Trampa para Zorros

Coral sonrió con encanto y se sentó donde Miyuki le ofrecía. Estando libre de la vigilancia de Ethel, al sentarse lo hizo dejando una de sus piernas entre su cadera y la silla, la otra enrollando el tobillo en la pata de la silla.

- Claro que sí, creo que he terminado mis labores cotidianas por hoy y un poco de conversación no está mal – sonrió, dedicándole una mirada supervisora al trabajo de la señora Lopz, que de inmediato las miró, sonrió y volvió a lo suyo. – Ha pasado una buena tarde, señorita Miyuki? – Quiso saber, guardando las distancias y el buen comportamiento.

El pupilo, cuyo nombre yo misma no recuerdo, hizo su mejor esfuerzo por no gritar, pero al final su cuerpo cedió al dolor y lloró y gritó. Le suplicaba a Ethel que suspendiera lo que le hacía, pero en realidad, Ethel no le estaba haciendo nada, de hecho, ya no lo tocaba siquiera; sus rodillas sangraban y los brazos le temblaban por el esfuerzo de sostener los libros de minería en posición de cruz. Ella, sentada en la cama, con la pierna cruzada, lo mira impasible, con una sonrisa de satisfacción.

- No tengo todo el día, qué aprendiste hoy? – repitió con calma, pero el sólo lloriqueó – harás que te castigue? – preguntó con sensualidad y él, mirándola a los ojos en busca de piedad, negó despacio con la cabeza

- Las minas… - con palabras entre cortadas le contó cuanto había visto, oído y hecho

Mientras, en el exterior, Coral seguía su conversación con la kitsune.

Lo primero que penso Miyuki era sobre el modo particular de sentarse que tenia la muchacha, cada cual tiene su posición favorita para estar, seguramente al relajarse Coral elegía ese, era una buena señal, significaba que se sentía cómoda con la presencia de la kitsune, podrían tener una charla amena y calmada de seguro.

- He pasado una tarde una tarde mas que buena – Y era una afirmación sincera, había hecho todo lo que le gustaba – Hacia mucho que no me entretenía tanto, la señorita Ethel es una excelente anfitriona.

De hecho se adaptaba perfectamente al estilo de anfitriona que a Miyuki mas le gustaba, charla interesante, delicioso té con bocadillos, ropa nueva y hermosa, hasta la habían peinado, no podía pedir mas.

- En realidad, no se como voy a devolverle el favor, mira que hermoso vestido y me ayudo a arreglar mi cabello también – Dijo mostrándole mientras girando la cabeza a ambos lados.

La kitsune ya no podía escuchar mas de los murmullos provenientes del cuarto, en parte por que estaba prestando atención a la charla con Coral, por otra parte por que ya no parecía que estuvieran hablando, o lo hacían en muy bajo volumen.

- ¿La Señorita Ethel suele tomarse mucho tiempo con su pupilo? – Pregunto curiosa Miyuki, no tenía muy en claro qué clase de tarea tenía que hacer como institutriz, o cuantas horas podía tomar su tarea – El caballero parecía muy enfadado cuando entro – Apenas pudo ahogar una risita picara, tapándose la boca con una de sus manos para que no se escuchara – ¡Jijiji! Parece que no le gustó el trabajo en la mina.

La idea misma de que personas con apellido y renombre tuvieran que pasar la tarde sudando y ensuciándose resultaba graciosa, tal vez tanto como imposible, habían mucho que siquiera sabían lo que era una ampolla o cualquier otro producto del trabajo en toda su vida. En realidad, Miyuki tampoco lo sabía, nunca en toda su existencia había tenido que trabajar, pero por suerte para ella, no era la discípula de Ethel, o en todo caso, eran otras las cosas que deseaba aprender de ella.

Coral sonrió.

- Trata de esmerarse, es cierto. En situaciones sociales, busca siempre tratar a sus invitados como le gustaría la trataran a ella, como digo, cuando se trata de asuntos meramente sociales- cuando no, bueno, su crueldad podía no conocer límites. Por eso no dijo nada sobre “devolverle el favor”. Ethel encontraría la forma, con o sin collar, pero tal vez debiera darle una pista a la jovencita.

- Devolver el favor… mmmm. Yo creo que se sentirá satisfecha con que seas su amiga – era la forma mas diplomática para decirlo, sin recaer en palabras como “muestra fidelidad y devoción, créeme eso evitará cualquier berrinche, la mayoría del tiempo” – Y sí, te ves muy bonita. Lastima que Daosh no sea el lugar más indicado para tanta hermosura – sonrió, si iban a la casa del noble que se hacía cargo de las minas, tal vez pero a Coral le parecía un lugar polvoriento y lodoso. Claro, como fuente de sacrificio, también le quedaba perfecto el vestido y el peinado, pero estaba casi segura que esos no eran los planes de Ethel.

- Depende de la lección- reconoció – es un chico algo engreído, muy mimado por sus padres en el pasado. Ethel intenta corregir eso, pero a veces ella misma lo insta a ser malcriado, no entiendo por qué, pero alguna razón ha haber detrás de eso, tal vez para terminar de corregirlo, quien sabe, la verdad nunca le he preguntado. Y eso que el trabajo de la mina ha sido lo de menos, un día lo puso a convivir con pescadores. Por un momento pensé que la odiaría y la haría despedir, pero no – de hecho el chico se mostró satisfecho con lo aprendió para destajar y destripar, estaba ansioso por practicarlo con humanos, pero Ethel, no se lo permitió, le dijo que primero debería de probarlo en él, que cuando estuviera dispuesto a que ella o una de sus criadas lo hiciera con él, entonces, solo entonces podría hacerlo con otros.

- Creo que le deberías pedir a Ethel venir con nosotros, para que ella se lo plantee al Señorito, sería divertido y lindo verte con tu kimono y lindos vestidos en Enasha – propuso.

- ¿Con que sea su amiga? – Repitió la kitsune sonriendo de oreja a oreja – Eso es sencillo, pensé que sería algo más difícil, jijijiji – Estaba de muy buenos ánimos, por eso reía con tanta soltura y despreocupación.

