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Gonzalvus
Otto Hoenheim
Narrador
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Página 5 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Re: [Sin título. Aún]
Otto dedicó aún un rato a parpadear sorprendido. De acuerdo que un Rayo Relampagueante Menor era de las cosas más poderosas que podía conjurar; lo había utilizado en algunos de sus inventos de hecho como fuente de energía para ponerlos en marcha o alimentarlos. Pero jamás había visto su potencia desatada en un ser vivo; menos aún uno gelatinoso y... con tendencia a morir dramáticamente en una explosión de vísceras ácidas y demás objetos irreconocibles y pegajosos.
Su toga, por fortuna, era mucho más atenta que su portador y diferentes chasquido y chorros de vapor desviaron los pocos restos que llegaron hasta él.
Las pequeñas nubes de vapor le devolvieron a la realidad, y con la realidad llegó la realización de que Dulfary, uno de los miembros del grupo, había estado a punto de convertirse en una baja en un visto y no visto, atrapada por un monstruo oriundo de aquel lugar. Y igual que le había pasado a Dulfary, podía sucederles con la misma facilidad a cualquiera de ellos; ese pensamiento hizo que la sangre abandonara el rostro del muchacho, y aquella noche tendría pesadillas terribles con que un cieno le devorase... Pero aquello sería por la noche, y el material para su terror acababa de empezar.
Preocupado, se acercó al resto de su grupo. Casi iba a preguntar por la espada danzante, cuando la voz sin cuerpo de Flor y la espada desapareciendo esclarecieron mucho el misterio para el mago.
- Es aceite. - terció en la discusión de la quemadura.- Pero es mejor usar clara de huevo, la quemadura sana más rapido y no suele dejar marca. Lo sé porque un día..... bueno simplemente lo sé. - se corrigió sonrojándose. No iba a ayudar mucho a su imagen decir que un día se volcó un vial de bilis de hidra encima.
Pese a todo, las palabras de Florangél le arrancaron una sonrisa. - ¿Mi truco impresionante? No era más que un sortilegio común, señorita Espada-Danzante. - Dijo, una vez asegurado de que Dul estaba atendida, mientras se acercaba al "fruto-cebo" que casi había cazado a uno de ellos y, con cuidado, lo guardó en uno de los frascos que llevaba.
- Nunca se sabe cuando nos puede ser útil algo que atrae insectos gigantes. - dijo como explicación mientras cerraba el frasco con una tapa de cristal enroscado, con gesto pensativo.- Además, me suena que mi maestro dijo algo de que servían para algo...
Su toga, por fortuna, era mucho más atenta que su portador y diferentes chasquido y chorros de vapor desviaron los pocos restos que llegaron hasta él.
Las pequeñas nubes de vapor le devolvieron a la realidad, y con la realidad llegó la realización de que Dulfary, uno de los miembros del grupo, había estado a punto de convertirse en una baja en un visto y no visto, atrapada por un monstruo oriundo de aquel lugar. Y igual que le había pasado a Dulfary, podía sucederles con la misma facilidad a cualquiera de ellos; ese pensamiento hizo que la sangre abandonara el rostro del muchacho, y aquella noche tendría pesadillas terribles con que un cieno le devorase... Pero aquello sería por la noche, y el material para su terror acababa de empezar.
Preocupado, se acercó al resto de su grupo. Casi iba a preguntar por la espada danzante, cuando la voz sin cuerpo de Flor y la espada desapareciendo esclarecieron mucho el misterio para el mago.
- Es aceite. - terció en la discusión de la quemadura.- Pero es mejor usar clara de huevo, la quemadura sana más rapido y no suele dejar marca. Lo sé porque un día..... bueno simplemente lo sé. - se corrigió sonrojándose. No iba a ayudar mucho a su imagen decir que un día se volcó un vial de bilis de hidra encima.
Pese a todo, las palabras de Florangél le arrancaron una sonrisa. - ¿Mi truco impresionante? No era más que un sortilegio común, señorita Espada-Danzante. - Dijo, una vez asegurado de que Dul estaba atendida, mientras se acercaba al "fruto-cebo" que casi había cazado a uno de ellos y, con cuidado, lo guardó en uno de los frascos que llevaba.
- Nunca se sabe cuando nos puede ser útil algo que atrae insectos gigantes. - dijo como explicación mientras cerraba el frasco con una tapa de cristal enroscado, con gesto pensativo.- Además, me suena que mi maestro dijo algo de que servían para algo...
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: [Sin título. Aún]
FDI: Por petición de Lohen en este post soy pj-narrador
Gonzalvus vio aquella fea quemadura, si no se trataba pronto al vez quedaría una cicatriz. Rebuscó en su estuche y encontró el aceite que había comprado en la herborista, para luego dárselo a Dul.
- Este es aceite de sabila, sirve para las quemaduras. - Dijo el encapuchado y le ofreció el frasquito. Repasando mentalmente las propiedades de aquel aceite, recordaba que se podía usar en quemadura, raspaduras e inflamaciones. No solo ayudaba en la cicatrización y aliviaba el dolor, también evitaba la infección.
Gonzalvus esperó a que la de los ojos rojos se untase aquel aceite en su herida y luego de guardar el frasquito, prosiguió con la marcha.
El camino era largo, muy largo y ya hacía bastante que el grupo había comido algo, el hambre comenzó a aparecer lentamente.
No sería una mala idea detenerse, pensó Gonzalvus, pero el podría seguir igual. Estaba acostumbrado a viajes largos y a comer poco en ellos.
Aún caminando, en un trecho del camino, un olor inunda las narices de nuestro pobre grupo. Es denso, persistente y huele a carne en descomposición.
El encapuchado no puede evitar recordar muchas cosas sobre su oficio, cosas desagradables. Decide desenfundar lo katares, para acercarse a la fuente del olor lentamente y con cautela.
Cuanto mas se acercaba, el olor el mas insoportable, demasiado, como si estuviese nadando entre cadáveres de hace semanas. Al llegar, encontró la fuente del olor. Era una rojiza y horrible flor, la mas fea que hubiese visto, medía 1 metro de ancho y despedía aquel olor tan despiadado para sus fosas nasales.
Gonzalvus se quedó un momento viendo aquella flor tan particular, para luego decidirse en volver al camino, el olor era demasiado potente y le recordaba cosas bastante desagradables que prefería olvidar.
Continuó por el camino pero el hambre comenzó a volver nuevamente, ahora un poco mas fuerte y no solo en el pecoso, sino también en todo el grupo.
Algún integrante del grupo especialmente atento, (pero MUY atento eh -.-) puede notar que alguien los esta siguiendo, no se si requerirá tirada o que, pero... bueno, por ahora no empezó nada importante así que supongo que no. (Repito, ¡Alguien muy atento!)
