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Trampa para Zorros
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Mar de Jaspia :: DUCADO DE CESSELE :: Kuzueth :: Daosh
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Trampa para Zorros
Era difícil resistirse a la tentación de mirar, a través de sus espejos, el progreso de su primer barco mercante. Debía tener paciencia y calma. La única forma en que algo podía salir mal era que el barco se hundiera en combate y aun entonces no tenía nada valioso que perder.
Así que una vez resuelto algunos asuntos pendientes, se había quedado sin nada que hacer.
Contrató, legalmente y sin trucos o hechizos, los servicios de una pequeña tripulación para que la llevara a dar paseos hasta las islas más cercanas. La barcaza, que si no tuviera dos velas podría pasar por un planchón de remolque, había resultado ser rápida y cómoda para las necesidades de sus pasajeros.
Ethel, en efecto, no se había salido aun de su imagen de celosa institutriz del hijo único del mercante que ahora le servía de fachada y al que le había arrancado la vida (en términos de existencia y no de muerte). Además del joven muchacho, viajaba con la ayudante de cámara de este y una alegre jovencita que hacía las veces de escolta del "señorito" .
Viajaban libremente con la excusa de estarlo instruyendo en cultura al tiempo que la institutriz, mandada a "llamar" desde el extranjero exclusivamente para él, aprendía de la región que se convirtió en su hogar al aceptar el trabajo. El turno ahora era para Kuzueth.
Las leyendas del lugar eran fascinantes y atrajeron rápidamente su atención. Fue en Valanderiel donde escuchó de ella la primera vez, no de la isla, si no una de las historias. Fue la expresión de una muchacha muy imprudente la que le llamó la atención: - tan temerario como salir de noche más allá de Daosh a cazar ipoqs -
De ahí en adelante siguió investigando y pronto indagó más sobre aquello a lo que todos parecían temer. Ipoqs.
Estaba intrigada, la isla merecía un visita.
Tras pasar un par de días en el lugar, conocer su geografía, parte sus costumbres, su arquitectura, despachó a sus acompañantes al barco. La muchacha en cuestión era una ignorante de tiempo completo. Estaba molesta, y a la vez confundida. Molesta por dejarse llevar a una isla equivocada por el comentario de una pueblerina que sin duda jamás había salido de su pedazo de isla. Confundida porque, por alguna razón, desde hacía un par de días había estado pensado en algo que por sí solo no tenía mucho sentido. Pensaba en zorros.
La idea había llegado, aparentemente, de un momento a otro y sin conexión alguna. Pero sabía que no podía ser tan cierta esa apreciasión, la idea había surgido de un algo, y ese algo ahora se le estaba escapando. Por eso recorría sus pasos por los lugares más poblados de Daosh, buscando una imagen que le permitiría hacer la asociación.
Fue mirando caracoles en el mercado de la ciudad, que cayo en cuenta de donde salió la idea. La señora que tenia a su lado, mimaba al gato que tenía entre sus brazos. Los miraba sin mirar y sus ojos en algún punto se fueron a la cola del animal. Cola de gato, cola de zorro.
¿Por qué había pensado en la cola de un zorro? Desvió la vista al suelo y vio la sombra de la dama y la sombra de la cola del gato. Eso era. Sus ojos brillaron y el gato bufó huyendo de los brazos de la señora, quien corrió detrás de él.
Había visto la cola de un zorro, la sombra, en un lugar donde no había ningún zorro, fuera de contexto y lo había dejado pasar por estar molesta por el asunto de los ipoqs. Sino había un animal, pues ese sí lo habría notado, eso quería decir que había un hombre (o mujer) zorro en la zona. Podía haberse ido ya, pero quería probar suerte antes de partir ella también.
Cazaría al zorro.
Así que una vez resuelto algunos asuntos pendientes, se había quedado sin nada que hacer.
Contrató, legalmente y sin trucos o hechizos, los servicios de una pequeña tripulación para que la llevara a dar paseos hasta las islas más cercanas. La barcaza, que si no tuviera dos velas podría pasar por un planchón de remolque, había resultado ser rápida y cómoda para las necesidades de sus pasajeros.
Ethel, en efecto, no se había salido aun de su imagen de celosa institutriz del hijo único del mercante que ahora le servía de fachada y al que le había arrancado la vida (en términos de existencia y no de muerte). Además del joven muchacho, viajaba con la ayudante de cámara de este y una alegre jovencita que hacía las veces de escolta del "señorito" .
Viajaban libremente con la excusa de estarlo instruyendo en cultura al tiempo que la institutriz, mandada a "llamar" desde el extranjero exclusivamente para él, aprendía de la región que se convirtió en su hogar al aceptar el trabajo. El turno ahora era para Kuzueth.
Las leyendas del lugar eran fascinantes y atrajeron rápidamente su atención. Fue en Valanderiel donde escuchó de ella la primera vez, no de la isla, si no una de las historias. Fue la expresión de una muchacha muy imprudente la que le llamó la atención: - tan temerario como salir de noche más allá de Daosh a cazar ipoqs -
De ahí en adelante siguió investigando y pronto indagó más sobre aquello a lo que todos parecían temer. Ipoqs.
Estaba intrigada, la isla merecía un visita.
Tras pasar un par de días en el lugar, conocer su geografía, parte sus costumbres, su arquitectura, despachó a sus acompañantes al barco. La muchacha en cuestión era una ignorante de tiempo completo. Estaba molesta, y a la vez confundida. Molesta por dejarse llevar a una isla equivocada por el comentario de una pueblerina que sin duda jamás había salido de su pedazo de isla. Confundida porque, por alguna razón, desde hacía un par de días había estado pensado en algo que por sí solo no tenía mucho sentido. Pensaba en zorros.
La idea había llegado, aparentemente, de un momento a otro y sin conexión alguna. Pero sabía que no podía ser tan cierta esa apreciasión, la idea había surgido de un algo, y ese algo ahora se le estaba escapando. Por eso recorría sus pasos por los lugares más poblados de Daosh, buscando una imagen que le permitiría hacer la asociación.
Fue mirando caracoles en el mercado de la ciudad, que cayo en cuenta de donde salió la idea. La señora que tenia a su lado, mimaba al gato que tenía entre sus brazos. Los miraba sin mirar y sus ojos en algún punto se fueron a la cola del animal. Cola de gato, cola de zorro.
¿Por qué había pensado en la cola de un zorro? Desvió la vista al suelo y vio la sombra de la dama y la sombra de la cola del gato. Eso era. Sus ojos brillaron y el gato bufó huyendo de los brazos de la señora, quien corrió detrás de él.
Había visto la cola de un zorro, la sombra, en un lugar donde no había ningún zorro, fuera de contexto y lo había dejado pasar por estar molesta por el asunto de los ipoqs. Sino había un animal, pues ese sí lo habría notado, eso quería decir que había un hombre (o mujer) zorro en la zona. Podía haberse ido ya, pero quería probar suerte antes de partir ella también.
Cazaría al zorro.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
Lo cierto era que Miyuki no tenia la menor idea de cómo había terminado en esa isla , recordaba la aventura con su guía favorita, los contratiempos que tuvo con Dulfary y el caballero Lohengrin, recordaba la reunión con aquellas increíbles mujeres, luego de eso... Se había puesto a caminar, pensando en todas las cosas nuevas que sabia, poco a poco, por no prestarle atención, su forma se había ido desintegrando, regresando así a la que era en verdad su imagen, al zorro colorado de tres colas.
Representaba un ser de ensueños cuando estaba en esta forma, recordaba el porque de los mitos sobre los kitsune, el porque en muchos pueblos se insistía en adorarlos, en dejarles ofrendas, y asegurarse sus favores. No eran seres poderosos, no hasta las nueve colas al menos, pero era una leyenda hecha realidad, magia en su estado puro, un ser espiritual en un estado inmaculado. Corriendo a veces, caminando otras, de a poco Miyuki había dejado atrás todos los lugares donde había estado y había llegado al, en cierto modo, hermoso pueblo de Daosh.
Reacciono al poco de llegar, siquiera había terminado de salir de los campos, y vio a lo lejos el pequeño pueblo, un escalofrío la recorrió de orejas a cola, erizándole levemente los pelos, es que le recordaba tanto al pueblo que se suponía tenia que custodiar que por un segundo sintió como su hubiese regresado. Pero no era exactamente igual, y eso en cierto modo la relajo, se amonesto a si misma por la error y comenzó a avanzar, sin cambiar de forma en un comienzo, sería mas fácil escapar si las cosas no salían bien.
Se acerco a lo que sería algo así como las puertas del lugar, que más bien era la primer hilera de casas, camino despacio, y si bien no es que fuera invisible, si utilizo otra habilidad que tenia, que era la de no llamar la atención, miraba a las personas pasar, humanos humildes que se encargaban de hacer bien su trabajo, de vivir el día a día, con caras tristes, presencia vacía, egos destruidos. Pero la kitsune aun tenia poco conocimiento de lo que era tener compasión, y no podía sentirse identificada con seres que siquiera eran de su misma especie, los contemplaba como miraba todo, con una infinita curiosidad, como un niño a una hilera de hormigas caminando bajo el sol.
Aburrida de solo observar, se introdujo en un callejón solitario, un borracho algo confundido aun fue el único que vio a un zorro de tres colas trepar con las paredes con una agilidad que hacia parecer que la gravedad no existía, hasta llegar al techo, donde se quedo sentada un largo rato. Cerro los ojos, un leve brillo la rodeo, aunque fue mas tenue ya que era de día aun, cuando la luz se extinguió una jovensita de enormes ojos color ámbar oscuro contemplaba la ciudad, sus cabellos blancos eran movidos por el viento, y un complicado kimono naranja con flores de manzano acompañaba con suavidad toda su imagen.
Dio un salto grácil y bajo de la construcción, el sujeto tirado en un rincón contemplo todo con una expresión perplejo, nadie le creería jamas una historia semejante. Se arreglo la ropa, aunque era un gesto vago, ya que no tenia ni una sola arruga, con un movimiento de la mano un pequeño paraguas individual hecho de caña de bambú y papel de arroz apareció como por arte de magia, se cubrió del molesto sol con él y se giro, mirando por primera vez al hombre del rincón, con un gesto hermoso y gracioso a la vez le guiño un ojo y se llevo el dedo índice a los labios, pidiéndole que guardara el secreto. Luego simplemente salió del callejón, y comenzó a caminar por entre las personas, como si nada hubiese pasado.
No estaba segura de porque estaba en esa ciudad, pero sus pasos la habían llevado allí, eso tenia que significar algo, y quería saber qué era. Comenzó a caminar por el mercado, que le resulto decepcionantemente pequeño a comparación del de Trinacria, pero peor era nada, mirar telas siempre era entretenido, y le daría tiempo de pensar qué buscaba.
Representaba un ser de ensueños cuando estaba en esta forma, recordaba el porque de los mitos sobre los kitsune, el porque en muchos pueblos se insistía en adorarlos, en dejarles ofrendas, y asegurarse sus favores. No eran seres poderosos, no hasta las nueve colas al menos, pero era una leyenda hecha realidad, magia en su estado puro, un ser espiritual en un estado inmaculado. Corriendo a veces, caminando otras, de a poco Miyuki había dejado atrás todos los lugares donde había estado y había llegado al, en cierto modo, hermoso pueblo de Daosh.
Reacciono al poco de llegar, siquiera había terminado de salir de los campos, y vio a lo lejos el pequeño pueblo, un escalofrío la recorrió de orejas a cola, erizándole levemente los pelos, es que le recordaba tanto al pueblo que se suponía tenia que custodiar que por un segundo sintió como su hubiese regresado. Pero no era exactamente igual, y eso en cierto modo la relajo, se amonesto a si misma por la error y comenzó a avanzar, sin cambiar de forma en un comienzo, sería mas fácil escapar si las cosas no salían bien.
Se acerco a lo que sería algo así como las puertas del lugar, que más bien era la primer hilera de casas, camino despacio, y si bien no es que fuera invisible, si utilizo otra habilidad que tenia, que era la de no llamar la atención, miraba a las personas pasar, humanos humildes que se encargaban de hacer bien su trabajo, de vivir el día a día, con caras tristes, presencia vacía, egos destruidos. Pero la kitsune aun tenia poco conocimiento de lo que era tener compasión, y no podía sentirse identificada con seres que siquiera eran de su misma especie, los contemplaba como miraba todo, con una infinita curiosidad, como un niño a una hilera de hormigas caminando bajo el sol.
Aburrida de solo observar, se introdujo en un callejón solitario, un borracho algo confundido aun fue el único que vio a un zorro de tres colas trepar con las paredes con una agilidad que hacia parecer que la gravedad no existía, hasta llegar al techo, donde se quedo sentada un largo rato. Cerro los ojos, un leve brillo la rodeo, aunque fue mas tenue ya que era de día aun, cuando la luz se extinguió una jovensita de enormes ojos color ámbar oscuro contemplaba la ciudad, sus cabellos blancos eran movidos por el viento, y un complicado kimono naranja con flores de manzano acompañaba con suavidad toda su imagen.
Dio un salto grácil y bajo de la construcción, el sujeto tirado en un rincón contemplo todo con una expresión perplejo, nadie le creería jamas una historia semejante. Se arreglo la ropa, aunque era un gesto vago, ya que no tenia ni una sola arruga, con un movimiento de la mano un pequeño paraguas individual hecho de caña de bambú y papel de arroz apareció como por arte de magia, se cubrió del molesto sol con él y se giro, mirando por primera vez al hombre del rincón, con un gesto hermoso y gracioso a la vez le guiño un ojo y se llevo el dedo índice a los labios, pidiéndole que guardara el secreto. Luego simplemente salió del callejón, y comenzó a caminar por entre las personas, como si nada hubiese pasado.
No estaba segura de porque estaba en esa ciudad, pero sus pasos la habían llevado allí, eso tenia que significar algo, y quería saber qué era. Comenzó a caminar por el mercado, que le resulto decepcionantemente pequeño a comparación del de Trinacria, pero peor era nada, mirar telas siempre era entretenido, y le daría tiempo de pensar qué buscaba.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
El asunto era sencillo. Al menos en la mente de la hechicera. Solo debía buscar y luego poner el sebo.
Simple, práctico.
Los rostros de las personas, su expresión, sus gestos, la forma de mirar, hacen que todos sean diferentes y casi que un libro abierto para que Ethel los leyera y se hiciera una idea, superficial pero casi certera, de la clase de seres que eran, aquello que les pasaba por la mente, aun sin leérselas.
Los rostros de preocupación, de concentración, de evaluación, de alegría, iban dejando de lado a quienes vivían en el lugar y quienes eran foráneos. La forma de moverse, de hablar, de mirar. Ella buscaba algo en particular.
Personas curiosas, personas despreocupadas y expresión amena. Con sonrisas de travesura, miradas de perspicaz observación, esa aura de paz por estar encima de todo y ser ajenos a la realidad humana, por no ser parte de ella.
Dio con un puñado de personas. Por supuesto hizo bajar a las muchachas que acompañaban al Señorito, para cubrir mas terreno y activó su trampa. Entre las tres, se acercaron con cierta ingenuidad y torpeza a cada una de las posibles personas que serían el zorro y una a una la fueron descartando.
- Ahhhhh!! que linda!! - dijo Ethel con una gran alegría al tomar una de las telas del sitio donde se encontraba Miyuki, quien también estaba en su lista. Tomaba las telas con tanta alegría y cuidado que terminó por halarla en su totalidad para ponérsela sobre su ropa, imaginado un vestido - No crees que es hermosa? - le preguntó a Miyuki, sin temer una respuesta negativa ya que la tela que había elegido, era muy bonita, tanto como para... - Crees que podría hacerme un vestido tan bonito como el tuyo? - estiró la mano para tocar la tela de Miyuki.
Examinaba de forma concienzuda cada una de sus reacciones, antes de pasar a la siguiente fase del señuelo.
Simple, práctico.
Los rostros de las personas, su expresión, sus gestos, la forma de mirar, hacen que todos sean diferentes y casi que un libro abierto para que Ethel los leyera y se hiciera una idea, superficial pero casi certera, de la clase de seres que eran, aquello que les pasaba por la mente, aun sin leérselas.
Los rostros de preocupación, de concentración, de evaluación, de alegría, iban dejando de lado a quienes vivían en el lugar y quienes eran foráneos. La forma de moverse, de hablar, de mirar. Ella buscaba algo en particular.
Personas curiosas, personas despreocupadas y expresión amena. Con sonrisas de travesura, miradas de perspicaz observación, esa aura de paz por estar encima de todo y ser ajenos a la realidad humana, por no ser parte de ella.
Dio con un puñado de personas. Por supuesto hizo bajar a las muchachas que acompañaban al Señorito, para cubrir mas terreno y activó su trampa. Entre las tres, se acercaron con cierta ingenuidad y torpeza a cada una de las posibles personas que serían el zorro y una a una la fueron descartando.
- Ahhhhh!! que linda!! - dijo Ethel con una gran alegría al tomar una de las telas del sitio donde se encontraba Miyuki, quien también estaba en su lista. Tomaba las telas con tanta alegría y cuidado que terminó por halarla en su totalidad para ponérsela sobre su ropa, imaginado un vestido - No crees que es hermosa? - le preguntó a Miyuki, sin temer una respuesta negativa ya que la tela que había elegido, era muy bonita, tanto como para... - Crees que podría hacerme un vestido tan bonito como el tuyo? - estiró la mano para tocar la tela de Miyuki.
Examinaba de forma concienzuda cada una de sus reacciones, antes de pasar a la siguiente fase del señuelo.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
La kitsune recorrió el mercado con confianza, contemplando con su ya conocida curiosidad cada uno de los puestos de ropa, vestidos, telas y joyería que se había cruzado. Claro que en general eran baratijas, intentar venderle como una antigüedad un collar a un ser que tenía más de trescientos años era una tontería, al menos en ese sentido no iban a engañarla.
Iba por el mercado dando pasitos cortos, haciendo sonar sus pequeñas sandalias de madera en un compás casi rítmico, sonreía siempre amable a cada uno de los vendedores que se acercaban, incluso a los que le acercaban gallinas a la cara, y a las mujeres que le gritaban estruendosas lo que estaban vendiendo.
Se detuvo en un puesto que vendía unas telas especialmente hermosas, eran suaves, livianas, tenían una caída preciosa, se imaginaba todos los vestidos hermosos que podría hacerse con tan bello y delicado estampado. Entonces la escucho, los comentarios de una muy sensata mujer que pensaba igual que ella. Se voltio para ver de quien se trataba, se quedo fascinada desde el primer momento, era una mujer que llevaba la elegancia como nombre y apellido, con unos ojos preciosos que la hizo sentir cierta envidia a Miyuki, la próxima vez se los haría de ese color; ropas que acompañaban muy bien porte, una sonrisa encantadora.
- Sin duda que lo es – Dijo la kitsune sonriendo de oreja a oreja, completamente ingenua – Estoy segura que podría, Señorita, una mujer con un porte tan elegante no debería tener problemas –
A diferencia de lo que se podría esperar entre humanos, Miyuki decía sinceramente lo que estaba pensando, no hacia comentarios que no pensara en verdad, y al conocer poco de la interacción con otras razas, tampoco se sentía obligada a hacer cumplidos por simple cordialidad. Durante la charla no dejaba de sonreír, aun le costaba mucho expresar otros sentimientos que no fueran ese, y habían tocado su punto débil, que era precisamente hablar sobre telas.