Hizo una pequeña reverencia con la cabeza, aceptando con modestia los cumplidos, sin duda le encantaba esa forma humana, de todos los disfraces que tenía ese era el mas hermoso, le pusiera lo que le pusiera quedaba encantadora.

- Admito que me siento tentada de probar vestidos en ti también – Dijo Miyuki a modo de confidencia – Tienes unos rasgos tan bellos, podría probarte prendas toda la noche y no cansarme – Para entonces la kitsune se había relajado hasta el punto de sentirse en libertad de subir las piernas a la silla, apoyando los talones en el borde, abrazándose las rodillas y apoyando el mentón en ellas.

Escucho en esa postura los comentarios de Coral con respecto a la educación del joven indisciplinado, a su manera de pensarlo era lo mas normal que el muchacho fuera un mal criado, suponía que todos, o casi todos, los jóvenes de su tipo lo eran.

Pero ninguno de ellos habían tenido a Ethel como institutriz, y sin duda el soportar a un chico caprichoso con aires de soberbia no estaba entre las cosas que la hechicera estuviera dispuesta a hacer. Corregir eso era fundamental, aunque a la kitsune no le quedaba claro si lo hacia para hacer de la educación algo mas soportable, o si en verdad era por el bien del chico ¿O quizas por algo mas?... No lo sabia, ni le importaba por cierto.

- Me gustaría pedírselo pero... No lo se... ¿No sería algo incorrecto de mi parte? – Respondió algo sonrojada, irse con Ethel era lo que mas quería en ese momento, pero el ir y preguntárselo de manera directa le resultaba bochornoso a lo menos – Estaré atenta, si se presenta la oportunidad de decírselo... Quizás podría...

Miro los trozos de tela ya cortados por la señora Lopz, si viajaba con Ethel podrían hacer muchos mas vestidos juntas, y de seguro harían cosas mucho mas entretenidas también, de solo pensarlo le daban ganas de sonreír como una niña en una tienda de dulces.

- Cuéntame de ti – Dijo mientras sus pensamientos volvían al presente - ¿Ethel también te crió? ¿Se conocen de hace mucho? Parece como si... – Mientras decía la frase de modo pausado se acerco de a poco a Coral, posando un dedo con delicadeza sobre su mejilla, siguiendo el contorno de su rostro lentamente – hubieses sido moldeada por ella, pero conservando tu individualidad ¡Que curioso! – Agrego sonriéndole sin soltarla aun.

Coral pareció sorprendida de la declaración de Miyuki sobre su intención de ponerle vestidos, incluso se ruborizó un poco. Muy pocas veces se ponía vestido, de hecho, no se sentía del todo cómoda con ellos, le restaban movilidad.

No era algo que estuviera dispuesta a explicar, en su lugar iba a responder a las preguntas de la curiosa kitsune, pero esta hizo algo que rompió la magia.

Su mirada se tornó de hielo, en el momento en que le acarició la cara. Su sonrisa no se borró de forma intempestiva, pero sus ojos la miraron profundamente, como una muda advertencia. No le apartó la mano, no le haría un desaire, pero no estaba acostumbrada a que hicieran esa clase de cosas con ella, se lo admitía a Ethel porque era Ethel, los demás… solían ser un blanco al cual eliminar y ese el resultado de un tipo de acercamiento en particular que exigía de sus habilidades sociales.

No era necesario ser muy sensible para notar la forma en que el ambiente se tensó. Hasta la señora Lpz lo notó, pues levantó la vista, por fin, hacia las muchachas

- Ese asunto, el de los vestidos, deberá definirlo la Señora, si ella considera que cuento con el tiempo para dedicarme a eso – su respuesta fue tan mecánica como protocolaria, enmarcada en la fría formalidad, pero sin dejar claro si por Señora se refería a Ethel o a la madre del niño. A lo demás, no respodió, pero tampoco se apartó.

El silencio se hizo prácticamente tangible, la dulce mirara de Coral se volvió como el mismísimo hielo polar cuando Miyuki se acerco, en su ignorancia a tocarla. La kitsune sintió como si la piel misma de la joven transmitiera electricidad, rechazo, incluso odio, todo eso percibió en un solo instante, en lo que dura un pestañeo.

Se le escapo un gesto de sorpresa apenas audible, como quien se encuentra con algo que no esperaba encontrar ahí, la kitsune era muy sensible a esa clase de cosas que no se ven, pero que son tan reales como el aire que se respira. Aparto la mano y la agarro con la otra, como si Coral la hubiese golpeado con el pensamiento.

Miyuki bajo las piernas de la silla y se sentó derecha nuevamente, sus ojos reflejaban congoja y desconcierto, no entendía, simplemente no comprendía ¿Qué era lo que había vivido esa muchacha? ¿Qué era lo que había mal interpretado del contacto de la kitsune? Todo esto quería preguntarle a la muchacha, pero así como hacia un instante estaba segura de que podía hablar de lo que fuera, en ese momento no sabía siquiera qué era correcto pensar.

- Yo... Emmm... Le ruego me disculpe si la ofendí, juro no era mi intención – Mientras decía esto agachaba la cabeza en sentido de reverencia – Me deje llevar por un impulso, producto de lo placentera que me resultaba la charla, le pido me disculpe, y si lo hace, prometo no volveré a cometer el mismo error.

Durante todo el discurso no había levantado la cabeza, su cabello caía hacia delante tapándole el rostro, pero se notaba que lo que decía era sincero, sin doble intenciones o ironías. Coral parecía una chica de lo mas dulce, la kitsune no quería perderse de poder tener largas charlas con ella, y si por casualidad podía acompañar a Ethel en sus viajes sería horrible que la muchacha la ignorara, o la evitara. Miyuki no sabía como lidiar con el odio ajeno, eso demostraba con su tono sincero, y afligido, no iba a levantar la cabeza hasta obtener una respuesta.

