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Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
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Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
El sol comenzaba a ocultarse entre los bellos edificios de Trinacria cuando la figura embozada en la capa oscura comenzó a moverse por calles y callejones con soltura. A su alrededor la ciudad seguía con vida, estando como estaba en la zona de los mercaderes de la “ciudad alta” como ella se empeñaba en llamarla, las calles y callejones por donde pasaba estaban limpios y las personas con las que se cruzaba bien vestidos. Ella sabía que en cuanto saliera de aquel lugar y se adentrara entre los callejones de los distintos distritos iba a ser todo lo contrario. Una mueca ligera apareció en sus labios mientras esquivaba a un grupo de damas que se dirigían, sin lugar a dudas, a sus respectivas casas.
La capucha cayó por su pelo y una mano, blanca y pálida, se movió para volver a alzarla, mientras que la otra se aseguraba que el pequeño saco de cuero que colgaba de su cinturón estaba allí. Conocía demasiado bien lo que podían hacer unas manos ágiles y rápidas. Iba a por algo de cenar antes de volver a su hogar. La razón era bien sencilla: no le apetecía cocinar. Le ponía de mal humor acostumbrada como estaba a poder coger frutas y alimentarse de ellas si lo necesitaba, sin más artificios, pero aquel lugar era distinto y debía adaptarse a él.
Pronto dejó atrás los bellos edificios y las murallas, bajando por las callejas y adentrándose en callejones oscuros y sucios, donde los menos favorecidos buscaban la forma de conseguir sobrevivir, llevándose a cualquiera por delante si era necesario. Se estremeció por un segundo y agradeció el al menos poder adecuarse a aquel lugar en la forma de vestir. En su casa se habían quedado los bellos vestidos y los cuidados tejidos, vestía con unos simples pantalones negros y camisa blanca, botas y un chaleco de cuerdo que al menos haría más difícil que la atravesaran con una daga llegado el momento. No era inmortal, bueno, tampoco lo sabía porque no había probado en su propio cuerpo lo que podría hacer tres cuartos de acero.
Se detuvo un instante, como buscando el mejor recorrido hasta su destino – una taberna no muy lejana de la Plataforma donde solía ir a comer o cenar algo ligeramente comestible – y sus ojos verdes brillaron por un instante. El sol ya se había ocultado prácticamente, comenzando a poblar todo a su alrededor de sombras y un nuevo escalofrío se deslizó por su espalda mientras comenzaba a caminar atravesando uno de los numerosos callejones de la zona, evitando mirar a las personas con las que se cruzaba. Pronto había descubierto que hacer contacto visual no era lo mejor en la mayor parte de los casos.
Fue entonces cuando notó un empujón que la movió contra una de las paredes mientras una figura salía corriendo y escuchó gritos desde atrás que indicaban que quien fuera tenía serios problemas. Se pegó contra la pegajosa pared mientras automáticamente movió su mano hacia el saco de cuero que aún estaba en su sitio buscando pasar desapercibida.
La capucha cayó por su pelo y una mano, blanca y pálida, se movió para volver a alzarla, mientras que la otra se aseguraba que el pequeño saco de cuero que colgaba de su cinturón estaba allí. Conocía demasiado bien lo que podían hacer unas manos ágiles y rápidas. Iba a por algo de cenar antes de volver a su hogar. La razón era bien sencilla: no le apetecía cocinar. Le ponía de mal humor acostumbrada como estaba a poder coger frutas y alimentarse de ellas si lo necesitaba, sin más artificios, pero aquel lugar era distinto y debía adaptarse a él.
Pronto dejó atrás los bellos edificios y las murallas, bajando por las callejas y adentrándose en callejones oscuros y sucios, donde los menos favorecidos buscaban la forma de conseguir sobrevivir, llevándose a cualquiera por delante si era necesario. Se estremeció por un segundo y agradeció el al menos poder adecuarse a aquel lugar en la forma de vestir. En su casa se habían quedado los bellos vestidos y los cuidados tejidos, vestía con unos simples pantalones negros y camisa blanca, botas y un chaleco de cuerdo que al menos haría más difícil que la atravesaran con una daga llegado el momento. No era inmortal, bueno, tampoco lo sabía porque no había probado en su propio cuerpo lo que podría hacer tres cuartos de acero.
Se detuvo un instante, como buscando el mejor recorrido hasta su destino – una taberna no muy lejana de la Plataforma donde solía ir a comer o cenar algo ligeramente comestible – y sus ojos verdes brillaron por un instante. El sol ya se había ocultado prácticamente, comenzando a poblar todo a su alrededor de sombras y un nuevo escalofrío se deslizó por su espalda mientras comenzaba a caminar atravesando uno de los numerosos callejones de la zona, evitando mirar a las personas con las que se cruzaba. Pronto había descubierto que hacer contacto visual no era lo mejor en la mayor parte de los casos.
