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Mensaje por Breigal 15/09/11, 12:48 pm

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Mensaje por Breigal 21/09/11, 03:45 am

Mensaje de introducción



En este post, será el user quien hable. Voy a contar algunas cosas y presentar a quienes intervendrán.

AMBIENTACIÓN


Lo primero que quiero destacar es que este diario hablará sobre la Guerra Antigua, aquella que inició en el momento en que Ind logró tener el control de Werth. Por lo tanto, esta historia tendrá lugar en la isla Werth y sus alrededores. Para más información (aunque no demasiada) sobre esta guerra, visita este tema.

Cabe destacar que los hechos aquí narrados, NO AFECTAN AL ARCHIPIÉLAGO BAJO NINGÚN PUNTO DE VISTA. Sólo tendrá influencia en la historia de los reoraf, y actuará como una historia de transición entre su regreso a la isla, y su posterior vuelta a Jasperia.

Una vez aclarado este punto, haciendo especial énfasis en que estos sucesos serán totalmente ajenos al archipiélago, me dispondré a presentar los "actores" que estarán en carne y hueso por única y exclusiva vez.

PERSONAJES


Como bien imaginarán, estarán presentes los tres reoraf que tanto han simpatizado a Jasperia ^^

Éstos tendrán el mismo aspecto que pueden observar en las fichas, salvo algún que otro detalle que se me ocurra agregarles Twisted Evil Recuerden que, en teoría, aún falta mucho para que esto suceda, pues los reoraf aún no se han encontrado entre sí.

Además de ellos, serán visibles, por primera y única vez, Salket, Raznet y Phabendior. Esto encuentra su sentido en el hecho de que no habrá otros personajes del foro en la isla, por consiguiente, los demonios serán perfectamente visibles para todos los participantes. Considero que no tiene sentido guardar en secreto un aspecto físico, así que a continuación les ofrezco el aspecto que tienen los guardianes de los tres últimos reoraf:


Spoiler:


Además, estarán presentes las tres diosas, Ind y Naub' Lonks.



Spoiler:
Athanexis
Spoiler:

Spoiler:
Sast (imagen temporal, es sólo para que se hagan una vaga idea)

Spoiler:
Husge

Spoiler:
Ind

Spoiler:
Naub' Lonks

Y alguien que no podía faltar en tal evento...

Spoiler:
El Creador



DIÁLOGOS


Como es característico, cada personaje tendrá su propio color en los diálogos. Aquí estará detallado el color de cada personaje.

Talinthraxus

Breigal

Daliny

Raznet

Phabendior

Salket

Athanexis

Sast

Husge

Ind

Creador


-------------

Una vez expresos estos puntos, comenzaré a presentarles la historia de la Guerra Antigua. Espero realmente que sea de su agrado, y estar a la altura de las circunstancias...


Última edición por Breigal el 08/01/12, 09:45 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Breigal 29/09/11, 03:07 pm

Capítulo 1
La Aparición del Creador
(A)


Los primeros días cálidos se hacían presentes en los alrededores de Werth, aquella isla perdida por quien creó el mundo. A pesar de no estar habitada por seres mortales, se decía que moraba en ellas una criatura peligrosa, tanto que ni siquiera los ángeles divinos, emisarios del Creador, se aventuraban a sus costas. Era mucha la gente que consideraba ese lugar como una tierra maldita, una porción de tierra robada por un demonio. No era raro que tales seres tuviesen una reputación tan negativa entre los humanos. Cierto que todos y cada uno de ellos fue creado por el mismo ser que creó la humanidad, incluso los hizo más poderosos que a los humanos. ¿Sería esa la razón del desprecio? ¿Sería por el gran poder que los demonios poseían, en comparación con la humanidad? ¿Sería acaso por su oscuro y malvado corazón? No, los humanos también tenían un corazón oscuro, y era esa la principal razón por la que algunos decían luchar en nombre de la luz. Quizás, inundando de luz el mundo, lograrían ser seres de bien.

Catorce años atrás, algunos valientes hombres se aventuraron en la tierra de los demonios, con el objetivo de localizar y destruir a quien usurpó esa porción de tierra caída en la oscuridad. Guerreros sagrados que impondrían la fuerza de la luz y la justicia sobre esos oscuros y brutos seres del infierno, partieron en decenas de embarcaciones. "El Navegante del Destino", la nave insignia de esa civilización, impondría su sagrada voluntad sobre esa isla condenada. Todos tenían mucha fe en lograr su misión, no podían fallar, tenían la protección divina de su lado, y nada podría hacer un demonio contra esa fuerza. Luego de su éxito, enviarían a un pequeño grupo de regreso para informar de la victoria, mientras que el resto se quedaría para custodiar la isla, con el fin de evitar que volviera a plagarse de esos engendros.

No fue sino hasta tres meses atrás, cuando una humilde embarcación pesquera localizó un hombre desvanecido en un bote bastante maltrecho. Nadie se explicaba cómo es que podía mantenerse a flote, en el deplorable estado en que se encontraba. Al pasar más cerca, reconocieron en su armadura destrozada, una insignia... ¡¡¡La insignia de la Sagrada Cuna!!! Uno de los pescadores se arrojó al agua con una cuerda, para ayudar a ese guerrero sagrado a subir, si es que aún estaba con vida. Se lo veía bastante abandonado, quién sabe cuánto tiempo podría haber estado flotando a la deriva. El pescador subió al bote, el cual se tambaleó fuertemente, y acercó su oído a la nariz del náufrago.

-¡Está vivo! -gritó a sus compañeros, para luego amarrarlo con la soga y ayudarlo a subir. El contacto con el agua despertó al caballero, quién aspiró aire fuertemente, como si acabara de tener un enorme susto, y luego comenzó a mirar hacia todas partes, buscando algo.

-¿Dónde estoy? -pronunció rápidamente. Su respiración era muy agitada, y no parecía que fuese a normalizarse pronto.

-Cerca de casa. Lo encontramos flotando aquí...-Una vez que tanto el guerrero como su rescatador estuvieron en el barco, prosiguió la charla.- ¿Qué ha sucedido?

-La isla... esa isla es el mismísimo infierno... -Entonces, el hombre recordó esos sucesos. Todo marchaba bien, estaban aniquilando esos seres sacrílegos creados por las fuerzas de la oscuridad, y entonces la vieron. Una chica hermosa, de los ojos más hermosos que cualquier persona pudiese siquiera imaginar. Su voz sonó quebrada, acompañando a las lágrimas que caían de esos bellísimos ojos... "¿Qué le hicieron a Talin?" Y entonces, su mirada dejaba de brillar, su rostro se tornaba completamente serio. Al desenvainar su espada, lo único que se oía de esa hermosa mujer era el sonido de su arma mientras desviaba con absoluta perfección los ataques dirigidos a ella, a la vez que iba aniquilando a los guerreros sagrados, uno por uno, de manera continua, impiadosa, como en una total masacre... El sobreviviente cerró sus ojos con fuerza mientras se sujetaba la cabeza con las manos. -¡NO VOLVERÉ A ESE LUGAR!

Los pescadores se miraron, aterrados. Un representante de la luz mostraba ante ellos el horror que esa isla del infierno le provocó. Con un terror absurdo, como si temieran que esa isla que no podían ver desde allí, se acercara a ellos, regresaron a las costas seguras tan rápido como les fue posible.
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Mensaje por Breigal 09/12/11, 05:23 pm

Capítulo 1
La Aparición del Creador
(B)


Tres meses pasaron desde que los pescadores encontraron a ese hombre flotando en el mar. Luego de pisar tierra firme, lo guiaron hacia el santuario, donde sus fuerzas y su espíritu fueron restaurados. Se lo veía completamente aterrado, y tardó tres días en pronunciar algo realmente entendible. "Sus ojos..." Era todo lo que decía, y siempre, luego de emitir esas dos palabras, volvía a mostrarse aterrado. Durante un mes, fue contando pequeños fragmentos de la expedición de la que había formado parte junto a otros 10.000 hombres. Sin embargo, dos meses después de su regreso, pareció encontrar la calma, y pudo contar lo sucedido de una manera comprensible.

-Llegamos a esa isla, y los vimos. Eran seres con un aspecto como el nuestro, pero con ojos y cabellos raros. Eran azules, rojos, o verdes... -El soldado se estremeció al recordar esos ojos verdes que tanta sangre derramaron.- Tenían poderes extraños, y se podía percibir que se encontraban bajo el influjo de algún demonio. Parecía que tendríamos éxito. La tripulación de la nave 32 había capturado con vida a un pelirrojo, y estaban interrogándolo para conocer la ubicación del demonio que fuimos a buscar. Todo salía como lo planeamos, pero algo pasó... Apareció una muchacha, una joven absolutamente hermosa, tanto que todos nos perdimos en sus ojos. Ojos como esos no verán nunca más, señores... Les aseguro que no han conocido la hermosura de este planeta hasta que no los ven... -Al referirse a esa joven, el soldado parecía calmado, evidentemente, pensar en ella realmente le resultaba algo tranquilizador y hasta placentero.- Esa muchacha lloró, nos miró a todos... preguntó.... -su voz comenzó a quebrarse mientras sus manos y sus ojos comenzaban a mostrar temor- preguntó qué le hicimos a Talin... eso dijo... y luego... Su mirada cambió, su dulce mirada se transformó en una mirada asesina... y empezó a aniquilarnos... Todos, uno por uno, fueron cayendo ante la espada de esa joven... Era absurdamente hábil... Nos aniquiló. Corrí a la nave 32 para pedir refuerzos, y los vi morir. Esa jovencita logró lo que ninguno de los otros pudo hacer: destruirnos, masacrarnos... Murieron muchísimos en tierra. Otros subimos al barco más alejado para huir, huimos tan rápido como pudimos. El viento sopló en contra nuestro, como si ayudara a esa guerrera a liquidarnos. Subió por la cadena del ancla, y nos masacró también arriba. Huimos en los botes de emergencia, pero eso no la detuvo... Terminó de masacrar a los tripulantes, nos arrojó los cadáveres, logró desestabilizar a algunos y se arrojó sobre ellos... Era como una deidad aparte... como si fuese ella quien inventó la guerra. Pude huir, pero fui el único que lo logró... el resto se encontró con su propia muerte en ese lugar...

-Eso que dice parece un cuento, soldado -comentó uno de los presentes en el lugar-. No tiene sentido que una joven, además sin ayuda, aniquile a 10.000 hombres de esa manera.

-¡¿Un cuento?! ¡Ojalá hubiese sido un maldito cuento! ¡Si está tan seguro de que es un cuento, vaya usted y enfréntela! ¡Porque yo no pienso regresar!

El tono del soldado fue cayendo del odio al terror, y no hicieron falta más pruebas para pensar que decía la verdad. Algo había que hacer con esa condenada isla... Sin embargo, a pesar de que su voluntad era clara al respecto, nadie se atrevía a ir, sumado al hecho de que ese hombre parecía sentir un terror absurdo al pensar en esa isla. Todo cambió una noche de invierno, cuando ante ese sobreviviente se apareció un ser alado, que parecía hecho de luz.

-Noble defensor de la luz... -dijo ese ser- Sé que te aterra pensar que hay que regresar a esa tierra del mal, pero debes tener el valor para hacerlo... Esta vez, la luz estará con ustedes... No fallaremos... No, si vamos juntos...

Al otro día, ese mismo soldado, que era preso del terror, se encontraba reuniendo gente para regresar a la isla y purificarla.

-Los emisarios del Creador irán con nosotros -respondía a todo aquel que se mostraba intrigado por el repentino cambio.
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Mensaje por Breigal 11/12/11, 03:43 am

Capítulo 1
La Aparición del Creador
(C)


El cielo sobre la isla Werth estaba completamente despejado. El barco volador que el seguidor de Husge había tripulado durante tanto tiempo, finalmente estaba regresando a casa, con el objetivo cumplido. Breigal descansaba en la plataforma central, como solía hacerlo siempre. Talinthraxus y Daliny se encontraban detrás de la cabeza de dragón que decoraba el barco, abrazados. Se sentían felices de regresar a su hogar, realmente felices. Salket y Raznet los flanqueaban, mientras que Phabendior se encontraba sentado en el borde de la plataforma, mirando en dirección contraria a Werth.