Gonzalvus vio aquella fea quemadura, si no se trataba pronto al vez quedaría una cicatriz. Rebuscó en su estuche y encontró el aceite que había comprado en la herborista, para luego dárselo a Dul.
- Este es aceite de sabila, sirve para las quemaduras. - Dijo el encapuchado y le ofreció el frasquito. Repasando mentalmente las propiedades de aquel aceite, recordaba que se podía usar en quemadura, raspaduras e inflamaciones. No solo ayudaba en la cicatrización y aliviaba el dolor, también evitaba la infección.
Gonzalvus esperó a que la de los ojos rojos se untase aquel aceite en su herida y luego de guardar el frasquito, prosiguió con la marcha.
El camino era largo, muy largo y ya hacía bastante que el grupo había comido algo, el hambre comenzó a aparecer lentamente.
No sería una mala idea detenerse, pensó Gonzalvus, pero el podría seguir igual. Estaba acostumbrado a viajes largos y a comer poco en ellos.
Aún caminando, en un trecho del camino, un olor inunda las narices de nuestro pobre grupo. Es denso, persistente y huele a carne en descomposición.
El encapuchado no puede evitar recordar muchas cosas sobre su oficio, cosas desagradables. Decide desenfundar lo katares, para acercarse a la fuente del olor lentamente y con cautela.
Cuanto mas se acercaba, el olor el mas insoportable, demasiado, como si estuviese nadando entre cadáveres de hace semanas. Al llegar, encontró la fuente del olor. Era una rojiza y horrible flor, la mas fea que hubiese visto, medía 1 metro de ancho y despedía aquel olor tan despiadado para sus fosas nasales.
- Spoiler:
Gonzalvus se quedó un momento viendo aquella flor tan particular, para luego decidirse en volver al camino, el olor era demasiado potente y le recordaba cosas bastante desagradables que prefería olvidar.
Continuó por el camino pero el hambre comenzó a volver nuevamente, ahora un poco mas fuerte y no solo en el pecoso, sino también en todo el grupo.
Algún integrante del grupo especialmente atento, (pero MUY atento eh -.-) puede notar que alguien los esta siguiendo, no se si requerirá tirada o que, pero... bueno, por ahora no empezó nada importante así que supongo que no. (Repito, ¡Alguien muy atento!)
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
Re: [Sin título. Aún]
Buenas... Finalmente si saldre de vacaciones... Les digo, la situacion es la siguiente:
Ustedes están parados junto a la horrible flor, que hiede como mil demonios. De momento, lo unico que hace la flor es limitarse a ser fea y oler muy mal.
Entonces, sin tirada ni nada, alguien del grupo de ha dado cuenta de que algo o alguien ronda por ahi cerca... Uds dirán !
Sobre la hora, ya esta bien avanzado el dia, el faro deberia estar a la vista muy pronto. Empiezan a tener hambre.
Turno de Dulfary ! Pasenlo bien y sean buenos.
Ustedes están parados junto a la horrible flor, que hiede como mil demonios. De momento, lo unico que hace la flor es limitarse a ser fea y oler muy mal.
Entonces, sin tirada ni nada, alguien del grupo de ha dado cuenta de que algo o alguien ronda por ahi cerca... Uds dirán !
Sobre la hora, ya esta bien avanzado el dia, el faro deberia estar a la vista muy pronto. Empiezan a tener hambre.
Turno de Dulfary ! Pasenlo bien y sean buenos.
Lohengrin- Cantidad de envíos : 1179
Re: [Sin título. Aún]
Con toda su atención puesta en la muñeca, no se percató que Florangél no estaba visible. Para la aprendiz había un detalle que siempre tenía presente en las personas y siempre pasaba por alto por no hacerlo de forma consciente: reconocía la presencia o no de alguien por su sombra.
Cómo su mirada estaba enfocada a lo bajo, y por tanto notaba de soslayo la sombra de Florangél, de Otto, de Motas y a lo lejos la de Gonzalvus, el resto del cuadro pasaba desapercibido.
Al menos, en un primer momento, el de preocupación.
Cuando su concentración se rompió por la discusión que ella misma había iniciado sobre vinagre o aceite, con la adición de huevos, empezó a tomar conciencia de lo que la circundaba y lo primero fue una sonrisa de camaradería y de creerse para ella misma que estaba bien.
- Pero el truco de desaparecer no es que sea menos impresionante - le dijo a Florangél mirando a la altura de los ojos, aunque al menos una decena o más desviada de donde realmente estarían los ojos de Florangél, por obvias razones. Se rió un poco para no centrarse en su ardor.
- Tenemos aceite - dijo extendiendo el zurrón en la misma dirección en la que había fijado sus ojos, pero fue Motas olisqueando las piernas de Florangél, lo que hizo poner el zurrón en la dirección correcta. - Los huevos tocaría tomarlos de algún nido que encontremos, porque de eso creo que no hay - se lo tomaba muy campante, pese a todo. No le pondría drama al asunto, nunca había sido su estilo y no lo sería ahora.
- Es mejor movernos - aseguró - Vamos Beeslayer, esto digooo Motas - su sonrisa no podía ser mas amplia... en realidad si - insectos gigantes y Dulfarys - corrigió a Otto - Insectos y Dulfarys - repitió más solemne y soltó la risa.
- Muchas gracias Gonza - dijo aun con la sonrisa, con total abuso de confianza y procedió a aplicarse el aceite tan buenamente como pudo y regresó el frasco. Dado su prontuario de torpezas, algo tan importante era mejor que lo tuviera el asesino y no ella.
Hora de seguir. A pocos pasos de Gonzalvus, iba avanzando, mientras Motas se alejaba hacia los laterales explorando para luego volver, hasta que el nauseabundo olor de la flor lo agredió, al igual que al resto del grupo y entonces, estornudando, se quedó al pie de Dulfary, quien a su vez, se subió, sin dilatar el asunto, su mascara de tela cubriendo la cara hasta el tabique y por debajo de los ojos.
Sentía ganas de vomitar y no le interesó en lo más mínimo el ir a mirar la fuente del olor, aun cuando pudiera tratarse de personas. Centrando toda su voluntad en no vomitar ni perder el apetito que estaba manifestándose momentos antes, no notó a quien los seguía.
Pero Motas sí, y conjunto a quien dio la alarma, se giró e, inclinándose un poco y erizado, gruñó en esa dirección.
Cómo su mirada estaba enfocada a lo bajo, y por tanto notaba de soslayo la sombra de Florangél, de Otto, de Motas y a lo lejos la de Gonzalvus, el resto del cuadro pasaba desapercibido.
Al menos, en un primer momento, el de preocupación.
Cuando su concentración se rompió por la discusión que ella misma había iniciado sobre vinagre o aceite, con la adición de huevos, empezó a tomar conciencia de lo que la circundaba y lo primero fue una sonrisa de camaradería y de creerse para ella misma que estaba bien.