Fue entonces cuando notó un empujón que la movió contra una de las paredes mientras una figura salía corriendo y escuchó gritos desde atrás que indicaban que quien fuera tenía serios problemas. Se pegó contra la pegajosa pared mientras automáticamente movió su mano hacia el saco de cuero que aún estaba en su sitio buscando pasar desapercibida.
Dryanne Thesalla- Cantidad de envíos : 11
Re: Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
Yo sólo estaba buscando un lugar donde poder comer algo y pasar la noche.
Cuando por fin me convencí de que el barco no iba a dar la media vuelta para recogerme, lo primero que se me vino a la cabeza fue una pregunta: “¿y ahora que hago?”. Lo único que tenía era la ropa que llevaba puesta, la pieza de acero que me había dado el enamorado de la tía Mimí por llevarle el mensaje y a Chevalier. Me sentí tan sola y desamparada que me puse a llorar abrazando al gatito hasta que un empujón y un “¡Quítate del paso, mocosa!” me hicieron comprender que lo mejor era salir del muelle. Había mucha gente muy atareada y muy malhumorada y no parecía hacerles gracia que una niña llorona con un gato les estorbara.
Así que salí de los muelles con Chevy en brazos sin saber adonde ir ni qué hacer. No podía ir a pedirle ayuda al enamorado de la tía Mimí porque estaba cerrando su puesto cuando le llevé el mensaje y no sabía donde vivía. Tampoco podía ganarme algunas monedas con mis malabares porque mi equipo estaba en el barco y, de todos modos, estaba anocheciendo y la gente se iba rápido a sus casas a cenar y dormir.
¿Cómo iba a encontrar un lugar donde comer y dormir por una pieza de acero, cuando una pieza de acero apenas si alcanzaba para comprar un poco de pan, como decía mamá? Tenía hambre y Chevalier también y me daba mucho miedo pasar la noche sola en la calle. Distraída con mis pensamientos caminé sin fijarme mucho donde iba, tratando de encontrar una solución a mi problema. Se me ocurrió buscar algún lugar donde vendieran comida, la moneda alcanzaría para comprar un poco de leche para el gatito y para mí y, en un descuido, me escondería bajo una mesa para pasar la noche ahí. No me importaba tener que dormir en el suelo, debajo de una mesa, era menos malo que dormir al raso en un callejón.
Animada un poco con esta idea, empecé a prestar atención al lugar por donde caminaba, para poder encontrar un lugar adecuado para mis planes. No había ninguno en esa calle, sólo un bar donde se escuchaba mucho ruido de música y voces; cuando pasé frente a él, la puerta se abrió de repente y unos hombres salieron peleando. Me asusté tanto que me eché a correr tanto rápido como pude y sólo me detuve cuando se me acabó el aire.
Estaba apoyada en una pared, tratando de recuperar el aliento cuando la imagen de un objeto en el suelo apareció en mi mente. ¿Estaba soñando despierta de nuevo?, eso creí hasta que al mirar el piso, vi lo que parecía ser una bolsa. Curiosa, puse a Chevy en el suelo y la tomé para mirarla y, sí, era una bolsa de cuero y ¡estaba llena de dinero!, como comprobé al mirarla. Ahí había billetes y monedas de muchos tipos, era para no creerlo. ¿A quien se le habría caído?, en ese momento, sólo estaba yo en la calle. Quizás esa persona no se enojaría mucho si yo me quedaba con algunas monedas. Me había guardado algunos reales en el bolsillo cuando escuché ruidos atrás mío, gritos de “Al ladrón, al ladrón” y pasos de gente que corría.
Al principio no pensé que tuvieran que ver conmigo, pero de repente una imagen de gente furiosa golpeándome se me vino a la cabeza. Sin pensar en nada, solté la bolsa, agarré al gato y me eché a correr de nuevo. Doblé una esquina a toda velocidad y entré en un callejón, con tan mala suerte que me estrellé contra una persona que andaba por ahí. Seguí corriendo un poco, pero estaba cansada de la carrera anterior y las piernas se me doblaron, haciéndome caer.
Traté de pegarme contra la pared, haciéndome un ovillo para que no me vieran. Lo mejor hubiera sido quedarme callada, además de quieta, pero estaba tan aterrada que no pude evitar ponerme a llorar.
Cuando por fin me convencí de que el barco no iba a dar la media vuelta para recogerme, lo primero que se me vino a la cabeza fue una pregunta: “¿y ahora que hago?”. Lo único que tenía era la ropa que llevaba puesta, la pieza de acero que me había dado el enamorado de la tía Mimí por llevarle el mensaje y a Chevalier. Me sentí tan sola y desamparada que me puse a llorar abrazando al gatito hasta que un empujón y un “¡Quítate del paso, mocosa!” me hicieron comprender que lo mejor era salir del muelle. Había mucha gente muy atareada y muy malhumorada y no parecía hacerles gracia que una niña llorona con un gato les estorbara.
