En busca de empleo.

Corría y corría por los senderos de la espesa selva cuán rápido podía, pero su perseguidor no se quedaba atrás, fintaba hacia un lado y él lo seguía, fintaba hacia otro y allí estaba otra vez, con su boca abierta, mostrando sus puntiagudos dientes blancos y con sus ojos fijos en él. Ya sus fuerzas empezaban decaer tras tan larga persecución, pero aquel perro era demasiado grande y estaba demasiado furioso como para detenerse y al parecer su agilidad no sería suficiente para persuadirlo de detener su marcha contra él.

Miro hacia ambos lados, aun a la carrera, y viro hacia la derecha, justo allí en ese sendero apenas perceptible oculto entre los largos pastos del bosque, había un tronco a mediana altura, el pequeño zorro corrió a su máxima velocidad y paso por debajo casi rozándolo con sus orejas y el enorme perro que corría tras él, acelero su ciega marcha sin siquiera notar aquel viejo tronco oculto justo al frente dándose de lleno en el hocico y dejándolo bastante atontado por un momento, segundos después largos y pesados pasos se acercaron al lugar.

-Perro tonto dejaste que se escapara!!!- reprendió su dueño al perro, el cual aún confuso por el golpe intentaba, sin éxito, mantenerse en pie.
Desde lejos ya, el pequeño zorro rio en voz baja mientras dedicaba una última mirada a tan graciosa escena. Siguió caminando a paso calmado por entre los pastos del linde de la selva hasta dar con un estrecho camino humano que lo llevo a la vera de una ciudad.

El pícaro animal se sentó en medio del camino mirando fijamente la entrada a la ciudad humana

-creo que podría pasarme por aquí de nuevo, quizás consiga nuevos clientes-dijo en voz baja para sí mismo.

Se alzó entonces en dos patas y tras dar un paso así, un humo gris claro lo envolvió por completo, del cual surgió entonces la figura de un hombre. Era alto, delgado y vestía ropas de buen corte color escarlata con detalles en dorado gris y negro, sus cabellos largos y oscuros, caían pesados sobre su espalda y con un largo bastón plateado, paso firme y mirada decidida se internó en la ciudad como un visitante más.

Camino por una calle lateral, mirando tranquilo y estudiando un poco la ciudad donde había entrado, si bien ya había estado allí alguna vez, habían pasado ya bastantes años desde su última visita, la encontró bastante más grande y bulliciosa de lo que recordaba, muy poblada y activa, doblo en una esquina y se adentró en una pequeña callejuela ,esta estaba atestada de mercaderes ansiosos de venderle cuanta mercadería (de dudosa procedencia) tenían en su poder, de los cuales se libró con un amable pero firme gesto de su cabeza, al cual varios de los comerciantes contestaron en voz baja con algún insulto entre dientes.

Ya habiendo caminado un rato y habiéndose familiarizado un poco con la ya tan cambiada ciudad comenzó a estudiar a sus pobladores, casi todos salvando a los mercaderes , eran hombres con ropas viejas, gastadas y de semblante firme y recio, bebían y hablaban a los gritos y reían a carcajadas, casi compitiendo entre ellos por quien lo hacía más fuerte. Muchos de ellos llevaban al menos un parche en un ojo o les faltaba alguna parte de su cuerpo, un dedo, una mano cual no una pierna, la que era remplazada por variados elementos sin el más mínimo intento de disimulo, todo lo contrario.

Camino tranquilo un rato, mirando, estudiando, entendiendo el lugar donde estaba ahora, a lo largo de su vida había aprendido a adecuarse a muchas clases de personas, y los piratas, gente como la que ahora lo rodeaba, no le eran extraños. Fue entonces que se sentó en una plazoleta a la vera de la calle, tomo el bastón entre sus manos y espero…sabía que su aspecto llamaría la atención, conocía a los piratas y conocía de sus costumbres, él, no pasaría desapercibido mucho tiempo y si quería conseguir trabajo en aquel lugar ¿qué mejor que un mercenario? Para ello debería antes demostrar alguna habilidad que lo distinga y una pelea con algún poco afortunado pirata era una gran oportunidad.

No habían pasado ni diez minutos desde que se sentó allí cuando un sujeto se acercó y dijo.

-EHHH! ¿DE QUE CIRCO TE HAS ESCAPADO TU, PALLASITO?- era un hombre grande, corpulento y lleno de viejas cicatrices que cubrían sus brazos, pecho y algunas hasta en su cara.

-Saludos buen amigo!!! Mi nombre es Reinek Fuchs- dijo el sujeto vestido de escarlata y de fino aspecto, en tono seco pero en voz alta para llamar la atención de quienes estaban cerca y veían la escena.

-BAH, A CALLAR BUFON!!! QUE NO TE EH PEDIDO TU NOMBRE- grito con mal tono aquel tonto pirata, -ME PARECE QUE LO QUE ESTAS BUSCANDO, ES QUE ALGUIEN TE DE UNA LECCION POR PASEARTE POR AQUÍ CON ESAS ROPAS ELEGANTES Y ESE AIRE DE FINESA, ES QUE TE CREES MEJOR QUE NOSOTROS ¿ VERDAD?- la personas a su alrededor, todos piratas, comenzaron a juntarse para ver que sucedía.

-EH??!! A QUE LES GUSTARIA QUE LE ENSEÑE A ESTE PAYASO COMO SON LAS REGLAS DEL LUGAR VERDAD??- Los piratas alrededor rieron y gritaron un “SIIIIII” al unísono, lo cual engrandeció de sobre manera la confianza del ingenuo pirata, quien con gritos e insultos pretendía amedrentar a su oponente, quien mirándolo con sus extraños ojos permanecía inmóvil y sonriendo.

-HEY!! DE QUE TE RIES EH??, YA ME CANSE DE TI AHORA VERAS MALDITO!!!- amenazo el pirata quien se lanzó en una decidida embestida a la nada, pues su oponente ya no estaba allí. La audiencia enmudeció de golpe, aquel muchacho de aspecto frágil y poco corpulento no solo había esquivado el golpe, sino que había desaparecido en una nube de humo y vuelto a aparecer detrás del pirata quien aún buscaba a su oponente.

-JAJAJAJA, eres muy gracioso!!- dijo Reinek-Pero con una barriga así dudo que me alcanzaras ni en cien años-la multitud comenzó reír, lo cual provoco una rabia des conmensurada en el enorme pirata quien con odio ya, volvió a atacar con un tremendo puñetazo.

La gente alrededor, quedo helada al ver como el enorme pirata, quien parecía tan fiero y quien seguramente habría tenido mil peleas, era reducido de un solo movimiento de bastón, por parte del muchacho de escarlata, quien tranquilo como agua de estanque volvió a sentarse donde estaba, y dijo con voz clara –busco trabajo, soy un mercenario quien necesite de mis servicios, aquí lo estaré esperando- , la multitud cuchichiaba y se dispersaba mientras que, de entre la muchedumbre, alguien se acercaba a aquel extraño personaje.