- Pero el truco de desaparecer no es que sea menos impresionante - le dijo a Florangél mirando a la altura de los ojos, aunque al menos una decena o más desviada de donde realmente estarían los ojos de Florangél, por obvias razones. Se rió un poco para no centrarse en su ardor.
- Tenemos aceite - dijo extendiendo el zurrón en la misma dirección en la que había fijado sus ojos, pero fue Motas olisqueando las piernas de Florangél, lo que hizo poner el zurrón en la dirección correcta. - Los huevos tocaría tomarlos de algún nido que encontremos, porque de eso creo que no hay - se lo tomaba muy campante, pese a todo. No le pondría drama al asunto, nunca había sido su estilo y no lo sería ahora.
- Es mejor movernos - aseguró - Vamos Beeslayer, esto digooo Motas - su sonrisa no podía ser mas amplia... en realidad si - insectos gigantes y Dulfarys - corrigió a Otto - Insectos y Dulfarys - repitió más solemne y soltó la risa.
- Muchas gracias Gonza - dijo aun con la sonrisa, con total abuso de confianza y procedió a aplicarse el aceite tan buenamente como pudo y regresó el frasco. Dado su prontuario de torpezas, algo tan importante era mejor que lo tuviera el asesino y no ella.
Hora de seguir. A pocos pasos de Gonzalvus, iba avanzando, mientras Motas se alejaba hacia los laterales explorando para luego volver, hasta que el nauseabundo olor de la flor lo agredió, al igual que al resto del grupo y entonces, estornudando, se quedó al pie de Dulfary, quien a su vez, se subió, sin dilatar el asunto, su mascara de tela cubriendo la cara hasta el tabique y por debajo de los ojos.
Sentía ganas de vomitar y no le interesó en lo más mínimo el ir a mirar la fuente del olor, aun cuando pudiera tratarse de personas. Centrando toda su voluntad en no vomitar ni perder el apetito que estaba manifestándose momentos antes, no notó a quien los seguía.
Pero Motas sí, y conjunto a quien dio la alarma, se giró e, inclinándose un poco y erizado, gruñó en esa dirección.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: [Sin título. Aún]
El apelativo de “Señorita Espada Danzante” hizo reír a Flor y sintió cierto orgullo cuando Dul ponderó el truco de desaparecer, pero aún no caía en que continuaba permaneciendo invisible a los ojos de sus acompañantes. Sólo lo notó cuando la rubia erró, en primera instancia, la dirección al alcanzarle el zurrón.
- ¡Ay! Siempre se me olvida – dijo a modo de disculpa, volviendo a hacerse visible - ¿Saben? El truco no es que desaparezca, sino que logre que ustedes me vean – agregó con aire misterioso.
La rebusca em el zurrón sólo sirvió para comprobar que no tenían huevos y aumentar el apetito de la muchacha, porque fue Gonzalvus quien aportó lo necesario para atender la quemadura de la mano de Dulfary. Tanto mejor, así no gastaban comida en usos medicinales y podían destinarla a lo que era su función natural: ser comida.
Atendida la curación de la herida, reanudaron la marcha y conforme avanzaban, los pies de Florangél empezaron a protestar nuevamente por la decisión de su dueña de salir a una extensa caminata con botas nuevas y su estómago aportó su cuota a los reclamos, con algún delator sonido de tripas. Para distraerse – porque no quería mostrarse débil siendo ella la primera en pedir que se detuvieran para comer y descansar, eso jamás- iba mirando los árboles, tratando de descubrir donde había nidos con sabrosos huevos para enriquecer su dieta. En eso estaba - echando ocasionales vistazos hacia adelante, pero nunca mirando hacia atrás – cuando el olor a carne putrefacta llegó a su nariz, provocándole un casi incontenible deseo de vomitar. Pese a ella, la curiosidad de saber de donde provenía ese olor se impuso y, cubriéndose nariz y boca con un pañuelo, caminó en dirección de la fuente del mismo.
La chica se alegró al ver que el hedor no emanaba de ningún cadáver y no se sorprendió demasiado al constatar que se originaba en una flor, a sus ojos bastante bonita. Había visto algunas similares en el pantano de su tierra natal, aunque debía reconocer que esta le ganaba en tamaño y pestilencia a cualquiera que hubiera visto antes. Aquellas, las de su lugar de origen, eran carnívoras y se alimentaban de todo tipo de insectos; no le interesó demasiado averiguar que comía la que estaba mirando, sin embargo, le urgía alejarse cuanto antes de ese lugar.
A la carrera, aguantando las ganas de vomitar, Florangél volvió al camino casi en el momento en que se oía una voz de alarma y Motas le gruñía a algo que venía tras ellos. Mimetizándose de manera casi automática, aguardó alerta.
- ¡Ay! Siempre se me olvida – dijo a modo de disculpa, volviendo a hacerse visible - ¿Saben? El truco no es que desaparezca, sino que logre que ustedes me vean – agregó con aire misterioso.
La rebusca em el zurrón sólo sirvió para comprobar que no tenían huevos y aumentar el apetito de la muchacha, porque fue Gonzalvus quien aportó lo necesario para atender la quemadura de la mano de Dulfary. Tanto mejor, así no gastaban comida en usos medicinales y podían destinarla a lo que era su función natural: ser comida.
Atendida la curación de la herida, reanudaron la marcha y conforme avanzaban, los pies de Florangél empezaron a protestar nuevamente por la decisión de su dueña de salir a una extensa caminata con botas nuevas y su estómago aportó su cuota a los reclamos, con algún delator sonido de tripas. Para distraerse – porque no quería mostrarse débil siendo ella la primera en pedir que se detuvieran para comer y descansar, eso jamás- iba mirando los árboles, tratando de descubrir donde había nidos con sabrosos huevos para enriquecer su dieta. En eso estaba - echando ocasionales vistazos hacia adelante, pero nunca mirando hacia atrás – cuando el olor a carne putrefacta llegó a su nariz, provocándole un casi incontenible deseo de vomitar. Pese a ella, la curiosidad de saber de donde provenía ese olor se impuso y, cubriéndose nariz y boca con un pañuelo, caminó en dirección de la fuente del mismo.
La chica se alegró al ver que el hedor no emanaba de ningún cadáver y no se sorprendió demasiado al constatar que se originaba en una flor, a sus ojos bastante bonita. Había visto algunas similares en el pantano de su tierra natal, aunque debía reconocer que esta le ganaba en tamaño y pestilencia a cualquiera que hubiera visto antes. Aquellas, las de su lugar de origen, eran carnívoras y se alimentaban de todo tipo de insectos; no le interesó demasiado averiguar que comía la que estaba mirando, sin embargo, le urgía alejarse cuanto antes de ese lugar.