Así que salí de los muelles con Chevy en brazos sin saber adonde ir ni qué hacer. No podía ir a pedirle ayuda al enamorado de la tía Mimí porque estaba cerrando su puesto cuando le llevé el mensaje y no sabía donde vivía. Tampoco podía ganarme algunas monedas con mis malabares porque mi equipo estaba en el barco y, de todos modos, estaba anocheciendo y la gente se iba rápido a sus casas a cenar y dormir.
¿Cómo iba a encontrar un lugar donde comer y dormir por una pieza de acero, cuando una pieza de acero apenas si alcanzaba para comprar un poco de pan, como decía mamá? Tenía hambre y Chevalier también y me daba mucho miedo pasar la noche sola en la calle. Distraída con mis pensamientos caminé sin fijarme mucho donde iba, tratando de encontrar una solución a mi problema. Se me ocurrió buscar algún lugar donde vendieran comida, la moneda alcanzaría para comprar un poco de leche para el gatito y para mí y, en un descuido, me escondería bajo una mesa para pasar la noche ahí. No me importaba tener que dormir en el suelo, debajo de una mesa, era menos malo que dormir al raso en un callejón.
Animada un poco con esta idea, empecé a prestar atención al lugar por donde caminaba, para poder encontrar un lugar adecuado para mis planes. No había ninguno en esa calle, sólo un bar donde se escuchaba mucho ruido de música y voces; cuando pasé frente a él, la puerta se abrió de repente y unos hombres salieron peleando. Me asusté tanto que me eché a correr tanto rápido como pude y sólo me detuve cuando se me acabó el aire.
Estaba apoyada en una pared, tratando de recuperar el aliento cuando la imagen de un objeto en el suelo apareció en mi mente. ¿Estaba soñando despierta de nuevo?, eso creí hasta que al mirar el piso, vi lo que parecía ser una bolsa. Curiosa, puse a Chevy en el suelo y la tomé para mirarla y, sí, era una bolsa de cuero y ¡estaba llena de dinero!, como comprobé al mirarla. Ahí había billetes y monedas de muchos tipos, era para no creerlo. ¿A quien se le habría caído?, en ese momento, sólo estaba yo en la calle. Quizás esa persona no se enojaría mucho si yo me quedaba con algunas monedas. Me había guardado algunos reales en el bolsillo cuando escuché ruidos atrás mío, gritos de “Al ladrón, al ladrón” y pasos de gente que corría.
Al principio no pensé que tuvieran que ver conmigo, pero de repente una imagen de gente furiosa golpeándome se me vino a la cabeza. Sin pensar en nada, solté la bolsa, agarré al gato y me eché a correr de nuevo. Doblé una esquina a toda velocidad y entré en un callejón, con tan mala suerte que me estrellé contra una persona que andaba por ahí. Seguí corriendo un poco, pero estaba cansada de la carrera anterior y las piernas se me doblaron, haciéndome caer.
Traté de pegarme contra la pared, haciéndome un ovillo para que no me vieran. Lo mejor hubiera sido quedarme callada, además de quieta, pero estaba tan aterrada que no pude evitar ponerme a llorar.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
Apretada contra la pared, la mujer observó a los hombres que corrían y se perdían pasando el callejón de largo, al menos por el momento. Pensando que la figura que se había chocado con ella ya estaría lejos, suspiró para poder comenzar a moverse hasta que escuchó el sonido del llanto. Sorprendida buscó entre la suciedad y la oscuridad del callejón, intentando vislumbrar algo.
Y fue entonces cuando la vio. Una figura ovillada en el suelo no demasiado grande lo que indicaba que era una niña. En su mente buscó el momento de su choque, ¿habría sido en realidad una muchacha? El golpe había sido suficientemente fuerte como para moverla, pero podría ser por el impulso y la inercia. Mirando por un instante hacia atrás, saliendo a flote cierto aire maternal que aparecía con las personas más débiles que ella, rota y desconcertada por las lágrimas de la muchacha, Dryanne se acercó hacia ella.
Se detuvo a unos pasos, sin hacer ruido. No podía definir qué edad tenía, solo podía ver su espalda, pero parecía joven. El pelo rojizo, tan parecido al suyo, no pudo evitar que una leve sonrisa apareciera en sus labios y se movió hacia delante y hacia abajo, agachándose para intentar posar su mano en su hombro.
-Pequeña, ¿te encuentras bien?- preguntó en un tono no demasiado alto y mirando de vez en cuando hacia atrás.