Miro con algo más de atención a la mujer, no entendía bien porque era, pero algo en ella llamaba su atención, no quería ser descortés, así que no fijaba mucho su mirada, pero una pequeña parte suya le decía que algo no estaba bien. Con disimulo olió su fragancia, en un intento de averiguar qué era lo extraño, tuvo una respuesta rápidamente, esta supuesta mujer no olía a humana, no tenia ninguno de los olores típicos de los de esa especie, era mas bien, como si tuviera puesto encima un perfume de humana, pero debajo era otra cosa la que se percibía.
Si no era humana, entonces ¿Qué era?, Miyuki no lo sabía, nunca había sentido una cosa parecida, pero le gustaba la buena vestimenta, y era un ejemplo de elegancia, no podía ser una mala persona. Obviamente en la mente de la kitsune esto tenia mucho sentido, aunque cualquier otro de seguro habría salido corriendo de allí de inmediato, ella se quedo parada, más que predispuesta a continuar con la charla.
- Disculpe mi atrevimiento, pero debo decirle, que es una alegría el poder encontrar a una persona con buen gusto para variar – Comento sonriente.
Iba por el mercado dando pasitos cortos, haciendo sonar sus pequeñas sandalias de madera en un compás casi rítmico, sonreía siempre amable a cada uno de los vendedores que se acercaban, incluso a los que le acercaban gallinas a la cara, y a las mujeres que le gritaban estruendosas lo que estaban vendiendo.
Se detuvo en un puesto que vendía unas telas especialmente hermosas, eran suaves, livianas, tenían una caída preciosa, se imaginaba todos los vestidos hermosos que podría hacerse con tan bello y delicado estampado. Entonces la escucho, los comentarios de una muy sensata mujer que pensaba igual que ella. Se voltio para ver de quien se trataba, se quedo fascinada desde el primer momento, era una mujer que llevaba la elegancia como nombre y apellido, con unos ojos preciosos que la hizo sentir cierta envidia a Miyuki, la próxima vez se los haría de ese color; ropas que acompañaban muy bien porte, una sonrisa encantadora.
- Sin duda que lo es – Dijo la kitsune sonriendo de oreja a oreja, completamente ingenua – Estoy segura que podría, Señorita, una mujer con un porte tan elegante no debería tener problemas –
A diferencia de lo que se podría esperar entre humanos, Miyuki decía sinceramente lo que estaba pensando, no hacia comentarios que no pensara en verdad, y al conocer poco de la interacción con otras razas, tampoco se sentía obligada a hacer cumplidos por simple cordialidad. Durante la charla no dejaba de sonreír, aun le costaba mucho expresar otros sentimientos que no fueran ese, y habían tocado su punto débil, que era precisamente hablar sobre telas.
Miro con algo más de atención a la mujer, no entendía bien porque era, pero algo en ella llamaba su atención, no quería ser descortés, así que no fijaba mucho su mirada, pero una pequeña parte suya le decía que algo no estaba bien. Con disimulo olió su fragancia, en un intento de averiguar qué era lo extraño, tuvo una respuesta rápidamente, esta supuesta mujer no olía a humana, no tenia ninguno de los olores típicos de los de esa especie, era mas bien, como si tuviera puesto encima un perfume de humana, pero debajo era otra cosa la que se percibía.
Si no era humana, entonces ¿Qué era?, Miyuki no lo sabía, nunca había sentido una cosa parecida, pero le gustaba la buena vestimenta, y era un ejemplo de elegancia, no podía ser una mala persona. Obviamente en la mente de la kitsune esto tenia mucho sentido, aunque cualquier otro de seguro habría salido corriendo de allí de inmediato, ella se quedo parada, más que predispuesta a continuar con la charla.
- Disculpe mi atrevimiento, pero debo decirle, que es una alegría el poder encontrar a una persona con buen gusto para variar – Comento sonriente.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
Cada una de las respuestas que daba Miyuki era tan natural que por un momento Ethel dudó si se trataba del zorro al que buscaba. Pero se mantenía en su teatro, sonriendo y siendo tan amable y encantadora como podía ser cuando quería ser amable y encantadora
Se sonrojó tímidamente con sus comentarios y estuvo a punto de descartarla cuando lo vio. El sutil movimiento de su nariz, olfateaba. Su sonrisa fue radiante y supo hacerla coincidir con su halago.
- Exactamente lo mismo puedo decir yo, sobre usted señorita. Aunque a veces las apariencias engañan, se lleva uno cada decepción... - suspiró melancólica y señaló con elegancia y cortesía en dirección de otra mujer. Era hermosa, elegante y se vestía muy bien; daba la impresión ser de aquellos mal llamados nobles. Todo en ella hacía juego, la delicadeza de sus joyas, la bella sombrilla con la que se protegía del sol - por ejemplo ella. Creo que aprendí de ella todo lo que sé de gusto, es tan elegante, tan... dama, pero... pero no se le puede considerar de buen gusto a alguien que es capaz de contratar personas para que talen parte del bosque solo porque quiere tener un lugar para yo no sé que cosas... - su tono, sus gestos hablaban de lo horrorizada que se sentía.
Aunque los ojos de Ethel estaban puestos en su cómplice, no perdía detalle de como se tomaba la noticia de atentar contra el bosque su acompañante. Miraba a la antigua Flor con un gesto de compasión y confusión, como si no solo no concibiera tal acto, sino que lo rechazara. Esa parte no era teatro, si su cómplice realmente tuviera la intención de atentar contra el bosque, solo por construir algo en favor de su vanidad, Ethel misma habría acabado con ella, volviéndola un ente tan humillado, en una situación tan denigrante que acabar con su existencia habría sido un descanso y no parte del castigo.
Ethel creía en el caos, en la destrucción, pero también amaba y respetaba la naturaleza. Era parte de su pasado, una parte que siempre estaría con ella. Sus ansias de corromper y destruir estaban muy relacionadas con eso: si el mundo se destruía, renacería una nueva vida, mas pura, mas.... natural. La destrucción de los seres por la destrucción era uno de sus deportes favoritos. Pero destruir bosques solo por destruir, sin hacerlo renacer como algo a fin y mejorado era algo que no concebía, que reprochaba.
Todo eso quedaba en su interior e incluso muy lejos en sus pensamientos. Lo que se veía por fuera era que pronto cambió su actitud, retomando lentamente la calma y control de sus emociones.
- Encantada de conocerle, mi nombre es Ethel XXXXXXXX*. Sería mucha molestia pedirle que me acompañara donde mi modista para que aprenda como replicar un vestido tan lindo como el suyo? - preguntó un poco azorada, como si la idea de plagio se le antojara vergonzosa.
- Me la llevo, si fuera tan amable de empacarmela, le estaría muy agradecida - dijo al encargado, con una sonrisa cordial, para luego volver a agradecerle.
Si era un kitsune, la carnada puesta debía funcionar.
*Tengo el apellido, pero en este momento no lo recuerdo.
Se sonrojó tímidamente con sus comentarios y estuvo a punto de descartarla cuando lo vio. El sutil movimiento de su nariz, olfateaba. Su sonrisa fue radiante y supo hacerla coincidir con su halago.
- Exactamente lo mismo puedo decir yo, sobre usted señorita. Aunque a veces las apariencias engañan, se lleva uno cada decepción... - suspiró melancólica y señaló con elegancia y cortesía en dirección de otra mujer. Era hermosa, elegante y se vestía muy bien; daba la impresión ser de aquellos mal llamados nobles. Todo en ella hacía juego, la delicadeza de sus joyas, la bella sombrilla con la que se protegía del sol - por ejemplo ella. Creo que aprendí de ella todo lo que sé de gusto, es tan elegante, tan... dama, pero... pero no se le puede considerar de buen gusto a alguien que es capaz de contratar personas para que talen parte del bosque solo porque quiere tener un lugar para yo no sé que cosas... - su tono, sus gestos hablaban de lo horrorizada que se sentía.
Aunque los ojos de Ethel estaban puestos en su cómplice, no perdía detalle de como se tomaba la noticia de atentar contra el bosque su acompañante. Miraba a la antigua Flor con un gesto de compasión y confusión, como si no solo no concibiera tal acto, sino que lo rechazara. Esa parte no era teatro, si su cómplice realmente tuviera la intención de atentar contra el bosque, solo por construir algo en favor de su vanidad, Ethel misma habría acabado con ella, volviéndola un ente tan humillado, en una situación tan denigrante que acabar con su existencia habría sido un descanso y no parte del castigo.
Ethel creía en el caos, en la destrucción, pero también amaba y respetaba la naturaleza. Era parte de su pasado, una parte que siempre estaría con ella. Sus ansias de corromper y destruir estaban muy relacionadas con eso: si el mundo se destruía, renacería una nueva vida, mas pura, mas.... natural. La destrucción de los seres por la destrucción era uno de sus deportes favoritos. Pero destruir bosques solo por destruir, sin hacerlo renacer como algo a fin y mejorado era algo que no concebía, que reprochaba.
Todo eso quedaba en su interior e incluso muy lejos en sus pensamientos. Lo que se veía por fuera era que pronto cambió su actitud, retomando lentamente la calma y control de sus emociones.
- Encantada de conocerle, mi nombre es Ethel XXXXXXXX*. Sería mucha molestia pedirle que me acompañara donde mi modista para que aprenda como replicar un vestido tan lindo como el suyo? - preguntó un poco azorada, como si la idea de plagio se le antojara vergonzosa.
- Me la llevo, si fuera tan amable de empacarmela, le estaría muy agradecida - dijo al encargado, con una sonrisa cordial, para luego volver a agradecerle.
Si era un kitsune, la carnada puesta debía funcionar.
*Tengo el apellido, pero en este momento no lo recuerdo.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
Miyuki acepto el halago con toda humildad y secreta satisfacción, pensaba que su disfraz era perfecto, incluso para una no humana, era toda una genio. Miro entonces a la mujer señalada, con disimulo, asomando apenas la mirada, lo único que faltaba era que las descubriera espiando y las tildara de mal educadas. Era cierto que la mujer en cuestión tenia muy buen gusto, sus ropas eran muy finas, su porte era noble, y tenia un gran cuidado de su imagen en general.
- oh! Pero que horrible – Dijo Miyuki tapándose la boca con una mano, la idea en verdad era espantosa - Que poca consciencia tienen las personas... - Agrego negando con la cabeza.
Era cierto que últimamente Miyuki había tenido muchos contratiempos con los bosques, pero como le gustaba decirle, no era que se odiaran o algo similar, tenían mas bien un conflicto de intereses. Ella quería conocer mundo, sentir personas, aprender cosas nuevas, y el bosque le impedía todo esto. Pero no por eso lo amaba menos, eso hubiese sido como negar sus mismas raíces.
Pero el comentario de la mujer le decía también otras cosa, que conocía al menos a parte de la nobleza del lugar, que tenia contactos entre las personas de renombre quizás. No era que a la kitsune le importara el dinero, ni el tener una buena posición política, todas esas cosas humanas escapaban a su comprensión, siquiera le dedicaba un minuto de su tiempo en pensarlas. Lo que le interesaba era la idea de conocer a personas que tuvieran alguna clase de estudio, y con los cuales pudiera hablar de algún tema interesante, entrar en uno de esos lugares donde los modales y el buen gusto lo eran todo.
- Mucho gusto, Señorita Ethel, disculpe mi atrevimiento de llamarla por su nombre con tanta confianza, yo soy simplemente Miyuki –Dijo mientras hacia una reverencia, acompañando el gesto siempre con una sonrisa encantadora, sus modales eran impecables, fiel a su estilo – ¡Por supuesto que la acompaño! – Contesto casi dando un salto de alegría – Este es un modelo muy popular en donde yo vivo, me sentiría honrada de que quiera copiarlo.
A cada palabra Ethel le parecía más y más encantadora, no solo era una mujer hermosa e inteligente, tenía también un gusto exquisito y sus modales eran perfectos. Mientras la miraba comprar la tela, entendió porque había terminado en esa ciudad (de la cual, por cierto, aun no conocía siquiera el nombre) al parecer el destino quería que se encontrara con esta maravillosa mujer.
- Vamos entonces, cuénteme más de usted por el camino, si no es mucha molestia, presiento que tenemos mucho en común – Un leve tono misterioso se le escapo con ese comentario, pero lo cubrió rápidamente con una risita tonta – Jijiji! Que cosas – Luego las tomo del brazo y comenzó a caminar.
- oh! Pero que horrible – Dijo Miyuki tapándose la boca con una mano, la idea en verdad era espantosa - Que poca consciencia tienen las personas... - Agrego negando con la cabeza.
Era cierto que últimamente Miyuki había tenido muchos contratiempos con los bosques, pero como le gustaba decirle, no era que se odiaran o algo similar, tenían mas bien un conflicto de intereses. Ella quería conocer mundo, sentir personas, aprender cosas nuevas, y el bosque le impedía todo esto. Pero no por eso lo amaba menos, eso hubiese sido como negar sus mismas raíces.
Pero el comentario de la mujer le decía también otras cosa, que conocía al menos a parte de la nobleza del lugar, que tenia contactos entre las personas de renombre quizás. No era que a la kitsune le importara el dinero, ni el tener una buena posición política, todas esas cosas humanas escapaban a su comprensión, siquiera le dedicaba un minuto de su tiempo en pensarlas. Lo que le interesaba era la idea de conocer a personas que tuvieran alguna clase de estudio, y con los cuales pudiera hablar de algún tema interesante, entrar en uno de esos lugares donde los modales y el buen gusto lo eran todo.
- Mucho gusto, Señorita Ethel, disculpe mi atrevimiento de llamarla por su nombre con tanta confianza, yo soy simplemente Miyuki –Dijo mientras hacia una reverencia, acompañando el gesto siempre con una sonrisa encantadora, sus modales eran impecables, fiel a su estilo – ¡Por supuesto que la acompaño! – Contesto casi dando un salto de alegría – Este es un modelo muy popular en donde yo vivo, me sentiría honrada de que quiera copiarlo.
A cada palabra Ethel le parecía más y más encantadora, no solo era una mujer hermosa e inteligente, tenía también un gusto exquisito y sus modales eran perfectos. Mientras la miraba comprar la tela, entendió porque había terminado en esa ciudad (de la cual, por cierto, aun no conocía siquiera el nombre) al parecer el destino quería que se encontrara con esta maravillosa mujer.
- Vamos entonces, cuénteme más de usted por el camino, si no es mucha molestia, presiento que tenemos mucho en común – Un leve tono misterioso se le escapo con ese comentario, pero lo cubrió rápidamente con una risita tonta – Jijiji! Que cosas – Luego las tomo del brazo y comenzó a caminar.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
Esa no era del todo la respuesta que había esperado Ethel que tuviera el kitusne, pero, seguía siendo algo útil. No porque no se abocara de la forma en que dicto el estereotipo en pro de la defensa del bosque, implicaba que no fuera exactamente lo que estaba buscando su curiosidad inquieta. Así que aun no se había decepcionado, había mucho por verse y averiguar, aun.
Además, sus razones tendría para no defenderlo y de ser así, un kitsune atípico sería una joya aun mas preciada para ella. Mientras durara el capricho, claro esta.
De momento sus ojos estudiaron con detenimiento la sombrilla de la muchacha y bajaron con total normalidad y con aire casual hasta la sombra que proyectaba, antes de recibir el paquete de parte del encargado. Con un sutil ademán, indicó a otra muchacha que se encontraba relativamente cerca a ellas que se acercara y le dio su paquete, el cual sujetó junto a otros tantos.
respondió a su reverencia con un elegante movimiento de cabeza, sonriendo ante la mención de su nombre.
- Tranquila, los formalismos aunque necesarios, a veces aburren y ya que es usted Miyuki a secas, no se vería bien que me tratara por nombre y apellido - su sonrisa de encanto no solo fue perfecta, sino natural y, pese a lo que podía esperarse, sincera, le nacía ser encantadora con ella.
- No espero hacer una copia exacta, me agrada mantener algo de originalidad, pero si sería un buen patrón para otros diseños - empezó a caminar, esperando que Miyuki la siguiera - claro que eso ya no depende de mí, si no de mi sastre -
Escuchó lo que le decía. Le causaba un pco de gracia. Si las cosas eran como esperaba que fueran, entonces si tendrían mucho en comun y habría un poco todos los días para saciar la curiosidad de Miyuki, siempre que la de Ethel, quedara saciada también.
- Claro, no es molestia, tendremos toda la tarde para platicar. Me estoy hospedando en la posada Villareal, no queda muy lejos de aquí, así que si se nos hace tarde ellos sabrán arreglar ese asunto. Pero antes que le cuente sobre mía hay algo que ya me dejó intrigada, "donde usted vive" dijo? Los seres en estas islas son tan variopintos que me supuse era de aquí, veo que me equivoqué - reconoció con humildad - de donde viene? - preguntó con curiosidad, levantando un poco la falda de su vestido al caminar.
Además, sus razones tendría para no defenderlo y de ser así, un kitsune atípico sería una joya aun mas preciada para ella. Mientras durara el capricho, claro esta.
De momento sus ojos estudiaron con detenimiento la sombrilla de la muchacha y bajaron con total normalidad y con aire casual hasta la sombra que proyectaba, antes de recibir el paquete de parte del encargado. Con un sutil ademán, indicó a otra muchacha que se encontraba relativamente cerca a ellas que se acercara y le dio su paquete, el cual sujetó junto a otros tantos.
respondió a su reverencia con un elegante movimiento de cabeza, sonriendo ante la mención de su nombre.
- Tranquila, los formalismos aunque necesarios, a veces aburren y ya que es usted Miyuki a secas, no se vería bien que me tratara por nombre y apellido - su sonrisa de encanto no solo fue perfecta, sino natural y, pese a lo que podía esperarse, sincera, le nacía ser encantadora con ella.
- No espero hacer una copia exacta, me agrada mantener algo de originalidad, pero si sería un buen patrón para otros diseños - empezó a caminar, esperando que Miyuki la siguiera - claro que eso ya no depende de mí, si no de mi sastre -
Escuchó lo que le decía. Le causaba un pco de gracia. Si las cosas eran como esperaba que fueran, entonces si tendrían mucho en comun y habría un poco todos los días para saciar la curiosidad de Miyuki, siempre que la de Ethel, quedara saciada también.
- Claro, no es molestia, tendremos toda la tarde para platicar. Me estoy hospedando en la posada Villareal, no queda muy lejos de aquí, así que si se nos hace tarde ellos sabrán arreglar ese asunto. Pero antes que le cuente sobre mía hay algo que ya me dejó intrigada, "donde usted vive" dijo? Los seres en estas islas son tan variopintos que me supuse era de aquí, veo que me equivoqué - reconoció con humildad - de donde viene? - preguntó con curiosidad, levantando un poco la falda de su vestido al caminar.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
El paraguas tenía para Miyuki un doble objetivo, la más importante, cubrir su sombra zorruna de miradas indiscretas que pudieran hacer preguntas aun más indiscretas, y segunda, pero no menos importante, porque le molestaba que el sol la cegara con sus molestos rayos, y que amenazara con tostar su blanca e imaginaría piel. Bueno, si había que ser sincera tenía un tercero, quedaba muy bien con el traje, el estilo ante todo.