-¡Por fin de vuelta en casa, Talin! -comentó Daliny con evidente felicidad en la voz. Salket dirigió una mirada seria a Raznet, quien le devolvió la mirada y se encogió de hombros.

-Tu protegida -comentó Raznet observando la isla fijamente, como si esperase que algo suceda en ese lugar.

-¿Qué se supone que significa eso, Raznet?

-Que es la protegida de Salket... Simplemente eso.

Talinthraxus lo sabía perfectamente: había algo que Raznet no le estaba contando. Algo sobre Daliny que su guardián, y también Salket, se estaban guardando. No quiso decir nada, pero pudo saber, cuando su novia lo abrazó con mayor fuerza, que ella también percibía algo malo. El búho de luz ululó y poco después el barco se detuvo en las orillas. Entonces, sucedió algo que no pasó durante toda la estadía en el archipiélago en que los reoraf se encontraron: en la "nuca" del dragón, se hizo una abertura del tamaño de una puerta, su boca se abrió para que se pudiese pasar por ella y bajó una lengua que hacía las veces de puente para descender a la isla.

-Brei, ¿vienes? -preguntó la última reoraf, mirando a Phabendior, consciente de que su amigo se encontraba junto a él.

-Sí, sí... Ya voy... Adelántense, ustedes estuvieron fuera durante más tiempo. -La pareja descendió, seguida por sus guardianes. En el barco, Phabendior miró a Breigal, quien no se había levantado aún, seguía echado mirando el cielo.

-¿Piensas estar callado por toda la eternidad? Breigal, no sé mucho acerca de los sentimientos, pero en algún momento serán demasiado fuertes como para que puedas ocultarlos...

-En ese momento, mi voluntad será tuya, Phab. Daliny es feliz junto a Talin... No quiero interferir con su felicidad.

-Te aconsejo que lo digas cuanto antes. Nunca sabes cuándo puede ser la última vez que la veas, y luego puede ya ser demasiado tarde...

-Si lo hago, será cuando deba hacerlo -respondió Breigal antes de levantar sus pies y caer a la cubierta del barco tras dar una vuelta hacia atrás. Phabendior se dejó caer luego y ambos bajaron a la isla Werth. Allí los esperaban el resto de los tripulantes del barco. Se reunieron en la costa, y no tuvieron tiempo de emitir palabra alguna, cuando alguien se hizo presente ante ellos.

Se trataba de una mujer joven, increíblemente hermosa, tanto que para casi todos los presentes los ojos de Daliny dejaron de ser tan atrapantes. Esa joven tenía el cabello corto, de color azul, al igual que sus ojos, grandes y brillantes. Sólo uno de los presentes no sucumbió ante la belleza de Athanexis, y sólo uno fue capaz de ver al dragón de dos cabezas que la custodiaba. Aún así, Talinthraxus soltó a Daliny para dedicarle una profunda reverencia a la diosa de la vida.

-Bienvenidos sean, reorafs y guardianes. Buen trabajo, Breigal, Phabendior... -La diosa realizó una reverencia sin desplegar aún sus alas. Daba la impresión de que tenía un abrigo de plumas. Una serpiente roja con brazos verdes apareció poco después. No emitió palabra alguna. La joven reoraf realizó una profunda reverencia a su diosa, tal como su amado lo hizo poco tiempo antes. Para terminar, se mostró ante ellos una guerrera pelirroja, vestida con una armadura dorada y llevando una espada en su cintura. El reoraf pelirrojo imitó a sus compañeros ante la presencia de la diosa que le dio el honor de escogerlo en su nacimiento.

-Sabía que podía contar contigo, Breigal. Desde el momento en que te vi por primera vez, supe que el destino tenía grandes planes para ti.

-Soy yo quien se siente honrado de haber sido escogido para tan importante empresa, fuerte Husge. Estoy seguro de que cualquier otro reoraf hubiese hecho lo mismo en mi lugar.

-¿Nauby? -comentó Athanexis. Breigal vio algo que le hizo saber que habían llegado con el tiempo justo. La diosa de la sabiduría acarició las dos cabezas de aquel dragón bicéfalo en que su amado se había convertido. A lo lejos, en el horizonte, podía verse un inmenso resplandor de luz en el cielo. Por mar, llegaban cientos de barcos. Y, para terminar con la imagen que les daba la bienvenida a los últimos miembros de esa raza, apareció un ser inmenso, dorado, que emitía una inmensa cantidad de luz. Ante la llegada de ese ser, apareció también, en Werth, una mujer igual de inmensa, pero que emitía una extraña luz roja, verde y azul.

-El día ha llegado... Athanexis, invoca a los últimos defensores. Sast, protege el cielo de la isla. Husge, asegúrate de que los humanos no llegarán antes de que Athanexis termine. Hay que darlo todo... Reorafs, quédense en un lugar seguro... Guardianes, vengan conmigo.


FIN DEL CAPÍTULO 1


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Mensaje por Breigal 19/12/11, 09:48 pm

Capítulo 2
El Regreso de los Reoraf
(A)



Las órdenes de la poderosa Ind fueron claras y directas, o al menos eso pensaron los tres reoraf. Parecía ser que cada una de las diosas sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Sast se elevó a los cielos y los reoraf pudieron notar que, a cierta distancia de la costa, las aguas estaban demasiado revueltas, lo que hizo comprender a Daliny que un poderoso escudo de viento rodeaba la isla, causando esa inestabilidad en el mar. Husge hundió su espada en el suelo y toda la costa de Werth se bañó en llamas negras, las cuales permitían ver al otro lado, pero sin duda poseían alguna facultad divina. Athanexis, por su parte, subió al lomo de Naub' Lonks y se marchó de allí, expandiendo también sus alas, de las cuales caía un pequeño polvo brillante, como si de sus plumas naciera luz. Raznet, Salket y Phabendior acudieron ante su creadora, y quedaron a sus órdenes.

-Esta isla los necesitará como jamás ha necesitado a alguien, guardianes. Se liberarán de los reoraf, tendrán sus propios cuerpos, y no sufrirán esa limitación que el cuerpo de su protegido les significa... Defiendan esta isla con toda la fuerza de su mente.

Cada guardián fue envuelto en llamas de un color, dependiendo del camino de su protegido (llamas azules para Raznet, verdes para Salket, rojas para Phabendior), y cuando se disiparon, podía percibirse con facilidad un desmesurado incremento de sus poderes. Allí se vería el verdadero potencial de los guardianes, sin padecer esas limitaciones que sufrían por el cuerpo mortal que necesitaban para manifestarse en el mundo. Sin embargo, Salket, la mejor guerrera de Werth, no se conformó con ese incremento a sus ya desequilibrantes habilidades.

-Poderosa Ind, si pudiera concederme el honor, me gustaría poseer las mismas habilidades que Daliny. Si las poseo, puedo asegurar el éxito de la defensa de la isla.

-Sé perfectamente a lo que te refieres, tu petición será cumplida, joven guardián. -Un pequeño haz de luz surgió de la mano de Ind y alcanzó a Salket. Luego de eso, la creadora de los reoraf observó a los tres últimos miembros de la especie nacida de su voluntad. -Jóvenes reoraf, deben encontrar un refugio. Este lugar será muy peligroso para ustedes... Para que no estén desprotegidos, les concederé las habilidades de sus guardianes. Si algún enemigo llegase a filtrar las defensas de la isla, ustedes no estarán desprotegidos.

-¡No puedo quedarme de brazos cruzados en un momento como este!

El último seguidor de Husge habló como si no recordara quién era la receptora de sus palabras. La inmensa adoración que los tres le debían a su creadora, se vio completamente opacada por su determinación a luchar. Si algo caracterizaba a los seguidores de la diosa de la guerra, era que ninguna batalla les resultaba imposible de ganar, y si llegase el momento en que se enfrentaran a una batalla perdida desde el comienzo, saber que sus posibilidades eran nulas sólo lograba aumentar el espíritu guerrero que residía en ellos. Como dijo un legendario reoraf pelirrojo una vez: "Si tu muerte ya está escrita, no hay razón para resguardar tu vida en el combate". Esas palabras podían sonar absurdas para otra persona, pero para alguien nacido para la guerra, eso era un lema de vida. Se decía que el seguidor de Husge más peligroso que podías tener como oponente, era aquel que ya sabía de antemano que perdería.

-Joven reoraf, no fue una sugerencia. Fue una orden. Tu especie necesita que los tres se resguarden ahora mismo. Entren al barco, y diríjanse a un punto seguro de Werth. Esta lucha será muy distinta a la de hace 14 años.
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Mensaje por Breigal 22/12/11, 12:30 pm

Capítulo 2
El Regreso de los Reoraf
(B)



Mientras la poderosa Ind, Sast, Husge y los tres demonios guardianes se preparaban para la defensa temporal de la isla, Athanexis viajaba sobra Naub' Lonks, usando también sus alas para ayudarlo a tomar mayor impulso. Debían llegar cuanto antes a su destino. Breigal siempre se había preguntado por qué las diosas e Ind tardaron 14 años en presentarse ante él. La respuesta era simple, y se estaba contestando allí mismo. Durante esos catorce años, Breigal había rendido el merecido homenaje a cada reoraf caído en la invasión, despidiéndolo como el culto a cada diosa dictaba que debía hacerse. Así, todos los caídos se encontraban en el respectivo lugar de descanso para cada diosa, estaban todos juntos, en tres grandes concentraciones. Eran esos lugares los destinos de la diosa de la sabiduría. Si algo la caracterizaba, era su capacidad de decidir la vida y la muerte, razón por la que era la diosa con mayor responsabilidad. Todos sabían que podía dar vida o quitarla, pero nadie conocía el mayor poder que la diosa alada poseía: traer a la vida a aquellos que la perdieron.

El primer lugar en recibirla fue el cementerio del fuego, como llamaban al lugar donde los seguidores de Husge tenían su descanso eterno.

-Guerreros de Husge, Ind, su hogar, su diosa, y su último representante terrenal, los necesitan. Necesitan que olviden su orgullo de batalla y se levanten de sus tumbas, para enfrentar a aquel cuyo capricho los privó de vida, destruyó la tierra que tanto aman, y no les ha permitido tener un combate justo. Esta es la oportunidad de su redención, no la desaprovechen...

Todo el lugar se envolvió en llamas y la diosa levantó vuelo, rumbo al cementerio del aire, lugar de reposo de los seguidores de Sast caídos. Cuando el fuego, que podía verse a decenas de kilómetros de distancia, se disipó, se encontraba junto a cada tumba, un hombre o una mujer pelirrojos, y con ojos de ese mismo color. Había exactamente el mismo número de personas que de tumbas. Minutos después, Athanexis llegó ante los seguidores de la diosa del coraje, y prácticamente repitió sus palabras.

-Valientes seguidores de Sast. Ind, su diosa, su hogar, y su última representante terrenal los necesitan. Sabrán ustedes mejor que nadie que la mayor muestra de valentía es aceptar vivir, aún cuando se tiene la opción de estar muerto. Demuestren de qué están hechos quienes siguen a la diosa del aire, y afronten este reto que los trae de regreso al mundo mortal, dejen la tranquila muerte, y levántense para enfrentar a la vida nuevamente, no por ustedes, sino por su hogar, su diosa, y la supervivencia de su raza.

Un cono de aire descendió desde las nubes que se formaron luego de las palabras de la diosa. Ella levantó vuelo en el lomo de su amado, y fueron al último de los lugares de descanso: el suyo. Como sucedió anteriormente, cuando el viento cesó y permitió ver lo que sucedía allí, se pudieron apreciar una inmensa cantidad de personas de cabello y ojos verdes. Como antes, la cantidad de personas era la misma que la cantidad de tumbas. Finalmente, la diosa de la vida llegó a su propio lugar, al cementerio del agua, y por única vez descendió de Naub' Lonks.