A la carrera, aguantando las ganas de vomitar, Florangél volvió al camino casi en el momento en que se oía una voz de alarma y Motas le gruñía a algo que venía tras ellos. Mimetizándose de manera casi automática, aguardó alerta.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: [Sin título. Aún]
Otto respondió a la sonrisa de Flor. - Entonces se te da bien el truco de ser visible. Te pediría que me enseñaras, pero creo que se me ve bien- bromeó, aún pálido por la idea de cuán cerca habían estado de salir heridos de gravedad o peor en tanto guardaba el frasco de vidrio con el fruto en su mochila.
- Bueno, insectos y Dulfarys.- se corrigió, fingiendo seriedad.- Así, si te pierdes, lo pondremos bien visible para que encuentres el camino de regreso.- Y dejó salir también la risa, un instante antes que el nauseabundo olor asaltase sus fosas nasales. Con arietes, trebuchets, balistas, catapultas y torres de asedio, a juzgar por la brutalidad del asalto, que había borrado de un plumazo con el apetito que poco a poco se había ido criando en el estómago del muchacho.
No es que Otto fuera una persona que tuviera un gran apetito para empezar; su complexión era más que prueba irrefutable de ello, aún cuando también era herencia de que en el pasado, comer aunque fuera un poquito era un lujo que no siempre había podido darse. Aún así... por la Dama, aquella flor apestaba más que el establo de vacas cuando llevaba una semana sin limpiarse.
- Beeeej, por todos los..... será que mejor que avancemos un poco más antes de que hagamos nuestra parada para....-iba a decir comer, pero la misma idea le provocó arcadas.- descansar.
Sólo entonces se dio cuenta de que todos se habían vuelto hacia él, e incluso que Motas le gruñía. -¿Qué pasa? ¿Dije algo malo...?- mientras se giraba para asegurarse que no estuvieran mirando nada detrás suyo.
- Bueno, insectos y Dulfarys.- se corrigió, fingiendo seriedad.- Así, si te pierdes, lo pondremos bien visible para que encuentres el camino de regreso.- Y dejó salir también la risa, un instante antes que el nauseabundo olor asaltase sus fosas nasales. Con arietes, trebuchets, balistas, catapultas y torres de asedio, a juzgar por la brutalidad del asalto, que había borrado de un plumazo con el apetito que poco a poco se había ido criando en el estómago del muchacho.
No es que Otto fuera una persona que tuviera un gran apetito para empezar; su complexión era más que prueba irrefutable de ello, aún cuando también era herencia de que en el pasado, comer aunque fuera un poquito era un lujo que no siempre había podido darse. Aún así... por la Dama, aquella flor apestaba más que el establo de vacas cuando llevaba una semana sin limpiarse.
- Beeeej, por todos los..... será que mejor que avancemos un poco más antes de que hagamos nuestra parada para....-iba a decir comer, pero la misma idea le provocó arcadas.- descansar.
Sólo entonces se dio cuenta de que todos se habían vuelto hacia él, e incluso que Motas le gruñía. -¿Qué pasa? ¿Dije algo malo...?- mientras se giraba para asegurarse que no estuvieran mirando nada detrás suyo.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: [Sin título. Aún]
Recibió el frasco de aceite de sabila y lo volvió a guardar.
- Xwâhesh mikonam. - Respondió Gonzalvus con una inclinación de cabeza y continuó la marcha. El terrible olor ya estaba quedando atrás y el hambre comenzaba a hacerse presente a medida que caminaban.
El pecoso escuchó en silencio las conversaciones pero se mantuvo al margen, cuando de repente el perro que acompañaba a la chica de ojos rojos comenzó a gruñir mirando detrás del grupo.
Gonzalvus, luego de haber visto a esas abejas, prefirió prepararse y tener dos cuchillos arrojadizos, uno en cada mano preparados.
- Yeki nos sigue... - Dijo por lo bajo, agudizando lo mayor posible sus sentidos y preparándose para atacar si resultase necesario.
- Xwâhesh mikonam. - Respondió Gonzalvus con una inclinación de cabeza y continuó la marcha. El terrible olor ya estaba quedando atrás y el hambre comenzaba a hacerse presente a medida que caminaban.
El pecoso escuchó en silencio las conversaciones pero se mantuvo al margen, cuando de repente el perro que acompañaba a la chica de ojos rojos comenzó a gruñir mirando detrás del grupo.
Gonzalvus, luego de haber visto a esas abejas, prefirió prepararse y tener dos cuchillos arrojadizos, uno en cada mano preparados.
- Yeki nos sigue... - Dijo por lo bajo, agudizando lo mayor posible sus sentidos y preparándose para atacar si resultase necesario.
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
Re: [Sin título. Aún]
Tan solo los entrenados sentidos del asesino pudieron distinguir como se movian algunas ramas y hojas, como si alguna clase de animal estuviera trepando hacia las copas de los árboles. Aún así, no logró ver a nadie. Pasaron algunos segundos, y se escuchó algo parecido a un corto silbido, y un dardo de madera se hundió en el suelo, exactamente entre los dos pies de Gonzalvus. Después, una última sacudida entre las copas de los árboles, y luego, nada más. Los sonidos de la jungla seguían siendo los de siempre, como si no hubiera ocurrido nada.
Notas: El dardo está hecho de madera, mide aproximadamente un palmo y medio, y tiene unas pequeñas plumas blancas al final del astil. La punta es de metal, y está extraordinariamente bien trabajada. Por lo demás, ustedes no escuchan ni ven nada fuera de lo común ! Turno de Dulfary, creo... El orden habitual, uds saben. Dulfary, Flor, Otto, Gonzalvus.
Notas: El dardo está hecho de madera, mide aproximadamente un palmo y medio, y tiene unas pequeñas plumas blancas al final del astil. La punta es de metal, y está extraordinariamente bien trabajada. Por lo demás, ustedes no escuchan ni ven nada fuera de lo común ! Turno de Dulfary, creo... El orden habitual, uds saben. Dulfary, Flor, Otto, Gonzalvus.
Lohengrin- Cantidad de envíos : 1179
Re: [Sin título. Aún]
Se dio la vuelta al escuchar el gruñido de Motas. La vista viajó de persona a persona hasta volver al perrito callejero y la forma en que se iba hasta atrás en el grupo, listo para defender.
Aun estaba en su momento de sorpresa cuando Otto preguntó, cuando el silbido en el viento le hizo sacar un kunai, pero fue muy tarde, el dardo ya había dado en medio de los pies de Gonzalvus.
DE forma casi instintiva giró en redondo, por si venían dardos de otra parte. Motas, sin embargo, corrió en dirección al árbol, ladrando con fuerza y subiendo las patas delanteras en el tronco.
Pero, algo que dijo el asesino le hizo desechar su barrido visual y volver la atención a la fuente del dardo, que más parecía una flecha en toda regla que un dardo.