Miro con interés a la muchacha que se acerco a buscar el paquete de Ethel, nunca había estado con alguien que tuviera... ¿Sirvientes? ¿Ayudantes? No estaba muy segura de cómo catalogarlos, pero eran sinónimo de persona con categoría, y eso a Miyuki le encantaba, cuanta elegancia exhalaba cada uno de los movimientos de ella, con que gracia y naturalidad hacia las reverencias, y los gestos.
Asintió ante el comentario de la mujer, ciertamente había veces en que las formalidades quedaban de mas, además de eso, la sonrisa que Ethel le devolvía era encantadora, casi lograba que uno le diera la razón por que si.
- Lo entiendo perfectamente, no tendría ninguna gracia ir vestidas iguales – Dijo riendo de modo fresco y sincero – Me vería obligada a cambiarme y no prestarme más a esta clase de asuntos – Sin duda ir vestidas iguale son tendría ninguna gracia, pero quizás hasta sería divertido en cierto sentido.
Ethel estaba dispuesta a hablar ¡Incluso una tarde entera! Que felicidad le causaba ese comentario a la kitsune, debía ser porque no era consciente de lo que eso podía significar, pese a su ingenio zorruno, aun era muy joven, muy confiada, muy ingenua, y era por eso que siempre se metía en problemas. Ahora le proponían pasar toda una tarde de grata e interesante charla, con una mujer que por lo poco que notaba era impresionante y un modista que las deleitaría con nuevos diseños.
- Claro, claro – Dijo al oír el nombre del hospedaje, como si supiera de qué lugar se trataba – Y si hay algo de té de por medio, me sentiría de maravilla.
Y entonces llego la pregunta que siempre ponía en problemas, es que aun no se ponía de acuerdo con respecto a qué respuesta dar, tendría que haber averiguado el nombre de algún pueblito alejado del mundo para no tener esa clase de problemas.
- Vengo de... – Comenzó pensando a toda velocidad – Un pueblo pequeño, bastante alejado de esta zona, cerca de la isla Valanderiel – Ya tenía una idea, era cuestión de seguir agregándole algunos detalles - Una de esas islas algo más pequeñas y poco conocidas de por allí.
Una respuesta perfectamente imprecisa, como era de esperarse, solo había estado una vez en esa isla, así que tampoco podía dar grandes detalles, por eso mismo tampoco podía decir que era dentro de Valanderiel propiamente dicho. Siguieron caminando, Miyuki seguía a la mujer con absoluta confianza, sonriendo complacida de cómo estaba saliendo todo en general, un tropezón no es caída, y la tarde se presentaba prometedora.
Miro con interés a la muchacha que se acerco a buscar el paquete de Ethel, nunca había estado con alguien que tuviera... ¿Sirvientes? ¿Ayudantes? No estaba muy segura de cómo catalogarlos, pero eran sinónimo de persona con categoría, y eso a Miyuki le encantaba, cuanta elegancia exhalaba cada uno de los movimientos de ella, con que gracia y naturalidad hacia las reverencias, y los gestos.
Asintió ante el comentario de la mujer, ciertamente había veces en que las formalidades quedaban de mas, además de eso, la sonrisa que Ethel le devolvía era encantadora, casi lograba que uno le diera la razón por que si.
- Lo entiendo perfectamente, no tendría ninguna gracia ir vestidas iguales – Dijo riendo de modo fresco y sincero – Me vería obligada a cambiarme y no prestarme más a esta clase de asuntos – Sin duda ir vestidas iguale son tendría ninguna gracia, pero quizás hasta sería divertido en cierto sentido.
Ethel estaba dispuesta a hablar ¡Incluso una tarde entera! Que felicidad le causaba ese comentario a la kitsune, debía ser porque no era consciente de lo que eso podía significar, pese a su ingenio zorruno, aun era muy joven, muy confiada, muy ingenua, y era por eso que siempre se metía en problemas. Ahora le proponían pasar toda una tarde de grata e interesante charla, con una mujer que por lo poco que notaba era impresionante y un modista que las deleitaría con nuevos diseños.
- Claro, claro – Dijo al oír el nombre del hospedaje, como si supiera de qué lugar se trataba – Y si hay algo de té de por medio, me sentiría de maravilla.
Y entonces llego la pregunta que siempre ponía en problemas, es que aun no se ponía de acuerdo con respecto a qué respuesta dar, tendría que haber averiguado el nombre de algún pueblito alejado del mundo para no tener esa clase de problemas.
- Vengo de... – Comenzó pensando a toda velocidad – Un pueblo pequeño, bastante alejado de esta zona, cerca de la isla Valanderiel – Ya tenía una idea, era cuestión de seguir agregándole algunos detalles - Una de esas islas algo más pequeñas y poco conocidas de por allí.
Una respuesta perfectamente imprecisa, como era de esperarse, solo había estado una vez en esa isla, así que tampoco podía dar grandes detalles, por eso mismo tampoco podía decir que era dentro de Valanderiel propiamente dicho. Siguieron caminando, Miyuki seguía a la mujer con absoluta confianza, sonriendo complacida de cómo estaba saliendo todo en general, un tropezón no es caída, y la tarde se presentaba prometedora.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
La muchacha que las seguía mantenía una prudente distancia y en ningún momento le mantuvo la mirada a Miyuki, cuando está la miró. Todo lo contrario, se mostraba respetuosa y servicial; si charlaba tan amenamente con su señora, debía tratarse de una de sus amistadas y por tanto se le daba el mismo trato.
Por su lado, Ethel reía con los comentarios de la kitsune. Era graciosa, para variar era algo refrescante. Tenía cierta inocencia de la que esperaba aprovecharse en algún momento de esto, pero para eso, necesitaba la tarde, quería hacerlo bien, antes que una entretención a sus bajas perversiones, lo que esperaba de esto era algo así como una aliada...
Pero de momento, disfrutaba de su ingenuidad. Creer que ella asentiría con credulidad ante lo que le decía de su hogar era bastante pretencioso, pero le concedía el punto de intentarlo. " Cerca a la isla Valanderiel, una de esas islas algo más pequeñas y poco conocidas de por allí ". Se preguntó, sin borrar su sonrisa encantadora, hacía cuanto estaría rondando por el sector. No podía ser mucho, de ser así... sabría que su vestimenta no era usual en esas islas.
- Poco conocida? - preguntó con interés - Eso es fascinante. En este momento, me desempeño como Institutriz - sonrió con orgullo y luego inclinó la cabeza al pasar por la recepción del hostal.
- Buen día señora - dijo la recepcionista, enfundada en un lindo vestido que hacía juego con los vestidos y ropas de otros empleados del hostal
- Ya que yo no soy de esta región, una de las primeras clases que estoy dándole a mi pupilo es sobre geografía. Hemos recorrido la grandes islas y lo he echo hacer un mapa de la región sobre el que trabajaremos después. Ir a islas poco conocidas, creo que será una ejercicio muy instructivo - mientras hablaba, iban ascendiendo las escaleras, al segundo, al tercero, al cuarto.
En este, había lo que se podría llamar suite. La puerta se abría a una salita iluminada por un enorme ventanal con vista al mar, junto a esta había una pequeña mesa con tres puestos para el té. Los frescos pisos de mármol tenían elegantes alfombras bajo los muebles.
Al rededor de ese recibidor, había tres puertas, todas de doble hoja pero una más grande que las otras dos, dando la impresión de ser la principal. Las dos más pequeñas estaban abiertas y a primera vista dejaban ver camas con dosel.
La "criada" ingresó antes que ellas y se dirigió a una de las habitaciones, en donde dejó las compras y luego cruzo a una cuarta puerta, sencilla y casi oculta, que cerró de inmediato.
Mientras tanto, Ethel le hacía un ademán a Miyuki para que ingresara.
- Coral irá a por la modista, cuando nos haya traído un poco de té - se sentó en la salita y esperó a que lo hiciera Miyuki
Por su lado, Ethel reía con los comentarios de la kitsune. Era graciosa, para variar era algo refrescante. Tenía cierta inocencia de la que esperaba aprovecharse en algún momento de esto, pero para eso, necesitaba la tarde, quería hacerlo bien, antes que una entretención a sus bajas perversiones, lo que esperaba de esto era algo así como una aliada...
Pero de momento, disfrutaba de su ingenuidad. Creer que ella asentiría con credulidad ante lo que le decía de su hogar era bastante pretencioso, pero le concedía el punto de intentarlo. " Cerca a la isla Valanderiel, una de esas islas algo más pequeñas y poco conocidas de por allí ". Se preguntó, sin borrar su sonrisa encantadora, hacía cuanto estaría rondando por el sector. No podía ser mucho, de ser así... sabría que su vestimenta no era usual en esas islas.
- Poco conocida? - preguntó con interés - Eso es fascinante. En este momento, me desempeño como Institutriz - sonrió con orgullo y luego inclinó la cabeza al pasar por la recepción del hostal.
- Buen día señora - dijo la recepcionista, enfundada en un lindo vestido que hacía juego con los vestidos y ropas de otros empleados del hostal
- Ya que yo no soy de esta región, una de las primeras clases que estoy dándole a mi pupilo es sobre geografía. Hemos recorrido la grandes islas y lo he echo hacer un mapa de la región sobre el que trabajaremos después. Ir a islas poco conocidas, creo que será una ejercicio muy instructivo - mientras hablaba, iban ascendiendo las escaleras, al segundo, al tercero, al cuarto.
En este, había lo que se podría llamar suite. La puerta se abría a una salita iluminada por un enorme ventanal con vista al mar, junto a esta había una pequeña mesa con tres puestos para el té. Los frescos pisos de mármol tenían elegantes alfombras bajo los muebles.
Al rededor de ese recibidor, había tres puertas, todas de doble hoja pero una más grande que las otras dos, dando la impresión de ser la principal. Las dos más pequeñas estaban abiertas y a primera vista dejaban ver camas con dosel.
La "criada" ingresó antes que ellas y se dirigió a una de las habitaciones, en donde dejó las compras y luego cruzo a una cuarta puerta, sencilla y casi oculta, que cerró de inmediato.
Mientras tanto, Ethel le hacía un ademán a Miyuki para que ingresara.
- Coral irá a por la modista, cuando nos haya traído un poco de té - se sentó en la salita y esperó a que lo hiciera Miyuki
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
La muchacha que las seguía era de lo más encantadora, servicial, pero no asustadiza, cortes, pero no demasiado, respetuosa pero no hasta el punto de ser un perrito. Sería que hacia mucho que servía a Ethel, sabía bien como tenía que comportarse, ¿Sería igual con todas las otras sirvientas? Por que a esa altura, la kitsune ya suponía que no sería la única sirvienta que vería ese día.
¿Una institutriz? Eso no era bueno para la kitsune, no quería más preguntas sobre donde vivía, se pondría nerviosa, y cuando se ponía nerviosa la mejor opción era huir despavorida, pero no quería hacer eso, porque hasta el momento le caía muy bien la mujer. Mientras escuchaba esto Miyuki cerraba el paraguas, en el preciso momento en que la luz del sol dejaba de asolarla para dar paso a las frescas sombras del interior del hostal. Era un lugar de muy buena categoría, la muchacha quedo encantada con la idea de poder pasar la tarde en tan bonito lugar, una vez más no era cuestión de lujos o de dinero, sino de que el sitio le resultaba encantador.
- Que impresionante, yo no suelo viajar mucho, así que no soy muy conocedora tampoco de las islas – Comento mientras subían las largas escaleras, la kitsune ponía poco apoyo en los pies mientras caminaba, pero hacia el gesto a la perfección, incluso sus sandalias de madera hacían el rítmico ruido característico de su modo elegante de caminar, y es que todo era un conjunto, el hermoso atuendo, y los delicados movimientos no eran nada si no caminaba como correspondía, su disfraz era un todo.
Miyuki contemplo el cuarto con curiosidad típica de las de su especie, era un cuarto en verdad precioso, es que ¿Había algo en Ethel que no fuera precioso? Se lo preguntaría luego, ya que, con mucho respeto, ingreso al lugar para estudiarlo de más cerca, se quito las sandalias, no por comodidad, sino porque era costumbre de donde ella venía, sus medias eran gruesas y preparadas precisamente para eso. Se acerco con pasos cortos pero veloces a la ventana, con los ojos, grandes e inocentes, emocionados por la bella vista.
- Señorita Ethel, que hermoso lugar – Dijo profundamente conmovida – Comienzo a preguntarme si hay algo en usted que no sea exquisito.
Y la palabra encajaba bien, no cabria ninguna otra, todos los detalles estaban siempre perfectamente cuidados, como en aquellos platos exóticos que le sirven a uno en los restaurantes finos, que no solo son deliciosos, sino también vistosos, y únicos, estimulan todos los sentidos de modo tal que quien lo pruebe se sienta extasiado.
Asintió luego del comentario sobre Coral, ahora sabía el nombre de la muchacha, disfrutaría también de conversar con ella luego. Se alejo de la ventana dirigiéndose a uno de los asientos libres, junto a Ethel como era de esperarse, pero no a su derecha porque sería en un opinión un atrevimiento considerar que ya podía tomar semejante lugar. Espalda recta, piernas delicadamente cerradas, manos cruzadas sobre su regazo y gesto sonriente, pero sin mostrar los dientes, era más bien una risa zorruna que no podía evitar cuando estaba contenta, sus ojos parecían final líneas y su sonrisa se ampliaba.
Rápidamente se calmo, se tapo la boca con una de las manos y cambio su gesto, consideraba una falta de cortesía el sonreír tan ampliamente.
- ¿Y a que se dedicaba antes de ser institutriz, Señorita Ethel? – Comenzó la charla la kitsune con gesto alegre.
¿Una institutriz? Eso no era bueno para la kitsune, no quería más preguntas sobre donde vivía, se pondría nerviosa, y cuando se ponía nerviosa la mejor opción era huir despavorida, pero no quería hacer eso, porque hasta el momento le caía muy bien la mujer. Mientras escuchaba esto Miyuki cerraba el paraguas, en el preciso momento en que la luz del sol dejaba de asolarla para dar paso a las frescas sombras del interior del hostal. Era un lugar de muy buena categoría, la muchacha quedo encantada con la idea de poder pasar la tarde en tan bonito lugar, una vez más no era cuestión de lujos o de dinero, sino de que el sitio le resultaba encantador.
- Que impresionante, yo no suelo viajar mucho, así que no soy muy conocedora tampoco de las islas – Comento mientras subían las largas escaleras, la kitsune ponía poco apoyo en los pies mientras caminaba, pero hacia el gesto a la perfección, incluso sus sandalias de madera hacían el rítmico ruido característico de su modo elegante de caminar, y es que todo era un conjunto, el hermoso atuendo, y los delicados movimientos no eran nada si no caminaba como correspondía, su disfraz era un todo.
Miyuki contemplo el cuarto con curiosidad típica de las de su especie, era un cuarto en verdad precioso, es que ¿Había algo en Ethel que no fuera precioso? Se lo preguntaría luego, ya que, con mucho respeto, ingreso al lugar para estudiarlo de más cerca, se quito las sandalias, no por comodidad, sino porque era costumbre de donde ella venía, sus medias eran gruesas y preparadas precisamente para eso. Se acerco con pasos cortos pero veloces a la ventana, con los ojos, grandes e inocentes, emocionados por la bella vista.
- Señorita Ethel, que hermoso lugar – Dijo profundamente conmovida – Comienzo a preguntarme si hay algo en usted que no sea exquisito.
Y la palabra encajaba bien, no cabria ninguna otra, todos los detalles estaban siempre perfectamente cuidados, como en aquellos platos exóticos que le sirven a uno en los restaurantes finos, que no solo son deliciosos, sino también vistosos, y únicos, estimulan todos los sentidos de modo tal que quien lo pruebe se sienta extasiado.
Asintió luego del comentario sobre Coral, ahora sabía el nombre de la muchacha, disfrutaría también de conversar con ella luego. Se alejo de la ventana dirigiéndose a uno de los asientos libres, junto a Ethel como era de esperarse, pero no a su derecha porque sería en un opinión un atrevimiento considerar que ya podía tomar semejante lugar. Espalda recta, piernas delicadamente cerradas, manos cruzadas sobre su regazo y gesto sonriente, pero sin mostrar los dientes, era más bien una risa zorruna que no podía evitar cuando estaba contenta, sus ojos parecían final líneas y su sonrisa se ampliaba.
Rápidamente se calmo, se tapo la boca con una de las manos y cambio su gesto, consideraba una falta de cortesía el sonreír tan ampliamente.
- ¿Y a que se dedicaba antes de ser institutriz, Señorita Ethel? – Comenzó la charla la kitsune con gesto alegre.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
Se había puesto nerviosa? Que dulce. No era su intención, solo esperaba que se diera cuenta que no la podría engañar con algunas cosas o que si lo iba a intentar, entonces se esmerara. Sin duda, era muy dulce.
- Eso no es problema, sino tienes muchas asuntos que atender, entonces podrías viajar con nosotros de vez en cuando. Esta pequeñas expediciones están programadas para hacerlas cada seis meses, así que no tienen por qué interferir. Como le digo, será bienvenida cuando quiera - sonrió con gentileza, la invitación abierta era real, si quería viajar con ellos tanto que mejor, de momento no quería obligarla a nada, solo... conocer. Aun así, solo se lo había mencionado al ingresar en el recibidor de la suite.
Ante su nuevo halago soltó la risa, graciosa, alegre, casi contagiosa.
- Eso lo dice porque aun no prueba nada preparado por mi - volvió a reír - la cocina se me da fatal. Y Stephen, mi pupilo, le diría sin temor alguno que mis reprimendas tampoco lo son -
Los profundos ojos azules de Ethel, que ahora se mostraban cálidos, evaluaban cada uno de los gestos de Miyuki, cada forma de reaccionar, la emoción con la que encajaba cada aspecto que descubría o creía descubrir. Era como una niña, podría tratarse de un espíritu joven o tal vez uno poco experimentado. Tanto que mejor.
El hermoso día que se colaba por el ventanal, dejaba que los rayos del sol proyectaran coquetas sombras al interior de la salita y pronto se ubicarían tal cual como los quería Ethel para empezar a ser un poco más sincera.
- Dirigía un grupo de muchachas - respondió con sinceridad, pero había un deje de melancolía en su tono, que no era fingido - Vivía en otra isla, a varios meses de este lugar, podría decirse que era un convento, pero eso sería desvirtuar la verdad. Sería más bien como un colegio, sin que en realidad lo fuera, pues muchas de ellas llegaban con habilidades y conocimientos que solo necesitaban reforzarse. Les enseñaba cosas, las preparaba para la vida y luego las envía a casa, algunas se quedaron conmigo otras iban como embajadoras de lo aprendido. Y antes que lo pregunte, le enseñaba de historia, de artes, etiqueta, que aprendieran a moverse, a hablar, que fueran señoritas pero lo mas importante, que supieran valerse por si mismas, que tuvieran valores o cuando menos, un código de conducta por el cual regirse - no mentía.
Ahora bien, dicho de esa forma daba pensar en muchas opciones, incluyendo el fin ultimo de sus muchachas: espionaje y asesinato.