El silencio siguió posado en la sala de recibo. Hasta la señora Lpz, dejó de hacer ruido con las tijeras al patronar. Era palpable y sólo fue cortado por una pregunta

- Que sucede? – era la voz de Ethel ubicada a la espalda de Muyiki, llena de curiosidad. Miraba alternativamente a la una y a la otra, pero Coral solamente la miró de reojo.

- Con su permiso – dijo Coral, sin responder a las palabras de Miyuki, ni a la pregunta directa de Ethel. La hechicera, había salido en silencio de la habitación y había escuchado y visto lo ocurrido, no le extrañaba en lo mas mínimo la reacción de la antigua Flor, pero manejar un poco la culpa no le vendría nada mal.

El tono y las palabras de la kitsune le decían que el roce había sido sin mala intención y de hecho, sin morbo alguno, solo una reacción ingenua a una emoción de confidencia. Que rica arcilla sería si se tomara en serio moldearla. Su sonrisa cruel desapareció justo al hacer la pregunta y ahora sus ojos solo expresaban confusión ante lo que allí se cocía.

- No le pongas atención, en ocasiones es una amargada – agregó sentándose en la silla,, tratando de tranquilizarla, pero sin perder ese gesto de curiosidad, dirigiendo una ocasional mirada a la puerta que comunicaba con la cocina.

En vano espero la kitsune que su interlocutora respondiera a su pedido, el incomodo ambiente se hubiese podido cortar con las tijeras de la señora Lopz, Miyuki apretó la pollera de su vestido, se sentía impotente, no tenía recursos suficientes para interactuar con humanos, esa era la conclusión a la que había llegado. Había metido la pata hasta el fondo, y lo peor era que siquiera sabía por que.

La voz de Ethel hizo que se sobresaltara, giro la cabeza mirándola entre sorprendida y acongojada, luego miro a Coral y su ofendida marcha. Miyuki se mordió el labio, hubiese querido seguir hablando con ella, encontrar el modo de resarcirse de su error.

- ¿Cómo podría no prestarle atención? – Dijo negando rotundamente con la cabeza – Hice que la Señorita Coral se enoje conmigo, y todo culpa de mi torpeza – Dio un suspiro y se mordió el labio nuevamente, peleándose consigo misma – Pero, Señorita Ethel...

Dejo la frase por la mitad, dubitativa, quizás no debería meter a su anfitriona en problemas, quizás debería intentar arreglar el asunto directamente con la muchacha. Pero resultaba obvio que sus habilidades sociales dejaban bastante que desear. Necesitaba aprender mas, necesitaba entender y practicar.

- Yo no tenía ninguna mala intención, no... No quería lastimarla ni nada, solo la toque y ella....Y entonces no me hablo mas... Y yo no... – Sus explicaciones eran entrecortadas, mientras jugaba con sus dedos, evitando mirar a los ojos a Ethel por miedo a que la rete, a que la señale como una descarada, o una mal educada – Es que yo no creía que tocar a alguien fuera tan malo – Concluyo, por un instante parecía mas un niña que una mujer, y es que en cierto modo lo era.

Ethel, mostrando su faceta mas maternal, le sonrió de vuelta y apoyó la mano en su hombro con delicadeza.

- No fue torpeza - trató de tranquilizarla un poco Ethel - solo te exediste un poco, no mediste muy bien hasta donde llegar y te dejaste llevar por sentir mas confianza. Es algo que le puede pasar a cualquiera, incluso en el pasado me ocurrió a mi. Sin embargo, la torpeza, es algo que solo le ocurre a los... - sonrió por lo redudante que diría - torpes y al menos ante mis ojos la torpeza no hace parte de tí - sonrió de nuevo, tomadole la mano para que notara que si se sentó en la mesa del té, no fue porque quisiera algo más, sino para acompañarla y darle algo de animo.

- Pequeña - dijo yendo un poco más allá de la cercanía social que pudieran tener, dejando un pequeño silencio que si bien se podría interpretar una pausa para organizar lo que iba a decirle o para atraer del todo su atención a lo que iba a decirle, en realidad medía su reacción, favorable desvaforable o neutra hacia el apelativo recién utilizado - Fue solo un desliz. Deberás darle tiempo antes que vuelva a abrirse y creeme que no dejará de hablarte, así solo sea por educación. Existen ciertas reglas cómo te comentaba antes, reglas no explicitas sobre hasta donde llegar en la interacción social antes de acercarse demasiado. No se trata que tocar sea malo o bueno, lo que ocurre es que no todos reaccionan igual a tal hecho -

Ladeó un poco la cabeza y para demostrar su punto, estiró su mano hacia la carita de la kitsune y la acarició exactamente igual a como esta lo hizo con Coral, con delicadeza, casi con sutil sensualidad

La sonrisa de Ethel la calmaba, era como un bálsamo para su herido orgullo de kitsune, y estaba agradecida de que se tomara la molestia cuando con total calma podría haberle pedido que se retirara de su casa.

Sin duda si había algo que quería que fuera total y completamente ajeno a su persona era el ser torpe, eso Miyuki lo tenia bien claro desde hacia ya mucho. Cada vez que las silabas salían de los labios de la hechicera, la muchacha sentía como si le lastimaran los oídos.

-Es usted muy amable – Dijo bajando la mirada avergonzada, y no de modo fingido como podría haber sido en otro momento, le gustaba que Ethel la considerada por fuera de tan horrible adjetivo.

Sin duda hacia mucho que nadie la llamaba “pequeña”, pero sentía que si había alguien que tenia derecho a decirle así esa era Ethel, la kitsune no podía decir exactamente porque, pero podía sentir dentro de ella que las diferencias en edades y vivencias era la correcta para usar una palabra como esa ¿Quién era? Esa tendría que haber sido la primer pregunta de todas, y sin embargo recién entonces se le ocurría en profundidad.

Pero algo la distrajo de su cavilación, la mano de Ethel tocando su rostro la hizo reaccionar, levanto la vista y la miro directamente, apuntando también las orejas invisibles como cuando un animal escucha un sonido en el bosque, y presta atención. Pero la sensación de la mano de la mujer era tan suave, tan tranquilizadora ¿Cuándo alguien se había atrevido a tocarla de modo tan directo por ultima vez? No lo recordaba, hacia que su corazón se acelerada, la emocionaba algo tan simple.