-Mis amados elegidos... Ind, su hogar, su último representante terrenal, y yo, los necesitamos. Sé que piensan que los abandoné hace 14 años, me ha costado muchísimo no intervenir... -Mientras hablaba, de los ojos de la diosa caían lágrimas, al tiempo que su voz se iba quebrando de a poco. Resultaba raro ver a una diosa actuar así, pero aquellos que hubiesen nacido para rendirle culto, lo verían perfectamente normal.- Lo cierto es que ese no era el momento de la victoria... Los necesito hoy... Hoy estaremos juntos, como se libran las grandes batallas. Hoy no permitiré que caigan... A quienes acepten perdonarme... los traeré de regreso... Si no quieren hacerlo, pueden descansar en paz...

Una gran cantidad de agua envolvió el cementerio y lo recorrió. La diosa mantenía sus ojos cerrados mientras unas cuantas lágrimas se asomaban por su mejilla. Las dos cabezas de su amado acariciaron su rostro para secarle las lágrimas. Cuando eso terminó, la diosa de la vida susurró con melancolía cuando vio que todos se habían levantado para defenderla, y estaban inclinados ante su presencia, a la espera de sus órdenes, y diciendo, al mismo tiempo, que la comprendían y que nunca le darían la espalda. Si Athanexis podía presumir de algo, era de que todos los que ella elegía, le eran leales para siempre. Nunca sufrió una traición, a diferencia de las otras diosas. La diosa de la vida subió nuevamente al lomo de su amado, sonriente y los miró a todos. Cualquiera que hubiese observado esa escena sin haber visto lo que acababa de pasar, hubiese pensado que se trataba de una general dirigiéndose a sus tropas.

-Amados míos... Síganme... -Sentenció la diosa antes de emprender vuelo.
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Mensaje por Breigal 26/12/11, 06:26 pm

Capítulo 2
El Regreso de los Reoraf
(C)



La isla infernal estaba cada vez más cerca. Ahora los humanos iban más preparados, tenían armas con las que no contaban la vez anterior. ¿Se habría poblado mucho desde la última vez? ¿Seguiría allí esa muchacha de ojos verdes que tanto había asustado al único sobreviviente de la primera excursión? Imaginaban que sí, pero las palabras que oyeron durante meses los hacían sentir cierto temor de conocer a esa mujer. Fueron varios los meses que debieron navegar para avistar la isla perdida, rodeada de fuego negro y atrapada en una terrible tempestad. Salvo por eso, la isla no mostraba señales de vida.

-Deténganse -ordenó uno de los emisarios del Creador a los humanos. Los barcos se detuvieron, mientras todos observaban a ese ser sagrado-. En esa isla residen seres muy poderosos, seres que no serán nada fáciles de derrotar. Lo mejor será rodear la isla y desembarcar en varios puntos distintos.

Las distintas embarcaciones comenzaron a movilizarse para sacar provecho de su ventaja numérica. El fuego que rodeaba la isla no les permitía ver sus costas. Simplemente sabían que estaba allí. Observaron en la lejanía, y uno de los barcos quedó exactamente en su lugar. Algunos emisarios acompañaron a los que rodearían la isla. La ofensiva comenzó de inmediato. Un grito terrorífico se dejó oír, a modo de advertencia. O al menos, eso creyeron al principio. Luego supieron que era más bien un aviso de lo que llegaría después. Una enorme criatura salió del mar y se abalanzó sobre un barco, hundiéndolo en las profundidades. El barco que seguía firme en su posición disparó un proyectil de fuego a la isla. Cuando estaba sobre el fuego negro, la roca incendiada se detuvo, un rostro maléfico se formó en su superficie, sonriéndoles a los invasores, y regresó destrozando la embarcación.

-¡¿Qué dem...?! -Dejó salir uno de los soldados que, hasta el momento, lograba sobrevivir. Sus palabras se silenciaron por una repentina sombra que cubrió la embarcación. No sólo esa, sino también las naves lindantes. No llegaron a saber qué los asesinó. Sólo supieron que, de un momento a otro, sus cuerpos y los barcos fueron atravesados por miles de proyectiles. Flechas que ignoraron por completo los cuerpos y el metal.

-¡ATAQUEN!

Esa voz fue el inicio para que los cientos de emisarios alados avanzaran con absoluta violencia hacia la isla. Finalmente, la batalla final de la Guerra Antigua, había comenzado...

FIN DEL CAPÍTULO 2
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Mensaje por Breigal 08/01/12, 10:18 pm

Capítulo 3
Los Últimos Guardianes
(A)



La batalla ya había comenzado. Salket besó los labios de Raznet y Phabendior, y alzó la vista para ver cómo cientos de seres alados volaban sobre el fuego negro. Alzó su mano derecha y precipitó tres emisarios contra el suelo de Werth, para luego saltar a ellos y combatir con su espada. Salket había traído tres, pues era la cantidad con la que le gustaba probar la habilidad de sus oponentes, y no le duraron demasiado. Al cabo de 9 segundos, Salket ya se encontraba libre, y usó su nuevo control sobre el aire para traer más emisarios ante ella. Verla luchar era algo realmente impresionante, su evasión era perfecta, y cuando no evadía, usaba su espada como escudo, y cuando el oponente quisiera darse cuenta, ya se encontraba muerto.

Por su parte, Phabendior no prestaba atención a esos enemigos, y se encargaba de los humanos, alzando grandes porciones de tierra que levantaban los barcos a considerables alturas. Elevaba el fondo marino al azar, y aniquiló buena parte de la flota humana haciendo eso. Algunos barcos cayeron porque fueron levantados a decenas de metros de altura y luego se estrepitaron contra el mar. Otros, fueron destruidos al ser aplastados por barcos que fueron elevados.

Raznet se encargaba de disparar una flecha envuelta en sangre, que se multiplicaba en el aire para transformarse en cientos y cientos de flechas que desconocían por completo su obligación de quedar incrustadas en aquello que hicieran contacto. Era un proceso complejo, pero increíblemente fácil de realizar para el demonio. Mientras su flecha avanzaba, iba dejando un hilo de sangre, que se iba transformando en otra flecha, que dejaba más sangre en el aire, que se transformaba en otra flecha, que dejaba más sangre... El proceso se repetía una y otra vez hasta cubrir el cielo con proyectiles asesinos que no mostraban ningún tipo de piedad... Quizás devolviéndoles el favor a los humanos y los emisarios, quienes caían bajo las flechas de Raznet de a miles.

Sin embargo, no eran ellos los únicos defensores de la isla. El viento había despedazado a varios emisarios que intentaron cruzar el escudo de aire. El fuego que rodeaba a isla aguardaba a que quisieran acceder a ella por mar, y pisaran la tierra. Si les parecía terrorífico lo que un simple guardián hacía con ese elemento, era porque aún no habían visto lo que la diosa que lo regía era capaz de hacer.
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Mensaje por Breigal 27/01/12, 01:07 pm

Capítulo 3
Los Últimos Guardianes
(B)


Conforme el combate avanzaba, los emisarios tocaban tierra para combatir contra aquellos tres demonios que tantos problemas les estaban causando. Sus esfuerzos para derrotar a Salket fueron inútiles, al punto de hacer a los emisarios quedar en ridículo. Raznet era un poco más sencillo de derrotar, pero herirlo sólo aumentaba su fuerza. Al verse rodeado de enemigos, el guardián de Talinthraxus desenvainó su espada y luchó contra ellos, no con la misma habilidad desmedida de Salket, pero sí con la misma efectividad. Cada herida que recibía, se transformaba en un hilo de sangre que generaba proyectiles que se impulsaban sobre sus oponentes. Herirlo era aumentar su letalidad. Phabendior, por su parte, era un asesino en masa. Como buen demonio de Husge, su fuerza era inusitada, un movimiento de su lanza ponía fin a varios oponentes, y las heridas recibidas no parecían importarle.

Todo parecía estar perdido para los invasores, pero lo cierto es que aún no habían visto el arma secreta de los defensores de aquella isla. Pronto, el rugido de un dragón bicéfalo se oyó en el lugar, y pronto un ser que parecía ser un emisario sobre el lomo de un dragón, se dejó ver, trayendo consigo a cientos, miles de reoraf. Todos ellos dotados de un poder que no había sido visto hace 14 años. Las diosas aguardaban expectantes, mientras los últimos guardianes de la isla combatían contra los invasores.

-Athanexis, ve a tu jardín. Necesitamos que resistan tanto tiempo como sea posible. Por ahora están bien, pero no sé qué tanto aguantarán cuando el Creador decida ocuparse del asunto.

-Claro, Ind. Déjalo en mis manos. Vamos, Nauby.

El dragón y la diosa emprendieron vuelo, rumbo a su jardín, aquel en el que se conocieron, aquel en el que se enamoraron. Mientras tanto, la defensa de la isla estaba resultando muy positiva. Al dejar los guardianes de ocuparse de los barcos, el primero de ellos pudo llegar a tierra firme, y al descender de la nave, los humanos fueron, literalmente, tragados por la tierra. Eso no podía ser, ningún barco humano resultaría útil en tales circunstancias, por lo que había que tomar cartas en el asunto, y ocuparse del problema que Husge representaba en aquella oportunidad.

-A la diosa del fuego. Ella es lo que se interpone entre los hombres y la victoria.
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Mensaje por Breigal 13/02/12, 03:34 pm

Capítulo 3
Los Últimos Guardianes
(C)



Dicen que si quieres que algo esté bien hecho, debes hacerlo tú mismo, y fue exactamente eso lo que hizo el Creador. Avanzó entre sus filas y fue directo a la diosa de la guerra. Su espada buscó a Husge sin previo aviso, lo que provocó que la diosa se concentre en su oponente. Esto fue aprovechado por el resto de los invasores, quienes pudieron pisar la isla. Conforme el combate avanzó, el Creador realizó un profundo corte a la diosa, la cual cayó hacia atrás y buscó sujetar los pies de su rival con la tierra, pero su intento fue en vano. La espada del principal invasor de Werth se alzó y se precipitó amenazante sobre la diosa, con el claro fin de eliminarla, pero algo lo detuvo. Y eso que lo detuvo no era otra cosa que Salket, la guardiana de Daliny. Raznet y Phabendior tomaron a Husge y se apresuraron a apartarla de allí, mientras Salket los cubría, mostrando una gracia y peligrosidad que hubiesen asustado a cualquiera, excepto al Creador, quien combatió fuertemente con aquella guerrera cuya mirada no expresaba emoción alguna. No parecía tener miedo, no parecía estar confiada, no parecía tener odio, ni afecto... Su mirada era vacía, como si estuviese actuando sin interés.

Resultaba difícil estimar quién sería el vencedor de aquel duelo, pues estaba resultando muy parejo. Lo era, hasta que a Salket le llegaron refuerzos. Los reoraf que Athanexis había traído de la muerte acudieron en ayuda de la demonio, y eso fue una ventaja enorme. Para cualquier otro guerrero, recibir tanta ayuda hubiese sido algo fastidioso, ya que la presencia de aliados significaba que debía medir mejor sus ataques, lo que sería intolerable en un combate como ese. Pero Salket no era una guerrera cualquiera, no. Ella continuó atacando, como si no le importase herir a alguno de los reoraf que le estaban brindando ayuda, como si le diese igual que vivan o que sean cortados en dos por su propia espada. Pero nada estaba más lejos de la realidad. Lo que hacía que Salket atacara de esa manera no era una absoluta despreocupación, sino una maestría inusitada. Ella sabía perfectamente adónde dirigía la hoja de su espada, ella sabía que no heriría a nadie que ella no quisiera herir. Su espada iba allí donde ella le ordenaba ir.

-No me detuvo la nada misma. Ustedes no me detendrán.

El Creador expandió sus alas, y el cielo se cubrió de fuego. Varias rocas ardientes, muchísimas, se dejaron ver entre las nubes, rumbo a Werth. Salket dio un salto hacia adelante y lanzó un corte blandiendo su espada con ambas manos, el Creador la bloqueó pero no fue lo suficientemente efectivo. La espada de la demonio siguió su curso y realizó un corte en el dios, y de esa herida surgió luz. Lo que siguió a eso fue la espada del ser supremo cubriéndose de llamas blancas, y cientos de rocas ardientes impactando en Werth... O eso se suponía que debía suceder. Las rocas estallaron en el aire, mientras Sast caía inconsciente en las profundidades de la isla. La diosa del aire los había salvado a todos. Pero nada pudo hacerse para detener el corte que hizo el Creador para deshacerse de Salket. Segundos después de hacerlo, supo que había subestimado a los habitantes de esa isla. La espada no impactó en Salket, un caballero había tomado a la guerrera para recibir el impacto en lugar de ella. Ese protector no era otro que Raznet. Phabendior se precipitó sobre el Creador y, para sorpresa de éste último, lo apartó de la isla. Luego, los dos guardianes que quedaban conscientes pusieron a resguardo a Raznet, para salvarlo.