- Llegado un momento, eran muy pocas a las que instruía, mis mejores alumnas se hacían cargo de eso, así que administraba el lugar, sus ganancias, los lugares donde debían ser enviadas mis muchachas y ese tipo de cosas -
Ethel suspiró y cuando quiso agregar algo, calló, pues Coral dejó sentir su presencia a un costado de la habitación
- Señoritas, desean la caja de té o algún en particular? - ambas manos en la parte frontal, juntas y apoyadas en su regazo, con la cabeza ligeramente gacha, Coral esperaba por una respuesta, ya que el agua para el té estaría pronto y si querían una u otra opción ese el momento para decirlo o el té no sabría igual.
Ethel dirigió su atención a Miyuki, con una mirada interrogante, era su invitada, ella decidía. Una vez tuvo su respuesta, continuó
- Y usted Miyuki, a que se dedica en la actualidad? - con su sonrisa afable, Coral desapareció de escena nuevamente.
- Eso no es problema, sino tienes muchas asuntos que atender, entonces podrías viajar con nosotros de vez en cuando. Esta pequeñas expediciones están programadas para hacerlas cada seis meses, así que no tienen por qué interferir. Como le digo, será bienvenida cuando quiera - sonrió con gentileza, la invitación abierta era real, si quería viajar con ellos tanto que mejor, de momento no quería obligarla a nada, solo... conocer. Aun así, solo se lo había mencionado al ingresar en el recibidor de la suite.
Ante su nuevo halago soltó la risa, graciosa, alegre, casi contagiosa.
- Eso lo dice porque aun no prueba nada preparado por mi - volvió a reír - la cocina se me da fatal. Y Stephen, mi pupilo, le diría sin temor alguno que mis reprimendas tampoco lo son -
Los profundos ojos azules de Ethel, que ahora se mostraban cálidos, evaluaban cada uno de los gestos de Miyuki, cada forma de reaccionar, la emoción con la que encajaba cada aspecto que descubría o creía descubrir. Era como una niña, podría tratarse de un espíritu joven o tal vez uno poco experimentado. Tanto que mejor.
El hermoso día que se colaba por el ventanal, dejaba que los rayos del sol proyectaran coquetas sombras al interior de la salita y pronto se ubicarían tal cual como los quería Ethel para empezar a ser un poco más sincera.
- Dirigía un grupo de muchachas - respondió con sinceridad, pero había un deje de melancolía en su tono, que no era fingido - Vivía en otra isla, a varios meses de este lugar, podría decirse que era un convento, pero eso sería desvirtuar la verdad. Sería más bien como un colegio, sin que en realidad lo fuera, pues muchas de ellas llegaban con habilidades y conocimientos que solo necesitaban reforzarse. Les enseñaba cosas, las preparaba para la vida y luego las envía a casa, algunas se quedaron conmigo otras iban como embajadoras de lo aprendido. Y antes que lo pregunte, le enseñaba de historia, de artes, etiqueta, que aprendieran a moverse, a hablar, que fueran señoritas pero lo mas importante, que supieran valerse por si mismas, que tuvieran valores o cuando menos, un código de conducta por el cual regirse - no mentía.
Ahora bien, dicho de esa forma daba pensar en muchas opciones, incluyendo el fin ultimo de sus muchachas: espionaje y asesinato.
- Llegado un momento, eran muy pocas a las que instruía, mis mejores alumnas se hacían cargo de eso, así que administraba el lugar, sus ganancias, los lugares donde debían ser enviadas mis muchachas y ese tipo de cosas -
Ethel suspiró y cuando quiso agregar algo, calló, pues Coral dejó sentir su presencia a un costado de la habitación
- Señoritas, desean la caja de té o algún en particular? - ambas manos en la parte frontal, juntas y apoyadas en su regazo, con la cabeza ligeramente gacha, Coral esperaba por una respuesta, ya que el agua para el té estaría pronto y si querían una u otra opción ese el momento para decirlo o el té no sabría igual.
Ethel dirigió su atención a Miyuki, con una mirada interrogante, era su invitada, ella decidía. Una vez tuvo su respuesta, continuó
- Y usted Miyuki, a que se dedica en la actualidad? - con su sonrisa afable, Coral desapareció de escena nuevamente.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
Mientras miraba el cuarto y hablaban en general, Miyuki pensaba en las palabras que le había dicho Ethel, en la "invitación" si se quiere que le había hecho para más adelante. Era una idea sumamente tentadora, sobre todo por la comodidad, podía ir a donde quisiera caminando, pero si podía evitar usar sus pies ¿Por qué no? Aparte, podría hablar con tan interesante mujer todos los días, probablemente le mostraría cosas que nunca antes había visto.
De seguro cocinar era muy difícil, técnicamente hablando, la kitsune jamas había tocado siquiera una cacerola, no había tenido necesidad, su comida siempre o bien estaba cruda, o era ilusión o la preparaba otro. Recordó un delicioso conejo que se había cruzado en su camino y se le hizo agua la boca, por suerte no era algo visible, que desastroso ir por ahí babeando.
- No puede ser tan mala – Dijo mientras reía también – Y en cualquier caso, nadie tiene el tiempo suficiente para ser extraordinaria en todo sentido, ¿O si? – Agrego y por un segundo sus ojos miraron suspicaces, pero fue solo un pestañeo.
Y es que ambas sabían que en medio de la charla había una farsa, Miyuki sabia que la anfitriona no era humana, y su instinto zorruno le decía que Ethel también sabia mucho más de lo que aparentaba. Aunque no estaba ni cerca de imaginar qué podía querer de ella, o qué pretendía lograr, pero esos detalles eran insignificantes, lo más importante era que adoraba el modo en que Ethel se reía. Pero la kitsune se daba cuenta que la observaba atentamente, sin embargo no se sentía apenada, sus gestos eran muy cálidos, y no daban lugar a la incomodidad.
El lugar que le planteaba Ethel resultaba muy extraño en la imaginación de Miyuki, porque el mismo discurso de la mujer era algo confuso. Era una escuela, sin serlo, un convento, pero no era así tampoco, preparaba a las muchachas para la vida, decía, pero le costaba imaginarlo en verdad, una duda se asentó en su cabeza.
- ¿Y como se prepara a alguien para la vida? – Dijo con los ojos bien grandes, llenos de curiosidad – Yo sé de historia, de arte, etiqueta, soy una señorita, pero aun así no me siento..... – Cerro la boca de pronto, llevada por la charla había estado a punto de decir cosas que no debía decir, no estaba segura porque, pero aun no debía decir nada de eso - ¿Y qué sucedió que ya no esta más allí? – Dijo para cambiar de tema.
Oportunamente llegó Coral a ofrecer té, su postura era perfecta, se notaba que Ethel era una excelente maestra, resultaba encantador observarla allí, completamente servicial, incluso algo de envidia le provocaba. ¿Envidia? Que extraño se sentía, tanto es así que se agarro el pecho por un instante, pero aprovecho el gesto y lo disfrazo de otro.
- Por mi esta bien un té de manzanilla, si es tan amable – Dijo aprovechando el gesto de la mano en el pecho para señalarse, sonrió dulcemente a la muchacha.
Así de rápido desapareció, como si un viento hubiese volado una imagen que nunca existió “Que maravillosa habilidad en una humana” pensó la kitsune. Luego volvió a dirigir su atención a la anfitriona, intentando buscar una buena historia que la salvara nuevamente del apuro, algo creíble, pero no demasiado complejo, si lo enredaba demasiado corría riesgo de confundirse luego.
- Me dedico a estudiar culturas – Era una mezcla de verdad, si uno no entraba en detalles – El pueblo donde vivía era muy pequeño y... aburrido, por decirlo de algún modo, me canse y salí a estudiar otras culturas más interesantes – Se detuvo unos segundos pensando en el lugar que había dejado atrás – Y la verdad sea dicha, no me arrepiento ni por un segundo – Agrego y sonrió de oreja a oreja casi como una niña pequeña y algo traviesa.
De seguro cocinar era muy difícil, técnicamente hablando, la kitsune jamas había tocado siquiera una cacerola, no había tenido necesidad, su comida siempre o bien estaba cruda, o era ilusión o la preparaba otro. Recordó un delicioso conejo que se había cruzado en su camino y se le hizo agua la boca, por suerte no era algo visible, que desastroso ir por ahí babeando.
- No puede ser tan mala – Dijo mientras reía también – Y en cualquier caso, nadie tiene el tiempo suficiente para ser extraordinaria en todo sentido, ¿O si? – Agrego y por un segundo sus ojos miraron suspicaces, pero fue solo un pestañeo.
Y es que ambas sabían que en medio de la charla había una farsa, Miyuki sabia que la anfitriona no era humana, y su instinto zorruno le decía que Ethel también sabia mucho más de lo que aparentaba. Aunque no estaba ni cerca de imaginar qué podía querer de ella, o qué pretendía lograr, pero esos detalles eran insignificantes, lo más importante era que adoraba el modo en que Ethel se reía. Pero la kitsune se daba cuenta que la observaba atentamente, sin embargo no se sentía apenada, sus gestos eran muy cálidos, y no daban lugar a la incomodidad.
El lugar que le planteaba Ethel resultaba muy extraño en la imaginación de Miyuki, porque el mismo discurso de la mujer era algo confuso. Era una escuela, sin serlo, un convento, pero no era así tampoco, preparaba a las muchachas para la vida, decía, pero le costaba imaginarlo en verdad, una duda se asentó en su cabeza.
- ¿Y como se prepara a alguien para la vida? – Dijo con los ojos bien grandes, llenos de curiosidad – Yo sé de historia, de arte, etiqueta, soy una señorita, pero aun así no me siento..... – Cerro la boca de pronto, llevada por la charla había estado a punto de decir cosas que no debía decir, no estaba segura porque, pero aun no debía decir nada de eso - ¿Y qué sucedió que ya no esta más allí? – Dijo para cambiar de tema.
Oportunamente llegó Coral a ofrecer té, su postura era perfecta, se notaba que Ethel era una excelente maestra, resultaba encantador observarla allí, completamente servicial, incluso algo de envidia le provocaba. ¿Envidia? Que extraño se sentía, tanto es así que se agarro el pecho por un instante, pero aprovecho el gesto y lo disfrazo de otro.
- Por mi esta bien un té de manzanilla, si es tan amable – Dijo aprovechando el gesto de la mano en el pecho para señalarse, sonrió dulcemente a la muchacha.
Así de rápido desapareció, como si un viento hubiese volado una imagen que nunca existió “Que maravillosa habilidad en una humana” pensó la kitsune. Luego volvió a dirigir su atención a la anfitriona, intentando buscar una buena historia que la salvara nuevamente del apuro, algo creíble, pero no demasiado complejo, si lo enredaba demasiado corría riesgo de confundirse luego.
- Me dedico a estudiar culturas – Era una mezcla de verdad, si uno no entraba en detalles – El pueblo donde vivía era muy pequeño y... aburrido, por decirlo de algún modo, me canse y salí a estudiar otras culturas más interesantes – Se detuvo unos segundos pensando en el lugar que había dejado atrás – Y la verdad sea dicha, no me arrepiento ni por un segundo – Agrego y sonrió de oreja a oreja casi como una niña pequeña y algo traviesa.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
Ethel sonreía divertida ante las dudas de Miyuki sobre sus dones en la cocina. Le hacía gracia, era verdad que no se le daba la cocina. Sabía de recetas, de menús, de lo que le gustaba a las personas, de ser una buena anfitriona, de dirigir la cocina, pero hacerlo ella... no, era imposible.
- La última vez que intenté hacer té el agua se me secó. Creo que la dejé demasiado tiempo. Es curioso muy curioso - volvía a reír, reírse de sí misma y su torpeza con los alimentos - no confundo los ingredientes, solo que no logro dar con las medidas exactas de cada cosa y delegar esa tarea en alguien es casi como no cocinar. Claro que en eso si difiero contigo, te importa si te tuteo? he tenido la fortuna de cruzarme con algunos mortales que han logrado ser excepcionales en todos los sentidos, lo que los hace enigmáticos, atrayentes y fascinantes, pero, también despierta la envidia y los celos en los corazones débiles y de una forma u otra, terminan por apagar sus vidas mucho mas pronto de lo que tanta magnificencia merece - por supuesto, decir "mas pronto" Ethel, podía ser fácilmente hablar de 30, 40 años, o 10, 5.
La pregunta que hizo Muyiki hizo que se detuviera un poco en sus cavilaciones y la observara. No se veía tan joven para hacer esa pregunta, de un niño, lo habría esperado, pero ella se veía ya un poco mayor y por sus modales no parecía la clase de persona que vivía como una ermitaña en medio del bosque. Touche Sonrió con su desliz
- Si se quiere ayudar a alguien a prepararse para la vida, se le enseñan cosas que sean de utilidad para esta, que se acoplen a las que serán sus actividades. Algunas no es necesario enseñarlas, solo explicar como darles uso o cómo fortalecerlas. Aveces, como bien dices, todo es no es necesario para estar listos para afrontar la vida, siempre, sin importar que tan sabio te creas, es necesario contar con la experiencia y la vida es eso, una experiencia detrás de la otra. Lo que aprendas o sepas te dará una pauta para iniciar, lo demás... lo demás viene con la experiencia y aun cuando tengas toda la experiencia de la vida, siempre habrán cosas para las que no estés preparada - suspiró con cierta melancolía.
- Una de mis últimas aprendices, decía que uno nunca se sentirá preparado para la vida, pero al final, preparado o no, te le enfrentas, das un paso al frente y te adaptas con las herramientas que tienes y vives. Pero siempre hay aprendizaje, aunque te hayas preparado - sonrió de mejor animo
En la cocina, Coral, que escuchaba lo que estaban conversando, fijó la vista en la tetera, mientras su puño se cerraba en torno al cuchillo con el que partía pedazos de tarta para té. Ella sabía a quien se refería, conocía la "aprendiz" que dijo tal cosa, y la odiaba, esa inmunda traidora y la infame de su amiga, lo había dicho y nunca sabrían si la duda era de la una o de la otra. Entendía por qué Teresa le quería cortar las alas a ese ángel negro y más aun por qué Deyanira esperaba tener el momento para.... suspiró, retomando su labor aun con ira por la forma en que su señora aun las recordaba cuando no eran más que basura, basura traidora.
Por supuesto, en la sala, la conversación seguía.
- Ahora, no toda vida es igual, y la preparación para cada una es diferente. Dices que no te sientes preparada para la vida, pero fíjate, dejaste tu pueblo, la seguridad de tu hogar y saliste al mundo, tu visión podría ser estrecha y conformarte con lo que tenías ahí, pero no, sabías que había algo más y fuiste a por ello, solo con lo que tenías, podías tener miedos, pero hiciste pero lo hiciste porque de alguna forma te sentías saciada y... preparada - la forma en que dijo la ultima palabra fue sugerente como su sonrisa, quizá a un varón lo habría hecho sentir incomodo, pero no tenía ese propósito con la kitsune - si no te sientes así ahora, es tal vez porque muchas de las cosas con las que te encontraste no las previste, perocon tiempo, aprendizaje, experiencias nuevas y guía ya verás que todo saldrá bien, claro que no todas las veces, no te voy a mentir y ni a vender un cuento romántico, pero con cada avance y cada tropieza te irás sintiendo preparada - su sonrisa ahora fue mucho más maternal
- Por qué te interesaste en el arte, la etiqueta, la historia y ser una señorita y no por ejemplo una heroína o artesana? - preguntó con curiosidad, aplazando la respuesta a su pregunta, aunque no evadiendola.
- Sabes qué es lo mas extraño, las pociones. Esas si son raras. Hacer pociones es muy similar a cocinar y eso si lo hago bien, demasiado. Y esa fue la causa por la que dejé de enseñar en mi jardín - su mirada por un momento se hizo sombría - decir que me traicionaron, seria darle demasiado crédito a alguien que no lo merece. Pero en resumidas cuentas, alguien quería parte de la posición que yo ostentaba en el reino donde estaba anteriormente e hizo uso de todos sus recursos para sacarme del medio recurriendo a algo más que intrigas políticas - sonrió con sorna y el brillo en sus ojos fue volviendo - cuando practicas hechicería, tarde o temprano te ganas la antipatía de otros - se encogió de hombros restándole importancia. Después de todo, si Feiran no hubiese atacado, su permanencia en Luthurm tampoco habría durado más de un par de meses.
- La última vez que intenté hacer té el agua se me secó. Creo que la dejé demasiado tiempo. Es curioso muy curioso - volvía a reír, reírse de sí misma y su torpeza con los alimentos - no confundo los ingredientes, solo que no logro dar con las medidas exactas de cada cosa y delegar esa tarea en alguien es casi como no cocinar. Claro que en eso si difiero contigo, te importa si te tuteo? he tenido la fortuna de cruzarme con algunos mortales que han logrado ser excepcionales en todos los sentidos, lo que los hace enigmáticos, atrayentes y fascinantes, pero, también despierta la envidia y los celos en los corazones débiles y de una forma u otra, terminan por apagar sus vidas mucho mas pronto de lo que tanta magnificencia merece - por supuesto, decir "mas pronto" Ethel, podía ser fácilmente hablar de 30, 40 años, o 10, 5.
La pregunta que hizo Muyiki hizo que se detuviera un poco en sus cavilaciones y la observara. No se veía tan joven para hacer esa pregunta, de un niño, lo habría esperado, pero ella se veía ya un poco mayor y por sus modales no parecía la clase de persona que vivía como una ermitaña en medio del bosque. Touche Sonrió con su desliz
- Si se quiere ayudar a alguien a prepararse para la vida, se le enseñan cosas que sean de utilidad para esta, que se acoplen a las que serán sus actividades. Algunas no es necesario enseñarlas, solo explicar como darles uso o cómo fortalecerlas. Aveces, como bien dices, todo es no es necesario para estar listos para afrontar la vida, siempre, sin importar que tan sabio te creas, es necesario contar con la experiencia y la vida es eso, una experiencia detrás de la otra. Lo que aprendas o sepas te dará una pauta para iniciar, lo demás... lo demás viene con la experiencia y aun cuando tengas toda la experiencia de la vida, siempre habrán cosas para las que no estés preparada - suspiró con cierta melancolía.
- Una de mis últimas aprendices, decía que uno nunca se sentirá preparado para la vida, pero al final, preparado o no, te le enfrentas, das un paso al frente y te adaptas con las herramientas que tienes y vives. Pero siempre hay aprendizaje, aunque te hayas preparado - sonrió de mejor animo
En la cocina, Coral, que escuchaba lo que estaban conversando, fijó la vista en la tetera, mientras su puño se cerraba en torno al cuchillo con el que partía pedazos de tarta para té. Ella sabía a quien se refería, conocía la "aprendiz" que dijo tal cosa, y la odiaba, esa inmunda traidora y la infame de su amiga, lo había dicho y nunca sabrían si la duda era de la una o de la otra. Entendía por qué Teresa le quería cortar las alas a ese ángel negro y más aun por qué Deyanira esperaba tener el momento para.... suspiró, retomando su labor aun con ira por la forma en que su señora aun las recordaba cuando no eran más que basura, basura traidora.
Por supuesto, en la sala, la conversación seguía.