- Quien es Yeki y por qué nos ataca? - preguntó confundida y desconcertada, mientras desenterraba el dardo de entre los pies de Gonzalvus, sin pudor y sin pedir espacio o permiso.
De inmediato frunció el ceño, no le gustaba nada como se veía esa cosa que se resbalaba por la punta. Nada que sea viscoso, negro y espeso puede considerarse bueno.
- Es mas, por qué te quiere a mal? - levantó la vista hacia Gonzalvus, Otto estaba lejos y Florangél había desaparecido de nuevo. Al hacerlo le mostró la punta de flecha.
Aun estaba en su momento de sorpresa cuando Otto preguntó, cuando el silbido en el viento le hizo sacar un kunai, pero fue muy tarde, el dardo ya había dado en medio de los pies de Gonzalvus.
DE forma casi instintiva giró en redondo, por si venían dardos de otra parte. Motas, sin embargo, corrió en dirección al árbol, ladrando con fuerza y subiendo las patas delanteras en el tronco.
Pero, algo que dijo el asesino le hizo desechar su barrido visual y volver la atención a la fuente del dardo, que más parecía una flecha en toda regla que un dardo.
- Quien es Yeki y por qué nos ataca? - preguntó confundida y desconcertada, mientras desenterraba el dardo de entre los pies de Gonzalvus, sin pudor y sin pedir espacio o permiso.
De inmediato frunció el ceño, no le gustaba nada como se veía esa cosa que se resbalaba por la punta. Nada que sea viscoso, negro y espeso puede considerarse bueno.
- Es mas, por qué te quiere a mal? - levantó la vista hacia Gonzalvus, Otto estaba lejos y Florangél había desaparecido de nuevo. Al hacerlo le mostró la punta de flecha.
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: [Sin título. Aún]
Florangél era todo alerta aguardando que pasara algo, conteniendo la respiración para no hacer ruido. La espera sólo duró algunos segundos, que a ella le parecieron horas, hasta que un breve silbido se oyó en el aire y una flecha se enterró entre los pies de Gonzalvus. Apenas la vio, invocó un escudo de protección y giró para prevenirse de nuevos dardos y ubicar a sus compañeros, pero nada más ocurrió.
Ver que estaban sanos y salvo y convertirse en un colibrí que volaba directo al árbol al pie del cual ladraba Motas, fue todo uno. No encontró nada en la copa de ese árbol en particular pero, a lo lejos, le pareció que algo se movía entre las copas y voló hacia allá batiendo con energía sus pequeñas alas. Conforme se acercaba, pudo distinguir una voluminosa figura que se alejaba saltando con sorprendente agilidad de copa en copa. Para no perderla, agitó sus alas con más frenesí aún, absolutamente confiada en que, por lo pequeño de su tamaño, nadie desperdiciaría una flecha en ella y ningún ave rapaz perdería tiempo en cazarla.
Tenía la esperanza de poder ver hacia donde se dirigía la figura, pero el cansancio por aletear tan rápido llegó primero, acortando el tiempo que podía mantener su transformación, por lo que no tuvo más remedio que regresar adonde estaba el grupo. Un pequeño colibrí de vivos colores se posó cerca de Dulfary y, casi enseguida, hizo su aparición Florangél, quien tuvo el detalle de recordar hacerse visible.
- La que disparó es una criatura muy voluminosa – informó – de color azulado y con colmillos. Llevaba una especie de tubo largo en la mano, pintado con muchos colores. Se fue pasando de un árbol a otro, era muy ágil para ser tan corpulenta.
Ver que estaban sanos y salvo y convertirse en un colibrí que volaba directo al árbol al pie del cual ladraba Motas, fue todo uno. No encontró nada en la copa de ese árbol en particular pero, a lo lejos, le pareció que algo se movía entre las copas y voló hacia allá batiendo con energía sus pequeñas alas. Conforme se acercaba, pudo distinguir una voluminosa figura que se alejaba saltando con sorprendente agilidad de copa en copa. Para no perderla, agitó sus alas con más frenesí aún, absolutamente confiada en que, por lo pequeño de su tamaño, nadie desperdiciaría una flecha en ella y ningún ave rapaz perdería tiempo en cazarla.
Tenía la esperanza de poder ver hacia donde se dirigía la figura, pero el cansancio por aletear tan rápido llegó primero, acortando el tiempo que podía mantener su transformación, por lo que no tuvo más remedio que regresar adonde estaba el grupo. Un pequeño colibrí de vivos colores se posó cerca de Dulfary y, casi enseguida, hizo su aparición Florangél, quien tuvo el detalle de recordar hacerse visible.
- La que disparó es una criatura muy voluminosa – informó – de color azulado y con colmillos. Llevaba una especie de tubo largo en la mano, pintado con muchos colores. Se fue pasando de un árbol a otro, era muy ágil para ser tan corpulenta.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: [Sin título. Aún]
El ingeniero se giró justo para ver el proyectil volando en su dirección. Su reacción fue rápida como un relámpago, el proyectil aún no había pasado sobre él en dirección a los pies de Gonzalvus cuando el ingeniero ya se había quedado petrificado de la impresión. En su defensa, habría que añadir que estaba haciendo también su mejor esfuerzo por no temblar y mantener la compostura.
Por fortuna para él y su dignidad, aquello no duró más que unos pocos instantes mientras los demás se ponían en movimiento.
El aguerrido Motas cargó sin dudarlo en dirección a los árboles, mientras Florangél desaparecía de nuevo y Dulfary acudía en ayuda de Gonzalvus. Tras pensarlo un segundo, decidió seguir a esta última, sin poder reprimir un suspiro de alivio cuando vio que no estaba herido el asesino, pero su mirada no tardó en ser atraída por la punta de flecha en el dardo.
- ¿Puedo verla...?- Dijo mientras sacaba uno de los virotes de ballesta, para compararlos. Normalmente, los flecheros suele dejan alguna sutil firma en sus flechas, una prueba discreta de que han forjado el metal, para asegurarse ser pagados por su trabajo
Otto no era un maestro herrero, pero sus inventos eran prueba de que conocía al menos los fundamentos de la metalurgia. Quería saber si habían sido atacados con una flecha de las que comerciaba el mediano. Eso resultaría inquietante en más de un sentido.
En primer lugar, indicaría que los salvajes de la jungla estaban muy cerca de Daosh y aparentemente más agresivos de lo esperado. En segundo lugar... Diantres, eran los salvajes caníbales de Kuzueth de los que circulaban tantos rumores terroríficos.
Por fortuna para él y su dignidad, aquello no duró más que unos pocos instantes mientras los demás se ponían en movimiento.
El aguerrido Motas cargó sin dudarlo en dirección a los árboles, mientras Florangél desaparecía de nuevo y Dulfary acudía en ayuda de Gonzalvus. Tras pensarlo un segundo, decidió seguir a esta última, sin poder reprimir un suspiro de alivio cuando vio que no estaba herido el asesino, pero su mirada no tardó en ser atraída por la punta de flecha en el dardo.