-¿Por qué hiciste esa estupidez, Raznet? -quiso saber Salket.

-Daliny te necesita, y Talinthraxus necesita de Daliny.

No hubo tiempo para más explicaciones, el escudo de viento y el fuego negro ya no existían, pues habían caído las deidades que los mantenían. La isla se pobló de invasores rápidamente. Humanos y emisarios por montones avanzaron hacia las profundidades de Werth, luchando contra los reoraf.

Mientras tanto, Athanexis se estaba encargando de que los defensores de la isla se mantuviesen con vida tanto tiempo como fuese posible. Poco después de medianoche, su magia se vio interrumpida por la llegada de un intruso.

-¿Breigal?

-Vas a ser mía, Athanexis, sin importar el precio que haya que pagar.

-¿En serio? -preguntó divertida la diosa, mientras Naub' Lonks observaba al osado reoraf emitiendo fuego de cada uno de sus ojos. -No eres el primero que lo intenta, corazoncito.

-Pero existe una diferencia enorme entre el resto y yo. -Mientras desenvainaba su espada, añadió: -Yo no me he enamorado de ti, y puedo ver a tu noviecito...

FIN DEL CAPÍTULO 3
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Mensaje por Breigal 26/03/12, 08:11 pm

Capítulo 4
El Reoraf Elegido
(A)



Tras recibir las órdenes de Ind, los reoraf marcharon al barco de Brei, el cual apareció en las profundidades de la isla. A pesar de que Breigal quería quedarse a combatir, no opuso demasiada resistencia cuando Daliny le dijo que no sería de mucha utilidad en ese momento. Los reoraf nada pudieron hacer ante la primera invasión, y Daliny sentía que lo que impulsaba a Breigal a luchar era no sólo el orgullo bélico propio de los seguidores de Husge, sino también un deseo de revancha, por aquella masacre sucedida catorce años atrás. Sin embargo, algo más grave había sucedido para el reoraf pelirrojo. No pudo evitar notar que ni Talinthraxus ni Daliny fueron capaces de ver a Naub' Lonks en el momento de la llegada a Werth. ¿Acaso significaba eso que ellos no estaban en realidad enamorados? No tenía sentido, al menos no para Breigal. Él fue testigo de las peleas que tuvo la pareja desde el mismísimo momento de su nacimiento, él fue el brazo ejecutor de muchas reconciliaciones, él fue más testigo que nadie de la felicidad que desprendían al estar juntos. ¿Y aún así no estaban enamorados?

Una vez instalados en el barco, Breigal quedó pensativo, con la vista fija en el horizonte. No tenía a Phab para debatir, y realmente no tenía idea de cómo explicar que la pareja más feliz que conoció en su vida, estuviese enamorada de otras personas. Fue la voz de Talin quien lo regresó por un instante al mundo real. Planteaba la necesidad de establecer alguna defensa en el barco.

-No podemos confiarnos en que aquí estaremos a salvo. Ind no nos hubiese conferido los poderes de nuestros guardianes si fuese imposible que los emisarios lleguen aquí.

-Tienes razón, Talin. Necesitamos una ubicación y una buena dosis de trampas. Probablemente nosotros somos uno de los principales objetivos. Si morimos, se acaba nuestra raza.

-Eres tú la que no debe morir, Daliny. Si mueres, por más que nos salvemos Talin y yo, adios reoraf y adios Werth.

Cierto que el comentario de Breigal podía interpretarse como una afirmación de que tanto Talinthraxus como él eran prescindibles, que no importaba si alguno de ellos moría, mientras el otro existiese. E incluso podían morir los dos, si el vientre de Daliny alojaba una nueva vida. Y sin embargo, ninguno de sus amigos hizo comentario alguno al respecto. En ese momento estaba en juego mucho más que su amor o su fidelidad como pareja, estaba en juego la supervivencia de la especie, algo sin dudas más importante que cualquier romance que existiese en la isla.
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Mensaje por Breigal 13/04/12, 02:45 pm

Capítulo 4
El Reoraf Elegido
(B)



Mientras sus guardianes luchaban en las costas de Werth, los reoraf se dedicaron a depositar toda clase de sistemas defensivos en el barco de Breigal, en caso de que algún emisario del Creador lograse llegar ante ellos. Eran seres divinos, evidentemente su poder era algo, al menos, a tener en cuenta. Al cabo de unos cuantos minutos, el barco se encontraba protegido por unas cuantas flechas cubiertas de sangre, secundadas por complejos mecanismos creados por Breigal, que se encargarían de arrojar esas flechas sobre cualquier intruso que se asomara. Además, Breigal había creado algunos centinelas que ubicó a las afueras del barco. Pequeños montículos de tierra rodeando la embarcación de Breigal, custodiando los alrededores para alertar a los reoraf cuando un invasor se aproximara.

Durante la espera, pues no podían hacer otra cosa que esperar, se dedicaron a conversar sobre su pasado, aquellos días vividos en el archipiélago. Algunas estadías, más peligrosas que otras, aunque algo era cierto.

-No pudieses haber tenido una estadía peligrosa ni aunque hubieses querido.

-Lo sé, pero no creas que por saberlo siempre, estoy tranquila. Es más, siempre fui consciente de que contar con Salket podía transformar un problema pequeño en algo grande, enorme.

-No hace falta tener a Salket para eso -comentó Breigal, sonriente. El recuerdo de sus primeros días en el archipiélago provocaron que poco después estalle en carcajadas. No sólo por lo sucedido en Thialir y Kuzueth, sino también por aquella ilusión, aquella sensación que esa joven le provocó mientras viajaban en el barco volador. Aquella noche en que recordó a Daliny tan vivamente como nunca más la recordó.

Luego de aquellos pequeños comentarios, se hizo el silencio entre los reoraf. Quizás, estaban recordando aquel día en que Breigal casi muere, tras tener un serio conflicto con otros cuatro reoraf. Cuando llegó el dolor, el reoraf pelirrojo cayó al suelo, tras perder el conocimiento. Aquel estado le duró tres semanas, en las que Talinthraxus y Daliny jamás se fueron de su lado. Nunca, ni siquiera para alimentarse. El motivo de ese recuerdo era el juramento que hicieron luego, ese pacto que, de cierta forma, explicaba también el fuerte lazo que tenían sus guardianes.

-Era hasta el último día, ¿cierto? -comentó Breigal con nostalgia. Ese era el momento en que estaban cumpliendo con ese juramento. Ese que decía que estarían juntos hasta el último día. Morirían juntos si la situación así lo ameritaba.

- -respondió Daliny, acercando luego a los dos hombres que la acompañaban, usando sus brazos, para abrazarlos fuertemente. Tenía miedo, y a su amado y su mejor amigo no les resultó ningún secreto el temor de la joven. Podían palparlo, respirarlo, escucharlo. El corazón de Talin se desgarraba al ver así a Daliny, pero la angustia que Breigal experimentó fue tal, que el pelirrojo derramó lágrimas de tristeza e impotencia. Sabía que no podría tranquilizar a la mujer que amaba por mucho que lo intentara. Él no era garantía de que todo saldría bien, y decirle tamaña mentira no serviría de nada. Sólo había una cosa que podía decir.

-Hasta el último día.

El sonido de cientos de proyectiles siendo lanzados al mismo tiempo sobresaltó a los reoraf.
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Mensaje por Breigal 25/04/12, 01:29 pm

Capítulo 4
El Reoraf Elegido
(C)



Talinthraxus y Breigal desenvainaron rápidamente al oír las flechas. Si se habían activado, eso significaba que había intrusos allí. Breigal se tapó el ojo izquierdo y contó 2 emisarios y cuatro hombres, que se dirigían hacia el barco.

-2 complicados y 4 humanos -hizo saber a sus amigos.

El temor que más se podía percibir allí era el de Daliny. Ella jamás había luchado, siempre lo había hecho Salket, y las pocas veces que había "combatido" fue siguiendo las indicaciones de su guardián. No estaba segura de poder ser de ayuda en esa situación. No tenía dudas de que su cuerpo estaba entrenado para usar la espada, pero lo que la preocupaba era no ser capaz de darle las órdenes correctas. El reoraf pelirrojo, que no podía dejar de estar atento a Daliny, notó su preocupación.

-Daliny, Ind te dio las habilidades de Salket. Usar la espada es algo que cualquiera puede hacer si se lo propone, pero tener la habilidad que Salket tiene con su arma es algo que nunca he visto. No te preocupes, por más que no seas Salket, estoy seguro de que lo harás bien. Ind te dio su habilidad.

Talinthraxus y Breigal decidieron salir del barco para exterminar a los invasores que habían llegado ante ellos, y una nube de polvo repentina creada por Breigal permitió a Talin asesinar a uno de los emisarios con una flecha. La presencia de los reoraf no fue detectada con anterioridad ni por los guerreros sagrados ni por los emisarios, quienes podían percibir las energías demoníacas. Eso era extraño, todos los defensores que enfrentaron hasta ese momento eran demonios, pero esos dos jóvenes no lo eran. Tampoco podían ser humanos, nunca habían visto personas con tales características físicas, a excepción de los demonios que protegían la isla. Cuando los humanos se abalanzaron sobre ellos, Breigal creó una muralla circular que los protegió y permitió a Talin disparar flechas desde su interior, guiado por Breigal, quien tenía los pequeños montículos afuera, para poder ver. Entonces, el emisario restante fue al barco, y poco antes de que llegue, una joven de cabellos verdes y los ojos más hermosos que alguna vez hayan existido, lo recibió. Los dos humanos que quedaban la contemplaron aterrados. Si bien era de noche, la luz del emisario les permitió ver a esa joven, que no era cualquiera. Era aquella de la que habían oído hablar durante meses, aquella que masacró a todos los invasores. Cierto que no parecía ser la clase de ser que no les mostraría misericordia, pero recordaban las palabras de aquel soldado. Una mirada hermosa, lo más hermoso del universo.

-Por favor, váyanse y déjennos existir en paz -dijo la joven, con tono suplicante y ojos llorosos. ¿Qué era lo que había dicho catorce años atrás? "¿Qué le hicieron a Talin?", llorando... Los dos humanos sintieron un inmenso terror, ante aquello de lo que no sabían más que lo que oyeron. Si esa mujer pudo aniquilar a todos los hombres que llegaron a esa isla 14 años atrás, ellos no tendrían ninguna oportunidad. Cierto que, para que hayan pasado catorce años, esa joven seguía conservando una juventud incluso mayor a la de los invasores, que eran niños durante la primera campaña, pero ninguno de ellos se fijó en ese detalle. Quizás porque consideraban que, al ser un demonio -y aún a pesar de que no sentían ninguna fuerza demoníaca en ella-, adoptaba una forma bella para confundirlos. O quizás el terror les impedía pensar con lógica.

El emisario se abalanzó sobre Daliny, y Breigal enfrentó a los dos humanos, mientras Talin acudía en ayuda de su prometida. Breigal no tuvo demasiados problemas para deshacerse de sus adversarios, y Daliny comprobó que las palabras de su amigo tenían mucha razón. Mientras el corazón le latía con rapidez, mientras el emisario se dirigía a ella, empezó a ver todo con mayor lentitud, como si todo, a excepción de ella, estuviese suspendido en el tiempo. Pudo ver con mucha comodidad cómo la espada del emisario se dirigía a ella, alzó su espada y la bloqueó sin demasiado esfuerzo. Otro ataque más, se agachó y lanzó ella un corte hacia las piernas de ese ser volador. Ella fue efectiva, mientras que el emisario fracasó. La espada de Talinthraxus impactó con violencia en el cráneo del ser sagrado, poniendo así fin a su existencia.

