, y después conversando, le hicieron cambiar para siempre.

Se unió a la resistencia convirtiéndose en espía de estos y poco a poco trató de redimir sus crímenes ayudando al inocente, quería redimirse o morir en el intento. Pero su infierno interior no se había terminado, las voces de sus víctimas se alzaban dentro de su cabeza una y otra vez, haciéndole sentir que no merecía nada más que aquello. Aceptó su castigo, así como había aceptado tantas cosas en su vida.

Dejó que los sentimientos fluyeran dentro, considerando que no debían ser una debilidad, si no una virtud, pero incapaz de comprenderlos, incapaz de demostrarlos, seguía pareciendo el mismo por fuera, con una continua lucha interior.

Varios meses después de aquello conoció a una selkie embarazada, que tomó bajo su protección. Aquella muchacha le hacía sentir confuso y perdido. En ocasiones enfadado, por la capacidad de esta de leer sus emociones, sin embargo, era incapaz de permanecer mucho tiempo enfadado con ella. Se sentía extrañamente tranquilo, pero eso le hacía crecer los remordimientos pensando que no se lo merecían.

Mientras trataba de ayudar a ella y un extraño cachorro alado, fue descubierto por otros soldados y delatado ante el soberano, por lo que tuvo que huir del reino, llevándose con el a la selkie, cuya vida también estaba en peligro por estar con él.

por Anaïs 27/08/09, 07:14 pm

no había leído la historia y me encantaaaaaa!! Delin se me hace muy tierno y espero que pronto te veo interpretar por aquí y que nos crucemos ^^
Me encantan las imágenes que escoges en definitiva *-*

por **Delin** 28/08/09, 03:08 am

Muchas gracias!! La verdad es que en esencia es lo mismo que la ficha de cascadas, pero como era demasiado resumida la historia no me gustaba, además de que he detallado algunas cosilla un poco mas.

Me alegro que te guste Very Happy