- ¿Puedo verla...?- Dijo mientras sacaba uno de los virotes de ballesta, para compararlos. Normalmente, los flecheros suele dejan alguna sutil firma en sus flechas, una prueba discreta de que han forjado el metal, para asegurarse ser pagados por su trabajo
Otto no era un maestro herrero, pero sus inventos eran prueba de que conocía al menos los fundamentos de la metalurgia. Quería saber si habían sido atacados con una flecha de las que comerciaba el mediano. Eso resultaría inquietante en más de un sentido.
En primer lugar, indicaría que los salvajes de la jungla estaban muy cerca de Daosh y aparentemente más agresivos de lo esperado. En segundo lugar... Diantres, eran los salvajes caníbales de Kuzueth de los que circulaban tantos rumores terroríficos.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: [Sin título. Aún]
Motas correteaba de un lado a otro, batiendo la cola y ladrando al ver tanta excitación en el ambiente. Dio un respingo apenas Flor tomó su forma humana a su lado, y corrió a esconderse entre las piernas de Dulfary, para luego regresar tímidamente con todos... Pero, por qué nadie le dejaba ver aquel objeto en el que todo el mundo parecia estar tan interesado?
Tras el detallado informe de Flor, todos estaban concentrados en el extraño dardo, ahora en manos de Otto. Al compararlo con una de los virotes de su ballesta, observó que ambas puntas lucían una diminuta marca, una pequeña A mayúscula. La viscosa sustancia negruzca manchó los dedos, sin provocar ninguna otra reacción. Motas, frustrado, se dedicó a pasear por los alrededores, tal vez buscando el rastro del salvaje, pero pronto tornó una vez más junto a Dulfary, olisqueando su bolsa con la comida, y emitiendo un pequeño gemido.
Comenzaba a declinar la tarde mientras rugían las tripas de todos. Gonzalvus levantó la vista hacia el nublado cielo cuando un par de pequeñas gotas de agua aterrizaron sobre su rostro.
*Pues... que quieren saber ustedes? Se va haciendo tarde, uds tienen hambre, y no saben cuanto queda hasta llegar al faro, pero el camino bajo sus pies cada vez empieza a parecer menos un camino, y mas una senda cubierta de maleza... Ya se empiezan a ver los clásicos grandes charcos de agua fétida y los compactos grupos de árboles que crecen enredandose unos con otros... Cualquier pregunta que tengan, todos uds conocen mi MSN
Orden: Gonzalvus, Dulfary, Flor, Otto !
Tras el detallado informe de Flor, todos estaban concentrados en el extraño dardo, ahora en manos de Otto. Al compararlo con una de los virotes de su ballesta, observó que ambas puntas lucían una diminuta marca, una pequeña A mayúscula. La viscosa sustancia negruzca manchó los dedos, sin provocar ninguna otra reacción. Motas, frustrado, se dedicó a pasear por los alrededores, tal vez buscando el rastro del salvaje, pero pronto tornó una vez más junto a Dulfary, olisqueando su bolsa con la comida, y emitiendo un pequeño gemido.
Comenzaba a declinar la tarde mientras rugían las tripas de todos. Gonzalvus levantó la vista hacia el nublado cielo cuando un par de pequeñas gotas de agua aterrizaron sobre su rostro.
*Pues... que quieren saber ustedes? Se va haciendo tarde, uds tienen hambre, y no saben cuanto queda hasta llegar al faro, pero el camino bajo sus pies cada vez empieza a parecer menos un camino, y mas una senda cubierta de maleza... Ya se empiezan a ver los clásicos grandes charcos de agua fétida y los compactos grupos de árboles que crecen enredandose unos con otros... Cualquier pregunta que tengan, todos uds conocen mi MSN
Orden: Gonzalvus, Dulfary, Flor, Otto !
Lohengrin- Cantidad de envíos : 1179
Re: [Sin título. Aún]
Como si el que estaba escondido hubiese leído en la mente de Gonzalvus el pensamiento de acercarse, un proyectil se incrustó a los pies del asesino, el cual casi no lo vio venir.
Mientras Floragél se convertía en una pequeña ave y se iba, Dulfary se acercó a él para tomar el proyectil, lo que hizo que Gonzalvus, instintivamente, se corriese hacia atrás.
La de los ojos rojos le preguntó quién era "alguien", por lo que entendió Gonzalvus, el cual la miró algo confundido y no le contestó, pensando que era una broma. Parece ser que, por como frunció el ceño luego al ver el liquido en la punta, se le pasó en la cabeza el mismo pensamiento que el encapuchado, para luego preguntar algo mas.
Ese proyectil parecía un dardo, pero de un tamaño gigantesco. Se iba a acercar un poco mas para ver el proyectil cuando vio que Flor volvía y se convertía nuevamente en humana. La magia parecía llamarle bastante la atención, dado que de donde provenía, no era muy común el uso de esta.
Se quedó asombrado al oír la descripción que daba la hechicera. Una criatura voluminosa y azulada con colmillos, llevaba un tubo alargado... ¿Una cerbatana? Posó su vista nuevamente en el dardo y se quedó pensativo. Si fuese una cerbatana, la criatura en cuestión debía tener una poderosa fuerza pulmonar.
Gonzalvus miró hacia el cielo, el cual estaba nublado y sintió unas gotas que cayeron sobre su rostro.
- Está bârân... era cuestión de vaqt. - Dijo para si mismo y luego volvió la vista a los demás, esperando su respuesta.
Mientras Floragél se convertía en una pequeña ave y se iba, Dulfary se acercó a él para tomar el proyectil, lo que hizo que Gonzalvus, instintivamente, se corriese hacia atrás.
La de los ojos rojos le preguntó quién era "alguien", por lo que entendió Gonzalvus, el cual la miró algo confundido y no le contestó, pensando que era una broma. Parece ser que, por como frunció el ceño luego al ver el liquido en la punta, se le pasó en la cabeza el mismo pensamiento que el encapuchado, para luego preguntar algo mas.
Ese proyectil parecía un dardo, pero de un tamaño gigantesco. Se iba a acercar un poco mas para ver el proyectil cuando vio que Flor volvía y se convertía nuevamente en humana. La magia parecía llamarle bastante la atención, dado que de donde provenía, no era muy común el uso de esta.
Se quedó asombrado al oír la descripción que daba la hechicera. Una criatura voluminosa y azulada con colmillos, llevaba un tubo alargado... ¿Una cerbatana? Posó su vista nuevamente en el dardo y se quedó pensativo. Si fuese una cerbatana, la criatura en cuestión debía tener una poderosa fuerza pulmonar.
Gonzalvus miró hacia el cielo, el cual estaba nublado y sintió unas gotas que cayeron sobre su rostro.