Parecía que la batalla había terminado, pero pronto llegaron más emisarios, que se abalanzaron sobre ellos sin dudarlo. No hubo defensa que valga para que resultaran ilesos, apenas lograron sobrevivir a la estampida. Siete emisarios cargaron contra ellos, y los reoraf quedaron en el suelo. Al ver que apenas podían moverse, supieron que estaban aún con vida, y por esa razón cargaron nuevamente para liquidarlos de una vez por todas, pero una esfera de viento como la que protegía la isla se formó alrededor de los reoraf. Eso era imposible, la diosa había sido neutralizada. Confiando en que era sólo un truco, algunos avanzaron, pero las ráfagas los despedazaron. Daliny se puso de pie, y tanto su cabello como sus ojos estaban cambiando constantemente de color. De azul a verde, de verde a rojo, y de rojo a azul. Ya había llegado la medianoche en la isla Werth. Quedaban cuatro emisarios, y Daliny frunció el entrecejo con furia, por primera vez en su vida.

-Les dije... que se vayan... -La voz de Daliny expresaba también su furia, tanto Breigal como Talinthraxus oyeron ese tono por primera vez en su vida. Ni siquiera durante las discusiones con Talinthraxus sonaba enojada. Incluso llegaron a sentir cierto temor. Se esforzaron por moverse mientras Daliny hacía frente a los emisarios que quedaban. Ninguno de los dos la había visto aún.

La mirada de Daliny había perdido su brillo, y era la más extraña que aquellos seres sagrados habían visto. Bastó con una mirada fija para que uno de los emisarios cayera al suelo, como si acabase de morir, un polvo brillante salió de su cuerpo para terminar en la espada de Daliny. Los tres enemigos que quedaban se abalanzaron sobre la reoraf. Unas lianas se alzaron del suelo y sujetaron a uno de los emisarios. Un relámpago cayó de las nubes negras y, literalmente, pulverizó a uno de los rivales de la reoraf. Finalmente, la espada de la joven seguidora de Sast exterminó al emisario que quedaba libre. La leyenda parecía ser cierta, la isla estaba ayudando a esa guerrera, que ahora estaba furiosa. Si había causado tal masacre estando tranquila, su furia debía ser lo más terrorífico que alguien pudiese imaginar. Cuatro muros se alzaron rodeando al emisario atrapado, luego se cerraron en la parte superior y lo aplastaron, con la misma facilidad que si hubiese sido una burbuja. Breigal abrió los ojos y vio a la mujer que amaba, y supo de inmediato lo que ese cambio significaba. Daliny los miró y sonrió débilmente, con el brillo de sus ojos recuperado.

-Parece que lo logramos, chicos. Déjenme sanarlos.

-Daliny... -pronunció Breigal, contemplándola. Talin también la miró, en silencio.

-¿Qué sucede? -preguntó. Observó luego su cabello y notó el cambio. -Entonces, hoy se acaba todo...

-¡No puedes morir, Daliny!

-Ingresaron muchos emisarios ya, incluso humanos. Y sólo fue el primer día. A Werth casi no le quedan defensas, Brei. Sólo duramos un día...

-Pero nuestra especie se termina si mueres, Daliny.

-Lo sé, pero... Parece que fue el destino desde siempre -comentó luego contemplando su cabello.

-¿No vas a decir nada, Talin? ¿Acaso piensas permitir que ella termine con su vida así como así?

-No quiero que eso pase, Breigal, pero sé realista. ¿Qué diablos podemos hacer para evitarlo? No pudimos derrotar un grupo de emisarios, eran apenas un puñado, Brei. Si intentamos detener la invasión nos pulverizarán.

-No es la única manera de terminar esta guerra, y lo sabes... Yo no pienso permitir que eso suceda... -Entonces, Breigal se quitó las vendas de los brazos, ya completamente sanos, y reveló una inscripción. Sus cicatrices se habían transformado en símbolos. -Somos demonios, nos creó la demonio más poderosa. Veneramos diosas, porque Ind quiso que pudiésemos relacionarnos bien con los humanos. No poseemos un "aura demoníaca", porque no somos lo que los humanos conocen como demonios, pero en el fondo nunca dejamos de serlo.

-Tienes que estar bromeando, Breigal -susurró Daliny aterrada, al comprender por qué el seguidor de Husge estaba diciendo todo eso.

-Claro que no... No serviría un mundo sin ti, Daliny... Y tu sacrificio no es la única manera de detener este conflicto por un pedazo de tierra. -Breigal se puso de pie rápidamente. Se lo veía bastante golpeado, pero estaba siendo movilizado por algo que había mencionado antes. No serviría un mundo sin Daliny, pero no porque sin ella la especie se extinguía. No, a Breigal no le importaba eso. Él no sabría vivir si ella no estaba, y fue la idea de un mundo sin su amada la que le permitió ponerse de pie y alejarse rápidamente de allí, tan rápido como el viento. Talinthraxus y Daliny intentaron detenerlo, pero nada pudieron hacer.

Poco después, llegó ante la diosa de la vida, Athanexis, quien interrumpió su danza ritual al verlo.

-¿Breigal?

-Vas a ser mía, Athanexis, sin importar el precio que haya que pagar.

-¿En serio? -preguntó divertida la diosa, mientras Naub' Lonks observaba al osado reoraf emitiendo fuego de cada uno de sus ojos. -No eres el primero que lo intenta, corazoncito.

-Pero existe una diferencia enorme entre el resto y yo. -Mientras desenvainaba su espada, añadió: -Yo no me he enamorado de ti, y puedo ver a tu noviecito...

FIN DEL CAPÍTULO 4
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Mensaje por Breigal 30/04/12, 08:34 pm

Capítulo 5
El Amor Perfecto
(A)



Breigal miró fijamente a Naub' Lonks, sin estar seguro de qué cabeza debía mirar. El dragón bicéfalo se valió de sus cuatro patas para caminar lentamente hacia el reoraf, interponiéndose entre el seguidor de Husge y la diosa de la vida. El mensaje de aquel ser legendario en que un reoraf pelirrojo se había convertido era claro: para llegar hasta Athanexis, Breigal debería pasar sobre él. Breigal simplemente observaba al dragón. Sabía que, a pesar de su aspecto, Naub' Lonks era un seguidor de Husge, al igual que él, y esos combates sólo terminaban de una forma: con uno de ellos muerto.

-Naub' Lonks, te aconsejo apartarte. Podrías terminar lastimado.

-Ya sabes qué hacer con él, mi amor -susurró Athanexis a su amado, antes de posar su mano derecha delicadamente sobre su lomo, lo que dejó un leve destello azul que Breigal no pudo detectar.

La cabeza derecha de Naub' Lonks entreabrió su boca y un fuego dorado cayó de ella, como si estuviese goteando. Del fuego caído al suelo, se formaron pequeños dragones que fueron velozmente hacia el reoraf, mientras su cabeza izquierda lanzaba una esfera de fuego negro que estalló a medio camino para transformarse en varios tentáculos de fuego que se dirigieron hacia Breigal. A la velocidad de una ráfaga, Breigal se apartó hacia su izquierda y avanzó hacia adelante, dispuesto a asestar el primer golpe, eludiendo los pequeños dragones de fuego áureo en el camino. El dragón también caminó rumbo al encuentro del reoraf, para recibirlo con un mordisco que Breigal quiso contrarrestar clavando su espada en la garganta de aquella cabeza.

Menudo error: la espada se partió en dos y Naub' Lonks logró capturarlo con su mandíbula derecha. Lo tenía sujeto de la cintura y casi por autorreflejo el reoraf elevó hasta su mano una púa de tierra, que ofició de puñal para ser clavada en el ojo izquierdo, lo que provocó que el dragón abriera sus fauces, producto del dolor, y por consiguiente Breigal se salvó de la cabeza izquierda de su rival, la cual venía con la intención de partirlo en dos. Sin embargo, aquella proeza no le resultó gratuita al reoraf. No sólo su cintura se encontraba sangrando, sino que el quejido de Naub' Lonks fue acompañado por una llamarada dorada que no quemó su ropa, sino que fue directo a su piel. El dolor que le hubiese causado a cualquier otro era suficiente para morir. Vivir para contemplar efecto que el fuego dorado tenía, le dio a Breigal la clave para asesinar a Naub' Lonks... o, al menos, a su cabeza derecha. Su piel era increíblemente resistente, pero supuso el reoraf que alguna parte sensible debía tener el dragón. Y si el fuego dorado sólo quemaba carne, un proyectil podría recorrerlo sin problemas.

Pocos segundos después, el reoraf pelirrojo tenía en sus manos una lanza de piedra que usaría para vencer a Naub' Lonks. Sin perder tiempo, Breigal se dirigió hacia el dragón, quien lo atacó con una llamarada doble. Si sólo hubiese sido el fuego dorado, Breigal hubiese seguido hacia adelante, pero el reoraf desconocía los efectos del fuego negro, razón por la cual el pelirrojo se apartó hacia su izquierda y arrojó su arma como una jabalina, directo a las fauces del dragón. Su deducción había sido correcta, el arma llegó directo al punto débil que, como bien dedujo el reoraf pelirrojo, tenía el dragón, causando la muerte instantánea de la cabeza derecha, que recibió el golpe directo en su garganta, ya que aquella jabalina rocosa no impactó antes con algo que pudiese menguar su velocidad.

-Una menos -dijo Breigal mirando la única cabeza que le quedaba a Naub' Lonks. El dragón lo miró fijamente a los ojos y exhaló, cubriéndose en llamas inmediatamente. La cabeza recién derrotada por Breigal se esfumó, y pareció que nunca estuvo allí.

-Bienvenido a mi última batalla, Breigal.

Para decorar un poco el capítulo:


Última edición por Breigal el 18/05/12, 12:53 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Breigal 06/05/12, 11:00 am

Capítulo 5
El Amor Perfecto
(B)



No pasó mucho tiempo entre las palabras de Naub' Lonks y su primer ataque, consistente en una llamarada negra expulsada de manera horizontal, de derecha a izquierda, persiguiendo al reoraf. No era necesario ser demasiado inteligente para saber que era mejor procurar que ese fuego no hiciese contacto con la piel, y los motivos centrales eran dos: en primer lugar, su color era demasiado inusual, y en segundo lugar, Husge había rodeado Werth usando un fuego idéntico. Debido a que Breigal logró apartarse a tiempo para eludir el ataque del dragón, las llamas quedaron ardiendo sobre el jardín, pero fue entonces cuando sucedió algo realmente extraño, algo que Breigal jamás había imaginado ver.

Sobre ellos, se juntaron las nubes y comenzó a llover, y cuando esa lluvia hizo contacto con el fuego, empezaron a oírse gritos provenientes de él, como si hubiese personas quemándose en su interior. Luego el fuego se movilizó, recorriendo lentamente el jardín, mientras Naub' Lonks continuaba atacando al reoraf. Conforme el fuego negro avanzaba por el jardín de Athanexis, como si estuviese caminando, aquellas personas que se oía gritar aparecían. Breigal retrocedió para asegurarse de tener a todos en su rango de visión. Pronto, dos columnas de fuego negro recorrían el jardín de manera aparentemente aleatoria, y se detuvieron a ambos lados de Naub' Lonks. Todas las personas que habían surgido del fuego negro tenían ojos y cabellos blancos.

-¿Son reoraf? -pensó Breigal en voz alta. Dudaba seriamente que fuesen humanos, pero jamás había oído sobre la existencia de un reoraf con cabello blanco.

-Lo fueron alguna vez, antes de morir. -El joven reoraf los observó y, al saber que habían muerto ya, imaginó de quiénes se trata. -Exacto... -dijo el dragón antes de que Breigal hiciese algún gesto o pronunciase palabra alguna.- Estos son los reoraf que también se acercaron demasiado a mi prometida. Reoraf que han perdido a sus guardianes y a sus diosas, por cruzar la línea. Reoraf que, como tú, pensaron que podrían derrotarme.

-Ninguno de ellos pudo verte.