Tomo la mano de Ethel y cerrando los ojos la apretó con mucha suavidad contra su rostro, mientras sonreía.

-Si, lo comprendo, tiene que ser en el momento correcto, del modo correcto… - Abrio sus ojos de color naranja claro nuevamente – y debe ser la persona correcta - Su ingenuidad era la de siempre, sin embargo podía notarse que había entendido algo mas.

Pero Ethel no le pediría que se fuera de su casa, al contrario, usaría todo aquello para sacar ventaja, para hacerse mas cercana a la pequeña kitsune y el sencillo gesto de tomarle la mano y llevarla a su mejilla con un poco más de ¿agradecimiento? ¿confianza? ¿soltura? Le confirma que como de costumbre, iba por buen camino.

Sonrió benévolamente a sus palabras antes de añadir

- La persona correcta no es más que convergencia del momento correcto y la forma adecuada. Cualquiera, no importa su status, es la persona correcta si sabemos como proceder. El saber hacerlo conlleva práctica, pero estoy convencida que a ti te surgirá, con el tiempo en forma muy natural – la animó a no desistir en su intento. Entonces, con educación y sin rechazo alguno, solo en un ademán que era bastante casual, le retiró la mano y se puso en pie.

- Lo que te falta es un poco de aire fresco, demos esa vuelta que querías para que te despejes un poco – propuso con una sonrisa animada y sin esperar una respuesta fuera afirmativa o negativa, la tomó de la muñeca con mucha delicadeza y tiró de ella pasa sacarla de la habitación del hotel, claro está, en su compañía, solo las dos.

Ethel sonreía y si ella sonreía no importaba mucho el motivo, Miyuki sonreía también, por la simple felicidad que le daba el ser una de las causantes de semejante acción. Por supuesto que la kitsune no imaginaba que planes podría tener la anfitriona entre manos, o el motivo verdadero de la sonrisa, pero ¿y eso que? Poco le importaba.

Mientras ella le enseñaba sobre sobre el significado de “la persona correcta”, miyuki no podía mas que darle la razón, de pronto le vino a la mente cierta reunión con una estrella, una semi hada y una niña que parecía adulta. El saber como proceder en ese momento la había llevado a conocer a personas tan extrañas, tan singulares, que habían llegado en el momento justo, y habían resultado ser maravillosas.

-Si me gustaría dar un paseo. Ah! mientras podría contarte de mis amigas, si quieres, son maravillosas! – Dijo mientras se dejaba llevar por Ethel sin poner oposición alguna – Las recordé mientras me hablabas.

Su humor había vuelto a la normalidad luego de las tiernas palabras de Ethel, y estaba mas que lista y predispuesta a pasear por toda la ciudad, aunque no fuera un lugar adecuado para tal cosa. Las personas eran mas bien toscas, acostumbrados a toda una vida de trabajo y sacrificios, las calles de tierra pisada por el tiempo demostraba el abandono en algunos lugares, y las tiendas que eran lo único que daban un poco de color al paisaje vendían los productos regionales.

En este paisaje en cierto modo tan gris, Miyuki destacaba aun mas con su larga cabellera blanca tan bien peinada, su precioso vestido y ese andar tan delicado, lleno de alegría y confianza. Luego de salir de la residencia de Ethel, había tomado a esta por el brazo, y se sentía feliz de poder ir caminando así.

- ¿Que paso con el joven pupilo? ¿No le gustan los paseos? - Pregunto de pronto curiosa la kitsune.

Contar sobre las amigas. Si quería. En realidad, no, no quería, le traía sin cuidado, esa clase de información se la podía sacar de formas mas divertidas que una charla de amigas mientras paseaban. Pero la moral y conciencia de la kitsune aun podían ser modeladas a su antojo sin necesidad de divertirse como mas le gustaba. Y si todo salía como debía salir, pronto, esas amigas no existirían para ella.

- Claro pequeña, me interesa conocer a tus amigas, en especial si dices que son tan maravillosas - sonrió afablemente, tomando la falda de su vestido para no ensuciarla con las lodosas calles de Daosh - Por qué te acordaste de ellas? - preguntó con curiosidad, verdadera curiosidad.

Quien quitaba, quizá esas amigos si tenían algo de interesante. Después de todo, se había fijado en ella en su teatro más mundano, quizá, las demás... podría servir de algo.

El pupilo. Cómo contarle que en ese momento tenía las rodillas destrozadas dejando un gran charco de sangre que crearía leyendas sobre asesinatos en ese hotelucho de quinta? Como contarle que no podría pasear porque estaba desnudo sufriendo al punto de buscar con lo que le quedaba de mente algo con lo cual quitarse la vida? Cómo se responde la verdad y que el pupilo agonizada y supuraba por los estratégicos cortes que le había hecho? Conocía los cómo, pero aun no estaba lista, Miyuki, para tales revelaciones.

- Sí, le gusta pasear, no aquí, es un poco elitista al referirse a este lugar, sin embargo da igual. Está castigado, por mal educado. Mira, esa camino se aleja de este lodazal, vamos hacia allí -

De estar Miyuki con su kimono puesto hubiese sido un problema caminar por el lodazal, tendría que haber imaginado manchas de barro en la parte de abajo, y las mismas tendrían que haber estado distribuidas de modo creíble y sin patrones. Por suerte el vestido que tenía ahora era mucho mas corto, y mas allá de tener algún que otro percance con las sandalias, era mucho más fácil.

-Si que lo son – Dijo sonriendo – Tengo tres amigas, una se llama Altair, la otra Dulfary y la otra Lisandot- Se detuvo un segundo en su narrativa para saltar con gracia felina por encima de un charco especialmente largo – Lo recordé por lo que me estabas enseñando, la persona correcta no es mas que convergencia del momento correcto y la forma adecuada -Casi parecía haberlo memorizado.