- Está bârân... era cuestión de vaqt. - Dijo para si mismo y luego volvió la vista a los demás, esperando su respuesta.
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
Re: [Sin título. Aún]
Sin tener aun respuesta por parte del pequeño Gonzalvus, pero con tantas preguntas producto de lo que estaba ocurriendo, no sabía por donde empezar. Cómo primera medida le hizo entrega del dardo a Otto, quien tampoco dijo nada.
~parece que todos son calladitos o hablan raro... ~protestó para sí misma, sobresaltándose un poco cuando Motas huyó a esconderse entre sus piernas. Con sumo cuidado acarició sus orejas para que se calmara y pronto este volvió a sus andanzas.
Estando los cuatro reunidos, cada uno dijo algo sobre los recientes acontecimientos, como los hombres de azul y la marca del herrero.
- Yo tengo dos preguntas. Primero, ¿quien les dió esa ballesta? y d... - dirigió su atención de forma brusca a Gonzalvus - ayy oye! yo no tengo idea de quienes me hablas y me estas haciendo perder mucho, primero me miras a mí como si estuviera loca cuando te pregunto por Fulano, sino que ahora incluyes al tal Varhan. No quiero ser grosera, mira que no me gusta ser grosera con... bueno, con los demás, pero pienso, digo, espera - algo hizo click en su cabeza. El asesino no hablaba bien el común, era eso, no eran personas. Se puso roja, se mordió el labio y retomó casi de inmediato - olvídalo, disculpa, mi error, olvídalo, olvídalo, olvídalo. De vuelta a los horribles bichos azules come humanos y otras especies que además usan armas de herreros que dejan su marca, yyyyyyyyyy esa es mi segunda pregunta. Creen que podemos pasar la noche en zona de pantano, con lluvia - estiró la mano para que en ella cayeran un par de gotas - rodeados de caníbales? Yo ya lo hice una vez, sin lluvia, claro, y no nos fue taaan mal, si se dejan de lado dos o tres detalles - los caníbales y la entrega por parte de un licantropo - pero... con todo respeto, Otto se ve de ciudad, Motas se está mojando, Flor... - sonrió de oreja a oreja emocionada y visiblemente impresionada por su habilidad mágica - me encanta como cambias a pajarito - retomó la seriedad - yo suelo ser un imán de cosas raras y tú hablas de una forma que cuesta mucho entenderte y que ni idea! - algo tenía que decir del asesino - No sería mejor seguir en dirección a la luz del f.... esto.... -
Miró en redondo, de nuevo con el ceño fruncido y totalmente seria. Luego los miró a ellos, uno por uno, ladeándose un poco por la fuerza que imprimía Motas al tratar de quitarle la bolsa donde llevaba la carne seca y sus raciones en general para alimentarse.
- Oigan... No vamos hacia un faro...? digo, no se supone que, así estuviera lejos, debamos verlo encendido o algo así? -
~parece que todos son calladitos o hablan raro... ~protestó para sí misma, sobresaltándose un poco cuando Motas huyó a esconderse entre sus piernas. Con sumo cuidado acarició sus orejas para que se calmara y pronto este volvió a sus andanzas.
Estando los cuatro reunidos, cada uno dijo algo sobre los recientes acontecimientos, como los hombres de azul y la marca del herrero.
- Yo tengo dos preguntas. Primero, ¿quien les dió esa ballesta? y d... - dirigió su atención de forma brusca a Gonzalvus - ayy oye! yo no tengo idea de quienes me hablas y me estas haciendo perder mucho, primero me miras a mí como si estuviera loca cuando te pregunto por Fulano, sino que ahora incluyes al tal Varhan. No quiero ser grosera, mira que no me gusta ser grosera con... bueno, con los demás, pero pienso, digo, espera - algo hizo click en su cabeza. El asesino no hablaba bien el común, era eso, no eran personas. Se puso roja, se mordió el labio y retomó casi de inmediato - olvídalo, disculpa, mi error, olvídalo, olvídalo, olvídalo. De vuelta a los horribles bichos azules come humanos y otras especies que además usan armas de herreros que dejan su marca, yyyyyyyyyy esa es mi segunda pregunta. Creen que podemos pasar la noche en zona de pantano, con lluvia - estiró la mano para que en ella cayeran un par de gotas - rodeados de caníbales? Yo ya lo hice una vez, sin lluvia, claro, y no nos fue taaan mal, si se dejan de lado dos o tres detalles - los caníbales y la entrega por parte de un licantropo - pero... con todo respeto, Otto se ve de ciudad, Motas se está mojando, Flor... - sonrió de oreja a oreja emocionada y visiblemente impresionada por su habilidad mágica - me encanta como cambias a pajarito - retomó la seriedad - yo suelo ser un imán de cosas raras y tú hablas de una forma que cuesta mucho entenderte y que ni idea! - algo tenía que decir del asesino - No sería mejor seguir en dirección a la luz del f.... esto.... -
Miró en redondo, de nuevo con el ceño fruncido y totalmente seria. Luego los miró a ellos, uno por uno, ladeándose un poco por la fuerza que imprimía Motas al tratar de quitarle la bolsa donde llevaba la carne seca y sus raciones en general para alimentarse.
- Oigan... No vamos hacia un faro...? digo, no se supone que, así estuviera lejos, debamos verlo encendido o algo así? -
Dulfary- Cantidad de envíos : 1481
Re: [Sin título. Aún]
Florangél había conocido gente que hablaba mucho, pero la rubia se llevaba la palma y ese rasgo de carácter hizo que le resultara muy simpática; no le resultaba difícil seguirle el hilo y le gustaba la gente espontánea que no se callaba lo que pensaba aunque metiera la pata en el proceso. Y mejor le cayó porque al no tener tiempo de hablar, se había librado de meter la pata ella, que también había creído que Golzalvus hablaba de personas.
Lo de los bichos azules come humanos fue una información sorprendente. Cierto que había muchos bichos de distintos tamaños y colores a los que le gustaba comer humanos, elfos y demases, pero ¿caníbales?, eso era diferente, no recordaba que hubiera caníbales en el pantano de su hogar natal.
- Puedo convertirme en muchos cosas aparte de pajarito – contestó sonriente, aprovechando la breve interrupción para meter baza y encantada con la admiración que Dulfary mostraba ante su habilidad – Tal vez a los caníbales no les guste la lluvia y se queden en su casa – ella adoraba la lluvia, pero sabía que había quién la detestaba - De todos modos, yo creo que por los menos deberíamos hacer un alto para comer antes de continuar la marcha.
El tema de la alimentación era fundamental para la muchacha, tenía muchísima hambre y si no hacía algo al respecto pronto, sus tripas montarían una ruidosa rebelión. Aunque eso no lo diría, también estaba cansada – ser un colibrí que realiza 60 aleteos por segundo consume mucha energía – y los pies le dolían de nuevo, ansiaba quitarse las botas aunque fuera por un momento. Sin embargo, se olvido de todo cuando Dul mencionó lo del faro.