En cualquier momento podrían girarse las tornas. En cualquier momento podrían darse cuenta los hombres que no perseguían a nadie, que se les había escapado y volver sobre sus pasos, adentrándose en el callejón y podrían llamarla si querían cobarde, pero no le gustaban para nada las peleas. A veces se preguntaba por qué se adentraba en aquel arrabal, cuando podría haber estado con total tranquilidad en la ciudadela.
No tenía una respuesta clara para aquello.
Y fue entonces cuando la vio. Una figura ovillada en el suelo no demasiado grande lo que indicaba que era una niña. En su mente buscó el momento de su choque, ¿habría sido en realidad una muchacha? El golpe había sido suficientemente fuerte como para moverla, pero podría ser por el impulso y la inercia. Mirando por un instante hacia atrás, saliendo a flote cierto aire maternal que aparecía con las personas más débiles que ella, rota y desconcertada por las lágrimas de la muchacha, Dryanne se acercó hacia ella.
Se detuvo a unos pasos, sin hacer ruido. No podía definir qué edad tenía, solo podía ver su espalda, pero parecía joven. El pelo rojizo, tan parecido al suyo, no pudo evitar que una leve sonrisa apareciera en sus labios y se movió hacia delante y hacia abajo, agachándose para intentar posar su mano en su hombro.
-Pequeña, ¿te encuentras bien?- preguntó en un tono no demasiado alto y mirando de vez en cuando hacia atrás.
En cualquier momento podrían girarse las tornas. En cualquier momento podrían darse cuenta los hombres que no perseguían a nadie, que se les había escapado y volver sobre sus pasos, adentrándose en el callejón y podrían llamarla si querían cobarde, pero no le gustaban para nada las peleas. A veces se preguntaba por qué se adentraba en aquel arrabal, cuando podría haber estado con total tranquilidad en la ciudadela.
No tenía una respuesta clara para aquello.
Dryanne Thesalla- Cantidad de envíos : 11
Re: Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
Me mordí la lengua para no hacer ruido cuando sentí los pasos de la gente que se acercaba corriendo, tratando de hacerme más pequeña aún y, por una especie de milagro, pasaron sin verme ni escucharme. Oír que los pasos se alejaban no me calmó, estaba demasiado asustada y me dolía una rodilla, seguro que me la había arañado al caer, así que dejé de morderme la lengua y seguí llorando.
Como había olvidado a la persona con la que había chocado, pensé que estaba sola en el callejón y cuando una mano tocó mi hombro, creí que el corazón se me iba a salir por la boca de puro susto. Estuve a punto de pegar un alarido, pero Chevalier miraba por sobre mi hombro a la persona que me había tocado y en mi mente apareció el rostro de una mujer, nada amenazante y sí un poco preocupado. Casi al mismo tiempo, escuché una voz preguntándome como estaba.
Me volví despacito para mirarla a la cara, pero la capucha que llevaba apenas dejaba ver que tenía unos ojos verdes muy lindos y una expresión amable. Traté de secarme las lágrimas y de dejar de hipar antes de contestarle.
- Yo… yo… creo que me lastimé la rodilla y es- estoy pe-perdida, se-señora.
Me dio un nuevo acceso de llanto al decir lo último. No mentía para nada, me sentía total y absolutamente perdida, malhaya mi suerte. No sólo ignoraba en que parte de la ciudad me encontraba exactamente en aquellos momentos, tampoco tenía la menor idea de lo que iba a ser de mi vida de aquí en adelante, mientras vinieran en mi busca.
Un maullido de Chevy interrumpió mis sollozos y la idea de que los perseguidores podían volver me obligó a ponerme de pie para intentar esconderme en algún sitio o seguir huyendo.
Como había olvidado a la persona con la que había chocado, pensé que estaba sola en el callejón y cuando una mano tocó mi hombro, creí que el corazón se me iba a salir por la boca de puro susto. Estuve a punto de pegar un alarido, pero Chevalier miraba por sobre mi hombro a la persona que me había tocado y en mi mente apareció el rostro de una mujer, nada amenazante y sí un poco preocupado. Casi al mismo tiempo, escuché una voz preguntándome como estaba.
Me volví despacito para mirarla a la cara, pero la capucha que llevaba apenas dejaba ver que tenía unos ojos verdes muy lindos y una expresión amable. Traté de secarme las lágrimas y de dejar de hipar antes de contestarle.
- Yo… yo… creo que me lastimé la rodilla y es- estoy pe-perdida, se-señora.
Me dio un nuevo acceso de llanto al decir lo último. No mentía para nada, me sentía total y absolutamente perdida, malhaya mi suerte. No sólo ignoraba en que parte de la ciudad me encontraba exactamente en aquellos momentos, tampoco tenía la menor idea de lo que iba a ser de mi vida de aquí en adelante, mientras vinieran en mi busca.