Un hombre que cargaba mas cajas de las que uno pensaría que podía paso sin ver muy cerca de la kitsune, esta que se encontraba distraída hablando casi choca, pero hizo un giro de ultimo momento y lo esquivo con toda elegancia.

-En un sueño supe que iba a encontrarme con ellas, bueno, no tan claramente, sabia que iba a encontrarme con tres mujeres, en donde y que día. Así que llegue y prepare todo para que recibirlas como correspondía, y gracias a eso nos volvimos amigas – Le regalo a Ethel una sonrisa adorable y agrego – Es por eso que lo recordé.

Por supuesto que la mujer hacia bien en no decirle a Miyuki sobre el verdadero estado en que se encontraba el joven pupilo. Si bien la kitsune aun no tenía los conceptos del mal y el bien correctamente formados, aun era algo impresionable, pero eso no sería un problema para Ethel, a corto o largo plazo, la realidad se volvería para Miyuki lo que su anfitriona dijera que era.

-Me dio un buen susto cuando entró – Admitió riéndose – Esta muy bien que lo castigue tiene que entender que no puede comportarse así, tiene que ser educado en todo momento y no solo cuando este de buen humor.

La lógica de la kitsune, si así podía llamarse a semejante unión de ideas, era bastante simple por el momento, pero en la poca interacción que había tenido con humanos le había alcanzado.

-Si, vamos, de seguir por aquí tendré barro hasta las rodillas dentro de poco – Dijo siguiendo a Ethel por el camino que se desviaba del normal.

Altair no le sonaba de nada. Pero Lisandot, sí, vaya que sí. Sus ojos brillaron por un momento recordando qué tan pequeño era mundo. Dulfary... también. Oh sí, de ese sí que estaba segura.

- No digas... - le dijo con total interés por esas amigas. Mientras Miyuki se adelantaba a contarle como las había conocido, Ethel iba sonriendo en su interior con tal perversidad, que habría hecho temblar al mas temerario.

Eran solo nombres, pero... Cuantas personas en el mundo podrían llevar esos nombres? Creía en el azar y en caos, pero sospechaba que en esta oportunidad no había nada de eso, que no era mera casualidad.

Con Lisandot había algo particular. De ella solo tenía sospechas. Sus espías, los Geranios mas curtidos en su arte, había traído el listado de los posibles miembros de la resistencia. Ningún nombre había sido confirmado, no alcanzó a hacerlo antes de su partida de Lurthum, estaban en esa fase cuando todo ocurrió, pero recordaba el nombre de Akira, Mayo, uno que otro miembro traidor o infiltrado en la guardia de Zergould y, como no, Lisandot. De quien menos sospechas tenían era de ella, era comprensible que brindara ayuda a miembros de la resistencias, si su memoria no fallaba, y casi nunca lo hacía, se dedicaba a la curación y trabajaba en una herbolaria.

Ahora que todo ese asunto de la resistencia y estúpida guerra que se podría o no estar librando en Cascadas la tenía sin cuidado, no estaba segura de como se sentía referente a que ella estuviera tan cerca. Se habría dispersado la Resistencia? Daba igual. Era un dato interesante, vaya si lo era. Algún día, le daría uso.

Por otro lado, la mención de Dulfary capto su atención. Aun más. El nombre y la imagen de ella la tenía muy clara cortesía del pequeño remedo de asesina que enviaron a ella. Era su amiga, un vinculo fuerte a nivel afectivo o al menos emocional. La asesina ya no era un problema, se había deshecho de ella, pero esas "pequeñas casualidades de la vida" hicieron que el nombre se repitiera con Nadryssa. Faltó poco para que se relamiera los labios.

Escuchaba sin oír las palabras de Miyuki. Se preguntaba ahora que tanto podría moldear esa ausencia de escala moral de la kitsune. Llegar hasta ellas dos, incluso a la tercera,sería la prueba de fuego. Y lo quería probar.

Tiempo al tiempo.

- Es un chico al que aun hay que pulirle modales. No por tener mucho dinero y estar rodeado de lujos se adquiere clase y estilo. Esa es parte de mi labor como institutriz, fue por eso que tuve que reprenderlo. Pero no hablemos de él, si quieres otro día, me ayudas a convertirlo en el mejor ejemplo de los modales y las buenas costumbres. Por qué no me cuentas mas sobre tus amigas, lo que quieras - sonrió con tal amabilidad, que hasta ella misma lo creyó.

- Por cierto, Muyuki, hay algo que me intriga. Donde estás viviendo en este momento? -

La propuesta de ayudar en la educación del joven pupilo era mas que apetecible para la kitsune, no solo porque los modales eran de lo que ella mas sabia, sino porque ademas podía serle de alguna ayuda a Ethel, y eso si que emocionaba a Miyuki.

-Me encantaría ayudarla en todo lo que pudiera, Señorita Ethel – Dijo sonriendo contenta – Hay que corregirlos desde pequeños, o luego es imposible sacarle las malas mañas – Miyuki pensaba mas en una mascota que en un ser humano, como cuando se les enseña trucos.

Ethel estaba interesada en su historia, la kitsune brillaba de felicidad, algo en sus gestos parecía delatar el pequeño zorro alegre que era en realidad, quizás algo en su sonrisa, o en su mirada. De haber sido una adulta, una verdadera kitsune de nueve colas, engañarla no hubiese sido tan sencillo, pero era tan solo una cachorra y no concebía la idea de que alguien tan amable pudiera ser a la vez la forma terrenal del caos.

-Mmmm – hizo un gesto adorable de estar pensando unos segundos antes de contestar – Bueno, Altair me dijo que ella era una estrella y que tenia un mensaje muy importante que entregar, ella en verdad es muy hermosa y amable, jamas hubiese imaginado que las estrellas eran así, las veo a lo lejos y no lo aparentan para nada – Recién entonces se percato que se estaba yendo por las ramas – Ah, lo siento, me estoy saliendo de lo importante.

El camino parecía mas estable por donde estaban yendo en ese momento, también mas alejado de todo el barullo de la gente. Miyuki miraba todo con curiosidad, le intrigaba saber a donde estaban yendo, o si había algún lugar bonito donde pudieran sentarse hablar.