-Eso es lo que cuentan. No pueden verme si se mantienen lejos. Si se acercan demasiado, pueden. ¿O acaso nunca te llamó la atención que se supiera que fui transformado en dragón? Cada uno de los reoraf que ves aquí, fue víctima de su propia estupidez, de ese absurdo orgullo de creer que fueron los únicos capaces de verme a tiempo. Lo que te hace único no es haberme visto, sino haberlo hecho a la distancia. Y has de saber que cada uno de ellos te hizo más difícil este combate.

-Pero no imposible...

Naub' Lonks avanzó hacia Breigal acompañado de todos aquellos que el dragón derrotó en su pasado. Breigal, armado con una espada de tierra recientemente creada, luchó contra los adversarios que alguna vez tuvo ese ser legendario, mientras pensaba seriamente. El prometido de Athanexis había mencionado que esa sería su última batalla. ¿Acaso sería esa su habilidad de Muerte Caminante? Una parte de Breigal quería creer que sí, puesto que eso significaría que la batalla terminaría pronto, y él sólo debía sobrevivir; pero el reoraf pelirrojo no había reparado en algunos puntos esenciales. El primero de esos puntos era que, para tratarse de la Muerte Caminante, esa cabeza debía pertenecer al guardián de Naub' Lonks, lo que conllevaría a que Breigal había asesinado al amado de Athanexis, y no tenía dudas de que la diosa hubiese reaccionado muy mal en ese caso. El otro punto era que, de ser efectivamente la Muerte Caminante, ese estado duraría tanto como el cuerpo de Naub' Lonks pudiese soportar, pero él ya no tenía el cuerpo de un reoraf, sino de un dragón. Lo que Naub' Lonks podía soportar tal estado era un tiempo muy superior al que soportaría cualquier otro. Durante su avance, el prometido de la diosa de la vida lanzó una llamarada negra que, contrario a lo que Breigal esperaba, se expandió en el aire, como si se lo estuviese rociando, y esa llamarada negra hizo contacto con el reoraf, justo después de que éste asesinara nuevamente, sin saberlo, a su propio padre.

-¿Para qué te esfuerzas en luchar, Breigal? Esta es una lucha que simplemente no puedes ganar.

-¿Para qué lucho? -pensó Breigal en voz alta, y un tono repleto de melancolía. De repente, el reoraf había perdido toda motivación para combatir.
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Mensaje por Breigal 17/05/12, 06:02 pm

Capítulo 5
El Amor Perfecto
(C)



-¿Para qué lucho?

La frase se repetía tanto en la mente como en la boca del reoraf pelirrojo, que ahora estaba estático, inmóvil, con la vista fija en el suelo. De un segundo para el otro, esa batalla le parecía imposible, absurda. ¿Qué fue lo que lo había hecho pensar que él, un simple mortal, longevo, pero mortal, podría vencer a un dragón? Era una simple cuestión de lógica, los dragones que nutrían las leyendas de los reoraf no eran como los de los relatos humanos. Estos dragones no tenían una piel que podía ser quebrada si el acero de la espada era lo suficientemente duro, el fuego de estos dragones no era como el de los otros, que simplemente quemaba y ya. El fuego de Naub' Lonks era el más claro ejemplo de ello: su fuego dorado ignoraba todo obstáculo e iba directo a la carne, de nada valían las armaduras contra eso. Y su fuego negro incineraba ni más ni menos que la esperanza, la voluntad de combatir. Ningún humano hubiese podido vencerlo, se hubiesen precisado ejércitos para lograrlo, y aún así, una sola llamarada del dragón hubiese acabado con todo. Entonces Breigal lo meditó mejor.

Esa sería la última batalla de Naub' Lonks porque Breigal no podría cumplir lo que se propuso en un principio, y ese era el último día de la Guerra Antigua. Ese día acabaría con el sacrificio de Daliny, la raza se extinguiría y Naub' Lonks ya no tendría que luchar contra otro desvergonzado reoraf que quisiese poseer el cuerpo de su amada. Todo tenía sentido, Breigal moriría allí mismo, por esa garra enorme que se dirigía a él para acabar con ese combate absurdo, y Daliny moriría al cumplir con el ritual que se profetizó para el último día... Daliny moriría... La mirada de la última seguidora de Sast apareció en los pensamientos de Breigal y éste imaginó el ritual, imaginó la estatua de Athanexis abrazando a la mujer que amaba y elevándose, para luego esparcir una lluvia de sangre... Esa era la razón por la que Breigal estaba allí, luchando. No podía permitir que Daliny terminase su vida ese día... El reoraf alzó la mirada rápidamente y miró a quien hasta hace segundos era su verdugo. Un puñetazo que dio con su mano izquierda a la garra que se acercaba para liquidarlo, alejó la extremidad del dragón y apagó momentáneamente su fuego. El seguidor de Husge estaba despertando el verdadero poder que su raza tenía. Un poder que nadie alcanzó antes, por una simple razón: sólo Breigal conoció a la persona de la que nació enamorado.

Bastaron unos pocos puñetazos y patadas para cambiar los papeles, y que Breigal pasase a ser el verdugo del dragón. Podía fallarse a sí mismo, pero fallarle a la mujer que amaba era algo que nunca haría. Los golpes del reoraf apagaban el fuego durante algunos segundos, y revelaban que el dragón sangraba de cada lugar impactado por el reoraf. Estaba logrando algo que ni siquiera una espada regalada por la diosa del poder y la guerra podía hacer: penetrar la escamosa piel de Naub' Lonks. Concentrando todo su deseo de victoria en cada golpe que daba, Breigal, quien luchaba por amor, no por voluntad, logró malherir tanto al dragón que poco después lo dejó inconsciente, y estuvo a punto de rematarlo, de aplastar la cabeza dracónica que estaba sobre el suelo, apagada e inconsciente, cuando algo lo alejó con violencia.

-¿Acaso pensabas matarlo? -preguntó furiosa la voz de Athanexis. Estaba caminando hacia el reoraf, con la mirada fija en los ojos rojos de aquel que había tenido intención de acabar con su amado. Breigal se incorporó, pero apenas lo hizo algo inmovilizó su cuerpo casi por completo, sólo podía mover los ojos. -Hace tanto que no veo un reoraf combatir que había olvidado que los seguidores de Husge terminan sus peleas cuando uno muere. No será esta vez. Me cuesta creer que quisiste asesinarlo... frente a mí... -Breigal sintió en ese momento cómo su carne se abría, mientras la diosa caminaba en círculos, alrededor de él.

-Si hubiese cooperado, no hubiese sucedido todo esto.

-Eso no suena raro de un seguidor de Husge... ¿Qué entienden ustedes sobre lo que se siente amar a alguien?

-Demasiado más de lo que quisiera.

-Si no entendieses tanto, no habrías sobrevivido. ¿Lo sabes?

Breigal posó su mirada en los ojos de la diosa, que ahora se encontraba frente a él, dándole a entender con aquellos zafiros que estaba allí para él, para lo que necesitara. El reoraf comenzó a sentirse cada vez más atraído por esa mirada, tanto que quiso apartar sus ojos y mirar a cualquier parte, pero no pudo. Sus ojos, una vez depositados en los de Athanexis, quedaron paralizados también.

-Fuiste la única persona que conoció a quien realmente ama. Eres el único que posee ese don, que es bendición y maldición al mismo tiempo. Naub' Lonks está enamorado de una reoraf que elegí, que murió a sus 823 años de edad. Los amados de Talinthraxus y Daliny fallecieron poco antes de la invasión humana. Mi propio amado pudo haber muerto hoy, pero no lo hizo. Sobrevivió, para salvar a la mujer que ama, tal como fue profetizado.

-No puede ser... -murmuró Breigal, contemplando los ojos azules de la diosa de la vida, y notando cómo ella se sonrojaba mientras se acercaba lentamente a él. -Si hubiese una pizca de sinceridad en lo que dices, no me hubieses provocado esos 14 años de tormento.

-Fueron necesarios. Intentaste suicidarte muchas veces, pero nunca perdiste la vida. Nunca te quité mi protección. Incluso aquí. El amor que sientes por Daliny es mi mayor orgullo, Breigal. -Conforme hablaba, la voz de Athanexis aumentaba su nivel de dulzura, y provocaba el extraño efecto de llegar al corazón del reoraf.- Las vendas que te di te revelaron la clave para ayudarla. Pudiste encontrar el camino hasta aquí. Pudiste vencer a Naub... La vida estuvo de tu lado.

-Pierdes el tiempo. Sabes que sólo me interesa una cosa.

-No me interesa que me ames, como a ti no te interesa que Daliny te ame. Lo que interesa es que no te odie, ¿cierto? Mientras ella no te odie, tendrás una razón para vivir.

-¿Qué ganas diciéndome algo que ya sé?

-El nacimiento se producirá en el momento en que el sol se oculte por el horizonte. La situación debe soportar todo ese tiempo.

-¿Cómo...?

-La fuerza que tienen ustedes, los reoraf, radica en su tristeza, Breigal. La amas. Amor, sabiduría, vida, son una misma cosa... Piensa en eso, sólo cuando sepas a qué me refiero, podrás salvar a Daliny, podrás hacer que las fuerzas del Creador se retrasen lo suficiente como para que nazca nuestro hijo...

Athanexis besó los labios de Breigal, lo abrazó y lo envolvió con sus alas. Durante varios minutos, Breigal olvidó que Daliny existía. No lo recordó hasta el amanecer, donde se encontró a sí mismo afuera del barco volador, siendo auxiliado por Daliny y Talinthraxus. Las palabras de la diosa aún resonaban en la mente del reoraf. "Amor, sabiduría, vida, son una misma cosa."

FIN DEL CAPÍTULO 5
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Mensaje por Breigal 19/05/12, 03:11 pm

Capítulo 6
Muerte Caminante
(A)



Apenas lo encontraron a las afueras del barco, tanto Daliny como Talinthraxus se apresuraron en llevarlo al interior de la nave. Sin perder tiempo, se volcaron a la tarea de sanarlo, pues su cuerpo estaba bastante herido. Tenía quemaduras y cortes de aspecto muy grave. Lo que pensaron el seguidor de Athanexis y la seguidora de Sast era que no mataron a Breigal porque con él se extinguía el legado de Husge. El reoraf pelirrojo apenas había abierto los ojos para ver que era socorrido, y estuvo inconsciente durante un par de horas. Cuando despertó, Daliny estaba haciendo uso de su magia curativa para salvarle la vida, para sanar sus heridas. Breigal no lo sabía, pero lo primero que hizo Daliny al verlo en ese estado fue besar sus labios, para asegurarse de que su amigo no perdiese la vida.

-¡Te despertaste, Brei! -susurró Daliny con inmensa alegría al verlo abrir los ojos. La mirada de la joven se veía bastante cansada, puesto que la magia curativa que sus manos poseían le consumía mucha energía. Breigal simplemente sonrió mientras la miraba a los ojos. Daliny seguía cambiando constantemente, pero la idea de que ella no tendría que morir reconfortaba al reoraf.

-Lo hice -susurró débilmente Brei-. No hará falta que des tu vida, Daliny.

-¿Lo... lo lograste? -Daliny miró a su amigo sin poder creerlo. Jamás alguien había vencido a Naub' Lonks, jamás alguien había sobrevivido al dragón, y allí estaba Breigal, quien decía haberlo no sólo vencido, sino dejar una vida en el vientre de la diosa de la sabiduría.

-Sí...

El pelirrojo cayó dormido nuevamente, como si se hubiese despertado solamente para decirle eso a su amiga, a la mujer que amaba, aquella de la que nació enamorado. No fue mucho tiempo después que sus ojos se abrieron nuevamente, y vio allí a Talinthraxus, a su lado. Ya recuperado, observó a su alrededor y notó que se encontraban en el camarote del capitán. Breigal se incorporó, ya estaba completamente recuperado.

-Bienvenido de regreso, amigo -comentó Talin, a quien no sorprendió la rápida recuperación de Breigal, debido a que conocía perfectamente los poderes curativos de su amada.

-¿Dónde está Daliny? -preguntó el pelirrojo mientras observaba a su alrededor.

-Descansando. Le agradará saber que ya estás recuperado.