Un maullido de Chevy interrumpió mis sollozos y la idea de que los perseguidores podían volver me obligó a ponerme de pie para intentar esconderme en algún sitio o seguir huyendo.
Última edición por Songèrie el 01/07/10, 01:31 am, editado 1 vez
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
Parecía un pajarito, un pajarito con un ala rota. La mujer, por llamarla de alguna manera, observó a la joven pelirroja y la comprendió. Ella también estaba perdida, ella se sintió igual cuando de repente apareció sin más razón en aquel lugar donde todo era desconocido. Empatizó sin darse cuenta y en vez de dejarla a su suerte, supo que debería ayudarla, al menos lo suficiente para que pudiera volver con los suyos, cosa que ella no había conseguido hacer.
La sonrió, porque sabía que una sonrisa solía tranquilizar, porque el rostro serio solo provocaba más preocupación. Sonrió mientras se incorporaba y su mano se posó por un instante en la cabecita del gato con cariño, porque era uno de los animales que más la habían gustado. Miró a la muchacha con calma antes de comenzar de nuevo a hablar.
- Vamos, salgamos de aquí.- contestó mirándola, era mejor seguir andando que quedarse paradas.-. ¿Te apetece comer algo mientras me cuentas toda la historia?
Seguramente era meterse en la vida de otra persona de golpe, de improvisto. Seguramente no sería bien recibida, quizá tomada a mal como si buscara algo, pero la pelirroja no entendía de esas cosas, no había conseguido aprender las sutilezas de la vida humana. Si decía algo, lo hacía porque quería, no por segundas intenciones. Eso había provocado más de un encontronazo, más de un golpe en el propio orgullo al darse cuenta de que los humanos eran mucho más complejo de lo que parecía.
Su naturaleza voluble y protectora estaba haciendo que tomara a la muchacha de un cabello tan parecido al suyo bajo su ala… al menos por esa noche.
La sonrió, porque sabía que una sonrisa solía tranquilizar, porque el rostro serio solo provocaba más preocupación. Sonrió mientras se incorporaba y su mano se posó por un instante en la cabecita del gato con cariño, porque era uno de los animales que más la habían gustado. Miró a la muchacha con calma antes de comenzar de nuevo a hablar.
- Vamos, salgamos de aquí.- contestó mirándola, era mejor seguir andando que quedarse paradas.-. ¿Te apetece comer algo mientras me cuentas toda la historia?
Seguramente era meterse en la vida de otra persona de golpe, de improvisto. Seguramente no sería bien recibida, quizá tomada a mal como si buscara algo, pero la pelirroja no entendía de esas cosas, no había conseguido aprender las sutilezas de la vida humana. Si decía algo, lo hacía porque quería, no por segundas intenciones. Eso había provocado más de un encontronazo, más de un golpe en el propio orgullo al darse cuenta de que los humanos eran mucho más complejo de lo que parecía.
Su naturaleza voluble y protectora estaba haciendo que tomara a la muchacha de un cabello tan parecido al suyo bajo su ala… al menos por esa noche.
Dryanne Thesalla- Cantidad de envíos : 11
Re: Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
Era una señora muy simpática. Cuando sonrió sentí que mi corazón se entibiaba un poco y esa sensación aumentó cuando acarició a Chevalier. Él ronroneó en respuesta a su caricia y yo correspondí a su sonrisa con otra, mientas mis lágrimas dejaban de correr.
Estuve completamente de acuerdo cuando me dijo que saliéramos de ahí y cuando me pregunto si me apetecía comer algo sentí que era un ángel enviado por alguien para ayudarme aquella noche. No había comido nada más que un pedacito de pastel desde la mañana, me moría de hambre y estaba segura que a Chevy le pasaba lo mismo, pobrecito mío.
- Me gustaría mucho, señora – asentí, mirándola con ojos brillantes– Chevalier y yo tenemos hambre.
No me molestaba para nada contarle mi historia, todo lo contrario. Quería hacerlo, quería que alguien me escuchara y me consolara y me dijera que todo iba a salir bien, que iba a estar sana y salva hasta que enviaran por mí y que eso sería pronto. Yo lo sabía, claro, pero necesitaba que me lo dijera una persona grande a la que pudiera creerle. Creo que también necesitaba contarlo para convencerme de que lo que me estaba pasando era real y no una pesadilla como las que a veces me hacían despertar gritando cuando sólo era una niña.
Apenas había acabado de responderle a la señora cuando se oyeron sonidos de pasos y de voces de gente muy enojada, que venían de la dirección por la que se habían ido los que me perseguían. Di un respigo al oírlos y de lo nerviosa que me puse le di un apretón al gatito, que maulló reclamando.
- Pa- parece que regresan – mi voz temblaba y estoy segura que mi cara estaba muy pálida.