-La señorita Lisandot es una semi hada, nos lo dijo allí mismo en la reunión, y sabe muchísimo de curación, siempre es tan tranquila y correcta, me da envidia – Dijo riendose – Es toda una mujer – De cada una de sus amigas admiraba algo, por eso les tenía tanto cariño y Lis representaba para Miyuki como a ella le gustaría ser cuando fuera una mujer con todas las letras.

Había llegado a la muchacha que mas cariño le producía, ya fuera por todo lo que habían pasado juntas o porque ambas eran como niñas, para la kitsune Dulfary era como una hermana pequeña y juguetona.

-La Señorita Dulfary es lo mas adorable que existe – Dijo con toda seguridad – Parece una adulta, pero es una niña en verdad, siento como si hubiésemos nacido en la misma camada, siempre esta contenta y me hace caricias atrás de las orejas, lo cual se siente muy rico – El como decidía la mente de Miyuki qué datos eran importante y cuales no, era un completo misterio, lo que si era seguro es que no era como el del común de la gente.

Información, más información sobre ella, eso siempre la ponía en aprietos, porque entonces tenia que inventar cosas, y luego recordarlas, y era tan mala mintiendo que seguro se lo tendría que volver a inventar luego.

-En realidad, en ningún lado, Ethel – respondió pensativa, intentando recordar si le había dicho otra cosa – Me dedico a viajar desde que mis padres murieron.

Finalmente había resuelto decir la verdad, así no tendría que tener problemas intentando recordar mentiras luego.

- Me encanta la forma en la que nos entendemos - río complacida. Y eso era precisamente lo que Ethel quería del muchacho, sacar sus malas mañas, TODAS sus malas mañas, no de su repertorio sino a flote, con educación y modales refinados propios de alguien de su alcurnia, pero todas esas malas mañas que sembraban el miedo en el corazón de las personas comunes y no tan comunes.

Y no solo en lo de las mañas estaban de acuerdo, sino en la concepción de "mascota" respecto al pupilo. No podía evitar sonreír.


- Una estrella? Interesante - repitió. Qué hacía una estrella en el mundo? Brillar, claro. Y traer un mensaje del destino escrito en ellas. Qué otras cosas del destino podría saber esta estrellita? - No, no, tranquila pequeña, sigue por donde te lleve tu mente, cada cosa que me dices es tan interesante como importante - dijo complaciente

- Entonces tenemos una estrella, una semi hada y una niña que parece una adulta - resumió a lo dicho por Miyuki - junto a ti hacen un excelente grupo. Debe ser maravilloso verlas juntas

Entendía ahora muchas cosas que antes eran para ella un ligero misterio. Cómo es que una niña se veía como una adulta? sería ilusión, un hechizo, qué? Por eso no la pudo hallar en su momento.

- Te gusta que te mimen las orejas? mas que la panza? - preguntó con curiosidad como si el tema fuera algún otro y olvidándose por un momento, de forma intencional, del formalismo de hacerse la que no sabía la verdad detrás de la ilusión.

Pero finalmente sonrió, comprensiva. La pregunta que le había hecho no había sido entendida, tendría que ser más clara.

- No pregunto en donde vives, eso ya me lo contaste y no lo olvidaré - sonrío - sino en donde duermes, en esta isla, mientras dura tu viaje. Lo pregunto porque si quieres esta noche te puedes quedar con nosotros, no creo que el Señorito tenga reparo en eso -

Viajar.

Si.

- Esta noche nada mas, si quieres. Mira, esa camino se va mas fácil de transitar - señaló.

Esa tarde en el claro junto a sus amigas sin duda había sido inolvidable, cualquiera que por casualidad hubiese pasado y hubiese visto la escena de seguro la podría haber confundido con un cuadro pintado para los cuentos fantásticos que se les narra a los niños antes de que vayan a dormir. Y Miyuki se había encargado de cada detalle para que así fuera, para que sus nuevas amigas se sintieran a gusto con ella, sus únicas amigas hasta entonces.

- ¿Lo crees? – respondió sonriente la kitsune – Eramos un grupo mas que particular, jijiji, me gustó compartir secretos con ellas – Sentía que habían depositado su confianza en ella, y sin saberlo siquiera estaba traicionando esa confianza.

Miyuki iba dando pequeños saltos por delante de Ethel, luego tal vez paraba y la rodeaba, parecía una niña cuando los padres la llevan a una fiesta, contenta y emocionada. Además, ya no había tanta gente en la parte en que estaban, así que la muchacha podía relajarse de las formalidades un poco.

- Mmmm, no lo se, ambas se sienten muy bien – Tomándose en serio lo de contestar – Si tengo que elegir, elijo ambas – Respondió por fin, una respuesta que en realidad no era tal, pero poco importaba, ya que todo era un juego entre ambas, un juego inocente en la mente de Miyuki, tal vez no tanto para su anfitriona.

Como era de esperarse, la joven siquiera había recordado que la pregunta había sido contestada antes, se sonrojo levemente antes su error, repitiéndose a si misma que era una tonta por caer en semejante equivocación.

- Disculpa, que error el mío... – Bajo el rubor a fuerza de ilusiones y contesto – Acabo de llegar, así que aun no tengo donde estar – Asintió ante la propuesta de Ethel – Si no resulta una molestia me encantaría poder pasar la noche a tu lado – Sonriendo con dulzura la tomo de la mano, sin captar que la oración tenia varios sentidos posibles.

Camino en silencio un rato, disfrutando tan solo de la compañía de la mujer a su lado, siguiendola sin contradecirla en el camino que quisiera tomar, a ella le daba igual. La pregunta vino a ella de modo casual:

- ¿Qué hace en realidad en este mundo, Señorita Ethel? – La fachada de institutriz no era digna de una dama como ella, resultaba obvio desde el principio que un ser tan peculiar, tan raro que incluso una kitsune era algo normal a su lado, tenía que tener otro motivo en su existencia.