-Claro... -Breigal abrió la puerta de su camarote y vio que el sol brillaba con intensidad, lo cual era una muy mala señal. -¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

-Dos o tres horas. Me dijo Daliny que lo conseguiste...

--respondió Breigal de manera casi cortante. Sólo dos o tres horas, eso significaba que faltaba demasiado para el anochecer.

-¿Cómo fue? -le preguntó Talin en un tono que estaba más cerca de la amenaza que de la curiosidad.

-No lo sé. No recuerdo.

-No te hagas el misterioso, Breigal.

-No ultrajé a tu diosa, fue ella la que se terminó acercando.

-No puedo creer que te atrevas a decir algo como eso.

-Yo no puedo creer que te interese saber cómo fue, en lugar de preocuparte por cuánto falta para que nazca el Werthtrew. -Breigal observó cómo Talinthraxus se incorporaba y llevaba su mano derecha al mango de su espada. En ese momento recordó que tanto él como Daliny se habían enamorado de la diosa, y recordó también lo que sucedía cuando alguien se enamoraba. -Cálmate y preocúpate por Daliny.

-Retira tus palabras entonces, mentiroso.

-Yo tengo que descubrir cómo hacer para que Werth resista hasta el anochecer, y si para eso tengo que hacerte lo que le hice a Naub' Lonks, no dudes de que lo haré. Importas, pero Daliny me importa mucho más.

Talinthraxus no soportó las últimas palabras de Breigal y desenvainó su espada para atacarlo. Y no dirigía cortes que buscaban neutralizarlo, su espada buscaba directamente el pecho, el cuello y la cabeza de su amigo. Tenía claras intenciones de matarlo.

-¡DETENTE! -De nada valió lo que dijo. El seguidor de Athanexis realmente parecía dispuesto a matar al seguidor de Husge. Claro estaba que Breigal no quería luchar, pero pronto descubrió, para desgracia de Talin, que si el reoraf peliazul no se calmaba, la isla no resistiría el tiempo suficiente, por lo que lo sujetó del cuello y luego lo empujó contra una de las paredes. -¡TE DIJE QUE TE DETENGAS, FRACASADO! ¿¡QUÉ DIABLOS QUIERES OÍR!? ¿¡QUE ATHANEXIS ES UN FUEGO!? ¿¡ESO QUIERES OÍR, MALDITO ANORMAL!?

No se precisaban muchas explicaciones para explicar por qué Breigal estaba destrozando el cuerpo de Talinthraxus prácticamente cada vez que lo tocaba. Había desmayado un dragón a los golpes, el cuerpo de un reoraf era mucho más frágil que el de Naub' Lonks. Breigal no quería tratar así a su mejor amigo, realmente le dolía en el alma lastimarlo, pero había comprendido que era la única alternativa que le quedó. Y, además, fue gracias a ese dolor que descubrió lo que Athanexis le dijo. Tristeza, era tan simple como eso... Y Breigal no quería que Daliny lo amara, lo que quería era que no lo odie. Le quitó su espada a Talinthraxus y luego lo arrastró con violencia hacia los otros camarotes. Una vez que encontró aquel en el que Daliny estaba descansando, lo abrió sin tomar ningún tipo de precaución para no despertarla.

-¿Qué... qué sucede? ¿Hay más emisarios? -preguntó Daliny al ver el estado de su pareja.

-No, pero te agradaría que los hubiese -dijo Breigal absolutamente serio. Luego de decir eso, hundió la espada de Talinthraxus en el corazón del reoraf peliazul, y luego hizo girar la hoja sobre su eje, para asegurarse de que Talinthraxus moría.

-¿¡Qué haces!?

-Asegurar tu supervivencia -respondió el reoraf pelirrojo mientras quitaba la espada, dejando el cuerpo de Talinthraxus inerte en el suelo, y con su sangre en la hoja de su propia espada.


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Mensaje por Breigal 23/05/12, 05:49 pm

Capítulo 6
Muerte Caminante
(B)



Mientras tanto, Raznet, Salket y Phab se encontraban a unos cuantos metros, en un lugar aparentemente seguro, mientras los reoraf regresados a la vida por Athanexis luchaban contra los invasores. Raznet pronto sintió que algo estaba muy mal, algo le estaba sucediendo a Talinthraxus, y tanto Phabendior como Salket sintieron esa molestia que sentían cuando su protegido sufría. Entre los tres, sacaron una única conclusión que indicaba que algo muy malo le acababa de pasar a Talin, y tanto Daliny como Breigal se encontraban muy dolidos por eso. La primera en apresurarse en llegar fue Salket, seguida rápidamente por Raznet y Phabendior en último lugar. Los guardianes no tardaron demasiado en llegar hasta el lugar donde el barco estaba ubicado. Por su parte, en el interior de la nave, Breigal tenía la vista fija en los ojos de Daliny.

-A veces, para proteger a la persona que amas, debes lastimarla.

-¡¿Se supone que por eso lo mataste?!

-Daliny... Yo... Te amo... Estoy enamorado de ti desde la primera vez que te vi, y no precisé mirar tus ojos para eso. -Conforme iba hablando, la voz del seguidor de Husge se trababa de a ratos y se alteraba, mientras cada vez más lágrimas caían de sus ojos, como si estuviese confesando algo realmente horrible. -No podría aceptar un mundo sin ti, imaginarlo hizo que intente suicidarme, cada vez que la idea de haberte perdido aparecía en mi cabeza.

-¿B-Brei...? -A Daliny le parecía completamente equivocado el lugar y el momento en que esas palabras estaban llegando a sus oídos, pero no dejaba de sorprenderle la reacción que Breigal estaba teniendo ante sus propias palabras. ¿Por qué lloraba? ¿Por qué le dolía tanto decir eso y le había resultado tan frío, en comparación, el asesinar a Talinthraxus? -¿Por qué me dices esto... ahora?

-Yo... Yo no... Yo no espero que me perdones... -Cada frase que el reoraf pelirrojo decía, sólo lograba confundir más a su amiga, quien realmente no lograba entender que había de horrible en esas palabras. Lo único que se le ocurría era que estaba declarándole su amor luego de matar a su novio, pero en sí el hecho negativo era la muerte de Talin, no que Breigal estuviese diciendo aquellas palabras.- No espero que me perdones... -repitió.- Sólo quiero... que... que algún día... entiendas...

-¿Que entienda qué?

-Que sólo... sólo quiero... que seas feliz...

Breigal cerró sus ojos con fuerza y apretó los dientes para reprimir un grito de dolor, las lágrimas caían por sus ojos como si estuviesen saliendo por allí casi 200 años de dolor acumulado. Lanzó un corte al aire que hirió las piernas de Daliny, luego arrojó la espada contra la pared, provocando que se quedase clavada en ella, y saltó sobre Daliny, mirándola a los ojos mientras desgarraba las prendas de la reoraf, que se encontraba indefensa debido al enorme cansancio que tenía por sanar a aquel que estaba ultrajándola. Un grito de socorro se oyó en la isla Werth, y antes de que Salket pudiese llegar para salvar a su protegida, el barco desapareció, provocando con ello que Talin y su espada cayeran a la isla. Sólo Breigal y Daliny se marcharon con el barco, lejos, donde no existía ayuda posible.

Tanto Salket como Phabendior podían sentir el dolor de su protegido, pero el que Phabendior percibía fue tan grande que incluso llegó a hacerlo llorar también. Lo sabía, ese era el dolor previo... Era ese dolor que siente aquel que no tiene ningún motivo para seguir viviendo... Ese era el dolor que sentía Breigal...

-¿Qué diablos estás haciendo, Breigal?


Última edición por Breigal el 07/06/12, 04:48 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Breigal 06/06/12, 05:54 pm

Capítulo 6
Muerte Caminante
(C)



Mientras tanto, los invasores de Werth seguían avanzando. La participación del Creador en la ofensiva resultó devastadora, pero fue mucho peor cuando comenzó a proteger a sus tropas, en lugar de atacar a sus adversarios. Cada humano caído se convirtió en un emisario y regresó a la vida, y luego sucedió lo mismo con todos aquellos que iban cayendo. Los emisarios tenían sus ojos increíblemente adaptados a la luz, lo que les permitía ver con claridad a pesar del intenso resplandor que el Creador emitía de sus alas desplegadas. Los reoraf que habían resucitados por Athanexis no podían resistir tanto, más aún teniendo en cuenta que la diosa estaba enfocando todas sus energías en el desarrollo del Werthtrew.

-Busquen a los últimos que quedan.

Los invasores que habían llegado ante el barco también regresaron a la vida, y se abalanzaron rápidamente sobre los demonios guardianes que se encontraban allí, pero para su desgracia, Salket descargó con ellos la furia que le generaba no poder ayudar a su protegida. Poco después, una cantidad enorme de emisarios llegaron también al lugar y atacaron con el claro fin de aniquilar a Talinthraxus. Los demonios guardianes se ocuparon de protegerlo, debido a que Raznet estaba convencido de que seguía con vida. La lucha fue bastante despareja, especialmente porque ni Phabendior ni Salket podían concentrarse plenamente en ello. En un momento, el guardián de Breigal se quedó quieto, y se arrodilló en el suelo, apoyando también sus manos, como si estuviese demasiado adolorido.

-¿Qué sucede? -preguntó Salket mientras combatía.

-B...Brei...gal... -La voz de Phabendior parecía cambiar cuando hablaba, como si estuviese muy descompuesto. Sus palabras se convertían en arcadas, conforme su cuerpo emitía pequeñas chispas de fuego.- ¿Q...Qué...ha...haces...?

La espada de Talinthraxus se despedazó en miles de pequeñas cuchillas y éstas empezaron a girar velozmente. Eso hirió tanto a los emisarios como a los guardianes, e incluso a Talin. Phabendior había recibido mucho poder súbitamente, y no era capaz de controlarlo. Eso no hizo más que complicar aún más las cosas. Sólo Salket y Raznet podían luchar, y debían cuidarse del poder de su compañero. Y cuando parecía que nada podría ser peor, una sombra inmensa los cubrió durante algunos segundos, y Daliny cayó del cielo, gravemente lastimada, casi muerta. La ira que Salket experimentó fue tal, que se impulsó hasta la cubierta del barco y pudo ver a Breigal, que tenía la vista clavada en el piso y la mirada apagada.

-¿¡Qué diablos le hiciste a Daliny!? -le gritó furiosa Salket antes de atacarlo. Enorme fue la sorpresa de la demonio cuando notó que estaba cayendo al suelo, porque no pudo notar que una roca le había atrapado los pies, y luego ver cómo su espada se convertía en polvo frente a ella. Breigal caminó lentamente hacia la protectora de su amada y la miró fijamente a los ojos. Podían verse aún lágrimas que caían por sus mejillas y no habían terminado de secar.

-Una atrocidad... Eso le hice. Ahora hazme el favor de irte, tengo mucho que hacer.

El barco y Breigal se desvanecieron, por lo que Salket cayó al suelo y fue liberada de las rocas que Breigal usó para detenerla. Por cada emisario presente, se alzó un tentáculo de tierra que lo enterró en las profundidades. La espada de Salket fue creada nuevamente, y notaron que Phabendior ya no estaba allí. Se encontraba junto a Breigal, en el barco.

-¿Qué haces aquí?

-Te causaste mucho sufrimiento haciendo eso. Imagino que debes tener un muy buen motivo.

-Lo tengo. Márchate.

-Estuve a tu lado cuando quisiste terminar con tu vida, Breigal. No pienses que no estaré ahora, que alcanzarás la gloria.

-Gracias -susurró Breigal, antes de que el barco apareciese frente al Creador. Muerte Caminante... un poder que nunca había superado tantos límites como en aquel momento...

FIN DEL CAPÍTULO 6
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Mensaje por Breigal 08/06/12, 10:05 pm

Capítulo 7
El verdugo de la fe
(A)



Si quieren, decoren el capítulo escuchando esto:

-¿Quién es el mortal que se atreve a plantarme cara?