- Ahora, no toda vida es igual, y la preparación para cada una es diferente. Dices que no te sientes preparada para la vida, pero fíjate, dejaste tu pueblo, la seguridad de tu hogar y saliste al mundo, tu visión podría ser estrecha y conformarte con lo que tenías ahí, pero no, sabías que había algo más y fuiste a por ello, solo con lo que tenías, podías tener miedos, pero hiciste pero lo hiciste porque de alguna forma te sentías saciada y... preparada - la forma en que dijo la ultima palabra fue sugerente como su sonrisa, quizá a un varón lo habría hecho sentir incomodo, pero no tenía ese propósito con la kitsune - si no te sientes así ahora, es tal vez porque muchas de las cosas con las que te encontraste no las previste, perocon tiempo, aprendizaje, experiencias nuevas y guía ya verás que todo saldrá bien, claro que no todas las veces, no te voy a mentir y ni a vender un cuento romántico, pero con cada avance y cada tropieza te irás sintiendo preparada - su sonrisa ahora fue mucho más maternal
- Por qué te interesaste en el arte, la etiqueta, la historia y ser una señorita y no por ejemplo una heroína o artesana? - preguntó con curiosidad, aplazando la respuesta a su pregunta, aunque no evadiendola.
- Sabes qué es lo mas extraño, las pociones. Esas si son raras. Hacer pociones es muy similar a cocinar y eso si lo hago bien, demasiado. Y esa fue la causa por la que dejé de enseñar en mi jardín - su mirada por un momento se hizo sombría - decir que me traicionaron, seria darle demasiado crédito a alguien que no lo merece. Pero en resumidas cuentas, alguien quería parte de la posición que yo ostentaba en el reino donde estaba anteriormente e hizo uso de todos sus recursos para sacarme del medio recurriendo a algo más que intrigas políticas - sonrió con sorna y el brillo en sus ojos fue volviendo - cuando practicas hechicería, tarde o temprano te ganas la antipatía de otros - se encogió de hombros restándole importancia. Después de todo, si Feiran no hubiese atacado, su permanencia en Luthurm tampoco habría durado más de un par de meses.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
El ejemplo elegido por Ethel entro a la perfección en la mente de la kitsune, una de las pocas cosas que sabia hacer era preparar té, si la mujer le decía que se le había evaporado el agua entendía muy bien a que se refería con que no era capas de preparar nada. Así que acompaño las risas de su anfitriona con verdadera alegría, y como era de esperarse el tutearla o no, se dio naturalmente, sin que ninguna de las dos tuviera que poner el menor esfuerzo en ello.
- El día que quiera, te enseñare a preparar té, creo que es lo único en lo que soy buena – Comento riéndose también de si misma. Escucho el siguiente comentario e inmediatamente recordó a todas las personas que había conocido, todos eran muy especiales, si, los mortales podían ser muy interesantes también.
Miyuki no era una niña, tampoco era completamente inocente, simplemente no conocía, no sabía qué había en ese enorme mundo, en cierto modo hasta la asustaba, quería salir, quería conocer, pero nada de lo que creía que sabia estaba en lo correcto, todo lo que había aprendido parecía estar mal, o exagerado, quizás lo que necesitaba precisamente era una guía, alguien que se tomara el tiempo de explicarle cómo era que se manejaba el mundo, cuáles eran las reglas del juego.
- Es decir ¿Que puedes tomar muchas medidas para intentar estar preparada, pero al final no sabrás si lo estas hasta que lo enfrentes? – Dijo una vez que Ethel terminara de hablar, la kitsune la observaba con toda la atención de la que era capas, sus ojos cristalinos e inocentes denotaban su avidez por aprender, por lograr entender – Entiendo... Creo que entiendo...
Murmuro esto último, como pensando en vos alta, luego presto atención a las sabias palabras de aquella aprendiz del pasado, había cierto aire melancólico en su tono ¿Qué habría pasado con esa muchacha? Había muchas cosas extrañas en Ethel, parecía tener cosas muy pesadas encima, y aunque Miyuki no podía ver su aura, no necesitaba poderes, ni magia para darse cuenta que la mujer que tenía en frente tenía muchas historias, muchas experiencias buenas y malas.
Los comentarios sobre las decisiones de su vida la tomaron por sorpresa, nunca se había puesto a verlo desde esa perspectiva. Las imágenes de cuando había decidido marcharse volvieron a su mente, ese día tranquilo como cualquier otro, sentada bajo la sombra de un árbol, observando aburrida a las personas comenzar su rutina diaria. ¿Cómo hacían para no aburrirse? ¿Cómo podía hacer todos los días lo mismo? ¿Porqué tenía ella que quedarse allí mirándolo no hacer nada? Era exasperaste, sabía que lo era incluso antes de saber siquiera el significado de esa palabra, no tenía aun muy en claro qué sentimiento la había llevado a largarse de allí, el más cercano era el agobio.
- Nunca se me había ocurrido mirarlo desde esa perspectiva, consideraba que... Bueno – Las palabras no salían con fluidez, ¿Qué le pasaba?, sus manos agarraban con fuerza la tela de su vestido – Siempre pensé que había sido más como... huir – Abrió grandes los ojos cuando esta última palabra salió de sus labios, agradeció profundamente el cambio de tema – Pues, me siento profundamente fascinada por los rituales de las personas, me relaja tener una etiqueta que me guíe, y el hacerlo cada vez mejor me llena de orgullo. Fue una decepción el darme cuenta que son pocas las personas que siguen esas reglas aquí – Negó con la cabeza mientras decía esto último, apenada en verdad por la dolorosa realidad.
Así que Ethel sabía hacer pociones, extraño arte antiguo, pero quedaba tan bien con la apariencia de la mujer que no entendía como no se le había ocurrido antes. Una mujer tan refinada, tan elegante y hermosa, si, sin duda tenia que tener una buena posición, tenía que ser ... Una hechicera, claro. Miyuki la observo con la calma del que por fin entiende, era eso lo que percibía, era ese su extraño aspecto, su presencia misteriosa, pero también había algo más, conocía a los humanos que hacían magia, y ella no tenía esas características.
- Es algo inevitable, como ya dijiste, no se puede tener buena posición sin que alguien quiera quitártelo – Puso su dedo índice sobre la boca en gesto pensativo – ¿Hace cuanto llegaste al reino entonces, querida Ethel? – Dijo sonriendo adorablemente, era uno de sus guiños favoritos – Encontrarme con una hechicera así de la nada es en verdad una casualidad enorme, casi parece cosa del destino.
¿Sería cosa del destino? ¿O habría más manos metidas quizás? aunque la primer opción le resultaba más agradable, como salida de un cuento de hadas. Esta extraña dama parecía tener muchos conocimientos, y Miyuki quería saberlo todo.
- El día que quiera, te enseñare a preparar té, creo que es lo único en lo que soy buena – Comento riéndose también de si misma. Escucho el siguiente comentario e inmediatamente recordó a todas las personas que había conocido, todos eran muy especiales, si, los mortales podían ser muy interesantes también.
Miyuki no era una niña, tampoco era completamente inocente, simplemente no conocía, no sabía qué había en ese enorme mundo, en cierto modo hasta la asustaba, quería salir, quería conocer, pero nada de lo que creía que sabia estaba en lo correcto, todo lo que había aprendido parecía estar mal, o exagerado, quizás lo que necesitaba precisamente era una guía, alguien que se tomara el tiempo de explicarle cómo era que se manejaba el mundo, cuáles eran las reglas del juego.
- Es decir ¿Que puedes tomar muchas medidas para intentar estar preparada, pero al final no sabrás si lo estas hasta que lo enfrentes? – Dijo una vez que Ethel terminara de hablar, la kitsune la observaba con toda la atención de la que era capas, sus ojos cristalinos e inocentes denotaban su avidez por aprender, por lograr entender – Entiendo... Creo que entiendo...
Murmuro esto último, como pensando en vos alta, luego presto atención a las sabias palabras de aquella aprendiz del pasado, había cierto aire melancólico en su tono ¿Qué habría pasado con esa muchacha? Había muchas cosas extrañas en Ethel, parecía tener cosas muy pesadas encima, y aunque Miyuki no podía ver su aura, no necesitaba poderes, ni magia para darse cuenta que la mujer que tenía en frente tenía muchas historias, muchas experiencias buenas y malas.
Los comentarios sobre las decisiones de su vida la tomaron por sorpresa, nunca se había puesto a verlo desde esa perspectiva. Las imágenes de cuando había decidido marcharse volvieron a su mente, ese día tranquilo como cualquier otro, sentada bajo la sombra de un árbol, observando aburrida a las personas comenzar su rutina diaria. ¿Cómo hacían para no aburrirse? ¿Cómo podía hacer todos los días lo mismo? ¿Porqué tenía ella que quedarse allí mirándolo no hacer nada? Era exasperaste, sabía que lo era incluso antes de saber siquiera el significado de esa palabra, no tenía aun muy en claro qué sentimiento la había llevado a largarse de allí, el más cercano era el agobio.
- Nunca se me había ocurrido mirarlo desde esa perspectiva, consideraba que... Bueno – Las palabras no salían con fluidez, ¿Qué le pasaba?, sus manos agarraban con fuerza la tela de su vestido – Siempre pensé que había sido más como... huir – Abrió grandes los ojos cuando esta última palabra salió de sus labios, agradeció profundamente el cambio de tema – Pues, me siento profundamente fascinada por los rituales de las personas, me relaja tener una etiqueta que me guíe, y el hacerlo cada vez mejor me llena de orgullo. Fue una decepción el darme cuenta que son pocas las personas que siguen esas reglas aquí – Negó con la cabeza mientras decía esto último, apenada en verdad por la dolorosa realidad.
Así que Ethel sabía hacer pociones, extraño arte antiguo, pero quedaba tan bien con la apariencia de la mujer que no entendía como no se le había ocurrido antes. Una mujer tan refinada, tan elegante y hermosa, si, sin duda tenia que tener una buena posición, tenía que ser ... Una hechicera, claro. Miyuki la observo con la calma del que por fin entiende, era eso lo que percibía, era ese su extraño aspecto, su presencia misteriosa, pero también había algo más, conocía a los humanos que hacían magia, y ella no tenía esas características.
- Es algo inevitable, como ya dijiste, no se puede tener buena posición sin que alguien quiera quitártelo – Puso su dedo índice sobre la boca en gesto pensativo – ¿Hace cuanto llegaste al reino entonces, querida Ethel? – Dijo sonriendo adorablemente, era uno de sus guiños favoritos – Encontrarme con una hechicera así de la nada es en verdad una casualidad enorme, casi parece cosa del destino.
¿Sería cosa del destino? ¿O habría más manos metidas quizás? aunque la primer opción le resultaba más agradable, como salida de un cuento de hadas. Esta extraña dama parecía tener muchos conocimientos, y Miyuki quería saberlo todo.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
- Pero es una hechicera en retiro, al menos por ahora - aclaró con gracia - quiero una temporada de tranquilidad en mi vida y descubrí que hacerme notable no es recomendable. Así que por ahora, jugaré mi papel de persona normal, hasta que entienda mucho mejor como funcionan las cosas en este reino -
Llegar a palacio seria una tarea larga que requería de tiempo, investigación y constancia en su fachada.
- Un par de meses - dijo como si recordara de pronto, la pregunta de Miyuki - ya perdí la cuenta, muestra que el lugar me ha tratado bien y recibido con los brazos abiertos - ingresó Coral, con su vestidito de mucama, una bandeja con dos fuentes y caminó en silencio hasta la mesa de té, en la que dejó las fuentes, una con pedazos de tarta y otra con galletas. Con el mismo silencio regresó a la cocinita.
- Las personas hacen sus vidas con base en el entorno social en el que se encuentran o en el que crecieron y mas que la etiqueta se guían por códigos de conductas, unos mas reprochables o dignos que otros, pero es así y si dentro de ese código no están las buenas maneras pues... no les importa. Es una tristeza que el refinamiento sea algo más bien común entre quienes tuvieron infancias tranquilas y de alguna forma fáciles, aunque eso solo sea un euferismo - dirigió una mirada a la mesa de té - seguimos? - ofreció y esperó a que Miyuki se pusiera en pie - cuando desde pequeño debes luchar en la vida, sudar cada día por salir adelante el bueno comportamiento, pasa a un segundo plano - por el tono de confianza que usaba al decirlo, parecía tener conocimiento de causa.
- Por qué querías guiarte por la etiqueta? - preguntó con curiosidad antes de pasar a responderle.
- Yo prefiero pensar que es cosa de la casualidad. Me atrae más la idea de un caos y azar antes que creer que existe algo predispuesto para mí que escape a mi propio control. Pero basta ya de hablar de mí, cada quien cree en lo suyo, por ejemplo, intuyo por tus palabras que crees en el destino, estoy en lo correcto -
Llegar a palacio seria una tarea larga que requería de tiempo, investigación y constancia en su fachada.
- Un par de meses - dijo como si recordara de pronto, la pregunta de Miyuki - ya perdí la cuenta, muestra que el lugar me ha tratado bien y recibido con los brazos abiertos - ingresó Coral, con su vestidito de mucama, una bandeja con dos fuentes y caminó en silencio hasta la mesa de té, en la que dejó las fuentes, una con pedazos de tarta y otra con galletas. Con el mismo silencio regresó a la cocinita.
- Las personas hacen sus vidas con base en el entorno social en el que se encuentran o en el que crecieron y mas que la etiqueta se guían por códigos de conductas, unos mas reprochables o dignos que otros, pero es así y si dentro de ese código no están las buenas maneras pues... no les importa. Es una tristeza que el refinamiento sea algo más bien común entre quienes tuvieron infancias tranquilas y de alguna forma fáciles, aunque eso solo sea un euferismo - dirigió una mirada a la mesa de té - seguimos? - ofreció y esperó a que Miyuki se pusiera en pie - cuando desde pequeño debes luchar en la vida, sudar cada día por salir adelante el bueno comportamiento, pasa a un segundo plano - por el tono de confianza que usaba al decirlo, parecía tener conocimiento de causa.
- Por qué querías guiarte por la etiqueta? - preguntó con curiosidad antes de pasar a responderle.
- Yo prefiero pensar que es cosa de la casualidad. Me atrae más la idea de un caos y azar antes que creer que existe algo predispuesto para mí que escape a mi propio control. Pero basta ya de hablar de mí, cada quien cree en lo suyo, por ejemplo, intuyo por tus palabras que crees en el destino, estoy en lo correcto -
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
Miyuki se preguntaba a que se referiría Ethel con hechicera, dependiendo de la persona podía ser alguien que disparada rayos o alguien que supiera de plantas, incluso en sus viajes había encontrado a humanos que se decían hechiceros por el simple echo de saber hacer un poco de alquimia. Un par de explosiones, algo de humo, y las multitudes enloquecen. ¿Sería la mujer que tenía en frente de esa clase? No lo parecía en lo absoluto, sin contar que eso no explicaría la extraña presencia que sentía emanar de ella.
- Cuando entiendas como funcionan por favor cuéntamelo, yo no logro entenderlo aun – Bromeo la kitsune y soltó una risa discreta y delicada.
No tenía queja alguna con respecto a Jaspia ella tampoco, los contratiempos que se había encontrado eran los típicos para un lugar así, nada del otro mundo. Observo entrar a Coral con su hermosa vestimenta de mucama, quedaba adorable y arrebatadora a la vez, Miyuki le sonrió agradeciendo con un gesto mudo la atención, no era de la clase de personas que trataba mal a la servidumbre, aunque aun no estaba del todo segura de si la muchacha contaba como sirvienta o no.
- Tu muchacha, Coral, cierto? Es una delicia para los ojos, en verdad te felicito – Elogio la kitsune de corazón.
Mientras se ponía en pie, de un solo y simple movimiento como era de esperarse, escuchaba las enseñanzas de Ethel. No podía entender como para alguien podía resultar secundario el aprender lo mínimo sobre buenos modales, cierto era que la kitsune no sabía lo que era pasar hambre, ni tener que trabajar duro, esos conceptos le resultaban ajenos.
- Pareces tener mucho conocimiento sobre esto – Dijo pensativa mientras se acercaban a la mesa del té – Mis experiencias en eso es casi nula, siempre pude arreglármelas de un modo u otro.
Recordaba en su ciudad natal, los aldeanos la adoraban como si fuera su dios personal, y en cierto sentido lo era, ya que su única responsabilidad era cuidarlos y ellos a la vez le dejaban ofrendas que gustosa comía, eran muy pocas las veces que pasaba algo, no tenía mayores inconvenientes. Quizás eso explicaba en gran parte su personalidad... Dejando esto de lado, volvió a la pregunta.
- Porque la etiqueta representa el orden, sin importar la situación, puedo guiarme por la etiqueta si no estoy segura de cómo reaccionar o de qué decir – Pensó unos segundos y agrego – Es como mi herramienta para poder manejarme en este mundo, una regla con que medir las cosas.
¿Caos? ¿Azar? Si, había mucho de eso en el mundo, pero el destino era el destino, Miyuki necesitaba creer que había un orden, por más que este fuera forzado.
- ¿Pero no tienes aun menos control si todo depende del azar? Yo creo que el destino te empuja hasta cierto limite, hasta ese lugar donde el camino se divide en dos y es entonces cuando uno decide – Nunca le había hablado de esa clase de cosas a nadie, resultaba extraño decirlo en vos alta – Si tuviera que dar un ejemplo, se me ocurre que el destino me llevo hasta el momento de encontrarte, pero fui yo la que decidió seguirte hasta aquí.
Sentadas por fin frente al té, olió la deliciosa fragancia que los respectivos sabores repartían por todo el ambiente, las galletas y la torta parecía el perfecto acompañante, pero no pensaba comenzar hasta que la anfitriona diera permiso.
- ¿Y que hay de tu familia? – Pregunto curiosa – No escuche que la mencionaras....
- Cuando entiendas como funcionan por favor cuéntamelo, yo no logro entenderlo aun – Bromeo la kitsune y soltó una risa discreta y delicada.
No tenía queja alguna con respecto a Jaspia ella tampoco, los contratiempos que se había encontrado eran los típicos para un lugar así, nada del otro mundo. Observo entrar a Coral con su hermosa vestimenta de mucama, quedaba adorable y arrebatadora a la vez, Miyuki le sonrió agradeciendo con un gesto mudo la atención, no era de la clase de personas que trataba mal a la servidumbre, aunque aun no estaba del todo segura de si la muchacha contaba como sirvienta o no.
- Tu muchacha, Coral, cierto? Es una delicia para los ojos, en verdad te felicito – Elogio la kitsune de corazón.
Mientras se ponía en pie, de un solo y simple movimiento como era de esperarse, escuchaba las enseñanzas de Ethel. No podía entender como para alguien podía resultar secundario el aprender lo mínimo sobre buenos modales, cierto era que la kitsune no sabía lo que era pasar hambre, ni tener que trabajar duro, esos conceptos le resultaban ajenos.
- Pareces tener mucho conocimiento sobre esto – Dijo pensativa mientras se acercaban a la mesa del té – Mis experiencias en eso es casi nula, siempre pude arreglármelas de un modo u otro.
Recordaba en su ciudad natal, los aldeanos la adoraban como si fuera su dios personal, y en cierto sentido lo era, ya que su única responsabilidad era cuidarlos y ellos a la vez le dejaban ofrendas que gustosa comía, eran muy pocas las veces que pasaba algo, no tenía mayores inconvenientes. Quizás eso explicaba en gran parte su personalidad... Dejando esto de lado, volvió a la pregunta.