Pero muy diferente era que ella quisiera contárselo, aunque sopesando los pro y los contra, Miyuki consideraba que no tenía nada que perder preguntando, a lo mucho le diría que no quería contestar a eso, se disculparía por lo atrevido de su pregunta y podrían cambiar de tema.

- Así que ellas lo saben. Es un lindo gesto de parte retribuirles confianza - dijo en el tono que solo una dama de corte lo diría, con total refinamiento aunque no dejaba de causarle alguna gracia - qué otros secretos les compartiste? -

No tenía mayores expectativas respecto a esa pregunta, pero tampoco perdía nada por intentarlo. El que Miyuki fuera dando saltitos por delante de ella, era el estimulo que le faltaba para tal fin y además le permitió reír aun más abiertamente cuando dijo que le gustaban ambos lugares para recibir caricias.

Reía porque le parecía divertido y también porque estaba segura de no haberla pillado y aun así había respondido con tranquilidad y se podría decir que sobrada franqueza. Como fuera, admitía las orejas y la barriga, se interpretara como se interpretara.

Tras la risa su sonrisa se mantuvo y acarició su cabeza para tranquilizarla, justo después que se sonrojara. Para Ethel no era un error y aunque lo viera así no era algo grave, sin embargo, le parecía importante que la kitsune si lo viera así y que, además, percibiera lo comprensiva que podría mostrarse ella respecto a los errores, pues sonrisa era una invitación a que tuviera mas cuidado y se fijara mejor en lo que decía o dejaba de decir. Los detalles, como en la educación y las buenas maneras, son realmente importantes.

- No creo que lo sea y para mi sería un placer contar con tu compañía y mejor aun saber que al despertar estarás ahí - al igual que la frase de Miyuki, su respuesta podía interpretarse de mil formas, a la par de encantadoras, a la par de doble sentido

La pregunta que había tardado en llegar, no le hizo disminuir el paso ni cambiar en lo más mínima, no hubo expresión de seriedad o falsa sorpresa, no tampoco esa sonrisa de satisfacción o complacencia. Permaneció serena y respondió con franqueza.

- Me dedico a esperar - una respuesta escueta pero contundente - Aguardo un momento preciso para volver a actuar y mientras eso ocurre esta y esa es mi real ocupación - esta, institutriz, esa, esperar - las cosas han cambiado un poco desde que tenía mi propia isla, por decirlo de alguna manera, así que por ahora aguardo y conozco y reconozco el lugar donde me encuentro para el instante en que haya de mover mis fichas o mostrarme a luz publica -

Le daba igual de la muchacha entendía o no. Que diera gracias mas bien a que le había respondido con la verdad.

Pensó con detenimiento si había alguna otra cosa que pudiera ser de interés para su anfitriona, las cosas que eran relevantes en su opinión ya habían sido dichas, pero también había otras cosas secundarías.

- A ellas fue a las primeras que les mostré como soy en realidad – Sin duda Ethel entendería que se refería a mostrarse en su forma de zorro, aunque también podía entenderse como que había sido sincera, pero el juego seguía y casi parecía una competencia para ver quien decía mas frases con dos o mas sentidos.

De pronto la imagen de Ethel se le antojo como la de una gran araña, Miyuki tenia entendido que las arañas no gozaban de gran prestigio entre los humanos, lo cual a su entender era una tontería, no solo eran bellos estéticamente, además se encargaban de muchos insectos muy molestos. Sus pensamientos se iban por las ramas, “Una araña, cierto!” pensó, ella tejía una enorme telaraña y esperaba, aguardaba por el momento oportuno para caer sobre su objetivo.

- Comprendo, gracias por responderme, Ethel – En verdad creía que la mujer no iba a contestarle, el que confiara en ella como para contestarle era algo valioso para la kitsune - ¿Y en qué puedo serle útil? Me genera cierta duda que se acercara a hablarme precisamente a mi solo por que si – Siempre hablaba sonriendo, no parecía molestarle el pensar en su condición en sentido de “útil” o “inútil”.

Tal vez era porque había encontrado en esa mujer precisamente lo que estaba buscando, tal vez porque su ingenua mente no lograba imaginar lo que podía significar “ser útil” para Ethel, o simplemente confiaba en ella sin tener motivo alguno, pocas veces las respuestas de Miyuki parecían tener sentido. El tiempo diría si se equivocaba.

- ¿Crees que venimos al mundo con algún objetivo? – Pregunto distraída – De pequeña siempre me dijeron que el deber de mi familiar era solo cuidar al pueblo, proteger el mismo lugar que vigilábamos desde hacia siglos... – Se detuvo pensativa, no era algo penoso, siquiera emotivo, pero le gustaban las respuestas que solía tener Ethel a sus intrigas - ¿Será que uno puede rechazar su motivo original y buscar uno nuevo?

En cierto modo volvían a la charla sobre el destino, aunque no era lo mismo, la kitsune no creía en el destino como un mandamiento imposible de cambiar, pero con respecto a tener un objetivo impuesto ya no estaba tan segura.

Se acercaban ya al final del camino, no era un modo poético de decirlo, Miyuki no podía asegurar cuanto tiempo habían caminado, pero a lo lejos solo se veía un cielo despejado y hermoso, y un precipicio que no les permitía seguir adelante. Se podían escuchar claramente las olas golpeando con fuerza contra el fondo rocoso, se sentía el olor a sal, la humedad en el aire ¿Iba a llover?

Miyuki se acercó al borde del abismo y miro curiosa al fondo, no sentía vértigo, aunque volar no estaba entre sus habilidades. Contenta con la vista se sentó con las piernas colgando del borde, balanceándolas como una niña pequeña cuando se sienta en una silla de adultos.

- Incluso esta ciudad horrible tiene lugares bonitos – Comento sonriendo, con la mirada perdida en algún punto muy lejano en el horizonte.

El paisaje era hermoso, melodramáticamente hermoso, psicópaticamente hermoso. El sol a lo lejos reflejando su luz y su calor en las traicioneras aguas de la marea alta del final de día, las pocas aves (gaviotas) buscando un ultimo bocadillo antes de irse a sus nidos, el sonido arrullador del mar rompiendo contra el risco, la brisa mezclada entre lo marino y lo selvático, el desfiladero perfecto para deshacerte de cualquier individuo, tanto para eliminarlo como para desaparecerlo según la necesidad y conveniencia.