Estuve completamente de acuerdo cuando me dijo que saliéramos de ahí y cuando me pregunto si me apetecía comer algo sentí que era un ángel enviado por alguien para ayudarme aquella noche. No había comido nada más que un pedacito de pastel desde la mañana, me moría de hambre y estaba segura que a Chevy le pasaba lo mismo, pobrecito mío.
- Me gustaría mucho, señora – asentí, mirándola con ojos brillantes– Chevalier y yo tenemos hambre.
No me molestaba para nada contarle mi historia, todo lo contrario. Quería hacerlo, quería que alguien me escuchara y me consolara y me dijera que todo iba a salir bien, que iba a estar sana y salva hasta que enviaran por mí y que eso sería pronto. Yo lo sabía, claro, pero necesitaba que me lo dijera una persona grande a la que pudiera creerle. Creo que también necesitaba contarlo para convencerme de que lo que me estaba pasando era real y no una pesadilla como las que a veces me hacían despertar gritando cuando sólo era una niña.
Apenas había acabado de responderle a la señora cuando se oyeron sonidos de pasos y de voces de gente muy enojada, que venían de la dirección por la que se habían ido los que me perseguían. Di un respigo al oírlos y de lo nerviosa que me puse le di un apretón al gatito, que maulló reclamando.
- Pa- parece que regresan – mi voz temblaba y estoy segura que mi cara estaba muy pálida.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
¿Cuánto habría que tenido que sufrir la muchacha que en ese momento estaba a su lado? La miró con atención, su delgadez, su cuerpo esbelto no le podía decir exactamente cuánto, pero sus palabras provocaron que frunciera el ceño y los labios por un momento. Apoyó la mano en el hombro de ella y después miró al gatito. El simple hecho de tener a alguien al que cuidar, de tener a alguien a quien proteger, decía mucho de la muchacha, de su carácter poco egoísta: algo que no siempre encontraba entre los humanos.
- Llámame Dryanne, nunca me termino de acostumbrar al señora.- la sonrió con suavidad, antes de comenzar a caminar rumbo hacia el final del callejón.- Vamos entonces a encontrar un buen lugar donde podáis comer esta noche, conozco un buen lugar.
Quizá no fuera el mejor sitio para llevar a una persona acostumbrada a los lujos, era una de las tantas tabernas y posadas que había en aquel lugar, pero sí era lo suficientemente buena para alguien que estuviera perdida. Al menos para la mujer, que le gustaba sentir que estaba acompañada, rodeada de personas. Fue entonces cuando se detuvieron al escuchar el comentario de la muchacha y afinar el oído para distinguir las voces y los pasos que se acercaban.
- No te preocupes, no dejaré que te pase nada malo.
Pero no salió del callejón, lo que hizo fue deslizar el brazo por el hombro de la muchacha en un gesto protector, de reconocimiento, quizá con ese simple gesto pudieran hacerse pasar por madre e hija que paseaban por aquel lugar buscando un sitio para comer. Quizá, con un poco de suerte, no las vieran porque también sabía lo peligrosos que eran los humanos que caminaban por aquel lugar a esas horas. Con el corazón atronando en el pecho, Dryanne hizo tiempo mientras los hombres parecían estar cada vez más cerca.
- Llámame Dryanne, nunca me termino de acostumbrar al señora.- la sonrió con suavidad, antes de comenzar a caminar rumbo hacia el final del callejón.- Vamos entonces a encontrar un buen lugar donde podáis comer esta noche, conozco un buen lugar.
Quizá no fuera el mejor sitio para llevar a una persona acostumbrada a los lujos, era una de las tantas tabernas y posadas que había en aquel lugar, pero sí era lo suficientemente buena para alguien que estuviera perdida. Al menos para la mujer, que le gustaba sentir que estaba acompañada, rodeada de personas. Fue entonces cuando se detuvieron al escuchar el comentario de la muchacha y afinar el oído para distinguir las voces y los pasos que se acercaban.
- No te preocupes, no dejaré que te pase nada malo.
Pero no salió del callejón, lo que hizo fue deslizar el brazo por el hombro de la muchacha en un gesto protector, de reconocimiento, quizá con ese simple gesto pudieran hacerse pasar por madre e hija que paseaban por aquel lugar buscando un sitio para comer. Quizá, con un poco de suerte, no las vieran porque también sabía lo peligrosos que eran los humanos que caminaban por aquel lugar a esas horas. Con el corazón atronando en el pecho, Dryanne hizo tiempo mientras los hombres parecían estar cada vez más cerca.