- Porque la etiqueta representa el orden, sin importar la situación, puedo guiarme por la etiqueta si no estoy segura de cómo reaccionar o de qué decir – Pensó unos segundos y agrego – Es como mi herramienta para poder manejarme en este mundo, una regla con que medir las cosas.
¿Caos? ¿Azar? Si, había mucho de eso en el mundo, pero el destino era el destino, Miyuki necesitaba creer que había un orden, por más que este fuera forzado.
- ¿Pero no tienes aun menos control si todo depende del azar? Yo creo que el destino te empuja hasta cierto limite, hasta ese lugar donde el camino se divide en dos y es entonces cuando uno decide – Nunca le había hablado de esa clase de cosas a nadie, resultaba extraño decirlo en vos alta – Si tuviera que dar un ejemplo, se me ocurre que el destino me llevo hasta el momento de encontrarte, pero fui yo la que decidió seguirte hasta aquí.
Sentadas por fin frente al té, olió la deliciosa fragancia que los respectivos sabores repartían por todo el ambiente, las galletas y la torta parecía el perfecto acompañante, pero no pensaba comenzar hasta que la anfitriona diera permiso.
- ¿Y que hay de tu familia? – Pregunto curiosa – No escuche que la mencionaras....
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
- Cuenta con eso. Además, ten por seguro que nos vamos a divertir mucho en palacio - las cortes daban para eso, para divertirse de más de una forma y Ethel las usaba casi todas, el tiempo le diría cuales serían las apropiadas para que su nueva amiguita también se divirtiera.
- Delicia para los ojos? - preguntó extraña, sentándose en la mesita. En ese momento Coral regresaba con la tetera y las miró a ambas, deteniéndose en Ethel quien le sonrió y entonces la muchacha se sonrojó - ahm... gracias - dijo aun sin entender.
La muchacha no dijo nada, solo sirvió el té salió a toda prisa del lugar, mientras Ethel mantenía su sonrisa de perplejidad. Nunca había pensado en sus niñas leales en esos términos, aunque creía entender a que se refería Miyuki, la reacción de Coral, le hacía mucha gracia.
- Entonces porque dices que no te sientes preparada para la vida? - preguntó partiendo una galleta y llevándosela de forma golosa a la boca - ¿Como era la vida en donde vivías? - la curiosidad era la que seguía reinando - en tu regla de medición... quiero decir, como funciona esa medida? - parecía realmente interesada en el asunto, en conocer esa nueva perspectiva.
Pensó un poco en lo del azar. Si, a primera vista parecía que no se tenía el control, pero una de las cosas maravillosas del azar es ese pequeño paradigma llamado probabilidad. Establecer probabilidades y tener el control sobre ese azar y por ahí derecho, sobre el destino. Sin embargo, no llegó a desilusionarse de la visión de la kitsune, después de todo aun veía la opción de apelar a su libre albedrío frente al destino. Eso ya era algo.
- No, si la suerte lo manejo yo - sonrió con vanidad - es algo difícil, y pocos ven la belleza que se esconde detrás del caos, manejarlo, moldearlo, la adrenalina de la sorpresa. Regirse por lo que dicta el destino... me parece conformista. Sin embargo, hay algo muy bueno en el destino, aunque yo prefiera el azar, puedes hurgar en él, adelantarte a sus planes - y ajustarlo a tu conveniencia, pero eso era algo que se reservó para ella.
Quizá eso le terminara de confirmar sus dudas. La actitud, modales y gestos de Ethel, daban para pensar que podría tratarse más bien del tipo de hechicero que lanza rayos, invoca la magia y la materializa en diferentes formas, efectos y hasta... invocaciones. Aun así, al referirse al caos, al destino y las probabilidades, no se jactaba, si no que lo hacía con respeto y moderación
Pero el aura, como bien suponía Miyuki... el aura era de algo más. Algo que parecía perdido, pero aun permanecía ahí. Y aun así, se comportaba con sencillez, esa misma que la hacía sonreír, reírse, burlarse y darse el lujo de ser abierta y espontánea.
- Pero no es como en este caso, para mi fue, azar, de todas las islas donde pude ir, decidí quedarme en esta, sin sentir ningún tipo de "llamado" y mi invitación obedeció al interés por la moda - la diminuta cuchara sonó contra la porcelana del juego de té. Y podría llamarse suerte al hecho que la kitsune le llamara tanto la atención el glamour y no otros aspectos quizá mas espirituales que le dificultara las labores a la hechicera.
- Mi Familia esta dispersa por el mundo, los que sobreviven, claro está. La tuya? tienes hermanos? - sonrió de nuevo con confidencia.
- Delicia para los ojos? - preguntó extraña, sentándose en la mesita. En ese momento Coral regresaba con la tetera y las miró a ambas, deteniéndose en Ethel quien le sonrió y entonces la muchacha se sonrojó - ahm... gracias - dijo aun sin entender.
La muchacha no dijo nada, solo sirvió el té salió a toda prisa del lugar, mientras Ethel mantenía su sonrisa de perplejidad. Nunca había pensado en sus niñas leales en esos términos, aunque creía entender a que se refería Miyuki, la reacción de Coral, le hacía mucha gracia.
- Entonces porque dices que no te sientes preparada para la vida? - preguntó partiendo una galleta y llevándosela de forma golosa a la boca - ¿Como era la vida en donde vivías? - la curiosidad era la que seguía reinando - en tu regla de medición... quiero decir, como funciona esa medida? - parecía realmente interesada en el asunto, en conocer esa nueva perspectiva.
Pensó un poco en lo del azar. Si, a primera vista parecía que no se tenía el control, pero una de las cosas maravillosas del azar es ese pequeño paradigma llamado probabilidad. Establecer probabilidades y tener el control sobre ese azar y por ahí derecho, sobre el destino. Sin embargo, no llegó a desilusionarse de la visión de la kitsune, después de todo aun veía la opción de apelar a su libre albedrío frente al destino. Eso ya era algo.
- No, si la suerte lo manejo yo - sonrió con vanidad - es algo difícil, y pocos ven la belleza que se esconde detrás del caos, manejarlo, moldearlo, la adrenalina de la sorpresa. Regirse por lo que dicta el destino... me parece conformista. Sin embargo, hay algo muy bueno en el destino, aunque yo prefiera el azar, puedes hurgar en él, adelantarte a sus planes - y ajustarlo a tu conveniencia, pero eso era algo que se reservó para ella.
Quizá eso le terminara de confirmar sus dudas. La actitud, modales y gestos de Ethel, daban para pensar que podría tratarse más bien del tipo de hechicero que lanza rayos, invoca la magia y la materializa en diferentes formas, efectos y hasta... invocaciones. Aun así, al referirse al caos, al destino y las probabilidades, no se jactaba, si no que lo hacía con respeto y moderación
Pero el aura, como bien suponía Miyuki... el aura era de algo más. Algo que parecía perdido, pero aun permanecía ahí. Y aun así, se comportaba con sencillez, esa misma que la hacía sonreír, reírse, burlarse y darse el lujo de ser abierta y espontánea.
- Pero no es como en este caso, para mi fue, azar, de todas las islas donde pude ir, decidí quedarme en esta, sin sentir ningún tipo de "llamado" y mi invitación obedeció al interés por la moda - la diminuta cuchara sonó contra la porcelana del juego de té. Y podría llamarse suerte al hecho que la kitsune le llamara tanto la atención el glamour y no otros aspectos quizá mas espirituales que le dificultara las labores a la hechicera.
- Mi Familia esta dispersa por el mundo, los que sobreviven, claro está. La tuya? tienes hermanos? - sonrió de nuevo con confidencia.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
En cuanto Ethel menciono el palacio la imaginación de la kitsune voló alto por los cielos, imagino enormes salones, con ventanas enormes de cortinas finas, mesas que parecían infinitas y comidas delicadas. Imagino a cientos de personas bailando, mujeres de largos y finos vestidos y hombres con elegantes trajes, todos moviéndose al son de la música, riendo y hablando de cosas irrelevantes.
- ¿Cómo era mi vida allí? – Se llevo el dedo a la mejilla pensando, sin darse cuenta se estaba volviendo un gesto natural – No muy entretenido, solo estaba allí dormía, daba vueltas por el pueblo, recibía todo lo que necesitaba, así que simplemente podía dedicarme a no hacer nada – Negó con la cabeza – Al principio parece perfecto, luego de algunos... años – Pensó en decir “unos cientos de años”, luego recordó que los humanos no vivían tanto – ya no es tan divertido.
Aprovecho la pausa para pensar en la siguiente pregunta y también probar un poco de la torta que Coral tan amablemente había traído, tenia un estupendo aspecto y el sabor solo lo mejoraba aun más, tomaba la cuchara con el mismo cuidado que hacia todo. Modales, cuidado, delicadeza, fineza, hay que ser noble, hay que ser un ejemplo. ¿De donde salía todo eso?
- Mido las cosas desde mi punto de vista personal, supongo – Dejo la cuchara, no quería llenarse con la torta sin probar las galletas – Los problemas de los humanos en general no los entiendo mucho, no son de mi interés, quiero experimentar, quiero saber, quiero sentir, quiero todas esas cosas que ellos hacen a diario sin darse cuenta siquiera de lo valioso que es – Quizás debía ser un poco más concreta, pensó la kitsune – Lo que esta bien y lo que esta mal es muy relativo al tiempo y al lugar en que ocurra, esa es la medida, que no hay medida.
La mayoría de los humanos no se daban cuenta de esto por el corto tiempo que vivían, pero todo lo que pudieran pensar que estaba bien, en otro momento u en otro lugar estaba mal. Desde la privilegiada posición de Miyuki eso era mucho más claro, y en ese torbellino de caos, el sujetarse de las buenas costumbres era algo que la estabilizaba. Pero poco le importaban las desgracias de las personas, no por maldad, sino porque eran demasiado efímeros, demasiado relativos, no lograba entenderlos.
- Tal vez el azar es para quienes saben y pueden jugar con sus reglas, a mi el destino me guiara hacia donde tenga que ir, luego mis decisiones serán las que marquen mi final, no mi destino – La pequeñas diferencias de conceptos se enredaban un poco, pero sabia que Ethel podría entenderlas – Jajaja, yo tampoco recibí ningún “llamado” ni nada similar, no hoy al menos, en realidad, no recuerdo cómo legue a la isla – Su risa parecía música, y eso no era algo que pudiera controlar, por el simple echo de que era autentica.
- Mi familia ya no esta, soy la última de mi linaje – Dijo sonriendo, lo cual en situaciones normales no estaba bien, pero si se miraba en detalle, tampoco había dicho que estaban muertos, y es que los kitsunes creían que cuando se llegaba a las nueve colas uno pasaba a un estado superior, no moría, pero tampoco seguía viviendo en la tierra. Al final, no había motivo para amargarse, sus padres de seguro disfrutaban en otro sitio mucho mejor que la tierra.
Había estado un tiempo con ellos, no mucho tampoco, quizás durante sus cien primeros años, luego se habían marchado, dejándola a cargo del pueblo. Seguramente ellos no aprobarían las cosas que estaba haciendo, Miyuki prefería no pensar en eso. Tomo una de las galletas y la comió contenta, cuidándose de no llenarse migas todo el vestido.
- Con todo esto olvide preguntarte ¿Eres casada Ethel? – No veía ni olía presencia masculina en el cuarto, pero si su marido era una persona importante quizás no viajaran a todos lados juntos – Pretendientes no deben faltarte, jijiji – Agrego riendo picara, hasta tal punto de confianza había llegado, podía hacer bromas indiscretas con calma, y reírse al respecto, y es que se sentía bien el relajarse.
- ¿Cómo era mi vida allí? – Se llevo el dedo a la mejilla pensando, sin darse cuenta se estaba volviendo un gesto natural – No muy entretenido, solo estaba allí dormía, daba vueltas por el pueblo, recibía todo lo que necesitaba, así que simplemente podía dedicarme a no hacer nada – Negó con la cabeza – Al principio parece perfecto, luego de algunos... años – Pensó en decir “unos cientos de años”, luego recordó que los humanos no vivían tanto – ya no es tan divertido.
Aprovecho la pausa para pensar en la siguiente pregunta y también probar un poco de la torta que Coral tan amablemente había traído, tenia un estupendo aspecto y el sabor solo lo mejoraba aun más, tomaba la cuchara con el mismo cuidado que hacia todo. Modales, cuidado, delicadeza, fineza, hay que ser noble, hay que ser un ejemplo. ¿De donde salía todo eso?
- Mido las cosas desde mi punto de vista personal, supongo – Dejo la cuchara, no quería llenarse con la torta sin probar las galletas – Los problemas de los humanos en general no los entiendo mucho, no son de mi interés, quiero experimentar, quiero saber, quiero sentir, quiero todas esas cosas que ellos hacen a diario sin darse cuenta siquiera de lo valioso que es – Quizás debía ser un poco más concreta, pensó la kitsune – Lo que esta bien y lo que esta mal es muy relativo al tiempo y al lugar en que ocurra, esa es la medida, que no hay medida.
La mayoría de los humanos no se daban cuenta de esto por el corto tiempo que vivían, pero todo lo que pudieran pensar que estaba bien, en otro momento u en otro lugar estaba mal. Desde la privilegiada posición de Miyuki eso era mucho más claro, y en ese torbellino de caos, el sujetarse de las buenas costumbres era algo que la estabilizaba. Pero poco le importaban las desgracias de las personas, no por maldad, sino porque eran demasiado efímeros, demasiado relativos, no lograba entenderlos.
- Tal vez el azar es para quienes saben y pueden jugar con sus reglas, a mi el destino me guiara hacia donde tenga que ir, luego mis decisiones serán las que marquen mi final, no mi destino – La pequeñas diferencias de conceptos se enredaban un poco, pero sabia que Ethel podría entenderlas – Jajaja, yo tampoco recibí ningún “llamado” ni nada similar, no hoy al menos, en realidad, no recuerdo cómo legue a la isla – Su risa parecía música, y eso no era algo que pudiera controlar, por el simple echo de que era autentica.
- Mi familia ya no esta, soy la última de mi linaje – Dijo sonriendo, lo cual en situaciones normales no estaba bien, pero si se miraba en detalle, tampoco había dicho que estaban muertos, y es que los kitsunes creían que cuando se llegaba a las nueve colas uno pasaba a un estado superior, no moría, pero tampoco seguía viviendo en la tierra. Al final, no había motivo para amargarse, sus padres de seguro disfrutaban en otro sitio mucho mejor que la tierra.
Había estado un tiempo con ellos, no mucho tampoco, quizás durante sus cien primeros años, luego se habían marchado, dejándola a cargo del pueblo. Seguramente ellos no aprobarían las cosas que estaba haciendo, Miyuki prefería no pensar en eso. Tomo una de las galletas y la comió contenta, cuidándose de no llenarse migas todo el vestido.
- Con todo esto olvide preguntarte ¿Eres casada Ethel? – No veía ni olía presencia masculina en el cuarto, pero si su marido era una persona importante quizás no viajaran a todos lados juntos – Pretendientes no deben faltarte, jijiji – Agrego riendo picara, hasta tal punto de confianza había llegado, podía hacer bromas indiscretas con calma, y reírse al respecto, y es que se sentía bien el relajarse.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
Mientras Miyuki pensaba, Ethel mantenía la vista en la proyección de su sombra. Sin la protección del paraguas, esta reflejaba la verdadera forma. Y sin hacer un hechizo para tal fin. zorrito, zorrito, qué planes tendré para ti zorrito?
- Te entiendo – dijo con sinceridad – nada como la verdadera actividad para sentirse despierto - le seguía intrigando su esmero por tener una etiqueta correcta y buenas maneras. Por qué? Aun no veía la relación entre su respuesta y la pregunta, había algo más, algo que se le estaba escapando y que tal solo vería si conocía su pasado o… mas interesante aun, si la conocía bien a ella, a la vieja usanza.
- Experimentar, saber, sentir, tener… lo que los humanos – aunque se notaba que meditaba sobre sus palabras, el tono burlón al resaltar la ultima palabra no se debía la dijera en sí, si no que era para que diera cuenta que había tenido un desliz que en otro contexto, sería peligroso.
Y no quería nada peligroso para su más reciente adquisición hasta que hubiese, experimentado, conocido, sentido, tenido, de su mano, claro, si se podía.
- Hasta donde estarías dispuesta a llegar por experimentar, saber, sentir, tener? Donde se marcan tus propios límites? – estaba interesada realmente, Ethel la podía ayudar a conocer y experimentar, sobre todo experimentar, para darle su toque personal y hacerse a un kitsune. Bebió un poco de té, mirándola desde atrás de la taza.
- Pero no entiendo, que tiene que ver la medida de lo bueno y lo malo con la etiqueta? – para Ethel, la etiqueta solo era una forma de comportarse y encajar, algo tan interiorizado que simplemente le salía natural aun cuando fuera muy consciente de ello.
Asintió a sus palabras sobre el destino, la postura del libre albedrío era eso, libre. Asumía que había llegado a ella por si misma y tenía fundamentos, desde su experiencia, para mantenerse en ella. Ethel por su lado, después de tantos años… cientos de años, ya no creía en el destino, estaba al servicio de caos y de este rompiendo destinos.
- uuu que lastima – dijo teatralmente a su versión de no recibir un llamado – habría sido lindo, no? – sonrió con dulzura, encantadora, dejándose contagiar de su risa – eso no puede ser, todos saben como llegan a una isla – volvió a reír, de buena gana – ya sé!! Eres una aparición espontánea!! –
Su sonrisa no se apagó, ni cuando dijo que su familia se había ido y cuando abrió la boca para preguntarle por su descendencia, ella se adelantó y preguntó por su esposo. Esposo… casada… no, jamás se había… en realidad si, pero necesitaba ese ingrediente para una abjuración. Miyuki tenía razón al sospechar que era soltera por la ausencia de olor a un hombre en las habitaciones del hotel. Lomas cercano a ese olor era olor a niño, a joven, muchachito en plena pubertad; pero tenue, el jovencito no pasaba mucho tiempo en la suite sino… no venía a cuento.
- No, no lo soy. Aun no he conocido a la persona con la que quiera compartir mi vida, sea en matrimonio o solo dándole mi corazón. Los pretendientes son otro cantar, un magnifico cantar – su sonrisa tomó un cariz mas travieso y seductor – sin embargo de momento no tengo mucho tiempo para esos menesteres, quiero decir, para prestarles mucha atención, en cambio tú… tú si que debes tener a varios detrás tratando de compartir el espacio de tu sombrilla – agregó con picardía
- Te entiendo – dijo con sinceridad – nada como la verdadera actividad para sentirse despierto - le seguía intrigando su esmero por tener una etiqueta correcta y buenas maneras. Por qué? Aun no veía la relación entre su respuesta y la pregunta, había algo más, algo que se le estaba escapando y que tal solo vería si conocía su pasado o… mas interesante aun, si la conocía bien a ella, a la vieja usanza.
- Experimentar, saber, sentir, tener… lo que los humanos – aunque se notaba que meditaba sobre sus palabras, el tono burlón al resaltar la ultima palabra no se debía la dijera en sí, si no que era para que diera cuenta que había tenido un desliz que en otro contexto, sería peligroso.
Y no quería nada peligroso para su más reciente adquisición hasta que hubiese, experimentado, conocido, sentido, tenido, de su mano, claro, si se podía.