Muy hermoso. Un buen lugar para poner una casita, un buen lugar para tender una emboscada de rebienvenida a un caballero descarriado o para un reencuentro inesperado. Desde donde estaban, con Miyuki agitando los pies, podía ver lo que en varios días sería la casa incinerada de Josephine, podía verla a ella, a Roger, a Rebeca y de pronto sonrió.

Hasta ese momento, solo había estado escuchando las cosas que decía Miyuki, cosas que cualquier otra mente podría ver como inconexas o carentes de sentido pero que para Ethel eran tan claras como el agua en un manantial en lo más alto de la montaña. Retiró la vista de la casita a lo lejos y la puso en la kitsune y en la forma en que movía los pies sobre el precipicio y sonrió.

Una sonrisa de complacencia y grata sorpresa. Tuvo la respuesta a su pregunta más importante.

- Te diría que fue por curiosdad por saber que hace uno de los tuyos en una isla como esta, en una ciudad como Daosh y tan lejos de la zona de los bosques, pero sería decir una verdad a medias - se sentó junto a Miyuki balanceado los pies en el vacío a su vez - Todas las cosas sirven al Caos - dijo como si recitara una lección teoría aprendida antaño, muy lejos en el tiempo - y ahora creo que lo que esperaba de tí era que me trajeras justo a este lugar -

Lo demás era mas filosófico qué práctico. En realidad no le interesaba el asunto del destino y el objetivo de la existencia de cada uno si no era para que ella se divirtiera a costa de su dolor y devastación. Sin embargo, el zorrito merecía una respuesta. Le había traído a un lugar en el que muchas cosas de provecho podría obtener

- Que algo sea el deber de tu familia no lo convierte forzosamente en tu deber. Tú le puedes dar el motivo de existencia a la vida de otra persona o aceptar y seguir el que te dé alguien más acorde con tus motivaciones e intereses. Ese sería tu motivo original, porque, a menos que busques a tu creador, si es que tal cosa existe, no tienes forma de saber cual era tu motivo original o si ese que te dijeron tus padres desde niña, mas niña, realmente era tu motivo original. No le veo inconveniente a que te rebeles contra quienes te dieron lo que creyeron un motivo fundamental, pero una vez hayas elegido quien te dé lo que crees es tu motivo ya sería casi una estupidez rebelarte - tras un momento de silencio dejó escuchar su risa, cantarina, refinada, graciosa

- Eso sonó más como un trabalenguas, que como algo que se pueda entender o asimilar - volvió a reír. Miyuki bien podía hacer lo que quisiera con esto ultimo, pedir una explicación o tragárselo entero por no quedar en vergüenza con Ethel o dejar que las palabras de las llevara el viento, o, o, o y tantas o, tantas opciones.

Suponía que era curioso ver a uno de los suyos en una isla tan poco agraciada como era Daosh, no tenía ninguna de las cosas que los kitsune solían adorar, carecía de arboles antiguos, lagos puros, animales típicos de los bosques, o kilómetros y kilómetros de puro aburrimiento, como lo veía Miyuki.

- ¿Qué te trajera a este lugar? - Mirando los alrededores, sin notar en modo alguno lo que Ethel veía claramente – Espero no sea lo único que puedo hacer por ti, me sentiría muy decepcionada de mis capacidades.

A medida que el discurso de Ethel iba llegando a su comprensión, las oraciones fundamentales del mismo se separaban claramente, formando una idea en su mente. Si todo servía al caos, no había en realidad por que buscar un motivo.

- Entonces todo sirve al caos – Dijo pensando en voz alta – Aceptar el que me dé alguien mas acorde con mis intereses.... – Finalmente sonrió, contenta por haber entendido – Para nada, si esta muy claro! Tal vez mis intereses estén mas ligados al caos, será divertido averiguarlo.

Se rió a su vez, contenta de cómo se estaba desarrollando la charla, empezaba por primera vez a sentirse como en casa, como que tenía a un lugar al que pertenecer en el cual sentirse cómoda, claro que primero necesitaba que Ethel la acepte a su lado y para eso tenía que hacer mérito. ¿Cómo se hacia eso? Claro que Miyuki no lo sabía “Eso también será divertido de averiguar” Pensó.

No había nadie alrededor, podrían ser las ultimas dos personas del mundo, aunque ninguna de las dos lo era. La kitsune le tomo la mano a Ethel, era cálida, aunque tampoco tanto, se notaban delicadas y habilidosas al tacto, resultaban sospechosamente tentadoras, al igual que con Miyuki y su misteriosa perfección.

- ¿Entonces puedo quedarme hasta que decida prescindir de mis servicios? – Pregunto sonriendo - ¿Si? – La pregunta era una extraña mezcla entre dejar los términos en claro, y un pedido, una kitsune jamas se rebajaría a implorar, pero si podía sugerir, o insinuar, manteniendo así el orgullo.

Ethel sonrío a las palabras de Miyuki.

- Las pequeñas ayudas pueden llevar a grandes soluciones. En este lugar ocurrirán cosas muy interesantes, sin embargo tienes razón, si lo que quieres es hacer cosas por mi, puedes pensar en cosas muy grandes y maravillosas, solo no te sobre esfuerces, por ahora, porque sino un día perderás la capacidad de asombro y no queremos eso, o si? -

Una kitsune moldeable. Podría pedirle muchas mas cosas a la vida, pero eso sería desde el día siguiente. Ya vería como la moldeaba a su gusto y sin que se diera cuenta.

- tu servicios? - preguntó un poco sorprendida por lo sencillo que había sido, sin necesidad de ese hermosa collar que tenía para ella, y que aun esperaba poder usar en algún momento - y cuales son esos servicios que me ofreces? - su tono era el de la negociante de almas que siempre había sido.

Tras la respuesta de Miyuki, volvió su atención al horizonte, observando ese hermoso atardecer

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