Dryanne Thesalla- Cantidad de envíos : 11
Re: Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
Estaba apunto de echarme a correr en dirección contraria a las de las voces, cuando Dryanne me pasó el brazo por los hombros y dijo que no iba a dejar que me pasar algo malo, lo que hizo que me sintiera un poco más tranquila. Le creí a pie juntillas que iba a cuidarme, pero de todos modos un montón de dudas se metieron en mi cabeza.
¿Cómo podría una mujer sola defender a una chiquilla y a un gato de un montón de hombres furiosos? Si ellos querían atraparme, ¿cómo iba ella a evitarlo? ¿Y si por ayudarme le hacían daño a ella? ¿Y si nos mataban a todos? La cabeza me daba vueltas y me dolía el estómago al pensar esas cosas.
Tiritando, me pegué a su costado y me encogí, tratando de parecer lo más pequeñita posible para que no me vieran. Si pensaban que Dryanne estaba sola quizás pasaran de largo y la dejaran en paz. Ni siquiera se me ocurrió que ella, y también yo, podíamos estar en peligro por el sólo hecho de estar en ese callejón a esa hora, aunque nadie pensara que nos habíamos robado algo.
Los hombres estaban cada vez más cerca y podía oírse con claridad lo que decían. Estaban furiosos por no haber agarrado a quien perseguían y se echaban la culpa unos a otros de su fracaso. Algunos estaba ya hartos y querían irse a tomar unos tragos, pero el dueño de la bolsa que yo había encontrado intentaba convencerlos de seguir con la búsqueda. Hasta les prometió compartir el dinero con ellos si seguían, lo que más le importaba era atrapar al ladrón y castigarlo. Oír lo que pensaba hacerle casi me hizo llorar de miedo, tuve que morderme fuerte los labios para aguantarme.
Finalmente llegaron frente a nosotras y se detuvieron a mirarnos.
- Buscamos a un ladrón, ¿habéis visto a alguien escondiéndose por aquí?
¿Cómo podría una mujer sola defender a una chiquilla y a un gato de un montón de hombres furiosos? Si ellos querían atraparme, ¿cómo iba ella a evitarlo? ¿Y si por ayudarme le hacían daño a ella? ¿Y si nos mataban a todos? La cabeza me daba vueltas y me dolía el estómago al pensar esas cosas.
Tiritando, me pegué a su costado y me encogí, tratando de parecer lo más pequeñita posible para que no me vieran. Si pensaban que Dryanne estaba sola quizás pasaran de largo y la dejaran en paz. Ni siquiera se me ocurrió que ella, y también yo, podíamos estar en peligro por el sólo hecho de estar en ese callejón a esa hora, aunque nadie pensara que nos habíamos robado algo.
Los hombres estaban cada vez más cerca y podía oírse con claridad lo que decían. Estaban furiosos por no haber agarrado a quien perseguían y se echaban la culpa unos a otros de su fracaso. Algunos estaba ya hartos y querían irse a tomar unos tragos, pero el dueño de la bolsa que yo había encontrado intentaba convencerlos de seguir con la búsqueda. Hasta les prometió compartir el dinero con ellos si seguían, lo que más le importaba era atrapar al ladrón y castigarlo. Oír lo que pensaba hacerle casi me hizo llorar de miedo, tuve que morderme fuerte los labios para aguantarme.
Finalmente llegaron frente a nosotras y se detuvieron a mirarnos.
- Buscamos a un ladrón, ¿habéis visto a alguien escondiéndose por aquí?
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
Re: Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
Estaba aterrorizada y no la culpaba, aquel era un mal barrio, un mal lugar para una niña y debía reconocer que también lo era para una mujer sola. La mano de la pelirroja acariciaba ligeramente el hombro de ella intentando calmarla al tiempo que se detenía cuando la increparon. Solo esperaba que todo se calmara, que siguieran su cauce y que no hubiera más problemas.
- Alguien salió corriendo por este callejón, nos empotró contra la pared.- replicó la mujer haciendo un gesto de desesperación e intentando que su voz sonara nerviosa.- Hizo caer a mi hija y se dañó en la rodilla.
Al hablar había señalado al callejón por donde venía y había procurado dar una explicación de por qué su “hija” estaba en aquel estado de miedo. Los hombres las miraron no muy confiados, pasando sus ojos duros de una a la otra con gesto serio y mirada analítica. Protestaron, desafiaron, pero el dueño de la bolsa miró hacia el callejón con decisión.
- Gracias señora.
Dryanne inclinó brevemente la cabeza mientras presionaba ligeramente el hombro de la muchacha para que siguiera andando, echándose hacia un lado y evitando volver a mirar a los hombres. Algunos de ellos las miraban de arriba abajo y solo podía significar una cosa: problemas. Y ella no estaba demasiado dispuesta a enfrentarse con nadie en aquel callejón, menos habiendo una niña y un gato a su cuidado.
Off Topic: Lamento mucho la tardanza, se me había despistado el mensaje de aviso de contestación en el tema.