El Creador no había visto personalmente a Breigal antes. Phabendior ya no estaba a su lado, y Breigal llevaba en sus manos una lanza envuelta en llamas, además de que su propio cuerpo también se encontraba inmolado. Los ojos de Breigal estaban inexpresivos, pero podía notarse que hasta hace muy poco se encontraban llorando, y llorando mucho. El reoraf dio dos pasos hacia adelante, y el suelo que se encontraba debajo del barco desprendió cientos de tentáculos de tierra como si estuviese respondiendo a una señal. Dichos tentáculos se encargaron de capturar a los emisarios y enterrarlos, para deshacerse así de esa molesta plaga. El Creador intentó liberarlos, pero su poder no bastó para lograrlo. ¿Acaso ese pelirrojo tenía más poder que él?

-Mi nombre es Phabendior, pero el dueño de este cuerpo se llama Breigal -respondieron las voces de Breigal y Phabendior al unísono-. Tu gente invadió esta isla hace catorce años, y desde entonces la vida de este joven es miserable. El día de hoy, sus razones para vivir se han extinguido, la mujer que ama lo odia. Se odia a sí mismo... Odia esto, en lo que se transformó luego de que tus humanos invadieran su hogar, nuestro hogar. Tú y tus humanos pueden darse por extintos. Y te sugiero correr. Podría ayudarte a sobrevivir.

La cabeza de dragón que adornaba el barco rugió, y pronto su estructura fue cambiando. Su madera se transformó en escamas, sus alas se desplegaron y su casco se estiró. Pronto, la plataforma central se había transformado en una montura y el barco en un dragón que arremetió contra el Creador. Breigal usó la lanza para atacar al Creador, quien por reflejo interpuso su espada, pero ésta se quebró, al igual que el arma del reoraf. El problema para el dios fue que el dragón no dejó de avanzar y pronto se encontraba mordiendo el rostro de la deidad mientras que el pelirrojo atacó a su costilla. Esa fuerza era algo sin precedentes, pero el odio que el alma de Breigal tenía no había hecho más que empezar a liberarse. El reoraf saltó al rostro del dios y, luego de crear aparentemente del aire dos espadas, las clavó en los ojos de su oponente. El Creador despidió relámpagos de su boca con el objetivo de pulverizar al demonio, pero éste se transformó en arena y se desplazó rápidamente por el aire.

El Creador emitió una intensa luz y pronto una gran cantidad de relámpagos cayó sobre la isla. No obstante, en Werth se hizo la noche, debido a que una capa de tierra amortiguó todos los relámpagos. Breigal y el dragón, al no poder enfrentar al Creador, siguieron su camino, rumbo a tierras antes lejanas. Sin embargo, el lejano continente que albergaba la población humana que invadió Werth, se estaba acercando rápidamente desde que Breigal perdió su voluntad para vivir. Allí descendió el reoraf pocos segundos después...
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Mensaje por Breigal 15/06/12, 02:32 pm

Capítulo 7
El verdugo de la fe
(B)



-Veamos qué tan agresivos son en casa, seres cobardes...

Las palabras del reoraf fueron un susurro, pero retumbaron en la mente de cada uno de los presentes. El pelirrojo se encontraba en el suelo, mientras que el dragón sobrevolaba la ciudad derritiendo edificios con sus llamas. Los humanos escucharon cientos de historias sobre dragones, pero nunca habían oído sobre uno cuyas llamaradas destruyeran con tal facilidad las estructuras que protegían a las personas de la crueldad que a veces mostraba el clima. Los dragones que nutrían las leyendas de Werth no eran como los que habitaban las leyendas humanas. Los dragones con que los reoraf crecieron eran máquinas de destrucción, capaces de destruir ejércitos.

-¡Hasta aquí has llegado, demonio!

Breigal sonrió y se adelantó creando dos espadas. No pudieron detenerlo. Los hombres más preparados para enfrentar demonios se encontraban sepultados en la isla Werth, por obra de ese ser que hacía poco había atacado a sus propios amigos, y ahora estaba demostrando a la humanidad que, si no mostró piedad con las personas que más quería, nada quedaba para los humanos, por esa especie que hizo su vida miserable, condenándolo, catorce años atrás, a terminar así.

Unos pocos soldados, habituados a luchar contra personas, se atrevieron a atacar al demonio, pero fueron asfixiados por sus propias armaduras. Aquellos edificios que no caían ante el fuego del dragón, se derrumbaban por orden del reoraf pelirrojo. Pronto, la balanza había sufrido un vuelco realmente impresionante. Los invasores habían pasado a ser los invadidos, Breigal estaba devolviendo ese favor que les debía desde hacía catorce años. Pronto, el Creador debió plantearse la retirada, debido a que el demonio estaba absorbiendo demasiado poder. Los humanos morían de a montones, y su protector no podía elevar sus almas, lo que sólo podía significar una cosa: el pelirrojo estaba absorbiendo sus almas. No mucho después, el demonio se detuvo, y el aire a su alrededor se calentó demasiado.

-Fue un honor vivir a tu lado...

-El honor fue todo mío... amigo...

Un grito se oyó en el cielo del continente y la isla. Conforme avanzaron los segundos, el grito se transformó en un rugido. El cuerpo del reoraf sufrió una metamorfosis, ya no tenía apariencia humana. Se había transformado en una bestia enorme, cuya respiración despedía cientos de cuchillas, cuyos pasos envenenaban la tierra, cuya mirada concentraba el calor allí donde se posaba. Una bestia creada para destruir...


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Mensaje por Breigal 06/07/12, 08:47 pm

Capítulo 7
El verdugo de la fe
(C)



Los últimos seguidores de Sast y Athanexis se encontraban inconscientes y difícilmente se recuperarían pronto. Podría pensarse, con absoluta justificación, que tenían suerte de estar vivos. Sus guardianes los estaban acompañando, y no fue hasta que oyeron esa transformación de grito a rugido que comprendieron lo que Breigal buscó al atacar tan brutalmente a Talinthraxus y Daliny. Les comenzaba a cerrar todo el comportamiento de Breigal. Fue en ese momento que comprendieron por qué Breigal pudo vencer a Naub' Lonks, y el odio de Salket disminuyó enormemente. Los guardianes entendieron por qué al reoraf pelirrojo le importaba tanto que Talinthraxus y Daliny estuviesen bien. Salket y Raznet carecían de todo aquello que pudiese considerarse un sentimiento, lo que más se le parecía era la lealtad que tenían hacia su protegido, pero aún así, aún imaginando a base de razonamiento lo que era sentir algo lindo por alguien, comprendían perfectamente el actuar del último seguidor de Husge.

Provenientes del continente, el cual fue traído hasta quedar a muy pocos kilómetros de Werth, podrían oírse gritos de auxilio, rugidos y derrumbes. No podía verse lo que estaba sucediendo, debido a una tormenta de arena que estaba cubriendo el lugar. El Creador atacó al reoraf, pero sus ataques ni siquiera inmutaban al demonio sediento de destrucción en que Breigal se había convertido.

Pronto, Salket y Raznet comprendieron que el problema sería decirles a sus protegidos por qué Breigal los había atacado de ese modo. Una vez conocida Athanexis, nada más en el mundo importaba, pero no fue ese el caso del reoraf pelirrojo. ¿Sería la posibilidad de que Daliny estuviese viva lo que permitió a Breigal sobrevivir esos 14 años?

Resultaba imposible estimar cuánto tiempo duró el ataque a los humanos. Sólo se sabía que, luego de lo que pareció una eternidad, la tormenta de arena se disipó con violencia, y una columna de polvo y fuego se elevó hasta las nubes. El continente estaba prácticamente desierto. Un chaleco y un sombrero fueron guiados por el viento hacia las dos únicas personas que habían mantenido a Breigal en el mundo de los vivos. El sombrero se posó delicadamente la cabeza de Talinthraxus, mientras que el chaleco se posó sobre el torso de Daliny, tapándola. Eso era el adiós, una última señal de respeto que el padre del Werthtrew le dedicaba a su mejor amigo, y una última protección que le daba a la mujer que amó toda su vida. Esa persona que, a pesar de quererlo demasiado, jamás se fijó en él, ni lo hubiese hecho jamás; esa persona por la que lo dio todo.

Caía la noche, y la diosa de la vida, aquella que tantos habían deseado, pero sólo uno tuvo, dio a luz a su único hijo, a quien tuvo con el hombre que siempre amó: el único que no se fijó en ella. Con ese nacimiento, se estaba cerrando un círculo que comenzó a tejerse millones de años antes, cuando comenzó la Guerra Antigua. Acababa de nacer alguien descrito en las más ancestrales leyendas, aquel que pondría fin a ese conflicto, de una vez por todas: el Werthtrew.

FIN DEL CAPÍTULO 7
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Mensaje por Breigal 11/07/12, 06:11 pm

Capítulo 8
La vida y la muerte
(A)



Desde el jardín de Athanexis llegó un aura muy extraña, que se expandió rápidamente hacia los alrededores. El cielo comenzó a transformarse y pronto la noche despareció, para dar origen al más extraño clima. Las nubes se arremolinaban en ubicaciones aparentemente aleatorias, mientras varios relámpagos caían sobre la tierra y el mar, sin provocar el menor daño. Cada relámpago cambiaba el color de las nubes y el cielo, y ese cambio no parecía seguir ningún patrón. Pocos segundos después, dos dragones, uno de agua y uno de fuego, descendieron de dos porciones del cielo.

De unas nubes rojas, que parecían teñidas de sangre, descendió un dragón hecho de llamas, y se dirigió hacia el jardín de la diosa, esparciendo un calor apenas soportable, tan elevado que incluso el Creador e Ind se encontraban sofocados.

Breigal Dragon-de-fuego

De unas nubes celestes, que daban la impresión de que ese era el más claro de los días, surgió un dragón azulado hecho de agua, que también se dirigió hacia el lugar de nacimiento del Werthtrew, dejando durante su camino una sensación de frío casi extrema, que hacía sentir que la carne estaba hecha de hielo.

Breigal Dragon_agua

A pesar de que el efecto que dejaron los seres legendarios en los participantes de la Guerra era muy intenso y realista, nada había en el terreno o en ellos mismos que diera la seguridad de que ese calor y ese frío eran reales. Todo parecía ser un producto de sus propias mentes. Una vez que ambos dragones llegaron a su destino, una ola de agua y una lengua de fuego aparecieron con violencia, y una columna de luz apareció en el lugar. Un hombre sin cabello se pudo distinguir dentro de esa columna de luz, y desplegó sus alas en la altura, de manera que quedase una de cada lado. Su ala derecha estaba cubierta de plumas blancas, y su ala izquierda estaba cubierta de piel roja.

Breigal Angel+o+demonio

En el momento en que desplegó sus alas, el cielo logró un efecto demasiado extraño. La columna de luz sobre la que el Werthtrew se encontraba dividió el cielo en dos, de manera que una mitad estaba rojo, y la otra mitad estaba celeste. Este cambio seguía al Werthtrew, si él giraba, el cielo también lo hacía.

-Les ordeno calmarse. El Nólim es mío, lo usaré con mi padre.

-Esperé millones de años a que esa cosa estuviese lista, no vas a usarla tú.

-Fui yo quien lo custodió todos estos años, no vas a llevártelo ahora.

-Sin Nólim, no hay guerra. Les dije que yo lo usaré, y no intenten detenerme, sólo empeorarán las cosas para ustedes.

El Creador observó al ser alado y reflexionó acerca de sus palabras. ¿Su padre?

-¿Ese pelirrojo era tu padre?

-Sí. Y en él usaré ese metal que tanto ansían.

Ind y el Creador observaron al Werthtrew. Ambos sabían de quién se trataba, ambos eran conscientes de que su poder sería algo inimaginable, pero también ambos tenían la certeza de que, juntos, podrían derrotarlo. Ambos se lanzaron contra el ser más poderoso alguna vez imaginado, y éste rápidamente creó una esfera de energía azul en su mano derecha y una esfera de energía roja en su mano izquierda, para luego chocarlas entre sí dando un aplauso, lo que generó una súbita y fugaz distorsión del color. Un vórtice se abrió en el lugar del impacto y múltiples rayos salieron de allí, hiriendo de gravedad al dios y la demonio. El Werthtrew avanzó mientras el vórtice desaparecía, dos segundos después.

-Este es el día en que su problema se acaba.
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