- Hasta donde estarías dispuesta a llegar por experimentar, saber, sentir, tener? Donde se marcan tus propios límites? – estaba interesada realmente, Ethel la podía ayudar a conocer y experimentar, sobre todo experimentar, para darle su toque personal y hacerse a un kitsune. Bebió un poco de té, mirándola desde atrás de la taza.
- Pero no entiendo, que tiene que ver la medida de lo bueno y lo malo con la etiqueta? – para Ethel, la etiqueta solo era una forma de comportarse y encajar, algo tan interiorizado que simplemente le salía natural aun cuando fuera muy consciente de ello.
Asintió a sus palabras sobre el destino, la postura del libre albedrío era eso, libre. Asumía que había llegado a ella por si misma y tenía fundamentos, desde su experiencia, para mantenerse en ella. Ethel por su lado, después de tantos años… cientos de años, ya no creía en el destino, estaba al servicio de caos y de este rompiendo destinos.
- uuu que lastima – dijo teatralmente a su versión de no recibir un llamado – habría sido lindo, no? – sonrió con dulzura, encantadora, dejándose contagiar de su risa – eso no puede ser, todos saben como llegan a una isla – volvió a reír, de buena gana – ya sé!! Eres una aparición espontánea!! –
Su sonrisa no se apagó, ni cuando dijo que su familia se había ido y cuando abrió la boca para preguntarle por su descendencia, ella se adelantó y preguntó por su esposo. Esposo… casada… no, jamás se había… en realidad si, pero necesitaba ese ingrediente para una abjuración. Miyuki tenía razón al sospechar que era soltera por la ausencia de olor a un hombre en las habitaciones del hotel. Lomas cercano a ese olor era olor a niño, a joven, muchachito en plena pubertad; pero tenue, el jovencito no pasaba mucho tiempo en la suite sino… no venía a cuento.
- No, no lo soy. Aun no he conocido a la persona con la que quiera compartir mi vida, sea en matrimonio o solo dándole mi corazón. Los pretendientes son otro cantar, un magnifico cantar – su sonrisa tomó un cariz mas travieso y seductor – sin embargo de momento no tengo mucho tiempo para esos menesteres, quiero decir, para prestarles mucha atención, en cambio tú… tú si que debes tener a varios detrás tratando de compartir el espacio de tu sombrilla – agregó con picardía
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
Miyuki no solo no había notado la mirada que Ethel le había dado a su sombra, sino que siquiera había notado que el reflejo del sol le jugaba en contra, acostumbrada como estaba a andar en los bosques tupidos, o con su ya familiar paraguas, no había notado que la gran ventana podía ser un problema.
¿Los humanos? ¿Los humanos? ¿Cuál era el error en la oración? ¡Ah! Ciertamente, un humano no llamaría a los de su especie “humanos”, era extraño que cometiera tantas equivocaciones, ¿Qué le estaba pasando? Es que se había relajado, ese era el problema, la presencia de Ethel, tan relajada y fresca la había hecho bajar la guardia. Cierto era que en general Miyuki cometía cientos de errores por día, lo único que había evitado que la descubrieran hasta el presente era que jamas había intimado demasiado con nadie, y con los que si, eran de su entera confianza.
- ¿Hasta donde estaría dispuesta a llegar? – Las palabras llegaron profundo en su ser, a diferencia de los efímeros humanos, sabía bien el significado de esa oración, sabía bien lo que podía ser el sufrimiento eterno - Sería ridículo que te dijera que no tengo nada que perder, subestimaría tu inteligencia diciendo algo así – Dijo bajando la vista respetuosa – Creo que sería capas de dar muchas cosas, no me atrevería a decir “todo”, pues soy consciente del significado de esa palabra.
Medito un momento más sobre la oración de la mujer, y sobre las suyas propias, nunca había pensado hasta donde sería capas de llegar. Pensó en sus deseos, ¿ qué tan fuertes eran?
- Sacrificaría tiempo, esfuerzo, dolor, también algo de mi ser, de ser necesario – No le temía al cambio, eso podía resultar ventajoso.
La conversación la estaba obligando a replantearse varios asuntos, no podía ser más interesante. Miyuki comió un poco más del postre mientras pensaba en como contestar la siguiente pregunta.
- No sé si tienen que ver o no, pero en muchas situaciones, si no sé que decir, qué hacer, la etiqueta me salva del apuro, y créeme cuando te digo que eso me pasa muy seguido – Con cuidado tomo un poco de té, estaba tan delicioso que le daban ganas de tomarlo todo de un sorbo – Las personas... – Había aprendido de su error y evitaba la palabra humanos – Son muy confusas por momentos, pasan de un humor a otro sin sentido alguno, hablan con dobles sentidos, mienten, tuercen la realidad, manipulan, con todas esas barreras de por medio, ¿Cómo sé lo que esta bien y lo que esta mal, si siquiera sé que es real y que no? Salgo de mis dilemas comportándome como corresponde, aunque con el tiempo he notado que son pocas las personas que respetan estas reglas -Hizo una pausa y continuo - Lo que esta bien y lo que esta mal es muy relativo, la etiqueta no.
Hablaba desde la poca experiencia que había tenido en la interacción con humanos, recordaba charlas pasajeras aquí y allá, personas que le decían una cosa y luego hacían otra, que la querían convencer de ir a lugares poco convenientes, los que querían cazarla cuando la veían en su forma animal, los embaucadores, y todos los que le habían mentido.
No esperaba que la charla cambiaran tan rápidamente, ni que le preguntaran a ella misma por sus pretendientes, bajo la vista roja hasta las orejas, e increíblemente no era un efecto que fuera provocada a propósito, no era producto de sus ilusiones ¿Hasta donde llegaba ese cuerpo humano a ser realmente suyo?
- No yo... Nunca he conocido a la persona que sea adecuada para mi – Recordaba a algunos muchachitos del pueblo donde vivía que le habían ofrecido su corazón, era algo que para las kitsune era muy normal, pero Miyuki nunca les había prestado atención, eran demasiado fugaces, muy terrenales – Nadie me ofreció jamas el sentimiento profundo que yo estoy buscando...
El sol ya estaba bajando, su sombra de zorro de a poco se iba moviendo, junto con la luz que entraba por la ventana, la muchacha seguía ajena a eso, ahora estaba tan abochornada que no sabía como continuar la conversación. Sacudió la cabeza intentando sacarse todas esas ideas vergonzosas de la mente.
- El sol no tardara en despedirse de nosotras, y aun no he buscado hospedaje ¿Cómo seguirá esto? – Era una pregunta con varios sentidos detrás, era una duda verdadera, un pedido de guía hacia su anfitriona, y un pedido encubierto de que la invitara a seguir con esa charla que prometía volverse más interesante a cada momento.
¿Los humanos? ¿Los humanos? ¿Cuál era el error en la oración? ¡Ah! Ciertamente, un humano no llamaría a los de su especie “humanos”, era extraño que cometiera tantas equivocaciones, ¿Qué le estaba pasando? Es que se había relajado, ese era el problema, la presencia de Ethel, tan relajada y fresca la había hecho bajar la guardia. Cierto era que en general Miyuki cometía cientos de errores por día, lo único que había evitado que la descubrieran hasta el presente era que jamas había intimado demasiado con nadie, y con los que si, eran de su entera confianza.
- ¿Hasta donde estaría dispuesta a llegar? – Las palabras llegaron profundo en su ser, a diferencia de los efímeros humanos, sabía bien el significado de esa oración, sabía bien lo que podía ser el sufrimiento eterno - Sería ridículo que te dijera que no tengo nada que perder, subestimaría tu inteligencia diciendo algo así – Dijo bajando la vista respetuosa – Creo que sería capas de dar muchas cosas, no me atrevería a decir “todo”, pues soy consciente del significado de esa palabra.
Medito un momento más sobre la oración de la mujer, y sobre las suyas propias, nunca había pensado hasta donde sería capas de llegar. Pensó en sus deseos, ¿ qué tan fuertes eran?
- Sacrificaría tiempo, esfuerzo, dolor, también algo de mi ser, de ser necesario – No le temía al cambio, eso podía resultar ventajoso.
La conversación la estaba obligando a replantearse varios asuntos, no podía ser más interesante. Miyuki comió un poco más del postre mientras pensaba en como contestar la siguiente pregunta.
- No sé si tienen que ver o no, pero en muchas situaciones, si no sé que decir, qué hacer, la etiqueta me salva del apuro, y créeme cuando te digo que eso me pasa muy seguido – Con cuidado tomo un poco de té, estaba tan delicioso que le daban ganas de tomarlo todo de un sorbo – Las personas... – Había aprendido de su error y evitaba la palabra humanos – Son muy confusas por momentos, pasan de un humor a otro sin sentido alguno, hablan con dobles sentidos, mienten, tuercen la realidad, manipulan, con todas esas barreras de por medio, ¿Cómo sé lo que esta bien y lo que esta mal, si siquiera sé que es real y que no? Salgo de mis dilemas comportándome como corresponde, aunque con el tiempo he notado que son pocas las personas que respetan estas reglas -Hizo una pausa y continuo - Lo que esta bien y lo que esta mal es muy relativo, la etiqueta no.
Hablaba desde la poca experiencia que había tenido en la interacción con humanos, recordaba charlas pasajeras aquí y allá, personas que le decían una cosa y luego hacían otra, que la querían convencer de ir a lugares poco convenientes, los que querían cazarla cuando la veían en su forma animal, los embaucadores, y todos los que le habían mentido.
No esperaba que la charla cambiaran tan rápidamente, ni que le preguntaran a ella misma por sus pretendientes, bajo la vista roja hasta las orejas, e increíblemente no era un efecto que fuera provocada a propósito, no era producto de sus ilusiones ¿Hasta donde llegaba ese cuerpo humano a ser realmente suyo?
- No yo... Nunca he conocido a la persona que sea adecuada para mi – Recordaba a algunos muchachitos del pueblo donde vivía que le habían ofrecido su corazón, era algo que para las kitsune era muy normal, pero Miyuki nunca les había prestado atención, eran demasiado fugaces, muy terrenales – Nadie me ofreció jamas el sentimiento profundo que yo estoy buscando...
El sol ya estaba bajando, su sombra de zorro de a poco se iba moviendo, junto con la luz que entraba por la ventana, la muchacha seguía ajena a eso, ahora estaba tan abochornada que no sabía como continuar la conversación. Sacudió la cabeza intentando sacarse todas esas ideas vergonzosas de la mente.
- El sol no tardara en despedirse de nosotras, y aun no he buscado hospedaje ¿Cómo seguirá esto? – Era una pregunta con varios sentidos detrás, era una duda verdadera, un pedido de guía hacia su anfitriona, y un pedido encubierto de que la invitara a seguir con esa charla que prometía volverse más interesante a cada momento.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
Ethel escuchaba sus palabras y pensaba en lo que le exponía. Tiempo, esfuerzo, dolor (casi se relamió al escucharlo) parte de su ser. Con ese listado era muy poco lo que dejaba por fuera de ese "todo". Sin embargo la hechicera comprendía lo que llevaba de fondo; sin saber cómo el circulo social de la kitsune, se le hacía facil intuir que no sacrificaría sus principios o que tal vez no podría en ese intercambio a quienes viera como aliados o amigos.
La sensatez que mostraba hablaba muy bien de ella. Le haría las cosas más difíciles pero prefería un kitsune un poco mas maduro, así que sonrió con un poco de vanidad cuando empezó a describirla a ella al describir lo que pasaba con los humanos.
- Pero ahí radica parte del encanto de las personas, lo volubles que son. Es casi un reto, pero al final siempre terminamos por descubrir que tenemos un poco de ellos. Pero mientras aun no sepas distinguir lo que es una ilusión de lo que es real en ellos o en otros, deberías guardarte tus cartas para sacrificar, en especial las que están ligadas a tu ser, al menos si no tienes un mínimo de confianza en ellos volvió a beber su té y comió una galleta.
- Si algo aprendí con los años, es que lo cortes no quita lo valiente. Pero ellos no tienen tanto tiempo para llegar a esas mismas conclusiones y los que nacen en cierta posición social, lo son solo por seguir la linea familiar, no por convicción, como en tu caso - movió los dedos uno contra el otro en movimientos rápidos con el fin de deshacerse de las boronas.
La conversación iba tomando un cariz menos trascendental, pero igual de profunda, cuando pasaron a hablar de los pretendientes y del amor. Asuntos totalmente diferentes, aunque relacionados. Se veía linda cuando se sonrojaba, pero por alguna razón no despertaba los mas bajos y depravados instintos de la hechicera. Su interés era más arcano que físico.
- Entiendo - era cierto - pero... se lo has ofrecido tú a alguien? - preguntó con todo el tacto del que era capaz, que era mucho. Sin embargo el cambio tan abrupto de tema le hizo entender que aun no había confianza para ahondar en ese tema... tal vez, después.
Le dirigió una mirada al ventanal y frunció el ceño.
- La modista está tardando más de lo que creí - comentó como una meditación propia - tenía la idea que nos tomara medidas para los vestidos que quería hacer para nosotras con esas telas - dejó la taza, vacía por fin, sobre el plato que le hacía juego, y como si fuera una campanilla para esto, Coral apareció por la puerta en busca de la loza.
- Si tardamos mucho, ya que he sido yo quien te ha retenido tanto tiempo, lo menos que puedo hacer es ofrecerte hospedaje. No creo que mi pupilo ponga reparo en esto y si lo hace... mmm - se llevó la mano a la punta de la nariz - le cambias la noche por clases de algo que pueda interesar y ya - agregó con una sonrisa traviesa
- Qué ocurrió con la modista? - preguntó extrañada a Coral, mientras esta levantaba la taza y el plato que había utilizado Ethel, para llevarlos a una bandeja plateada.
- Inmediatamente averiguo. Desea algo más la señorita? - le preguntó a Miyuki.
La sensatez que mostraba hablaba muy bien de ella. Le haría las cosas más difíciles pero prefería un kitsune un poco mas maduro, así que sonrió con un poco de vanidad cuando empezó a describirla a ella al describir lo que pasaba con los humanos.
- Pero ahí radica parte del encanto de las personas, lo volubles que son. Es casi un reto, pero al final siempre terminamos por descubrir que tenemos un poco de ellos. Pero mientras aun no sepas distinguir lo que es una ilusión de lo que es real en ellos o en otros, deberías guardarte tus cartas para sacrificar, en especial las que están ligadas a tu ser, al menos si no tienes un mínimo de confianza en ellos volvió a beber su té y comió una galleta.
- Si algo aprendí con los años, es que lo cortes no quita lo valiente. Pero ellos no tienen tanto tiempo para llegar a esas mismas conclusiones y los que nacen en cierta posición social, lo son solo por seguir la linea familiar, no por convicción, como en tu caso - movió los dedos uno contra el otro en movimientos rápidos con el fin de deshacerse de las boronas.
La conversación iba tomando un cariz menos trascendental, pero igual de profunda, cuando pasaron a hablar de los pretendientes y del amor. Asuntos totalmente diferentes, aunque relacionados. Se veía linda cuando se sonrojaba, pero por alguna razón no despertaba los mas bajos y depravados instintos de la hechicera. Su interés era más arcano que físico.
- Entiendo - era cierto - pero... se lo has ofrecido tú a alguien? - preguntó con todo el tacto del que era capaz, que era mucho. Sin embargo el cambio tan abrupto de tema le hizo entender que aun no había confianza para ahondar en ese tema... tal vez, después.
Le dirigió una mirada al ventanal y frunció el ceño.
- La modista está tardando más de lo que creí - comentó como una meditación propia - tenía la idea que nos tomara medidas para los vestidos que quería hacer para nosotras con esas telas - dejó la taza, vacía por fin, sobre el plato que le hacía juego, y como si fuera una campanilla para esto, Coral apareció por la puerta en busca de la loza.
- Si tardamos mucho, ya que he sido yo quien te ha retenido tanto tiempo, lo menos que puedo hacer es ofrecerte hospedaje. No creo que mi pupilo ponga reparo en esto y si lo hace... mmm - se llevó la mano a la punta de la nariz - le cambias la noche por clases de algo que pueda interesar y ya - agregó con una sonrisa traviesa
- Qué ocurrió con la modista? - preguntó extrañada a Coral, mientras esta levantaba la taza y el plato que había utilizado Ethel, para llevarlos a una bandeja plateada.
- Inmediatamente averiguo. Desea algo más la señorita? - le preguntó a Miyuki.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
A Miyuki no se le había ocurrido llamar a todos esos calificativos como encantadores, mucho menos había pensado en su volubilidad, las personas podían ser buenas o malas, respetuosas o irrespetuosas, la kitsune los veía, intentaba comprenderlos y dependiendo de qué imagen le mostraran se alejaba o se acercaba a ellos. Pero... Lo que le estaba diciendo Ethel era muy diferente, era en cierto modo modificar la naturaleza de un ser, volverlo otra cosa por conveniencia o simple diversión ¿Estaba bien eso? No estaba del todo segura....
- ¿Cartas....Para sacrificar? – No entendía bien a qué se refería – No tengo nada parecido... – Parecía que se hacia la tonta, la desentendida del asunto, era un poco de cada cosa.
Lo siguiente tenía mucho más sentido, sabía que podía ser valiente llegado el caso, solo que si podía evitar hacer el papel de héroe y huir era mucho mejor, no le gustaba mucho la idea de arriesgarse a salir lastimada. La cortesía le servía para intentar negociar, también para dar una imagen mucho más débil que la verdadera, recordó por un momento aquella vez en el bosque en que saltó sin pensarlo hacia el cuello de aquel asqueroso ser mitad araña, seguramente no era esa la imagen que representaba en ese mismo momento.
- No, no se lo he ofrecido tampoco a nadie – Miro fijamente sus manos para evitar ver los gestos que pudiera poner Ethel, resultaría embarazoso cruzar miradas - nadie me provocó jamas esa clase de sentimiento – Y era completamente cierto, ningún ser había logrado cautivarla en ese sentido, si había conocido a gente con la cual llevarse muy bien, amigos y amigas por los cuales arriesgaría su bien estar de ser necesario. Pero eso era diferente, eso no era amor, no al menos el amor que ella esperaba.
¿Los vestidos para nosotras? La kitsune se pregunto si se referiría a ella o a Coral, la anfitriona se estaba comportando de maravilla, estaba muy cómoda, había comido bien, había disfrutado de una magnifica charla, si aparte de todo esto hacían vestidos para ambas, directamente sería el paraíso. Pensando en esto sonrió casi sin darse cuenta, y movió las colas con alegría, como era claramente visible en la sombra.
- Cuantas molestias, muchas gracias, Ethel – Dijo haciendo una leve reverencia con la cabeza – Por supuesto, si hay algo que yo pueda enseñarle, estaré encantada de poder devolverle el favor – Comento inocente, sin entender la sonrisa traviesa del todo.
La modista había pasado a un segundo plano, viniera o no lo más importante era quedarse allí y seguir disfrutando de la compania de Ethel, de estar en su forma de zorro seguramente se hubiese acostado en sus piernas para dejarse acariciar, tenían un efecto tranquilizante sobre ella. Pero estaba en forma humana, y tenía que comportarse como correspondía, sentada derecha, cuello estirado, mirada firme, era como correspondía estar.