- Yo creo que debería verse aunque fuera una luz pequeñita – pero no se veía nada y eso era inquietante; lo poco que sabía sobre faros indicaba que nunca un faro debía apagarse, era inevitable pensar en que al farero le había ocurrido algo – Parece que tenemos que continuar la marcha ya – dijo poniéndose en movimiento mientras hablaba.
Lo de los bichos azules come humanos fue una información sorprendente. Cierto que había muchos bichos de distintos tamaños y colores a los que le gustaba comer humanos, elfos y demases, pero ¿caníbales?, eso era diferente, no recordaba que hubiera caníbales en el pantano de su hogar natal.
- Puedo convertirme en muchos cosas aparte de pajarito – contestó sonriente, aprovechando la breve interrupción para meter baza y encantada con la admiración que Dulfary mostraba ante su habilidad – Tal vez a los caníbales no les guste la lluvia y se queden en su casa – ella adoraba la lluvia, pero sabía que había quién la detestaba - De todos modos, yo creo que por los menos deberíamos hacer un alto para comer antes de continuar la marcha.
El tema de la alimentación era fundamental para la muchacha, tenía muchísima hambre y si no hacía algo al respecto pronto, sus tripas montarían una ruidosa rebelión. Aunque eso no lo diría, también estaba cansada – ser un colibrí que realiza 60 aleteos por segundo consume mucha energía – y los pies le dolían de nuevo, ansiaba quitarse las botas aunque fuera por un momento. Sin embargo, se olvido de todo cuando Dul mencionó lo del faro.
- Yo creo que debería verse aunque fuera una luz pequeñita – pero no se veía nada y eso era inquietante; lo poco que sabía sobre faros indicaba que nunca un faro debía apagarse, era inevitable pensar en que al farero le había ocurrido algo – Parece que tenemos que continuar la marcha ya – dijo poniéndose en movimiento mientras hablaba.
Florangél- Cantidad de envíos : 216
Re: [Sin título. Aún]
Otto le dedicó una sonrisa a Dulfary cuando terminó de comparar el virote con el dardo (FDI: Errr.... fue una comprobación muy larga, y los resultados del laboratorio, ya saben, siempre vienen con algo de retraso.... por eso he tardado tanto en responder ) y sostenía tanto el dardo como el virote juntos frente al grupo.
- Estaba comprobando. Estos virotes los compré en el flechero en Daosh, y me dijo que el farero compraba puntas de flecha y comerciaba con los habitantes de la jungla con ellas; efectivamente, se puede ver la misma marca en la punta. No parece muy oxidada, de modo que debieron conseguirla de él no hace demasiado.- conjeturó. El ingeniero conocía algunas propiedades de los metales y los efluvios de un pantano tendían a oxidarlos rápidamente.
Se llevó la mano a la barbilla pensativo, advirtiendo el detalle del faro apagado en un día tan nublado.
- Sí, estoy de acuerdo en que no deberíamos detenernos, pero tampoco es buena idea que lleguemos agotados y hambrientos. Deberíamos comer algo de fruta de la que hemos traído de provisiones mientras avanzamos. Gonzalvus, ¿está en tu mochila?- Preguntó mientras revisaba la suya por si acaso..-¡Ah no! Están aquí.- Tendió una pieza de fruta a cada uno.
- En marcha de nuevo. No quiero estar ni bajo la lluvia ni en un pantano cuando caiga la noche. Lo bueno, es que mientras llueva, no nos molestarán mucho los mosquitos.
- Estaba comprobando. Estos virotes los compré en el flechero en Daosh, y me dijo que el farero compraba puntas de flecha y comerciaba con los habitantes de la jungla con ellas; efectivamente, se puede ver la misma marca en la punta. No parece muy oxidada, de modo que debieron conseguirla de él no hace demasiado.- conjeturó. El ingeniero conocía algunas propiedades de los metales y los efluvios de un pantano tendían a oxidarlos rápidamente.
Se llevó la mano a la barbilla pensativo, advirtiendo el detalle del faro apagado en un día tan nublado.
- Sí, estoy de acuerdo en que no deberíamos detenernos, pero tampoco es buena idea que lleguemos agotados y hambrientos. Deberíamos comer algo de fruta de la que hemos traído de provisiones mientras avanzamos. Gonzalvus, ¿está en tu mochila?- Preguntó mientras revisaba la suya por si acaso..-¡Ah no! Están aquí.- Tendió una pieza de fruta a cada uno.
- En marcha de nuevo. No quiero estar ni bajo la lluvia ni en un pantano cuando caiga la noche. Lo bueno, es que mientras llueva, no nos molestarán mucho los mosquitos.
Otto Hoenheim- Cantidad de envíos : 193
Re: [Sin título. Aún]
Gonzalvus intentó seguirle el hilo a la chica de ojos rojos, pero finalmente se perdió en algún lado. La miró confundido nuevamente, había llegado a escuchar alguna palabra en Uriod mal pronunciada y luego de verla sonrojarse, creyó oírla disculparse.
Pensó en pedirle que hablase mas lento, pero continuó a una velocidad que le pareció hasta mayor. Habló sobre Otto, de Flor y entendió que habló sobre él también. Lo que llamó su atención fue el comentario sobre el faro. Miró donde debería verse la luz y, efectivamente, no se encontraba prendida.
El dato que había descubierto Otto sobre el dardo, el curioso parecido con la punta del virote, le pareció sumamente inquietante y creyó una buena idea lo de comer mientras se mantenían en movimiento, debían llegar rápido.
Asintió mientras tomaba la fruta en sus manos y la comía con su mano izquierda, prestando especial atención a cualquier cosa que podría atacarlos.
En ningún momento habló, no veía necesario aportar nada. Simplemente caminó silenciosamente mientras comía aquella deliciosa manzana roja intentando no prestar atención a los olores del pantano.
Pensó en pedirle que hablase mas lento, pero continuó a una velocidad que le pareció hasta mayor. Habló sobre Otto, de Flor y entendió que habló sobre él también. Lo que llamó su atención fue el comentario sobre el faro. Miró donde debería verse la luz y, efectivamente, no se encontraba prendida.
El dato que había descubierto Otto sobre el dardo, el curioso parecido con la punta del virote, le pareció sumamente inquietante y creyó una buena idea lo de comer mientras se mantenían en movimiento, debían llegar rápido.
Asintió mientras tomaba la fruta en sus manos y la comía con su mano izquierda, prestando especial atención a cualquier cosa que podría atacarlos.
En ningún momento habló, no veía necesario aportar nada. Simplemente caminó silenciosamente mientras comía aquella deliciosa manzana roja intentando no prestar atención a los olores del pantano.
Gonzalvus- Cantidad de envíos : 80
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