- Alguien salió corriendo por este callejón, nos empotró contra la pared.- replicó la mujer haciendo un gesto de desesperación e intentando que su voz sonara nerviosa.- Hizo caer a mi hija y se dañó en la rodilla.
Al hablar había señalado al callejón por donde venía y había procurado dar una explicación de por qué su “hija” estaba en aquel estado de miedo. Los hombres las miraron no muy confiados, pasando sus ojos duros de una a la otra con gesto serio y mirada analítica. Protestaron, desafiaron, pero el dueño de la bolsa miró hacia el callejón con decisión.
- Gracias señora.
Dryanne inclinó brevemente la cabeza mientras presionaba ligeramente el hombro de la muchacha para que siguiera andando, echándose hacia un lado y evitando volver a mirar a los hombres. Algunos de ellos las miraban de arriba abajo y solo podía significar una cosa: problemas. Y ella no estaba demasiado dispuesta a enfrentarse con nadie en aquel callejón, menos habiendo una niña y un gato a su cuidado.
Off Topic: Lamento mucho la tardanza, se me había despistado el mensaje de aviso de contestación en el tema.
Dryanne Thesalla- Cantidad de envíos : 11
Re: Una noche, como otra cualquiera, en las calles de Trinacria
Me pasó algo muy raro en el lapso que hubo entre el instante en que la señora contestó a la pregunta que le habían hecho y el momento en que el dueño de la bolsa le dio las gracias: mi cuerpo se congeló, dejó de funcionar. Bueno, respiraba y mi corazón latía, que sino me hubiera muerto, pero aparte de eso sólo mi mente funcionaba. Claro que lo único que hacía era rogar que estuviera en mi cama soñando, que el callejón, los hombres e incluso la señora y Chevalier fueran parte del sueño y que cuando abriera los ojos no estuvieran ahí y, claro, eso no sucedió. Cuando Dryanne me apretó el hombro dejé de ser una estatua y abrí y cerré los ojos, pero nada cambió, seguía en el callejón con Chevy en los brazos y al lado de la señora.
Entonces eché a andar con el gatito apoyado en mi hombro mirando a mi espalda. No quería separarme ni un paso de la señora, estaba segura de que si me retrasaba me atraparían y me lastimarían. No todos los hombres se habían ido, de repente pude ver en mi mente que algunos se habían quedado ahí y nos miraban y hablaban entre ellos. ¿Por qué no se iban ya? ¿Sería que no le habrían creído a la señora? ¿Qué se estaban diciendo? ¿Qué querían? Ojalá pase algo que los haga irse de una buena vez, deseé con toda mi alma.
Entonces se me ocurrió la idea, no sé como pero se me ocurrió. ¿Y si pudiera hacer un truco que los engañara? A veces podía hacer aparecer pájaros, mariposas y flores con sólo proponérmelo y pensar mucho en ellos. Si pudiera hacer aparecer a alguien corriendo al final del callejón…
Me tomé del brazo de la señora para no caerme y sin dejar de caminar, cerré los ojos y me puse a pensar en un muchacho bajito que corría al final del callejón. Puse todo mi empeño en ello hasta que lo vi aparecer muy claro en mi mente.
- ¡Allá! ¡Allá va! – gritó alguien.
Me había resultado, pero no sabía si de verdad serviría lo que había hecho. Las ilusiones que hacía sólo duraban algunos segundos.
Entonces eché a andar con el gatito apoyado en mi hombro mirando a mi espalda. No quería separarme ni un paso de la señora, estaba segura de que si me retrasaba me atraparían y me lastimarían. No todos los hombres se habían ido, de repente pude ver en mi mente que algunos se habían quedado ahí y nos miraban y hablaban entre ellos. ¿Por qué no se iban ya? ¿Sería que no le habrían creído a la señora? ¿Qué se estaban diciendo? ¿Qué querían? Ojalá pase algo que los haga irse de una buena vez, deseé con toda mi alma.
Entonces se me ocurrió la idea, no sé como pero se me ocurrió. ¿Y si pudiera hacer un truco que los engañara? A veces podía hacer aparecer pájaros, mariposas y flores con sólo proponérmelo y pensar mucho en ellos. Si pudiera hacer aparecer a alguien corriendo al final del callejón…
Me tomé del brazo de la señora para no caerme y sin dejar de caminar, cerré los ojos y me puse a pensar en un muchacho bajito que corría al final del callejón. Puse todo mi empeño en ello hasta que lo vi aparecer muy claro en mi mente.
- ¡Allá! ¡Allá va! – gritó alguien.
Me había resultado, pero no sabía si de verdad serviría lo que había hecho. Las ilusiones que hacía sólo duraban algunos segundos.
Songèrie- Cantidad de envíos : 61
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