- No, gracias querida Coral, debo agregar ademas que tu té estaba delicioso– Le sonrió con dulzura sincera, le gustaba que la muchacha se comportara con tanta subordinación hacia su ama, que fuera tan eficaz y al mismo tiempo tan hermosa, muchas cualidades en una sola chica tan joven – Espero probar algo más de tus manos en lo que queda de la noche.
Oración fácilmente mal interpretable, pero a estas alturas eran tantas las oraciones que Miyuki había dicho sin darse cuenta que o bien ya habían entendido como hablaba ella, o tenían una idea de la kitsune muy equivocada.
- ¿Cartas....Para sacrificar? – No entendía bien a qué se refería – No tengo nada parecido... – Parecía que se hacia la tonta, la desentendida del asunto, era un poco de cada cosa.
Lo siguiente tenía mucho más sentido, sabía que podía ser valiente llegado el caso, solo que si podía evitar hacer el papel de héroe y huir era mucho mejor, no le gustaba mucho la idea de arriesgarse a salir lastimada. La cortesía le servía para intentar negociar, también para dar una imagen mucho más débil que la verdadera, recordó por un momento aquella vez en el bosque en que saltó sin pensarlo hacia el cuello de aquel asqueroso ser mitad araña, seguramente no era esa la imagen que representaba en ese mismo momento.
- No, no se lo he ofrecido tampoco a nadie – Miro fijamente sus manos para evitar ver los gestos que pudiera poner Ethel, resultaría embarazoso cruzar miradas - nadie me provocó jamas esa clase de sentimiento – Y era completamente cierto, ningún ser había logrado cautivarla en ese sentido, si había conocido a gente con la cual llevarse muy bien, amigos y amigas por los cuales arriesgaría su bien estar de ser necesario. Pero eso era diferente, eso no era amor, no al menos el amor que ella esperaba.
¿Los vestidos para nosotras? La kitsune se pregunto si se referiría a ella o a Coral, la anfitriona se estaba comportando de maravilla, estaba muy cómoda, había comido bien, había disfrutado de una magnifica charla, si aparte de todo esto hacían vestidos para ambas, directamente sería el paraíso. Pensando en esto sonrió casi sin darse cuenta, y movió las colas con alegría, como era claramente visible en la sombra.
- Cuantas molestias, muchas gracias, Ethel – Dijo haciendo una leve reverencia con la cabeza – Por supuesto, si hay algo que yo pueda enseñarle, estaré encantada de poder devolverle el favor – Comento inocente, sin entender la sonrisa traviesa del todo.
La modista había pasado a un segundo plano, viniera o no lo más importante era quedarse allí y seguir disfrutando de la compania de Ethel, de estar en su forma de zorro seguramente se hubiese acostado en sus piernas para dejarse acariciar, tenían un efecto tranquilizante sobre ella. Pero estaba en forma humana, y tenía que comportarse como correspondía, sentada derecha, cuello estirado, mirada firme, era como correspondía estar.
- No, gracias querida Coral, debo agregar ademas que tu té estaba delicioso– Le sonrió con dulzura sincera, le gustaba que la muchacha se comportara con tanta subordinación hacia su ama, que fuera tan eficaz y al mismo tiempo tan hermosa, muchas cualidades en una sola chica tan joven – Espero probar algo más de tus manos en lo que queda de la noche.
Oración fácilmente mal interpretable, pero a estas alturas eran tantas las oraciones que Miyuki había dicho sin darse cuenta que o bien ya habían entendido como hablaba ella, o tenían una idea de la kitsune muy equivocada.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
Miyuki perdió la oportunidad, limitada para muy pocos seres, de ver a Ethel con una genuina expresión conmovida. Le parecía algo tierno, que siendo el espíritu que era, dijera las cosas que decía, que aun no encontrara el amor como sentimiento real ni la persona que se lo inspirara. No había mucha diferencia con ella, pero lejos de ser el método estratégico y racional que regía la vida de la hechicera, era algo mas del corazón.
Podría lograr su cometido de atrapar a la kitsune, pero quien le diera ese sentimiento tan idealizado, ni siquiera tendría que tender una trampa... ya la tendría cautiva, al menos así, lo veía Ethel
- No te preocupes pequeña, ya encontrarás a esa persona por la que tu corazón palpite de una forma diferente - al decirlo alejó la taza un poco más de sí. No le explicó nada sobre las "cartas a sacrificar" si en verdad no entendía, algún día lo descubriría, ya fuera por ser mas sabia o por ser muy tarde.
- Molestias? - preguntó extrañada - en lo más mínimo, me encanta estar en tan grata compañía - la oscilación de su cola no le pasó inadvertida. Si ella no quería irse, no sería Ethel quien la echara; al contrario - Te tomo la palabra, pero dejaremos eso de retribuir para otro momento - ella solita se había condenado. Podía no ser consciente de lo que le decía, pero encontraría la forma de hacerla cumplir su palabra, sobre todo si podía hacerlo ver como una enseñanza.
- Esperemos que no tarde mucho en llegar, sino, habrá que iluminar artificialmente la habitación y tal vez no note de forma correcta todos los matices de la tela - le dirigió una mirada a Coral, tanto por el comentario de Miyuki como por la tardanza de la modista. La "mucama", le dedicaba una sonrisa cortes, así como una leve inclinación de cabeza a los comentarios de Miyuki, susurrando con algo de timidez un "con gusto, señorita" muy propio de ella, lleno de recato.
Una vez que recogió todo, mencionó que buscaría a la modista, debido a su retraso. Entonces, Ethel se levantó de la mesa del té y regresó a la salita de recibo, dándose el tiempo suficiente para ocultar su expresión por el doble sentido que podían tener ese comentario sobre las manos de la asesina. Hablaba tal y como y pensaba, no pensaba en la forma en que se podía interpretar.
- Ya pensaremos en qué otros usos le damos a las manos de Coral, por ahora... mmm vamos acomodando las luces para los vestidos - comentó emocionada y su vista pasó por varios puntos en la sala, detectando las fuentes de luz de las que se pudieron hacer para tal propósito, diferentes candelabros.
Pero entonces, la puerta de abrió, de forma estridente y sorpresiva, dejando ver a una mujer madura, jadeando, con una bolsa de tela en una mano y una caja de gran tamaño en la otra.
- Lo siento, señorita Ethel, la baronesa de Lancreh me entretuvo mas tiempo del que disponía - se excusó, pero tras su ruidosa entrada, no dio un solo paso a dentro, hasta que la hechicera, le hizo una señal.
- Cambio de planes, voy por las telas - su animo parecía no haber cambiado, pero la modista, real y no perteneciente a la "corte" de Ethel, estuvo muy cerca de perder algo mas valioso que la vida; así se lo hizo notar la terrible mirada que le lanzó al dirigirse a la habitación a buscar las telas, tal y como había dicho.
Podría lograr su cometido de atrapar a la kitsune, pero quien le diera ese sentimiento tan idealizado, ni siquiera tendría que tender una trampa... ya la tendría cautiva, al menos así, lo veía Ethel
- No te preocupes pequeña, ya encontrarás a esa persona por la que tu corazón palpite de una forma diferente - al decirlo alejó la taza un poco más de sí. No le explicó nada sobre las "cartas a sacrificar" si en verdad no entendía, algún día lo descubriría, ya fuera por ser mas sabia o por ser muy tarde.
- Molestias? - preguntó extrañada - en lo más mínimo, me encanta estar en tan grata compañía - la oscilación de su cola no le pasó inadvertida. Si ella no quería irse, no sería Ethel quien la echara; al contrario - Te tomo la palabra, pero dejaremos eso de retribuir para otro momento - ella solita se había condenado. Podía no ser consciente de lo que le decía, pero encontraría la forma de hacerla cumplir su palabra, sobre todo si podía hacerlo ver como una enseñanza.
- Esperemos que no tarde mucho en llegar, sino, habrá que iluminar artificialmente la habitación y tal vez no note de forma correcta todos los matices de la tela - le dirigió una mirada a Coral, tanto por el comentario de Miyuki como por la tardanza de la modista. La "mucama", le dedicaba una sonrisa cortes, así como una leve inclinación de cabeza a los comentarios de Miyuki, susurrando con algo de timidez un "con gusto, señorita" muy propio de ella, lleno de recato.
Una vez que recogió todo, mencionó que buscaría a la modista, debido a su retraso. Entonces, Ethel se levantó de la mesa del té y regresó a la salita de recibo, dándose el tiempo suficiente para ocultar su expresión por el doble sentido que podían tener ese comentario sobre las manos de la asesina. Hablaba tal y como y pensaba, no pensaba en la forma en que se podía interpretar.
- Ya pensaremos en qué otros usos le damos a las manos de Coral, por ahora... mmm vamos acomodando las luces para los vestidos - comentó emocionada y su vista pasó por varios puntos en la sala, detectando las fuentes de luz de las que se pudieron hacer para tal propósito, diferentes candelabros.
Pero entonces, la puerta de abrió, de forma estridente y sorpresiva, dejando ver a una mujer madura, jadeando, con una bolsa de tela en una mano y una caja de gran tamaño en la otra.
- Lo siento, señorita Ethel, la baronesa de Lancreh me entretuvo mas tiempo del que disponía - se excusó, pero tras su ruidosa entrada, no dio un solo paso a dentro, hasta que la hechicera, le hizo una señal.
- Cambio de planes, voy por las telas - su animo parecía no haber cambiado, pero la modista, real y no perteneciente a la "corte" de Ethel, estuvo muy cerca de perder algo mas valioso que la vida; así se lo hizo notar la terrible mirada que le lanzó al dirigirse a la habitación a buscar las telas, tal y como había dicho.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
Re: Trampa para Zorros
Coral contesto justo como la kitsune esperaba, con recato y humildad, como correspondía, y eso solo hacia que la muchacha sumara más puntos a los ojos de Miyuki. Siguió sonriendo en todo momento, incluso mientras la mucama se excusaba y salía del cuarto, dejándola a solas con Ethel.
La mente de la kitsune paso rápidamente a su anfitriona, ciertamente las manos de Coral podrían tener muchos usos aun, podía preparar una deliciosa cena de seguro, sería fantástico disfrutar de esos sabores. Pero lo importante en ese momento era la modista, y conseguir las luces necesarias por las dudas de que se tardara en demasía. La kitsune se puso en pie ante el comentario de la mujer.
- Yo me encargo – Dijo solicita – Solo dime como te parece mejor – No se sentía con la obligación de hacerlo, pero le gustaba devolverle de algún modo su amabilidad. Lamentablemente al final no fue necesario, ya que la tan esperada modista hizo su aparición de modo estruendoso por la puerta, Miyuki arrugo la nariz, tanto porque la habían sorprendido como por el modo tan poco elegante de entrar.
- De acuerdo – Afirmo al comentario de Ethel, intento no mirar a la recién llegada mujer, se le había erizado el pelo de la espalda, en modo de defensa, no le gustaba que la tomaran por sorpresa, no tenía tiempo de planear su respuesta.
Se giro sobre si misma y fue con delicadeza hacia la ventana, el sol prácticamente ya no se notaba en el horizonte, quedaba apenas un suave color entre violeta y rosado, y la kitsune no podía evitar el pensar que se veía realmente hermoso. Fue recién entonces, en un solo instante que recordó lo que había olvidado durante toda la tarde. Miro asustada, pero intentando parecer natural, su sombra de zorro ¡allí estaba! Lentamente se movió lejos del marco de la ventana, intentando recordar todos los momentos en que el sol la había iluminado, había sido toda la tarde, siempre habían estado bajo la brillante luz que entraba por la ventana.
La preocupación era camuflada por su rostro de fantasía, pero sus colas se movían rápidamente de un lado al otro, sus orejas echadas hacia atrás, sus oídos alertas. Nada de esto se veía, pero Miyuki lo sentía, estaba nerviosa ¿Qué había visto Ethel? Probablemente todo, una cosa era que sospechara, otra muy diferente que lo supiera con certeza ¿Qué haría con ella? La kitsune temía no el ser capturada, lo cual sería lo mas normal, sino que pensara mal de ella, que la despreciara llegado el caso.
Intento calmarse, si tenía suerte su anfitriona no la hubiese visto, era una oportunidad en un millón, pero podía ser, intentaba convencerse de que así era. Disimulo su nerviosismo alisándose la ropa, no había cruzado palabra alguna con la modista, incluso se había olvidado que estaba allí, poco le importaba al final, su objetivo era pasar mas tiempo con Ethel.
La mente de la kitsune paso rápidamente a su anfitriona, ciertamente las manos de Coral podrían tener muchos usos aun, podía preparar una deliciosa cena de seguro, sería fantástico disfrutar de esos sabores. Pero lo importante en ese momento era la modista, y conseguir las luces necesarias por las dudas de que se tardara en demasía. La kitsune se puso en pie ante el comentario de la mujer.
- Yo me encargo – Dijo solicita – Solo dime como te parece mejor – No se sentía con la obligación de hacerlo, pero le gustaba devolverle de algún modo su amabilidad. Lamentablemente al final no fue necesario, ya que la tan esperada modista hizo su aparición de modo estruendoso por la puerta, Miyuki arrugo la nariz, tanto porque la habían sorprendido como por el modo tan poco elegante de entrar.
- De acuerdo – Afirmo al comentario de Ethel, intento no mirar a la recién llegada mujer, se le había erizado el pelo de la espalda, en modo de defensa, no le gustaba que la tomaran por sorpresa, no tenía tiempo de planear su respuesta.
Se giro sobre si misma y fue con delicadeza hacia la ventana, el sol prácticamente ya no se notaba en el horizonte, quedaba apenas un suave color entre violeta y rosado, y la kitsune no podía evitar el pensar que se veía realmente hermoso. Fue recién entonces, en un solo instante que recordó lo que había olvidado durante toda la tarde. Miro asustada, pero intentando parecer natural, su sombra de zorro ¡allí estaba! Lentamente se movió lejos del marco de la ventana, intentando recordar todos los momentos en que el sol la había iluminado, había sido toda la tarde, siempre habían estado bajo la brillante luz que entraba por la ventana.
La preocupación era camuflada por su rostro de fantasía, pero sus colas se movían rápidamente de un lado al otro, sus orejas echadas hacia atrás, sus oídos alertas. Nada de esto se veía, pero Miyuki lo sentía, estaba nerviosa ¿Qué había visto Ethel? Probablemente todo, una cosa era que sospechara, otra muy diferente que lo supiera con certeza ¿Qué haría con ella? La kitsune temía no el ser capturada, lo cual sería lo mas normal, sino que pensara mal de ella, que la despreciara llegado el caso.
Intento calmarse, si tenía suerte su anfitriona no la hubiese visto, era una oportunidad en un millón, pero podía ser, intentaba convencerse de que así era. Disimulo su nerviosismo alisándose la ropa, no había cruzado palabra alguna con la modista, incluso se había olvidado que estaba allí, poco le importaba al final, su objetivo era pasar mas tiempo con Ethel.
Miyuki- Cantidad de envíos : 156
Re: Trampa para Zorros
Por un momento creyó que usaría algún truco para ayudarla con la iluminación de la habitación, pero fue cuando hizo su aparición en escena la costurera. En parte por eso, estaba molesta. De nuevo, se quedó con la duda.
Al regresar de la habitación, traía las telas, las que había comprado ese día en el mercado y otras tantas que estaban pendientes de tratar. Las depositó, como si de un mostrario se tratara, en uno de los sofá, y con una campanita de cristal atrajo de regreso a Coral, quien esperó a un costado de la sala.
- Señora Lopz, las ideas que tenía de los vestidos ha cambiado un poco. Como verá, mi amiga, tiene un vestuario bastante llamativo que...
- Si, si, ya veo - dijo interrumpiéndola y dirigiéndose de forma impulsiva hacía Miyuki a la cual analizó, dándole la vuelta, mirando de cerca la ropa y por ultimo alargando la mano hacia la prenda pero sin llegar a tocarla por el carraspeo, molesto, de Ethel - Excelente manufactura, no veía uno de esos desde hace años, en apariencia son sencillos pero... -
- Pero, es eso lo que quiero - la atajó Ethel, molesta. Entonces, la modista, la miró e inclinó la cabeza como si por fin recordara cual era su lugar - Un atuendo con la mismo diseño, pero en una de mis telas y con algunos cambios -
- Entendido - dijo la mujer y le hizo un ademán a Miyuki para que pasara al centro de la sala, mientras ella se dirigía a los muebles para generar espacio, con ayuda de Coral.
- Creo que cambiaré de modista - mencionó al pasar, Ethel, luego de acercase a la kitsune para poderle hablar confidencialmente al respecto. Lo haría sin duda, lo que implicaba que la Baronesa de Lancreh y todas sus demás clientes tendrían que conseguir una nueva, también.
Cuando la sala estuvo adecuada, Coral trajo un butaquito, y tras dirigirle una mirada a Ethel, en total silencio obtuvo su encargo, al cual asintió con sutileza, antes de retroceder y seguir acomodando las cosas para la actividad, incluyendo las luces.
- Señorita, si fuera tan amable de subir al butaco y levantar los brazos en cruz para apreciar mas de cerca el vestido - solicitó amablemente la mujer. Ethel dio un par de pasos hacia atrás, observando la escena, con las manos sujetas a su espalda, como una institutriz.
Al regresar de la habitación, traía las telas, las que había comprado ese día en el mercado y otras tantas que estaban pendientes de tratar. Las depositó, como si de un mostrario se tratara, en uno de los sofá, y con una campanita de cristal atrajo de regreso a Coral, quien esperó a un costado de la sala.
- Señora Lopz, las ideas que tenía de los vestidos ha cambiado un poco. Como verá, mi amiga, tiene un vestuario bastante llamativo que...
- Si, si, ya veo - dijo interrumpiéndola y dirigiéndose de forma impulsiva hacía Miyuki a la cual analizó, dándole la vuelta, mirando de cerca la ropa y por ultimo alargando la mano hacia la prenda pero sin llegar a tocarla por el carraspeo, molesto, de Ethel - Excelente manufactura, no veía uno de esos desde hace años, en apariencia son sencillos pero... -
- Pero, es eso lo que quiero - la atajó Ethel, molesta. Entonces, la modista, la miró e inclinó la cabeza como si por fin recordara cual era su lugar - Un atuendo con la mismo diseño, pero en una de mis telas y con algunos cambios -
- Entendido - dijo la mujer y le hizo un ademán a Miyuki para que pasara al centro de la sala, mientras ella se dirigía a los muebles para generar espacio, con ayuda de Coral.
- Creo que cambiaré de modista - mencionó al pasar, Ethel, luego de acercase a la kitsune para poderle hablar confidencialmente al respecto. Lo haría sin duda, lo que implicaba que la Baronesa de Lancreh y todas sus demás clientes tendrían que conseguir una nueva, también.
Cuando la sala estuvo adecuada, Coral trajo un butaquito, y tras dirigirle una mirada a Ethel, en total silencio obtuvo su encargo, al cual asintió con sutileza, antes de retroceder y seguir acomodando las cosas para la actividad, incluyendo las luces.
- Señorita, si fuera tan amable de subir al butaco y levantar los brazos en cruz para apreciar mas de cerca el vestido - solicitó amablemente la mujer. Ethel dio un par de pasos hacia atrás, observando la escena, con las manos sujetas a su espalda, como una institutriz.
Ethel- Cantidad de envíos : 308
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